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Yo no soy un hombre, soy dinamita

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Yo no soy un hombre, soy dinamita EPÌFRAFES DE SELECTIVIDAD La crisis de la razón ilustrada: Nietzsche.

1) Lo apolíneo, lo dionisíaco y el problema de Sócrates. 2) Nihilismo y voluntad de poder: la muerte de Dios.

3) La genealogía de la moral: moral de esclavos y moral de señores. 4) La transmutación de los valores: el superhombre.

1. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO

Es éste un siglo enormemente agitado: el siglo de las revoluciones. Las raíces de esta agitación se encuentran en la época anterior: el hundimiento del Antiguo régimen y las transformaciones económicas y sociales producidas por la extensión de la revolución industrial. Es la burguesía la que triunfa y se beneficia de la nueva situación. A su lado aparece el proletariado, que solo cobra conciencia de su condición. El sistema político que se

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exportarán a todo el mundo. Este sistema se funda en la separación de poderes y parte de la idea básica de que cada nación debe dotarse de una Constitución que permita la alternancia en el poder de varios partidos políticos. Junto a las revoluciones liberales los obreros están organizándose y reivindicando los derechos sociales, ya que la Revolución Industrial que se extiende por toda Europa está creando mucha riqueza, pero ellos viven en la miseria y la marginación.

Para Nietzsche la sociedad europea del siglo XIX está enferma:

• Desde la perspectiva sociológica la enfermedad consistía en el protagonismo de las masas y en el intento de organizar la sociedad democráticamente.

• Desde la perspectiva moral se ha impuesto una moral de los mediocres, de los débiles, del rebaño.

• Desde la perspectiva filosófica Nietzsche se posicionará frente a las principales corrientes filosóficas de su época, de las cuales vamos a hablar a continuación. El movimiento ilustrado que reivindicaba la racionalidad y la libertad humana va ser puesto en entredicho a lo largo del siglo XIX por las tendencias irracionalistas y por algunos representantes del vitalismo. La razón tal como la entendieron los ilustrados no es considerada ya como la cualidad esencial del ser humano y el terreno que pierde es ocupado por los sentimientos, los instintos, la intuición, la imaginación… En la misma dirección, el idealismo alemán, con Hegel a la cabeza, va recibir fuertes críticas por parte de autores como Schopenhauer, quien rechaza la idea de Espíritu Absoluto infinito y creador, y niega el principio hegeliano: “Todo lo racional es real y todo lo real es racional”. Sustituirá el Espíritu Absoluto por la Voluntad de vivir, una voluntad ciega e insaciable que es la causa de todo lo existente. Además, el socialismo está conociendo una gran expansión gracias sobre todo a la obra de Marx, que llevó a cabo una crítica radical de la sociedad del momento, y convirtió la igualdad en eje de su discurso. Por otra parte, en la segunda mitad del siglo XIX cobrará gran relieve el positivismo, una corriente filosófica que al abrigo del espectacular desarrollo científico de los últimos siglos considerará la ciencia como el saber fundamental para conocer la realidad y para conducir la sociedad hacia el tan deseado progreso.

Para acabar, no podemos olvidar que durante este siglo surgen muchos biólogos importantes: Lamarck, Darwin, Mendel, Pasteur… Sus reflexiones sobre la vida y la evolución introdujeron nuevos temas para la reflexión filosófica: el instinto, la evolución de las especies, la supervivencia del más apto, la voluntad de poder… y dio lugar al surgimiento y desarrollo de una corriente filosófica conocida como vitalismo, que hará de la vida el eje fundamental de su reflexión filosófica, y en la cual situamos a Nietzsche y Ortega y Gasset.

ü DATOS BIOGRÁFICOS Y OBRAS DE F.NIETZSCHE (1844-1900)

Nietzsche nació en 1844 en el seno de una familia de medios modestos. Su padre, un pastor protestante murió cuando Nietzsche tenía 5 años. Su genialidad ya fue patente a una edad muy temprana, y se le concedió una beca para estudiar en una de las mejores escuelas de Alemania. Inició los estudios de teología, pero se decantó por la filología. A la edad de 24 años aceptó una plaza de filología clásica en la universidad de Basilea. Mientras estuvo allí se vio atormentado por una enfermedad, que había aparecido por primera vez durante la adolescencia, y que estaba destinada a acosarle durante toda su

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vida. La enfermedad no era la sífilis, que finalmente fue la que le mató, sino que, casi con toda certeza, se trató de la afección de una grave migraña. Su migraña le incapacitaba de tal manera, algunas veces se encontraba enfermo más de 200 días al año, que a la edad de 35 años tuvo que renunciar al profesorado.

Del año 1879 al 1889 alterna las alturas de los valles alpinos en verano con las zonas cálidas de Italia y Sur de Francia en invierno. Es, a pesar de la enfermedad, el periodo de mayor fecundidad intelectual y literaria; de hecho, es durante estos años cuando escribe sus obras más importantes. Nietzsche continuó con su tarea sin concesiones, sin comodidades materiales (vivía de una pequeña pensión de la universidad), sin una casa propia (se refería a sí mismo como una tortuga: el baúl que arrastraba de hotel en hotel contenía todas sus pertenencias), sin una familia (aparte de una madre distante y de la problemática Elisabeth). Vivía sin el contacto de algún amigo que le apreciara, al margen de una comunidad profesional (no volvió nunca a conseguir una posición universitaria), sin un país (debido a sus sentimientos antigermánicos, renunció a su pasaporte alemán y nunca permaneció en un lugar el tiempo suficiente como para conseguir otro).

La muerte de Nietzsche no fue menos sorprendente que su vida: en efecto, “murió dos veces”: en 1889 y once años más tarde, en 1900. En 1889 sufrió una catastrófica demencia (en la plaza de Turín se agarró al cuello de un caballo que estaba siendo golpeado por su amo) y su gran inteligencia se perdió para siempre. La mayoría de historiadores de la medicina han llegado a la conclusión de que sufrió sífilis terciaria, estado incurable común de la época. Después de 1889 Nietzsche permaneció destrozado para el resto de su vida, incapaz de pensar con claridad, apenas capaz de formular una frase coherente. Su ausente envoltura sobrevivió durante once años más hasta su muerte corporal, ocurrida en 1900.

Cuando Nietzsche estuvo incapacitado, su hermana Elisabeth se trasladó para cuidar de él y de sus escritos. Sus escarceos políticos tuvieron tanto éxito que Hitler fundó su Archivo de Nietzsche en Weimar, la visitó en su noventa cumpleaños llevando un enorme ramo de rosas, y, unos cuantos años más tarde, asistió a su funeral y colocó una corona de laurel sobre su ataúd. Elizabeth Förster-Nietzsche, celosa guardiana de los manuscritos de su hermano e impulsada por la idea de una renovación universal que había de confiarse a la nación alemana, quiso convertir a su hermano en guía espiritual de dicha renovación. Así, publicó La voluntad de poder con interpolaciones arbitrarias y tendenciosas efectuadas en el manuscrito de su hermano, con lo cual ideas como la de superhombre Y voluntad de poder, que en el contexto general de su pensamiento poseen un significado muy distinto, aparecen como la negación de todo humanitarismo y como fundamento teórico de la política más violenta y agresiva, del Estado totalitario y de la raza pura de los superhombres.

Nietzsche es autor de numerosas obras: El nacimiento de la tragedia (1872), su primera obra; Consideraciones intempestivas (1873-1876); Humano, demasiado humano (1878); Aurora (1881); La Gaya ciencia (1882); Así habló Zaratustra (1885); Más allá del bien y del mal (1886); La genealogía de la moral (1887); El crepúsculo de los ídolos o como se filosofa a martillazos (1888); El Anticristo (1888); Ecce Homo (1888), y La voluntad de poder (1901). La filosofía nietzscheana tiene dos caras:

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bombardero cuya dinamita está orientada a la crítica destructiva de todo aquello que forma parte de la cultura occidental que ha supuesto una decadencia, negación y anulación de la vida. Para Nietzsche, el platonismo, el cristianismo y los valores de la moral tradicional constituyen un conjunto de creaciones culturales que hay que dinamitar y destruir. En este sentido, la filosofía de Nietzsche practica lo que él mismo llamó la filosofía del martillo, esto es, la filosofía que casca y rompe.

b) Una cara constructiva o creadora: una vez dinamitado todo aquello que ha supuesto una negación de la vida, es decir, una vez aplicada la filosofía del martillo, Nietzsche apuesta por la defensa de un nuevo concepto de hombre y de unos nuevos valores más acordes con la vida. La concepción del hombre como superhombre, la transmutación de los valores, y la afirmación de la voluntad de poder van en esta línea.

2. LO APOLÍNEO, LO DIONISIACO Y EL PROBLEMA DE SÓCRATES. ü La tragedia griega y la realidad vital.

La filosofía nietzcheana es una filosofía encuadrada dentro de una gran corriente filosófica que transcurre entre los siglos XIX y XX denominada Vitalismo y en la que también se incluyen filósofos como W. Dilthey (1833-1911), H. Bergson (1859-1941) y José Ortega y Gasset (1883-1955), y en cuya aparición y desarrollo tuvo que ver la gran importancia que adquirió la biología (teoría evolucionista) en esta época. Para los vitalistas la realidad radical, eje de su reflexión, es la VIDA. Pero, ¿en qué consiste ésta?

Nietzsche leyó la obra de Shopenhauer El mundo como voluntad y representación y quedó fascinado. Para Schopenhauer la realidad, el mundo es la manifestación de una voluntad de vivir, una fuerza ciega e infinita que se multiplica gradualmente en cada uno de los individuos existentes. Su fin es simplemente expandirse incesantemente siguiendo el ciclo que lleva del nacimiento a la muerte. Pero lo trágico es que esta voluntad va unida inseparablemente al dolor: vivir es sinónimo de sufrimiento, esta vida es un valle de lágrimas. La única salida que le queda al ser humano es situarse al margen de ese torbellino, de esa fuerza ciega, a través del arte, la ética (la compasión) y la ascesis religiosa.

Partiendo de estas consideraciones sobre la realidad, sobre la vida, en su obra El nacimiento de la tragedia intenta demostrar que la civilización griega presocrática muestra perfectamente el carácter trágico de la vida y sobre todo, lo acepta. Según Nietzsche hay dos principios que componen la realidad y que son simbolizados en las figuras de Dionisos y Apolo. Dionisos, el dios del vino y la embriaguez, de la música y de la poesía, representa la vida: el caos, la fuerza instintiva, la voluntad irracional, la pasión sensual, las contradicciones inherentes a la vida, la humanidad en concordancia con la naturaleza…, mientras que Apolo, el dios del sol y de la luz, del arte clásico, de la armonía y del equilibrio, representa la razón. En la tragedia griega se refleja perfectamente esta dicotomía, esta oposición entre ambos principios, que es el meollo de la vida.

ü El inicio de la decadencia: Sócrates y Platón.

Sin embargo, la pretensión de imponer un orden racional al mundo hizo triunfar al individuo teórico, apolíneo, sobre el individuo trágico o dionisíaco que había predominado en la etapa presocrática. Este triunfo, representado por la figura de Sócrates, continuará en Platón y el cristianismo, y, a través de ellos, en toda la historia de la cultura occidental, y es el síntoma

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más evidente de la decadencia occidental.

Con Sócrates se inicia la sobrevaloración de la razón sobre los sentidos e impulsos, la búsqueda de la definición universal frente a lo particular, concreto e individual, la racionalización de la moral frente a una moral más instintiva y pasional, y de esta forma la negación de lo dionisiaco, la ocultación de la verdad y el declive de Occidente. Pero este proceso y esta decadencia se acentuará con su discípulo Platón y con el cristianismo, que no es sino un platonismo para el pueblo. En el corazón de estas filosofías y religión se esconde el espíritu de decadencia, el odio a la vida y el temor al instinto.

La crítica nietzscheana del platonismo aparece en varias obras pero especialmente en la titulada El crepúsculo de los ídolos (1888.) En opinión de Nietzsche el platonismo es una filosofía negadora de la vida y una filosofía que ha falseado la realidad. Más concretamente, Nietzsche critica tres aspectos esenciales del platonismo:

a) El platonismo ha establecido una distinción y separación entre dos mundos, el mundo de las esencias universales, permanentes e inmutables, captables a través de la razón, y el mundo de las cosas singulares, concretas y cambiantes accesibles a través de los sentidos. Además, ha considerado que el primero de ellos, el mundo de las esencias universales e inmutables, es el mundo verdadero, la realidad verdadera, mientras que al segundo, el mundo de las cosas concretas y cambiantes, lo ha considerado como una falsa o inauténtica realidad, como una apariencia (para Nietzsche es al revés: lo que para Platón es la verdadera y auténtica realidad no es más que una apariencia, mientras que lo que para Platón es la apariencia para Nietzsche constituye la auténtica y única realidad). Dicho de otra manera, el platonismo ha apostado por la desvalorización de la realidad sensible, de la realidad cambiante y sujeta al devenir, de la realidad espacio-temporal y ha supuesto el establecimiento y defensa de un mundo imaginado que es inmutable, estático, intemporal y permanente.

b) El platonismo ha defendido la sobrevaloración de la razón como facultad de conocimiento y el desprestigio del conocimiento sensible, del conocimiento de los sentidos.

c) El platonismo, en el terreno moral, ha defendido la mortificación de los placeres sensuales y ha considerado que su satisfacción quede regulada racionalmente. De esta manera, la razón se convierte no sólo en facultad de conocimiento sino también en la facultad que nos indica las pautas de nuestro comportamiento en la vida. Dicho de otra manera, el platonismo ha defendido el triunfo de la razón en el comportamiento humano y al hacer esta defensa está traicionando la vida.

Si Platón ha situado la realidad en un más allá suprasensible e ilusorio, y ha considerado, en cambio, “el mundo aparente” al único mundo verdadero, el cristianismo es “un platonismo para el pueblo”: justifica el sufrimiento y la muerte como consecuencia de una culpa, y convierte en pecado todo lo que significa vida: la salvación consiste para el cristianismo, en una renuncia a la vida.

ü Lenguaje, conocimiento, verdad.

De todo lo dicho anteriormente se desprenden varias ideas de Nietzsche sobre el conocimiento, el lenguaje y la verdad.

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Para conocer y pensar nos servimos del lenguaje. El lenguaje se convierte en el vehículo principal del conocimiento. Nietzsche busca los orígenes del lenguaje y descubre que éste nace de un consenso o contrato de los hombres con el fin de uniformar la realidad, de hacerla idéntica para todos. De esta forma el lenguaje se convierte en un instrumento al servicio del grupo, del rebaño, pero que está muy lejos de ser un instrumento al servicio de la verdad, que nos permita un conocimiento objetivo y certero.

Para mostrarnos la distancia que separa al lenguaje de la realidad y la verdad, Nietzsche señala los cambios que se van produciendo en nuestro conocimiento hasta llegar al lenguaje: el paso de los estímulo físicos (nuestro primer contacto con la realidad) a imágenes mentales, y de imágenes mentales a palabras. Y después de estas transformaciones ¿qué nos queda de la realidad originaria? Poca cosa. Por esto Nietzsche considera que la fuente original del lenguaje y del conocimiento no está en la lógica, sino en la imaginación, en la capacidad radical e innovadora que tiene la mente humana de crear metáforas antropomórficas, analogías y modelos. El edificio de la ciencia se alza sobre las arenas movedizas de ese origen.

A través del lenguaje expresamos los conceptos, los cuales son un instrumento totalmente inadecuado para conocer la verdad. Los conceptos, que expresan lo general y común, no nos permiten captar lo particular y concreto. Los conceptos son herramientas estables y fijas, y por lo tanto no son aptos para captar la realidad cambiante y en continuo fluir, que es lo característico del mundo y de la vida. Sin embargo, el aspecto esencial de la realidad, la vida, sí se puede captar a través de la intuición, de los sentidos, del arte. Por ello se suele englobar a Nietzsche dentro del movimiento irracionalista de finales del siglo XIX.

En definitiva, Nietzsche aplica su método genealógico y descubre que el conocimiento es un invento del ser humano, útil en la lucha por la vida: al someter lo individual a lo universal, al generalizar, nos permite sentirnos seguros, pues ordena la experiencia, caótica y diversa, y hace posible la vida social y el desarrollo de la ciencia, pero no descansa en principios objetivos.

La verdad se ha convertido en una ficción, una perspectiva, una forma de interpretar las cosas. Hay perspectivas que se imponen porque resultan más útiles, y otras, en cambio, quedan latentes. La verdad es “aquella clase de error sin el cual una determinada especie de seres vivos no podría vivir”. La verdad es una mentira colectiva, que es útil y beneficiosa para el grupo, y que refleja los valores y actitudes ante la vida del mismo. Esta teoría de la verdad como convención lleva a considerar como mentira lo que se sale del contrato y queda fuera de la norma comúnmente aceptada. Nietzsche afirma un concepto pragmático de la verdad: para cada individuo, es verdad lo que aumenta su voluntad de poder.

4. NIHILISMO Y VOLUNTAD DE PODER: LA MUERTE DE DIOS

La filosofía de Nietzsche puede ser considerada como una filosofía vitalista porque para Nietzsche la vida es la realidad primaria y originaria del mundo. Y si buscamos la característica principal de la vida podemos decir que ésta es voluntad de poder. Este concepto ya aparece en los primeros escritos de Nietzsche, aunque nunca llega a precisarlo, razón por la que se ha interpretado con diferentes sentidos. Voluntad de poder aparece como afán de superación que está presente en todo ser vivo. Ya en las primeras

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células vivas hay reacción hacia lo beneficioso y contra lo hostil expresada mediante la apertura o el cierre de membranas. Esta voluntad se hace más patente en los animales y en el hombre: «En todos los lugares donde encontré seres vivos, encontré voluntad de poder; e incluso en la voluntad de poder del que sirve encontré voluntad de ser señor» (“Así habló Zaratustra”).

Sin embargo, en occidente, desde la antigüedad, se ha renunciado a la vida y a la voluntad de poder. Ha primado lo racional frente a lo vital, se ha puesto el punto de mira en otra vida y no en ésta, han primado los valores de los débiles y no los de los fuertes. Dios simboliza toda esa decadencia: simboliza el menosprecio a este mundo, porque su reino no es de este mundo; simboliza la obediencia ciega y absoluta, frente a la libertad creadora; simboliza los valores de los débiles frente a la voluntad de poder. Por eso es tan necesario predicar su muerte.

La expresión “Dios ha muerto” fue utilizada por Nietzsche por primera vez en una obra titulada La gaya ciencia (1882) para diagnosticar la existencia de un fenómeno que, poco a poco, ha ido dominando la cultura occidental, “el fenómeno de la secularización”, el cual consiste en el paulatino abandono de la idea de un Dios supremo que da sentido al mundo y que es garantía del orden establecido, tanto el orden moral como el orden político.

Las raíces de la muerte de Dios hay que buscarlas, según Nietzsche, en primer lugar, en el Humanismo renacentista de los siglos XV y XVI pues supuso el abandono de la visión teocéntrica propia de los siglos anteriores y su sustitución por una visión antropocéntrica en la cual el hombre ocupa el centro del universo. En segundo lugar, en el Racionalismo, pues con esta corriente o tendencia filosófica se establece la idea de que la garantía de que un conocimiento sea verdadero o falso no se encuentra en la compatibilidad o consonancia de ese conocimiento con las creencias de la fe sino que se halla en la propia razón humana. En tercer lugar, en la Ilustración, pues, además de depositar la confianza en la razón humana en detrimento de la fe, defiende una concepción democrática del poder político según la cual es el pueblo, los hombres quienes han de nombrar a sus gobernantes, frente a una concepción teológica o religiosa de los siglos precedentes según la cual el gobernante aparece como si hubiese sido nombrado por la Divinidad para ejercer las tareas políticas. En cuarto lugar, el desarrollo de las ciencias naturales en los siglos XVIII y XIX ha permitido a los hombres saber que la explicación de los fenómenos naturales se encuentra en la propia Naturaleza y que no es necesario acudir a ningún Dios o Divinidad para llegar a tener una comprensión de lo que acontece en la Naturaleza.

Para Nietzsche, la “muerte de Dios” no representa solamente la pérdida de la fe en el dios monoteísta cristiano sino también la progresiva caída y derrumbe de los valores e ideales de la cultura occidental. Dicho de otra manera, la frase “Dios ha muerto” es algo así como el acta de defunción de toda una cultura que se apoya en la figura de Dios y que admite la existencia de valores trascendentes, absolutos y universales. El resultado más inmediato de la muerte de Dios es la aparición del nihilismo. Veámoslo a continuación.

ü El nihilismo

El término “nihilismo” (palabra derivada de la palabra latina “nihil” que significa “nada”) es, al igual que muchos otros términos empleados por Nietzsche, un término ambiguo con diversidad de significados. Cuando Nietzsche emplea este término lo utiliza al menos con tres significados.

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● El nihilismo como actitud negadora de la vida.

Para Nietzsche toda actitud (la obediencia), teoría (el platonismo) o moral (de los esclavos) que niega “lo verdaderamente real” en nombre de “falsas realidades” e ideales ficticios es “nihilista”. Según Nietzsche, la cultura occidental triunfante desde la Antigüedad es una “cultura nihilista” ya que está imbuida de toda una serie de “ficciones vacías y huecas” (mundo ideal platónico, la utopía de un progreso hacia un futuro mejor…) y de valores y actitudes contrarios a la realidad y a la vida.

El nihilismo como pérdida del sentido de la vida tras la muerte de Dios (nihilismo pasivo)

El nihilismo pasivo hace referencia al hecho de que la pérdida de la fe en Dios y la caída de los valores e ideales de la cultura occidental y especialmente de la moral cristiana desemboca en una situación de vacío, de sin sentido, de duda e incertidumbre, en la que el hombre se queda sin ninguna base de sustento y se encuentra como “perdido”. En este sentido, “la muerte de Dios” representa “un gran peligro” para el hombre ya que la ausencia de los valores e ideales que han sustentado toda una tradición cultural hacen que su vida sea “un absurdo”.

El nihilismo como actitud destructora de valores e ideales caducos y anticuados (nihilismo activo)

Al liberarse la humanidad de la fe en Dios y de la creencia en los valores e ideales cristianos, el hombre ha quedado libre para crear nuevos valores, unos nuevos valores que estén en consonancia con la vida, unos nuevos valores que supongan una afirmación de la vida. En este sentido, “la muerte de Dios” representa “una gran esperanza” para la humanidad. Nietzsche habla de que, frente al “eclipse” que representa la falta de sentido de la vida por la pérdida de los valores dominantes, una “nueva aurora”, “un nuevo amanecer” se vislumbra para la humanidad.

Para que el hombre sea capaz de crear nuevos valores que sustituyan los valores caducos de la La muerte de Dios Decadencia de los

valores e ideales de la cultura occidental Pérdida progresiva de la fe

en Dios

Es un “acontecimiento dramático” que supone para al hombre:

Una gran esperanza

(“aurora”, “amanecer”) Un gran peligro

(“eclipse”, “ocaso”)

Falta de sentido, vacío existencial, incertidumbre vital (nihilismo pasivo)

● El hombre se convierte en “creador” de nuevos valores ● Para ellos es necesario “acabar de destruir” los viejos

valores (nihilismo activo) y

tomar conciencia de que “sólo el hombre” es el creador de valores

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moral cristiana es necesario acabar de destruir de una vez por todas cualquier resto o vestigio de la religión y moral cristianas. Es a esta “tarea destructora” a lo que Nietzsche llama nihilismo activo. Dado que Nietzsche puso un gran empeño en esta tarea, él se consideraba a sí mismo como un buen ejemplo de nihilista activo.

3. LA GENEALOGÍA DE LA MORAL: MORAL DE ESCLAVOS Y MORAL DE SEÑORES

La crítica nietzscheana de la moral tradicional europea aparece, fundamentalmente, en dos obras: La genealogía de la moral y Más allá del bien y del mal. En estas obras Nietzsche realiza una crítica de los valores morales dominantes en la cultura occidental (igualdad, solidaridad, humildad, obediencia, castidad, etc.) por considerarlos falsos valores, esto es, valores contrarios a la vida.

ü La crítica a la explicación utilitarista del origen de los conceptos “bueno” y “malo” El método que va a seguir Nietzsche para llevar a cabo su labor crítica de la moral tradicional es el método genealógico. Rastreando los orígenes de los conceptos “bueno” y “malo”, podemos captar su significado auténtico y originario, y poder criticar los cambios posteriores. Nietzsche no es el primero en practicar esta metodología genealógica en el campo de la moralidad. Antes que él “otros genealogistas de la moral” (el biólogo Charles Darwin o el filósofo John Stuart Mill) hicieron un trabajo similar pero las conclusiones a las que llegaron fueron criticadas por Nietzsche. Estos “genealogistas e historiadores de la moral” han ofrecido una explicación utilitarista de la moral pues consideran que en un principio el concepto “bueno” fue utilizado para hacer referencia a aquellas acciones no egoístas porque resultaban “útiles” a quienes se beneficiaban de ellas; con el tiempo esta “utilidad” fue olvidada pero el hábito y la costumbre de llamarlas “buenas” hizo que se creyera que eran “buenas en sí mismas”.

Según Nietzsche, la explicación utilitarista que han dado los psicólogos ingleses es insostenible desde el punto de vista histórico. En opinión de Nietzsche, el origen del concepto de “lo bueno” no está en aquellos a quienes una acción les resultaba útil o beneficiosa sino en aquellos a los que Nietzsche llama “los nobles”, “los poderosos”, “los hombres de posición superior y elevados sentimientos” quienes llamaron “bueno” a todo lo que ellos hacían y representaban y “malo” a “lo vulgar”, a “lo plebeyo”. Esta contraposición entre “lo noble”, “lo superior” y “lo vulgar” o “lo plebeyo” se fundamenta en lo que Nietzsche llama “el pathos de la nobleza y de la distancia”. Con esta expresión Nietzsche hace referencia al sentimiento radical de una “especie superior dominadora” en su relación con una “especie inferior dominada”.

ü Moral de los señores y moral de los débiles

Para descubrir el originario y auténtico significado de los términos morales, Nietzsche se vale de sus conocimientos filológicos. Nietzsche hace un rastreo etimológico del término “bueno” en distintas lenguas y llega a la conclusión de que dicho término está emparentado semánticamente con el concepto de “noble” o “aristocrático”. Así, “lo bueno” es lo que representaba la casta de “los nobles”, de “los superiores”, de “los aristócratas” y «malo» significó «vulgar», «plebeyo»... Nietzsche establece una distinción entre dos clases de moral, cada una caracterizada por la defensa de un determinado tipo de valores morales: moral de los señores, y moral de los esclavos.

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● Moral de los señores o moral aristocrática. También la llama “moral de los caballeros”, “moral de los fuertes”, “moral de los guerreros”, “moral de los espíritus elevados”, “moral de los superiores”.

- Los valores propios de esta moral son “la espontaneidad”, “la libertad”, “la fuerza”, “el placer”, “lo instintivo”, etc.

- Es una moral activa ya que sus valores son el resultado de la actividad autónoma y espontánea del individuo que se siente “superior”.

- Es una moral jerárquica ya que defiende el mantenimiento de la diferencia y distancia entre unos hombres (los señores, los superiores) y otros (los débiles, los inferiores).

Moral de los esclavos o moral del rebaño. También la llama “moral del hombre vulgar”, “moral de los débiles”, “moral de la plebe”, “moral del miedo”).

- Los valores propios de esta moral son “la igualdad” “la benevolencia”, “la solidaridad”, “la compasión”, “la fraternidad”, “la obediencia”, “la sumisión”, “la docilidad”, “la humildad”… En opinión de Nietzsche, “los débiles” defienden estos valores y con ello suavizan su existencia haciéndola más cómoda y llevadera.

- Es una moral reactiva ya que sus valores son una reacción de los impotentes frente a la acción autónoma y espontánea de los nobles y aristócratas.

- Es una moral antijerárquica ya que hace una defensa de la nivelación y una defensa de la igualdad (dice Nietzsche que “sólo los mediocres defienden la igualdad”) y una “moral del miedo”. El miedo, dice Nietzsche, es el factor desencadenante de la moral de los esclavos pues ésta se funda en el temor al peligro y tiene como fin la conservación colectiva del rebaño; por eso, es bueno lo que contribuye a hacer posible la comunidad, es decir, lo que es útil al rebaño, y es malo aquello que es peligroso para la subsistencia y pervivencia del rebaño como comunidad de los débiles. Como dice Nietzsche, “oculto bajo la defensa del amor al prójimo se esconde el temor y miedo al prójimo”.

El paso de la moral aristocrática a la moral del rebaño lo explicamos en el siguiente apartado.

5. LA TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES: EL SUPERHOMBRE

ü El triunfo en Occidente de la moral de los débiles: la “rebelión de los esclavos” Según Nietzsche, en los orígenes de la cultura occidental (Grecia y Roma) los valores triunfantes fueron los valores propios de la moral de los señores. Sin embargo, en el transcurso del tiempo ha habido un continuo ascenso de los valores de los esclavos. De hecho, la moral occidental, la moral triunfante y vigente en Europa es la moral del rebaño, la moral de los esclavos, la moral de los débiles.

Nietzsche encuentra la clave de este ascenso y triunfo de la moral de los esclavos en la inversión o transmutación de los valores llevada a cabo primero por “los judíos” y continuada después con gran éxito por “los cristianos”. Los judíos y los cristianos han invertido el significado primigenio de las palabras “bueno” y “malo” y han conseguido que pasen a significar lo contrario: “lo malo” es lo que en su origen se asociaba con la palabra

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“bueno” (los valores aristocráticos y señoriales) mientras que “lo bueno” es lo que en un principio se asociaba con la palabra “malo” (los valores de los débiles). A esta labor de “inversión y transvaloración de los valores” llevada a cabo por los judíos y continuada por los cristianos es a lo que Nietzsche llama “rebelión de los esclavos”.

Esta “rebelión de los esclavos” es producto del odio, de la venganza, del resentimiento de quien se siente “inferior” respecto al “superior”. El resentimiento es un sentimiento de rechazo y de odio hacia alguien que experimenta una persona por sentirse perjudicada en algún sentido. Según Nietzsche, el resentimiento contra el “hombre noble y fuerte” es el sentimiento dominante del “hombre plebeyo y vulgar”. De este resentimiento nacen los valores propios de la moral de los débiles y nacen como un instrumento de venganza contra el hombre noble y superior.

La “rebelión de los esclavos” que desembocó en el triunfo de los valores de los débiles fue iniciada por una casta especial que surge dentro de los nobles, de los señores: la casta de los sacerdotes. Los sacerdotes (una casta híbrida de aristócrata y esclavo) son señores y aristócratas no guerreros, incapaces de desarrollar actividad física, y que hacen de la actividad intelectual su fuerza; se sienten inferiores en actividad física respecto a los aristócratas guerreros, “infravaloran” aquellas actividades en las que entra en juego la fuerza física: la guerra, las aventuras, la caza, la danza... e inventan el espíritu o fuerza espiritual para luchar contra la casta guerrera en el único terreno en el que ésta podía ser vencida: el terreno intelectual. Los sacerdotes inventan ideales ascéticos (abstinencia, obediencia, represión de los sentidos) y establecen la división entre hombres puros (aquellos que siguen esos ideales ascéticos) y hombres impuros.

Los judíos son el pueblo o casta sacerdotal por excelencia. Los judíos, movidos por un acto de odio y de espiritual venganza han llevado a cabo la rebelión de los esclavos: una inversión consistente en que “los buenos” son los miserables, los pobres, los impotentes, los que sufren, los indigentes, los enfermos... y para quienes cabe la bendición, la bienaventuranza y el “amor nuevo” de un “Dios redentor y salvador”. Los judíos cambian y sustituyen los valores de los nobles, de los señores, de los caballeros, y con la moral de esclavos que imponen, triunfan los valores del rebaño y se sofocan los valores del individuo libre. Esta labor fue continuada por los cristianos.

La crítica nietzscheana del cristianismo aparece en varias obras pero sobre todo en las tituladas Anticristo y El crepúsculo de los ídolos. Para Nietzsche, todas las religiones han nacido de los miedos y de las angustias de los hombres. Los fundadores de religiones y los sacerdotes han explotado estos sentimientos de miseria e impotencia y han inventado la necesidad de un Dios redentor que saque al hombre de esa situación angustiosa. Nietzsche dirige sus ataques más furibundos hacia el cristianismo, pues la religión cristiana es uno de los ingredientes esenciales de la cultura occidental. Estos ataques son tan duros y virulentos que en Anticristo se atreve a decir que el cristianismo ha sido y es aún hoy la más grande desgracia cultural de la Humanidad.

MORAL DE LOS SEÑORES Inversión de los valores MORAL DE ESCLAVOS Voluntad de poder Placer Jerarquía natural Individuo JUDAÍSMO CRISTIANISMO DEMOCRACIA SOCIALISMO Obediencia Ascetismo Igualdad Grupo

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Noble Belleza Felicidad Salud resentimiento Plebeyo Fealdad Resignación Enfermedad ü El superhombre

El término alemán “übermensch” utilizado por Nietzsche ha sido traducido al castellano por “superhombre” pero sería más adecuado traducirlo por “ultrahombre” ya que la palabra “superhombre” tiene en nuestro idioma resonancias de poderes físicos extraordinarios o de superioridad racial que de ninguna manera encajan con lo que Nietzsche nos quiere decir cuando él utiliza ese término. Al utilizar esta palabra Nietzsche pretende designar al hombre que “está más allá” del hombre sometido a la tiranía de la religión y moral cristianas. En este sentido, el superhombre es el nuevo modelo de hombre que supera y deja atrás un modelo y prototipo de hombre coaccionado por los valores y normas tradicionales. Como dice Nietzsche en Así habló Zaratustra, “el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre: una cuerda sobre un abismo”. Las características del superhombre son las siguientes:

“Terrenalidad”

El superhombre es el hombre “pegado a la tierra” y sabe que “todo más allá” (el futuro mejor que defienden las utopías políticas, el mundo platónico de las Ideas trascendentes, el mundo celestial que prometen los cristianos) es una quimera, una fantasía, una ilusión, un ideal. ● “Vitalidad”

El superhombre es el hombre que dice sí a la vida, que acepta la vida tal y como es en su limitación (temporalidad) y no se engaña con falsas expectativas, como por ejemplo, la búsqueda de un sentido ideal a la vida o la esperanza en un tiempo futuro mejor.

● Actitud creadora de valores “fieles a la vida” mediante una nueva transvaloración e inversión de los valores vigentes

El superhombre es el “hombre creativo e innovador” que crea valores que están en consonancia con la vida tal y como es. Esta “nueva creación de valores” exige llevar a cabo una nueva inversión de los valores, una nueva transvaloración (recordemos que los judíos y cristianos ya realizaron en su momento una primera inversión de los valores consistente en invertir los significados de los conceptos “bueno” y “malo”). Esta “nueva transvaloración” llevada a cabo por el superhombre consiste en reemplazar los viejos valores e ideales de la cultura y de la moral judeocristiana contrarios a la vida que han cuajado en la cultura occidental por una “nueva moral y una nueva cultura” que “afirmen la vida en su finitud”.

Rechazo de la moral de esclavos

“La igualdad” “la benevolencia”, “la solidaridad”, “la compasión”, “la fraternidad”, “la obediencia”, “la sumisión”, “la docilidad”, “la humildad”…, todos estos valores, propios de los débiles y de los esclavos, son rechazados por el superhombre en cuanto que son “contrarios a la vida”. La creación de una nueva moral se fundamenta en lo que Nietzsche denomina voluntad de poder. Se trata de un concepto con un significado ambiguo y oscuro.

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Voluntad de poder no es voluntad de posesión de poder político o militar. La voluntad de poder es voluntad de vivir, es decir, voluntad de superación, voluntad de creación, voluntad de aspirar a nuevas cosas, a nuevos valores; voluntad de trasgresión.

Rechazo de la conducta gregaria del “hombre masa”

De la misma manera que rechaza los valores de “la moral del rebaño y de los débiles”, detesta y rechaza la conducta de “los que siguen a la mayoría”, de “los que siguen normas morales ya establecidas”; de “los que actúan siguiendo modas”… El superhombre es el “creador e inventor” de su propia forma de actuar, el que sigue su propio criterio, el que “no se deja llevar en su vida” por estilos de vida vigentes sino “el que lleva su vida” por donde él quiere. En este sentido, el superhombre se define por su “espíritu libre”. ● Aceptación del “eterno retorno”

Frente a la concepción lineal y progresiva de la historia que nos presenta la cultura occidental (y que encontramos muy claramente concretadas en la concepción kantiana de la historia y en la concepción marxista) y que tiene como fin, sentido o meta el “escapar” de la realidad terrena para alcanzar otra “realidad ultramundana”, el superhombre defiende la tesis del “eterno retorno”, es decir, la concepción circular el tiempo, un mundo sin principio ni fin. Quien defiende esta tesis del “eterno retorno” asume la vida tal y como es y “acepta el destino” (“amor fati”) al no querer que nada sea distinto, ni en el pasado ni en el futuro.

ü La metáfora de las tres transformaciones

Para explicar la llegada y advenimiento del “superhombre”, Nietzsche utilizó en su obra Así habló Zaratustra la metáfora de las tres transformaciones. Según esta metáfora, el espíritu humano ha pasado por tres etapas:

El hombre – camello. Ejemplo de obediencia ciega, sacrificio y humillación, el camello es el animal que, renunciando a su propia voluntad, soporta “grandes pesos y cargas y que se arrodilla delante de su amo”. Este animal simboliza al “espíritu paciente”, al “hombre gregario” que soporta con resignación “el peso enorme de la religión y de una moral basada en el deber” y que se arrodilla e inclina ante Dios, al hombre que hace “lo que debe”, que hace “lo que le imponen”. El paradigma o prototipo de “hombre – camello” es “el héroe”, que es capaz de cargar con todo hasta le extenuación mientras “los creadores de cargas” le aplastan.

El hombre – león. El león, animal fuerte y valiente, simboliza al hombre que se rebela contra el peso y la carga que se le impone con el fin de conquistar su libertad. Simboliza al hombre de “espíritu libre” que destruye y aniquila a Dios y a los valores morales tradicionales (“la pesada carga que soporta el camello”). Metafóricamente, el león mantiene una pelea, una lucha con el “gran dragón” (“el deber” que impone la moral tradicional cristiana) para conseguir una victoria que suponga el triunfo de la voluntad libre, de la voluntad sin coacciones. Como dice Nietzsche, “Tú debes” se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice “yo quiero”.

● El hombre – niño. En la siguiente transformación el león tiene que convertirse en niño. El niño, cuyas cualidades son la inocencia, la falta de prejuicios y el tomarse todas las cosas como un juego, simboliza al hombre que, una vez liberado de la carga y el peso de la religión

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y de la moral tradicional, decide utilizar la “libertad conquistada” en la creación y establecimiento de nuevos valores que supongan “un nuevo comienzo”. La libertad conquistada por el león se traduce en un “santo decir sí” a la vida, al eterno retorno (eterno retorno simbolizado en el texto en “la rueda que se mueve por sí misma”). Es decir, el niño simboliza al “superhombre” en su faceta de “creador de nuevos valores”.

6. OTRAS REFLEXIONES

ü Reflexiones sobre la mujer

“Y yo accedí al ruego de la vieja mujer y le hable así:

Todo en la mujer es enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo.

El hombre es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer para el hombre?

Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, como el más peligroso de los juguetes.

El hombre debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero; todo lo demás es tontería.

Los frutos demasiado dulces al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la mujer: amarga es incluso la más dulce de las mujeres.

La mujer entiende a los niños mejor que el hombre, pero éste es más niño que aquella.

En el hombre auténtico se esconde un niño: éste quiere jugar. ¡Adelante, mujeres, descubrid el niño en el hombre!

Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, iluminado por las virtudes de un mundo que todavía no existe.

¡Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: ‘¡Ójala diese yo a luz el superhombre!’.

¡Haya valentía en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer. Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas”.

Así habló Zaratustra, De las mujeres viejas y jóvenes.

¡Qué le importa la verdad a la mujer! No hay nada más extraño a la mujer que la verdad, nada le es más odioso, nada más contrario a su naturaleza; su gran arte es la mentira; su gran preocupación es la apariencia y la belleza. Confesémoslo, eso es lo que a los hombres les gusta en la mujer, eso precisamente es su talento y su instinto; nosotros, que vivimos abrumados de inquietudes, encontramos nuestro solaz cerca de seres cuyas manos, cuyas miradas y cuyas tiernas locuras hacen que nuestra seriedad, nuestra gravedad y nuestra profundidad nos parezcan casi como otras tantas locuras. Más allá del bien y del mal

7. RELACIÓN DE F. NIETZSCHE CON OTROS FILÓSOFOS

PRESOCRÁTICOS: a Nietzsche le interesó la concepción cíclica del tiempo característica de los griegos, que refleja en su idea del eterno retorno de lo mismo. También le pareció interesante la concepción de la realidad como devenir (Heráclito), según la cual todo está en continua transformación, no hay en la realidad nada estático ni permanente. Para terminar no podemos olvidar que los griegos anteriores a Sócrates reflejaron perfectamente el carácter trágico de la vida del ser humano, la oposición dionisiaco-apolínea.

PLATÓN: Nietzsche critica a Sócrates por sobrevalorar la razón y por su intelectualismo, síntomas claros de la decadencia griega y del distanciamiento del espíritu dionisíaco. Su discípulo Platón es el enemigo público número uno de Nietzsche, ya que considera que el platonismo no es más que un cúmulo de errores y falsas verdades que es preciso dinamitar

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y destruir: en primer lugar, su dualismo ontológico y la primacía del mundo inteligible; en segunda lugar, la infravaloración de los sentidos y la sobrevaloración del conocimiento racional-conceptual; en tercer lugar, el rechazo de las pasiones, de los apetitos sensibles y defensor de la necesidad de someter los deseos y las pasiones al control de la razón, etc. Como hemos señalado el cristianismo es simplemente un “platonismo para el pueblo”, que extiende este error por todos los continentes y por todos los grupos sociales.

INMANUEL KANT: para Nietzsche la ética de Kant basada en la aplicación del imperativo categórico (Obra de tal manera que lo que quieras para ti lo has de querer también para los demás hombres) es un claro ejemplo de la moral del rebaño, la moral de los débiles, una moral del miedo que busca la homogeneización de las conductas. En este sentido, la moral kantiana es una moral que atenta contra la vida, una moral antinatural, antivital, y por tanto, una moral que, a juicio de Nietzsche, hay que superar. A los ojos de Nietzsche esta concepción kantiana de la moralidad es un buen ejemplo de lo que es la tipología moral del “hombre-camello”: el hombre que se arrodilla ante “el deber impuesto”. Además, si bien es cierto que Kant certifica que la razón teórica no puede saber nada seguro sobre el mundo, el alma y Dios, posteriormente comete un error de bulto al considerar que debemos creer en ellos como fundamento de la moral y base de la razón práctica.

SCHOPENHAUER. En sus años de estudiante Nietzsche leyó El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer. Esta obra le causó gran impacto, aunque posteriormente se distanció de sus planteamientos. Schopenhauer, considerado el precursor del vitalismo, piensa que la realidad fundamental en todo ser vivo es la voluntad de vivir, concebida como un principio universal. Esta voluntad no es individual , pero se concreta en voluntades individuales que luchan por la vida. Este impulso ciego hace del mundo un lugar de dolor y egoísmo, que esclaviza a todo ser vivo, incluido el hombre. El hombre es, según Schopenhauer, el ser consciente de que la voluntad es siempre voluntad insatisfecha y la insatisfacción produce dolor. Como consecuencia, la felicidad es imposible. El suicidio no es un camino de liberación (es un acto más de la voluntad de vivir: el suicida ama la vida, pero es incapaz de soportar el dolor). El pesimismo es total. El medio de liberamos del dolor es la belleza (la contemplación estética nos libera momentáneamente), pero sobre todo el ascetismo, la renuncia radical a la voluntad de vivir, es decir, la negación de uno mismo. Si lo que llena de dolor nuestra existencia es la voluntad de vivir, entonces se trata de negar esta voluntad. La propuesta de Schopenhauer es, pues, una huida del mundo inspirada en el nirvana del budismo.

Nietzsche recoge el concepto de voluntad de vivir, pero le da un sentido positivo: lo convierte en voluntad de poder, que exige autoafirmarse. La vida debe afirmarse, aceptarse, incluyendo el dolor, que forma parte de ella: negar el dolor es negar la vida. El arte como liberación es una idea que Nietzsche mantendrá, pero también entendida como manifestación de la voluntad de poder, que en el acto creativo se aparta del rebaño. No se trata de huir de la vida, sino todo lo contrario. Nietzsche niega, pues, el pesimismo y la resignación de Schopenhauer.

KARL MARX: para Nietzsche, el socialismo y el comunismo son manifestaciones de la moral del rebaño o moral de los débiles. En este sentido, son teorías políticas y económicas caducas y obsoletas que es preciso aniquilar y superar. En aras de la igualdad, intentan acabar con las diferencias y desigualdades que son rasgos característicos de la vida; intentan aniquilar a los individuos mejor capacitados, nobles, fuertes, y llenos de talento y reducirlos a la mediocridad del grupo, del rebaño.

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Por otra parte, Nietzsche está encuadrado, junto con Marx y el psicólogo vienés Sigmund Freud, dentro de lo que se ha denominado “la filosofía de la sospecha”. Estos tres filósofos son considerados “filósofos de la sospecha” porque han contribuido a “desenmascarar” algunas de las ideas más arraigadas en la tradición cultural occidental. La denominación “filósofos de la sospecha” procede del hecho de que estos filósofos “sospechan” que tras las creencias tradicionales más arraigadas (filosóficas, morales, políticas) hay “intereses ocultos”, muchas veces inconfensables. Sigmund Freud “desenmascaró” al sujeto racional, libre y consciente y defendió que el ser humano tiene una parte inconsciente en su mente que influye en sus decisiones y actos. Marx “desenmascaró” todo el entramado ideológico, jurídico y político y defendió que está condicionado por la actividad económica. Finalmente, Nietzsche hizo lo propio con los valores morales vigentes en la cultura occidental. Nietzsche “desenmascaró” estos valores y descubrió que “por debajo de” la defensa de valores como la igualdad, la solidaridad o la compasión se encuentra el odio u el resentimiento de “los débiles” respecto de “los señores” y una voluntad de dominarlos.

JOSÉ ORTEGA Y GASSET: a Nietzsche como a Ortega se los incluye dentro de la tendencia filosófica del vitalismo ya que en ellos “la vida” es uno de los conceptos centrales que vertebran sus filosofías. Nietzsche sale en defensa de la vida porque la siente amenazada por la filosofía, la religión y la moral. Su concepto de vida es el de autoafirmación del individuo, afirmar los instintos. Toda su obra tiene un carácter combativo para rechazar todo aquello que se opone a la vida y en la otra dirección hacer valer todo lo que la favorece. Posiblemente sea en la Voluntad de Poder donde formule con mayor intensidad su opción en favor de una vida vigorosa y plena.

Pero Ortega sólo en una primera etapa habla de la vida en tonos descriptivos, cuando lo asocia a la realidad española de principios de siglo. Pero pronto pasa a considerar la vida en un sentido metafísico, como la realidad radical en la que aparecen el resto de realidades. Y como tal no tiene que defenderla, no corre peligro, es lo único que es. La doble concepción se podría sintetizar así: para Nietzsche la vida es todo lo que el hombre posee, y para Ortega la vida es lo que contiene al hombre o en lo que el hombre está.

Aunque los dos hacen una crítica severa de las pretensiones racionalistas de conocer y comprender la realidad utilizando conceptos y esquemas abstractos, generales e inmutables (desarrollar esta cuestión), lo cierto es que el raciovitalismo, además de ser una teoría crítica con el racionalismo filosófico, es una crítica del irracionalismo vitalista nietzscheano.

Frente al irracionalismo vitalista, Ortega defiende que no podemos prescindir de la razón ya que es un instrumento útil para la vida. Si la vida humana es un proyecto, la razón es un instrumento fundamental para realizarlo.

8. VALORACIÓN CRÍTICA

La filosofía de Nietzsche se erige como una contraposición a las ideas filosóficas y a los valores tradicionales. La naturaleza de los temas que trata, la voluntad decididamente provocativa que se dirige a las metas más dispares y el estilo aforístico han hecho que se hayan producido las más diversas y controvertidas interpretaciones sobre Nietzsche. Según los casos se ha visto en Nietzsche al antipositivista que niega la confianza en la ciencia, o al antidemócrata que desprecia al pueblo, a la plebe y a la nueva clase emergente. Se le ha interpretado como el representante más persuasivo del irracionalismo y del vitalismo; a principios de siglo, se nos ha ofrecido de él una imagen de artista aristocrático y decadente. Se le ha presentado como un materialista convencido; se le ha clasificado de primer auténtico existencialista. No cabe duda de que, en más de una cuestión se anticipó a

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Freud. Se ha analizado su influjo sobre las vanguardias artísticas de los años 20 (expresionismo alemán y surrealismo francés) debido a las críticas que dirigió a la cultura burguesa, y nadie pone en discusión que influyó sobre hombres como Rilke o Thomas Mann. Además existe toda una corriente interpretativa que ha visto en Nietzsche el profeta del nazismo, la violencia militarista y la superioridad de la raza aria, aunque otros consideren que esas ideas no se desprenden de su filosofía, sino que son resultado de la interpretación torticera que inició su hermana Elisabeth y que continuaron los ideólogos nazis.

EL pensamiento de Nietzsche es rico, lleno de sugerencias, de intuiciones profundas. Por ello ha ejercido su influencia en direcciones muy variadas, en corrientes filosóficas diversas. En España, la influencia de Nietzsche en la generación del 98 es importante: el 98 toma de él, principalmente, la valoración de la vida y la voluntad frente a la razón y, los temas del eterno retorno y del superhombre. Sin embargo, no han sido pocas las críticas que se han realizado a su filosofía, algunas de las cuales son las siguientes:

• Le acusan de desconocer en parte la filosofía anterior e interpretarla torcidamente. En este sentido, más que criticar a determinadas filosofías o religiones, lo que hace es sospechar de ellas. También se ha practicado en la persona de Nietzsche la sospecha y la difamación que tan bien realizó el mismo; por ejemplo: ¿No se deberá su obsesión por la vida a su mala salud, su pesadilla anticristiana a su propio fondo religioso?

• La moral del superhombre tiene el peligro de que sus criterios son fundamentalmente de orden estético, a nivel puramente formal. Además entre los valores que critica se encuentran algunos que son considerados en general como absolutamente necesarios para la vida en sociedad: amor, ayuda, igualdad.

• Rechazan su irracionalismo y consideran su discurso como una mera expresión de sus estados de ánimo.

• Cuando destaca lo instintivo frente a lo racional ¿qué es lo que quiere decir? Actuar instintivamente significa actuar espontáneamente (con lo cual no se contrapondría a racional) o actuar sin pensar guiándonos por nuestros "instintos" agresivos, por ejemplo. • Por último mencionar que se ha destacado positivamente la importancia que da al

individuo, su derecho a la diferencia y a escapar de la mediocridad.

9. TEXTOS NIETZSCHE. VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL; ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA

ü Verdad y Mentira en Sentido Extramoral.

En 1873 el joven Nietzsche dictó a su amigo Gersdoff el fragmento «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral». En este fragmento (que vio la luz como póstumo en 1903) aplica el análisis genealógico, que es el arte por él inventado de desenmascarar las ocultas raíces de nuestras actitudes y juicios de valor, un arte que luego cultivaría el psicoanálisis. El fragmento «Sobre verdad y mentira» dedica la primera de sus dos secciones a la crítica del lenguaje y de la idea de verdad. Al principio muestra una visión de la condición humana en la que destaca la irrelevancia del animal racional en el cosmos y su necesidad biológica de fingir para sobrevivir. A partir de ahí expone las dos siguientes tesis: La verdad es una mentira colectiva, que es útil y beneficiosa para el grupo, y que refleja los valores y actitudes ante la vida del mismo. Y en segundo lugar: El impulso de verdad se debe al olvido y represión inconsciente de esa mentira. Por detrás del hecho empírico de la uniformidad social del lenguaje y el sentimiento del deber de ser veraces, Nietzsche formula una doble denuncia: En primer lugar observa que son sólo ra-zones o necesidades de utilidad social las que dan lugar a la formación social del lenguaje y a que la sociedad premie la verdad y penalice la mentira. Pero, en segundo lugar, el lenguaje no nos permite expresar el conocimiento de la realidad, insiste Nietzsche. Recuerda lo estudiado al principio del tema.

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Al afirmar que el impulso a la verdad tiene su raíz en la inconsciencia, en el olvido de que el concepto es el residuo de una metáfora, Nietzsche sitúa este freudiano diagnóstico «más allá de la verdad y la mentira», en un plano que no es moral sino extramoral. Pero la teoría nietzscheana de la verdad como mentira confortable conscientemente admitida implica el mensaje de que la vida humana es radicalmente inconfortable.

Si la primera parte del fragmento «Sobre verdad y mentira» es una crítica del lenguaje y la ver-dad científica, la segunda es una filosofía del arte como función metafórica. El arte es como un sueño en vigilia que, al igual que el mito, arroja nueva luz sobre el mundo. Por su virtud «el intelecto, ese maestro del fingir, se encuentra libre de su esclavitud habitual y celebra sus saturnales». En el debate entre abstracción e imaginación, entre filosofía y arte, el joven Nietzsche optó por el arte.

ü Así habló Zaratustra

Así habló Zaratustra (1885) es una obra que consta de un prólogo y de cuatro partes. Zaratustra es

una figura legendaria de la antigua Persia que vivió en el siglo VI antes de Cristo. Nietzsche lo presenta como un personaje que, cuando tiene treinta años, se retira a la soledad de la montaña acompañado de dos animales: el águila (símbolo del orgullo) y la serpiente (símbolo de la inteligencia). En la soledad de la montaña aprende su sabiduría y un día decide predicársela a los hombres. Su sabiduría hace referencia a la muerte de Dios, al nihilismo y a la llegada del superhombre. El fracaso es total y los hombres se burlan de él.

Así habló Zaratustra

“Prólogo de Zaratustra” Epígrafe 4 Nietzsche traza con breves rasgos la imagen del superhombre

Primera parte: “Los discursos de Zaratustra”. Discurso primero “De las tres transformaciones”

Nietzche expone la metáfora de las tres

transformaciones que experimenta el espíritu

humano (camello, león, niño) para explicar el paso “del hombre al superhombre”

Referencias

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