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El Daño desde
el Enfoque Psicosocial
Martha Nubia Bello Albarracín
Ricardo Chaparro Pacheco
Incluye referencias bibliográficas ISBN : 978-958-719-629-0
1. Asistencia humanitaria 2. Conflicto armado - Aspectos psicológicos 3. Violencia - Aspectos psicológicos 4. Acción sin daño I. Chaparro Pacheco, Ricardo, 1981- II. Tít. III. Serie
CDD-21 303.66 / 2011
Primera edición; Bogotá D.C., 2011
El daño desde el enfoque psicosocial
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia – PIUPC-Calle 44 No. 45 – 67, Unidad Camilo Torres, Bloque 1, Oficina 601 Tel.: (57) 1 3165000 Ext.: 10261 – 10265, Bogotá D.C. Correo electrónico: proiupc_bog@unal.edu.co
Dirección académica
Martha Nubia Bello Albarracín
Coordinación editorial
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Comité editorial
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Revisión de textos
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Diseño y diagramación
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Archivo PIUPC, Archivo GIZ, Archivo COSUDE Archivo Borja Paladini Adell - www.borjapax.org Foto portada: COSUDE
Impresión
Imágenes IPD Bogotá D.C., 2011
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ISBN Volumen: 978-958-719-629-0 Las opiniones y los énfasis destacados en el texto, son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Universidad Nacional de Colombia, COSUDE, ni GIZ
Autor
Martha Nubia Bello Albarracín mnbelloa@unal.edu.co
OBjetIvOS
MAPA CONCePtUAl
UNIDAD 1. APROxIMACIONeS PSICOSOCIAleS SOBRe el CONtextO
UNIDAD 2. el eNFOqUe PSICOSOCIAl
2.1. El Encuentro Sujeto – Colectivo: propuesta para la definición del enfoque
psicosocial
2.2. La construcción social del sujeto y la satisfacción de las necesidades humanas
2.3. Derechos Humanos, Dignidad Humana y Acompañamiento Psicosocial
UNIDAD 3. lA NOCIóN De DAñO DeSDe el eNFOqUe PSICOSOCIAl 3.1. Expresiones Psicosociales del Daño
3.1.1. Daños al proyecto de vida – o daño existencial – 3.1.1.1. Transformaciones y daños en las identidades 3.1.1.2. Transformaciones y daños en la autonomía 3.1.1.3. Transformaciones y daños en el empoderamiento 3.1.2. Daños al cuerpo
3.1.3. Daños psicosomáticos
3.1.4. Daños colectivos – o daño sociocultural – 3.2. No Sólo el Daño…
3.3. Sentidos y propósitos de la acción humanitaria desde el enfoque psicosocial
UNIDAD 4. FACtOReS GeNeRADOReS y AGRAvANteS Del DAñO DeSDe el ACOMPAñAMIeNtO PSICOSOCIAl eN lA AteNCIóN HUMANItARIA, y eStRAteGIAS PARA SU MItIGACIóN
4.1. La sobredimensión o subestimación del dolor y del sufrimiento
4.2. La victimización: cuando el sufrimiento resulta útil como fuente de reconocimiento y de retribución
4.3. Invasión de los espacios privados y los ámbitos íntimos
4.4. Las generalizaciones y estandarizaciones: la igualdad que desconoce la diferencia
4.5. La utilización arbitraria de los rituales, los símbolos y los aspectos significativos
de orden espiritual y cultural
4.6. La exacerbación y el uso del dolor frente a donantes y financiadores
4.7. Agotamiento del equipo de acompañamiento
UNIDAD 5. teNDeNCIAS Del ACOMPAñAMIeNtO PSICOSOCIAl y eStRAteGIAS PARA lA IDeNtIFICACIóN De ReCURSOS PROteCtOReS y De AFRONtAMIeNtO
5.1. Criterios generales de la acción humanitaria desde el enfoque psicosocial
7 8
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13
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PSICOSOCIAl
6.1. Evaluación y seguimiento según tipologías del acompañamiento psicosocial 6.2. Criterios de seguimiento y evaluación y ciclo de los proyectos de acompañamiento psicosocial
BIBlIOGRAFíA CItADA y De ReFeReNCIA
Anexo 1. Herramientas Metodológicas: Inventario de daños y exigencias de reparación
índice de Figuras
Figura 1. Ámbitos de Interacción del Sujeto y los Arreglos Diferenciales
Figura 2. Vínculos entre los Procesos Sociales de la Guerra y los Procesos Subjetivos
que Desencadena
Figura 3. Tipologías del Acompañamiento Psicosocial en Colombia
índice de Cuadros
Cuadro 1. Clasificación de las Necesidades Humanas, sus Satisfactores y Carencias
Cuadro 2. Caracterización de las Relaciones Satisfactoras de Segundo Orden (o de Bienestar Social)
Cuadro 3. Características y Criterios de Evaluación según las Tipologías de Proyectos
Cuadro 4. Plano de Criterios para el Seguimiento y la Evaluación de los Proyectos de Acompañamiento Psicosocial
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63
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21 67
construcción de paz por lo general son evaluados a partir de indicadores de orden cuantitativo, material y económico. Por medio de estos indicadores se busca dar cuenta de la capacidad que
tiene la acción para responder a las “necesidades inmediatas” generadas por los conflictos,
especialmente de alimentación, albergue y protección.
Sin embargo, los grandes fenómenos que suelen ser catalogados como catástrofe –ya sea
originados a partir de fenómenos naturales o de características antrópicas, como los conflictos
armados –, provocan gran cantidad de impactos en la salud mental de las personas y las comunidades afectadas, los cuales si no tienen evidencias somáticas claras, suelen obviarse y por lo tanto, quedar sin atención.
Con el desconocimiento de este tipo de situaciones, los agentes humanitarios al determinar la prioridad de sus intervenciones pueden incurrir de un lado, en soslayar y subestimar aquellas situaciones que por razones de orden psicológico o relaciones de poder no son expresadas ni visibilizadas por quienes las padecen; o de otro, contribuir a profundizar los daños.
Por otro lado, es importante evidenciar que las guerras y los conflictos armados tienen gran
capacidad para afectar las relaciones entre las personas y debilitar los lazos comunitarios.
El miedo, la desconfianza y el sufrimiento, restringen, limitan y distorsionan las relaciones
humanas, creando escenarios problemáticos y complejos en donde las acciones de los otros, tanto internos como externos, son objeto de sospecha, aceptación pasiva o rechazo.
Los lenguajes implícitos, los rumores e incluso, las resistencias pasivas son un obstáculo para el trabajo, lo cual exige de capacidad de los agentes humanitarios para reconocerlos y afrontarlos en sus procesos.
A partir de tales consideraciones, los programas de atención humanitaria y provisión de ayuda
a víctimas, tanto de conflictos armados como de otras catástrofes, han venido incluyendo
acciones de intervención psicosocial y reconociendo en cierta medida, tanto los efectos del
contexto en la salud mental de quienes están inmersos en el conflicto, como las capacidades
con las que cuentan los individuos para actuar sobre ese escenario.
Sin embargo, los lineamientos conceptuales y metodológicos que sostienen lo psicosocial de las acciones humanitarias, y que incluyen este componente, no son del todo claros. Oscilan entre posiciones personales y la imposición de preceptos ajenos a las comunidades, que desconocen las condiciones propias del escenario de intervención. Tampoco hay claridad respecto a sus propósitos. Sostienen el ciclo descrito anteriormente, dando relevancia a unos
inter-La importancia del llamado que hace la perspectiva de la Acción Sin Daño radica
precisa-mente en la promoción de una reflexión en la que no solo se tenga en cuenta el daño en las
comunidades y sus miembros a partir de los efectos devastadores de las catástrofes y los
conflictos armados, sino también la manera en que la acción humanitaria desprovista de un
enfoque psicosocial puede incidir en la generación y/o profundización de daños.
Teniendo en cuenta lo anterior, y desde la experiencia de trabajo que durante 10 años ha de-sarrollado el Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC) de la Universidad Nacional de Colombia, el propósito de este módulo es:
Presentar una propuesta para pensar en un enfoque psicosocial que, bajo la perspectiva de la Acción sin Daño, brinde elementos para aproximarse a los escenarios que demandan la formulación, ejecución, seguimiento y posterior evaluación, de acciones humanitarias y pro-yectos de construcción de paz.
Las cuatro primeras partes de este módulo presentan un abordaje conceptual de lo que se
propone como aspectos a tener en cuenta para la definición de un enfoque psicosocial y, des -de allí, pensar la noción -de daño y sus expresiones en los individuos y comunida-des sujetos de atención.
Las dos últimas partes corresponden a un abordaje metodológico desde el enfoque psicoso-cial, donde más que presentar un “recetario” de acciones que se suponen psicosociales, se
persigue promover la reflexión en torno a los propósitos del acompañamiento psicosocial y su puesta en acción en las diferentes tipologías de proyectos psicosociales. Luego, esta reflexión
Acción sin Daño, brinde elementos para aproximarse a los escenarios que demandan la for-mulación, ejecución, seguimiento y posterior evaluación de acciones humanitarias y proyectos de construcción de paz.
Objetivos específicos:
» Precisar el significado y las implicaciones del enfoque psicosocial y sus aportes para la definición, la identificación y la prevención del daño.
» Identificar los daños psicosociales de orden individual, familiar, comunitario y social que
pueden generarse como resultado de las acciones humanitarias y los procesos de cons-trucción de paz.
» Reconocer la importancia de la dimensión emocional y espiritual de las personas y las comunidades en los proyectos humanitarios y de construcción de paz.
» Analizar el impacto que genera el trabajo en contextos de guerra y conflicto sobre los
agentes humanitarios, y proponer estrategias de prevención y afrontamiento.
EL DAÑO DESDE EL ENFOQUE PSICOSOCIAL
Abordaje conceptual
Aproximaciones psicosociales sobre el contexto
Noción de daño desde el enfoque psicosocial
Expresiones psicosociales del
daño
Daños al proyecto de vida o daño
existencial
Transformaciones y daños en las
identidades
Transformaciones y daños en la
autonomía
Transformaciones y daños en el empoderamiento
No solo el daño El enfoque psicosocial
El encuentro sujeto-colectivo
La construcción social del sujeto y la
satisfacción de las necesidades humanas
Derechos humanos, dignidad humana y acompañamiento
psicosocial
Daños al
Factores generadores y agravantes del daño desde el acompañamiento en la atención humanitaria y estrategias para su
mitigación
Tendencias del acompañamiento psicosocial y estrategias
para identifi cación de
recursos protectores y de afrontamiento
Criterios generales de la acción humanitaria desde
el enfoque psicosocial
Tipologías de las acciones psicosociales en Colombia
Propuesta para la formulación de
indicadores de seguimiento y evaluación
de los proyectos
Evaluación y seguimiento según
las tipologías de acompañamiento
Criterios de seguimiento y evaluación y ciclos
de los proyectos de acompañamiento
psicosocial Sentidos y propósitos de la
acción humanitaria desde el enfoque psicosocial
La sobredimensión y la subestimación
del dolor y del sufrimiento
La victimización
Invasión de los espacios privados y los ámbitos íntimos
Las generalizaciones y
estandarizaciones
La utilización arbitraria de los
rituales
La exacerbación y el uso del dolor frente a donantes y
fi nanciadores
Agotamiento Daño colectivo o
En el escenario colombiano se presentan di-versas situaciones que frecuentemente lla-man la atención de agencias internacionales y organizaciones de ayuda humanitaria.
Cientos de miles de personas que año tras
año, son damnifi cadas por las inundaciones
a causa del invierno y los deslizamientos de tierra en zonas de alta inestabilidad debido a la actividad volcánica o sísmica, entre otros factores generadores de riesgo. Frente a estos hechos son repetitivas las declaracio-nes de “situación de emergencia” –
gene-ralmente en las mismas áreas geográfi cas
donde ya se había hecho una declaración
similar –, lo cual habla de acciones insufi
-cientes por parte del Estado para generar condiciones de seguridad que reduzcan la exposición de las personas a la devastación propia de estos fenómenos naturales (pre-vención de las emergencias, reducción del número de perjudicados y rápida recupera-ción de los afectados). Asimismo, para trans-formar las estructuras sociales que
reprodu-UNIDAD 1
A
PROXIMACIONES
PSICOSOCIALES
SOBRE
EL
CONTEXTO
cen estas condiciones de alta vulnerabilidad,
puesto que la gran mayoría de damnifi cados
habitan áreas rurales empobrecidas o cin-turones de miseria, ubicados en la periferia de las grandes ciudades del país.
La historia del país da cuenta de un largo
confl icto armado interno que ha
provoca-do miles de muertes, desapariciones, ma-sacres, desplazamientos forzados y toda suerte de prácticas horrendas, orientadas a degradar la dignidad o despojar de todo rasgo de humanidad y eliminar a quienes son considerados como enemigos o sim-patizantes de los bandos contrarios. El uso de estrategias de guerra, violatorias de los Derechos Humanos y el Derecho Internacio-nal Humanitario, ha afectado principalmente a la población civil y de manera particular, a campesinos, indígenas y afrocolombianos, entre los que sobresalen las mujeres, los ni-ños y las niñas como los grupos mayormen-te vulnerados por las dinámicas de la guerra.
Foto: www
Por su parte, en las áreas del país como los centros urbanos, donde las acciones del
confl icto no se manifi estan de manera
conti-nua, otras violencias (contra las mujeres, los niños y niñas, entre vecinos, etc.), pierden valoración simbólica y no son representadas socialmente como tales, hasta que sus ma-nifestaciones alcanzan expresiones explí-citamente físicas y de “gravedad evidente”.
La guerra transcurre además, en un clima de corrupción e impunidad que impide a las
victimas adelantar procesos para garantizar la verdad, la justicia y la reparación, y más
aún, las hace objeto de nuevas victimizaciones y vulneraciones.
Hablar de una guerra de más de 50 años im-plica asumir que las relaciones sociales es-tán absolutamente atravesadas por sus di-námicas y sus lógicas. En particular, pensar en que la amenaza, la destrucción y las pér-didas se instalan como procesos sociales
que constituyen realidades permanentes,
conlleva a identifi car una serie de procesos subjetivos y paralelos, relacionados con el miedo, el trauma y el duelo, especialmente1.
1. Estos aspectos se desarrollarán más ampliamente en el apartado 3.1.3 Daños Psicosomáticos.
2.Martha Bello & Dora Lancheros, Acompañamiento psicosocial y atención humanitaria en el contexto colombiano. Bogotá:
Corporación apoyo a víctimas de violencia sociopolítica pro-recuperación emocional -AVRE-, 2005. p. 10.
Este escenario condiciona de modo particu-lar la manera como los sujetos perciben el mundo y se arman de herramientas para in-terpretarlo, desenvolverse en él y construir-lo. Con lo anterior puede intuirse también, que existen incidencias que van más allá de los individuos para trascender en las redes sociales construidas y los ámbitos de inte-racción que las contienen.
El conflicto armado colombiano ha configurado la vida política, social y
económica del país, conllevando consecuencias profundas a sus víctimas
(individuos y colectividades) y la sociedad en su conjunto. Estas consecuencias
a su vez, construyen subjetividades y realidades, que dan lugar a lenguajes y
prácticas sociales, las cuales a la postre, adquieren “dinámica” propia y pasan a
formar parte de las características del ámbito social y comunitario en el cual se
inscribe el quehacer profesional.
2Foto:
2.1. El encuentro sujeto
– colectivo: Hacia una
definición del enfoque
psicosocial
La vasta literatura existente acerca de lo psicosocial genera al mismo tiempo cierta
difi cultad para precisar y delimitar el tema,
más aún cuando los puntos en común no
son fáciles de identifi car y son planteados
sin mayores precisiones. En nombre de lo psicosocial se realizan aproximaciones que tienden a caricaturizar o privilegiar una de las dos tendencias que se hallan incluidas allí, como son lo psicológico/psiquiátrico y lo
social/comunitario, reduciendo la signifi
ca-ción del término y, por ende, su práctica3.
Al revisar el término en cuestión, se tienen dos componentes lingüísticos que pueden
dar alguna orientación: el prefi jo psico que: “…Se refi ere a la psique o al alma’’ 4 alude
a la indagación y comprensión de la expe-riencia humana desde su subjetividad; y la
palabra social, que se refi ere a la dinámica
vinculante del sujeto con otros con quienes está en permanente relación.
3. Bertha Castaño. «A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento», Desplazamiento forzado: dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo. Martha Bello. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá-, Programa de Iniciativas Universitarias
para la Paz y la Convivencia (PIUPC); Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR),
2004, pp. 187-196.
4. David Becker & Barbara Weyermann. Género, transformación de confl ictos y enfoque psicosocial. Agencia suiza para el
desa-rrollo y la cooperación – COSUDE, 2006, fi cha 2, p.1.
www
.unmultimedia.org/ Mark Garten
UNIDAD 2
E
L
E
NFOQUE
P
SICOSOCIAL
Lo psicosocial entonces, en su
aspecto más básico de la composición
morfológica del término, alude a ese
Pero la importancia de pensar en un sujeto en relación con otros radica en el reconoci-miento de lo que dichas relaciones repre-sentan para él mismo: inicialmente, la garan-tía de su supervivencia frente a la primigenia inmadurez biológica, desde la cual podemos hablar de un ser humano que nace en ne-cesidad. En la historia de la humanidad, la asociación humana y sus producciones para la contingencia frente al entorno han garan-tizado la supervivencia de la especie. “Cada animal deja vestigios de lo que fue; sólo el hombre deja vestigios de lo que ha creado”6.
En este orden de ideas, el ser humano llega a un mundo que le antecede, en la medida que ha sido interpretado, nombrado y hasta
Este proceso de construcción social de la realidad8, también valida la espera e
inser-ción del nuevo sujeto humano en ese mundo preconcebido. Se trata de la atribución social de un valor, del cual se deriva el estatus de reconocimiento de una persona como miem-bro de una asociación humana, y que como tal, la hace merecedora de la atención del colectivo para satisfacer las condiciones que garanticen su supervivencia, y le asigna un propósito a su vida y a su lugar en el mundo.
Esto la convierte en un fi n en sí misma, es
decir, que no puede ser instrumentalizada ni utilizada como medio para ninguna causa9.
Este valor es la dignidad humana, de cuya
defi nición histórica en los Derechos
Huma-nos10, también se deriva el deber de
respe-tar ese mismo valor asignado a los demás.
6. Jacob Bronowski, El Ascenso del hombre. 1973, p.19.
7. Yolanda López, “Trabajo social individual”. Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá-, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social, apuntes de clase, I/2002.
8. Peter Berger & Thomas Luckman. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1968 (Título original en inglés: The social construction of reality, Zuleta, Silvia, tr.).
9. Bello & Lancheros, Acompañamiento…p. 68.
10. Ver el apartado: Derechos humanos, dignidad humana y acompañamiento psicosocial.
Es decir, lo psicosocial parte de preguntar por la experiencia subjetiva de una persona inscrita en espacios más amplios de relación con otros, un sujeto en relación o, como lo llamarían Becker y Weyermann5, un sujeto
en contexto.
5. David Becker & Barbara Weyerman, 1.
modifi cado por los ancestros, quienes lo
re-ciben y lo insertan en ese mundo, para que luego, el sujeto esté en capacidad de inte-ractuar con ellos y otras personas a su alre-dedor. Esos otros a su vez, continuarán en la tarea de interpretar el entorno y actuar en él (unas veces transformándolo, otras simple-mente siendo parte de él), sostenidos sobre criterios y preceptos culturales anteriores a ellos mismos y que han venido aprehendien-do y vivienaprehendien-do desde su primera infancia7.
Esta dinámica relacional del sujeto nos habla del carácter social del ser humano, desde cuyas interacciones se hace posible la asimilación del mundo y sus componentes, y ser parte de él.
Foto:
Tanto el sujeto como los espacios en los que se relaciona con otros sujetos – ámbitos de
interacción –, son atravesados por aspectos que social y culturalmente son signifi cados,
arre-glados según los parámetros precedentes, y por consiguiente, condicionan la relación de las personas entre sí y la construcción de sus espacios sociales. A esto lo llamamos arreglos diferenciales11, que son el ciclo vital, el grupo social al que hace parte12, el grupo étnico y el
género.
11.A partir de la defi nición propuesta por María Emma Wills sobre arreglos de género, entiéndase por arreglos diferenciales las pactos sociales, legales e informales, que asignan roles, estatus y prácticas diferenciadas a cada aspecto que imprime una diferencia, tanto en la identidad como en la experiencia individual y/o colectiva en cada ámbito de interacción. Para Wills (2008, s.ed.), los arreglos son “…desenlaces contingentes de luchas entre actores con distintos grados de poder”, lo que les asigna un
carácter dinámico y cambiante según los momentos y contextos históricos.
12. Caben en esta categoría diferencial tanto las agrupaciones alrededor de arreglos socioeconómicos y de clase como los de
poblaciones especiales, por ejemplo, los discapacitados.
Figura 1.
Ámbitos de interacción del sujeto y los arreglos diferenciales
Recursos Materiales
R
ecursos Simbólicos
R
ecursos Ambientales
Recursos Económicos
Cultural
Histórico
Ciclo Vital
Etnia
Plobaciones específicas Clase
Socioeconómica Género
Cultural Cultural Clase
Socioeconómica Socioeconómica Socioeconómica Género
Etnia
Ciclo Vital Ciclo Vital Ciclo Vital
Fuente:Strang y Alastair, 2003; Bello, et al., 2006;
elaboraciones propias para este módulo Sujeto
Familiar
Comunitario
Territorial
13. Para el psicoanálisis ese algo del sujeto es el inconsciente, parte fundamental de la estructura psíquica y subjetiva que se escapa al pleno conocimiento y al dominio de las nociones que manejamos de nosotros mismos y frente a los demás: la cons-ciencia. Con tales características, la incidencia del inconsciente en la subjetividad y la vida cotidiana es bastante amplia.
Así las cosas, el sujeto está en permanente construcción a partir de su relación con otros y su participación en ámbitos de interacción más amplios. Sin embargo, esos espacios a los que el sujeto está vinculado no lo captan en su totalidad, así como tampoco los ámbi-tos de interacción más amplios (cultural, político, social) lo hacen con los ámbitos de interacción más pequeños (comunita-rio, grupal, familiar). En otras palabras, hay algo del sujeto13y sus ámbitos de
interac-ción, que se escapa a los espacios sociales más amplios que lo contienen, pese a que éstos son construidos socialmente (por esa razón, la fi gura 1 es representada median-te círculos descentrados, no concéntricos, como quisiera pensarse).
Estos fragmentos que se escapan al domi-nio total del ámbito de interacción más am-plio son los reductos en los que se deposi-tan aquellos aspectos diferenciales ocultos
– casi que como un sacrifi cio –, a fi n de que
los pactos sociales sean posibles, pero cuya latencia representa tensiones que a menu-do suelen encontrarse en la cotidianidad, las acciones de acompañamiento y hasta en la formulación de políticas públicas (individuo vs. familia, familia vs. sociedad, derechos individuales vs. los derechos de otros individuos vs. los derechos colectivos, entre muchos otros). Bajo ciertas
condicio-nes, estas tensiones pueden exacerbarse y manifestarse abiertamente hasta llegar a la
generación de confl ictos. Es por eso que de
manera acertada, las perspectivas de
trans-formación de confl ictos llaman la atención sobre la imposibilidad de resolver el confl icto
de una vez por todas, y convocan a pensar en la construcción social de mecanismos no-violentos para su abordaje.
Teniendo en cuenta que la atención se diri-ge a lo que ocurre en un sujeto en relación con otros y con un contexto en el que se conforman colectivos, es posible considerar lo psicosocial como un enfoque integrador, en el que caben diferentes perspectivas de abordaje teórico y práctico sobre el encuen-tro sujeto-colectivo, lo cual le imprime un ca-rácter holístico, sistémico y dinámico.
Considerando la relación constructora re-cíproca entre el sujeto, los grupos y las es-tructuras sociales en las que se halla inscri-to, se asume que los acontecimientos y las transformaciones en los distintos ámbitos de interacción inciden directamente en su subjetividad. Si tales cambios se adelantan
en pro de la afi rmación del sujeto, entonces contribuyen a la realización de su dignidad humana, pero si por el contrario estos
ob-jeto (como ocurre en la guerra y sus diferen-tes violencias), se niega el reconocimiento a su dignidad humana. Lo anterior, expone su vulnerabilidad y conlleva a la expresión de diversos malestares tanto en la subjetivi-dad del individuo como en el enrarecimiento y quiebre de los lazos y redes sociales de sus ámbitos de interacción.
A partir de lo anterior puede deducirse que el acompañamiento psicosocial es demandado en escenarios en los que se amenaza con el desconocimiento – o se ha desconocido de facto – de la dignidad humana, la vulnera-ción del derecho y la capacidad de los seres humanos para decidir sobre sus proyectos de vida, y el impedimento para desplegar acciones y hacer uso de sus recursos para
confi gurar y alcanzar esa dignidad. Por con-siguiente, la fi nalidad del acompañamiento
psicosocial es contribuir a la restitución y reivindicación de la dignidad y la autonomía.
2.2. La construcción social
del sujeto y la satisfacción
de las necesidades humanas
Anteriormente se mencionó que el ser hu-mano nace en necesidad y esta necesi-dad permanece con él, en la medida que su subsistencia depende de los recursos quele ofrece la asociación humana para tal fi n,
desde los diferentes ámbitos de interacción y en relación con las características de los arreglos diferenciales correspondientes a los contextos donde se desenvuelve.
14. Bello & Lancheros, Acompañamiento…p. 68.
Frente a una cierta confusión por la
definición de estas necesidades y lo que
pareciera ser una interminable lista de
ellas, los debates en la primera mitad del
siglo XX tendieron a jerarquizarlas de
tal manera que, conforme se satisfacen
las más básicas – alimentación, agua,
aire, vivienda, etc. –, los seres humanos
pueden desarrollar necesidades y deseos
más elevados – afecto, amor, éxito, etc.
–,subordinando lo espiritual/simbólico
a lo material/biológico
14. Según esta
perspectiva, las acciones de apoyo
psicosocial desde la atención humanitaria
figuran en un segundo plano, pues
su provisión e impacto sólo se hace
posible una vez que sean satisfechas las
necesidades de supervivencia en medio
de la emergencia
15.
15. Michael Wessells, «Do no harm: Challenges in organizing psychosocial support to displaced people in emergency settings»,
Journal refuge 25,1, 2008, p. 6 [revista en línea], [Nota: 25 corresponde al volumen, 1 al número], (Consultado enero de 2009).
En los momentos de crisis (individuales o colectivas, de origen antrópico16o no), el
cubrimiento de las necesidades propias del ser humano resulta reducido, limitado o casi nulo, lo cual convoca la ayuda para la supe-ración de este tipo de situaciones y a la vez, la convergencia de diferentes disciplinas y perspectivas para su mayor comprensión.
Como pueden priorizarse las necesidades, implícitamente se acepta un tratamiento de desconexión y segmentación frente a las ne-cesidades humanas. Algunas de ellas
que-dan para ‘resolverse’ en el tiempo. Se niega,
en otras palabras, la interdependencia de las necesidades.
17. Bello & Lancheros, Acompañamiento…p. 62.
el cubrimiento de estas necesidades (Ver fi
-gura 1), y por consiguiente, variables tanto en las diferentes culturas como en el tiempo que se consideren18.
En concordancia con lo identifi cado
anterior-mente, acerca de que el ser humano nace en necesidad y permanece en tal estado, las necesidades humanas pueden ser enten-didas como condiciones para la construc-ción de un sujeto humano digno. La pri-vación de los satisfactores para cubrir esas
necesidades genera carencias, defi nidas
como la negación de las necesidades hu-manas y, por consiguiente, la vulneración a la dignidad humana.
18. Manfred Maxneef & ál., Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Cepaur, Fundación Dag Hammarskjöld,
1993.p. 22.
19. Édgar Malagón, Problemas sociales I, Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá-, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social, apuntes de clase, I/2002.
(…) Esta manera de pensar las
ne-cesidades humanas lleva a una inter-vención fragmentada, diferida, y no
pocas veces ‘autoritaria’, en el
senti-do de prescribir un orden universal y preestablecido de las necesidades, por fuera de los marcos culturales y, de manera más radical y exacta, por fuera del respeto a la condición huma-na, a la subjetividad de las víctimas y a su condición de sujetos. Las conse-cuencias son evidentes en algunas ex-periencias: comunidades tradicionales
que dan cereales de la ‘ayuda’ a sus
animales, porque no forman parte de su dieta; comunidades a las que se les obliga a comer cierto tipo de alimen-tos, dispuestos de tal manera sin reco-nocer sus tradiciones17.
Bajo la perspectiva de la Acción sin Daño, la anterior cita llama la atención sobre los men-sajes éticos implícitos y los daños que como tal, puede generar la atención humanitaria desde este tipo de abordaje.
A medida que avanzan las discusiones al respecto, se ha logrado señalar que existe una imprecisión en la diferencia conceptual entre lo que son propiamente las necesida-des humanas y los satisfactores de esas ne-cesidades. Lo anterior lleva a pensar en las primeras como un sistema
interdependien-te, fi nito y clasifi cable, cuya defi nición sería
permanente y aplicable a todos los sistemas culturales y periodos históricos, en tanto los segundos, son los recursos empleados para
on base en la propuesta del equipo de
Manfred Max-Neef y su perspectiva de
desarrollo a escala humana, desde el
departamento de Trabajo Social de la
Universidad Nacional de Colombia
19Puede decirse en este punto que, en la medida que el propósito de los satisfactores es el cubri-miento de las necesidades humanas, y que sus expresiones varían según las interpretaciones que se hagan de dichas necesidades y los senti-dos que se les asignen a los recursos disponibles en unos momentos dados, entonces la dignidad humana es una condición que se construye y/o garantiza atendiendo a una amplia variedad cul-tural y social en contextos históricos determina-dos.
A partir de lo anterior, las necesidades humanas podemos entonces clasifi carlas como existen-ciales y ontológicas. Las primeras – las cuales podemos defi nir como elementos de base en la construcción de un proyecto de vida –, son las
necesidades de ser, hacer, estar y tener. La de-nominación de las segundas se debe a que el ca-rácter de su satisfacción depende de los valores atribuidos histórica y socioculturalmente a sus satisfactores. El Cuadro 1 presenta la propuesta de este módulo para la clasifi cación de las nece-sidades existenciales y axiológicas, así como de sus respectivos satisfactores y carencias.
Desde el trabajo de Amartya Sen, los satisfacto-res propuestos para las necesidades existencia-les pueden ser pensados en términos de capa-cidades, cuya dinamización y desenvolvimiento guardan una estrecha relación con la garantía de las condiciones para el pleno ejercicio de los De-rechos Humanos (aspecto que se profundizará más adelante).
Cuadro 1.
Clasificación de las necesidades humanas, sus satisfactores y carencias
Necesidades humanas Satisfactores Carencias
Necesidades
existenciales
Ser Identidad Alienación
Hacer
Autonomía Heteronomía
Estar
Tener Empoderamiento Desempoderamiento
Necesidades
axiológicas
Necesidades corporales
Protección
Productos, servicios, infraestructuras y
redes sociales
Pobreza Movilidad
Energía
Necesidades afectivas
Autoestima
Desafecto Alteridad
Necesidades culturales
Saber tradicional
Exclusión Saber
Científi co
Eticidad
20. Manfred Maxneef & ál., 36-37.
21. Édgar Malagón, «Las relaciones de bienestar social y los campos de intervención del trabajo social», Revista de Trabajo
Social, No. 2, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social, 2000, p. 15.
El concepto de relaciones satisfactoras per-mite hacerse a la idea de la variedad de ex-presiones de las necesidades, a través de las formas que adquieren sus satisfactores y según las características propias de los arreglos diferenciales y los ámbitos de inte-racción en los que se desenvuelve el sujeto y sus colectivos. A tal diversidad debe agre-gársele la experiencia subjetiva; la manera particular como cada quien vive sus necesi-dades y relaciones desde las cuales logra su
satisfacción. Lo anterior permite afi rmar que:
“Las formas en que vivimos nuestras necesi-dades son, en último término, subjetivas” 20.
Sobre el supuesto de una sociedad de
mer-cado, “…en la cual, la satisfacción de las
ne-cesidades y la calidad de vida dependen del esfuerzo y la capacidad individual para
pro-veerse de los elementos indispensables…” 21, la familia (desde sus diferentes tipologías
y expresiones culturales), el mercado y el trabajo pueden pensarse como relaciones satisfactoras de primer orden, en la medida que responden al cubrimiento de las necesi-dades humanas en su primera expresión, es decir, como condiciones para la construcción del sujeto humano digno. Desde una pers-pectiva de Derechos Humanos, se añade la ciudadanía a esta categoría de relaciones, pensada como la relación entre el Estado y el sujeto.
Esta última relación – la de ciudadanía –, su-pone la base para el reconocimiento social de la dignidad de toda persona, y por ello mismo, lleva a la dinamización de otro tipo de relaciones que responden a la negación de la necesidad, es decir, a su expresión como carencia: las relaciones satisfactoras de segundo orden o de bienestar social, (in-teracciones surgidas y sostenidas desde di-versos imperativos éticos de ayuda social, a las cuales se les atribuye la posibilidad de crear canales de restitución y redistribución de los satisfactores).
Estas relaciones implican transacciones de orden económico (en dinero, especie o ser-vicios), que apuntan a la restitución de satis-factores de las necesidades axiológicas, así como de orden simbólico, que redundan en la promoción – o la negación – de capaci-dades individuales y/o colectivas. La transfe-rencia representada en estas transacciones adquiere un carácter según su dirección: in-traclase o exin-traclase. El desarrollo de este tipo de relaciones ha llevado a la organiza-ción de diferentes procesos y estructuras administrativas.
El Estado acoge al sujeto como miembro y se compromete a garantizar las condiciones para un pleno ejercicio de sus derechos para que sea posible la satisfacción de las nece-sidades.
Por su parte, el sujeto se identifi ca a sí
El cuadro 2 presenta una síntesis de tres de las cinco relaciones satisfactoras identifi cadas
como de segundo orden, y que representan un interés particular para los objetivos de este módulo22
Cuadro 2.
Caracterización de las relaciones satisfactoras de segundo orden (o de bienestar social)
22. Las otras dos relaciones satisfactoras de segundo orden que sugiere Malagón (2000) son la Seguridad Social y el Bienestar Social Laboral, ambas relacionadas con un uso racional del salario, que obliga a destinar una parte de éste para garantizar la
reproducción social de la fuerza laboral.
tipo de
relación Imperativo ético
transacción Carácter de
la transferencia estructuras y procesos administrativos económica Simbólica
Autogestión Solidaridad, de
carácter voluntario.
Contribuciones,
noción de reciprocidad.
Equidad o asime-tría en las relacio-nes de poder del
colectivo.
Intraclase:
Representación (real o simbólica)
de simetría entre los actores
involucrados Organizaciones privadas, independien-tes, colectivas/ comunitarias. Asistencia social Desarrollo histórico: De la caridad, al altruismo y la
cooperación (esta última inspirada en la promoción y
reivindicación de DDHH).
De la limosna, a la donación y la cofi nanciación, noción de gratuidad.
Negación o
reconocimiento y promoción de capacidades.
Extraclase:
Representación real de una asimetría
social.
> Iniciativas fi lantrópicas
particulares.
> Organizaciones inde pendientes, en su ma-yoría colectividades sin
ánimo de lucro.
> Agencias estatales de cooperación
interna-cional. Política pública Justicia social, propósito del Estado social de derecho y su compromiso con los
DDHH. Política social, nociones de tributación (impuestos como contribución social obligatoria), y subsidiariedad (gasto social). Restricción o restitución y promoción de
capacidades sobre la base de
una ciudadanía activa.
Extractase: Imperativo de una
redistribución del ingreso y la garantía
de derechos a quienes les han sido negados o
vulnerados.
El Estado y sus agencias, con sus
procesos de planeación y desarrollo
de programas y proyectos, ejecutados
directamente, por contratación o
coadministrados.
Estas relaciones apuntan a la restitución de todos los satisfactores en general, aunque varían según los intereses y las característi-cas propias desde donde se tramita la ayuda. Es así como en su mayoría, se encuentran procesos para la consecución de satisfacto-res básicos (vivienda, alimentación o ves-tuario), pero también otros que involucran apoyo psicoterapéutico o reivindicaciones sociales. Este segundo tipo de relaciones plantean escenarios distintos desde los que se demanda y/o proporciona el acompaña-miento psicosocial, y por tanto imprimen
ca-racterísticas específi cas a la manera como
se lleva a cabo.
La relación de autogestión suele caracteri-zarse como una respuesta organizativa de algunos grupos frente a situaciones de crisis
o al interés por compartir ciertas afi nidades
(ejemplo de ello son las cooperativas, fon-dos colectivos o asociaciones por la reivin-dicación de derechos), pero también como una característica cultural propia de algunas comunidades (como ocurre al interior de
co-munidades indígenas y de afrodescendientes).
En este orden de ideas, desde la raciona-lidad del mercado la autogestión puede pensarse y de la manera en que aquí se presenta, como una relación satisfactora de segundo orden. Sin embargo, en deter-minados contextos adquiere características propias del primer orden que involucra capa-cidades locales y cohesión social, las cuales
deben reconocer y promover antes que limitar, los proyectos de ayuda humanita-ria. Respecto al acompañamiento psicoso-cial pensado desde la autogestión, éste se relaciona con la búsqueda de respuestas y acciones frente a las crisis, a partir de los recursos materiales y/o simbólicos propios de las comunidades (por ejemplo, grupos no-asistidos de autoayuda, o rituales cha-mánicos de las comunidades indígenas para conjurar los efectos de una catástrofe sobre la salud mental de sus miembros) 24.
la asistencia social es una relación cuyos procesos históricos han generado controver-sias y cambios en sus imperativos éticos. La entrada de la modernidad implicó un paso de la perspectiva de la caridad cristiana al
23. Testimonio de miembro de comunidad en Bojaya, Chocó, consignado en Martha Bello & ál., Bojayá, memoria y río: violencia política, daño y reparación. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá-, Programa de
Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC); Colciencias, 2005, p. 119.
24. Acinda Honwana, «Guía de discusión No. 4: conceptos no-occidentales sobre salud mental». La experiencia del refugiado: manual de entrenamiento psicosocial. Centro de estudios sobre refugiados, Universidad de Oxford, Queen Margaret University Collage, 2001. (Traducción del Inglés por Teresa Santos Rojas, Bogotá, 2004).
“…Aquí no hay niños limosneros,
no hay niños mendigos, no hay niños
en la calle, porque como se maneja el
concepto de familia extensa, entonces
si en su familia no tienen el tuco
[plátano], en la casa mía sí tenemos
el tuco, entonces yo le doy el tuco al
niño, en cualquier casa el niño puede
comerse su tuco”
23.Foto:
altruismo y la fi lantropía, desde los cuales
no se cuestionan las estructuras sociales y se reproducen sus asimetrías, en tanto las diferentes formas de ayuda terminan siendo dispositivos de control social funcionales al statu quo (por ejemplo, The salvation army en Norteamérica, la caminata de la solida-ridad por Colombia, y fundaciones y obras
de benefi cencia de gremios económicos y
reconocidas personalidades). Con el adve-nimiento de los Derechos Humanos, postu-ras críticas / emancipatorias encontraron un soporte desde el cual reivindicar procesos de transformación social hacia sociedades más equitativas e incluyentes (compromiso al que no escapan las acciones de acom-pañamiento psicosocial pensadas desde esta perspectiva). El imperativo ético de la cooperación también transformó las motiva-ciones y propósitos de la cooperación inter-nacional25
.
25. Sin tener en cuenta los arreglos diplomáticos a los que haya lugar, la cooperación internacional adquiere diversas formas en-tre las que se encuentran acciones con la sociedad civil – sea con apoyos directos o a través de la contratación de grupos locales –, y/o el respaldo directo a la política pública del Estado (por ejemplo, USAID en Colombia). Sin embargo, estas acciones son clasifi cadas en las relaciones de Asistencia Social en la medida que su imperativo ético sigue siendo la cooperación, sin sustituir al Estado social de derecho y por su compromiso con el imperativo de la justicia social.
a política pública representa la
dinamización del imperativo ético
de la justicia social a la que se
compromete el Estado social de
derecho, a partir de la garantía
de los Derechos Humanos para
todos sus miembros. De ahí la
importancia de la ciudadanía
desde el primer orden de
satisfacción de las necesidades
.
2.3. Derechos Humanos,
dignidad humana
y acompañamiento
psicosocial
El carácter abrupto y la magnitud de la de-vastación de fenómenos como los desastres por causas naturales o la guerra y los
con-fl ictos armados, cuyos efectos convocan la
atención humanitaria, ponen en evidencia y maximizan la vulnerabilidad de la dignidad humana, exponiéndola o llevándola efecti-vamente hasta condiciones generadoras de carencia y daño.
Las causalidades de uno y otro fenómeno son tan diferentes como lo es el carácter de las interacciones a las que remiten respecto al individuo. El caso de los desastres por fenómenos naturales, se refi ere a un
suje-to en relación con un medio ambiente que desencadena las fuerzas de la naturaleza frente a la inestabilidad propia de su diná-Este compromiso involucra
responsabili-dades defi nidas desde el pacto social que
constituye al Estado, y que no se desdi-bujan pese a que las voluntades políticas atraviesan los lineamientos de las agencias estatales, sus programas y proyectos. La contribución de la perspectiva de Derechos Humanos a la construcción del enfoque
Este tipo de fenómenos han estado presen-tes a lo largo de la historia de la humanidad, por lo que el riesgo de que ocurran siempre está latente, en tanto la magnitud de la ca-tástrofe que representan sus consecuencias
26. Gustavo Wilches. Manejo sensible de riesgos y desastre. Documento para la discusión del Grupo Base de la Especialización en Acción Sin Daño y Construcción de Paz, Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia – PIUPC –, Uni-versidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá, octubre de 2008.
depende de la manera como se haya mane-jado ese riesgo27.
En otras palabras, la calidad de las condi-ciones para la realización de la dignidad hu-mana de las personas afectadas y sus co-munidades, determina tanto el impacto de la devastación de uno u otro fenómeno como la disponibilidad de recursos materiales, hu-manos y emocionales para su afrontamiento y pronta recuperación.
Como resultado del desarrollo histórico de la asociación humana y sus instituciones, el Estado es el responsable de la garantía y la calidad de estas condiciones previas y su restitución; el Estado, sostenido en el com-promiso asumido con sus miembros / ciuda-danos para procurar, proteger y defender el ejercicio de los Derechos Humanos.
A fi nales de la década de 1940, luego de
los estragos de la Primera Guerra Mundial y ante los horrores de la entonces reciente Segunda Guerra Mundial, representantes de la mayor parte de los estados del planeta conformaron lo que hoy se conoce como Or-ganización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo fundamento de acción y constitución lo
27. Wilches, 2008.
mica o como resultado de la manera en que el ser humano entiende y pone en práctica el desarrollo26. Por ejemplo, la relación entre
la acumulación de gases tóxicos, el calen-tamiento global y el desencadenamiento de huracanes.
En cuanto a las guerras y los confl ictos
armados, la referencia es a un sujeto en relación con otros que están atravesados, directa o indirectamente, por procesos que sostienen luchas violentas de poder en sus ámbitos de interacción más amplios. Así, pese a que las consecuencias guarden cier-ta similitud, es distincier-ta la dinámica de los hechos, su durabilidad y los impactos en la subjetividad y los lazos sociales.
l daño psicosocial producido por las
diferentes manifestaciones de violencia
represiva tiene características propias,
específicas, que hacen que no sea
homologable a cualquier otra forma de
expresión de trastornos psiquiátricos
o psicológicos. En la base de las
características que lo hacen diferente
está la sociogénesis de este daño, vale
decir, el hecho que es producto de
un accionar político. Es un daño que
fue infligido de modo planificado y
sistemático a determinados sectores de
la sociedad.
Foto:
representa la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclama-da el 10 de diciembre de 1948.
onsiderando que la libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen por base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca
y de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana…
(…) Considerando que el desconocimiento
y el menosprecio de los Derechos
Humanos han originado actos de barbarie
ultrajantes para la conciencia de la
humanidad, y que se ha proclamado, como
la aspiración más elevada del hombre,
el advenimiento de un mundo en que
los seres humanos, liberados del temor
y de la miseria, disfruten de la libertad
de palabra y la libertad de creencias
28.
A partir del primero de los párrafos citados puede considerarse que el fundamento de
esta declaración es la defi nición y reivindi-cación de ciertas condiciones que defi nan y
preserven el valor que representa la digni-dad humana. A eso apunta todo su articula-do, con el valor agregado de atribuir al Esta-do la responsabilidad de proteger, promover y garantizar a todos sus miembros, la rea-lización y el ejercicio de tales condiciones, ahora entendidas como derechos29 .
29. Aunque en todo el documento se hace referencia al respecto, puede pensarse que los artículos que concretamente hablan de esta atribución son el artículo 8 (derecho de acceso a la justicia), artículo 12 (derecho a la protección de la ley frente a injerencias sobre la vida privada, familiar o el domicilio), artículo 22 (derecho a la seguridad social) y artículo 28 (derecho al establecimiento de un orden social en el que sea posible para toda persona el ejercicio de los Derechos Humanos) (Cfr. ONU, 1948).
28. Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada el 10 de diciembre de 1948.
os Derechos Humanos son demandas
de libertad, facultades o prestaciones
directamente vinculadas con la
dignidad o valor intrínseco de todo ser
humano, reconocidas como legítimas
por la comunidad internacional – por
ser congruentes con principios
ético-políticos ampliamente compartidos
– y por esto mismo, consideradas
merecedoras de protección jurídica
en la esfera interna y el plano
internacional
30.30. Defensoría del Pueblo, ¿Qué son los Derechos Humanos? Bogotá: Red de Promotores de Derechos Humanos, 2001.
El segundo párrafo citado del preámbulo de esta declaración, habla del desconocimiento de los Derechos Humanos en diferentes su-cesos históricos caracterizados por la barba-rie y el irrespeto a la condición humana, val-ga decir, la dignidad humana. Ello apunta a deducir que este documento es una
cons-trucción histórica cuyo objeto es fi jar algunas
regulaciones a la relación entre las naciones y aún entre los seres humanos, con el ánimo de tener hasta lo máximo que sea posible la repetición de este tipo de hechos.
31. Sigmund Freud, El malestar en la cultura. Freud: obras completas, Vol. 17. Buenos Aires: Ediciones Orbis S.A., [1929] 1993, p. 3033.
l concepto psicosocial estrechamente
ligado al concepto de Derechos
Humanos permitiría hablar de
categorías universales; pero frente
a la universalidad, ¿cómo hablar
de multiculturas? ¿Existe realmente
una universalidad de los Derechos
Humanos y de lo psicosocial, o son
simplemente una postura de occidente,
reflejo de su despotismo?
33Desde una perspectiva histórica, Bertha Lu-cía Castaño señala que el enfoque psicoso-cial se desarrolló una vez que se reconoció la estrecha relación entre la producción del trauma individual y los eventos de domina-ción y exterminio propios de la guerra, por lo que el trabajo psicosocial se incluye en el campo de las acciones de la ayuda humani-taria y está íntimamente ligado al desarrollo de los Derechos Humanos 32
.
A estos interrogantes puede responderse haciendo algunas consideraciones
adiciona-les. Al fi nal de la cita del preámbulo de los
Derechos Humanos se habla del goce de la libertad de palabra y creencia, lo cual podría pensarse que entra en tensión con el prin-cipio de universalidad que señala desde su mismo encabezado. Puede pensarse que
a lo que se refi ere tal principio es que los
derechos que consagra la Declaración se extienden a todos los miembros del género humano, en el marco del respeto al libre de-sarrollo de la identidad cultural y personal34.
Desde allí es posible sugerir que los Dere-chos Humanos sean entendidos como una construcción histórica y cultural de una no-ción de dignidad humana que le es atribuida a toda persona. Lo cual lleva a pensarnos a todos los seres humanos como iguales en dignidad pero distintos en identidades, y esto atribuye al Estado la obligación de ga-rantizar su protección y las condiciones para su realización35.
32. Castaño, 191.
33. Castaño, 192.
34. A estos interrogantes puede responderse haciendo algunas consideraciones adicionales. Al fi nal de la cita del preámbulo de los Derechos Humanos se habla del goce de la libertad de palabra y creencia, lo cual podría pensarse que entra en tensión con el principio de universalidad que señala desde su mismo encabezado. Puede pensarse que a lo que se refi ere tal principio es que los derechos que consagra la Declaración se extienden a todos los miembros del género humano, en el marco del respeto al libre desarrollo de la identidad cultural y personal . Desde allí es posible sugerir que los Derechos Humanos sean entendidos como una construcción histórica y cultural de una noción de dignidad humana que le es atribuida a toda persona. Lo cual lleva a pensarnos a todos los seres humanos como iguales en dignidad pero distintos en identidades, y esto atribuye al Estado la obligación de garantizar su protección y las condiciones para su realización (Cf., Chaparro, 2006: 27-29).
35. Ricardo Chaparro P. Desplazamiento forzado e intervención psicosocial: Una evaluación cualitativa de los proyectos de atención psicosocial fi nanciados por el Ministerio de la Protección Social en Bogotá de 2000 a 2005 (Informe de pasantía para optar al título de trabajador social). Universidad Nacional de Colombia, Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC), Departamento de Trabajo Social. Bogotá: 2006.
que sirven a dos fines: proteger al
hombre contra la naturaleza y regular
las relaciones de los hombres entre
sí”
31. En este sentido podría afirmarse
Nótese que en este caso no se trata
de que no haya una concepción de
la dignidad que le corresponda a la
mujer, sino de que la concepción
existente define prácticas, roles y
estatus muy arraigados subjetiva, social
y culturalmente, que se contraponen
con los desarrollos contenidos en
unos Derechos Humanos, que puede
que no conozcan, o cuya legitimidad
desconocen deliberadamente. Tales
situaciones demandan el desarrollo
de habilidades para reconocer esas
maneras de definir la dignidad y su
relación con la identidad particular,
a fin de lograr ponerlas en diálogo
con la propuesta contenida en los
Derechos Humanos de manera tal,
que se beneficien los miembros de
la comunidad sin que su identidad
cultural se diluya o se sienta atacada
por un embate colonizador, que
desconozca la libertad y autonomía
que les corresponde a nombre de esos
mismos derechos.
El sustento de los Derechos Humanos es la asignación de una responsabilidad funda-mental para la asociación humana en un es-cenario que está más allá del individuo y sus ámbitos de interacción inmediatos. Así las co-sas, un enfoque psicosocial que piensa a un sujeto en relación con los otros y con su con-texto no puede pasar por alto la dimensión política que determina la dinámica de esos ámbitos de interacción más amplios, donde se concretan las posibilidades de un orden
social y el despliegue y la afi rmación de
ca-pacidades – satisfactores existenciales –. Así lo evidencian los diferentes instrumentos
internacionales construidos en el marco de esta primera declaración de Derechos Hu-manos, y con base en las diferentes reivin-dicaciones sociales de diferentes grupos de
población a favor de la dignifi cación de las
condiciones para su desenvolvimiento y su-pervivencia (por ejemplo, los derechos de los trabajadores) o su reconocimiento (el caso los derechos de la infancia y los derechos de las mujeres). Esto mismo ocurre con pactos e instrumentos internacionales que apuntan al reconocimiento de otras áreas de la vida individual y colectiva que inciden en su dig-nidad, como son los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), y los derechos ambientales, también conocidos como dere-chos de segunda y tercera generación, res-pectivamente.
Esto representa a su vez, un gran reto para quienes realizan acompañamiento psicoso-cial y para los agentes de acción humani-taria en general, por cuanto se debe estar
atento a identifi car las tensionalidades entre
la pretendida universalidad de la dignidad y la particularidad de ciertas prácticas cul-turales que conforman la identidad, como ocurre, por ejemplo, con arreglos de género de ciertas comunidades en donde el honor de la mujer se deriva del sometimiento a su marido y los varones de la casa, y/o de
mo-difi caciones en su cuerpo, como es el caso
de la ablación o extirpación del clítoris en algunas comunidades indígenas Embera en Colombia.
Foto: www
.irinnews.org / Felipe V
36. Ignacio Martín-Baró, Psicología Social de la Guerra: trauma y terapia. San Salvador: UCA Editores, 1990.
A partir de la cita anterior puede señalarse que lo que caracteriza al enfoque psicosocial es la manera como interpreta la producción del daño, el cual se relaciona con la manera como el sujeto es desprovisto de sus refe-rentes, sus vínculos y sus afectos, debido a que su entorno cotidiano fue alterado de ma-nera abrupta y aumentó la vulma-nerabilidad de la dignidad humana de quienes hacían parte de él, lo cual redunda en la vulneración de la propia dignidad. Esta interpretación, que se distancia de una concepción de limita-ción o incapacidad mental de los individuos, compromete el acompañamiento psicoso-cial con el reconocimiento de los derechos de las víctimas y la proposición y promoción de transformaciones sociales estructurales desde una mayor presencia y responsabili-dad del Estado.
37. Martha Bello & ál. Evaluación y estudio técnico de la gerencia e impacto social de los proyectos de intervención psicosocial a la población en situación de desplazamiento forzado interno por la violencia en Colombia, periodo 2000 –2005. Convenio
interadministrativo No. 306 de 2005, Bogotá D.C. : Universidad Nacional de Colombia -sede Bogotá-, Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC); Ministerio de la Protección Social, 2006, p.34
i se asume que el desplazamiento
provoca daños y sufrimientos, es
necesario tomar distancia de los
enfoques que colocan el problema
en los individuos y que por lo tanto,
asimilan
daños
y
sufrimientos
a ‘enfermedad mental’, a una
incapacidad o disfuncionalidad de las
personas y sus familias. Asumimos con
Martín
36que un enfoque que reconoce
las raíces histórico-sociales en las cuales
se desarrolla la guerra y sus secuelas,
no puede patologizar a sus víctimas, ni
medicalizar su sufrimiento…
(…) Es necesario destacar que los
acontecimientos violentos (…) generan
daños no sólo a nivel individual,
sino también a nivel colectivo, estos
últimos no aparecen por la sumatoria
de los impactos individuales, sino por
la capacidad de los eventos violentos
para desestructurar las redes y vínculos
sociales, para poner en cuestión los
aprendizajes, sentidos y significados…
comúnmente utilizados para explicar y
afrontar los acontecimientos
37.Foto:
Archivo PIUPC
UNIDAD 3
L
A
N
OCIÓN
DEL
D
AÑO
DESDE
EL
E
NFOQUE
P
SICOSOCIAL
El daño en la dimensión psicosocial, producto de la violencia sociopolítica,
re-sulta con frecuencia menos tangible que los daños materiales (lesiones físicas
y pérdidas económicas, por ejemplo). Su desconocimiento hace que los
pro-cesos adelantados no sean sólidos y dejen por fuera un aspecto clave para el
restablecimiento de las personas y las comunidades afectadas
38.
Desde la perspectiva psicosocial se insiste en reconocer que los daños que provocan las situaciones de catástrofe – y en especial la guerra –, no conciernen exclusivamente al mundo de los objetos materiales ni a las lesiones físicas. Pensar el daño desde esta perspectiva invita a refl exionar por la ma-nera en que la guerra y los desastres por fenómenos naturales afectan a los indivi-duos, sus familias y comunidades, y cómo las acciones humanitarias y en general, las intervenciones externas pueden profundizar tales afectaciones, en especial, las
transfor-maciones y daños que ocurren en el ámbito de las subjetividades y las relaciones e
inte-racciones en donde éstas se confi guran.
Al respecto, resulta importante analizar al-gunos conceptos a partir de los cuales es posible identifi car con mayor claridad la forma en que se construyen las signifi
-caciones y valoraciones humanas, con
el fi n de establecer en qué medida una
ac-ción puede resultar “buena” o “mala” (desde una posición deontológica que privilegia lo moral), “adecuada” o “inadecuada” (según
38. Óscar Gómez, Aspectos Psicosociales de la Reparación Integral, Serie Voces de Memoria y Dignidad: Material pedagógico
En el ejercicio de reconocer los daños gene-rados por las situaciones que convocan la ayuda humanitaria (que son susceptibles a ser profundizados por las intervenciones ex-ternas) y con el propósito de reivindicar los derechos de las víctimas a ser resarcidas o reparadas, es necesario precisarlos y hacer-los visibles (Cf., Fernández, s.f.).
39. Bello & ál., Evaluación.
Si se considera que el bienestar
psico-social es la habilidad para desplegar
recursos efectivamente, y así dar forma
al propio mundo, entonces el principal
propósito de la intervención psicosocial
debe ser dar apoyo a este proceso de
compromiso.
Fundamentalmente, es una tarea de
fa-cilitación, por lo tanto, también puede
in-cluirse la disposición de recursos
40.
40. Alison Strang & Alastair Ager, «Psychosocial interventions: some key issues facing practitioners», Journal intervention, 1.3, 2004, pp. 2 – 12. [revista en línea].[Nota: 1 corresponde al volumen, 3 al número].
las perspectivas consecuencialistas). Lo an-terior, a partir del principio ético de que los seres humanos son seres competentes, con capacidad y derecho para decidir y valorar
lo que les resulta benefi cioso o
inadecua-do, pero también reconociendo que dichas decisiones y valoraciones no siempre son entendidas ni compartidas (no son universa-les), debido al carácter, histórico, cultural y subjetivo que revisten.
Las guerras y las catástrofes transforman súbita y dramáticamente las condiciones de vida de las personas, sus relaciones y tam-bién, sus sistemas de creencias y valoracio-nes.
Los cambios forzosos de lugar, las pérdidas materiales y de seres humanos, así como las lesiones físicas, representan para los so-brevivientes impactos múltiples y comple-jos, además de desencadenar una serie de
situaciones capaces de confi gurar nuevas
condiciones de vulneración y daño.
Todas estas transformaciones abruptas afectan dramáticamente su estabilidad, se-guridad y capacidad para decidir e incidir so-bre sus vidas, generando sufrimiento emo-cional y deterioro grave en la salud física y mental39.
Sin embargo, cabe advertir que tampoco es posible homogenizar el daño, el sufrimiento y las respuestas para todos los miembros de la comunidad – no todos y todas sufren y enfrentan de la misma manera –. Hombres,
mujeres, jóvenes, niños y niñas, aunque
comparten un mundo de signifi cados que
les permite reconocerse y ser reconocidos como parte de una comunidad, son seres únicos con trayectorias y experiencias vita-les particulares que los dotan de más o me-nos recursos y soportes para incorporar la experiencia de diversas maneras a sus vi-das.