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Didáctica General Qué y Cómo Enseñar en La Sociedad de La Información

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Cubierta: A. Imbert

© Los autores, 2002

© Editorial Biblioteca Nueva. S. L., Madrid. 2002 Almagro. 38

280 I O Madrid ISBN: 84-9742-045-4 Depósiro Legal: M-29.025-2002 Impreso en Rogar, S. A.

Impreso en España - Printed in Spain

Queda prohibida, salvo excepción prevista el! la ley, cualquier forma de reproducción. distribución, comunicación pública y transforma­ ción de esta obra sin contar con la autorizaciónde los titulares de pro­ piedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de deliro contra la propiedad intelectual (arts, 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) veja por el respero de Jos citados derechos.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN, por Martín Rodríguez Rojo

CAPÍTULO PRIMERO.-EL IMPERIO DE LA GLOBALlZACIÓN y LA EDUCACIÓN, por Martín Rodríguez Rojo

CAPÍTULO n.-LA DIDÁCTICA COMO PROCESO DE RECONSTRUCCIÓN DE SIGNI­ FICADOS, por Carlos Moya Ureta

9

17

55

CAPÍTULO IlI.-CUlUÚCULO y TEOIÚAs CURRICULARES, por Martín Rodríguez Rojo

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99 C~fTULO N-MODELOS DE DISEÑO CURRICULAR PARA ELABORARPROYECTOS

i DIDÁCTICOS, por Martín Rodríguez Rojo 141

CAPÍTULO V.-INTENCIONES U OBJETIVOS EDUCKfIVOS PARA LA NUEVA SOCIEDAD,

por Isabel Cantón Mayo 189

CAPÍTULO VI.-EL CONFLICTO COMO CONTENIDO DIDÁCTICO, por Xesús R. [ares ... :... 221 CAPÍTULO VlI.-MÉTODOS y ACTIVIDADES DIDÁCTICAS, por Xesús R. Jares ... 243 CAPÍTULO VIII.-MATERIALES DIDÁCTICOS. LA INFORMÁTICA COMO RECURSO,

por Florentino Blázquez Entonado 271

CAPíTULO IX.-LA ORGANIZACIÓN DEL AULA PARA LA SOCIEDAD DEL CONOCI­

MIENTO, por Isabel Cantón Mayo 303

CAPÍTULO X.-U EVALUACIÓN COMO PROCESO DE DIÁLOGO, por Florentino

(3)

8 Índice CAPÍTULO XI.-u FORMACIÓN CONTINUA DEL PROFESORADO, por Valentín

González Moro 369

CAPÍTULO Xlf---Lx INVESTIGACIÓN EN LA ESCUELA: BASES CONCEPTUALES, por

Valentín González Moro ~... 407

GLOSARIO :... 435

(4)

La

presente obra quiere ser un texto para alumnos de Magisterio ql,le cursen sus estudios tanto en EscuelasUniversitarias de Educación como en Facultades. Los autores pretendemos contribuir con este trabajo a que los futuros maestros y maestras, profesores de educación primaria, o de otras etapas, puedan infor­ marse acerca de lo esencial de la asignatura «Didáctica General», pero cuya información no sea algo insulso, vacuo, indiferente, manoseado y repetitivo. Se desea informar, formando desde un enfoque determinado. Desde un enfoque crítico y comunicativo, pensando que nos dirigimos a una sociedad concreta, informacional, globalizada, desigual y también ilusionada por construir una casa para todos, intercultural y habitable.

En consecuencia, se empieza describiendo la era de

la

globalización y sus relaciones con la educación. Los restantes once capítulos acometen sus respec­ tivos contenidos absorbiendo ese planteamiento.

Así,

la presentación de las teorías curriculares y los modelos de diseño desean tener en cuenta que la enseñanza debe contribuir a la transformación de nuestro entorno, tanto aular como social. Los objetivos enfatizan la urgencia de aprender bajo la mirada de los valores universales, concretados en los dere­ chos humanos, capaces de deshacer el pasotismo posmodernista de la época. Los contenidos se consideran problemáticos. Por tanto, se enfocan desde la dimensión conflictiva que representa la cultura.

La

Didáctica deberá aportar· explicacionesy aclaraciones, eligiendo los conocimientos más apropiados para llenar de sentido la salida racional a esos conflictos. La metodología didáctica abunda en estrategias comunicativas, dinámicas de grupo, juegos, enseñanza por problemas, debates y creación de situaciones de aprendizaje. Con todas estas herramientas se ayuda a la creación de pensamiento reflexivo y crítico, fruto del debate y de la aportación de argumentos consensuados. La organiza­ ción escolar y educativa es tratada como un medio que ha de colaborar en la creación de centros dialógicos y democráticos. La evaluación lejos de presen­ tarse como un instrumento estresante, se aborda desde la responsabilidad del diálogo y de la autoexigencia. El profesor no se limita a ser un simple funcio­ nario, transmisor de simples conocimientos. Es interpretado, por el contrario,

(5)

12 Martín Rodriguez Rojo 13

como un educador durante las veinticuatro horas del día, como un intelectual reflexivo y como un transformador de situaciones injustas. Finalmente, un enfoque de la Didáctica que analiza la presente realidad, necesita repensarse continuamente. De ahí que cerremos la arquitectura de este libro hablando de la investigación en la escuela como una constante acción de perfeccionamien­ to profesional y de emancipación social.

Las ideas que se describen en el capítulo de entrada se refieren a la sociedad

informacional

que a nivel económico se traduce en una

globalización

unidi­ mensional. En este capítulo se la distingue de la

mundializacián,

concepto que a nosotros nos parece máspluridimensional y más atractivo por constituir una dignísima meta en pos de la cual merece la pena trabajar desde el campo de la interculturalidad y de la educación integral. Cruzan también el fondo ideo­ lógico de nuestro discurso la

sociedad delconocimiento

y

delaeducación.

Son los cinco grandes signos de identidad de nuestro tiempo. Empaparse de este aná­ lisis es una primera obligación de un enfoque crítico de la ciencia. Antes que nada hay que saber dónde nos encontramos. Nuestros futuros maestros y maes­ tras deben ser unos agudos observadores del entorno y estar pertrechados de esquemas mentales capaces de interpretar los males y las excelencias de la época posmoderna en que nos tata vivir. Pero no basta con conocer los hechos. La cultura, la ciencia y la Universidad han de levantar constructos elaborados desde una opción epistemológica que no se conforme con un conocimiento de dominio, instrumental y objetivo; sino que también se exponga a contrastar sus opiniones con la opinión de los demás hasta llegar a comprometerse con la transformación de las situaciones consideradas no acordes con la convivencia universal de la hu~anidad. Por eso, se habla con insistencia, a lo largo de dis­ tintos capítulos, de las teorías técnica, hermenéutica y crítica del conocimiento. En el capítulo segundo aplicamos estos fundamentos gnoseológicos. a la Didáctica para deducir que tanto esta materia educativa como su concreción escolar, el currículo académico, debe entenderse como un proceso de recons­ trucción de significados. Consecuentemente, se necesita contar con unas teorías curriculares y unos modelos de diseño curricular que permitan fundar escuelas entendidas como esferas críticas <le democracia.

Lo

cual nos lleva a exponer los dos grandes modelos históricos de currículo: el originado por un planteamien­ to capitalista y el construido desde la cultura contextua] que tiene en cuenta multitud de condicionamientos, explicativos de la complejidad humana.

A partir de estos cuatro temas fundamentantes de la Didáctica, los capítulos comprendidos entre el 5 yel 10, inclusive, se dedican a describir los elemen­ tos curriculares del modelo didáctico: objetivos para la sociedad

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conocimien­ to; el conflicto como contenido; la participación y las técnicas lúdico-dialógicas como la metodología idónea para la creación de una humanidad cornunicati- . va; los recursos informáticos para la era «Internet»: las aulas virtual, especiali­ zada, tecnológica, inteligente, futurista, eficaz y de calidad, versátil y comuni­ taria como el recurso didáctico a tono con la sociedad descrita desde el inicio de este trabajo. Finalmente, antes de abandonar ·Ia descripción de los

ingre-Introducción

dientes del modelo didáctico de enseñanza-aprendizaje, nos detenemos en el últi­ mo componente del mismo: la evaluación como un camino dialógico para encontrar los fallos y los aciertos, el progreso yel rendimiento de los estudiantes. Mas no terminan, aquí, las exigencias de una Didáctica para una sociedad informacionai, adornada de tantas esperanzas y de tantísimos riesgos aún ape­ nas sospechados, cuando el terror se ubica como personaje vivo en el corazón: de nuestra civilización. Describir y observar es un paso necesario, pero no sufi­ ciente.

La

sociedad ciberescópica ha de ser juzgada, reflexionada, valorada. Los conocimientos se han de convertir en valores o el simple e inconmensurable monstruo de la información atenazará el progreso formativo de la persona. Somos nosotros, los profesores, como protagonistas de la educación y de la escuela, quienes hemos de pasar por la criba de la evaluación. Los profesores son investigadores de su acción ó pierden el norte al tercer día de su práctica docente. El capítulo 11 habla de la necesidad de seguir formándonos como profesionales de la educación.

La

formación continua es un mandamiento de autoexigencia. Y para ello, se requiere dominar las reglas de la investigación.

De esta manera, este libro termina como empieza. La línea descriptiva se ha convertido en círculo. La mano derecha, analítica y epistemológica, atenta al fluir de los acontecimientos y severamente crítica con ellos, se anuda con otra mano, la izquierda, que levanta la caja de los conceptos básicos de la investiga­ ción escolar y los encuadra en el complejo campo de las ciencias sociales, en los paradigmas cuantitativo y cualitativo y en los tres grandes enfoques de esos mismos paradigmas. Si en los capítulos primeros se hablaba de las teorías téc­ nica, interpretativa y crítica del currículo, ahora se cierra esta obra con los grandes enfoques dentro de la corriente cualitativa de la investigación socio­ educativa: el enfoque hermenéuticolinterpretativo y el críticoJliberador. Así habría de ser, porque a un currículo crítico corresponde una investigación crí­ tica; a una didáctica comprometida, una metodología de investigación com­ pleja y pluridimensional, como emergentes, difíciles, imprevisibles y complejos son los actos educativos. A continuación, presentamos en un cuadro los pun­ tos fuertes del discurso.

(6)

Tramaargumenral del libro

lnforrnacional. Globalizada.

SOCIEDAD Mundializada.

Sociedad del conocimienro. Sociedad de la Educación.

Introducción 15

Los doce temas que constituyen e! cuerpo de la obra constan de una Introducción (1), con la que se abre paso y se pretende motivar al aprendiz de maestro; un esquema de! tema (Ir) para que los alumnos vean desde e! princi­ pio e! panorama conceptual de la lección; los objetivos (III) que se pretenden conseguir a través de los contenidos; e! desarrollo de los mismos (IV); un resu­ men de las ideas principales (V) y, finalmente, unas actividades sugeridas al

profesor y al alumno (VI). .

Las referencias bibliográficas se encuentran al final de cada tema para ani­ mar al alumno a que consulte algunas de esas citas.

Por fin, queremos decir que en los distintos temas hemos insertado algunos cuadros que completan la información con ciertos datos complementarios.

Gracias, desde aquí, a los autores y autora que nos han prestado su desin­ teresada colaboración. Se incluye también un Glosario, con la intención de facilitar a los estudiantes la comprensión de los principales conceptos y de contribuir a fijar algunos términos clásicos en Didáctica.

En tomo aparte se presentarán unos documentos que, estamos seguros, el profesor no dejará de utilizar, dada la íntima relación que tendrán con la refor­ ma educativa española, siempre al fondo de las explicaciones de la Didáctica General.

Antes de terminar, una breve presentación de los autores de este libro, por orden de aparición en el mismo. Todos ellos son especialistas en la materia que tratan. Carlos Moya Ureta desempeña su trabajo en la Universidad de Los Lagos, Osorno (Chile). Isabel Cantón Mayo es profesora de la Universidad de León. Xesús R. jares, profesor de la Universidad de A Coruña. Florentino Blázquez Entonado, de la Universidad de Extremadura. Valentín González Moro, de la Universidad del País Vasco. Yo soy profesor de la Universidad de Valladolid. Me ha tocado la tarea de coordinar

el

libro, además de redactar los capitulas correspondientes y de confeccionar el Glosario. Me es grato encon­ trarme entre este selecto equipo de compañeros. Gracias.

(7)

CAPÍTULO PRIMERO

El imperio de la globalización

y

la educación

MARTfN RODIÚGUEZ ROJo

1.1. INTRODUCCIÓN

Este primer capítulo pretende poner las bases del enfoque crítico que desea­ mos dar al presente libro, indirectamente, también a la institución escolar. Entendemos que ninguna ciencia ni asignatura deben estar ausentes de la rea­ lidad circundante.

La

cultura no siempre ha respondido a un análisis de la sociedad, hecho desde los intereses de quienes sufren las desigualdades sociales.

Las

Ciencias de la Educación son, antes que nada, ciencias éticas, tendentes hacia la adquisición de ideales y de proyectos emancipadores. Cualquier tipo de ciencia ha de servir para el perfeccionamiento del ser humano y de la socie­ dad, como organización de los ciudadanos. Pero, especialmente, la

Pedágogía

y la Didáctica General, puesto que forman parte del ámbito educatico de los saberes.

Necesitamos, pues, orientar la cultura en una triple dirección: en primer lugar, la ciencia tiene que partir de los hechos reales atinentes a su respectivo campo específico, observar cómo son, analizar la calidad de su servicio, dónde surgen, hacia dónde se orientan. En el caso de la Didáctica, ésta tiene que saber, primero, qué escuela se da en la realidad, en qué entorno se ubica, a quién sirve la red de centros, qué se enseña, cuáles son las urgencias educativas que todos los miembros de la sociedad requieren.

Es

decir, antes que nada, debe echar una mirada a la sociedad, analizarla y descubrir los grandes problemas existentes en el mundo para, en orden a su solución, orientar el enfoque del proceso de la enseñanza-aprendizaje.

(8)

18 Martín RodríguezRojo El imperio de la globalización y la educación 19

Ha de reflexionar, en segundo lugar, sobre esos hechos, sobre el ambiente que los rodea, sobre el tipo de sociedad que da sentido a esos hechos educati­ vos. La reflexión puede hacerse desde unos principios o racionalidad conserva­ dores que aprueban lo existente, simplemente porque así está ordenado por quienes ostentan el poder de decisión, sin preguntarse más detalles, o puede hacerse desde una postura crítica que juzga la realidad a la luz de la justicia y de la solidaridad.

Esta última actitud, si es sincera, terminará en el siguiente paso constituti­ vo de un enfoque sociocrítico, finalizará en la adquisición de un compromiso con la cultura y con la realidad social, previamente sopesada a la luz de unos principios universales, como pueden ser los derechos humanos, aceptados y proclamados por los foros internacionales. La reflexión, a la luz de la solidari­ dad, sobre la realidad observada o descubierta, motivará al estudiante a no que­ darse con los brazos cruzados, sino a la acción transformadora de la realidad educativa e, indirectamente, de la realidad social que explica y llena de sentido a la educación impartida desde la escuela o desde cualquier otra situación.

Observar, reflexionar y actuar son los tres hitos fundamentales de lo que nosostros entendemos por enfoque crítico de la Didáctica.

Desde esta perspectiva, se impone empezar hablando de la sociedad en que vivimos. Una sociedad a la que llamaremos, acogiéndonos a los analistas más conspicuos, informacional. En el primer epígrafe (1) de este primer tema nos referimos a la distinción entre globalización neoliberal y mundialización soli­ daria. En el segundo se habla de las nuevas características de la sociedad: ¿cuá­ les son las clases sociales de hoy? (2). En tercer lugar, se destacan las notas que definen la esfera política y, concretamente, nos preguntamos por el papel que se reserva a los Estados (3). Seguidamente, nos centramos en la originalidad: de nuestra cultura (4), para terminar (5) deduciendo algunas consecuencias: si nuestro actual mundo es así, ¿cómo deberán responder la Didáctica y la edu­ cación a tal situación?

1.2. ESQUEMA DE TEMA

1.2.1. ¿Globalizaci6n o mundializaci6n?

1.2.2. Una nuevasociedad

1.2.3. Una nueva política

1.2.4. Una nueva cultura

1.2.5. Elpapelde la educación en la era de la mundializaci6n

1.3.

OBJETIVOS

1.3.1. Dara conocer al alumno

las

características mdsrelevantes

de

nuestra socie­

dad actual.

1.3.2. Relacionar estas características con elpapel

de

la escuela.

1.3.3. Propiciar actitudes

de

sensibilidad y preocupacián por la

problemática

sociocultural.

1.3.4. Suscitar una postura critica y

de

debate entre alumnos y profesor, con la intencián

de

comprender el sentido

de

la Didáctica y

de

la Universidad

como disciplina e instituci6n culturales, respectivamente, que han depro­ mocionar la

repatriacián

delsujeto reflexivo. .

1.3.5. Introducir la orientacián, intencionalidad y enfoque subyacentes que qui­ siera tener elpresente libro.

1.4. DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS

1.4.1. ¿Globalizaci6n o mundializaci6n?

El ttrmino-globalizaci6fl está de moda y es tremendamente polisémico. Dice U. Beck (1998, 40): « ... es a buen seguro la palabra (a la vez eslogan y

consigna) peor empleada, menos definida, probablemente la menos compren­ dida, la más nebulosa y políticamente la más eficaz...»

Sobre su historia tampoco existe concordancia. Algunos autores dicen que ya hubo globalización cuando las carabelas de Cristóbal Colón surcaron los mares en busca de la ruptura de fronteras entre el Atlántico y el Pacífico. Otros atribuyen su nacimiento al surgimiento de las empresas transnacionales. Otros, a la supresión de los tipos de cambio fijo. Algunos; al final del conflic­ to Este-Oeste o a la terminación de la Guerra Fría (1989). Se suele admitir que fue a principios de la década de los 90 cuando la palabra se popularizó.

Sarnir Amín, atendiendo al criterio de la acumulación del capital cada vez en menos manos, distingue cuatro fases en la evolución del concepto de glo­ balización: la fase mercantilista (1500-1800), el capital se acumula en los cen­ tros atlánticos dominantes; la fase clásica (1800-1945), acumulación del poder económico en los Estados nacionales burgueses; la fase de posguerra (1945­ 1990), acumulación en las empresas multinacionales; y la fase del capitalismo abierto (1990 en adelante). La concentración capitalista se circunscribe a dos­ cientas familias, provocando el colapso del equilibrio mundial.

Este desacuerdo en el origen de la globalización conlleva la cuestión de si es un fenómeno nuevo o no. Para unos la globalización es sólo un mito, puesto que se reduce a la expansión del sistema capitalista. Nada nuevo, por lo tanto. Para otros, la globalización es una realidad nueva, esencialmente económica, pero que se manifiesta en muchos ámbitos de la vida social, a los cuales condiciona. Hay quienes prefieren hablar de internacionalizacián y no de globalización. Piensan así porque creen en un proceso de relaciones comerciales entre países altamente industrializados, como ciertas regiones de Europa, América y

el

Pad­ fico; más que en una globalización mundial en sentido estricto, ya que muchos países quedan al margen de esas relaciones comerciales.

(9)

20 Martín RodríguezRojo 21

Una vez que nos hemos aproximado a la distinción entre algunos términos relativos a la globalización, y aunque hayamos presentado una primera defini­ ción de ésta, convendrá ver con mayor profundidad otras definiciones que pro­ porcionan distintos autores.

Giddens (1999, 46):

"La

globalización,en suma, es una compleja serie de procesos, impulsados por una amalgama de factores políticos y económicos. Está transformando la vida diaria, especialmente en los países desarrollados, a la vez que crea nuevos sistemas y fuerzas transnacionales. No se limita a ser únicamen­ te el telón de fondo de la política contemporánea: tomada en conjunto, la glo­

balización está transformando las instituciones de la sociedad en que vivimos»

Touraíne (1996): "Proceso nefasto mediante el cual los pueblos han cedido el poder sobre sus economías y sus sociedades a fuerzas globales y antidemocrá­ ticas, tales como los mercados, las agencias de calificación de deuda, etc.i

Estefanía (1996, 14): "En esencia, la globalización económica es aquel pro­ ceso por el cual las economías nacíonales se integran progresivamente en el marco de la economía internacional, de modo que su evolución dependerá cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas econó­ micas gubernamentales.»

Beck (1998, 127):

"La

intensificación de los espacios, sucesos, problemas, conflictos y biografías transnacionales; pero este movimiento -pese a los ecos que concita la palabra "global"- no debe entenderse ni de manera rectilínea ni en el sentido de total ni ornnicomprensivo, antes bien, este movimiento debe entenderse sólo de manera contingente y dialéctica, es decir, de manera

glocal...

Consecuentemente, conviene preguntar e investigar el grado, la densi­ dad y la medida de la

globalizacién/Iocalizacién

en sus diferentes dimensiones.»

Castells (1998, 351): «La principal dimensión del proceso de globalización atañe a los mercados financieros y mercados de divisas. Son verdaderamente globales, con el potencial de funcionar como una unidad en tiempo real, a tra­ vés de los flujos electrónicos, y la capacidad de eludir, o superar, los controles gubernamentales.»

Una última aclaración que nos gustaría hacer se refiere a la utilización de los términos

globalízación

y

mundializacián.

Si consideramos que podemos hablar de una mundialización neoliberal y otra mundialización democrática por solidaria, o solidaria por democrática, avanzaremos afirmando que la pri­ mera rnundialización de las dos enunciadas coincide con el fondo ideológico del concepto de globalización, aunque conserva alguna diferenciación que puede resultar útil resaltar. No sucede lo mismo con la segunda acepción de mundialización, la solidaria. Ésta se distingue plenamente de la globalización. Veamos.

Pero, digamos primero, siguiendo a Fernando Soler (2001), que el término

globalización y el de mundialización se emplean como sinónimos en no pocas ocasiones, estableciendo el pequeño matiz de que el primero es de origen anglosajón y el uso del segundo es preferido en Europa, sobre todo, en

Fran-El imperiode la globaJización y la educación

cia, No obstante, la globalízación es «un fenómeno esencialmente económico que podría concretarse, en una primera aproximación, como el proceso de inte­ gración económica internacional que tiene como rasgos característicos la libe­ ralización de los mercados, fundamentalmente, pero no sólo, el financiero y, en consecuencia, la profunda financiarización de la economía» (Soler, 2001, 1).

La mundíalízación neoliberal

abarca el concepto de globalización, o mejor, la dimensión económica de la

globalización,

pero, además, añade otras dimen­ siones, aquellas que en el campo de la política y de la cultura son necesarias para que la globalización económica se sostenga y perdure. En efecto, la finan­ ciarización de la economía exige la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación, exige el sometimiento del Estado-nación. Exige un proceso de

uniformización mundial a través de la cultura de masas o de la «rnacdonaliza­ ción» de la sociedad. Pero de estas dimensiones hablaremos más ampliamente

en los puntos siguientes de este tema. .

Sin embargo, el sentido de mundialización no queda agotado en la mun­ dialización neoliberal o apetencia de ciertos poderes fácticos de orden econ6­ mico, principalmente, por imponer cgmo un valor universal, válido para la humanidad entera, algo que favorece exclusivamente a unos cuantos podero­

sos, dueños de las finanzas y promotores conscientes o insconscientes de gran­ dísimas diferencias sociales, fruto de la acumulación desorbitada y sin control alguno, a excepción de las leyes del dios mercado.

Existe otra idea de mundializacián, no liberal, sino solidaria; no acumula­ dora, sino distributiva, no economicista, sino integral; no excluyente, sino incluyente. No explotadora, sino liberadora. Se trata de un proceso irreversible de liberación mundial, de toda la humanidad. Esta clase de mundialización no es simplemente «una internacionalizaci6n todavía mayor». «Es la aparición de un sistema, de una estructura sistémica adicional, que se nos impone a escala de mundo, que pasa a condicionarnos a todos en un nivel planetario, más allá de las estructuras nacionales e internacionales» (Vigil, 1996,22). Es una visión holística o la emergencia de un todo mayor que la suma de las partes, en la que las coordenadas clásicas de referencia, como han sido hasta hoy los Estados nacionales, la soberanía e independencia, se difuminan o incluso desaparecen. Esta mundialización estaría de acuerdo incluso con el financiero Soros (1998, 19) cuando critica la sociedad que él ve en peligro, diciendo que el capitalismo ha logrado «la malsana sustitución de los valores humanos intrínsecos, por los valores monetarios», o cuando dice que él interpreta «el capitalismo global como una forma incompleta y distorsionada de la sociedad abierta». También Touraíne estaría en esta línea interpretativa de la mundialización cuando afir­

ma de ésta que es el «elemento continuador de las tendencias aperturistas que se aceleran en la segunda parte del siglo xx», El economista y politólogo egip­ cio Samir Amín (1998, 38) reconoce que~la globalización económica neolibe­

tal

requiere la construcción de un sistema político mundial capaz de responder al desafío, un sistema de poder capaz de gestionar compromisos sociales a nivel planetario, de la misma forma que los Estados los gestionan a nivel nacional».

(10)

23

22 Martín Rodríguez Rojo El imperiode la globalizacíón yla educación

Se refiere a la necesidad de otro tipo de mundialización, distinta a la rnundia­

lización neoliberal.

Estamos hablando, ciertamente, de la

rnundialización

del deseo. De la uto­ pía de siempre: de ese grito fraternal e igualitario que lanzó a los cuatro vien­ tos la Revolución Francesa y del que nunca se ha sabido en la práctica mun­ dial. Pero, ahí subsiste el reto. Aún hay tiempo para recogerlo, porque la mundialización de la solidaridad tiene ya instrumentos para poder llevarse a cabo esa universalidad del diálogo y de los bienes necesarios para vivir con dig­ nidad todos los habitantes del planeta. «Las nuevas tecnologías han hecho entrar a la humanidad en 'la era de la comunicación universal; eliminando la distancia, contribuyen poderosamente a forjarlas sociedades del mañana que, a causa de ellas, no responderán a ningún modelo del pasado», dicen Delors y los miembros de la comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI

(1998,43).

Nos hace falta, para conseguir este ideal, considerar como válido este con­ cepto de mundialización, no pararnos sólo en la mundialización neoliberal, que es injusta. Admitir que es posible la otra mundialización, distinta a la glo­

balización,

hoy tan de moda. Los acontecimientos esperpénticos que hoy trans­ miten los medios de comunicación nos deben impulsar a la lucha, uniforma­ dos con la nueva estrategia de la liberación que se configura sobre el paradigma de la mundialización solidaria y democrática. Una liberación que será, hoy, mundial o no será. Una liberación que se llama construcción de la justicia mun­ dial o compromiso social y político. De nuevo, las palabras de Delors (1998, 44) pueden iluminar nuestro pensamiento: «La educación tiene indudablemente una función importante que desempeñar si se desea controlar el auge de las redes entrecruzadas de comunicación que poniendo al mundo a la escucha efe sí mismo, hacen que verdaderamente todos seamos vecinos.» ,

t"La

mundialización que defendemos en contra de la globalización y mun­ dialización neoliberales es aquella que abre las fronteras al capital, pero no las cierra a los seres humanos, pues la fórmula contraria, precisamente la actual­ mente vigente, es la que agrava la polarización mundial.

La

mundialización solidaria proporciona una alternativa a la g1obalización, consistente en «la sus­ titución de ajuste unilateral de los débiles

a:

los fuertes por un ajuste estructu­ ral que sea realmente

bilaterals

(Amín, 1998, 96). Esta mundialización solida­ ria terminará imponiéndose, quiérase o no, pues ni es nueva, ya que comenzó hace siglos, resultando que lo nuevo es nuestra conciencia de ella; ni es evita­ ble, sino irreversible. La interdependencia de los países y de las personas hace del mundo un pañuelo. El desarrollo de las capacidades del ser humano hace que el globo terráqueo sea sentido cada vez como más pequeño. Es cuestión de lan­ zar

al

mar la carabela de la lucha por la liberación, aprovechando el viento favo­ rable que está soplando por todos los océanos. Y; aunque hoy mismo ese hura­ cán mueva las aguas hacia el Norte de los explotadores sin compasión, hemos de confiar que el esfuerzo de las personas con ideas y sentimientos humanita­ rios también las podrá girar hacia el Sur.

1.4.2. Una nueva sociedad

Queremos preguntarnos en este punto por las relaciones de clase que se establecen en la actualidad. Una respuesta: en la sociedad de los siglos XX-XXI

no está clara la existencia de clases sociales al estilo de las que existían en la era industrial. Ya no sabemos quiénes son los proletarios y quiénes los capitalistas. Sabemos, sin embargo, quiénes son los perdedores y quiénes los ganadores, pero los capitalistas de hoy no son como los capitalistas de ayer. El esquema que aparece en la página siguiente 'explica la transformación de las relaciones socia­ les que se ha producido con la llegada de la globalización.

Surge una nueva sociedad, porque son distintas las relaciones de produc­ ción, las relaciones de poder, y las personales.

- En efecto, I~ relaciones de producción en la sociedad informacional se distinguen de las relaciones de producción que se origi~a~an en la so~iedad industrial. En ambas situaciones, las relaciones son capitalistas, es decir, son relaciones de explotación del-capital hacia la mano de obra. Pero, en la socie­ dad de la información la ley de la productividad se apoya fundamentalmente en la capacidad de innovación que tenga la empresa. La ley de competitividad propia del mercado capitalista provien~ de la flexibilidad que posean las.~mpre­ sas. Si los trabajadores pueden cambiar de puesto de trabajo con facilidad y están preparados para este cambio, la producción se incrementa. Aquí inter­ viene la preparación adquirida en las instituciones docent~s y este. he~ho con­ diciona los planes de estudio. La tercera ley de la producción capitalista en la era informacional consiste en la simultaneidad de la adaptabilidad a las necesi­ dades reales o creadas de la población y la coordinación de los movimientos productivos en las factorías, generando así un sistema original de organización y gestión en la nueva empresa-red.

- - En el actual proceso de producción cambian también las relaciones de trabajo. Ya no se habla del asalariado de mono azul frente al de cuello blanco con corbata. Ahora existe el trabajador colectivo compuesto por los que saben informática, se renuevan constantemente en sus habilidades y capacidades de encontrar fuentes documentales o de crear nuevos disefios, y los trabajadores genéricos que simplemente ejecutan órdenes y se limitan a manipular las teclas del ordenador para copiar y pegar. El primero es imprescindible en la empresa, porque innova, se autorrenueva gracias a la ayuda de las redes informática:' o inventa nuevas herramientas tecnológicas que proporcionarán más producción con menos costes para el capital. El segundo, el trabajador masa, es [ácil.mente sustituible y, por lo tanto, se le puede desechar según las conveniencias del imperio del mercado. ­

- Un tercer cambio operado en la sociedad-red se manifiesta en la apro­ piación del capital. ¿Quiénes son los amos? No los terratenie~tes, ni los.patro­ nos, tampoco los grandes jefes industriales de empresas particulares, SIllO los

(11)

24

25

Martín RodrIguez Rojo

Gráfico 1. Sociedad nueva

(Gráfico construido por elautor de este capitulo, siguiendo a CastelIs [1998])

Consecuencias:

- Bloqueo de la solidaridad.

- Desaparición de la estructura de clases.

accionistas de Telefónica, Repso!, Aceralia, por referirnos a España. Microsoft, Toyota, Volkswag.en, SI nos refenmos al mundo. Es decir, los que sustentan los

derechos de propiedad de las grandes instituciones económicas como los fon­ dos de pensiones, de jubilación o de las grandes compañías de seguros.

El imperio de la globalización y la educación

Estos accionistas pueden ser individuos particulares o familias emparentadas que son dueñas de redes empresariales pertenecientes a distintos sectores de la pro­ ducción. Otro tipo de propietario está constituido por los ejecutivos de aque­ llos accionistas que controlan los activos de capital. Una tercera clase de apro­ piadores del capital son los mercados globales de las finanzas. Estos mercados financieros son las neuronas del sistema nervioso capitalista. En ellos confluyen los pequefios empresarios, los comercios medios, las medianas empresas. De ellos dependen otros negocios que se mueven al socaire de los flujos de dinero, invertidos en escenarios explorados por los divos de la especulación.

- Como resultado de estos cambios en los tres ámbitos dichos, produc­ ción, trabajo y capital, se genera la transformación en las relaciones de clase social. Fundamentalmente son tres las transformaciones aludidas:

l.

Lasociedad se polariza.

Crecen las desigualdades, causadas por la ambi­ ción de los mercados y por unos principios economicistas que saben prescindir de las trabas del Estado. Por efecto de esta polarización, «el mundo se desarro­ lla a dos velocidades; por una parte, el Norte (y el Este) desarrollado, y por la otra el Sur, que se empobrece y diverge de los más afortunados» (Estefanía, 1996,75).

2. Una segunda consecuencia de la transformación de las relaciones socia­ les: el

nacimiento delos excluidos.

Desaparecen las clases medias y campean a sus anchas los satisfechos de la clase alta. Mientras tanto salen a la intemperie de la noche, como hongos al refugio de la luz, miles de temporeros, de personas que han quedado fuera del sistema, sin remuneración fija, al destemple de los tra­ bajos más bajos e informales. Son los nuevos marginados, los nuevos pobres, los que luchan entre el empleo y el desempleo. A veces, los que navegan a brazo partido en los estratos de la economía criminal. Los que posteriormente «goza­

rán» de las crisis familiares, de la enfermedad, de la adicción a las drogas aleo­ .hólicas u otras. Mientras los incluidos en el sistema se capacitan en las univer­ sidades o colegios profesionales para reconstruir la riqueza, para crear tecnología, para autorrealizarse como sujetos innovadores y productivos; mien­ tras esos afortunados se consideran y son considerados por la sociedad como personajes indispensables en la nueva economía, los miserables y desempleados total o temporalmente constituyen el batallón de reserva de la exclusión, que sirven para todo y para nada, porque su formación técnica da para poco. Son, según apunta Castells (1998, vol. 3, pág. 379), «los agujeros negros del capita­ lismo informacional».

3. La tercera diferenciación entre «unos y otros», en la sociedad de la doble velocidad, se concreta en los

dos tipos de trabajadores:

los que producen cono­ cimientos y quienes siendo útiles para

el

conjunto de la producción, no son imprescindibles en un puesto determinado ni para períodos largos de tiempo. La elite de los trabajadores de la información quizá suponga en los países de la OCDE un tercio de la población activa. Nos referimos a los productores infor­ macionales que son necesarios para el otro tipo de trabajador o trabajador

(12)

26 Martín Rodríguez Rojo 27

depend!ente. Éste

d~pe~de

de las luces «informáticas» del primero, quien, por

desgr~~la

para .Ia.solldandad entre asalariados, no necesita del obrero sin pre­

paraclOn especializada. .

Se ;ompe aslld lucha

de

clases.

Se impide que la respuesta a los conflictos, que evidentemente siguen explícitos e implícitos, sea una combativa respuesta de clase. Las protestas, que no faltan y se incrementarán, son revueltas contra

I~

injusticia. Ha desaparecido la estructura de clases enla nueva sociedad, gra­ eras .a la

~yu~~

de la

seg~entación

e individualización de la mano de obra y a la difurninación del capiral en los mercados globales y financieros (Castells, 1998, vol. 3).

1.4.3.

Una nueva politica

Ya hemos dicho hasta qué punto la era informacional supone una novedad.

He~os hablado de su dimensión económica, a la que hemos llamado globali­

zación o nueva economía, y de las relaciones sociales que se generan como fruto

~e

un

capitali~mo info~macional.

En este apartado vamos a referirnos a la polí­ tica de la era inforrnacional que, así como las anteriores dimensiones, también ésta presenta alguna novedad. Decíamos que una sociedad es nueva si lo son las

r~laciones

de producción, las relaciones de poder y las personales o experien­

ciales, Las relaciones de producción han sido expuestas. Veamos ahora las de

poder. .

Castells (1998, vol. 3) dice que los políticos actuales están vacíos de poder, aunque éste no desaparece en la sociedad-red; pero cambia de rostro, si no de natu!aleza. Ya no existen las elites estables de poder, como existían en épocas

medle~~es

y modernas; sino elites «desde» el poder. Se quiere decir con esta

e~pr~slOn que el poder, más que estar en manos de personas individuales, se distribuye en una red de individuos o de instituciones, de organismos y de sec­ tores. Pero tal circunstancia no impide que cuando alguien llega a los puestos de po?er, se aproveche de su privilegio político para acceder a los recursos matenales o al tráfico de influencias pata garantizar su futuro.

E~

poder .en el capitalismo informacional, afirma Castells, es a la vez que real,

~nr~atenal.

Real, porque sus ejecutores deciden y aplican sus decisiones

p~escllldlendo

del

consen~o.

Inmaterial, por9ue las decisiones se toman apo­ yandose en alguna

c~een~la q.~e

la gente percibe como

amenaz~.

Por ejemplo, son los temores a la mrrugracion, a la raza, a la pobreza, a la asistencia social ... los b!ancos identificables que mueven a los ciudadanos a elegir a uno u otro polítlc?: a tenor de 9-ue sea considerado el más capacitado para librar a la

p~bJaclOn

de esos peligros. El poder, en la sociedad inforrnacional, queda ins­ cnto en la cultura y sus batallas se libran en los medios de comunicación social.

~n

Estad?s.

~nidos,

por ejemplo, llega a ser presidente de la nación aquel que tiene posibilidad y recursos económicos para utilizar los medios de

comunica-El imperio de la globaJización y la educación

ción y hacer una campafia electoral más ingeniosa, más agresiva, más convin­ cente. Y aun así, se gana por muy pocos votos de diferencia, como ha sucedi­ do en las últimas elecciones presidenciales. La cultura, traducida en el inter­ cambio de información y manipulación de códigos y de símbolos, es la fuente de poder y de este poder se origina el capital, pues nunca la ciencia y la cultu­

ra contribuyeron tanto a la creación de riqueza como en este siglo de Internet. Teniendo como fondo de lectura a Beck (1998 y 2000); Esrefarría (1996); Ramonet (1999); Susan George (2001); Chomsky (2000); Habermas (2000); Galeano (2000); Amín (1998); Castells (1998), a continuación vamos a des­ cribir dos grandes notas del ejercicio del poder en la sociedad global:

1. El cautiverio de la esfera política. 2. El Estado disminuido.

1.4.3.1.

«El

cautiverio de la esfera política»

Las

encuestas, la juventud, la población en general" suelen calificar a los· políticos con una nota muy baja. Es frecuente oír en las conversaciones fami­ liares o entre tertulias de amigos expresiones de malestar ante el panorama de la actuación de los diputados, de los responsables de la política naciorial e inter­ nacional. Los periódicos, la radio, los sindicatos, también culpan con frecuen­ cia a los políticos: de corrupción, de aprovechamiento, de 'ineficacia. A veces, con evidente exageración, se mete a toda la clase política en el mismo saco de la perversidad. Es un hecho que algunos encargados de. la a?ministra­ ción de los bienes y servicios públicos se sobrepasan en sus atribuciones y en vez de trabajar para los ciudadanos, se aprovechan de su cargo para beneficio personal. ¿Tieneesta situación alguna expli~ación? Los sociólogos crí~icos s~e­ len afirmar que la esfera política es absorbida por la esfera económica. DIce Beck (1998, 278):

Laconfiguración del futuro se ha desplazado y ya no se resuelve en el par­ lamento, ni en los partidos políticos, sino en los laboratorios de investigación, en los gabinetes de los ejecutivos. Todos los demás -incluidos los ~ás infor­ mados en ciencia política- viven más o menos de los elementos de informa­ ción que se dan en la subpolírica tecnológica. Los laboratorios de investiga­ ción y las direcciones empresariales de la industria de futuro se han convertido en «células revolucionarias» tras los muros de la normalidad. Ahí se han des­ plazado las estructuras de una nueva sociedad, sin que se produzca oposición parlamentaria y sin que se disponga de programa alguno en relación con obje­ tivos de progreso, partiendo sólo de la rentabilidad económica.

'Es así como la política está cautiva de otros poderes. Son los poderes lla­ mados fácticos los que, de hecho, marcan las líneas de acción. Son otros, no los políticos, quienes transforman la sociedad a su antojo

y

conveniencia. La polí­

(13)

28 Martín Rodríguez Rojo 29

tica se ve obligada a ejercer de legitimadora de decisiones ajenas. Lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos, y lo que es bueno para la economía norteamericana es bueno para el mundo, dicen los dirigentes de esta empresa transnacional. Si, además, se hace ver a la población que al amparo de esas multinacionales se genera empleo, la conciencia de que el poder está fuera de las estructuras políticas se generaliza y casi se consiente en acep­ tar paciente y sumisamente que la política se vea constreñida a una autodespo­ sesión.· El miedo es libre, el temor a ser excluido del sistema productivo hace milagros en esta sociedad donde quien no produce no cuenta, o donde quien no consta en Internet no existe.

Más aún, es la industria despiadada y antiecológica y la fuerza de los mer­ cados.financieros los que causan devastaciones en los bosques o en las aguas, en

l~ millas y en la atmósfera. Los medios de comunicación dominados por esos

mismos poderes que controlan la economía y ocasionan esos riesgos callan lo sustancial de la noticia, fragmentan la información, la demoran, la dosifican y la reorganizan de tal manera que a los pocos días del suceso, los receptores olvi­ dan o prefieren no ahondar en las causas del desastre. El mensaje impactó la sensibilidad espontánea, es cierto. Pero no caló en la conciencia de la mayor parte del público que escuchó la

TV,

semidormido, o leyó la prensa en e! bar mientras toma un café «a la barra». De esta manera sibilina, la economía no asume lo que ha originado, dice Beck (1998), y la política se hace cargo a tran­ cas y barrancas de algo que no cae bajo su directo control. La ciudadanía ha responsabilizado, tal vez inconscientemente, a la esfera política de los errores que los grupos económicos le atribuyen, siendo ellos quienes en primera ins­ tancia han ejecutado el daño. Se ha conseguido la caída de la política en

el

cau­ tiverio del engaño.

1.4. 3.2. «El Estado disminuido»

La esfera política tiene muchas ramificaciones y organismos que se respon­ sabilizan de su administración. Pero, sobre todo, está encarnada en e! Estado nacional. A su vez, el poder judicial se encarga de interpretar las leyes que, al menos teóricamente, los políticos o poder legislativo han debido elaborar. ¿Qué sucede en la realidad respecto al Estado-nación? Lo menos que se puede decir es que, en este punto de la historia, el Estado-nación moderno está en cri­ sis. O,. que nos encontram?s con un Estado débil ante e! enorme poder de! que se apropia la esfera económica, Intentaremos aportar algunas razónes que hagan

cre~ble dicha tesis. !ambién nos preguntaremos si es probable que desaparezca

o SI, por lo contrarro, estamos llegando a la construcción de un Estado mun­ dial o supranacional.

El imperiode la globaJización yla educación

a) Debilidad actual' de los Estados .

Digamos, antes de enumerar las razones, que nos referimos al Estado moderno. Un Estado que según todas las escuelas de pensamiento tiene como referencia a la nación con un territorio definido. Por eso, se habla de un Esta­ do-nación. ¿Es éste al que hoy día se le considera un Estado disminuido? Sí, por las siguientes razones:

1. Porque los Estados cada vez tienen menos poder de regulación sobre

las

injusticias quese cometen en nombre de

las leyes del mercado.

El neoliberalismo se ha impuesto a nivel mundial. Las desigualdades cre­ cen. Las hambrunas aumentan. La causa de estos desequilibrios son conocidas. Las produce el sistema manipulado por los magnates de las empresas transna­ cionales. Las origina la intrínseca perversidad de! capitalismo que hoy se puede llamar informacional, neoliberal, globalizado. Los Estados se muestran impo­ tentes para atajar este mal. Más aún, se lo prohíben las leyes del mercado o, mejor, quienes dominan sus mecanismos. En verdad, «la realidad del nuevo poder mundial escapa ampliamente a los Estados. La globalización y la desre­ glamentación de la economía favorecen la emergencia de nuevos poderes, que, con la ayuda de las nuevas tecnologías, desbordan y transgreden las estructuras estatales de forma permanente» (Ramonet, 1999, 80-81).

El Foro Económico de Davos, cita de los huevos amos del mundo, se ha convertido sin duda en la meca del hiperliberalismo, la capital de la rnun­ dialización y la sede del pensamiento único. Por amplia mayoría, los 2000 global leadcrs reunidos confirman ritualmente que es necesario combatir la inflación, reducir los déficit presupuestarios, proseguir una política moneta­ ria restrictiva, animar a la flexibilidad del trabajo, desmantelar el Estado-pro­ videncia y estimular sin descanso el librecambio (OC, 73-74).

Según Marc Blonde! (Ramonet, Oc, 74), secretario general del sindicato francés Fuerza Obrera: «Los poderes no son, en el mejor de los casos, más que subconrratados de la empresa. El mercado gobierna. El gobierno gestiona»

La ideología camuflada, creada por los legitimadores de! orden social impe­ rante, pregona a los cuatro vientos los mandamientos de! nuevo conservadu­ rismo. Entre otros, han alzado su voz para defender a ultranza las delicias de este «pensamiento único», los líderes Reagan y M. Thatcher. Desde los EEUU ye! Reino Unido, respectivamente, y durante la década de los 80, cuando pre­ sidían sus correspondientes gobiernos. Véase algunos principios que propone e! neoliberalismo vigente:

(14)

30 Martín RodríguezRojo 31

- El nacionalismo económico es una expresión retrógrada que debe desa­ parecer.

- La soberanía nacional es una supervivencia del pasado, está superada y en disolución.

- Las privatizaciones son la panacea..

- El capital extranjero es la solución; por tanto, hay que desregular del todo el sistema financiero.

- Se acabó la historia; la sociedad será siempre capitalista y liberal. - Los principios sagrados de la nueva economía son la desreglamenra­ ción, la privatización, la Íiberación.

- Cada vez menos Estado y un arbitraje constante a favor de los ingresos del capital en detrimento de los del trabajo.

Así pues, El Estado queda amputado en la concepción que mantienen auto­ res como los ex presidentes mencionados y otros célebres personajes; por ejem­ plo, el conocido economista Friedman, el filósofo Popper y elliterato-polftico Vargas Llosa.

2. Porque,

de

hecho, hay otros poderes distintos al Estado que le disputan

la

gobernaci6n del mundoy

de

sus mismos países

Entrevistada en El País (2001), la filósofa y analista políticaSusan George, estadounidense de nacimiento y ciudadana francesa, responde a la pregunta «¿Quién tiene el

poder?»

Contesta a la periodista Margarita Riviere:

¿No ha estado en Davos? Todos están ahí. El poder hoy está en los mer­ cados financieros, en los que sólo cuentan 150 personas, y está en los diri­ gentes de las transnacionales y sus servidores, que se ocupan de la Organiza­ ción Mundial del Comercio, de la OCDE, de la banca o de la Comisión Europea. Se encuentran entre ellos en instancias como la Mesade la Indus­ tria Europea o el Transatlantic Bussines Dialogue, en comités permanentes de presidentes y directores generales que cada año presentan, por ejemplo, a la Comisión Europea o al Gobierno norteamericano, la lista de lo que se llama deliuerab]«, que viene a ser la lista de lo que les interesa que los gobier­ nos les faciliten.

3. Porque existen corporaciones como Estados

Nos presta sus palabras el uruguayo Eduardo Galeano (2000), quien nos descri­ be el siguiente hecho que después comentaremos de la mano de Chomsky (2000).

El acuerdo multicultural de inversiones, nuevas reglas paraliberarla circu­

lación del dinero en el mundo, se daba por hecho a principios del 98. Los

El imperio de la globalizaci6n y la educaci6n

paises más desarrollados habían negociadoel acuerdo en secreto, y se dispo­ nían a imponerlo a los demás países y a la poca soberanía que les quedaba.

Pero la sociedad Civil rompió el secreto. A través de la red Internet, las organizaciones alternativas pudieron encender rápidamente las luces rojas de alarma en escala universal y ejercieron eficaz presión sobre los gobiernos. El acuerdo murió en el huevo (Galeano, 2000, 327).

Eduardo Galeano, el periodista que estuvo exiliado en Argentina y en Espa­ ña, termina ahí su noticia. Se trata del célebre MAl (Acuerdo Multilateral sobre Inversión), «un acuerdo secreto y explosivo» lo titula el lingüista y politólogo Noam Chomsky. Lo que este acuerdo intentaba era conseguir la aprobación de la OCDE para que las transnacionales y los grandes inversores pudieran mover sus activos libremente, incluyendo las instalaciones productivas y los capitales financieros sin interferencia del gobierno. Poder comprar y crear negocios y proyectos económicos sin traba alguna por parte de los Estados, en cualquier parte del mundo. El proceso de tramitación configura una historia que no sólo demuestra la disminución de la importancia de los Estados y de su facultad de vigilancia sobre los asuntos que interesan al bien público, sino también una grave lesión a los planteamientos democráticos. De hecho, las opciones demo­ cráticas que, en caso de que el MAl hubiera sido aprobado, habrían podido ser excluidas, son las siguientes: las disposiciones sobre un salario suficiente para vivir, las restricciones de productos peligrosos, la protección para la pequeña empresa, la reforma agraria,

el

control que se concede a la comunidad y al tra­ bajador como la mejor expresión de la democracia, ciertas acciones laborales que, según la mentalidad capitalista, pudieran ser interpretadas como amena­ zas ilegales contra el orden. Un orden que se confunde con la buena salud de las ganancias financieras. Todos estos derechos democráticos hubieran podido peligrar, si las corporaciones hubieran alcanzado la aprobación requerida a la OCDE, desde 1995. Si, según el deseo de los magnates de los mercados finan­ cieros globales, la OCDE hubiera firmado el tratado de 150 páginas el 27 de abril de 1998, como se pedía, los Estados hubieran seguido perdiendo poder. La democracia está amenazada por la política comercial, acorde con el espíritu frío y férreo de la ley del mercado, manejada por pocas personas. Si el activis­ mo judicial radical concedió a las corporaciones los derechos de las personas inmortales, dice Chomski (2000, 259), el MAl les otorga los derechos de los Estados. Las corporaciones tendrían el derecho de llevar a los gobiernos ante los tribunales, mientras los Estados no podrían demandar a las corporaciones. Iniciativas de este calibre se sirven de los Estados poderosos, como EEUU, para que las peligrosas «aperturas democráticas» no envilezcan la buena marcha de los negocios.

Veinticinco miembros del Congreso norteamericano enviaron una carta a la Casa Blanca, donde habitaba el «demócrata» Clinton, quejándose de que les había llamado la atención que durante casi tres años la Casa Blanca haya esta­ do llevando a cabo negociaciones sobre el MAl sin informar al Congreso, máxi­

(15)

32 Martín RodríguezRojo 33

ma autoridad constitucional para regular el comercio internacional. Ciertos medios de comunicación y el mundo empresarial conocían la jugada de trami­ tar urgentemente la firma, sostiene Chomsky. Nadie hablaba. El secreto se cerraba bajo siete llaves. Cuando los cibernautas de los movimientos sociales alternativos descubrieron el pastel, la Administración de la Casa Blanca admi­ tió que consultarían al «Council for International Business», que en 1996

publicó un informe monográfico sobre el MAl, exclusivamente para sus miem­ bros. El conflicto empezaba a estallar. Deun lado, el G-7 (Grupo de los siete países más industrializados), las instituciones financieras internacionales y el concentrado sector corporativo con los medios de comunicación en el bolsillo. Del otro, las organizaciones populares. Vencieron éstas. Entonces, puso el grito en el cielo, entre otros medios de comunicación, el

Financial Times,

exclaman­ do que «una horda de vigilantes» había asaltado el palacio de invierno de la pobre OCDE y del mundo corporativo. El mismo medio insistía en que se debería acudir al apoyo de las empresas, mientras otros periódicos, por ejem­ plo, el

NewRepublic,

órgano del liberalismo americano, advertía en una colum­ na contra «la muchedumbre ignorante y asesina» que había osado contradecir a los «hombres de mejor calidad», como solían llamarsea sí mismos, en el siglo XIX,

los ricos empresarios; a los «hombres responsables», como se autodenominan hoy día.

El corolario del «episodio

MAh

nos avisa de dos conclusiones importantes: - Los Estados no dependen de sí mismos. Son controlados o halagados, según convenga, por los poderes económicos de

la

globalización.

- En la medida en que el totalitarismo globalista de las finanzas apremia al Estado, a sus administradores y a sus instituciones, en mayor grado aún se diluye el valor de la democracia política.

4. Porque elEstado pierde soberanla

«Los Estados-nación han perdido su soberanía porque el propio concepto de soberanía, desde Bodin, supone que no es posible perder "un poquito de soberanía": precisamente éste era el

casus beUi

tradicional. Los Estados-nación puede que retengan su capacidad de toma de decisiones, pero, al convertirse en partes de una red de poderes y contrapoderes, son en sí mismos impotentes: dependen de un amplio sistema de aplicación de la autoridad y la influencia de múltiples fuentes», asevera el respetado sociólogo Castells (l997, vol. 2, 335). Si a lo largo de la Edad Moderna, el Estado ha tenido competidores, lo que hoy resulta original es que la actual institución estatal, situada en medio de la era informacional que cuenta con medios excepcionales para crear un clima de globalización transnacional, va perdiendo peso relativo dentro de una red de poderes compartidos. El Estado del siglo XXI es una más de las autoridades en medio de la vorágine de poderes que se disputan el mando sobre el

desa-El imperiode laglobalización yla educación

rrollo de la humanidad. Antes tenía que habérselas con la ciudad-Estado, con los pactos comerciales que exigían la ruptura de los proteccionismos a las zonas transatlánticas, con los imperios depredadores de nuevas fronteras. O también tenían que luchar para mantener el tipo ante las argucias procedentes del piso de abajo: las comunidades, las tribus, las localidades, las iglesias, los piratas. Hoy, sin que muchos de esos entes abandonen el ataque a las paredes del Esta­ do, éste tiene que defender su bandera aceptando sin remedio que y1 no ondea sola su señera en las galerías de los edificios oficiales, sino acompañada de otras muchas y pertenecientes a diversas instituciones, no sólo puramente estatales. Se ha perdido la pureza política y se mezclan, se comparten o se subordinan unos poderes a otros. Al Estado, en este reparto de competencias, no le ha toca­ do la parte más esplendorosa. Más bien se tiene que conformar con subsistir, aunque sea con la cabeza gacha.

b) ¿Desaparecen los Estados?

La pregunta no se hace esperar. Ante tanta disminución cosechada en su estado de salud, parece lógico continuar interrogándose si se teme por su vida. ¿Continuarán existiendo los Estados-nación?

Si nos refiriéramos al Estado llamado de bienestar, desde que el economis­ ta Keynes lo propuso como salida a la crisis en que se debatía la sociedad del primer tercio del siglo xx, habría muchos autores que responderían afirmativa­ mente. Si nos atenemos exclusivamente a la noción simple, y sin adjetivos espe­ ciales, de Estado moderno, existen más dudas.

El Estado de bienestar garantiza a todos los ciudadanos las prestaciones de educación, sanidad, salario mínimo, pensiones, cobertura de desempleo o erra­ dicación de la pobreza. Se perfiló a partir del

crack

de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial, que terminó en 1945.

Su estrangulamiento amanece con la caída del muro de la vergüenza, en Berlín. 1989. A partir de esa década, las trabas que limitan las posibilidades del Estado de bienestar, señala Estefanía (l996), son, fundamentalmente, tres:

Lacompetencia de los países del este europeo, del sureste asiático y de algu­ nas naciones sudamericanas o del norte de Mrica. Sus menores costes salariales y la ausencia de otras exigencias sociales atraen a los capitales europeos, cuyos propietarios dejan de ingresar en los fondos de pensiones y de seguridad social las cuotas correspondientes a los obreros que estarían trabajando en los países desarrollados o que por motivo de la huida de los empleadores, incrementan el paro, dificultando así el ingreso de sus aportaciones a la caja común de seguros. En segundo lugar, las olas de emigrantes que, al entrar en los paraísos euro­ peos, pretenden, como es lógico y justo, gozar de los mismos derechos que el Estado providencia concede a los oriundos.

Por último, la generalización del fraude mediante la evasión fiscal, del abuso de las bajas laborales, de la utilización de medicamentos subvencionados,

(16)

34 35

"

Martín RodríguezRojo

causa un decrecimiento de los ingresos a la par que un incremento de los gas­ tos sociales.

Apesar de estas dificultades, Martín Carnoy (1993), Hirst y Thompson (1996) y Castells (1997, vol. 2) coinciden en considerar una falacia la desapa­ rición de los Estados-nación. Avala esta tesis el resurgimiento de los naciona­ lismos, simultáneo a la crisis del Estado. La vuelta a las raíces, al asidero de la identidad y el deseo del comunalismo defensivo o la aparición de formas de vida comunitaria son argumentos que impiden la caída de los Estados-nación y evitan que el vendaval de los flujos globales no arrebate su instinto de pervi­ vencia en reductos más, pequeños, denominados islas nacionalistas o refugios del nosotros frente a...

En cualquier caso, sí es cierto que los Estados siguen vivos, aunque les afec­ te una fiebre debilitadora. Tienen poder, pero menos. Pervive la autoridad esta­ tal, pero .se desvanece su nitidez. Disfrutan de una autonomía relativa, lo cual hace dudar de que sean auténticamente soberanos. Tienen que compartir la red de los poderes con organismos extraños a sus propias naciones. Mientras ayu­ dan a los movimientos identitarios, se alejan de la coautoría de los proyectos glo­ bales. Y si se escoran hacia la escena planetaria, se sienten vituperados por los defensores de la identidad.

La

vida de los Estados desde los años 90 del siglo que ha terminado recientemente, no es nada tranquila. ¿El futuro proporcionará una explosión de los Estados,originando en el estallido un Estado universal, o una implo­ sión de sí mismos sin poder recoger los pedazos de su antigua grandeza?

e) ¿Nacerá un Estado mundial?

Éste sería el deseo de todos aquellos que observan un desfase entre la glo­ balización de la economía y el de la sociedad. Dicen: los productos cruzan los mares y los continentes. El mismo artículo se puede comprar en Nueva York y en Sudáfrica, en Tokio y en Nicaragua. No lo podrán comprar todos los habi­ tantes, pero sí existe en los grandes almacenes de todas las naciones y territo­ rios. Porque los macdonalds y los toyotas, los grandes espacios comerciales, están en todos los lugares del mundo. Concluyen: la economía es global. Las mercancías no tienen reposo, circulan libremente y penetran todos los poros de la civilización. Sin embargo, la sociedad no es global.

Lo

repite el jefe del gobierno francés, Jospin. Se oye en Puerto Alegre. Se protesta contra esa reali­ dad en Praga. Las personas no pueden moverse con la misma facilidad con que lo hacen los productos. Los emigrantes son devueltos a sus' casas; Vienen a escondidas, salvando mil obstáculos o pereciendo en las aguas de los estrechos. Vivimos en un mundo global utilizando políticas nacionales. Hablamos de transnacionalidad, pero las administraciones se circunscriben a los territorios nacionales. No es global la jurisdicción, a pesar de los esfuerzos que se están empezando a hacer. Recuérdense los planteamientos al mismo tiempo que las dificultades sufridas por jueces como Garzón o Guzmán. No es global la

polí-El imperio de la globalización y la educación

tica, ni las religiones, ni las culturas. Mientras en unos Estados se prohíbe, afor­ tunadamente, aplicar la pena de muerte, en otros se enorgullecen de su valor represor. Mientras en nombre de unas religiones se da culto a los santos y se veneran sus imágenes, orros fundamentalismos religiosos destruyen las estatuas o esculturas que reproducen la figura humana. Mientras unas culturas alaban y agradecen la generosidad que supone la transfusión de sangre, otras prefieren ver morir a sus hijos antes que incumplir el mandamiento sagrado

ele

no donar la sangre, aunque sea para salvar a otra persona. Se piensaglóbalmente, pero se actúa localmente.

Más aún, en una sociedad de la globalización donde, por definición, las fronteras desaparecen día a día, surge la oledada de los nacionalismos idenrita­ rios. Y mientras crece la necesidad de una mundialización solidaria de cuya mano podría nacer el interculturalismo mestizo, diferenciador, a la vez que enriquecedor, muchos endogenistas se distraen. Dirigen sus ojos hacia los nacionalismos excluyentes, blanco sumamente útil para entretenerse, olvidan­ dose de lo esencial, de las transnacionales, como sugiere Susan George. Son ejemplos: Ruanda, la antigua Yugoslavia, Albania, Kosovo, País Vasco. Es la seguridad ciudadana, atacada a diestra y siniestra, por la contaminación de los alimentos, las vacas locas, el aceite de colza envenenado, la que no puede ser defendida por los controles exclusivamente nacionales, menos aún nacionalis­ tas y, a pesar de ello, la ceguera del regustillo yoísta se empeña en gastar la pól­ vora para batir minúsculas parcelas que debe de causarles mucho placer: la paradójica vuelta a la tribu, mientras nuestro mundo cada día que pasa se con­ vierte más en una aldea global.

¿Surgirá un mundo global regido por una entidad global? No se divisa, en un horizonte cercano, el nacimiento de un Estado mundial. Más bien, lo que se está gestando es la constitución de organismos en forma de redes que confi­ guran una tela de araña donde los filamentos de un sector se comunican con otros sectores del círculo total. El conjunto deviene en una mutua interdepen­ dencia de varios centros de poder político y económico que se asemejan a un poliedro o multilateralismo, peligrosamente condicionado por un unilateralis­ mo o actual imperio norteamericano. El aura de este poder casi omnímodo dibuja un militarismo altamente sofisticado que podría estimular una nueva carrera armamentística y acarrear una debilitación económica de muchos paí­ ses que se verían implicados en una casi obligada competición defensiva. Junto a los defensores de este policentrismo político (Beck, 2000; Rosenau, 1990; Castells, 1998), existen otros teóricos como el economista holandés Jan Tin­ bergen, premio Nobel de Economía en 1969, Pedro Casaldáliga y J. M. Vigil (1996), que abogan por un gobierno mundial, apoyándose en que los proble­ mas de la humanidad son globales y no se podrían resolver por gobiernos sola­ mente nacionales. Según esta última opinión, la constitución democrática de ese gobierno mundial contribuiría a que la «previsible exclusión de los exclu­ sores por parte de los excluidos» (Castells, 1998, vol. 3, 389) no sucediera de una forma violenta.

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