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LOS AUTORES IGNACIO FUENTE COBO

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Academic year: 2022

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LOS AUTORES

IGNACIO FUENTE COBO es Teniente Coronel de Artillería diplomado de Estado Ma- yor. Está destinado en la División de Estrategia y Planes del Estado Mayor Conjunto como Jefe de la Sección de Estrategia. Ha sido profesor de de Organización de la Escuela de Estado Mayor y Jefe del Área de Organización de la Escuela de Guerra del Ejército. Es colaborador del Instituto Español de Estudios Estratégicos y de la Univer- sidad San Pablo CEU de Madrid en diversas publicaciones, cursos y conferencias.

Es graduado por el Colegio de Defensa de la OTAN de Roma y Master en “Paz, Se- guridad y Defensa” por el Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado” de la UNED.

FERNANDO M. MARIÑO MENÉNDEZ es Catedrático de Derecho Internacional Pú- blico desde 1982 y en la Universidad Carlos III de Madrid desde 1990, donde dirige su Instituto Universitario “Francisco de Vitoria” de Estudios Internacionales y Europeos.

Es también Catedrático “Jean Monnet” de la Comisión Europea y dirige la cátedra

“Concepción Arenal” de estudios sobre personas y grupos vulnerables. En la actua- lidad es Presidente del Comité de Naciones Unidas contra la Tortura. Ha publicado y dirigido más de ochenta volúmenes y trabajos sobre Derecho Internacional y Derecho Europeo y ha dirigido más de veinte tesis doctorales.

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CONFLICTOS

INTERNACIONALES CONTEMPORÁNEOS

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IGNACIO FUENTE COBO FERNANDO M. MARIÑO MENÉNDEZ

EL CONFLICTO

DEL SAHARA OCCIDENTAL

INSTITUTO DE ESTUDIOS INTERNACIONALES Y EUROPEOS

«FRANCISCO DE VITORIA»

ESCUELA DE GUERRA DEL EJÉRCITO MINISTERIO DE DEFENSA

MINISTERIO DE DEFENSA

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CATÁLOGO GENERAL DE PUBLICACIONES OFICIALES http://publicaciones.administracion.es

Edita:

© Autores y editor 2005

NIPO: 076-05-234-6 (edición en papel) ISBN: 84-9781-253-0

Depósito Legal: M-19104-2006 Imprime: Imprenta Ministerio de Defensa Tirada: 800 ejemplares

Fecha de edición: mayo 2006

INSTITUTO DE ESTUDIOS INTERNACIONALES Y EUROPEOS

«FRANCISCO DE VITORIA»

UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID

NIPO: 076-05-240-6 (edición en línea)

Las opiniones emitidas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores.

Los derechos de explotación de esta obra están amparados por la Ley de Propiedad Intelectual. Nin- guna de las partes de la misma puede ser reproducida, almacenada ni transmitida en ninguna forma ni por medio alguno, electrónico, mecánico o de grabación, incluido fotocopias, o por cualquier otra forma, sin permiso previo, expreso y por escrito de los titulares del © Copyright.

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ÍNDICE

Páginas

INTRODUCCIÓN ... 9

PRIMERA PARTE. La dimensión militar y diplomática del con- flicto del Sahara. Teniente Coronel Ignacio Fuente Cobo ... 11

1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN ... 13

2. NUEVAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES ... 21

3. LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS DEL CONFLICTO .. 25

4. EL NACIMIENTO DEL NACIONALISMO SAHARAUI. EL FRACASO DE LA VÍA PACÍFICA ... 29

5. LA LUCHA ARMADA CONTRA ESPAÑA ... 33

6. LOS ACCIONES ANEXIONISTAS DE MARRUECOS ... 39

7. LA BATALLA DIPLOMÁTICA ... 43

8. LA MARCHA VERDE ... 49

9. LA OPERACIÓN MARABUNTA ... 53

10. LOS ACUERDOS DE MADRID Y EL FIN DEL SAHARA ESPAÑOL ... 57

11. LA RESISTENCIA DEL FRENTE POLISARIO A LA INVA- SIÓN ... 63

12. LA HUIDA DE LA POBLACIÓN CIVIL ... 67

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ÍNDICE

6

Páginas

13. LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA Y EL

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL ... 71

14. GUERRA ABIERTA EN EL DESIERTO ... 77

15. LA REACCIÓN MARROQUÍ ... 85

16. LA NUEVA FASE DE LA ESTRATEGIA MILITAR POLI- SARIA ... 89

17. LA OFENSIVA HUARI BUMEDIAN ... 93

18. LA ESTRATEGIA MARROQUÍ DE LAS COLUMNAS .... 99

19. LA NUEVA ESTRATEGIA MARROQUÍ DE LOS MUROS 103 20. LA ESTRATEGIA SAHARAUI ANTE LOS MUROS ... 109

21. EL ESTANCAMIENTO MILITAR Y EL COMIENZO DE LAS CONVERSACIONES DE PAZ ... 119

22. EPÍLOGO FINAL: EL SAHARA UN PROBLEMA SIN RE- SOLVER ... 135

BIBLIOGRAFÍA ... 143

SEGUNDA PARTE. La solución del conflicto del Sahara Occi- dental en la perspectiva del Derecho internacional. Dr. Fernando M. Mariño Menéndez ... 145

1. Antecedentes históricos y nacimiento del conflicto ... 147

2. Situación jurídica internacional del conflicto a comienzos de 1976 ... 153

3. Evolución de la situación jurídica internacional del conflicto (1976-2003) ... 157

4. El informe del Secretario General de 23 de Mayo de 2003 y el nuevo Plan de Paz ... 163

5. Situación actual del conflicto ... 169

6. Consideraciones finales ... 175

Bibliografía Sumaria ... 179

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ÍNDICE

Páginas

ANEXOS ... 181 1. Plan de paz para la libre determinación del pueblo del Sahara

Occidental ... 183 2. Respuestas de las partes y de los Estados vecinos al plan de

paz para la libre determinación del pueblo del Sahara Occi- dental ... 191

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1. INTRODUCCIÓN

El conflicto del Sahara Occidental suscita todavía hoy vivas emocio- nes entre los españoles que tanto simpatizan con el destino del pueblo saharaui y que tantas muestras de solidaridad han dado a sus refugiados.

Es un tema siempre de actualidad y quizá por ello todos los sucesivos gobiernos democráticos españoles se han cuidado de no favorecer la anexión del territorio saharaui a Marruecos, aunque tampoco hayan sido excesivamente activos en el impulso de la descolonización por medio de un referéndum libre.

A estas alturas, mucho se ha escrito y muy bueno por la doctrina espa- ñola sobre este conflicto. En los últimos años, en la perspectiva del Dere- cho internacional, destacan los libros de los Profesores Anna Badía, Juan Soroeta y Jaume Ferrer. Yo mismo hace años publiqué algunos trabajos breves sobre diferentes aspectos del conflicto. También las recopilaciones sobre fuentes doctrinales y documentales publicadas son de gran utilidad.

Por lo anterior, en este volumen, se trata sobre todo de dejar espacio a los análisis diplomáticos y militares realizados por el Comandante Ignacio Fuente y añadir por mi parte algunas consideraciones jurídicas a la luz sobre todo del último Plan de Paz.

El conflicto del Sahara es un “conflicto de descolonización” no resuelto y el marco jurídico para su resolución está bien definido por el Derecho internacional. Sin embargo, los elementos extrajurídicos interfieren de tal manera en la solución que las perspectivas de ésta siguen siendo oscuras.

Porque, en efecto, interfieren tanto la ambición territorial expansiva del vecino marroquí cuanto la exigüidad del cuerpo demográfico del pueblo saharaui, a los que hay que añadir la acción diplomática de Francia a favor de su aliado alauita, una cierta indolencia que ha lindado en ocasiones con la “neutralidad”, de la diplomacia española y un cierto desinterés de

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INTRODUCCION

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la Comunidad Internacional y de su principal potencia en cuanto a hacer respetar el Derecho internacional.

Como cuestión de principio, ya se ha indicado, el derecho de libre deter- minación del pueblo saharaui es inatacable, pero las vías de la diplomacia no facilitan su protección ni su concreción práctica. Hacia ello deberían converger los esfuerzos de todos los actores privilegiados del conflicto, si actúan de buena fe. El último “Plan de paz” de 2003 ha ofrecido una seria posibilidad de lograr finalmente una paz definitiva y el Reino de Marrue- cos debería apoyarlo como lo apoya el Frente Polisario.

Espero que este pequeño volumen sirva para la discusión y el análisis, es decir, para profundizar en el conocimiento del conflicto tan prolongado y aportar ideas para su definitiva pacificación.

Fernando M. Mariño Menéndez

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PRIMERA PARTE.

La dimensión militar y diplomática del conflicto del Sahara.

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

En las últimas décadas del siglo XIX las potencias europeas se esta- ban repartiendo África. La conferencia de Berlín de 1884 consagraba una distribución geográfica en la que dos naciones, Gran Bretaña y Francia salían claramente beneficiadas, de manera que sus posesiones territoriales abarcaban la mayor parte de África. Otros países europeos, como Alema- nia, Bélgica, Portugal o Italia obtenían amplias posesiones amparadas en derechos históricos, o en su peso dentro del difícil equilibrio de poderes que caracterizaba al concierto internacional de esta época.

España, que acababa de salir en 1876 de una larga Guerra Civil (la III Guerra Carlista) y finalizado temporalmente la guerra de Cuba en el año 1878 con el triunfo del general Martínez Campos en la Paz de Zanjón, volvía sus ojos hacia el continente africano con una visión más limitada. Se conformaba con conseguir que sus intereses geopolíticos quedasen garan- tizados. Estos se resumían, dado la limitación de medios con que contaba para poder aspirar a ejercer un poder colonial efectivo de gran envergadu- ra, a evitar que ninguna potencia europea tuviese el control efectivo de un territorio situado enfrente de una costa española.

Los objetivos del gobierno de Canovas del Castillo se centraron en el dominio de dos territorios concretos: la orilla sur del estrecho de Gibraltar y la costa africana opuesta a las Islas Canarias. En octubre 1884, el gobier- no español envió una expedición militar dirigida por Emilio Bonelli, un alférez aragonés políglota (hablaba árabe, francés e italiano) con la fina- lidad de adelantarse a las sociedades británicas que pretendían el dominio del territorio con el fin de explotar su riqueza pesquera. De esta manera, España podía presentarse en la conferencia de Berlín que debía comenzar al mes siguiente, con pruebas irrefutables de que había ocupado efectiva- mente la región comprendida entre el cabo Blanco al sur y el cabo Bojador

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

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al norte1. Estos territorios, los declaró España sometidos a la situación de Protectorado2.

Posteriormente, dos expediciones más, la de Álvarez Pérez, del Draa al cabo Bojador y la de Cervera-Rizzo-Quiroga, al Adrar Temar, lograron firmar tratados con los indígenas colocando bajo la protección española los territorios situados al norte y al este de dichos cabos. A partir de 1886 todos estos territorios quedaron incorporados a la Capitanía General de Canarias3, relación que se mantendrá hasta el fin de la ocupación española en 1976.

No obstante, en 1898 un suceso trágico para España iba a cambiar las relaciones de poder entre las potencias Europeas y establecer el marco político y jurídico, dentro del cual debía definirse la posesión española sobre el Sahara Occidental dentro del contexto más amplio de la coloni- zación de África. El 3 de julio de ese año, la escuadra norteamericana del almirante Shafter destruía a la española del almirante Cervera en la bocana de la bahía de Santiago de Cuba. Su repercusión internacional fue enorme en unos críticos momentos en los que se estaba precisamente dirimiendo en la cuenca alta de río Nilo un conflicto de poderes entre Gran Bretaña y Francia. Una expedición francesa dirigida por el capitán Marchand había colisionado en la Faschoda (Sudán) con otra británica dirigida por el general Kitchener, que ascendía por el río Nilo buscando consolidar bajo la corona británica un nuevo eje estratégico transcontinental El Cairo- El Cabo. La experiencia española frente a los Estados Unidos, llevó al gobierno francés al convencimiento de que su escuadra no era rival para la británica y de que corría el riesgo, en caso de declarar la guerra, de sufrir una derrota tan contundente como la española. Fue por ello por lo que su ministro de Asuntos exteriores Delcasse llegó a un acuerdo con el gobierno británico que se plasmaría al año siguiente en un Tratado sobre el Sudán en el que se reconocían los mejores derechos británicos y terminaría por consolidar una Alianza estratégica entre Gran Bretaña y Francia en 1904 conocida como Entente Cordiale. Este acuerdo franco-británico abrió las puertas para una expansión territorial francesa hacia el oeste y hacia el sur

1 El Congreso de Berlín de 1884-85, estableció el principio de ocupación efectiva como requisito para la anexión de territorios.

2 Real Decreto de 26 de diciembre de 1884.

3 Real Decreto de 6 de abril de 1886.

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

de Argelia, lo que afectaba muy seriamente a los intereses geoestratégicos españoles en la zona, centrados ahora en impedir la posesión, o por lo menos el control por parte de Francia de los territorios opuestos a una costa española, es decir, el norte de Marruecos y el Sahara Occidental.

En estas circunstancias, el gobierno español se vio apremiado a obtener el reconocimiento internacional sobre sus derechos en el Sahara y en la orilla sur del estrecho de Gibraltar, a partir del acuerdo franco-británico.

Carente de una flota con la que garantizar la defensa de las Islas Canarias, codiciadas por naciones como Alemania como base de carboneo, España se tendrá que apoyar en el entendimiento entre Francia y Gran Bretaña para atajar las aspiraciones de nuevas potencias coloniales sobre territo- rios de su soberanía. Hay que tener en cuenta que ya durante la guerra hispano-norteamericana, se puso de manifiesto la fragilidad de la posición internacional española cuando una escuadra norteamericana, la denomi- nada Flying Squadron, tuvo previsto apoderarse de alguna de las islas del Archipiélago Canario, para emplearla como base de partida desde la que atacar los puertos peninsulares4. La brevedad de la contienda evitó que se llevaran a cabo estos planes, pero la pérdida de Cuba y Filipinas, puso en evidencia la vulnerabilidad española y la ausencia de apoyos internaciona- les, lo que se veía agravada ahora por la carencia de una flota con la que defender sus territorios insulares. La ocupación del Sahara debería servir para reforzar la defensa de las Islas Canarias al impedir el asentamiento en su costa opuesta africana de una potencia rival. Los acuerdos franco- españoles de 1900, 1904 y 19125 buscarán por parte española, obtener el reconocimiento internacional de los intereses españoles al limitar la pene- tración francesa desde Argelia hacia el norte de Marruecos y el Sahara que quedarán en manos españolas. Un elemento decisivo para el éxito de la estrategia española fue contar con la aprobación británica, lo que fue posible dado que se garantizaba el control de estos territorios (sobre todo en el estratégico estrecho de Gibraltar) por una potencia más débil como España, frente a un aliado circunstancial pero competidor peligroso en la expansión colonial como Francia.

4 Ver el excelente análisis que sobre este tema se hace en SAMPSON, W.T, Destruc- tion of Admiral Cervera´s Fleet. New York, 1901.

5 Convenio de París firmado por el embajador español Fernando León y Castillo y el Ministro de Asuntos Exteriores francés Théophile Delcasse.

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

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De esta manera quedó configurado el mapa definitivo de lo que iba a conocerse como Sahara español, en el que la zona norte, correspondiente a la región de Tarfaya, fue considerado como un protectorado, mientras que el resto del territorio recibió el estatuto de colonia. Se introducía así una clara división en cuanto a la consideración jurídica entre dos partes de un mismo territorio, lo que habría paso a un expansionismo marroquí que se pondría de manifiesto a partir de los años cincuenta. La unidad de conjunto geográfico, étnico y cultural se quiebra en función de los intereses de las potencias colonizadoras, con graves consecuencias en el futuro, aunque en esos momentos la división quedase paliada por el hecho de que un mismo país, España, administrase ambas zonas.

Con el límite norte del territorio delimitado por el río Draa (Uad Draa), en el sur la línea divisoria dejó dividida en dos la península de Cabo Blanco, a fin de permitir a Francia quedarse con la riqueza de la Bahía del Galgo. A continuación, el límite se deslizaba unos kilómetros por el desierto hacia el norte hasta llegar al paralelo 21º 20´N y siguiendo por él hasta cruzarse con el meridiano 13º O de Greenwich. A partir de este

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

punto, la frontera se dirigía hacia el NO, describiendo una curiosa curva, cuya finalidad no era otra que la de dejar en manos de Francia las minas de la región de Iyil. Finalmente y cortada por tiralíneas, la frontera se pro- longaba hacia el norte, para virar casi 90º hacia el este al Sur de Amgala y nuevamente hacia el norte hasta cerrar el perímetro en el Uad Draa. La estratégica población de Tinduf, con sus minas de hierro y sus reservas de agua quedaba definitivamente fuera de este territorio.

A partir de 1903, la penetración española fue dirigida por Francisco Bens, capitán oriundo de La Habana y veterano de la guerra de Cuba, quien al mando de un pequeño destacamento compuesto por 31 hombres y una pieza de artillería, se convertiría durante 22 años en el auténtico artífice de la ocupación del territorio. Con tan exiguas fuerzas, Bens siguió un procedimiento de ocupación que puede considerarse clásico en la expan- sión colonial y que había sido empleado con éxito por los creadores de la escuela de pensamiento colonial francés, los generales Gallieni y Liautey6. Bens, al que se le había encomendado la misión de dominar el país, comen- zó a ocupar progresivamente, los puntos más característicos de la costa saharaui. La Güera al sur, Villacisneros en el centro y Villa Bens al norte, se fundaron con barracones como avanzadilla de la penetración española.

A partir de estos puestos se hicieron circular patrullas de reconocimiento que progresivamente fueron aumentando el área de control hasta enlazar unos con otros. Al mismo tiempo, dichos puestos se fueron transformando en centros de comercio para atraer a los nativos, en un intento de demos- trarles que la cooperación implicaba prosperidad.

El disponer de fusiles de cerrojo y cargadores proporcionaba a los españoles una indudable ventaja tecnológica sobre los nativos, armados con un tipo de armas mucho más antiguo. Por su parte, la pieza de artillería de montaña y pequeño calibre con que contaban, podía ser montada y des- montada y trasportada por mulas o camellos y su empleo se reservaba para las frágiles fortificaciones construidas en ese entorno desértico de adobe.

Esta superioridad técnica permitió a los españoles compensar el reducido número de hombres con la potencia de fuego, al tiempo que aumentaba su movilidad. De esta manera, el pequeño grupo de Bens de tropas europeas

6 VVer PARCH, Douglas, El desarrollo de la Guerra Colonial Francesa: Bougeaud, Gallieni, Liautey en PETER PARET, “Creadores de la Estrategia Moderna desde Maquia- velo a la Era Nuclear”, MINISDEF, SECRETARIA GENERAL TÉCNICA, 1991.

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

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disciplinadas y armadas con fusiles de gran cadencia y artillería podía derrotar a cualquier formación nativa más numerosas, pero con armas completamente pasadas de moda.

Si la ocupación del litoral fue sencilla, la penetración hacia el interior fue mucho más lenta y penosa. Enfrentados a un inmenso vacío, atrave- sado por numerosos ríos fósiles y mares de arenas, con unas temperaturas extremas y un viento implacable, el irifi (siroco en español) y solo recorri- do por caravanas itinerantes de hombres y animales en busca de agua, los españoles se encontraron con que el número de efectivos con que contaban resultaba completamente insuficiente para imponer su autoridad más allá del perímetro de los emplazamientos. Conscientes de esta limitación y de su imposibilidad de aumentar la guarnición en estos años de comienzos del siglo XX en los que España estaba llevando a cabo una costosa guerra en las regiones del Rif y la Yebala, en el protectorado de Marruecos, las autoridades españolas empezaron a utilizar cada vez más tropas nativas para llevar a cabo sus incursiones en el interior. Excelentes conocedores de las condiciones del desierto, los saharauis se adaptaban mucho mejor que los europeos al clima africano. Otro factor que favorecía el reclutamiento nativo, era el coste. A los saharauis se les pagaba muy poco y además se abastecían frugalmente con los productos de la tierra, con lo que no eran necesarios los pesados convoyes de suministros que debían acompañar a una columna europea. Finalmente, la recluta de nativos era parte de una política genuinamente colonial fundamentada en el principio de “divide y vencerás” que ayudaba a superar la oposición saharaui a la penetración española; no se trataba solo de que España ocupara el Sahara, sino tam- bién, de que tropas africanas ocuparan este territorio en nombre de España.

Solo muy lentamente y como consecuencia de la presión francesa dado que el territorio saharaui era utilizado frecuentemente por las tribus del desierto durante la rebelión que tenía lugar en esos años en el Sur de Marruecos para atacar a las posesiones francesas buscando, a continuación, refugio en la poco controlada zona española, una Unidad Militar nativa, mandada por oficiales españoles, la MIA de Camellos7 de cabo Juby entró en Daora en mayo 1934 y, en julio de ese mismo año, en Smara, la mítica

7 Una MIA era una unidad tipo compañía que contaba con unos 100 hombres. Encua- drada por oficiales españoles, su tropa estaba compuesta de nativos, excelentes conoce- dores del terreno.

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1. LOS COMIENZOS DE LA COLONIZACIÓN

capital religiosa del Sahara, fundada por el chej Ma El Ainin en 18988. Durante la guerra civil, se establecen puestos en Guelta, Zemmur, Tichla y Bir Gandus dándose definitivamente por concluida la ocupación del territorio.

8 Ma El Ainin fue un nacionalista saharaui que, a finales del siglo XIX combatió a los franceses, proclamándose Mahdi o imán elegido por Dios como máxima autoridad del desierto. A su muerte, su memoria se mantuvo viva entre los saharauis como santón milagrero.

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2. LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES

En marzo de 1956, se firmaba en París el acuerdo por el que finalizaba el protectorado de Marruecos, reconociéndose la independencia de este territorio. No obstante, la zona sur correspondiente a la provincia de Tar- faya no fue entregada, con el doble argumento de que constituía parte del Sahara y, por tanto, no podía pasar al nuevo reino de Marruecos y, además, las autoridades marroquíes no eran capaces de garantizar, en caso de que les fuera entregado, la seguridad de esta área.

En estas fechas, el gran patriarca del nacionalismo marroquí y jefe del partido nacionalista Istiqlal, Allal-el-Fassi, publicó su mapa del gran Marruecos de “Tanger al Senegal” donde basándose más en la mitología que en la historia, establecía lo que, en su opinión, debían constituir las fronteras políticas del “Gran Marruecos”. Se trataba de una amplísima porción del África occidental que incluía parte de Argelia y Malí, y la totalidad del Sahara Occidental y Mauritania, hasta los confines del río Senegal donde empezarían los antiguos reinos negros. La justificación histórica creía encontrarla en el efímero reino almorávide creado por Yusuf Ibn Tasfin en el siglo XI, quien partiendo del interior del Sahara y al frente de un ejército de monjes-soldados, conquistó el territorio del actual Marruecos, fundando Marrakech, ciudad que daría nombre al reino.

Después de cruzar el estrecho ocupó los reinos taifas peninsulares, derro- tando al rey castellano Alfonso VI en la batalla de Zalaca9. Utilizado como

9 Los almorávides son popularmente conocidos por el sitio de Valencia defendida por el Cid Campeador, quien “ganó batallas después de muerto” episodio histórico carac- terizado por Charlton Heston en la película “El Cid”.

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2. LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES

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ideario político de la nueva monarquía alauita, cuyo nuevo rey Mohamed V asumió plenamente la tesis del “Gran Marruecos”, el gobierno marroquí comenzó diseñar una auténtica “operación rompecabezas”, en la cual iba a ir mezclando los territorios cuya marroquinidad es indiscutible como Ifni o Tanger, con otros cuya pertenencia a Marruecos resultaba históricamente insostenible como Mauritania o el Sahara español.

Así, a finales de 1957, bandas del autodenominado Ejército de Libe- ración Marroquí, apoyadas por las Fuerzas Armadas Reales marroquíes

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2. LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES

comienzan a operar en el interior del Sahara y a hostigar desde ahí a los puestos avanzados franceses de Mauritania y a sitiar las guarniciones españolas. A principios del siguiente año, la situación se había vuelto muy complicada para España. Con El Aaiun gravemente amenazado y con unas fuerzas militares desplegadas principalmente en el litoral e inferiores a los 2.000 hombres, claramente insuficientes para defender un territorio de 250.000 kilómetros cuadrados, extensión equivalente a la mitad de España, las Fuerzas Armadas españolas en combinación con las francesas diseñan y lanzan una operación denominada Teide por los españoles y Ecouvillon por los franceses con la finalidad de eliminar las bandas irregulares y pacificar el territorio. A principios de mes de febrero de 1958 y después de reforzar las principales guarniciones costeras con 8.500 hombres pro- cedentes de las islas Canarias, la XIII Bandera de la Legión rompe el sitio de El Aaiun dirigiéndose rápidamente hacia el este hasta Tafudart, donde es reforzada por una columna procedente de Villa Bens. A continuación, ambas columnas inician la persecución en dirección este de los restos de las bandas marroquíes hasta Smara, donde convergen con dos columnas francesas que procedentes de Tinduf y Fort Trinquet en Mauritania han ido limpiando toda la zona oriental del territorio saharaui.

Comienza, entonces, una frenética persecución en dirección norte-sur por dos columnas, una francesa que se dirige por el interior hacia Bir Nazarán y otra española, que por la costa, se encamina al mismo punto.

Finalmente en una fase final, ambas columnas convergen con otras tres procedentes de Villa Cisneros (española) y Fort Gouraud y Port Etienne (francesas) en Auserd en el corazón del río de Oro donde acaban con las últimas bandas que operaban en el sur del territorio. A finales del mes de febrero, tan solo un mes después del comienzo de la operación, el Sahara español había quedado completamente pacificado.

La operación Teide puede calificarse como audaz en su concepción y particularmente brillante en su ejecución, no solo por el escaso número de bajas que se produjeron durante la misma sino, también, por la rapidez con que se alcanzaron los objetivos en los niveles operacional y táctico (menos de un mes), sobre todo si tenemos en cuenta las dimensiones geográficas de la zona en la que se desarrollaron las operaciones y las grandes distan- cias que tuvieron que recorrer las columnas. El éxito de la operación queda reflejado en el hecho de que durante los diez años siguientes, no existirá oposición militar alguna que cuestione la soberanía española del Sahara o su control de este territorio.

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2. LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES

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3. LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS DEL CONFLICTO

El inesperado desafío militar en el Sahara, que tuvo también repercu- siones en Ifni, sorprendió desagradablemente a las autoridades españolas, que reaccionan adoptando dos decisiones simultáneas. Por una parte se decide la entrega a Marruecos de la región de Tarfaya hasta el paralelo 27º40´, una zona típicamente saharaui y, por tanto, más allá de lo que habían sido las fronteras naturales e históricas del reino alauita. Con ello se pensaba que se ganaba tiempo en Ifni y en el resto de Sahara, aplacan- do aunque fuera temporalmente las ambiciones expansivas marroquíes.

Por otra parte, se decide la provincialización de los territorios de lo que ampulosamente se denominaba el África Occidental Española, como prue- ba de la voluntad del gobierno español de permanecer a toda costa y por tiempo indefinido en ellos. A partir de entonces quedaron constituidas dos provincias, Ifni y Sahara español (1961), cuyo gobierno y administración ejercerán la Presidencia de Gobierno, a través de la dirección General de Plazas y Provincias Africanas10.

Al mismo tiempo, el embajador español ante las Naciones Unidas declaraba en la Asamblea General que España no poseía territorios no autónomos y por tanto susceptibles de ser sometidos a proceso de des- colonización, puesto que los que se encontraban situados bajo su admi- nistración tenían la consideración de provincias españolas, lo que fue contestado por las autoridades marroquíes que enviaron una nota oficial en la que comunicaban que Marruecos reivindicaba los territorios africanos bajo soberanía española. En 1963, a instancias de Marruecos, el Comité

10 En 1969 Ifni es devuelto por España a Marruecos.

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3. LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS DEL CONFLICTO

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Especial de Descolonización de la ONU incluiría el Sahara Español en la lista de territorios que debían ser descolonizados. Esta incapacidad de las autoridades españolas de discriminar entre aquellos territorios a los que Marruecos tenía derecho (Ifni), de aquellos otros cuya cesión nunca estaría justificada (Sahara), puede considerarse un grave error y sus consecuencias en los terrenos político y diplomático fueron muy importantes al alentar las ambiciones territoriales marroquíes amparándose en la debilidad de la postura española.

Durante los años siguientes se produjo una cierta distensión en las relaciones entre Marruecos y España, debido fundamentalmente al hecho de que la izquierda moderada ascendió al poder en Marruecos dispuesta a realizar un programa de reformas para mejorar la situación social y polí- tica de su población, por lo que las reivindicaciones territoriales pasaron a un segundo plano. En los años sesenta, el gobierno marroquí sustituirá su estrategia de confrontación más o menos abierta con España, por una política de presión continua manteniendo los problemas territoriales dentro de un marco bilateral.

En el territorio del Sahara, la estrategia que va a emplear España puede definirse como del “palo y la zanahoria”. Se alienta el nacionalismo saha- raui frente a las amenazas externas, al tiempo que se reprime cualquier expresión de oposición a la administración española. Se autoriza a partir de 1967 la creación de la Yemaa o Asamblea General, una especie de parla- mento regional, pero al mismo tiempo, se mina la autoridad tradicional de los chiujs (jefes de tribus), fomentando la rivalidad entre ellos con vistas a mantener el sometimiento de los nativos. Fue precisamente la corrupción de los chiujs que utilizaban los subsidios españoles para enriquecerse a través del contrabando con Marruecos, mientras el hambre y la miseria se cebaba en amplias zonas de la población, la que acabaría creando un pro- fundo malestar que favorecería el nacimiento de un nacionalismo saharaui al margen de las viejas estructuras tribales11.

Se fomenta también el desarrollo económico del Sahara y así, durante la década de los 60, las inversiones españolas en la región atraen a numero- sos trabajadores y funcionarios europeos que pasan de 1.700 en 1957 a más

11 La población local estaba constituida históricamente por tribus de origen Bereber, siendo las más importantes los Ergueibat, los Uled Delim y los Uled Bu Sba.

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3. LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS DEL CONFLICTO

de 20.000 a principios de los años 7012. Igualmente, a partir de 1961, se empieza a explorar el territorio en busca de petróleo, a través de un cartel formado al 50% por el gobierno español y un consorcio de 11 compañías petrolíferas13, de manera que tres años después ya se habían encontrado indicios de crudo en 27 puntos. No obstante, el descubrimiento en esta época de yacimientos muy rentables en Libia y el Mar del Norte, los bajos precios de crudo y la incertidumbre que existía sobre el futuro del Sahara controlado por España llevaron a que, poco a poco, fueran abandonándose las prospecciones, hasta el punto de que, hoy por hoy, la posibilidad de que el Sahara encierre vastos yacimientos de hidrocarburos sigue siendo una incógnita14.

Igualmente, en 1962 se funda con capital americano e ingles la Empre- sa Nacional Minera del Sahara (ENMINSA) dedicada a la extracción de fosfatos, un mineral que se utiliza para la elaboración de fertilizantes, con vistas a explotar el espectacular yacimiento de Bucraa a tan solo 100 kiló- metros de El Aaiun15. La extracción comenzó en 1972, utilizándose para ello una cinta transportadora de 100 Km. dividida en 11 tramos de 7 a 11 Km. Su vulnerabilidad frente a ataques y sabotajes resultaba evidente y contradecía la posición mantenida por las autoridades militares que aposta- ban por un ferrocarril mucho más fácilmente defendible. La lógica de esta postura se pondría de manifiesto en la noche del 19 de octubre de 1974, en la que un comando saharaui de 7 hombres con apoyo de trabajadores nativos, saboteó las instalaciones que quedaron inutilizadas hasta la salida de los españoles16.

12 El censo español de 1974 indica un número de europeos de 20.176, a los que hay que sumar una cantidad variable, siempre superior a varios miles, de soldados de reemplazo.

13 La petroleras que intervinieron en el Sahara fueron: CAMPSA, Phillis Oil CO., Cepsa, Caltex, Atlantic Exploration CO., Gao of Spain Inc., SOHIO Iberian Oil Corp., Tidewater Oil Co., Sun., Ipesa y Union Oil Co of California.

14 Las autoridades marroquíes han concedido, recientemente, permisos de prospec- ción petrolera “off-shore” a dos compañías extranjeras, la francesa Total-FinaElf y la estadounidense Kerr-McGee, en aguas del Sahara Occidental.

15 Este yacimiento tiene unas dimensiones de 250 Km. de longitud y 15 de anchos, encontrándose a tan solo de 2 a 4 metros de profundidad por lo que su extracción resulta muy sencilla y barata.

16 De haberse cumplido las previsiones que estimaban una producción anual de 10.000.000 de TM al año, a un precio internacional de 80$ la TM, hubieran supuesto unos

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3. LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS DEL CONFLICTO

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La necesidad de construir carreteras y nuevas pistas que enlazaran las ciudades y los fortines de interior y la construcción de un nuevo puerto para embarcar el mineral de las explotaciones de Bucraa, así como el propio trabajo en las minas, proporcionaron numerosos empleos que fue- ron ocupados preferentemente por saharauis. Esta creciente demanda de trabajadores, unida a la fuerte sequía que azoto el Sahel17 durante los últi- mos años 60, alteró profundamente la naturaleza nómada de la población saharaui que se instaló en grandes números en las afueras de las ciudades, dando lugar a un cinturón de barracas y jaimas que, progresivamente, fue- ron transformándose en barriadas. De esta manera, la población de la capi- tal El Aaiun que en 1967 contaba con 6.000 habitantes, se triplicaría en tan solo tres años18. En pocos años comenzó a surgir una pequeña burguesía nativa, que poco a poco, pasaría a sustituir a la aristocracia tribal, dando lugar al nacimiento de una conciencia nacional saharaui de corte moderno.

ingresos de 800 millones de $ que para una población no superior a las 100.000 personas hubieran permitido elevar la renta per cápita a más de 8000 $, convirtiendo al Sahara Occidental en el nuevo Emirato de África.

17 Zona sur del desierto del Sahara.

18 Otra ciudad como Villacisneros pasará de 2364 habitantes en 1967 a 5370 en 1974.

Al final de periodo español en 1976 el 80% de la población saharaui será urbana frente a solo un 17% auténticamente nómada.

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4. EL NACIMIENTO DEL NACIONALISMO SAHARAUI. EL FRACASO DE LA VÍA PACÍFICA

A finales de los años sesenta prácticamente no quedaban territorios coloniales en África. La declaración 1514 aprobada por la Asamblea Gene- ral de las NNUU reconociendo el derecho a la independencia de los países y pueblos coloniales había abierto la “caja de Pandora” de los procesos descolonizadores, de manera que en 1969, solo las provincias portuguesas de Guinéa, Angola, Mozambique y Cabo Verde y el Sahara Español res- taban por descolonizar: Al mismo tiempo, el socialismo panarabista del egipcio Nasser y el triunfo de la revolución argelina y su independencia de Francia, iban a producir una profunda conmoción en la población saharaui, fundamentalmente en su estamento más joven, cada vez más consciente de la necesidad de asumir un protagonismo político independiente del ofreci- do por la administración colonial.

Sus aspiraciones, en esos momentos, no pasaban por la lucha armada ni siquiera por la independencia política. Se conformaban con solicitar una autonomía interna que permitiera la conservación de la identidad saharaui, al tiempo que les protegiera por medio de las adecuadas garantías españo- las, contra el peligro de anexión por los países vecinos. El 18 de diciembre de 1969 nacía el Movimiento de Vanguardia para la Liberación del Sahara (MVLS) antecedente inmediato del Frente Polisario19. Sus miembros eran fundamentalmente trabajadores de las minas y de la construcción de pistas, soldados y suboficiales de la Agrupación de Tropas Nómadas, algunos policías y funcionarios al servicio de la administración española, y unos

19 TOMÁS BÁRBULO. La historia prohibida del Sahara Español. Ed. Destino. 2002.

Pg. 74.

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pocos chiujs o dirigentes políticos tradicionales. En general, sus afiliados se correspondían con las personas más desarrolladas culturalmente y más sensibilizadas con el futuro del territorio20.

En la administración española se estaba produciendo en esas fechas una clara contradicción en el nivel político, entre el Ministerio de la Presiden- cia dirigido por Carrero Blanco, que mantenía una tesis integracionista a favor del mantenimiento del Sahara dentro de la soberanía española y el Ministerio de Asuntos Exteriores a cuyo frente se encontraba Castiella, mucho más favorable a los postulados de Naciones Unidas, y en particular a la Resolución 2354 (XXII)21 30 de la Asamblea General, aceptada por España en la que se proclamaba la autodeterminación del Sahara mediante referéndum, en consulta con los gobiernos de Mauritania y Marruecos y con “cualquier otra parte interesada” (en clara alusión a Argelia).

La pugna interna se resolvió temporalmente a favor de las tesis integra- cionistas mediante una crisis de gobierno, en la que se sustituyó a Castiella por López Bravo mucho más próximo a las tesis de Presidencia, lo que no contribuyó en nada a tranquilizar la confianza de los saharauis sobre un futuro independiente avalado política y militarmente por España. En 1969, al tiempo que retrocede a Marruecos el territorio de Ifni, España se abstie- ne en la XXIV sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 2591 sobre el Sahara, cerrando así torpemente las posibilidades de la visita de una misión exploratoria de Naciones Unidas, previa al inicio de un proceso de autodeterminación.

Mientras tanto, el gobierno alauita se movía mucho más rápidamente con vistas a lograr un entorno regional favorable a sus tesis anexionistas, firmando los tratados de Ifran22 y celebrando poco después la cumbre de Tlemcen23 con Argelia, donde se acordaban la aprobación de límites

20 El éxito de esta formación política se aprecia en el hecho de que a mediados de 1970, solo unos meses después de sus aparición, el número de afiliados ascendía a unos 5.000, número muy alto si se tiene en cuenta la población del Sahara y que sus afiliados tenían que pagar una cuota económica elevada (entre 200 y 5.000 Pts mensuales de la época según el nivel de ingresos).

21 Esta resolución, al igual que las posteriores 2428 (XXII), 2591 (XXIV) y 2711 (XXV) es análoga a la 2229 (XXI) que había sido votada en contra por España, el año anterior.

22 15 de enero de 1969.

23 27 de mayo de 1969.

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fronterizos entre ambos países y la explotación conjunta de las explota- ciones de hierro de Tinduf. En septiembre se reconocía la existencia de Mauritania, territorio que como hemos visto, había sido reivindicado por Marruecos, en un movimiento que parecía anticipar la posibilidad de llegar a una posición común entre ambos estados sobre el futuro del Sahara, lo que ocurriría unos años después.

Ante esta situación, la reacción del MVLS, liderado por el Bassiri un personaje carismático, considerado como el padre del nacionalismo saha- raui24, se produciría al año siguiente. Consciente de que era prematuro e imprudente lanzarse a un enfrentamiento frontal con las autoridades coloniales y presintiendo la necesidad de contar con las mismas como la mejor forma de hacer frente a las intenciones anexionistas marroquíes, se decantará por una estrategia política basada en la denuncia de la situa- ción de Sahara ante las autoridades españolas y la acción de masas como medida de presión. En junio de 1970, Bassiri redacta una carta que envía al Gobernador español Pérez de Lerma en la que recrimina a España su incapacidad de mantener la integridad territorial de Sahara al haber cedido territorios a Mauritania por el sur, Argelia por el este y Marruecos por el norte y se rechaza la intervención extranjera en la decisión final sobre el futuro del Sahara.

Aunque las autoridades españolas del Sahara estaban al corriente de la existencia del partido de Bassiri, no tuvieron la intuición política para captar que se trataba de un movimiento nacionalista de carácter pacífico, surgido a tenor de las circunstancias, y cuyos objetivos políticos se limi- taban a denunciar la corrupción de los chiujs y a solicitar una autonomía garantizada por España, hasta que estuvieran en condiciones de optar por la independencia. Se pensaba que era una maniobra del gobierno marroquí, para manipular a la opinión saharaui en provecho de sus tesis integracio- nistas.

24 Bassin Mohamed uld Hach Brahim uld Lebser, más conocido como Bassiri, de la tribu de los Erguibat mayoritarios en el Sahara, encarnó mejor que nadie la ilusión del Chej Ma el Ainin, considerado el primer nacionalista saharaui. Estudiante de periodismo en El Cairo y Damasco, estaba fuertemente influido por las ideas panarabistas del egip- cio Nasser y las tesis socialistas del partido sirio Baaz. Defensor de “un Sahara de los saharauis”, fue el organizador de la primera manifestación contra la presencia española en el mismo en 1970. Encarcelado por las autoridades españolas, desapareció en extrañas circunstancias el 29 de julio de ese año, cuando era conducido a la frontera marroquí.

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De esta manera, el 17 de junio de 1970, se convocaron dos manifes- taciones simultáneas en la capital de El Aaiun. Una oficial de apoyo a España y en contra de las entrevistas que estaban teniendo lugar en esos días entre el monarca marroquí Hassan II y los presidentes Bumedian de Argelia y Mohtar Uld Daddah de Mauritania y en las que se estaba debatiendo el futuro del Sahara español, y otra no autorizada, convocada por el movimiento nacionalista en el barrio de Jatarrambla en las afueras de la capital. Como consecuencia, se produjeron duros enfrentamientos cuando el gobierno del Sahara desbordado por el curso de los aconteci- mientos, intentó disolver esta última manifestación. Primero, lo intentó utilizando, a falta de fuerzas antidisturbios, a la policía militar carente de preparación adecuada y medios técnicos suficientes para afrontar hechos de esta envergadura. Ante la imposibilidad de lograrlo y temeroso de que la manifestación se fuera de las manos y pudiera terminar en un asalto al barrio residencial europeo, el Gobernador decidió ordenar la presencia de la Legión. Una compañía del III Tercio de la Legión llegó al lugar de la manifestación con la orden de disolverla a toda costa, siendo recibida con palos y piedras, ante lo cual los legionarios abrieron fuego. A continuación se produjo una desbandada general, a la que siguió un proceso de detencio- nes durante las horas siguientes.

Si bien se ha especulado mucho sobre el número de bajas25, las consecuencias más importantes se produjeron en el campo político. El movimiento nacionalista procedió en los meses siguientes, a una toma de conciencia sobre los métodos a emplear considerando evidente que no era posible ningún tipo de diálogo con la potencia ocupante con vista a lograr una descolonización pacífica del territorio y que, consecuentemente, resultaba imprescindible pasar a la lucha armada. Podemos afirmar que los sucesos de Jatarrambla pueden considerarse como el punto de partida del nacionalismo activo, que va a consolidarse de una forma organizada durante los tres años siguientes en las poblaciones fronterizas de Argelia y Mauritania y en el sur de Marruecos.

25 El informe oficial habla de 2 muertos y unos 20 heridos, que algunos autores elevan hasta 10. Ver DIEGO AGUIRRE, José Ramón. Guerra en el Sahara. Ed. Itsmo, Madrid 1991, pg.62.

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5. LA LUCHA ARMADA CONTRA ESPAÑA

A principios de mayo de 1973, militantes nacionalistas saharauis fun- dan el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario), con un programa de corte socialista y panárabe basado en la lucha armada, y tomando como modelo el de la revolución argelina.

Este programa afirmaba lo siguiente: “Después que se ha comprobado que el colonialismo español quiere mantener su dominio sobre nuestro pueblo árabe, tratando de anegarlo en la ignorancia y la miseria, así como por su separación del Magreb y de la nación árabe; después del fracaso de todos los medios pacíficos utilizados tanto por los movimientos espontáneos como por los organismos impuestos y por otros medios, el F. Polisario ha nacido como expresión única de las masas, optando por la violencia revo- lucionaria y la lucha armada como medio por el que el pueblo árabe saha- raui, pueda recobrar su libertad total y hacer fracasar las maniobras del colonialismo español. Parte integrante de la revolución árabe, sostiene la lucha de los pueblos contra el colonialismo, el racismo y el imperialismo, condenando sus posiciones que tratan de colocar a los pueblos árabes bajo su dominación, bien por el colonialismo directo o por el bloqueo eco- nómico. El F. Polisario considera que la cooperación con la revolución argelina en una etapa transitoria constituye un elemento esencial para hacer fracasar las maniobras urdidas contra el tercer mundo. Invitamos a todos los pueblos revolucionarios a cerrar sus filas para afrontar al enemigo común. La libertad se logra con el fusil. El Comité Ejecutivo”.

De está manera, la elección por el Frente Polisario de una opción ideológica tan al gusto de los movimientos de liberación árabes de la época cuyos modelos venían representados por la Argelia de Bumedian, el Egipto de Nasser y la Libia de Gadafi, le acarrearía graves consecuencias en el momento de la independencia y en los años siguientes, dado que

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ningún gobierno occidental estaría dispuesto, en esos años de guerra fría, a apoyar a un nuevo Estado tan aparentemente hostil al modelo político occidental26.

Unos días después, el 20 de mayo se produce la primera acción armada, al atacar una partida guerrillera27 dirigida por Brahim Ghali el nuevo secre- tario del Frente Polisario, el puesto de policía de Janguet Quesat, un pozo a cinco kilómetros de la frontera con Marruecos en el que se había esta- blecido un punto de control del paso de nómadas. Aunque en esta acción incruenta solo se disparó un tiro de carácter fortuito y el botín obtenido se limitó a unas pocas armas, municiones, víveres y camellos, su repercusión fue muy grande por la apuesta que suponía a favor de la transformación del Frente Polisario en un Ejército de Liberación.

Durante los dos años siguientes y hasta la salida de los españoles, el Sahara Occidental sería escenario de una guerra de guerrillas contra las fuerzas españolas que tuvieron en los enfrentamientos una decena de muertos, frente a un número indeterminado pero probablemente muy supe- rior de bajas saharauis. Partiendo de Mauritania y Argelia que pusieron su territorio a disposición de los guerrilleros del Frente Polisario y con armas suministradas por la Libia de Muhamar el Gadafi y alimentos y ropa pro- porcionados por la Argelia del socialista Huari Bumedian, las partidas del Polisario comenzaron a actuar dentro del territorio controlado por España.

Estas partidas solían estar formadas por un reducido número de combatientes (10 u 11 hombres), que se aproximaban hasta la frontera en camellos que transportaban la munición (1200 proyectiles por arma).

Además cada guerrillero llevaba consigo 300 disparos. Al llegar a la zona prevista para la emboscada abandonaban los camellos con un par de cui- dadores y continuaban a pie, con dos parejas avanzando en vanguardia.

El procedimiento que empleaban para atacar a los españoles solía seguir una pauta clásica en las operaciones de guerrilla en el desierto. Consistía en atraer primero su atención hostigándoles para provocar su reacción.

A continuación se producía una persecución hasta un lugar previamente escogido donde se realizaba la emboscada. Si las cosas salían bien, lo que

26 ELSA ASSIDON, Sahara Occidental: un enjeu pour le nord-ouest africain, Ed.

Maséro, Paris, 1978.

27 La partida estaba compuesta de siete hombres armados de viejas escopetas y un subfusil, originarios de la provincia marroquí de Tarfaya, excepto El Ghali oriundo de El Aaiun.

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era más excepción que regla28, se apoderaban del armamento y captura- ban a los soldados peninsulares con sus mandos con vista a negociar con el gobierno español, mientras que a los nativos solo se les daba la opción de unirse a sus filas.

El 21 de noviembre de 1973 una patrulla de Tropas Nómadas es ataca- da en Uad Arraid, cerca de la frontera con Marruecos y en el mes de marzo del año siguiente, el ejército español organiza la “Operación barrido” con la finalidad de eliminar las bandas polisarias que habían extendido su radio de acción al área de Edchería en la zona este del Sahara, donde habían asal- tado al autobús que hacía el recorrido Smara-Mahbes. Los combatientes saharauis son cercados en Aicara unos 10 kilómetros al este de Edchería, donde son derrotados con apoyo de helicópteros y aviones T-6 procedentes de Villacisneros, sufriendo sus primeras bajas reconocidas en combate29.

Durante los años 1974 y 1975, se multiplicaron los ataques contra puestos y patrullas españolas. Aunque es difícil precisar el número exacto de estos, podemos estimarlos en unos 30 en total, con dos áreas de especial incidencia, la zona al este de Smara hasta la frontera argelina y mauritana y la zona norte próxima a la frontera marroquí.

El combatiente emblemático de la época es el comandante Lahbib Ayub, a quien la prensa bautizaría con el sobrenombre de Giap saharaui, en referencia al estratega vietnamita que expulsó a los norteamericanos de Indochina. Su autoridad natural se debía en gran parte no solamente a su carisma personal, sino también al hecho de que su familia constituía el clan más influyente de la fracción de los Erguibat Lebuihat, la principal tribu saharaui. Su prestigio militar se haría legendario durante las campañas contra Mauritania y Marruecos unos años después.

De esta manera, y de una forma progresiva, el Frente Polisario fue capaz de construir una importante organización militar, con pequeños campamentos repartidos por toda la zona norte del territorio y cuya base

28 Así por ejemplo, el 26 de enero de 1974, una partida del polisario ataco a una patrulla de la Policía Territorial en la zona de Lemgasen. Los españoles detuvieron a cinco guerrilleros, logrando huir otros cuatro. Se inició una persecución en caliente por patrullas procedentes de los puestos próximos, apoyadas por helicópteros, penetrando 25 kilóme- tros en territorio mauritano hasta cercarlos en una cueva, donde se les perdió el rastro.

29 En esta acción muere Bachir Lahlaui, considerado como el “primer mártir del movimiento” saharaui.

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principal se encontraba en Tinduf, territorio argelino a salvo, por tanto, de la intervención militar española. Desde aquí salían las principales partidas para atacar a los puestos y a este lugar se replegaban después de haber intentado tender emboscadas a las fuerzas perseguidoras españolas. El pla- neamiento de un golpe exigía normalmente varios meses de preparación, durante los cuales, la partida que iba a llevarlo a cabo estudiaba el lugar de la emboscada, las posibilidades de reacción de los españoles y, fundamen- talmente, los refuerzos con que podían contar estos.

La táctica militar polisaria, extremadamente sencilla, seguía los proce- dimientos operativos propios de la guerra de guerrillas de “golpear y huir”

que los combatientes saharauis fueron capaces de trasladar con acierto al difícil terreno del desierto, aprovechando la noche para sus desplaza- mientos y ocultándose durante el día. Si la reacción española se producía con fuerzas superiores, los saharauis rehuían el combate. Así ocurrió, por ejemplo, en la acción de Ijujsán, al noroeste de Edcheiría, en marzo de 1975, en la que tomó parte una Agrupación Táctica española formada por una bandera de la Legión y un Grupo de Caballería con apoyo de artille- ría, ingenieros y helicópteros, y cuyos resultados fueron nulos, sin que se encontrara rastro alguno de las guerrillas saharauis.

En cuanto a la estructura organizativa el Frente Polisario adoptó una estructura piramidal semejante a la existente en los regímenes socialistas de esta época. Esta se limitaba a tres alas, una política encargada de la

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5. LA LUCHA ARMADA CONTRA ESPAÑA

propaganda y de la acción psicológica, otra diplomática con las personas más conocidas y cualificadas30, y finalmente una militar, encargada del hostigamiento a las fuerzas militares españolas. Su principal dirigente es el Secretario General, quien es asistido por un poder ejecutivo compuesto por nueve miembros que pertenecen a su vez al ala política de 21 miembros, de los cuales tres se encargan específicamente de las “organizaciones de masa”que incluyen tres “categorías”de saharauis: los obreros, los campesi- nos y las mujeres. Los miembros del buró político eligen 19 miembros de los “comités de base del pueblo”que constituirán el “consejo nacional del pueblo”. En la base, cada grupo de diez personas constituye una célula y cada bando tiene su propia jerarquía militar y política.

Además de los ataques armados, otras acciones que organizó el Frente Polisario fueron manifestaciones, protestas y sabotajes en varios puntos del territorio saharaui, como el ya mencionado sabotaje contra la cinta transportadora de Bucraa, donde destruyeron dos estaciones de servicio eléctrico y parte de la banda que transportaba el mineral. También fueron importantes, sobre todo por sus repercusiones políticas y su trascendencia internacional, la captura de miembros de patrullas españolas. Especialmen- te notorio fue el secuestro el día 11 de mayo de 19753137, de la patrulla de la Agrupación de Tropas Nómadas “Domingo” en la zona de Mahbes muy próxima al vértice que forman Argelia y Mauritania, donde los atacantes saharauis contaron con la complicidad de los soldados nativos que se reve- laron contra sus mandos y sus compañeros europeos produciéndose, en el enfrentamiento consiguiente, la muerte de un soldado peninsular32.

En esta unidad de tropas nómadas ya se habían dado diversos casos de deserción de personal nativo, lo que demuestra la importante infiltración del Polisario entre el personal autóctono de las fuerzas españolas; ahora bien, será el aumento del secuestro de soldados europeos, lo que termine de minar la confianza que tenían las autoridades militares españolas en la Policía Territorial y en la Agrupación de Tropas Nómadas. A principios de mayo de 1975, el Gobernador General del Sahara, Federico Gómez de

30 La responsabilidad de esta ala recaía directamente en El Uali, Secretario General del Frente Polisario.

31 Estas patrullas mixtas de europeos y saharauis solían estar formadas por una veinte- na de hombre al mando de un oficial español. En esta acción concreta el polisario capturó a 15 prisioneros, incluidos cuatro oficiales y dos suboficiales.

32 El cabo Angel Moral natural de Burgos.

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Salazar ordenaba desarmar y licenciar a todos aquellos miembros nativos de estos Cuerpos militares que resultaran sospechosos de connivencia con el Frente Polisario. Esta medida extrema produjo la desactivación práctica de estas unidades en unos momentos críticos, en los que el Sahara español se estaba jugando su futuro frente a los deseos anexionistas de Marruecos y Mauritania.

El último ataque del Frente Polisario contra las fuerzas militares espa- ñolas tuvo lugar durante el mes de junio de 1975, cuando ocupó el puesto y el poblado de Guelta, con la colaboración de parte de la policía territorial y de numerosos civiles. Su repercusión fue muy grande en todo el territorio del Sahara, al haber conseguido apoderarse, por vez primera, aunque fuera efímeramente, de todo un poblado con su guarnición, si bien tuvieron que retirarse ante llegada de refuerzos.

De todos modos puede afirmarse que, a pesar de estos éxitos polisarios más bien esporádicos, el carácter de los combates contra el Frente Polisa- rio que tuvieron lugar a partir de 1973, revistieron para el Ejército español desplegado en el territorio saharaui un carácter secundario, no demasiado grave, pensando que era el precio que había que pagar para contribuir a la acción política que desembocase en una independencia amistosa que respetase los intereses de España. Se pensaba que el peligro real estaba en la cada vez más evidente posibilidad de un enfrentamiento militar con las Fuerzas Armadas Reales marroquíes, habida cuenta la agresiva política anexionista de su monarquía. En todo momento y hasta el final, cuando la entrega del territorio a Marruecos y Mauritania se hizo pública y comen- zaron a cursarse las órdenes de repatriación, las fuerzas militares desple- gadas en el teatro de operaciones del Sahara Occidental pensaban que se encontraban allí para defenderlo de una agresión exterior marroquí. Pero los acontecimientos se iban a desarrollar de una manera muy distinta a como estas preveían, de forma que sería en los campos político y diplomá- tico donde se iba a resolver, al menos temporalmente, la controversia entre España y Marruecos sobre el futuro del Sahara. A partir de noviembre de 1975, las primeras unidades militares españolas comenzarían a abandonar disciplinadamente y sin combatir el hasta entonces conocido como Sahara español.

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6. LOS ACCIONES ANEXIONISTAS DE MARRUECOS

Si bien desde el fin del protectorado, la monarquía alauita había rei- vindicado el Sahara español como parte integrante del Gran Marruecos, serán los dos intentos de golpe de Estado y los disturbios sociales que se produjeron a principios de los años 70, los que llevarán al rey Hassan II a desviar la atención de su pueblo hacia el Sahara, tratando de proyectar en un hipotético enemigo exterior, el fracaso de su propia política interna.

De esta manera, el 10 de julio de 1971, durante la celebración de su 42 cumpleaños en el palacio de Sjirat, cerca de Rabat, los cadetes de la Academia Militar de Ahermumu se sublevaron y asaltaron el palacio.

Varios ministros, y más de un centenar de diplomáticos, empresarios y otras autoridades perecieron en el ataque, así como cuatro generales. La represión que siguió a este fracasado golpe de estado fue durísima, e inclu- yo la ejecución inmediata de cinco generales presuntamente implicados en el mismo, con lo que Marruecos perdió en un día a nueve de sus quince generales33.

Al año siguiente, el 16 de agosto de 1972 se repitió el intento de regi- cidio. Cuando Hassan II volvía de pasar unas vacaciones en su castillo de Francia y sobrevolaba Tetuán, aparecieron seis F-5 marroquíes que ametrallaron el avión real, salvándose milagrosamente el rey. Aunque la culpa recayó sobre el general Ufkir, hombre fuerte del régimen34, la con-

33 El General Ufkir, hombre de confianza de Hassan II, pagaría con su vida el fracaso de su complot.

34 Tomás Bárbulo en su obra “La historia Prohibida del Sahara español”, indica que Ufkir fue asesinado como represalia de cinco disparos “algunos de ellos por la espalda”.

Hassan II suprimió a raíz de este golpe el grado de General en las Fuerzas Armadas Rea- les (FAR).

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6. LAS ACCIONES ANEXIONISTAS DE MARRUECOS

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secuencia que extrajo el monarca alauita era que la política real seguida hasta la fecha, basada en la represión de las reivindicaciones populares, no resultaba efectiva con el Ejército. Por ello decidió alejarlo del reino, desplazando al núcleo de este fuera del territorio marroquí enviándolo a los altos del Golán durante la guerra del Yom Kippur (1973), junto a las tropas sirias y frente al poderoso ejército de Israel. El rápido fin de la guerra obligo a la repatriación de las fuerza marroquíes, por lo que el monarca alauita tuvo que replantearse su estrategia. Esta se fundamentará en lo sucesivo en cuatro puntos básicos: en primer lugar, el despliegue del Cuerpo Expedicionario marroquí en la provincia de Tarfaya, en el sur de Marruecos y, por tanto, lejos de los círculos de poder, lo que ocurrió entre el 30 de abril y el 3 de mayo de 1974, con la misión de alentar las accio- nes contra las fuerzas españolas del Sahara. El material pesado se repatrió por medio de un puente aéreo desde Arabia Saudita hasta el aeropuerto de Rabat y, desde allí, por carretera hasta Tarfaya y se efectuaron numerosas compras de armamento en los Estados Unidos, Francia e Italia.

En segundo lugar, Hassan II buscará apaciguar el descontento interior prometiendo una vaga apertura política, lo suficientemente controlada como para impedir cualquier reacción que pudiera poner en peligro al régimen. Al mismo tiempo iniciará, en el plano internacional, una inten- sa ofensiva política, con el fin de beneficiar las tesis integracionistas marroquíes.

Finalmente, intentará una política de atracción del Polisario, infiltrando agentes en el Sahara español con el fin de captar voluntades, invitando a los nativos saharauis a alistarse en las FAR.35. De esta manera, y con unos 200 voluntarios y desertores del Ejército español, se formó el Batallón Meharista de Tantán (fuerza montada en camello), encuadrado por 57 suboficiales pertenecientes a distintas tribus saharauis. Su misión militar debía ser la de servir de guías de las demás unidades en caso de invasión marroquí del Sahara, si bien el objetivo final podemos considerarlo más bien político: desmoralizar a las tropas nativas españolas incitándolas a desertar por medio de incentivos económicos y de promoción militar y for-

35 Si eran militares de las Tropas Nómadas, la oferta incluía una recompensa en metá- lico y un ascenso automático al grado superior al que ostentaban en el Ejército español. A los civiles les pagaban un incentivo económico y un subsidió equivalente al que tendrían si fueran padres de seis hijos.

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6. LAS ACCIONES ANEXIONISTAS DE MARRUECOS

mar con ellas un incipiente Ejército de Liberación que pudiera ser utilizado para actuar contra objetivos españoles36.

A finales de 1974, Hassan II autorizó la organización de este Ejército de Liberación, poniendo al frente del mismo a Ben Hammu, el mismo que había dirigido la rebelión contra españoles y franceses en los años cincuenta. Los combatientes fueron seleccionados siguiendo un criterio tribal37. Aunque el reclutamiento fue muy escaso, para febrero de 1975 el nuevo Frente de Liberación y Unidad del Sahara (FLU) contaba con 500 combatientes encuadrados en cuatro compañías y repartido a lo largo de la frontera en grupos de 20 hombres. Su uniforme era de color caqui muy parecido al de los polisarios y su armamento también similar se componía de fusiles AK-47 y pistolas soviéticas. Su misión, calcada de los polisa- rios consistía, en infiltrarse en el interior del Sahara, golpear a las Fuerzas españolas, retirándose a continuación.

Su acción militar más importante fue el fracasado intento de asalto a Mahbes, cercano a la frontera el 7 de junio de 1975, defendido por una pequeña guarnición española al mando de un teniente. El intento de asalto fue rechazado por el eficaz fuego de los españoles apoyados por sus mor- teros ligeros, hasta el extremo que el oficial español al mando conminó a la partida marroquí a la rendición, cosa que el capitán marroquí aceptó, haciéndolo con hombres y armamento38.

Para hacer frente a esta nueva amenaza marroquí, la táctica más habi- tual seguida por las pequeñas guarniciones españolas consistía en limitarse a rechazar los ataques en espera de refuerzos, evitando la persecución en campo abierto donde eran muy vulnerables. Así ocurrió con el puesto de Amgala, junto a la frontera con Mauritania atacado el 23 de marzo de 1975 por una partida marroquí, o con el puesto de Edchería en la cabecera de la Saguía Al Hamra, tiroteado el 4 de junio39. Pero en ocasiones se montaron

36 JEFATURA DE POLÍTICA INTERIOR, Síntesis de Información Correspondiente al Día 7 de noviembre de 1974, nº 238, hoja 1.

37 50% de la tribu Erguibat, la más importante del Sahara, el 40% para las tribus Ait usa e Izarguien y el 10 % restante para el resto de las tribus.

38 Los españoles requisaron 35 fusiles AK-47, 3 lanzagranadas, 1 ametralladora pesa- da, 6 vehículos y 4 misiles antiaéreos portátiles Sam-7.

39 La dureza del primero de los enfrentamientos lo demuestra el hecho de que los españoles necesitasen emplear 2.577 disparos y lanzar 27 granadas de mano para rechazar a los atacantes.

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