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SOBRE EL MÉTODO Y LA CLASIFICACIÓN

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Academic year: 2021

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SOBRE

EL MÉTODO Y

LA CLASIFICACIÓN

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En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía

puntual-mente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Im-piedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las

Disci-plinas Geográficas. Suárez Miranda, Viajes de Varones Pruden-tes, Libro Cuarto, Cap. XLV, Lérida, 1658. Del Rigor en la Ciencia, Jorge Luis Borges, 1946

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I

Durante la edad media, se realizaron diferentes herbarios en forma de libros de botánica que se concentraban particularmente en plantas medicinales. A razón de las posibilidades e intereses de su época, la mayoría de estos fueron realizados en monasterios como manuscritos iluminados. De manera que estos estaban compuestos por ilustraciones a las cuales, los copistas sucesivos iban añadiendo distorsiones de forma progresiva. Al final, las ilustraciones dejaron de ser útiles y, contrario a su fin descriptivo, se fueron convirtiendo en obstáculos para la claridad y precisión de las descripciones.

Más allá de su valor utilitario, ellos mismos se constituyen como advertencia o recordatorio de cómo el intento humano por ordenar, clasificar y codificar el mundo natural, está condicionado por una mirada que se encuentra en tensiones formales y racionales, frente a procesos naturales que sobrepasan nuestro entendimiento.

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II

(...) cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. (...)

El idioma analítico de John Wilkins Jorge Luis Borges, 1952

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A mediados del año pasado se me hizo necesario tener un espacio para la observación. Había estado indagando alrededor de diferentes formas de registro y su tránsito de un lenguaje a otro. Esto me llevó a querer experimentar en cómo se muestra la información que se recoge y cómo, al igual que el registro, la visualización del orden, la medida y la clasificación, habla incluso más de quien observa e indaga, que de aquello que se quiere estudiar. Basándome en ello, decidí hacer un jardín de un metro cuadrado e incluir en éste especies que me iba encontrando en mi cotidianidad: durante los desplazamientos que hacía entre la casa, el trabajo y la universidad.

Intenté guiarme por un método que me permitiera seleccionar -con cierto grado de neutralidad- aquellas especies que necesitaba. Primero opté por recoger semanal y aleatoriamente fragmentos de arbustos y plantas, basándome en aquello que llamará mi atención. Luego, opté por recogerlas todas y hacer un registro fotográfico del sitio en que las ubicaba. Posteriormente cogí solo aquellas que encontraba en el piso. Así sucesivamente, buscando a veces el absurdo, otras el rigor. Al final usé un algoritmo, basado en el método Montecarlo, así podría encontrar las más constantes con un cierto grado de aleatoriedad.

Con el paso del tiempo fui adquiriendo varias colecciones de hojitas y flores que decidí organizar en la pared. El criterio de clasificación también cambiaba con el tiempo. Encontré un par de textos sobre plantas de jardines y parques de Bogotá y ellos me hicieron cuestionar mis ideas sobre los sistemas de clasificación.

Finalmente, muchas de mis clasificaciones y visualización de los objetos que recogía obedecían más a intereses formales que a fines prácticos. Por ejemplo, disponer dos flores moradas y en el centro una amarilla; separar o reunir las que responden a la misma especie; organizar por tamaños, luego por colores, luego por texturas -llegando muchas veces a no saber si poner una en una u otra categoría; establecer composiciones; llenar un espacio de manera regular -1m², 5m²-.

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III

Busco métodos que me permitan encontrar su propia fragilidad. Sistemas que incluyan el absurdo como forma y se vuelvan contenido.

Establezco medidas, categorías y patrones, para jugar con ellas, mezclarlas o romperlas.

Me interesa que sea riguroso y al mismo tiempo inútil.

Crear modelos que se sostengan racionalmente y se operen desde la sensibi-lidad.

En suma, me interesa situarme en un vaivén entre lo discreto y lo continuo. Que el proceso mismo genere las pautas, los contenidos.

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“U) El mundo como rompecabezas: Dividimos las plantas en árboles, flores y

hortalizas. Cuán tentador es el afán de distribuir el mun-do entero según un código único: una ley universal regiría el conjunto de los fenóme-nos: dos hemisferios, cinco continentes, mas-culino y femenino, animal y vegetal, singular plural, derecha izquierda, cuatro estaciones, cinco sentidos, cinco vocales, siete días,

doce meses, veintinueve letras. Lamentablemente no funciona, nunca funcio-nó, nunca funcionará. Lo cual no impedirá que durante mucho tiem-po sigamos clasificando los animales tiem-por su número impar de dedos o por sus cuernos huecos.”

PENSAR/CLASIFICAR George Perec,1986

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Referencias

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