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Sujeción y poder en el posthumanismo

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Academic year: 2021

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Sujeción y poder en el posthumanismo

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Subjection and Power in Post-Humanism

Blanca CALLÉNMOREU

Departament de Psicologia Social. Universitat Autònoma de Barcelona blanca.callen@uab.es

Francisco TIRADOSERRANO

Departament de Psicologia Social. Universitat Autònoma de Barcelona franciscojavier.tirado@uab.es

Recibido: 18.6.08 Aceptado: 23.9.08 RESUMEN

A través de varias noticias donde aparecen dispositivos tecnológicos de control y seguimiento introducidos en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, analizamos cuáles podrían ser los actuales regímenes de poder y sujeción a los que nos vemos abocadas como ciudadanas. Teniendo en cuenta la centralidad que han adqui-rido las tecnologías de la información y la comunicación, proponemos que la problemática del sujeto y las relaciones de poder que ocupaba a las sociedades disciplinarias y que se materializaba en el panoptismo y la consecuente producción de individuos, está siendo sustituida por una nueva ecuación: la producción de dividuos mediante superficies de ensamblaje. El elemento que nos permite argumentar tal giro conceptual es, precisamente, un microchip y la gestión de la información que se genera a partir de su inserción en el brazo de cualquier ciudadano. Tras este primer diagnóstico acerca de las formas de gobierno actuales ahon-daremos en los nuevos modos de socialidad que emergen a partir del control continuo y en abierto de nues-tras trayectorias. La aparición de lo que denominamos extituciones permitirá hablar de las nuevas lógicas del ejercicio del poder y sus espacialidades. Éstas se caracterizan por un gobierno de la vida asentado en el procesamiento tecnológico de la información que circula acerca de nuestras acciones y, por supuesto, de nosotras mismas. Para terminar nos preguntamos acerca de cuáles podrían ser las acciones políticas colecti-vas que subvirtieran estas lógicas de gobierno preponderantes en un contexto post-humanista donde la cen-tralidad de “lo humano” ha sido desplazada por una tecnocracia política, ética y epistémica.

Palabras clave: Sujeción. Relaciones de poder. Dividuos. Superficies de ensamblaje. Extituciones. Acción política colectiva.

1 Aunque somos conscientes de incurrir en cierta simplificación, nuestro punto de partida es una definición muy amplia del

humanis-mo. Asumimos que éste es una corriente educativa, filosófica, artística e intelectual cuyo origen se remonta al Renacimiento europeo. El Humanismo propugnaba, frente al teocentrismo de la escolástica medieval, un intenso antropocentrismo ligado a los studia humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos sus aspectos basada en una recuperación de las fuentes clásicas grecolatinas. El resultado es la formación de una episteme que durará hasta nuestros días y que se caracteriza por: a) considerar que toda producción de saber gira en tor-no al ser humator-no; b) que tor-no hay nada más valioso que la razón humana; c) vindicar cierto valor de los sentidos; d) creer en la potencia de la cultura como dispositivo de perfectibilidad humana y; e) conformar el optimismo metafísico, frente al pesimismo medieval, que culmi-nará en la idea ilustrada de progreso.

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Through some news about technological devices for controlling and monitoring introduced in diffe-rent areas of daily life, we analize what could be the curdiffe-rent regimes of power and subject to which we are engaged as citizens. Taking into account the centrality acquired by technologies of informa-tion and communicainforma-tion, we propose that the problem of subjects and power relainforma-tions which dealt with disciplinary societies and was materialized in the panopticon and the consequent production of individuals, is being replaced by a new equation: the production of dividuals by means of what we call as assembling surfaces. The element that allows us to argue this conceptual shift is, precisely, a microchip and the management of the information that is generated from its insertion into the arm of any citizen. After this initial diagnosis about the current ways of government we’ll go into new forms of sociality that emerge from the continued and open control of our paths in depth. The emer-gence of what we call extitutions will allow us to talk about the new logic of power and their spaces. They are characterized by a government of life established in the technological processing of circu-lating information about our actions, and, of course, about ourselves. In conclusion, we wonder about what may be the collective political actions that can be able to subvert the dominant logic of government in a post-humanist context where the centrality of “human” has been replaced by a poli-tical, ethical and epistemic technocracy.

Key words: Subjection. Power Relations. Dividuals. Assembling surfaces. Extitutions. Collective Political Action.

SUMARIO

1. El ocaso de la producción de almas. 2. La reinvención de la socialidad. 3. La prehensión como lógica del ejercicio de poder. 4. Conclusiones: la política en las superficies de ensamblaje. Referencias.

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“No sonó el despertador. Se volvió a encallar. ¡Otra vez corriendo toda la mañana! Estoy harta, tengo que comprar inmediatamente uno nuevo. Salí de la discote-ca muy tarde y no he podido despertarme sin ayuda. He llegado a las tantas al médico, pero, por suerte, ya tení-an preparado mi historial médico. Para no perder la mañana he visitado los nuevos centros comerciales y me he comprado la última barra de labios MaxFactor y una americana muy especial…!”.

Las anteriores líneas pertenecen a un diario anónimo. Las podría redactar cualquier persona: una de las autoras, una amiga, algún lector. Relatan, simplemente, acontecimientos y prácti-cas absolutamente cotidianas, incluso se podrían calificar de anodinos. Tras este fragmento hay alguien que trabaja, que se divierte en una disco-teca, que se maquilla y compra productos de belleza; que acude al médico y sigue la moda. Aparentemente, esas líneas no encierran nada especialmente llamativo o interesante para el pensamiento social. No obstante, junto a las mencionadas prácticas, existen unos elementos que normalmente se obvian y pasan desapercibi-dos. Son invisibles, mas están presentes en todas ellas y son tan relevantes que las consiguen dotar de significaciones imprevisibles. Nos referimos a los artefactos tecnológicos. Permítasenos repro-ducir cuatro noticias de prensa:

“Somos la primera discoteca del mundo en ofrecer el VIP VeriChip. Mediante un chip digital integrado, nuestros VIPs pueden identificarse como tal, así como pagar sus consumiciones sin la necesidad de aportar ningún tipo de documento”.

http://www.baja-beach-club.com/bajaes/asp/zonavip.aspx

“Un chip en la ropa, el último grito del control: Un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) acaba de presentar el Petochip, un pequeño procesador que se comunica por radiofrecuen-cia con un centro de mando y se puede usar para con-trolar los movimientos de las personas. Desde bebés, hasta maridos escurridizos, esta tecnología se presenta como una posibilidad de seguimientos personales e incluso ya se están probando nuevas formas de energía que usan el cuerpo humano como batería. (...) Un siste-ma microelectrónico que permite a profesores controlar a los niños a distancia mediante un microchip. Con este sistema, denominado Petochip, el profesor puede saber cuándo un niño sale de su ámbito de control, gracias a un mando a distancia que controla unos dispositivos

situados en las batas de los niños”.

http://www.canal-ar.com.ar/Noticias/NoticiaMuestra.asp?Id=1583

“EEUU aprueba los implantes de chips con

histo-rial médico: Un chip informático que se implanta

deba-jo de la piel y sirve para que los médicos puedan acce-der rápidamente a la historia clínica de un paciente obtuvo el miércoles la aprobación de las autoridades reguladoras estadounidenses. El VeriChip, vendido por la empresa Applied Digital Solutions, se coloca en la parte superior del brazo en un proceso quirúrgico sin dolor que sólo dura minutos, informó la compañía. Del tamaño de un grano de arroz, el chip contiene el núme-ro de identificación de un paciente, que corresponde a la información sobre su salud archivada en una base de datos de un ordenador. Un escáner manual puede leer el número del paciente al pasarlo sobre el chip o micro-procesador, que emite ondas radiales cuando se activa. Los que defienden el dispositivo esperan que los médi-cos usen esta tecnología para encontrar información vital sobre alguien que está inconsciente o tiene proble-mas para comunicarse. La base de datos podría incluir detalles como el uso de medicamentos, alergias o pro-blemas graves de salud. Los implantes de chips se han utilizado durante años para varios propósitos, como la identificación de mascotas perdidas. Pero a Applied Digital no se le permitía comercializar los chips para uso médico en Estados Unidos, hasta que la compañía recibiera aprobación de la Dirección de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés), que fue con-cedida el miércoles. La FDA determinó en el 2002 que no reglamentaría los aspectos financieros, de seguridad y otros usos de los chips. Los defensores de la privaci-dad han expresado su preocupación sobre la transferen-cia rápida de información médica confidentransferen-cial vía ordenador. Applied Digital dijo que los datos se man-tendrán archivados de forma segura”.

http://www.lafle-cha.net/canales/ciencia/200410143/

“En Estados Unidos, los grandes almacenes Wal-Mart introdujeron dispositivos RFID en unas barras de labios Maxfactor con el fin de controlar las pautas de consumo de los clientes sin su conocimiento previo. El periódico Chicago Suntimes filtró la noticia en noviem-bre del año pasado (#) y la empresa tuvo que pedir dis-culpas públicamente. (...) El Centro de Información sobre Privacidad Electrónica (EPIC) junto a otra trein-tena de asociaciones (...) advierten de la posibilidad del uso de estos chips en documentos de identidad o en los nuevos billetes de euro cuyo itinerario podría ser rastre-ado tras retirar dinero de cualquier cajero. No obstante, pese a que la prensa ha filtrado supuestas conversacio-nes entre Hitachi y el Banco Central Europeo, en el

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momento de escribir este artículo los rumores no habí-an sido confirmados ni desmentidos por ninguna de las partes involucradas”. http://barcelona.indymedia.org/

newswire/display/ 100141/index.php.

En estas pequeñas piezas de información aparece la posible discoteca de nuestro diario, la americana de última moda que pudo haberse comprado su autora, la libre circulación de su información médica y su barra de labios. Nos hablan de dispositivos tecnológicos cuasi-invi-sibles, que tienen que ver con prácticas cotidia-nas, eminentemente anodicotidia-nas, pero que nos trasladan inmediatamente a llamativas lógicas de vigilancia y control: microchips insertados en el antebrazo y cargados con datos relativos a nuestro historial médico, la cuenta bancaria o nuestra calidad de cliente (VIP o no); otros chips, insertados en productos de rápido consu-mo o en nuestra ropa, que permiten un segui-miento detallado de sus trayectorias y de nues-tros cuerpos, de los patrones de consumo y de los lugares por los que transitamos; passwords que impiden o permiten nuestro acceso a ciertos datos, o bases de datos que conectan a su vez con otras bases de datos para sumar, cotejar y elaborar nuevos datos, más perfiles y patrones de acción.

Resulta evidente que los anteriores dispositi-vos tecnológicos despliegan cuatro interesantes escenarios. En primer lugar, facilitan que una selección de clientes VIP de un local nocturno sea reconocida al instante y, por tanto, sus inte-grantes disfruten de la noche sin tener que car-gar con pesados monederos, reforzando así la sensación de libertad de movimiento y, por qué no, también de liviandad. En segundo, permiten que las familias de los niños que acuden cada día a la guardería estén tranquilas acerca de su seguridad y localización permanente, incluso cuando las clases se desplazan fuera de los muros de los centros escolares. Y así, frente a tecnologías que invaden directamente la tarea docente y que habitualmente son menos móvi-les y versátimóvi-les (videocámaras estratégicamente situadas en la clase, etc.), se implementa un dis-positivo de atención directa e individualizada para cada uno de los niños y niñas que resulta prácticamente invisible. En tercero, generan un acceso viable y rápido desde cualquier lugar, fuera de las paredes de las consultas médicas u hospitales, al historial médico de una persona accidentada o en situación crítica.

Especial-mente, cuando dicho historial puede revelar alergias, incompatibilidades médicas o de trata-mientos. Así, en el caso de aplicarse a la asisten-cia sanitaria primaria, supondría dejar de depen-der de los centros médicos de referencia y reci-bir atención médica allá donde nos encontremos sin importar demasiado la ubicación geográfica. Y quizás, haciendo un poco de política ficción, imaginaríamos un escenario en el que la morfo-logía y disposición de la red estatal de centros sanitarios, distribuidos uniformemente por los barrios de las ciudades, cambiaría de aspecto o se desmantelaría para potenciar dispositivos y centros sanitarios menos burocratizados y más ágiles. Los hospitales y centros médicos aban-donan parte de su cometido como centros de almacenamiento y gestión de historiales sanita-rios y pasan a ser una superficie de tránsito. Ahora, cada persona es portadora de su propia información médica y se convierte, por tanto, en importante agente activo, con responsabilidad, en el buen funcionamiento de la sanidad (Tira-do, 2001). Por último, monitorizan nuestro con-sumo y nos ofrecen productos más ajustados a nuestras necesidades y hábitos. Se configura, de ese modo, una economía individualizada que sustituye a los clásicos grupos o poblaciones de consumo.

Probablemente todo esto suene a especula-ción propia de la sociología-ficespecula-ción, mas argüi-remos en este texto todo lo contrario. Sosten-dremos que las anteriores noticias son indicado-res de un momento o proceso que comenzó hace ya bastante tiempo y cuyo centro de gravedad es la problemática del sujeto y las relaciones de poder. Ésta ha sido magistralmente tematizada por Michel Foucault. Él forjó las principales herramientas conceptuales que permiten conec-tar ese análisis con el diagnóstico de nuestro presente. Entre ellas destacó la noción de socie-dad de normalización, la disciplina y, más con-cretamente, el examen que el papel del panópti-co y el panoptismo, panópti-como tipo ideal, juegan en la producción de individuos (cuya máxima expresión representaría el sujeto moderno, pun-to de referencia y centro alrededor del cual gira el humanismo). Pues bien, a lo largo de estas páginas mostraremos cómo ese problema ha sido sustituido, más recientemente, por el de la producción de dividuos y superficies de ensam-blaje. Y tal cosa es algo que se observa, por ejemplo, en la preponderancia que detentan actualmente las tecnologías de la información y

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la comunicación. El elemento que permitirá tal giro conceptual no es otro que el microchip que aparece en la historia con la que arrancábamos el artículo y la gestión de la información que se genera a partir de su inserción en el brazo de cualquier ciudadana. En un segundo momento revisaremos qué espacialidades y formas de socialidad emergen con el control en abierto de nuestras trayectorias y la centralidad de los objetos tecnológicos como agentes responsables de la gestión de nuestra cotidianidad. La apari-ción de lo que denominaremos extituciones per-mitirá hablar de las nuevas lógicas del ejercicio del poder. Éste se caracteriza por un gobierno de la vida asentado en el procesamiento tecno-crático de la información que circula acerca de nuestras acciones y, por supuesto, de nosotras mismas. A su vez, para que se produzca tal cosa, resulta imprescindible nuestra conexión con dispositivos como el microchip. De ahí que consideremos que hemos pasado de una política de producción de individuos a otra de genera-ción de dividuos. Para terminar nos preguntare-mos acerca de cuáles podrían ser las acciones políticas colectivas que subvierten las lógicas de gobierno preponderantes.

1. EL OCASO DE LA PRODUCCIÓN DE ALMAS2

Nikolas Rose3ha dedicado más de dos déca-das al examen de las dimensiones que caracteri-zan la transformación mencionada hace un ins-tante. En su opinión, debemos retrotraernos has-ta el origen de la psicología como técnica científica para encontrar las primeras señales del cambio. Como todas las ciencias humanas y pedagógicas, la psicología, en los albores de su constitución como ciencia, intentó visualizar e inscribir el conjunto de las diferencias humanas en la superficie corporal. No obstante, progresi-vamente abandonó los estudios antropomórfi-cos ante su poca capacidad para comprender las

peculiaridades del alma y resultó evidente que hay otras características humanas que ni están ni pueden inscribirse en el cuerpo:

“Los tests psicológicos fueron un medio para visua-lizar, disciplinar e inscribir la diferencia, que no des-cansaba en la superficie del cuerpo en tanto que diag-nóstico intermediario entre la conducta y la psique” (Rose, 1996: 109).

Los tests, y otras tecnologías como, por ejem-plo, los psicofármacos modernos y de última generación, son las primeras señales que anun-cian el final de un período histórico dominado por una actividad directa sobre el individuo a tra-vés de centros de encierro o semi-encierro. Efec-tivamente, gracias a procedimientos como los tests de inteligencia o las escalas de desarrollo:

“[...] ya no es necesario reunir personas en amplias instituciones y observarlas durante largos períodos de tiempo para descubrir si manifiestan características de comportamiento evaluativamente significativas. La codi-ficación, la matematización y estandarización convierten el test en un mini-laboratorio para la inscripción de la diferencia.” (Rose, 1996: 112).

Como sostiene Deleuze (1995), la constata-ción de que se han transformado las relaciones de poder constituye un indicador con una fuerte tradición en las ciencias sociales para señalar el final de una era. En nuestro caso, los centros de encierro total y semi-total pierden fuerza y tien-den a desaparecer. Aparecen multitud de centros cuya peculiaridad es que se mueven y se defi-nen en tal movimiento. El individuo, su alma o subjetividad, deja de forjarse en espacios privi-legiados. Éste, sencillamente, pasa a ser atrapa-do, prendido por un mero test. Sus preguntas lo traducen, lo codifican, lo almacenan y preser-van en bases de datos. Y lo articulan con otros individuos traducidos del mismo modo. A partir de esa conexión se generan promedios, medias, modas y curvas que hablan por sí mismas,

cre-2 “No se debería decir que el alma es una ilusión, o un efecto ideológico. Pero sí que existe, que tiene una realidad, que está

produci-da permanentemente en torno, en la superficie y en el interior del cuerpo, por el funcionamiento de un poder que se ejerce sobre aquellos a quienes se castiga, de una manera más general sobre aquellos a quienes se vigila, se educa y corrige, sobre los locos, los niños, los cole-giales, los colonizados, sobre aquellos a quienes se sujeta a un aparato de producción y se controla a lo largo de toda su existencia [..]. Más que ver en esta alma los restos reactivados de una ideología, reconocerías en ella más bien el correlato actual de cierta tecnología del poder sobre el cuerpo.” Foucault (1976: 36).

3 Sus obras Powers of Freedom (Rose, 1999) y The Politics of Life Itself (Rose, 2007) constituyen dos magníficos compendios de los

indicadores y señales que hablan de un momento epocal en el que su principal característica es la transformación de los dispositivos de poder y control social.

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cen, en definitiva, entidades hasta ahora insos-pechadas, figuras que habitan y adquieren su pleno sentido en el espacio de la base de datos pero que, conviene no olvidarlo, trasladan sus efectos de realidad fuera de ellas, a nuestras relaciones más cotidianas. En este cambio de momento epocal4el alma empieza a dejar de ser un problema. En su lugar se torna crucial y pre-ocupante cómo localizar el individuo, cómo prenderlo y cómo articularlo en determinados dispositivos de acción y pensamiento. Resulta sumamente interesante constatar que, por ejem-plo, no importa demasiado la veracidad de nuestras respuestas ante un test psicológico o de mercado. Lo realmente clave es que existan. Que engorden las bases de datos, que produzcan codificación y gráficas que delimiten cursos de acción...o incluso los puedan preveer y, a poste-riori, proyectar.

Desde la formación de los primeros tests psi-cológicos hasta los artefactos tecnológicos que aparecen en las piezas de prensa que abren este texto han pasado muchos decenios, pero la lógi-ca que los primeros instauran se ha mantenido. Pensemos durante unos segundos lo que supone un chip insertado en el antebrazo de la clienta de un local nocturno. Éste, inmediatamente, la arrastra mucho más allá del momento preciso de ocio. La traslada, por ejemplo, al enorme dispo-sitivo de gestión de historiales médicos que contiene, entre otras cosas, la lista de hospitales y centros sanitarios, o a otros sistemas que con-templan su cuenta corriente o la red de locales de ocio nocturno de la ciudad que recorre cada sábado. Además, la conecta con el chip que ges-tiona los dispositivos de control de uso de su pintalabios. De hecho, la interconexión de ambos artefactos la convierten en un flujo de datos cuyo registro da cuenta tanto de sus cam-bios de salud como de sus “movimientos” fi-nancieros y de consumo. Se codifican y generan trayectorias de su desplazamiento, se convierte en una secuencia más en la enorme base de datos del Ministerio de Sanidad, de su banco, y en el Centro de Control de la empresa de

estu-dios de mercado contratada por la marca de su barra de labios. La mujer está prehendida5por el sistema de vigilancia y, gracias a los chips, está incorporada a una entidad mayor de la que recibe sus potencialidades, para hacer esto o aquello, acceder a este lugar o al otro, recibir cierta asistencia médica o no.

La entidad completa mujer+chip podría ser denominada híbrido o cyborg6. Sin ninguna du-da, esa suma nos enfrenta a una nueva figura conceptual. Pero nos gustaría enfatizar una peculiaridad que impide que esa ecuación enca-je adecuadamente en las nociones mencionadas: en ningún momento, ni la mujer ni el chip han perdido su singularidad. Juntas devienen una entidad que produce flujos de datos, que se transcriben, fotocopian y archivan. Unidas se convierten en una especie de superficie de ensamblaje (Tirado, 2001), mas, y esto es lo realmente interesante, no estamos ante un dis-positivo que genera o construye almas. La posi-bilidad de ensamblar el cuerpo humano con mecanismos diversos ya no descansa en proce-dimientos disciplinarios. No tenemos ni tiempo ni espacio para disciplinar un cuerpo que no cesa de moverse, que siempre está en movi-miento y actuando. Así, si en su momento pasa-mos de la disciplina de los cuerpos desnudos y encerrados, que son objeto de mirada e inter-vención directa, corpórea, a unas tecnologías de gobierno basadas en el control en abierto de sujetos libres y autónomos, pero responsables de sí y de la optimización constante de sus pro-pias posibilidades7; ahora, el ensamblaje del cuerpo con los mecanismos de gobierno de la vida se torna responsabilidad de los objetos téc-nicos. Aunque para ello también se siga apelan-do a la participación y actividad de la usuaria del chip; básicamente, para hacer posible y garantizar la permanente conexión y lectura del dispositivo. Se aspira, por tanto, a instaurar un régimen de máxima socialidad entre humanos y no humanos, una interacción íntima y constante que devenga en una conexión productiva. La desconexión, la no-relación entre “chip” y

“per-4 Preferimos la expresión “momento epocal” a otras más canónicas, como por ejemplo “momento o época histórica”, por la sencilla

razón de que es posible definir mecanismos de inteligibilidad que explican tal transformación, y, en buena medida, tal cosa es lo que hace este texto.

5 Prehensión es un neologismo del filósofo A. N. Whitehead, que definiremos con precisión en el último epígrafe de este texto. En

este punto de la explicación nos interesa que quien lea retenga únicamente el significado intuitivo que genera la palabra.

6 Las propuestas de autores como Donna Haraway (1995, 1997) o Bruno Latour (1993) irían en ese sentido. 7 Siempre ayudados por la interiorización reflexiva de todo tipo de técnicas y herramientas psi-cologizantes.

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sona” significaría el silencio, la nada, el afuera de esta nueva socialidad8.

En este sentido, frente a la producción de subjetividades propia de las formas de gobierno liberales y neoliberales9, nuestro momento epo-cal sólo busca en los individuos su conexión permanente con estos nuevos dispositivos y, por supuesto, una actividad y movilización constan-te. El autocontrol, la auto-realización personal, la interiorización de la regla terapéutica cristali-zada en la autoestima, la adopción de ciertos estilos de vida saludables y sostenibles o la opti-mización de nuestras potencialidades como empresarios de nosotros mismos10, con la entra-da de estos nuevos tipos de dispositivos, queentra-da- queda-rá relegada a un segundo plano. Todas las ante-riores prácticas se producen en la actualidad de manera diferida, se incorporan en tanto que exi-gen la inserción de un chip en el interior del organismo. Es decir, se despliega una lógica de la incorporación en lugar de un canon de inte-riorización. El chip nos avisará de la falta de dinero y por tanto de la imposibilidad de reali-zar más compras, la recepción de un sms a nuestro móvil nos indicará la fecha de la visita médica o nuestra próxima vacuna, nos liberará de ciertas gestiones, una alarma se disparará cuando nuestros hijos intenten traspasar los límites de las áreas de movimiento permitido, descargándonos así de las tareas de vigilancia, etc... Un importante corolario de todo lo ante-rior es que la previsión de los riesgos, de la salud y la enfermedad, o el control de nuestra economía serán asuntos cuya gestión no recaerá únicamente en los individuos, sino en estas nue-vas superficies de ensamblaje.

Se puede afirmar que el viejo y clásico sujeto individual ha sido sustituido por una relación muy concreta: los biodatas (Callén, 2006).

És-tos aúnan la realidad virtual y física para fusio-nar nuestros cuerpos y vidas finitas con imáge-nes digitales especulares, informativas de noso-tras mismas o nuesnoso-tras prácticas, y devenir así puros flujos semiótico-materiales de informa-ción totalmente móviles y durables. Estaríamos ante información in-corporada o cuerpos in-for-mados. Lo relevante es que a partir del entrecru-zamiento de bases de datos se generan identida-des-comandos artificiales, operativas en las si-mulaciones pero que determinan nuestras posibilidades de movimiento y acción no sólo en los entornos virtuales, sino también en los espacios físicos. Nuestra agencia, acciones y devenir cotidiano quedan atravesados por una red de datos que se insertan en nuestras vidas de manera intensa e imperceptible. Hasta que, por supuesto, en el momento más inesperado (en un control policial, cuando pagamos algo, cuando pedimos una bebida en la discoteca, cuando nos maquillamos, cuando tenemos un pequeño acci-dente, cuando acudimos al colegio...) emerge de su latencia virtual para actualizarse y entonces posibilitar, o no, la continuidad de nuestras tra-yectorias. Lo cual, a su vez y en un proceso agó-nico sin fin, es reincorporado en las bases de datos para reconfigurar nuestro perfil o bioda-tas. En suma, si en la vieja sociedad de normali-zación (Foucault, 1976) se trataba de gobernar a través de la generación de almas, de sujetos individualizados, gracias a un trabajo directo y disciplinario sobre los cuerpos, ahora se trata de generar superficies de ensamblaje que produz-can biodatas personalizados que, sin necesidad de tocar nuestros cuerpos, dibujen nuestras tra-yectorias de acción y movimiento. Una conse-cuencia importante de este hecho es que los posibles castigos y sanciones ya no se infringen sobre los cuerpos, sino que se materializan en la

8 Knorr-Cetina (1997) ha caracterizado esta relación como un espacio de socialidad-con-objetos.

9 Diversos argumentos avalan la idea de una crisis del liberalismo. El primero es histórico y hace referencia a las transformaciones del

mercado que sobrevienen tras la II Guerra Mundial. El segundo es económico y tiene que ver con la crisis del Estado de Bienestar y el auge del capitalismo especulativo frente al productivo. El tercero hace referencia a transformaciones sociales y políticas relacionadas con la emergencia de nuevos actores socioculturales. El último apela al cambio que supone la tecnificación de la ciencia. El corolario de todo lo anterior es la aparición de un estado de cosas que se podría denominar neoliberalismo. Cuatro características definen este proyecto. En primer lugar, una nueva relación entre expertos y política. En ésta impera la abstracción y el formalismo, se instaura la gestión y predomi-nan las ciencias grises, esos saberes relacionados con presupuestos, contabilidad, auditoría, etc. En segundo lugar, se instaura una plurali-zación de las tecnologías sociales. Se desarticulan actividades de gobierno que estaban en al aparato político y se autonomizan, proliferan, de este modo, organizaciones casi autónomas, no gubernamentales que asumen funciones reguladoras, de planificación y educativas: poli-cías y ejércitos privadas, educación privada, aseguradoras... En tercer lugar se configura un nuevo sujeto de gobierno: es activo, busca rea-lizarse y maximizar su calidad de vida mediante actos conscientes de elección y autonomía. Por último, aparecen nuevos efectos de inclu-sión-exclusión que operan a partir de límites que generan los discursos científicos.

10 Para una revisión del tipo de subjetividades y efectos identitarios que se configuran desde las tecnologías de gobierno neoliberal

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limitación de movimientos o en la imposibili-dad de determinadas activiimposibili-dades, en la anula-ción del acceso a ciertos recursos. Pero para que se ponga en marcha y se mantenga este nuevo dispositivo, el binomio que componen la liber-tad de movimiento y la responsabilidad de estar permanentemente conectados se convierte en una condición de necesidad. La promesa de seguridad, la autonomía, la libertad de elección, los servicios personalizados, la des-responsabi-lidad en la gestión de nuestra propia vida son la contraparte de este control en abierto.

2. LA REINVENCIÓN DE LA SOCIALIDAD

Los objetos presentes y, a la vez, invisibles que hay, o habrá, en las prácticas que aparecen en el diario de nuestra protagonista refieren transformaciones relacionadas con el individuo y con la propia socialidad. Hablan de una lógica u operación de aunamiento que se reproduce por doquier: en lo pequeño y en lo grande; en lo local y en lo global. De hecho, torna indistingui-bles ambos extremos. Se podría imaginar, du-rante un instante, que si por un “error” informá-tico somos dadas de alta en la Seguridad Social, aunque no trabajemos, somos trabajadoras; si constamos en las bases de datos policiales, somos delincuentes; si nuestra cuenta aparece con números rojos, estamos arruinadas y si apa-recemos en el registro civil del gobierno, somos ciudadanas de facto a efectos económicos, polí-ticos, estadísticos e institucionales. Y tal cosa es así porque los biodatas también transforman nuestros territorios y ciudades.

Michel Serres (1993) denomina Newtown al espacio que configuran las anteriores superfi-cies de ensamblaje. Esta “NuevaCiudad” es glo-bal en extensión e intensidad. Abarca todo el globo y es capaz de crear conexiones entre cual-quier plano o distinción ontológica. Genera intersecciones entre todos los espacios, abstrac-tos o concreabstrac-tos, reales o imaginarios, oficinas e ideas, personas y emociones. Y aunque, por ejemplo, dada la brecha digital, no todo el do “se” conecte a la red (Internet), todo el mun-do “está” prehendimun-do por ella. Conecta de ma-nera ubicua, y en un solo plano, lo local con lo global. Y si hasta ahora los sistemas de trans-porte –ferrocarril, transtrans-porte aéreo, bibliote-cas...– conectaban lugares con la misma

natura-leza y en la misma dimensión, pues eran incapa-ces de mezclar distintas especies ontológicas, nuestras comunicaciones actuales, la informa-ción, lo conectan todo, cualquier cosa. Frente a la vieja u-topía (ningún lugar) emerge la pan-topia (todos los lugares, cualquier lugar). Y una nueva materialidad informativa se incorpora a las ciudades de antaño hibridando y haciendo convivir, en un mismo espacio, lo orgánico e inorgánico, lo humano y lo no humano, el metal con la madera, la carne, el silicio, la electricidad y los gases. La verticalidad y delimitación entre un adentro y un afuera de nuestras ciudades ha comenzado a ser reemplazada por una horizon-talidad sin límites. No hay afueras posibles y la desconexión es, como decíamos, la negación absoluta. Lo “otro” de Newtown es el silencio total. Una de las principales características de este espacio es que:

“El que controla esta red, que va de lo local a lo glo-bal, porque acapara todos los poderes, substituye a la política, porque tiene todos los derechos substituye lo judicial, porque lo sabe todo, substituye a la sabiduría; porque hace funcionar su máquina de fabricar dioses posee lo sagrado; escoge los lugares de la violencia, hace crecer o no el comercio y el intercambio” (Michel Serres, 1993: 52).

Es decir, la potestas reside en la gestión del movimiento mismo. De él emana cualquier rea-lidad. Por eso, para entender el control y la vigi-lancia en nuestro presente debemos romper con las viejas metáforas que intentaron visualizar el ejercicio de poder. El énfasis tradicional en el acto de la visión (de hecho, vigilar es ver, super-visar) pierde peso. Vigilar, controlar, ya no requiere la necesidad de mirar al otro ni a sí mismo, de hacerlo/se transparente; más bien, se trata de producir información sobre sus movi-mientos. De conseguirla, disponerla y manejar-la: combinarla, almacenarla, propagarla, prote-gerla y venderla. En suma, el poder y el control residen en diseñar las condiciones de posibili-dad que hacen posible la manipulación y cone-xión de información. ¡He aquí la condición de gobernabilidad de los lugares que habitamos!

Volvamos, de nuevo, a nuestro chip. Éste, por ejemplo, abre la posibilidad de que los enfer-mos reciban asistencia, tratamiento y atención desde cualquier lugar debidamente acondicio-nado. Se le permite acudir al centro hospitalario que más le apetece o está más próximo. O

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inclu-so, en un futuro, con la implantación de la tele-medicina, quizás pueda ser atendida o interveni-da en su hogar, en su entorno familiar, en su tra-bajo, en su comunidad o barrio. Se controla y registra cualquier dato referente a su medica-ción, sus dolencias, sus molestias y enfermeda-des y este historial circula por la red. Se le avisa de sus visitas médicas, se controla que su medi-cación actual sea la correcta y hasta se le infor-ma de la posología adecuada. Se mueve de hos-pital en hoshos-pital, del centro de asistencia social va a su ayuntamiento, de éste a su centro de tra-bajo protegido... Como en anteriores casos, tenemos una paciente que está prehendida. Las bases de datos, los archivos, el chip y los fárma-cos la incorporan en una trama de monitores, instituciones, especialistas y saberes que sólo le exigen que esté localizable, que pueda acceder a un escáner o un microprocesador portátil que lea los datos insertados en su microchip. La res-ponsabilidad de la gestión de su salud se diluye por toda la red de dispositivos e información que se genera a cada paso, y el auto-control y cuidado de sí que antes se le exigía a cada paciente, ahora se ejerce de un modo diferido, delegado en dispositivos tecnológicos que tra-ducen su salud a dato informativo. Al contrario de lo que sucedía en los centros de encierro o mediante la interiorización de tecnologías “psi”, el objetivo de las relaciones de poder no consis-te en individualizar respecto a la masa ni en cre-ar sujetos, sino que se trata de modulcre-ar y produ-cir trayectorias. Rutas de consumo, se podría decir en un contexto de Capitalismo Mundial Integrado (Guattari, 2004) como el nuestro. Consumo de ocio, de recursos sanitarios y asis-tenciales, de educación... porque, en último tér-mino, lo que se busca es sentar las condiciones de posibilidad de nuestra existencia a partir de las interconexiones entre diferentes informacio-nes y datos que determinan, al final, nuestras trayectorias y posibilitan la oferta de productos individualizados acordes a necesidades y deseos cada vez más específicos.

Un buen ejemplo de ello son las redes P2P (peer to peer) que, a pesar de estar perseguidas legalmente por evadir los cánones de derechos

de autoría (incluso con penas de prisión), simul-táneamente sirven de laboratorio y observatorio de “tendencias”. Los estudios de mercado acer-ca de las desacer-cargas musiacer-cales realizadas propor-cionan una información relevante y valiosísima a la hora de diseñar los futuros mercados disco-gráficos y ofrecer productos musicales y artísti-cos acordes a las preferencias de las usuarias. La vigilancia ofrece una estructura para canali-zar la conducta, pero una estructura dentro de la que siguen haciéndose elecciones reales. Nos descargamos aquella música que deseamos escuchar. Por esta razón, resulta indispensable en estas nuevas formas de control la libertad de movimiento, la monitorización en abierto y la experiencia de libertad de elección. Incluso, hasta cierto punto, la experiencia de libertad de acción11.

Michel Serres (1995) ha denominado a esta caída de muros, disciplinarios o cuasi-discipli-narios, extitución12. En ella el control abierto y continuo sería una característica definitoria, referiría ordenaciones como el proyecto geno-ma hugeno-mano, las universidades virtuales, el con-trol de presos y mujeres amenazadas, la seguri-dad y control de los escolares, el desencierro de enfermos mentales o nuevas técnicas de marke-ting. Los rasgos presentes en todas ellas son los siguientes: a) se asientan en planos informacio-nales que fluctúan; b) y esto genera relaciones flotantes y variables; c) que permiten hablar de una socialidad fluctuante; d) en la que el víncu-lo social es básicamente preformativo dado que ya no depende de la mera presencialidad, sino que necesita de la conexión y de la acción, de la actividad y la comunicación e) y, por tanto, observamos formaciones sociales preñadas de movimiento; f) en las que se dibuja una globali-dad borrosa, mal definida, precaria pero siem-pre perceptible; g) y que permite entender cómo tales ordernaciones son una suerte de dispositi-vos de captura. Pues bien, de estas actualizacio-nes o concrecioactualizacio-nes se puede extraer el diagrama general que caracteriza la socialidad de nuestro presente. ¿Qué rasgo distintivo tendría? Deleu-ze lo apunta en su reflexión sobre el trabajo de Foucault:

11 Por ello, probablemente, también nos esté permitido subir al servidor y compartir aquella música que compusimos nosotras

mis-mas; porque cualquier tipo de creatividad será bienvenida mientras permita dibujar nuevas e inesperadas trayectorias de consumo suscep-tibles de ser explotadas. De modo que la ampliación del espectro de lo posible será celebrada siempre y cuando no ponga en entredicho el carácter económico y político del orden de lo social.

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“A veces se ha creído que Foucault trazaba el cuadro de las sociedades modernas como otros tantos dispositi-vos disciplinarios, por oposición a los viejos dispositidispositi-vos de la soberanía. Pero no hay nada de eso: las disciplinas descritas por Foucault son la historia de lo que poco a poco dejamos de ser, y nuestra actualidad se dibuja en disposiciones de control abierto y continuo, disposicio-nes muy diferentes de las recientes disciplinas cerradas.” (Deleuze, 1989: 160).

Efectivamente, la misma proliferación de esta-blecimientos disciplinarios no significó, en su momento, la implantación de un proceso de en-cierro generalizado que, dicho sea de paso, hu-biera estado condenado al fracaso de antemano:

“Mientras que por una parte, se multiplican los esta-blecimientos de disciplina, sus mecanismos tienen cierta tendencia a ‘desinstitucionalizarse’, a salir de las forta-lezas cerradas en que funcionaban y a circular en estado ‘libre’; las disciplinas masivas y compactas se descom-ponen en procedimientos flexibles de control, que se pueden transferir y adaptar.” (Foucault, 1975: 214). El “panoptismo” es sólo un esquema de com-prensión. Un heurístico, si se desea. Ni excluye la aparición y proliferación de otras formacio-nes sociales ni soslaya el conocimiento del per-manente cambio de nuestra realidad. Es senci-llamente “una” ontología posible del presente. Una manera de mirar. Otras pueden ocupar su lugar. Por ejemplo, el control. Deleuze habla de “Control abierto y continuo”. La expresión debe ser completa puesto que existen muchos dispo-sitivos de control. Es más, la propia disciplina es una modalidad del control. Lo importante en la nueva expresión es la segunda parte: abierto y continuo. Refiere una “circulación en estado libre”, “procedimientos flexibles de control”, variables, cambiantes, sorprendentes. Los ejem-plos con los que abríamos este apartado ilustran la importancia creciente de valores como la apertura, la circulación libre y la flexibilidad. Pero, y esa es su novedad respecto a otros siste-mas, para que se alcancen dichos valores, ya no hay una apelación al individuo ni un trabajo

sobre su subjetividad. Por el contrario, con los dispositivos que hemos descrito, estos valores ya se alcanzan con un gesto mínimo: El que materializa la unión entre el cuerpo y el chip. Por esa razón no estamos ante ejemplos de mera desinstitucionalización13, de apertura y despo-blación de las instituciones de encierro. El fenó-meno es más amplio y básico. O sea, la extitu-ción no excluye la proliferaextitu-ción de fenómenos de institucionalización-desinstitucionalización en su interior. Sencillamente los desborda. Es un plano más general que proporciona sentido a éstos. La extitución transforma la institución, no la elimina, ni tan siquiera requiere elaborar su crítica. Digámoslo con otras palabras: lo extitu-cional es como una nueva dimensión, un volu-men nuevo y sorprendente para lo institucional.

Retengamos un rasgo muy concreto de la extitución. Estás dentro o fuera de una clase tradicional, pero tal diferenciación, no obstan-te, podría llegar a carecer de sentido en una guardería o colegio donde se implantará a sus alumnos el citado chip. En tanto que extitu-ción, una clase, un local de ocio nocturno o un centro sanitario operarían como red, sin inte-rioridad ni exteriotidad. La extitución es un puro límite, compuesto de elementos que pue-den conectarse o no. Una superficie imposible de geometrizar. Es una amalgama de conexio-nes y asociacioconexio-nes cambiantes. Una multiplici-dad. Su materia son las posiciones, los vecin-darios, las proximidades, las distancias, adhe-rencias o acumulaciones de relaciones. A diferencia de lo que ocurre en la institución, dispositivo que combate el nomadismo, la exti-tución se caracteriza por la potenciación del movimiento y el desplazamiento. Y en esa mul-tiplicidad las tecnologías de la información y la comunicación juegan un papel fundamental. Generan conexiones y relaciones, posibilitan el control abierto y continuo. Frente a los mode-los que proporciona la lógica del panóptismo, en nuestro presente, resulta posible definir una lógica diferente: la del ejercicio de poder como prehensión (Tirado, 2001).

13 El término desinstitucionalización, que comienza a utilizarse a principios de los años sesenta en los Estados Unidos, glosa este

cli-ma crítico al proponer la disminución de los servicios psiquiátricos y la expansión simultánea de los servicios basados en la comunidad, a la hora de organizar la atención de los trastornos referidos, especialmente, a la salud mental. Habitualmente, la definición de desinstitucio-nalización recoge tres procesos básicos: la despoblación de los hospitales psiquiátricos, la desviación de admisiones institucionales hacia servicios basados en la comunidad y, por último, la descentralización, que implica que múltiples entidades y/o servicios se responsabili-zan de un mismo paciente.

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3. LA PREHENSIÓN COMO LÓGICA DEL EJERCICIO DE PODER

Esta nueva anatomía para la vigilancia, asen-tada en el movimiento, no requiere visibilidad y trasciende las barreras físicas. Tan sólo se basa en la gestión del primero. La lectura del chip permite la localización permanente de su tra-yectoria y la gestión de su trazado. Del mismo modo, trasciende el tiempo, lo que puede obser-varse especialmente en la capacidad de almace-namiento y recuperación de información de las bases de datos que conforman estas nuevas for-mas sociales. La nueva microfísica del poder habla de una vigilancia que “deja hacer”. Cuan-to mayor sea el movimienCuan-to del usuario, mayor la probabilidad de marcar y predecir su trayec-toria, y, por supuesto, los individuos ya no son conscientes de ésta puesto que no están encerra-dos. De hecho, in strictu sensu, ni siquiera son, somos, individuos; la prehensión nos transfor-ma en dividuos. Conviene en este momento definir con detalle la noción de prehensión14.

En el acto de prehender una entidad comuni-ca, transfiere su virtud a otra. Es decir, transmite su potencia. La prehensión es algo así como una potencialidad de captura. Gracias a ésta distin-tas entidades quedan subordinadas, conectadas y coordinadas en otra. La prehensión afecta a la entidad prehensora y a la prehendida. Ambas constituyen un nuevo plano o unidad. Utili-zando otro vocablo de Whitehead, podemos decir que aparece un “aunamiento”. Como he-mos mencionado anteriormente, éste se asemeja a la figura del cyborg o híbrido, entidades muy populares últimamente en las ciencias sociales. Sin embargo, la propuesta de Whitehead recoge antes una transformación incorporal que una configuración o transformación física. El efecto de un acontecer15. El aunamiento no señala una mezcla física, determinable y concreta. Recoge la cualidad que aparece cuando el chip es inser-tado en el antebrazo. O sea, se instala en esa

ter-cera dimensión que es el acontecimiento y que conecta un cuerpo con un objeto. Y lo que es todavía más importante, el aunamiento muestra que en la prehensión ninguna de las entidades prehendidas sufre por definición un proceso de constitución de identidad. No hay generación de almas o producción de individualidad. Puede aparecer, por supuesto, pero como efecto deri-vado e incluso azaroso.

Mientras que en la lógica del panoptismo se aspira a determinar completamente los movi-mientos del otro, la prehensión sólo pretender incorporar, capturar y comunicar una potencia. Prehender no es representar o encerrar. Tampoco inscribir o pertenecer. Es, justamente, aunar. Conectar. Producir una superficie de ensambla-je sin desplegar un proceso que altere la singu-laridad o particusingu-laridad de lo prehendido. Inser-tado el chip en el brazo, o en algún producto de consumo, se despliega el ensamblaje; y en ese momento podemos hablar de semejante superfi-cie, sólo en ese instante. En el chip somos pre-hendidos por las bases de datos sanitarias y monetarias, por el ciberespacio por donde circu-lan éstas. Activarlo nos ensambla al sistema sanitario, al mercado financiero o a la industria cosmética. En suma, el aunamiento es el pro-ducto omnipresente de una prehensión y refiere varias entidades prehendidas. Su principal cua-lidad es la no alteración de la singularidad o especificidad de éstas. Marca una potencia para conectar otras entidades o el ritmo para que per-sista el movimiento de prehensión.

Pero ¿qué es concretamente el poder en este modelo? Pues la respuesta es muy sencilla, y, de hecho, ya la hemos proporcionado: la generación de superficies de ensamblaje, la capacidad de producirlas. El modelo del panoptismo exige la noción de libertad para definir el poder. Ahora bien, se genera una paradoja en la medida en que el objetivo máximo es la constitución de un indi-viduo. Un substrato último completamente previ-sible y determinado. Alcanzado tal horizonte se

14 El término desinstitucionalización, que comienza a utilizarse a principios de los años sesenta en los Estados Unidos, glosa este

cli-ma crítico al proponer la disminución de los servicios psiquiátricos y la expansión simultánea de los servicios basados en la comunidad, a la hora de organizar la atención de los trastornos referidos, especialmente, a la salud mental. Habitualmente, la definición de desinstitucio-nalización recoge tres procesos básicos: la despoblación de los hospitales psiquiátricos, la desviación de admisiones institucionales hacia servicios basados en la comunidad y, por último, la descentralización, que implica que múltiples entidades y/o servicios se responsabili-zan de un mismo paciente.

15 Gilles Deleuze ha definido de un modo sumamente interesante la noción de acontecimiento. Éste es un sinónimo de sentido,

asu-miendo que la noción no se identifica ni con el significante ni con el significado, tampoco es un referente o yace en el enunciado. Es una suerte de cuarta propiedad de la proposición. El acontecimiento o sentido es una especie de neblina que conecta palabras y cosas. Una transformación inmaterial que experimentan los cuerpos cuando se despliega un enunciado.

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entra en el terreno de la dominación: anulación de la necesidad de libertad o producción de novedad y, en rigor, debe afirmarse que han desaparecido las relaciones de poder o que han sido sustituidas por las de dominación16. Sin embargo, el poder en tanto que prehensión soslaya esa paradoja. Su problema es el movimiento y la conectividad, no la inscripción, y permite la máxima capacidad de decisión y libertad en las entidades prehendidas puesto que preserva su singularidad. Aunque dicha capacidad de decisión, acción y libertad está limitada a elecciones de tipo cultural. De lo contrario, si las acciones se dieran en el plano de lo político o económico, o trataran de atravesar ciertos circuitos donde se dirimen las mismas for-mas de gestión y ordenación de la vida, se activa-rían los mecanismos disciplinarios más punitivos para ser desplegados, directamente, sobre los cuerpos. Por eso, la emergencia de nuevas anato-mías de poder no acaba con las formas anteriores, sino que se complementan y combinan cuidado-samente para operar sincronizadamente. Mientras antiguas formas de disciplina y vigilancia, de tipo más coercitivo, se encargarían de anular y blo-quear los residuos subversivos que representan diferencias extremas y amenazantes para el status quo difíciles de codificar (verbigracia: las bajadas masivas de archivos de música de internet o los flujos migratorios que traspasan fronteras políti-cas); a los sujetos-movimientos que permanecen dentro de los canales normativos (como es el caso de los consumidores-medios o de los turistas) se

les aplicarían formas de vigilancia y control más sutiles e imperceptibles, fuera del contacto direc-to sobre sus cuerpos pero, curiosamente, desde literalmente su interior. Tal como es el caso de nuestro microchip.

Por tanto, observamos cierta contemporización de las formas de poder disciplinarias y de control que se despliegan a partir de un sofisticado engra-naje que incluye dos tipos distintos de operacio-nes: “hard” y “soft” (Bonet, 2003)17. Un modelo dual de ordenamiento, control y saneamiento de la vida que trata de gestionar el disenso y desarti-cular y despolitizar lo aberrante al tiempo que vigila muda e imperceptiblemente nuestras tra-yectorias y acciones cotidianas. Por eso, se podría decir que en las sociedades de control capitalistas ya no importa tanto lo que seas (mujer, preso, niño...), siempre y cuando te conectes, y te mue-vas productivamente por las redes de la informa-ción, y tu circulación genere la información sufi-ciente –acerca de gustos, formas de vida, hábitos, etc.– como para anticipar y desplegar tras ella un plan global de atención individualizada, extenso e intenso al mismo tiempo.

4. CONCLUSIONES: LA POLÍTICA EN LAS SUPERFICIES DE ENSAMBLAJE El producto de la prehensión es una superficie de ensamblaje: un aunamiento. Persona+chip es una entidad que permite su conexión con otras

16 En los años ochenta Michel Foucault matizó su análisis de las relaciones de poder. Distingue entre relaciones estratégicas, técnicas

de gobierno y estados de dominación. Las primeras coinciden con lo que había denominado hasta ese momento relaciones de poder. En el arte de gobernar el poder es definido como la capacidad de estructurar el campo de acción del otro. Por tanto, hay que pensar el ejercicio del poder presuponiendo que las fuerzas implicadas son libres. En este marco, libertad significa posibilidad de cambiar una relación, una situación, de tornarla reversible. Si esa posibilidad desaparece, estamos ante un estado de dominación. En éste, la reversibilidad y la ines-tabilidad de la acción sobre otra acción son limitadas. Se cristaliza una relación social, se pierde la fluidez y la reversibilidad de la relación estratégica. Entre las relaciones estratégicas y las de dominación están las técnicas de gobierno. Masa de prácticas, constituidas histórica-mente, que permiten que los individuos, en su libertad, actúen unos en relación con los otros. A través de ellas unas relaciones estratégi-cas, planos inmanentes, se abren o se cierran, su ejercicio las cristaliza y lleva a la dominación o no. Ellas permiten la creación de nuevas subjetividades y flexibilizan las relaciones estratégicas.

17 Dicho dispositivo operaría del siguiente modo: mediante seductores paradigmas comunitaristas y cívicos que apelan a la

co-respon-sabilidad moral, individual y ciudadana; o bien mediante amenazantes discursos velados del riesgo y el miedo, los mecanismos de soft control neutralizarían y domesticarían cualquier diferencia que cuestionase los propios mecanismos de gobierno. Las únicas acciones tolerables serían aquellas que se limitan a un plano meramente cultural desprovisto de capacidad de crítica política o económica. Como efecto, se crea una esfera pública de consenso social aconflictivo y aséptico que facilita la subordinación del disenso a la lógica hegemó-nica de gobernabilidad. Se “construyen tramas sociales que evacuan o tornan ineficaces cualquier contradicción; crea situaciones en las cuales, antes de neutralizar coercitivamente lo diferente, parece absorberlo en un juego insignificante de equilibrio generado y auto-regulado” (Hardt y Negri, 2000:27). Y si eso no se lograra, aquellas otras diferencias de tipo ontológico, económico o político que logran-do sobrevivir a los mecanismos soft desbordan los canales establecilogran-dos del consenso social y hacen insoportable la visión de este aparen-te escenario de paz, serán anuladas y reprimidas duramenaparen-te. ¿Cómo? A partir de su codificación como problemas de orden público sobre los que desplegar “legítimamente” (en pro de la seguridad y paz social) una serie de mecanismos represores de hard control (Bonet, 2003) que tratan de gestionar este disenso que resquebraja la paz del consenso. Una doble operación (Soft-Hard Control), un modelo dual de saneamiento (captura- represión) que despolitiza y desarticula lo abyecto.

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entidades. En principio, “persona” no recibirá una acción directa e inmediata sobre su cuerpo, al menos, mientras el ejercicio de su libertad de acción y movimiento se dé dentro del mapa de coordenadas estipuladas y toleradas. No será sometida a ningún arte corporal de medición y disección de su anatomía. Carencia absoluta de disciplina. En ese sentido, reiteramos que consti-tuirle un alma no es el objetivo de estos nuevos dispositivos. Si embargo, en la prehensión su cuerpo es abstraído, arrancado de su territorio y contexto habitual de movimiento y despliegue. Es traducido a flujos discretos, a píxeles. Co-rrientes de datos que llegan a la central del ban-co, a la de la Seguridad Social. En ella son reen-samblados y constituidos como nuevas entidades analizables desde otras perspectivas y sobre todo objeto de intervención –elaboración de estadísti-cas, comparaciones, etc.–. Los reensamblajes se conectan con otras entidades, en contextos diver-sos, en definitiva, pasan a formar parte de otras prehensiones. Así, el grafico que recoge los hábi-tos de ocio y consumo de la protagonista de nuestro relato se inserta en su historial clínico o se cruza con la información de su cuenta corrien-te para generar una nueva base de datos de distin-tos perfiles de consumidores que sirva para el diseño de la próxima campaña de cosméticos antialérgicos de una conocida marca.

En la prehensión, esta “mujer” es registrada, cortada y exportada a otros dominios. El resulta-do es una suerte de cuerpo des-corporizaresulta-do, un dato de pura virtualidad: un biodata. El acto de prehender ha generado una interfaz de tecnología y carne que se compone de esas superficies de contacto entre el orden orgánico e inorgánico, entre formas de vida y páginas de información, o entre partes y órganos del cuerpo y sistemas de entrada y proyección (pantallas, teclados...). Los “aunamientos” así producidos permiten el regis-tro y la reconstrucción de los hábitos de la perso-na, preferencias, formas de vida y movimiento. Se generan, del mismo modo, datos y registros que escapan a nuestro rango habitual de percep-ción. La superficie de ensamblaje descansa en una tecnología que hace y registra observaciones discretas, y establece un continuum máquina-humano. En su interior el cuerpo deja de ser una unidad simple que puede moldearse, castigarse o controlarse para transformarse en un flujo que circula y posee motilidad.

En todas las prácticas que aparecen en nues-tro diario podría sostenerse que la vigilancia es

un fenómeno que arranca con la creación de un espacio de comparación y con la introducción de rupturas en los flujos que emanan y circulan en el cuerpo. Igual que la fotografía captura el reflejo de luces y sombras, las drogas estrían los flujos químicos y los detectores de mentiras comparan flujos de respiración, pulso y movi-mientos eléctricos. El cuerpo se convierte en un ensamblaje de miríadas de componentes y pro-cesos que son inscritos y canalizados para el registro y la observación. Flujos de carne-infor-mación. Ahora ya no se trata tanto de recolocar o reubicar el cuerpo para modelar una indivi-dualidad como de convertirlo en pura informa-ción, de tal manera que sea más móvil y compa-rable. Cuerpos in-formados. Divisibles. Se trata de establecer regímenes de dividuación. En ese sentido, la pregunta abierta por el modelo de la prehensión no tiene nada que ver con la consti-tución del yo y sus modalidades. El interrogante que propone hace referencia a la conexión entre humanos y no humanos, objetos, fuerzas y pro-cedimientos. La subjetividad deja paso a la potencia que adquiere un ser humano, a su capacidad de afectar y ser afectado, en disposi-tivos o superficies de ensamblaje concretas. Pero tal capacidad no es una propiedad de la carne, del cuerpo, de la psique, de la mente o del alma. Es algo cambiante, producto y propie-dad de una cadena de conexiones entre órganos y objetos-artefactos, con otros seres humanos o espacios y situaciones.

Las superficies de ensamblaje desbordan lo humano y cualquier noción de humanismo. Se extienden más allá de su piel, de su ubicación espacial y de sus sentidos; de su formación inte-lectual y conocimiento. De hecho, lo sitúan en un acontecimiento y lo definen y dotan de inte-ligibilidad a partir de su conectividad; en este caso, con un dispositivo tecnológico en forma de microchip. En ellas no se trata de conocer un individuo, de esclarecer su pensamiento o de describir su subjetividad, ni se trata tampoco de conocer qué connota o representa. Tan sólo se insiste en saber con qué funciona, con qué se articula, en qué multiplicidades se implica, con qué otras ensambla. No estamos, de todas for-mas, ante la reedición del análisis de una se-mántica oculta o hermética, sino más bien ante la necesidad de cartografiar conexiones superfi-ciales, asociaciones y actividades derivadas. El tema es el ser-ensamblado-junto o ser-ensam-blado-con.

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En definitiva, el problema que nos ocupa es describir la lógica de la prehensión que atravie-sa al actual posthumanismo. En éste, las perso-nas detentan su estatus de humaperso-nas, paradójica-mente, a partir de su conexión y ensamblaje con objetos técnicos, con los dispositivos de gestión y control del movimiento. O dicho de otro modo, tal conectividad (y el posterior movi-miento dentro de los espacios permitidos) es la que define aquello que es susceptible de tratarse “humanamente”. Así, a la mujer protagonista del relato se le reconoce su ciudadanía en Newtown (como sinécdoque de humanidad) desde un criterio puramente tecnocrático: habita esta nueva ciudad porque permanece conectada a la red de bases de datos que la definen como tal (el registro de la policía, la base de datos del banco, en la seguridad social, etc.). Lo contra-rio, la no-conexión o desconexión de sus bioda-tas implicaría la anomia. Ausencia de ley. Y, en consecuencia, aparecería la justificación perfec-ta para desplegar sobre nuestra properfec-tagonisperfec-ta otras formas de gobierno de carácter “pre-humano”, es decir, se activarían los dispositivos de disciplina y castigo previos a este momento epocal. El directo corolario de todo lo anterior es que la gestión de la vida se sustenta, en últi-mo término, en el procesamiento tecnocrático de la información que circula por esta red y la agencia sobre nuestra propia existencia se des-plaza y queda (co)delegada en dispositivos que nos guían a partir del manejo y combinación de esos mismos datos. De este modo, la realidad y la posibilidad de acción sobre ella devienen una obviedad difícilmente controvertible: “lo dicen los datos” se convertiría en la consigna que marca los límites de lo posible e imposible y rige la intervención biopolítica.

Y si esta socialidad constituye la base de toda biopolítica, conviene preguntarse a continua-ción cómo hacer de ella una oportunidad para el despliegue de prácticas políticas colectivas que cortocircuiten los regímenes de poder actuales. Dicho de otro modo: ¿cómo ensamblarnos con otras y otros cuerpos para hacer de este post-humanismo una forma de vida más habitable?; ¿qué tipo de gesto nos exige la politización de

nuestra existencia post-humana? Un breve y apresurado intento de respuesta sería el siguien-te: sustraerse del imperativo de movilización y control permanente mediante la estrategia de llevar al extremo nuestra propia condición de dividuos. Es decir, recuperar la inter-dependen-cia que nos constituye, buscando otras presen-cias y explotando nuestra capacidad de conec-tarnos con ellas. Experiencias de creación y producción de conocimiento colectivo, como el desarrollo de software libre a partir de comuni-dades globales de trabajo colaborativo; el inter-cambio de ficheros por internet, a pesar de las amenazas y los intentos de clausura de las redes P2P; la capacidad de organizar convocatorias rápidas y masivas a través de la red o la posibili-dad de reunir comuniposibili-dades virtuales cuyos miembros se distribuyen alrededor del mundo serían ejemplos de cómo nuestra condición de dividuos post-humanos, a partir de la creación de superficies de ensamblaje globales, responde a cuestiones como la individualización, control y capitalización crecientes de nuestras vidas. De este modo, si en las actuales sociedades de con-trol la constitución de sujetos ha quedado rele-gada a un segundo plano, las formas de movili-zación y organimovili-zación política que aparezcan difícilmente podrán apelar a identidades comu-nes aglutinadoras18con capacidad para unificar las diversas reivindicaciones colectivas. Frente a estas propuestas políticas tradicionales de convergencia y unidad identitaria, pero también como respuesta a procesos emergentes de co-aislamiento (Garcés, 2006), aparecen nuevas formas de socialidad y acción política más acor-des con nuestra condición posthumana de divi-duos. Así, sobre el esbozo de trayectorias indi-viduales fácilmente predecibles y aislables, qui-zás se podría superponer un caminar juntas que dificultara la identificación y el marcaje perso-nalizado asociado al imperativo actual del movimiento y la actividad constante. Quizás podríamos mimetizarnos compartiendo con otras el movimiento y los trayectos... para hacer de nuestras coordenadas una mancha de puntos anónima e indiscriminable imposible o, cuando menos, difícil de prehender.

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