L
a estampa deFran-cisco Moreno
revi-sando la instalación de un pozo, ofreci-da por en uno de los reportajes televisi-vos de “Madrileños por el mundo”, ha sido una de las que dejan huella. En una de sus estancias en España,
Francisco participó en el congreso
“Lo que de verdad importa”. Ante más de dos mil jóvenes y adolescen-tes reunidos en el Palacio de Con-gresos, explicaba: “Soy una persona normal, sin superpoderes, ni ilumi-naciones”.
Estudió Derecho en la Complu-tense, trabajó en el Ministerio de Hacienda un par de años, y montó su propio despacho. Le iba muy bien. “Te das cuenta de que eres un privi-legiado –asegura–. Y a los 30 años me planteé: tengo que devolver algo de tanto como he recibido. Había llegado a donde estaba por la ayuda de mi familia, de mis amigos, de los profesores”.
Un verano, un amigo le propo-ne irse a Etiopía con las monjas de la Madre Teresa. “Era la oportu-nidad para empezar a devolver lo que había recibido”, explica. Se lo
comentan a más amigos, y acaban yendo 26 personas.
Cuando acaba la fuerte experien-cia, de vuelta a España, ha estrecha-do amistad con 26 personas. Pero se hace un propósito: no volver a Etiopía. Afortunadamente ese pro-pósito se desvaneció lo que tardó en llegar el siguiente verano, cuando le proponen volver. Pasa por situacio-nes más difíciles, como tener que curar con betadine, algodón y ven-das a una persona que llega con la rodilla unida a la pierna nada más que con imperdibles. “Te empiezas a plantear que a lo mejor el coche,
34 marzo11
Un abogado que construye
Un abogado que construye
pozos en Etiopía
pozos en Etiopía
interés humano
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Francisco Moreno dirige la ONG Amigos de Silva
A Francisco Moreno no le
faltaba de nada. Abogado
de éxito en Madrid, la vida
le sonreía. Hoy trabaja en
una región semidesértica
de Etiopía -un área donde
ni siquiera están presentes
las ONGs- construyendo
pozos de agua para gentes
que habitualmente se lavan
con humo, ante la ausencia
de agua. Pero la vida le
sigue sonriendo. La suya
es una historia atractiva,
aunque advierte: “yo intento
cambiar el mundo desde
Etiopía, pero no hace falta
irse allí para cambiarlo”.
POR MARIO RANGIL POR MARIO RANGIL
la casa, no es todo en la vida”, ase-gura. Repetirá los viajes a Etiopía varios años (hasta cinco). Hasta que, con sus compañeros, deciden crear una ONG. Es el origen de Amigos de Silva.
En Etiopía
Francisco se acaba trasladando a
Etiopía. “No es una decisión que se toma de un día a otro. Pero me voy allí porque veo que tengo capacidad y que puedo utilizarla para ayudar a los demás. Lo cierto es que recibo es mucho más de lo que doy”, ase-gura. Aunque puntualiza: “No hay por qué hacer lo que yo. Necesito respaldo aquí: voluntarios y patroci-nadores”.
Después de trabajar cinco años en el país, los jóvenes profesionales habían decidido crear un proyecto propio donde la ayuda fuera más útil. En Afar. “Es la zona más pobre de uno de los países más pobres del mundo. Eso da idea de la situa-ción de extrema necesidad”, explica
Francisco. Es un área semidesértica
con una temperatura media de 45º C, una población casi en su totali-dad nómada y con un único hospi-tal de ochenta camas para millón y medio de personas. En el área sólo hay cierta presencia de Médicos Sin Fronteras, Save The Children y UNICEF. Amigos de Silva es la que tiene mayor vocación de permanen-cia, el resto atienden sólo proyectos muy puntuarles.
Agua y sanidad
Se fijan como objetivo proveer de agua y sanidad. De nada les sirve tener un hospital si antes no hay un proyecto de nutrición. La situación es tan extrema que hay padres que se plantean no dar de comer a algún hijo, para poder sobrevivir. Cuenta el caso de una madre que tuvo tri-llizos y decidió dar de comer sólo a
uno. La comida no daba para más. Afortunadamente, las monjas de la Madre Teresa se enteraron de esta situación y se hicieron cargo de la alimentación de los tres.
Francisco explica cómo se
com-prueba si un niño está falto de ali-mentación. El sistema es sencillo. Se coge una cinta de varios colores, y se rodea el brazo del pequeño. Si el diámetro del brazo está entre 5 y 11 cms., en la zona roja de la
cinta, el niño padece desnutrición severa. La parte blanca indicia des-nutrición moderado; el color verde, que no hay problema. Su concepto de niño abarca desde la concepción hasta los 15 años. Es decir, que se incluyen a madres lactantes (a quie-nes también se coloca la cinta en el brazo para medir la desnutrición). Niños y madres lactantes afecta-dos de este problema reciben ayuda alimenticia, en forma de bolsas de
Francisco, con algunos niños que disfrutan del programa de nutrición. Arriba, voluntarios con las monjas de la Madre Teresa en Etiopía. De su trabajo con ellas nació Amigos de Silva.
harina de maíz, más sopa, más vita-mina, más azúcar.
Cinco proyectos
De los cinco proyectos que desa-rrollan en Etiopía tal vez el más amplio sea el de la atención sani-taria. Además, trabajan en la cons-trucción de cinco pozos de agua potable, en la rehabilitación de una escuela y en un proyecto odontoló-gico.
Con el proyecto sanitario espe-ran beneficiar directamente hasta medio millón de personas. La idea es mejorar un hospital y construir otro nuevo, además de desarrollar un programa de nutrición infan-til, en colaboración con UNICEF.
Francisco explica que la
mayo-ría de los trabajadores que tiene contratados padecen sida (“les veo como mi familia y como uno más, pero en España no conocía a nadie con esta enfermedad”). Las grandes ONGs financian medici-nas contra el sida, pero bajan las defensas, hasta el punto de que un simple resfriado obliga a ir al
hos-pital. El enfermo no tiene dinero: o compra las medicinas o come. AdS compensa ese gasto: consigue las medicinas, y gestiona su adminis-tración.
El segundo proyecto busca paliar la gravísima carencia de agua pota-ble, con la construcción de cinco pozos. Como efecto, mejorará la vida de las niñas. En Afar, el 60% de la población son mujeres. No pueden ir al colegio porque tie-nen que ir a por agua (en muchos casos, veinte kilómetros con una garrafa a cuestas, a diario). Los pozos les permitirán disponer de tiempo para asistir a la escuela.
Ambulancia improvisada
Francisco explica que esgratifi-cante comprobar los resultados: al cabo de un mes de ayuda al niño, ya es palpable su mejoría. A veces, la familia les invita a pasar un par de días con ellos. Es su modo de dar las gracias.
El 4x4 con el que trabaja es un vehículo multiservicio. Recuer-da especialmente una ocasión en
que le avisaron de madrugada, por una mujer que estaba de parto. Sin ambulancia, fue él quien la llevó al hospital ¡a 70 kilómetros! Y por carreteras que no son autopistas. La mujer quedó internada y, reci-bir el alta, invitó a Francisco a su humilde casa de adobe. “Lo poco que tienen te lo ofrecen, asegura. Y todas las veces que te invitan tienes que ir. Aprendes a aceptar eso que te dan, que les supone un esfuerzo increíble”.
Asegura que “cuando vuelves a Europa, ves las cosas de modo dis-tinto. Ves que la sociedad es con-sumista. La clave no es no tener, sino disfrutar lo que tienes, como hacen allí”. “En esta experiencia te das cuenta de que hay pocas cosas importantes en la vida –resume-: uno, la familia; dos, los amigos; tres, ser feliz; cuatro, hacer felices a los demás. Y, además, para con-seguir la tercera hay que hacer la cuarta”. “Estar allí no lo cambio por nada”. Más información: www.amigosdesilva.org 36 marzo11
interés humano
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¿A
migos de Silvia? ¡No, de Silva! Más de una vez el nombre ha provocado desconcierto. Y es que, además de trabajar en Etiopía, Amigos de Silva no ha querido olvidarse de España, y desarrolla un proyecto, en Lega-nés, al sur de Madrid, apoyando la construcción de unos locales sociales en una zona de integra-ción junto a la parroquia Santa Beatriz de Silva. El sacerdote de allí es buen amigo –les acom-pañó en alguno de los viajes- y a la santa titular de la parroquia debe su nombre la ONG, por ser su primer proyecto. interés humano
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52 junio10