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Obras Sociales COlABORACiÓN ESPECIAl Ajuntoment de Barcelona l11stitut de Culturo: Museu d'Histório de lo Ciutot COMISMIOS Mauro S

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(1)

1 ería, Hispania, Spania

Una mirada desde Jlici

(2)

Iberia, Hispania, Spania

Una mirada desde 1/ici

O BRAS S OCIALES

(3)

PRODUCCIÓI'1 Y ORGANIZAOON

Caja de Ahorros del Mediterráneo. Obras Sociales

COlABORACiÓN ESPECIAl

Ajuntoment de Barcelona

l11stitut de Culturo: Museu d'Histório de lo Ciutot

COMISMIOS

Mauro S. Hernóndez Pérez Lorenzo Abad Casal

COlABORACIÓN EN lA EXPOSICIÓN

Mercedes Tendero Porras Juan M. Aboscol Palazón Alejandro Romos Molino

TeXTOS DEL CATÁlOGO

Albert Ribero Locombo Alberto lorrlo Alvarodo Alejandro Romos Molino Alicia Fernóndez Díoz Carmen Aranegui Gaseó Concepción Popi Rodes Feliciono Solo Selles Gabriel loro Vives Ignacio Grou Miro Jaime Molino Vidol Jesús Morotollo Jávego José M. Noguera Celdrón Juan M. Aboscol Palazón Julio Sorobio Bautista Lorenzo Abad Casal

Mº Dolores Sánchez de Prado Mauro Hernández Pérez Mercedes Tendero Porros Pere Pau Ripollés Alegre Rafael Romos Fernández Rafael Romos Molino

Roberto Lorenzo Pérez de San Román Sebostián Remollo Asencio

Sonia Gutiérrez lloret Trinidad Tortosa Rocamoro

IMAGEN V DISEÑO Vlctor del Castillo Ideograma GC

FOTOGRAfÍA& E IlUSTRACIONES

Albert Ribera lacombo Antonio Guilabert Mas

Archivo SIAM (Servicio de Investigación Arqueológico Munidpol, Valencia)

Archivo SIP (Servicio de lrwestigoción Prehistórico de lo Diputación Provincial de Valencia) Equipo Tolmo de Minatedo

Fundación Universitario de Investigación Arqueológico lo Alcudia de Elche Juan M. Aboscol Palazón

Lorenzo Abad Casal Mauro S. Hernóndez Pérez

Gabinete de Antigüedades de la Reol Academia de lo Historio Museo Arqueológico Alejandro Romos Folqués de Elche Museo Arqueológico de Murcio

Museo Arqueológico Munldpol de Cortogena Museo Arqueológico Municipal de Villojoyoso Museo Arqueológico Nacional, Madrid

Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ) Museo Arqueológico y Marítimo de Santa Polo Museo de Albacete

Museo de Arte Ibérico El Cigorralejo de Mula Museo Monográfico de la Alcudia

Museo Municipal Jerónimo Molino de Jumilla

Museu Arqueológic Municipal Comil Visedo Molió de Alcoy Museu d'Arqueofogio de Cotolunyo

Museu de Prehistoria i de les Cultures de Valencia

IMPRE51ÓN DEl CATÁlOGO Hurpograf, S.l.

ISSN: 8<1-668-9911·9 DEPÓSITO lEGAl: A-946.2004

© Textos y diseño: autores

© lmóge11es: autores y propierorios

@ Ediclón: Cojo de Ahorros del Mediterráneo.

(4)

MUSEOS Y COlKCIONES

Gabinete de Antigüedades de lo Real Academia de lo Historio Museo Arqueológico Alejandro Romos Folqués de Elche Museo Arqueológico de Murcio

Museo Arqueológico Municipal de Cortogeno Museo Arqueológico Municipal de Villojoyosa Museo Arqueológico Nocional, Madrid

Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARO) Museo Arqueológico y Marítimo de Santo Polo Museo de Albacete

Museo de Arte Ibérico El Cigorrolejo de Mulo Museo Monográfica de lo Alcudia

Museo Municipal Jerónimo Molino de Jumillo

Museu Arquealogic Municipal Cornil Visedo Molió de Alcoy Museu d' Arqueología de Cotolunyo

Museu de Prehistoria i de les Cultures de Valencia Colección Romos, Elche

(5)

• Área de Arqueología. Universidad de Alicante

Este trabajo se ha realizado en el morco del proyecto de investigación BHA 2002·

02028 De 1/ici o Elo. Un proceso de transformación cvltvrol en el sureste de la Peninsvla Ibérico, de lo DGICYT del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y se ha financiado en porte con fondos FE DER.

LA A L CUDIA IBÉRI CA

En busca de la t1udoa perd1da

LORENZO ABAD CASAL*

EL YACIMIENTO

l LJ

o Alcudia debió ser uno de los principales

~

establecimientos ibéricos del ámbito suro- rientol de lo Península. Su entrado en lo bibliografía científico se inició bastante pronto, yo que lo aparición o finales del siglo XIX de lo célebre figuro conocido como "Domo de Elche", atrojo sobre este yaci- miento lo atención de investigadores y estudiosos.

Apenas habían posado unos décadas del descubrimien- to de los figuras del Cerro de los Santos de Monteolegre del Castillo, en Albocete, y acababa de concretarse su adscripción o uno culturo prerromono. Lo Domo de Elche vino o cerrar el círculo de los grandes descubrimientos de escultura monumental ibérico, que en pocos años habían sacado o lo luz piezas ton importantes como los grifos de Redován y los esfinges de Agost. Eugene Albertini, Pierre Poris y otros destocados investigadores realizaron explo- raciones en busco de grandes edificios y templos cuyo no aparición hizo decaer el gran interés suscitado.

(6)

Años después, lo adquisición de lo finco por lo familia Romos propició

el

desarrollo de excavaciones anuales que han puesto al descubierto no pocos estruc- turas y materiales; pero sobre todo han proporcionado gran cantidad de recipientes cerámicos con decoración figurada

y fragmentos de escultura monumental; ambos elementos se

han convertido en

las

señas de identidad

de La

Alcud ia, y hacen de ella una de las ciudades ibé-

ricas de mayor interés. Todo ello no exento, sin

embar- go, de problemas que, como luego veremos, obligan a replantear muchas cuestiones aparentemente ya resueltas.

lA CIUDAD

La

Alcudia

ibérica se ubicó sobre

un altozano de una altura no muy definida, aunque los sondeos geotéc- nicos realizados al pie, en el

lugar donde se ubicará el

nuevo centro de interpretación, han mostrado que en este lugar y en este momento, la diferencia de cola entre la parte alta del cerro y

su

entorno debía estar en torno a los siete u ocho metros. No sabemos

si

esta medida es extensible a todo el perímetro, aunque pare- ce que hacia el este la diferencia debía ser menor, pues al menos en época romana era

inexistente.

El nombre de

la ciudad ibérica

no debió diferir mucho del de /lici que

se incluyó

en la denominación oficial de la colonia romana. Los investigadores han tratado de vincularlo con el de Helike que aparece cita- do en algunas fuentes (Ramos, 197 4), aunque

la

utili- zación de homofonías como argumento probatorio de

lugar previslo poro lo ubicación del nuevo cenlro de inlerpreroción

hechos históricos no resulta un método seguro. En cam-

bio, muchas ciudades romanas incluyen en su nombre oficial términos ajenos a la lengua latina acabados en

- ci (ejemplos: Acci , lptuci, Urci, Tucci, /lorci, etc) que parecen corresponder a los nombres ibéricos de las ciu- dades que se romanizan . Si tomamos como hipótesis

este

hecho, parece posible que el nombre de la ciudad Ibérica de La Alcudia

fuera ya

el de 1/ici,

y

es

éste

el que vamos a utilizar a partir de este momento.

De esta ciudad

ibérica

no conocemos su perímetro ni su extensión, aunque es de suponer que, como es normal en su tiempo, estaría rodeada por una muralla.

Parece que ocupaba parte del altozano, y que su exten-

sión

fue aumentando de forma paulatina, quizás a par·

tir de

un núcleo en lo que hoy es la zona septentrional

del

yacimiento, según

la propuesta reciente de Jesús Moratalla

(Moratalla, 2004);

la mayor parte de las esculturas, que en

nuestra opinión deben dotarse a fina

- les del siglo V a. C., proceden de la parte meridional, lo que quízós refleje una diferenciación entre lugares de habitación y lugares de culto o funera

rios. En el sec-

tor oriental se ha detectado una alineación de piedras que la bibliografía tradicional ha venido denominando

" muralla púnica", entre

cuyos

materiales

se incluyen

fragmentos de escullura

y de elementos arquitectónicos

reaprovechados, por lo que en caso de que

fuera ibé-

rica su construcción debió tener lugar en un momento avanzado. Otra muralla, que ha aparecido en los son·

deos realizados durante el año 2003 en la parte occi- dental, y que aún

se

encuentra en estudio, no parece

ser

de esta época ,

o

en todo caso correspondería también a

una

fase ibérica posterior (Abad y Tendero, 2003). Tendríamos así que

las

líneas de

cierre conocidas de la ciudad, que flanquean el perímetro de

la loma por oriente

y

occidente, habría que adscribirlas, en la versión que nos ha llegado, al menos a una fase ibérico avanzada.

Tradicionalmente

se

ha venido suponiendo que /lici

es el principal yacimiento de la comarca, ya que sería

el de mayores dimensiones del entorno: 1 O

Ha según sus investigadores,

6

Ha según la

medición que recien-

temente ha propuesto Jesús Moratalla, aunque parece

que en sus primeros tiempos no debió superar las

3

Ha

(Moratalla, 2004). Se encuentra ubicada en

la zona de

paso entre la costa y el interior, y domina una vía que

desde la depresión meridional, la zona de albufera que

conformaba

la desembocadura del Segura,

se

dirigía

(7)

Vías y ciudades en época romo no

hacia el norte; es la orientación

que

luego recogerá el

Itinerario

de Antonino (40 1, l-5 : Ade//o-Aspis-1/ici-Thiar-Karthagine Spartaria), aunque su trozado concreto varió con el paso del tiempo, toda vez que en época romano el entorno de lo desemboca- dura del Seguro había perdido la importancia que tuvo en momentos anteriores

;

vestigios de este camino se han encontrado en las proximidades del yacimiento ibérico de El Oral (Grau y Moratallo, 200 l

,

173-203); seguramente existía otro camino transver- sal, que ponía en comunicación la zona de la costa con el interior, al que hay que adscribir la intensa relación que se documenta,

a

partir de este momento, entre yacimientos como 1/ici e 1/unum / Elo y sus respectivos territorio. Si a ello se

añade la posibilidad de dominar

un terreno agrícolamente fértil, y su proximidad al mor, no es de extrañar que este yacimiento llegara a conver-

tirse

en el principal de lo comarca.

Pero este hecho sólo encuentra su confirmación en los siglos 11 y

1 a.

C., cuando se documentan las gran- des producciones cerámicos y cuando lo ciudad es ele- gida para instalar la colonia romana que llevará el nombre de Colonia Julia 1/ici Augusta, lo único entre

lo AkU<!io lberico.

En buiCO de lo ciudod ~rdldo LORENZO ABAD CASAl

Carthago Nova y Valentía. Las épocas anteriores resul- tan bastante más difíciles de documentar, pues aunque en las vitrinas del museo existen materiales de estos momentos, su

relativa escasez y la dificultad de relacio-

nar estas

piezas

con estructuras claramente definibles sobre el terreno, hacen que la importancia de lo Alcudia sea

hoy

algo que todavía hoyo que constatar arqueológ icomente.

De época ibérico antiguo conocemos materiales cerámicos

locales

e importados, desprovistos todos ellos de contextos defin

idos,

y la facies cerámica local sólo puede reconstruirse o partir de lo comparación de su repertorio con el del vecino poblado de El Oral, en el que predominan cerámicas grises, ollas de cocino y urnas de orejetas; este material ha sido estudiado recientemente por Mercedes Tendero (Tendero

,

en prensa) y parece concentrarse con preferencia en la mitad septentrional del yacimiento. Si no fuera

por

la presencia de la escultura

, difícilmente se podría defen-

der para el siglo V la prelación de este yacimiento sobre otros mucho más modestos, pero aparentemente más ricos, como sería el propio de El Oral, yacimiento

que,

no se olvide, fue sometido o una tarea de limpie- za previa a su abandono.

Lo mismo ocurre en los siglos IV y 111, pues los mate- riales conocidos son también escasos y desde luego mucho menos que los proporcionados, por ejemplo, por el vecino poblado de La Escuera

. Hoy que asumir

que el conocimiento de estos niveles en La Alcudia se encuentra limitado por el hecho de que son los más pro- fundos, y que para llegar a ellos hay que atravesar los romanos e ibéricos tardíos que se le superponen

; pero

muchas de las excavaciones realizadas a lo largo de más de sesenta años han alcanzado estos niveles infe- riores, y el elenco de materiales debería ser más abun- dante

. En muchas de estos compañas se debió realizar

una recogido muy selectivo, y en el museo sólo se con- serva lo más destacado, pero aun así el conjunto de piezas conservados resulta demasiado pobre poro lo que sería de esperar.

lA PE R IODIZACIÓN

Mérito de Alejand

ro Romos Folqués fue elaborar

una propuesta de estratigrafía

'

que tras varias modifi-

caciones quedó fijada

,

en los

niveles

que ahora nos

interesan, como sigue

:

el estrato H correspondería al

(8)

eneolítico y/o bronce valenciano; el G

o los comienzos

de lo culturo ibérico;

el F iría desde principios del

siglo V hasta el 228, fecho de uno destrucción

hipotético de lo

ciudad

por Amílcor; el E, desde este momento hasta

mediados del siglo 1 a.C., y ha recibido los nombres de ibero-púnico, ibérico 11 o

ibero-helenístico;

el D iría desde este momento hasta mediados del siglo 1 d.C., abarcando aproximadamente un siglo, y corresponde- ría al momento de fundación de la colonia. Y por últi- mo, el estrato C sería ya del

alto Imperio.

Esta

propuesta resultó muy acertada en su momento

y permitió

establecer un marco para la evolución de lo

culturo ibérica,

fijando el ambiente cultural de fenóme-

nos tan importantes como lo escultura, asociada al nivel F, y la cerámico figurada, que correspondería al E. Esta periodización ayudó también a asentar propuestas como lo baja cronología de esta cerámica, realizados por investigadores como Domingo Fletcher IFietcher, 1940),

quienes

hacía yo tiempo que se

habían

dado cuento

de que no

ero posible

mantener, con

los

datos

estratigráficos en la mono,

la

correspondencia pura- mente formal entre las cerámicas del estilo denominado Elche-Archena y otras por entonces yo bien dotadas, en momentos muy antiguos, como los

micénicas.

En líneas generales, esto propuesta sigue siendo útil todavía hoy, aunque ha permanecido inmutable demasiados años y en ocasiones se

ha trotado de apli-

car a priori

o los

resultados

de las excavaciones, inten-

tando adoptar éstos a aquélla y no

aquéllo

a éstos, como marcan las normas de la arqueología actual. El esquema se ha convertido en un corsé que aprisiono la

investigación

en

la Alcudia,

y ha llevado o buscar los mismos fases

en

todo el ámbito del yacimiento,

sin

tener en cuento que puede que falte alguno y que dentro de cado uno de ellos tienen

que existir niveles

intermedios que son,

precisamente, los que permiten lo

restitución

del proceso

cultural de un lugar, los que hacen posible, en

suma,

reconstruir la intrahistoria de un yacimiento, cuyos hitos no

tienen

por qué coincidir

con

los grandes acontecimientos de los que han queda- do noticias en las fuentes escritas. Recientemente Jesús Moratalla (op. cit.) ha llevado o cabo un

estudio de los

materiales y

memorias

publicados,

desarrollando

pro- puestos muy interesantes

acerca

de

la comparación

entre los niveles de las diferentes áreas excavadas.

A

ello hay que añadir que las características del registro arqueológico y de su publicación no facilitan el

Esquema con lo superposición de estructuras en el sector 5F, sobre plonlmetria de Ramos Fernóndez, 1983

conocimiento

de lo

relación

entre las estructuras ibéri-

cas excavadas, estén visibles o

no,

y

los materiales

recuperados.

Resulto,

por ejemplo, difícil

asociar las

esculturas

ibéricos

que tonto fama han dado a la Alcudia con estructuras e

incluso con estratos determi-

nados, en buena parte porque aparecieron descontex·

tuolizadas,

como en el coso de la Dama de Elche, que

se encontró oculto cerca de uno

muralla

que

hoy no se

conservo, sin

que

las

técnicas de excavación del

momento permitieran recuperar información arqueoló-

gica fiable (Ramos Molino, 2000). Otras muchas escul-

turas aparecieron formando porte de una calle poste-

rior, aunque hoy sobemos, gracias o los trabajos de

Alejandro Ramos, que esta aseveración, que tanto se

ha repetido, no es del todo correcta

.

Y otro tanto ocu-

rre con

los

grandes cerámicos con

decoración figura-

da,

que

se cuentan entre

las mejores manifestaciones

de la cultura ibérica, cuyo contexto

arqueológico, que

hoy sería vital para comprender su significado, no está

definido; sólo sabemos que aparecieron por debajo de

(9)

los niveles romanos en los zonas denominadas 3F y 5F, esto es

, en lo zona de los

domus romanas actualmente visibles

.

Algo similar ocurre si

intentamos asignar contextos

o las estructuras ibéricas que se conservan en el yaci- miento, los llamados

"

casos ibéricas" y lo

''caso del

culto o lo

cabezo cortada". Ninguna de ellas es fácil-

mente relocionable, en la actualidad, con la sucesión estratigráfica propuesta

, aunque el dato de que el con-

junto de materiales conocido como

"

lo tiendo del alfa- rero" (Salo, 1992) correspondo a uno habitación de los "cosos ibéricos" nos hoce pensar que los niveles de este conjunto corresponden o uno fase muy avanzado, contemporánea de la romanización, y que por debajo deberían estar los niveles de la época ibérico pleno que se pudieron estudiar. Donde mejor se puede observar lo evolución estratigráfica es en lo domus 5F,

cuyo estratigrafía,

publicada en su momento por Rafael

Romos (Ramos, 1983), permitió ubicar niveles corres·

pend

ientes o los sucesivos fases ibéricos

y facilitó la contextualización de monumentos tan importantes como el célebre mosaico helenístico.

lA RELACIÓN C ON E l E NT OR NO

Lo Alcud

ia es importante por su ubicación geográ-

fica, y parece que en determinados momentos debió valerse de pequeños establecimientos avanzados en pri mero línea de costo paro facilitar su control sobre el litoral y seguramente también el tránsito de mercancías

.

El desconocimiento que sobre su estructura y organiza-

ción tenemos,

se ve paliado en cierta medida por el

yacimiento de El Oral,

que ha sido excavado en una

parte relativamente amplio y que permite una aproxi- mación a la imagen de lo que debió ser uno ciudad más importante, como La Alcudia (Abad y Salo, 1993;

Abad y Salo

,

2001)

.

El Oral es uno fundación ex novo, y la imagen de un fundador, un oikistés, propuesta por Manuel Bendalo tiene probablemente muchos visos de verosimi- litud (Bendala, 2000, 187) . Bien es cierto que no resul- to fácil determinar de dónde procedía este oikistés, si del exterior de la Península o del interior. Pa

rece que

los testimonios materiales reflejan una fuerte impronta mediterránea

, fenicia sobre todo, impregnada de mate-

riales griegos; y todo ello aglutinado por un fuerte com- ponente indígena

, que no sólo ha asimilado estos ele-

lo Akudoo lbeneo.

En lmco de lo ciudad pe<dido LORENZO ASAD CASAl

mentas exteriores, sino que está dando los primeros pasos de su transformación. Estudios recientes han puesto de manifiesto que el entorno del poblado ape- nas podía asegurar lo

s

ubsistencia de sus habitantes, por lo que éstos debieron estar estrechamente relacio- nados con otro núcleo cuyos excedentes les permitieron subsi

s

tir (Grau y Moratalla, 2001 ). Este núcleo debió ser La Alcudia de Elche, aunque resulta paradójico que sea prácticamente desconocido y que tengamos que intentar reconstruir su facies ibérica antigua a través de

Plonlo del poblado de El Orol

su reflejo en un

núcleo s

ecundar

io como el de El Oral.

No sobemos tampoco si el traslado de El Oral a La Escuera tuvo algo que ver con

s

u dependencia de la metrópoli ilicitana

,

o si fue consecuencia de un proce- so

independiente.

En cualquier caso, la relación entre ambos núcleos debió seguir siendo bastante fluida

, y La

Escuera pudo asumir el mismo papel de El Oral

, quizás

con más facilidad aún,

ya que se encontraba en una

(10)

Restitución hipotético de volúmenes en el poblado de El Oral, dibujo Alicia Postor, 2003

coto más bajo, prácticamente en lo costo y en un entor- no agrícola más fértil. Los corrilodos visibles en lo puer-

to

del poblado, en dirección al mor, indican que tam- bién aquí el tránsito de mercancías fue bastante inten- so (Abad, Grou el alii, 2003, 265-287).

El Oral no es el único coso. También

lo Picola en

Santo Polo (Bodie el alii, 2000), cuando yo aquel

Moqueta del puerto ibérico de Santo Polo, Alicante.

Museo Arqueológico y Marítimo de Santo Polo

había dejado de existir, se convierte en un pequeño establecimiento orientado al mor, siguiendo lo mismo función que había

tenido

el primero. En este coso,

la

impronta es, según sus excavadores, fuertemente grie- ga, aunque al igual que ocurre con El Oral,

no

sabe- mos si ésto es suficiente para postular una "

fundación"

extranjera

,

o si más bien, como creemos, es un nuevo intento de lo culturo del

interior

por asegurarse uno

puerto abierto al mor, en uno zona más próximo y sobre todo más favorable poro lo

navegación

inmediato que lo del sur, donde el

tráfico por lo albufera debía irse tornando

codo vez más difícil. No está de más compa- rar el coso de lo Picola con lo que ocurre siglos más tarde, cuando tras lo fundación de lo colonia de 1/ici se creo el Portus 1/icitanus, un puerto dedicado claramente o servir de puerta marítimo o lo nuevo ciudad (Molino y Márquez, 200 1). Cae en desuso lo ruta meridional, que debía haber perdido bueno porte de su interés económico y comercial, como indico el hecho de que los antiguos establecimientos abandonados no fueron

sustituidos

por otros nuevos.

Por El Oral sobemos que lo urbanístico de este momento es bastante regular. Sus cosas testimonian uno cloro diferenciación social y eco- nómico, por su

tamaño y también

por su equipamiento y por sus estructuras domésticos. Existe un ploneomien-

to

general urbanístico, que se muestro

no

sólo en los grandes aspectos,

sino

en detalles como que los cosos adosados o la muralla están dotados de canales de desagüe que drenaban hacia el exterior los patios abiertos, separados de lo muralla por estancias cerro- dos. los oberturas se practicaron en el momento de construir lo muralla, antes de proceder a

lo

urbaniza-

ción

interior del poblado, por lo que está cloro que se tenía un conocimiento previo de dónde iban o resultar necesarios. Algunos de los cosos van incorporando en su propio beneficio espacios que anteriormente

eran

públicos y que ahora se reconvierten poro uso privado.

Muchos de estos cosos, y en concreto los adosados

al lienzo oriental de lo muralla, son cosos de patio,

que, como hemos comentado en otro lugar, parecen

atestiguar el reforzamiento de la privocidod personal y

sobre todo familiar en relación con la comunidad, al

tiempo que indican lo desigualdad social entre los gru-

pos privilegiados y el resto de

lo

comunidad (Solo y

Abad, en prenso). En El Oral

,

y suponemos que con

más rozón aún en lo Alcudia, esto

jerorquizoción

social se percibe o

partir de

los diferencias entre los

tipos

de cosos, sobre todo entre los cosos de patio y el

modelo más simple de doble estancia. Sin

embargo, ello no se traduce en

un reporto del espacio urbano, yo

que los cosos complejos son vecinos de los simples,

(11)

aunque tras las últimas campañas parece que podemos hablar de una

cierta concentración de

las estructuras

complejas

en el barrio IV. En las

casas con

patio

se

observa también, como es

lógico, una mayor especiali- zación de los espacios.

lA RELACIÓN CON LA CULTURA ROMANA

El último período de la historia de La Alcudia que ahora nos interesa es el de

la

romanización. Se trata de un momento de gran importancia, que

se

inicia con los episodios de la Segunda Guerra Púnica relaciona- dos

con

lo conquista de Carthago Novo, con la que

siempre estuvo muy unida la ciudad

de 1/ici. El final de la

Segundo

Guerra Púnica

conllevo

la desapari-

ción

de yacimientos de

su

entorno, como La Escuera, pero en cambio no

se

observa que la ciudad de La Alcudia sufriera una destrucción generalizada, ya que

los

vestigios espigados o lo

largo

del yacimiento no resultan

suficientes

como para defender este acontecimiento.

lo Akudio lbéri<n.

En b.>eo de lo ciudad perdida lORENZO ABAD CASAl

Las piezas de Elche presentan una abigarrada decoración de tipo vegetal estilizado, con presencia de figuras femeninas,

con

preferencia del tipo botella tan conocido

en el

ámbito púnico,

o

de rostros femeninos de frente, a modo de rosetas, pero sobre todo a

través

de las dos

figuras

emblemáticas: un felino que conoce- mos

con

el nombre de carnicero, puesto que no repro- duce ningún animal

concreto,

y un ave que

tampoco

corresponde a ninguna en general, aunque tiene

ras-

gos de rapaz (Ramos

Folqués,

1990; Menéndez,

1988). Es posible que en estos animales

imaginarios

podamos ver el trasunto, sobre un nuevo

soporte,

de aquellos seres míticos que estuvieron en

el

origen de la

Los materiales arqueológicos proporcionan objetos púnicos -ánfo- ras con sellos, cerámicas importa- das

, sobre todo de Ibiza-

y muestran la

incorporación

al ámbito cultural y religioso ibérico de elementos de ori- gen púnico, como la iconografía de la dama-botella, del rostro-roseta, etc (Ramos Fernández,

1975; Tortosa Rocamora,

1998, 207-216)

.

Esta

Ave y felino, do$ de los motivos coroclerísticos de lo cerámico ibérico decorado

presencia se mantendrá, e incluso podemos decir que se hará más fuerte aún, por paradójico que pueda parecer, en el momento en que la presencia política y

militar púnica ha desaparecido, cuando 1/ici comienza a entrar en la órbita romana.

A lo largo de los siglos 11-1 a.C. parece que en 1/ici

se

desarrolló

una cultura floreciente,

seguramente

la más floreciente de su historia, que se caracteriza sobre todo por el estilo cerámico Elche-Archena,

denomina-

do así por los lugares donde se encontraron sus mate- riales más sig

nificativos, aunque hoy sabemos que exis- ten

varios talleres que trabajan de forma independiente.

propia cultura ibérica: los grifos, las esfinges, los leo- nes, las sirenas,

que aunque perdidas en la

gran esta-

tuaria

desde al menos dos siglos atrás, bien pudieron

haberse

mantenido vivos en la memoria de las gentes.

De hecho, la cabeza de las aves recuerda en cierta medida la de los antiguos grifos, y la de algunos de los felinos, las de los antiguos

leones

de fauces abiertas y lengua fuera

.

Esta cerámica se consideró en su momento

propia

de una reducida área ceñida a parte de la provincia de

Alicante, pero hoy sabemos que desborda con mucho

estos límites; hacia el norte aparece mezclada con ras-

gos propios del otro gran estilo cerámico

, el denomina-

(12)

do Olivo-lirio, y por el sur y el oeste se adentro en tie- rras de Albocete y Murcio, donde se detectan produc- ciones propios que seguramente atestiguan uno fuerte interrelación cultural (Grou, 1996, 83-119; Abad y Sonz, 1995, 73-84).

Interesante también poro conocer el proceso de transformación cultural de Lo Alcudia ibérica es el mosaico denominado " helenístico", que apareció en el sector de lo domus 5F, pavimentando una estancia rec- tangular, seguramente el tablinum de uno coso con

Mosaico de tipo helenístico

pavimentos de opus signinum en otras habitaciones.

Parece que la cosa donde se ubicó el mosaico debió ser la remodeloción de uno coso ibérico anterior, aun- que lo reducido superficie excavada no permito afir- marlo con

seguridad.

El mosaico conformo un cuadro con una roseta hexopétolo en su centro, rodeado por una serie de cenefas con motivos geométricos, vegeta- les y letreros en

los

que los especialistas que los han estudiado han visto nombres ibéricos escritos con letras latinas. La orlo exterior está compuesto por uno muralla torreada, como es característico en muchos mosaicos de este momento. La técnico musivo, que combina tese-

los

de piedra y de cerámico con guijarros, y los moti- vos representados, incluyen el mosaico entre los corac-

!erísticos de época helenística, cuyos mejores ejemplos están en el Mediterráneo central y oriental y de los que el ilicitano parece una adaptación local (Abad, 1986, 97-105)

.

A lo largo de las últimas décadas del siglo 1 o

. C.,

lo ciudad ibérica de La Alcudia recibió lo condición de colonia romano (Aifoldy, 2003

, 35-57), lo que conlle-

vó la reorganización de los tierras de labor, atestiguo- da por una placo de bronce aparecido hoce unos años, y lo renovación de las estructuras urbanos, aun- que de ésta no se ha detectado ninguna huella arqueo- lógica cloro; los estructuras que lo bibliografía ha vin- culado con este momento, como el posible Foro, pare- cen corresponder en su mayoría o estructuras bastante más recientes, seguramente de época bajoimperial, como ha puesto de manifiesto el estudio realizado por Gabriel Loro en su Memoria de licenciatura (Loro, 2004).

Interesante es destocar, sin embargo, que lo que vamos conociendo de la colonia romano parece indi- car que la ciudad no se circunscribió al altozano con el que tradicionalmente se ha venido identificando. Los sondeos realizados al este de lo lomo

, en lo zona deno-

minada El Borrocat, por Eduardo López Seguí han puesto al descubierto importantes alineaciones de muros, los más próximos de los cuales continúan los de las termos orientales, por lo que está cloro que el lími- te de este edificio no ero el del altozano, sino que se adentraba en las zonas bajos; de hecho, el propio escalonamiento de lo estructuro termal, que desciende hacia el este, parece indicar que lo ciudad desborda yo en el momento de su construcción, que se ha fijado provisionalmente en la primero mitad del siglo 1 d.C.

,

los límites que tradicionalmente se le han asignado. Es

interesante

destocar también que por debajo se han encontrado otros muros más ant

iguos, con una orienta-

ción distinta, que bien pudieron corresponder o época ibérico, aunque en este caso las estructuras parecen más dispersas y posiblemente puedan tratarse de ele- mentos extrourbonos, sean elementos industriales o necrópolis

.

Por el oeste, los sondeos realizados en el

solar

donde se va o ubicar el centro de interpretación han

dado fuertes desniveles y rellenos que no atestiguan, al

menos en ese lugar, un establecimiento importante. Sin

embargo, los huertos de palmeros situados algo más al

oeste presentan restos de estructuras de sillería nunca

(13)

exploradas, y no es de descartar que la ciudad conti- núe también por esto parte. De hecho, si aceptamos las propuestas de fundación realizadas por Mayer y Olesti (200 1, 1 09-130), con la presencia de unos novecien·

tos colonos, debería haberse producido una revolución urbanística que hasta el momento no se ha detectado.

Incluso si la presencia real de colonos fuera menor,

su

impacto en la estructura urbana debería haber sido espectacular. Es posible, por tanto, que buena parte de la renovación urbana que acompaña a la fundación hubiera tenido lugar fuera del solar tradicional, pero todo ello son

interrogantes abiertos a la investigación

que sólo futuros trabajos arqueológicos podrán comen- zar a dilucidar.

los

PROBLEMAS ARQUEOLÓGICOS

Mucho trabajo arqueológico se ha desarrollado ya a lo largo de más de un siglo en el solar de la Alcudia

,

pero aun así, y como ya hemos indicado, la asociación de los objetos conservados con las estructuras del yaci- miento no queda clara en la bibliografía existente. El talón de Aquiles de La Alcudia ha sido la metodología de excavación y la publicación científica de sus

Restitución tridimensional del edilicio más antiguo, dibujo A. Guilobert

resultados

, ya que si bien en su momento estos trabajos

estuvieron en línea con los de otros yacimientos, y la metodología aplicada era la que entonces estaba en boga, con el paso del tiempo se ha ido quedando anti·

cuada, y pese a las memorias de excavación publica- das, los datos conocidos son incompletos y a duras

lo Alcudia IbériCo.

En busco de lo <iudod pe<diclo LORENZO ABAD CASAl

penas permiten reconstruir el proceso que ha llevado a la elaboración de las propuestas realizadas.

Por ello la mayoría de lo que sobre

la arqueología

ibérica de La Alcudia se conoce son datos aislados, descontextualizados, que se repiten sin excesiva crítica y que no facilitan la asociación de materiales y monu- mentos; "la Tienda del Alfarero" (Sala, 1992) o los grandes vasos figurados, a diferencia de lo que ha podido hacerse en el Tossal de Sant Miquel de Llíria (Bonet, 1995 , 446-448) o en la Serreta de Alcoy (Grau, 1998-99, 75-91 ), no se pueden asignar a unas estancias concretas, lo que impide reflexionar acerca de sí su uso era de tipo funerario, religioso o de representación

. Otro tanto ocurre, por ejemplo, con el

edificio ubicado bajo la basílica. Esla fue excaváda de antiguo, y es lógico que la información que poseemos sea escasa y en ocasiones contradictoria (Lorenzo, en este mismo catálogo; idem, en prensa), pero el templo infrapuesto, que fue excavado en fechas recientes, debería haber permitido una aproximación arqueológica más rigurosa. Así ha sido, en efecto, pero la publicación que lo ha dado a conocer no permite al lector recrear el proceso de excavación ni constatar la base de los argumentos que han permitido reconstruir

Reconstrucción del 'templo ibérico'

el edificio en la forma en que se ha hecho (Ramos Fernández, 1995). Y ello hubiera sido importante, ya que el prestigio que arrastra el yacimiento de La Alcudia hace que muchos autores utilicen esta recons·

trucción como document~ fidedigno para basar en ella

propuestas similares.

(14)

Otro tanto ocurre con las "casas ibéricas " y con la

"casa del culto a la cabeza cortada"; de las primeras sólo se conoce la planta, rehecha varias veces, y sobre la que se observan con claridad niveles roma

nos

(Ramos Molino, 1997); de la segunda, lo que puede observarse parece propio de una estancia doméstica,

con

un

hogar similar a los de otras muchas casas ibéri- cas;

la asociación de materiales (pebetero en forma de toro,

cabecitas

femeninas de terracota, etcL conocida en este caso, parece indicar que la estancia pudo tener un significado en cierta medida religioso , pero sin que la aparición de un cráneo permita elaborar teorías, al menos en nuestro opinión , acerco de lo existencia de un culto o lo

cabeza cortada,

algo que por otra parte resulta extraño al mundo ibérico.

la escultura monumental es uno de los elementos significativos de Lo Alcudia más afectados por esta falto de contextualización, ya que

los

trabajos donde aparecieron monumentos de este tipo son bastante anti- guos (síntesis en Ramos Molino, 2000). Guerreros y

caballos se corresponden con los tipos escultóricos pro-

pios de los urbes, conocidos sobre todo en necrópolis, pero que debieron existir también en ámbitos urbanos;

en este caso coexisten con figuras femeninas, la Dama de Elche y la otra dama recientemente

restaurada,

que sin duda debieron tener un sentido religioso. la mayor parle de estas esculturas, aunque no todas (véase una síntesis en Ramos Fernández y Ramos Molino, en este mismo Catálogo) apareció cerca de lo basílica paleo- cristiana, debajo de la cual se encontraba el edificio ibérico. Pero no hay forma de relacionar dicha calle con los edificios anejos, y esta dificult ad fue en parte la que hizo o Gorda y Bellido datar lo escultura en época de Augusto. la excavación años después del edificio conocido como "templo ibérico" ha hecho suponer a los autores que lo escultura aparecida correspondería a este edificio, Iras cuya destrucción se reemplearía en la calle (Romos Fernández,

1995),

pero existen proble- mas de interpretación, además del que ya hemos

indi-

cado de relación entre lo calle y estos estructuras. la cronología del edificio cuyo inicio parece estor, según la reinterpreloción de los materiales que ha realizado recientemente Jesús Morotalla, a mediados del siglo V,

convendría

o lo escultura recuperada en

sus

proximida-

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¡,

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Plonlmelrlo de los dos foses del edificio, según R. Romos, 1995

des, siempre que la asociación fuera real, yo que ape- nas algún fragmento se ha recuperado en el interior del edificio. Y en cuanto o su momento final , si la destruc·

ción del edificio y la de las esculturas hubiera tenido lugar con motivo de la

invasión

cartag

inesa, como se

ha indicado, nos encontraríamos ante el coso de más largo pervivencio de escultura ibérico conocido, lo que tampoco resulto fácil de aceptar

sin

argumentos arqueológicos convi

ncentes.

En resumen, mucho es lo que se ha hecho, o lo

largo de etapas no fáciles paro lo arqueología españo-

lo, pero mucho más es lo que quedo aún por hacer

poro conocer cómo ero y qué papel desempeñaba lo

ciudad de 1/ici antes de su conversión en Colonia lulio

1/ici Augusta.

(15)

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