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88035720 Riesgos Por Exposicion a Contaminantes en Las Intervenciones de Bomberos Normas de Seguridad y Procedimientos de Actuacion (1)

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“RIESGOS POR EXPOSICIÓN A CONTAMINANTES EN LAS

INTERVENCIONES DE BOMBEROS. NORMAS DE SEGURIDAD

Y PROCEDIMIENTOS DE ACTUACIÓN”

AUTOR: ANTONIO FIZ GARCÍA

Graduado en RR.LL. y Recursos Humanos Máster Universitario en Gestión de Riesgos Laborales

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INTRODUCCIÓN

Todo análisis de las condiciones de trabajo de un colectivo debe partir necesariamente del estudio de las tareas que este realiza, con el fin de determinar el tipo de riesgos, su grado de exposición y su duración, así como otras posibles características condicionantes. En el ámbito del colectivo de bomberos, esta tarea se hace especialmente dificultosa; ya que a las tareas generales y de régimen interno del personal, hay muchas otras que llegan a ser, en muchas ocasiones, impredecibles.

Por ello, el análisis de tareas hay que buscarlo en datos extraídos de los anuarios estadísticos de intervenciones de los distintos servicios, así como de la bibliografía existente, la documentación médica disponible o de la siniestralidad del sector.

En cualquier caso, todos los sistemas antes mencionados evidencian una gran variedad de riesgos para la salud de estos profesionales.

Con la Ley 54/2003, de 12 de diciembre, de reforma del marco normativo de la prevención de riesgos laborales se fijan como objetivos básicos, en primer lugar, combatir la siniestralidad laboral; en segundo, fomentar una auténtica cultura de la prevención, y en tercero, reforzar la necesidad de integra la prevención de riesgos laborales en los sistemas de gestión de la empresa.

Todos los citados son objetivos directamente aplicables al ámbito de actuación del tema seleccionado, debiendo los bomberos prestar la debida atención no solamente a los aspectos coincidentes con el ámbito de la seguridad (que poco a poco se va introduciendo como necesidad y parte de la cultura profesional), sino también a los ámbitos de la higiene industrial y de la ergonomía, ya que en muchos casos pueden ser, y de hecho son, el origen de variadas disfunciones y enfermedades profesionales, con unos posibles efectos que pueden llegar a tener consecuencias más importantes que la mayor parte de los accidentes, tanto para los individuos que los sufran en particular, como para la sociedad en general.

El Instituto Nacional de la Seguridad Social solicitó a finales de 2004 al Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (en adelante INSHT) un estudio y su consiguiente dictamen que justificase la aplicabilidad del art. 161.2 del Texto Refundido de la Ley General de la S.S. a la actividad profesional de bombero.

En concreto, el dictamen en cuestión debía establecer el grado de penosidad y/o peligrosidad que sufren los trabajadores en el desempeño de sus labores y el decaimiento de las aptitudes psicofísicas del bombero a medida que aumentase su edad. Se plantaba también conocer otros indicadores de actividad, como la siniestralidad, mortalidad, grado de toxicidad o insalubridad.

El INSHT elaboró dicho dictamen, que fue publicado durante 2005, con una serie de conclusiones. Las mismas han servido de base para la realización del presente trabajo (en lo que concierne a aspectos relacionados con la higiene industrial), siendo complementado -en la medida de lo posible-, para así contribuir al fomento de la prevención de riesgos profesionales en los servicios de bomberos.

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El ámbito de aplicación del presente artículo puede circunscribirse a:

a) Personal operativo de los servicios públicos de prevención, extinción de incendios y salvamentos de las correspondientes administraciones para las que presten sus servicios.

b) Personal operativo de servicios privados de bomberos que presten sus servicios en administraciones públicas.

c) Bomberos de empresa.

d) Personal de las brigadas de emergencia de empresas con alto riesgo de incendio o que manipulen sustancias o mercancías consideradas peligrosas (MM.PP). e) Responsables técnicos de los cuerpos de bomberos.

f) Mandos operativos de los servicios contra incendios.

g) Técnicos de prevención de riesgos laborales en el ámbito de los servicios de prevención, extinción de incendios y salvamentos.

El objetivo principal es contextualizar y analizar los riesgos higiénicos a los que se ven expuestos los bomberos en el ejercicio de sus funciones operativas, teniendo en cuenta el tipo de contaminante; así como los efectos que de dicha exposición pueden derivarse y las medidas preventivas a tomar para que dichos riesgos se minimicen.

Otros objetivos que se pretenden conseguir son:

- Poner de manifiesto la posibilidad de recibir diversos daños y enfermedades que pueden derivarse de la exposición a contaminantes físicos, químicos o biológicos.

- Incidir en la necesidad del conocimiento y correcta utilización de los equipos de protección individual como última barrera entre el contaminante y el individuo.

- Desarrollar una serie de normas generales de seguridad y procedimientos de actuación que ayuden a minimizar a límites aceptables el riesgo por exposición a contaminantes de cualquier índole.

- Introducir a los técnicos en prevención de riesgos laborales en el ámbito de los servicios contra incendios y de salvamento.

- Inculcar a los responsables técnicos y operativos de servicios de bomberos, una cultura en el ámbito de la prevención.

- Contribuir a crear una cultura de la prevención no solo para el campo de la seguridad en el trabajo, sino también para la prevención de posibles enfermedades derivadas de las actividades en las que haya exposición a contaminantes; así como para todo aquello relacionado con el campo de la higiene industrial.

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ACTIVIDADES DE LOS SERVICIOS DE BOMBEROS CON

RIESGO DE EXPOSICIÓN A CONTAMINANTES

Teniendo en cuenta la dispar organización de los servicios de bomberos en España, se puede intuir que las actividades que realicen unos u otros cuerpos puedan variar según el ámbito de actuación, características especiales del área geográfica correspondiente, orografía, ubicación de áreas industriales en la zona, etc. No obstante, se pueden catalogar de forma genérica las actividades de los bomberos en tres grandes áreas; preventivas, auxiliares y operativas.

Asimismo, y teniendo en cuenta la amplia gama de posibles actuaciones e intervenciones de los cuerpos de bomberos, podemos acotar aquellas en base a la posible “exposición a contaminantes”, teniendo en cuenta que algunas o varias de dichas actividades puedan contemplar no solo riesgos higiénicos, sino también ergonómicos o de seguridad.

Las actividades operativas de las actuaciones de bomberos que mayores riesgos contemplan desde el punto de vista de la higiene industrial son:

- Incendios de toda clase; por exposición a temperaturas ambientales extremas y a gases de incendio y otros productos contaminantes de la combustión.

- Exposición a derrames, fugas y otras actuaciones, todas ellas relacionadas con las MM.PP.

- Intervención en espacios confinados, con deficiencia de oxígeno o presencia de otros gases nocivos.

- Exposición a agentes biológicos de cualquier índole.

- Exposición a radiaciones ionizantes en posibles intervenciones radiológicas.

CONTAMINANTES QUÍMICOS

.Exposición a productos de la combustión - Humo y materia particulada

El humo es una mezcla variable de distintos elementos, cuya toxicidad depende principalmente del combustible que arda, del calor desprendido en el incendio y de la cantidad de oxígeno de que dispone la combustión. En dicha combustión se producen gran cantidad de gases, algunos de los cuáles se tratarán a continuación, pudiendo ser estos; monóxido de carbono, anhídrido carbónico, ácido cianhídrico y clorhídrico, óxidos de nitrógeno, acroleína, dióxido de azufre, fosgeno, formaldehído, hidrocarburos aromáticos, benceno… así como materia particulada.

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En cuanto a este último compuesto, comentar que las partículas del humo pueden tener varios tamaños. Cuando el tamaño de dichas partículas es inferior a 10 micras, estas penetran en los pulmones, llegando hasta los alvéolos. Teniendo en cuenta que adheridas a las partículas están todos los compuestos anteriormente citados, podemos intuir que el resultado será de gravísimas lesiones, pudiendo provocar incluso la muerte.

- Monóxido de carbono

Es el producto de combustión más frecuente y más abundante en la composición del humo. Su alto grado de toxicidad se debe fundamentalmente a la tendencia que dicho compuesto tiene a unirse a la hemoglobina de la sangre. Actúa desplazando el oxígeno de la sangre y produciendo una eventual hipoxia del cerebro y los tejidos, seguida por la muerte si el proceso no se invierte. Téngase en cuenta que la mayoría de las muertes en los incendios se producen por envenenamiento con CO, más que por cualquier otro tóxico producto de la combustión. Es un gas incoloro, inodoro e insípido, y está presente en prácticamente todos los fuegos.

Como ya se ha adelantado, el CO se combina con la hemoglobina de la sangre, y lo hace con mayor avidez que el propio oxígeno. Por lo tanto desplaza a éste y lo suplanta, haciendo llegar a las células CO en vez de 02, lo que provoca una rápida hipoxia del cerebro y de los tejidos que desencadenan en la muerte si no se suministra rápidamente oxígeno puro al afectado.

La exposición al monóxido de carbono no es acumulativa; sin embargo, el cuerpo necesita de un tiempo para ir liberándolo. Así, la exposición a dos o tres fuegos diferentes a lo largo de una jornada de trabajo equivaldría a la de uno de mayores proporciones. Su densidad relativa respecto al aire es 0,97.

- Dióxido de carbono

Es un gas asfixiante que resulta de la combustión completa. Es ignífugo, inodoro e incoloro. Los fuegos que se generan al aire libre presentan, por lo general, mayores concentraciones de CO2 que de CO.

Al aumentar la concentración de anhídrido carbónico, aumenta el ritmo respiratorio y con ello, la inhalación de otros gases. Los efectos que produce esta sustancia son; diseña, dolor de cabeza, sudoración, jadeo, parestesias y sentimiento general de malestar.

- Ácido cianhídrico

Se produce como resultado de la combustión de materiales que contienen nitrógeno, tanto naturales como sintéticos. Es 20 veces más tóxico que el monóxido de carbono. No se combina prácticamente con la hemoglobina pero impide la utilización del oxígeno por parte de las células produciendo hipoxia citotóxica. Produce efectos fisiológicos como convulsiones, asfixia y finalmente, la muerte.

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6 - Ácido clorhídrico

Este gas se forma por la combustión de materiales derivados del cloro, tal es el caso de los PVCs. Es irritante sensorial y pulmonar.

- Acroleína

Es un potente irritante, tanto sensorial como pulmonar, que está presente en muchos incendios.

- Óxido de nitrógeno

Se produce por la combustión de compuestos nitrogenados. En función de la concentración a la que se expone el individuo, podrán darse distintas consecuencias, que pasan por la bronquitis hasta la bronconeumonía derivando a edema pulmonar agudo.

- Dióxido de azufre

Se origina por la combustión de compuestos sulfurados. Es muy irritante para piel y ojos. Sus efectos pueden llegar hasta el edema pulmonar.

- Ácido sulfhídrico

Se produce en la pirolisis de compuestos sulfurados con deficiencia de oxígeno. Los efectos pueden llegar hasta el colapso de las vías respiratorias (parada respiratoria o incluso parada cardiaca).

- Ácido fluorhídrico

Se genera en la combustión de compuestos fluorados. Sus efectos son variados; siendo tales la inflamación de vías respiratorias superiores, inflamación ocular y neumonitis.

- Fosgeno

Se origina por descomposición térmica en incendios de hidrocarburos clorados.

- Hidrocarburos aromáticos

Se producen en combustiones incompletas o en combustiones de materia orgánica.

- Formaldehído

Se produce por la combustión de maderas, algodón, o papel. Es un gas incoloro con un olor característico picante. Es irritante de ojos, nariz y garganta. En altas concentraciones (100 ppm) puede originar náuseas y vómitos.

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7 - Benceno

Se produce cuando se queman plásticos y gasolina. Puede ser absorbido por la piel, y también puede inhalarse. Por esta última vía, bajos niveles de acumulación causan irritación de ojos, nariz y vías respiratorias, dolor de cabeza, náuseas y vértigos. A niveles altos puede producir inconsciencia e incluso la muerte por colapso cardiovascular y/o parada respiratoria.

- Halones

Son irritantes a grandes concentraciones y producen efectos tóxicos en el SNC y sistema cardiovascular (hipotensión, arritmias).

- Disolventes orgánicos

Pueden ser muy variados, surgiendo por la descomposición de productos o materiales implicados en cierto tipo de incendios. Son el segundo componente orgánico en importancia de los humos de incendios. Todos actúan como depresores y anestésicos del SNC.

.Riesgos respiratorios no asociados a la combustión

Existen otros riesgos respiratorios no asociados a los incendios que también pueden tener repercusiones negativas para el profesional de los servicios de bomberos; y son aquellos derivados de la penetración en atmósferas deficientes de oxígeno. Suele darse en operaciones de búsqueda, salvamento y rescate, al introducirse en espacios confinados, como alcantarillas, pozos, tanques, o depósitos enterrados, entre otros.

La insuficiencia de oxígeno en el aire nos puede llevar a la asfixia. Dependiendo de la proporción de oxígeno presente en la atmósfera, los efectos fisiológicos de la anoxia comienzan con la disminución de la coordinación muscular a concentraciones de oxígeno del 17%; los desvanecimientos aparecen en concentraciones de O2 del 12-15%.

.Exposición a derrames y fugas en intervenciones con MM.PP.

Como ya se ha citado, otra de las actividades operativas del personal de bomberos es la intervención en aquellos lugares o instalaciones donde haya habido o sea

susceptible de producirse un siniestro en el que haya involucradas sustancias peligrosas. Es lo que se conoce como accidentes graves, definidos en el R.D. 1254/1999 como

“cualquier suceso, tal como una emisión en forma de fuga o vertido, incendio o explosión importantes, que sea consecuencia de un proceso no controlado durante el funcionamiento de cualquier establecimiento que suponga una situación de grave riesgo, inmediato o diferido, para las personas, los bienes y el medio ambiente; ya sea en el interior o en el exterior del establecimiento, y ya estén implicadas una o varias sustancias peligrosas”.

Definimos “materia peligrosa” como todo material nocivo o perjudicial que, durante su fabricación, almacenamiento, transporte o uso, puede generar o desprender humos, gases, vapores, polvos o fibras de naturaleza peligrosa ya sea explosiva,

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inflamable, tóxica, infecciosa, radiactiva, corrosiva o irritante en cantidades que tengan probabilidad de causar lesiones y daños a personas, instalaciones o al medio ambiente. Cuando las sustancias o materias son objeto de transporte, se denominan “mercancías peligrosas”.

Dentro de las muchas y diferentes clasificaciones existentes de materias consideradas como peligrosas en función del órgano clasificador, en el ámbito de las actuaciones e intervenciones de los servicios operativos de bomberos, se sigue el esquema de clasificación que el Comité de Expertos de Seguridad de la ONU expone en sus “Recomendaciones relativas al Transporte de Mercancías Peligrosas” (Libro Naranja).

Clase 1. Sustancias y objetos explosivos

a) Las sustancias explosivas, excepto las que son demasiado peligrosas para ser transportadas y aquellas cuyo principal riesgo corresponde a otra clase.

b) Los objetos explosivos.

c) Las sustancias y objetos no mencionados en los apartados anteriores, que se fabriquen para producir un efecto explosivo o pirotécnico.

Clase 2. Gases comprimidos, licuados, disueltos a presión y refrigerados Según sus propiedades físicas:

a) Gases permanentes; gases que no se licuan a temperatura ambiente. b) Gases licuados; pueden licuarse a presión y temperatura ambiente.

c) Gases disueltos; gases disueltos a presión en un disolvente, que puede estar absorbido por una sustancia porosa.

d) Gases permanentes refrigerados.

Según sus propiedades químicas:

a) Gases inflamables; considerando tales a cualquier gas que pueda arder en condiciones normales de oxígeno en el aire. Un ejemplo serían el butano, propano, acetileno o hidrógeno; gases no respirables, que arden y que además pueden formar mezclas explosivas con el aire.

b) Gases no inflamables; los que no arden en ninguna concentración de aire u oxígeno. Estos son los denominados gases inertes, siendo los más comunes el nitrógeno, argón, helio… si bien es cierto que algunos metales pueden reaccionar violentamente en atmósferas de nitrógeno (magnesio).

c) Gases reactivos; son los gases que reaccionan con otras materias o con ellos mismos. Un ejemplo de un gas altamente reactivo es el Flúor, que reacciona con prácticamente todas las sustancias orgánicas e inorgánicas a temperaturas y presiones normales. Otro ejemplo es la reacción del cloro con el hidrógeno. Ejemplos de gases que reaccionan consigo mismo si se les someta a ciertas condiciones son el Acetileno o el Cloruro de Vinilo.

d) Gases tóxicos; son aquellos que presentan ciertos riesgos para las personas si se liberan en la atmósfera. En esta categoría se incluyen los que resultan venenosos

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o irritantes al inhalarlos o al entrar en contacto con la piel, tales como el Cloro, el Sulfuro de hidrógeno, o el bióxido de azufre, amoniaco o monóxido de carbono.

Clase 3. Líquidos inflamables

Son líquidos inflamables los líquidos, mezclas de líquidos o líquidos que contienen sustancias sólidas en solución o suspensión (pinturas, barnices, lacas…, siempre que no se trate de sustancias incluidas en otra clase por sus características peligrosas), que despidan vapores inflamables a una temperatura no superior a 60,5ºC.

Clase 4. Sólidos inflamables y otras sustancias sólidas

a) Sólidos inflamables. Sustancias sólidas que no están clasificadas como explosivas, pero que se inflaman con facilidad o pueden provocar o activar incendios por fricción.

b) Sustancias con riesgo de combustión espontánea. Sustancias que pueden calentarse de forma espontánea en condiciones normales de transporte.

c) Sustancias que al contacto con el agua desprenden gases inflamables.

Clase 5. Sustancias comburentes y peróxidos orgánicos

a) Sustancias comburentes; aquellas que sin ser necesariamente combustibles pueden, liberando oxígeno, causar o facilitar la combustión a otras.

b) Peróxidos orgánicos; sustancias térmicamente inestables que pueden sufrir descomposición exotérmica inestable o exotérmica autoacelerada.

Clase 6. Sustancias tóxicas y sustancias infecciosas

a) Sustancias tóxicas; sustancias que pueden causar la muerte o lesiones graves o que pueden ser tóxicas para la salud humana si se ingieren o inhalan o si entran en contacto con la piel.

b) Sustancias infecciosas; sustancias que contienen microorganismos viables, como bacterias vivas, parásitos y hongos. Se consideran sustancias infecciosas aquellas que contienen agentes patógenos.

Los riesgos específicos de los productos tóxicos son las disfunciones biológicas que puedan provocar sobre personas u otros organismos vivos, a través de diferentes vías de propagación y de penetración, dependiendo fundamentalmente de su estado de agregación, de su inflamabilidad y las consecuencias de ésta, y de las características, propiedades o parámetros que les son propios.

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10 Clase 7. Materias radiactivas

Se entiende por material radiactivo todo aquel cuya actividad específica sea superior a 70 kBq/Kg (0,002 u Ci/g).

Clase 8. Sustancias corrosivas

Son sustancias que, por su acción química, causan lesiones graves a los tejidos vivos con que entran en contacto, o daños de consideración a otros materiales. Las sustancias corrosivas pueden atacar y destruir los tejidos, siendo especialmente sensibles las mucosas, por lo que en estado gaseoso o en forma de vapores son peligrosas. La mayoría atacan a los metales desprendiendo hidrógeno, que es un gas muy ligero e inflamable.

Las sustancias corrosivas más comunes y que más frecuentemente nos vamos a encontrar son los ácidos y las bases. La acidez o basicidad de una sustancia se mide a través de una escala de PH. Esta medida varía de 0 (totalmente básico) a 14 (totalmente ácido), encontrándose el PH neutro entre 5 y 9. Variando esta escala de ácido-base se puede neutralizar un producto corrosivo.

Clase 9. Sustancias peligrosas diversas

Son sustancias y objetos que durante su transporte presentan un riesgo distinto a los anteriormente mencionados.

CONTAMINANTES FÍSICOS

.Exposición a temperaturas ambientales extremas

De la actividad más conocida del bombero, se deriva el riesgo de sufrir la exposición a altas temperaturas. Sin entrar en el proceso de desarrollo de la dinámica de incendio en recintos cerrados, se puede afirmar con rotundidad que estamos hablando, en la mayoría de casos (incendios en recintos cerrados), de temperaturas de 350 a 600ºC en la parte alta del denominado “colchón de gases”; lo que puede suponer que en las partes más bajas del recinto incendiado las temperaturas oscilen entre 60º a 80º.

Si a esto le añadimos el vapor de agua que se genera con la propia extinción del incendio al echar agua al fuego, podemos hacernos una ligera idea de lo que supone este riesgo para el personal actuante. Los efectos que produce la exposición a temperaturas extremas son, entre otros:

- Quemaduras

Se producen por muchas causas; tales son el contacto directo con el fuego, el contacto con materiales incandescentes o la exposición al vapor de agua producto de la extinción. Pueden quemar también los gases de incendio que evolucionan por convección, influyendo, en todo caso, tanto el grado de temperatura como el tiempo de exposición. No existe, por tanto, un nivel calórico absoluto al cual ocurran las quemaduras.

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11 - Golpe de calor

Es una alteración gravísima que afecta al sistema nervioso. Se produce cuando la temperatura corporal central supera los 41ºC. Las consecuencias pueden ser muy diversas, en función de la duración y severidad de la exposición al calor; confusión, agresividad, alucinaciones o coma, pudiendo llegar a ser mortal.

Se une en esta situación al aumento de temperatura corporal el aumento de la frecuencia cardiaca, propio de la tensión que supone la entrada en este tipo de escenarios. Por ello, las actividades prolongadas en estos ambientes, que superen los 30 minutos, deben alternarse con otros 10 minutos de descanso para disminuir el riesgo de estrés por calor.

- Calambres

Se presentan cuando existe exceso de sudoración y no se ha producido la suficiente hidratación, con la consiguiente pérdida de sales minerales. Estos suelen ser muy agudos e intermitentes en los grandes músculos de la pierna; siendo habituales en la realización de trabajos extenuantes y en trabajo o ejercicios en atmósferas muy calientes. Pueden ser acompañados de sudor profuso y también pueden presentarse después de varias horas de trabajo de manera débil e intermitente.

Si el trabajador no toma las medidas oportunas para reponer los líquidos y sales minerales perdidas, el cuadro desemboca en agotamiento.

- Síncope por calor

Se produce cuando existe deshidratación, vasodilatación de la piel y acumulación de sangre en las venas de los miembros inferiores. Como consecuencia la sangre llega al cerebro con más dificultad. Los síntomas previos consisten en mareo, sudoración, pérdida de visión y palpitaciones; el resultado final es la pérdida de conocimiento o desvanecimiento por parte del bombero.

- Estrés térmico y deshidratación

Teniendo en cuenta las altas temperaturas que se alcanzan en un incendio, aun dentro del “traje de intervención”, se puede comprender la gran cantidad de agua que se perderá para poder refrigerar el organismo. Cada litro de agua perdido a través del sudor causará un aumento del ritmo cardiaco de 8 latidos/min., además de una subida de temperatura de entre 0,3-0,4ºC.

Sabemos que pérdidas de entre un 1 y un 2% de agua del peso total de un individuo, reducen de manera importante el rendimiento. Cuando estas pérdidas continúan aumentando y llegan a valores de 4%, disminuye de forma drástica la fuerza muscular, y a partir del 6% se puede producir una grave situación, apareciendo trastornos importantes con un cuadro por deshidratación e hipertermia.

Diversos estudios fisiológicos aplicados a bomberos demuestran cómo en situaciones de esfuerzo la frecuencia cardiaca alcanza valores del 80% del máximo, y

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que estos llegan a ser del 100% mientras dura la intervención. El gasto cardiaco conlleva un gran consumo de energía y por tanto una gran producción de calor.

También se ha comprobado que pausas cada 30 minutos aproximadamente, en intervenciones prolongadas no son suficientes para detener el aumento progresivo de temperatura corporal, encontrándonos en una situación de riesgo si volvemos a introducirnos en la zona de incendio: podríamos sufrir trastornos relacionados con el estrés por calor.

La respuesta de nuestro organismo para enfrentarse a ambientes de altas temperaturas pasa por una falta de riego sanguíneo y oxigenación, que va dando lugar a la debilidad y posterior fatiga de aquel. Los primeros síntomas que suelen manifestarse son náuseas, mareos, debilidad, así como pulso y respiración acelerados.

Pero si la situación se agrava y se alcanzan temperaturas corporales por encima de los 41ºC, pueden aparecer otros síntomas más graves, produciéndose un fracaso de los mecanismos reguladores de temperatura por la alteración del nivel de agua y sales minerales de nuestro organismo; lo que podría llevarnos a un coma o incluso a la muertes por complicaciones como insuficiencia renal, disfunción hepática o circulatoria, entre otras.

Por ello, todos los estudios realizados sobre esta temática coinciden en la importancia de una buena hidratación previa al ejercicio para mejorar la función cardiovascular y regular la temperatura.

.Exposición al ruido

Los bomberos están frecuentemente expuestos a altos niveles de ruido procedente de diversas fuentes; sirenas de los vehículos, motores de máquinas y herramientas (motosierras, generadores eléctricos, etc.), cabinas de los camiones, los propios sistemas de intercomunicación interna y otros.

Estudios realizados muestran que durante la respuesta a emergencias que implica el funcionamiento de sirenas y bocinas, se pueden alcanzar niveles de más de 100 dB(A). El exceso de ruido tiene efectos conocidos no solamente sobre la capacidad auditiva, sino también sobre aspectos psicológicos y fisiológicos de los trabajadores expuestos.

El ruido es un estresor conocido, especialmente cuando incluye características de impredectibilidad, alto volumen e intermitencia. Téngase en cuenta que la frecuencia cardiaca de algunos bomberos tras el sonido de las alarmas puede llegar hasta los 150 latidos (taquicardia).

.Exposición a radiaciones ionizantes

Las radiaciones ionizantes son radiaciones capaces de interaccionar con la materia aportándole calor y formando iones. La facultad de dar calor es lo que hace que puedan quemar, de la misma forma que lo hacen las radiaciones del sol.

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La radiactividad constituye un riesgo para la salud humana por su capacidad para ionizar, tanto la materia inanimada como la materia viviente. Los átomos de la materia orgánica que componen nuestro organismo, al recibir la acción de una fuente radiactiva pierden o ganan electrones variando su estructura atómica. Por este motivo las radiaciones se denominan “radiaciones ionizantes”.

Puesto que la ionización degrada la materia, este efecto en los seres vivos afecta especialmente a las células, ya que contienen en sus núcleos los códigos por los que éstos se producen. Las más sensibles por lo tanto son aquellas que se están reproduciendo con mayor frecuencia, como las de; los fetos, pelo, uñas, reproducción sexual o tumores cancerosos.

En cuanto a los tipos posibles de radiaciones ionizantes, tenemos los rayos X, las radiaciones alfa, las radiaciones beta, las radiaciones gamma y las radiaciones de neutrones. Las fuentes radiactivas pueden ser encapsuladas o no encapsuladas.

A efectos de intervenciones de bomberos, nos podemos encontrar fuentes radiactivas en:

a) Centrales nucleares; encontraremos combustibles nucleares, productos de fisión y materiales que se han vuelto radiactivos por la acción de los neutrones. La cantidad y variedad de productos que nos podemos encontrar es enorme y muy compleja.

b) Universidades y centros de investigación; en estos lugares es frecuente encontrar fuentes radiactivas e incluso pequeños reactores.

c) Hospitales; pudiendo encontrarnos aparatos de rayos X, fuentes para aplicación externa de radioterapia (bombas de cobalto), fuentes para aplicación interna (ya sean encapsuladas o no encapsuladas, generadores de tecnecio…).

d) Industrias; como medidores de nivel o medidores de espesores.

Ya que no se pueden ver ni sentir, para asegurarnos del nivel de radiación ionizante hay que contar con aparatos de medida, pudiendo ser estos un radiómetro o intensímetro; cámaras de ionización o dosímetros.

CONTAMINANTES BIOLÓGICOS

.Exposición a agentes biológicos y microorganismos

El R.D. 664/1997 define los agentes biológicos como “microorganismos, con inclusión de los genéticamente modificados, cultivos celulares y endoparásitos humanos, susceptibles de originar cualquier tipo de infección, alergia o toxicidad”. Entre estos agentes se encuentran los virus, bacterias, protozoos y hongos. Aunque la profesión de bombero no se nombre de forma específica en el Anexo I del citado R.D., este colectivo sí se encuentra dentro del ámbito de actuación del mismo, ya que son muchas las actividades que desarrollan estos trabajadores y en las que se encuentran varios agentes patógenos con diversos riesgos para los mismos.

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14 - VIH

El virus de Inmunodeficiencia Humana puede ser transmitido al entrar en contacto con líquidos corporales humanos infectados con este virus, con tejidos u órganos sueltos infectados o con células o cultivos que contienen el VIH. La vía de transmisión de la infección más común para un bombero en el desarrollo de sus actividades es la parenteral, por corte con un material infectado, pinchazo con agujas u otros instrumentos afilados infectados, etc.; así como también cutánea, por contacto directo de heridas en la piel del profesional con fluidos corporales infectados. La consecuencia más directa de infección por VIH es el desarrollo del SIDA, siendo sus manifestaciones clínicas muy variadas.

- Hepatitis B

De los distintos tipos de hepatitis conocidos (A,B,C…F.), la hepatitis B es la que más posibilidades tiene de afectación para el caso que nos ocupa.

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser debida a medicamentos, o producida por agentes infecciosos o toxinas. En este caso el agente causal es un virus. Se caracteriza por un rápido inicio de síntomas y signos; pudiendo desarrollarse como infección aguda o crónica, y convertir al paciente en portador de la enfermedad.

Las vías de contagio de esta enfermedad en el desarrollo de la profesión de bombero es muy similar a las del VIH. Tras un accidente con riesgo biológico por pinchazo o corte se evalúa en un 30% para el virus de la hepatitis B; disminuyendo mucho en el caso de la hepatitis C (3%), así como para el VIH (0,3%).

- Rabia

La rabia es una enfermedad vírica aguad y habitualmente mortal, que afecta al sistema nervioso central de los animales infectados. El virus se presenta en la saliva y en las secreciones respiratorias, transmitiéndose la enfermedad por mordedura, contacto con membranas mucosas, corte en la piel con la saliva del animal o inhalación del virus.

- Tétanos

El tétanos es un bacilo que produce una infección aguda y potencialmente mortal del SNC. La neurotoxina que produce esta bacteria tiene la propiedad de infectar heridas. Penetra en estas a través de una lesión (punzante, quemadura, abrasión, laceración…); presentando dos formas clínicas: una de rápida evolución y con evolución hacia la muerte, y otra con síntomas menos graves y menor posibilidades de mortalidad. La prevención se realiza mediante la vacuna específica y también como tratamiento posterior de profilaxis a la herida.

Son varias las circunstancias en las que el bombero puede verse afectado por el tétanos; tareas como intervenciones en edificios, golpes con material oxidado, cortes con objetos contaminados, quemaduras…

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.Productos nocivos derivados de intervenciones con MM.PP

Las sustancias consideradas infecciosas en el ámbito de actuación de intervenciones con MM.PP son aquellas que contienen microorganismos viables, como bacterias vivas, parásitos y hongos, o un recombinante, híbrido o mutante, respecto de los cuáles se sabe o se cree fundamentalmente que causan enfermedades en el hombre o en los animales.

Se consideran “infecciosas” aquellas sustancias que contienen agentes patógenos. También se incluyen dentro de la Clase 6, apartado 2 (productos nocivos), los siguientes:

.microorganismos y organismos modificados genéticamente

.algunos productos biológicos, entendidos como aquellos productos derivados de organismos vivos; tal es el caso de las vacunas

.algunas muestras para diagnóstico

Por otro lado, el ADR (Acuerdo Europeo sobre Transporte Internacional de MM.PP por Carretera) clasifica el grado de toxicidad de una sustancia en alta, media o baja según los efectos provocados en el ser humano en determinados casos de intoxicación accidental; así como las propiedades particulares de la materia, como el estado físico, la volatilidad, propiedades particulares de absorción y efectos biológicos especiales.

Una sustancia se considera tóxica si su DL50 es inferior a 1.500 mg/Kg.

ENFERMEDADES CAUSADAS POR LA EXPOSICIÓN A CONTAMINANTES. .Riesgo de enfermedades por exposición a contaminantes

A nadie escapa el alto grado de exposición a sustancias contaminantes por parte del personal operativo de bomberos, ya sean estas de origen químico, físico o biológico. Sin embargo, hay que tener en cuenta que dicha exposición por parte del colectivo al que nos referimos tiene unas características que difieren de las que se dan de forma habitual en los ambientes laborales. Ello condiciona enormemente y dificulta en gran parte el estudio de los riesgos y la gestión de la intervención preventiva.

Factores como la variabilidad (tipo de incendio o siniestro, localización, tipo de estructura o producto químico…); la impredecibilidad (desconocimiento del lugar y el momento en que se va a proceder a intervenir); la multiplicidad (exposición simultánea a varios agentes o sustancias a la vez, tal es el caso de los gases producto de la combustión…), hacen muy difícil evaluar de forma eficaz y fehaciente las consecuencias de dichas exposiciones, así como la realización de estudios epidemiológicos que determinen relaciones causa-efecto entre sustancias y patologías.

No obstante, ciertos estudios, provinientes principalmente de EE.UU, evidencian una serie de patologías que afectan de forma especial al colectivo de bomberos; tales se relacionan con enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias, alteraciones auditivas, algunos tipos de cáncer de diversas localizaciones y problemas derivados de la exposición a riesgos biológicos.

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16 Patologías cardiovasculares

Diferentes aspectos de la actividad de los bomberos que pueden estar relacionados con patologías de origen cardiovascular son:

- exposición a CO

- hidrocarburos aromáticos - arsénico y disulfuro de carbono

- exposición a plomo, cadmio y disolventes orgánicos que contribuyen a incrementar la presión sanguínea

- el ruido

- la exposición a temperaturas extremas Procesos cancerígenos

Aunque ningún estudio de los realizados es concluyente, entre los hallazgos y conclusiones de aquellos más fiables, se encuentra la “probable conexión” entre la ocupación de bombero y algún tipo de procesos cancerosos.

Alteraciones respiratorias

El efecto más común que se deriva de la inhalación de irritantes durante el trabajo de extinción de incendios es la afectación de la función respiratoria. Estos efectos son difíciles de detectar por las pruebas habituales realizadas en los reconocimientos médicos, requiriéndose la realización de espirometría anual comparada y otros estudios a largo plazo.

En relación con la presencia de exposición a diversas sustancias presentes de forma habitual en incendios (ftalatatos, pvc, etc.) se reconoce la posibilidad de padecer algún tipo de afección asmática; y en todo caso, algunas estadísticas disponibles de estudios en esta materia, muestran la presencia de afecciones pulmonares como una parte importante (hasta el 23%) de las patologías de origen profesional de los bomberos.

Alteraciones auditivas

La pérdida de capacidad auditiva en los bomberos es un efecto de su actividad laboral bien estudiado. Existen diversos informes de asociaciones profesionales de bomberos americanos que han recopilado esta información. En concreto, el departamento de Salud y Seguridad Laboral de la IAFF (Asociación Internacional de Bomberos) realizó en colaboración con el NIOSH una comprobación de la pérdida de capacidad auditiva de bomberos y comprobó que 2/3 de ellos mostraban algún tipo de daño auditivo.

Otros estudios confirman también la relación entre la actividad de los bomberos y la pérdida de capacidad auditiva. Una particularidad a tener en cuenta es que este colectivo no siempre se puede beneficiar de la utilización de EPIs de protección auditiva de igual forma que otros colectivos de trabajadores, pues deben ser capaces de comunicarse de forma continua con el resto del equipo, poder oír gritos de socorro, señales de alarma…

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.Afectación derivada de la exposición a sustancias nocivas - Afectación interna

Las lesiones internas que puede sufrir el organismo como consecuencia de la exposición a productos peligrosos suelen afectar al aparato respiratorio, el SNC y, en menor medida, a otros órganos internos. Algunas sustancias son capaces de lesionar cualquier célula con la que entren en contacto; otros tienen un efecto más específico y directo sobre órganos concretos, tales son el hígado o riñones.

Según el tipo de sustancia de que se trate, la lesión puede variar desde una irritación hasta un compromiso cardio-respiratorio severo. Según su efecto principal, podemos distinguir los siguientes grupos de sustancias capaces de provocar daño interno en el organismo:

Irritantes

Los irritantes químicos emiten vapores que afectan a las membranas mucosas, como son ojos, nariz, boca y garganta. La exposición a estas sustancias provocará, por tanto, lesiones e ojos y tracto respiratorio, con irritación de vías aéreas. Asimismo, se producirá irritación de las vías aéreas, dificultad respiratoria, irritación ocular con lagrimeo e incluso pérdida del sentido del olfato.

Asfixiantes

Los gases asfixiantes disminuyen el O2 disponible para la respiración, bien diluyendo la concentración de oxígeno en el aire ambiente (como el CO2), bien interfiriendo en el transporte de oxígeno o en su utilización por las células; son los llamados asfixiantes químicos (como el CO).

Los síntomas son variables, pero puede haber sensación de falta de aire, opresión o dolor de cabeza, debilidad, vértigo, mala visión, náuseas y vómitos, pudiendo llegarse a producir incluso la muerte.

Venenos nerviosos, anestésicos y narcóticos

Actúan sobre el sistema nervioso, bien afectando los mecanismos cerebrales de regulación cardio-respiratoria, bien afectando la transmisión correcta de impulsos nerviosos.

Los venenos nerviosos, inventados y utilizados principalmente en entorno militar, también están presentes en el ámbito civil, principalmente a través de sustancias pesticidas.

Los agentes anestésicos y narcóticos, si bien son menos peligrosos que los anteriores, pueden producir, en elevadas concentraciones y tiempo prolongado de exposición, inconsciencia y la muerte.

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18 Hepatotoxinas

Son sustancias capaces de causar daño hepático. Se acumulan en el organismo e incapacitan a esta víscera para llevar a cabo adecuadamente sus funciones.

Un ejemplo de estos productos son los hidrocarburos halogenados. Cardiotoxinas

Sustancias nocivas que pueden provocar isquemia miocárdica o alteraciones del ritmo cardiaco. Las sustancias que contienen dichas sustancias son, por ejemplo, los nitratos o el etilenglicol.

Nefrotoxinas

Son sustancias susceptibles de causar lesión renal, y se encuentran en altas concentraciones de disolventes orgánicos, mercurio y disulfuro de carbono.

Hemotoxinas

Son productos que pueden provocar destrucción de las células rojas sanguíneas, dando lugar a una anemia hemolítica. Se incluyen en este grupo la naftalina, la anilina, el mercurio, el arsénico y el cobre, entre otras. Aparte de la anemia mencionada, también puede provocar la exposición a estas hemitoxinas, edema pulmonar, lesión cardiaca o afectación de la función hepática.

Carcinógenos

Las sustancias que pueden provocar el desarrollo de un proceso canceroso son muy numerosas. Aunque se desconoce con exactitud el grado de exposición requerido para desarrollar un cáncer, sí se sabe que la exposición, aunque sea breve, de algunos productos puede tener efectos de este tipo a largo plazo.

De especial interés para el personal implicado en tareas de extinción es todo lo relacionado con la combustión de materias orgánicas, ya que producen dioxinas, muchas de la cuales son carcinógenas (por ejemplo, la combustión de la madera produce formaldehido).

Los efectos de estas exposiciones sobre la salud van a depender en gran medida del producto químico implicado, su concentración y la duración de la exposición; así como el número de exposiciones repetidas o prolongadas en el tiempo y la vía de entrada. También influirán, por supuesto, factores individuales como edad, estado de salud, consumo de tabaco o alcohol…

- Afectación externa

Los tejidos de la superficie corporal también se pueden ver afectados por la acción de sustancias nocivas. Muchas de ellas tienen acción corrosiva o se vuelven corrosivas cuando se mezclan con agua, produciendo quemaduras químicas y lesiones tisulares severas. Podemos distinguir dos tipos principales de afectación externa:

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19 Lesiones de tejidos blandos

Las sustancias corrosivas pueden ser de carácter ácido o básico. El contacto con estos productos causará dolor y quemaduras en mayor o menor extensión y gravedad. Los álcalis producen quemaduras más extensas que los ácidos. Nunca se debe intentar neutralizar un ácido o una base; ya que hacerlo produciría una reacción química en la que se desprendería calor, y por lo tanto, mayores quemaduras en la parte afectada.

Otro tipo de productos peligrosos de efecto externo son las sustancias criogénicas. Son líquidos refrigerantes que al contacto con el aire vaporizan y que si contactan con tejidos humanos producen un gran daño por congelación. Tal es el caso de gases como el oxígeno o el nitrógeno líquidos.

Sustancias químicas en los ojos

La exposición ocular a productos químicos puede ocasionar un grado variable de lesión; desde una simple inflamación superficial (conjuntivitis química) a graves quemaduras. La víctima se quejará de dolor ocular, alteración de la visión, lagrimeo o sensación de cuerpo extraño. El ojo podrá estar hematoso o enrojecido.

EQUIPOS DE PROTECCIÓN INDIVIDUAL

El equipo de protección individual (EPI) empleado por los servicios de bomberos en las intervenciones de emergencia es aquel que garantiza la seguridad del personal interviniente frente a los riesgos a los que se expone. Hay que tener en cuenta que aquí la protección individual toma una especial importancia, ya que en muchas, si no en la mayor parte de situaciones de emergencia a las que se enfrentan los bomberos, son ineficaces otros principios de la prevención tales como evitar los riesgos o anteponer la protección colectiva sobre la individual.

Dependiendo de los riesgos que se quieran proteger, tendremos unas u otras prendas de protección; exponiendo a continuación aquellos equipos que protegen de forma directa al bombero en todas las intervenciones en las que se enfrenta a contaminante de una u otra índole. La gran mayoría del equipamiento personal -salvo algunas prendas complementarias como el sotocasco- son de Categoría III, ya que son modelos de EPI de diseño complejo, destinados a proteger al usuario de todo peligro mortal o que pueda dañar gravemente y de forma irreversible la salud.

Equipos de protección personal contra incendios .Traje de intervención para bomberos

Las características que deben reunir los trajes de intervención para bomberos están establecidas por la norma UNE-EN 469:2006 “Ropas de protección para bomberos: requisitos y métodos de ensayo para la ropa de protección en la lucha contra incendios”.

La última revisión de la UNE-EN 469 ha establecido dos niveles de trajes de intervención (niveles 1 y 2), estableciendo para el nivel 1 unas exigencias inferiores, de modo que los trajes que cumplan sólo este nivel tendrán una utilización más limitada frente a incendios que los de nivel 2.

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Existen en el mercado múltiples diseños de trajes de intervención que satisfacen las exigencias de la UNE-EN 469.En general, todos son multicapas (3 o 4 capas) y se componen de dos piezas; chaquetón y pantalón. Las capas cumplen las funciones de:

.tejido exterior .barrera de humedad .barrera térmica

.forro interior traspirable

Se consideran EPIs de categoría III.

Casco de intervención

Los cascos de intervención para bomberos están establecidos en la norma UNE-EN 443 “cascos para bomberos”, que contempla los siguientes requisitos obligatorios:

.sistema de ajuste del casco regulable .diseño que permita la audición

.compatibilidad con máscaras de los ERA y con gafas de protección o de visión .resistente a objetos cortantes

.absorción de impactos y rigidez mecánica .resistencia a las llamas

.resistencia al calor radiante .propiedades eléctricas

Los cascos que cumplen con los requisitos de la norma UNE-EN 443 son los denominados “cascos integrales”.

Guantes de intervención

Los guantes de intervención para bomberos están establecidos en la norma UNE-EN 420 “Requisitos generales para guantes”. Además, existe una norma específica que es la UNE-EN 659 “Guantes de protección para bomberos”

Para cumplir los requisitos exigidos, los guantes para bomberos están fabricados con multicapas de diferentes materiales, como son la piel, las fibras textiles o aramidas (Nomex, Kevlar), y las membranas impermeables.

Botas de intervención

Son varias las normas que se aplican a las botas de intervención de los servicios de bomberos; si bien la que contiene un apartado específico para las botas resistentes a los riesgos asociados a la extinción de incendios es la norma UNE-EN 345-2:1996 “Especificaciones para calzado de seguridad de uso profesional. Parte 2, especificaciones adicionales. Dicha norma regula también el marcado de las botas, que se realiza mediante pictogramas y símbolos:

.F; cuando se cumplen los requisitos de las botas resistentes a los riesgos asociados a la extinción de incendios.

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.FA; cuando además de los criterios de clasificación F, cumple también los requisitos para las propiedades antiestáticas.

.FPA; si cumple todos los anteriores. Son EPIs de categoría II.

Equipos de protección química

Las características de los trajes de protección química están establecidas por las normas UNE-EN 943-1:2003 “Ropa de protección contra productos químicos, líquidos y gaseosos, incluyendo aerosoles líquidos y partículas sólidas”. Esta norma establece las características mínimas y métodos de ensayo para la valoración de dichos equipos.

Existen trajes de protección química de Nivel I, II y III, siendo el de Nivel II el denominado “anti salpicaduras” y cuya utilidad principal es para utilizar en los procedimientos de descontaminación del personal interviniente.

El Nivel III es un traje estanco a gases que permite trabajar dentro de atmósferas tóxicas o corrosivas; pudiendo levar el ERA integrado o en el exterior del mismo. Los trajes de protección contra riesgos químicos no ofrecen ningún tipo de protección térmica, por lo que no es posible su empleo frente a incendios. Son EPIs de Categoría III.

Equipos de protección respiratoria

Como es sabido, los ERA utilizados en bomberos son equipos independientes del medio ambiente, donde el usuario porta su propia reserva de aire comprimido en una botella y el conjunto de elementos para poder respirar.

La normativa sobre los equipos de protección respiratoria es muy amplia. Con carácter general, está la norma UNE-EN 137:1993 “Equipos de protección respiratoria autónomos de circuito abierto de aire comprimido” que establece las características y ensayos exigibles a los ERA utilizados en los servicios de bomberos. La norma que regula las características de las máscaras es la UNE-EN 136:1998.

NORMAS DE SEGURIDAD Y PROCEDIMIENTOS DE ACTUACIÓN

En el presente epígrafe se trata de poner de manifiesto una serie de normas y pautas generales de actuación en lo que concierne a la seguridad general de la intervención; así como una serie de pautas o protocolos de actuación para aquellas intervenciones que entrañan especiales riesgos, y en particular riesgos por exposición a contaminantes físicos, químicos y/o biológicos.

Estas intervenciones serán, esencialmente, las relacionadas con incendios de cualquier clase de combustible, en un entorno estructural o en lo que se denomina “espacios confinados” (en interiores); así como en las intervenciones con MM.PP.

Sobre estas últimas existen protocolos de actuación estandarizados en los servicios operativos de bomberos, que básicamente se estructuran en dos partes principales; la intervención propiamente dicha y la descontaminación.

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.Seguridad en intervenciones de incendios confinados. Riesgos por exposición a gases de incendios, humo y altas temperaturas

En todas las intervenciones en incendios en espacios confinados y entorno estructural, el personal de los servicios de bomberos deberá extremar las precauciones. La extinción de fuegos de interiores se debe realizar de modo rápido, eficaz y eficiente; pero por encima de todo, seguro.

Es fundamental, que el bombero no prescinda del uso del equipo de protección respiratoria en el transcurso de cualquier tarea donde se estime que pueda estar expuesto a niveles de CO desconocidos, pues el cese de la intensidad calorífica del incendio no es proporcional al descenso de los niveles de concentración en el ambiente de agentes tóxicos.

Se respetarán, en todo caso, las siguientes pautas de actuación para evitar o al menos minimizar el riesgo de lesiones, enfermedad o incluso muerte por exposición a los productos de combustión del fuego (humo, gases, calor y llamas):

En relación a la utilización de EPIs y protección contra gases de incendio y altas temperaturas

a) Utilización al completo del “traje de intervención” (chaquetón, cubre pantalón, guantes ignífugos, botas, casco y sotocasco).

b) Utilización del equipo de respiración autónoma (ERA) desde el primer momento de la intervención y hasta que esta se dé por finalizada aquella; así como utilización de los mecanismos de seguridad del ERA (alarma personal, sistema bodyguard o icu, alarma de baja presión, etc.).

c) Ajuste del casco a la medida de la cabeza. No debe existir cámara de aire superior, ya que se puede calentar y quemarnos.

d) Ninguna parte de la piel debe estar en contacto directo con el ambiente de alta radiación térmica; debiendo usarse verdugo o sotocasco ignífugo preferiblemente de dos capas, colocando la máscara sobre él de forma que se selle por completo todo el contorno de la cara.

e) No se apretarán en exceso las sujeciones de la máscara ya que se reduce la cámara de aislante dentro de la misma.

f) En ningún caso se portarán en este tipo de intervenciones cadenas, anillos, relojes o cualquier elemento fundible o de alta conductibilidad térmica.

g) La ropa protege del calor radiante; por tanto, la ropa bajo el cubre-pantalón crea una nueva capa de aire que también protege.

h) El vestuario de intervención no protege contra el vapor de agua. Este se puede colar por las barreras de aire y quemarnos. En el momento que el bombero siente que se quema, ya hay quemadura. Por ello, hay que prestar especial atención al exceso de vapor de agua producto del ataque al fuego.

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i) En cuanto a la colocación del ERA, destacar que no deben apretarse las cintas en exceso para permitir el paso de aire entre las capas del tejido y por dentro de los propios tejidos.

j) Las botas no deben quedar muy ajustadas, y se utilizarán calcetines de algodón o lana, evitando aquellos extremadamente finos.

k) Todos los riesgos de exposición a contaminantes por inhalación de humos y gases de incendio serán neutralizados con el correcto uso del ERA. Es conveniente, por ello, estar especialmente adiestrado en el trabajo con este equipo, así como en las posibles incidencias que este pudiera dar en el transcurso de una intervención, para evitar sustos innecesarios.

l) Ir perfectamente equipado no da una garantía total. Tanto los trajes como las personas tienen limitaciones. Al menor mareo, picor en la piel o molestia en general, se debe analizar y darle la importancia se estime conveniente.

m) La ropa de protección debe estar intacta, sin roturas ni manchas de líquidos inflamables; y por supuesto, seca.

n) La radiación aumenta de forma exponencial con la distancia al foco emisor, por lo que diferencias mínimas de distancia resultarán en variaciones muy grandes de radiación. Es decir; aumentar la distancia de seguridad al foco de incendio es una medida de prevención.

o) Posteriormente al incendio, se debe reemplazar el agua y sales minerales perdidas con el consumo de preparados que aporten cantidad de electrolitos. Téngase en cuenta, en todo caso, que la ingesta de agua en el período de post ejercicio puede provocar un descenso de la concentración de sodio plasmático, pudiéndose reducir así el estímulo de la sed y estimular la producción de orina, lo que haría que el proceso de rehidratación se retrasase.

En relación a las tácticas de intervención

a) Avanzar agachados (incluso de rodillas o tumbados por el suelo) para disminuir el estrés térmico e intentar aumentar ligeramente la visibilidad.

b) No hay que olvidar que en las proximidades a un foco de incendio con una carga térmica similar a la de un salón de una vivienda tendremos, fácilmente, gases calientes a temperaturas de entre 400º y 500ºC a 1,80m de altura; sin embargo, a 60 cm, estaremos hablando de una temperatura de en torno a los 80-100ºC.

c) Prestar especial atención a la hora de echar agua al fuego, ya que un exceso de esta provoca una expansión súbita del vapor de agua; lo que nos provocará graves quemaduras, ya que este vapor puede penetrar a través del traje de intervención, y a buen seguro lo hará por cualquier resquicio que quede entre este y el resto de piezas (entre casco y sotocasco, entre las mangas del chaquetón y los guantes, etc.).

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d) Realizar los relevos adecuados a la envergadura del incendio y al tiempo de intervención en el interior. Téngase en cuenta que para una exposición prolongada en el tiempo, se estiman relevos cada 20 a 30 minutos; salvo que la carga térmica sea excepcional, en que se disminuirán los tiempos de relevo, debiendo llegar, incluso, a utilizar otras técnicas de extinción previas que no impliquen la entrada del personal en un primer momento, y hasta que se baje la temperatura, nivel de llamas, carga térmica, etc.( por ejemplo, inundando previamente con espuma de alta expansión un sótano o bajo rasante donde el acceso se haga impracticable).

e) Utilizar elementos complementarios de seguridad que permitan una mejor orientación en la oscuridad, aumentando así la seguridad y disminuyendo el tiempo medio de intervención en el interior; tales como cuerda guía, hilo de leds o cámara térmica.

f) Aprovechar en cada relevo para hidratarse adecuadamente, a poder ser con bebidas electrolíticas; descansando 10 minutos en el exterior por cada 20-30 en el interior.

g) Utilizar las técnicas de ventilación adecuadas a cada circunstancia (ventilación natural o forzada, positiva o negativa) en cuanto sea posible, ya que con ello desplazaremos humos, gases de incendio y sobre todo, disminuiremos la temperatura; contribuyendo así a evitar un golpe de calor al personal que interviene.

h) En todo caso, conviene introducir en los protocolos de seguridad en este tipo de intervenciones, el denominado “Equipo SOS”, que deberá estar formado por 2 bomberos preparados como equipo de auxilio del personal interviniente, completamente equipados y dispuestos a intervenir ante el más mínimo incidente.

.Seguridad en intervenciones con MM.PP. Riesgos por exposición a contaminantes químicos, físicos o biológicos.

En las intervenciones donde se vean involucradas materias peligrosas, y en relación con la prevención de riesgos por exposición a los contaminantes que de estas se deriven, se deben diferenciar dos grupos de trabajo perfectamente delimitados, tanto en zona de actuación como en equipos de protección a utilizar para las mismas.

A continuación se expondrán las diferentes pautas de actuación para prevenir aquellos riesgos que pudiesen surgir, atendiendo a los distintos grupos de clasificación de MM.PP.; así como los protocolos de seguridad y control de personal, para posteriormente dedicar un epígrafe a todo lo concerniente al grupo de descontaminación y tácticas a emplear.

- Seguridad y control del personal

En toda intervención de bomberos, pero especialmente en aquellas en que haya MM.PP implicadas se prestará especial atención a la seguridad y al control del personal que interviene.

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El responsable de la intervención ordenará el nivel de protección que se debe utilizar, supervisando que se coloca y se usa correctamente, hasta el punto de que si no se dispone del equipo de protección adecuado, no deberá permitir la intervención del personal.

Toda persona que esté trabajando en lo que se denomina “zona caliente” (área de riesgo directo), deberá estar controlada, de forma que se tenga información de su estado físico y psicológico, del consumo de aire y del tiempo total de intervención, previendo el volumen de aire con el que debe contar el interviniente para respirar durante todo el tiempo que dure el proceso de descontaminación.

Es necesario que esté preparado en todo momento, con el mismo nivel de protección, un Equipo SOS para intervenir en cuanto sea necesario; ya sea para relevo o en caso de cualquier incidencia de los intervinientes.

- Seguridad y organización del lugar de la intervención y zona de descontaminación

a) Tener en cuenta la dirección del viento, sobre todo para intervenciones de nubes de gas.

b) Marcar y delimitar las zonas; caliente (riesgo directo), templada (instalaciones de los equipos de intervención y estación de descontaminación); y fría (zona segura). La zona caliente debe tomar, como norma general, unos 50m, señalizándose la entrada y la salida de la misma.

c) Establecer entre el punto de salida de la zona caliente y el comienzo de la zona templada la estación de descontaminación, señalizando la misma; debiendo disponer de un depósito hermético para el material utilizado, a la entrada de la zona de descontaminación, y otro en la salida, para colocación de los trajes utilizados.

d) La zona de descontaminación estará preparada con una ducha, lavado con jabón y aclarado del mismo.

e) Establecer a la salida un control del PH y verificar que se encuentra en los límites permitidos.

f) Las acciones a realizar por los recursos humanos en este tipo de intervenciones serán, por tanto; equipo de intervención, equipo SOS, control químico, equipo de descontaminación y jefe de intervención (responsable máximo de la seguridad de los intervinientes).

- Precauciones y niveles de protección ante productos tóxicos y corrosivos Productos tóxicos

A la hora de decidir el nivel de protección personal de los equipos de intervención, este se realizará en función de las labores a realizar, la distancia o probabilidad de contacto y el tipo de producto. En el caso de un producto tóxico, capaz

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de difundirse por el aire, el nivel mínimo de protección del área con probabilidad de presencia de producto (zona caliente) será el Nivel I.

Si además el producto puede ser nocivo por simple contacto de sus gases o vapores con la piel, habrá que utilizar un traje de Nivel III (estanco a los gases) para labores que impliquen un contacto con la nube.

Si el producto solamente presenta riesgo para el sistema respiratorio será suficiente con el Nivel I, siempre que no nos encontremos en contacto directo con el producto en fase sólida, líquida o aerosol, en cuyo caso será preceptivo el uso de un traje anti salpicaduras (Nivel II) o estanco (Nivel III).

En el caso de ser necesaria la utilización de trajes anti salpicaduras o estancos o de posibilidad de contaminación de algún tipo por parte de los intervinientes, simultáneamente a la orden de colocación de los trajes, debe iniciarse la preparación de la “estación de descontaminación”.

Productos corrosivos

Se deberá establecer una zona caliente de 50m, y una zona templada de aproximadamente 150m, siempre en función de que se trate de un líquido fumante o no. En cuanto a los niveles de protección a utilizar, se establecen las siguientes pautas:

- Nivel I para evaluación, salvamento (cuando no se tenga que entrar en contacto con el producto), balizamiento y otras tareas auxiliares.

- Nivel II para la mayoría de tareas en intervenciones con ácidos, salvo aquellas especialmente delicadas.

- Nivel III para trabajar de forma directa con el producto y evitar la contaminación del ERA, el equipo de transmisiones, linternas…

- Descontaminación

Se puede definir la “descontaminación” en el ámbito de las actuaciones que lleven a cabo los intervinientes de bomberos como el conjunto de acciones y procedimientos tendentes a evitar efectos perniciosos para el personal interviniente, así como de difusión de una materia peligrosa fuera de la zona de intervención. El objetivo principal de la descontaminación del personal actuante es que a estos se les puedan retirar los trajes de intervención o elementos de protección de forma totalmente segura.

Los sistemas de descontaminación de los equipos y trajes de protección son básicamente tres:

- Con agua. Su efectividad depende de la solubilidad del contaminante y de si es posible que reaccione con ella o no. Esta efectividad aumenta con el uso de agua caliente y jabón neutro u otros elementos limpiadores, y un posterior aclarado con agua abundante. El sistema más eficaz es la utilización de duchas de gran caudal.

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- Al aire libre. Trabajando con productos muy volátiles y poco solubles en agua, la mejor descontaminación puede ser permanecer al aire libre con el traje de protección y con el ERA colocado, esperando a que el producto se disipe.

- Con disolventes específicos. Para materias que puedan reaccionar violentamente con el agua o cuya toxicidad recomiende tomar especiales precauciones, es necesario disponer de disolventes. Se dispondrá de ellos antes de que se comience la intervención, siendo conveniente pulverizarlos; lo que puede hacerse con fumigadores, recipientes a presión, etc. Por ejemplo, los cresoles y fenoles, tóxicos por contacto con la piel, pueden ser diluidos con soluciones de propilenglicol y etanol preparadas al efecto.

Como norma general, el personal que está descontaminando en la zona o estación de descontaminación, deberá llevar traje de protección Nivel II, máscara de filtro o ERA, así como guantes y botas de PVC o similar. El orden de entrada en la zona de descontaminación será en función de la cantidad de aire que les quede en el equipo de respiración autónoma a los intervinientes.

Es muy importante informar a los intervinientes, al finalizar la intervención, de cuál es el producto con el que han estado en contacto y en caso de que se trate de productos que no sean muy conocidos, se les entregará una tarjeta en la que indique el producto con el que han estado trabajando, para que la coloquen en su cartera durante aproximadamente 72 horas. Esta medida facilitará un rápido diagnóstico en caso de que sufran efectos debido a un contacto con el producto no detectado en el momento de la intervención.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

No cabe duda de que la profesión de bombero está considerada como de alto riesgo por razones sobradamente justificadas; y tras el desarrollo de los epígrafes que conforman el presente artículo, ha quedado claro el nivel de riesgo por exposición a contaminantes del personal interviniente en las distintas tareas que desarrolla el mismo.

La mayor parte de situaciones de riesgo a las que se enfrenta este colectivo supone que en cualquier otra profesión (a excepción de militares, policía, etc.) serían evitadas; es decir, si un trabajador detecta un fuego en su centro de trabajo, sale rápidamente de ese recinto. Sin embargo, el bombero entra en el recinto donde existe dicho incendio, lo cual va en contra de las medidas de prevención más básicas.

No obstante lo anterior, esto no implica que a los profesionales de los servicios de extinción de incendios no se le deba aplicar la ley de prevención de riesgos laborales; se aplicará dicha ley, con excepciones pero, en todo caso, serán de aplicación los principios básicos de la acción preventiva expuestos en el art. 15 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales.

Habrá que adaptar la idiosincrasia de esta profesión a los principios generales de la acción preventiva, ya que en ocasiones será necesario recurrir directamente a medidas de protección individual, por no ser posible cumplir otros principios como por ejemplo “evitar los riesgos o combatir estos en su origen”.

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Ahora bien; el hecho de no poder evitar los riesgos en una gran mayoría de ocasiones, no implica evaluar aquellos; ya que de tal forma se estará preparado y prevenido para los acontecimientos que se puedan desencadenar. Deberá, por tanto, tenerse en cuenta la evolución de la técnica, y adaptar el trabajo a los trabajadores (en la medida de lo posible); y siempre que se pueda, anteponer la protección colectiva a la individual.

Este precepto se puede y se debe interpretar en el ámbito de las actuaciones de urgencia de los servicios de bomberos, como la implantación de “procedimientos de intervención o actuación”, comunes a diversos siniestros denominados “tipo”, que, si bien habrá que adaptar según las circunstancias y complementar con otras acciones y medidas concretas de protección, contribuyen a mantener el riesgo y el personal interviniente controlado, dentro de unos mínimos; así como a facilitar al responsable de la intervención (a su vez responsable último de la seguridad de los intervinientes mientras dura el siniestro) tener en cuenta distintos parámetros de la misma, dando cierta prioridad a velar por la seguridad del personal que tiene a su cargo.

Las medidas preventivas en las intervenciones de emergencia en bomberos deben considerarse, por tanto, uno de los pilares principales para el aumento de eficiencia en el desempeño de sus tareas.

Entre las recomendaciones, además de las ya expuestas en los distintos epígrafes anteriormente desarrollados, deben considerarse también las siguientes:

a) Planificar la prevención, integrando las nuevas técnicas y tecnologías disponibles en el mercado.

b) La adecuada planificación de maniobras, simulacros y otros ejercicios teóricos y prácticos, ya que el entrenamiento previo y la mecanización de movimientos, así como la práctica adecuada con los EPIs pueden ayudar en gran medida al profesional a la hora de enfrentarse a una situación real.

c) La formación tanto teórica como práctica, es necesaria para el bombero, por lo que es un derecho y también una obligación. Dicha formación deberá incluir también la relativa a la prevención de riesgos profesionales, en especial aquellos que atentan más directamente contra la vida e integridad física del trabajador; así como aquellos que pueden llevar implícito un proceso degenerativo o una enfermedad (riesgos higiénicos).

d) Utilización de protección colectiva e individual: siempre que sea posible se pondrán en práctica medidas de protección colectivas. Si esto no es viable, el trabajador utilizará equipos de protección individual; que en el caso del bombero es absolutamente necesario en una gran parte de sus tareas. Estos dispositivos deberán estar certificados, y cumplir las correspondientes normas UNE-EN de fabricación, debiendo ser probados y comprobados regularmente para confirmar su eficacia; renovándose en caso de que por deterioro u otra causa no cumplan su función de protección.

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