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Victoria Ocampo : escritura, poder y representaciones

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Academic year: 2020

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VICTORIA OCAMPO: ESCRITURA, PODER Y REPRESENTACIONES

AUTORA: MARIA SOLEDAD GONZALEZ

TESIS PARA OPTAR AL TITULO DE MAGISTER EN CIENCIAS SOCIALES MENCION: PROBLEMAS POLITICOS LATINOAMERICANOS

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES DIRECTORA: OLGA ECHEVERRIA

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INDICE

AGRADECIMIENTOS………p 4.

INTRODUCCIÓN ……….………..p 5.

CAPÍTULO I: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS ……p 16.

1- El problema de investigación ……….……… p 16

a) Los objetivos ….………. p 18

b) El Tiempo histórico ………...……….. p 18

2- Aproximaciones historiográficas ………. ……….p 20

3- Tipo de investigación desarrollada ………... p 27.

a) Hipótesis ………... p. 27.

b) Métodos y técnicas utilizadas………. p 28.

c) Las fuentes documentales ……….p 29.

CAPÍTULO II: UNA RECONSTRUCCIÓN POSIBLE ………p 33.

1-De lo notorio a lo más imperceptible……….p 35.

2-La configuración en el linaje………..p 36.

3-El “ego” en la escritura: guardiana de la memoria……….p 56.

4- El “ego” en la red: el cumplimiento del mandato……….p 65.

CAPÍTULO III: LOS FUNDAMENTOS DE UNA CONSTRUCCIÓN

IDENTITARIA……….p 77.

1- La cultura política liberal: Entre la corrección y la conciencia de su abandono….p 77

2- La igualdad como amputadora……….p.85.

3-Los otros……….p 92.

4- Del anticomunismo al antifascismo………p 97.

CAPITULO IV: VICTORIA COMO CENTRO……..p 108.

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2-De escritora a mecenas………..p 110.

3-Mujer y poder……….p. 115.

4- En la muerte unidos………..p 118.

CAPÍTULO V: Patricia y soberana………p 123.

1-De los treinta a los setenta………p 123. 2-La profecía auto cumplida……….p 123. 3-Reconstruyendo a la patricia y soberana……….p 127. 4- De “ser humano” a “mujer” en búsqueda de expresión……….p 130. 5-El voto femenino……….p 142. 6-El feminismo……….p 146. 7-“Soberana” de las letras/ ciudadanía restringida en tiempos de la dictadura ……p 153. 8-La recuperación de Victoria Ocampo luego de su muerte……… p 158.

CONCLUSIONES ……….p 160.

FUENTES DOCUMENTALES ………p 163.

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AGRADECIMIENTOS

Desde 2015 hasta hoy realicé este trabajo de investigación cuya fase final pude realizar con mayor fluidez en el IEHS-IGEHCS. Esta tesis no hubiera sido posible sin la lectura siempre atenta, los comentarios y sugerencias de la Dra. Olga Echeverría, quien ofició como Directora, mi agradecimiento especial para ella.

Agradezco asimismo a las Dras. Lucia Lionetti y Yolanda de Paz Trueba cuyo

seminario de Doctorado en Historia "La cultura democrática, el espacio público y el

lugar de las mujeres en la conformación de la ciudadanía en Argentina y América

Latina en los siglos XIX y XX” fue esclarecedor en varias dimensiones tanto teóricas como contextuales para pensar a mi objeto de estudio.

Gracias a las amigas siempre presentes.

Dedico este trabajo a Melina, Juana, Catalina y Bernardo, gracias por llenar de amor mi vida.

María Soledad González.

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INTRODUCCION

Pero, aunque tratar de hacerlo legible y accesible a la investigación histórica es reconocidamente difícil, sigue siendo una verdad histórica decisiva-verdad que los historiadores ignoran por su cuenta y riesgo y en su propio daño- que gran parte del pasado ha tenido lugar en forma subterránea, silenciosa y elocuente.(Gay 1992:20)

Este trabajo tiene como objeto de estudio a la intelectual argentina Victoria Ocampo, sin embargo no se detiene sólo en su análisis sino que busca comprender a una clase y a una cultura política.

Buena parte de nuestras influencias literarias y culturales- al igual que varios de nuestros prejuicios- provienen, en muchos casos, de los parámetros de la alta cultura. Nuestro país recibió el influjo hegemónico de una elite intelectual que consideró tener entre sus muchas metas la tarea de educar al país. La figura de Victoria Ocampo es uno de estos exponentes. Enlazada a la revista Sur y la editorial del mismo nombre, Victoria es considerada hasta el día de hoy como una de las personalidades más destacadas de la cultura argentina del siglo XX.

La primera cuestión que resuena en esta investigación es que Victoria fue una mujer, la segunda no menos importante que fue una intelectual. Tercera cuestión Victoria fue miembro de la elite porteña. Ahora bien, ¿cómo juegan esas tres cuestiones? Lejos de los trabajos que rescatan la excepcionalidad de Victoria Ocampo como mujer intelectual de la elite porteña, este trabajo buscará problematizar como jugaron en ella estas tres cuestiones, ser mujer, ser intelectual y ser miembro de la elite. Dicho de otra manera ¿Qué significó para Victoria ser mujer? ¿Qué implicancias tuvo para ella ser una intelectual? ¿Qué sentido le otorgó a ser miembro de la elite? Dentro de estos interrogantes, ¿Qué motivó su agencia? ¿Qué nos muestra la figura de la directora de Sur? ¿Por qué ocupó el rol de mecenas? ¿Qué elementos de su clase podemos rastrear a través de los indicios que nos dejó su escritura?

Cuando nos remitimos a lo biográfico existe una amplitud de géneros discursivos que tratan de iluminar, como lo sostuvo con lucidez Leonor Arfuch, el instante y la

totalidad. Atinar la mirada sobre el tratamiento de un espacio biográfico desde una

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análisis de la intertextualidad, la recurrencia, la heterogeneidad y la hibridación (Arfuch 2010: 17-18).

Los territorios textuales presente en la escritura de Victoria Ocampo dan cuenta de una mujer obsesionada por trascender, de aquí su arduo trabajo en torno a los diez tomos de sus Testimonios (1935-1977) y los seis tomos de Autobiografía escritos desde 1952 a publicarse post mortem, y la escasa (o nula) narración que trasciende a su yo biográfico.

Producto de la posmodernidad y la crisis de los grandes relatos, las Ciencias Sociales han recuperado en los últimos tiempos a los sujetos. Esto ha llevado entre muchas otras cuestiones al abordaje de la subjetividad. Como dice Arfuch:

Consecuentemente con el afianzamiento de la democracia brotaba el democratismo de las narrativas, esa pluralidad de voces, identidades, sujetos y subjetividades, que parecían venir a confirmar las inquietudes de algunas teorías: la disolución de lo colectivo, de la idea misma de comunidad, en la miríada narcisista de lo individual. (Arfuch 2010: 20)

Es decir, con la apertura democrática en 1983, se abre un nuevo período dentro de la historia argentina donde la politización de la sociedad tuvo una creciente importancia luego del oscuro periodo marcado por la última dictadura militar. Las transformaciones sociales y políticas de este periodo impactaron en la Historia como en otras disciplinas dentro de las Ciencias Sociales. Nuevos interrogantes, nuevos actores y nuevos problemas permearon el campo disciplinar llevando a una Nueva Historia Política, Social y Cultual. El impacto de la posmodernidad marcó sin dudas el fin de los grandes relatos y de las grandes estructuras. La mirada sobre los individuos y la subjetividad fueron los nuevos giros interpretativos del periodo abierto en los ochentas. La presencia del feminismo y de los nuevos movimientos sociales donde las minorías pudieron empoderarse significó la influencia de dichos movimientos y luchas en las Ciencias Sociales, sumados estos a un importante nivel de lecturas y aportes teóricos.

De tal modo, asumimos una conceptualización de subjetividad entendida como los modos de pensar, sentir y hacer constituidos e internalizados que son también constituyentes de las cosmovisiones individuales y colectivas.

Ese contexto de desgranamientos, de disgregación de lo colectivo y de miradas ampliadas-que se replica por estos días- ha sido junto con la influencia de las renovaciones teóricas en las Ciencias Sociales una de las bases para pensar en esta

investigación a Victoria Ocampo.Desde el campo de estudios de lo sensible indagamos

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formados, maneras de pensar, sentir y accionar corporizadas (Cabrera, 2014). Indudablemente, las sensibilidades están condicionadas por procesos históricos,

pertenencias de clase, etc. Así, apuntamos a leer la práctica, la experiencia, en suma, el carácter vital y constituyente de la subjetividad de Victoria Ocampo, es decir, qué fue lo que “hizo” que fuera lo que fue, con lo que tenía, con lo que podía y con lo que anhelaba, en interacción con las formaciones sociales y culturales en diversos contextos temporo-espaciales particulares (Cabrera, 2014). El enfoque fenomenológico ha

valorado como imprescindible la consideración de la subjetividad en el estudio de la personalidad. “Lo que dirige la conducta desde la óptica del individuo son sus

percepciones singulares de sí mismo, del mundo donde vive y de la significatividad que las cosas tienen para é1” (Combs y Snygg, 1959:18).

Asimismo es preciso señalar que:

La experiencia subjetiva a cada persona le permite establecer predicciones o expectativas respecto a su propia conducta. Y esto ocurre no porque el sujeto considere que al poder elegir entre distintos cursos de acción está en posición de anticipar que hará en el futuro, sino porque tiene la evidencia de que cree saber cómo se comportará en el curso del tiempo venidero, al margen de decisiones arbitrarias y sin que esto implique un determinismo que excluya el concepto de libertad.Esta predicción de la conducta se realiza con mayor facilidad si el sujeto puede formular claramente sus necesidades y su visión del mundo en relación con esas necesidades(Benjamin 1984 en Zumalabe 1990: 26).

Con Cornejo, Albornoz y Palacios, que recuperan buena parte de los aportes de los especialistas, entendemos que el estudio de la subjetividad humana es aún un aspecto de lo social difícil de mirar y de nombrar, pues al hacerlo nos vemos a nosotros mismos, creados socialmente y creadores a su vez de lo social.

Implica asumir el desafío metodológico de volver a pensar el tema del "objeto de investigación", pero también un desafío epistemológico, teórico y ético.

Es una temática que tiene también alcances políticos, pues no hay política, ni construcción de lo social sin sujetos (individuales y colectivos). Se trata, por cierto, de un concepto en disputa, por lo que se requiere un ejercicio de distanciamiento de la racionalidad científica dominante que nos lleve a sensibilizarnos con la inestabilidad, con los movimientos de constitución de un devenir incierto construido por seres humanos que el poder pretende mostrar como cerrado, pues ‘el sujeto es siempre un campo problemático antes que un objeto claramente definido, pues desafía analizarlo en función de las potencialidades y modalidades de desenvolvimiento’ (Zemelman 2010: 2). Las diferentes concepciones sobre subjetividad tienen consecuencias para las posibilidades de acción política. (Cornejo, Albornoz y Palacio 2016: 122).

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interno-externo, lo afectivo-cognitivo, lo intrapsíquico-interactivo’” (González Rey 2000:19 en Cornejo, Albornoz, Palacio 2016: 123).

La dicotomía entre los planos individual-colectivo es central para pensar la subjetividad, y nos lleva a repensar los vínculos entre sujeto y objeto.

Para Zemelman, una de las principales dificultades en el estudio de las subjetividades es evitar los dos grandes reduccionismos de las ciencias sociales modernas: el psicologicismo individual que no considera los aspectos históricos y contextuales de los procesos de construcción de sentidos y el estructuralismo social, que reduce toda formación subjetiva a la mera expresión de procesos macro-históricos. La óptica de la singularidad contextualizada debe reemplazar la visión clásica de un individuo rodeado por un medio social.

En segundo lugar, derivado de lo anterior, las perspectivas histórico-culturales se plantean críticamente respecto a la lectura determinista, economicista y esencialista que sustentaron algunas versiones del marxismo muy popularizadas durante el siglo XX, como puntualizó Gramsci: ‘El postulado esencial del materialismo histórico, que asevera que toda fluctuación política e ideológica puede ser presentada y expuesta como expresión inmediata de la estructura (es decir, de la base) debe ser considerado en teoría como infantilismo primitivo, y combatido en la práctica con el auténtico testimonio deMarx” (Gramsci 2005: 87, en Cornejo, Albornoz, Palacios 2016: 123- 124).

Asimismo, más allá del rescate que varios autores, como Guattari o Castoriadis, hacen de las dinámicas del inconsciente, se manifiestan críticos de la creencia de que la subjetividad ‘se fabrica solo a través de los estadios psicogenéticos del psicoanálisis’, así como cualquier intento de reducir los hechos sociales a mecanismos psicológicos e invariantes culturalmente. (Guattari, 1996: 21 en Cornejo, Albornoz, Palacios 2016:124).

‘En tercer lugar, la necesidad de abordar la contradicción aparente por un doble significado de la palabra sujeto. Por un lado, el sujeto como sujetado a un otro por control y dependencia, como constreñido a su propia identidad, a la conciencia y a su propio autoconocimiento (Foucault). Por otro lado, el sujeto como agente, capaz de subjetivar su experiencia y sus significados, como sujeto con capacidad de opción, que puede verse presionado por las estructuras y a la vez, resistirlas en un espacio de posibilidad de acción.

En cuarto lugar, la categoría subjetividad permite abrirse al problema del estudio de lo potencial, lo que aún no se ha constituido. Esto conlleva un rompimiento de la condición dada de un objeto, por medio de destacar lo procesual de lo estructurado, mediante el énfasis de su potencialidad. Zemelman lo plantea de la siguiente forma: ‘si el conocimiento social se plantea la necesidad de viabilizar opciones para dar una nueva dirección a la historia, es preciso reconocer, también, las potencialidades que se contienen de prácticas utopías y proyectos (…) lo anterior implica reemplazar la relación presente-pasado (fundamento del conocimiento explicativo) por la relación presente futuro (propia del quehacer político)" (Zemelman 1992b: 12 en Cornejo, Albornoz, Palacio,2016: 123- 124).

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Por ello, tendremos en cuenta la relación entre subjetividad y maneras de ser (habitus), maneras de hacer (subjetivación), rituales y relaciones sociales.

Rosalie Sitman considera en el estudio que realizó sobre Victoria Ocampo y Sur que Victoria dejó de ser sumisa y buscó su destino en 1929 cuando empezó a trazar junto a Waldo Frank y Eduardo Mallea lo que sería la revista cultural más reconocida del país para algunos y de América para otros, Sur. Aquí Sitman sostiene:

“Victoria Ocampo está por cruzar el umbral de su “cuarto propio”, a punto de invertir en el oficio de la literatura el patrimonio de su familia y de su clase, en pos de su autenticidad.” (Sitman 2003: 63).

La obra de Sitman- que sin dudas sirve para reconstruir buena parte de la vida de Victoria Ocampo y de la revista Sur- no problematiza a Victoria Ocampo sino que recoge casi al pie de la letra las palabras de ésta sin ponerlas en tensión. Al igual que buena parte de los estudios sobre Victoria Ocampo este abordaje es una especie de profecía autocumplida. ¿La acción en Victoria comienza sólo a partir de 1929? ¿Por qué pensar que sólo en periodos de esplendor puede notarse la agencia de (una) esta mujer? ¿La sumisión era un rasgo anterior a 1929? ¿La acción comienza sólo con Sur? Pensar a Victoria Ocampo de esta manera es individualizarla en exceso, no atendiendo a las configuraciones relacionales de las que esta proviene, ni al análisis de su subjetividad y de los mandatos familiares y sociales que sobre esta pesaron, ni de las herramientas con las que esta contó para abrirse camino. Asimismo es restarle relevancia explicativa al contexto que fines de los años veinte y comienzos de los treinta marcaron en las elites en Argentina. Si bien es cierto que pesaba sobre Victoria un fuerte mandato familiar y social, la misma pudo manifestar una capacidad de agencia mucho más notable que la de cualquier otra mujer no perteneciente a su clase. Como sostuvo Jelin, las mujeres tienen demandas y oportunidades diferentes según su clase (Jelin 1997). Al contrario de lo que sostiene Sitman sostenemos que Victoria no cruzó jamás su (s) cuarto (s) propio (s) no porque no pudiera hacerlo sino porque el cobijo de su clase era lo que permitía sus corrimientos y desafíos en un marco de suma comodidad. La mención al cuarto

propio emulando a la escritora inglesa Virginia Woolf1 también es caer en un lugar

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común, el de realzar esta relación tal como Victoria Ocampo lo hacía, tomando a Virginia como referente y además como legitimadora de su rol como intelectual y como mujer. Aunque Victoria siempre tiñó de características enaltecedoras, exacerbadas, a las supuestas amistades con otros intelectuales de la época, creemos que estos argumentos fueron utilizados en su provecho, como un mecanismo de legitimidad dentro del campo intelectual argentino. El caso de Virginia Woolf es uno de estos, donde Victoria enlaza la lucha de esta última por el lugar de las mujeres en la literatura como un argumento de peso en su propio posicionamiento. La obra de Woolf “Un cuarto propio” fue bandera en las estrategias discursivas de Victoria Ocampo en pos de la lucha de las mujeres y la literatura. En una carta de 1934 a Virginia, Victoria dice “Al defender su causa,

defiendo la mía”2. Lo interesante de dicho escrito es que al analizar su borrador presente

en dicha publicación se observan cambios en los términos que utiliza. El borrador

corregido por Victoria dice “Defendiendo su causa, es la mía la que defiendo”3. Estos

giros discursivos no son en ningún sentido inocentes, como no lo fue la escritura de Victoria ni ningún tipo de escritura lo es. Tampoco podemos pensar que lo autobiográfico es sólo una manera de complacer al yo, como dice Arfuch:

“Lo que está en juego, decisivamente, es la cuestión de la representación, su dilema: como hablar- de los otros y de uno mismo- (…)” (Arfuch 2013:38).

¿Cómo articula Victoria Ocampo sus categorías de clasificación? ¿Qué lugares tenían en estas las elites? ¿Qué lugares tenían las mujeres de las elites? ¿Qué lugares tenían las mujeres de los sectores populares? ¿Qué rol se les adjudicaba en su discurso a los sectores populares? Encapsulando las anteriores preguntas ¿qué peso tienen aún hoy las hito ya que problematiza el lugar de las mujeres y la ficción denunciando públicamente que su nación estaba dominada por el patriarcado. El ensayo se basa en dos ponencias de muy larga extensión leídas por Virginia en la Sociedad de las Artes de Newnham y la Odtaa de Girton, ambos colegios universitarios de la Universidad de Cambridge. Estos fueron los primeros colegios de Inglaterra que permitieron la apertura e incorporación de mujeres. Cuando Virginia dio las charlas eran colegios donde iban exclusivamente mujeres.

Victoria Ocampo conoce a Virginia en una exposición de Man Ray en 1934 en París y desde allí establece contacto con la escritora inglesa. Más allá de este contacto real y de la influencia de la obra de Woolf sobre Victoria que es indudable, esta tomó a la escritora inglesa como un mecanismo de legitimidad en el campo intelectual alegando una profunda amistad con la misma. La problematización de la mujer sería importante en Virginia ya que cuestionaba la dependencia económica desde un perfil más ligado a la clase media en Inglaterra lo cual la diferencia- al igual que cuestionar el patriarcado- con Victoria Ocampo. 2

Victoria Ocampo, Testimonios Primera Serie, 1920-1934, Ediciones Fundación Sur, Buenos Aires, 1981, p 11.

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concepciones normativas de aquí emanadas en los imaginarios sociales de nuestro país? Estas y algunas otras cuestiones serán claves a la hora de analizar a Victoria Ocampo quien se posiciona en un tiempo histórico donde recurre al pasado, se resguarda en su presente y se proyecta a futuro en un sentido de marcada trascendencia -ya que la mayor parte de su producción fue autobiográfica- asimismo deja el expreso pedido de que su

Autobiografía fuese publicada después de su muerte. En Autobiografía puede notarse la

existencia de un sujeto por encima de la escritura. Como apuntó de Man la prosopopeya consiste en la sustitución de la muerte a la vida o del sujeto pasado-muerto- al sujeto presente- vivo- que lee (Topuzian 2003:269-270). Sylvia Molloy señalaría:

“La prosopopeya, se ha dicho, es la figura que rige la autobiografía. Así, escribir sobre uno mismo seria ese esfuerzo, siempre renovado y siempre fallido, de dar voz a aquello que no habla, de dar vida a lo muerto, dotándolo de una máscara textual” (Molloy 1996: 11).

De esta manera Victoria se encarga de dejar bien en claro que quiere que de ella se diga, cuestión que sus biógrafos y estudiosos respetan en su mayoría hasta el presente sin

mayores cuestionamientos.4

Unido a lo anterior se desprenden también otras preguntas: ¿Qué es un/a intelectual? ¿Cómo lo podemos relacionar con la política? ¿Qué ocupación hacen estos/as del espacio público? Dentro de los abordajes de esta amplia temática, se han desarrollado importantes debates. En algunos casos se los ha definido por sus funciones y saberes, ligado a las clases sociales (Gramsci 1974) o como actores que deben tomar distancia social para entablar la crítica al poder, como “conciencia de la humanidad” (Benda, 1980) .Otros aportes consideran a los intelectuales como productores de significados, interpretaciones y discursos secularizados sobre el orden, no exclusivamente el orden político sino, y sobre todo, acerca del orden cultural y social. Es decir, como creadores que piensan y comunican ideologías que tienen un correlato político, aunque esa relación no sea ni lineal ni necesaria (Funes 2006). En este trabajo usamos el término intelectual en el sentido dado por Pierre Bourdieu (1993) quien presenta al intelectual como un ser paradójico que no puede ser pensado como tal si se lo aprehende a través

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de la alternativa obligada entre autonomía y compromiso, entre cultura y política. Asimismo, recuperamos su noción de campo intelectual como determinado por la posición que ocupa en el interior del campo de poder. Tal como lo señala:

…la misma fe en la irreductibilidad de la creación y en la autonomía absoluta de las preferencias estéticas impulsa sin dudas a atribuir un peso mucho menor a las tomas de posición políticas que a las estéticas, omitiendo casi siempre la recolocación de unas y otras en el sistema respecto del cual se establecen y se definen, o sea el sistema de las diversas tomas de posición en competencia recíproca (Bourdieu 1983: 16).

Por su parte, siguiendo a Dosse (2003) entendemos que la historia de los intelectuales no puede limitarse a una clasificación a priori o una definición normativa sino que debe atenderse a la pluralidad de estas figuras desde una mirada diacrónica y sincrónica. Consideramos que los intelectuales crean y difunden cultura, en el sentido de símbolos y palabras cargados de significado, Victoria es una educadora en un sentido amplio del concepto. (Álvarez Junco 1993: 112)

Con respecto a la relación entre intelectuales y política, las investigaciones que tratan esta temática son amplias. Para el caso latinoamericano pueden señalarse a manera de síntesis dos ejes importantes de análisis: el rol de los intelectuales frente a la construcción de la identidad nacional y el Estado (Funes 2006) y, por otra parte, las causas y las consecuencias de la radicalización de la inteligencia latinoamericana en los años sesenta (Gilman 2003).Asimismo, Flavia Fiorucci (2004, 2009 y 2011) analiza en una perspectiva comparada el rol de los intelectuales durante los gobiernos de Getulio Vargas y Juan Domingo Perón y, asimismo, explora un tema poco estudiado: el rol de los intelectuales que adhirieron al peronismo. Con respecto a la relación de los intelectuales y la política en nuestro país, en el marco de los años sesenta, Silvia Sigal (2002) distingue entre esferas cultural y política y señala sus relaciones. A partir de esta doble mirada accede, por un lado, a ver la relación entre campo político y campo cultural y, por otro, a analizar la figura de los intelectuales como actores. En este abordaje utilizamos una definición amplia de los intelectuales y la política que tal como apuntó Héctor Ricardo Leis señala que: “…la historia de los intelectuales es la historia de una relación entre la cultura y la política…” (Leis 1991:12).

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abordajes en este sentido es notoria. Aunque existe un claro consenso implícito sobre que las mujeres podemos ser también intelectuales, es decir pocos dudan hoy de esto, sin embargo flotan en ese no-reconocimiento cuestiones de largo plazo. Nociones que tienen que ver con a quién se considera sujeto y a quién no. El sujeto en tanto categoría filosófica-política, surge teóricamente con la modernidad, y es el varón racional y libre. (Femeninas 2012: 40).

Para los hombres la acción, la reflexión y la actividad exterior; para las mujeres, la familia, los afectos y el mundo interior. Como sabemos, la cultura democrática nos dejó fuera del espacio político, marcando una contradicción fuerte entre esta idea universalista y los posicionamientos de varones y mujeres. A este respecto el universalismo tuvo claramente su límite. En el siglo XX, más precisamente a fines de la década de los cuarenta, Simone De Beauvoir tomó por primera vez a la mujer como cuestión filosófica central. Desde una mirada atenta al proceso histórico, De Beauvoir problematizó como la mujer fue tomada como lo inesencial, y el hombre como lo esencial. “Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo Otro.” (De Beauvoir 2012: 18).

La obra El segundo sexo marcó sin dudas un hito trascendental en la problematización

de la mujer ya que sentenció que la inferioridad de la mujer se debía no a determinaciones de índole natural, sino a un extenso proceso histórico donde el patriarcado se había asentado como modelo dominante. La recepción de De Beauvoir no fue inmediata en Argentina, Marcela Nari (2002) mostró precisamente los itinerarios complejos de esa influencia. De igual manera Mónica Tarducci (1999) también buceo

sobre la recepción de El segundo sexo preguntándose si fue en los cincuenta o en los

sesenta y entrevistando a varias mujeres que habían sido parte de ese proceso. Siguiendo con lo anteriormente dicho y sin querer detenernos en ese debate, lo cierto es que más allá de las luchas sociales y las problematizaciones teóricas, las mujeres

seguimos atadas aún hoy a la idea de fragilidad, y asimismo en varios ámbitos

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Sociales enfocándonos en un abordaje de lo cultural y las cuestiones intelectuales y asimismo enfocarnos en las dinámicas relacionales. La Historia Intelectual indica un campo de estudios que atraviesa límites para mezclarse con otras disciplinas, sus aportes al conocimiento histórico y social permiten aproximarse a la dinámica cultural, social y política de las sociedades a través del análisis de las significaciones en contextos amplios.(Altamirano 2005). Esta se coloca en las instancias en que el contexto penetra el texto (Palti, 2007) y da cuenta de las obras, los caminos y los itinerarios desde una perspectiva diacrónica y sincrónica que interroga la vida de las ideas a través de un ida y vuelta entre el pasado y las preguntas que planteamos al mismo desde el presente (Dosse 2003). En la actualidad arribamos a un alejamiento de la Historia de las Ideas con un abordaje que se basaba en los contenidos intelectuales hacia una Nueva Historia Intelectual que se preocupa por las formas en que los pensamientos se articulan en espacio y tiempo (Di Pasquale 2011). Sumados a los aportes que las Ciencias Sociales y específicamente los estudios de género junto con la historia intelectual han realizado, es preciso insertar a Victoria Ocampo dentro de una cultura política, Victoria representa no sólo a una intelectual de la elite sino a una cultura política a partir de la cual también se representa sobre la base de una cosmovisión. Entendemos cultura política tal como lo hace María Sierra (2010) recuperando los aportes de la politología tal como lo han hecho los historiadores de la política como Berstein (1992) y Sirinelli (1997) utilizando el concepto politológico para el análisis de las sociedades pasadas, pero a su vez como lo han hecho los historiadores de la cultura como Darton (1987) y Chartier (1992) tomando una visión antropológica de la cultura, pasando del texto al contexto, y de nuevo al texto, ese entrecruzamiento utilizado por Sierra será el que tomaremos en esta investigación (Sierra 2010: 236- 237). En este sentido es preciso recuperar al

liberal-conservadurismo (Morresi 2011) y como este deviene primero en el antisfascismo5 para

luego convertirse -en ese pasaje complejo -en el antiperonismo (Nallim 2014). Victoria nos permite analizar no sólo a su clase sino a una época, una cosmovisión y una cultura política.

En las páginas que siguen se buscará poner en tensión las cuestiones antes mencionadas y se focalizará para esto en tres momentos históricos: los años treinta, los años peronistas y la última dictadura militar.

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A pesar de su participación en la Unión Argentina de Mujeres en los años treinta y de ciertos tratamientos que Victoria Ocampo realizó sobre las mujeres, consideraremos aquí que su lucha no fue en post de un colectivo sino en su propio favor para ganar un lugar central en la escena cultural de nuestro país y de esta manera asegurar la hegemonía de su clase afectada por las tensiones y corrimientos que el contexto de los treinta marcarían para las elites. De igual forma problematizaremos la idea de Victoria Ocampo como “antifascista”. En este sentido trataremos de complejizar esta idea a partir de la participación que esta tuvo en la Italia de Mussolini y asimismo viendo que tintes adquirió este concepto en nuestro país de cara al peronismo. Para finalizar, indagaremos sobre la incorporación de la directora de Sur en la Academia Argentina de Letras durante la última dictadura militar, como modelo de mujer del gobierno militar.

De tal modo, y siguiendo a Zemelman (2010), entendemos que:

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CAPÍTULO I: CONSIDERACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

1- El problema de investigación

La presente investigación pretende realizar una aproximación al análisis de la intelectual argentina Victoria Ocampo a partir del abordaje de género y clase, desde una doble perspectiva, es decir estudiándola en su entramado relacional y de género, pero también apuntando a vislumbrar las representaciones sobre lo popular y sobre las mujeres esbozadas por ella. Se buscará, asimismo, alcanzar una interpretación de las nociones que esta esbozó sobre sí misma y sobre su grupo de pertenencia. En su caso, lejos de considerar a la identidad de género como un impedimento referido a oportunidades y demandas, tomamos a esta como una estrategia para alcanzar objetivos en el campo intelectual y fundamentalmente para abrirse camino y consolidar poder dentro de su clase. Sustentamos desde aquí la idea de que sus objetivos fueron de dominio y de poder más que de desarrollo intelectual.

Por su parte, trataremos de analizar a dicha intelectual en el marco de la elite a la cual pertenecía, sucumbida, conmocionada por los procesos de cambios abiertos en nuestro país y el mundo durante la primera mitad del siglo XX. Haremos especial hincapié en un abordaje que analice a esta intelectual en el marco de las redes en las cuales estuvo inmersa desde su infancia, las cuales resignificó a lo largo de su vida. Asimismo daremos especial atención al análisis del “ego” dentro de dicha red. Entendemos al mismo en interdependencia, no de manera aislada, en el marco de un

proceso, no de forma estática6. En este sentido no tomaremos a Victoria Ocampo

como una mujer en extremo libre e independiente de los marcos sociales tal como lo han hecho la mayor parte de los trabajos que la han abordado como “genio y figura”, tampoco aplastada por los constreñimientos sociales. Es este sentido, Victoria no fue un individuo aislado ni las estructuras en las que se movió durante toda su vida, abstractas, la metáfora configuracional es un camino posible de pensar a esta mujer, a esta intelectual y es el que intentaremos no perder de vista en esta

investigación7. Como hemos señalado antes, abordaremos también (y quizás

centralmente) la cuestión de la subjetividad. Las perspectivas histórico-culturales plantean desafíos de diversa índole: teóricos, epistemológicos, metodológicos y axiológicos para el estudio y la comprensión de la subjetividad y de lo social.

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Recuperamos aquí los aportes teóricos de Elias (1999 y 2009) 7

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Asimismo, requiere de una reconceptualización de la racionalidad científica. (Cornejo, Albornoz y Palacios 2016:124)

Será el análisis de las autobiografías lo que nos permitirá acceder al terreno de la subjetividad, ya que es el lugar de producción de un discurso acerca del sujeto (Topuzian 2003: 256). Como señalaDurán López:

…esa lectura que los historiadores han proyectado sobre el género autobiográfico, determinando en gran medida nuestra visión del mismo. Creo que las funciones que se han atribuido a las autobiografías desde la historia son fundamentalmente dos: como almacén de datos y como expresión de una personalidad. Por un lado, se ha aprovechado toda la información contenida en las memorias de un determinado personaje como fuente de primera mano sobre su historia personal y la de su tiempo: a eso le podemos llamar lectura documentalista, que sin duda ha sido la más habitual, pero que es una lectura pobre y estrecha. Por otra parte, los biógrafos y los lectores en general se han acogido al mito del yo expresado a través de la reflexión íntima del individuo sobre su propia vida: a eso le podemos denominar lectura confesional, y con ella se ha pretendido acceder a la verdad esencial y a la clave psicológica del autobiógrafo a través de su testimonio directo. (Duran López 2002:165).

Lo cierto es que como marca el autor: “el presunto género de la individualidad, de la autoexpresión del yo, tiende a reproducir vidas, actitudes y personalidades notablemente gregarias” (Duran López 2002:183) Trabajar una autobiografía exige: conocer procesos, contextos, personas a las que se alude, así como las intenciones que motivaron la redacción. Las hay intimistas, pero también como en el caso que nos ocupa tienen una pretensión justificativa, vindicativa, y no es producto simplemente de un deseo o necesidad personal de escribirlas (Viñao 2007:5-6), sino como una apuesta intelectual en sí misma que buscaba posicionar a su autora en un campo cultural y en la historia de un país, la Argentina.

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mayoría de los abordajes de la misma, se hacen sobre intelectuales varones y las

mujeres reciben sólo el nombre de escritoras.8

a) Los objetivos

Con respecto a los objetivos generales de la presente investigación encontramos en primer lugar la necesidad de reconstruir, a partir de la Historia intelectual, y atendiendo al análisis de género y clase en las mujeres intelectuales de las elites, el lugar que Victoria Ocampo tuvo en su grupo social y cómo, con qué estrategias intelectuales, pero también políticas y sociales, se fue construyendo un espacio. Por su parte es central analizar las identidades, subjetividades y representaciones de dicha mujer que permearon sus interpretaciones sobre sí misma, sobre su grupo de pertenencia y sobre los sectores populares y, especialmente, sobre las mujeres de los sectores populares en el periodo bajo consideración. Asimismo ver las percepciones sobre la masculinidad y sus lugares. Esto nos lleva a identificar los miedos, anhelos y deseos que impregnaron a Victoria Ocampo en su interpretación de lo social y en sus actividades públicas y privadas.

En función de los objetivos generales se desprenden los objetivos específicos que tienen que ver con recuperar a través de las fuentes históricas el lugar de dicha mujer como intelectual de la elite tomando en consideración su producción literaria, atendiendo a las redes relacionales tanto a nivel nacional como internacional.

b) El Tiempo histórico

Con respecto al tiempo histórico, indagaremos en primer lugar sobre las transformaciones que se produjeron en la sociedad argentina con bases en la década de 1880, el impacto del radicalismo en el poder, especialmente el yrigoyenismo y la supuesta entronización en el poder de sectores advenedizos a la jerarquía social, la crisis/fortaleza del liberalismo y el surgimiento del peronismo, ya que las mismas, minaron los lugares centrales de las elites y perfilaron en estas y en sus intelectuales reacciones que pueden rastrearse a través del análisis de las identidades, subjetividades y miedos de dicho grupo social frente a las transformaciones más importantes de la sociedad argentina durante la primera mitad del siglo XX. Ya desde inicios del gobierno

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de Yrigoyen y sobre todo a partir de su segundo mandato, se perfilaban que esos temores se materializaban en las prácticas. Muchos intelectuales desprestigiaron al gobierno radical y legitimaron un gobierno de orden y respeto a las jerarquías tradicionales. Aunque esta vertiente antidemocrática y antipopular fuera diversa, los intelectuales de las elites tuvieron un protagonismo notorio, más allá, de las diferencias “cierto aire de familia” les permitía pensarse como un nosotros. La movilidad social y la

visibilización de lo popular, los tenía alertas y los alentaba a aglutinarse9. Y esto fue

cada vez más notable a partir de la constitución de una “inquietante” sociedad de masas y una deconstrucción de las jerarquías tradicionales.

El periodo que se abre en los años treinta marca más allá de la interrupción institucional que significó el golpe de Estado de 1930, la vuelta de los sectores de elites al centro de la escena social, política y cultural de nuestro país. Con esta vuelta a las políticas que marcaron el predominio de las minorías, se retornó a los años del conservadurismo, volviendo estos sectores a instalarse con tintes despóticos y autoritarios en el centro de la escena nacional. En un contexto de crisis de un liberalismo históricamente fuerte, la crítica a la democracia y a la política ejercida por los “incapaces” y el desprecio a la “chusma” radical fue moneda corriente. De manera que el periodo que se abre desde los años treinta refleja lo ya producido durante el yrigoyenismo y lo que se replicará luego con el antiperonismo, las críticas a un líder de tintes demagógicos cuya actuación se

daba al margen de la constitución y la presencia de masas ignorantes e incultas.10

Precisamente en esos años es donde Victoria Ocampo, ingresa por la puerta grande en la vida cultural argentina. Luego de la década del veinte donde realizó algunas publicaciones que pasaron sin pena ni gloria, los años treinta marcan la creación de la revista Sur y de la Editorial del mismo nombre, sus dos grandes logros en materia cultural. Las actividades realizadas por Victoria Ocampo tienen tintes colonizadores y civilizatorios que juegan en consonancia con un rol apropiado por las elites en ese contexto y del cual esta no quería apartarse. En su rol como mecenas se adivina la intencionalidad de resguardar el lugar que las elites habían ocupado desde 1880 hasta el ascenso del radicalismo. Esto queda aún más al descubierto con el ascenso del peronismo donde Victoria y los intelectuales de Sur se posicionan en su mayoría en las

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Pueden consultarse los trabajos de Losada (2007, 2008 y 2012). 10

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filas del antiperonismo -asociando peronismo a fascismo-y juegan la cruzada “por la

reconstrucción nacional” luego del derrocamiento del peronismo en 195511.

Asimismo el lugar que Victoria ocupó a partir de su incorporación en la Academia

Argentina de Letras12 en 1977 marca sin dudas el modelo de mujer que la última

dictadura militar quería para nuestro país, una mujer de la elite que siempre se había manifestado como “apolítica” aunque sus posicionamiento demarcaran tintes políticos en extremo. La aceptación de este lugar no hace más que coronar el camino que había emprendido desde los años treinta.

2- Aproximaciones historiográficas

La inclusión de las mujeres en el relato histórico era a principios del siglo XX casi inexistente. Las mujeres fueron abordadas por la historia desde nociones patriarcales o

destacando sólo a algunas mujeres, las mujeres patricias13 consideradas excepcionales y

complementarias, a quienes se les atribuían roles domésticos. Este marco de excepcionalidad acentuó el anonimato de muchas resaltando solo el lugar de algunas pocas.

Las mujeres han sido recuperadas como sujetos por la historia académica recién en los últimos treinta años. La compilación de Perrot y Duby (1993) fue sin dudas precursora. Para el caso de nuestro país, sólo luego de la última dictadura se comenzó a darles a estas el rol de sujetos dentro de la disciplina histórica. Hasta mediados de los años ochenta, los historiadores abordaron hechos políticos, sistemas económicos, políticos y sociales, dándoles a las mujeres un rol secundario. Al respecto han sido precursores en la incorporación de las mujeres en la historia los trabajos de las décadas de los ochenta sobre el Partido Peronista Femenino de Bianchi y Sanchís (1988) y en los noventa los trabajos de Barrancos (1991 y 1993). Aunque tímidamente, comienza a introducirse la categoría de género, específicamente en el dossier sobre Historia y género del Instituto de Estudios Históricos Sociales (1990) y en 1991 se realizan las Primeras Jornadas de Historia de las Mujeres en Lujan. Para fines de los noventa, otro aporte fue el de Lionetti (1999) sobre el magisterio femenino. En el año 2000 las investigaciones sobre mujeres habían crecido, uno de los trabajos es la compilación de Fernanda Gil Lozano,

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Ese lema queda plasmado en el número 237 de la revista Sur, de noviembre-diciembre de 1955. 12

La misma fue fundada por Uriburu en agosto de 1931. 13

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Valeria Pita y María Gabriela Ini quienes realizaron un estudio profundo sobre las mujeres en Argentina. Por su parte, los límites de la inclusión y las fórmulas de exclusión fueron abordados por Barrancos (2002). En la actualidad los tópicos que se siguen trabajando con mayor frecuencia son la construcción de la ciudadanía y el asociacionismo femenino. Cuando analizamos la ciudadanía, encontramos un primer problema, los ciudadanos activos comenzaron siendo una minoría, dada la exclusión temprana de las mujeres en la modernidad. Las cuestiones de género y su relación con las demandas ciudadanas son un eje muy importante para analizar ya que las mujeres fuimos excluidas tempranamente del pacto de ciudadanía. Siguiendo a Giordano (2003) “hacia principios del siglo XX se cristalizó una idea de ciudadanía cuya inteligibilidad está en relación con la diferencia sexual. La perspectiva de género pone de relieve aspectos usualmente soslayados por la historia política y social: la exclusión de la mujer de la esfera de la igualdad civil” (Giordano 2003:2). En este sentido Becerra (2012) buceó sobre la problemática ¿cómo es contada la ciudadanía por las mujeres? Asimismo, recientemente se ha puesto el acento en el rol de las mujeres en la independencia de América Latina(Guardia 2010 y 2014) Junto con la reactivación de la historia política, se dio una reemergencia de la historia intelectual, que en buena medida impulsó el desarrollo de la primera. El análisis de los lenguajes políticos y el acercamiento a la historia conceptual prestando atención a las variaciones terminológicas y semánticas, junto con el análisis del discurso han sido algunas de las

vertientes en este sentido14. Desde las nuevas perspectivas relacionadas con el análisis

de las significaciones, hay un área de investigación conectada con la historia política y la historia intelectual, la historia de las elites culturales (Altamirano 2005). Con respecto al análisis de las clases altas en la Buenos Aires de la Belle époque y de las elites en Argentina se encuentran los abordajes de Losada (2007, 2008 y 2012). Más allá de las fronteras disciplinarias, la historia intelectual buscar dar cuenta de las obras, los caminos y los itinerarios desde una perspectiva diacrónica y sincrónica que interrogue la vida de las ideas a través de un ida y vuelta entre el pasado y las preguntas que planteamos al mismo desde el presente (Dosse 2003), con una notoria y precavida vocación contextualizadora. Se percibe un alejamiento de la Historia de las Ideas con un abordaje que se basaba en los contenidos intelectuales hacia una nueva Historia

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Intelectual que se preocupa por las formas en que los pensamientos se articulan en espacio y tiempo. En este sentido los aportes de la lingüística, el psicoanálisis, la hermenéutica, la antropología y la crítica literaria son herramientas conceptuales que nos llevan a una interdisciplinariedad profunda. A pesar de la importancia de la historia intelectual en nuestro país, poca atención se le ha prestado a la perspectiva de género, una de las pocas excepciones es la de Echeverría (2000, 2002, 2005 y 2007) que analiza la exclusión del género en el caso del escritor Carlos Ibarguren y otros intelectuales de derecha. Menos aún ha sido abordada la interrelación de género y clase. Baste como ejemplo señalar que en el IIº Congreso de Historia Intelectual de América Latina, realizado en Buenos Aires en el año 2014, en ninguna de las 41 mesas hubo ninguna ponencia que atendiera a cuestiones de género o abordara la biografía y/o obra de ninguna mujer intelectual. En este sentido, faltan abordajes sobre la configuración de identidades relacionadas con el rol de las mujeres en el entramado de las elites, y más específicamente del rol de estas mujeres como intelectuales. La mayoría de los trabajos que consideran el estudio de las mujeres y las letras lo hacen en tanto mujeres escritoras (Batticuore 2005) desde una perspectiva de lo social y desde los estudios de género, pero no las consideran como intelectuales. Una excepción se encuentra en el análisis de Lionetti (2014) sobre la maestra normal Herminia Brumana, donde la autora considera a esta como una intelectual y en el abordaje de Olga Cossettini realizado por Fernández y Caldo (2014). Creemos que este abordaje dentro de la historia intelectual entrelazando género y clase puede permitir un análisis de esta mujer de la elite como una intelectual y asimismo una interpretación de las nociones que esta esbozó sobre sí mismas, sobre su grupo de pertenencia y sobre lo popular y las mujeres de los sectores populares. Por esto el análisis de género y clase se convierte aquí en primordial para un análisis de las mujeres intelectuales de las elites en Argentina durante la primera mitad del siglo XX, y sobre todo a la hora de abordar la construcción de identidades y alteridades, transgresiones “permitidas”, exclusiones y categorías conformadas que aún anclan en los imaginarios sociales. Conocer estos mecanismos perfilados por las mujeres intelectuales de las elites completaría el análisis de las interpretaciones excluidas por la historia intelectual y ayudaría a comprender algunos de los rasgos actuales de nuestra sociedad.

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exclusividad de dicha tarea, entre ellas Victoria Ocampo (1890-1979). Sin embargo desde la producción historiográfica no existen trabajos que hayan tomado puntualmente a ésta como una intelectual. Existen biografías de la misma desde un tono heroico y que consideran a la misma como disruptora en cuanto mujer (Schultz de Mantovani, 1979; Meyer, 1981 y Vázquez, 1991), análisis que marcan su relación con la “oligarquía” (Sebreli 1981), trabajos de su rol en la Revista Sur (King, 1989; Fiorucci, 1995 y

Sitman, 2003), y análisis de su escritura testimonial y autobiográfica15.Sin embargo,

existen análisis que realizan un cruce con la clase (Sarlo 1988) y entre feminismo, clase y elite intelectual (Queirolo 2009) y que se acercan a nuestro análisis en cuanto a los conceptos que abordan pero se distancian de nuestra propuesta en cuanto a que consideran que la identidad de género en Victoria Ocampo le provocó más sinsabores que éxitos.

Más allá de los riesgos de llevar a cabo abordajes específicos a partir de un caso, la idea subyacente es articular esa especificidad con el contexto desde un análisis que permita ver aspectos comunes y diferenciadores, matices, continuidades y rupturas que en definitiva nos van a aproximar a los contenidos y las formas de la cultura del período.

Como dice Levy nos hemos quedado con modelos que tienen en cuenta una cronología ordenada, una personalidad coherente y estable, acciones sin inercia y decisiones sin

incertidumbres (Levy 1989). En este trabajo nos proponemos seguir el camino inverso.

Como sostiene Sabina Loriga al contrario de la biografía como género literario, la historia debe reconstruir una red social y cultural más vasta. La biografía como instrumento de conocimiento histórico debe reemplazar la tradición biográfica lineal y factual, debatir sobre problemas como la relación entre normas y prácticas, individuo y sociedad, determinismo y libertad, racionalidad absoluta y racionalidad limitada. Como apunta Levy la biografía es un lugar importante para abordar la libertad de que disponen los agentes, pero también para observar cómo funcionan los sistemas normativos que no están nunca eximidos de contradicciones. Siguiendo a Bourdieu pueden notarse los elementos de determinación. El cambio puede advertirse cómo la suma de interrelaciones infinitas entre biografía y contexto (Loriga 1996). Es por esto indispensable reconstruir el contexto, esa superficie social sobre la cual el individuo es una pluralidad de campos en cada instante (Levy 1989).

15

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Viendo nuestro caso replican las palabras de Collomer Pellicer:

“Lo normal es que cada individuo acepte el legado que le transmite la generación anterior deseando variarlo más o menos según encuentre más o menos posibilidades de construir sobre él un proyecto personal.”. (Colomer Pellicer 1995: 172.)

En este sentido la familia, debe entenderse como un concepto plástico, es decir, una

unidad de sociabilidad y agente de socialización que desde una perspectiva histórica

excede el concepto sociobiológico de ascendencia y descendencia para contener por

ejemplo, lazos de parentesco y elementos de la comunidad doméstica.

Retomando a Josefina Ludmer, Olga Echeverria señala que la familia es también una forma o mecanismo ficcional que liga temporalidades y subjetividades en formas biológicas, afectivas, legales, simbólicas, económicas y políticas (Ludmer 2002). Asimismo retomando a Hassoun (1996) sostiene que para los miembros del entramado familiar, construir el pasaje entre pasado, presente y futuro significa apropiarse de la narración transmitida y hacer con ella un nuevo relato que los incluya y continúe con la herencia de los antepasados. Esta búsqueda de legitimación a través de la propia historia, y la de su familia, era reflejo de la disconformidad de las élites con el presente que necesitaba justificar sus opiniones y legitimar su derecho al poder político

recurriendo a sus alegorías deprestigio (Echeverría 2009).Pero la batalla también debía

darse porque, caso contrario, la familia, su historia y el honor de los antepasados se vería amenazado y defraudado.

Este es sin dudas el caso de Victoria Ocampo. A este respecto, un acercamiento al psicoanálisis nos permite un acceso rico a los sentimientos, las angustias, las necesidades y los anhelos, que son elementos a tener en cuenta cuando se analiza un proceso y el rol jugado por los diferentes actores.

En ese sentido, el psicoanálisis puede ayudar a aproximarse a los componentes subjetivos de las conductas alertando al historiador sobre la pretendida coherencia monolítica de los sujetos, al tiempo que permite comprender contradicciones, supuestas desviaciones y la multiplicidad de papeles que cada actor desempeña según los diferentes escenarios donde se desarrolle. Como puede advertirse, el tiempo deviene en una noción clave en este recorrido. Tanto el psicoanálisis como la historiografía comparten su vocación por el tiempo y ambos deben admitir la historicidad y la contextualidad de los sentimientos, de la sensibilidad, de los valores morales e incluso de los caminos del razonamiento. (Echeverría 2007:2)

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centrales como el vínculo entre lo público y lo privado, las relaciones individuo- sociedad, las formas de sociabilidad, la renovación del lenguaje y la resignificación de palabras, la dimensión de los valores, tanto como la configuración de imaginarios y representaciones (Echeverria 2007:2). En el caso de Victoria Ocampo, buena parte de las motivaciones que la inclinaban en sus postura y cosmovisiones estaban fundadas en angustias, frustraciones, iras, sentimientos de no estar cumpliendo con su destino, de no estar alcanzo el reconocimiento que merecía, de estar defraudando mandatos familiares, de una gran incomprensión, profunda, íntima a la vez que social, de los cambios que se estaban produciendo. (Certeau, 2003 y Gay, 1992).

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que no se dice. Las jerarquías que emanan se comprenderían mejor desde una óptica que favorezca el análisis de los procesos lingüísticos y nos llevaría desde esta vertiente epistemológica a construir a las mujeres como sujetos históricos que a su vez perfilan categorías desde el discurso sobre quienes se arrogan la categoría de sujetos y quiénes no. La idea subyacente de estos abordajes es redefinir y ampliar nociones tradicionales para abarcar a las mujeres como sujetos históricos tomando las experiencias personales y subjetivas y asimismo las actividades públicas y políticas, en términos de Scott (2008) hacer una nueva historia de las mujeres, en nuestro caso puntual que recupere a las mujeres intelectuales dentro de la historia intelectual. Por esto “la forma en que esta nueva historia debería incluir y dar cuenta de la experiencia de las mujeres depende de la amplitud con que pudiera desarrollarse el género como categoría de análisis”(Scott

2008:3). Atender a las trayectorias individuales relacionadas con la organización social,

sería aquí un camino interesante. En lo que respecta específicamente a la historia intelectual las interrelaciones entre género y clase se convierten en herramientas conceptuales de importancia. En síntesis: se trata de un trabajo de historia intelectual pero que no desconoce ni abandona los trabajos de género, historia social, política y cultural.

3-Tipo de investigación desarrollada

De acuerdo al estado del conocimiento sobre nuestra temática y de los objetivos que nos planteamos en esta investigación, creemos acertado enmarcar nuestra investigación como una investigación de tipo correlacional y explicativa. Tal opción se debe, básicamente, a que la misma pretende acercarse, en primer lugar, al análisis de esta intelectual a partir de la intersección del género y la clase y, en segunda instancia, a que se interesa en profundizar sobre la comprensión sobre las interpretaciones de sí misma, su grupo de pertenencia y los sectores populares durante la primera mitad del siglo XX. El análisis de Victoria Ocampo nos lleva a analizar a dicha intelectual y las redes en las que ésta creció y resignificó. Asimismo el abordaje de esta intelectual desde una perspectiva que une historia y psicoanálisis lleva a una interpretación profunda de sus miedos, mandatos sociales, frustraciones, protagonismos, etc.

a) Hipótesis

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-En primer lugar que las cuestiones de clase imprimen en Victoria Ocampo una percepción sobre lo popular y las mujeres de los sectores populares. Asimismo que dichas cuestiones de clase posibilitan estrategias y oportunidades que la diferencian de las mujeres de los sectores populares.

-En segundo lugar que la interrelación entre género, clase e intelectuales permite desde un abordaje de las identidades, subjetividades, anhelos y miedos una percepción más integral y enriquecedora de las percepciones sobre lo social, y un análisis más pormenorizado y enriquecedor de la historia intelectual.

-En tercer lugar que dichas percepciones obedecen a un contexto histórico de profundos cambios que afectaron al rol civilizatorio y las identidades de las elites.

-Por último, que dichas manifestaciones, deseos y miedos- aunque resignificados- perviven en los imaginarios colectivos hasta la actualidad.

b) Métodos y técnicas utilizadas

Partiendo de los métodos cualitativos nos posicionamos sobre contextos reales para acceder a las estructuras de significados propias de los mismos. Como bien señaló Vasilachis de Gialdino (1993), los fenómenos sociales al ser distintos a los naturales, no pueden ser comprendidos en términos de relaciones causales mediante la reducción de los hechos sociales a leyes universales. Siguiendo con lo anterior, destacó que las acciones sociales están basadas e imbuidas de significados sociales: creencias, actitudes e intenciones. Es por esto que las problemáticas que aquí abordamos exigieron entrar

de lleno en las tramas de significación.

Tal como lo señaló Bulmer para garantizar la cientificidad de nuestra investigación a través de los métodos cualitativos es necesario “…respetar la naturaleza del mundo empírico y organizar un plan metodológico que la refleje” (Blumer 1982: 2). Es por esto que sostuvimos, retomando a Vasilachis de Gialdino, que “…la realidad solo puede ser reflejada por la convergencia de observaciones desde múltiples e interdependientes fuentes de conocimiento” (Vasilachis de Gialdino 1993: 63)

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problemas en el marco de las configuraciones. Como bien lo señaló Mauricio Gribaudi, “…ni individuos aislados, ni estructuras abstractas, la metáfora configuracional permite pensar en los mecanismos concretos que trabajan en la historia” (Gribaudi 1998:22) Apuntar a la comprensión de los aspectos racionales y subjetivos de nuestro objeto de estudio también nos llevó a recuperar a Elías y su abordaje del proceso de la civilización. Los mecanismos que intervienen en la historia también son psicológicos y en esta reflexión sobre el ego el trabajo de Peter Gay fue central. ¿Cómo fue la experiencia de Victoria Ocampo? ¿Cómo fue el encuentro de su mente con el mundo? ¿Cuál es la concepción de sujeto que tenemos aquí al analizar a Victoria? Atado a este interrogante y siguiendo a Joan Scott ¿qué imbricaciones pueden establecerse entre lenguaje, identidad y experiencia? Desde un abordaje histórico es preciso ver como las identidades anclan en experiencias que al igual que estas son diversas, es aquí donde la cuestión de género no puede entenderse sin recurrir al análisis de la clase que abordamos, sin despreciar otras vertientes tales como las experiencias ligadas a lo racial, y lo familiar por solo nombrar algunas. Podemos por esto buscar a la clase en el lenguaje y que hace el lenguaje con la clase. Por el lenguaje Victoria no solo representa la realidad y se representa a sí misma, sino que significa y se significa. La agencia de Victoria Ocampo está limitada y posibilitada a la vez por el lenguaje, este hace a lo que

respecta la construcción de su ideario, su identidad y su subjetividad16. Sobre estas

cuestiones volveremos a lo largo de este trabajo. c) Las fuentes documentales

El abordaje de estas problemáticas fue afrontado, principalmente, a partir del análisis de

las siguientes fuentes: las Autobiografías, los Testimonios, la correspondencia entre

Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, y la correspondencia de Victoria Ocampo con sus familiares en el periodo de post Segunda Guerra Mundial.

La Autobiografía constituye seis tomos que se publicaron luego de la muerte de Victoria Ocampo. En estos retrata toda su vida relacionándola por no decir considerándola parte

sustancial de la historia de nuestro país.. El análisis de la Autobiografía en su conjunto

nos permite reconstruir las redes de relaciones sobre las cuales Victoria actuó, reconstruyó y resignificó a lo largo del tiempo. Asimismo pueden notarse las categorías utilizadas por esta para analizar la realidad siempre sobre tópicos de “verdad”. Los miedos, frustraciones, mandatos sociales, oportunidades y demandas así como también

16

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las representaciones sobre lo popular y las mujeres son cuestiones centrales que pueden reconstruirse desde aquí. Como sostuvo Adolfo Prieto en su clásico trabajo sobre las

autobiografías, retomando a Karl Mannheim17 se puede deducir del análisis de estas la

razón de las reflexiones internas. Trayendo los aportes de Prieto a nuestro caso, podemos ver como Victoria reflexiona sobre sí misma y para que, con que finalidades plasma esas ideas en el papel. También conseguimos desde esta perspectiva de análisis no perder de vista el análisis del contexto histórico-social que posibilitó el desarrollo de su personalidad.

Los Testimonios conforman un grupo de fuentes que hacen posible sondear el ámbito

sociocultural donde se encontraba inmersa la directora de Sur y el grupo que se

nucleaba a su alrededor, además de mostrarnos las experiencias de vida de Victoria Ocampo y las premisas y temas en las que deseaba sentar su posición para mostrar su presencia. De este modo es posible ir más allá de la subjetividad inherente en la escritura testimonial y de la lectura idiosincrática que reflejan los testimonios que manifiestan la representación de Victoria Ocampo sobre sí misma y los personajes que esta describe. Estos testimonios también reflejan la red de relaciones que había

entablado la directora de Sur18tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo,

desde aquí es interesante el testimonio de lo que la autora consideraba relevante en su

propia vida y en esos años; además aporta la relectura sobre Sur realizada en la década

de los setenta. Por otra parte creemos que la escritura testimonial tiene un trasfondo interesante que trae aparejada una posición de poder importante y una búsqueda de un interlocutor válido. Victoria sabe que sus opiniones tienen valor y que valerse del entramado relacional otorgado por su clase es un punto a su favor. Tanto es su Autobiografía como en Testimonios, emular los lugares de sus antepasados para lograr respetabilidad sería no sólo una estrategia discursiva ligada a los orígenes de la patria sino la manera de disputar lugares centrales de poder. Esas disputas y esos

posicionamientos los haría desde parámetros estrictamente patriarcales. Por su parte la

revista Sur, de quien Victoria sería directora desde 1931, corona ese ideario familiar, serán los amigos y parientes los que estarán en sus filas haciendo y rehaciendo la patria desde los parámetros de la civilización. Llevar la “civilización” y “educar” al país y a

17

Las ideas a las que nos referimos están presentes en Adolfo Prieto, (1982), p 12. 18

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América serán los puntales centrales en el ideario y las cosmovisiones de Victoria y gran parte de la intelectualidad nucleada en torno a Sur y a la editorial del mismo nombre. Los posicionamientos de Victoria a lo largo de toda su producción y de sus proyectos culturales tratan de demostrar que está al tanto de “lo nuevo” con una especie de esnobismo tantas veces criticado por sus adversarios. Sur y la editorial serán también la puerta de acceso de su nombre al mundo cultural al que no accedería desde su posición de escritora. Su fracaso personal en la literatura más el peso del mandato social llevaría sin dudas a Victoria a encarnar unos de los proyectos culturales más importantes de nuestro país. La hegemonía disputada a las elites por la cultura de masas en el contexto nacional e internacional sería una preocupación central en Victoria y en la intelectualidad ligada a su proyecto. Esto daría como resultado la articulación de un mecenazgo por el cual reforzar el poder de su clase. Negociando y disputando en lugares aceptables para una mujer de su rango, Victoria irá tomando diferentes posiciones cuyas disputas siempre estarán enmarcadas dentro de las posibilidades y cuestiones permitidas a una mujer de su clase.

La Correspondencia entre Victoria Ocampo y Gabriela Mistral: será trabajada como un importante eslabón para reconstruir las redes de relaciones intelectuales de Victoria Ocampo a nivel nacional e internacional. Vínculos que marcan claramente la subjetividad de la misma y sus relaciones interpersonales. La correspondencia ilustra claramente los lazos de amistad entre las escritoras, relación que se extendió por treinta años. En estas pueden verse asimismo puntos destacados de la vida personal de las mismas y temas centrales del siglo XX tales como la Segunda Guerra Mundial y, para nuestro país, el peronismo.

El análisis de esta correspondencia permite apreciar el tratamiento que, en este ámbito privado, realiza Victoria Ocampo sobre la política. Además, ofrece una clara descripción del contexto de esos años y de la vida cotidiana. En este caso, más allá de encontrarnos con una importante cantidad de material, aparecen algunos sesgos en el sentido de la subjetividad propia inmersa en las cartas, de los cortes en las correspondencias y de las pérdidas durante los traslados de dichas escritoras.

Con respecto a las Cartas de posguerra, estas son 83 cartas dirigidas a sus hermanas

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CAPITULO II: UNA RECONSTRUCCION POSIBLE

“La ambición, piafante, estaba allí cuando yo tenía nueve años, cuando tenía diecisiete…en todas

mis edades”. (Victoria Ocampo, Autobiografía IV, Viraje, Buenos Aires, Ediciones Revista Sur,

1982, p 10)

Transgresora, feminista, idealista, luchadora, demócrata, liberal, genio, figura, son algunas de las maneras a partir de las cuales ha quedado impresa en los imaginarios sociales la figura de Victoria Ocampo. Como apuntó Bronislaw Baczko:

Estas representaciones de la realidad social (y no simples reflejos de ésta), inventadas y elaboradas con materiales tomados del caudal simbólico, tienen una realidad específica que reside en su misma existencia, en su impacto variable sobre las mentalidades y los comportamientos colectivos, en las múltiples funciones que ejercen en la vida social. De este modo, todo poder se rodea de representaciones, símbolos, emblemas, etc., que lo legitiman, lo engrandecen, y que necesita para garantizar su protección. (Baczko 1991: 8)

Victoria Ocampo nació en 1890. Fue miembro de una de las familias más ricas de la elite porteña. Desde pequeña fue educada por institutrices, tomando al francés como primera lengua. Con una estricta formación que vedaba el lugar de las mujeres, dejando solo para ellas los espacios referidos a roles domésticos, Victoria comienza desde niña a observar cuáles eran sus limitaciones en tanto mujer. Sin embargo, tendrá en claro que gozará de otras oportunidades, las dadas por su clase.

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