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Tema 7. Lengua y género. Sexismo y uso de la lengua

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Academic year: 2022

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Procesos de aprendizaje: Desarrollo de habilidades comunicativas Grado en Magisterio

Profesora Dr.ª D.ª Mª Isabel Pérez Jiménez / Norberto Moreno Quibén

Tema 7. Lengua y género.

Sexismo y uso de la lengua

Esquema de contenidos

1. Introducción 2. La coeducación

2.1. La coeducación en los objetivos generales de la Educación Primaria

2.2. La coeducación desde los objetivos generales del área de Lengua Castellana y Literatura

3. Uso sexista de la lengua española 3.1. Nivel léxico

3.2. Nivel morfosintáctico

3.2.1. El masculino inclusivo

3.2.2. La formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o actividades humanas.

3.3. Nivel pragmático 4. El currículo oculto

5. El discurso de las mujeres

5.1. Rasgos caracterizadores

5.2. Interpretación de los rasgos caracterizadores 6. Bibliografía para ampliar

7. Apéndice: El género de los sustantivos en español

Materiales para preparar el tema

Esta guía, que ya contiene materiales incrustados provenientes de distintas obras y también las referencias a las lecturas que deben hacerse.

Lecturas recomendadas

Bengoechea, Mercedes. “Influencia del uso del lenguaje y de los estilos comunicativos en la autoestima y la afirmación de la identidad personal” [el pdf está en la web]

García Meseguer, Alvaro. “¿Es sexista la lengua española?”. Descargable en www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n3_GarciaMeseguer.pdf

Martín Rojo, Luisa. 1996. “Lengua y género. Descripción y explicación de la diferencia”. Signos. Teoría y práctica de la educación, 16 Octubre Diciembre de 1996. Páginas 6-17 ISSN: 1131-8600

[Parte de esta lectura está resumida en esta guía]

Sánchez, Juana Luisa & Rosario Rizos, “Coeducación en la Etapa de Educación Primaria”, Colección de materiales curriculares para la Educación Primaria. Temas transversales del Curriculum, 2. Junta de Andalucía. Descargable en: http://www.educagenero.org/coeducacion.html

[Contiene muchos recursos]

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Páginas web recomendadas

Página del Instituto de la Mujer, sección Educación:

http://www.inmujer.gob.es/ss/Satellite?pagename=InstitutoMujer%2FPage%2FIMUJ_Home

Página web educagénero

http://www.educagenero.org/coeducacion.html

Página sobre coeducación de la Junta de Andalucía

http://www.juntadeandalucia.es/averroes/~23002851/webcoeducacion/800.htm

FondCam. Federación de ONG de Desarrollo de la Comunidad de Madrid.

http://genero.fongdcam.org/nombra-la-representacion-del-femenino-y-masculino-en-el-lenguaje/

Educar en igualdad

http://www.educarenigualdad.org/material/list/currentPage/0

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TEMA 7. Lengua y sociedad. Sexismo y uso de la lengua.

1. Introducción

 En el tema anterior hemos señalado que el sexo es una de las variables que la lingüística (la sociolingüística) considera como determinante de diferencias en los modos de hablar de las personas (diferencias léxicas, sintácticas, de entonación, etc.). En este tema, nos detendremos a reflexionar sobre si el sexo determina verdaderamente la existencia de un sociolecto femenino. También trataremos en profundidad la relación entre uso de la lengua y género, y, específicamente, trataremos del lenguaje sexista.

 Plantearse las cuestiones que se acaban de mencionar en el párrafo anterior es importante, puesto que uno de los objetivos generales de la Educación Primaria es el siguiente:

d) Conocer, comprender y respetar las diferentes culturas y las diferencias entre las personas, la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres y la no discriminación de personas con discapacidad (Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria)

 En el primer párrafo han aparecido los términos sexo y género. Precisemos estos términos. A continuación aparece la definición de género que se ofrece en el Diccionario Panhispánico de Dudas (RAE, http://www.rae.es/dpd/)

género1. Esta palabra tiene en español los sentidos generales de ‘conjunto de seres u objetos establecido en función de características comunes’ y ‘clase o estilo’: «El citado autor [...] ha clasificado los anuncios por géneros» (Díaz Radio [Esp. 1992]); «Ese género de vida puede incluso agredir a su salud mental» (Grande Fábula [Esp. 1991]). En gramática significa ‘propiedad de los sustantivos y de algunos pronombres por la cual se clasifican en masculinos, femeninos y, en algunas lenguas, también en neutros’: «El pronombre él, por ejemplo, indica género masculino» (Casares Lexicografía [Esp. 1950]).

Para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término sexo: «En el mismo estudio, las personas de sexo femenino adoptaban una conducta diferente» (Barrera / Kerdel Adolescente [Ven. 1976]). Por tanto, las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). No obstante, en los años setenta del siglo XX, con el auge de los estudios feministas, se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término género (ingl. gender) con un sentido técnico específico, que se ha extendido a otras lenguas, entre ellas el español. Así pues, en la teoría feminista, mientras con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. Es en este sentido en el que cabe interpretar expresiones como estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc.

2. La coeducación

 La educación de hombres y mujeres ha evolucionado, como seguro sabes, a través del tiempo.

No hace tanto tiempo (pregunta a tus padres…) existía una educación diferenciada para niños y niñas: había centros educativos femeninos y masculinos y currículos diferenciados.

 Sin embargo, ahora, en nuestras escuelas mixtas, en muchos aspectos subsiste una educación androcéntrica: roles educativos diferentes para niños y niñas, expectativas vitales y académicas diferenciadas, transmisión (explícita o en el currículum oculto) de una cultura androcéntrica (mujer=madre; mujer=cuidadora; etc.).

 Para conseguir una sociedad igualitaria es necesaria la coeducación: currículos únicos, igualdad de oportunidades para ambos sexos, igualdad de expectativas vitales y académicas, transmisión de una cultura no sexista y no androcéntrica.

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 Coeducación1

Coeducar consiste en desarrollar todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación. Supone eliminar estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños, los chicos y las chicas, las mujeres y los hombres.

La coeducación supone y exige una intervención explícita e intencionada que ha de partir de la revisión de las pautas sexistas de la sociedad y de las instituciones en las que se desarrolla la vida de los individuos, especialmente de las instituciones educativas, ya que desde ellas se construye y transmiten los estereotipos de lo masculino y lo femenino.

La coeducación supone y exige situaciones de igualdad real de derechos y de oportunidades académicas y profesionales y, en general, sociales, de tal modo que nadie -por razones de sexo- parta de una situación de desventaja o tenga que superar especiales dificultades para llegar a los mismos objetivos.

Pero no podemos limitar la coeducación a una mera igualación de las condiciones de partida. La coeducación parte de la aceptación del propio sexo y de la asunción social de su identidad, de tal modo que cada individuo pueda construir su identidad social desde un autoconcepto positivo y saludable. Se trata, también, de propiciar la comunicación entre las personas de ambos sexos, basándose en el respeto mutuo, en el conocimiento acertado, en la aceptación convivencial y en el diálogo creativo, en la superación de sesgos sexistas, de lo masculino y lo femenino como categorías hegemónicas y autoexcluyentes. Como expone Marina Subirats (1988), “la coeducación, en el momento actual plantea como objetivo la desaparición de los mecanismos discriminatorios, no sólo en la estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en la práctica educativa. El término coeducación ya no puede simplemente designar un tipo de educación en el que las niñas hayan sido incluidas en el modelo masculino, tal como se propuso inicialmente. No puede haber coeducación si no hay a la vez fusión de las pautas culturales que anteriormente se consideraron específicas de cada uno de los géneros.”

2.1. La coeducación en los objetivos generales de la Educación Primaria.

La intervención coeducativa afecta a la totalidad de los elementos curriculares (competencias, objetivos, contenidos) en mayor o menor medida. Analicemos algunos de los objetivos generales de la etapa de Educación Primaria desde la perspectiva de la coeducación. Los objetivos generales de etapa, en su conjunto, se entienden como las intenciones que orientan el diseño y la realización de las actividades necesarias para la consecución de las grandes finalidades educativas esto es, promover el desarrollo integral del individuo y facilitar la construcción de una sociedad más justa y solidaria.2

- Conocer y apreciar el propio cuerpo y contribuir a su desarrollo, adoptando hábitos de salud y bienestar y valorando las repercusiones de determinadas conductas sobre la salud y la calidad de vida.

1 Los contenidos de este apartado y del siguiente están extraídos de: Sánchez, Juana Luisa & Rosario Rizos, “Coeducación en la Etapa de Educación Primaria”, Colección de materiales curriculares para la Educación Primaria. Temas transversales del Curriculum, 2. Junta de Andalucía.

Descargable en: http://www.educagenero.org/coeducacion.html

2Las observaciones que aparecen en el texto están realizadas sobre la base del Decreto 105/ 1992 por el que se establecen las Enseñanzas correspondientes a la Educación Primaria en Andalucía, pero son plenamente trasladables a otros documentos oficiales de otras comunidades autónomas y a la actual LOMCE.

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Se pretende con este objetivo desarrollar en el alumnado un conocimiento de las características físicas y psíquicas, un mayor desarrollo de la autoestima y la adopción de hábitos saludables.

Desde una perspectiva coeducativa, el conocimiento del propio cuerpo ha de realizarse sin establecer una serie de categorías de subordinación de un sexo frente a otro (“sexo débil” o

“sexo fuerte”). Más bien se trata de incidir en los valores y posibilidades del propio cuerpo, en tanto que elemento definitorio de la identidad personal. También en este objetivo se hace referencia a la necesidad de abordar una Educación Sexual que conozca y respete las distintas opciones sexuales y que tenga en consideración las facetas comunicativas, afectivas y relativas al placer de las mismas.

- Colaborar en la planificación y realización de actividades de grupo, aceptar las normas y reglas que democráticamente se establezcan, respetando los diferentes puntos de vista y asumiendo las responsabilidades que correspondan.

Desde la óptica de la coeducación, este objetivo supone que en la escuela de Educación Primaria se ha de desarrollar la participación de niños y niñas en actividades grupales, estimulándoles a una distribución equitativa de sus funciones dentro del grupo, sin discriminaciones a priori en función del

sexo, y evitando las conductas estereotipadas en las tareas escolares (distribuir objetos, contribuir a la limpieza de la clase, etc.).

También es muy relevante para el enfoque coeducativo el estimular a que niños y niñas, por igual, participen en la elaboración y asunción de las normas de convivencia cotidiana en el centro, valorando en ambos sexos aspectos tales como el respeto a los demás, cuidado del material escolar, conductas de ayuda, etc.

- Establecer relaciones equilibradas, solidarias y constructivas con las personas en situaciones sociales conocidas.

Con este objetivo se pretende potenciar el comportamiento solidario de niños y niñas, rechazando discriminaciones basadas en diferencias de sexo, clase social, creencias, raza u otras características individuales y sociales. Para ello, el centro educativo deberá promover el diálogo, la comunicación y la empatía entre las distintas personas que en el conviven. Deberá, también, contribuir a la compensación de las desigualdades injustas y a la integración social de los diversos individuos y grupos.

- Apreciar la importancia de los valores básicos que rigen la vida y la convivencia humana y actuar de acuerdo con ellos.

Desde la Educación Primaria se debe contribuir a facilitar la integración social de las personas, propiciando aquellos comportamientos que promuevan una convivencia más solidaria y armónica en el medio social. Para ello, en el centro educativo se deberán facilitar contextos y situación de diálogo, de resolución positiva de conflictos, evitando todo caso cualquier tipo de marginación o discriminación social.

Desde la perspectiva de la coeducación, podemos plantearnos preguntas aparentemente triviales, pero que no lo son tanto: ¿qué nos parece más normal, que un niño pisotee una hormiga en el recreo o que lo haga una niña?

2.2. La coeducación desde el área de Lengua Castellana y Literatura

El uso de la lengua, como actividad humana compleja, asegura dos funciones básicas: ser medio de comunicación y servir de instrumento del pensamiento para representar, categorizar y comprender la realidad, además de regular la conducta propia y la de los otros. Estas funciones se interrelacionan, ya que a través de la lengua se interiorizan representaciones culturales y estas se exteriorizan en el proceso comunicativo. La lengua es, así, un instrumento privilegiado para la transmisión de la cultura de unas generaciones a otras.

Desde un análisis coeducativo hay, por tanto, que tener muy en cuenta que el uso de la lengua que se hace en el aula transmite una serie de significados culturales. Así, como objetivo educativo, deberemos evitar tanto el lenguaje explícitamente sexista, como el lenguaje

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invisibilizador de la mujer. El empleo sistemático de este tipo de lenguaje transmite una categorización de la sociedad en que la mujer es discriminada o invisibilizada. Revisar los usos verbales que habitualmente se emplean en las aulas incluyendo menciones especificas a las niñas, evitando el carácter peyorativo de determinadas expresiones, etc., es una de las tareas que la coeducación no puede obviar; como tampoco se puede olvidar la reflexión sobre las causas y los valores que se dejan translucir tras el empleo de un lenguaje sexista.

Examinemos desde la perspectiva de la coeducación los objetivos y contenidos del área de Lengua Castellana y Literatura [tomando nuevamente como referencia el Decreto de Enseñanza de Educación Primaria en Andalucía antes mencionado]. Los siguientes objetivos y contenidos educativos del área de Lengua Castellana y Literatura tienen relación directa con la coeducación:

Objetivos

- Comprender mensajes orales, escritos y diferentes tipos de mensajes construidos con signos de diferentes códigos y en diversos contextos y situaciones, y ser capaz de aplicar la comprensión de los mismos a nuevas situaciones de aprendizaje.

Se destaca de este objetivo la pretensión de contribuir a desarrollar en los alumnos y en las alumnas la capacidad de comprender los distintos mensajes a los que tienen acceso, fomentando la capacidad crítica ante los mismos y una sensibilidad especial ante aquéllos que tienen contenidos -explícitos o implícitos- que supongan discriminación de cualquier tipo.

- Conocer los diferentes usos sociales de las lenguas, analizando los estereotipos lingüísticos que suponen juicio de valor y prejuicios.

El lenguaje impone formas de ver e interpretar la realidad y crea en los individuos actitudes que los condicionan. Introducir estrategias de debate, discusión, análisis de elementos lingüísticos que imponen juicios de valor y prejuicios (clasistas, sexistas, racistas, etcétera) es muy conveniente para reflexionar sobre estos problemas y para propiciar una formación en valores que no suponga discriminación.

Contenidos

- Fomentar el uso no sexista del lenguaje en las situaciones habituales de comunicación.

Específicamente se sugiere:

• Mencionar los dos géneros en las circunstancias en que sea conversacionalmente relevante (profesores y profesoras, alumnos y alumnas...), y no utilizar siempre el denominado masculino genérico (profesores, alumnos) sobre el que hablaremos más adelante.

• Emplear ejemplos con mujeres y en femenino.

• Evitar el trato discriminatorio en determinados convencionalismos (señor/señorita, por ejemplo).

• No emplear el femenino para referirse exclusivamente a profesiones o papeles sociales poco valorados (las limpiadoras, las amas de casa, etc.)

• Valorar positivamente los esfuerzos dirigidos a utilizar un lenguaje no sexista.

- Evidenciar, en los comentarios de textos, manifestaciones de sexismo. Proponer alternativas positivas.

- Desarrollar la capacidad de interpretación crítica de mensajes no explícitos en los textos escritos: doble sentido, mensajes peyorativos. Cuidar la no utilización de palabras con clara referencia a las mujeres con sentido despectivo, o peyorativo.

- Desarrollar una actitud crítica ante los mensajes que transmiten los medios de comunicación social y los mensajes publicitarios, y el rechazo de lo que denotan una discriminación social, sexual, racial. etc.

- A través de determinados textos, entrar en contacto con obras literarias de autoras.

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3. Uso sexista de la lengua.

¿Se plasma en el uso de la lengua española la visión androcéntrica e invisibilizadora de la mujer existente en la sociedad? ¿y las actitudes sexistas de la sociedad?

Entre los fenómenos en los que los lingüistas han encontrado con más frecuencia manifestaciones sexistas figuran los que se exponen en los siguientes apartados (para una exposición más detallada, véanse los artículos reunidos en Bernis et al. 1991, en particular García Meseguer, 1991):

3.1. Nivel léxico

--En los adjetivos aplicados a hombres y mujeres, encontramos casos en que el masculino puede tener una interpretación positiva o negativa, pero el femenino siempre tiene una interpretación negativa; y casos en los que aunque el adjetivo masculino tenga un significado negativo, el correspondiente femenino hace alusión a la condición sexual de la mujer.

Aplicado al varón Aplicado a la mujer

Ambicioso Ambiciosa

Callejero Callejera

Cualquiera

Golfo Golfa

Ligero Ligera

Lobo Loba

Zorro Zorra

--Sustantivos: hombre público vs. mujer pública; hombrezuelo vs. mujerzuela; un profesional vs. una profesional

--Refranes sexistas (Calero 1990)

--Asociaciones léxicas estereotipadas: es una histérica

3.2. Nivel morfo-sintáctico

En la morfología, hay dos áreas, relacionadas con el género en que el lenguaje puede ser invisibilizador respecto a la mujer (damos por hecho que conoces cómo se forma el género de los sustantivos, de no ser así, repasa el Apéndice de esta Guía):

-El uso del denominado masculino inclusivo, masculino comprensivo o masculino genérico (uso del masculino para hacer referencia a seres de ambos sexos).

-La formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o actividades humanas.

Trataremos cada uno de estos casos en las subsecciones siguientes.

3.2.1. El masculino inclusivo

-Veamos en primer lugar, lo que dice el Diccionario Panhispánico de dudas sobre el masculino inclusivo o genérico (s.v. género 2.)

USO DEL MASCULINO EN REFERENCIA A SERES DE AMBOS SEXOS

En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un

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buen animal de compañía. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.]

5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo

—y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas. Por otra parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas de la gramática: las y los ciudadanos.

Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.

[Comentario: Te invito a que, una vez que hayas leído este tema completo, vuelvas a leer esta definición y reflexiones sobre si crees que pretende transmitir alguna ideología o solo hacer recomendaciones lingüísticas sin más]

-El masculino extensivo / inclusivo / genérico / no marcado de los nombres alternantes niño/niña, hombre/mujer es por tanto el uso del masculino para designar a hombres y mujeres.

-En principio, podría parecer que estamos hablando de una cuestión que es puramente lingüística y sobre la que no cabe discusión, pero lo hechos no son tan sencillos. Desde la lingüística y la psicolingüística (véase, por ejemplo, para el castellano, Perissinotto 1982;

Nissen 1991; Fernández Lagunilla 1991) se ha defendido que el uso del masculino genérico lleva a establecer prototipos masculinos y por ello contribuye a ocultar la participación femenina en la sociedad. Como señala McConnell Ginet (1988: 9394), usar del masculino genérico en casos en los que no se ha hecho ninguna presuposición sobre el sexo del referente, lleva a establecer una conexión semántica entre lo típico y la masculinidad de manera que se da por supuesto que los seres humanos son varones en tanto que no se demuestre lo contrario. Así, se defiende que los masculinos genéricos son ambiguos y muchas veces equívocos en la situación comunicativa (Nissen, 1991: 359).

De hecho, se ha comprobado experimentalmente3 que se establecen correlaciones entre género masculino y sexo-hombre en las lenguas con marcas de género explícitas (como el italiano, el español también es una lengua de este tipo).

-Consideremos algunos hechos: los saltos semánticos.

Vamos a observar un ejemplo, que podría pertenecer a un libro de historia cualquiera… (el ejemplo está tomado de http://www.edualter.org/material/dona/ficha12.htm, y extraido de

3 G. Vigliocco, D. P. Vinson, F. Paganelli, K. Dworzynski (2005): “Grammatical gender effects on cognition: implications for language learning and language use”, Journal of Experimental Psychology, 134:4, 501-520.

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Montserrat Moreno, 1986, Cómo se enseña a ser niña: el sexismo en la escuela Barcelona: Icaria, págs. 44-47).

"La característica fundamental de la cultura griega es el concepto de la libertad del hombre".

Al leer esta frase prometedora, a una se le antoja que cuando habla de "libertad del hombre" se está refiriendo a la mujer y al hombre. A continuación empieza una a sospechar que no puede ser verdad tanta belleza, cuando lee:

"Los ciudadanos eran los dueños de las tierras y todos tenían los mismos derechos, sin diferencias de pobres y ricos".

Pero a renglón seguido no le queda ya la más mínima duda de que no solo el género masculino usado en el texto se refiere exclusivamente a los varones sino que, además, excluye totalmente a las mujeres, como si no existieran. Así podemos leer:

"La democracia partía de la base de que los ciudadanos de Atenas debían gobernarse a sí mismos y, por tanto, tenían todos derecho al voto y a ser elegidos para los cargos del gobierno".

El texto no menciona en ningún momento que las mujeres atenienses no tenían –al igual que los esclavos– derecho a votar ni a participar en ningún cargo del gobierno. La palabra

"todos" se refiere, pues, exclusivamente a aquellos individuos de sexo masculino que tenían la calidad de ciudadanos atenienses, con lo cual no nos queda la menor duda de que el libro en cuestión cada vez que habla de "hombre" se está refiriendo a "varón" y que a la mujer ni tan siquiera se toma la molestia de mencionarla aunque sea para decir que no poseía ninguno de los derechos que atribuye a "todos" los atenienses. El desprecio total a la mujer, es, pues, la característica del texto, que se pretende educativo.

-¿Cómo se puede evitar este uso invisibilizador del masculino? En Nombra, la publicación elaborada por la Comisión Asesora sobre el Lenguaje del Instituto de la Mujer, se defiende que el abuso del masculino genérico invisibiliza la existencia de mujeres en los colectivos y se plantean varias posibilidades frente a los difíciles y continuos dobletes (del tipo de los hombres y las mujeres):

a) la utilización de otros genéricos: seres humanos, personas, gente (en vez de los hombres) b) el recurso a los abstractos y/o colectivos (la redacción, el alumnado)

c) cambios en las formas personales de los verbos o los pronombres: En la prehistoria, los hombres vivían….  En la Prehistoria se vivía...; En la Prehistoria vivíamos...

3.2.2. La formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o actividades humanas.

La segunda área de la morfología del español que puede invisibilizar a la mujer o incluso transmitir una visión sexista del mundo es la formación del femenino de profesiones, cargos, títulos o actividades humanas.

-Consideremos de nuevo en primer lugar lo que dice el DPD s.v. género 2.

Aunque en el modo de marcar el género femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos, títulos o actividades influyen tanto cuestiones puramente formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.— como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural, en especial el hecho de que se trate o no de profesiones o cargos desempeñados tradicionalmente por mujeres, se pueden establecer las siguientes normas, atendiendo únicamente a criterios morfológicos:

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a) Aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una -a: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga. Sin embargo, son nombres comunes: el/la piloto, el/la modelo, el/la testigo; también los que proceden de acortamientos: el/la fisio, el/la otorrino. En algún caso, el femenino presenta la terminación culta - isa: diácono/diaconisa; y excepcionalmente hay voces que tienen dos femeninos, uno en -a y otro con la terminación -esa: diablo, fem. diabla o diablesa; vampiro, fem. vampira o vampiresa.

b) Los que acaban en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra. En algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta -isa: profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa. También tiene dos femeninos la voz guarda, aunque con matices significativos diversos (guarda): la guarda/guardesa. Son asimismo comunes en cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la ascensorista, el/la electricista, el/la taxista. Es excepcional el caso de modista, que a partir del masculino normal el modista ha generado el masculino regresivo modisto.

c) Los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes: el/la amanuense, el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa (aunque sacerdote también se usa como común: la sacerdote). En unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica.

Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, que funcionan en su gran mayoría como comunes: el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos existe la forma común junto a la femenina: el/la gerente, la gerenta; en otros casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).

d, e) Los nombres que terminan en –i, -u, -y (excepto rey/reina) funcionan también como comunes: el/la maniquí, el/la saltimbanqui, el/la gurú, el/la yóquey.

f) Los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una -a: compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora, gobernador/gobernadora. En algunos casos, el femenino presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por provenir directamente de femeninos latinos formados con este sufijo: actor/actriz, emperador/emperatriz.

g) Los que acaban en -ar o -er, así como los pocos que acaban en -ir o -ur, funcionan hoy normalmente como comunes, aunque en algunos casos existen también femeninos en -esa o en -a: el/la auxiliar, el/la militar, el/la escolar (pero el juglar/la juglaresa), el/la líder (raro lideresa), el/la chofer o el/la chófer (raro choferesa), el/la ujier, el/la sumiller, el/la bachiller (raro hoy bachillera), el/la mercader (raro hoy mercadera), el/la faquir, el/la augur.

h) Los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el femenino añadiendo una -a:

guardián/guardiana, bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, guardés/guardesa, marqués/marquesa, dios/ diosa. Se exceptúan barón e histrión, cuyos femeninos se forman a través de los sufijos -esa e - isa, respectivamente: baronesa, histrionisa. También se apartan de esta regla la palabra rehén, que funciona como epiceno masculino (el rehén) o como común (el/la rehén), y la voz edecán, que es común en cuanto al género (el/la edecán; → edecán). Por su parte, las palabras llanas con esta terminación funcionan como comunes: el/la barman.

i) Los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como comunes: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la capataz, el/la juez, el/la portavoz, en consonancia con los adjetivos terminados en estas mismas consonantes, que tienen, salvo poquísimas excepciones, una única forma, válida tanto para el masculino como para el femenino: dócil, brutal, soez, feliz (no existen las formas femeninas

*dócila, *brutala, *soeza, *feliza). No obstante, algunos de estos sustantivos han desarrollado con cierto éxito un femenino en -a, como es el caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, concejal/concejala o bedel/bedela.

j) Los terminados en consonantes distintas de las señaladas en los párrafos anteriores funcionan como comunes: el/la chef, el/la médium, el/la pívot. Se exceptúa la voz abad, cuyo femenino es abadesa. Es especial el caso de huésped, pues aunque hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped), su femenino tradicional es huéspeda.

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k) Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los nombres que designan grados de la escala militar: el/la cabo, el/la brigada, el/la teniente, el/la brigadier, el/la capitán, el/la coronel, el/la alférez; los sustantivos que designan por el instrumento al músico que lo toca: el/la batería, el/la corneta, el/la contrabajo; y los sustantivos compuestos que designan persona: el/la mandamás, el/la sobrecargo, un/una cazatalentos, un/una sabelotodo, un/una correveidile.

Sin embargo, se observa en el DRAE el cambio habido en la palabra capitán, que ha pasado de ser común (el/la capitana) a capitán/capitana.

l) Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no la primera ministro, una intérprete jurado, una detective privado, etc.: «Me llamo Patricia Delamo y soy detective privada» (Beccaria Luna [Esp. 2001]).

--Una vez leído lo que dice el DPD, caben algunas reflexiones:

a) En muchas ocasiones hay dobletes del tipo siguiente (se denominan duales aparentes y vocablos ocupados). Son casos en que no es posible usar el femenino en –a para nombrar una profesión porque ya existe ese femenino en –a, con otro significado, generalmente con connotaciones inferiores o peyorativas, o que se emplea para nombrar a la esposa de quien ejerce una profesión.

El/la asistente – la asistenta El/la general – la generala El/La sargento – la sargenta

b) Se da también el caso de que, al incorporarse varones a oficios femeninos, se han creado neologismos (modisto), cuyo objetivo es prestigiar una profesión. Parecería pues que el femenino correspondiente tiene alguna connotación de inferioridad.

En resumen:

García Mouton (1999: 26): “Últimamente se ha ido generalizando el uso de los femeninos regulares porque es indudable que se trata de una cuestión de uso, pero también que la tendencia por parte de algunas mujeres a apropiarse títulos masculinos no sólo busca el estatus de los hombres, sino que se basa en la necesidad de huir de una realidad “histórica”. Desde la época clásica al menos, el femenino de algunos nombres de oficio o de algunos títulos ha sido la forma habitual de designar a las mujeres que estaban casadas con quienes los tienen en propiedad: la abogada, la médica, la embajadora, valían por ‘la mujer del abogado’, ‘la del médico’ o la ‘del embajador’, de modo que se buscaba evitar la ambigüedad recurriendo al uso de la abogada, la médico, la embajador, que hoy resultan chocantes.

Se trata de una cuestión de uso en la que la lengua va buscando sus propios caminos: el médico – la médico – la médica / la doctora.

3.3. Nivel pragmático

Aspectos en que la lengua puede resultar invisibilizadora o transmisiora de una visión machista o androcéntrica de la sociedad:

- Uso de los términos de tratamiento señor, señora, señorita (para referirse a una mujer soltera o bien joven; cuando no hay términos para referirse a un hombre joven o a un hombre soltero).

- Uso de formas de tratamiento androcéntricas: Señor Pérez y señora; Señora de Martínez.

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- Uso del nombre de pila para referirse a la mujer (o diminutivos), frente al uso del apellido para designar al varón.

- Mecanismos discursivos: Disimetrías en la denominación: Uno de los procedimientos discursivos que tiene mayor transcendencia a la hora de situar a la mujer en una posición relegada o sencillamente de considerarla invisible es la tendencia masculina a no atribuir a las mujeres el papel de agente (o centro) de las acciones, sino de objeto de las acciones masculinas (o como dependientes de ellos).

En el turismo accidentado viajaban dos turistas noruegos con sus mujeres.

En el turismo accidentado viajaban dos matrimonios de turistas noruegos.

4. El currículo oculto

Es evidente que desde la escuela se puede contribuir a paliar todos aquellos rasgos lingüísticos que contribuyen a colocar a la mujer en una posición de desigualdad. Es posible minar el sexismo y, muy especialmente el androcentrismo, negándose a reproducir las prácticas sobre las que se sustenta. Es posible modificar la imagen de la mujer, mediante una educación igualitaria en la que las mujeres desempeñemos un papel clave, ofreciendo ejemplos y modelos nuevos, que no interiorizan la descalificación, ni la inseguridad. La escuela puede conformarse, además, como un foro abierto en el que pueden vencerse comportamientos que marginan, como la resistencia femenina a hablar en público. En ella, pueden también favorecerse comportamientos que no parece preciso abandonar, como la existencia de un discurso basado en la cooperación.

Un aspecto en que hay que tener especial cuidado es en la selección de materiales que pueden transmitir, de forma implícita, una cultura androcéntrica o sexista (el currículo oculto).

- Cuentos infantiles.

- Juegos.

- Libros de texto.

Un ejemplo:

Una señora fue al mercado con 60 duros. Compró tres kilogramos de carne a 20 peseteas el kilogramo y 5 kilogramos de azúcar. Si regresó con 182 pesetas, ¿a cómo compró el kilogramo de azúcar?

(Enciclopedia Álvarez, Tercer grado, pág. 197)

Un padre de familia gana 27,50 pesetas al día y uno de sus hijos 18,75. Si quiere hacer al año un ahorro de 3000 pesetas, ¿cuánto podrá gastar cada mes? (pág. 204)

- Medios de comunicación.

- Discurso del profesorado.

Materiales no sexistas

http://www.poemitas.com/poemitascoe.htm http://www.educagenero.org/coeducacion.html

Referencias

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