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Antonio Layseca Alvarado, una vida entre mar y tierra. Marino, gobernador y capitán general del Yucatán y Campeche.

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Academic year: 2020

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UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

Facultad de Humanidades

GRADO EN HISTORIA

Curso Académico: 2017/2018

Convocatoria (Julio/Septiembre): Junio

Título del Trabajo Fin de Grado: Antonio Layseca Alvarado, una vida entre mar y tierra. Marino, gobernador y capitán general del Yucatán y Campeche.

-Autor/a: Javier Gómez Mesas.

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2 Índice

1. Introducción. ... 4

2. Fundamentos económicos: panorama general de los siglos XVI y XVII. ... 5

2.1. La tierra: el cimiento de un Imperio. ... 5

2.2. El sector secundario: limitaciones de un Imperio dependiente del extranjero... 8

3. 1648-1676: una vida entre distintas armadas. Contexto bélico y político. ... 10

3.1. La prolongación de la Guerra de los 30 Años: la alianza franco-inglesa y la Paz de los Pirineos (1659). ... 12

3.2. Portugal: una recuperación imposible. ... 15

3.3. La regencia de Mariana de Austria y la pugna con Don Juan José de Austria. ... 19

4. Los altos mandos de la Carrera de Indias: vía de acceso y ejercicio del cargo. . 22 4.1. La Carrera de Indias: instituciones y funcionamiento. ... 23

4.2. Los generales y almirantes de Indias. ... 29

4.2.1. Un vacío en la historiografía española. ... 29

4.2.2. Las vías de acceso al generalato y almiranta de la Armada ¿mérito o peculio? ... 32

4.2.3. El perfil de los generales y almirantes de Indias: ¿un oficial al servicio del rey o un marino-comerciante? ... 41

5. Antonio Layseca Alvarado: el marino que se convirtió en gobernador y capitán general. ... 47

6. Conclusiones. ... 51

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RESUMEN

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1. Introducción.

El presente trabajo trata de acercarse a la vida profesional de Antonio Layseca Alvarado que discurrió a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII. En primer lugar definiremos el entorno en el que se halla inmerso nuestro protagonista continuando con su trayectoria como marino en las armadas de Indias, Barlovento y Mar Océano. Posteriormente analizaremos las vías de acceso a los altos mandos de la marina concluyendo con un breve análisis de su periplo como gobernador y capitán general de la provincia del Yucatán y Campeche1. Los objetivos planteados a continuación tratarán de ser relativamente logrados, consciente de la limitación del presente estudio, dejando abiertas posibles hipótesis para trabajos sucesivos.

El fin de la reconstrucción biográfica es obtener un testimonio de vida. El análisis microscópico del sujeto permite analizar una realidad social que determina la acción de nuestro personaje a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII. Lejos de configurar un discurso historicista positivista, trataremos de comprender el significado de lo particular en un entorno global buscando una descripción más o menos realista del comportamiento humano2.

La unidad de análisis será el individuo, verdadero protagonista del hecho histórico. De este modo, la relación de esta unidad mínima con el resto de sujetos en un entorno determinado permite comprender la dinámica social, económica y política en la que se enmarca la acción del sujeto.

El entorno no ha de ser entendido como un conjunto de estructuras inamovibles y estáticas pues se encuentra en una continua redefinición determinada por la interacción entre los distintos agentes sociales. Los estudios tradicionales del Antiguo Régimen muestran una sociedad inmovilista compuesta por una serie de estamentos fijos e inmutables, sin embargo, casos como el Antonio Layseca Alvarado ponen en entredicho tal reduccionismo. La realidad es bastante más compleja pues en ella confluyen una serie de lazos personales, dependencia, protección, servicio y jerarquía donde entran en liza una serie de intereses grupales y personales. Así, el sujeto presenta distintas pertenencias definidas a partir de la interacción con sus semejantes y el medio, tanto físico como

1AGI, Indiferente, Leg. 125, Lib.75.

2 Levi, Giovanni, “Sobre microhistoria”, en Burke, Peter (ed.), Formas de hacer historia, Alianza Editorial,

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material, que lo determinan. El fin quimérico será tratar de comprender y definir el acto humano en una dinámica histórica de gran alcance3.

La meta final sería llevar a cabo una “Historia de Ultramar” conformando una

especie de historia global lejos de perspectivas nacionalistas, localistas o justificaciones históricas desde el presente. La carrera militar y política de Antonio Layseca se inserta dentro en un espacio amplio que trasciende las fronteras peninsulares donde los distintos grupos sociales se encuentran interconectados entre sí4. Atlántico, Europa y el Imperio de los Austrias se encuentran en continua simbiosis y lo acontecido en cada uno de ellos repercute en el resto.

Las explicaciones de sucesos vitales evidencian las divergencias entre un corpus teórico tradicionalmente definido y una realidad social que no corresponde con el corsé creado.

2. Fundamentos económicos: panorama general de los siglos XVI y XVII.

Para analizar la trayectoria de un personaje determinado es preciso definir el marco cronológico y económico en el que se halla inmerso. Según la historiografía tradicional, el tránsito del siglo XVI al XVII se caracterizaba por una “crisis y decadencia” general en la monarquía de los Habsburgo ¿podemos corroborar tal afirmación?

2.1. La tierra: el cimiento de un Imperio.

Durante la época moderna, la agricultura era la principal actividad económica en regiones como Francia, la Península Ibérica, los dominios otomanos…complementada por actividades complementarias como la ganadería, la pesca o la silvicultura.

El “Imperio donde no se ponía el sol” dependió de la labranza de la tierra realizada

por una mayoría social que no entendía de cortes pero si de soles. La agricultura se caracterizó fundamentalmente por los bajos rendimientos, escasa tecnificación agraria,

3 Imízcoz Beunza, José María, “El paradigma relacional. Actores, redes, procesos para una historia global”,

en Bertrand, Michel; Andújar Castillo, Francisco y Glesener, Thomas (eds.), Gobernar y reformar la monarquía. Los agentes políticos y administrativos en España y América (siglos XVI-XIX), Albatros, Valencia, 2017, pp. 65-79.

4 Wesseling, Henk, “Historia de ultramar”, en Burke, Peter (ed.), Formas de hacer historia, Alianza

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producción destinada al autoconsumo, escasos regadíos, baja tecnificación agraria y sistemas de rotación no intensificados. En consecuencia, las cifras modestas de sobrante agrario impidieron la articulación de una industria o comercio nacional de relevancia, por ende, las exportaciones dependerían fundamentalmente del aprovisionamiento exterior especialmente a lo largo del siglo XVII5 .

A grandes rasgos, la centuria decimosexta fue una etapa de expansión agrícola cuya tendencia ascendente se vería paralizada en los años 80. La prospera productividad pudo deberse al incremento de los precios agrícolas por lo que la obtención de rentas fue mayor y nuevas extensiones de tierra fueron cultivadas. El crecimiento de la productividad no fue acompañado de un mayor rendimiento agrario mientras la población crecía de forma constante. La crisis acontecida a partir de 1680 no fue un hecho homogéneo pues regiones como Galicia, País Vasco o Cantabria relativizarían la recesión con la introducción del maíz en sus cultivos. El resto de territorios sufrirían una recesión más acusada pues los cultivos fundamentales eran la cebada, trigo y centeno6 lo que supondría un significativo descenso de las fuerzas productivas y producción agrícola. Hemos de establecer una diferenciación entre el interior peninsular y la zona litoral:

En el interior, las dos últimas décadas del siglo XVII supusieron un importante desplome agrario que se tradujo en un descenso demográfico significativo. Castilla la Vieja no recuperó los índices demográficos del siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII con un periodo de recuperación a partir de 1660; Castilla la Nueva sufriría un gran descenso demográfico en torno a los años 1640- 1650 recuperándose a partir de la década de los 80, similar sería la situación de Extremadura7.

En Andalucía, la Baja Andalucía se vio afectada por la crisis de 1597-1602, 1630 y las epidemias de peste 1648-1652 y 1676-1685. El Reino de Granada y Cádiz experimentaron un importante crecimiento demográfico. El antiguo reino nazarí incrementó su población con la recuperación de fuerzas productivas tras la expulsión de los moriscos y se convirtió en una zona de gran dinamismo económico gracias a la la

5 Marcos Martín, Alberto, “Dinámica de la economía española”, en Marcos Martín, Alberto (ed.), España

en los siglos XVI, XVII y XVIII. Economía y sociedad, Crítica, Barcelona, 2000, pp. 356.

6 Marcos Martín, Alberto, “Dinámica de la economía…”, pp. 347-356; Lynch, John, Los Austrias

(1516-1570), Lynch, John (ed.), Crítica, Barcelona, 2000, pp. 146.

7 Martín Marcos, Alberto, “La crisis del siglo XVII”, en Marcos Martín, Alberto (ed.), España en los siglos

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industria de la seda. Cádiz se convirtió en un puerto de una relevancia considerable a partir de la segunda mitad del siglo XVII8.

La Corona de Aragón se caracterizó por un fuerte descenso vegetativo debido a la expulsión de los moriscos, la peste de 1648-1652 y la sublevación en Cataluña de 1640-1652 con visos de recuperación a partir de 1660. Las diferencias entre sus tres reinos fueron notables pues en Valencia la expulsión de los moriscos sería más significativa que en Cataluña, sin embargo, la peste de 1629-1630 afectó mayormente a la región catalana que Aragón o Valencia. En la región valenciana afectaría la crisis agraria de 1580, agravada por la expulsión de los moriscos mientras que en Cataluña la influencia de la Revuelta dels Segadors fue determinante. Tras los periodos de conflictividad se produjo un proceso de recuperación9.

La región norte siguió una dinámica propia sin atenerse a las pautas castellanas ni aragonesas gracias a la diversificación de especies de cultivo. La mortalidad se redujo y la fertilidad se incrementó gracias a la aparición del maíz y la extensión de los viñedos en detrimento del cereal y las manzanas. Las nuevas técnicas evitaban la aridez del suelo y aumentaban la superficie cultivada aumentando los niveles de producción y obteniendo cosechas más numerosas, en consecuencia, la población aumentó y la mortalidad se redujo10.

Las desfavorables condiciones agrarias tuvieron una influencia directa en el aprovisionamiento de los vasos de la Carrera de Indias. La escasez de trigo dificultó la provisión del bizcocho necesario para la subsistencia de la flota como ocurrió en los años 1636 y 1642. Vemos como asentistas como Martín Ladrón de Guevara se mostraban reticentes a concertar asientos de productos agrícolas con la monarquía pues nadie se atrevía a fiar mercancías11.

La propiedad de la tierra pertenecía fundamentalmente a la nobleza y la Iglesia. La posesión de tierras se convirtió en un elemento de prestigio, un modo noble de obtener rentas y un aval que permitía un estilo de vida lujoso y ostentoso. Distintos altos mandos

8 Martín Marcos, Alberto, “La crisis del siglo…”, pp. 461-462, 476-477. 9 Martín Marcos, Alberto, “La crisis del siglo…”, pp. 465-467; 483-487.

10 Martín Marcos, Alberto, “La crisis del siglo…”, pp. 462-465, 479-483; Bravo Caro, Juan Jesús,

“Demografía y economía”, en García Cárcel, Ricardo (ed.), Historia de España siglos XVI y XVII : la España de los Austrias, Cátedra, Madrid, 2003, pp. 472-473.

11 Serrano Mangas, Fernando, Armadas y flotas de la plata (1620-1648), Serrano Mangas, Fernando (ed.),

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de la armada como Manuel López Pintado12 o José Fernández de Santillán13 utilizaron los

réditos obtenidos en el ejercicio de su oficio para adquirir propiedades agrarias y afianzar su posición social.

La falta de liquidez de las clases más privilegiadas fue frecuente tratando de ser paliada con mayores exigencias a sus subordinados o por la permisividad regia14.

2.2. El sector secundario: limitaciones de un Imperio dependiente del extranjero. Al igual que la agricultura, el sector secundario se caracterizó por una baja tecnificación dependiente de la fuerza humana y el uso del carbón vegetal, escasa inversión de las clases dirigentes y una producción reducida en una economía agraria de tipo doméstico.

La artesanía urbana se organizaba en estructuras corporativas plasmadas en los gremios. En el mundo rural se desarrolló una proto- industria destinada a cubrir el mercado local o el procesamiento de materias primas necesarias para la elaboración del producto final en las ciudades.

La actividad principal sería el textil destacando la explotación de la seda. Los centros principales de procesado de seda y confección de paños fueron Córdoba, Toledo y Cuenca cuyo periodo de máximo esplendor se produjo a mediados del siglo XVI debido a unas condiciones internas y exteriores propicias. El descenso de las exportaciones de materia prima a las pañerías de Países Bajos supuso un incremento del excedente “nacional”, de este modo, el material no exportado junto con el aumento de los precios

agrícolas y el aumento de la demanda generarían una incentivación productiva dentro de las fronteras peninsulares. La reducción de exportaciones y la disponibilidad de capital no modificarían los rendimientos agrarios por lo que la inversión sería coyuntural no estructural15.

12 Tapias Herrero, Enrique, “El teniente general Manuel López Pintado. Ascenso económico y social de un

comerciante y marino en la Carrera de Indias”, Universidad de Sevilla, 2015, pp. 30-31.

13Enríquez Marcías, Genoveva y de Solís Martínez-Campos, Javier, Don José Fernández de Santillán:

Conde de Casa Alegre, General de Galeones, Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 2011, pp. 72-73.

14 Marcos Martín, Alberto, “La estructura de la sociedad ¿determinismo de la sangre o determinismo del

dinero?”, en Marcos Martín, Alberto (ed.), España en los siglos XVI, XVII Y XVIII. Economía y sociedad, Crítica, Barcelona, 2000, pp. 266-267.

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La época de reflujo comenzó a finales del siglo XVI y discurrió a lo largo del siglo XVII. La alta fiscalidad regia, la existencia de aduanas internas y la inflación provocada por la introducción del metal americano aumentaron el precio del producto nacional con respecto al de la competencia extranjera, más barato, diverso y de mejor calidad16. Por ello las mercancías foráneas comenzaron a ocupar los mercados nacionales proporcionados vía contrabando.

Del aprovisionamiento de manufacturas extranjeras dependería el apresto de la Armada de Indias. Las necesidades de impermeabilizantes, jarcia, madera, velamen y plomo precisaban una red de comercio extranjero que acercase tales productos al territorio peninsular. Desde el primer momento, el comercio con las Indias dependía de los extranjeros a lo que hemos de añadir el contrabando, la introducción de mercancías sin registrar en los tonelajes de los vasos, la carga en puertos alejados de Cádiz…17

La industria del metal sería otro sector relevante dentro de la economía imperial clave para el aprovisionamiento de armamentos y vasos para la guerra y escolta de mercantes. La demanda continua de la Corona superaba con creces las capacidades productivas industriales por lo que el vacío productivo industrial era sufragado parcialmente por pertrechos foráneos.

En el siglo XVI, la configuración de la Armada de Felipe II evidenciaría un gran desarrollo en la industria naval que contrastaría con la situación en la centuria sucesiva. La producción de bajeles se concentraba fundamentalmente en País Vasco y Cantabria - construcción de barcos de gran tonelaje en torno a 400600 toneladas y Andalucía -normalmente vasos de menor tonelaje sobre unas 200 toneladas- con una gran disputa entre ambas. Las naos norteñas eran de una gran calidad pero su proceso de producción era lento lo que no satisfacía las necesidades continuas de la Corona.

La escasez de navíos introdujo una serie de prácticas como la incautación de naves o la firma de asientos en los que el firmante se comprometía a adecuar sus navíos para el comercio de Indias. Otra alternativa fue la conformación de una industria naval al otro lado del Atlántico, necesaria para la reparación de naos durante las invernadas. El

16 Kamen, Henry, La España de Carlos II, Crítica, Barcelona, 1981, pp. 87-89, 96-98; Lynch, John, Los

Austrias…, pp. 591-593.

17 Serrano Mangas, Fernando, Armadas y flotas de la Plata…, pp. 73-113; Serrano Mangas, Fernando, Los

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problema de los puertos antillanos era el gran coste de reparación que sus trabajadores exigían a la Corona, conscientes de la apremiante necesidad que tenía la Corona de la llegada de plata18. Pese a todo, los artilleros peninsulares no podían competir con otras

potencias marítimas como holandeses e ingleses con niveles de producción mayores y un coste más bajo. Los navíos extranjeros eran más rápidos con un menor tonelaje como nuestra la utilización de urcas (Holandeses, Alemanes y nórdicos) o las tartanas francesas claves para el contrabando19.

El escaso desarrollo del sector secundario impidió la consolidación de una clase asociada a la producción industrial. Las clases adineradas invertían los réditos de sus negocios en la adquisición de títulos o mercedes que le otorgasen un prestigio dentro de la comunidad sin reinvertir en sus negocios. El colbertismo implantado por Colbert, ministro principal del rey sol, favorecería la creación de manufacturas reales inspirado en un mercantilismo controlado por el estado20.

3. 1648-1676: una vida entre distintas armadas. Contexto bélico y político.

Antonio Layseca Alvarado nació en 1638 en Madrid. En 1657, a la edad de 19 años comenzó su servicio en la defensa de los intereses imperiales en los mares participando en las diferentes armadas del rey21. En su relación de méritos22 se hace mención a sus 19 años de servicio habiendo participado en la Armada de Guardia de Indias23, Armada del Océano24 y Barlovento25:

- Guarda de la Carrera de Indias escoltando la flota de Tierra Firme capitaneada por Pablo Fernández de Contreras. Los vasos salieron de Cádiz rumbo América en 1660 con un total

18 Lynch, John, Los Austrias…, pp.595-597; Serrano Mangas, Fernando, Armadas y Flotas…, pp-43-48. 19 Serrano Mangas, Fernando, Armadas y Flotas…, pp. 58-72.

20 Bely, Lucien, La France moderne 1498-1789, Bély, Lucien (ed.), Presses universitaires de France, Paris,

1994, pp. 322-323, 383-386.

21 AGI, Contratación, Leg. 5790, F.264V-265. 22 AGI, Indiferente, Leg. 125, N. 75.

23 La función de esta guardia era proteger la escolta de las flotas de Tierra Firme y Nueva España

garantizando la arribada de los enseres importados de América. Tapias Herrero, Enrique, “El teniente general…”, pp.49.

24 Armada metropolitana compuesta por bajeles Reales formada a partir de 1588. La Armada del Mar

Océano y la de Guardia de Indias se encontraban en estrecha vinculación pues era frecuente el trasvase de unidades entre ambas cuando la falta de bajeles era acuciante. El problema principal era la escasa preparación de los navíos del Océano para las invernadas en los puertos americanos llegando prácticamente a su desaparición en 1648. Serrano Mangas, Fernando, Armadas y Flotas…, pp. 48-53.

25 Sus funciones principales eran la protección de la navegación en el Caribe garantizando los intercambios

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de 3500 toneladas26 cuya carena y apresto fue financiada por un préstamo de 49

comerciantes27. Un mal temporal retrasó la partida lo que se tradujo en un naufragio con

un millar de víctimas28. La partida definitiva se produjo en Noviembre de 1660 con

llegada a Cartagena de Indias el 2 de Marzo de 166129. El retorno a la península se produjo en A Coruña ese mismo año30. En este trayecto de vuelta participó Antonio Layseca Alvarado protegiendo los enseres indianos de los ataques ingleses al mando del patache la Margarita31.

Pablo Fernández de Contreras, fue procesado por ocultación de bienes y fraude32. Las cifras del conjunto de los navíos de la flota de Galeones, dirigida por el dicho Pablo Fernández Contreras, y Nueva España, dirigida por Juan de Vicentelo, evidenciarían la diferencia entre el montante registrado y el real. De este modo, el registro constaba de 20 millones de pesos de a 15 frente a los 40 millones pesos de a 30 que se estimaba que llevaba33. Estos sucesos se enmarcaron en la prolongación de la Guerra de los 30 Años que explicaremos a continuación.

- Armada del Océano: La participación del marino analizado tuvo lugar en la flota del duque de Abeyro y la expedición dirigida por el Duque de Veragua34. Su misión era escoltar la flota de Nueva España en su viaje de regreso a la península. Posteriormente las naos atacarían las costas de Portugal tomando el castillo de las Berlingas (1666)35 y 6

26 Malamud, Carlos, Cádiz y Saint Malo en el comercio colonial peruano : 1698-1725, Diputación

Provincial de Cádiz, Cádiz, 1986, pp. 110.

27 Carrasco González, María Guadalupe, Comerciantes y casas de negocios en Cádiz (1650-1700), Servicio

de publicaciones Universidad de Cádiz, Cádiz, 1997, pp. 14.

28 Pérez Mallaína Bueno, Pablo Emilio, “Desastres marítimos en la carrera de indias. Una interpretación

desde la actualidad”, en Sarabia Viejo, María Justina et al. (eds.), Entre Puebla de los Ángeles y Sevilla. Estudios Americanistas en homenaje al Dr. José Antonio Calderón Quijano, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1997, pp. 465.

29 Sánchez González, Antonio, “Papeles de ida y vuelta del virrey del Perú Diego de Benavides

(1660-1666)”, Archivo General de Indias: el valor del documento y la escritura en el Gobierno de América, Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Sevilla, 2016, pp. 242.

30 García Fuentes, Lutgardo, El comercio español con América, 1650-1700, Diputación Provincial de

Sevilla, Sevilla, 1982, pp. 126.

31 AGI, Indiferente, Leg. 25, N.75.

32 García Fuentes, Lutgardo, El comercio español…, pp. 127.

33 Morineau, Michel, Incroyables gazetteset fabuleux métaux: les retours des trésors américains d’après

les gazettes hollandaises (XVI-XVII siècles), Cambridge University Press, Cambridge, 2008, pp. 233.

34 AGI, Contratación, leg. 5439, N.126, 1 R, aparecen los títulos que presenta el Duque de Veraguas: “D.

Pedro Nuño Colón de Portugal y Costas (…) capitán general de la Armada Real y exercito del mar Occeano ()

35 Moreno Amador, Carlos, “Un gobierno controvertido: la gestión de la alcaldía mayor de Tabasco entre

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vasos en una persecución en la ría de Lisboa36. Este suceso se enmarcaría dentro de la

guerra de Restauración portuguesa.

- Armada de Barlovento tratando de acabar con los piratas en las Indias y garantizar la llegada de plata a la península37.

3.1. La prolongación de la Guerra de los 30 Años: la alianza franco-inglesa y la Paz de los Pirineos (1659).

Los inicios de nuestro personaje en la marina de Felipe IV hemos de situarlos en el marco de un enfrentamiento entre el Imperio y la alianza franco-británica. La Guerra de los 30 Años (1618-1648) finalizó con la Paz de Westfalia (1648) y el Tratado de Münster (1648) que supuso la concesión de la independencia a las Provincias Unidas.

La hegemonía hispánica en Europa había sido puesta en entredicho, por ello, el penúltimo de los Austrias aconsejado por Luís de Haro38 iniciaría una campaña de recuperación en Cataluña, Flandes e Italia. Francia se encontraba inmersa en disputas internas con el estallido de la fronde (1648-1653) que puso en peligro la estabilidad de la regencia de Ana de Austria ante la minoría de edad de Louis XIV39. La quimérica política intervencionista se vería truncada por la alianza franco-inglesa (1654) con el fin de mermar las pretensiones de recuperación del prestigio imperial.

36 AGI, Indiferente, leg.125, N.75, “(…) en la del Oceano que costeo a Portugal siendo su general el Duque

de abeyro y haviendose retirado la Armada volvio a la Mar en un troço a esperar la flota de Brasil y la campaña siguiente en la que governando el Duque de Veragua navego a imbadir las costas de Portugl y escoltar la flota de Nueva España… en rendir el Castillo de berlingas y apresar seis vageles a tiro de mosquete desde Carcaes en la ria de Lisboa (…)”

37 AGI, Indiferente, leg.125, N.75, “(…) en la de Barlovento en las yndias a la caza de Piratas que

ynfestavan aquellas costas y de buelta en conducir la Plata de Magestad a España (…)”

38 Gil Pujol, Xavier, “Felipe IV y la crisis de la Monarquía Hispánica. Pérdida de hegemonía y conservación

(1643-1665)”, en Floristán Imízcoz, Alfredo (ed.), Historia de España en la Edad Moderna, Ariel, Barcelona, 2011, pp. 513-521, Luis de Haro se había convertido en la mano derecha del monarca tras la destitución del Conde Duque de Olivares con la derrota en la Batalla de Rocroi (1643). Felipe IV restauraría el sistema de Consejos eliminando las juntas de tiempos de Olivares. El sistema polisinodial quedaba restaurado atrayendo a una nobleza tradicional que había sido desplazada del poder por el fomento de una nobleza de toga, de este modo, la burocracia tradicional era restituida.

39 Cornette, Joël, “La “monarchie executive” du premier XVII siècle“, en Cornette, Joël (ed.), La

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El conato de triunfalismo tras la rendición de Barcelona, la recuperación de importantes plazas en la Toscana, las victorias de Rocroi (1654), Pavía (1655) y Velenciennes (1656) se convirtió en un espejismo. La conformación de la alianza franco-inglesa plasmada en el Tratado de París (1657) y la consecuente declaración de guerra de los ingleses al Imperio iban a tener consecuencias fatales para el monarca hispano40. La potencia marítima de Cromwell se pondría al servicio de Mazarin mientras que Felipe IV prestó ayuda al monarca inglés en el exilio, Carlos de Estuardo, con la pretensión de derrocar al líder republicano inglés41.

La mermada flota y ejército imperial no pudo hacer frente a la política exterior agresiva de Cromwell y Mazarin. Cromwell pretendía debilitar a su enemigo comercial, Holanda, mientras que los franceses trataban de erradicar la presencia imperial en territorios fuera de la península.

En el Caribe, los ingleses tomaron la “isla del azúcar”, Jamaica (1657) y llevaron a cabo una serie de acciones en Tierra Firme, Honduras, Nueva España y la Habana con el objetivo de mermar las comunicaciones entre Perú, la costa de Nicaragua y Guatemala. La flota de Nueva España dirigida por Diego de Egues fue destruida al regresar de Nueva España tras el ataque del almirante Blake. Las naos restantes de la flota tuvieron que buscar un apresurado refugio en Santa Cruz de Tenerife42.

Del mismo modo, el bloqueo comercial de la Bahía de Cádiz (1656) decretado por Blake se tradujo en la destrucción de la flota de Tierra Firme capitaneada por Don Juan de Hoyos en su regreso a la metrópoli. Entre almiranta y capitana se estima que podrían haber traído cerca de 9 millones de plata que no fueron a parar a la Hacienda Real en su totalidad. Este suceso fue clave en la declaración de la Bancarrota de 165743.

El punto neurálgico de la guerra se encontraba en los Países Bajos. El nuevo gobernador de Flandes, Juan José de Austria, no pudo evitar la derrota de la Batalla de

40 Felipo Orts, Amparo, “Monarquías rivales. Francia (1610-1661) y España (1598-1665)”, en Floristán

Imízcoz, Alfredo (ed.), Historia moderna universal, Ariel, Barcelona, 2015, pp. 393-397.

41 Gil Pujol, Xavier, “Felipe IV y la crisis…”, pp. 534.

42 José María Oliva Melgar, El monopolio de Indias en el siglo XVII y la economía andaluza : la

oportunidad que nunca existió, Universidad de Huelva, Huelva, 2004, pp. 255.

43 Domínguez Ortiz, Antonio, “Una relación de la pérdida de la Armada de don Juan de Hoyos”, Estudios

americanistas, Real Academia de la Historia, Madrid, 1998, 46, pp. 299-307; Díaz Blanco, José Manuel,

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las Dunas (14 de Junio de 1658). Las pérdidas de Dunquerque, Menin e Ypres gracias a la acción del general Touraine hicieron inevitable una derrota prevista44.

La ruinosa situación de la Hacienda Real, el atraso en el pago de las deudas y la no arribada de plata aceleró la búsqueda de una paz honrosa. Finalmente se alcanzó la Paz de los Pirineos (1659) mediante la cual los españoles entregaban el Rousillon, Conflent, Cerdeña, Artois, Hainaut y Luxemburgo a los franceses. Dunquerque permanecía bajo dominio inglés y Cataluña podía ejercer el libre comercio perteneciendo a la corona española. El tratado de paz quedó ratificado con el matrimonio entre Louis XIV y María Teresa de Austria que renunció a sus derechos a la corona, motivo de futuros enfrentamientos45. En 1660 se produciría la restauración de Carlos II Estuardo en Inglaterra por el parlamento acabando con el sistema republicano que había encarnado Cromwell.

La financiación del conflicto hispano-francoinglés (1656-1659) precisó ingentes sumas de dinero. Las contribuciones ordinarias fueron insuficientes para garantizar el mantenimiento de las posesiones imperiales, aprovisionamiento de pertrechos, armamentos, hombres…con lo cual se hizo preciso recurrir a distintas contribuciones

extraordinarias. Las provisiones para Flandes no llegaban a más de un millón frente a los habituales tres millones anuales de ducados en plata46, por tanto, los impuestos extraordinarios y el crédito de hombres de negocios trataban de aportar la liquidez precisada, aún más importantes tras la pérdida de los navíos de Don Juan de Hoyos y Diego de Egues. De esta forma, el crédito de los hombres de negocios proporcionado ascendía a 5.644.920 ducados en plata y 5.974.256 escudos en vellón47, la cuantía de las

contribuciones extraordinarias es difícil de calcular pues deberíamos conocer los desembolsos por ventas de oficios y honores, medias anatas de mercedes y juros, donativos generales y particulares, empréstitos e indultos…48

44 Domínguez Ortiz, Antonio, Política y Hacienda de Felipe IV, Domínguez Ortiz, Antonio (ed.), Editorial

de Derecho Financiero, Madrid, 1960, pp. 63-77.

45 Felipo Orts, Amparo, “Monarquías rivales…”, pp. 397. 46 Domínguez Ortiz, Antonio, Política y Hacienda…, pp. 76.

47 Sanz Ayán, Carmen, “El crédito de la corona y los hombres de negocios en los últimos años del reinado

de Felipe IV”, Cuadernos de Historia Moderna, 9/9, 1988, pp. 68.

48 Andújar Castillo, Francisco, “Venalidad y gasto militar: sobre la financiación de la Guerra de los Nueve

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El cálculo de cifras totales es arduo. Por ejemplo, la adquisición de oficios no debe ser considerado siempre como un “beneficio” pues distintos cargos en Indias se obtenían por medio del préstamo rembolsado en las cajas americanas. Si considerásemos, los cargos ofrecidos en Indias venales (contadurías, tesorerías y puestos menores), la cifra recaudada (1643-1660) sería superior a 250.000 ducados49.

- Los comerciantes de Indias no pudieron aportar recursos al monarca tras el hundimiento de las naos de la Carrera de Indias que había supuesto la ruina para muchos de sus negocios. Felipe IV trató de lograr la negociación de un Asiento de Avería50, sin embargo, la ruinosa situación hizo inviable tal iniciativa51.

La Paz de los Pirineos (1659) supuso la paz con los enemigos exteriores. En ese momento, Felipe IV optó por subsanar los focos de rebelión internos como Portugal.

3.2. Portugal: una recuperación imposible.

Las disposiciones tomadas por el Conde Duque de Olivares contra la nobleza y clero portugués generaron una sublevación contra el poder imperial en 1640. La sublevación quedó relegada a un segundo plano y el foco de atención se centró en las posesiones imperiales italianas (1647), la guerra en Flandes y la sublevación catalana (1640-1652) que podía suponer la incursión de los franceses en la península. En consecuencia, se produjo una desconexión entre la distante autoridad castellana y las élites portuguesas que configuraron un proyecto restaurador de la casa de Bragança, desplazada del poder en 1580, en torno a la idea de la tradición perdida52.

49 Sanz Tapia, Ángel, “El proceso de venta y beneficio de cargos indianos en el siglo XVII”, en Ruiz Rivera,

J. y Sanz Tapias, A. (eds.), La venta de cargos y el ejercicio del poder en Indias, Universidad de León, León, 2007, pp. 37,47-49.

50 La avería es un impuesto destinado a financiar el sistema de flotas y garantizar el comercio instaurado en

el siglo XVI que desaparecería con las Ordenanzas de 1660. Este impuesto era administrado por la Real Hacienda (siglo XVI) siendo un porcentaje fijo, posteriormente a principios del siglo XVII se convirtió en una tasa variable en función del coste de despacho de las flotas debido al exponencial gasto de defensa. Finalmente el impuesto se realizaría por medio de un asiento aportado de forma colectiva por los cargadores de Indias. La rentabilidad económica del asiento no era significativa pero otorgaba la posibilidad de controlar los vasos, de este modo, los tonelajes se incrementaban en detrimento de las estructuras defensivas aumentando las mercancías fuera de registro, Álvarez Nogal, Carlos, “Finanzas y comercio en la España del siglo XVII: la crisis de la Avería”, en Armillas Vicente; José A (ed.), VII Congreso Internacional de Historia de América, Departamento de Educación y Cultura, Zaragoza, 1998, pp. 1365-1374.

51 Díaz Blanco, José Manuel, Así trocaste tu gloria…, pp. 222-228.

52 Rodríguez Trejo, María José, “La Guerra de Restauración portuguesa y la frontera: una nueva línea de

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Entre 1640-1660, los portugueses reforzarían sus fortificaciones aprovechando la dispersión de las tropas imperiales en los distintos confines del Imperio. Los tímidos ataques protagonizadas por los españoles pretendían conseguir el bloqueo económico luso mediante el ataque a puertos o razias destinadas a la rapiña o el pillaje. Las tropas castellanas movilizadas estaban conformadas por individuos locales de forma temporal sin preparación bélica siendo frecuente la deserción. Las poblaciones fronterizas fueron defendidas por una serie de convoyes enviados a las fronteras, ningún ejército permanente amenazaba seriamente las acciones portuguesas53.

El fin de la guerra en Cataluña (1652) y la firma de la Paz de los Pirineos (1659) reorientarían la política exterior de Felipe IV centrando los esfuerzos bélicos en Portugal. El monarca español había establecido una alianza con Carlos de Estuardo buscando la renovación del antiguo Tratado de Londres (1630) que supondría la recuperación de Dunquerque y Jamaica. Las pretensiones imperiales se vieron frustradas tras el matrimonio de Carlos II de Estuardo y Catalina de Bragança, hermana de Alfonso VI54. Esta alianza matrimonial era beneficiosa para ambos pues los ingleses accedían a ciertos mercados en el Índico y los portugueses contarían con el apoyo militar de los ingleses y franceses55 de forma secreta.

De este modo, Felipe IV reorganizó las fuerzas militares disponibles a lo largo del Imperio configurando un ingente ejército destinado a Portugal esperando el momento propicio para el ataque. Tal coyuntura llegaría tras el golpe de poder dado por Catel Melhor que había proclamado la mayoría de edad de Alfonso VI (1663) generando una gran inestabilidad en la Corte.

Don Juan se encontraba al frente de las tropas imperial hasta la derrota en Estremoz que supuso un ingente número de pérdidas. Su sustituto fue el Marqués de Caracena y el duque de Osuna que pretendió inútilmente tomar las fortalezas Almeida y Castelo Rodrigo (1664). La ofensiva había fracasado y las fortificaciones lusas repelían

53 Rodríguez Trejo, María José, “La Guerra de Restauración…”, pp. 561-563; Rodríguez Rebollo, María

Patricia, “El Consejo de Estado y la Guerra de Portugal (1660-1668)”, Investigaciones Historicas, 26, 2006, pp. 117-119.

54 Gil Pujol, Xavier, “Felipe IV y la crisis de…”, pp. 535.

55 En 1661 la muerte de Mazarin supondría el inicio del reinado personal de Louis XIV prescindiendo de

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los ataques hispánicos, de modo que no hubo más remedio que pasar a la defensiva56.

Mientras tanto, Louis XIV bloqueó el paso de Flandes mientras los ingleses controlaban el Canal de la Mancha anulando la movilización de tropas desde otras partes de un Imperio con recursos exiguos. La única alternativa posible para Felipe IV era la negociación de un armisticio honroso plasmado en la Paz de Lisboa (1668) que otorgaba la independencia a Portugal y sus posesiones coloniales mientras Ceuta pasó a ser dominio español57.

La Corte habría tratado de obtener recursos hacendísticos para la financiación del conflicto luso. Una nueva moneda fue acuñada, la moneda ligada, con mayor porcentaje de plata, sin embargo, la situación financiera era crítica tal y como refleja la declaración de suspensión de pagos de 1663. No es de extrañar la aparición de distintas iniciativas llevadas a cabo por técnicos hacendísticos como fue la Junta de Medios58.

No poseemos datos totales sobre las aportaciones realizadas por los hombres de negocios durante el conflicto. Se estima que entre 1660-1665 tales aportaciones ascenderían a 7.431.731 ducados de plata y 13.896.154 ducados de vellón. Las entregas de los hombres de negocios se hicieron mayoritariamente en vellón en vez de en plata pues el conflicto con los portugueses se desarrollaba en ámbito peninsular donde se manejaba mayoritariamente el vellón59.

Las arribadas de plata americana registrada y traídas por la flota durante la guerra con Portugal serían de 52.775.368 unidades monetarias aunque no representan el total de la plata llegada con grandes cantidades fuera de registro60.

Las aportaciones de los cargadores de Indias requieren una mención especial. La Real Cédula de 1660 sustituía el asiento de Avería por el pago de una cantidad fija en torno a unos 790.000 ducados de plata. La diferencia entre lo declarado y lo

56 Rodríguez Rebollo, María Patricia, “El Consejo de Estado…”, Investigaciones Historicas, 26, 2006, pp.

118-121.

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verdaderamente traído de Indias se subsanaría por medo del pago de un indulto fijado con la Corona6162.

La guerra con Portugal se desarrolló en territorio propio por ello los esfuerzos exigidos a las poblaciones fronterizas, especialmente Extremadura, fueron amplios. La aportación de unidades militares locales se vería complementada con las exigencias fiscales a las que estaban sometidos los cabildos, fuertemente endeudados, debido a las necesidades del monarca de liquidez63.

La aportación al esfuerzo bélico no fue homogéneo. Tal contribución desproporcional se haya presente en los conflictos entre pecheros e hidalgos que estaban exentos de la integración forzosa en el ejército. Así mismo, los enfrentamientos entre los exentos de la contribución militar, debido a la realización de un servicio o el ejercicio de un cargo, y aquellos obligados a servir forzosamente en las tropas se multiplicaron. El sostén, mantenimiento y alojamiento de las tropas se convertirían en elementos de frecuente inestabilidad. Hemos de señalar la bajaextracción los militares cuya soldada se retrasaba fomentando el pillaje ante la situación de carestía64.

En 1665, se produjo la muerte de Felipe IV y Mariana de Austria, hija de Fernando III y mujer de Felipe IV, ocuparía el poder bajo la forma de una regencia apoyada por una Junta de Gobierno formada por el difunto monarca.

61 Díaz Blanco, José Manuel, Así trocaste tu gloria…, pp. 225-231.

62 No queda clara la naturaleza del indulto. Diversos estudiosos como C. Haring (Haring, Clarence H,

Comercio y navegación entre España y las Indias en época de los Habsburgos, Haring, Clarence H (ed.),

Fondo de Cultura Económica, México, 1979, pp. 83), F. Andújar Castillo (Andújar Castillo, Francisco y Gil Martínez, Francisco, “Los indultos al comercio durante la Guerra de Sucesión: la Junta de Indultos”, en Iglesias Rodríguez, Juan José; Pérez García, Rafael M y Fernández Chaves, Manuel Francisco (eds.),

Comercio y cultura en la Edad Moderna. Comunicaciones presentadas en la XIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015, pp. 1419-1433) que consideran el indulto como castigo o compensación recaudatoria a una práctica fraudulenta. Autores como Oliva Melgar (Oliva Melgar, José María, “Delito fiscal y perdón negociado en la Carrera de Indias: el indulto pactado en 1662”, en Martínez Shaw, Carlos; Tedde de Lorca, Pedro y Tinoco Rubiales, Santiago (eds.), Andalucía. España. Las Indias. Pasión por la Historia. Homenaje al profesor Antonio-Miguel Bernal, Marcial Pons, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2015, pp. 583-608) frente a autores como José Manuel Díaz Blanco (Diaz Blanco, José Manuel, Así trocaste tu gloria. Guerra y comercio colonial en la España del siglo XVII, Díaz Blanco, José Manuel (ed.), Marcial Pons, Madrid, 2012) que alterna la utilización del indulto como pago por una infracción cometida y una cifra pactada con el gobierno para transportar mercancías de contrabando.

63 Rodríguez Trejo, María José, “La Guerra de Restauración…”, pp. 564-566.

64 Andújar Castillo, Francisco, “El peso de la guerra, factores de conflictividad en la Andalucía Barroca”,

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3.3. La regencia de Mariana de Austria y la pugna con Don Juan José de Austria.

La inestabilidad exterior coincidiría con una debilidad en la política interna marcada por la minoría de edad de Carlos II y las pugnas de poder entre la regente y Don Juan José de Austria, hermanastro de Carlos II.

Don Juan José de Austria, hijo ilegítimo de la intérprete Juana “la Beltraneja” y

Felipe IV fue excluido de la Junta de Gobierno pese a la creciente popularidad del bastardo del rey. Su periplo en las armadas del rey otorgó un gran prestigio en el ámbito militar a Don Juan, sobre todo en Italia y Cataluña65.

En 1666, el jesuita de origen austriaco Juan Everardo Nitihard, confesor de la reina naturalizado castellano, fue nombrado consejero de Estado. Esta designación evidenciaba la injerencia del Imperio austriaco en la corte madrileña y la voluntad de los jesuitas de asentarse en el poder. En consecuencia, el poder efectivo de la Junta se vería reducido en detrimento de los círculos de influencia cercanos a la reina, tal y como evidenciaba el nombramiento de Diego Sarmiento de Valladares como presidente de la Junta66.

El confesor de la reina no contaría con gran cantidad de adeptos teniendo como principales opositores a los dominicos -desplazados de la dirección de la Inquisición y el confesionario real- y el papa Clemente IX. Juan de Austria aprovechó la debilidad de la regencia promocionando una campaña de desprestigio contra el confesor de la reina por medio de sátiras y panfletos67.

El final de Nitihard se produjo tras el intento de envío de Don Juan a Flandes con el inicio de la Guerra de Devolución (1667-1668). El conflicto aconteció tras la muerte de Felipe IV pues Louis XIV esgrimió derechos dinásticos de su mujer María Teresa de Austria en el Flandes español. En este momento se conformó una alianza anti-francesa plasmada en la conformación de la Triple Alianza- Provincias Unidas, Inglaterra y

65 Ribot García, Luis Antonio, “La España de Carlos II”, en Molas i Ribalta, Pere (ed.), La transición del

siglo XVII al XVIII: entre la decadencia y la reconstrucción, Espasa-Calpe, Madrid, 2000, pp. 73-78, Don Juan aplastaría las rebeliones napolitana y siciliana (1647-48) recuperando los presidios toscanos siendo nombrado príncipe de la mar y vicario general en Italia. El hijo de Felipe IV pondría fin a la sublevación en Cataluña (1652), sin embargo, fracasaría estrepitosamente en su campaña en Flandes como gobernador (tal y como vimos en el apartado 3.1.) y al frente del ejército en Portugal (1659-1664) (apartado 3.2.).

66 Ribot García, Luis Antonio, “La España de Carlos II…” pp.81-83, 85-87.

67 La utilización de la sátira y los panfletos como mecanismo para movilizar la opinión pública contra el

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Suecia- que apoyaría a los Habsburgo. Las fuerzas de la Triple Alianza fueron derrotadas sin paliativos en los distintos frentes, la victoria francesa era total por lo que se tuvo que firmar un armisticio. La Paz de Nimega (1679) supuso la pérdida de los siguientes territorios imperiales que pasaron a mano de los franceses: Cambrai, Saint-Omer, Valenciennes, Ypres y el Franco Condado68.

El nuevo conflicto preciso de la movilización de recursos financieros que se tradujo en la petición una serie de donativos -donativos de 1666, 1667,1668-, impuestos extraordinarios –impuesto de carruajes, impuesto sobre el clero-, venta de cargos en almoneda pública, aumento en concesiones de hábitos militares, incautaciones al comercio… 69 La oposición a la gestión de Nitihard se acrecentó debido a las elevadas exigencias fiscales y la mala gestión de la guerra.

Ante esta situación, el hermanastro de Carlos II se negó a marchar hacia Flandes siendo recluido en Consuegra. El arresto definitivo de Don Juan se produjo tras el descubrimiento de la conspiración urdida por Bernardo Patiño el 19 Agosto de 1668. Don Juan huyó a Aragón y Cataluña antes de hacerse efectivo su apresamiento buscando el apoyo de las fuerzas aragonesas. Así, el hermanastro de Carlos II preparó una marcha

68 Storrs, Christopher, La resistencia de la monarquía hispánica. 1665-1700, Storrs, Christopher (ed.),

Actas, Madrid, 2013, pp. 20-22; Pérez-Mallaína Bueno, Pablo Emilio y Torres Ramírez, Bibiano, La Armada del Mar del Sur, Pérez-Mallaína Bueno, Pablo Emilio y Torres Ramírez, Bibiano (eds.), Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1987, pp. 222-224, la guerra se desarrollaría en Flandes, Franco Condado y Cataluña. En el atlántico los ingleses ocuparon Portobelo, Isla de Providencia, Santa Caterina y Panamá (1667) mientras los franceses tomaban la Española. La ineficacia de la Armada del Mar del Sur cuyo cometido era garantizar el transporte de la plata de Perú a Panamá quedaba patente frente a la creciente presencia de filibusteros en el Mar del Sur.

Europa vería nacer una forma de hacer la guerra conocida como la guerre des sièges llevada a cabo por Louis XIV con la aportación clave de Vauban, ministro de fortificaciones del monarca francés. Los asedios a plazas se realizarían de forma sistemática por medio del trazado de circunvalaciones alrededor del espacio al mismo tiempo que se creaban trincheras en los distintos extremos. El ataque se haría de forma simultánea desde las trincheras de los extremos lo cual impediría la focalización de la defensa en un solo punto. Esta estrategia se pudo ver en el asedio de Lille (1667).

69 Sánchez Belén, Juan Antonio, “Recursos extraordinarios y nueva fuente de ingresos”, en Sánchez Belén,

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sobre la Corte de Madrid al frente de una caballería movilizada por el duque de Osuna presentando un ultimátum a la reina: el cese de Nitihard. El confesor de la reina abandonó el poder el 23 Febrero de 167370.

Tras estos sucesos, Juan de Austria fue nombrado vicario general de Aragón generando progresivas clientelas en su nuevo destino mientras. Ante las perspectivas de un nuevo alzamiento, la regente creó un nuevo regimiento de Guardia Real que contó con la oposición de distintos grupos del poder como el Consejo de Castilla, Junta de Gobierno, el municipio de Madrid y sobre todo la Alta Nobleza encargada de defender las instancias palatinas. Con el fin de reducir la crispación social formó la Junta de Alivios cuyas disposiciones mejoraron superficialmente la situación hacendística.

Tras el derrocamiento de Nitihard, un nuevo individuo obtendría la confianza de la reina. Fernando de Valenzuela, militar en Sicilia y Nápoles y ostentador de una serie de cargos palatinos se erigió como la figura de mayor confianza de Mariana de Austria en 1673. No obstante, la inestabilidad política era constante y un nuevo conflicto se sucedía en las fronteras del Imperio, la Guerra de Holanda (1672-1678).

El fulgurante ascenso político de Valenzuela culminaría con su nombramiento como conservador del Consejo de Italia y superintendente de obras reales y alcaide del Pardo, Zarzuela y Valsaín (1674)71. Tal meteórico ascenso político fue posible gracias a

la adquisición de cargos por dinero lo cual unido a su origen humilde fue motivo de recurrente oposición en los círculos aristocráticos. El proceso venal enmascaraba prácticas de cohecho pues el peculio por la compra del cargo no iba a parar al bolsillo del rey sino que se dispersaba en los cuerpos intermedios72.

Ante la prontía mayoría de edad de Carlos II, Don Juan trató de mostrarse imprescindible para su hermano frente a la influencia de su madre, sin embargo, el inicio de la revuelta de Messina auspiciada por los borbones supuso el envío de Don Juan a Italia ratificado por el rey a petición de su madre.

70 Ribot García, Luis Antonio, “Carlos II (1665-1700)”, en Floristán Imízcoz, Alfredo (ed.), Historia de

España en la Edad Moderna, Ariel, Barcelona, 2011, pp. 542-543; Ribot García, Luis Antonio, “La España de Carlos II…”, pp 89-92.

71 Ribot García, Luis Antonio, “La España de Carlos II…”, pp. 98-104.

72 Andújar Castillo, Francisco, “Gobernar por decreto y sin consejos en el reinado de Carlos II. Patronazgo,

venalidad y corrupción”, en Bertrand, Michel; Andújar Castillo, Francisco y Glesener, Thomas (eds.),

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No obstante, parte de la nobleza se mostraba contraria a los círculos próximos de la regente oposición que fue en aumento con el encumbramiento de Valenzuela como Primer Ministro. En consecuencia, los nobles firmaron un manifesto en el que se determinó el apresamiento del Primer Ministro tras la unanimidad de Consejo de Estado, Castilla y una Junta específica creada expresamente para tal respecto. El “hechizado” convocó a su hermanastro a la Corte para asistirle en las funciones del gobierno mientras su escolta apresaba a Valenzuela73. El gobierno de Juan de Austria (1677-1679) comenzó.

El reinado de Carlos II estuvo marcado por una debilidad física que lo hizo vulnerable a los intereses de sus vasallos más poderosos. Pese a la debilidad del monarca, hemos de señalar que se trató de una época reformista frente a una corona que agonizaba. Destacando los gobiernos de Don Juan (1677-1679), Duque de Medinaceli, Conde de Oropesa o Antonio de la Riva Herrera. En el exterior, los conflictos se sucedían con la citada Guerra de Holanda (1672-1678), Guerra de la Reunión (1679-1684) y la Guerra de la Liga de Habsburgo o de los Nueve Años (1688-1697).

La última etapa del reinado (1690-1700) se caracterizó por el acercamiento de las distintas potencias europeas al debilitado rey sin descendencia. Los distintos candidatos al trono se mostraban como la mejor alternativa al trono. Por aquel entonces, Antonio Layseca Alvarado se encontraba muy distanciado de tales sucesos pues en 1677 comenzaría su periplo como gobernador del Yucatán y Campeche.

4. Los altos mandos de la Carrera de Indias: vía de acceso y ejercicio del cargo.

En la segunda mitad del siglo XVII, la carrera de Indias se convirtió en un escenario de rápido ascenso en el cursus honorum. Ciertos individuos vieron un negocio rentable en el ejercicio de un alto oficio de la Armada siendo indispensable el mérito y sobre todo el peculio.

La dilatada experiencia de Antonio Layseca Alvarado como marino en la defensa de los mares del Imperio y el aprovechamiento de los mecanismos de provisión de cargos, ofertados por una monarquía falta de recursos, encumbraron a nuestro personaje a la más alta dignidad social.

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El servicio al rey y el rédito obtenido por el ejercicio de cargos en la armada se plasmaría en la adquisición del puesto de almirante de Nueva España (1676), finalmente permutado por la gobernación y capitanía general de Yucatán y Campeche74. Su

fulgurante ascenso social fue total tras la recepción del hábito de la Orden de Santiago (1649)75 y el título de Conde de la Laguna de Términos (1686)76.

Las trayectorias de individuos como el citado Antonio Layseca Alvarado evidencian las relaciones de dependencia existentes entre un monarca falto de recursos y los intereses personales del súbdito. El Leviatán de Thomas Hobbes se encontraba en peligro, el monarca, encarnación y organizador de los distintos cuerpos sociales, agonizaba siendo totalmente dependiente de sus elementos constitutivos.

No obstante hemos de platear una serie de cuestiones: ¿Qué mecanismos de promoción social existían en la carrera de Indias y cómo funcionaban? ¿Cuál es el papel

desempeñado por generales y almirantes en las Armadas? ¿Existían redes clientelares o

familiares tras la acción de estos marinos? ¿Eran lícitas las prácticas de estos agentes

oficiales? ¿Qué intereses subyacían en la obtención de cargos americanos?... preguntas

que trataremos de resolver a continuación.

4.1. La Carrera de Indias: instituciones y funcionamiento.

En primer lugar, definiremos el marco institucional y geográfico en el que los generales y almirantes de Indias llevaban a cabo su acción.

El comercio con las colonias americanas se basaba en el monopolio de Indias inspirado en la Casa da Inda portuguesa. El comercio con Nuevo Mundo quedaba restringido a los naturales españoles centralizado en un único puerto, Sevilla77. La ciudad

hispalense se había convertido en un importante emporio comercial gracias al control de las redes de comercio con el Norte de África, Portugal e Islas del Atlántico pero su esplendor se produjo con el control de las rutas comerciales a Nuevo Mundo. Este territorio contaba con una serie de ventajas geográficas al poseer un puerto protegido a unos 50 km de la desembocadura del Guadalquivir78 donde confluían gran cantidad de

74 AGI, Contratación, Leg. 5790, Libro 1, 264 V-266. 75 AHN, Órdenes Militares, Santiago, Exp. 4280, Pos. 219.

76 Maruri Villanueva, “Poder con poder se paga: títulos nobiliarios beneficiados en Indias (1681-1821)”,

Revista de Indias, 69/246, 2009, pp.213.

77 Oliva Melgar, José María, “Puerto y puerta de las Indias”, en Martínez Shaw, Carlos (ed.), Sevilla, siglo

XVI: el corazón de las riquezas del mundo, Alianza Editorial, Madrid, 1993, pp. 94-96.

78 Serrera, Ramón María, “La Casa de la Contratación en Sevilla”, Boletín de la Real Academia Sevillana

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mercaderes de dispar procedencia con intereses financieros y empresariales en América. La Torre del Oro era testigo de las riquezas de ultramar transportadas por unos marinos que surcaban el Océano dirigidos por una serie de almirantes y generales.

El proceso de institucionalización del comercio indiano comenzó con la fundación de la Casa de Contratación (1503). Esta institución centralizaba el control del comercio en una institución de carácter estatal acabando con el control ejercido por el capellán de la reina Juan Rodríguez de Fonseca. La nueva institución, dependiente de la Corona, tenía como fin garantizar la arribada de oro y plata, inspeccionar y registrar los vasos, conceder licencias tras tres visitas79 y fiscalizar el comercio mediante el cobro de derechos de tráfico80. Los registros y mercancías de las flotas eran revisados a la llegada y partida de los navíos evitando la presencia de mercancías fuera de registro- asociadas al comercio ilícito- y la entrada de judíos, moros y herejes. La institución tuvo la jurisdicción civil y criminal del comercio y la navegación con las Indias. En el aspecto formativo se encargaba de la educación de pilotos mayores tras la creación de la Cátedra de Arte de Navegación y de Cosmografía (1552)81.

Las competencias de la Casa de la Contratación fueron reguladas a través de ordenanzas y estaba compuesta por una serie de oidores, letrados, asesores, visitadores, factor, tesoreros y contador con un presidente nombrado por el rey a partir de 155782. Desde 1524, el intermediario entre el rey y los asuntos de Indias representados en la Casa de la Contratación era el Consejo de las Indias. También intervinieron en la gestión de ultramar los Consejos de Hacienda (1523-1557) o Castilla.

El Consejo de Indias era el principal organismo de gobierno americano y asesoraba al monarca en los asuntos relativos al Nuevo Mundo. Este contaba con facultades políticas, legislativas y judiciales proponiendo al monarca los candidatos a los

79 La primera revisión era realizada por los visitadores de navíos examinando la estabilidad y tonelaje del

barco fijando la línea de flotación. La segunda visita era llevada a cabo por el contador de la Casa tras la carga de los barcos. La tercera se realizaba antes de salir de Sanlúcar en presencia de uno de los jueces oficiales de la institución, Heredia López, Alfonso Jesús, “Las naos muy cargadas y los registros muy cortos: una aproximación a las comisiones para tomar visitas a los galeones de la carrera de Indias a mediados del siglo XVII”, Nuevas Perspectivas de Investigación de Historia Moderna: economía, sociedad, política y cultura en el Mundo Hispánico, pp. en prensa.

80 Serrera, Ramón María, “La Casa de la Contratación…”, pp.50; Oliva Melgar, José María, “El monopolio

de Indias en los siglos XVI y XVII: plata y mitos en un sistema imperial”, Rábida, 11, 1992, pp. 35.

81 Fisher, John R, “El sistema comercial del Imperio Español: teoría y práctica del monopolio”, en Carlos

Bouet, Guiomar de (ed.), España y América: un océano de negocios. Quinto centenario de la Casa de la Contratación, 1503-2003, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Sevilla, 2003, pp. 177.

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cargos políticos y religiosos en ultramar. Su estructura organizativa se componía de un presidente, varios consejeros, fiscal, secretarios, un gran canciller y dos secretarios para Nueva España y Tierra Firme. En época de Carlos II contaría con dos organismos dependientes:

1) Desde 1678, la Cámara de Indias presentaba al rey los elegidos para los cargos seculares y eclesiásticos así como aquellos merecedores de mercedes y gracias tras la derogación de la Cédula de Medios de 1660. Este organismo delegado estaba compuesto por el presidente y tres consejeros de Indias.

2) La Junta de Guerra de Indias se encarga del gobierno, la justicia militar y las propuestas de nombramiento en ultramar. Ambos organismos dependientes, elevaban las propuestas de nombramiento de forma colegiada al rey83.

Otro organismo fundamental en el proceso de institucionalización sería el Consulado (1539). Se trataba de una corporación de comerciantes y un tribunal de Comercio cuyo desarrollo y consolidación fue arduo. En el siglo XVI, el Consulado se encontraba subordinado a la Casa de la Contratación sometido a las trabas impuestas por el Concejo de Sevilla y los comerciantes extranjeros deseosos de participar en el comercio con las Indias. En el siglo XVII llegaría a convertirse en la institución referente del comercio con las Indias pues ejercía un papel importante como financiero de la Corona mediante la negociación de la Avería, los donativos y los préstamos de los comerciantes84.

El Consulado pasó a convertirse en un intermediario eficaz entre un Estado deficitario y unos mercaderes beneficiados por el sistema del monopolio.

No obstante, los ingresos de los comerciantes no eran fijos ni constantes sino que dependerían del éxito de la arribada y retorno de los barcos pues en sus tonelajes se encontraban los bienes, enajenados en el mercado americano, y el peculio, obtenido a partir de las ventas en los mercados americanos.

Los préstamos ofrecidos por el Consulado eran rembolsados bien por medio del cobro y gestión de algún impuesto o por el cobro de una serie de derechos como los

83 Sanz Tapia, Ángel, ¿Corrupción o Necesidad? La venta de cargos de gobierno americanos Bajo Carlos

II (1674-1700), Sanz Tapia, Ángel (ed.), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2009, pp. 32-34.

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derechos de Balbas (1624-1665) y Lonja (iniciado en 1582)85. Progresivamente, el

Consulado fue ganando atribuciones en detrimento de la Casa de la Contratación teniendo la potestad para determinar del volumen de los vasos, enviar buques de avisos, intervención de seguros, fletes y compañías, gestionar de admisión de extranjeros o designar los mandos de las flotas86. En América se formarían dos consulados en Lima y México.

Otras instituciones con potestad en la gestión del comercio fueron el Cabildo de Sevilla y Cádiz y cabildos menores como Jerez, Puerto de Santa María…87. Otra institución representativa de la comunicación con América fue la Universidad de Mareantes formada en 1561. Esta asociación sólo incluía a los dirigentes de las formaciones marítimas -pilotos, maestres y señores de naos- y se fundamentaba en la ayuda mutua y caridad entre sus miembros. Por ello conformaban una cofradía de carácter religioso que agrupaba de forma gremial a los encargados del transporte y comunicación con ultramar donde sus miembros actuaban de forma conjunta para obtener una serie de prerrogativas reales. En 1687 su sede pasaría a ser el Palacio de San Telmo88.

El dominio metropolitano sobre las posesiones de ultramar precisaba una comunicación regular vía marítima a través del Océano Atlántico. Para ello fue necesaria la creación de una protección marítima que garantizase la seguridad de los buques mercantes frente a piratas, corsarios o buques enemigos. La Cédula de 1561 estableció la formación de la denominada Carrera de Indias. Esta consistía en la organización de una serie de convoyes comerciales escoltados por bajeles de guerra cuyo objetivo principal era garantizar la llegada de la plata –aún más tras el descubrimiento de las minas de México y Perú- y la protección de buques mercantes llenos de mercancías para vender en América y posteriormente en Europa. Este sistema se enmarcaba dentro de la doctrina

85 Rodríguez Vicente, María Encarnación, “Los cargadores a Indias y su contribución a los gastos de la

Monarquía. 1555-1750”, Anuario de Estudios Americanos, 34, 1977, pp. 211–215. En la primera mitad siglo XVII se produjo un aumento de los donativos reduciendo el número de préstamos cuyo rembolso era garantizado por la Real Hacienda mediante el cobro del sistema de juros. Los donativos aumentarían significativamente en 1686 sosteniendo las “urgencias” de la monarquía.

86 Oliva Melgar, José María, “El Monopolio de Indias en los siglos XVI y XVII…, pp. 36. 87 Díaz Blanco, José Manuel, Así trocaste tu gloria…, pp. 35.

88 Oliva Melgar, Jose María, El monopolio de Indias en el siglo XVII y la…, pp. 19; Pérez-Mallaína Bueno,

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mercantilista donde la acumulación de metales preciosos constituía el indicador de riqueza de una región y debía ser la base de su actividad comercial89.

La citada Cédula estableció el envío anual de dos flotas con destino a América. La flota de Nueva España iba al virreinato de Nueva España y la de Galeones al virreinato del Perú. Una Armada Real escoltaría a ambas protegiendo el tesoro real y el de los particulares. El mando de la armada de la Carrera de Indias presentaba un esquema definido:

1. Capitán general y almirante de Armada de la Guarda de la Carrera de Indias o Armada Real.

2. Generales y almirantes de la flota (Tierra Firme con dos generales hasta 1647 y Nueva España).

3. Capitán de mar y guerra y gobernador del Tercio de Armada.

Del mismo modo, los vasos mercantes se encontraban frecuentemente artillados con una o dos piezas siendo escogidos por el Consejo de Indias en función de las necesidades comerciales.

La ruta seguida por las naos de Indias seguía un esquema fijo. La salida hacia Nuevo Mundo tenía lugar desde Sanlúcar en Abril desde donde se ponía rumbo a Canarias. En el territorio insular se llevaban a cabo las reparaciones y se cargaban los alimentos y agua necesarios para la travesía transoceánica. La partida hacia América se producía en Agosto llegando en Septiembre a Guadalupe donde se bifurcaban las flotas: una con destino a Tierra Firme y otra a Nueva España.

La de Nueva España ponía rumbo a Veracruz asentándose en San Juan de Ullúa donde se de desembarcaban las mercancías y se transportaban a Veracruz- posteriormente en Jalapa- donde tenía lugar la feria. Los azogues necesarios para la explotación de minas se dirigían hasta la capital de México mientras que una serie de mercancías continuaban al norte donde embarcaban en el Galeón de Manila con destino a Filipinas.

89 Lucena Samoral, Manuel, “Organización y defensa de la Carrera de Indias” en de Carlos Boutet, Guiomar

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La de Galeones o Tierra Firme se dirigía a Cartagena de Indias donde igualmente descargaban una serie de mercancías y enviaban algunos galeones destino a Venezuela. Las poblaciones eran llamadas para dirigir sus bienes a Panamá mientras el virrey de Perú movilizaba la Armada del Mar del Sur -portando la plata limeña y otros productos– partiendo desde el Callao dirección Panamá. En Guayaquil, se reuniría con el Galeón de Oro atracando juntas en Panamá. Una vez se producía la salida de la Armada del Mar del Sur, la de Galeones ponía rumbo a Panamá con el fin de vender lo exportado desde la península y cargar lo transportado por la del Sur. La feria tendría lugar en Nombre de Dios- posteriormente se produciría en Portobello- , la Armada del Mar del Sur cargaba los productos de la de Galeones y los redistribuiría desde Guayaquil hasta el Callao mientras que la Flota de Galeones se dirigía a la Habana para emprender el camino de regreso90.

El viaje de regreso de las naos a España se producía tras la venta de los pertrechos exportados en las ferias de Portobello y Veracruz y el embarque de los productos y metales americanos. Ambas flotas debían encontrarse en el puerto de la Habana con la Armada Real, sin embargo, no era frecuente que la arribada de ambas coincidiese, esperando 20 días a la que faltase. Pasado este plazo, las flotas y bajeles presentes partían hacia el Canal de las Bahamas mientras que la retrasada, en caso de que no llegase a tiempo, debía invernar en Cuba esperando la llegada de nuevas vasos peninsulares.

Una vez se producía la salida del puerto cubano se dirigían a Florida para tomar el Canal de Bahamas, antes de Agosto debido al peligro de los Huracanes, con destino a las Islas Azores donde llegaban en Septiembre. Desde las Azores se partía al territorio peninsular costeando hasta Sanlúcar donde aguardaba la temida “Barra de Sanlúcar” que

posibilitaba la entrada en el Guadalquivir91. La barra de Sanlúcar contaba con una serie de inconvenientes pues se debían controlar las mareas y los pesados tonelajes de los barcos cargados de plata92. Las esperas o desembarcos en otros puertos se volvieron

90 Lucena Samoral, Manuel, “Organización y defensa…”, pp. 138-142. 91 Lucena Samoral, Manuel, “Organización y defensa…”, pp. 134.

92 Domínguez Ortiz, Antonio, Orto y ocaso de Sevilla. Estudio sobre la prosperidad y decadencia de la

Referencias

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