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V3IIPOT
Esta obraes propiedad de suautor,y nadie podrá,
sinsu permiso, reimprimirla ni representarla en Es-paña y sus posesionesde Ultramar, ni enlos países con loscualeshayacelebradosó se celebren en ade-lantetratados internacionalesde propiedadliteraria.
El autorsereservaelderecho de traducción.
Loscomisionados de la Administración
Lírico-dra-mática de
DON EDUARDO
HIDALGO, sonlosencar-gados exclusivamentedeconcederónegarelpermiso
de representaciónydelcobrode los derechos de
pro-piedad.
ÜN
LIBRO
VIEJO
COMEDIA EN TRES
ACTOS, ENPROSA
ORIGINALDE
DON
JOSÉ
FELIU
Y
CODINA
Estrenada con extraordinario aplauso en el TEATRO DE LA COMEDIA
la noche del 47 de Octubre de 4891
MADRID
R.
VELASCO, IMPRESOR,
RUBIO,20
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
EULALIA
Srta.D.aCarmenCobeña.ÁNGELES
Sra. D.aSolíaAlverá.CARMEN
» » Rafaela García.FELISA
Srta.D.aMaríaCancio.ANDREA
» » Adela Molina.DON
EUGENIO
Sr. D. Antonio Vico.DON
GERMÁN
» » Emilio Thuiller.EL
MARQUÉS
» » JoséMontenegro.MISTER
BEEDERS
(l) » » JuanBalaguer.MUÑOZ
» » Federico Tamayo.DON
LAMBERTO
» » Francisco Urquijo.JUAM LÓPEZ
» j> JavierMendiguchía.VALENTÍN
« » AlbertoMorales.Acción contemporánea, en Madrid
Derecha éizquierda, las del actor
ACTO PRIMERO
Salónbiblioteca, artísticoylujoso, en casa de donEugenio.-»-A lo
largo delasparedesunaestantería corrida, de nogal, con
dife-rentes altos,todaocupada porlibros ylegajosque acusenla
de-bidaclasificación pormedio de tarjetones ó etiquetas.—
A
laiz-quierdadelfondo,puertaconmamparavestidadebaquetaópaño rojo, y guarnecida de clavos deacero. Esta puerta,quees ancha,
dapaso áunsaloncillo también Heno de libros.—
A
la derecha del fondo, unaventanaqueda aljardín.—Ala izquierda, tercertérmino, puertaque conduce alinterior de la casa.—Enprimer término delmismo lado, chimenea.—Delantedeellase forma un
estrado que señalaunaalfombra sobrepuesta á la quecubre el
suelode todoelsalón,yagrupados convenientementevarios
sillo-nesysillasde lujo.—
A
laderechaunagranmesa escritorio car-gadadelibros, papelesypergaminos. Un sillónácada lado dela mesa. Sobre lamisma unpupitre doble,que caeáambos lados.—
En el centro delaestantería una vitrina llenadelibros viejos yraros.--Unamesita veladoren elcentrodelaescena.—
Bronces, cerámica, cuadros y otrosobjetos de arteantiguo adornan los huecosdelsalón ydel saloncillo. Este tiene una lámpara pen-dientedeltecho.—Sillasy taburetes de despacho, colgaduras.Ha anochecido.—Sobrelamesaescritorioardeun velón degran
ta-maño y con pantalla.—En la chimenea dos candelabros.—Enel
reladoruna lámpara.—Enelsaloncillo lalámparacolgante.
_
6—
ESCENA PRIMERA
DON
EUGENIO,GERMÁN
y EULALIA. -El primero, sentado junto álamesaescritorio en el sillón demás al centro, conpergaminosylibros abiertos delantedesí; dictaáGermán, que escribe sentado
al otro lado.Eulaliabordaenunpequeño bastidor,junto á la
chi-menea
Eug. (Dictando.)«Esa que
hemos
descrito, fuéla viejay
principalciudad delasierraandalu-za,
manida y
fortaleza de árabes, rivaldeGranada y
porGranada
finalmenteven-cida.»
Ger. Vencida.
EüG. (Despuésde pararse áreflexionar.)
VamOS
áVer... (Cogeel papeldondeescribo Germán, ylo lee atenta-mente.) Sí, señor. Déjelo usted así. (vuelve á colocarel papel delante deGermán.)Esa
es laVer-dad, la historia,elEvangelio.
Ger.
Según
los árabes.Eug.
Y
segúnlaconcienciadeeste cristiano viejo. (Dicta.) «Sus moradores la abandonaron,atraídosporla belleza
y
comodidad
deGra-nada, elaño...»(cesa dedictar.) ¡Ea! la
indeci-sión de siempre. Pero,hombre,¡qué
no haya
podido sacaren limpio la dichosafecha!...
Creí
que
en el Escorial la descubriría;he
revueltoaquellabiblioteca,
y
¡nada! regresotan ignorante
como
me
marché. Paraesohe
tenidoá
mi
pobremujer
allíconmigo,fasti-diándose
más
demes
y
medio.Ger.
Dos
meses.Eul.
Y
algunosdías.Eug.
En
fin,ahílodejamos.Ger. ¿Quiere ustedque yo registre?...
Eug. No; loharéyo con calma, con
muchísima
calma, (se levanta.)Usted, ocúpese, mientras,enotra cosa.
Ger. Usted
me
dirá.Eug. Cojalascuartillasdelcapítulodelospoetas
.
—
Eug. Bueno.
¿Y
la poesía que nos faltabatra-ducir?
GER. (Sacandounpapel delpupitre.)Véala USted.
Con
ella
he
entretenido eltiempo delaausenciadeustedes.
Eug. (Leyendoel papel.)Perfectamente; es
una
ver-siónfiel
y
primorosa. ¡Cuando digoqueus-ted
ha
nacidomás
para trovador que paraanticuario!...
Ger. ¿Quiere usted poner la equivalencia
espa-ñola debajodel texto árabe?
Eug.
Ya
sabeusted.Ger. Entonces, ¿se serviráusteddictarme?
Eug. [Quél ¡Si yo
voy
á alcanzarlibrosy
legajos,á versi pesco esa fecha! Pero ahí está
mi
mujer.(LlegándoseáEulalia.)Eulalia, hija mía...
Eul. ¿Sesolicita
mi
colaboración?Eug.
Ya
ves... ¡Esos capítulosme
corren tantaprisa!...
Quedé
en leérselos esta noche ánuestrosamigos. Dispensa.
EUL. (Levantándose.)
Voy
allá.Eug. ¡Qué condescendiente eres,
y
qué
buena!Con
este secretario, digno de haberlo sido delRey
Sabio,y
contigo,que nossocorresenlos apuros, ¡cómo
no há
desalirmi
obrauna
maravilla!
Ger. Gracias, porelsecretario del
Rey
Sabio.EuG. (Conduciendo áEulalia, haciala.mesaescritorio.)
Te
interesará.Es
un
hermoso
canto delpoeta Assid, vertido al castellano poreste
otropoeta. (Daelpapel áEulalia, quese sienta en
el sillónque hadejado él.)
Eul.
¿Y
tútevas?Eug. ¡Oh, hija mía!
Yo
atiendo á cosa demayor
empeño.
(Dirígeseálaestantería del fondo.)Ger. (aEulalia.)¿Dictausted?
Eul. (Dictando.)«
Yo
heredélasangredelosUsras.» (Germán escribe; don Eugenioentre tanto buscayal-canzalibrosdelosanaqueles,prosiguiendo parasí, el
monólogo que empieza.)
Eug.
A
ver sipongo
yo enclaro...Eul. (Dictando aGermán.) «Aquellos del Desierto.»
Eug.
Veremos
si enmi
obraha
de haber cosaEul. (lo mismo.)
«La
tribu de los quemorían
amando.»
Eug. ¡Punto
más
dificultosoy
más
oscuro!...(pa-sandoal saloncillo, de cuyos estantes siguecogiendo
libros. Desaparece un instante, suponiéndose que con-tinúabuscandoen losestantes demás adeatro; sigúe-seleoyendo, quemurmura su monólogo.) ¡Mire US-tedl... ¡Unafecha!Pero loquees ahora...
yo
lereveloá laciencia ese secreto. ¡Vayasi se lo revelo!
Eul. (aidesaparecerdonEugenio.)
Germán,
esnece-sario
que
hablemos. Ger.¿Cuándo?
Eul.
Hoy
mismo.
No
te vayas.Ger. ¿Ocurrealgo?...
Eul. Estoyaterrada. Silencio.
Ger. Pero,¿quésucede?
EuL. ¡Calla! (Germán vuelve áescribir.)
EuG. (Apareciendocargadodevolúmenes.)
Vengan
acámoros y
cristianosá desvanecer la tenebro-sa duda. (Dejalos librosoobreuntaburete contiguo álamesa escritorio.)ESCENA
IIDICHOS, ANDREA,por la izquierda
And.
La
señora deAlpedrete.EüL. (Levantándose y soltandoel papel.) ¡Ay!...
¿Ha
Ve-nido Angeles?
Eug.
Eso
es;anda y
deteníapor allá dentro.No
venga aquí áestorbar,
como
de costumbre.(Eulaliase va porlaizquierdaseguidadeAndrea.)
GER.
Yo
iré Copiando. (Recogiendo el papelque hasol-tado Eulalia.)
Eug. Despacio,¿eh?...
Muy
despacio.Que
eso noesfantasear,
amigo
poeta.Ger.
No
olvido que estamos haciendo historia.(sigueescribiendo; don Eugenio se sienta á la dere-cha yempieza á consultarlos tomos que ha traído.)
Eug. '
—
y—
ESCENA
IIIDON
EUGENIO, GERMÁN, ANGELESy EULALIAAng. Bueno, hija... ¡pero si vengohelada!
Ya
me
callaré.
Buenas
noches.Eug. (Ya sabíayo que de esta
no
noslibrába-mos.)
Muy
buenas. (Sinlevantar los ojos delli-broé incorporándose ligeramente.)
GeR.
A
los pies de USted. (Tambiénsin levantarlosojos.)
Ang.
¿Conque
yahan
vuelto ustedes de suEsco-rial?
Eul. (Moderando la voz.) Sí;esta
mañana.
Siéntateaquí. (Tomanasientoá laizquierda.)
Ang.
No, sime
voy,me
voy.No
subomás
que porun
momento.
Perodéjame
entrar encalor; estoy arrecida.
¡Como no
tieneslum-bre entu gabinete!.
EuG. ¡Chist!.. (Sinlevantarlacabeza.)
Eul. Mujer, bajalavoz.
Ang. ¡Ay,cuidado que... ni enmisa! Pues vengo paradecirte
que no
salgas esta noche.Eul.
No
salía.Ang.
Acordamos
con lamarquesa
y
con Felisareunimos
aquí, porquehay
que resolvereso del abono...
Eug. ¡Chist!..
Ang.
¡Jesús! ¿Todavíamás
bajo?¿Cuálesen estacasa el diapasónnormal?
Eul.
¿No
ves queestán trabajando?Ang.
Don
Eugenio:ustedme
perdone laexpre-sión,pero
no
he vistogentuzamás
inhospi-talaria queustedes los sabios.
Eug. ¿Inhospitalaria?
No
diráusted eso por mí.(cierra el libro de golpeyse levanta.) VamOS...
aunque
sólosea paradejarla á usted mal:3^a
puede
usted hablary
cantary
llenarmeel estudio depajaritas.
Ang.
Sobre que esacto de caridad sacarlesáus-tedesde ese in pace de
mamotretos
en el—
10-Eug.
Cada
beato tienesu devoción.Ang.
Pase enustedes, los viejos; pero, vamos...¿no es
un
dolor veráun
pollocomo
Ger-mán,
un muchacho
enlaflor de suvida,y
que
ya lehayan
ustedes metido á sabio?Ger. ¡Oh!
Yo
no
soysabio, señora,desgraciada-mente. (Levantándose.")
Ang.
A
lomenos
lo premedita usted. Lástima,hijo, porqueesusted
muy
guapo...Ger. Señora...
Ang.
No; si esono
vaá ser duradero. Pronto sele
pondrá
áustedun
bustocomo
eldeuna
moneda
de Vespasiano.Ger. ¡Quéhorror!
Yo
me
adobaré conveloutiney
y
agua divina.Eug.
No
lehaga
usted caso.Ang.
¡Si esloquesucede!Todos
acaban porpa-recerseálos ochavos viejos. Así que
una
constantementeseimagina
vivir enmedio
deun
monetariosuelto.Eug.
Vamos,
que viene ustedhoy
empecatada. Eul. Siempre.En
cogiendo esta la hebra porahí...
Ang.
No
sea usted sabio, joven inocente. Mireustedquese lodice
una
sabia; porqueyo
soysabia, sí, señor,paramal
demis
peca-dos. Aquí,
donde
ustedme
ve, yo estoyen-teradadeloque sonmonedas... consulares
y
monedas... ibéricas... en fin, toda esa
me-tralla que
no
corre.Eug.
Cuyo
valorno
sabe ustedapreciar.Ang.
Calle usted, cristiano. ¡Si las encuentranustedes enterradas! ¡Conque...
cuando
lasenterrabanlosantiguos!..
A
ver sienterra-mos
nosotroslos duros... ni los perros chi-cos!...Eul. ¡Qué Angeles esta!
Ger. ¡Hablarasí la esposa del doctor Alpedrete,
un
numismático
éhistoriador tan ilustre!..Eug. ¡Tan
admirado
de todo elmundo!
Ang.
Menos
de mí, queestoy conélenuna
gue-rracontinua. Pero ¡anda! que por
más
que
lesermoneo,
no
renunciaáesasexcursiones¡Valiente sabio,que
no
sabe estarse quieto!Ger.
¿Y
qué
esahora deél?¿Ya ha
regresado?Ang.
Regresóde Simancas; peromarchóse
ense-guida alEscorial.
Eul. Sí, allí le vimos.
Ang.
Y
regresó del Escorial; pero al instantevolvió á
tomar
carrera, y, por el presente,le
tenemos
en el archivo de Alcalá,trase-gando
protocolos.No
séqué
caramilloanda
ahora buscándolealsecretario deFelipeII.Ya
ve usted qué cuidadoledará al otro.Eul. Bueno,
y
¿á quévenías?Ang.
Tienes razón. Siestamos todas con laca-bezaá las once,
como
ustedes. Puesven-drán estanoche
Carmen
y
Felisa.Eug.
Aguardo
á sus maridos.Ang.
Ustedes tratarán de sus antiguallas.El
asunto nuestro es de historiacontemporá-nea: á versi nos
quedamos
con ese palcoque dejan losde Martínez.
,Eug.
Ya
suponía yoque
no
las juntaba ustedpara
ninguna
novena.Ger. Parece quelas señoras de los sabios
no
seaburrentodo loqueusted dice.
Eug. ¡Claro! ¿Para qué preside ella la comisión defestejos?
Ang.
¡Lástima fuera!¿Habíamos
de morirnosconfinadas entre cacharros
y
libros viejos?Nosotras en casa,
y
ustedes depicospardosporlos archivos
y
bibliotecas. (Levantándose.)Pero, bastantehe interrumpido.
Eug. Gracias que se loavisa elcorazón.
Ang.
He
de llegarme á casade losdeNanclares.Ya
saben ustedes lo que pasa allí.Voy
áver sicontengo á aquel
marido
desbordado.Eug.
No
hay
queentrometerseen estas cosas.Ang.
¡Siloquieretodo! Divorcio, querellacrimi-nal... el escándalo completo...
Aún
quisoDios que pudiéramosdesconcertarel due]o
e_
Eug.
Muy
mal
hecho.x
^
Ang.
¡Jesús,doctor!-e
^
a Eug. Esosoficios deustedesy
esascomjS^
sonlas que nos echanáperderla;
j
n
¿¿¿Lg-
12—
porque sin castigo
no hay
ejemplo. ¿Escosa de risa
una
fidelidad que se rompe,una
honraquesepierde?Esas sonmateriasde drama;
y
haciéndose de ellas tantoaco-pio por ahí, ¿cuántos
dramas
seven?Algu-no
de tarde en tarde. Losdemás
casos...como
llevanacompañamiento
de amigasy
de
hombres
buenos, sequedan
en comedia. Alta comedia, si usted quiere, con algunaque
otra escena brava...no
muy
brava...llovizna de lágrimas
y
cóleras sin pistón,que
duranlos tresactos consabidos. Luego,el desenlace apacibledel abrazo, el olvido, la bendición
y
elaplauso. ¡No, señor!¿Han
rototu felicidad?
A
la calle los pedazos,y
que lasgentesapedreen con ellosá los cul-pables.
Ang.
¡Ay, doctor! ¡Cuántos títeres andarían sincabeza!
Eug.
En
fin, yo discurro con la ferocidad delhombre
dichoso,y
cadamaestrillo tienesulibrillo.
Vaya
ustedcon elsuyoá convertiren saínete el
drama
de casa de Nanclares.Ang.
Ya
se ve quevoy;y vuelvo al instante.Eul.
Te
esperamos.ANG.
Que
no
Semarchen
esas.(Encarándosecon donEugenio.)
Y
tenemos
mucho
que hablar...Conque no
nos haga usted ¡chist!.. nidis-ponga
elpaño
paratenderlo en elpulpito,porque
no
nos callaremos.Eug.
Eso
síque
no.Tenemos
lectura...ANG.
Que
no nOScallaremos.(Vase porelfondo, acom-pañadaporEulalia.)ESCENA
IV
DON
EUGENIO, GERMÁN, ápocoEULALIA"^VG.
Ya
no
piense usted enseguir trabajando.Eug. ¿Por qué?
Ang.
¿No
haoído usted la invasión de mujeresque
nosaguarda?(Volviendo á entrar.) ¡Qué graciosa Se
pone
Ger.
Es
tremenda. ¡Y quécosas dice!Eug.
¿A
queno
diceesas cosasmi
mujercita?Eul. ¡Ay, yo no!
Eug. Porque su
marido
no
pertenece á la banda-da de esas eminencias torcaces.Cuando
concluya nuestra obra... nuestra, porque es
tuya
y
mía... Puescuando
la concluya,voy
á descansar.
Eul. Sí; que bien tehace falta
Eug.
Echo
lallavealestudioy
á labiblioteca,y
nos salimos por el
mundo
declarados enhuelga. ¡Aviajar!
Eul. ¿Sí?¿Viajaremos?
Eug. ¡Aja! ¿Ves
cómo
ya se tealegran los ojos?Un
viajemuy
largo,á todaspartes... á don-de nos déla gana; viendo cuantohaya que
very paseando
ufanamente
nuestra gloria.¿Lo
has oido?Nuestra gloria. Porque, ¡sihe
acertado, si sale lo que yo aquí tengo
con-cebido!...(Dándose palmadas en lafrente.)
Ger.
Ya
sevé que sí.Dará
ustedalmundo
una
obraadmirable.
Eug. ' El pensamiento de
mi
vida; la piedra enque
dejaré escritomi
nombre, (aEulalia.)Tú
no
sabeslaempresa
de loco en queme
he
.metido.
Eul. Porloqueá
mí
seme
alcanza...Eug. «Reconstruccióngeográfica éhistórica dela
España
árabe.» ¿Será osadía lade estevie-jo?... ¡Pues, sí, señor, la tengo! Alláirá
mi
libro, vertiendoluzdelmediodía, luz
espa-ñola, sobre oscuridades quehastaahora
na-die
pudo
iluminar. Porque... mira; yo lesdigo á mis españoles:
—
Vamos
áver; ¿quésabenustedesde aquel pueblo que nosdejó
su sangre,
y
su ciencia,y
sumúsica,y
susversos...
y
sus mujeres...y
sus pecados?¡Bueno! conocenustedes sus batallas
y
con-quistas, las riquezas de los alcázares, las
fiestas enBibarrambla...
y
todo eso, áme-dias. Pues iaquí está
un
valiente queha
husmeado
portodoslos escondrijos, queha
rascadoelherrín detodaslas monedas,
que
_
i4—
sospechas,
y
entrega á ustedes laEspaña
mora, restauradapueblo por pueblo
y
calle-juela por callejuela.
Y
les presento, hijamía, lespresento á
mis
españoles, aquellamuchedumbre
de emires,jequesy
alfaquíesque
anduvieron pornuestratierra cobrandotributos y repartiendo la justicia
menuda.
Pasan por
mi
libroaladeshilada,envueltosen susalquiceles, y el lectorlessigue
con-migo, y luego
conmigo
entraensuscasas. .¡en suscasas! ásorprender los misteriosde
aquella vida desconocida, áoirlas bachille-rías delahistorianarradas por el
agua
so-nora depilas
y
atarjeas, porlamúsica
deguitarras
y
salterios,porelrun-rundeltelary
del torno... ¡Oh, silohelogrado!...¡silohelogrado,Eulalia mía,voyállenarte estacasa
de laureles,
y
elcorazón desoberbias,y
lavida de caricias!
Eul. ¡Sí, sí! Alcanzarás esetriunfo
que
esperas.Eug. Pero
aún quedan
leguas demal
andar, ¡Aver, áver! yo
no
pierdouna
hora; trabajaréen
mi
chiribitil; huiré de este sitio,que esun
hervidero. ¡Valentín! (Tocaunbotón.)ESCENA
V
DICHOS; VALENTÍN por el fondo
Eug. Mira, Valentín;coge estoslibros...
y
estos...(cargándole de volúmenes ylegajos.)VaniOSá
tras-ladarlos alpabellón del jardín, (cargaél con
otros libros.)
Desde mañana,
allíme
instalo. (a Eulalia.)Que
tengo impaciencia, delirioporqueveas loque he sido capaz de hacer
al
amor
y amparo
detucompañía, (vaseconValentín, porla derechadel saloncito.)
ESCENA
VI
EULALIA,
GERMÁN
Ger.
¿Qué
quieres,Eulalia?¿quésucede?—
45Ger. ¡Esa estuprimerapalabradespués de
una
ausencia!...Eul.
Es
queya
seacabó laclicbaparanosotros; si dicha era aquel sobresalto constante enque
hemos
vivido.Ge.i.
¿Qué
dices?...EuL. (Conduciéndole al fondo y enseñándole la vitrina.)
Mira. Nuestrolibro
ha
desaparecido.Ger. ¡Qué! ¡eldenuestras cartas! (se dirige ai
escri-torio y sacadel pupitre un xnanojitodellaves; con
unade ellasabre precipitadamente la vitrina.)
Eul.
No
lobusques; séque
no
está.Lo
hebusca-do yo,
tomo
por tomo. ¡No está!Ger. ¡No está! (Después de buscar.)
Eul
Y
ellibrotenía dentrouna
carta mía.Ger. ¡Nos
han
sorprendido!Eul.
Yo
no
sé loqueha
pasado.Te
escribí lanoche
antes demarcharme
conEugenio
alEscorial.
No
habíamos
podidohablarnos, túqueríasirá
verme y yo
terogaba,teimpo-nía que
no
fueras. Tarde ya de la noche, vineaquí; dejélacartaentre las hojas dellibro,
y
me
alejésegura de que nadieme
habíaobservado.Ger.
¿Y cómo
no
hallé sobre estamesa
laseña de costumbre, pararecogerlacarta?Eul.
No
lleguéá ponerla. Escucha.A
lamañana
siguiente, quiseañadir á
mi
billete algunaspalabras:
una
súplicamás
para queno
fue-rasá
comprometer
nuestro secreto. Madru-guémucho,
entréy
fui á sacar el billete.¡Qué espanto el mío,
Germán!
¡Aquellibroya no
estabaallí!Ger. ¡Y partiste sin habérmeloadvertido!
Eul.
Fué
imposible; á lospocosmomentos
sali-mos
de Madrid. Escribírtelo,más
imposibleaún.
Era
otra carta; era ponernos en otro azar.Ger. ¡Quéextraño suceso!
Eul. Lleno de sospecha y de amenaza, ¿no es verdad?...
¿Qué
piensas tú?Has
de investi-gar, has dedescubrir...Ger. ¡Oh,sí!
Yo
iré alencuentrodelpeligro...-
16—
mi
carta... ¿Esnii marido?Muerta
elalma
de miedo,ni á
una
pregunta, ni áuna
indi-caciónhe sabido atreverme.
Dos meses he
pasado queriendo sorprender en él
una
se-ñal deenojo ó depena.
Acabas
de verlo; siese
hombre
conoce elultraje que lehemos
hecho, su disimulo es tan hábil que hace
temblar.
Ger.
¿Y
si élno
fuese quien hubiera sacado ellibro?
Eul. ¿Quiénsería entonces?
Ger. El
tomo
deque nos servíamos eraun
viejoejemplar, cuyo valor consistía en surareza;
igual que sucede conlos otros quetu
mari-do guardatras deaquelloscristales. Nadie
abre esos libros para consultarlos; su solo
uso estáen lavanagloriadeposeerlos,
y
poresta razón elegí
uno
de ellosparaescondrijoseguro denuestras cartas. Si
no
es tumari-do
elqueloha
quitado desutablero... enese caso, debehaber sido alguno que
cono-cía el valor delejemplar,
y que
loha
sus-traído para venderloó paraguardarlo. Si es
así... Dios sabe por
dónde
el libroanda
áestas horas ó en
qué
biblioteca está yase-pultado.
Eul. ¡Y allácon élcorre ó
duerme mi
billete!Geí<.
¿Tú no
lo firmaste?Eul. Pero,¿y
mi
letra,y
tu nombre?...Ger. ¡Lopusiste!... ¡Qué imprudencia!
Eul.
Toda
la denuestra locura.¿Qué
más
im-prudencia que escribirnos?
Ger.
Es
verdad.Eul.
Además,
cada palabra de las quete dirigía esun
indicio. Si esepapel aparece, él será nuestra denuncia.Ger. No; tranquilízate; yolodescubriré.
Todo
mi
ahincose consagra desde ahoraárastrearel
paradero deeselibro,
y
como
seaciertami
presunción de quealguienlo
ha
hurtado...Eul.
¿Y
sies él... ¡él! quienlo tiene... quienloha
abierto?...Ger. Entonces, Eulalia... dijiste bien; estamos
—
Eul. Nosotros... sería justo; pero ese
hombre
también
lo está. ¡Esehombre
que
cree enmí, quesentirá
envenenada
suvejeztran-quila
y
sonriente!...Ger. ¡Oh,
no
temas!Lo
evitaremos.Eul. Sí,sí;
no
pensemos
ya en nosotros, ni ennuestraimpunidad, ni en nuestralocura....
Todo
el esfuerzo...todami
vida,todalatu-ya
porsalvar aquelcorazón del desengaño quelemataría. ¡Silencio!ESCENA
VE
DICHOS,
DON
EUGENIO, por la derecha del saloncillo, ápocoVALENTÍN, porel fondo
Eug.
¿Ha
seguido ustedmi
consejo?Muy
bien.¡Sienllegandoesta hora, aquí
no
sedaplu-mada
buena!Eul.
Y
menos
hoy,que
con motivo de nuestrallegada...
Ger.
Además,
tengoquesalir.Me
he acordado decierto asunto...
Eug.
Vamos;
lehuye
usted á la lectura.Ger. No; si
doy
enseguidalavuelta, (saleValentínllevandounatarjetaenuna bandeja.)
Eug.
¿Qué
hay?Val. Estecaballero pregunta porel señor.
Eug.
(Leyendola tarjeta.)«Edward
Beeders.» ¡MisterBeedersen Madrid!
Que
pase, (vase Valentín.)Eul.
¿Un
extranjero?Eug.
Escocés.Gran
coleccionador deantigüeda-des.
Un
dichoso mortal queha
podidogas-tarsequince millonesen
un
museo. EUL.Te
dejo COn él.(Vaseporla izquierda.)Ger.
También
yo...Eug. Deténgase
un
instante: quieroque
conozca usted ámi
visita.—
18—
ESCENA
VIIIDON
EUGENIO, GERMÁN, VALENTÍNy MISTER BEEDERS.lentínintroduce áesteúltimoyse retira
Va-Eug.
MlSTER
Bug.
•MlSTER
Eug.
Ger.MlSTER
Ger.Eug.
Ger.Mister
Eug. Ger. Eug.Mister
Ger.Eug.
Mister
Eug.(Corriendo al encuentro de Mister Beeders.) ¡AnilgO
mío!
Buenas
noches, señor.Adelante. (Mister Beeders y Germán se saludan,
don Eugenio les presenta.)
Mi
Secretario por amistady
por gracia;don
Germán
deVi-vanco, hijosegundo del baróndel
Almude-30.
Muy
amante
delascostumbres de Ingla-terra,endonde
seha
educado.¡Oh!...
Mister
Edward
Beeders,granmagnate
delabibliografía
y
de lanumismática.Entre cuyos envidiosos
me
cuento desdehoy. (Sedanla mano.)
Usted debe contar entre
mis
amigos, señor.Yo
conozcoásu padredeusted,(siéntanse.)¿Ha
estado usted enSevilla?En
todas partes de España.Biensele echa dever.
¡Oh,
muchas
gracias! Usted, de estemodo,
haber hechouna
granconquista,doctor;por-que
no
escosa acostumbradaveráun
galán jovenmetido enelestudiodeun
anticuario. Eso... ¡Qué diantre! ¿se lo decimos todo áMister Beeders?
¿Qué
le quiere usted decir?Pues... para
que
la presentación sea com-pleta. Estemozo
queusted veaquí,no
esun
anticuario,mi
queridoamigo, nitiene fustedetal.
¡Ah!...
¡Bravo!
¿Opina
ustedqueno
aprovecho?...Es
un
poeta.Un
poeta con todo elcampa-nariotocando á vuelo.
¡Oh, cuántoruido!
Aquí
está auxiliándome eficazmente en laconclusión de
mi
libro,peronileimportael libro,nila ciencia...Ger.
No
digaustedeso,don
Eugenio...Eug. Nada, nada;laverdad. Elseencuentraaquí
gustoso
y
embelesado, ¿sabeustedpor qué?Porquele tengo entre moros, departiendo con zegríesy abencerrajes,
y
paseando alcá-zaresy
mezquitas.Ger.
Lo
que yo busco esuna
carrera.Míster
¡Usted!... ¡un Almudejo!Ger.
Segundón y
nomuy
bien avenido conmis
parientes.Y
á falta de quietudy
estanciasolariega,
me
salí á'pedírselasálasuertey
álaaventura.
Yo
tengomis
ambiciones...Eug.
Todas
enverso.Ger.
Y
mis esperanzas...Eug.
Todas
enmúsica.Ger.
Y
ahí tiene usted.Eug. ¡Pero
vengamos
á la grata reaparición deusted enEspaña!... Bien venido poracá.
Y
emplazo á usted para las lecturas de
mi
obra,que
mañana mismo
empiezoádar álaimprenta. Esta
noche
leemos el prólogoy
los dos primeros capítulos.
Míster
¿Y
qué obraestáusted escribiendo? (Mirando lascarpetas.) ¡Ahí Usted está reconstruyendola
España
árabe. ¡Oh! ¡yono
puedo
faltar!¿A
qué hora?Eug. Dentro de
un
rato...A
las diez.Míster
Yo
tendré tiempo de salir y de volver áentrar.
Eug. ¡Y
cómo
bendigola coyuntura felizque
me
trae
un
consultor de tanta estima!... ¡Quiénpodía sospechar!...
Ya
sonmuchos
años que yono
veníanin-guna
vez.Vivirá usted cautivo de las delicias de su
Míster
Ger. Eug. Ger. Eug. Ger. Míster museo.Aquel
museo
de Glasgow, admiración delmundo
arqueólogo.¡Laspreciosidades que contendrá!
¡Figúreseusted!...
La
primera colección deejemplaresúnicos, del
mundo.
¡hjemplares únicos!
Sí,señor.
Yo
hegastadomuchísimo
dinero,—
20—
chifladura,
como
dicenustedes.Es
un
orgullodecir: de este libro
que
seimprimió
hacecuatrosiglos, se
han
perdidotodoslosejem-plares,
menos
sólo uno,y
este sólouno
lotengo yo.
Eug.
En
lasalmonedas no hay
quiense leponga
delante. Confiesomi
pecado,perome
muero
de envidia, yo, coleccionadordetresal
cuar-to, viendolasesplendidecesdeeste
hombre.
Ger. (Levantándose.)He
tenido elmayor
gusto...Mister
Adiós, señor.Yo
deseo que usted consigaponer enprosa sus ambiciones,(vase Germán.)
ESCENA
IX
DON
EUGENIO yMISTER BEEDERSMister
(volviendo asentarse.)Y
bien, doctor...ustedesenvidiosodemí;yo deboantesserenvidioso
de usted.
Siempre
rodeado de sus libros,siemprefeliz
y
siemprejoven.Eug.
¡Ay,amigo
mío!Ya
dieltumbo
de losse-senta.
Mister
Además;
ámí
me
han
dichoque
usted ha-berse casado.Eug. Sí,señoi;
y
tengouna mujer
encantadora.Ya
laveráusted.Es una
niña.Mister
¡Ah! ustedseha
casadoconuna
niña.Eug.
Huérfana
deun
amigo
mío... Usted le co-noció. PacoRasueros, eldelmonetario.¿No
seacuerdausted dePaco Rasueros?
Mister
Un
militar...Eug. Capitán de Estado Mayor...
Dueño
deun
monetario...
Mi
mejor amigo. Ibaya
paraviejo,
cuando empezó
á picarlelaambición
y
quisoirse al Norte en busca del ascenso.Dijóme
alpartir: ahí te dejomi
hijay
mi
monetario,
mis
dos riquezas. Protege ámi
Eulalia, siporallá
me
encuentrouna
bala;y
demis
monedas
viejas se tú el heredero.Fuese
el pobrey no
volvió.Mister
No
encontró elascenso.aunque
estaba algo revuelto, loordené en quince días.No
valía lo que el pobreRa-suerossehabíafigurado. Pero, ¿yla
mucha-cha?...
Cáteme
usted á mí, queme
había pasadolavida entera con elsanto al cielo,convertido de la noche á la
mañana
enguardador de
una
huérfana joven,hermo-sa... Porque es
hermosa
como
un
rayo degloria;
ya
laveráusted.¿Qué hacerme
conaquellacriatura,expuestaá losriesgosde su
soledad?
La
tribulación alterabamis
estu-dios;losestudios
me
distraíandemi
tutela...En
semejante apuro, tornépartido;me
casécon la huérfana,
y
me
la traje acá, con elmonetario. Asísecumplió todoel
testamen-to deRasueros.
Mister
Ustedesenamorado
de su mujer.Eug.
Pues... aquíqueno
han
dedemandármelo
claustros ni academias... ¡Sí,señorlEnamo-rado
como
un
cadete.Mister
¿Y?...Eug.
¿Fruto de bendición? ¡Vaya! lo tenemos;una
niña decuatro años, quees nuestrade-licia.
Supongo
que honraráusted esta casa.Mister
Yo
no
podrémucho
honrarme
enella.Eug.
¿Semarcha
ustedpronto?Mister
Yo
no
teníapensado de venir áEspaña.Yo
soyprocedente de Dresde.
Eug.
¿Vieneusteddelaalmoneda
deKlemm?
Mister
Yo
hecomprado
allísieteejemplaresúnicos.Eug.
¡Seme
extremecenlas carnes!Mister
Y
allíyo
he escuchadoádosbibliófilosfran-ceses que hablaban
muy
bajoy
muy
miste-riosamente.
He
sorprendido su secreto,y
yo estoy por esto en
Madrid
ábuscar áus-ted,porqueustedes elprefectodelapolicía
delos anticuarios españoles.
Eug.
Eso
es verdad.No
sale enMadrid
una
pil-trafa de pergamino, ni
una
llaveherrum-brosa,que
no
la traigan almomento
ámi
examen.
Vamos
á ver quésecreto esese.Misier
Que
ha
aparecidoun
ejemplar rarísimo:un
incunable.
22
—
MlSTER
EüG.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
¡Oh, sí!
Un
(EliusDonatus, edición deNico-lás¡Schceffer,Maguncia.
¿Y
veníaustedparaadquirirlo?A
todoprecio.Mister de
mi
alma,puede
usted volverseáEscocia
mañana
mismo.
De
ese libroque
usted dice,
no
existenen elmundo
más
que
dossolos
y
únicos ejemplares.Yo
haber creído hastahoy
queno
existíamás
que
uno.Son
dos.Ya
lo sé,ahora.El
que sevendió enlaalmoneda
del conde Máccarty, elaño diecisiete...Y
bien; este le tengo yo enmi
archivode Glasgow.¡Usted es elqueloposee!
Y
yo lo estimabacomo
uno
demis
ejem-plares únicos.
En
los catálogosno
figuraelotro.
¿Y
paraquénecesitaustedelotro?¡Oh, parahacerlo desaparecer!
Yo
lobusco,yo
locompro
yno
lo cíejo figurar enningu-na
colección.Pues,
amigo
mío,seráimposible;porque esesegundo ejemplar queustedcodicia, sehalla
en
manos
de quienno
lovende.¿En
quémanos
está?Lo
tengo yo. ¡Ah! Usted letiene.Y
lo va USted á ver. (Levantándose.)Yo
nQ
mando
insertarmis
joyas arqueológicas enlos catálogos.
Anda
por ahímucho
envidio-soy mucho
ratero. (Dirigiéndose al escaparate, después de cogerlas llavesde sobre lamesa.)AqUl
lo tengo, en esterincón,
donde
está elsa-grario. (Abreel escaparate.)¡Diantre!... ¡Qué es esto!...
¿No
lo encuentrausted?¡No, señor!... Falta de susitio.
Aquí
estaba invariablemente. (Busca entre los otros libros.)¡Nada,en
ninguna
parte!¿Me
lohabrán
ro-bado?
—
Eug.
Me
lohan
robado. ¿Pero cómo?... ¿Quién?..*(Dandovoces.) ¡Valentín!.. ¡Eulalia!..
¿Ha
vistousted qué escándalo, qué piratería?... ¡Va-lentín, enseguida!...
ESCENA
X
DICHOSyEULALIAporlaizquierda,luego
VALENTÍN
porelfondoEul.
¿Qué
es eso, Eugenio?¿Qué
tepasa? EuG.Ven
acá, hija mía... (EulaliayMister Beeders sesaludan.)¡Me
han
robado!Eul. ¡Ah!...
Eug.
El
mejor demis
ejemplares...Eul. ¡Telo
han
robado!Val. ¡saliendo.)
¿Llamaba
elseñor?Eug.
Un
libro viejo,muy
viejo,queocupaba
estesitio, quefaltadeél, que
ha
desaparecido...¿dónde
está?Eul. (Lo
han
robado).Val.
Yo
no
sé decirle alseñor...Eug.
¿Que no
sabeusted?...Ahora
veremos...Eul.
¿Lo
das porseguro?Eug.
Porinfalible.Yo
no
lohe
tocado...Lasllaveshabrán quedado
algúnmomento
aquídes-cuidadas.
Val. ¡Señor,que yo
no pongo
nunca
mano
enlalibrería!
Eug.
Bueno; estábien. Vayaseusted.Val.
No
me
dejeDiosmentir...Eug.
Digo
quetevayas,(vase Valentín.)ESCENA
XI
DICHOS menos
VALENTÍN
Eug.
No
ha
sido este.Eul. No;
no ha
sido. Creoyo,que
no
debe habersido.
Eug.
Eseesun
buen muchacho. Las
criadastam-poco...
Eul.
¿Qué
sabenellas?24
—
"Eul.Eug.
Eul.Eug.
Eul.Eug.
Eul.Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eug.
MlSTER
Eul.MlSTER
Eug. Ese... esposible.(aBeeders.)El criadoque despedí
cuando
nosmarchamos
alEscorial.Aquél
bribón sabíaenloque andaba. Pero yo sé á qué madri-guera debehaberllevadosu rapiña.
¿Sospechasádónde?...
Como
SÍ loviera.A
casa de...(Mirando áBee-ders.)
Ya
sé yo dónde.¿Y
piensashallar?...La
pista,cuando
menos.(¡Oh! ¡Diosmío!)
Porque en cuanto al libro...
ya
séyo loqueha
pasado.Tomás
se lo venderíaporcincoochavos á algún chalán de antigüedades,
y
esehabrá
hecho
su negociolejos de Madrid,donde no
aparezca indicio.En
fin, salgo áexplorar. Mister,usted perdone; pero á esa
pesquisa quieroirsolo.
¡Ah! usted
no
sefía...Con
muchísimo
respeto... no, señor.Era
usted capaz detomar
elatajo.¡Oh,seguramente!
En
eso deloslibrosrarosyo
navego en corso. Ustedno
está en los catálogos.Pero
tampoco
estoy enBabia;y
recobromi
libro, ó pierdo
mi
nombre. Adiós,Eulalia.Yo
tendrémás
tarde elhonor... (saludandoáEulalia.)
Hasta
luego. (Qué zozobra; ¿habrá llegadoGermán
átiempo?)(Vase porlaizquierda.)Saldremos juntos...hastala calle.
No
me
detengo.Vamos
allá. (Cierraelescapa-rate, seguarda elmanojitodellavesy se dirige ála
puerta.)
ESCENA
XIIDICHOS, menosEULALIA.ANDREA,
CARMEN
y FELISA, por elfondo; después ANGELES, también porelfondo
Eug.
¿Qué
hay?And.
Estasseñoras...Eug. ¡Oh, marquesa! ¡Felisa!...(aAndrea.)Pasa
Car.
¿Cómo
va,doctor?Fel.
¿Y
Eulalia?Eug. Vieneal
momento.
Yo
salía áun
negocio urgentísimo...Car.
No
se detenga.EuG.
Hasta
ahoramismo.
(Desdelapuerta,viendo apa-recerá Angeles.)A
bienque no
sentiránuste-des
mi
ausencia...Aquí
viene esta señora,conlas últimas noticias de casa de
Nan-clares.
Ang.
Sí,señor, quelas traigo.Eug.
¿No
lo dije?La
hoja extraordinaria, (vase. Beederslesigue, después de saludar álasseñoras.)ESCENA
XIIIANGELES,
CARMEN
yFELISA¡Cómo
nosqueremos
con ese sabio!¿Y
quécuentasdelos Nanclares?Horrores,hija. Se
van
á separar. Elmarido
está ciego.
En
fin,queallítenemos
desdicha pararato.Hemos
deir porallá.Mañana
mismo.
Es
un
debersagrado. Yo, ya lo estoycum-pliendo.
ESCENA
XIV
DICHOS,
ANDREA
La
señora, queladispensenporun
momen-to.Saleenseguida.
¿Estáindispuesta, acaso?
No
sé decírseloá las señoras.En
sucuartoestaba encerrada
cuando
la avisé...Está bien. (Vase Andrea.)Otraquesufre.
Verdad.
Aquí
tambiénhacemos
mucha
falta.¿No
la has observado?Siempre
inquieta,siempre nerviosa...
ner-—
26—
vios;pero alguna causa los agita.
Cuando
suena elteléfono...
Ang.
Cierto; alguienhay
que pide comunicación.Car. ¡Si
una
fueramédicolFel. ¡Y si
una también
lofuera!Ang.
Tú, tocaríasádescasar.Car.
Y
á casar otra vez.Fel. Pero, ¿quién esél?
Ang.
¿Qué
sabemos?...No
será otro sabio.Car.
Eso no
esposible.Ang.
Esa
criaturano
abrela boca...Fel. Sin embargo, por
más
quecalle,ya
sesabenmuchas
cosas.Car.
¿A
ver, á ver?Fel. Indicios,pero seguros. Madrugaditas enla
Moncloa; tardecitasen el
Museo
delPrado...Ang.
Y
las sesentacuaresmasquellevaayunadas
esemarido.
Car.
Hay
quedespojar esa incógnita.Ang.
Ese
incógnito.Yo
me
encargo.Fel. justo.
A
ver siseanima
un
poco esta tertu-lia. Porque, hasta ahora, sonunos
viernesmuy
insípidos.Ang.
Tertulia desabios; vigiliarigurosa.ESCENA
XV
DICHOS.EULALIA, porlaizquierda.
A
poco,DON
LAMBERTO,porel fondo
Eul.
Ya
sabíaque
me
honraban
ustedes estanoche.
Car.
¿Cómo
lesha
ido áustedesensuexcursión?Fel.
Pensábamos
haber venidomañana,
perocomo
eslafunción dela parroquia deSan
Andrés...
CAR. ¿Usted
no
irá?(DonLambertoentra por elfondo;va á entrar enel salón y al verqueen él estánlas
damassolas, retrocede yse queda en el'saloncillo, mirando loslibrosdelos estantes.)
Eul.
Mi
marido
viveahoratan atareado...Car.
Y
eso, ¿quélehace?Ang.
Eul. Car. Fel. Eul. Fel. Eul.Ang.
Lam.Ang.
Ellos estudian,
y
asíno
selesdistrae.Pues Dios reúne aquíesta noche á los
ma-trimonios.
¿Sí, viene
mi
marido?¿Y
elmío?
Me
alegro; nos veremos.Les aguarda Eugenio, para leerles
unos
ca-pítulosde su obra.(Mirando al saionciiio ) Pues por allí
anda
ya
uno
de los oidores.Es don
Lamberto.(Llamándole.) ¡Don Lamberto!
(volviéndose.)
¡Hum!
Servidor...Paseusted, hombre, que
no
noscomemos
á
losacadémicos.
ESCENA
XVI
DICHOS,EL
MARQUÉS
y MUÑOZ,por elfondoMar.
Car.Mar.
Muñoz
Ang.
Mar.
Muñoz
Lam.Ang.
Mar.
Fel.Ang.
Señoras...Manuel, dale escoltaá
don
Lamberto,que
no
seatreve á entrarsolo.(Volviéndose á don Lamberto.) ¡Oh,
mi
Sabioamigo!
Señor
don
Lamberto. (Entran.)¡Yle llaman sabioá estehombre!
Eulalia... Señora...
¿Tú también
por aquí?(A Carmen.)
Muy
buenasnoches.(Saludando á lasseñoras con cortedad y embarazo.)
Bien, ¿y usted?
Muchas
gracias,(so aparta,cogeun tomoy sepone áleer.)
(aiMarqués.) Pero,¿porqué alternan ustedes
con semejante hurón?
¡Ah, es
un
sabio!¿Y cuándo
sehan
enteradoustedes, sinun-cadice
una
palabra?—
28—
ESCENA
XVII
DICHOS, GERMÁN, porel fondo
Ger.
¿No empezó aún
lalectura?Car. Llegausted á tiempo.
Ger. ¡Oh, cuánto
bueno
aquí reunido!Ang.
Toda
la facultad; los doctoresy
lasdoc-toras.
Ger.
Doctorasen nigromancia.Ang.
¡Anda!Un
piropo del siglotrece. Asíse losecharían á Maricastaña.
Fel.
¿Y
dedónde
venía usted tan acelerado?Mar.
De
ver á algunanovia.Ang.
¡Qniá! Este aprendiz de sabiono
piensa ennovias.
Ger.
Venía
de perder eltiempo,señoras.EUL. (Con emoción disimulada.) ¿Sí?...
¿Ha
perdidoustedeltiempo?
Ger.
Una
recomendación quehe depresentar alministrode
Fomento.
Pero eseseñorno
es-taba. (Conintención, mirandoá Eulalia.)
Mañana
espero ser
más
afortunado.ESCENA
XVIII
DICHOS,
DON
EUGENIO por el fondoEug.
Señores, pido áustedes milperdones. Leshe tenidoesperando... (Dalamanoátodos.)
Mar.
¡PorDios, doctor!Eug.
Perome
asisteexcusa plausible.¿Sabenus-tedes lo que
me
pasa?Me
han
robadomi
(EliusDonatas,
mi
preciosoincunable.Mar.
¡Q,ué dice usted!... ¡Aquella maravilla!Eug.
De
allílohan
sustraído.Muñoz
¡Québarbaridad!Eug.
He
volado á casa deDago
, elcorredor delibros viejos; á casa deJorge, otro corredor.
—
29¿Ha
visto listed qué fechoría? (Á donLam-berto.) ¡Oh!
Ustedesse tienen laculpa. Si
no
le dieran tanto valor áun
libraco...Y
lo peorno
es queme
lohayan
robado.Nosotros nos juntaríamos, nos daríamos
buena maña,
revolveríamosRoma
conSan-tiago,
y
rescatábamos ellibroaunque
nosloescondieran bajo elséptimo suelo.
¡Ya sevé que sí!
Lo
peor es queanda
venteándoloun
hom-bretemible, misterBeeders, elricachón
es-cocés.
¡EseAtila!
Vieneresueltoá encontrar
y
adquirirelvo-lumen.
¡Yá Inglaterraconél!
Ha3^ que frustrar ese propósito.
¿Y
de quémanera?
Siendo ese
hombre
tan poderoso...Y
no
conociendo elparadero dellibro...A
mí, á ustedes que son mis amigos, nosloocultarán. Mientras tanto, elescocéslo des-cubre, le echa
mano
y
se lolleva.Y
yome
alegraré.¡Vaya usted á paseo!
ESCENA
XIX
DICHOS, VALENTÍN con unacarta
Señor...
Un
joven que desea ver á usted conmucho
empeño.
No
puedo
recibirle.Tres veces
ha
venidohoy,y
ahora insistedetalmodo...
Me
obliga á pasar esta carta,¡Quédiantre de importuno! (Tomandolacarta, la abre ymirala firma.)Miguel Lozano. Este6»
un
amigo
mío.Alguna
recomendación.(Leyendo.) «Eldador de la presente...» Sí, en
efecto. «El dador de lapresente,
don
Juan
-
30 Eul. Ger.Eug.
Mar.
Eul.Muñoz
Eug.
Mar.
Eug.
Muñoz
Eug.
Ger.
(Quesehalevantado, aparte áGermán.)Ellibro
ha
sido robado.
Y
su huellaha
desaparecido. [Esto nossalva!
¡Señores!... ¡Mi libro!
¿Esposible?
(¡Dios mío!...)
A
ver,á ver...(A Valantín.)
Que
entre ese joven. (VaseVa-lentín.)
Me
leenvíaLozan... por supuestosinpensar
que
el libro tenga la historia quetiene...
¡Mireustedsi
hay
Providencia!Y
viene suactualposeedor, á finde queleinstruya sobre el mérito del ejemplar
(Mos-trando la carta.)
Un
(EliusDonatus.Cayó
enlaratonera.(A los otros, que seentregan á extremos inquietos.)
Prudencia, señores. Disimulo
y mala
inten-ción.Déjenme
ustedes á mí.(¿Será, enefecto, ellibrorobado?)
ESCENA
XX
DICHOS, JUAN LÓPEZ, porel foro
Juan
¿El señordon Eugenio
Olivenza?(parándoseálápuerta.)
MAR.
PaseUSted.(Corriendo á su encuentro.)MUÑOZ
Adelante.(Lomismo.—DonLamberto también acu-de, y los tres rodeanáJuaninvitándole á entrar.)Juan
(Abrumado.) Pregunto por el señor deOli-venza.
Eug.
Servidor de usted.Juan
¡Ah!Buenas
noches. (Entra )Eug.
¿Trae ustedese libro?Juan
Sí,señor.Mar.
¿Y como
paróen supoder?Ang.
¿Es usted delRastro?JUAN
(Suspendiendolaacciónquehabía indicado de sacarellibro de bajodel chaleco.)No,Señora, 110.
Verán
- ustedes; verá usted, (a don Eugenio.)
Somos
—
nuestro tío, canónigo de la Santa Iglesia
catedral de Tarazona.
Fel.
Que
sea enhorabuena.Juan
Parecequesí; que habrá por qué nosladen.El canónigotenía
un
caserón todollenodelibros.
Ang.
Diosse lohaya
perdonado.Juan
Los queno
se loperdonábamos
éramosno-sotros, porque
no
dejabamás
fortuna.Ya
digo: librotesy
más
librotes.A
nosotrosnos hubierahecho mejorcualquier pico dedi-nero, porque
tenemos
en Calahorrauna
in-dustria de pimientos que nos
anda
muy
de-caída porfaltadecapitales.
Y
ya
nosdispo-níamos
ávender laherencia alpeso,cuan-do
un
beneficiado de la propia SantaIgle-sia,
que
habíaestadohurgando
en el mon-tón, apartóunos cuantoslibros, cosa deme-diadocena,
y
nos dijo, asícomo
inspirado:«Esta eslaherenciadevuestro tío.» Parece
que
se trata de librosmuy
buenos, para quienlos entienda,y
dice el beneficiadoque
al tío le habían costadoun
dineral,y
que
ahorapodremos
sacar nosotrosuna
buena
hijuela.Vamos
á venderlos libros,y
empezamos
por el que noshan
dicho queparecíade
más
mérito,y
es elque
traigo áustedparaque sesirvaverlo
y
aconsejarme.Eug.
Vamos
á verlo.Juan
Nos
dijo elbeneficiado quemi
tío lo habíaadquirido el
mismo
día que cayó en cama,y
poresono
lodejó clasificado en su catá-logo. x\síesque no
sabemos...Eug. Bien,pero ¿dóndeestá ese libro?
JUAN
Aquí
está. (Sácase de bajo del chaleco un libro, quedejasobrelamesa.)Mar.
¡Oh, maravilloso!Juan
No, siesteno
es. Esteeseldefacturas,quetambién
me
lohe traído, áversirealizoal-gunos cobros.
Mar.
¡Ah! Bien,bien. Porelforrome
parecía...Ang.
Es
decir,que nipor el forro conoce ustedlos libros.
—
32—
delpecho ellibro, quetraeenvueltoen un pañuelo y luego en unpapel. Es un tomo en4.°mayor, de
unas 200páginas, papel amarillento, caracteres góti-cos, impresos en negro y rojo,congrabadostoscos
intercalados, y cubiertas de pergamino arrugado y roído, quesujetan cuatrotirasdebadana anudadas.— Los bibliófilosacuden ávidamente ámirarlo.)
Mar.
Que
se vea.Muñoz
Que
se examine.EüG. (Cogiendoelejemplar.)(¡Eselmío!)
Ger. (¡Lo reconozco!)(Se lo revelaenunamiradaá
Eu-lalia, lacual quedaaterrada.)
Eug. ¡Calma, calma, señores! (a ios bibliófilos, que
quieren cogerel libro.)
Juan
A
ver quévalorpuedo
ponerle.Mar.
¡Oh,incalculable!Eug. Parala ciencia, este
tomo no
tiene precio.Juan
Ya... peroen electivo... paralaindustriadeCalahorra.
Ang.
Este joven desea saber el valor enpimien-tos...
Eug.
Ese
es asunto paramás
despacio.Mar.
Usteddejaaquíel ejemplar...Juan
(adonEugenio.) Perfectamente.Lo
dejo.Ya
me
ha
dichoel señordeLozano
queesus-ted
una
personarespetable.Eug.
Yo
lo examinaré conreposo,y mañana
ledigo á ustedloque
haga
alcaso.Mar.
Eso
es; loquehaga
alcaso.Juan
Pues, hastamañana,
¿verdad?(Recogeellibrodefacturas.)
Eug.
Vaya
usted con Dios.Juan
Temprano,
¿verdad?Y
anticipo á ustedlas gracias. (Yendo y volviéndose.)EüG.
Muy
buenas
noches. (Acompañándole hasta lapuerta.)
Juan
Ustedes lopasenbien.ESCENA
XXI
DICHOS, menosJUAN LÓPEZ
EuG.
(Volviéndose triunfalmente con ellibroen lamano.)Ahora
vamos
áver.(¡Estoymuerta!)
(¿Se conservará ahí dentrola carta?)
Es
elmío. (A los sabiosque le rodoan afanosa-mente.)Si
no
podíaserotro.Vean
ustedeslaetiqueta. (Mostrandolaque el libro tieneenel lomo.)Pero
hay
que ocultarlo, porque esemozo
volverá...
Ábralousted, doctor.Desatelas badanas.
Sí,que tengo afánde acariciarlo.
Página por página.(Eugeniosesientayse
dispo-ne áabrirellibro; los sabiosy Germánlerodean.)
ESCENA
XXII
DICHOS, VALENTÍN porelfondo
Mister
Edward
Beeders.¡John Bullí
Esconda
usted eselibro.(Guardando apresuradamente el libro.)
Aquí en
estepupitre.¡Y silencio,
don
Lamberto!¡Aquién seloencarga!
ESCENA
XXIII
DICHOS; MISTER BEEDERS
¡Oh,ilustreMister!(Saliéndole al encuentro.)
¿Yo
llegoá tiempo paralalectura?Vamos
á empezarla;y
suplico á ustedesmucha
atención, porque desde aquí salenlas cuartillasparalaimprenta, (saleValentín
con el serviciodelté.)
Eso
es;á nosotras que nostraiganel té.Sentarse, señores, (siéntase delante delamesa, 3
—
34—
desataunacarpetay sacaun legajo decuartillas; los demásse sientanalrededor, Valentínsirve té á las
señoras; EulaliayGermán semiran con muestras de inquietud yterror.)
Mar.
Y
mucho
silencio, (alasseñoras.)Eug.
(Leyendo.) «Reconstruccióngeográfica é his-tóricadelaEspaña
árabe.»(caeel telón.)ACTO
SEGUNDO
ESCENA
PRIMERA
DON
EUGENIO y EULALIA. El primaro duermeprofundamente,sentado enelsillón máscercano álapared. Sobre la mesaseven
esparcidas las cuartillas de laobra. La lámparaestá en la mesa, .apagada. Eulaliaasoma después deunmomento,concautela,porla
puerta izquierda
EuL. (Desde la poerta.) ¡Todavía!... (Avanza algunos
pasos.) Se
ha
dormido. (Llega álamesa.)¡Oh!¡Si
me
atreviese! Este era elinstante. Elli-bro estáaquí. (Señala el pupitre dondelo guardó donEugenio.) ¡Oh! ¡Es forzoso! ¡Cuántas veces
se perpetúa
un
papel suelto entrelaspági-nas de
un
libro! ¿Se conservará en esemi
carta? ¡Valor!... Nadie antes que yo
ha
deSaberlo. (Abre elpupitre y sacaellibro.)
De
pri-sa... no vaya á despertar. Si Dios hiciera...
(Se apartabaciaelfondo, cercade laventana, y
em-pieza ádesatar apresuradamente las badanas que
tie-nen ellibrocerrado. Las voces de Juan y Valentín
suspendensu operación.)
ESCENA
IIDICHOS, VALENTÍN y JUAN LÓPEZ
Val. (En elsaionciiio.) Entrará usted
cuando
lere-ciban.
—
36—
EUL. (¡Oh, Diosmío!) (Pone rápidamente ellibro entre
losdeun estante, elmásinmediato áella, y se
ade-lanta.)
Eug.
(Despertando.) ¿Quién dávoces?Hombre,
me
había dormido. (ÁEulalia.) ¿Quiénestáahí?
(ÁJuan.) ¿Esustedel que grita en
mi
casa?Juan
Me
dijo usted que podíavenirtemprano,y
ya es cercade
medio
día.Eug.
Pues,me
encuentraustedocupado.Val.
Ya
ledecíayo...Juan
Es
que tengomucha
urgencia.Eug.
Y
yo más. Estoy trabajando.Todavíano
he
visto el ejemplar.
Me
loha impedido
otraatención preferente.
Conque,
luego,más
tarde...
Juan
Bueno; pero que seahoy mismo.
Eug.
Sí, corriente.Juan
Doy
una
vueltapor ahí...Eug.
Vaya
usted enhorabuena. (Acompañándole.)Juan
Hasta
ahora. Dentro deun
rato ¿eh?Vol-veré después dealmorzar. (Don Eugeniole
con-ducehastalapuertadel saloncillo, enlacualle des-pide.PorellaentraGermán)
ESCENA
IIIEULALIA, EUGENIO, VALENTÍN (En elsaloncillo.)
GERMÁN
Ger.
¿Qué
pasa?(aEulalia.)¿Han
mirado
ellibro?Eul. No; ellibrolotengo ensalvo.
Ger.
¿Y
no
loha
vistoél?Eul. No; estoysegura.
Ha
trabajado en suscuar-tillas toda la noche
y
todolo que va delamañana.
Ger. ¿Estáscierta?
Eul. Sí,yo
también
hevelado;heestadoen cons-tante acecho.EuG.
(Volviendo al salón después de despedir á Juan.)¡Vayaá paseo!(aValentín.)
No
ledejesentrarcuando
vuelva.VAL. Está
muy
bien. (Vase, llevándose lalámpara deESCENA
IV
EULALIA,
DON
EUGENIO,GERMÁN
Para tenercon él
un
altercado...Yo
ellibrono
selohe de devolver.¿Conque
seha
pasado usted la nocheenblanco?
Como
que en laimprentaestánaguardandolas cuartillas,
y he
tenidoquecorregirtodaslas faltas observadas en lalecturadeesta
noche.
La
concluímosyacercadelas tres,y
luego mister Beeders estuvo
dándome
ja-queca hasta
más
de la cuatro...He
tenidoquesacrificarelsueño.
No
tienesjuicio.Y
tú, ¿letienes?¿Piensasque
notehevistocuantas veces te has
asomado
porallí...y
por allí... (señalando las puertas de laizquierda
ydel fondo.)
aunque
lo hacíasmuy
sigilosa-mente?
¿Y
de quéleestuvohablandoel escocés? Calle usted, hombre... Dellibro viejo,y
dalecon el libro viejo.
De
que
yateníadescu-bierta la pista.
Y
ellibro,mientrastanto,estabaaquíá
buen
recaudo.Pues, si dá con el sobrino del canónigo
y
empiezaá ofrecerle dinero...
¡Quién sabesi ya poresovenía el
mozo
tanapremiante! ¡Ah!
Y
luego...otra ventolinaquelehasoplado.
¿Alescocés?
Empeñado
en que he devenderle lapro-piedad de
mi
manuscrito para llevárselo áInglaterra.
Ya
digo,una
hora estuvo por-fiando.Que
iba á imprimirun
soloejem-plar...
La monomanía
de los ejemplares únicos.Ni
poruna
fortuna,ni pormi
salud, nipormi
vida,vendo
yo estos papeles cuyosren-glones centellean confósforode missesos.
—
38—
Ger.
¿Y
seha
pasadousted ahísietehoras?Eug. Pero casi
me
hesalidoconlamía.Queda ya
muy
poco.Eul.
Y
lodejas ahora.Eug. ¡Qué he de dejarlo! Hastaconcluir.
Usted
lleve estefajoá laimprenta. (ÁGermán.)Ger.
¿En
seguida?Eug. Sinperder
un
instante. (Dándole el fajo.)Dos-cientas quince.
Y
queestatardeiráfijamen-te elrestodel primerenvío.
Ger. Pues,voy allá.
Eug. ¡Ahí
Y
luego á laAcademia
áregistrarun
Códice. Allí estála fechaquetanto
hemos
buscado.
Ger.
¿En
seguidatambién?Eug.
Ya
vé ustedsi esurgente.ESCENA
V
DICHOSj ÁNGELESporlaizquierda
Ang.
¿Sepuede
pasar?Eul. ¡Hola!Adelante.
Ang.
¿Y
sepuede
hablartambién?Porque
sino,me
marcho.Eug.
Puede
usted quedarse, porque losque nos
marchamos
SOmOS
nosotros. (A Germándándo-leunanota.) Esta es la nota del legajo
que
debeusted consultar.Ger.
Hasta
luego. (Dirigiendo á Eulalia unamiradadeinteligencia. Vase.)
Ang.
Vaya
enhorabuena.Eug.
Y
yo tambiénme
traslado.Ang.
¿Alpabellón del jardín?Eug. Sí, señora; pero allí
no
entran mujeres.Lo
tengo acordonado.
Ang.
Asíle tendríayoá usted siempre.Eug.
Y
yoá usted conun
candadito.Ang.
Lo
rompería para decirle á usted lasver-dades.
Eug.
Quede
ustedcon Dios.ANG.
Usted lopasebien.(Vase donEugenio,ESCENA
VI
ÁNGELESyEULALIA
ANG. (Haciendosentar áEulalia.) ¡GraciasáDÍOS
que
estamos solasl¿Cómo
sigues, hijamía?¿Y
tu indisposiciónde anoche?...
Eul.
No
fué nada.Ang. ¡Oh! ¡Túestabas indispuestal
Eul.
Te
dije queno
eranada.Ang. Puesyo
me
marché
muy
cuidadosa,y
todala noche he estado
pensando
enti.Eul.
Te
loagradezco.Ang.
Y
vengoáque conversemosun
ratoencon-fianza.
Eul. ¿Tienes algo que decirme?
Ang.
Tú
á mí... Conque, vamos,descúbreme
elalma. Eul. Yo...
Ang. Esto
no puede
durar, Eulalia demi
vida;túte hallasenferma, túsufres.
Eul. Pero,¿qué estásdiciendo?
Ang.
Tú
no
eresfeliz.Eul. '¡Qué
disparate! ¡Felicísima!
Ang. «Piensan los enamorados,
piensan,
y no
piensan bien,...»Eul. Pero, ¿qué desatino es ese? ¡Qué infamia!
Y
erestú la que...Ang. Pues, ¿quiénhabíadeser
más
queuna
ami-ga?... ¡Ea! Puestoque
ya
vinimos al caso,¿quién eseltenor deese dúo?
Ya
sabesque
enlas óperas selo cuenta todola tiple álacomprimaria...
Eul. ¿Quieresquetedejeaquí hablando sola?
Ang.
Vamos,
tonta,si alcabolohe de saber.Eul.
Me
estás ofendiendo.Ang.
¿No
vésqueya anda
lacosa enlenguas?Eul. ¡Basta!
Ang. Eres
una
desagradecida. Tras quetusami-gasse preocupan...
Eul.