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La voz de la comunidad en la producción audiovisual de las Correponsalías Cubanas

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Academic year: 2020

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(2) Pensamiento:. “El mundo no es. El mundo está siendo. Para mí, como subjetividad curiosa, inteligente, que interfiere en la objetividad con la que dialécticamente me relaciono, mi papel en el mundo no es sólo de quien constata lo que ocurre sino también el de quien interviene como sujeto de lo que ocurrirá. No soy sólo un objeto de la historia, sino, igualmente, su sujeto” Paulo Freire.

(3) Dedicatoria A mi Cuquita preferida desde pequeña, mi abuela, la mejor bendición que recibí de la vida. A mi Guajiro natural, mi abuelo, por enseñarme en cada gesto lecciones de humildad. A Ato, mi bisabuelo, por el apoyo incondicional y por confiar en mí. Y a la memoria de Sergio, por el cariño paterno que siempre me regaló..

(4) Agradecimientos: A mi profesora y amiga Pituca, quien motivó la realización de este proyecto, por el cariño y el apoyo incondicional A mis abuelos, por todos los sacrificios que desgataron aún más sus manos frágiles. A mi mamá y mi hermana por los consejos prácticos y el optimismo que sembraron en mí. A mi tía y mi tío, de quienes heredé la voluntad. ¡A ustedes también dedico esta investigación! A Carmencita y Annia, mi familia más cercana, sin su apoyo no hubiera podido escribir ni una cuartilla. A Zuzel, por ser mí sostén ante las desavenencias de cinco años. A mis amigas, casi hermanas: María Victoria y Yanet, por guiarme con tanta sabiduría. A Ilén, por socorrerme en la capital, a Ailyn, Dayneris e Isaías, Adarys, Mayli y Marian por el aliento. A Magalys Chaviano, por adoptarme como una hija, y por las revisiones con “lectura crítica”. A Panchitin por los viajes a La Habana, la ayuda tecnológica y el ánimo. A Lurdita, por no permitirme desistir. A Sabdiel, por hacer realidad la presentación que deseaba. A Darían y Malú, por el apoyo constante. A Cristina y su familia, por las impresiones. A Fernando, Amalia y Mayín, por estimularme desde el principio. A mi papá, por no creer en el periodismo y sin saberlo, impulsarme a luchar por lo que deseo a pesar de las dificultades. A Mónica, en quien confío plenamente, por la ayuda desmedida; a Linnet, por explicarme tan amablemente sus sugerencias; a Neiky y Rafael, por sus revisiones, sin su exigencia, que antes me hizo llorar, hoy no estaría tan satisfecha; a Mercedes, porque el primer día de clases me hizo comprender que la pasión por el periodismo es infinita; a Lombana, por conjugarse entre educador y amigo; a Marcelo Portal, por los consejos metodológicos; y a Ana Iris, ¿qué decana es más amorosa y preocupada que ella?, yo sé que no existe….A todos mis profesores, ¡gracias! A los profesores de la Facultad de Comunicación de La Habana: Hilda por construir este proyecto, Abel Samohano y Lisette Hernández por las recomendaciones. A todos los entrevistados que con tanta gentileza impulsaron este empeño. ¡Sus palabras revelo con gran satisfacción! A Rebeca Hernández y todo el equipo del Comité Central, por aquella mañana de sábado tan provechosa.

(5) Resumen Esta investigación tiene como eje temático: el reflejo de la comunidad en la producción audiovisual de las corresponsalías municipales de televisión. En el plano teórico delimitamos conceptos medulares para condicionar una realización televisiva comunitaria, como son las acepciones de los términos: “comunidad” y “participación”, y referenciamos el desarrollo de la televisión cubana para contextualizar el objeto de estudio. Desde una perspectiva cualitativa y a través del método de la teoría fundamentada, contrastamos los datos obtenidos a través de entrevistas a expertos, especialistas, realizadores de televisión y fuentes institucionales del país, con los basamentos teóricos. A partir de criterios empíricos sistematizados, y el método teórico como vía de acercamiento al pensamiento abstracto expresado en conceptos, juicios y definiciones, formulamos seis presupuestos conceptuales para que la programación de las corresponsalías de televisión en Cuba refleje lo comunitario: la participación comunitaria, que presupone ser objeto y sujeto del proyecto televisivo; la tecnología apropiada, cuya relación costo-beneficio sea razonable y cuyo manejo esté al alcance de técnicos de la comunidad. El aprovechamiento de las potencialidades de las instituciones comunitarias (docentes, investigativas, culturales), para lograr, no de manera vertical, sino en estrecha cooperación y horizontalidad una convergencia; la exposición de contenidos locales e identitarios, con el fin de propiciar sentido de pertenencia. La concepción de la televisión como arte, a través de un discurso audiovisual estéticamente previsto que exponga lo local desde una arista universal; y conducir a una emancipación humana, expresando las necesidades, problemáticas, logros, historia e idiosincrasia, desde una visión de y para la comunidad, y fomentando en la sociedad valores democráticos. Los presupuestos que proponemos se aproximan, con diferentes intereses y motivaciones, a los cinco principios que Alfonso Gumucio enuncia como indispensables para caracterizar una televisora comunitaria. Como conclusión más importante consideramos que la televisión en las comunidades cubanas puede convertirse en una herramienta comunicativa, para estimular el involucramiento de nuevos actores sociales, y en una estrategia de transformación social que legitime las manifestaciones autóctonas de cada territorio..

(6) Índice INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………...1 CAPÍTULO I: Marco Teórico………………………………………………………............5 La comunidad en la construcción de la imagen televisiva 1.1 Comunicar en televisión…………………………………………………………...5 1.2 Lo comunitario en el audiovisual………………………………………………….8 1.3 Participar: tomar parte en la producción televisiva………………………………12 1.4 Apuntes de una TV Comunitaria…………………………………………….... ..16 CAPÍTULO II: Marco Referencial…………………………………………………………22 Del Cabaret Montmartre a los micros espacios televisivos 2.1 Devenir de la televisión cubana hasta las corresponsalías municipales………….22 2.2 TV Serrana: el eco de una comunidad…………………………………………….27 CAPÍTULO III: Consideraciones metodológicas……………………………………….....29 CAPÍTULO IV: Análisis de los resultados………………………………………………. ..33 4.1 Participación sustantiva: una herramienta en la realización audiovisual………...34 4.2 Expresiones de la comunidad en el diseño de la imagen televisiva………….........43 4.3 La participación y el reflejo de lo comunitario en la concepción televisiva de las corresponsalías municipales……………………………………………….. 52 CONSLUSIONES……………………………………………………………………………..58 RECOMENDACIONES…………………………………………………………………........60 BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………………61 ANEXOS……………………………………………………………………………………….67.

(7) Introducción El arte de la pequeña pantalla vislumbra en nuestro continente una perspectiva comunitaria. Algunas transmisiones televisivas reflejan el eco de la comunidad en el mundo exterior, de los espacios locales, allí en los que se desarrolla la cotidianidad, donde comienza la construcción del sueño de lograr una sociedad cada vez mejor. Los proyectos audiovisuales, que en estos medios comunitarios se realizan a partir del involucramiento de nuevos actores, tienen un peso importante en el triunfo o en el fracaso de los proyectos sociales y políticos que se quieran impulsar, Participar no es dar un voto, hacer click para responder una pregunta del espectáculo en el sitio web de uno de los grandes canales de televisión comercial, no es el sondeo de las opiniones (sondeocracias), ni la pregunta aislada y sin contexto que se le formula a cualquier transeúnte desprevenido en la calle. Participación ciudadana es la posibilidad de debatir en la esfera pública y pasar de las discusiones y construcciones de consenso a las acciones. Las diversas experiencias latinoamericanas que perfilan su trabajo desde la comunicación popular, comunitaria, y desde una configuración participativa, pueden ser contextualizadas en nuestra nación para condicionar una televisión más representativa. No hay por qué voltear el rostro a un movimiento que en esencia puede ser formador, cultural y fundamentalmente político. En Cuba, como expresión de una generalidad internacional, los estudios comunitarios están vinculados con el tema de la identidad local, el sentido y modo de asumir la vida en las comunidades y en evaluar la representación de las diversas expresiones y manifestaciones. Definir cómo un canal televisivo puede reflejar la comunidad, implica además, valorar determinadas condiciones: objetivos de trabajo, preparación de los realizadores, localización, alcance; implica ahondar, esencialmente, el tema de la participación ciudadana. No todo lo que muestra la televisión nacional es el reflejo de la realidad que se vive en cada una de las localidades. Los intereses informativos no expresan necesariamente el quehacer de las diferentes comunidades a lo largo del país. Actualmente, la consolidación de la televisión cubana está marcada por la creación de setenta corresponsalías municipales. Sin embargo, estos medios no consolidan aún una metodología para su funcionamiento. La televisión, a través de estos espacios, puede convertirse en una herramienta comunicativa, en un vehículo que propicie el análisis de las fuentes de los malestares cotidianos, que canalice la creatividad, la participación; rescatar la memoria histórica de los territorios y convertirse en uno de los elementos desde el punto de vista cultural más importante.. 1.

(8) A partir del tema: la televisión en la comunidad, nos hemos trazado el siguiente problema de investigación, con un objetivo general y dos específicos: ¿Cuáles son los presupuestos conceptuales para que la programación de las corresponsalías de televisión en Cuba refleje lo comunitario? Objetivo general: ™ Determinar los presupuestos conceptuales para que la programación de las corresponsalías de televisión en Cuba refleje lo comunitario. Objetivos específicos 1- Sistematizar el criterio de expertos, especialistas, realizadores y fuentes institucionales cubanas sobre cómo la programación de las corresponsalías de televisión en el país puede reflejar lo comunitario. 2- Determinar. los puntos de convergencia y desacuerdos de los expertos,. especialistas, realizadores y fuentes institucionales cubanas con la teoría existente sobre el reflejo de lo comunitario en la televisión. Para consolidar nuestro estudio iniciamos una revisión bibliográfica-documental encaminada a interpretar las acepciones relacionadas con los términos de “comunidad”, “participación” y la TV Comunitaria en el mundo; así como, las prácticas de este movimiento. En Cuba las referencias teóricas son escasas, aunque resulta ineludible mencionar la labor del Centro de Estudios Comunitarios de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV) y del Centro Memorial Dr. Martin Luther King. La Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana desde hace unos años mantiene una línea investigativa relacionada con el tema de la televisión local en el país. Tesis de Licenciaturas como: De nacional a local… y viceversa (Legañoa y Cabrera, 2007), El proceso de producción de documentales en la Televisión Serrana (Arias y Achang, 2007) y la Tesis de Maestría, Estudio sobre el desarrollo de la televisión de cobertura local en Cuba. Televisión municipal (Herrera, 2008); también fueron referentes indispensables. No obstante, ninguna aborda específicamente acerca del trabajo que se está gestando en las corresponsalías de televisión del país, ni expone una propuesta para su programación. Nuestra investigación quedó conformada capitularmente del siguiente modo: 2.

(9) - El Capítulo I, La comunidad en la construcción de la imagen televisiva, versa sobre cómo la televisión puede reflejar lo comunitario a partir de las delimitaciones del término “comunidad” y cómo gestar un proyecto participativo desde la pantalla chica. Este recorrido propicia un esclarecimiento antes de delimitar las concepciones teóricas de una “TV Comunitaria”. - El Capítulo II, Del Cabaret Montmartre a los micros espacios televisivos, ahonda sobre la consolidación de la televisión cubana, desde su surgimiento hasta la conformación de las corresponsalías; y resume el quehacer de la Televisión Serrana, con vital importancia para nuestra investigación, ya que en el país resulta el referente más cercano de un proyecto que prioriza los temas comunitarios e incluye en su configuración la participación de las personas del territorio. - En el Capítulo III, Consideraciones metodológicas, aparece la conceptualización y operacionalización de. las categorías analíticas, la descripción del tipo de investigación,. los métodos y técnicas. empleados, la unidad de observación y la triangulación del estudio. - En el Capítulo IV definimos, a partir de una perspectiva cualitativa, los presupuestos conceptuales para que la programación de las corresponsalías de televisión en el país refleje lo comunitario. A través de las entrevistas realizadas a expertos, especialistas, realizadores y funcionarios del Departamento Político-Ideológico del Comité Central, pudimos contrastar la teoría e hilvanar los criterios para dar respuesta a nuestros objetivos. Un proyecto audiovisual comunitario debe estimular el involucramiento de nuevos actores sociales1 en la concepción televisiva; trabajar con los conceptos de diálogo, prealimentación y cooperación. La manera en que se ejecuten los programas determinará el éxito de los objetivos propuestos, y coadyuvará a la formación de conceptos, conocimientos y leyes que contribuyan a la autorregulación y autodeterminación social y personal y por ende de la comunidad.. 1. Los realizadores, a partir de perspectivas abiertas e inclusivas, configuran junto con las personas de la comunidad los productos comunicativos; convirtiéndose así estas personas del territorio en nuevos actores del medio televisivo.. 3.

(10) “La comunidad en la construcción de la imagen televisiva”. “La teoría sin práctica es hueca y la práctica sin teoría es ciega (…) concibo el proceso de conocimiento como la relación dialéctica entre acción y reflexión.” Antonio Gramsci.

(11) A través de la comunicación, el hombre desarrolla el complejo sistema de relaciones que le permiten interactuar con sus iguales y con el medio en que se desempeña, lo cual posibilita su crecimiento como persona y a su vez contribuir al desarrollo de la sociedad. Según el teórico Manuel Martín Serrano, en su texto Teoría de la comunicación. Epistemología y análisis de la referencia, “(…) comunicar es el acto consciente de emitir ideas a partir de símbolos, entre ellos el lenguaje, la palabra, las imágenes. Es un acto de socialización; una necesidad objetiva de los seres humanos para asociarse y cooperar” (Martín a, 1982: 6). Este concepto es ampliado por el investigador uruguayo Mario Kaplún, cuando define comunicarse desde la acepción de hallarse en correspondencia, y prioriza la reciprocidad que encierra el término, a partir de cómo se deriva de la raíz latina communis, que significa poner algo en común con otro. (Kaplún, 2002) Este autor introdujo la comunicación dialógica participativa en programas de debate periodístico, para contrarrestar el paradigma comunicacional que, según refiere, ha prevalecido en los medios de difusión: “(…) vertical, autoritario y paternalista, donde el diálogo y la participación no tienen importancia, y la conciencia crítica mantiene el status entre la minoría que sabe y la mayoría que no sabe. Una comunicación que protagoniza el emisor, por lo cual fluye de manera unidireccional, de emisor a receptor” (Kaplún b, 1992: 24). Esta concepción dominadora de la comunicación constituye una vía de exclusión de los grandes sectores populares, y evidencia la dimensión social y política del fenómeno. Pero los pueblos de hoy se niegan a seguir siendo receptores pasivos y “quieren ser escuchados, expresarse, pasar a ser interlocutores, reclaman su derecho a la participación y a la comunicación” (Gumucio, 2003b: 28). Las experiencias de comunicación popular en América Latina sufren un proceso de re-pensamiento para rearticular sus referentes conceptuales y sus prácticas, en función de los cambiantes escenarios nacionales y populares de las sociedades en las que se insertan. Entre sus conquistas definitivas, cabría señalar el intentar dar voz a quienes no la habían tenido y dejar ver la historia del ser humano aparentemente sin historia. Los estudios de recepción han manifestado enormes avances en la comprensión de los fenómenos regionales, exhibiendo cada vez más una conceptualización propia, muy arraigada en los problemas específicos de nuestro continente. (Medina, 1995) En este sentido, es ineludible mencionar la importancia, dimensión y alcance científico de las propuestas teóricas de Jesús Martín Barbero con los estudios de “La mediación cultural”; de Néstor G. 4.

(12) Canclini con “La teoría socio-cultural del consumo”; Guillermo Orozco con “El enfoque integral de la audiencia”; y los estudios de La Recepción Activa, de Valerio Fuenzalida, por la significación que implica para toda Latinoamérica. Estos autores no parten de posiciones aristocráticas, ni folcloristas, para darles a la cultura popular y a los géneros populares una ubicación e importancia mucho más certera, insertados en las realidades heterogéneas de nuestras sociedades. A la hora de llevar a la práctica sus postulados teóricos, Orozco y Fuenzalida eligen el medio televisivo para desarrollar sus investigaciones, por el gran impacto de esta industria en la vida social y por la riqueza de sus códigos audiovisuales. (Medina, 1995) 1.1 Comunicar en televisión Según el teórico Guillermo Orozco “cuando las ideas transmitidas permiten modificar y cambiar conductas, se logra comunicar. Cuando se propicia reflexión, y se logra establecer determinado nivel de confianza y se logra la empatía, se ha comunicado. Esto es posible alcanzarlo entre una realización televisiva y el espectador” (Orozco, 1999: 15). La semiótica introdujo uno de los aspectos más importantes dentro del estudio de la comprensión del fenómeno de la recepción: el concepto de “significación” y de “construcción de sentido”. El aporte semiótico es esencial para comprender la asimetría entre el receptor y el emisor, y el concebir a los receptores, ya no como los que reciben los efectos o usan los medios de diferentes maneras, sino como sujetos constructores de sentido. Estas ideas serán retomadas medularmente por los estudios actuales de los procesos de recepción. Orozco conceptualiza la recepción televisiva como un proceso que no se circunscribe únicamente al momento de estar frente a la pantalla, sino que antecede y prosigue al acto de ver la televisión, que trasciende el momento de exposición a los medios. “el receptor se sienta ante la pantalla con un cúmulo de conocimientos y predisposiciones, que el mismo acto de encender la TV y escoger un programa determinado y no otro, responde a patrones individuales o grupales determinados socioculturalmente, y que después de recibir el mensaje original lo lleva a otros “escenarios”, en los que regularmente actúa y donde el sentido inicial puede ser cambiado una o varias veces” (Orozco, 1999:17). Las indagaciones de este autor se han focalizado preferentemente en las influencias que la escuela y la familia tienen en la manera en que los niños reciben la televisión. En tanto, Fuenzalida sobre la relación TV-audiencias considera el hogar como el espacio para la recepción. Aquí él incluye algunos 5.

(13) elementos de lo que Orozco llamaría “mediación situacional”, y de lo que Barbero menciona como “cotidianidad familiar”. Fuenzalida y Orozco coinciden en la influencia de las instituciones, las características personales de los sujetos, las condiciones económicas y el contexto sociocultural, en el proceso de recepción. Barbero también ve en la familia el espacio clave en la lectura y la decodificación de los mensajes televisivos, rompiendo con las manidas consideraciones moralistas que ven la televisión como un agente corruptor de las tradiciones familiares. Para este autor, el espacio de la reflexión sobre el consumo tiene que ser el espacio de las prácticas cotidianas, donde los sujetos interiorizan la desigualdad social y las limitaciones que ella le impone, pero también donde rebasan esos límites y expresan sus deseos y sus libertades. (Martín b, 2000) Es importante valorar que los destinatarios no están aislados, sino que viven en sociedad y están influenciados por ella; sus posibilidades de comprensión del mensaje dependen de la cultura personal y social asimiladas. La pequeña pantalla ejerce sobre el perceptor un especial influjo que implica una alta responsabilidad educativa. Millones de personas reciben los más variados mensajes e informes, desde un suceso noticioso hasta una obra cultural de teatro o ballet. Ello supone una entrega auténtica, cimentada en los resortes que impulsan al hombre hacia objetivos superiores en el trabajo, la recreación, el entretenimiento, la solidaridad y el desarrollo intelectual. En la televisión, los reportajes, entrevistas, informaciones, documentales, programas, están determinados por un conjunto de símbolos y significados que traslucen a través de una toma de cámara, un sonido, la música empleada, la entonación del locutor o conductor; es la suma de un todo integrador. Resulta válido exponer las acepciones vinculadas al término de “programa” en el medio televisivo. En el texto La televisión como arte se define que “el concepto de programa se entiende por un conjunto de transmisiones presentadas, bien por un canal determinado (primer programa, segundo, tercero), bien en un límite de tiempo determinado (programa del día, de la semana), o también dirigidos a un grupo determinado de espectadores (programa para los niños, para la juventud)” (Tarkovski, 1984:25). El autor Freddy Moros define a un programa como: “Emisión de un espacio con una duración determinada, el cual puede ser de distinto género: informativo, dramático, humorístico, infantil, musical, didáctico, etc. De acuerdo con sus características puede contar con elementos en «vivo» o previamente filmados o 6.

(14) grabados. Por lo general los programas tienen una duración aproximada de 27 ó 57 minutos, aunque existe variedad de tiempos, según la temática, el género y la aceptación del público” (Moros, 2003: 152). Y a una programación como “la relación de los programas que se emiten en determinado período, y cuenta con un balance que hace más atractiva la sucesión de las emisiones ofrecidas por un televisor” (Moros, 2003: 152). Moros acentúa que ofrecer un programa de televisión no es el modo de satisfacer las emociones del realizador, ni de subvertir los cánones que rigen en este sistema de divulgación y propaganda, sino de establecer un flujo y reflujo entre el comunicador y el destinatario, en proceso de retroalimentación que establezca una sólida comunicabilidad en la relación transmisor-perceptor. ¿Qué consideraciones tiene un televidente para identificarse y escoger un programa televisivo u otro? Ante tal interrogante, el especialista Freddy Moros da una connotación especial al campo de lo visual: la calidad de la producción, el aspecto estético e impactante del programa percibido en los breves segundos que dura la elección, el formato y todos los diversos componentes de la realización. En este sentido, Fuenzalida también destaca la gran riqueza informacional de la imagen icónica, junto con la palabra y la fuerza expresiva del sonido, así como el dinamismo temporal, para conformar un código más rico y sugerente que el del resto de las formas comunicativas y artísticas. (Medina, 1995) Moros también hace referencia a la importancia de la producción en los programas televisivos, donde intervienen aspectos técnicos y artísticos, de cuya eficacia, distribución, empleo y profesionalidad de los realizadores dependerá en gran medida la aceptación del destinatario. Mariano Cebrián Herreros, en el libro Información Audiovisual: concepto, técnica, expresión y aplicaciones describe el sistema de signos que porta el mensaje. Es el tema, la forma en que se expresa, seleccionando la información disponible, la que interesa transmitir en función de los intereses del comunicador y el receptor. Decidir el lenguaje apropiado, determinar la valoración de la noticia en el contexto del universo del sujeto y precisar el momento y lugar de transmisión es una decisión que no sólo incluye al realizador sino a todos en la medida de lo posible (Cebrián, 1995). Un equipo de realización en televisión es un colectivo multidisciplinario que deberá funcionar de forma coherente y ajustada en cada una de sus partes. Diseño, guión, escenografía, iluminación, vestuario, maquillaje, sonido, movimientos, encuadre de cámaras, dirección artística, conducción (animador o locutor), son elementos de un universo integrado en función de la producción de un programa. 7.

(15) El tratamiento eficaz del mensaje, psicológicamente bien estructurado, ideológicamente convincente, capaz de motivar y emocionar al tele espectador, ese universo de personas que por su propia voluntad se sienta frente al televisor a presenciar un programa, es lo que puede garantizar la selección. Encender un televisor es una acción espontánea. Quedarse en la sintonía de un determinado programa constituye un acto reflexivo que solo la buena realización puede promover. El público es lo más importante, quien va a decidir la calidad y si posee o no valores que pueden influir en su formación, estado de ánimo, creencias, juicios y apreciaciones. 1.2 Lo comunitario en el audiovisual Es necesario reconocer el paradigma desde el cual se emplea el término comunidad. No a partir de las alusiones que el lenguaje cotidiano refiere, sino desde el estudio científico del término. Ello implica la necesidad de establecer una distinción entre concepto y noción; es decir, si tras el uso del término comunidad subyace en quien lo emplea una noción o un concepto. Para analizar el concepto de comunidad, epistemológicamente, referimos al investigador y profesor de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, Rudolf Rezsohazy, quien señala que “tiene un uso tan múltiple que corre el riesgo de ser inutilizable. Por tanto, si queremos adaptarlo y emplearlo científicamente tendremos que definirlo con rigor” (Rezsohazy, 1988: 49). Este autor expone determinadas características que considera principales para una comunidad, ellas son: 1- Se circunscribe en un terreno geográfico determinado. La extensión puede variar aunque en la mayor parte de los casos coincide con una región o concentración de varias colectividades. 2- Esas personas mantienen una relación múltiple e intereses comunes. Relaciones de vecindad, trabajo, ocio, entre otras. Puede haber intereses comunes e incluso divergencias. 3- Los miembros están unidos a la comunidad. El pedagogo, sociólogo y ensayista argentino Ezequiel Ander Egg, en su texto Metodología del Desarrollo de la Comunidad, coincide con Rezsohazy en aspectos como la ubicación territorial y la función social de sus habitantes en este espacio. En tanto, Héctor Arias, Premio de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Academia de Ciencias de la República de Cuba en 1993, en su libro La comunidad y su estudio, define el término con otros elementos estructurales y funcionales como el estatus, una dirección política, económica, social y las instituciones que hacen vida en común.. 8.

(16) Para Arias, la comunidad “es un organismo social que ocupa un determinado espacio geográfico que está influenciado por la sociedad de la que forme parte y funciona como un sistema más o menos organizado” (Arias, 1995: 11). Uno de los elementos estructurales más importantes es la demarcación de la comunidad, la definición de su extensión, sus límites. En este sentido, se utilizan diferentes criterios, lo mismo se puede considerar un grupo, un barrio, una ciudad, una nación o un grupo de naciones, en dependencia de los intereses de la clasificación. La delimitación del tamaño de la comunidad se subordina a un elemento funcional: la cooperación. No tienen que existir límites rígidos. Una comunidad tiene un tamaño adecuado siempre y cuando exista una estructura potencial capaz de ejercer la función de cooperación y coordinación entre sus miembros. Como se puede observar, los elementos funcionales tienen importancia en la definición de comunidad. Estos se refieren a aquellos aspectos que aglutinan a sus integrantes y sirven de base a su organización, sus relaciones y movilización en torno a tareas comunes, como sujeto social. La ciencia supone un tratamiento más riguroso de la realidad y, desde nuestra ideología, un compromiso social con la emancipación del hombre. Una comunidad es mucho más que un lugar que sirve de asentamiento humano, analizarla no solo significa estudiar y conocer la determinación de su existencia y estadío de desarrollo. En este sentido, para esta investigación se asume la conceptualización sobre comunidad desarrollada por el Centro de Estudios Comunitarios (CEC) de La Universidad Central “Marta Abreu”, de Las Villas, en especial lo aportado por la investigadora MSc. Celia Marta Riera. La autora formula como regularidad de las experiencias de estudio e intervención comunitaria que “el término comunidad es empleado como noción y no como concepto definido, constatando la naturaleza operacional de su tratamiento mediante un listado de indicadores de variables no esenciales” (Riera, 1997: 132), como algunas de las definiciones anteriormente explícitas: la circunscripción del entorno geográfico y algunos ejes funcionales vinculados con el carácter social que atañe a la comunidad. Según expresa, la actividad científica en torno a la comunidad se sumerge en el orden de lo establecido y aceptado socialmente, y la realidad se asume como una respuesta que no suscita preguntas, no se interpreta, no se recrea, en resumen, no se trabaja con lo social. Para este Centro de Estudios, el punto de partida en una definición de comunidad es el grupo social, por cuanto esta categoría permite designar a las agrupaciones humanas que emergen de los procesos de. 9.

(17) diferenciación que transcurren en el ámbito de las relaciones sociales y que tienen como resultante la estructura específica existente en la sociedad. También exponen otros argumentos que fundamentan tomar al grupo social como elemento de partida para una definición conceptual. Tales argumentos se relacionan con la naturaleza grupal de los procesos comunitarios pues en su interior están presentes técnicas de construcción de identidades, determinación de posiciones y asunción de roles; procesos cuya dinámica escapan al contenido de otros términos que en ocasiones son empleados para definirla como un escenario geográfico. Coincidimos en que la comunidad asumida como grupo social permite estimarla como una entidad mediadora de procesos sociales e individuales, un espacio socializador de la personalidad en una formación económico social concreta. Es decir, en su seno el encuentro de lo individual y lo social propicia el desarrollo del aprendizaje. Este enfoque, para la problemática sobre la televisión en una comunidad, resulta esencial. Resulta indispensable incorporar otros elementos para su definición, como propone la concepción del CEC. Estos elementos son la participación y la cooperación. La primera entendida como la implicación sentida de los actores comunitarios en la identificación y superación de contradicciones; la segunda, como forma de la actividad coordinada de dichos actores con arreglo a un plan. Una y otra suponen actividad conjunta y una actitud dialéctica frente a la realidad pues, como se puede apreciar, las contradicciones sociales, en lugar de asumirse desde esquemas valorativos como fenómenos negativos, pasan a reconocerse en su realidad ontológica como fuente de desarrollo de la propia comunidad, es decir, son parte de la realidad y de su devenir. (Alonso et al, 2004) La comunidad es, afiliándonos al concepto del CEC, un “grupo social que comparte espacio donde la participación y cooperación de sus miembros posibilitan la elección consciente de proyectos de transformación dirigidos a la solución gradual y progresiva de las contradicciones potenciadoras de su autodesarrollo” (Alonso et al, 2004). Consecuentemente, el autodesarrollo comunitario se asume como el proceso de gestación de lo comunitario expresado en un crecimiento donde la participación y la cooperación son cada vez más conscientes. El nivel de desarrollo comunitario es consecuencia de la integración de todos estos elementos, del grado de organización e interacción entre sus componentes, de la existencia o no de una estructura comunitaria, formada por líderes locales o una cierta dirección, que cumpla la función de coordinación entre sus miembros, que contribuya a la reposición de sus esfuerzos y a su orientación en el mejor sentido posible para la vida en común. De todo ello depende la influencia de la comunidad en la formación y desarrollo de sus habitantes. 10.

(18) También es importante considerar la relación con otras comunidades, el tipo de vínculos o por el contrario la escasez o carencia de interacciones, y sus relaciones con la sociedad en general. El desarrollo comunitario lo componen, según la posición del CEC, los procesos por medio de los cuales los esfuerzos del pueblo mismo se unifican con los de las autoridades para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de las comunidades, para integrarlas a la vida nacional, de forma tal que contribuya también al desarrollo de la nación. El ser humano tiende a convertirse en un individuo menos arraigado a sus costumbres, tradiciones, y cultura. En el caso de la televisión, la rutina en que se realizan los programas deben ser superadas desde la propia comunidad para que ella se vea reflejada en el discurso que se trasmite y deje de ser objeto destinatario de un mensaje y se convierta en sujeto activo en su creación. Según el investigador y Vicerrector en Relaciones Internacionales de Ohio University, Dr. en Comunicación. Joseph Rota: “las emigraciones han ido borrando en el sujeto el sentido de localidad y pertenencia a un lugar en específico, que con símbolos, códigos o mensajes, le recuerde quién es y cuáles son sus raíces, para pasar a ocupar un espacio que empieza a robar nuestra identidad. La única forma de evitarlo es llenando ese espacio con la mayor cantidad de mensajes que nos mantengan conectados con nuestra realidad, con nuestra comunidad, tal como algunas experiencias de radio y TV comunitarias” (Rota, 2003: 2). La globalización apunta a la homogenización de las culturas y de la identidad. Es preciso pensar en estrategias que contrapesen esta tendencia. La promoción de la cultura local puede representar una vía para enfrentar el intento de colonización y de penetración ideológica, característico de la masividad. Rota también propone que lo importante es darle voz a la comunidad y permitirle producir mensajes de y para la sociedad, a partir de espacios de comunicación propios. Resulta imprescindible en el rescate de la cultura comunitaria, que los mensajes contribuyen a aprender y enorgullecerse de sus tradiciones, constituyendo entonces una herramienta para legitimar su identidad. Ayudar a que se exprese la cultura de las personas, crea o refuerza su identidad. Si no se manifiesta el proyecto como propio, si no se identifican con él, difícilmente se organizará y trabajará por él. Por eso es importante resaltar los valores, los personajes, la cultura, y no pretender olvidarlos ni ignorarlos. Este referente también es analizado por el comunicador popular Gabriel Kaplún, Máster en Educación, y Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar, de Ecuador, quien señala: “muchas de las personas que inician procesos de comunicación 11.

(19) popular creando medios de comunicación tradicionales pero al servicio de las comunidades, cometen un error inicial: se sienten que están creando medios para el pueblo, como si ellos no fueran parte de él. Estos medios serán más auténticos cuando los comunicadores comunitarios asuman que su función es crear productos visuales del pueblo o en el mejor de los casos, con el pueblo” (Kaplún a, 2002 citado en Vidal 2004: 44). La primera herramienta práctica de la comunicación comunitaria televisiva consiste en tener claro el objetivo de los medios, para qué se hace, qué se pretende lograr con ellos. Es clave partir del universo de significados del propio grupo, diferentes, muchas veces, de los del facilitador, pues solo así los mensajes serán, no solo atendidos, sino entendidos. 1.3 Participar: Tomar parte en la producción televisiva El televidente siente la necesidad de dejar de ser consumidor pasivo de información para convertirse en protagonista, generador y portador de su cultura. En ocasiones la participación es interpretada como una forma para alcanzar el poder, como un medio de transformación y acercamiento entre quienes deciden y ejecutan la acción. En la televisión, puede decirse, que el poder está en el profesional del medio que casi siempre llega a la comunidad viéndola por encima. Eso debe cambiar, la comunidad puede convertirse en un ente activo y definitorio. (Gumucio, 2001) Miguel Limia 2 , Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana y Doctor en Ciencias Filosóficas en la Universidad de Belarús, brinda elementos para entender este concepto cuando refiere que es ante todo el involucramiento de los diferentes sujetos sociales colectivos y personales en los procesos de producción y reproducción de la vida social y de la vida inmediata.. 3. (Limia, 2009) Con esta definición podemos entender la participación como un proceso activo capaz de involucrar al ser humano en toda la labor que desempeña en la sociedad, y no se trata de ser parte de una acción aislada en su momento específico e irrepetible; ha de transitar por diferentes etapas y momentos que se imbrican en una práctica constante en donde la persona o grupo toma iniciativas y afirma su autonomía para hacerlo a partir de expectativas a corto y largo plazo.. 2. Actual Presidente del Departamento de Ciencias Sociales del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) 3 Limia, Miguel. (2009) La participación en un medio de TV Comunitaria en Cuba. Entrevista personal, 12 de febrero del 2009. Academia de Ciencias de Cuba. Ver entrevista completa en el Anexo 15.. 12.

(20) En una comunidad, la participación no es homogénea, y alcanza distintos niveles y diferentes formas de expresión, los cuales constituyen los grados en que los actores sociales acceden a la toma de decisiones en determinado proyecto. Para el teórico uruguayo José Luis Rebellato, Dr. en Filosofía y reconocido educador popular, una concepción integral de la participación debe contener tres de los sentidos principales que connota el término participación: formar parte, tener parte, tomar parte. “El primero significa ser parte de un todo que lo trasciende. Se usa para aludir la concurrencia a una movilización, la asistencia a un evento, el uso de un servicio, con énfasis en lo cuantitativo sobre lo cualitativo. Es la base de procesos como generar sentimientos de pertenencia, pues implica un compromiso con el todo en el cual uno se siente incluido” (Rebellato, 1997 citado en Hernández, 2004: 306). Un segundo nivel de participación, limitado en cuanto a los roles que ejercen los actores, es el de tener parte, donde cada sujeto pasa a desempeñar algún papel o tener alguna función en ese todo del que uno se siente parte. Implica mecanismos interactivos de adjudicación y asunción de actuaciones, de procesos de cooperación y competencia. La presencia del conflicto es parte ineludible del tener parte; y esto constituye su motor. Por último, tomar parte implica decidir, participar e incluye un tercer aspecto: la conciencia de que se puede incidir en el curso de los acontecimientos. A partir del análisis crítico de las necesidades y problemas, la participación es un derecho. La toma de decisiones colectiva encarna la concreción de la participación real, y constituye la vía para el ejercicio del protagonismo ciudadano. (Rebellato, 1997 citado en Hernández, 2004: 306) Para Rebellato, tomar parte representa el momento de la auténtica participación, no solo significa estar informado, sino también opinar y decidir conscientemente sobre los objetivos, metas, planes y acciones de cada una de las etapas del proceso. El logro de la forma democrática de organización y acción dependerá de la existencia de un conjunto de estructuras y mecanismos que así lo permitan. El educador popular mexicano Carlos Núñez define que para lograr una verdadera participación es necesario “generar las condiciones” e ir formando una “cultura de la participación”. Núñez específica dos modos de asumir la participación: reactivamente, cuando se produce ante emergencias o coyunturas especiales y no expresa una cultura y práctica cotidiana de participación; y sustantivamente, a partir de la capacidad de decidir, controlar, ejecutar y evaluar los procesos, “(…) si no hay capacidad de decisión y de control estaremos hablando máximo de participación reactiva... pero nunca sustantiva” (Núñez, 1988 citado en Herrera, 2008:220).. 13.

(21) La participación puede entenderse como el conjunto de actividades desplegadas por los distintos actores sociales en aras de un proyecto de acción que responda a sus necesidades. Es un ejercicio de reflexión a través del diálogo y la actuación para atenuar sus problemas y conflictos junto a la búsqueda de estrategias para sus soluciones. Los investigadores cubanos Cecilia Linares y Emilio Moras 4 elaboraron una propuesta metodológica para el trabajo comunitario y señalan cuatro niveles específicos de participación: 1- Movilizativo o de consumo: en este caso aparecen proyectos de acción ya elaborados en sus aspectos esenciales a los cuales sólo resta ejecutar o consumir. 2- Consulta, discusión y/o conciliación: se da cuando aparecen proyectos de acción ya elaborados en sus aspectos esenciales en los cuales se pide el parecer, opinión o contribución. Se concilia y se llega a acuerdos o incluso a decidir algunas alternativas de elementos no vitales. 3- Delegación y control: Aquí se da la transferencia de poder para aplicar y controlar un proyecto ya elaborado en sus líneas esenciales. Pueden hacerse variaciones de acuerdo con las condiciones particulares del escenario en cuestión, siempre que no traicionen sus postulados fundamentales. 4- Responsabilidad compartida y codeterminación: en este caso se da la intervención en la toma de decisiones que incluye todo un proceso que va desde la identificación de las necesidades y los problemas, la articulación de los objetivos, la formulación y evaluación de las acciones y el reparto de los beneficios. (Linares y Moras, 1996) En la tesis de maestría “La televisión: herramienta comunicativa para la comunidad”, la realizadora cubana Lourdes Rey Veitía adaptó a la producción televisiva estos niveles específicos de participación. Dentro del primer nivel incluye a programas televisivos ya elaborados, que solo resta verlos si se desea en su transmisión habitual. En el segundo, comprende los proyectos que consultan determinados sectores. para,. por ejemplo, esclarecer el tema que van a abordar. Algunas emisiones de la. programación de verano, por su condición particular, los agregan dentro del tercer nivel. Y los programas de perfil televisivo comunitario los presenta en el último señalamiento.(Rey, 2000) El cuarto nivel, en cierta medida, define la aspiración de desarrollar un proceso participativo en los medios audiovisuales.. 4. Pertenecen al Centro de Estudios Juan Marinello en la Ciudad de La Habana.. 14.

(22) Para enfrentar el trabajo televisivo con una perspectiva participativa existen factores que pueden ser limitantes en el proceso como por ejemplo: la desconfianza, la falta de información, formación e irregularidades en las políticas editoriales, y mecanismos de regulación en el medio de comunicación. Esto se puede vencer en el camino con el trabajo integrador, creando motivaciones y ofreciéndoles la posibilidad a todos de mezclarse en el proyecto. El carácter activo de la participación está estrechamente relacionado con la motivación de los ciudadanos, motor generador para la adopción de representaciones específicas. “En televisión, participar implica formar parte en la confección del guión, ser objeto y sujeto de la obra, intervenir en su proceso de producción, formar parte de la investigación, e incluso de su montaje y grabación” (Gumucio, 2001: 32). Es la posibilidad de todos los miembros de un grupo o comunidad de estar informados, de opinar, y lo más importante, de decidir sobre los objetivos, metas, planes y acciones. La relación medio de difusión-comunidad toma significativa importancia actualmente. La forma en que se producen los programas determinará cuánto podrán crear y despertar intereses diversos en las comunidades, lo que definirá su éxito en el logro de los objetivos propuestos y coadyuvará a la formación de conceptos, conocimientos y leyes que contribuyan a la profundización de una concepción humanista del mundo, así como a la formación de cualidades de la personalidad, dirigidas a la autorregulación y la autodeterminación social y personal y por ende de la comunidad, como una suma de todos esos elementos. Las diferentes propuestas de participación evidencian un ascenso en el grado de implicación de los participantes en la actividad, por lo tanto, una televisión participativa es la que tiene en cuenta al televidente como sujeto y objeto de la obra que pone en pantalla y donde la comunidad interviene en la concepción de la programación del canal. Participar posibilita expresar quiénes somos, implica poder, y da la oportunidad de decidir cómo queremos ser y cómo queremos que sea lo que nos rodea y afecta. En ese sentido la televisión se convierte en una herramienta decisiva. (Limia, 2009) Participación equivale a aprendizaje, intercambio de experiencias; creatividad y disposición para cambiar, construir y conservar, aspectos que se complementan con las funciones principales de la televisión: informar, enseñar y entretener. Néstor García Canclini en su libro Culturas híbridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad, expresó: “sabemos casi todo en la ciudad gracias a que los medios lo dicen, y al parecer ocurre como los medios quieren, se acentúa la mediatización social (…) participar significa 15.

(23) relacionarse con una democracia audiovisual, en la que lo real se propicia por las imágenes gestadas en los medios” (García, 1990: 269) Participar implica incidir en el curso de los acontecimientos, partir del análisis crítico de las necesidades y problemas, la evaluación de las alternativas y el balance de los recursos disponibles, la participación es un derecho. La toma de decisiones colectivas encarna la concreción de la participación real, y constituye la vía para el ejercicio del protagonismo ciudadano. 1.4 Apuntes de una TV Comunitaria Lo comunitario ha cobrado fuerza en las circunstancias actuales, debido a lo problemático que se ha vuelto la noción de lo nacional, afectada, por un lado, por los procesos de transnacionalización que alteran tanto económica como políticamente la naturaleza y las funciones de los estados nacionales, y por otro, por las demandas y conflictos de los movimientos regionales y locales que no se ven representados en ese concepto de nación. Dagmar Herrera, MSc. en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Habana señala que “frente a este escenario, se crean iniciativas que luchan por constituirse como vías alternativas de comunicación desde los espacios locales, como formas de descentralizar los mensajes, ser reflejos de las realidades inmediatas y tribunas desde las que se promueven el debate y la reflexión” (Herrera, 2008: 6). Debido a la diversidad de circunstancias que originaron a las televisoras comunitarias 5 , también las nomenclaturas resultan variadas: medios locales, comunitarios, o de proximidad. En la investigación “Estudio sobre el desarrollo de de la televisión de cobertura local en Cuba. Televisión municipal” se refiere que lo local es “el limitado espacio de lo conocido y donde me conocen” y como “medio cercano de interacción en el que me identifico y me identifican; ámbito próximo, lugar de partida y regreso”: la localidad. También se menciona que un medio local existe en relación con un espacio social, donde existe una relación de retroalimentación mutua, el público se reconoce como identificado y se ve reflejado como si estuviese ante un espejo; esa imagen reflejada responde al deseo de protagonismo de cada uno de los usuarios. (Herrera, 2008) La coparticipación y la proximidad permiten que tanto emisor como receptor, posean una mayor cantidad de elementos de juicio para analizar los mensajes, hecho que propicia un acercamiento más efectivo a todo aquello que sucede en el espacio local y, por consiguiente, una mayor identificación con lo que se transmite.. 5. Ver algunas experiencias de la TV Comunitaria, desde su surgimiento hasta su actual proceder, en Anexo 5.. 16.

(24) El acceso de todos los ciudadanos a la libre expresión, el interés por lo comunitario, la defensa de los intereses públicos, de la diversidad cultural, la alternatividad y la participación han sido constantes definiciones a la hora de conceptualizar la experiencia de televisión comunitaria en América Latina. Sus funciones, están estrechamente ligadas a estos conceptos. El investigador peruano Mario Gutiérrez. las define como televisión de acceso público. Para. caracterizarlas plantea que estas buscan ser completamente alternativas, tienden a la integración de redes comunicativas o de movimientos sociales y buscan desarrollar objetivos educativos, culturales y participativos. (Gutiérrez, 2007) Como TVs callejeras o piratas, las nombra el investigador mexicano Guillermo Orozco para quien estas permiten concentrarse en lo local e intercomunicar, y representar e incluir a esas audiencias olvidadas o excluidas de las otras pantallas. El propio autor, reconoce también el término televisión comunitaria. (Orozco, 1996 citado en Vidal, 2006) El investigador José Ignacio López Vigil, editor del Diario La Nación y Presidente del Club Gente de Prensa, las denomina televisoras comunitarias y ciudadanas que: “no son gubernamentales porque no responden a intereses de partidos o gobiernos, aunque se relacionan con ellos. Son pluralistas e independientes. La defensa de los Derechos Humanos, la promoción de un desarrollo humano sostenible, la equidad de género, el respeto a las identidades étnicas, la preservación del medio ambiente, el protagonismo de los jóvenes, la protección de la niñez y de las personas de edad avanzada, la educación y la salud, así como la integración nacional y regional, constituyen sus prioridades” (López, 2001). Para el autor, los medios comunitarios son como “bosques del nacionalismo” porque posibilitan que la pluralidad de las sociedades siga “existiendo”, como los bosques constituyen el aliviadero del mundo contaminado. “(…) a un medio comunitario, no lo define la cobertura (mayor o menor) ni sus características técnicas (AM, FM, OC), ni la propiedad del medio (una comunidad de una iglesia, un grupo de jóvenes, un grupo de mujeres), ni el modo de producción (profesional o aficionado), ni siquiera transmitir o no anuncios comerciales en la programación. Lo que la distingue es la esencia de lo comunitario: los objetivos sociales por lo que se lucha” (López, 1996:53).. 17.

(25) En los proyectos televisivos comunitarios la participación del televidente no se limita a ser un simple receptor, usuario, consumidor de productos, sino que. debe integrarse por completo al. proceso. Los productores y programadores pertenecen a la misma comunidad y de esa manera ella misma tiene una incidencia directa en todo el ciclo o cadena de valor de un. programa, desde la. concepción de la idea inicial hasta su crítica final. ¿Cuál sería entonces la función de los comunicadores en una televisora comunitaria? La función de estos emisores consiste en facilitar los procesos de diálogo, a decir del educador popular, sociólogo, Coordinador regional de ALFORJA y CEDAL 6 , Oscar Jara, no para enseñar lo que saben, sino para aprender junto al grupo. Su función es activa, no se limita solo a dar la palabra. Debe orientar el debate, incentivar con preguntas al cuestionamiento de lo que se afirma en el grupo, centrar la discusión sobre el tema para que no se disperse, sintetizar un conjunto de opiniones y devolverlas al grupo para seguir ahondando, y dar su punto de vista para aportar a la reflexión. (Jara, 1984) Los agentes comunitarios en televisión son aquellas personas a quienes la comunidad designa que deben ser los que pueden expresarse sobre determinada problemática. Por ejemplo: conductores, periodistas, hasta los propios invitados y entrevistados, o el colectivo en general, quienes deben promover un “diálogo televisivo” con los interlocutores. En este sentido, Mario Kaplún en el artículo La experiencia de un comunicador popular denomina “puro emisor” al que lanza un mensaje sin tener en cuenta al destinatario, reduce la comunicación a la emisión de mensajes, sin poner énfasis en que están dirigidos a la comunidad. Por su parte, el “emisorcomunicador” busca establecer una relación con los destinatarios de su mensaje y se denomina también comunicación abierta. Esta implica pensar en el otro, en los intereses y percepciones del destinatario, para poder establecer un diálogo. Solo así el interlocutor puede reconocerse e identificarse en los mensajes. (Kaplún b, 1985 citado en Vidal, 2004) Kaplún también hace referencia a las dos dimensiones del lenguaje humano que deben equilibrarse en los mensajes televisivos. “Primero apelar a los sentimientos y emociones de los pobladores en lugar de crear mensajes que resulten fríos y que invoquen solo a la razón; y tener en cuenta la necesidad de un código común entre los facilitadores de la comunicación y sus destinatarios”. (Kaplún b, 2002: 58) Varios autores (Kaplún, 2002; Gumucio, 2003; Rey, 2002) coinciden en que otras características aplicadas a los mensajes de comunicación comunitaria lo constituyen la riqueza y la variedad. Para que 6. ALFORJA, red que aglutina siete centros de educación popular de México y América Latina. CEDAL (Centro de Comunicación de la Educación Audiovisual.). 18.

(26) los mensajes lleguen verdaderamente a las comunidades deben incorporar al lenguaje popular, los símbolos, la música, el baile, los gestos de las culturas populares para reforzar la identidad local. La forma de pensar, los estereotipos, su escala de valores y pautas de comportamiento; así como, las creencias y prejuicios, forman parte del código ideológico que debe ser común entre los comunicadores y el público. La contradicción más dañina de los medios de comunicación es la homogenización y la pérdida de identidad de los sujetos, así como el lastre de la cultura. Por ello, los medios comunitarios deben trabajar para mantener vivos los valores y tradiciones propios del lugar donde se desarrollan y facilitar las relaciones intergrupales e interpersonales dentro de la comunidad. La investigadora brasileña Cecilia K. Peruzzo, Dra. en Ciencias de la Comunicación por la Escuela de Comunicaciones y Artes de la Universidad de Sao Paulo, resume las características que podrían definir un proyecto comunicacional como comunitario, no logrado instantáneamente, sino a partir de un proceso: las personas de la propia comunidad exigen una comunicación autogestionada por las entidades representativas del entorno social; sin marcados intereses comerciales; una programación sintonizada con la realidad y los temas de interés local, donde las acciones se desenvuelvan en torno de intereses comunes y deriven en un proceso de aprendizaje en el ejercicio de la democracia y la ciudadanía. (Peruzzo, 2004) Esta especialista también define dos tipos de experiencia que solo llevan lo comunitario en el nombre. Primero los que “defienden intereses de cuño político, partidario y electoral, con el objetivo de usar el medio comunitario como vehículo para la campaña propagandística de los candidatos. Y el segundo con intereses económicos y comerciales, a través de la inserción de anuncios publicitarios, patrocinios o producción de audiovisuales” (Peruzzo, 2004:5). Ante la interrogante ¿qué justifica la existencia de la televisión comunitaria? el boliviano Alfonso Gumucio, especialista en comunicación para el desarrollo, consultor internacional de la UNESCO y la UNICEF y asesor de Comunicación de Conservación Internacional, señala la necesidad de estos espacios a partir de que los medios de información masivos, la televisión pública y comercial, no atienden las necesidades de comunicación comunitarias. Gumucio indica que la intención social es la que define un proyecto de comunicación como comunitario, determinado por el impacto e incidencia que tribute a los objetivos de desarrollo y organización de la comunidad. Este investigador refiere que a veces estos términos se confunden con popularidad cuando algunos emisores son apreciados porque difunden música a lo largo del día, pero no inciden en la problemática local, ni contribuyen al desarrollo social, económico y cultural. Del 19.

(27) mismo modo, existen algunos que carecen de una política de participación para el desarrollo y que tienen vigencia solo porque ofrecen servicios de teléfonos, fax o correo electrónico. (Gumucio, 2003) Este autor refiere que cuando hablamos de televisión comunitaria se requiere producir un mínimo de horas diarias o semanales, estar en al aire todos los días durante un tiempo definido, equipos de producción capaces de soportar el uso diario e intenso; personal técnico especializado, incluyendo el personal administrativo; vinculación orgánica con las organizaciones comunitarias, con los dirigentes locales, y con otros factores de poder local; planes anuales, metas de producción y difusión. El propio Gumucio plantea al respecto cinco condiciones indispensables: la participación comunitaria, que propone la apropiación e intervención activa de los miembros del espacio local en todas las fases del proceso de gestación, instalación y gestión del medio, única vía para garantizar su sostenibilidad y permanencia en el tiempo; la existencia de mayores por cientos de contenidos locales en la programación para no desvirtuar sus objetivos y poder cumplir con su función educativa y formativa en la comunidad; la existencia de una tecnología apropiada que esté al alcance de los conocimientos de los técnicos que la emplearán, cuya gestión pueda ser asumida por miembros de la comunidad y que tenga los requerimientos necesarios para una producción de calidad, además de que pueda repararse o darle mantenimiento en la propia localidad. Otros aspectos son la pertinencia cultural y lingüística, expresada en el desarrollo de una propuesta estético-televisiva que satisfaga los deseos y expectativas de una audiencia crítica y comprometida con su medio de comunicación, y la convergencia a través de redes con organizaciones poseedoras de objetivos parecidos que contribuyan a romper el aislamiento; así como las alianzas con actores locales. (Gumucio, 2001) Como coinciden varios autores (Kaplún, 2002; Gumucio, 2003 b; Fuenzalida, 2008), por lo general, los medios llamados masivos ofrecen un bajo nivel de participación pública. En el caso de la televisión comunitaria, la participación de la comunidad en el medio permite afirmar que esta es la verdadera televisión participativa, donde productor y consumidor son uno solo, favorecidos e identificados en el medio tecnológico. Los medios comunitarios deben ser capaces de innovar con audacia y desarrollar géneros televisivos que sean una réplica de los modelos comerciales. No sólo debe ser comunitaria sino también popular. La calidad técnica y artística debe promover la originalidad. Esta especificidad se traduce en atender los diferentes temas que afectan a la comunidad, y ofrecer respuestas prácticas a las preocupaciones cotidianas de la audiencia. (Gumucio, 2003b). 20.

(28) La programación de servicio comunitario es por ello un rasgo que distingue a los medios comunitarios de los medios comerciales. Los programas comunitarios abordan cuestiones de salud, imparten consejos prácticos, se hacen eco del punto de vista de los consumidores, ofrecen información sobre precios de los productos rurales en los mercados urbanos, se convierten en un espacio de negociación entre la comunidad y las autoridades de gobierno, y reafirman la cultura e identidad local. La televisión comunitaria en América Latina encuentra su paralelo en la llamada televisión de proximidad europea. Ubicadas bajo el ámbito de lo regional,. en Europa lo que en América se. denomina local es nombrado como próximo. Con respecto a la televisión de proximidad, el español Miquel de Moragas, investigador de teoría, sociología, semiótica, y políticas de comunicación, la define como aquella que se dirige fundamentalmente a una comunidad humana de tamaño medio o pequeño, delimitada territorialmente, con contenidos relativos a su experiencia cotidiana, a sus preocupaciones y problemas, a su patrimonio lingüístico, artístico y cultural y a su memoria histórica, y apunta: “(...) esta noción de proximidad no implica tan sólo la difusión de contenidos próximos (significativos, para los ciudadanos, en el sentido que apelan a signos, referentes, de su realidad cotidiana e inmediata), sino también a su producción in situ, con lo cual, no necesariamente deben existir disonancias entre estas televisoras y las definidas anteriormente como locales. (Moragas, 2000 citado en Herrera, 2008: 25) Es por ello que los medios regionales y locales, más que un fenómeno marginal o aislado dentro del panorama mediático internacional, debe ser considerado como un proceso simultáneo y complementario. Una nueva época en los estudios y prácticas televisivas podría estar comenzando, pero para ello, como bien lo intuyen los impulsores de los proyectos comunitarios en el continente, hay que superar la mayor limitación de los medios audiovisuales, la de ser cauces de una sola vía: que hablan para consumidores pasivos y nunca establecen canales de intercambio.. 21.

(29) “Del Cabaret Montmartre a los micros espacios televisivos”. “La televisión local en Cuba surge sin grandes preámbulos ni anuncios. Sorprende, asusta, y agrada. Ante la novedad se prueba a sí misma, se encuentra, se reconoce y empieza a andar.” Dagmar Herrera.

(30) 2.1 Devenir de la televisión cubana hasta las corresponsalías municipales El arte de la pequeña pantalla por su dinámica, alcance y características propias, es el medio de comunicación más avanzado en la actualidad; imágenes televisivas son transmitidas desde la Luna, Marte y Venus. Edgar Jaramillo, director general del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) refiere que el auge del este medio audiovisual es tal, que incluso la Internet, la telefonía móvil y la televisión se conjugaran en el llamado hiper sector. (Jaramillo, 2006) A diferencia de los medios mercantilistas o del interés comercial que tipifica el desarrollo de la televisión en el mundo, en Cuba, a pesar del costo de cada minuto de producción, constituye una vía para transmitir fundamentalmente, programas didácticos, con perspectiva esencialmente educativa, informativa y de esparcimiento. Durante el devenir de la televisión cubana se puede apreciar como se han constituido diversos mecanismos para que la teleaudiencia, desde cada micro espacio pueda disfrutar de este medio. En 1946, un local del Cabaret Montmartre (P y 23) sirvió de escenario para la primera demostración televisiva del país. Cuatro años después, la pantalla chica transmitía emisiones para toda la isla por el Canal 4 (Unión Radio) de Gaspar Pumarejo. Al año siguiente, inició sus servicios regulares CMQ Televisión (Canal 6) propiedad de los hermanos Mestre. 7 El estudio “La televisión: herramienta comunicativa para la comunidad” refiere que en los primeros años la programación televisiva reproducía los estándares estadounidenses, siendo eminentemente comercial. Los espacios humorísticos y musicales eran los más difundidos, aunque mayoritariamente exponían acontecimientos sensacionalistas y de la alta sociedad. (Rey, 2000) Para 1952 el Canal 11 TV Caribe era el único de propiedad norteamericana; en este período se inauguraron los canales nacionales 2 y 6 8 . En 1958 Cuba se convirtió en el primer país de América Latina y el segundo del mundo, después de Estados Unidos, en ofrecer la televisión en colores. Ese mismo año la televisión cubana tenía veintisiete trasmisores que cubrían el cincuenta por ciento del territorio nacional. Nuestro país contaba con cuatro canales de televisión establecidos en la capital y uno de carácter local en la ciudad de Camagüey, este último, con una programación de películas del oeste y poca programación en vivo. 7. Este canal radicó en el edificio Radiocentro, actual sede del Instituto Cubano de Radio y televisión (ICRT).. 8. El 4 de noviembre de 1989, el canal 6, el más antiguo y de mayor alcance en el país, adopta el nombre de Cubavisión.. 22.

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