• No se han encontrado resultados

TERRORISMO GLOBAL

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2020

Share "TERRORISMO GLOBAL"

Copied!
19
0
0

Texto completo

(1)

Terrorismo

global

1

El terrorismo es una técnica cada vez más utilizada por movimientos políticos nacionalistas y/o religiosos extremistas. Debe ser entendido como parte de las distintas formas de violencia principalmente dirigidas contra civiles, entre las que también se incluyen los conflictos armados,

genocidios o disturbios interétnicos, que han provocado muchas más muertes que los incidentes terroristas en sí. En este artículo, Mary Kaldor aborda el fenómeno del surgimiento de grupos nacionalistas y religiosos extremistas y violentos, centrándose en el tema del terrorismo. En particular, pone atención a los grupos excluyentes, es decir, grupos que quieren excluir a personas de otras religiones o nacionalidades, grupos inflexibles en sus doctrinas y que pretenden imponerlas a otros, con especial atención a Al-Qaeda. Finalmente, plantea algunas propuestas políticas para afrontar este peligroso fenómeno.

Cada vez es más difícil distinguir entre amenazas externas e internas. En un dis-curso en Chicago, Tony Blair afirmó que “si queremos conservar nuestra seguri-dad, no podemos dar la espalda a nuestros conflictos ni a la violación de los dere-chos humanos en otros países.”2Se podría considerar el terrorismo global como el paradigma de este difuminado entre interno y externo. Los neoconservadores de EEUU argumentan que si queremos combatir el terrorismo global tenemos que afrontar el autoritarismo y el conflicto en Oriente Medio. Es muy importante que los que nos oponemos a muchas de las políticas del Gobierno de Bush, especialmen-te al concepto de ataque preventivo, tomemos en serio estos especialmen-temas y elaboremos políticas progresistas para abordar el terrorismo global.

Mary Kaldor es directora del programa de Global Governance en London School of Economics and Political Science

Traducción: Eric Jalaín

1 Este texto se basa en investigaciones emprendidas para el programa Global Civil Society en London School of Economics and Political Science. La autora agradece la colaboración de Diego Muro, co-autor del capítulo sobre grupos militantes religiosos y nacionalistas para Global Civil Society 2003, que será publicado en otoño y que ha aportado alguna de la información de este texto.

(2)

Algunos europeos sostienen que, al contrario que los estadounidenses, ellos sí tienen experiencia en tratar el terrorismo, y citan a menudo los ejemplos del IRA o de ETA. Pero lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001 fue cualitativamente dife-rente de cualquier hecho que se haya producido en Europa. Es importante desta-car las nuevas desta-características del terrorismo global. Para ello, resulta interesante comenzar con algunas consideraciones generales sobre la relación de estos gru-pos con la globalización, sus ideologías, métodos y formas de organización, y también sus diferencias con las antiguas formas de terrorismo.

La globalización y los nuevos grupos religiosos y nacionalistas

La mayoría de los grupos nacionalistas y religiosos se formaron después de 1970, aunque el origen de muchos de ellos se remonta a organizaciones anteriores crea-das en los años veinte y treinta. Así, el grupo de organizaciones nacionalistas hin-dúes tienen su origen en la fundación en 1925 del Rastryiya Swayemsevak Sangh (RSS). Los Hermanos Musulmanes, que se formaron en Egipto en 1928, son con-siderados, a menudo, el origen de la mayor parte de los grupos islamistas contem-poráneos. Y los actuales partidos nacionalistas de Europa central y de los Balca-nes, en muchas ocasioBalca-nes, reproducen los símbolos y el lenguaje de los partidos nacionalistas de la primera mitad del siglo pasado. Inmediatamente después de la II Guerra Mundial parecía que estos grupos habían desaparecido. Pero en las últi-mas dos décadas se puede observar un incremento de su presencia política, tanto en términos electorales como de implicación en episodios violentos.3

Aunque la mayor parte de la atención pública se centra en los grupos isla-mistas, esta tendencia hacia formas de movilización política extremista, y a menu-do violenta, puede constatarse en todas las principales religiones del munmenu-do (cris-tiana, judía, hindú, sij e incluso budista), así como en muchos movimientos nales. En realidad, a veces resulta difícil distinguir entre grupos religiosos y nacio-nalistas, puesto que la identidad nacional está a menudo vinculada a la religión. Como es el caso, por ejemplo, de nacionalistas católicos y protestantes en Irlanda, o de los hinduistas y los sijs en la India.

Resulta difícil valorar si en las dos décadas pasadas se han incrementado realmente los incidentes terroristas y los principales episodios de violencia. Pero parece claro que tanto los actores como el tipo de violencia han cambiado. En las últimas décadas cada vez es más complicado distinguir entre actores estatales y no-estatales. La violencia desborda las fronteras de forma creciente, y se está derivando de motivaciones ideológicas a motivaciones religiosas y nacionalistas. En Europa, por ejemplo, el “terrorismo rojo” casi ha desaparecido. Hoy en día casi

(3)

la totalidad de episodios terroristas u otras formas de violencia procede de grupos nacionalistas y/o religiosos. Además, la violencia se dirige cada vez más contra civiles, en vez de contra las fuerzas enemigas.

¿Cuáles son los factores que han contribuido al incremento de la militancia religiosa o nacionalista a lo largo de estas dos últimas décadas? Aunque no es posible aportar una explicación causal exhaustiva, se pueden señalar algunas ten-dencias comunes. La primera, y tal vez más importante, es el declive de las ideolo-gías laicas de izquierdas, en particular del socialismo y del nacionalismo post-colo-nial. Ya bastante antes del final de la Guerra Fría cundía la desilusión entre millo-nes de personas del bloque socialista debido al autoritarismo, la corrupción y la incapacidad para cumplir las promesas de desarrollo. Aparecieron entonces nue-vas ideologías a modo de respuesta, desarrolladas tanto “desde arriba” como “desde abajo”. Los líderes políticos acudieron a reclamos nacionalistas y religiosos en cuanto fallaban otros instrumentos de movilización política. A menudo fueron los propios líderes laicos los que abrieron la puerta a estas nuevas ideologías. Por ejemplo, el Partido del Congreso de la India acudió a la retórica hinduista mucho antes de la llegada del BJP (Partido del Pueblo Indio). En las antiguas Yugoslavia y Unión Soviética el nacionalismo se gestó dentro de los propios confines de la administración central simplemente porque otras alternativas ideológicas habían sido excluidas. En África, los dirigentes del patrimonio nacional utilizaron las redes tribales como vía discriminatoria para racionar los escasos recursos gubernamen-tales. Y en Oriente Medio, los fracasos del nacionalismo árabe condujeron a muchos líderes a reforzar la identidad religiosa y el conflicto con Israel.

Un segundo factor es la inseguridad, que explica en parte al surgimiento “des-de abajo” “des-de estas nuevas i“des-deologías. Las pasadas dos décadas han supuesto un periodo de drásticos cambios estructurales, como el declive del Estado de Bienes-tar y del empleo público, la acelerada urbanización, el desarrollo de una economía informal criminalizada y migraciones masivas del campo a la ciudad y de los paí-ses pobres al Occidente industrializado. Los movimientos nacionalistas y religiosos ofrecen sensación de certeza en tiempos de incertidumbre, seguridad en momen-tos inseguros, y una retórica que aporta bienestar psicológico cuando se ha perdi-do el bienestar material. Numerosos investigaperdi-dores insisten en la importancia de la marginación y de la exclusión como una explicación al surgimiento de estos movi-mientos. Estos reclutan a jóvenes desesperados, a menudo educados para desempeñar papeles que ya no existen debido al declive del Estado o del sector industrial, frecuentemente incapaces de formar una familia debido a su falta de ingresos, y que a veces necesitan justificar las actividades semi-delictivas que se han convertido en su única fuente de ingresos. La pertenencia a estos grupos nacionalistas o religiosos ofrece sentido, sensación de importancia y también aventura.

La irrupción de la globalización está relacionada con esta sensación de inse-guridad, es decir, la creciente interrelación y la sensación de impotencia que se genera cuando las decisiones cruciales que afectan a la vida cotidiana se toman cada vez más lejos. Todos los jóvenes que se suicidaron el 11-S se habían educa-do en Occidente. Esto es algo típico en muchos militantes religiosos, especialmen-te en los islamistas, que son a menudo inmigranespecialmen-tes, ya sea del campo a la ciudad

Los

(4)

o del Sur al Norte, que han perdido los lazos con sus sitios de origen, y no se sienten integrados en sus nuevos hogares.4

Utilizaré el término “globalización regresiva” para describir el carácter de estos nuevos grupos. Son grupos que hacen uso, e incluso promueven, la globali-zación cuando ésta satisface los intereses de un grupo particular, ya sea religioso o nacionalista. Surgen en respuesta a la globalización, como reacción a las inse-guridades generadas por ésta, así como a la desilusión de las ideologías laicas de Estado. Pero, al mismo tiempo, estos grupos aprovechan las oportunidades crea-das por la globalización: los nuevos medios de comunicación, especialmente tele-visión e internet, así como las crecientes posibilidades de financiación a través de la diáspora y de los grupos delictivos internacionales. Para desarrollar este argu-mento es importante describir las numerosas diferencias que les separan de los grupos terroristas clásicos o tradicionales, en cuanto a ideología, tácticas y organi-zación.

Ideología: un programa político moderno con símbolos anti-modernos

El nuevo terrorismo global comparte con el terrorismo clásico los objetivos de toma del poder estatal y de lucha global, pero al mismo tiempo se declara explíci-tamente anti-moderno y reaccionario. Generalizando, se pueden identificar cuatro facetas ideológicas principales:

1. Buscan poder político, por lo general mediante el control del Estado.

En general, estos grupos buscan el poder político. Los grupos nacionalistas, en concreto, persiguen alguno de los siguientes objetivos:

– Expansión territorial para incluir regiones históricas o habitadas por la misma etnia, especialmente en Europa, donde tanto los nacionalistas serbios, croatas, húngaros o rumanos plantean reclamaciones irredentistas.

– Secesión de minorías que quieren crear su propio Estado. Es el caso de los moros en Filipinas, los aceh en Indonesia, los sijs en la India (Khalistán), los tamiles en Sri Lanka, los corsos en Francia o los uighurs en China. Los vascos reclaman tanto la secesión como la expansión, pues pretenden unificar los terri-torios habitados por vascos. Lo mismo ocurre con los grupos nacionalistas kur-dos, quienes de momento pretenden la secesión o la autonomía dentro de Tur-quía y de Irak.

(5)

– Estados étnicamente puros y un reforzamiento de la soberanía. Es el caso de los nacionalistas hindúes, que quieren preservar la cultura hindú en la India, margi-nando o elimimargi-nando a los cristianos y musulmanes.

Los grupos religiosos comparten a menudo estos mismos objetivos, pero con-cibiendo el poder estatal como un instrumento para introducir prácticas religiosas. Movimientos como el Grupo Islámico y la Yihad Islámica en Egipto, Hizbolá en el Líbano, el Movimiento Islámico de Uzbequistán (IMU) o el Grupo Islámico Armado argelino (GIA) quieren sustituir regímenes laicos por gobiernos islámicos. Al igual que la derecha cristiana estadounidense, que quiere establecer una Norteamérica cristiana donde rija su versión de esta religión. Muchos de los grupos nacionalistas descritos anteriormente son de hecho también grupos religiosos. Es el caso de los uighurs en China, los moros en Filipinas o los aceh, que quieren la secesión para crear Estados islámicos. Hamas (que significa “ardor” o “entusiasmo”), por ejemplo, no sólo quiere una Palestina independiente, sino también una Palestina islámica.

Sin embargo, entre los grupos islamistas los hay que se consideran multiétni-cos, y quieren crear un Estado que sea la expresión de la unidad musulmana. Así, Al-Qaeda preconiza un califato musulmán para toda la región de Oriente Medio, mientras la Jemaah Islamiya, una red dispersa por Indonesia, Malasia, Filipinas y Singapur, aboga por un califato musulmán asiático. De manera similar, la organiza-ción del sur de Asia Jamaat-e-Islami persigue la unidad de los musulmanes. No excluyen tanto a otras etnias como a otras creencias y prácticas religiosas.

Hay que subrayar que todos estos grupos albergan una concepción del Esta-do que podría describirse como clásica. Siguen creyenEsta-do en la soberanía estatal y rechazan el relativismo que acompaña a la globalización. Creen que las religiones y las etnias pueden, de alguna manera, tanto mantenerse dentro de unas fronteras territoriales como excluir de las mismas otras opciones.

2. Se autoconciben como opuestos a la modernidad

(6)

humanidad, de aprovechar el entusiasmo, esperanzas y talentos de los indivi-duos modernos.”5

Rechazando la superioridad de la razón, también justifican el rechazo de la igualdad fundamental de todos los seres humanos: otras religiones y otras etnias son, por lo tanto, consideradas inferiores. Algunos grupos utilizan incluso apelati-vos de animales para describir a los miembros de otros grupos: por ejemplo, los hutus ruandeses llamaban a los tutsis “cucarachas”, mientras los serbios describí-an a los albdescribí-anokosovares como “conejos” o “peces” (supuesta referencia a su ten-dencia a tener descenten-dencia numerosa).

Por otro lado, casi todos estos grupos rechazan lo que consideran una inversión de las relaciones de género derivada de la modernidad. Casi todos se aferran a los valores familiares tradicionales. Los grupos cristianos adoptan pos-turas militantes contra el aborto. Los grupos islamistas, por su parte, promueven el uso del velo femenino, y en algunos casos, como los más conocidos de los talibanes en Afganistán o de Arabia Saudí, imponen incluso lo que es esencial-mente una forma de apartheid de género. La mayor parte de estos grupos son también homófobos.

3. Insisten en la necesidad de regeneración y de unificación de una sociedad corrupta.

La noción de decadencia social es común a todos estos movimientos, convir-tiéndose en una poderosa justificación de su existencia. Ya sean nacionalistas o religiosos, suelen ser grupos reaccionarios, que sienten nostalgia por un pasado “puro” donde la religión era ampliamente practicada siguiendo los cánones ritua-les, y/o la nación estaba “limpia” de extranjeros, minorías y mezclas. Los islamis-tas, por ejemplo, preconizan un retorno al periodo fundacional del islam, hace 1400 años, y califican cualquier desviación de esta edad de oro como jahiliyya, es decir: ignorancia pre-islámica. Las sectas protestantes extremistas, por otro lado, pretenden retornar a la arcadia de la Iglesia cristiana primitiva.

Estos grupos inventan un pasado en cierto tiempo y lugar, ignorando la histo-ria más reciente e incluso cualquier análisis histórico sobre tal periodo que no se ajuste a sus preconcepciones. Todos los fundamentalistas y nacionalistas atribu-yen una importancia crítica a ciertas fechas y lugares. Los serbios reclaman Koso-vo como su tierra santa (como Jerusalén para los judíos), y conmemoran la fecha de junio de 1389, en la que fueron derrotados en la famosa batalla de Kosovo por los turcos (conmemoración que en realidad tan sólo se remonta al siglo XIX). Curiosamente, identifican a los albaneses con los turcos, cuando en realidad en aquella batalla éstos lucharon en el mismo bando que los serbios. Marty y Appleby afirman que “los fundamentalistas idealizan tierras sagradas, situándolas en un tiempo y lugar desprovistas de su contexto histórico complejo y cambiante,

(7)

para convertirlas en emblemas de la identidad comunitaria y raison d’êtredel movi-miento político.”6

Nacionalistas y fundamentalistas tienden pues tanto a sacralizar las tradicio-nes como a deformarlas. Reinventan y reintroducen rituales y prácticas del pasa-do, incluso cuando tales “tradiciones” contradicen las costumbres de la vida coti-diana.

4. Creen formar parte de una gran lucha o guerra contra “el otro”

El imaginario de guerra, endémico a las ideologías de ambos tipos de grupos, está a menudo impregnado de nostalgia. El concepto de lucha tal vez sea la característica más importante que comparten nacionalistas y fundamentalistas. Los grupos islamistas coinciden en la importancia de la Yihad. Los grupos de derecha cristiana estadounidenses, por su parte, hablan de “guerra civil”. RAHO-WA significa Racial Holy War [“guerra santa racial”], y es la fórmula de saludo y reconocimiento de la Iglesia Mundial del Creador, un grupo que cometió asesina-tos racistas en Illinois e Indiana en 1999. Los grupos nacionalistas también se caracterizan por conceder mucha importancia al componente bélico. Sus narracio-nes casi siempre contienen historias de grandes batallas, ya fueran derrotas o vic-torias, o simples ejemplos del desorden (por ejemplo, la mencionada Batalla de Kosovo, la Batalla de Boyne, la Mahabharat, etc.).

Las ideologías de tales movimientos están profundamente imbuidas en la divi-sión entre “nosotros” y “ellos”. El grupo se define, en parte, por contraste con el “otro”, ya sea por ser de otra nacionalidad o religión o, más actualmente, por ser laico y/o cosmopolita. Los líderes religiosos conciben su lucha como una “guerra cósmica” contra “la maldad”, empujando a todo creyente a que participe en la mis-ma. Esto aporta legitimidad sagrada a sus causas políticas, y a sus seguidores el sentimiento de participar en algo más grande que la simple vida cotidiana. De for-ma parecida, los grupos nacionalistas a menudo pretenden estar vengando injusti-cias históricas.

Formas de violencia

El terrorismo clásico adoptaba unas tácticas con fines estratégicos muy específi-cas, dirigidas contra el aparato del Estado u otros objetivos de alto valor: por ejem-plo, ataques contra funcionarios del Estado, altos cargos administrativos, militares o de las fuerzas de seguridad. Esta era la forma de actuar de grupos europeos como el IRA o ETA, y también del GIA en Argelia. Estas tácticas específicas y negociables siguen caracterizando a algunos grupos actuales. Algunos de ellos toman como objetivos a diplomáticos y a hombres de negocios extranjeros con el fin de presionar a su gobierno. Otra táctica muy usada ha sido la de dirigir los ata-ques contra las fuentes de ingresos estatales: la industria del petróleo y del gas en Argelia, el mercado turístico en Egipto y en España, etc. En otros casos la

(8)

cia se traducía en secuestros, mediante los cuales reclamaban la liberación de pri-sioneros o dinero como rescate. En el caso del Ejército de Liberación de Kosovo, por ejemplo, sus objetivos eran los policías serbios, buscando exacerbar sus represalias, y movilizar así a la opinión pública internacional.

Pero las tendencias actuales se alejan de estas tácticas más clásicas y se dirigen hacia una violencia simbólica y estratégica materializada en matanzas de civiles aparentemente aleatorias y absurdas. La violencia simbólica es una forma de enviar un mensaje, de hacer público un comunicado, y una de sus formas más típicas son estos ataques terroristas contra civiles. La violencia “se exagera deli-beradamente” y, a menudo, macabramente. Por ejemplo, en Uganda el Ejército de Resistencia del Señor mutila las orejas y labios de sus víctimas; los suicidas de Hamas rellenan sus bombas con clavos para matar al mayor número posible de personas. Juergensmayer compara la “violencia simbólica” con el teatro, con lo que denomina “representaciones”: “asesinatos pasmosos, inauditos y ultrajantes, llevados a cabo para exhibir gráficamente el poder de la violencia, dentro de gran-dilocuentes escenarios de conflicto y de proclamación.”7 Los objetivos de tales ataques son a menudo importantes símbolos: las Torres Gemelas del World Trade Center, el Edificio Federal de Oklahoma, que simbolizaban respectivamente rique-za y control de las armas, o la Mezquita de Ayodha. Estos “rituales de violencia” buscan difundir una concepción del mundo diferente, y dan sentido a la lucha, llá-mese Armagedón, Yihad o guerra cósmica. Por ejemplo, los que ejecutaron el ata-que con gas nervioso en el metro de Tokio, en 1995, creían ata-que éste era el comienzo de la catástrofe mundial predicha por Shoko Ashara, el líder espiritual del Aum Shinrikyo (secta extremista budista).

El carácter teatral de mucha de esta violencia se ilustra en los atuendos con los que a menudo se disfrazan sus perpetradores antes de matar, como si no fue-ran ellos mismos los que ejecutan tales actos. Los famosos Frenki’s Boys, respon-sables de atrocidades en Bosnia y en Kosovo, acostumbraban a lucir sombreros de cowboysobre gafas de esquiar y se adornaban la cara con pinturas de guerra indias. El diseño de su insignia consistía en el símbolo de los chetniks serbios, junto a la silueta de una ciudad en ruinas con la leyenda en inglés “City Breakers” (Destructores de ciudades). Joseph Kony, el líder del Ejército de Resistencia del Señor, suele lucir gafas espejo de piloto y se trenza el pelo con rosarios que le cuelgan hasta el cuello; a veces se viste con prendas de mujer.

Pero la violencia no es meramente simbólica. Los hombres-bomba suicidas no son sólo “cartas para Israel”, como los describió un activista de Hamas. El objetivo de muchos de los conflictos armados recientes ha sido la eliminación deli-berada, incluso la total exterminación, del “otro”. Los hutus ruandeses querían deshacerse de los tutsis de la misma manera que Hitler quería hacerlo de los judí-os. El objetivo de las guerras en la ex-Yugoslavia y en el sur del Cáucaso consistía en crear territorios étnicamente puros. En tales casos, el recrudecimiento de la violencia perseguía que la gente repudiara su tierra. La violación sistemática fue una práctica extendida en la ex-Yugoslavia, no tanto como un “efecto colateral” de

(9)

la guerra sino como táctica bélica deliberada para obligar a las mujeres (espe-cialmente a las musulmanas) a sentirse avergonzadas y mancilladas, de manera que no quisieran regresar a sus hogares. Asimismo, a veces la violencia contra objetivos simbólicos pretende borrar cualquier señal de la cultura del “otro”. En Banja Luka, durante la guerra de Bosnia, las dos mezquitas otomanas del siglo XVI fueron arrasadas hasta los cimientos un viernes. El lunes unos bulldozerya habían cubierto de césped el lugar, de manera que nadie diría que hubieran existido nunca.

Tanto la violencia simbólica como la estratégica pueden entenderse como una forma de movilización política. Como la vía mediante la cual los extremistas logran animar sentimientos igualmente extremistas. Las matanzas y deportaciones duran-te guerras como la de Yugoslavia son las que generalizan realmenduran-te las ideologías que luego se cree que han sido la causa del conflicto. De hecho, éste puede ser el sentido de la violencia. Resulta difícil concebir que la estrategia de los hombres-bomba suicidas en Palestina pueda conducir a la creación de un Estado propio; tan difícil como pretender que las brutales respuestas israelíes sean una vía para mejorar la seguridad. Pero si el objetivo consiste en reforzar el sentimiento extre-mista, en el que se basan tanto Hamas como los grupos extremistas sionistas, la situación es mucho más fácil de comprender.

Resulta complicado acabar o contener este tipo de conflicto.8 Son guerras interminables, como las de Afganistán, Oriente Medio o regiones de África, las que producen “vacíos políticos” caracterizados por la ingobernabilidad, las ideologías extremistas y la inseguridad endémica. Situaciones que alimentan la cultura de la violencia.

El armamento utilizado en estas nuevas formas de violencia consiste princi-palmente en armas ligeras y explosivos convencionales. La ciencia y tecnología aplicadas al armamento han convertido todo tipo de armas en artefactos más pre-cisos y más fáciles de utilizar y transportar. En los últimos años, los análisis esta-dounidenses se han centrado en la posibilidad de que los grupos terroristas sean capaces de hacer uso de armas de destrucción masiva: “bombas sucias” (explosi-vos convencionales con cargas de material radioactivo) y agentes químicos y bio-lógicos.9 Pero en la práctica, este armamento, aunque es relativamente fácil de desarrollar, resulta extremadamente difícil de aplicar con eficacia. Más aún, lo ver-daderamente caro es adquirir la capacidad para aplicar estas armas; pocos grupos nacionalistas y religiosos, a excepción de los Estados, tienen acceso al tipo de infraestructura tecnológica necesaria.

El ejemplo al que suele acudirse cuando se apela a esta supuesta amenaza es el de la citada secta Aum Shirinkyo. Pero si lo analizamos detenidamente, ésta es la excepción que confirma la regla. Cuando ejecutó el ataque con gas nervioso, la secta tenía más de 60.000 miembros, oficinas en Nueva York, Alemania, Austra-lia, Sri Lanka, Rusia y Japón. Sus cuentas superaban los mil millones de dólares.

Tanto la

violencia

simbólica

como la

estratégica

pueden

entenderse

como una

forma de

movilización

política

8 Ver Mary Kaldor, New and Old Wars: Organised Violence in a Global Era, Polity Press, Cambridge, 1999.

(10)

Reclutó a científicos e ingenieros procedentes de las mejores universidades japo-nesas, y les instaló en laboratorios equipados a todo lujo. Tras el ataque, la policía descubrió, en sus redadas por estos laboratorios, gas Sarín en cantidad suficiente como para matar a aproximadamente 4,2 millones de personas. Además, se des-cubrió que Aum ya había producido, o tenía planificada la producción de otros agentes de gas nervioso como el VX, tabún y somán, y otros agentes químicos como gas mostaza y cianuro de sodio, así como agentes biológicos como carbun-co, fiebre-Q y posiblemente Ébola. También se hallaron planes para desarrollar capacidad nuclear, así como innumerables armas convencionales. Pero Aum tenía serios problemas para hacer operativa toda esta capacidad armamentística. Ya habían realizado por lo menos nueve intentos de diseminar bacterias de carbunco y toxinas botulínicas que se saldaron en sucesivos fracasos, ya fuera por haber desarrollado cepas erróneas, o por obstrucciones y fallos en los mecanismos de dispersión. Incluso el ataque en el metro de Tokio no alcanzó ni de lejos los resul-tados previstos por el grupo, a pesar de que mató a veinte personas y muchas otras resultaron heridas física o psicológicamente. Para diseminar el gas utilizaron bolsas de basura de plástico que abrían perforándolas con puntas de paraguas.10

Si otros grupos accedieran a una escala financiera similar, posiblemente lle-garían a la conclusión de que es preferible emplear los fondos en medios de movi-lización (de comunicación y de educación) y en armamento convencional. Des-pués de todo, hoy en día no se necesitan armas de destrucción masiva para oca-sionar matanzas masivas. Lo que se requiere son medios de comunicación modernos y, en algunos casos, saber aprovechar la vulnerabilidad de las estructu-ras globales. El genocidio de Ruanda fue realizado machete en mano y coordina-do a través de la radio; el ataque a las Torres Gemelas no necesitó armamento alguno, pero tuvo un efecto equiparable a un pequeño ataque nuclear. Ante todo, el terrorismo o los hombres-bomba, u otros ataques contra civiles desprotegidos, son las armas de los débiles, no de los tecnológicamente poderosos.

Organización, medios de comunicación y financiación

El nuevo terrorismo global se diferencia del antiguo en cuanto a organización, uso de los medios de comunicación y métodos de financiación. La naturaleza crecien-temente transnacional de estos movimientos ha conducido a pasar de formas de organización vertical a estructuras más horizontales, en forma de red. Aunque probablemente tan sólo Al-Qaeda sea una red realmente global, numerosos gru-pos, incluso con objetivos políticos muy locales, como Hamas, disponen de célu-las en muchos países diferentes. Según Bruce Hoffman, un experto en terrorismo de la RAND Corporation, esto forma parte de una tendencia general a transformar la estructura piramidal propia de las organizaciones terroristas de los años setenta y ochenta en redes flexibles como las actuales: “Estos movimientos también tien-den a operar sobre una base más horizontal que jerárquica. Así, en vez de la

(11)

sica estructura celular común en anteriores generaciones de organizaciones terro-ristas, algunos grupos contemporáneos mantienen conexiones más flexibles e indi-rectas, a través de redes que incluyen tanto a terroristas profesionales como a

amateurs.”11

Esta organización en red horizontal conlleva la ausencia de estructuras de mando públicamente identificables y la tendencia al anonimato, aunque destaquen algunos líderes carismáticos como Osama Bin Laden. Los terroristas “clásicos” siempre reivindicaban la responsabilidad de sus actos. Pero a día de hoy nadie ha reivindicado aún responsabilidad alguna en los ataques del 11-S.

Por otro lado, muchos de estos grupos forman parte de una familia de organi-zaciones. Es habitual que los grupos nacionalistas y religiosos generen lo que podría describirse como sociedades paralelas, es decir, sofisticadas estructuras organizativas con componentes políticos, militares, educativos, comunicativos y de servicios sociales. Un típico fenómeno de los últimos años ha sido la multiplicación de las escuelas religiosas, a menudo relacionadas con movimientos extremistas. En EEUU el número de escuelas cristianas ha crecido drásticamente, como lo han hecho las madrassahs, especialmente en Pakistán y Afganistán, al igual que las escuelas hinduistas, sobre todo en las áreas rurales. Algunas ONG humanitarias también juegan un papel importante en esto, en especial ONG religiosas vincula-das a grupos islamistas, que suponen la única asistencia social a la que tienen acceso los inmigrantes rurales recién llegados a las ciudades.

Todos estos grupos hacen uso de los “nuevos medios”: televisión, internet, cintas de video, etc. Así, la violencia simbólica a menudo se escenifica para audiencias de millones de espectadores. Las hipnóticas imágenes del colapso de las Torres Gemelas, difundidas una y otra vez en las cadenas de televisión globa-les, se han convertido tal vez en el evento mediático más exitoso de todos los tiempos. Numerosos grupos extremistas poseen sus propias cadenas de televisión o de radio. Los nacionalistas hindúes, por ejemplo, cuentan con la nueva Cadena por Satélite Star TV. La televisión serbia, en los años previos a las guerras yugos-lavas, desempeñó un papel crítico en el fomento de la propaganda nacionalista, con sus constantes paralelismos entre los acontecimientos contemporáneos y lo ocurrido en la II Guerra Mundial y en la batalla de Kosovo de 1389. La televisión y la radio tienen la ventaja de llegar a gente que no acostumbra a leer. En África la radio es considerada literalmente como mágica, y fue la radio del odio Milles Coli-nes la que incitó al genocidio en Ruanda.

El uso de internet y del correo electrónico ha tenido un papel fundamental en la construcción de las redes transnacionales. Desde el 11-S, apunta Rohan Guna-ratna, “han proliferado las páginas web simpatizantes [de Al-Qaeda], muchas ellas sin vínculos operativos con esta organización pero ideológicamente afines.”12

Las fuentes financieras tradicionales de los terroristas eran las donaciones de simpatizantes, las prácticas delictivas y patrocinios estatales. Las dos primeras fuentes siguen siendo importantes, aunque han adquirido dimensiones más

trans-11Ibídem, p. 418.

(12)

nacionales. Pero los patrocinios estatales se han reducido, mientras el apoyo de la diáspora ha aumentado. Como en el pasado, numerosos grupos siguen recaudan-do impuestos entre sus simpatizantes, especialmente entre los que han emigrarecaudan-do. Algunos, como Al-Qaeda o la derecha cristiana, se benefician del apoyo de mag-nates multimillonarios.

Además, muchos grupos están implicados en actividades comerciales ilícitas, sobre todo en negocios transnacionales. Saqueos y pillajes, extorsiones y secues-tros entran dentro de las típicas formas de financiación de grupos armados. Algu-nos mantienen actividades tanto ilegales como legales. Por ejemplo, la secta japo-nesa Aum Shirinkyo se financiaba mediante lucrativos comercios de alimentación, agencias inmobiliarias, tiendas de informática y farmacias, pero también a través del fraude inmobiliario y del tráfico de drogas. Uno de los líderes paramilitares ser-bios más famosos, Arkan, poseía una cadena de pizzerías que servía de cobertu-ra pacobertu-ra la distribución de drogas. Pagaba las atrocidades cometidas por sus pacobertu-ra- para-militares, los Tigres, con el “derecho preferente a los saqueos”. En los últimos años, el tráfico de personas se ha convertido en una importante fuente de ingre-sos para numeroingre-sos grupos en los Balcanes.

Una tercera y cada vez más significativa fuente de financiación es el apoyo de la diáspora. Ésta aporta dinero, ideas, habilidades e incluso voluntarios. Hallándo-se lejos de lo que consideran su tierra, los grupos de la diáspora suelen Hallándo-ser más vulnerables a los encantos del extremismo y a la descripción imaginaria de la supuesta lucha que se está desarrollando en su patria. De ahí que su apoyo resul-te cada vez más importanresul-te para los grupos del sur de Asia, para serbios, croatas, albanokosovares y kurdos. A menudo, el apoyo financiero a grupos extremistas se canaliza, de forma consciente o no, a través de las aportaciones de la diáspora a ONG religiosas y organizaciones caritativas. Las ONG islámicas fueron de hecho, tras el 11-S, uno de los primeros objetivos del FBI en sus esfuerzos por acabar con el terrorismo.

El caso de Al-Qaeda

La mayor parte de los grupos descritos son una mezcla de organización terrorista clásica y novedosa. Al-Qaeda (La Base), en cambio, reúne unas características de organización globalizada y en red más avanzadas que cualquier otro grupo violen-to religioso o nacionalista. La estructura de Al-Qaeda tiene muchas semejanzas con la forma de organizarse de las ONG internacionales o de las redes de la sociedad civil.13

Se trata de una red transfronteriza que incluye formas de organización híbri-das. Al-Qaeda es en sí misma una coalición que incluye cierto número de organi-zaciones constituyentes, siendo las más conocidas los grupos egipcios Yihad

(13)

mica y Jamaa Islamia (Grupo Islámico de Egipto) y el Grupo Islámico Armado (GIA) de Argelia, pero se incluyen también organizaciones en Pakistán, Cheche-nia, Sudán, Somalia y Filipinas, entre otros países. Estas organizaciones coinciden en los Shura Majlis o Consejos de consulta, que cuentan con cuatro comisiones: asuntos religiosos-legales, militares, financieros y comunicativos.14Al-Qaeda tam-bién tiene capacidad para establecer alianzas y diferentes formas de cooperación con otros grupos terroristas islamistas, aunque tal vez esto sea exagerado por las fuentes occidentales. Cuenta con numerosas ramas locales, conocidas en Occi-dente como células operativas, a veces vinculadas a mezquitas y a ONG musul-manas caritativas. Existen células operativas en tal vez hasta noventa países, incluyendo Europa occidental y Norteamérica.

Lo que mantiene unida la red es la misión común, como ocurre con redes como el Jubileo 2000 o la Coalición contra las Minas Terrestres. En ausencia de formas tradicionales de organización vertical, el compromiso personal es una de las claves organizativas. En este caso, la misión consiste en restaurar en Oriente Medio el Califato musulmán que fue abolido en 1924, y en recuperar el control islá-mico de los lugares sagrados, especialmente de la mezquita de Al-Aqsa en Jeru-salén, y de las mezquitas de La Meca y Medina. En 1998, Al-Qaeda proclamó la “Yihad islámica mundial contra los judíos y contra los cruzados”. Todas las organi-zaciones constituyentes firmaron esta declaración fundacional, que incluía la siguiente fatwa: “Es responsabilidad personal de todo musulmán matar a los norte-americanos y a sus aliados (civiles y militares) en cualquier circunstancia o lugar que lo hagan posible, para liberar de sus garras la Mezquita de Al-Aqsa y la Mez-quita Sagrada (La Meca), y para que sus ejércitos se vayan de las tierras del Islam derrotados e incapaces de amenazar a ningún musulmán.”15

Como los movimientos de la sociedad civil global, Al-Qaeda también es pione-ra en nuevas formas de acción. La principal son las denominadas “incursiones”. En la última década de su vida, Mahoma redefinió el concepto de “incursión” (práctica característica de los grupos nómadas pre-islámicos) como parte de la Yihad, indi-cando que debía realizarse en beneficio de toda la comunidad, no para provecho personal. Al-Qaeda ha recuperado este término, utilizándolo para describir los ata-ques a las Torres Gemelas, así como otras operaciones.16 En su declaración fun-dacional, Al-Qaeda llama a “los Ulemas, líderes, jóvenes y soldados musulmanes a lanzar incursiones contra las tropas estadounidenses de Satán, y contra los mal-vados aliados que las apoyan, y a expulsar a aquellos que les apoyan, para que tal vez así aprendan la lección.”17

Hay dos mecanismos esenciales para mantener la red unida y sostener la misión: los campos de entrenamiento y las nuevas formas de comunicación. Los

14 Phil Hirschkorn, Rohan Gunaratna y Ed Blanche y Stefan Leader, “Blowback”, en

Jane’s Intelligence Review, 1 de agosto de 2001.

15 Osama Bin Laden, World Islamic Front Statement urging Jihad Against Jews and Crusaders, 1998. En: http://www.fas.org/irp/world/para/docs/980223-fatwa.htm 16 Ver Hassan Mneimneh y Kanan Makiya, “Manual for a ‘Raid”, en The New York

(14)

principales campos de entrenamiento se hallaban en Afganistán, pero también había algunos, y tal vez sigan existiendo, en Sudán, Pakistán y Bosnia. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, unos 20.000 miembros de la Yihad recibieron entrenamiento en Afganistán entre 1996 y 2001.18Los estadouni-denses descubrieron en Afganistán la Enciclopedia de la Yihad, cerca de 1.000 páginas grabadas en disquetes informáticos, y el Manual de Estudios Militares de la Yihad. Algunos cursillos son bastante breves (15 días), con una forma parecida a los cursillos de formación de personal o las escuelas de verano para ONG. Ade-más del entrenamiento militar, en estos campos también se impartían cursos de conocimiento religioso, de teoría de la Yihad y formación en principios operativos: cómo redactar informes, informática, captación de fondos y planificación presu-puestaria. La organización utiliza ampliamente las cintas de video como forma de comunicación y propaganda (con discursos de Bin Laden así como de destacados eruditos religiosos); como método de diálogo (los estadounidenses parecen haber descubierto extraños vídeos de debates en torno a propuestas de operaciones); para identificar objetivos y hacer planes (esto resultó fundamental en los atenta-dos con bomba cometiatenta-dos en las Embajadas de Kenia y Tanzania, como se des-cubrió en los juicios); y para mostrar el éxito de las operaciones en marcha y las lecciones aprendidas.

Al-Qaeda tiene una amplia gama de fuentes de financiación. Bin Laden es muy rico; su fortuna heredada se estima en 300 millones de dólares y posee una serie de negocios que incluye bancos, explotaciones agrarias y fábricas por todo el mundo. A pesar de ello, la red parece estar en continua captación de nuevos fondos. Las células operativas tienden a ser autosuficientes. Sus miembros son en su mayoría voluntarios, que viven de sus propios sueldos o de becas en el caso de los estudiantes. Ponen en marcha sus propias vías de financiación, incluyendo negocios legales como obras domésticas o reparaciones de coches de segunda mano. Ejemplo de ello es la célula desarticulada en Alemania. También incluyen actividades ilegales como fraudes con tarjetas de crédito, robos y atracos a ban-cos, y secuestros por dinero. En los documentos de Al-Qaeda se menciona a menudo el robo, como en la declaración fundacional donde se anima a todos los musulmanes a “matar a los norteamericanos y a robar su dinero cuando sea y donde sea.”

La explicación más probable de la autosuficiencia de las células operativas es que, como las delegaciones locales de las redes de la sociedad civil, son grupos autónomos que surgen por iniciativa propia, formados por gente que simpatiza con Al-Qaeda pero que se auto-organiza. Otra explicación es la de la seguridad. El FBI plantea que la vía para atrapar a Al-Qaeda es “siguiendo el dinero”. Pero si las células se autofinancian, resulta mucho más difícil seguir su rastro económico. Además, esta autofinanciación permite crear modelos de organización autosufi-cientes. Así, estas células parecen tener una sorprendente capacidad para repli-carse a sí mismas, incluso después de haber sido desarticuladas por las fuerzas de seguridad.

(15)

Una segunda fuente de financiación son los bancos y las instituciones islámi-cas de caridad. En 2002, EEUU y sus aliados congelaron las cuentas de dos ban-cos, Al-Taqwa y Bakarat, que gestionaban transferencias hawala(transferencias no registradas de dinero de los emigrantes) por un valor de entre 5.000 y 6.000 millo-nes de dólares anuales. En su mayoría eran transferencias legales procedentes, por ejemplo, de trabajadores del Golfo que enviaban dinero a sus parientes. Pero el banco aplicaba una comisión de un 5%, que podía desviarse a transferencias a la red. Bakarat parece tener sucursuales en muchos países, pero está implantado de forma especial en Somalia, donde actúa de forma no oficial como Banco cen-tral. No queda claro hasta qué punto Al-Qaeda se aprovechaba de la naturaleza informal del sistema hawalapara sus propios intereses, o si estos bancos estaban apoyando activamente a la organización. De la misma manera, el FBI afirma que ONG islámicas como la organización caritativa Fundación Tierra Santa para el Socorro y el Desarrollo, con sede en Texas, o la Organización Internacional de Socorro Islámico (IIRO), son utilizadas como vías para canalizar fondos y como infraestructura de apoyo a las actividades terroristas.19

Parece claro que Bin Laden ha financiado directamente a través de estos mecanismos a algunos grupos, ya fuera en sus comienzos o para mantener su actividad. El juicio reciente al activista saudí Mohamed Al-Tahiti, desarrollado en Marruecos tras un intento frustrado de atentado, ha desvelado muchos detalles sobre la forma de trabajar de Al-Qaeda. Al-Tahiti visitó Afganistán en 1999, bus-cando que le encomendaran una misión de martirio. Le dijeron que volviera cuando tuviera algún plan concreto. Viajó entonces a Marruecos donde reclutó a unos cuantos jóvenes, de manera que en Afganistán decidieron financiar su misión.20

Desde 2001 el FBI ha congelado cuentas por valor de unos 125 millones de dólares, cerca de 2.700 presuntos o conocidos activistas han sido arrestados y tal vez un tercio de los líderes de Al-Qaeda han sido eliminados. Sin embargo, todas las estimaciones apuntan a que la organización sigue creciendo, y ha organizado este año “incursiones” en Arabia Saudí, Marruecos, Pakistán, Yemen y Kenia. Lo más relevante es su habilidad para reclutar jóvenes para la causa, pues es lo que permite la multiplicación de células. Como ha afirmado Jason Burke: “Para enten-der a Al-Qaeda hay que verla como una ideología, un programa político, una forma de ver la vida que es compartida por un número creciente de jóvenes musulma-nes, predominantemente hombres.”21

19 Ver FBI, Dennis M. Lormel, jefe de la Sección de Delitos Financieros, Federal Bureau of Investigation, Statement for the Record. House Committee on Financial Services, Subcommittee on Oversight and Investigations (Comisión Parlamentaria sobre Ser-vicios Financieros, Subcomisión de Supervisión e Investigaciones), Washington DC, 1 de febrero de 2002.

(16)

Implicaciones políticas

Los grupos descritos difieren de los terroristas clásicos en sus objetivos (antimo-dernos, religiosos y nacionales, más que de izquierdas o de derechas); en la orientación de la violencia, principalmente contra la población civil y contra objeti-vos simbólicos, más que contra grandes objetiobjeti-vos estatales o económicos; en su forma de organizarse, que tiende hacia las redes transnacionales, dejando en desuso las clásicas estructuras de mando jerárquico. También en su uso de los medios de comunicación y de internet, y en sus maneras de financiarse, transna-cionales y delictivas. Y, sobre todo, estos grupos comparten el convencimiento de la necesidad de la lucha violenta, de la guerra entre buenos y malos.

Estos movimientos pueden ser descritos como “globalizadores regresivos”. Por un lado, responden a y se nutren de la inseguridad generada por la globaliza-ción, y se organizan como redes globales de forma parecida a otras organizacio-nes globales de la sociedad civil o del mundo de los negocios. Pero, por otro, sus objetivos son bastante tradicionales: quieren tomar el poder estatal y construir nuevos Estados (por ejemplo nuevos Estados regionales, como promueven Al-Qaeda o la Jemaah Islamiya, o nuevos Estados secesionistas), concebidos de for-ma tradicional como “controladas islas de poder”.22 En otras palabras, quieren rechazar la globalización haciendo uso de los instrumentos que ésta proporciona.

Si este análisis es correcto, estos grupos probablemente vayan a proliferar debido a la creciente inseguridad, y porque apenas acaban de empezar a explotar plenamente las oportunidades organizativas que ofrece la globalización. Pero, pre-cisamente en tal contexto, sus objetivos políticos resultan en esencia contradicto-rios. La pretensión de lograr Estados religiosos o étnicamente puros es más iluso-ria que nunca. Tal vez estos grupos ni siquiera esperen conseguir los objetivos marcados, pero es precisamente la violencia en la que se desarrollan y la dificul-tad para alcanzar tales fines, lo que convierte su lucha en algo aún más convin-cente. Si es así, los pronósticos son oscuros.

Para los que se podrían definir como “globalizadores progresistas”, es decir, los que están a favor de una globalización que beneficie a la mayoría en vez de a una minoría, y hacen presión para reformar las instituciones globales con el fin de conseguirlo, resulta muy importante desarrollar una estrategia que contrarreste la proliferación de estos grupos. Una estrategia que se base en la ley y la ética, más que en la guerra, aunque probablemente incluya también medidas militares. Tal vez nunca se pueda eliminar a estos nuevos grupos, pero quizá sí reducir su poder de convocatoria y minimizar el daño que puedan infligir. Si se fija como objetivo reducir la inseguridad, caldo de cultivo de las ideologías extremistas, la estrategia pasa por establecer un programa global de política progresista. Se pue-den señalar algunas muestras de políticas específicamente relacionadas con los aspectos analizados en este texto.

Para empezar, esta estrategia debe incluir la protección de civiles, así como la captura y arresto de los criminales responsables de la violencia, para controlar los riesgos inmediatos. Y me refiero a todas las formas de violencia ilegal

(17)

nes de guerra, crímenes contra la humanidad, genocidio, violaciones masivas de los derechos humanos y delitos privados), no sólo al terrorismo. Pero es importan-te que esta lucha contra la violencia sea tratada como un asunto de defensa de la legalidad, no como una guerra. El gran peligro de utilizar un lenguaje de guerra y de atacar a otros Estados promotores del terrorismo como está haciendo el Gobierno de Bush, es que esto alimenta la propia mentalidad bélica de los terroris-tas. La guerra implica asesinatos legítimos realizados por agentes del Estado, mientras que el terrorismo es visto como violencia criminal de actores no estatales. Pero en realidad, tan sólo una endeble línea separa a los héroes de guerra de los asesinos. El problema es que los terroristas mismos definen lo que están haciendo como una guerra, por lo que el lenguaje bélico, pero sobre todo la destrucción de la guerra, puede acabar legitimando perversamente sus acciones. Por ejemplo, los grupos armados palestinos (Hamas, Yihad islámica o las Brigadas de Al-Aqsa) han sido incluidos en la lista del Departamento de Estado estadounidense de organizaciones terroristas internacionales. Pero, desde el comienzo de la segunda Intifada han matado a 781 israelíes, mientras que las Fuerzas Armadas hebreas (actores estatales considerados legítimos) han matado a 2.085 palestinos, en su mayor parte civiles.23 Los israelíes (y los estadounidenses) pueden considerar a los grupos palestinos como terroristas, pero para los palestinos se trata de una guerra de autodefensa y cada golpe israelí refuerza su percepción de legitimidad. De forma parecida, los iraquíes muertos en la última guerra sirven de justificación para unirse a grupos extremistas antioccidentales.24

La guerra alimenta la concepción terrorista de lucha eterna. Tal vez sean necesarias medidas militares como la destrucción de campos de entrenamiento terrorista, pero cualquier acción de este tipo debe concebirse como defensa de la legalidad, no como una guerra. Que el uso de la fuerza militar sea aprobado siguiendo el procedimiento debido, por ejemplo a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no es una mera cuestión de trámite; es también una cuestión de legitimidad de los medios. La defensa de la legalidad parte del reconocimiento de la igualdad humana. No se puede anteponer la vida de los soldados a la vida de los civiles que se supone que deben proteger. Por lo tanto, la fuerza militar debe aplicarse siguiendo los mismos principios que la policial: se espera de los soldados que arriesguen sus vidas para salvar las de los demás.

La importancia de la legitimidad de los medios también incumbe a la inteligen-cia, a la policía y a otros procedimientos legales. Las diversas leyes antiterroristas

Es importante

que la lucha

contra la

violencia sea

tratada como

un asunto de

defensa de la

legalidad, no

como una

guerra

23 Ze’er Schiff “Summit Analysis”, Haaretz, 5 de junio de 2003. Se trata de cifras israe-líes, por lo que probablemente infravaloren las muertes palestinas.

(18)

aprobadas en Gran Bretaña y en EEUU permiten acciones potencialmente contra-rias a los derechos humanos, como la detención sin cargos. De hecho, el reciente informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia estadou-nidense nos ofrece una lectura alarmante. Detalla detenciones sin cargos a gran escala, el uso masivo de cargos relativos a inmigración para investigar actividades supuestamente delictivas, el rechazo generalizado de la puesta en libertad bajo fianza, abusos físicos y verbales, condiciones de detención restrictivas como el uso de celdas pequeñas e iluminadas 24 horas, así como vacíos informativos.25 También se ha abusado del término “terrorista” para legitimar políticas represivas en numerosos países. En Australia se utiliza contra quienes reclaman asilo políti-co, y en numerosos países contra diversos movimientos secesionistas.26

El riesgo no reside únicamente en que tales prácticas pueden alimentar el odio y el resentimiento de los potenciales militantes en causas extremistas, tam-bién son una amenaza contra nuestras propias libertades civiles y contra nuestro llamamiento a favor de ideologías alternativas. Tanto investigadores como políticos deben prestar mucha más atención y cuidado a cómo equilibrar la necesidad de luchar contra el terrorismo con las libertades civiles.

Por otro lado, resulta clave contrarrestar la ideología de estos grupos, y hacerlo mediante movilizaciones políticas de base. Esto supone apoyar a y dialo-gar con colectivos de la sociedad civil, especialmente en aquellas áreas, como las afectadas por “vacíos políticos” derivados de conflictos, donde los grupos extre-mistas tengan más posibilidades de reclutar a militantes. Los grupos de mujeres resultan particularmente importantes para contrarrestar la discriminación de géne-ro pgéne-ropia de ideologías extremistas.

La movilización global contra la guerra de Irak supuso una oportunidad para construir un movimiento popular alternativo, pues tuvo lugar tanto en Europa como en el mundo árabe, y condujo por primera vez a las comunidades de inmigrantes a participar en procesos políticos. Esto resultó particularmente importante en Gran Bretaña, donde hindúes, sijs y musulmanes coincidieron en las manifestaciones. Sin embargo, de momento estas comunidades carecen de una representación política seria y formal, por lo que es imprescindible que los representantes progre-sistas electos logren llegar a ellos. Es cierto que muchas de las personas y grupos que participaron en las manifestaciones mantienen posturas antiglobalización o regresivas, especialmente comunes entre muchos portavoces, a menudo reliquias, de la vieja izquierda o incluso islamistas. Pero hay miles de jóvenes que se están politizando en este movimiento, y que están abiertos a apostar realmente por pro-gramas más constructivos y reformistas.

La comentada estrategia progresista debe tener en cuenta la sofisticada estructura organizativa de los grupos extremistas. Es importante insistir en cuatro factores:

25 Human Rights Watch, “Opportunismwatch”, en: http://hrw.org

(19)

a) Educación: La educación primaria universal puede jugar un papel importante en evitar que muchos niños sean enviados a escuelas religiosas. La educación de las niñas resulta especialmente importante.

b) Medios de comunicación: Hay que invertir mucho más en fomentar a escala glo-bal la creación de cadenas de radio y televisión públicas (que no estatales). Las radios comunitarias independientes están demostrando ser especialmente importantes para contrarrestar la propaganda extremista, como ha sucedido en Serbia o en algunas regiones de África.

c) Bienestar social: El declive de los servicios sociales ha abierto el campo a ONG humanitarias que difunden también mensajes políticos.

d) Empleo: El paro y la marginación juvenil constituyen la principal cantera para las ideologías extremistas. El desarrollo debe dar prioridad a la creación de vías legítimas para que estos jóvenes construyan su vida.

Estos cuatro factores forman parte de una estrategia más amplia dirigida a reducir la inseguridad global. Tal vez, la clave de cualquier estrategia en este senti-do consista en no concentrarse en el terrorismo en sí, sino en los “vacíos políticos” que genera esta cultura de la violencia. Esto requiere un enorme compromiso, no sólo en cuanto a recursos, sino también en cuanto a voluntad política. Supone no quedarse en discursos cosmopolitas, sino actuar en consecuencia. El desafío más formidable se da en el campo de los valores, en cómo lograr que se tome en serio el principio de que todos los seres humanos somos iguales.

Referencias

Documento similar

que hasta que llegue el tiempo en que su regia planta ; | pise el hispano suelo... que hasta que el

dente: algunas decían que doña Leonor, "con muy grand rescelo e miedo que avía del rey don Pedro que nueva- mente regnaba, e de la reyna doña María, su madre del dicho rey,

Entre nosotros anda un escritor de cosas de filología, paisano de Costa, que no deja de tener ingenio y garbo; pero cuyas obras tienen de todo menos de ciencia, y aun

E Clamades andaua sienpre sobre el caua- 11o de madera, y en poco tienpo fue tan lexos, que el no sabia en donde estaña; pero el tomo muy gran esfuergo en si, y pensó yendo assi

Habiendo organizado un movimiento revolucionario en Valencia a principios de 1929 y persistido en las reuniones conspirativo-constitucionalistas desde entonces —cierto que a aquellas

o Si dispone en su establecimiento de alguna silla de ruedas Jazz S50 o 708D cuyo nº de serie figura en el anexo 1 de esta nota informativa, consulte la nota de aviso de la

De hecho, este sometimiento periódico al voto, esta decisión periódica de los electores sobre la gestión ha sido uno de los componentes teóricos más interesantes de la

Las manifestaciones musicales y su organización institucional a lo largo de los siglos XVI al XVIII son aspectos poco conocidos de la cultura alicantina. Analizar el alcance y