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TEMA 14- EL ARTE BARROCO. ARQUITECTURA BARROCA ITALIANA (G. L. BERNINI Y F. BORROMINI). ESCULTURA (G. L. BERNINI).

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TEMA 14- EL ARTE BARROCO. ARQUITECTURA BARROCA ITALIANA (G. L. BERNINI Y F. BORROMINI). ESCULTURA (G. L. BERNINI).

Conocemos como Arte Barroco al Estilo que domina en Europa entre los siglos XVII-XVIII.

Normalmente consideramos que el Arte Barroco tiene una decoración muy recargada, que es un estilo caprichoso y extravagante, de temática y elementos formales retorcidos. Sin embargo, no todo el Arte Barroco responde a esta idea, lo cual nos demuestra que se trata de un estilo heterogéneo que difícilmente encaja en definiciones muy estrictas.

De hecho, la propia denominación “barroco”, es de origen misterioso y no se sabe exactamente su significado.

¿Qué unifica, por tanto, al Barroco?. Es difícil decirlo, pero se puede decir que el Barroco es el arte de la apariencia. En el Arte Barroco la realidad se confunde con la ficción, el edificio barroco parece un teatro en el que la arquitectura es el escenario y las esculturas los personajes que protagonizan el drama. A la pintura le ocurre otro tanto. Las escenas religiosas se representan de una manera chocante, como si fueran

momentos de la vida cotidiana, y como si personajes sencillos de la calle protagonizaran una obra de teatro que representara los textos sagrados.

Así, el teatro, el drama religioso es una de las esencias del Barroco. Hay que recordar que el teatro y la ópera es uno de los géneros literarios y musicales que más se

desarrolla en el siglo XVII.

En el Barroco dominan tres tendencias muy diferentes.

Por un lado, tenemos una tendencia clasicista que se resiste a abandonar los principios del Renacimiento, aunque en la realidad se encuentra muy lejos del espíritu de

éstos. Por ejemplo, el Barroco del Gran Siglo Francés.

Por otro, tenemos una tendencia decorativista que encaja con ese recargamiento

ornamental, extravagante y complejo que habitualmente le atribuimos a todo el Barroco. Por ejemplo el Estilo Rococó.

Por último está la tendencia naturalista, posiblemente la más valorada y creativa del Barroco. El Naturalismo es un nuevo realismo que idealiza la religión haciéndola más cercana que nunca a la realidad. El Naturalismo Barroco centra a menudo su análisis en lo feo o en lo aparentemente vulgar, pero a su modo idealiza la realidad cotidiana, elevándola por encima de esa presunta vulgaridad. Se puede considerar como naturalista el arte italiano de principios del siglo XVII (Bernini, Borromini, Caravaggio), el Siglo de Oro Español (Imaginería, Pintura), la pintura de los Países Bajos, etc.

El Barroco fue el Arte de la Contrarreforma Católica y del Concilio de Trento (que estableció una serie de recomendaciones para la construcción de iglesias y para la iconografía religiosa).

Uno de los focos más importantes del Barroco Temprano del siglo XVII fue la Roma de los Papas (Urbano VIII). Los Papas convirtieron el Arte Barroco en la propaganda de la

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Contrarreforma Católica contra el Protestantismo. Algo similar ocurrió con el Barroco Español, especialmente con la Imaginería Barroca Española. Estas ideas religiosas pretendían ensalzar el sentimiento sobre la razón en materia religiosa.

El Barroco también fue el Arte al servicio del Absolutismo. En este sentido hay que citar el Gran Siglo Francés, el arte de las academias propagado por Luis XIV. Los palacios de este rey o de los Habsburgo de Viena o Madrid y los Borbones que

gobernaron España en los siglos XVII-XVIII (Felipe IV, Felipe V, Carlos III). En este caso, el arte es la expresión del triunfo, del poder del monarca absoluto, elegido por Dios para gobernar su reino.

Aunque parezca paradójico, el Barroco también es el arte de la burguesía calvinista de los Países Bajos. La pintura barroca se convierte así en un arte democratizado que ensalza la nueva ideología burguesa. Las Provincias Unidas de Holanda se convierten en el siglo XVII en la nueva potencia económica gracias al dominio de los mares y a la actividad mercantil de los burgueses holandeses. La pintura holandesa ensalzará con orgullo este modo de vida.

Por último, el Barroco es el arte de una sociedad sumida en una crisis entre la fe y la ciencia, entre la Metafísica y el Empirismo. Las “verdades” presuntamente científicas de la Edad Media ceden ante el desarrollo de la ciencia y la experimentación.

Consiguientemente el arte empieza a valorar únicamente la apariencia, es decir, lo que se puede apreciar con los sentidos.

Durante el Barroco se produce una integración total de las artes plásticas.

EL BARROCO EN ITALIA DURANTE EL SIGLO XVII.

Italia se convirtió en el siglo XVII otra vez en un foco artístico de primera importancia que influyó en el resto de Europa.

Durante la Primera mitad del siglo XVII, los Papas Urbano VIII y Alejandro VII convierten a Roma en el centro de la Contrarreforma. El Arte Barroco está destinado a convertirse en el arte de propaganda del poder político y espiritual del Papado. Por eso Roma debe convertirse en una capital barroca. Otras ciudades importantes del Barroco Italiano son Bolonia, Nápoles y Turín.

LA ARQUITECTURA BARROCA ITALIANA EN EL SIGLO XVII.

En la Arquitectura Italiana del siglo XVII, las iglesias continúan centrando la actividad artística. No obstante tampoco hay que descartar la importancia de la urbanística. La urbanística ideal había sido uno de los temas más importantes del Renacimiento, aunque sólo se había podido llevar a la práctica en contadas ocasiones, precisamente por

responder a criterios demasiado ideales. En el Barroco, la urbanística vuelve a adquirir una importancia fundamental. Así ocurre con la nueva planificación de la ciudad de Roma. Los Papas establecen unos diseños que a veces buscan la vinculación de la nueva urbanística con el pasado glorioso de la Roma Clásica (así ocurre, por ejemplo con la urbanización de la Piazza Navona sobre un circo romano). Estas transformaciones de la urbanística se basan en la realización de artísticas plazas adornadas con fuentes que

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servirán de escenario a complejas fiestas y celebraciones: Piazza del Popolo, Plaza de España, Fontana de Trevi y Plaza de San Pedro.

Materiales: los materiales utilizados por la arquitectura son muy variados, sin embargo, destacan a la vista los materiales utilizados para la decoración: mármol de diferentes colores (blanco y rojizo), bronce y yeso. Se trata de materiales de rica apariencia que esconden otros materiales más pobres.

Planta: los arquitectos italianos continúan prefiriendo las plantas centradas, a pesar de que el Concilio de Trento recomienda la realización de templos de planta longitudinal, pues los de planta centrada recuerdan a los templos paganos. En el caso de los templos de planta centrada la solución que se adopta puede ser muy variada. Así encontramos plantas circulares (Capilla de la Síndone de Guarini), ovoideas (San Andrés del Quirinal de Bernini), octogonales (Santa María de la Salud de Longhena), estrelladas (San´t Ivo alla Sapienza de Borromini), etc. El templo de planta longitudinal más típico es el de planta jesuítica, con o sin crucero. En ocasiones la fachada se encuentra dentro de un patio como en San´t Ivo alla Sapienza. La mayor novedad de la arquitectura barroca es el gusto, casi obsesión por los paramentos curvos, a veces cóncavo-convexos, como ocurre en las iglesias de Borromini: San Carlos de las Cuatro Fuentes, por ejemplo.

Alzado: la verdadera protagonista del alzado de las iglesias barrocas es la cúpula, muy airosa y con un tambor bastante alto. No obstante, vuelve a tener importancia la fachada, a veces una fachada-pantalla flanqueada por torres (como en Santa Inés de Borromini), otras veces cóncava con un cuerpo curvo convexo saliente en el lugar de la puerta (como en San Andrés del Quirinal de Bernini). El remate de las cúpulas es a veces muy imaginativo (helicoidal en San´t Ivo alla Sapienza, pirámide escalonada o bóvedas “califales”, como en las iglesias que Guarini construyó en Turín).

Elementos Formales.

Elementos sustentantes: muros curvos, columnas de proporciones clásicas aunque a veces de orden gigante (Como en la columnata de San Pedro del Vaticano), pilares, etc. Un tipo de columna propio del Barroco es la columna salomónica (de fuste helicoidal), que normalmente tiene una función decorativa más que constructiva. La columna

salomónica la encontramos por primera vez en el Baldaquino de San Pedro del Vaticano construido por Bernini.

Elementos sustentados: el arco más utilizado es el de medio punto y la bóveda más utilizada es la bóveda de cañón con lunetos. También se utiliza la cúpula circular, ovalada (como en San Carlos de las Cuatro Fuentes) o estrellada (San´t Ivo alla Sapienza), con tambor muy alto e incluso con doble tambor, todo ello sobre pechinas. También se utilizan las bóvedas de cañón y arista. En ocasiones las bóvedas están decoradas con molduras de yeso, e incluso a veces las propias bóvedas son falsas (de yeso). Los muros están rematados por impresionantes balaustradas con estatuas de grandes dimensiones (como en San Pedro del Vaticano).

Elementos decorativos: el Barroco es el arte de la apariencia, de ahí la importancia que tienen los elementos decorativos, a veces se caracteriza por el horror vacui. El Barroco utiliza el mismo lenguaje del Arte Clásico y del Renacimiento, pero traiciona

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decorativos tenemos las columnas puramente decorativas que no sostienen nada, en muchas ocasiones pareadas y con aditamentos de bronce o decoradas con relieves irregulares que parecen cuero o pieles descarnadas. Las columnas más específicamente barrocas son las salomónicas y el estípite, una pilastra troncopiramidal invertida. Los entablamentos tienen formas clásicas, pero suelen ser curvos y quebrados en escalera. Los vanos suelen estar rematados por frontones, a veces también curvos, partidos y quebrados. Son muy habituales los tondi en vanos y enmarcando elementos

decorativos, pero los tondi no son circulares sino ovalados. En general, los diseños decorativos son muy originales y creativos, basados en la curva, la espiral, etc. Son muy abundantes las molduras de yeso. Un tipo de moldura especial es la tarja, una moldura simétrica que semeja un extraño material a medio camino entre lo vegetal y lo rocoso. Las esculturas pueblan el interior de las iglesias barrocas como si fueran sus habitantes repentinamente petrificados que contribuyen a completar la decoración y enfatizar su aspecto teatral. Un elemento muy típico de la decoración barroca es la representación en piedra de la arquitectura efímera realizada con elementos perecederos y blandos (madera, tela, etc.). También la pintura se utiliza como elemento decorativo, especialmente la pintura de “trampa al ojo”, las glorias que decoran las bóvedas con unos espectaculares escorzos que parecen disolver la bóveda como si la iglesia se encontrara a cielo abierto. Escultura, arquitectura y pintura se entremezclan de una manera completamente integrada.

Exterior: el exterior de los templos tiende a esconder la disposición interna de éstos como si fuera un decorado (fachada-pantalla). Asimismo, en los exteriores se enfatiza el efecto de claro-oscuro mediante entrantes y salientes muy marcados. A menudo se busca resaltar las perspectivas lejanas y las masas de los edificios desde lejos gracias a anchas avenidas, así ocurre en el Vaticano, en el Palacio de Versalles o en el de Schönbrunn.

Interior: los interiores generan una sensación espacial extraña, desmaterializada. A veces, las paredes están fabricadas con materiales aparentemente blandos que parecen deshacerse ante la mirada del espectador. A ello contribuyen los espacios de

dimensiones desproporcionadas en los que abundan las curvas. La iluminación interior es también misteriosa ocultándose la fuente de luz y combinando luz real con luz “irreal”, “de tramoya” (rayos de bronce). También la pintura contribuye a

desmaterializar las paredes interiores. Así las glorias y trampantojos (trompe l´oeil) disuelven las bóvedas y cúpulas deshaciendo las techumbres como si las iglesias estuvieran al aire libre.

Funcionalidad y valoración estética: la iglesia barroca parece un escenario de teatro, un escenario en el que se celebra la apoteosis, el triunfo de la religión católica. La

celebración de la Eucaristía se plantea como un hecho dramático y misterioso, así ha ocurrido desde los comienzos del Cristianismo, y el Barroco no es una excepción, sin embargo ahora la arquitectura ensalza no sólo la Eucaristía de un modo especial, sino también otros sacramentos como la confesión. La nueva fe renovada por el Concilio de Trento triunfa así sobre el Protestantismo y el arte ensalza el momento culminante del drama religioso. Este carácter de escenario teatral que adquieren las iglesias no es mera retórica, pues, de hecho, eran los teatros donde se representaban los Autos

Sacramentales o las Cantatas Religiosas.

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G. L. Bernini: Bernini es el gran genio del Barroco, admirador y, a la vez, continuador de Miguel Ángel, es un gran arquitecto y escultor como él. Muchas de las obras de Bernini son continuadoras de la obra de Miguel Ángel, o bien son un claro homenaje a él.

Así, Bernini realizó algunos añadidos a la Basílica de San Pedro: los nichos con

esculturas en el crucero, la Cátedra de San Pedro, o el Baldaquino de San Pedro (1624). El Baldaquino ocupa el lugar donde se habría situado la gran tumba que Miguel ángel diseñó para el Papa Julio II. Es un ejemplo de la imitación en bronce de un elemento propio de la arquitectura provisional o efímera (así se puede apreciar en la imitación en bronce de la lona que cubre el baldaquino). Bernini realiza por primera vez columnas salomónicas que posteriormente serán muy típicas del Barroco Español (el nombre proviene de la creencia de que las columnas del Templo de Salomón tenían esta forma). El Baldaquino ennoblece la tumba de San Pedro, pero también la de los Papas. Tumba y cátedra de San Pedro quedan unidos por una sutil relación visual apreciable desde la nave del templo (el baldaquino parece enmarcar y cubrir la cátedra).

La Plaza de San Pedro (1656-1667) es el lugar clave de la Cristiandad Católica, el escenario en que el Papa da la bendición Urbi et Orbe y protagoniza los principales ritos del Catolicismo. Sin embargo, también es un homenaje a Miguel Ángel. La

prolongación de la Basílica del Vaticano hacia los por C. Maderno ocultó la cúpula de Miguel Ángel a la vista de la fachada. Bernini “corrigió” a su vez esta traición al planteamiento inicial de Miguel Ángel alejando el centro de la plaza de la fachada. Asimismo, el orden gigante de la fachada tuvo su réplica en la columnata de San Pedro cuyas columnas también mantienen ese orden gigante. Por último no se puede negar la lectura simbólica de la Plaza de San Pedro como Onphalos Mundi (centro del mundo) o los brazos del Papado acogiendo a la Humanidad que acude a él en busca de consuelo espiritual. Se trata de todo un símbolo del carácter universal que pretende tener la Iglesia Católica como única verdadera, frente a las Iglesias Protestantes que florecían en Europa en el siglo XVII.

San Andrés del Quirinal (1658-1670): es una originalísima iglesia de planta centrada con forma de elipse, en la que entrada y presbiterio se encuentran en torno al eje menor y no al eje mayor. Esto genera una sensación de sorpresa al acceder al interior. La portada es también sorprendente, formada por un cuerpo cóncavo que acoge al visitante. Este cuerpo cóncavo se rompe con una entrada convexa sostenida por dos columnas y rematada por un tondo oval en intestable equilibrio. El interior tiene cúpula oval con nervios y casetones exagonales. Un gran número de estatuas se sitúa rematando los vanos. Algunas de ellas recuerdan las Tumbas Medicéas de Miguel Angel.

F. Borromini: fue el gran competidor de Bernini en la Roma de mediados del siglo XVII. Borromini llevó la curva a su máxima expresión en el diseño de sus iglesias creando una arquitectura dinámica que a veces no parece de piedra.

San Carlos de las Cuatro Fuentes (1638) el interior de la pequeña iglesia de San Carlos, está basado en una cúpula oval que cabalga sobre dos triángulos equiláteros, en realidad da una extrañísima sensación espacial. Es como si los muros estuvieran realizados en un material blando y una fuerza sobrehumana “tirara” de los lados menores deformando el espacio interno. En realidad, todo ello está conseguido mediante juegos de curvas

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cóncavas y convexas. Este juego se repite en la fachada, totalmente desproporcionada tanto con el tamaño de la iglesia como con la calle en la que se sitúa. por último, el enorme tondo oval vacío que corona la fachada amenaza caerse sobre el visitante si no fuera por dos ángeles de piedra que lo sostienen. San Carlos parece así un edificio vivo que amenaza desplomarse, aplastar o caerse sobre el visitante.

Otras obras de Borromini son: Santa Inés, San´t Ivo alla Sapienza.

Fuera de Roma tenemos que destacar a B. Longhena que realizó Santa María de la Salud en Venecia, Guarino Guarini que llevó a cabo la Capilla de la Santa Síndone de Turín y Filipo Juvara que construyó la Superga también en Turín

ESCULTURA BARROCA EN ITALIA: BERNINI

Bernini fue el principal escultor italiano del siglo XVII. También en escultura se trata de un digno continuador de Miguel Ángel, pues sigue el mismo camino de destrucción de los principios clásicos en busca de una nueva creatividad. Este nuevo estilo barroco de Bernini se basa en el movimiento, el dinamismo, el pathos y la búsqueda deliberada de contrastes.

Materiales y técnicas: el material más utilizado es el mármol blanco sin pintar (como en el Renacimiento), aunque a veces se utiliza también el mármol jaspeado rojizo, el bronce y el yeso como elementos de contraste (todos esto materiales se utilizan a veces en una misma obra). También se utiliza mucho la variedad de tratamientos de superficie (liso y pulido frente a rugoso), para conseguir los efectos de las calidades (así se puede apreciar en el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini).

Soporte: la escultura de Bernini suele ser exenta. A menudo puebla el interior y exterior de los templos pero no a la manera gótica. En la Edad Media la escultura se situaba en fachadas y portadas conforme a un orden racional y simbólico, por contra, las esculturas barrocas se sitúan por la iglesia de una manera aparentemente caprichosa sin responder a reglas preconcebidas, sino buscando una iluminación especial dentro del templo o curiosas vinculaciones entre las propias estatuas a base de miradas, etc. Las esculturas se convierten en “actores” libres que se mueven por un escenario teatral. Otro soporte muy habitual en Bernini son las fuentes que pueblan las plazas romanas y adquieren un extraño aspecto rocoso y salvaje (Así ocurre en la Piazza Navona). Otras estatuas están destinadas a decorar palacios sobre pedestales.

Temática: son muy habituales los temas religiosos, mitológicos, funerarios, retratos, etc.. Los temas religiosos buscan a menudo la exaltación de los Papas y de la Fe

Católica. Entre los retratos son muy habituales las estatuas de busto, el retrato ecuestre, etc.

Elementos Formales:. Las estructuras compositivas son dinámicas y muy movidas (serpentinata, dominio de las diagonales, estructuras abiertas, oposición de contrarios, etc.). Los miembros de las figuras se contorsionan en posturas forzadas muy dinámicas y teatrales. La escultura barroca utiliza mucho los efectos que la luz produce sobre las diferentes texturas creadas por el escultor, asimismo la utilización del trépano en cabellos y ropajes ayuda a acentuar la sensación de claroscuro. Los ropajes y paños no se ajustan a la anatomía sino que vuelan libres. Cabellos y ropas sugieren a veces el

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viento agitado o el movimiento del personaje. El rostro muestra la expresión y el pathos de una manera muy acentuada. Las manos hacen otro tanto, y se expresan como si fueran seres con vida propia. El virtuosismo del escultor le permite trabajar incluso en el interior de la cavidad bucal.

Valoración Estética: La escultura barroca de Bernini está obsesionada por la representación fugaz del instante irrepetible. Si Miguel Angel quería representar el movimiento en potencia que podía durar unos segundos, Bernini quiere representar el momento del estallido de la acción que sólo dura un instante. Por tanto, sus esculturas representan el movimiento de una manera admirable. Todos los elementos: calidades, rostros, cabellos, manos, paños ayudan a crear esa sensación de inquietud e

inestabilidad. Esta escultura está teñida de naturalismo y abandona el idealismo

renacentista. Ahora se trata de representar la realidad con todas sus virtudes y defectos, de ahí que los temas o la manera de representarlos sea a veces macabra o truculenta.

G. L. Bernini trabajó para los Papas y para inspirarse en su trabajo contó con el modelo de Miguel Angel y las colecciones de escultura clásica que pertenecían al Papado. Su escultura se caracteriza por la obsesión por captar el instante fugaz y por las

impresionantes escenografías en las que se enmarca. Los elementos anecdóticos aparecen a veces en la escultura al igual que ocurría en Epoca Helenística. Algunas de las imágenes de Bernini (incluídas las religiosas) muestran un marcado erotismo o pasión desenfrenada.

David (1623-24): merece la pena realizar una comparación entre éste y el David de Miguel Angel. El de Bernini no representa el movimiento en potencia, sino el momento de máxima tensión reflejado en la tensión muscular y el rostro esforzado de David (según algunos un autorretrato de Bernini). Sus líneas compositivas son abiertas en contraste con las del de Miguel Ángel. El David de Miguel Angel es de una belleza ideal, sin embargo el esfuerzo muscular deforma la belleza del de Bernini (esto es un rasgo de naturalismo). Por último, Bernini añade algún elemento anecdótico cosa de la que prescinde Miguel Angel.

Apolo y Dafne (1622-25) representa el momento fugaz en el que el Dios Apolo alcanza y toca a la ninfa Dafne, haciendo que ésta se convierta en laurel. De hecho Dafne se va convirtiendo en laurel ante nuestros ojos. Todo el conjunto tiene un gran dinamismo, y responde a una composición en serpentinata. Cabellos y paños se agitan al viento y los rostros muestran el apasionamiento y erotismo de la escena.

Extasis de Santa Teresa (1645-52). Una de las obras más famosas de Bernini, se encuentra en la Capilla Cornaro de Santa María de la Victoria. En la capilla, la propia familia Cornaro asiste en forma de estatua al milagro que se desarrolla en un nicho. En él se representa un momento de rapto místico narrado por la propia Santa Teresa en sus obras. El misticismo es inefable, es decir, no se puede expresar con palabras, de ahí que Bernini recurra a una manera de representar la escena que no deja de ser controvertida, pues podemos advertir ciertos tintes de erotismo (no hay que olvidar el propio uso de la palabra amor que realiza la Santa en sus poemas). Así, el ángel que sonríe con el dardo en la mano recuerda a Eros. Mientras tanto la santa parece flotar, abandonado su cuerpo, sin que sepamos muy bien si es al dolor o al placer. La escena está tratada como si fuera una aparición milagrosa, así los personajes parecen flotar sobre una nube y reciben una luz cenital misteriosa y divina que mezcla la luz real (que viene de una

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claraboya oculta) y los rayos de luz de bronce. El distinto tratamiento de la superficie del mármol permite a Bernini la representación de las diferentes calidades (carne humana, nube, pliegues del hábito de monja, pliegues más finos de la delicada tela que cubre al ángel). Bernini dio una expresión similar a la escultura de la Beata Ludovica Alberoni.

Otras obras de Bernini son el San Longinos del Vaticano (recuerda mucho al Laocoonte), el Rapto de Persefone y la Tumba de Bonifacio VIII

VOCABULARIO (9) Imaginería Fachada-Pantalla Columna salomónica Bóveda de lunetos Moldura Estípite Tarja

Arquitectura efímera/arquitectura provisional Baldaquino

Referencias

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