La comprensión que tiene la Iglesia Adventista del Séptimo Día sobre la autoridad de Elena de White
(1) Artículo de La Revista Adventista, mayo 1983, p. 3 (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana).
Inspiración y autoridad de los escritos de Elena G. de White
En respuestas a diferentes pedidos, una comisión especial de la Asociación General preparó una declaración acerca de la relación de los escritos de Elena G. de White con la Biblia. Esta declaración se publicó el 15 de julio de 1982 en la Adventist Review y en el número de agosto de Ministry, con una invitación a los lectores a responder a esta declaración. Las sugerencias de los lectores y de diversos grupos han conducido a la versión que presentamos y, aunque no es un voto de junta, creemos que la participación mundial en su desarrollo reflejará los puntos de vista de la iglesia con respecto al tema.- Instituto de Investigaciones Bíblicas.
En la declaración de Creencias Fundamentales votadas por la Asociación General de los Adventista del Séptimo Día en Dallas, en abril de 1980, el preámbulo dice:
“Los adventistas del séptimo día aceptan la Biblia como su único credo y sostiene que ciertas creencias fundamentales constituyen las enseñanzas de las Sagradas Escrituras”. El primer párrafo refleja la comprensión que la iglesia tiene de la inspiración y la autoridad de las Escrituras, y el párrafo 17 refleja la comprensión de la iglesia acerca de la inspiración y la autoridad de los escritos de Elena G. de White en relación con las Escrituras. Estos párrafos registran lo siguiente:
1. Las Sagradas Escrituras
Las Sagradas Escrituras, el Antiguo y Nuevo Testamentos, constituyen la palabra de Dios escrita, dada por inspiración divina por medio de santos hombres de Dios que hablaron y escribieron impulsados por el Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra, Dios ha comunicado al hombre el conocimiento necesario para la salvación. Las Sagradas Escrituras son la
infalible revelación de su voluntad. Son la norma de carácter, la prueba de la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro digno de confianza de los actos de Dios realizados en el curso de la historia. (2 Ped. 1:20, 21; 2 Tim. 3: 16, 17; Sal. 119: 105; Prov.
30: 5, 6; Isa. 8: 20; Juan 10: 35; 17: 17; 1 Tes. 2: 13; Heb. 4: 12.) 17. El don de profecía
Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una de las características de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como
mensajera del Señor, sus escritos son una permanente fuente de verdad y proveen consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia. También establece con claridad que la Biblia es la norma por la cual deben ser evaluadas todas las enseñanzas y toda experiencia. (Joel 2:
28, 29; Hech. 2: 14 – 21; Apoc. 12: 17; 19: 10.)
Las afirmaciones y negaciones siguientes se refieren a los problemas que se han levantado acerca de la inspiración y la autoridad de los escritos de Elena G. de White en su relación con la Biblia. Estas clasificaciones deben ser tomadas como un todo. Son un intento de expresar la comprensión actual de los adventistas del séptimo día. No debe tomarse como sustitutos de las dos declaraciones citadas ni como parte de ellas.
Afirmaciones
1. Creemos que las Escrituras son la Palabra de Dios divinamente revelada inspirada por el Espíritu Santo.
2. Creemos que el canon de las Escrituras está compuesto solamente por los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos.
3. Creemos que la Escritura es el fundamento de la fe y la autoridad final en todo asunto de doctrina y práctica.
4. Creemos que la Escritura es la palabra de Dios en lenguaje humano.
5. Creemos que la Escritura enseña que el don de profecía se manifestará en la iglesia cristiana después de los tiempos del Nuevo Testamento.
6. Creemos que el ministerio y los escritos de Elena G. de White fueron una manifestación del don de profecía.
7. Creemos que Elena G. de White fue inspirada por el Espíritu Santo y que sus escritos, producto de esa inspiración, tienen aplicación y autoridad especialmente para los adventistas del séptimo día.
8. Creemos que el propósito de los escritos de Elena G. de White incluye la asistencia para entender las enseñanzas de las Escrituras y aplicarlas, con urgencia profética, a la vida espiritual y moral.
9. Creemos que la aceptación del don profético de Elena G. de White es importante para el nutrimento y la unidad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
10. Creemos que el uso que Elena G. de White hizo de las fuentes literarias y de sus ayudantes tiene paralelo en algunos de los escritores de la Biblia.
Negaciones
1. No creemos que la calidad o grado de inspiración de los escritos de Elena G. de White es diferente del que encontramos en las Escrituras.
2. No creemos que los escritos de Elena G. de White son una adición al canon de las Sagradas Escrituras.
3. No creemos que los escritos de Elena G. de White actúan como fundamento y autoridad final para la fe cristiana como lo hacen las Escrituras
4. No creemos que los escritos de Elena G. de White puedan ser usados como base para establecer doctrinas.
5. No creemos que el estudio de los escritos de Elena G. de White deben reemplazar al estudio de las Sagradas Escrituras.
6. No creemos que las Escrituras puede comprenderse sólo por medio de los escritos de Elena G. de White.
7. No creemos que los escritos de Elena G. de White agotan el significado de las Escrituras.
8. No creemos que los escritos de Elena G. de White son esenciales para la proclamación de las verdades de las Escrituras a la sociedad en general.
9. No creemos que los escritos de Elena G. de White son el producto de la mera piedad cristiana.
10. No creemos que el uso de las fuentes literarias y de los ayudantes que tuvo Elena G. de White niegan la inspiración de sus escritos.
Concluimos, por lo tanto, que una correcta comprensión de la inspiración y la autoridad de los escritos de Elena G. de White evitará dos extremos: 1) considerar que estos escritos están en un nivel canónico idéntico con las Escrituras o, 2) considerarlos como literatura cristiana corriente.
(2) El don de profecía
[Extracto de Creencias de los Adventistas del Séptimo Día: Una exposición bíblica de las 27 doctrinas fundamentales (Boise, Idazo: Publicaciones Interamericanas, 1988), pp. 262-265.
reeditado.]
El espíritu de profecía y la Biblia. Los escritos de Elena de White no constituyen un sustituto de la Escritura. No pueden ser colocados en el mismo nivel. Las Sagradas Escrituras están colocadas en un nivel que les pertenece sólo a ellas, la única regla por la cual sus escritos —y todos los demás deben ser juzgados—, y a la cual deben hallarse sujetos.
1. La Biblia es la regla suprema. Los adventistas del séptimo día apoyan plenamente el principio de la Reforma, conocido como sola scriptura, según el cual la Biblia es su propio intérprete, y la Biblia sola es la base de todas las doctrinas. Los fundadores de la iglesia no recibieron las doctrinas a través de las visiones de Elena G. de White, sino que desarrollaron sus creencias fundamentales a partir de su estudio de la Biblia. El papel más importante que desempeñó Elena G. de White durante el desarrollo de las posiciones doctrinales de los pioneros, fue guiarlos en la comprensión de la Biblia y confirmar las conclusiones a las cuales ellos llegaban en su estudio de la Palabra de Dios.1
La misma Sra. White creía y enseñaba que la Biblia es la norma suprema de la iglesia. En su primer libro, publicado en 1851, decía: “Recomiendo al amable lector la Palabra de Dios como regla de fe y práctica. Por esa Palabra hemos de ser juzgados”.2 Nunca modificó esta opinión. Muchos años más tarde, escribió: “En su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible de su voluntad. Constituyen la regla del carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia
religiosa”.3 En el año 1909, durante su último discurso ante una sesión general de la iglesia, abrió la Biblia, la levantó ante la congregación, y dijo: “Hermanos y hermanas, os
recomiendo este Libro”.4
En respuesta a los creyentes que consideraban que sus escritos constituían una añadidura a la Biblia, escribió, diciendo: “Tomé la preciosa Biblia, y la rodeé con los varios Testimonios para la iglesia, dados para el pueblo de Dios… No estáis familiarizados con las Escrituras. Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios. Es porque habéis descuidado el familiarizaros con el Libro inspirado de Dios por lo que él ha tratado de
alcanzaros mediante testimonios sencillos y directos, llamando vuestra atención a las palabras de la inspiración que habéis descuidado de obedecer, e invitándoos a amoldar vuestra vida de acuerdo con sus enseñanzas puras y elevadas”.5
2. Conducen a la Biblia. Elena de White consideraba que su obra consistía en llevar al pueblo de vuelta a la Biblia. “Poco caso se le hace a la Biblia”, declaró, y por lo tanto “el Señor ha provisto una luz menor para guiar a los hombres y mujeres a la luz mayor”.6 “La Palabra de Dios basta para iluminar la mente más obscurecida —dijo—, y puede ser
entendida por los que tienen deseos de comprenderla. Pero no obstante todo eso, algunos que profesan estudiar la Palabra de Dios se encuentran en oposición directa a sus más claras enseñanzas. Entonces, para dejar a hombres y mujeres sin excusa, Dios da testimonios claros y señalados, a fin de hacerlos volver a la Palabra que no han seguido”.7
3. Conducen a la comprensión de la Biblia. Elena G. de White consideraba que sus obras eran una guía para la comprensión más clara de la Biblia. “No son sacadas a relucir verdades adicionales; sino que Dios ha simplificado por medio de los Testimonios las grandes verdades ya dadas, y en la forma de su elección, las ha presentado a la gente, para despertar e
impresionar su mente con ellas, a fin de que todos queden sin excusa…. Los testimonios escritos no son dados para proporcionar nueva luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas”.8
4. Conduce a la aplicación de los principios bíblicos. Gran parte de sus escritos están
dedicados a la aplicación de los consejos bíblicos a la vida diaria. Elena de White declaró que le “fue ordenado que presentara principios generales, al hablar y escribir, y al mismo tiempo especificara los peligros, errores y pecados de algunas personas, para que todos pudiesen ser amonestados, reprendidos y aconsejados”.9 Cristo le prometió a su iglesia esta conducción profética. Elena de White hace notar: “La circunstancia de haber revelado Dios su voluntad a los hombres por su Palabra, no anuló la necesidad que tienen ellos de la continua presencia y dirección del Espíritu Santo. Por el contrario, el Salvador prometió que el Espíritu facilitaría a sus siervos la inteligencia de la Palabra; que iluminaría y daría aplicación a sus
enseñanzas”.10
Un desafío para el creyente. La profecía del Apocalipsis, según la cual el “testimonio de Jesús” se manifestaría por medio del “espíritu de profecía” en los últimos días de la historia del mundo, constituye un desafío a cada uno de no adoptar una actitud de indiferencia o incredulidad, sino obedecer el mandato que dice: “Examinadlo todo; retened lo bueno”. Hay mucho que ganar o que perder, dependiendo de si llevamos a cabo o no esta investigación bíblicamente requerida. Josafat dijo: “Creed en Jehová vuestro Dios y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Crón. 20:20). Estas palabras son tan verdaderas hoy como cuando fueron pronunciadas.
Referencias
1 Jemison. A Prophet Among You [Un profeta entre vosotros] (Mountain View, California:
Pacific Press, 1955), págs. 208-210; Froom, Movement of Destiny [Movimiento del destino]
(Washington, D. C.: Review and Herald, 1937), pág. 30.
2 White, Primeros escritos, pág. 78.
3 White, El conflicto de los siglos, pág. 9.
4 William A. Spicer, The Spirit of Prophecy in the Advent Movement [El espíritu de profecía en el movimiento adventista], (Washington, D. C.: Review and Herald, 1937), pág. 30.
5 White, Joyas de los testimonios, tomo 2, pág. 280.
6 White, Mensajes selectos, tomo 3, pág. 32; El colportor evangélico, pág. 174
7 White, Joyas de los testimonios, tomo 2, pág. 279.
8 Id., págs. 280, 281.
9 Id., págs. 276.
10 White, El conflicto de los siglos, pág. 9.