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SEMANARIO FARMACÉUTICO.

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SEMANARIO FARMACÉUTICO.

A - ñ o I.—TSTÚTCI. 1 8 .

M A D R I D 2 D E F E B R E R O D E 1 8 7 3 .

Sobre las reformas hedías en la enseñanza.

Desde que la revolución española, á la que por nadie se opuso una bien ordenada resistencia , trastornó por completo las bases fundamentales en que descansaba l a anticua organización admi-nistrativa y social, las violentas conmociones que experimentó nuestra sociedad se hicieron sentir de un modo lastimoso y pro-fundo en la enseñanza, cuyas reformas llamadas de libertad no han sido m á s que un ataque directo contra el cuerpo docente

uni-versitario , habiéndose exag-erado desapiadadamente sus abusos. Yo estoy retirado de la enseñanza hace m á s de ocho años y me creo con a l g ú n derecho á tratar el asunto, siquiera sea ligeramente, con toda imparcialidad, imparcialidad que todavía muchos no pueden apreciar en su justo valor, pero que en lo sucesivo reco-nocerán. He sido profesor bastante tiempo y he tenido ocasión de comprobar la severa justicia con que mis dignos compañeros ca-lificaban á sus alumnos, la cual está muy lejos de observarse con la libertad de enseñanza, y es natural que así suceda.

Antes de adoptarse esta última , el profesor tenia medios efi-caces de e n s e ñ a r , se hallaba en las condiciones más ventajosas para instruir por su autoridad, por su necesaria ilustración y ciencia, porque habia de preguntar con frecuencia y de juzgar durante el curso , y á su fin, al paso que el alumno se veia obli-gado á oir la palabra, que le aclaraba infinitas dudas, le evitaba tal vez el revolver numerosos volúmenes de doctrina contradic-toria que acaso no entendía ó eran á propósito sólo para ocasio-narle confusión.

Ahora el profesor llamado oficial puede dirigir su explicación á los bancos y hacer experimentos que nadie vea, mientras los discípulos matriculados están tobando el sol ó haciendo otra cosa peor á m i l metros de distancia, porque no tienen precisión de asis-t i r á las aulas. Y con asis-tales elemenasis-tos se quiere que haga prodi-gios la enseñanza oficial, siendo así que aun con la disciplina académica de otro tiempo dejaba mucho que desear en algunos

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casos, ó no siempre daba los resultados de una constante apli-cación. Por otra parte, los examinadores extraños al profesorado, que desconocen á los alumnos, que no tienen la m á s ligera idea de su capacidad y aplicación, n i pueden formarla por lo común de repente , como acontece á muchos profesores en el dia, pero que además carecen del hábito y de la necesidad de enseñar y de preguntar, sólo sirven más de una vez para confundir á los mis-mos examinandos, que es fácil queden deslucidos en tales casos, aun siendo sobresalientes. Yo de m í se decir , que cuando h é te-nido necesidad de preguntar sobre asignaturas que no he expli-cado , no obstante haberme preparado con anticipación, me he visto diferentes veces confuso y á m i corto entender desacertado, lo mismo que he observado tenia lugar respecto de otros sugetos que se hallaban en idéntico caso.

Los profesores privados, aunque no hayan dado tantas prue-bas de aptitud como los oficiales, se hallan ahora más favorecidos, porque pueden establecer contratos especiales con sus discípulos ó con los padres de estos, obligando á los primeros, cuya holga-zanería es bastante c o m ú n , á estudiar por medio de una severa disciplina que es aceptada frecuentemente con satisfacción por los últimos.

De aquí resulta que el Gobierno, alucinado por la idea de l i -bertad mal entendida, tiende á perjudicar á los establecimientos que él mismo costea y á sus profesores, en lugar de mirarlos con especial predilección y vigilancia , como lo hacen otros Gobiernos ilustrados; y al mismo tiempo favorece la especulación particular sin trabas de n i n g ú n g é n e r o , lo que también es absurdo á m i corto entender.

Se concibe que sin destruir la antigua disciplina académica para los matriculados en los establecimientos públicos, se hu-biera permitido estudiar privadamente y someter á pruebas m á s rigorosas á los que así lo hicieran por la dificultad de apreciar de otro modo sus estudios con exactitud, dando también alguna i n -tervención en los exámenes á los profesores privados, que tenían motivos para conocer la capacidad y tareas de sus discípulos, conforme se practicaba ántes en l a segunda enseñanza. Pero el trastorno ocasionado en todo género de estudios con las reformas ligeramente delineadas, sin entrar en pormenores, que harían muy extenso este artículo, es incalculable sobre todo en la fa-cultad de farmacia, cuyos sabios catedráticos han sido el modelo

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F A R M A . C E U T I C O .

de profesores ilustrados é imparciales, donde las asig-naturas son tan teóricas como prácticas y exig-en medios materiales difíciles de obtener por los particulares ; supuesto que la única asignatura puramente teórica que prescribía la ley fué suprimida por u n se-ñor ministro tan arbitrario, como puede serlo el hombre m á s estúpido.

Si los jefes de la enseñanza fueran siempre prácticos y de con-sumada experiencia, de ley y de recta conciencia, no se dejarían arrastrar tanto por el espíritu de partido, que suele ofuscar el entendimiento m á s claro.

C. MALLAJNA.

Asuntos cientíñcos.

LA. C O R A L I N A COMO S U S T A N C I A V E N E N O S A .

E l Dr. Ambrosio Tardieu, profesor de medicina legal en la fa-cultad de P a r í s , ha leído en la Academia de Ciencias una Memo-ría acerca del envenenamiento por la coralina, cuyo resumen vamos á presentar. Dice a s í :

En el mes de Mayo del año último fui consultado por un jóven de 23 a ñ o s , admirablemente constituido, que no tenia v i -cio herpético ninguno, y que fué atacado en ambos piés de una erupción vesiculosa muy aguda y dolorosa, enteramente l i m i -tada á la parte del pié que cubría el calzado, y que señalaba so-bre la piel la forma enteramente regular del zapato escarpín que llevaba dicho jóven. La piel estaba violentamente inflamada, entumecida, de un color rojo uniforme, sobre el cual se destaca-ban muchísimas vesículas pequeñas , que se reunían para formar bolsas ó burbujas llenas de un líquido sero-purulento. La erup-ción iba acompañada de u n malestar general, fiebre , y dolor de cabeza y en el corazón. El asiento y forma enteramente .especial dé la erupción, me hicieron creer a l momento que la causa era enteramente local, y no vacilé en buscar su origen en el calzado que llevaba, averiguando que precisamente acababa de usar unas medías de seda de un color rojo muy elegante, que la moda trataba de difundir.

A l g ú n tiempo después se produjo u n hecho enteramente se-mejante , y en las mismas circunstancias, con un jóven amigo del anterior; y él mismo, habiéndose puesto sus medias después

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de algunos meses de intervalo, fué atacado de igual modo. Des-p u é s , en el trascurso del mes de Setiembre, los Des-paDes-peles Des-públicos reprodujeron una noticia, en l a que Mr, Bidard, profesor de q u í -mica de Rouen, referia una observación análog-a heclia con u n par de medias que le habia enviado un ingles, y que presenta-ban sobre un fondo teñido de color de l i l a , líneas circulares de seda de un color rojo vivo. La inflamación de la piel de los piés habia quedado limitada á las partes que se hallaban en contacto con las líneas rojas. E l color de lila era el violado de la anilina; el rojo estaba hecho con la coralina. Por último, hace pocos dias que los periódicos de Paris referían que una señora americana que llevaba una falda de seda roja, vió cubiertas sus piernas de granos, ulcerándose algunos, y experimentando alteraciones y vivos sufrimientos. No habia esperado á este último hecho para emprender investigaciones encaminadas á averiguar la verdade-ra natuverdade-raleza de estos accidentes, que a l multiplicarse podían constituir un peligro para la salud p ú b l i c a , cuya gravedad nadie podía medir. En unión de Mr. Z. Roussin, químico, cuya habi^-lídad y saber son bien conocidos, tomé las medias que habían producido los accidentes que se habían observado en el primer caso de que he hablado. Las tratamos por alcohol de 85° hirvien-do , en el cual se disolvió rápidamente. La disolución alcohólica, evaporada hasta sequedad, nos dió un extracto cuyas propieda-des venenosas nos han sido reveladas por los experimentos si-guientes.

La sustancia colorante seca, redisuelta en una pequeña canti-dad de alcohol, se inyectó, por medio de la jeringa de Pravaz, bajo la piel de una pata de un perro, de un conejo y de una rana. Los tres anímales murieron, la rana el mismo día, al cabe de cuatro horas, y el conejo al día siguiente. Los dos últimos ha-bían tenido evacuaciones excesivas y casi incesantes; pero era preciso obrar con la misma coralina, y para procurárnosla re-currimos á Mr. Pessoz hijo, que l a descubrió en 1860, el cual puso á m í disposición tres ejemplares, uno de coralina pura, otro de coralina roja del comercio, y otro de coralina amarilla. La coralina ó peonina se deriva del ácido rosólico, el cual es á su vez un derivado por oxidación del ácido fénico. Se forma en un aparato autoclavo, calentado á m á s de 150°, por el contacto del ácido rosólico y del amoniaco: de este modo se obtiene una sustancia sólida en escamitas, de color rojo de peonía con

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refle-F A R M A C É U T I C O .

jos verdes ó amarillo-oscuros, casi insoluble en ag'ua, soluble en el alcohol y los cuerpos grasos , y que ofrece todos los caractéres de un ácido amideo.

Habiéndose hecho una primera inyección á un perro de me-diano t a m a ñ o , con una cantidad de disolución alcohólica corres-pondiente á 15 centigramos de coralina sólida, apareció al dia si-^ guien-te triste, abatido, presa de un derrame intestinal muy marcado, y sin apetito; la pierna estaba dolorida por el lado en que se verificó la inyección. E l animal se quejaba y saltaba al andar. El cuarto dia se inyectó bajo la piel una nueva dosis de 20 centigramos de coralina. Los accidentes volvieron á parecer casi instantáneamente; se repitieron las evacuaciones albinas, fué creciendo el abatimiento, se hizo la fiebre cada vez m á s i n -tensa, y aumentaron los dolores de las ancas; el animal temblaba, y no podia sostenerse; tenia ojos empañados; y por último, su-cumbió al tercer dia después de la segunda inyección, ü n conejo, después de la segunda inyección, que contenia 10 centigramos de coralina pura, murió al cabo de cuatro dias , presentando los mismos síntomas. Ménos de 5 centigramos de l a sustancia colo-rante , bastaron para matar con mayor rapidez á una rana. El exámen de los órganos de los animales envenenados por la cora-lina, era para nosotros de gran interés.

En el punto en que l a coralina habia penetrado bajo la piel, se declaró una violenta inflamación del tejido celular, con infil-tración purulenta; y esto explicaba el dolor y la claudicación observados en los animales. El estómago se hallaba sano; pero los intestinos, 'distendidos por una enorme cantidad de sustancia diarréica, ofrecían las señales manifiestas de una inflamación aguda de la membrana mucosa. E l hígado presentaba una de-generescencia grasa. Por último, y este es el carácter en cierto modo esencial de t a l envenenamiento, los pulmones, en el perro, y sobre todo en el conejo, estaban como teñidos por la sustancia colorante, y presentaban en toda su extensión un hermoso color de escarlata, que se esparcía uniformemente por su superficie, de modo que quedaban borradas las divisiones lobulares y los va-sos que la surcaban.

Mr. Roussin, por un procedimiento muy ingenioso, ha con-seguido teñir por completo de color rojo una madeja de seda con la sustancia colorante sacada de los pulmones y del h í g a d o de los animales envenenados. La coralina que había dado lugar al

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S E M A N A R I O

envenenamiento fué descubierta por su propiedad característica de sustancia tintórea, como lo son Ja atropina ó la dig-italina, por la propiedad que tienen de dilatar la pupila ó aminorar los lati-dos del corazón. Esta es una nueva aplicación, tan feliz como inesperada, del método fisiólog'ico y experimental que me he es-forzado en g-eneralizar y proseg-uir en la investigación de los ve-nenos orgánicos.

La coralina es, pues , indudablemente un veneno muy enér-gico. Introducida, aunque sea en pequeñas dósis , en la econo-mía viva, puede causar la muerte, Pertenece á una clase de cuer-pos cuyo número va aumentando el progreso incesante de las artes químicas; lo cual es una nueva prueba del considerable i n -terés que para l a ciencia de la Mgiene, y para la misma medicina legal, ofrecen la marcha y los progresos de la industria, y para estudiar la influencia, que sus m á s recientes conquistas pueden ejercer sobre la salud de los hombres.

Corpoíaeiones facultativas.

A S O C I A C I O N M É D I C O - F A R M A C É U T I C A .

La Junta directiva central ha vuelto á ocuparse de sus tareas, acordando en las primeras sesiones de este a ñ o , presentar á las Cortes una exposición, quejándose del injusto proceder de las au-toridades , al encargar por fuerza y sin recompensa alguna á los profesores de ciencias médicas, el servicio forense, donde no está

organizado por el Gobierno.

Asimismo acordó presentar otra exposición al señor Ministro de Fomento acompañando las bases de la enseñanza respectiva que aprobó la Asamblea ú l t i m a , comprendidas en el dictámen que insertaremos otro dia para conocimiento de nuestros lectores, y ambos documentos han seguido su curso, habiendo dado cuenta del primero en el Congreso, el Diputado farmacéutico D. Pablo Fernandez Izquierdo, que recomendó su despacho.

C O L E G I O D E F A R M A C É U T I C O S D E M A D R I D .

1 En la Junta general ordinaria que celebró esta corporación el 21 del mes ú l t i m o , solamente se dió cuenta de hallarse consti-tuidas las Secciones parei el año actual, y de haberse recordado

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P A R M A C é U T l C O .

á varios comisionados el despacho de dictámenes, que no se han emitido aun , sobre alg-unos asuntos pendientes de informe^

Luég-o fueron nombrados para formar parte d é l a Comisión que ha de revisar el Diccionario de f a r m a c i a , con objeto de hacer unaseg-unda edición , los Sres. D. Manuel Telesforo Monje, D . An-gel Garrido, D . Juan R. Gromez Pamo, D. José Font y Martí y D. Píancisco Marin y Sancho, quedando por lo tanto aumentada la que constituían los Sres. Pardo, Arg-enta, Iñig-uez , Puerta, Dueñas y Olmedillá, todos los cuales esperamos emprendan con afán los trabajos respectivos para dar cima al proyecto.

S O C I E D A D F A R M A C É U T I C A D E S O C O R R O S M Ú T U O S .

El dia 31 de Diciembre último se reunieron los socios residentes en Madrid, para enterarse de los asuntos respectivos, y acor-daron comunicar el resumen de ellos álos deprovincias, por medio de una circular de la Junta directiva, que ha quedado constituida para el año actual de l a manera sig'uiente:

Presidente, D. Bartolomé Ramón Gómez; Vicepresidente^ D. Cárlos Ferrari j Tesorero, D. Juan Ruiz del Cerro; Contador, D. Quintín Chiarlone; Secretario, D. Eug'enio Guzman; Vice-secretario , D. Ensebio de Santiago ; Vocales , los demás indivi-duos de l a Sociedad residentes en esta corte.

Se acordó trasmitir dicha circular á los socios, 'con la lista de los mismos que fig-uran en la nómina de los dividendos del año pasado, á fin de que procuren satisfacerlos al señor Tesorero» en Madrid, calle del Ave María , n ú m . 20, los que aun se hallan en descubierto d e s ú s cuotas y deben abonarlas sin dilación, en el caso de continuar perteneciendo á l a Sociedad.

Noticias varias.

El dia 10 del mes último se confirió el grado de doctor en far-macia, por el señor Decano de l a facultad de Madrid, al licen-ciado D. Arcadio Just y Ferrando , establecido con oficina pública en esta córte, á quien damos la enhorabuena por su distinción.

—Se nos ha pedido que manifestemos parecer decisivo en una consulta sobre si una botica trasladada á otro punto de donde existia, ha de ser visitada, aunque no trascurran los tres meses prevenidos en las Ordenanzas; y ya digimos en otra ocasión que

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no , por cuanto el espíritu de la ley es evitar visitas, cuando se fija un tiempo sin residencia marcada para suponer que los medi-camentos se conservan en buen estado; pero debe acreditarse que es la misma oficina del respectivo profesor, el cual presentará el título registrado como continuación del ejercicio de la facultad empezado ya leg-almente en otra parte.

—-Sabemos que, debida a l trabajo de un comprofesor de pro-vincias , verá pronto la luz p ú b l i c a , una obra útil con el título de M a n u a l del practicante de farmacia. Es una compilación de todas las nociones y datos que los dependientes de nuestras ofi-cinas deben poseer para verificar con exactitud y precisión las operaciones á que se dedican , ordenada de una manera tan metó-dicá como sencilla, que les permitirá adquirir conocimientos de lo que es una botica, sin el manejo de obras, ó ménos completas, que no sirven, ó más-complicadas y fundamentales, que no siem-pre tiene á su alcance y que en el mayor número de casos no posee aptitud perfecta para entenderlas : creemos será muy oportuna l a publicación de este Manual, para descansar a l farmacéutico en la instrucción de los practicantes.

—La Real Academia de Medicina de Madrid celebró la sesión inaugural del presente año , el dia 26 de Enero ú l t i m o , dando cuenta, á nombre de la Junta de,gobierno, del estado y de los trabajos desempeñados por.la corporación en el año de 1872^ el Secretario perpétuo, Dr. D. Matías Nieto Serrano, y leyó el dis-curso de Reglamento que versa sobre «La hidropatía española en el siglo XVIII,') el Dr. D. Mariano Benavente, académico numerario. En seguida se adjudicaron los premios ofrecidos en el programa del año de 1871, publicándose después el de los que la Academia ha acordado conferir en 1874. E l acto fué presidido por el Sr. Be-cerra , como Ministro de Fomento.

—Han sido nombrados , por el Director general de Beneficencia y Sanidad, para formular el programa en los ejercicios de oposi-ción á l a plaza de farmacéuticos del Hospital Nacional (ántes de la Princesa), los Sres. D. Rafael Saez Palacios, D. Cárlos Ferrari, D. Manuel Ovejero , D. Gabriel de la Puerta, D. Angel Garrido, D. Joaquín Olmedilla y P o i g , y D. Juan Ramón Gómez Pamo, profesores que probablemente compondrán el tribunal que ha de juzgar á los aspirantes á dicha plaza, aunque no sabemos si

lle-g a r á á proveerse por el Gobierno ó por la Diputación provincial, según resulte depender el establecimiento en lo sucesivo.

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