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ORGANIZADORES. Juan Oliver y Luiz Coelho. La encarnación. de la liturgia

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La encarnación

de la liturgia

ORGANIZADORES

Juan Oliver y Luiz Coelho

(2)

LA ENCARNACIÓN

DE LA LITURGIA

(3)

Este trabajo está autorizado bajo la Licencia Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0).

Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/

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Periperi – CEP: 40720-152 Salvador – Bahia (71) 99112-3193 soffia10.assessoria@gmail.com

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LA ENCARNACIÓN DE LA LITURGIA

O

rganización

Juan Oliver & Luiz Coelho

Salvador/BA 2021

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Derechos de publicación y comercialización de Editora Soffia10

Revisión Juan M. C. Oliver Luiz Carlos Teixeira Coelho Filho Diseño gráfico y maquetación

Rafael Tarcísio Forneck Capa Tatiana Ribeiro

Catalogación en la Publicación (CIP) Angélica Ilacqua – CRB-8/7057

E46 La encarnación de la liturgia [libro electrónico] / orga- nizado por Juan Oliver & Luiz Coelho. – Salvador (BA) : Soffia10 , 2021.

1,1 Mb ; PDF 144 p.

Bibliografía

ISBN: 978-65-993160-7-4 (e-book)

1. Teología Anglicana – América Latina 2. Litúrgica I. Oliver, Juan II. Coelho, Luiz

CDD 264 21-3967

Las puntuaciones de catálogo sistemático:

1. Teología Anglicana

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SUMARIO

Reconocimiento ... 9

Presentación ... 11

Introducción... 13

1RA CONFERENCIA: 08 DE SEPTIEMBRE 2020 ... 15

“La liturgia y las culturas latinoamericanas” (David Limo) ... 16

Liturgia anglicana y culturas latinoamericanas (Juan M.C. Oliver) 20

I. Iglesia y la cultura ... 21

II. El enjambre de signos ... 24

III. La inculturación de la liturgia. ... 27

Conclusión ... 29

Referencias ... 30

Respuesta (Orlando Espín) ... 31

Respuesta: Liturgia e inculturación en América Latina: una mirada desde la iglesia luterana en Brasil (Júlio Cézar Adam) ... 35

Consideraciones iniciales ... 35

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1. La liturgia es siempre el resultado de un proceso de inculturación 39

2. ¿Por qué inculturar la liturgia en la cultura en América Latina? .. 40

3. ¿Qué cultura inculturar? ... 41

Referencias ... 43

Para discusión ... 45

2DA CONFERENCIA: 22 DE SETIEMBRE 2020 ... 46

“Liturgia, inculturación y poder” (David Limo)... 47

Liturgia, inculturación y poder (Luiz C. T. Coelho) ... 50

I. Teoría Decolonial Latinoamericana: una necesidad en un mundo globalizado ... 51

II. ¿Una cultura todavía colonial? La verticalización del poder en las iglesias latinoamericanas hoy ... 53

III. El poder horizontal: testigo del Evangelio ... 55

IV. La liturgia horizontal: cómo identificar y abolir la verticalización de poder. ... 56

Referencia ... 60

Respuesta: Liturgia, inculturación y poder (Damaris De Jesús-Carrasquillo) 61

I. Conceptos básicos ... 62

II. Propuestas ... 66

Respuesta: Liturgia, inculturación y poder (Sandra Teresa Montes) 69 Para discusión ... 77

3RA CONFERENCIA: 06 DE OCTUBRE 2020 ... 78

“La inculturación de la liturgia: ideas prácticas” (David Limo) .... 79

La inculturación de la liturgia: ideas prácticas (Juan M. C. Oliver) 82

Las acciones de la eucaristía ... 83

(8)

Las acciones ... 84

Acciones de La Palabra de Dios ... 84

Acciones de la Santa Comunión ... 87

Referencia ... 92

Respuesta: La liturgia como vivencia del Pueblo (Angel Rivera) ... 93

Referencia ... 101

Respuesta (Yannel Valdivia Melo) ... 102

Urgencia del Proceso continuo de inculturación ... 103

Un culto vivo y actualizado ... 104

Aplicando el método hermenéutico... 106

Una alternativa idiomática para la inculturación ... 106

Antecedente histórico cubano de la inculturación de la liturgia teniendo en cuenta la traducción. ... 107

Conclusiones ... 107

Referencias ... 108

Para discusión ... 109

4A CONFERENCIA: 22 DE OCTUBRE 2020 ... 110

“Liturgia inculturación e inclusión (David Limo) ... 111

Liturgia, inculturación e inclusión (Luiz C. T. Coelho) ... 115

I. Los cambios culturales en Latinoamérica y entre los pueblos de la diáspora latina ... 116

II. La revolución bautismal en la Teología Litúrgica ... 119

III. La renovación de la Alianza Bautismal – compromiso de inclusión en la Iglesia ... 121

IV. Retos y propuestas litúrgicas hacia una plena inclusión de todas las personas ... 122

Referencias ... 124

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Respuesta: La liturgia sin carambadas (Yuriria Rodriguez) ... 125 Referencia ... 131 Respuesta: Liturgia, inculturación e inclusión (Arthur Cavalcante) . 132 Referencias ... 143 Para discusión ... 144

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RECONOCIMIENTO

“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria”

(Juan 1.14).

Esta colección de contribuciones a la discusión sobre los desafíos de la encarnación de la Liturgia fue organizada por el Dr. Luiz Coelho (Guardián del LOC de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil) y el Dr. Juan M.C. Oliver (Guardian del LOC de la Igle- sia Episcopal de los Estados Unidos de América), auspiciada por el Obispo Julio C. Martin de la Diócesis Anglicana del Sureste de México y del Rev. Canónigo Anthony Guillén, Misionero y Director de la Oficina de Ministerios Latino Hispanos de la Iglesia Episcopal.

La encarnación es una realidad muy apreciada por la espiri- tualidad y las teologías anglicanas. Dios nos llama a seguir a Jesús en este camino de diálogo y aprendizaje mutuo siendo la Iglesia de Dios en este mundo de Dios. La Comunión Anglicana, una familia de varias iglesias de todo el mundo, quiere abrazar este debate y

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continuar en el camino de conversacione para “tener los mismos sentimientos que Cristo” (Fil 2:5) y actuar como él.

Este producto de compilación y publicación de esta jornada que tuvo lugar en el 2020 ha sido posible gracias a la colaboración y el acompañamiento del Departamento de Relaciones Globales de la Iglesia Episcopal de EE.UU., La Sociedad Unida en alianza en el Evangelio y el Departamento de Educación Teológica para la Comu- nión Anglicana. Con alegría les damos las gracias y seguimos juntos en la misión.

Dr Luiz Coelho Dr Juan M.C. Oliver

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PRESENTACIÓN

En el otoño de 2020, la Oficina de Ministerios Latinos/Hispa- nos de la Iglesia Episcopal, en la persona del Rev. Canónigo Anthony Guillén con el Obispo del Sureste de México de la Iglesia Anglicana en México, el Reverendísimo Julio Cesar Martín, patrocinaron una serie de conferencias sobre el tema de la Inculturación de la liturgia angli- cana en las congregaciones de habla hispana y portuguesa. Éstas fue- ron muy bien recibidas por su seriedad y relevancia, con un promedio de 175 participantes por seminario webinars de toda América.

Nos complace publicar las cuatro conferencias en este modesto libro electrónico, con el fin de conservarlas y ponerlas a disposición de toda la Comunión Anglicana. El libro contiene las charlas de los cuatro ponentes principales, con dos respuestas cada una de los panelistas invitados, y un resumen de las preguntas y respuestas dadas. También incluye preguntas y temas para seguir conversando.

Las conferencias, con sus ponentes y reactores, son:

La liturgia y las culturas latinoamericanas, a cargo del Rev.

Dr. Juan M.C. Oliver, Guardián del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal. Panelistas: Dr. Orlando Espín Profesor Emérito de

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Teología de la Universidad de San Diego, EE.UU. y el Rev. Dr. Júlio Cézar Adam Profesor de la Escuela Superior de Teologíade Brasil.

Liturgia, inculturación y poder, por el Dr. Luiz Coelho, Guar- dián del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil. Panelistas: Dra. Sandra Montes (Decana del Union Theo- logical Seminary, Nueva York, y Dra. Damaris de Jesús (Profesora de Psicología de la Universidad de Puerto Rico).

La Encarnación de la Liturgia, por el Rev. Dr. Juan M.C. Oliver.

Panelistas: el Rev. Yannel Valdivia de la Diócesis de Cuba y el Rev.

Angel Rivera de la Diócesis de Puerto Rico.

Liturgia, inculturación e inclusión, por el Rev. Dr. Luiz Coelho.

Panelistas: Yuri Rodríguez, seminarista de la Escuela de Teología de la Universidad del Sur, Sewanee, TN, y el Rev. Arthur Cavalcante de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil.

Es nuestra esperanza que este recurso obtenga la máxima distribución, provoque preocupaciones, conversaciones y decisio- nes que equipen a nuestras iglesias anglicanas alrededor del mundo para encarnar toda su vida en las culturas que las rodean.

Luiz Coelho y John M.C. Oliver Pascua 2021

Guardianes del Libro de Oración Común de la Iglesia Angli- cana de Brasil La Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil y la Iglesia Episcopal

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INTRODUCCIÓN

La presente edición es una recopilación de una serie de confe- rencias que surgieron a raíz de que, como nuevo obispo diocesano, convoqué un coloquio sobre la inculturación de la liturgia anglicana en América Latina. Dejando de lado mis preferencias personales y gustos litúrgicos, asumí mi deber como sucesor de los apóstoles de velar porque el Evangelio y la vida en el Dios Trino tengan en la liturgia un verdadero cauce y vehículo de expresión encarnado en el lenguaje, la mentalidad y la cultura de los pueblos a los que Dios nos envía a servir; superando así la tendencia natural que tienen las minorías religiosas a reafirmarse ante la mayoría mediante un apego absurdo, irracional y sentimental a fórmulas que no responden a la realidad que nos rodea.

Creemos que esta edición que presentamos es un valioso aporte de nuestras/os teólogas/os latinoamericanos a la reflexión bíblica y teológica de nuestras comunidades cristianas, ayudándolas a profundizar en la imagen cercana del Dios de nuestro pueblo.

Debemos buscar ser una comunidad de fe, de profetas y pro- fetisas que denuncian las injusticias, de verdaderos adoradores y adoradoras a los que Dios llama a ser –en Cristo por el Espíritu

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Santo– su presencia en el mundo, a ser esa Iglesia de Dios. Pro- feta, Dios liberador, Dios perdonador, Dios renovador: ¡ese Dios Salvador! “

Su servidor en Cristo

Reverendísimo o Ilustrísimo Julio C. Martín Obispo de la Diócesis Anglicana del Sureste – Iglesia Anglicana de México

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1ra Conferencia:

08 de septiembre 2020

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“LA LITURGIA Y LAS CULTURAS LATINOAMERICANAS”

David Limo1

Para la fe cristiana, la encarnación del Hijo de Dios nos invita a ensanchar el horizonte para ver que Jesús, presente en su Iglesia, abraza a todas las culturas, pueblos y lenguas y nos abre a humani- zar y divinizar nuestra aldea global. La Iglesia en su liturgia (aunque no solo en ella) tiene una tarea importante que consiste en mani- festar que el Señor está presente en nuestra historia, en nuestras

1 Reverendo Canónigo David Limo. Misionero de la Diócesis Sureste de México.

Iglesia Anglicana de México. Moderador del Foro Interreligioso por los DDHH en América Latina – URI. Ex Global Trustee para la cooperación interreligiosa y ecuménica en la Cultura de Paz, Justicia y Derechos ecológicos a nivel latino- américa por la United Religions Initiative (www. uri.org). Activista en Derechos Humanos a nivel latinoamérica y miembro del Board de International Network of Religious Leaders living with or personally affected by HIV and AIDS (INERELA Américas+ - www.inerela.org). Moderador del movimiento latinoamericano

“Anglicnxs por la Igualdad” (@anglicanosxlaigualdadALyC).

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vidas, en nuestras culturas latinoamericanas. La cuestión entonces consiste, resalta con claridad el Dr. Juan Oliver: ¿Quién hace teolo- gía y desde dónde? Quien es este pueblo que reflexiona sobre su fe?

Precisamente por esta razón el proyecto de inculturación no puede ser un ejercicio “desde afuera”. La inculturación de la iglesia anglicana en Guatemala no puede ser la inculturación de la iglesia americana en Guatemala, sino de la Iglesia anglicana en sus iden- tidades y carismas. Y puesto que no hay liturgia cristiana que no venga ya inculturada una inculturación tiene que ser interculturada, pues ocurre en un encuentro de reciprocidad, sinergia y respeto entre los valores del evangelio y cada cultura. Por ejemplo, la litur- gia que hemos heredado, inculturada originalmente en la cultura mediterránea del s. IV y re-inculurada en Inglaterra en el siglo XVI, ha de ser de-construida, es decir, desarmando lo que hemos here- dado, y volviendo a sus aspectos esenciales originales que el pue- blo mismo, judío y grecorromano, expreso según su cultura. Esto porque es el pueblo que es el sujeto y actor principal en la liturgia, la cual no es ni “el espectáculo de cura” ni tampoco algo solo con- templado por teólogos.

También debemos reconocer que estamos culturalmente amarrados a una visión de la iglesia machista, jerárquica y colonial.

Por eso, ¡cuán importante es devolverle la voz litúrgica al pueblo que celebra! Es importantísimo, pues, entender la liturgia en su contexto original del primer siglo pero esto es solo un punto de partida para entonces poder encontrar en cada cultura nuestra, formas análogas de llevarla a cabo, encarnándola en ellas. En este análisis, Orlando Espin indica que debemos tener sumo cuidado en el ejercicio litúrgico de las relaciones de poder. Porque el rol de los clérigos, teólogos y demás consiste ser animadores y recursos de

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explicaciones, aprendiendo y desarrollando teología en la medida que el pueblo pregunta sobre eso.

Aunque las semillas de la Palabra se encuentran ya en las cul- turas, Juan Oliver señala que nuestras comunidades han sufrido de una nuestra tendencia a sospechar de la cultura como si esta fuera totalmente viciada y hasta aberrante, pero no es así, el mismo Jesús se valió de esquemas culturales anteriores y de su tiempo (como los baños rituales de Israel, las comidas compartidas de la cultura grecorromana y otros), dándoles un sentido nuevo, huma- nizante y liberador. Julio Adam nos comparte que aunque es cierto que la cultura, así como la vida y los cuerpos contienen semi- llas de la Palabra de Dios, también contienen aspectos “caídos”:

individualismo, hedonismo y consumismo. Por eso necesitamos brindarle recursos al pueblo para que sepa diferenciar. Por tanto inculturar la liturgia con el pueblo es un reto de qué, cómo y con quien hacerlo, para ser una iglesia auténtica, fiel a la tradición y fiel a la cultura.

Es fundamental, plantea Juan Oliver, aclarar que lo “angli- cano” en la liturgia no es solo la práctica de tal o cual rito, sino la interpretación o sentido de esa praxis litúrgica desde la convivencia cultural y percepción religiosa del pueblo que la celebra, en diá- logo con la tradición teológica litúrgica anglicana. Al respecto, Orlando Espín resalta que en realidad hay quienes nos interesa ser latino, – cristianos latino. Para esto tenemos que entender que los muros que separan a las diferentes denominaciones y eclesialida- des son invenciones del imperio. Por eso, Juan Oliver, Julio Adam y Orlando Espin nos desafían: Preguntémosles a las abuelas de nues- tras comunidades como ven la espiritualidad parroquial. Pregunté- mosle al pueblo que está delante de nosotros como rezan, como

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se expresan, que vocabulario usan, etc. No es posible inculturar la liturgia prescindiendo de la religiosidad popular. ¿Por ejemplo, la veneración a la Virgen en América Latina, no surge quizás del anhelo popular por un Dios mas femenino y maternal, casi exac- tamente lo opuesto del Dios machista patriarcal que expresamos muchos clérigos?

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LITURGIA ANGLICANA Y CULTURAS LATINOAMERICANAS

Juan M.C. Oliver2

Muchísimas gracias a todos por su interés y entusiasmo por la liturgia de las Iglesias anglicanas. Especialmente agradezco al Obispo Martín del SE de México y a Cónego Anthony Guillen de la Oficina de Ministerios Latinos de la Iglesia Episcopal su entusiasmo y apoyo a estas conferencias.

2 El Reverendo Juan M. C. Oliver es doctor en Filosofía y Letras, y Guardián del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal. Antes de su jubilación en 2008, fue director del Programa Latino de Teología y Ministerio Pastoral en el Semina- rio General de Nueva York, y profesor adjunto de Liturgia en el mismo. Obtuvo una Maestría en Divinidad en la Church Divinity School of the Pacific, Berkeley, CA, y un Doctorado en Estudios Litúrgicos en la Graduate School of Theology y la Escuela de Teología de Berkeley, CA, con su disertación, The Book Of Com- mon Prayer. Ha publicado extensamente sobre la liturgia, el ministerio latino y la plena inclusión de las personas LGBTQ en la Iglesia Episcopal. Es miembro de la Consulta Internacional de Liturgia Anglicana. Actualmente reside en Santa Fe,

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Es un gran placer tratar este tema con ustedes, en parte porque el tema me ha interesado toda mi vida académica pero también porque creo que urge que las Iglesia anglicanas en Latinoamérica y acá en Estados Unidos hablemos seriamente sobre esto. Como veremos, hace ya 32 años que la conferencia de Lambeth nos mandó a encarnar la liturgia!3 Quisiera abordar este tema en tres momentos relacionados: Primero, la relación entre la Iglesia, su liturgia, y las culturas en que se encuentra; segundo, la liturgia como enjambre de acciones significativas, y tercero, la inculturación de la liturgia en la cultura que la rodea. Concluimos entonces con una mirada a la próxima conferencia.

I. IGLESIA Y LA CULTURA

Por la Iglesia, entendemos, no sólo la institución y su aparato jerárquico sino la asamblea (ekklesia) entera de personas bautizadas en la muerte y resurrección de Cristo. Por ende, la Iglesia nunca es un concepto abstracto, sino la comunidad de personas concretas incorporadas a Cristo por el bautismo. Por cultura entendemos todo el campo de costumbres, usos, significados, comportamientos, pro- ducción material y de conocimientos, formas de expresión, etc., propias de una comunidad, pueblo, nación o etnia.

En su popular libro, Cristo y Cultura (Niebuhr, 1951, pp. 190- 229) H. Richard Niebuhr sugirió que la relación entre iglesia y cul- tura debe ser transformativa: La Iglesia existe para transformar, a través de la buena noticia de Dios en Jesús, a la cultura en que se encuentra. Como cristianos ni hemos de separarnos totalmente de la cultura ni identificarnos con ella, pues “estamos en el mundo pero

3 Lambeth Conference 1998.

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no somos del mundo”. (Cf. Jn 17:22-26). Esta transformación ocurre a través de la proclamación en hechos –y palabras si fuera necesa- rio– de la buena noticia de la cercanía del Reino de Dios, es decir, el evangelio.4 Para lograr esto tenemos que encarnarnos en la cultura, porque sería bastante duro decirle, “tenemos un gran mensaje pero para oírlo, primero tienen que aprender nuestro lenguaje.”

Esta encarnación de la vida de la Iglesia sigue siendo nece- saria aun en culturas ya supuestamente cristianizadas como es el contexto latino. Como escribe Aylward Shorter (1988):

La cultura… está siempre en desarrollo y por tanto ha de haber un diálogo continuo entre la fe y la cultura. La encarnación de la Iglesia tiene relevancia aun en los países de Europa y Nortea- mérica, cristianizados en un tiempo y ahora descristianizados.

(pp. 11-12).

Los latinos también fuimos cristianizados pero no por eso dejamos de necesitar transformación.

De hecho, las formas en que nuestros pueblos expresan su religión surgen precisamente del encuentro de la religiosidad popu- lar española medieval en el siglo XVI con tradiciones indígenas y afroamericanas, y más recientemente, con tradiciones protestantes y evangélicas provenientes del norte. Por siglos este sincretismo religioso popular ha sido causado e impulsado no solo por la esca- sez de clero sino también por nuestra tendencia como clero a igno- rar a los miembros del Cuerpo de Cristo y su religiosidad en nombre de un supuesto “anglicanismo internacional” que como vamos a ver, no existe.

4 Mc 1:24-15: “Ha llegado la hora: El Reino de Dios está cerca; cambien de corazón

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La base teológica para esta encarnación de la Iglesia (y no solo la liturgia) es la encarnación de la Palabra. Tal como la Pala- bra tomó carne en Jesús, la Iglesia, su Cuerpo resucitado, ha de encarnarse en la cultura local. Sin embargo, la encarnación sola, sin más, puede llevarnos a asumir que la creación no tiene ningún valor sin la intervención de Dios, reforzando la idea (poco anglicana, por cierto) de que la creación sufre de una depravación total a causa de la caída. Pero de hecho la Palabra, (“por quien fueron hechas todas las cosas”)5 está presente, ya, en las criaturas de Dios.6 Esta presencia íntima de la Palabra en las culturas tiene algo positivo que aportar en relación con el evangelio; no son solo un recipiente pasivo ni un mero medio de transmisión. Escribe Shorter (1988),

El Cristo que tomó carne humana es la Palabra en quien fueron creadas todas las cosas. … se encuentra en el corazón de toda cultura humana, y responsable de todo lo bueno que se encuen- tra en ellas, haciéndolas medios de salvación (p. 78).

Pero la Iglesia no se encarna en las culturas solo para celebrar- las. Se encarna también para retarlas a ser todo lo que Dios las llama a ser, dejando atrás sus aspectos deshumanizantes. Esta es nuestra dimensión profética y contestataria. Por esto Shorter (1988) señala:

La liberación de los pobres y oprimidos es la condición funda- mental para una encarnación auténtica de la vida de la iglesia. Si no es así, el diálogo no es con el verdadero evangelio de Cristo (p. 248).

5 Jn 1:3.

6 Orígenes de Alejandría propuso que toda la creación contiene “semillas de la Palabra”. Cf. Shorter, pp. p. 75-79.

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Las culturas, y no solo los individuos, tienen también que morir al pecado y resucitar a novedad de vida, igual que fue gracias al paso de Jesús por la muerte a nueva vida que su espíritu se hizo presente a todas las culturas. Por tanto, la Iglesia, si es el cuerpo de Cristo, ha de repetir en sí misma el patrón de su despojo –su Kenosis, vaciándose de sí misma en la obra de liberación o salvación del mundo. Esto es porque la Pascua de Jesús significa no sólo su propia muerte y resurrección, sino que como elemento central de nuestra identidad y misión implica también la muerte y resurrección de la Iglesia misma, si va a ser congruente con el evangelio de Cristo.

Para resumir: La comunidad de la Iglesia, ni ha de separarse de las culturas ni ha de identificarse totalmente con ellas, sino que debe transformarlas a la luz del evangelio, no solo celebrándolas, sino retándolas a dejar atrás sus aspectos deshumanizantes. Asi repite la Kenosis de Jesús, por la liberación/salvación del mundo, vaciándose de sí misma.

A la luz de esta relación transformadora entre Iglesia y cul- turas podemos ahora indagar: ¿Qué papel juega la liturgia en todo esto? Para contestar, tenemos primero que explorar que es la liturgia como evento de comunicación entre Dios y nosotros, entre noso- tros mutuamente, y entre nosotros y el mundo.

II. EL ENJAMBRE DE SIGNOS

La liturgia es un enjambre o sistema de signos. En su aspecto humano, nuestro culto es un ejemplo de ritualización. Los antropó- logos tienen mucho que enseñarnos sobre la costumbre humana de crear y celebrar ritos. Desde el partido de fútbol hasta la cena familiar los domingos en casa de la abuela, hasta graduaciones,

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cumpleaños, etc., los seres humanos separamos un tiempo y lugar para hacer algo significativo para nosotros de una manera más o menos estructurada. Estos eventos, pequeños o grandes, tienen un patrón en común: Llevan una estructura, normas, (“así se hace”), generalmente se repiten, y nos identifican como miembros de algo más amplio, –un equipo, una red de amigos, familia, vecindario o comunidad.

Como evento ritual, pues, la liturgia es una acción significativa en un lugar y un tiempo designados, repetida y estructurada, con nor- mas, que nos identifica como miembros de la Iglesia y ciudadanos del Reino. De hecho es la liturgia misma –a través del bautismo– lo que nos constituye como miembros de la Iglesia.

Pero hay más. En el 1973 el antropólogo Clifford Geertz publicó su libro, La Interpretación de las culturas (2008) en el cual mostró que los ritos religiosos no solo transmiten ideas, sino que forman en nosotros una cosmovisión y un ethos. Una cosmovisión es nuestro sentido (intelectual y afectivo) de como es el mundo. Un ethos es el sentido de como debemos comportarnos en ese mundo.

La liturgia nos presenta la visión cristiana del mundo y nos forma para vivir como cristianos en él. En nuestro caso, la ritualización de “como vivir” es una re-presentación de la vida con Dios aquí, cuando llegue su Reino. La presentamos como si hubiera llegado ya, aunque no ha llegado todavía. Es como un ensayo, prenda, depó- sito, o pronto pago, del Reino. Es a la luz de este ensayo del Reino que podemos notar cuando erramos. Por esto la liturgia también toma en cuenta nuestros fracasos en vivir esta vida ideal del Reino y los integra a través de purificaciones, perdón, renovaciones y clausuras.

El catecismo enseña, citando (mal) a Sto. Tomas de Aquino, que los sacramentos son “signos externos y visibles de (Aquino dijo,

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“efectúan”) una gracia interior y espiritual”.7 Estos signos no son solo objetos –son personas y acciones que significan, y así confieren significado a los objetos en uso. Además, la liturgia no es solo un medio o envase para comunicar teología, sino que también origina la teología, como señaló Prospero de Aquitania en el s. IV al insistir

“que la norma de oración establezca la norma de la fe.” 8

Santo Tomás, al escribir que los signos sacramentales efec- túan en el alma lo que significan, añadió, “lo efectúan significándolo.”

Ahora bien. Un signo que no significan no está funcionando como signo. Y por tanto, no puede efectuar la gracia de Dios. Por tanto es esencial que la liturgia signifique, pues si no significa, no efectúa. Pero

¿significarle a quien? Porque los signos siempre significan a alguien –no se encuentran en el aire.9 Esa “alguien” es siempre alguien con- creta, específica, formada por tal cultura, con su sentido y “sabor” de la vida, pues no existe, en todo el planeta, ni una sola persona que no sea parte de una cultura.

Es por esto que nuestro ensayo litúrgico de la vida del Reino, si va a significar algo a congregaciones latinas tiene que encarnarse en sus culturas, –no solo usando el lenguaje vernáculo, sino en todas las expresiones de la cultura: su música, arquitectura, movimientos, gestos, sentido de fiesta, de lo sagrado, de adoración, de humor, de luto, de desesperación, de lamento, de esperanza. En fin, su visión de la vida en el Reino.

Pero si para ensayar el Reino tenemos que pretender que somos anglosajones, la liturgia funciona como la ritualización del

7 LOC, p.750, conforme el uso de la Iglesia Episcopal (TEC), 1989.

8 Prospero de Aquitania, “...ut legem credendi lex statuat supplicandi.” Patrologia Latina, 51, p. 10.

9 La expresión “significar para alguien”viene de Ronald Grimes. Ritual Criticism.

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colonialismo, y siendo rito, nos forma en una cosmovisión colonial en la cual “el Norte” es siempre algo mejor, más digno y cerca de Dios. No tengo que mencionar las desastrosas consecuencias de esta farsa.

En fin, la liturgia como enjambre de signos nos forma con una cosmovisión y ethos participando (todos, no solo el clero) en un ensayo del Reino como imaginamos que será cuando llegue aquí.

Este ensayo, para poder significar a participantes latinas y latinos, tiene que estar elaborado con y según los elementos de la cultura, –no solo el lenguaje, sino todos los aspectos de la cul- tura– su sentido y sabor de la vida. Pretender ser anglosajones para poder vivir con Dios en su Reino forma en nosotros un colonialismo interiorizado.

Este proceso de encarnar la vida de la Iglesia y su liturgia tiene nombre: Inculturación. Y me pregunto: ¿Será capaz la liturgia anglicana de inculturarse en nuestras culturas latinas? La pregunta es sumamente importante pues si la liturgia anglicana tiene que ser anglosajona en todas partes, entonces no es católica en el sentido de universal, sino una expresión nacional, étnica y provincial del cris- tianismo, adecuada solo para culturas anglosajonas.

III. LA INCULTURACIÓN DE LA LITURGIA.

En el año 1978, el Superior de los Jesuitas, Pedro Arrupe escribió en una carta a la toda Compañía de Jesús sobre el tema de lo que él nombró “inculturación” describiéndola como,

[...] la encarnación de la vida y mensaje cristianos en un área cul- tural concreta de tal manera que esa experiencia no llegue solo a expresarse con los elementos propios de la cultura en cuestión, ...sino que se convierta en el principio inspirador, normativo, y

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vivificador que transforme y re-cree esa cultura originando así una nueva creación. (ARRUPE, 1978, pp. 229-255).

Thomas Cranmer y los demás reformadores anglicanos del siglo XVI habían tratado de hacer algo por el estilo: inculturar la liturgia romana en la cultura inglesa. Pero desde entonces los angli- canos hemos evitado concienzudamente hacer semejante cosa, –hasta hace solo treinta y dos años, cuando en el 1988 la conferencia glo- bal de obispos anglicanos en Lambeth (1988) declaró:

Esta conferencia urge a la Iglesia en todas partes a trabajar para expresar el evangelio inmutable de Cristo en las palabras, accio- nes, nombres, costumbres y liturgias que genuinamente comu- niquen en cada sociedad. Y añade, [...] cada provincia debe ser libre, sujeta a las normas anglicanas de la liturgia, a buscar la expresión litúrgica apropiada para el pueblo cristiano en su con- texto cultural (#s 22 y 47).

El año siguiente la Consulta Litúrgica Internacional Anglicana, concluyó que

“En cada provincia y diócesis los anglicanos deben examinar su [...] apego a formas de adoración que no son requeridas ni por el evangelio, ni por la cultura local, sino quizás por… un supuesto

“anglicanismo” general, pues la cultura afecta toda expresión del evangelio y lo que se conoce como “anglicanismo general”

–si se puede identificar– creció en una cultura occidental espe- cífica. (Declaración de York, 1989).10

10 Declaración de York (1989) de la Consulta Litúrgica Internacional Anglicana.

Accedida en http://anglicancommunion.org/media/120963/ialc-review.pdf el

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A la luz de estos pronunciamientos anglicanos creo que no solo tenemos permiso sino mandato para inculturar la liturgia.

CONCLUSIÓN

Hemos visto que la Iglesia, sin separarse de las culturas ni identificarse totalmente con ellas, ha de transformarlas a la luz del evangelio, celebrándolas, pero también retándolas a dejar atrás sus aspectos deshumanizantes. Así repite, vaciándose de sí misma, la Kenosis de Jesús, por la liberación/salvación del mundo. El sistema de signos que es la liturgia de la Iglesia nos forma con una cosmovi- sión y ethos, al participar en un ensayo del Reino. Este ensayo, para tener sentido y significado –y así efectuar la gracia de Dios en parti- cipantes latinas y latinos, tiene que estar elaborado con y según los elementos de la cultura, y su sentido de la vida. Aún más, pretender ser anglosajones para poder vivir con Dios forma en nosotros un colonialismo interiorizado que nos hace menospreciarnos a noso- tros mismos y nuestras culturas en relación a un Norte casi infalible.

¿Como entonces podemos inculturar la liturgia en nues- tras culturas latinas? ¿Qué herramientas tenemos para llevarlo a cabo? ¿Qué procesos, qué criterios para evaluar? ¿Qué obstáculos encontramos al intentar esto? A estas preguntas me dirigiré en mi próxima conferencia. Mientras tanto, uno de los principales obstá- culos presentes, –la relación entre liturgia y poder– es el tema de la próxima conferencia presentada por mi colega, el Dr. Luiz Coelho, Guardián del LOC de Brasil. Muchas gracias.

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REFERENCIAS

SHORTER, Aylward. Towards a Theology of Inculturation. NY: Orbis, 1988.

GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Editorial GEDISA, 2008.

CONFERENCIA DE LAMBETH, 1988.

DECLARACIÓN DE YORK DE LA CONSULTA LITÚRGICA INTERNACIO- NAL ANGLICANA, 1989. Accedida en http://anglicancommunion.org/me- dia/120963/ialc-review.pdf el 08/11/20.

NIEBUHR, H. Richard. Christ and Culture. New York: Harper & Row, 1951.

ARRUPE, Pedro S.J., Carta y Documento de trabajo sobre la Inculturación.

(14-V-78). Acta Societatis Jesu, XVIII, 1978.

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Respuesta

Orlando Espín11

Estoy completamente de acuerdo con el P. Oliver en cuanto a la necesidad indispensable de expresar la liturgia en y a través de las culturas latinoamericanas y las de las comunida- des latinas de EE.UU. Igualmente, estoy de acuerdo en cuanto a que todo cristianismo que pretenda ser “genérico” (es decir, culturalmente el mismo en todas partes) es imposible. Supo- ner la existencia de una tradición eclesial cristiana “genérica” e

“igual” en todo el mundo es un modo evidente de esconder el colonialismo eurocéntrico.

11 Dr. Orlando Espín es teólogo católico romano y es miembro de la facultad de la USD desde 1991. Es profesor de teología sistemática en el Departa- mento de Teología y Estudios Religiosos. Espín se ha desempeñado dos veces como presidente de la Academia de Teólogos Hispanos Católicos de los Estados Unidos (de la cual fue uno de los fundadores), y también ha servido en las juntas directivas de la Sociedad Teológica Católica de América y del Programa de Verano Hispano en Religión y Teología. Espín ha recibido un doctorado honorario (Unión Teológica Católica, Chicago) y una cátedra honoraria. En 2016 recibió el “Premio John Courtney Murray”

de la Sociedad Teológica Católica de América, el reconocimiento más alto y prestigioso de la teología. Espín fundó y fue el primer editor en jefe del Journal of Hispanic / Latino Theology. Es miembro de los consejos editoria- les de varias revistas estadounidenses, europeas y latinoamericanas. Espín participa activamente en la comunidad latina de San Diego, así como a nivel nacional en proyectos educativos y de investigación teológica latina.

Áreas de especialización: Teología latina y pensamiento teológico sobre cultura, tradición y Tradición, interculturalidad y catolicismo popular. Tam- bién participa en diálogos ecuménicos e interreligiosos entre latinos /as.

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Reafirmando lo anterior, creo también que el P. Oliver podría subrayar y explicitar más lo siguiente (que haría aún más fuerte su argumento): Toda interpretación, entendimiento y comprensión del Evangelio no solamente ocurre en contextos culturales sino que, además, ocurre gracias a esos mismos con- textos culturales. Es decir: si el Evangelio y la liturgia deben encarnarse (“inculturarse”) en cada contexto cultural en que se encuentren y además deben desafiar a las culturas en las que se inculturen, esto necesariamente significa que tanto lo que se entiende, interpreta y comprende por “Evangelio” y “liturgia”, así como también lo que se entiende, interpreta y comprende por “inculturación” y como “necesitando desafío”, son entendi- mientos, comprensiones e interpretaciones hechos todos posibles gracias a que los seres humanos y todas nuestras comunidades son culturales y no pueden dejar de serlo. Todo lo que enten- demos, interpretamos y comprendemos es creación cultural. De esto no hay escape posible.

Lo que implica que la inculturación podría convertirse en un proceso ingenuo y criticable si no presta atención a las cegueras y “anteojeras” culturales que cualquier proceso cultu- ral conlleva y asume, porque está ubicado en culturas humanas.

Nada humano es perfecto y todo es transitorio. La “incultu- ración del Evangelio” o la “inculturación de la liturgia” es un proceso cultural y, por eso mismo, no puede suponerse que se entiende, interpreta o comprende sin limitaciones y cegueras–

tanto las de quienes “traen” la inculturación como las de quie- nes la “incorporan” en sus respectivos contextos culturales.

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Me llamó la atención que esta ponencia, que tan elocuen- temente arguye a favor de la inculturación, no incluya ninguna referencia al pensamiento y contribuciones de autores latinoa- mericanos o latinos (de EE.UU.). ¿En el pensamiento teológico, antropológico o filosófico de quiénes es que se va a fundamentar la “inculturación” y las comprensiones de lo que es “cultura”, sus expresiones y componentes? Recomiendo la obra filosófica de Raúl Fornet-Betancourt quien ha sido hasta hace poco profe- sor de filosofía intercultural latinoamericana en la Universidad de Bremen, en Alemania. Hay otros autores (también latinoame- ricanos como Fornet-Betancourt) que pueden contribuir a esta discusión.

Desde hace unos años ha ido creciendo lo que hoy se denomina como “interculturalidad” (o “interculturización”), que va ultrapasando lo que conocemos como “inculturación”. El pensamiento intercultural ya ha comenzado a hacerse presente en teología. Y es muy importante que así sea, porque no hay fe, vida o liturgia que no esté ya inculturada. No hay evangeli- zación fuera de las culturas de quien evangeliza y de quien es evangelizado, ni hay programa de “inculturación” que no esté ya (previamente) inculturado. Por eso, lo que viene “ya inculturado”

no puede suponerse como “genérico”, “inocente”, etc.

El pensamiento intercultural en teología nos obliga a pre- guntar: ¿por qué y cómo lo que viene ya previamente inculturado (sea Evangelio, liturgia o tradición eclesial) consiguió “acceso” a las culturas donde dice que ahora necesita ser inculturado? Este

“acceso” es una realidad que hace necesario pensar y proceder interculturalmente, para evitar la colonización bajo apariencia

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de evangelización o de liturgia, porque la interculturalidad es un diálogo entre culturas, en el que nadie es anfitrión ni invitado, y donde todos son radicalmente iguales. El proceso intercultu- ral es un proceder en el que “lo que se discute” no lleva a un resultado predeterminado. Se trata de un diálogo en el que la discusión la llevan los dialogantes a donde ellos la lleven. En este proceso las propuestas y respuestas se “lanzan” y ofrecen desde sus inevitables perspectivas (contribuciones y cegueras) cultura- les. El diálogo intercultural (entre iguales) hará que intercultural y dialogantemente se encuentren (se “desvelen”) las herramien- tas, los fundamentos y los modos de “inter-culturizar” la litur- gia, el Evangelio y la tradición eclesial en cada contexto.

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Respuesta:

Liturgia e inculturación en América Latina:

una mirada desde la iglesia luterana en Brasil

Júlio Cézar Adam12

CONSIDERACIONES INICIALES

Considero de fundamental importancia discutir la incultu- ración litúrgica en el contexto de América Latina, porque tene- mos una riqueza de prácticas litúrgicas y una diversidad cultural muy diversa que no dialogan lo suficiente entre sí. Agradezco las excelentes reflexiones del Rev. Dr. Juan M.C. Oliver, que nos desafían a pensar adelante sobre este tema.

Me gustaría presentar algunos aspectos desde los que hablo de inculturación. El tema siempre me ha sido querido, ya que pertenezco a una iglesia de inmigración que ha heredado una cultura como parte de su tradición y también de su liturgia (ADAM, 2019). La Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en

12 Júlio Cézar Adam es doctor en Teología por la Universidad de Hamburgo (Alemania) y posdoctorado en Filosofía por la PUCRS y en Teología por la Universidad de Hamburgo (CAPES/Humboldt), es profesor asociado de Teología Práctica en Faculdades EST (São Leopoldo/RS). Investiga en el área de espiritualidad, religión vivida y medios de comunicación. Es funda- dor y coordinador de Beatitud: centro de espiritualidad, psicología y buen vivir. Correo electrónico: julio3@est.edu.br

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Brasil (IECLB) fue traída por inmigrantes alemanes a Brasil hace casi 200 años. La identidad étnica de estas personas encontró un gran espacio para la afirmación y expresión en la liturgia del culto comunitario. Así se creó una iglesia étnica (la iglesia de los alemanes), basada en una diversidad de tradiciones litúrgi- cas principalmente de Alemania, con liturgias trasplantadas de ese contexto al contexto brasileño. Como en una máquina del tiempo, celebramos liturgias que no existen en Alemania desde hace más de un siglo.

Por otro lado, esta liturgia trasplantada fue, en gran medida, una liturgia que resistió la cultura, las prácticas religio- sas, el clima, las costumbres en el contexto brasileño. Durante al menos 50 años se ha hablado mucho de la necesidad de que la iglesia se vuelva brasileña, algo que todavía es muy difícil. La inculturación de la liturgia en el contexto y en la cultura brasi- leña es parte de esta dificultad.

Curiosamente, este parece ser el caso de muchas iglesias históricas en el contexto latinoamericano, como muy bien descri- bió Juan Oliver. Sabemos que los grupos de inmigrantes tienden a mantener más acentuadas sus tradiciones de origen cuando se encuentran fuera de su lugar de origen. Aun así, con relación a la liturgia parece haber algo más detrás de este fenómeno, algo que también señala Oliver: La liturgia ha sido utilizada en nues- tro contexto como una forma de colonización y mantenimiento de un determinado poder (BOSI, 1982, pp. 11-26; CARVALHAES, 2015). A diferencia de lo que sucede con las iglesias étnicas en el hemisferio norte, en América Latina cargamos con la idea de que la liturgia más sagrada, más dogmática, más evangélica (más

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luterana), más correcta y más hermosa es aquella que resuena con la cultura del norte.

Sobre el tema de la inculturación, en concreto, la Fede- ración Luterana Mundial fomenta la reflexión sobre el tema. A finales de la década de 1980, las iglesias luteranas de América Latina formularon la Declaración de Caracas sobre la liturgia (FLM, 1989), con claras indicaciones de la necesidad de la incul- turación/contextualización de la liturgia. En los años 90, los estudios coordinados por Anita Staufer sobre Culto y Cultura (STAUFFER, 1994, 1996, 1998, 2000) dieron un fuerte impulso a la discusión del tema. Los paradigmas de inculturación pre- sentes en estos estudios hablaban de los aspectos transcultura- les, contextuales, contraculturales e interculturales, como una forma de pensar sobre una inculturación litúrgica eficaz.

De especial importancia fue la contribución del filipino, católico Anscar Chupungco (2000). Chupungco (2000) propone dos métodos de inculturación: asimilación creativa y equivalencia dinámica. A través de la asimilación creativa, elementos de la cul- tura local como ritos, símbolos e instituciones son reinterpreta- dos y resignificados en los contenidos, elementos y formas de culto, permitiendo así que el ordo litúrgico sea mejor entendido y experimentado por la comunidad celebrante. La equivalencia dinámica hace el movimiento contrario. Comienza con lo que existe en la liturgia cristiana para ver cómo la cultura podría desarrollarla. La equivalencia es una especie de traducción, que reemplaza elementos del ordo litúrgico con algo que tiene el mismo significado o valor en la cultura de la gente (CHUPUN- GCO, 2000. pp. 53-68).

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Aun así, los resultados prácticos en la vida litúrgica de las comunidades de la IECLB son todavía pequeños. Nuestros espacios litúrgicos reproducen templos y estructuras del norte, nuestro calendario litúrgico se adapta según las estaciones cli- máticas del norte, nuestras canciones, ritmos e instrumentos están en armonía con el norte; nuestro comportamiento litúr- gico es racional, sobrio, tranquilo, muy diferente al comporta- miento cotidiano de la cultura brasileña en general.

Louis Marcelo Illenseer (2019), investigó en su maestría sobre la inculturación de la liturgia, considerando principalmente la importancia de la música inculturada. Es interesante notar en esta investigación que gran parte de la producción musical incul- turada tiene más adherencia en las asambleas generales de la FLM y CMI, o en los cancioneros de las iglesias del norte (proyecto World Music), que, en la vida litúrgica de las comunidades locales, a las iglesias a que pertenecen los compositores.

Creo que otro impulso importante para la inculturación de la liturgia tuvo lugar en el ámbito de la Teología de la Liberación -TdL- (BUYST, 2008). Desde la TdL hubo una amplia discusión sobre la propia cultura y su rol político en el contexto. La gente se dio cuenta del impacto negativo de la “cultura del otro”, de la cultura del Norte, como cultura hegemónica y su poder de dominio sobre las culturas indígenas, africanas, populares en el continente. No basta con inculturar, era necesario preguntarse cómo inculturar, qué inculturar, para qué y para quién inculturar:

¿para qué y para quién sirve o no la liturgia inculturada? ¿Qué función política tiene la inculturación de la liturgia? ¿Qué está en juego: ¿adaptar un rito exterior a una cultura como forma de

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dominarlo mejor o inculturar la liturgia para dar voz y tiempo a las culturas locales, permitiendo que el Evangelio se encarne de hecho en la cultura? En el ámbito protestante, recuerdo aquí la importancia de la reflexión crítica del anglicano Jaci Maraschin (2010) y el presbiteriano Rubem Alves (1985).

Realizadas estas consideraciones iniciales, quisiera plan- tear tres aspectos finales que resuenan y problematizan estos temas, a la vez dialogando con las cuestiones planteadas por el Rev. Juan Oliver.

1. LA LITURGIA ES SIEMPRE EL RESULTADO DE UN PROCESO DE INCULTURACIÓN

No hay Palabra de Dios fuera de la cultura. No hay evange- lio desencarnado. La liturgia es, por tanto, siempre el resultado de un proceso de inculturación, como diría el monje católico Marcelo Barros (1992).

Es común hablar de inculturar la Revelación de Dios o de inculturar la Eucaristía, como si la revelación existiera en sí misma, externamente y luego, en un segundo acto, se incul- tura. Pero esto es irreal. La Revelación de nuestro Dios ya se ha producido como Verbo humano hecho en una cultura determinada y condicionada a ese tiempo y lugar (BARROS, 1992, p. 113).

La liturgia cristiana es desde siempre el resultado de un proceso dinámico de inculturación de las tradiciones judías y las culturas circundantes. No existe una cultura “pura”, “bíblica” y no-cultural. Por ejemplo, el bautismo de Juan nace de los ritos

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de purificación esenios. La Eucaristía de los ritos de sacrificio de los pueblos vecinos de Israel, de las prácticas de comidas judías y comidas domésticas. La liturgia de la palabra fue inculturada desde la sinagoga, etc.

Estos elementos litúrgicos inculturados constituirán las liturgias cristianas de los tres primeros siglos y, por su constan- cia litúrgica y teológica, dieron el carácter transcultural de los procesos de inculturación a lo largo de los más de dos mil años de la Iglesia. Sin embargo, lo que ocurre con el tiempo, a medida que se consolida el ordo litúrgico básico, el ordo mismo se con- vierte en algo cultural y, en cierto modo, absoluto, que olvida su origen en los procesos de inculturación. Por eso, refuerzo lo que Oliver nos señala: “El principio encarnacional del Evangelio debe ser tomado en cuenta en los procesos de inculturación litúrgica en América Latina.”

2. ¿POR QUÉ INCULTURAR LA LITURGIA EN LA CULTURA EN AMÉRICA LATINA?

La Palabra Universal habla solo dialecto. Inculturar la litur- gia es la única forma eficaz de comunicar el Evangelio, porque no hay Evangelio fuera de la cultura, fuera de los lenguajes e idiomas humanos, fuera del conjunto de tradiciones, símbolos, costumbres, ritmos, colores, sabores, el enjambre de acciones significativas que tan bien señala Oliver, en el segundo punto de su presentación. El Evangelio es un acontecimiento que se lleva a cabo mientras se encarna. Así como no hay fe sin cuerpo, no hay culto sin cultura. Al hacerlo, el Evangelio no solo es

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comunicado, él es comprendido/vivido y no solo comprendido/

vivido, sino que el Evangelio transforma la vida de las personas, las comunidades y las sociedades.

Comunicar el Evangelio desde nuestras culturas es tam- bién una forma de dignificar y respetar las formas de vivir, relacionarse, celebrar y ser. La vida digna, incluso con sus debi- lidades, es algo que corresponde a la esencia misma del Evan- gelio. Generalmente en América Latina, las culturas, tradiciones y costumbres locales, especialmente de los grupos vulnerables (indígenas, africanos, mujeres, jóvenes ...) fueron y son subes- timadas y encubiertas (Boaventura de Souza Santos). Fueron y son culturas que, en la mentalidad colonial de muchos, nece- sitan ser superadas, “cristianizadas”, blanqueadas, norteadas, racionalizadas, controladas.

Maraschin, refiriéndose a las liturgias de las iglesias his- tóricas, dice que “nuestras liturgias, en general, son apolíneas porque todavía se basan en la forma logocéntrica de comunica- ción y se dejan regir por reglas, códigos e ideas” (MARASCHIN, 2010, p. 25). Según él, estamos estancados con nuestros libros de liturgia, himnarios y tradiciones; nuestras liturgias son fuer- temente clericales; nuestra predicación es moralista y tiende al fundamentalismo; y nuestras liturgias siguen siendo masculinas (Ibid., p. 28).

3. ¿QUÉ CULTURA INCULTURAR?

Desde el Evangelio de Jesucristo, como criterio, se puede inculturar toda la cultura y todo en la cultura. A veces, se tiende

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a inculturar lo exótico o ciertas tradiciones y costumbres más folclóricas, sin percatarse de las tendencias contemporáneas, culturas urbanas, culturas jóvenes, cultura pop, incluso mediá- ticas. Como dice Oliver, la cultura cambia constantemente. Por tanto, reflexionar sobre la inculturación de la liturgia significa leer y comprender atentamente la cultura misma.

En este proceso, el objetivo primordial no es la cultura, sino la comunicación del Evangelio. Creo que el objetivo de la inculturación debe ser celebrar un culto con rostro local, un culto que tenga rostro del pueblo y que, al mismo tiempo, ayude a este pueblo a verse como parte de la encarnación del Evangelio, es decir, pienso en un culto en el que las personas y las comunidades, en sus diferentes matrices culturales locales y regionales, puedan reconocer los elementos transculturales, contextuales y contraculturales del culto cristiano, y así libe- rarse de las estructuras de dominio social, de género, dominio académico, cultural y económico.

En este movimiento no hay una mera inversión de ele- mentos étnicos y culturales, sino una inculturación que tenga sentido para los propios pueblos y comunidades. Ciertamente, corporeidad, movimiento, ritmo y agitación, belleza y ligereza (MARASCHIN), matrices culturales-religiosas indígenas, africanas y populares (BARROS; BUYST), luchas por la igualdad de género, diversidad juvenil, fiestas y tradiciones populares como el carna- val en Brasil, el sincretismo y la transgresión de las fronteras reli- giosas (BOBSIN, 2000, 2016) deben estar presentes de manera crítica y afirmativa en este proceso. Además, la inculturación debe tomarse en serio el tema sociopolítico involucrado en la

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cultura (BUYST, BARROS, ADAM) y el tema ambiental. Como dice Juan Oliver “la Iglesia no se encarna en las culturas solo para celebrarlas. Se encarna también para retarlas a ser todo lo que Dios las llama a ser”.

REFERENCIAS

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PARA DISCUSIÓN

1. Si la Iglesia y su liturgia han de encarnarse en la cultura en que Ud se encuentra, cuáles aspectos buenos de la misma puede apoyar y celebrar mejor?

2. La liturgia ha de transformar la cultura en que Ud se en- cuentra, retándola a dejar atrás sus aspectos deshumani- zantes. ¿Cuáles aspectos de su cultura podría enfrentar mucho mejor la liturgia de su congregación?

3. Como Cuerpo de Cristo, la comunidad que es la Iglesia debe imitar a Jesús, vaciándose de sí misma para servir al mundo circundante. Que aspectos de la liturgia de su con- gregación deberíamos dejar atrás, deshaciéndonos de ellos para servir mejor?

4. Nuestra participación en la liturgia forma en nosotros una cosmovisión y ethos, según vamos ensayando, la vida en el Reino de Dios como nos lo imaginamos que será cuan- do llegue. (No vamos al Reino; vendrá a nosotros: “Venga a nosotros tu Reino”). ¿Cómo será su vecindario cuando llegue el Reino de Dios? Haga una lista de ejemplos con- cretos. Cómo puede su liturgia expresar mejor estos aspec- tos? Sea especifico.

5. ¿Cuáles aspectos de su liturgia al presente niegan o se opo- nen a esta visión de como será el Reino? ¿Cómo se pueden ajustar, cambiar, redimir, o rechazar para expresar mejor el Reino?

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2da Conferencia:

22 de setiembre 2020

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“LITURGIA, INCULTURACIÓN Y PODER”

David Limo13

Si el paradigma de la opción preferencial de Dios por las per- sonas oprimidas continúa y la teología decolonial nos invita a ver- las, y trabajar con ellas, cuyas culturas siempre fueron aisladas y rechazadas, podemos estar seguros de que nos encaminamos hacia la construcción de un cristianismo latino, ecuménico y plural

¿En qué consiste la descolonización en esta realidad mestiza si parte de lo que somos viene de estos pueblos que nos domina- ron y siguen haciéndolo? Hay una democracia racial, donde todos somos mestizos, señala Luiz Coelho, pero la realidad histórica es que lo “más blanco” era lo mejor. Entonces si somos mestizos debe- mos valorar la parte afro o indígena de nuestro origen como algunos valoran su origen europeo. No solo no debo ser racista sino antirra- cista. Eso significa en la liturgia dar la voz a las experiencias, a la música, a la cultura, a los símbolos afro o indígenas. Me encantarían

13 Canónigo Misionero de la Diócesis Anglicana del Sureste de México

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por ejemplo en el contexto donde las lenguas originarias todavía son habladas por el pueblo incluir en nuestras liturgias las respues- tas del evangelio, una aclamación una bendición para que podamos aprender a orar con ellos y desde ellas.

El colonialismo es tan terrible que aparte del genocidio de nuestros pueblos nos quitaron el conocimiento de nuestros ances- tros y sus saberes. Si la liturgia pretende ser auténtica, no podemos improvisar poniendo elementos latinos sin invitar a la gente latina para que sea protagonista, creadora, creativa de la autenticidad de esa liturgia y de su propia liturgia. Porque lo que ocurre usualmente es sólo la folklorización de la liturgia en adornar y poner cosas de otras culturas sin significado cultural. Por esta razón, Damaris de Jesús, señala que es sumamente importante en liturgia el diferenciar el “ser la voz de los marginados” y asumir el desafío de devolverle la voz a ellos mismos.

¿Cómo sacar elementos de verticalización en los textos de la liturgia y también de los espacios litúrgicos? Damaris de Jesús señala que no podemos negar que el poder está en manos de quie- nes tienen los puestos oficiales (Obispos, Obispas y clérigos) quie- nes deben reconocer que no tienen que monopolizar ese poder y que no se deben sentir amenazados con respecto a otros líderes de la iglesia. Porque si seguimos con los modelos coloniales donde todo el tiempo quienes lo determinan todo son los clérigos no somos consecuentes con nuestro modelo anglicano de ser iglesia, donde se supone que el laicado al igual que los clérigos es esencial en el gobierno y la misión de la iglesia por un mismo bautizo.

No hay duda de que la experiencia del patriarcado en la litur- gia y en los espacios litúrgicos es alarmante. Luiz Coelho nos señala que los espacios litúrgicos en particular están llenos de elementos

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de poder. El trono del Obispo o de la Obispa, el altar, la altura de la plataforma, incluso nuestra manera de participar de los ritos es todavía una manera de absolución. Entonces si recibimos la comu- nión en la boca y de rodillas ¿Qué queremos decir? Que quién da la comunión es más importante que yo y no que la comunión es el hecho evangélico más importante del sacramento. Y esto se observa claramente en América Latina y en comunidades hispanas en USA.

Entonces necesitamos repensar cómo nuestro espacio se organiza.

¿Por qué el altar está tan lejos del pueblo? ¿Será posible cambiar la posición de las sillas o bancas? ¿Por qué necesitamos celebrar una misa con veinte personas y un montón de ministros laicos con albas? ¿Qué de nuestra sencillez y nuestra cercanía al pueblo?

Puede que algunos de ustedes consideren que estas son pregun- tas demasiado simples, aunque son costumbres medievales, pero son tan esenciales que la debemos afrontar, dialogar y resolver. Por eso necesitamos que en nuestras comisiones litúrgicas tanto sino- dal como parroquial estén involucradas personas de multi-orígenes étnicas, generacionales, de género y culturas que nos interroguen sobre estos aspectos.

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LITURGIA, INCULTURACIÓN Y PODER

Luiz C. T. Coelho14

Buenas tardes. Siempre que hablamos de inculturación, pienso que es necesario entender lo que queremos inculturar. Eso es importante porque, en Latinoamérica, y en las culturas latinas en general, hay mucho que NO, no queremos que permanezca. Tene- mos una herencia colonial que proporcionó perjuicios, desigualdad étnico-racial, sexismo y sobretodo una inmensa disparidad de poder, que está involucrada en todos los problemas ya mencionados.

Así que, si realmente queremos una inculturación que sea buena, adaptada a la manera de ser de nuestras gentes y que pro- duzca una liturgia verdaderamente latina y verdaderamente basada en el Evangelio, es necesario examinar con mucho cuidado las raí- ces de esa disparidad de poder. O sea, descolonizar la cultura que

14 El Rev. Dr. Luiz Carlos Teixeira Coelho Filho es un sacerdote anglicano y urba- nista. Es el actual Guardián del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil, miembro de la Junta Directiva de la Consulta Anglicana Internacional sobre Liturgia y de la Societas Liturgica. Ha publicado libros y

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queremos inculturar en la liturgia, para que tengamos efectivamente un reflejo de lo mejor que nuestros pueblos han ofrecido en loor y alabanza a Dios.

Y por eso, esta ponencia empieza justamente con una discu- sión sobre la Teología Decolonial y su consecuencia hoy. Es nece- sario revisitar nuestra historia y el poder de la Iglesia a través de los siglos, para que podamos ver los elementos de clericalismo, machismo, sexismo y perjuicio que están tan arraigados en nuestras culturas y contaminan la vida de la Iglesia (incluso la Iglesia Episco- pal). Así que quisiera tratar de ese tema en dos aspectos: primero, identificar lo que es la Teología Decolonial, qué busca hacer y cómo dialoga con su prima más conocida – la Teología de la Liberación;

segundo: cuáles son las consecuencias del pasado colonial ibérico y neocolonial estadounidense en nuestras culturas, en nuestras igle- sias y en nuestra liturgia. Al fín, propongo entonces la necesidad no solamente de horizontalizar el poder en la vida de la Iglesia, pero también en su liturgia.

I. TEORÍA DECOLONIAL LATINOAMERICANA: UNA NECESIDAD EN UN MUNDO GLOBALIZADO

Antes de llegar a la Teología Decolonial, es necesario refe- renciar el pensamiento decolonial que empezó sobretodo con el sociólogo peruano Aníbal Quijano, y de sus discípulos y discípulas del Grupo M/C/D (Modernidad-Colonialidad-Decolonialidad) que se desarrolló a partir de los años 90. Para él, no era posible tratar de modernidad sin colonialidad, ya que la colonización europea en las Américas, y después en Africa y Asia, impuso una manera singular y única de leer y comprender el mundo (QUIJANO, 2014, p. 27).

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En Latinoamérica no es diferente. Aunque seamos personas dichas libres y nuestros países sean independientes, el paradigma colonial ibérico todavía somete la manera de organización de nues- tros pueblos. Es decir que la epistemología que nos dirige es aún la misma de los tiempos coloniales. La matriz de nuestras instituciones (la Iglesia también) es sobre todo europea, colonial ibérica, o neoco- lonial anglo-estadounidense. Y por eso es tan difícil para nuestros gobiernos y sociedades criticar realidades dolorosas, como el hecho de que muchísimas regiones de Latinoamérica dónde la mayoría de la población es blanca (como el Cono Sur, pero también regiones de otros países) lo son porque hubo un genocidio de los pueblos originarios que allí vivían, o porque la democracia racial en países multiétnicos como Brasil, Venezuela o Colombia nunca existió.; o por que toda la mitología de los grandes imperios pre-colombinos que es utilizada como símbolo nacional en muchos países andinos y mesoamericanos no encuentra respaldo en la realidad de los des- cendientes de los primeros habitantes de esas tierras.

La independencia de los países latinoamericanos no cambió la estructura de poder político, económico y eclesial que había en ellos, y así uno(a) normalmente es bien exitoso(a) entre pueblos latinos cuando no solamente pasa por blanco(a) pero actúa cómo blanco(a). Es necesario parecer europeo, comportarse como euro- peo, vestirse como europeo y hacer parte de la cultura globalizada occidental (de origen europea). Esa herencia colonial es tan fuerte que es replicada también entre personas latinas en la diáspora nor- teamericana. Y es por eso dice Quijano que no es posible trabajar la cuestión de la modernidad sin mencionar las cuestiones raciales (QUIJANO, 2005, p. 70). Pero hay más: no solamente el colonialismo nos dejó huérfanos(as) de las múltiples culturas que hay al nuestro

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rededor, también nos impuso divisiones sociales profundas, cla- sismo y sistemas corruptos que benefician a las élites. Para el Grupo M/C/D, es necesario entonces revisar lo más central del colonia- lismo: su epistemología. Si cambiamos la manera de pensar, ense- ñar y actuar, respetando e incluyendo a las diferentes culturas del mosaico latinoamericano, será posible entonces descolonizar esas estructuras de poder. Y, por eso, la Teología de la Liberación, y la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire se suman a esta discusión.

II. ¿UNA CULTURA TODAVÍA COLONIAL? LA VERTICALIZACIÓN DEL PODER EN LAS IGLESIAS LATINOAMERICANAS HOY

La Teología de la Liberación (TdlL) fue, y sigue siendo, una de las principales lenguas vernáculas a través de las cuales se ha desa- rrollado el discurso teológico en Latinoamérica. Es una corriente autóctona de esa región del mundo y es ecuménica por excelencia.

En términos generales, propone una forma más horizontal de ser Iglesia, en sintonía con el testimonio de la Iglesia Primitiva. Afirma la opción preferencial de Dios por las personas pobres (GUTIERREZ, 1975, p. 23) basada en textos bíblicos15 que enfatizan la justicia de Dios hacia quienes históricamente sufrieron exclusiones. Esto no significa que el amor de Dios sea exclusivo, al contrario, Dios ama tanto a la humanidad que es el deseo de Dios traer igualdad. El Reino de Dios, para los teólogos(as) de la Liberación, se convierte en un objetivo a perseguir en esta vida, a través de acciones profé- ticas que movilizan a la gente cristiana a organizarse y luchar por un cambio positivo que acerque este mundo a la voluntad de Dios.

También es una teología de la esperanza (ALVES, 1969, p. 19). Como

15 Por ejemplo: Éxodo 22:20-26, Job 34:20-28, Isaías 58:5-7, y Lucas 4:16-21.

Referencias

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