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Migración Indígenas y Derechos Humanos (a manera de conclusión)

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Academic year: 2021

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Migración Indígenas y Derechos Humanos (a manera de conclusión)

Antropóloga Marisol Melesio Nolasco1

En las ponencias presentadas ante los foros de Mérida y Tijuana intenté ofrecer una visión general de los conceptos principales con los que deberíamos acercarnos a analizar, desde la perspectiva de los derechos humanos, la situación de los migrantes indígenas mexicanos.

Los conceptos que consideré más relevantes fueron, en primer lugar, el derecho a una vida digna, mismo que incluye, al menos, los derechos de los trabajadores, de los indígenas y el derecho al desarrollo. Asimismo, señalé que para entender la situación de los y las migrantes es necesario elaborar el análisis desde las perspectivas de género y de interculturalidad. Hablé también de la importancia de combatir una serie de etiquetas y estereotipos originados por la discriminación y mencioné como ejemplo el uso falaz del concepto de vulnerabilidad.

En esta ocasión plantearé la importancia de analizar, sobre todo para el caso de las sociedades indígenas, el papel de los tipos de hogares y las redes sociales en los procesos migratorios, los patrones de envío y uso de las remesas y el impacto del género en la experiencia migratoria. Todo ello en un contexto caracterizado por enormes desigualdades económicas y políticas.

Debemos comenzar por señalar que la enorme mayoría de los estudios actuales sobre migración se dedican a analizar este fenómeno únicamente hacia los Estados Unidos, la migración interna ha comenzado a perder el interés de los

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intelectuales a la par que se incrementa la importancia económica para el país de las remesas, en dólares, provenientes de la venta del trabajo de mexicanos en los estados Unidos de Norteamérica.

La historia mexicana de la migración indígena a las ciudades es añeja, desde la época colonial las ciudades han requerido de trabajadores y trabajadoras indígenas, sobre todo para aquellas labores de construcción y mantenimiento de edificaciones e infraestructura y para los trabajos domésticos y de reproducción social. Las condiciones de contratación han variado históricamente, desde la obligación de servir al amo, fuera colonial o hacendado, a cambio de la manutención, hasta la obtención de un salario, pasando por convenios de trabajo por educación, etc.

Asimismo, la demanda de esta mano de obra ha cambiado de acuerdo a los modelos de desarrollo implementados, es así como a partir de las décadas de los 60 y 70 comienzan a cambiar las estructuras laborales y de migración, con el desarrollismo se implementan políticas que pretenden urbanizar a la población. Se inicia el abandono oficial del campo en detrimento de lo urbano e industrializado. En este periodo crecen desordenadamente las ciudades, albergando de manera marginal a la mano de obra que demandan.

Dentro de estos procesos las poblaciones indígenas comienzan poco a poco a abastecer de mano de obra barata a las ciudades, primero a las más cercanas a su región y posteriormente a las más alejadas, terminando por saltar la frontera norte del país. El modelo ha sido paulatino pero efectivo.

Por lo tanto, estas pautas migratorias se han transformado, pasando de un patrón rural-urbano con pocos destinos, a una mayor diversificación de los movimientos, donde cobran relevancia los urbano-urbano, metropolitano-urbano,

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rural-urbano-metropolitano y rural-rural. En 1930, una de cada diez personas del país residía en una entidad diferente a la de su nacimiento, en tanto que en el año 2000, la proporción de migrantes absolutos es de aproximadamente uno de cada cinco.2

Dentro de estos procesos es importante y urgente, en términos de derechos humanos, analizar lo que se ha denominado feminización de la migración, ya que este fenómeno afecta la vida de una cantidad cada vez más grande de mujeres indígenas. En este rubro hay que señalar que predomina la migración femenina a las ciudades del país, las mujeres indígenas tienden más a migrar a las ciudades nacionales antes que “al otro lado”.

En la migración, los ámbitos laborales donde se insertan las mujeres indígenas son considerados tradicionalmente “femeninos” y se caracterizan por la irregularidad, la informalidad, la marginalidad, los bajos salarios y el poco prestigio social. Predominan el trabajo doméstico, el cuidado de personas dependientes, comercio callejero, el trabajo sexual y, en menor medida, en las maquiladoras y, últimamente, hasta en la construcción3.

No es necesario explicar en este momento que las políticas nacionales de desarrollo en los últimos años han generado pobreza, por tanto, la migración también es una respuesta al incremento de la pobreza y al empeoramiento de las condiciones de vida, es una estrategia de sobrevivencia de los hogares pobres, debido, principalmente, al elevado desempleo masculino y a la disminución real de los salarios

2

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática Indicadores Sociodemográficos de México (1930-2000). México, 2001.

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Parece ser que ante la falta de mano de obra masculina en las urdes (pues ellos prefieren ir “al Norte”), las mujeres están ejerciendo trabajos antes reservados a los hombres, como, por ejemplo, los de la construcción.

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Lo anterior se ha conjuntado con otro fenómeno, la incorporación de las mujeres urbanas al mercado productivo, misma que no se ha acompañado socialmente de una redistribución de las cargas del trabajo reproductivo.

Los cambios históricos mencionados han influido en los tipos de familia, sobre todo en las urbes, donde la forma más común es la nuclear, aunque cada vez hay más extensas, monoparentales y reconstruidas. La migración ayuda a propiciar estos cambios en la estructura familiar, aunque no se apareja el fenómeno con cambios en la función de los géneros.

Debido al papel central que el ordenamiento de género les asigna a las mujeres en las tareas de reproducción social de los hogares, la migración femenina tiene impactos muy diferentes de la masculina sobre la división sexual del trabajo en los hogares de migrantes. Mientras el migrante laboral masculino continua desempeñando, a distancia, el mismo rol de proveedor, establecido por los roles de género, la migración laboral de las mujeres conduce a la reestructuración de los hogares, tanto en términos de su composición como de su funcionamiento.

La respuesta habitual consiste en reestructurar el hogar de forma tal que otras mujeres pasen a realizar las funciones de reproducción social de las migrantes. Cuando la función de sustitución recae sobre parientas femeninas, este trabajo se hace de forma gratuita o a cambio de remuneraciones informales de bajo monto. De esta manera se reproduce la noción cultural de que las tareas de reproducción social no son trabajo y se perpetúa la explotación del trabajo familiar.

En resumen, ya sea que la mujer migre y trabaje y se encuentre lejos de la familia, sigue siendo la responsable de la reproducción social y dejará asignada en otra mujer (madre, abuela, tía, etc.) la carga de su función. Cada vez hay más mujeres como jefas de hogares. Todo lo hasta aquí dicho afecta a los hogares indígenas,

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donde los lentes que analizan los cambios oscilan entre el asimilacionimo y el conservadurismo. Unos alaban la inserción en la modernidad y otros lamentan el abandono de las costumbres ancestrales. Ambos dejan de lado el análisis del derecho humano a la vida digna.

Volviendo al tema, el sexo de las y los migrantes iniciales juega un papel importante en la conformación de las cadenas migratorias, que funcionan tanto en el interior del país como hacia los Estados Unidos; cuando la migración es iniciada por hombres, las redes sociales propician el establecimiento de cadenas migrantes masculinas. Cuando la inician las mujeres, las cadenas migratorias favorecen la migración femenina. En esto influyen varios factores entre los que destaca el rol de las primeras personas que migran de facilitar a las nuevas referencias y contactos para acceder a puestos de trabajo.

Hay quien propone que las redes sociales son la base analítica para el estudio de la migración, en el facilitar los traslados, en la diversificación de los destinos migratorios, en la inserción laboral en el lugar de destino y en el mantenimiento de los vínculos con el lugar de origen4.

Hay que recalcar que tanto hombres como mujeres migrantes experimentan exclusión, explotación laboral, marginación y discriminación en los sitios de destino; hoy día, ciudades como Saltillo, Zacatecas y otras han dictado bandos locales que prohíben que indígenas migrantes dedicados al comercio informal deambulen por sus centros históricos, porque “los afean”.

4

Escrivá, Ángeles y Ribas, Natalia, Migración y Desarrollo. Estudios sobre remesas y otras prácticas transnacionales en

España. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Estudios Sociales de Andalucía. Madrid, España,

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También, sus condiciones de vida, sus posibilidades de envío de remesas5, sus patrones de envío y el uso de esas remesas están atravesados por factores diferenciales que colocan a las y los migrantes indígenas en posiciones de desventaja.

Las remesas de los indígenas que trabajan en las ciudades mexicanas sólo sirven para paliar la pobreza extrema que hay en sus comunidades. Para las políticas nacionales sólo son importantes las remesas en dólares de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos. En ninguno de los dos casos ha existido verdadera voluntad para articular las políticas migratorias y de desarrollo de forma que contribuyan real y efectivamente al mejoramiento de vida de las personas.

La preocupación se centra en implementar programas que atrapen parte de las divisas enviadas por los trabajadores migrantes para la construcción de infraestructura básica en las comunidades expulsoras de trabajadores6, trasladando así la obligación del Estado de proveer esta infraestructura a los migrantes, mismos que fueron expulsados, en gran medida, por estas carencias.

Faltan estudios que, desde la visión que hemos estado proponiendo a lo largo de estos tres Foros, analicen los efectos de la migración en las familias, en la vida comunitaria, en los desarrollos regionales, etc. Me queda, finalmente, la impresión de que más que soluciones hemos elaborado propuestas de investigación. Como en todo estudio de lo social, tenemos que comenzar a construir los nuevos paradigmas de los nuevos retos.

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El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define remesa como:

1. f. Remisión que se hace de una cosa de una parte a otra. 2. f. Cosa enviada en cada vez.

Por tanto remesas no son sólo las divisas que envían los trabajadores mexicanos en el extranjero, sino también las que mandan del-al interior del país. Hoy día existe una tendencia a que, si se habla de migración ésta es hacia Estados Unidos y si se habla de remesas se habla de divisas en dólares.

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Programas, eso sí, con nombres rimbombantes de 2 por 1 o 3 por uno, que construyen carreteras, escuelas, hospitales, introducción de drenaje, etc. Acciones todas que corresponden al Estado.

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Sólo hay algo claro, que en la globalización del trabajo, la migración de los integrantes de los pueblos indígenas de México presenta muchas situaciones de desigualdad que los colocan en situaciones de vulnerabilidad y, por lo tanto, en peligro de ver violados sus derechos humanos.

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