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Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido: yo, porque tú eras lo que yo más amaba; y tú, porque yo era el que te amaba más.

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Academic year: 2021

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(1)

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido: yo, porque tú eras lo que yo más amaba; y tú, porque yo era el que te amaba más. Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:

porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, pero a ti no te amarán como te amaba yo.

(2)

EL OTOÑO EN MARÍA DE LA MIEL Celebremos, amigos,

que el otoño se acerca con su vara de viento y su barba canela.

¿Qué más puede querer el hombre que una hoguera mientras su jardincillo

cruje y amarillea? Celebremos, amigos, que el otoño comienza y aclaremos con vino las esperanzas nuevas, los afanes de siempre: mirar la lluvia fuera, sentir la niebla dentro, querer y que nos quieran. Celebremos, amigos,

que el otoño comienza y en su vida interior, como en las alacenas los membrillos deformes, se pudre alguna ausencia. No todo lo que muere

merece primavera.

(3)

ESCRITO EN OTRO SITIO Aquí también el agua

deja un surco que puede abrir el horizonte,

o despejar la duda que aquí se manifiesta también. Porque la duda, como el mundo, se mueve, incansable y perpetua, y contigo convive,

y te acompaña siempre, y siempre te señala

el daño de esa herida que no pudo cerrarse. Pero aquí suena el agua de otro modo, o quizás sea el aire que, ahora, por la mañana, dice al corazón: descansa, y al pensamiento: sigue. Miras una paloma,

y así la duda queda por un tiempo borrada, dormida, o sin efecto. Y es el agua que fluye, como un bálsamo inocuo, una certeza fácil,

el único sendero

de una mañana nueva donde el aire se mueve y el mundo se percibe como si fuera, ahora, tu memoria una página en blanco. Las campanas suenan mientras el agua de la fuente del patio te protege, te cuida. Y el corazón descansa, y el pensamiento sigue.

(4)

Una noche de verano -estaba abierto el balcón y la puerta de mi casa-

la muerte en mi casa entró. Se fue acercando a su lecho -ni siquiera me miró-,

con unos dedos muy finos, algo muy tenue rompió. Silenciosa y sin mirarme, la muerte otra vez pasó

delante de mí. ¿Qué has hecho? La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila, dolido mi corazón.

¡Ay, lo que la muerte ha roto era un hilo entre los dos!

(5)

CUATRO MUJERES Mi piel es negra

Mis brazos son largos Mi cabello es crespo Mi espalda es fuerte

Lo suficiente fuerte para aguantar el dolor Infligido una y otra vez

¿Cómo me llaman? Mi nombre es tía Sarah Mi nombre es tía Sarah Mi piel es amarilla

Mi cabello es largo Entre dos mundos Pertenezco

Mi padre era rico y blanco

Forzó a mi madre en una noche muy tarde ¿Cómo me llaman?

Mi nombre es Saffronia Mi nombre es Saffronia Mi piel es bronceada Mi cabello es fino

Mis caderas te invitan Mi boca es como vino

¿De quién soy la pequeña chica?

De todos los que tienen dinero para comprar ¿Cómo me llaman?

Mi nombre es Cosa Dulce Mi nombre es Cosa Dulce Mi piel es marrón

Mi conducta es malvada

Mataré la primera madre que vea Mi vida ha sido demasiado violenta

Estoy terriblemente amargada estos días Porque mis padres fueron esclavos

¿Cómo me llaman?

Mi nombre es Melocotón

(6)

de todas partes llegan sobres de la nostalgia narrando cómo hay que empezar desde cero navegar por idiomas que apenas son afluentes construirse algún sitio en cualquier sitio

a veces lindas veces con manos solidarias y otras amargas veces recibiendo en la nuca la mirada xenófoba

(7)

EL LOBITO BUENO

Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez. Cuando yo soñaba un mundo al revés.

(8)

COMPAÑÍAS

Los libros que he elegido entre todos los libros, que acaso me buscaron por rutas misteriosas. Libros que me llevaron en secreto

por senderos del bosque, por rincones perdidos, calles, encrucijadas, luces

y sombras, vidas arrojándome al mundo.

Las manos que me toman, que yo tomo entre todas las posibles corrientes sobre el río.

Entre todas las lluvias que he cruzado,

unos brazos tendidos, al fondo de mis pasos, como un impermeable rojo

puede unirme al olvido.

Los labios que me besan, los besos que me hablan. Una voz entre todas las voces en mi oído.

Una ciudad tan sólo, una sola mirada. Y los campos, de plumas,

y de amor, las batallas.

(9)

VISITA POR LA TARDE Entré en la casa y me quité el abrigo para que mis amigos no supieran cuánto frío tenían, pero ellos dijeron:”Ven, entra en la cocina”. Y la madre hizo fuego para mí.

No he podido tener nunca mi fiesta en paz como aquel día:

el vino en la madera; la mirada de los niños; las palabras;

el resplandor del fuego...

Cuando llegó la noche, la mujer sacó las manos del agua

y separó los cabellos esparcidos sobre el rostro cansado.

Y vi el rostro. Rostro cansado: amor.

Y sonreía.

(10)

ALBA Al despertar

me sorprendió la imagen que perdí ayer. El mismo árbol en la mañana

y en la acequia el pájaro que bebe todo el oro del día. Estamos vivos, quién lo duda,

el laurel, el ave, el agua y yo,

que miro y tengo sed.

(11)

GOZO DEL TACTO Estoy vivo y toco.

Toco, toco, toco. Y no, no estoy loco. Hombre, toca, toca lo que te provoca: seno, pluma, roca, pues mañana es cierto que ya estarás muerto, tieso, hinchado, yerto. Toca, toca, toca,

¡qué alegría loca! Toca. Toca. Toca.

(12)

LA MUJER DE LOT Nadie nos ha aclarado todavía

si la mujer de Lot fue convertida en estatua de sal como castigo a la curiosidad irrefrenable

y a la desobediencia solamente,

o si se dio la vuelta porque en medio de todo aquel incendio pavoroso ardía el corazón que más amaba.

(13)

ROMANCE DEL CONDE ARNALDOS ¡Quién hubiera tal ventura

sobre las aguas del mar

como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan!

Con un halcón en la mano la caza iba a cazar.

Vio venir una galera

que a tierra quiere llegar: las velas traía de seda; la jarcia, de un cendal; marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar hacía en calma, los vientos hace amainar,

los peces que andan en lo hondo arriba los hace andar,

las aves que andan volando en el mástil las hace posar. Allí habló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá:

- Por Dios te ruego, marino dime ahora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: - Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va.

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