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EL COMPORTAMIENTO DEL TORO DE LIDIA EN EL CAMPO Y EN EL RUEDO

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EL COMPORTAMIENTO DEL TORO DE LIDIA EN EL CAMPO Y EN EL RUEDO

Antonio Purroy Unanua

Catedrático de Producción Animal

E.T.S. de Ingenieros Agrónomos

UNIVERSIDAD PÚBLICA DE NAVARRA

Pamplona (España)

INTRODUCCIÓN

El ganado de Lidia es un productor de comportamiento en forma de bravura y de nobleza y tiene su origen en los Festejos Populares, alguno de los cuales datan de la época de los romanos. Los responsables de que hoy en día exista este tipo de ganado son los ganaderos de bravo que han conseguido convertir un animal ancestral y furioso, en un animal moderno con bravura y nobleza, apto para la lidia.

Este proceso histórico es el que nos tiene que hacer comprender que cuando vemos aparecer un toro por la puerta de toriles, además de su belleza y de su pujanza, posee un cúmulo de historia, tradición, trabajo, estudio, conocimiento…, todo ello, para unos 20 minutos de gloria o de fracaso que son los que dura la lidia. Por tanto, los ganaderos mediante la utilización de una metodología perfecta de selección (selección por ascendencia, selección masal y selección por descendencia) han conseguido mejorar unos caracteres de comportamiento que son difíciles de mejorar por ser subjetivos y muy complejos de medir.

¿QUÉ ES EL COMPORTAMIENTO?

El comportamiento es la resultante de la interacción del animal con el medio. El animal recibe los estímulos externos a través de los sentidos y, después de una integración interna modulada por el sistema endocrino, se producen las respuestas en forma de comportamiento.

Los cuatro sentidos que participan en este proceso son el del oído, la vista, el olfato y el tacto.

El sentido del oído está muy desarrollado en el ganado de Lidia, ya que a través de él los animales se relacionan con sus congéneres y con el hombre. La vista es fundamental en el campo para reconocer a sus compañeros, a sus cuidadores y al “habitat” que le circunda, mientras que en la plaza sirve para reaccionar al movimiento de los engaños. El olfato juega un papel fundamental en las relaciones sexuales, en el vínculo madre-hijo y en el reconocimiento de los alimentos y del territorio. Finalmente, el tacto también tiene su importancia por la estimulación táctil de la piel y por la sensibilidad de los cuernos, parte vital en el ganado de Lidia.

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PRINCIPALES COMPORTAMIENTOS

El ganado de Lidia es muy rico en los diferentes comportamientos, entre los cuales habría que resaltar el asociativo y jerárquico, el sexual, el maternal, el de ingestión y el territorial.

El comportamiento asociativo, directamente relacionado con el jerárquico, tiene su origen en el gregarismo del ganado vacuno, de manera que cuando en este tipo de ganado tan fiero y temperamental se invade la zona “personal” (o zona “segura”), se pone en marcha el proceso de huída-amenaza-agresión; las peleas en el ganado de Lidia son tan necesarias como peligrosas (accidentes, muertes) y son las que finalmente marcan la jerarquía del grupo.

El comportamiento sexual tiene dos componentes fundamentales: el celo de la hembra y la líbido del macho. El celo de la vaca brava es más corto e intenso que en otras razas de vacuno, por lo que no suele pasar desapercibido al macho (semental), que por otra parte es un animal que desde la mitología griega es un exponente de potencia sexual universal. Desde que en el ganado de Lidia se lleva a cabo una selección genealógica rigurosa, la cubrición es dirigida de manera que a cada semental se le asigna un lote de 30-40 vacas, con el fin de conocer exactamente la genealogía de los becerros que nacen.

Otro comportamiento interesante en el ganado bravo es el maternal, ya que al parto rápido y discreto de la vaca (no necesita ayuda y a menudo se aleja y se esconde en busca de independencia y de libertad), sigue un vínculo madre-hijo muy intenso, que se traduce en agresión por parte de la madre si considera que el pequeño corre peligro.

La principal ocupación diaria de un bóvido es la búsqueda, consumo y rumiación de la hierba ingerida, que es lo que se conoce como comportamiento de ingestión o ingestivo. De acuerdo con los sistemas de producción vigentes es necesario complementar dicha hierba, bien con forraje conservado o bien con pienso concentrado. Esta última complementación se realiza en comederos individuales o corridos donde entra en juego la competencia y la jerarquía entre los animales. Dentro de este apartado se incluye el consumo de agua, indispensable en los días calurosos del estío, donde debido a las altas temperaturas y al consumo de alimentos secos, un animal adulto necesita hasta 40 l/d.

Finalmente, merece la pena reseñar el comportamiento territorial por la importancia que tienen las querencias territoriales, tanto en el campo como en el ruedo. Existen el territorio

“basal” que es por el que normalmente se mueve el animal, y el territorio “personal” que es el que no se debe traspasar so pena de arriesgarse a una agresión por parte del animal; dentro de este último se encuentra el espacio de la cabeza, que es el que el animal controla con los

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movimientos del cuello. Los animales suelen marcar el territorio bien con huellas fisiológicas (orina, heces…) o haciendo marcas con los cuernos en árboles, tapias…

A lo largo de estas últimas líneas se ha ido vislumbrando la evolución que ha sufrido el toro, desde un animal casi salvaje a un animal doméstico en la actualidad, ya que no lucha por el alimento ni por la hembra, se cría en cautividad y se explota por el hombre en su propio beneficio.

COMPORTAMIENTO EN EL RUEDO

Los aficionados a los toros suelen plantearse a menudo esta pregunta: ¿por qué embiste un toro de Lidia? El concepto de bravura ha ido evolucionando a lo largo de los tiempos de forma paralela a como lo ha hecho el propio animal, ya que se ha pasado de un toro ancestral que tenía que luchar por todo de forma obligada para subsistir (uro salvaje), a un animal que luchaba por la búsqueda de la libertad (Sanz Egaña, 1.958) cuando se encontraba confinado en un recinto cerrado y, finalmente, el toro actual que embiste de forma desinteresada y por puro ”divertimento” (Purroy, 2.003), siendo un animal más noble y colaborador que bravo y fiero. No obstante, el toro de Lidia actual puede y debe ser bravo y noble y a ello tienen que tender tanto los que demandan el toro (empresarios, apoderados, público), como los que lo producen (ganaderos).

Estrés y falta de fuerza

El toro bravo está sometido a un fuerte estrés de la lidia y del ejercicio, y tiene que superar dicho estrés mediante el “Síndrome General de Adaptación” en sus tres fases: alarma (novedad) en el primer tercio; resistencia (conflicto) en el segundo y agotamiento (frustración) en el tercero.

La no superación del estrés de la lidia está estrechamente ligada a la falta de fuerza y a las caídas, posiblemente la mayor lacra actual de la Fiesta.

En los trabajos desarrollados por nuestro equipo de investigación durante un largo periodo de tiempo, llegamos a la conclusión de que la falta de fuerza y las caídas en el ganado de Lidia eran debido a una predisposición nutricional (carencias en ciertos minerales y vitaminas) y a una predisposición genética (selección en una determinada dirección), lo que acompañado del estrés de la lidia y del ejercicio produce unas degeneraciones musculares, más o menos graves, que provocan la falta de fuerza en el ganado; sólo los animales bravos y encastados superan el estrés y la falta de fuerza mientras que los animales nobles y sosos no superan dicho estrés y se caen.

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Otro aspecto interesante que también ha sido estudiado por nuestro equipo es la relación existente entre los caracteres morfológicos y los de comportamiento, llegando a la conclusión de que existe poca relación entre la morfología y el comportamiento. Así mismo, se ha demostrado que no es necesario medir un elevado número de caracteres, bien sea morfológicos o de comportamiento, ya que a menudo están relacionados entre sí por lo que se repite innecesariamente la información. De entre los caracteres estudiados varios de ellos tienen una heredabilidad (h2) por encima de 0,20, siendo de destacar el “tamaño” del animal (h2= 0,527) y la “movilidad” (h2= 0,33). La nota de “bravura” también tiene una heredabilidad elevada y por encima de la de “nobleza” (0,357 vs. 0,20), por lo que el progreso genético es más rápido cuando se selecciona bravura que cuando se busca nobleza, o si se prefiere es más fácil mejorar bravura que nobleza.

La lidia

Cuando el toro salta al ruedo sabe acometer pero no sabe embestir: el papel del torero es necesario para enseñar al animal a embestir, meter la cara y seguir los engaños, para lo que es imprescindible que tenga pujanza y movilidad.

Una vez en la suerte de varas el toro se “para” y es al partir del 2º puyazo cuando se puede valorar correctamente la bravura del animal, ya que conoce el castigo que se puede infligir desde el caballo: si empuja humillado, si no se repucha, si no cabecea, si le cuesta salir, si no sale suelto…, entonces podrá ser catalogado como bravo. Una de las frustraciones que padece el ganado de Lidia es sentir que el conjunto picador-caballo-puya es un enemigo invencible, lo que le puede llevar a una desmoralización que le quite las ganas de seguir luchando. Es aconsejable por ello, que los toros tengan el convencimiento de que pueden vencer al enemigo, es decir, desplazar al caballo, desmontar al picador, derribar…

Una vez en el tercio de muleta el animal pasa al estado de “aplomado” sobre todo con el toro que existe hoy en día, que no necesita los pases de castigo por bajo al comienzo del último tercio. El toro auténtico es aquel que necesita ser obligado, llevado largo y sometido por bajo para ser vencido, para lo que es necesario cargar la suerte y cruzarse al pitón contrario.

Este tipo de toros, además de belleza y de arte, propician riesgo y emoción y son los que permiten triunfar con fuerza a los toreros. La historia de la tauromaquia está jalonada por toros bravos y nobles que han contribuido a la construcción de faenas históricas que quedan grabadas en la retina de los espectadores.

Algunas contradicciones

No cabe duda de que si alguna persona ajena al mundo del toro, curiosa y reflexiva, visitase por primera vez nuestra Fiesta, no entendería la trasformación que sufre un toro de

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Lidia, desde la tranquilidad del campo al enervamiento del ruedo. Tampoco entendería cómo los aficionados pretendemos al mismo tiempo un toro bravo y encastado con un toro noble y colaborador. O cómo se puede conjugar la movilidad del toro con la quietud del torero, o la pujanza de un toro con el arte del torero…. ¿No estaremos exigiendo demasiado al toro de Lidia actual? Decididamente, no. Si los objetivos de selección son los correctos, es decir, la creación de un toro bravo, noble y encastado, si las pautas de cría y de manejo son las adecuadas y si el desarrollo de la lidia es conforme a las normas establecidas, entonces se puede conseguir.

En defensa del toro de Lidia

Aquellos que piensan que el toro de Lidia está sometido a un gran sufrimiento, habría que recordarles que el ganado bravo goza de una vida larga y placentera en el campo y que su muerte en el ruedo le evita ser sacrificado en el matadero, donde las condiciones de sacrificio son a menudo duras para los animales; además, durante la lidia tiene la oportunidad de luchar con bravura y con nobleza, que es para lo que ha sido criado.

El ganado de Lidia es posiblemente la mayor aportación española a la zootecnia mundial y no existiría en la actualidad si no existiera la Fiesta de los toros, tal como se concibe en la actualidad. También el ganado de Lidia es corresponsable de que se mantenga una buena parte del ecosistema de dehesa que existe en España y Portugal -un ecosistema natural único en Europa por su riqueza medioambiental y por su extensión-, así como del mantenimiento de la población rural en esta gran región.

Pero es que además, la Fiesta de los toros desarrolla una fuerte actividad económica con la creación de muchos empleos directos e indirectos y un elevado número de transacciones dinerarias entre las diferentes partes implicadas, además de toda la actividad relacionada con la hostelería y el turismo.

Si a todo ello se añade la aportación al arte y a la cultura en sus diferentes vertientes (literatura, pintura, música…), el enriquecimiento de la lengua española con muchos términos taurinos y el nexo de unión que la Fiesta propicia entre los diferentes pueblos y países, se comprenderá porqué la Fiesta no sólo no ha desaparecido a lo largo de los siglos, sino que tiene una fuerza tal que los antitaurinos no van a ser capaces de ni tan siquiera, hacer que se tambalee aunque sólo sea ligeramente. Estamos seguros que la Fiesta tiene asegurada una larga vida ya que ha pasado por momentos mucho más difíciles en la historia y siempre ha salido victoriosa.

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