C A R L O S O R T I Z G I L
APROXIMACIONES A DÁMASO ALONSO
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Sobretiro de HUMANITAS
, Número 14.
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V
A P R O X I M A G I O N E S A D Á M A S O A L O N S O *
CARLOS ORTIZ GIL,
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey
"¡Que nada se interponga —si es posible— entre el lector y la obra!"1
La intuición del lector.
A diferencia de los otros géneros literarios, la poesía no señala, sugiere solamente. Y es en esa c a p a c i d a d d e sugerir d o n d e radica el encuentro del lector y el poeta, el m o m e n t o del traslape espiritual de creador con recrea-dor, el i m p a c t o poético.
Algunos llaman a lo anterior la sensibilización del alma, el entonamiento espiritual q u e permite presentir el i n m i n e n t e arribo del h e c h o estético y adi-vinar cuál es esa intuición q u e comienza a surgir e inquietar el universo de imágenes contenido en el lector. Porque la palabra poética es, f u n d a m e n t a l -mente, despertadora:
Tristísima nostalgia hacia la carne 2
por ejemplo, suena triste y se arrastra en las eses de tristísima provocando en el lector la i m a g e n de u n m u e r t o que se a f a n a por su carne perdida e
* A Eduardo, cuyo aliento y generosidad me animaron a aproximarme a Dámaso Alonso.
1 A L O N S O , D Á M A S O , Poesía Española. 5a. Edición, Ed. Gredos, Bibliotèca
Ro-mánica Hispánica, Gol. Estudios y Ensayos No. 1, Madrid, 1966, p. 45.
2 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios. Ed. Espasa-Calpe, S . A., Col. Austral No. 190, Madrid, 1959, p. 99.
Capilla Alfonsi^
Biblioteca Universa
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inalcanzable ya, la i m a g e n de un lento arrastrarse, d e un sordo reptar por el ámbito d e la n a d a e x c l a m a n d o
¡Ser, ser, ansia de ser! 3
reiterándose el sonido asilenciado de las eses. E n cambio, qué diferente la i m a g e n que se suscita al leer
Viviría 'la vida': ese palpo, ese pàlpito.4
O quizá
Estoy vivo y toco.
Toco, toco, toco 5
d o n d e la viveza d e viviría coincide c o n lo sonoramente táctil de palpo, pàlpito (corazon q u e late: pal p i pal pi p a l p i : sístole y diàstole contenidos e n la p a l a b r a ) , para reafirmarse en la reiteración y el firme ruido de toco toco
toco en el cual se escucha la reminiscencia de aquel palpitar que contrasta
su i m a g e n de v i d a con el tremendo vacío sugerido por la í prolongada en
tristísima.
M u e r t e y vacío por u n a parte; v i d a plena por la otra. Y eso sólo en unas cuantas líneas aisladas de dos p o e m a s diferentes.
A h í está evidenciado, pues, ese p o d e r sugerente d e las palabras poéticas q u e disparan imágenes en el lector y lo m u e v e n a compartir el estado de a n i m o del poeta.
U n verso teje toda u n a urdimbre de i m á g e n e s ; el que lo sigue enriquece el universo despertado; el siguiente cala más h o n d o ; y así hasta conseguir arrancarle al alma esa intuición totalizadora de la que habla D á m a s o Alón-so y que sirve de p u e n t e entre la voluntad artística creadora del poeta y el a l m a e n t o n a d a del b u e n lector d e poesía.
El simple lector deambula por los versos; en c a d a u n o levantándose sus
intuiciones parciales,7 inquietándose ante el pronunciamiento de la palabra
poetica, despertándose o aquietándose su espíritu.
Basta el enfrentamiento c o n el p o e m a mismo para advinarlo - p a r a adi-v m a r al p o e t a tras de la p a l a b r a - en u n o m i s m o y recrear la i m a g e n que
s Ibidem. 4 Ibid., p. 148. 5 Ibid., p. 149.
6 Cfr. A L O N S O , D Á M A S O , Poesía Española, pp. 39-41.
7 Ibidem.
m e r o d e ó al creador en vísperas de escribirlo. Pero basta y n o : no es
sufi-ciente enfrentar la expresión poética, sino q u e se hace preciso establecer u n a suerte de caja d e resonancia en u n o mismo e n la cual repercutan los sonidos-imágenes y se vayan entrelazando hasta integrar la impresión íntima y
per-sonalísima.
D á m a s o Alonso sabe esto. Sabe q u e la eficacia de la palabra poética d e p e n d e de la espiritual caja de resonancia, de la disposición del lector para
dejarse incidir por el filo de los versos y abrirse, c o m o continente, a lo incontenible, a eso que D á m a s o llama lo inexpresable e inefable, lo que m u -chas veces él manifiesta a los oídos sordos del
.. .hombre que pasa junto a mí,
el hombre moderno
con sus radios, con sus quinielas, con sus películas
sonoras,
con sus automóviles de suntuosa hojalata,
o con sus tristes vitaminas,
mudo tras su etiqueta.8
Se trata, en última instancia, de u n pedido de intuición por parte del lector, de u n m í n i m o requisito, de u n a simple disposición h a c i a la palabra poética, d e u n estar puesto para recibir la blanca luz d e u n a i m a g e n sim-plísima.
H a y , pues, dos laderas para contemplar la p o e m á t i c a de D á m a s o A l o n s o : la apertura crítica que auxilia para transportarse el lector d e la f o r m a ex-terna al espíritu interior, y la ladera d e la p u r a intuición del lector, esa intuición personalísima q u e "se la tiene o no se la tiene, c o m o en la mística
los carismas y gracias especiales".9
Y es esta última ladera desde la cual este escrito intenta contemplar la poesía de D á m a s o Alonso.
La imagen simplísima.
Antes de entrar de lleno e n D á m a s o Alonso, poeta, vale la p e n a detenerse u n p o c o en lo que él m i s m o narra c o m o su primera intuición frente a la poesía.
D á m a s o c u e n t a : "El m u c h a c h o , casi u n niño —aspirante a m a t e m á t i c o—,
que por las avenidas del Retiro sacó d e su bolsillo Le cento migliore liriche
della lingua italiana, y por primera vez se puso en contacto c o n el soneto
inmortal, leía con dificultad el italiano y n o tenía l a m e n o r idea de análisis estilísticos... I n t u y ó u n a imagen simplísima. E n el alma está a ú n : n o h a cambiado. El hombre, casi u n viejo, cansado y desilusionado, tiene aún en las entranas del alma esta cámara intacta, de candor, d e ilusión eterna. L a misma que se abrió aquel día e n el alma del n i ñ o . . . L a i m a g e n primera - m i l a g r o s a , blanca, ascendente, e n c e n d i d a - es la que sigue abierta al f o n d o
de u n a g a l e n a de su alma".1 0
D á m a s o Alonso se refiere, al mencionar al soneto inmortal, al de D a n t e c o n t e n i d o en Vita Nuova,
Tanto gentile e tanto onesta pare la donna mia quando ella altrui saluta, eh' ogne lingua deven tremando muta, e li occhi non l' ardiscon di guardare.
Ella si va, sentendosi laudare,
benignamente d' umiltà vestuta e par che sia una cosa venuta da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrarsi si piacente a chi la mira, que da per li occhi una dolcezza al core eh' entender non la può chi non la prova,
e par che de la sua labbia si mova un spirito soave pien d' amore che va dicendo a V anima: sospira.
L a lectura de estos versos c o n m o v i ó el alma de D á m a s o n i ñ o : obtuvo por intuición d e lector, u n a i m a g e n imborrable q u e lo acompaña. El poeta se encarga de comentar, verso por verso, las imágenes suscitadas en él y termina diciendo que la i m a g e n total y primera es "blanca, ascendente, en-cendida . Y la expresión de D á m a s o Alonso se da a treinta y cinco años de distancia de haber enfrentado el soneto.
L a cita anterior tiene un doble propósito: reafirmar la validez de la intuición del lector, y establecer u n a comparación c o n u n soneto de D á m a s o
Alonso que parece poseer u n a secreta, oculta, relación c o n el de D a n t e Primero intentemos reconstruir esa i m a g e n simplísima q u e D á m a s o avivó
10 Ibidem, pp. 43-44.
en sí al seguir la cadencia del soneto italiano. L a doncella es leve, porque
leve es quien provoca
ch' ogne lingua deven tremando muta
con solo verla al paso; u n a doncella
che da per li occhi una dolcezza al core
y que es tan sutil que d a la impresión d e desvanecer su corporeidad y
de-venir en puro espíritu
.. .soave pien d' amore
che va dicendo a l'anima: sospira.
L a doncella cantada por D a n t e dejó u n surco en D á m a s o Alonso; la ^ t e m
-poralidad que transitó real o imaginariamente por el alma del poeta italiano incidió también al lector casi niño, depositándole u n a semilla de blancura.
N o le interesa si la doncella existió: le importa sólo la manera c o m o las palabras se transmutan e n i m a g e n simplísima, e n aliento poético. Y esa apertura espiritual a la poesía (más q u e al p o e m a específico) es lo q u e
posiblemente m o v i ó a D á m a s o Alonso a ahondar e n las formas —"minucias" las l l a m a — para desentrañar el misterioso y complejo m e c a n i s m o que se inicia con la palabra y termina en la intuición, en la imagen.
A h o r a el soneto d e D á m a s o , significativamente titulado Oración por la
belleza de una muchacha, y no, c o m o pudiera esperarse, Soneto por la
be-lleza de u n a m u c h a c h a — l u e g o se verá el porqué oración sustituye a soneto—.
Tú le diste esa ardiente simetría de los labios, con brasa de tu hondura, y en dos enormes cauces de negrura, simas de infinitud, luz de tu día;
esos bultos de nieve, que bullía al soliviar del lino la tersura,
y, prodigios de exacta arquitectura, dos columnas que cantan tu armonía.
¿A qué tu poderosa mano espera? Mortal belleza eternidad reclama. ¡Dale la eternidad que le has negado!11
Sobran las comparaciones entre la doncella de D a n t e y la m u c h a c h a de D á m a s o . L a primera aparece descorporizada en tanto que la segunda ad-quiere el neto perfil de su cuerpo y sus formas. L a doncella gentil y honesta que a su paso provoca que toda lengua tiemble y enmudezca, deviene en el soneto de D á m a s o en causa para q u e surja la palabra, exigencia en el fon-do, p i d i e n d o eternidad para su belleza. L a doncella leve dice al á n i m a : suspira; la m u c h a c h a , en su belleza, provoca el grito final del soneto: ¡Dale
la eternidad que le has negado!
N o estaría f u e r a de razón suponer que ante u n a m u c h a c h a bella D á m a s o enfrente la cualidad de mortal. Pero si se atienden otras noticias poéticas dadas por el mismo D á m a s o , se comprenderá q u e su Oración por la belleza
de una muchacha está ciertamente relacionada c o n la i m a g e n intuida por
primera vez al leer el soneto italiano, por las avenidas del Retiro.
D á m a s o Alonso tiene g u a r d a d a esa i m a g e n simplísima en el f o n d o de su alma, partamos de esta suposición. U n a segunda es la expresión d e D á m a s o respecto a su soneto
¡Rezaba, sí!
Entonces
te recé aquel soneto
por la belleza de una niña, aquel
que tanto te emocionó.12
Expresión d o n d e es evidente el cariño tan particular que el p o e t a tiene por su Oración por la belleza de una muchacha al grado de afirmar q u e emocionó a Dios. M á s aún, los versos anteriores están contenidos en la
Dedicatoria final (Las alas), u n o de los p o e m a s m á s sentidos — j u n t o con A un río le llamaban Carlos— del poemario de D á m a s o Alonso.
¿Está D á m a s o Alonso pidiendo eternidad por la belleza vista y que plas-m ó e n su soneto? Es posible, pero ¿ n o será plas-m á s bien u n a petición de eternidad, d e conservación perenne, para la primera intuición tenida d e niño, ésa que le dejó el exacto color y la g e n u i n a sensación de blancura?
D i j o D á m a s o : . . u n a i m a g e n s i m p l í s i m a . . . esta cámara intacta, de
can-1 can-1 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 28.
* A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, Ed. Espasa Calpe Argentina, S. A., Col.
Aus-tral No. 595, Buenos Aires, 1946, p. 164.
dor de ilusión eterna. L a misma que se abrió aquel día en el alma del
niño" 1 3 H e ahí m e n c i o n a d a la palabra eternidad, referida a la intuición
despertada por el soneto d e D a n t e , y la m i s m a palabra se coloca e n el
último verso d e su Oración por la belleza de una muchacha.
N o N o está D á m a s o Alonso hablándole a D i o s de u n a m u c h a c h a
par-ticular - p e s e a su carnalidad manifiesta en los v e r s o s - y pidiéndole eter-nidad para ella sino c l a m a etereter-nidad para su recuerdo m á s querido, para
su casi i n g e n u o despertar a la poesía.
A p e l a n d o a la intuición personalísima e insustituible del lector, veámoslo
así- el soneto de D a n t e es apertura espiritual para D á m a s o Alonso n i n o ;
luego deviene en recuerdo lacerante q u e se transforma e n anoranza e n el
D á m a s o académico, y a viejo y cansado y desilusionado que reencuentra su
recuerdo ante u n a bella m u c h a c h a ; y finalmente, o u n a vez mas, la
pre-sentación de la i m a g e n simplísima.
Se trata, e n realidad, de u n a transposición de p o e m a a vivencia, de viven-cia a recuerdo, d e recuerdo a nostálgica añoranza, de añoranza a soneto
y de soneto a oración.
Así opera el misterio de la poesía: a transmutaciones. D e m e r a palabra
a palabra poética que cala e n el á n i m o y, a través d e cambios renovados, hace llaga, al m e n o s en el caso d e D á m a s o Alonso.
T o d o lo anterior n o tendría razón de haber sido escrito si dejara d e
conducirnos hacia algo. N o se intentó m á s que establecer el primer paso en la aproximación a D á m a s o Alonso, poeta, poeta angustiado cuya angustia responde m á s a u n conflicto de índole existencial q u e a u n a problemática
de tipo religioso, c o m o pudiera parecer a la primera lectura d e su poemario. Pero antes d e proceder a explicar los argumentos p a r a la conjetura a n
terior, es necesario intentar el deslinde de ciertos conceptos claves e n D a -maso Alonso, m a s no el D á m a s o crítico sino el D á m a s o p o e t a q u e e n poesía explica más, si se le sabe escuchar c o n el á n i m a e n t o n a d a y predispuesta
a la intuición.
Por lo pronto, dejemos a estos dos D á m a s o s c o m o opuestos filos de acan-tilados: el niño q u e descubrió la blancura leyendo a D a n t e , y al a c a d é m i c o
"casi u n viejo, cansado y desilusionado" que e n u n m o m e n t o d e su v i d a
habla sobre él
.. .ese tristísimo pedagogo, más o menos
ilustre,
ese ridículo y enlevitado señor,
subido sobre una tarima en la mañana de primavera,
con los dedos manchados de la más bella tiza,
ese monstruo, ese jayán pardo,
vesánico estrujador de cerebros juveniles,
dedicado a atornillar purulentos fonemas
en las augustas frentes imperforables,
de adolescentes poetas, posados ante él, como estorninos
en los alambres del telégrafo, y en las mejillas en flor
de dulces muchachitos con fragancia de narciso, como nubes rosadas
que leyeran a Pérez y Pérez.1*
G o m o si quisiera decirnos que en a l g u n a parte colgó su alma de poeta y Vistió el a t u e n d o de académico de la L e n g u a .
La expresión poética.
Se h a hablado antes de dos D á m a s o s ; o, y e n d o un p o c o m á s hondo, se
n o u T Í b , ° , - ! rr° ° V d a d° q U e e" d m Í S™ - encuentra
n o u n a doble personalidad - D á m a s o Alonso está m u y apartado de la es-q m z o f r e i u a — sino dos suertes d e laderas para c o n t e m p l a r la poesía: la acti-tud primera del lector y la del crítico.
V a y a m o s u n poco m á s lejos y permítasenos suponer q u e e n D á m a s o A l ó n
~ e u n a doble actitud frente a la expresión poética" la del q X I
ella los resortes secretos e l secreto de la eficacia de la palabra p o é t i c a -en el cual caso estaríamos c o n s i d e r a d o la actitud critica, y la del creador'
Por u n a parte, pues, el que analiza, y por la otra el q u e crea. Sin
em-bargo la separación d e las dos actitudes n o es tan neta c o m o pudiera
ex-c ™ 2 e V Z r T a n t e C O m° S U p 0 n d r í ^ n o - - d a difícil
c o m o T , ? 7 ' C°m° C r i t l C O> h a b l a e n u n a f° ™a diferente a
c o m o p o e t a ta si tuviese la capacidad de transfomiista para vestir ahora u n ropaje mtelectual y otro luego.
N o ; las dos actitudes mencionadas aAtes fueron traídas a cuento
sola-m e n t e para diferenciar d e t e i sola-m i n a d a s circunstancias de la creación alonsina y d e n i n g u n a m a n e r a para decir q u e u n a contradice m a r c h a a
contra-a T B a S t e P a r a C°m t a t a r C S a » ' « m e z c l a de actitudes la
idea d e D a m a s o sobre qué es, o pudiera ser la poesía:
— — ^
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A
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.. .imágenes que desdoblan mundo y trasmundos, ritmo, rima, es-trofa, intuitiva selección de determinadas voces, extraídas
—¡precisa-mente ésas!— del gran lado gris del léxico, afinidad selectiva entre las palabras, que pugnan por colocarse, con toda exactitud, éstas al lado de aquéllas. Afinidad de los sonidos aislados —vocales, consonantes— que
bullen también —¡qué zumbador enjambre, qué marea creciente!— y se asocian, se traban o se esquivan. Extraños movimientos lánguidos, de
versos que crecen y se tensan, como lomos de ola o de pantera elástica, o de versos que se derrumban, súbitos, a pico. Afinidades y reacciones, de verso a verso, pues se prolongan y dilatan como río por vega
exten-dida, o se quiebran y contradicen en rápidos zigzags, en duras hoces. Reacciones entre las estrofas que se suman o se contrastan, sometiéndose a otro movimiento más amplio y no menos misterioso, que es el forzoso
crecimiento orgánico del poema, adonde todo este bullir de vida va dirigido —porque el poema es una criatura tan complicada como deli-cada, un organismo: ¿quién pensó que era una suma?—, crecimiento
predeterminado desde que cuajó, plasmó, como criatura única, en los abismos psíquicos de su creador: criatura, siempre, siempre teleológica, río al mar, o potro ansioso de meta. E imágenes, misteriosas imágenes
nos amplifican y multiplican cámaras transidas de luz, ya lívida, ya coloreada, mientras se cruzan frenéticos, gozosos equívocos^ en los centros
nerviosos donde selectivamente se suscitan nuestros depósitos conceptua-les. Y todo, todo ligado en masas de color y música, con hervor y fer-mento de vida incontenible, con inmenso crecimiento vegetal.^
Está hablando el crítico, el diseñador d e instrumentos estilísticos, e n cier-ta forma el académico. N o obscier-tante, ¿ e n q u é libro de crítica literaria es frecuente encontrar tan poéticas e x p l i c a c i o n e s n o poéticas de la poesía? D e
-tengámonos u n momento e n la cita anterior y entresaquemos algunas frases,
vocales, consonantes... ¡qué zumbador enjambre, qué marea creciente!^ por
ejemplo. Puestas enmedio de u n c o n t e x t o crítico, las palabras adquieren —quizás por contaminación— u n a c o n n o t a c i ó n , u n matiz crítico; devienen en palabras que señalan e indican, q u e se corresponden c o n otras para
lograr integrar la explicación pretendida. Pero c u á n distinto si v e m o s las palabras aisladas del contexto, o si las ofreciéramos, a m o d o de juego de adivinanza, a un lector, colocadas así:
Vocales, consonantes, ¡qué zumbador
enjambre qué marea
creciente!
O m e n o s comprometidamente, solamente del siguiente m o d o :
vocales, consonantes
¡qué zumbador enjambre qué marea creciente.
Y lo m i s m o podría hacerse c o n otras frases: en rápidos zigzags, en duras
hoces, como lomos de ola o de pantera elástica, p e r o todo para comprobar
el arrebato poético del crítico c u a n d o habla d e poesía.
N o ; a plena justicia, n o p o d e m o s hablar d e dos Dámasos, y es dudosa la validez de establecer, en D á m a s o , dos lenguajes — m i s m o s que respon-derían, en t o d o caso, a dos actitudes distintas, porque lenguaje y actitud v a n unidos—. Quizás lo ú n i c o valedero fuera hablar de D á m a s o c o m o ejer-c i e n d o dos faejer-cultades inteleejer-ctuales: la ejer-crítiejer-ca y la ejer-creaejer-ción, y, a d e l a n t a n d o u n poco otra aproximación posterior a ésta, encontrar allí precisamente el conflicto, o problemática alonsina, m a n i f i e s t o en su poemario.
Pero v o l v a m o s a la cita, a lo q u e es — o pudiera ser— la expresión poé-tica. D á m a s o escribe: porque el poema es una criatura tan complicada como
delicada. .. criatura única... criatura,16 Y n o se detiene en sus textos de
crítica para aludir a la expresión poética c o m o criatura. A ñ o s atrás d i j o :
Sobre papel yo grabo criatura novísima: Dios complacido la mira surgir de la nada.
Nunca, nunca se alumbró su sonrisa como ahora que grabo
sobre papel criatura de mi pensamiento, tan tenue, poema, máxima creación posible a mortal,
máxima creación sin materia, espíritu sin pies y sin manos.11
Reiteración, pues, del concepto de expresión poética n o ú n i c a m e n t e e n el nivel primario y superficial d e expresión bella sino d e criatura, de ser que surge de la n a d a gracias al poeta, al creador, al creador-poeta q u e creando poesía c o m p l a c e a D i o s y lo recrea viéndolo ver c ó m o su criatura crea otras complacientes.
14 Ibidem.
" A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 4 1 .
L a expresión poética deja d e ser — o es m á s — q u e aquella norma oscura
que encadenaba en música palabras18 para devenir, primero, en criatura
novísima, luego e n máxima creación posible a mortal estableciéndose
evi-dentemente que la palabra poética es, para D á m a s o , la f o r m a m á s alta de lenguaje espiritual, la única m a n e r a de hablar c o n D i o s acerca de u n o mismo o de los otros, el mejor m o d o de alabanza de D i o s
Y porque la uso para alabarle.
Bendito sea.19
Y de hallarse u n o mismo c o n u n o mismo en la libertad y en la creación:
Porque, libre, uso mi libertad espíritu creando
creando más, más libertad, poema creando.20
Q u e d a , entonces, la palabra poética c o m o la m á s alta f o r m a del
len-guaje, c o m o el m o d o divinizado de comunicar la íntima a n g u s t i a . . . o de
orar:
Yo te he rezado mis canciones.
Recíbelas ahora, Padre mío21
Y q u e d a el p o e m a c o m o criatura t e n u e — c o m o la doncella del soneto de
Da n te _ novísima, musicada, plena o r a c i ó n ; pero de m o d o m á s definitivo:
m o d e l o a escala h u m a n a d e la Creación.
U n poco más al respecto: al igual c o m o la expresión poética es u n acto
h u m a n o divinizado, lo es también d e redención para D á m a s o Alonso. L o
dice:
Ay, hijo de la ira era mi canto. Pero ya estoy mejor.
22 Tenía que cantar para sanarme.
Frente a D i o s — e n el m á x i m o encuentro posible a u n a criatura— n o se ofrece D á m a s o académico, D á m a s o crítico, D á m a s o diseñador de herramien-tas críticas y estilísticas. N o ; se ofrece sólo un D á m a o cuasi franciscano, u n a
18 Ibidem, p. 94. 19 Ibid., p. 141. 20 Ibid.
A A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 1 6 5 .
h u m i l d a d palpitante y encarnada en quien pronuncia, balbuciente, lo que él llama
.. .mis canciones.
Es lo que he hecho, lo único que he hecho.
Yo no he tenido un hijo,
no he plantado de viña la ladera de la casa, no he conducido los hombres
a la gloria inmortal o a la muerte sin gloria, no he hecho más que estas cancioncillas: pobres y pocas son.23
A q u í u n a vez más aparece el abismo de la angustia de D á m a s o Alonso, en esta ocasión m á s claramente: considerar que de todo lo h e c h o lo único que f m a l m e n t e q u e d a es la expresión poética y que ésta — j u n t o con el a m o r -es el recurso de purificación y redención, quizás porque luego de vivir bus-c a n d o m é t o d o s de aproximabus-ción estilístibus-ca o bus-crítibus-ca, quede la evidenbus-cia de que
.. .nunca formas llegarán a esencia 24
Vida y muerte.
En la poesía de D á m a s o Alonso c a m p e a la muerte, pero simultáneamente d e a m b u l a la vida. A m b o s conceptos j u e g a n pirotecnia en los versos y son m u c h o m a s q u e simples polos entre los que oscila el ser h u m a n o
Para u n a inteligencia clara y a g u d a c o m o la de D á m a s o , la muerte y la vida podrían ser conceptos m á s complicados, más intelectualmente elabora-dos si d e culteranismo contemporáneo se tratase, p e r o D á m a s o está, en su poesía, m u y alejado de adoptar el ropaje filosófico, y c u a n d o habla de vida o de muerte su palabra es poética y n a d a más.
V i d a y muerte n o aparecen desligadas en la p o e m á t i c a alonsiana, pese a que ciertos poemas llevan explícitamente el término vida o muerte c o m o titulo; m a s bien, al enfrentar los versos, se tiene la impresión de q u e una es contraparte de la otra - e s decir, v i d a y m u e r t e - y que l l e v a n ' u n a exis-tencia correlativa:
Los muertos, en la noche, tienen rumbos. Tristísima nostalgia hacia la carne.
23 Ibid.
Z I A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 32.
¡Ser, ser, ansia de ser! Angustia, asfixia, evocación, sin luces, de una ausencia, arcos de puente, hacia la vida rotos, ¡oh rosas sumergidas, oh los lirios!
El desvaído mundo de los muertos
—¡ser!— quiere ser, y es sólo una memoria.25
E n estos versos aparece la muerte — d e h e c h o es el t e m a central—, pero
no obstante el poeta h a c e asomar la v i d a c o m o la otra latitud, porque la
vida aquí es para el muerto u n a m e m o r i a c o m o m e m o r i a es para el v i v o
el muerto. (Es de notarse que en el tono general, en el tratamiento de la
muerte c o m o angustia y evocación, existe u n matiz d e aquel concepto griego
del Hades, lugar d o n d e curiosamente se recordaba pero n a d a p o d í a hacerse
como n o fuese el evocar c o n la m i s m a
.. .Angustia, asfixia,
evocación, sin luces, de una ausencia 20
Los conceptos o ideas de v i d a y muerte, a d e m á s d e aparecer c o m o
contra-partes en los mismos versos, se entrelazan para fabricar la urdimbre de hilos
delgadísimos por sobre la cual se m u e v e el h o m b r e ; en contraste, la
contra-partida es evidente:
Hombre, toca, toca
lo que te provoca:
seno, pluma, roca,
pues mañana es cierto
que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto 27
H e aquí u n llamado imperioso a vivir mientras se vive — ¿ q u é más
vi-vir que tocar, maniobra que no e n g a ñ a tanto?—, u n a conminación en la cual se rinde ese entretejerse de vida y m u e r t e : seno, pluma, roca son
pala-bras vivas, pertenecientes a la dimensión de lo tangible, la primera — s e n o — c o n todas las implicaciones del sensual tacto, la s e g u n d a — p l u m a — c o n toda la levedad d e u n ave que vuela, y la tercera — r o c a — c o n la firmeza que
se recorta contra el horizonte de u n paisaje animado. En cambio tieso,
chado yerto v a n a incidir las fibras imagineras de lo duro, inanimado,
in-móvil, muerto.
¿Contraste poético accidental? E n otro p o e t a fuera posible la conjetura m a s no en D á m a s o Alonso en el cual n a d a es accidente, m u c h o m e n o s la palabra en su dimensión poética.
H a y algo profundo, u n a causa generadora para que vida y muerte apa-rezcan contrastadas e n el poemario alonsiano, y q u e el lector en ocasiones n o sepa qué es m á s angustiosa: la v i d a o la muerte. Así que vayamos a ver u n p o c o m á s en detalle las diversas maneras c ó m o el poeta c o n c e p t u a b a la v i d a y la muerte.
L a m á s evidente imagen del vivir es la que se nos rinde bajo el signo d e lo táctil. E n cierta f o r m a no h a y mejor p u n t o de referencia poético de lo tangible que este solo verso:
Toco, toco, toco 28
en el cual se brinda la eficacia d e lo táctil para consignar el h e c h o de vivir. E n la n a d a - e n el n o s e r - n a d a se p u e d e tocar; ahí está el vacío, el ansia, quiza la reminiscencia del Hades e n la poética actual de Alonso. E n c a m -bio en el vivir todo es tocar. El ojo ilusiona, el oído p u e d e engañar, el gusto corre el n e s g o de confundirse, así c o m o el olfato, pero el tacto es difícil que yerre la señal, el dato externo del m e d i o circundante. Es por eso, posible-m e n t e , que vivir, en la poesía de Alonso, sea priposible-meraposible-mente u n tocar.
L o anterior en cuanto a vivir, a la característica de estar vivo, m a s n o a la vida, porque hay q u e trazar la diferencia entre vivir y v i d a en D á m a s o Alonso. V é a s e si n o : vivir es practicar la vida, ejercerla, seguir el oficio de viviente; vida, por otra parte es a l g o h o n d o que p u e d e ser referida e identi-íicada a a l g o material estrictamente
Entre mis manos cogí
un puñadito de tierra. Soplaba el viento terreno. La tierra volvió a la tierra.
Entre tus manos me tienes, tierra soy.
El viento orea tus dedos, largos de siglos.
28 Ibid., y Cfr. Nota No. 5.
Y el puñadito de arena
—grano a grano, grano a grano— el gran viento se lo lleva.2*
L a tierra que grano a grano se desgrana en u n viento sobrenatural, o vida que puede pertenecer a esa otra misteriosa, enigmática, realidad:
.. .el sueño de la vida30
Entre ambos niveles poéticos se desliza la v i d a para D á m a s o Alonso; hay
veces en que la vida posee el realismo de u n a
.. .lámina de mica, transparente agua sorbida por el gran estío, sólo arena dorada.31
Mientras que en otras todo se q u e d a en lo sutil e intangible de u n mero
(¡ .. .cantar soñoliento!).32
D e t e n g á m o n o s brevemente e n las dos citas anteriores. E n la primera, la cual refiere la v i d a a lo material tangible, a lo real-real, está contenida la
imagen d e u n a existencia delgadísima, frágil a cual m á s •—la m i c a tiene
esa especial característica de ser transparente y quebradiza— que acaba por
ser sorbida por u n a sequía irreductible —similar al puñadito de arena que
el gran viento se lo lleva—, m i c a q u e se transforma en arena dorada capaz de volar, también, al m e n o r soplo d e aire. E n el verso es patente, luego de repetirlo varias veces, c a m b i a n d o u n poco la acentuación, o haciéndola m á s enfática, que
agua sorbida por el gran estío
es efectivamente el a g u a hundiéndose en la i de sorbida debido a que u n hueco sediento yace e n el f o n d o (la í acentuada de estío). Está, pues, lo
material presente: agua, hueco. E n c a m b i o
cantar soñoliento
se encuentra desprovisto de sensorialidad c o m o n o sea la intemporalidad
29 Ibid., p. 82.
30 Ibid., p. 13. 31 Ibid., p. 26. 3S Ibid., p. 33.
305
y la ausencia de espacio de un cantar entre la vigilia y el dormir, instante ambiguo que cristaliza en el uso de dos simples y sugerentes sílabas: soño, presentes en soñoliento.
Q u e d a n entonces dos niveles de imágenes: las referidas a lo material y aquellas relacionadas con universos intangibles. Dejemos las primeras, que en realidad n o dicen tanto, y consideremos las segundas en las cuales se ofrecen los datos más importantes en lo que a conceptualización poética con-cierne.
H a y noticias varias sobre la vida; una de ellas, quizá la más desgarra-dora es:
como la vida
(ese amarillo pus que fluye del hastío, de la ilusión que lentamente se pudre,
de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda orfandad se condensa).33
Porque ahí está contenida la densa amargura que mostrará en otros ver-sos Dámaso Alonso. La imagen es clara; se inicia en el universo de lo material — ese amarillo pus— para de pronto adentrarse en el m u n d o de lo sentimental — que fluye del hastío (una vez más la í que sugiere el vacío) — y permanecer en él revestido de nuevas y más pesadas imágenes: ilusión que
lentamente se pudre, horrible sombra cárdena, húmeda orfandad.
Con noticias poéticas como la anterior se tiene el pie para conjeturar que es la vida lo luctuoso, más que la muerte. Pero sigamos.
La vida también es llamado constante para Dámaso:
cómo me llama la vida,
qué imperiosamente llama.34
Mas no un llamado quieto sino un grito compulsivo que golpea los cráneos de vivos y muertos con la reiteración voraz de
¡Ser, ser, ansia de ser! 35
E incluso llega también a los que aún no han nacido, a esos que Dámaso dice:
3 3 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 155.
3 4 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 15.
34 Ibidem, p. 99.
Seréis torrente en furia
que va a rodar al páramo. Seréis indignación y grito sin respuesta.36
Como si la vida fuese un continuo inquirir, una eterna interrogante sin
solución.
Queda, entonces, la vida que deviene en grito angustioso, en ira, en indig-nación, el alarido sin eco, en doliente gemido. Dámaso Alonso habla de la vida, pero también —aparte de los que se constituyen en claros hitos bio-gráficos— de su v i d a :
mi frágil vida, acunadla como a una hojita pequeña, como briznilla de nada.37
Hojita, briznilla, palabras que comienzan a susurrar esa fragilidad que se
abre limpiamente en cuatro hermosísimos versos, quintaesencia de todo el m u n d o vital interior de Dámaso:
¿Te quebraré, varita de avellano, te quebraré quizás? Oh, tierna vida, ciega pasión en verde hervor nacida, tú, frágil ser que oprimo con la mano.36
L a vida aún está, como la varita de avellano, tensa, en la víspera misma del quiebre, en el instante microscópico en que no se h a roto aún pero ya casi. Sin embargo, esa varita de avellano, frágil, ya está quebrada, si se atiende a la estructuración del siguiente p o e m a :
La copla quedó partida. No la pude concluir. Y era la copla de mi vida.
(Morir, palabra dormida, ¡cómo te siento latir!)
Bien templado en instrumento y a medio giro el cantar,
llevóse la copla el viento.
39 Ibid., p. 19.
87 Ibid., p. 15.
(¡vida, cantar soñoliento!) y no la pude acabar,39
Y, curiosamente — ¿ c u r i o s a m e n t e ? — , en la m i s m a f o r m a c o m o la
vida-tierra es v o l a d a por el viento, la vida-copla es arrastrada igualmente por el viento, ese viento cuyo símbolo m a r c a la presencia y ausencia de Dios.
Q u e d e , pues, por lo pronto, la v i d a c o m o grito, c o m o angustia, c o m o rom-p i m i e n t o inminente, c o m o f u g a c i d a d , c o m o gran luto rom-p o r q u e :
Toda la vida oculta en el implacable mar bulle y se levanta,
y en mar se alza como materia sólida, como un paño de luto.40
D e esta suerte, la vida para D á m a s o resulta u n a p u n z a d a sin fin, u n sus-p e n d i d o sussus-piro doliente sus-para el que vive, c o m o sus-prefiguración del m u n d o , en u n a
.. .ciudad de más de un millón de
ca-dáveres (según las últimas estadísticas).*1
E n la m i s m a m e d i d a c o m o la v i d a llama imperiosamente al poeta, igual-m e n t e hay u n pálpito p r ó x i igual-m o :
(Morir, palabra dormida, ¡cómo te siento latir!)*2
L a muerte n o es el f i n último p a r a el hombre, y a u n q u e D á m a s o parezca contradecirse en ocasiones, sigue prevaleciendo — y v a l i e n d o — la idea de que la muerte resulta más feliz, m á s agraciada, halagadora y rica que la m i s m a vida.
Pediste plenitud: la muerte pides.*3
C o n d e n s a esa riqueza espiritual accesible sólo a los que c u m p l e n el re-quisito estipulado: el necesario tránsito por la muerte que nos recuerda aquel bello verso de Fray Luis de L e ó n en el que e x c l a m a :
49 Ibid., p. 33.
4 0 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 146.
41 Ibidem, p. 15.
4 3 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 33.
** Ibidem, p. 30.
/ Oh muerte que das vida! **
Y que m u e v e a D á m a s o a decir, en feliz paráfrasis:
Sólo allí donde hay muerte puede existir la vida.*5
U n a vez m á s la muerte correlativa de la vida, c o m o imágenes recíprocas
que son reflejo u n a de la otra.
L a v i d a es sueño, duermevela quizá; la muerte es la vigilia. L a primera
transcurre; la segunda cae a plomo, cortante, oculta aun en los sitios más infantiles y m e n o s imaginados:
.. .en el fondo, entre los peces de colores,
está la muerte.*0
M u e r t e necesaria y consecuencia irreductible de todo lo que vive, incluso de lo que es bello:
ay, ni tú mismo harías que la belleza humana
fuese una viva flor sin su fruto: la muerte.47
Y si bien la vida es interrogante, la muerte también:
Ah, Dios mío, Dios mío, ¿qué han visto un instante esos ojos que se quedaron abiertos? 48
H e ahí la pregunta matizada por el m i s m o tono de angustia c o n el que D á m a s o pregunta qué es la vida. El p o e t a tiene u n a certeza, al m e n o s
sa-be que
la muerte es la luz 49
y lo dice en las cinco m á s bellas palabras que se han escrito sobre la muerte, comparables sólo a la petición de plenitud pidiendo la muerte. Y es luz la muerte porque la luz es la contraparte de la oscuridad de u n vivir entre cadáveres, d e u n fluir desde el hastío, y porque la luz ilumina.
4 4 L E Ó N , F R A Y L U I S D E , Poesías completas, 3a. Edición, Ed. Sopeña Argentina, Col.
Biblioteca Mundial, Tomo I, Buenos Aires, 1945, p. 11.
4 8 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 30.
46 Ibidem, p. 26. 47 Ibid., p. 164. 48 Ibid., p. 44.
Y si bien la muerte p u e d e ser el paso de
.. .un sueño dorado, un sueño dulce, tibio y dulce,
al sueño largo y frío.50
T a m b i é n la v i d a es u n sueño o quizá m e n o s : u n a simple copla que se lleva el viento.
E n la poesía de D á m a s o Alonso morir no es difícil, porque n o es duro morir ya que a la muerte se la encuentra a la vuelta de la esquina y está en todas partes
/ Tú muerte, tú, el amor; tú, en el amigo; tú, la melancolía, los presagios,
los tímidos avances temblorosos; tú, los rojos carbones y las llamas; tú, el espasmo dulcísimo, tú oculta amante, único amor, eterna amante! 51
Y está presente en el simulacro del espasmo sexual que es u n morir e n pequeño.
Para Fray Luis de L e ó n , en el Cantar de los Cantares, la m u e r t e es amor-para D á m a s o t a m b i é n :
¡Amor, amor, principio de la muerte! 52
D á n d o s e n o s el bello engareamiento, la suave transposición que nos lleva de la muerte c o m o tránsito a la muerte c o m o interrogante, luego c o m o luz y, finalmente, c o m o remate del j u e g o pirotécnico: la muerte c o m o a m o r c o m o a h i n c a m i e n t o e n lo imperecedero y no sólo e n u n mero
Y conoció el amor. Vencidos cuerpos se desploman sobre la delicia.
¿Lo fugaz conquistó lo permanente? 53
L a muerte — a n o n a d a m i e n t o , aniquilarse el ser e n el n o ser tiene u n
sen-tido m u y p r o f u n d o en D á m a s o Alonso. C o m o luz, es la única cierta, la
M A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 4 2 .
™ A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 0 4 . 6 1 L E Ó N , F R A Y L U I S D E , op. cit., p . 1 2 5 .
" A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 0 3 .
blanca luz que le recuerda a la m u c h a c h a de su soneto preferido; y c o m o
amor, la muerte lo estrecha y c o n d u c e a lo permanente, a Dios, porque
soñando la vida
.. .la muerte es el único pórtico de tu inmortalidad.5*
D e esta manera, n o es descabellado concluir q u e para D á m a s o Alonso
la v i d a es definitiva angustia, y la muerte conquista de lo inefable.
Dios en Dámaso.
Así c o m o suena: D i o s e n D á m a s o . Podrían escribirse multitud d e
pá-ginas al respecto y n o llegar a agotar el tema.
Algo impide haber escrito "el concepto ( o i d e a ) d e D i o s en D á m a s o
Alon-so". Quizás h a y a sido la familiaridad adquirida ahora a partir de las
apro-ximaciones anteriores o — u n a vez m á s — la intuición del lector. Sea lo q u e fuere, esta aproximación h a q u e d a d o c o n ese título: D i o s en D á m a s o .
M u y al comienzo de este escrito se m e n c i o n ó q u e para D á m a s o la crisis
espiritual no es de carácter religioso sino de otra índole, vocacional
cierta-mente. Es probable que sea arriesgado el juicio, p e r o n o tanto si atendemos
a diversas noticias que, en su poemario, otorga D á m a s o .
Es verdad que en algunas líneas D á m a s o trae p e r d i d o a Dios, o al m e n o s
recuerda haberlo tenido e n pérdida. Pero basta avanzar en la lectura de los
poemas para percatarse d e ese tan característico tono d e salmo penitencial
que ventea y se pasea a lo largo y a n c h o de la poesía d e D á m a s o Alonso.
Y es suficiente recordar el p r o f u n d o a m o r q u e se alojaba en el corazón de
los salmistas para comprobar q u e incluso en el mayor sentimiento de
aban-d o n o aban-d e Dios, Él estaba m e t i aban-d o en el poeta.
El matiz penitencial de la poética d e D á m a s o es evidente en los títulos
de sus colecciones: Hijos de la ira — c u y o epígrafe terrible ( . . .et eramus
natura filii irae sicut et ceteri...: ...siendo por nuestra conducta hijos de
ira, como los demás) anticipa la v e l a d a iracundia de m u c h o s versos
apa-rentemente apacibles—. Oscura noticia y Hombre y Dios. E n uno y otros
aparece esa tónica religiosa plena de grisura, casi u n aullido, véase si n o :
Hijos de la ira. Oscura noticia. Hombre y Dios.
Grito penetrado por la rabiosa angustia de la pérdida o la añoranza, sugerido por el primer título, q u e m u e v e a pensar en el rechinar de dientes en la desesperación manifiesta e n el rostro oculto y el imperceptible temblor prendido al cuerpo d e E v a en ese c o n m o v e d o r cuadro de M a s a c c i o (Adán
y Eva expulsados del Paraíso) e n el cual A d á n comienza a ver hacia atrás
con u n gesto que a n u n c i a u n p r o f u n d o grito de ira que culminará en la acción asesina de Caín. Profundísima tristeza es la q u e permea el título de Oscura noticia, que parece amenazar con u n a información triste y color ceniza. Y enfrentamiento franco en Hombre y Dios (ambos sustantivos con mayúscula, en pretendido gesto de igualdad o en actitud paralela al Non
serviam).
Sin embargo, ¡ cuán grande e n g a ñ o si el lector se deja llevar u n p o c o por la imaginería y otro tanto por la polivalente interpretación de las palabras y frases de D á m a s o Alonso! Oscura noticia, por ejemplo, ofrece la multiplicidad de u n espejo de entenderes, con m u c h o el estar en u n a feria m e -tido en el laberinto d e vidrios y reflejos al q u e son tan afectos los parques de diversiones norteamericanos:
Oscura noticia: nefasta información recibida ( A ) .
grisura ( B ) , dimensión cuasi d e m o n i a c a ( C ) ,
infame turba de nocturnas aves ( D ) .
¡ Pero qué pletórico de engaños está el parque de diversiones de la ima-ginación si n o se tiene la g u í a del m i s m o fabricante de la casa de los espejos' N a d a d e lo anterior es cierto: n o hay información q u e sea nefasta en la poesía de D á m a s o , ni grisura posible, ni d e m o n i a c a dimensión, ni la negra sugerencia del verso gongorino. T o d o lo que está contenido es simplemente la negación de A, B, C y D , cuyos paréntesis indican aquí el posible disfraz — m e t a f o r a — que D á m a s o h a y a querido otorgarle a u n a simple oscura
no-ticia, que es, desde el p u n t o de vista alonsiano, aquello q u e lo m o v i ó
infan-tilmente a emprender el desciframiento d e la eficacia poética: la intuición.
¿ E s el aserto anterior opinión personal o simple aseveración lanzada al azar para ver si p e g a e n el blanco? D e n i n g u n a manera, porque el término
oscura noticia, cuya connotación llama a la grisura y a la nefasta
informa-Clon en el verso, pasa a ser la luminosidad y la límpida transparencia de
la intuición c u a n d o — c o m o es y debe ser frecuente en el caso de D á m a s o poeta-académico o al revés— algunas referencias poéticas tienen pared de eco' en sus ensayos sobre métodos y límites estilísticos.
En su sabio y saboroso —así tal cual: saboroso— escrito sobre el tema de Poli femó, contenido e n su Poesía Española, llega el m o m e n t o - p a s a j e
en realidad, si se trata de leer, pero momento si se está escuchando a D á -maso— en el cual se dice:
Cuando por causas distintas se nos ha presentado este dilema nos he-mos inclinado una vez más con Garcilaso hacia la explicación de "oscura noticia", de pura intuición poética; 55
para agregar m á s abajo, refiriéndose a u n a interpretación deliciosamente in-teligente que
fue oscuro también el proceso que llevó hasta este verso oscuro. Fue una honda intuición.50
E n ambos casos la estructura verbal oscura noticia está referida a
in-tuición, lo cual dice m u c h o y c a m b i a c o m p l e t a m e n t e el p a n o r a m a de
apre-ciación d e la poética de Alonso si se parte ahora de otro supuesto. V e a m o s si no.
Aparentemente, el primer libro de p o e m a s de D á m a s o Alonso es precisa-m e n t e Hijos de la ira; posteriorprecisa-mente — s e g u i precisa-m o s e n el supuesto q u e el pri-mero fue el pripri-mero, esto es: Hijos de la ira— se publica Oscura noticia y
Hombre y Dios. A h o r a c o n t e m p l e m o s el territorio que nos ofrecen los tres
títulos reunidos c o m o si fuesen intervalos de u n transcurso existencial:
Hijos de la ira Oscura noticia Hombre y Dios.
D o n d e se comienza por rechinar y rabiar, recibir lo gris en el alma y,
finalmente, enfrentar al Creador c o n u n profundo sentimiento de perdición
anticipada.
Esta i m a g e n q u e d a si el término clave, Oscura noticia, quedase c o m o
tal: c o m o oscura, nefasta y gris noticia. Sin embargo, ¡ c u á n distinto
des-pliegue de imágenes se allega si sustituimos el término clave por su e x a c t o
— y o c u l t o — correspondiente p o é t i c o ! :
Hijos de la ira INTUICION Hombre y Dios.
Porque aquí la rabia — r e p r i m i d a o soltada al aire— remansa y se di-suelve en la intuición de D i o s para alcanzar el instante inefable en el cual el hombre enfrenta a D i o s n o c o m o desafío sino c o m o creatura q u e anhela a su Creador. Y para justificar esto h e aquí ese c o n j u n t o d e versos que son
K A L O N S O , D Á M A S O , Poesía Española, p. 331.
centrales en t o d a la obra de D á m a s o —centrales en cuanto sirven d e p u n t o axial para ese "antes" y el "después" de los que se hablará m á s a d e l a n t e — :
Y al cabo de los años llegó por fin la tarde, sin que supiera cómo,
en que cual una llama de un rojo oscuro y ocre, me vino la noticia,
la lóbrega noticia
de tu belleza y de tu amor.57
Sabiendo q u e el tu de tu belleza y de tu amor se refiere al posesivo de D i o s (los versos, sabiamente reservados para el final, pertenecen al p o e m a
Dedicatoria final (Las alas), p o e m a d o n d e el interlocutor es D i o s para D á
-maso, ah, pobre Dámaso).
Así, m i n ú s c u l o p u n t o — v e r s o — hallado, eje de giro de etapas anteriores y posteriores, n o q u e d a sino proseguir estableciendo ese antes y ese después del que d a c u e n t a y razón — e n breve t i e m p o — D á m a s o .
Cuántas veces de niño vi las representaciones groseras
de tu forma sin forma.58
D i c e el p o e t a recordando aquellos dibujos que frecuentemente se pre-sentan a todo i n f a n t e de cualquier país católico del m u n d o .
Representa-ciones groseras, dice, n o significando lo que por grosero quieren decir las
niñas bellas, sino grosero por lo grueso. Esa es la i m a g e n precisa que se conoce d e n i ñ o : la i m a g e n desvirtuada que pretende constituir lo que d e suyo es inconstituible; la imagen de
un viejísimo Dios,
oh rostro venerable y triste,
lleno de arrugas 59
que siempre deviene en buena cornucopia aun para el peor de los humanos, u n D i o s típicamente protagonista del N u e v o — m a s no del A n t i g u o — T e s -tamento. U n Dios, en fin, perdonador de t o d o porque lo venerable y triste
" A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 164. El subrayado es mío. 5 8 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 3 0 .
88 Ibidem, p. 133.
y viejísimo, e n l a dimensión connotativa — a u n q u e n u n c a e n la d e n o t a t i v a —
de nuestro lenguaje implica, respectivamente: digníficamente amable,
apesa-dumbrado por lo b u e n o q u e es, accesible porque n o hay anciano eterno
que se cierre a la aproximación.
Ese es el D i o s conocido infantilmente por D á m a s o , y por todos los q u e
fueron niños y se llaman c o n otros nombres.6 0 Pero de n i n g u n a m a n e r a ese
D i o s es el que por
.. .averías solitarias
en las que Dios con alas invisibles roza apenas las copas de los árboles.61
Sería injusto que así f u e r a . . . para u n niño. Para u n niño. Para u n niño que n o sabe a ú n de lo huidizo y del microscópicamente imperceptible rozar tenue d e unas alas insubstanciales — ¡ i n c o n s ú t i l e s , e n la exacta acepción de los poetas modernistas!— sobre algo q u e h a alcanzado a ver c o n su mirada infantil pero que conceptualmente n o se h a f i n c a d o en su cerebro.
Pero D á m a s o A l o n s o n o es u n niño c u a n d o a los cuarenta y tantos años,
luego d e haber confrontado la pesada disyuntiva existencial de tomar u n camino — l a creación p o é t i c a — u otro — d e s h a c e r minucias p a r a "explicar" la razón exterior d e la íntima eficacia interior—, e x c l a m a que
¿Vivir no es más que el roce de su viento?
Fuga del viento, angustia, luz y sombra 62
U n a vez m á s el viento — r e p e t i d o e n dos versos seguidos—, pero ahora
algo s u m a m e n t e hermoso — ¡ y significativo!—: la luz. L a luz, la luz que tanto y tan sutilmente definirá a Dios, a ese D i o s que está
donde tus siglos rugen,63
Y que es
.. .sólo el viento
que mueve y pasa y no mira.°4
60 Busque el lector en su memoria los recuerdos de niño y compare: ¿no es Dios,
acaso, viejo, venerable y bueno?
0 1 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 96.
61 Ibidem, p. 11.
63 Ibidem, p. 26.
Y que en el f o n d o de la carrera en busca de, e n la persecución del alma es
.. .la fuga secular de las estrellas a la busca de Dios.06
Para la poesía española, que bien puede llamarse — s i n temor a equívoco o a corrección, al m e n o s desde el aire suave de Garcilaso a Fray L u i s — u n a poesía de viento, D á m a s o deviene en perfecto ejemplar, en renovada reitera-ción de ese sublime verso en el cual Fray Luis, el especiante, esculpe o c h o lapidarias palabras-imágenes en las cuales ansia permanecer porque "allí" debiera estar A q u e l :
En gozo, en paz, en luz no corrompida.66
Y si volvemos a pensar en lo que la luz pura — n o corrompida— viene a significar para D á m a s o , nos hallamos u n a vez m á s e n la coincidencia exacta entre la i m a g e n primera y la idea de Dios. Y vale la p e n a repetir el hallazgo: la A v e n i d a del R e t i r o — d o n d e el D á m a s o niño descubría a D a n t e ( a la eficacia poética en r e a l i d a d ) — es la m i s m a avenida solitaria en la q u e Dios, con alas invisibles, goza apenas las copas de los árboles. Aquí tenemos esa desconcertante coincidencia en la cual el D á m a s o cuaren-tón —figurativamente, porque n u n c a él h a d e j a d o de ser n i ñ o — reencuentra a D i o s en el viento.
Y a se h a visto que la vida es efímera q u e
.. .no es más que el roce de su viento 07
Y que ese viento es un gran viento, u n tan enorme v e n d a v a l q u e barre y borra todo y c o n d u c e lo arrastrado hasta
.. .donde tus siglos rugen.66
Basta solamente comprender la relación f o n é t i c a — e v i d e n t e por d e m á s en este verso para entender, en su descarnada plenitud, el agobio y la pesan-tez de poner por escrito q u e D i o s es, para D á m a s o , el q u e
cruje en el hueso.69
6 5 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 89. 6 8 L E Ó N , F R A Y L U I S D E , Poesías completas, p. 25.
8 7 A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 1 .
68 Ibidem, p. 26.
6 8 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 1 4 4 .
El crujido es algo q u e se da en la temporalidad, en la n o espacialidad. U n o oye el crujido, el hueso quebrándose en el t i e m p o (el hueso se hizo
trizas en el espacio d o n d e aconteció el accidente) y al sanar n o se recuerda d ó n d e fue sino c ó m o fue. Eso, eso es suficiente para entender que el crujir en el hueso, ruido despojado de espacialidad, deviene en crujir constante,
eterno, imperecedero.
L u z limpia — n o corrompida—, crujido en el h u e s o : dos noticias dadas
de D i o s por D á m a s o , poeta que sigue bien la tradición sensorial característi-ca de la poéticaracterísti-ca española en la cual característi-cada palabra, m á s que a un concepto obedece a u n a sensación v i v i d a . . . Pero sigamos adelante: dos noticias en
las que u n a reafirma aquella imagen primera d e la que antes se habló, u n a imagen luminosa que reaparece, a c a d a paso, en D á m a s o p o e t a y en D á m a s o
-ensayista.7 0
Leer el poemario d e D á m a s o es toparse constantemente c o n advertencias,
veladas o francas, de la presencia de Dios. Salvo algunos versos bien librados de la sacralización, los d e m á s contienen o sostienen, ocultan o manifiestan, muestran o disfrazan la obsesión por lo d i v i n o :
.. .la fuga secular de las estrellas a
la busca de Dios.71
D i o s es, a primera impresión del lector, n o sólo el que cruje en el hueso (imagen fonética por d e m á s eficaz, desde la perspectiva puramente
poético-analítica, pero bellísima desde el nivel de la pura contemplación
volitivo-crea-dora) sino síntomas m á s complejos y profundos de u n a dolencia espiritual:
si Dios es sólo eterna presencia del recuerdo 72
E m p e c e m o s del verso anterior. D e j e m o s que sea aquí D i o s la presencia en
el recuerdo, c o m o el recuerdo sabroso de la i m a g e n primera — ¡ u n a vez más la reafirmación de la añoranza d e D á m a s o ! — . O dígase mejor: arranquemos de ese verso y consideremos este otro:
.../ Oh Dios, oh misterioso Dios.73
70 Valdría la pena ensayar un intento de interpretación del concepto de luz y su
relación con la imagen primera del niño Dámaso.
1 1 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 89.
Y este otro:
¿Por qué nos huyes, Dios, por qué nos huyes?74
R e u n i d o s todos, y conservando la imagen de u n Dios que cruje en el hueso,
que duele, cualquiera p u e d e pensar que estamos e x a c t a m e n t e e n la trayec-toria de u n poeta a la busca de Dios, pero c o n ese tan peculiar matiz de búsqueda de divinidad que posee la poesía española:
La ebriedad de mi sangre busca un lago
final: embriagarme en Dios un día.75
A p a r e n t e m e n t e n o q u e d a d u d a : D á m a s o es u n poeta a la caza de su Dios, u n poeta desgarrado por el problema existencial que le plantea al h o m -bre la incertidum-bre de su trascendencia; u n poeta m e r i d i a n a m e n t e clavado a la angustia.
Pero n o siempre lo aparente es lo esencialmente verdadero, y este es el caso d e D á m a s o : lo a p a r e n t e m e n t e cierto deviene e n mero disfraz — e n m u chas ocasiones b u e n disfraz o eficaz despiste— de su auténtico sentir. V e a -m o s :
No me sirven mis manos ni mis pies,
que afincaban la tierra, que arredraban el aire,
no me sirven mis ojos, que aprisionaron la hermosura, no me sirven mis pensamientos, que coronaron mundos
a la caza de Dios.76
D i c e D á m a s o , sintiendo h o n d a m e n t e la insuficiencia de su h u m a n i d a d .
Y a n o se h a b l a de u n D i o s huidizo, misterioso, anhelado, sino de u n D i o s necesario que viene a ser culminación de u n a larga y penosa y dolorosa
ca-cería existencial de años y años. N a d a le sirve a D á m a s o : ni su h u m a n i d a d ni su intelecto c a z a d o r . . . ni siquiera aquella hermosura aprisionada por la A v e n i d a del Retiro, y luego aquella otra motivadora del soneto-oración, q u e
es m u c h o decir porque gran cosa significan ambas, c o m o se vio antes. N o es éste el lamento de u n a ausencia sino la penosa presencia de Alguien que p u e d e hacer claras las cosas; Alguien a quien D á m a s o p i d e :
A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 3 1 . A L O N S O , D Á M A S O , Oscura noticia y Hombre y Dios, p. 1 3 7 . , 4 A L O N S O , D Á M A S O , Hijos de la ira, p. 1 0 2 .
no me atormentes más, dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la
noche77
Y Q u i e n , quizá por el largo silencio de años, llega a ser m o t i v o de u n a
trágica expresión que en otra circunstancia sería frase final de u n angustioso
diario í n t i m o :
también Dios odia.76
Pero no es así; no al m e n o s c o n D á m a s o Alonso.
D á m a s o trajo perdido a D i o s por m u c h o tiempo. Es natural: todos los h u m a n o s pierden a Dios a l g u n a vez en su vida, y si tienen la ocasión llegan a decirlo. Pero aunque esa pérdida temporal se atisbe y sea declarada por
D á m a s o c u a n d o éste se sienta y de u n tirón se arranca d e dentro los poemas, ya el lector confronta a u n poeta que h a recobrado a su Dios, a u n poeta
superador d e la crisis religiosa y q u e ahora e x c l a m a lleno de candoroso cariño:
. . .¡Ay, Dios,
cómo me has arrastrado,
cómo me has desarraigado, cómo-me llevas
en tu invencible frenesí, cómo me arrebataste hacia tu amor! 79
Son estos unos versos d o n d e se j u e g a hábilmente con los verbos; d o n d e
queda indicado el antes y el después. El antes: cómo me has arrastrado,
cómo me has desarraigado; y el después: cómo me llevas. Y ambos instantes
d e la temporalidad unidos finalmente en u n t i e m p o verbal que, aunque en pasado, posee la pesantez gratificante del presente: cómo me arrebastaste
hacia tu amor.
D á m a s o , pues, narra e n su diario íntimo, en su poemario de años
acumu-lados, aquella angustia sentida y que
. . .ahora,
a los 45 años,