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"Los infantes de Aragón, ¿qué se hizieron?": huellas aragonesas en el reino de Nápoles

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"LOS INFANTES DE ARAGÓN, ¿QUÉ SE HIZIERON?"

HUELLAS ARAGONESAS EN EL REINO DE NÁPOLES

La reflexión sobre el tema de la transitoriedad de la vida, de la nobleza y del poder, y de la caducidad de la humana grandeza aparece en toda la literatura de Occidente. En España se manifiesta en dos vertientes prin­ cipales: la más rica, de origen bíblico (recordemos el vanitas vanitatis del Eclesiastés)‘, y otra más intirnista, que conduce a una aceptación resigna­ da de lo ineluctable, elogíando la serenidad del sabio frente a la volubili­ dad dela fortuna.

En la segunda mitad del siglo XV, Jorge Manrique (1440-1475), partiendo de consideraciones universales, reactualiza estos conceptos en las primeras quince estrofas de sus famosas y melancólicas Coplas, terminando sus reflexiones con una referencia histórica particular:

[XVI]

¿Qué se hizo el rey don Iuan? Los infantes de Aragón,

¿qué se hizieron? ¿Qué fue de tanto galán? ¿Qué fue de tanta invención

como traxieron? Las justas y los tomeos, paramentos, bordaduras

y cimeras

(2)

1 75 Incipit, XVI (1.996)

¿fueron sino devaneos? ¿Qué fueron sino verduras

de las heras?

[XVII]

¿Qué se hizieron las damas sus tocados, sus vestidos

sus olores? ¿Que se hizieron las llamas de los fuegos encendidos

de amadores? ¿Qué se hizo aquel trobar, las músicas acordadas

que tañían? ¿Qué se hizo aquel dancar, y aquellas ropas chapadas

que traían?2

Mediante el procedimiento interrogativo inicial, propio del ubi sunt?, Manrique individualiza nociones genéricas (damas, tocados, vesti­ dos...) y las inscribe en el tiempo de un pasado vivo. El poeta, al sustituir a los héroes griegos y romanos3 por el rey de Castilla y sus familiares, no sólo vivifica sino que humaniza el tópico del ubi sunt?, y al mismo tiempo, despojándose de veleidades eruditas, da a su poema un tono popular, ya que perteneciendo estos personajes a un pasado reciente, son conocidos por todos.

2 Jorge Manrique, Poesía, Crítica, Barcelona, 1993, pp. 158-160.

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Notas 177

Después de haber recordado al rey don Juan, las fiestas de su corte, las vicisitudes de su hijo, el rey don Enrique, el desastroso fin del privado don Álvaro de Luna y de otros personajes de la historia castellana, Manrique introduce la figura de su padre, en cuya memoria y honor escribe las Coplas (str. 25-40). Las diez coplas de recuerdo de la vida de la corte castellana suscitan interrogantes en dos direcciones: una histórica y otra estética: Desde el punto de vista histórico, los Infantes de Aragón, si bien muy conocidos por los estudiosos del siglo XV, no son personajes familiares para todos; su identificación y su perfil humano tienen un particular interés por su presencia en la historia del reino de Nápoles.

Sabemos bien por los cronistas de la época qué había acontecido con el rey sobre el cual preguntaba retóricamente el poeta: se trataba de Juan II rey de Castilla, padre de Isabel la Católica, amante de las letras y protector de los poetas, que era llamado con aduladora deferencia "colum­

na de gentileza". La Crónica de [uan II, obra de Alvar García de Santa María

(publicada por Lorenzo González de Caravajal, Logroño, 1517), ofrece precisas y abundantes noticias de su turbulento reinado. Cuando Manri­ que pregunta sobre el rey don Iuan con intención y tono moralizante, había ocurrido simplemente que la muerte lo había arrebatado del mundo de los vivos como a cualquier mortal.

Pero ¿quiénes eran los poderosos Infantes de Aragón, evocados también por el poeta?‘ Se trataba de los hijos del infante castellano don Fernando de Antequera, que en 1412, muerto sin herederos su tío Martín I el Humano, rey de Aragón y de Sicilia, había sido elegido como rey de Aragón, entre cinco pretendientes, por los delegados de Aragón, Cataluña

y Valencia reunidos en Caspe para resolver el problema de la sucesión. Los

‘ Entre 1420 y 1445 los infantes de Aragón fueron tan importantes en la historia de los reinos peninsulares que los historiadores conocen aquel período

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178 Incipit, xw (1996)

Infantes eran cinco: Alfonso, Juan, Enrique, Sancho y Pedro? Alfonso y Juan llegaron a ser reyes; el primero, de Aragón y de Nápoles, y el segun­

do, de Navarra y Aragón. El más ilustre y glorioso de todos fue el primogé­

nito don Alfonso, conocido como Alfonso V el Magnánimo.

Alfonso había subido al trono de Aragón en 1416, a la muerte de su padre. El año anterior, a los 21 años, se había casado con doña María de Castilla, hija de Enrique IH, de 14 años.

En 1421, la reina de Nápoles, Juana II, asediada por las fuerzas de Luis III de Anjou, pidió ayuda a Alfonso de Aragón adoptándolo como hijo y heredero y nombrándolo duque de Calabria. Alfonso aceptó la propuesta que no sólo facilitaba los proyectos de expansión por el Mediterráneo de la casa de Aragón sino que le ofrecía la ocasión de combatir contra Luis Anjou, aliado de Génova. Alfonso entró a Nápoles el 25 de junio del mismo año de 1421, recibido como liberador; pero el carácter voluble de la reina Juana, que volvió muchas veces sobre sus decisiones, le impidió la definitiva conquista de la ciudad, lograda final­ mente a la muerte de Luis de Anjou y de Juan II.

Por estos motivos, viviendo el rey don Alfonso la mayor parte del tiempo fuera de Aragón, confió el gobierno a su joven mujer, que se reveló como regente prudente y de gran capacidad de gobiemo. En el Cancionero de Stúñiga se presenta a la reina doña María lamentando su triste suerte

por el abandono de su marido '

¡Oh, muriera en aquel punto / que de mí se despedía mi marido y mi señor/ para ir en Berbería!

[

yo me quedé desamparada/ como vi[u]da dolorida;

[

"¡Oh maldita seas Italia,/ causa de la pena mía! ¿Qué te fise, reina Juana, / que rubaste mi alegría, y tomásteme por fijo / un marido que tenía?

[ l

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Notas 179

dejó sus reinos y tierras,/ las ajenas conquería; dejó a mí, ¡desventurada! / años veinte y dos había"."

Además de los motivos políticos, mantenía alejado al rey Alfonso un profundo y perdurable amor por una bella napolitana, madama Lucrecia d'A1agno, a quien, según el cronista Zurita, habría querido desposar si el papa Calixto III le hubiera concedido la anulación del matrimonio precedente con María de Castilla, lo que le fue negado, a pesar de la petición de Alfonso.’

El acontecimiento más importante de la vida del rey don Alfonso fue la conquista del reino de Nápoles, en cuya capital entró solemnemente, viniendo de Aversa, el 26 de febrero de 1443, con la pompa de un triunfa­ dor romano: sobre la cabeza una corona de oro cuajada de gemas (además de seis coronas colocadas a sus pies sobre dos cojines de brocado, que representaban sus otros dominios reales: Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Córcega); en la mano derecha, el cetro y el globo dorado en la izquierda, sentado en un bellísimo carro dorado, del que tiraban cuatro caballos blancos con bridas de oro; del cuello colgaba una gema preciosa en el centro de una rosa de preciosos rubíes; encima de su cabeza un palio de brocado, cuyas veinticuatro astas doradas eran sostenidas por

otros tantos jóvenes. Summonte, en la Historia della cittá e regno di Napoli,

describe minuciosamente esta entrada triunfal así como la larga procesión de nobles y del clero salmodiante que llevaba las reliquias de santos protectores y que precedían al cortejo real?

Poco después Alfonso había ordenado inmortalizar este aconteci­

‘ Marcelino Menéndez y Pelayo, Antología de poetas líricas castellanos, CSIC, Santander, 1945, vol. VIII, pp. 247-248.

7 Cfr. Jerónimo de Zurita, Anales de la Corona de Aragón, Institución "Fernando el Católico" (CSIC), Zaragoza, 1976, VII, pp. 191-192. Vid. también Antonio Altamura, Napoli aragonesa nei ricordi di Loise de Rosa, Libreria Scientifica Editrice, Napoli, 1971, pp. 155-162. Nápoles conserva en la toponomástica

ciudadana del centro antiguo, además del nombre del rey, también el de Lucrezia d'Alagno.

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13o !ncipít,X‘VI(1996)

miento en el mármol del grandioso arco triunfal que expresa la unión de

-la potencia militar española con la belleza del Renacimiento clásico italiano

y aparece hoy encastado entre dos torres, a la entrada del imponente Castel Nuovo, que había escogido como su residencia, remodelando la fortaleza de los Anjou. En el mármol se lee: "Alfonsus regum princeps, hanc condi­ dit arcern/Alfonsus rex hispanus, siculus, italicus, pius, clemens, invictus". Pero antes de aquel triunfo, la conquista del reino de Nápoles fue una empresa durísirna que puso a prueba la capacidad militar de Alfonso, acompañado por sus hermanos, los infantes Juan, Enrique y Pedro.

Un romance de mediados del siglo XV nos presenta al rey don Alfonso, sumido en tristes pensamientos, que desde Campo Vecchio’, donde había aposentado su campamento de asedio, con atormentada melancolía, contempla el mar y la ciudad, lamentándose de las fatigas y sacrificios, de la pérdida de hombres valerosos y sobre todo de la muerte

de su hermano, el infante don Pedro "que por hijo le tenía", tal era el precio

que le costaba la conquista de Nápoles:

Miraba de Campoviejo/ el rey de Aragón un día:

l l

Miraba la gran ciudad/ que Nápoles se decía; miraba los tres castillos / que la gran ciudad tenía: Castel Novo y Capuana,/ Santelmo,” que relucía;

" En la actualidad, "Pacella al Mercato"; en este lugar, aquí llamado Campo Vecchio, Alfonso de Aragón, en 1442, para celebrar la paz con Renato

d'Angió, edificó una iglesia dedicada a Santa María de la Paz, confiando la

custodia a los frailes españoles de la Merced; la iglesia fue destruida no mucho tiempo después, y no quedan rastros de ella (cfr. G. Doria, Lx strade di Napoli, Riccardo Rícciardi, Milano-Napoli, 1971, p. 332).

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Matas 181

aqueste relumbra entr-‘ellos/ como el sol de mediodía. Lloraba de los sus ojos, / de la su boca decía:

-¡Oh, ciudad, cuánto me cuestas/ por la gran desdicha mía! Cuéstasme duques y condes, / hombres de muy gran valía; cuéstasme un tal hermano / que por hijo le tenía;

[

cuéstasme veinte y dos años,/ los mejores de mi vida, que en ti me nascieron barbas/ y en ti las encanescía.“

El episodio más peligroso de esta empresa fue la derrota de la flota

aragonesa por obra de los genoveses al servicio del duque de Milán, en las aguas del golfo de Gaeta, frente a Ponza, el 5 de agosto de 1435. Los genoveses se encontraron con un alegre ejército integrado por cortesanos que, como dice el cronista Zurita, era "gente de gala y corte" embarcada "como si fueran a fiesta y a gozar de cierta victoria, no acostumbrada a la vida de mar ni al mareo"? Tanto don Alfonso como sus hermanos, don Juan y don Enrique” fueron tomados prisioneros y asignados a Filippo María Visconti. [a presencia del rey suscitó admiración y fue tratado "con ogni sorte di riverenza [...]e onoratolo con splendidissimi conviü; nel principio di decembre, con fratelli e compagni li rimandó a Genova, dove aveva fatto preparare l’arrnata per ‘impresa del regno'."“

El más joven de los infantes, don Pedro, había logrado salvarse de la prisión; el 25 de diciembre de 1435 se apoderó de Gaeta, y allí, el 2 de febrero de 1436, se le unió su hermano Alfonso.

El Marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza (1398­

“ Romancero, Crítica, Barcelona, 1994, pp. 168-169.

‘z Cfr. J. Zurita, Anales de la Corona de Aragón, cit. vol. VI (1980), p. 93.

‘3 Juan y Enrique querían convencer a Alfonso que el verdadero interés de la dinastía estaba en la Península, donde la hegemonía aragonesa se estaba debilitando; pero, frente a los acontecimientos bélicos, los tres se coligaron; luego,

Alfonso quedó definitivamente en Nápoles, y Juan retornó a la península,

habiendo recibido plenos poderes sobre Aragón.

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132 Incipit,X‘VI(1.9.96)

1458) cantó, con voz conmovida, aquel desastre que él, como tantos otros, "consideraba sólo como una vuelta desfavorable de la rueda de Fortuna, en

la célebre Comedieta de Ponga. Le puso este título, como él mismo lo explica

en la "carta a doña Violante de Prades" (4 de mayo de 1443)“ porque el poema correspondía a la idea medieval del género literario: "Comedia [...] cuyos comiencos son trabajosos e tristes, e después el medio e fin de sus días, alegre, gozoso e bienaventurado"‘°. El diminutivo Comedieta se debe al gran respeto que Santillana tenía a la excelsa Commedia de Dante.

Santillana en su entusiasmo humanístico, introduce en la Comedieta

la figura de Boccaccio como consejero moral y consolador de la reina doña María y de Leonor de Alburquerque, madre de los Infantes, con quien se lamenta de la desventura de estos últimos a causa de la derrota naval:

"Ilustre Regine, de chui el aspecto dimostra grant sangho e magnificiencia, yo vegno d'al loco ov'e lo dilecto e la eterna gloria e suma potencia. Vegno chiamato de vostra excelencia, ch’al vostro piangere e remaricare m'a facto si tosto partire e cuytare, lassato lo celo a vostra obediencia."

Como hemos dicho, el segundo infante, don Juan, fue rey de Navarra por su matrimonio en 1420 con doña Blanca de Navarra, la cual, viuda y sin descendencia del rey Martín el Joven de Sicilia, hijo de Martín el Humano, había vuelto a la corte de Carlos III el Noble de Navarra, del cual heredó el trono en 1425. Muerta doña Blanca en 1441, don Juan se atribuyó el título de rey de Navarra conculcando los derechos de su propio lujo don Carlos, príncipe de Viana. Al morir el rey Alfonso V en Nápoles,

‘5 El Marqués de Santillana envía la Comedieta a doña Violante, con la seguridad de que le interesaría, ya que el marido, conde de Modica y de Cabrera, era uno de los capitanes del rey Alfonso en la batalla de Ponza.

”‘ Marqués de Santillana, Comedieta de Ponga, Cátedra, Madrid, 1986, p.

168.

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No tas 183

en 1458, don Juan heredó el reino de Aragón. El trono de Nápoles pasó al hijo natural de Alfonso V, Ferrante I, que habiendo entrado en conflicto con los señores del partido de Anjou, dio pretexto a Carlos VIII de Francia para bajar a Italia. Iuan II, que había ocupado con su fama política medio siglo de la historia española, murió en 1479 y para que se celebrasen sus

exequias "fue necesario vender el oro y la plata que había en su

recámaraï”

En cuanto al tercer infante de Aragón, don Enrique, maestre de Santiago, no fue rey, pero llegó a tener un poder casi igual al de un monarca, porque además de heredar las posesiones de su madre, obtuvo el marquesado de Villena y el condado de San Esteban de Gormaz, al desposar a la infanta doña Catalina, hermana de Juan H de Castilla; murió en 1445 a consecuencia de la batalla de Olmedo, luchando contra Alvaro de Luna.

El cuarto infante, don Sancho, maestre de Alcántara, murió prematu­

ramente a los dieciocho años.

El más joven de los infantes, don Pedro, el predilecto del rey Alfonso, que como leemos en el romance citado, "por hijo le tenía", murió

en la flor de la juventud en el asedio de Nápoles, en 1438. Alfonso confiaba

en su brazo todas las intervenciones militares que debieron cumplir los aragoneses en el reino de Nápoles, porque su temperamento, particular­ mente fuerte, lo llevaba a ser incansable en el combate y valiente en la acción. Según una creencia aun hoy viva en Nápoles, su muerte fue manifestación del castigo divino: se hallaba don Pedro al mando de la artillería que, desde las proximidades de la ciudad, buscaba de abrir una brecha en los muros, cerca de los cuales estaba la iglesia del Carmen, en cuyo ábside se veneraba, como aun hoy se hace, una imagen de Cristo crucificado. "El jueves 17 de octubre, a hora de tercia, [el joven infante] encendió la mecha de una enorme bombarda, llamada la "Messinesa". El proyectil, después de atravesar el muro de la ciudad, saltó sobre la tribuna de la iglesia y al caer destruyó el tabemáculo donde estaba la imagen del crucifijo, rompiendo la corona de espinas y parte del cabello. Milagrosa­ mente, la imagen, bajando la cabeza, esquivó el impacto del proyectil, que cayó sobre el pavimento cerca de la puerta mayor [...], lo que fue tenido

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184 Incípit, X'Vl (1996)

por los napolitanos como gran rrúlagro"n."

Enseguida se dio a conocer el suceso a Pedro, porque el movimien­

to de la cabeza fue interpretado como un rechazo divino al ataque de los aragoneses; pero éste no dio importancia al hecho y ordenó continuar el bombardeo. Al día siguiente "el infante [...] vio venir del campanario del Carmelo una gran bola de la bornbarda la "Pazza" y queriendo evitarla, no pudo lograrlo porque primero cayó en tierra y saltó de allí destrozándole la mitad de la cabeza, con lo que quedó muerto sobre el caballo [que

montaba]".’°

Al saber la triste noticia, acudió el rey Alfonso a ver el cuerpo del hermano y abriéndole la coraza, le besó el pecho exclamando: "¡Dios te perdone, hermano, que yo esperaba de ti otro placer que verte de esta manera muerto! ¡Sea Dios loado, que hoy murió el mejor caballero que salió de España!“ Este fue el fin del más joven de los Infantes de Aragón.

Santillana nos dejó este retórico y convencional retrato de él en la Comedieta de Panza:

[El infante don Pedro], segundo Magón, estrenuo, valiente, fiero e belicoso, magnífico, franco, de grand coracón, gentil de persona, affable, fermoso; sudulce semblante es tan amoroso que non es bastante ninguna grand renta a suplir deffectos, segtmd él contento al militar vulgo, pero trabajoso.”

“’ Cfr. G. Antonio Summonte, Historia della citta e regno di Napoli cit., p. 641.

2° Ibid., p. 641.

2‘ Cfr. I. Zurita, Anales de la corona de Aragón cit., VI (1980), p. 180.

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Notas 135

También en el Romance de la reina de Nápoles” (de fines del siglo XV) leemos:

"lloré al príncipe don pedro,/ que era la flor de Castilla"?

El rey Alfonso hizo transportar el cuerpo de su hennano al Castel dell'Ovo” pensando hacerle en otro momento dignas exequias, lo que recurrió en 1445, en ocasión de la muerte de María y de Leonor, hermanas del rey. De Castel dell'Ovo el cuerpo fue trasladado a la iglesia de San Pedro Mártir“ y sepultado primero en la capilla donde ya reposaba

Cristóforo Di Costanzo, gran senescal del tiempo de Juan I. En 1551, en una

de las restauraciones que se hicieron en la iglesia, el sepulcro de don Pedro fue unido al de Isabella di Chiaromonte, primera mujer de Ferrante I de Aragón, muerta en 1465, que antes estaba en un túmulo más grande en la misma iglesia.” Las respectivas lápidas sepulcrales fueron reunidas en una única inscripción conmemorativa, conservando casi inalterado el texto,

n Se trata de Juana de Aragón, sobrina de Alfonso y segunda mujer de Ferrante I; vid. Félix Fernández Murga, Doña juana de Aragón, reina de Nápoles, en Studi in anore di Riccardo Filangieri, L'arte tipografica, Napoli, 1959, vol. II, pp. 175­ 196.

" El Romancero Viejo, Cátedra, Madrid, 1980, p. 82.

l‘ Alfonso de Aragón prefería Castel dell'Ovo al más confortable Castel Nuovo, y allí pasaba largos períodos con su corte por su feliz ubicación sobre la isla de Megaride. El rey mismo, sintiendo próxima su muerte, quiso morir allí; ordenó que sus restos fueran en ese lugar sepultados, a la espera de que fueran llevados a Cataluña.

2" Los aragoneses tuvieron una particular estima por esta iglesia, a la que enriquecieron con notables monumentos y obras de arte.

27 Isabel, particularmente devota de San Vicente Ferrer (que junto al

hermano Bonifacio, prior de la cartuja de Porta Celi, había tenido un rol

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186 Incipít, xv; (1.996)

pero emitiendo las fechas. La bella y sobria inscripción dice así:

OSSIBVS ET MEMORIAE ISABELLAE CLARIMONDAE NEAP. REGINAE FERDINANDI PRIMI CONIVGIS

ET PETRI ARAGONEI PRINCIPIS STRENV I REGIS ALFONSI SENÏORIS FRATRIS

QVI NI MORS EI ILLVSTREM VITAE CVRSVM INTERRVMPISSET FRATERNAM GLORIAM FACILE ADAEQVASSET O FATVM QVOT BONA PARVULO SAXO CONDVNTVR

Jorge Manrique, nacido en 1440, tenía solo catorce años cuando murió el rey don Juan, y conoció de adulto al rey don Enrique (1454-1474) y a don Juan II de Aragón, que, como hemos dicho, murió en 1479, en el mismo año de la muerte del poeta. Tanto el recuerdo de los personajes históricos como el de las damas con sus adornos y perfumes representa pues, la nostalgia de una generación pasada, que revive en torno de uno de sus miembros, su mismo padre; pero más que un recuerdo es una evocación o un conjuro, en el cual el poeta se traslada al pasado en la

medida enque lo resucita y lo hace presente. _

Las figuras recordadas no están alejadas sino que pueblan el alma o el mundo del poeta. Esta presencia viva, que transforma las figuras históricas en sujetos de doloroso sentimiento, confiere a estas Coplas su valor máximo como obra lírica.

Antonio Machado, admirador enstusiasta de Manrique ("entre los poetas míos / tiene Manrique un altar"23), utiliza la estrofa XVII no sólo como un máximo suceso poético, sino también como ejemplo de la esencia

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Matas 187

misma de la lírica. En El "arte poética" de [uan de Mairena”, donde señala reiteradamente como esencial la condición de temporalidad de la lírica,

parangona esta copla con el soneto "A las flores" de El príncipe constante de

Calderón, que expresa la fugacidad del tiempo y la brevedad de la vida humana, poniendo en evidencia así, la diferencia que hay entre la lírica y

la "lógica rirnada":

Estas que fueron pompa y alegría, despertando al albor de la mañana, a la tarde serán lástima vana durmiendo en brazos de la noche fría.

Machado califica a esta estrofa "lógica rimada", poesía que en vez de cantar "razona y discurre en tomo a unas cuantas definiciones", en contraste con la fuerza lírica de Manrique. La razón radica en que Calderón, según Machado, usa conceptos e imágenes conceptuales, "pensadas, no intuidas, que están fuera del tiempo psíquico del poeta, del fluir de su propia conciencia" y tienen por tanto, un significado lógico. Intuicrión es para Machado la experiencia vivida; el recuerdo de las damas y de las fiestas de la corte invade emotívamente el alma del poeta y envuelve al lector haciéndole participar de la misma experiencia. Esta vivencia e intuición está ligada al tiempo y, como tal es pasajera, pero se "eterniza" en el poema a través de la palabra, porque cada intuición tiene una estructura que se puede compartir con otros. Por eso Machado define la poesía como "el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo" y también, "como palabra esencial en el tiempo" o sea, la conversión de toda realidad en una experiencia vivida por el poeta, la invitación al lector para que participe en la misma experiencia y de aquí, la conversión de cada sustantivo en verbo. En cambio, la meditación intelectual sobre la breve­ dad dela vida humana, tomando como objeto de comparación la efímera existencia de las flores es, para Machado, "lógica rimada", no poesía propiamente dicha. Esta se expresa con verbos; la "lógica rimada", con sustantivos y adjetivos estáticos. Por esto, Machado dice en otra parte:

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188 Jnapit, xv; (1996)

La rima verbal y pobre, y temporal, es la rica. El adjetivo y el nombre remansos del agua limpia, son accidentes del verbo en la gramática lírica.”

La identificación histórica de los personajes de la copla XVI y la visión estética de Machado de la estrofa XVII de las Coplas de Jorge Manrique proponen dos preguntas a las que no podemos responder. La primera: Machado escoge para su reflexión sobre la lírica, la copla que quizás mejor concordaba con su teoría, pero ¿cuántas hay en el poema que riman conceptos con adjetivos y sustantivos y podrían ser "lógica rirnada" como ciertamente lo es el soneto de Calderón? La segunda, la estrofa XVI es recuerdo vivo e intuición; en ella el rey don Juan y los Infantes son llama­ dos con sus nombres ¿en todo es poética como lo es la XVII a pesar de que las damas y sus amantes sean mencionados en términos generales? Lo que es poético requiere una participación emocional del poeta en su texto y con su texto. Pero quizás lo que da belleza a la estrofa no son el rey y los nobles, aunque susciten la nostalgia de la antigua convivencia, sino los

tocados, los vestidos y los perfumes. .

Si _ la estrofa XVI se proponía el objetivo de la identificación histórica, la estrofa XVII nos invita a remontamos a la más alta esfera de la meditación sobre la belleza. No nos proponemos embarcamos en esta navegación, lo importante es comprobar cómo en este poema se presentan motivos abstractos que reflejan el pensamiento del siglo XV, referencias a la vida social de esos tiempos y expresiones de perenne actualidad poética.

Pompilio Tesauro

Universitá di Napoli "Federico II"

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