INCREDULIDAD DE LOS HERMANOS DE JESÚS Juan 7:1-13

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Bosquejo #24

INCREDULIDAD

DE LOS HERMANOS DE JESÚS

Juan 7:1-13

Entramos en el Capítulo 7 y con este acontecimiento se inicia lo que hemos llamado el semestre de entrega, en el que Jesús se prepara para ir a la cruz del Calvario. Son los evangelios sinópticos los que recogen en detalle las tres giras de Jesús en este llamado semestre de retiro del año de pasión, que precede al semestre de entrega de este último año de su vida en la tierra. Juan sólo recoge la primera gira, la cual hace Jesús hacia la ciudad de Betsaida en Iturea y, luego de esta visita a Betsaida, inicia su preparación para ir a Jerusalén a la fiesta de los tabernáculos en el mes de octubre.

Esta parte es narrada en este evangelio de Juan con más detalles que en todos los demás evangelios, ya que desde el capítulo 7 hasta el 21, vamos a tener la oportunidad de conocer todo lo que ocurrió dentro del año de Pasión, el cual fue el último año de los tres años de ministerio público que desarrolló Jesús.

Todos sabemos que, hasta este momento, Jesús se pasaba el tiempo en Galilea desarrollando su ministerio, dentro del período que se ha llamado, año de popularidad; esto era así pues Jesús evitaba ir a Judea ya que los judíos le buscaban para matarle como vemos en (7:1) pero Jesús sabía que su tiempo no había llegado y evitaba enfrentarse a aquellos que pretendían quitarle la vida fuera del tiempo de Dios.

Después de todo lo que aconteció en Capernaum, mientras y luego de haber declarado que él era el Pan de Vida, Jesús se mantenía al margen del deseo popular, porque sabía lo que le venía. En esta porción veremos la reacción de sus hermanos por causa de su incredulidad, pues ellos también estaban en oscuridad espiritual y no habían aceptado la idea de que Jesús, a quién habían visto crecer junto a ellos, fuese el Mesías prometido.

Veamos lo que nos presenta el pasaje bajo el bosquejo siguiente: I) LA AMBICIÓN Y VANAGLORIA DE SUS HERMANOS

II) LA PRUDENCIA Y HUMILDAD DE JESÚS III) LA DECISIÓN FINAL DE JESÚS

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Iglesia de Convertidos a Cristo 2 Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla Evangelio de Juan Teniendo en cuenta estos puntos iniciemos nuestro estudio viendo:

I) LA AMBICIÓN Y VANAGLORIA DE SUS HERMANOS

(Jn. 7:1-5)

A. EL CONSEJO DE SUS HERMANOS

1. Como vemos en el inicio de este capítulo, el apóstol Juan declara: “7:1 Después de estas cosas, andaba Jesús en

Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.

7:2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los

tabernáculos; 7:3 y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y

vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.

7:4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace

algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.

7:5 Porque ni aun sus hermanos creían en él”. Notamos en

el pasaje que Jesús entendía que el momento de subir a Jerusalén, no había llegado.

2. De hecho, sus hermanos insistían en que Jesús fuese a Jerusalén con el propósito de hacerse famoso o de buscar gloria de hombres, lo cual mostraba que su deseo no era ver el plan del Señor. Podemos notar que, este consejo estaba fuera de contexto porque ya todos sus discípulos habían visto y aún ellos mismos habían sido testigos de las señales u obras de Jesús desde el inicio de su ministerio, como se nos narró en Juan 2:12.

3. Estos detalles que recoge el apóstol Juan nos enseñan cuán lejos estaban los hermanos de Jesús del propósito de Dios, éstos no estaban en una actitud de obediencia al Señor, ni mucho menos estaban en condiciones de aceptar la obra mesiánica que se operaba en Cristo. Por esto Jesús mismo le reprendió en Mateo 12:50 y Marcos 3:35. El consejo que ellos daban a Jesús mostraba lo que había en su corazón.

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Iglesia de Convertidos a Cristo 3 Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla Evangelio de Juan

B. EL PROPÓSITO DE SUS HERMANOS

1. El (v. 4) nos declara el argumento de sus hermanos al decirle: “7:4 Porque ninguno que procura darse a conocer

hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo”. Es evidente que el propósito en la mente de los

hermanos de Jesús era la ambición y la vanagloria. Ellos deseaban que su hermano obtuviera fama suficiente que le llenase a ellos de orgullo y gloria. Su corazón incrédulo estaba minado por el pecado de la vanagloria.

2. Los hermanos de Jesús entendían que los judíos de Jerusalén debían conocer lo que los galileos vieron hacer a su hermano, pero no para que esto trajera gloria a Dios, sino para ellos llevarse la gloria que por medio de la familia ellos tendrían. Estos entendían que en Jerusalén Jesús se haría más famoso y su fama llegaría más lejos. 3. Su propósito estaba divorciado del de Jesús. Entendían

que Jesús se quería hacer famoso; entendían que el mundo debía conocer sus manifestaciones gloriosas con las cuales lograría “más fama”. Ellos tal vez no sabían que ya Satanás había ofrecido esta gloria a Cristo, como vemos en Mateo 4:8 cuando le ofrece todos los reinos del mundo y la gloria de ellos.

C. LA INCREDULIDAD DE SUS HERMANOS

1. El texto mismo nos confiesa el por qué estos jóvenes actuaban de esta forma. La razón es expuesta por el mismo apóstol Juan cuando declara en el (v. 5): “7:5

Porque ni aun sus hermanos creían en él”. Los nombres de

ellos aparecen en Mateo 13:55: Jacobo, José, Simón y Judas, y también se destaca que por lo menos tenía dos hermanas.

2. Aunque sabemos que María fue siempre un modelo de fe como nos dice Lucas 1:38-45, es evidente que sus demás hijos se resistieron a recibir el mensaje de Dios hasta luego de la resurrección de Jesús y de su ascensión a los cielos como nos dice Hechos 1:14 donde se da a conocer que

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se contaban entre los creyentes. Es evidente que luego de la resurrección es cuando sus hermanos reciben la gracia que los lleva a convertirse a Cristo.

3. No obstante, lo que estos jóvenes habían aprendido de su padre José y de su madre María, la incredulidad fue un impedimento para ellos, por esto observamos la pugna en el seno familiar por lograr el prestigio y el honor que Jesús les privaba al quedarse rezagado en Galilea, cuando ellos sabían que en esta gran fiesta nacional Jesús podía estar haciendo lo que para ellos era la conquista de la popularidad y de la fama.

Pero veamos:

II) LA PRUDENCIA Y HUMILDAD DE JESÚS

(Jn. 7:6-8)

A. LA RESPUESTA DE JESÚS

1. En el (v. 6) Jesús mismo les declara: “7:6 Entonces Jesús les

dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo

siempre está presto”. Aunque vemos que las

insinuaciones de sus hermanos fueron tan bajas y carnales, Jesús decide responderle con toda la mansedumbre y humildad posible, virtud con que aconseja el apóstol Pablo en Gálatas 6:1 debemos utilizar los cristianos para ayudar a los que cometen alguna falta. 2. La respuesta mansa de Jesús lleva verdad y firmeza. Jesús

hace una diferencia entre su carácter manso y humilde y el carácter de agresivo y petulante de sus hermanos. Para ellos el tiempo de Dios no era su tiempo. Ellos solo pensaban en lo terrenal y obviaban lo celestial.

3. Con esta respuesta, Jesús nos enseña a ver la diferencia entre el testimonio de un creyente y el de un incrédulo en cuanto a esperar el momento de Dios para hacer lo que tenemos que hacer. Un cristiano no puede actuar bajo sus impulsos ni bajo sus propios deseos, pues como dice la Escritura, una cosa es lo que piensa el hombre y otra la que piensa Dios como nos revela Isaías 55:7, 8.

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B. CONTENIDO DE LA RESPUESTA DE JESÚS

1. La respuesta de Jesús es digna de un profundo análisis. En los versículos 6 y 7 vemos dos expresiones con contraste marcado, con las cuales Jesús enfrenta a sus hermanos y les enseña a conocer que su tiempo no es el tiempo de Dios.

2. La primera expresión de contraste es: “7:6 Entonces Jesús

les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro

tiempo siempre está presto”. Con esta declaración se

evidencia que el incrédulo anda sin propósito y sin sentido en la vida, son dominados por su “Yo” y guiados por sus instintos carnales: “Me gusta… lo hago…” Al mismo tiempo deja claro que el hombre espiritual es guiado por Dios y espera su señal para actuar y todo lo hace en el tiempo de Dios y no en su tiempo (Jn. 2:4; 7:6)

3. La segunda expresión de contraste es ésta: “7:7 No puede

el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas”.

Notemos lo que nos dice:

Isaías 5:20 – “5:20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y

a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”

Juan 15:18-19 – “15:18 Si el mundo os aborrece, sabed que

a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.

15:19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero

porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

1 Juan 4:5-6 – “4:5 Ellos son del mundo; por eso hablan del

mundo, y el mundo los oye.

4:6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos

oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”.

Ahora Jesús agrega: “7:8 Subid vosotros a la fiesta; yo no

subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha

cumplido”. Jesús humildemente reconoció que no podía

hacer lo que le viniera en gana, pues él estaba sujeto al Padre.

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III) LA DECISIÓN FINAL DE JESÚS

(Jn. 7:9-13)

A. JESÚS ESPERÓ EL MOMENTO ADECUADO PARA ACTUAR

1. Todo tiene su tiempo; recordemos que Jesús no dijo “No iré”, sino “Yo no subo todavía porque mi tiempo aún no se ha cumplido”. Él no estaba diciendo que no iría a Jerusalén a participar de esta fiesta, pues de hecho él como judío estaba sujeto a la ley y había asistido desde su infancia a todas las fiestas celebradas en Jerusalén, más él sabía que el momento de entrar a Jerusalén, después de lo que quisieron hacer con él en la multiplicación de los peces y los panes, no era prudente.

2. Él declaró que iría, pero no en el tiempo de sus hermanos, sino en el tiempo de Dios, haciéndoles saber a ellos que lo que él hacía, lo hacía bajo la voluntad expresa de su Padre que estaba en los cielos. El tiempo de su obra en la tierra no había llegado a su fin y él sabía que, si subía a Jerusalén a destiempo, dañaría la obra de Dios.

3. Por esta causa el apóstol Juan dice en los (vv. 9-10): “7:9 Y

habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.

7:10 Pero después que sus hermanos habían subido,

entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto”. Es bueno destacar aquí que a

Jesús mismo no le convenía, sabiendo que sus hermanos eran todavía incrédulos, subir con ellos a la fiesta, pues en su imprudencia, ellos podían actuar en contra de los designios del Padre.

B. JESÚS ENTRÓ A JERUSALÉN EN LA FORMA ADECUADA

1. Jesús muestra aquí que no solo subía en un tiempo diferente al de sus hermanos, sino de forma diferente; sus hermanos buscaban fama, pero él buscaba hacer la voluntad de Dios. Notemos “7:10b subió a la fiesta, no

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2. Es evidente que, esta actitud de Jesús obedecía al cuido que él tenía que observar con respecto a lo que ahora el pueblo judío pretendía de él. Unos deseaban hacerlo rey y otro procuraban matarlo. Ninguno de ambos bandos, deseaba hacer la voluntad de Dios.

3. Con el propósito de que la obra que Dios le había encomendado no fracasara, sino que se hiciera de la manera en que se había diseñado, Jesús sabía que no podía aceptar ser rey terrenal y por otro lado no podía morir en la fiesta de los Tabernáculos, sino en la de la Pascua donde él cumpliría con su misión de ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como declaró Juan el Bautista. Es bueno notar aquí la diferencia de actitud en la forma de entrar en Jerusalén en esta fiesta de los tabernáculos y en la Pascua siguiente. Comparemos Juan 7:10 con 12:12.

C. JESÚS NOS DEJÓ UNA GRAN ENSEÑANZA

1. Jesús sabía que, durante todo el año de popularidad, los judíos le buscaban para matarle (5:15 y 7:5) pero también sabía que había gente que necesitaba oír de su enseñanza y necesitaba ver las señales que hacía para que reconocieran que él era el Hijo de Dios.

2. Con este propósito en mente, Jesús provocó con su actitud que, la gente se interesara aún más en él y vemos cómo estaban todos buscándole para que les diera algo diferente a lo que le ofrecían los religiosos judíos. Notemos como dice el verso 11: “7:11 Y le buscaban los judíos en la

fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél?”

3. El texto concluye diciendo: “7:12 Y había gran murmullo

acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo.

7:13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo

a los judíos. La enseñanza de Jesús frente a estos dos

bandos estuvo en dejarnos ver que siempre habrá quienes le crean y le consideren como el Hijo de Dios y habrá los que siempre le rechacen y le consideren como

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un engañador, pero lo importante es que él hiciera la obra de Dios, pues por su Espíritu Santo, él daría salvación a todos los predestinados.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

En esta ocasión debemos entender que para Dios no hay casualidades y que su obra va a ser hecha bajo sus propios designios y bajo su propia programación, pues no hay nada que sea por casualidad, Dios tiene todo previsto y programado, por eso es un Dios que predestina y que elige conforme a su santa y soberana voluntad. Es pues necesario que todos nosotros entendamos, que lo mejor que podemos hacer es imitar a Jesús y disponernos a andar en el tiempo de Dios.