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Gordon Lindsay-Cómo Recibir El Bautismo Del Espíritu Santo-

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Academic year: 2021

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CAPITULO I

Cómo Recibir El Bautismo

Del Espíritu Santo

El gran regalo de Cristo a Sus seguidores fue la plenitud portentosa del Espíritu Santo. Al estar Él con Su pequeña banda de discípulos en el Monte de los Olivos justamente antes de Su partida al cielo, Sus palabras fueron: “esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5). Después de hablar estas palabras, el Señor ascendió al cielo, y los discípulos regresaron a Jerusalén, en donde pasaron los siguientes diez días en oración y adoración. Luego, repentinamente descendió el Espíritu Santo. Vino como lenguas de fuego y como un viento recio que corría; llenó toda la casa donde estaban sentados, y todos comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen. Este don maravilloso que recibieron revolucionó sus vidas, y los hizo arder para Dios. Aun siendo laicos iletrados, salieron y predicaron un mensaje que transformó al mundo (Hechos 4:13).

¿Cuál es la naturaleza de esta experiencia del bautismo del Espíritu Santo? ¿Cuáles son las razones que harían que uno deseara recibirlo?, ¿qué hará para uno? En las siguientes páginas contestaremos algunas de estas preguntas al dar siete razones por las que todo cristiano debe recibir esta plenitud poderosa del Espíritu.

1. Si Cristo Y Los Apostóles Necesitaron Del Bautismo Del

Espíritu, Entonces Nosotros También Lo Necesitamos.

Cristo, el Hijo de Dios, bajó del cielo. Debido a que Él se vació de Su gloria y se hizo hombre, estaba sujeto a las flaquezas del hombre (Hebreos 5:7-9). Y en este papel humano, como Hijo de hombre, necesitó el bautismo en el Espíritu Santo. Y por tanto, antes de que empezara el primer acto de Su ministerio público, recibió el Espíritu Santo al ser bautizado por Juan en el río Jordán (Mateo 3:16).

Los doce apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu Santo en el aposento alto, las mujeres que siguieron a Jesús recibieron el Espíritu Santo (Hechos 1:14). María, la madre de Jesús, quien por el Espíritu concibió al Salvador, recibió el Espíritu Santo. Los hermanos carnales de Cristo recibieron este bautismo glorioso. Cada uno de los 120 que estaba en el aposento recibió el Espíritu Santo.

Cada una de las 3.000 personas que escucharon a Pedro predicar su sermón en el día de Pentecostés, recibió la promesa del regalo del Espíritu Santo (Hechos 2:37-39). Si todos ellos necesitaron del bautismo del Espíritu Santo, entonces usted y yo necesitamos esta bendición también.

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2. El Espíritu Santo Da Poder Para Testificar.

“Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

La primera cosa en la cual uno piensa para lograr una vida cristiana victoriosa es la necesidad de tener poder. Necesitamos poder para testificar efectivamente a otros y desempeñar nuestra función principal como cristianos, el propósito de la plenitud del Espíritu Santo es el darnos este poder.

La prueba más asombrosa de la verdad del cristianismo está en el hecho de que una banda de pescadores humildes, que, de acuerdo con las normas de los líderes religiosos de aquel día, “eran hombres sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13), pudieron ir, enfrentarse a la oposición más severa y, con la ayuda de Dios, fundar el movimiento religioso más potente de toda la historia. Y esta historia se está repitiendo en el derramamiento de estos últimos días. Hace medio siglo se predicaba el Pentecostés en carpas, edificios de tiendas y templos abandonados. No obstante, Pentecostés se ha convertido actualmente en un movimiento poderoso y, de acuerdo con un artículo reciente de la revista Life, escrito por un eclesiástico prominente, ha de ser tomado en cuenta como la tercera fuerza del cristianismo, junto con el protestantismo y el catolicismo.

3. El Espíritu Santo Da Fuerza Para Vivir Una Vida Santa.

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:12, 13).

Aquí se nos dice que el Espíritu Santo nos libra de la ley del pecado y de la muerte. Sin el Espíritu, los intentos del hombre de vivir una vida santa son fútiles y vanos. Con sus propias fuerzas no puede vivir una vida vencedora, fracasará una y otra vez, como lo describe Pablo en su experiencia autobiográfica en Romanos 7. En verdad, la justicia propia del hombre es como trapos de inmundicia a los ojos de Dios.

Ahora, todo cristiano tiene el Espíritu de Cristo en determinado grado; de otra manera no sería, en absoluto, un seguidor del Señor (Romanos 8:9). Pero la experiencia según fue recibida en el día de Pentecostés representa una medida de mayor plenitud del Espíritu. Él estaba con el creyente, pero ahora Él está en él. Es el Espíritu Santo el que da a un hombre poder para vivir una vida santa.

4. El Espíritu Santo Es Un Consolador Que Permanecerá Para

Siempre.

“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16).

El espíritu Santo es el Consolador que ha venido a morar para siempre. ¡Qué pensamiento tan emocionante es que este glorioso Espíritu Santo que se movió en la oscuridad en la alborada de la creación e hizo que la luz brillara, venga a morar, no por un día, un mes o un año, sino para siempre! De aquí a un millón de años, Él todavía estará con nosotros para guiarnos, consolarnos y darnos comunión eterna con

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Dios.

¡Cómo palidecen todas las bendiciones materiales en una insignificancia total al lado de este gran Consolador! ¡Los placeres terrenales de este mundo pueden satisfacer sólo durante un poco de tiempo, mientras que la presencia permanente del Espíritu hace que todos los premios mundanales parezcan como chucherías en comparación!

La plenitud del glorioso Espíritu Santo es la única cosa que puede satisfacer plenamente al espíritu humano. El hombre está hecho de tal forma que no está completo en sí mismo, en su alma hay un vacío espiritual. Si no está ocupado con Dios, a la larga estará lleno de aquellas cosas que son malignas (Lucas 11:24-26).

5. El Espíritu Santo Vivificará Nuestros Cuerpos Mortales.

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros.” (Romanos 8:11).

Nosotros sabemos que la sanidad divina es efectuada por el poder del Espíritu. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros.” (Lucas 5:17). Pero el propósito de Dios va más allá de la curación. Incluye la salud divina, como lo declara 3ª de Juan 2:

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

El apóstol agrega que el mismo Espíritu que levantó a Cristo de los muertos ha sido dado al creyente para vivificar su cuerpo mortal. Notemos que el apóstol en este momento no está hablando acerca de la resurrección futura, sino que está hablando de la vivificación del cuerpo mortal. Como muestra el contexto, se está refiriendo a la vida que estamos viviendo ahora.

Todavía no llega el tiempo de la resurrección, pero, mientras tanto, el Espíritu vivificará nuestros cuerpos físicos, para que tengamos la fortaleza necesaria para desarrollar el trabajo que Dios nos ha llamado a efectuar.

El doctor A.B.Simpson, el famoso predicador de hace una generación, que hizo mucho por restaurar la sanidad divina a la Iglesia, nos cuenta cómo, cuando era joven, él estaba impedido por un cuerpo frágil. Después de los servicios dominicales, le tomaba hasta la mitad de la semana antes de tener fuerzas suficientes para comenzar la preparación de los servicios del siguiente domingo. Debido a su condición enfermiza, se convirtió en un objeto de lástima, una circunstancia que lo llevó casi al punto de la deseperación. Sin embargo, mientras que se encontraba en esa condición, Dios se le reveló a él como su Sanador. Pero más que eso, Dios le mostró que Él sería su salud, si él dependía solamente de Él. Y así sucedió que el poder de Dios vino sobre A.B.Simpson y vivificó su vida de tal manera que, al cabo de tres años después de haber sido sanado, ¡él había predicado no menos de mil sermones!

6. El Espíritu Santo Nos Guiará A Toda Verdad

“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará

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por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Juan 16:12-13).

Algunas denominaciones que niegan la experiencia del bautismo del Espíritu Santo han estado derivando al racionalismo e incredulidad, negando el nacimiento virginal, la experiencia milagrosa del nacimiento nuevo y algunos hasta han caído en tales enseñanzas que deshonran la Biblia como la teoría de que el hombre desciende de la bestia. Estos errores nunca han perturbado al movimiento Pentecostés ¡cualquiera que ha recibido el bautismo del Espíritu Santo sabe intuitivamente que la Biblia es la palabra de Dios!

Desde luego, un creyente puede recibir el Espíritu Santo y todavía ser propenso a cometer errores. Es posible que haga lo malo, puesto que Dios nunca quita la voluntad libre del hombre (lª Timoteo 1:19-20, 2ª Timoteo 2:17-18). Pero, si aun parcialmente, él se rinde a la dirección del Espíritu, el Espíritu del Señor le evitará que cometa errores serios.

7. El Espíritu Santo Nos Ayudará A Orar Sobrenaturalmente

“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).

No tenemos que recibir el bautismo del Espíritu Santo a fin de poder orar. Debido a que Dios tiene gracia, el Espíritu de Dios, en Su poder convincente, ayudará al pecador a orar la oración del publicano. Como hemos visto, el nuevo convertido tiene una medida del Espíritu y podrá recibir muchas contestaciones a la oración.

Pero hay algo más que esto: cuando el bautismo pleno del Espíritu llega, y nosotros nos rendimos a él, encontraremos que el Espíritu de Dios dentro de nosotros intercederá y nos ayudará a orar y a obtener contestaciones a los problemas difíciles. Como el versículo anterior indica, ninguno de nosotros sabe cómo orar como debiéramos, pero, si se le permite, el Espíritu de Dios “pide por nosotros con gemidos indecibles”. El apóstol Pablo nos dice que a veces oraba con el Espíritu y a veces también con su entendimiento (la. Corintios 14:14-15).

8. ¿Tiene Lugar El Bautismo Del Espíritu Santo En El

Momento De La Conversión?

Es cierto que no debería haber una gran demora entre la conversión y la recepción del Espíritu Santo si la fe está presente, si uno sabe lo que la Biblia enseña y si hay una verdadera hambre de Dios. La narración de la recepción del Espíritu Santo en la casa de Cornelio es un buen ejemplo (Hechos 10:44-48). Ya había habido mucha preparación espiritual en ese hogar, incluyendo la oración y el ayuno. El resultado es que estas personas fueron llenas con el Espíritu mientras se encontraba Pedro todavía predicando. Normalmente hay un intervalo, por breve que sea, entre la obra del Espíritu al efectuar la salvación y la de la plenitud del Espíritu.

1. Cristo enseñó que los creyentes deben pedir el Espíritu. Por tanto, es una experencia subsecuente al ser hecho un hijo de Dios.

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¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”(Lucas 11:13).Aquí Jesús está hablando acerca de padres e hijos. Dijo que así como los padres humanos dan buenas dádivas a sus niños, Dios también tiene buenos regalos para dar a Sus hijos. El gran regalo es el Espíritu Santo. La forma normal para recibir el Espíritu es pedirlo. Todo hijo de Dios recibe una medida del Espíritu en su conversión. “Pero vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” (Romanos 8:9). No obstante, eso no es la plenitud. Después de Su resurrección, Cristo dijo a los discípulos: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Ciertamente, ellos recibieron una medida del Espíritu, pero no el bautismo en su plenitud, porque ese no fue dado sino hasta el día de Pentecostés (Hechos 2:4). La experiencia recibida en Pentecostés fueron los “ríos de agua viva” de los que hablaba Jesús en Juan 7:37-39.

2. Cristo en Sus últimas instrucciones de despedida les dijo a los discípulos que “esperasen la promesa del Padre”. Los discípulos eran hombres salvos. Cuando los setenta regresaron, gozosos porque tenían poder para echar fuera a los demonios, Jesús les dijo que se gozaran mejor de que sus nombres estaban escritos en los cielos (Lucas 10:20). No obstante, ninguno de los discípulos tenía el bautismo del Espíritu Santo. Jesús dijo: “esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:4-5). Claramente el bautismo del Espíritu Santo es algo posterior a la salvación. El libro de los Hechos muestra que, en la Iglesia Apostólica, el bautismo del Espíritu comunmente seguía a la conversión.

3. Felipe el evangelista fue a Samaria y predicó a Cristo a la gente. Tuvo un éxito maravilloso; hubo muchas conversiones y sanidades. Felipe tuvo un servicio de bautismos con agua y un gran número fue bautizado. Estos convertidos ahora eran personas salvas, porque, como declaró Jesús en la Gran Comisión, “el que crea y sea bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). Pero fijémonos: los samaritanos todavía no habían recibido el bautismo del Espíritu Santo (léase Hechos 8:14-17). Se nos dice que el Espíritu Santo aun no había descendido sobre ninguno de ellos. Pedro y Juan, que poseían un ministerio especial del Espíritu, fueron entonces a Samaria y oraron con ellos que habían sido salvados en la campaña. Les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. De esta declaración sencilla de hechos, es obvio que la plenitud del Espíritu Santo es una experiencia que normalmente sigue a la conversión.

4. Pablo recibió el Espíritu posteriormente a su conversión. La experiencia de Pablo es significativa: recibió una conversión maravillosa en el camino a Damasco (Hechos 9:8-17) pero no recibió el Espíritu Santo entonces. Esto sucedió tres días después, cuando un discípulo llamado Ananías fue al lugar en donde estaba Pablo y oró por su salud y para que él recibiera el Espíritu Santo. Así vemos más evidencia en cuanto a que la recepción del Espíritu Santo sigue a la conversión.

5. Pablo enseñó que el bautismo del Espíritu Santo sigue a la conversión. Cuando Pablo llegó a Efeso halló a ciertos discípulos. Su primera pregunta fue: “¿recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2). Esta traducción indica que Pablo sabía que el Espíritu Santo no caía automáticamente sobre una persona en el momento

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en que creía. Si fuera así, Pablo nunca hubiera hecho una pregunta tal. Cuando el apóstol supo que no habían recibido el Espíritu Santo, Pablo les contó lo que Juan había enseñado acerca de la experiencia e impuso sus manos sobre ellos y vino sobre ellos el Espíritu.

Desde luego, como hemos dicho, cada persona que se convierte a Cristo ha recibido el Espíritu en determinada medida (lª Corintios 12:3, Romanos 8:9). El Señor definió la diferencia entre la presencia del Espíritu Santo en la salvación, y lo que Sus discípulos recibirían posteriormente cuando dijo: “vive con vosotros y estará en vosotros” (Juan 14:17). Esto último son los ríos de agua viva de los que Él habló en Juan 7:37-38, que reciben aquellos que tienen la plenitud del bautismo.

El gran evangelista presbiteriano Charles G. Finney había experimentado una conversión maravillosa a Cristo. Nadie le había dicho que había algo más que la salvación. No obstante, había un anhelo profundo en su alma por una experiencia más profunda de Dios. Una noche fue a su oficina sólo y se iba a sentar, cuando aconteció una cosa maravillosa. El señor Finney lo cuenta en las siguientes palabras:

“Al voltearme y hacer el intento de sentarme junto al fuego, recibí un bautismo poderoso del Espíritu Santo. Sin esperarlo, sin haber jamás tenido la idea en mi mente de que habría una cosa así para mí, sin ningún recuerdo de haber escuchado a ninguna persona en el mundo mencionarlo, el Espíritu Santo descendió sobre mí en una forma que parecía pasar a través de mí, cuerpo y alma. Me pareció una carga de electricidad que pasaba una y otra vez a través de mí. En realidad, parecía venir en oleada tras oleada de amor líquido, porque no podía expresarlo en ninguna otra forma. Parecía como el mismo hálito de Dios. Recuerdo claramente que parecía abanicarme como con alas inmensas. No hay palabras que puedan expresar el amor maravilloso que fue derramado en mi corazón. Lloré abiertamente con amor y gozo; y no sé sino que debo decir que literalmente grité los brotes indecibles de mi corazón. Estas oleadas vinieron sobre mí, y sobre mí, y sobre mí, una tras otra, hasta que recuerdo que grité: “moriré si estas olas continúan pasando sobre mí”. Dije: “Señor, ya no puedo aguantar más”, pero no le temía a la muerte. No sé cuánto tiempo continué en ese estado, con el bautismo cayendo sobre mí.”

Bajo esta unción portentosa del Espíritu, Charles G. Finney se convirtió en uno de los predicadores más poderosos del Siglo XIX.

Dios no da la misma experiencia a cada persona, algunos la reciben con poca emoción. La primera evidencia es que sus vidas han sido cambiadas y ahora están testificando a otros de lo que Cristo ha hecho por ellos. Conforme buscan a Dios, podrán tener una experiencia parecida a la de Finney. Pero no la busque, Dios hace a cada copo de nieve diferente. Hay un bautismo, pero hay muchas formas de plenitud.

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CAPITULO II

¿Qué Hay Con Respecto A Hablar En Otras Lenguas?

¿Cuál es la primera evidencia de la recepción del Espíritu Santo? Se ha tratado con tanta frecuencia este tema que solamente daremos un breve repaso a las ocasiones citadas en el Libro de los Hechos de aquellas personas que recibieron el bautismo del Espíritu Santo. Las Escrituras indican con bastante fuerza que la evidencia inicial del bautismo del Espíritu es el hablar en otras lenguas.

1. Hechos 2:4 dice que fueron “todos (los 120 cristianos, incluyendo la propia madre de Cristo y Sus hermanos. Hechos 1:14) llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran”.

2. Hechos 8:17-18 señala el hecho de que Simón “vio” que ellos recibieron el Espíritu Santo. Comparando con otras porciones de las Escrituras, la única conclusión lógica es que él vio que las gentes comenzaban a hablar en lenguas cuando se les imponían las manos.

3. Hechos 9:17 nos dice que se le impusieron las manos a Pablo para recibir el Espíritu Santo. Sabemos que él habló en lenguas, porque él mismo dijo, “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (lª Corintios 14:18).

4. Hechos 10:46 declara de los Gentiles que recibieron el Espíritu Santo que Pedro los oía “que hablaban en lenguas”.

5. Hechos 19:6 nos habla que cuando Pablo impuso sus manos sobre los efesios para que recibieran el Espíritu, “hablaban en lenguas y profetizaban”.

La pregunta no es si los creyentes hablan en lenguas cuando reciben el bautismo del Espíritu, porque obviamente ésta es la norma bíblica; la cuestión es: ¿por qué los creyentes, cuando reciben esta experiencia, hablan en otras lenguas?, ¿cuál es el propósito divino de esta manifestación?

Por Qué Es Importante Hablar En Lenguas

Se dice frecuentemente que el hablar en otras lenguas es escriturario pero no es muy importante. Estamos de acuerdo que si el hablar en otras lenguas fuera todo lo que hubiera recibido la persona, la experiencia tendría poco valor. Como dice Pablo: “si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe” (lª Corintios 13:1).

No obstante, si el hablar en otras lenguas es precedido o acompañado por la entrada del Espíritu, entonces es de una importancia tremenda. Porque la plenitud del Espíritu más el hablar en otras lenguas está lejos de ser algo insignificante. El hablar en lenguas es una experiencia gloriosa y satisfactoria que puede edificar y enriquecer al creyente para toda su vida.

En este capítulo, tomaremos nota de algunos de los propósitos del hecho de que el creyente hable en otras lenguas. Solamente los trataremos con brevedad.

1. El hablar en otras lenguas es el “reposo” y el “refrigerio” prometido por el Señor

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A ellos dijo: “Este es el reposo; dad reposo al cansado. Este es el alivio”, mas no quisieron escuchar” (Isaías 28:11-12).

El Espíritu del Señor debe haber estado hablando de algo de gran importancia cuando dijo: “Este es el reposo: dad reposo al cansado; y éste es el refrigerio”. Es evidente que ésto es una referencia al versículo anterior. Por tanto, ¿no es ese “reposo” y ese “refrigerio” el hablar en “ lengua extraña”?

Permítanos explicárselo. El hablar en otras lenguas no podía ser sólo ese “reposo” y “refrigerio”. Es más bien el hecho del Espíritu Santo que viene y da el “reposo” y el “’refrigerio”. El Espíritu Santo es una persona, cuando Él viene, habla. Esta manifestación y presencia del Espíritu Santo se convierte así en la gran bendición, el gran “reposo”, el gran “refrigerio”. Y ésta es otra prueba de que la plenitud del Espíritu Santo es acompañada por el hablar en otras lenguas. Porque este último no podía ser el “refrigerio” a menos que fuera acompañado por la presencia del Espíritu.

Es así que Pedro, inmediatamente después del día de Pentecostés, cuando la Iglesia primitiva estaba en el fervor de su gran experiencia pentecostés, llamó a los judíos a que se arrepintieran y recibieran la bendición en “los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor”.

“Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo” (Hechos 3:19).

Que ninguno menosprecie la experiencia de hablar en otras lenguas, porque indica la presencia del Espíritu Santo, Quien ha venido para hacer su morada en la vida del creyente.

2. Cristo dijo, en la Gran Comisión, que los creyentes deben hablar en otras lenguas

“Les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas” (Marcos 16:15-17). Uno de los pasajes más importantes en toda la Biblia son las palabras de Jesús en Marcos 16, en donde Él da la Gran Comisión a la Iglesia. Estas fueron algunas de las últimas palabras de nuestro Señor antes de que regresara al cielo, de las cuales, su tremenda importancia ha sido reconocida universalmente por la Iglesia a través de los siglos.

Notemos brevemente los diversos detalles de la Gran Comisión: Primeramente, la Iglesia debería ir por todo el mundo y predicar el evangelio.a toda criatura. Aun cuando la Iglesia desgraciadamente ha fallado al cumplir este mandato, reconoce generalmente la importancia y urgencia de cumplirlo tan pronto como sea posible.

Luego, Jesús en Su Gran Comisión ordenó a la Iglesia que hiciera discípulos de todas las naciones; todos los que creyeran al evangelio serían salvos y aquellos que lo rechazaran serían condenados. Hasta aquí, la iglesia evangélica está de acuerdo. Pero observemos que eso no es todo lo que hay en la Gran Comisión. Cristo, al mismo tiempo, habló de ciertas señales que identificarían a los creyentes verdaderos. Entre estas señales son las que se mencionan en el versículo 17: “En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas”.

La sanidad de los enfermos y el echar fuera demonios son señales que seguirían a los creyentes. Pero también está incluido “hablarán nuevas lenguas”. El que Cristo haya incluido el hablar en otras lenguas en Su Gran Comisión llama enfáticamente la

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atención a la importancia de la señal.

3. El que habla en otras lenguas “habla a Dios”

“El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.” (lª Corintios 14:2).

Aquí, ¡Pablo declara que un hombre que habla en la lengua desconocida le habla a Dios!

Muchas personas se preguntan acerca del propósito de Dios en “el habla de otras lenguas”. Aquí hay una razón suficiente y, más bien, pudiera ser la única: ¡el que habla en la lengua desconocida le habla a Dios!

En el momento de la conversión, Dios nos habla en nuestro idioma y nos dice: “Hijo, tú ahora eres un miembro de Mi familia”. Pero cuando somos bautizados en el Espíritu Santo, podemos hablar, por decirlo así, a Dios en Su lengua, un lenguaje que ningún hombre entiende excepto Dios.

4. El creyente que habla en lenguas se edifica a sí mismo

“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia” (lª Corintios 14:4). Aquí hay algo que el hombre que se encuentra fuera generalmente no entiende. Escucha a alguien que habla en lenguas y no puede ver ninguna bendición en ello. Esto no es sorprendente, porque el apóstol Pablo declara que el hablar en otras lenguas no es con el propósito de edificar al oyente. Por esta razón Pablo enseñó que hablar en lenguas en la iglesia, a menos que esté acompañado por la intepretación, debería ser impedido (lª Corintios 14:28).

El hecho es que hablar en otras lenguas, excepto en ocasiones especiales, no está diseñado para edificar al oyente. El hablar en otras lenguas es un ejercicio espiritual diseñado para edificar al que habla. Pablo dijo: “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica” (versículo 4). Que el apóstol era sincero en su declaración queda reflejado en el hecho de que dijo: “doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros “ (versículo 18).

Naturalmente, hasta que una persona habla en lenguas no puede entender cómo puede ser una bendición para él, ni cómo es edificado por ello. Pero una vez que recibe la plenitud del Espíritu Santo, encuentra que la experiencia trae una gran bendición espiritual. Es una experiencia sobrenatural que nunca se olvida.

5. Uno puede orar en el Espíritu mediante la lengua desconocida

“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26-27).

En el pasaje anterior, el apóstol nos dice que ninguno de nosotros sabemos orar como deberíamos. Pero tenemos un aliado poderoso en el Espíritu de Dios, Quien, si se le permite, “pide por nosotros con gemidos indecibles.” Más aún, puesto que el Espíritu de Dios siempre conoce la mente de Dios, Él siempre orará de acuerdo con la voluntad de Dios.

Pero, ¿cómo ora el Espíritu a través de nosotros? Podemos estar seguros de Que el Espíritu busca ayudarnos, sea cual sea la forma en que oremos. Esto, no obstante,

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no es lo que trata aquí el apóstol. Es evidente que se está refiriendo a la oración en el Espíritu, a través de la lengua desconocida. En tal caso, el Espíritu Santo ora a través del creyente. Ahora, Pablo dice que él orará con el Espíritu y con el entendimiento, en ambas formas. Es bueno orar con el entendimiento. Pero también es bueno orar con el Espíritu. Cuando no encontramos palabras para expresarnos en la oración, el Espíritu, en la lengua desconocida, tomará la necesidad y se la presentará a Dios.

No es una casualidad que la gran promesa de Romanos 8:28 siga a la de Romanos 8:26, que habla del Espíritu Santo como el intercesor que está dentro de nosotros. Con el Espíritu Santo orando por medio nuestro, todas las cosas tienen que obrar para nuestro bien.

“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28).

6. El hablar en lenguas es un regalo para la Iglesia

Además del uso privado del don está el hecho de que tiene un propósito en la asamblea, aun cuando no todos los creyentes manifestarán el don en público. Pero antes de que pueda ser utilizado en público, primeramente debe ser usado en privado. Se necesitan grandemente los dones del Espíritu, y no debemos permitir que este don cese en la Iglesia, aunque, desde luego, debe operar en conformidad con las instrucciones asentadas en 1ª Corintios 14. El hablar en otras lenguas proporciona un ministerio de utilidad para ciertos miembros de la Iglesia, que quizás no tengan ningún otro ministerio público. La utilidad de la persona aumenta, si ella recibe el don complementario o correspondiente de interpretación de lenguas. La manifestación de estos dones confirma al pueblo de Dios y ayuda a prepararlo para la venida de Cristo.

CAPITULO III

Cómo Prepararse Para Recibir La Plenitud Del Espíritu

Santo

En nuestro primer capítulo tomamos nota de que el apóstol Pablo preguntó a las personas en Éfeso: “¿recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2). Los samaritanos lo recibieron, después de haber creído y haber sido bautizados. Pablo aceptó a Cristo en el camino de Damasco y fue lleno del Espíritu tres días después. Así que no hay duda de que el bautismo del Espíritu Santo está destinado específicamente para los creyentes, aquellas personas que se han arrepentido y han tomado a Cristo como su Salvador, así como Pedro predicó en el día de Pentecostés. “Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame” (Hechos 2:38-39). La promesa, conforme la vemos, no fue solamente para ellos y sus hijos, sino para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Pero aquí surge una pregunta importante: ¿una persona tiene que alcanzar, después de haber sido salvada, un cierto nivel de santidad o un número determinado de méritos antes de que pueda recibir este Santo Espíritu? Algunas personas creen que

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uno tiene que ajustarse externamente a una serie determinada de normas que han sido fijadas arbititrariamente antes de que pueda ser llenado con el Espíritu Santo.

El hecho es que uno no recibe el Espíritu Santo porque tiene grandes éxitos espirituales. En realidad, decirle a una persona que debe llegar a un nivel determinado puede aislarlo de la misma fuente por la cual puede vivir una vida victoriosa.

Y otra cosa: debemos tener mucho cuidado al juzgar a otros, porque pueden no tener la misma luz que nosotros en todos los asuntos.

Asimismo, no debemos olvidar que los cristianos jóvenes nunca pueden ir muy lejos luchando contra estas tendencias inicuas, o tratando de hacerse buenos, sino que se deben entregar sin reservas al Señor y confiar en Él que obre en ellos por Su Espíritu lo que ellos mismos no pueden hacer. Porque todos nuestros esfuerzos sólo producen las obras de la carne (Gálatas 5:19-21).

El fracaso al no entender esto ha ocasionado que miles de personas dejen de recibirlo. Tienen un sentimiento profundo de que no han alcanzado un grado suficientemente alto de santidad o espiritualidad para recibir el bautismo. Esto es un gran error, porque no pueden dar los frutos del Espíritu hasta que tienen el Espíritu.

Bien se ha dicho que el Espíritu Santo es un regalo, y si nosotros lo hubiéramos ganado, no sería regalo. Cristo infiere ésto al decir: “pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).

A veces parece que la misma rectitud de consciencia de determinadas personas les obstaculiza para recibir al Espíritu. Quieren estar absolutamente seguros que son lo suficientemente santos y este sentimiento sirve para dificultar su fe. Pero Dios dijo que Él derramaría “Su Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28), no solamente sobre los perfectos.

Dios dio el Espíritu Santo a Su pueblo en el día de Pentecostés, su parte en el asunto está terminada. El Espíritu Santo está listo para entrar en cualquier vehículo que lo quiera recibir. No viene porque nosotros hayamos logrado un estado elevado de obtención de nuestros anhelos, sino porque Él desea proporcionar los medios por los cuales nosotros podamos alcanzar esa meta.

La Preparación Para Recibir La Plenitud Del Espíritu Santo

Pero lo que hemos dicho no significa que no se necesite preparación para recibir el Espíritu Santo. Suponer eso sería un error tan serio como el otro. Hay condiciones para el cumplimiento de cualquier promesa en la Biblia. Hay condiciones para recibir la salvación y para recibir la sanidad y hay condiciones para recibir el bautismo del Espíritu Santo. ¿Cuáles son, exactamente, esos requisitos? Hay un principio básico involucrado para recibir cualquiera de las bendiciones de Dios. Por una parte, nunca debemos de tomar a Dios en una forma despreocupada. Se da el Espíritu Santo a aquellas personas que, aun cuando disten mucho de ser perfectos, en sus corazones aman a Dios más que a cualquier otra cosa en el mundo. Dios nunca toma el segundo lugar en la vida de una persona.

Es importante que el candidato para el bautismo del Espíritu Santo reciba determinadas instrucciones acerca del propósito del Espíritu Santo en su vida, los nuevos convertidos siempre necesitan enseñanza. Si es imprescindible dar instrucciones a las personas que vienen buscando la sanidad, entonces ciertamente

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aquellos que desean recibir la plenitud del Espíritu Santo necesitan también instrucción.

Haced Frutos Dignos De Arrepentimiento

Aquellas personas que deseen recibir el Espíritu Santo deben arrepentirse plenamente de sus pecados. Pedro dijo ésto a la gente en su sermón predicado en el día de Pentecostés: “Y Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Una persona puede no tener la victoria sobre todos sus malos hábitos, pero puede renunciar a amarlos, en su corazón puede alejarse de lo que él sabe que es malo. Cualquiera que todavía ame sus pecados o todavía ame al mundo no está listo para recibir el Espíritu Santo; en lugar de eso, debería ser un candidato para el arrepentimiento.

Juan el Bautista predicó el bautismo del arrepentimiento y les dijo a las gentes que se prepararan para Aquel que había de venir, Quien los bautizaría en el Espíritu Santo y fuego: “Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).

Juan continuó dando instrucciones a la gente, para probar su arrepentimiento. Les dijo que compartieran sus bendiciones materiales con los pobres (Lucas 3:11). Exigió a los publicanos que cesaran sus negocios turbios y que no exigieran “más de lo que os está ordenado” (versículo 13). Ordenó a los soldados: “no hagáis extorsión a nadie, ni calumnéis; contentaos con vuestras pagas” (versículo 14).

Preparad El Camino Del Señor

Pero Juan fue más allá. Dijo: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas” (Lucas 3:4). Hay una cosa que es la preparación del camino del Señor. Cristo no puede caminar con aquellos que siguen sendas torcidas.

Dios alabó a Josafat diciendo: “Pero se han hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios” (2ª Crónicas 19:3). Pero el Señor no habló así de la gente que había permitido que “permanecieran los lugares altos”: “Con todo, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su corazón al Dios de sus padres.” (2ª Crónicas 20:33). “Así que Jotam se hizo fuerte, porque preparó sus caminos delante de Jehová, su Dios” (2ª Crónicas 27:6).

Es significativo que Juan el Bautista, quien fue el primer predicador del bautismo del Espíritu Santo, enfatizara tan fuertemente que la gente debe preparar sus caminos delante del Señor. Los hombres no pueden cambiar su naturaleza por sí mismos, pero se pueden arrepentir de sus pecados. La cuestión no es hacerse uno mejor; lo importante es que hay un deseo profundo de acercarse a Dios. Santiago dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8). Dios está buscando personas que realmente lo deseen, no solamente Sus bendiciones. La razón por la cual algunos bautismos del Espíritu son superficiales es porque los deseos de algunas personas son superficiales.

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Recibiendo Al Espíritu Santo Instantáneamente

No obstante, nosotros creemos y enseñamos que los hombres pueden y deben recibir el bautismo del Espíritu Santo instantáneamente. Cuando el corazón está listo, la bendición puede venir sin demora. Así aconteció en el gran avivamiento que tuvo lugar en los días de Ezequías:

“Y se alegró Ezequías con todo el pueblo de que Dios hubiera preparado al pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente” (2ª Crónicas 29:36).

No hay necesidad de esperar largas semanas para el bautismo del Espíritu Santo. El plan de Dios es que si el corazón ha sido preparado, que se le reciba inmediatamente.

Cuando Pablo se convirtió en el camino a Damasco, se le permitió que estuviera tres días y noches en oración. Fue un tiempo de escrutinio del corazón y de orientación para la nueva vida que se presentaba delante de él. Cuando el Señor le dijo a Ananías que fuera e impusiera las manos sobre Pablo para que pudiera recibir el Espíritu Santo, el Señor dio como razón: “he aquí, él ora” (Hechos 9:11). Y cuando se le impusieron las manos a Pablo, él recibió el Espíritu Santo instantáneamente.

Cuando el ángel del Señor se le apareció a Cornelio para darle instrucciones acerca del camino a Dios dijo: “tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios” (Hechos 10:4). Cornelio ya había preparado su corazón y cuando la palabra fue predicada, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el sermón. Es importante que se abra el alma de un hombre para recibir la plenitud del Espíritu Santo antes de que se enfoque su atención sobre el hablar en otras lenguas.

La Diferencia Entre Las Experiencias En El Antiguo Testamento

Y El Nuevo Testamento

Ahora, consideremos las dos diferencias principales entre la experiencia del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento de la recepción de la plenitud del Espíritu Santo. La primera es mencionada por Cristo, en Juan 14:16-17: “y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros”. Por esto vemos que los discípulos antes del Pentecostés tenían el Espíritu. Juan 20:22 declara que Jesús “sopló y dijo: “recibid el Espíritu Santo”. No hay duda de que ellos tenían el Espíritu Santo en cierta medida. No obstante, no era la plenitud. El Espíritu Santo estaba con ellos, pero en el día de Pentecostés, Él vino y moró en ellos. Y cuando vino, no fue temporalmente, como en los días del Antiguo Testamento, ni hasta la muerte, ¡sino para siempre!

La Otra Diferencia: El Hablar En Otras Lenguas

La otra diferencia importante entre la recepción del Espíritu Santo en los tiempos del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento es el hablar en otras lenguas. Esta última experiencia era exclusiva para los santos del Nuevo Testamento. Isaías

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lo previó y declaró que sería algo maravilloso en extremo:

“Porque en lengua de tartamudos, en lenguaje extraño, hablará a este pueblo. A ellos dijo: “Este es el reposo; dad reposo al cansado. Este es el alivio”, mas no quisieron escuchar”. (Isaías 28:11-12).

Aquí, el profeta prevee el hablar en otras lenguas que acompañarían el bautismo, y que sería el “refrigerio” que daría “reposo al cansado”. Este lenguaje nos enseña que ésto sería algo muy importante, en verdad. El hablar en otras lenguas no es solamente una señal, ni algo que ha sido agregado al bautismo; es una parte esencial del bautismo del Espíritu Santo. Uno puede recibir el Espíritu como en los tiempos del Antiguo Testamento sin hablar en otras lenguas, pero no tiene el bautismo pleno, porque el hablar en lenguas es una parte integral del bautismo del Nuevo Testamento. Esto nos lleva al hecho de que hay dos fases importantes en el bautismo del Espíritu Santo.

Un Punto Decisivo

Esto nos trae a un punto clave: muchas personas han recibido unciones maravillosas del Espíritu, pero si todavía no han sido bautizados plenamente, todo lo que necesitan es un poco de enseñanza sobre cómo entregar su lengua. Frecuentemente, cuando dichas personas son instruidas correctamente, brotarán en un idioma claro, aun cuando ellas hayan buscado el bautismo durante años.

Sin embargo, la misma instrucción dada a un joven convertido que tiene un entendimiento muy limitado acerca de la voluntad de Dios para su vida, le puede suponer colocar el carro delante del caballo. Es importante que las cosas espirituales se le hagan reales al nuevo convertido. Él debe saber algo acerca del significado del bautismo y debe haber desarrollado un hambre definida en su corazón por Él, antes de que sea empujado hacia adelante con demasiada rapidez. Cuando nosotros, como Pablo, obtengamos una vislumbre de la visión celestial, entonces, como dice el poeta, “las cosas de la tierra extrañamente se opacarán, a la luz de Su gloria y Su gracia”. Entonces estaremos listos para el bautismo. Es verdad que cuando estamos listos no hay necesidad de demorar el recibir la plenitud del Espíritu Santo. Pero puede haber una necesidad de la visión (Habacuc 2:3). Como con todas las bendiciones espirituales, es importante que el corazón esté preparado para recibir esta experiencia.

CAPÍTULO V

Orando En El Espíritu

Por David J. Du Plessis – de “El Espíritu me ordenó que fuera”

“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas…” (Isaías 40:31). “Esperad la promesa del Padre…mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:4,5).

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por

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nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26)

“El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.” (1ª Corintios 14:2).

“Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.” (1ª Corintios 14:14,15).

“Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.” (1ª Corintios 14:5).

“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia” (1ª Corintios 14:4).

“Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.” (1ª Corintios 14:12).

“…pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.” (1ª Corintios 14:19).

En casa, en devocionales privados, dice: “doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1ª Corintios 14:18). Sí, incluso diez mil palabras.

¿Cómo puede alguien edificar a la Iglesia a menos que él/ella mismo/a sea edificado/a? Está claro: Pablo conocía el secreto de “edificarse a sí mismo” al orar en lenguas. Por eso, él podía edificar a la Iglesia por revelación, por conocimiento, por profecía o por la enseñanza (1ª Corintios 14:16). Él dice: “y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis” (Hechos 22:17); esto es orar realmente en el Espíritu. “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta” (Hechos 10:9). “Estaba yo…orando, y vi en éxtasis una visión” (Hechos 11:5). Ese fue el comienzo de la Iglesia de los Gentiles, ese fue el primer paso hacia las misiones cristianas. El orar en el Espíritu llevó a Pedro a obedecer la Gran Comisión: “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Hasta que oró en el Espíritu en el techo en Jope, él le había predicado el evangelio “sino sólo a los judíos” (Hechos 11:19).

De las escrituras anteriores, debería quedar claro que cuando hablas, cantas u oras en lenguas, quedan cubiertas las necesidades de orar, cantar y adorar en el Espíritu.

“La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:23, 24).

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:13, 14).

¿Quiere glorificar a Cristo? ¿Quiere conocer la mente de Cristo? ¿Quiere saber las cosas que sucederán? Entonces, deje que el Espíritu lo haga “a su manera” y déjele que ore en usted y a través de usted en “lenguas desconocidas”, ya que siempre habla y ora en lenguas “según el Espíritu le dé que hable”. (Hechos 2:4).

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Una Confesión Seria

Ministros, misioneros y otros se me han acercado y me han dicho algo como: “recibí el Bautismo del Espíritu Santo hace mucho tiempo. Por aquel entonces, hablaba en lenguas sólo un poco, como una señal (1ª Corintios 1:22), pero nunca más lo volví a hacer desde entonces. Ahora, no tengo más manifestaciones del Espíritu; me temo que mi ministerio se ha enfriado, a pesar de que declaro el Bautismo del Espíritu. No conozco la llenura completa que creo que tendría que tener. ¿Se debe a que no he seguido orando en lenguas? “

Francamente, creo que así es. Usted ha perdido el secreto de orar en lenguas y adorar en el Espíritu. Usted habrá orado “con su entendimiento” y su intelecto, ha estado muy activo, pero su espíritu se ha muerto de hambre debido a que no ha orado “en el espíritu”. Es muy edificante orar y cantar “con el espíritu” en sus devocionales personales. Sí, incluso en la iglesia, puede orar en lenguas a Dios (1ª Corintios 14:28). No se ha edificado a sí mismo y ahora encuentra que es imposible edificar a la iglesia tal y como le gustaría por la “interpretación de lenguas”, por profecía y por el resto de las manifestaciones del Espíritu.

¿No es algo comúnmente aceptado que las lenguas son el menor de todos los dones del Espíritu? sí, puede ser. ¿Cuánto más, por tanto, debería usted empezar con esta manifestación? Una vez lo haga, los demás le seguirán. Orar en lenguas desconocidas también le edificará a usted de manera que pronto será capaz de edificar a la iglesia. Él primero le edifica a usted y luego, a la iglesia a través de usted.

Un Aviso Serio

¿Son todos profetas? (1ª Corintios 12:29). No, claro que no. Pero “podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados” (1ª Corintios 14:31). (Véase también el versículo 24, si todos profetizan). “¿Hablan todos lenguas?” (1ª Corintios 12:30). No, no en la iglesia, pero el apóstol escribe: “quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas” (1ª Corintios 14:5). “Hablo en lenguas más que todos vosotros” (versículo 18). “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas” (versículo 23). Todos pueden hablar en lenguas en sus devocionales personales, pero sólo dos o tres en la iglesia (1ª Corintios 14:27).

“Procurad, pues, los dones mejores…” (1ª Corintios 12:31). No hay otra manera de edificar a la iglesia, sino por la manifestación de los dones a través de varios miembros en el cuerpo de los santos. Los creyentes que se reúnen deberían “desear” que el Espíritu manifestara los mejores dones. Un solo y único Espíritu hace todas estas cosas, distribuyendo a cada individuo como él quiere (1ª Corintios 12:11).

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1ª Corintios 13:1). Por tanto, “deshagámonos de las lenguas”, dicen algunos. ¿Es esto así? “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres…y no tengo amor, de nada me sirve.” (versículo 3). Por tanto, ¿nos tenemos que deshacer de las entidades benéficas y las asociaciones de caridad? Oh no, esa es una prueba de nuestro amor cristiano. Entonces, ¿por qué oponerse a las lenguas?

¿Qué si habla en lenguas humanas y angélicas y no tiene amor? Entonces, se convierte en el oráculo de Dios. Las lenguas son suyas si es de Cristo y le ama con

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todo su corazón, toda su alma y toda su mente (Mateo 22:37). También tiene que amar a su prójimo como a sí mismo (versículo 39). “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1ª Juan 3:16).

“Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas” (1ª Corintios 14:39).

“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos” (Judas 1:17,18). “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 1:16). “Estos son los que causan divisiones; los sensuales (Judas 1:19) (o carnales, 1ª Corintios 2:14), “…pero vosotros, amados, edificándoos (al orar en lenguas, 1ª Corintios 14:4) sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo” (Judas 1:20).

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:27).

Sugiero que todos los ministros, misioneros y miembros de todas las iglesias busquen un encuentro con Dios, el bautizador poderoso, para ser bautizados por el Espíritu Santo (Mateo 3:11 y Hechos 1:5). Entonces, cuando empiece a hablar en lenguas, según el Espíritu le dé que hable (Hechos 2:4), continúe adorándole en Espíritu y verdad para que sea edificado hasta que su vida y ministerio estén completamente dedicados a la edificación de la iglesia. “No deje de orar en lenguas, prohíba el no orar en lenguas.”

CAPÍTULO VI

El Espíritu Me Ordenó Que Fuera

Según nuestra lectura bíblica de Hechos, estaba claro desde el principio que la motivación de la iglesia era el Espíritu Santo.

En su soberana imprevisibilidad, el Espíritu Santo guía de manera diferente en cada ocasión. La iglesia primitiva, en total obediencia a Él, siguió su dirección. Vemos a Felipe, uno de los diáconos, dispersado junto con el resto de la iglesia, predicando en Samaria. El hombre que fue elegido para encargarse de las finanzas de repente se convirtió en un reavivador, ¿o le podríamos considerar un misionero?

En los Hechos de los Apóstoles, vemos que “iban a todos los lugares predicando el evangelio.” Esto era algo que no dejaban de hacer, no cuestionaban el mandato. Se trataba simplemente de ser lleno del Espíritu y encontrar cualquier oportunidad de testificar. “Pero”, alguien podría decir, “eran perseguidos”. Sí, y su gran líder religioso Saulo de Tarso fue su mayor perseguidor. Trajo el caos a la iglesia, pero cuanto más los maltrataba, más se extendían y la iglesia más crecía, por el poder del Espíritu Santo. Él no podía parar a la iglesia, pero pronto el Señor le paró a él. Estoy seguro de que oraron por ser libres de su cruel opresor. Algún día, cuando camine en las calles de oro, me gustaría preguntarle a esos santos de qué manera oraron.

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Quizá se les pasó por la mente que el Señor dejaría que Saulo muriera. Me cuesta pensar que oraron para que se convirtiera, ya que, cuando sucedió, no se lo podían creer y durante años no fue aceptado.

Saulo fue el cabecilla de la multitud que apedreó a Esteban, quien fue otro diácono que se había convertido en un gran predicador, no por elección de la iglesia, sino por el ministerio que Cristo le dio y por el cual Dios lo puso en la iglesia. Esteban seguía fielmente a su maestro y oraba: “padre, perdónalos”. Dios respondió a esa oración: perdonó a Saulo de Tarso y puso sobre él la carga del ministerio que Esteban estuvo haciendo. No obstante, para llevarlo a cabo, el Señor le arrestó en su camino a Damasco. El “viejo hombre”, Saulo de Tarso, murió y la “nueva criatura”, Pablo, el apóstol, nació del Espíritu.

Bajo al ministerio de un discípulo humilde y poco conocido de Damasco, Pablo recibió el Espíritu Santo. Él ya no daba las órdenes, sino que ahora él recibía órdenes del Espíritu Santo. Ni siquiera podía volver a visitar a sus convertidos en lugares donde había ministrado con tanto éxito. ¿Por qué no? Porque “el Espíritu Santo se lo prohibió” y cuando decidió escoger otra dirección, “el Espíritu no se lo permitió”. El Espíritu Santo era el estratega de la Iglesia, quería alcanzar a todo el mundo, se movía entre toda carne. Él podía ver a las personas que le daban paso para que se pudiera manifestar a través de ellos y, por medio de milagros y obras, traer a hombres y mujeres a Cristo.

Pensamos en el Espíritu en el mundo. Ya hemos visto el gran cambio que Él trajo al romper la barrera entre los judíos y gentiles en la casa de Cornelio. Entonces, llegamos al momento en que Él rompió la barrera geográfica. El evangelio tenía que ir más allá de los límites de Asia. Pablo oyó el conocido llamado a Macedonia, lo cual cambió el curso de su ministerio y el curso de la iglesia cristiana. Por eso mismo, cambió el curso de la historia. No se cuestionaba que la iglesia estuviera activa en todos lados (o quizá debería decir que el Espíritu Santo estuviera activo a través de la iglesia). Cuando una comunidad llena del Espíritu se pone en marcha, todo son misiones y todos son Iglesia.

Pablo y Silas se fueron a Europa por una revelación del Espíritu; allí no había iglesia, no podían siquiera encontrar al hombre Macedonio, pero no perdieron el tiempo en buscarlo. Simplemente, predicaron a la primera multitud con la que se encontraron junto al río. Pronto fueron arrestados y llevados a prisión con sus espaldas golpeadas. Puedo imaginarme a Silas preguntándole a Pablo si había tenido una visión real del Espíritu. ¿Estaba seguro de que el Señor les había llevado hasta allí? Déjeme asegurarle que la guía del Espíritu no es una garantía de que se podrá escapar de todas las pruebas y problemas, Él no toma desvíos, sino que nos lleva directamente. Pero los dos prisioneros, en vez de quejarse o cuestionar su guía o la sabiduría de Dios, actuaron como hombres libres y empezaron a cantar en la noche. Cantaron hasta que tuvo lugar un terremoto, las puertas de la cárcel se abrieron, el carcelero y su familia fueron salvos. ¡Qué emocionante es trabajar con Dios!

En esa generación, cuando todo esto sucedió, había corrupción en todos lados. Cualquier precepto de ley moral era quebrantado, el estándar de la conciencia era muy bajo. La iglesia de Cristo nació en un mundo como ese. Además, los discípulos no eran ricos, no tenían una posición social, no tenían prestigio, ni contaban con ayuda del gobierno ni de ninguna otra institución establecida.

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Ni siquiera tenían una sola casa cristiana donde adorar. El poder, las costumbres y el sentimiendo público estaban contra ellos; se les rechazaba, injuriaba, perseguía y estaban sujetos al exilio y la muerte. Pero esos cristianos del principio estaban llenos del poder del Espíritu Santo. Con ese equipamiento único, hicieron frente a un mundo hostil y a todos los poderes malignos de la oscuridad. Ellos vencieron y, en el periodo de setenta años, según la estimación más pequeña, ya eran medio millón de seguidores de Jesucristo. En otras palabras, con el poder del Espíritu Santo en la iglesia, la membresía de ésta se multiplicó por cuatro en setenta años.

Más de la misma historia, igual que la que está registrada en Hechos, puede escribirse sobre el movimiento pentecostal del siglo XXI.

Por ejemplo, déjeme hablarle sobre un país que visité recientemente. En Brasil, en Suramérica, hay uno de los movimientos pentecostales más grandes del mundo. Esto empezó hace unos cincuenta años, cuando dos escandinavo-americanos sintieron el llamado de ir a Brasil. Nadie los envió allí. Se dirigieron allí en fe ciega (una locura según los estándares actuales), pero siguieron predicando que Jesús era el Salvador, el Sanador, el poderoso bautizador y el Rey que pronto tenía que venir. Al poco tiempo, empezaron a suceder milagros, lo cual hizo que se conviertieran muchos brasileños. Entonces, los nuevos convertidos empezaron a hablar y a predicar a otros. Hubo muchos más milagros y pronto, el evangelio llegó al interior hasta que se esparció por todo el territorio y se establecieron iglesias. Ahora, hay un movimiento de unas quince mil iglesias y una comunidad de aproximadamente un cuarto de millón.

Debo destacar que, no obstante, este no es el único trabajo pentecostal que se está llevando a cabo en Brasil. Sobre el tiempo en que los hermanos escandinavos llegaron allí, un hermano italo-americando de Chicago también sintió el mimso llamado. Se fue para allí solo y sin saber nada de los otros. Empezó con un alma, luego con una familia y luego con una congregación. Hoy en día, unas quince mil de esas iglesias tienen unas comunidades de aproximadamente un cuarto de millón (los últimos datos indican que hay más de 2 millones de pentecostales en Brasil).

Otro día memorable del avivamiento pentecostal moderno se encuentra en Italia, donde muchos habrán pensado que sería el último lugar donde sería posible establecer una iglesia pentecostal fuerte. Durante una de mis visitas a Roma, hablé con líderes de la iglesia Waldesiana. Me contaron que habían estado ocupados en Italia durante siglos y que habían avanzado muy poco. Me dijeron que en cuarenta años, el movimiento pentecostal había crecido más que la iglesia Waldesiana en cuatro siglos. Tuve el privilegio de disfrutar varias experiencias memorables en Italia durante los días en los que hubo mucha persecución. Los vi adorando en sótanos oscuros y lúgubres que estaban llenos de gente. Después de la Segunda Guerra Mundial, cientos de pequeñas asambleas aparecieron como setas en todo el país. Finalmente, bajo la nueva constitución, las cortes reconocieron el movimiento y le dieron libertad. Hoy en día, hay una buena escuela bíblica y muchas iglesias contruídas.

Quiero centrar su atención en un hecho sobresaliente del trabajo en Italia: ellos nunca han tenido misas, ya que era ilegal. De hecho, muchos fueron encarcelados por reunirse en casas. En realidad, el trabajo crecía por medio del testimonio personal, al testificar uno a uno. Aquí de nuevo vemos la prueba de que el Espíritu Santo no tiene que adherirse siempre a los mismos métodos o principios de evangelismo. Cuando trabaja, cualquier método podrá prosperar porque no se trata de la técnica usada, sino del poder del Espíritu, que asegura el éxito.

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Cuando pienso en esto, no puedo estar de acuerdo con la idea de que la iglesia en China y otros países “detrás del telón” hayan desaparecido. Hubo un tiempo en el que en China hubo olas poderosas del poder del Espíritu Santo en el norte, sur y partes centrales de China. Durante años, en un área no se sabía lo que estaba sucediendo en las demás áreas de este gran país con millones de personas. Quizá se reunían debajo de la tierra, como en los días de las catacumbas, pero ¿se había aniquilado a la iglesia? No señor, yo no creo eso. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. El Espíritu Santo está trabajando, incluso cuando todo misionero ha sido expulsado. La persecución no parará el avivamiento. Al contrario, normalmente da vida a la iglesia.

Ahora, pongamos nuestra atención en el Congo, en África Central. En 1914, dos hombres jóvenes de Inglaterra, William Burton y James Salter se sintieron llamados a ir a esa tierra. Tenían que aprender la lengua con los niños porque los mayores salían huyendo de los hombres blancos. Ellos aprendieron de los niños, pero también les enseñaron. Desde el principio, abrieron escuelas, lo cual era bastante inusual en aquellos días. Muy pocos misioneros se preocuparon del sistema educacional. Hoy en día, es diferente y hay escuelas en todos lados. En el Congo, estas escuelas de los inicios resultaron ser otra estrategia magnífica del Espíritu Santo. Él conoce el fin desde el principio y planea de acuerdo a ello.

En años recientes, un avivamiento grande y sin precedentes ha tenido lugar. Sí, hoy en día hay avivamientos que encabezan los avivamientos Pentecostales y son fantásticos. Este nuevo avivamiento en el Congo empezó un día en una escuela en la que un profesor intentaba explicar el amor de Dios a los niños; el Espíritu Santo estaba trabajando. El profesor se sintió abrumado por el amor de Dios y empezó a llorar; los niños empezaron a llorar. De repente, se dieron cuenta de que sus padres, a quienes amaban, no conocían el amor de Dios. Salieron corriendo de la escuela y les suplicaron a sus seres queridos que aceptaran a Jesús, el hijo de Dios, que los amaba y había muerto por ellos.

Lo que el misionero no supo cumplir predicando, los niños lo consiguieron al testificar. Este avivamiento se esparció desde la escuela hasta las selvas. En el último conteo, supe que se habían abierto 506 iglesias nuevas en dieciocho meses. ¿Dónde encuentras 506 pastores en un periodo tan corto? El Espíritu Santo se había encargado de eso cuando llevó a los misioneros a empezar con las escuelas. El libro principal en todas las escuelas ha sido la Biblia. Para entonces, los primeros estudiantes habían crecido, se habían casado y había lugar para el ministerio.

Este testimonio llegó desde el Congo, pero cada tierra tiene una historia diferente que contar. En todos mis viajes, nunca he encontrado un método universal, una técnica general o un sistema conocido por el cual el Espíritu Santo trabaje. Él tiene una variedad gloriosa, pero hay una regla que tenemos que recordar: dejar siempre que Él lo haga. Dejar que el Espíritu manifieste sus dones.

Se necesitarían volúmenes para registrar los muchos principios de las manifestaciones del Espíritu Santo al orar los cristianos en oriente. Hoy en día, muchos conocerán la historia de Pandita Ramabai en India. Hay muchos miles en India desde el norte hasta el sur y en Ceylon que disfrutan de la experiencia pentecostal y el movimiento es, en gran parte, completamente indígena.

A principios de este siglo, una familia se fue de Holanda a Indonesia y pronto se estableció un trabajo glorioso. Otros iban desde América y su ministerio tenía más éxito al establecer nuevas iglesias cristianas. En aquel entonces, el avivamiento

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se había esparcido a la mayoría de las islas más grandes y el trabajo se había convertido en algo indígena. Actualmente, casi cada iglesia cristiana en Indonesia está disfrutando de manifestaciones pentecostales. Nativos y extranjeros llevaban el mensaje del bautismo en el Espíritu Santo a cada rincón de los países orientales. El Tibet y los países de alrededor de China fueron agitados profundamente.

Entonces, tenemos que reconocer las islas del pacífico y regocijarnos en el avivamiento glorioso en Filipinas y Malasia. Realmente, el avivamiento pentecostal del siglo XX se ha esparcido por cada continente y ha alcanzado a la mayoría de islas del mar.

Como conclusión, déjeme decir que nada menos que el conocimiento del Espíritu Santo, comparable al que está registrado en las páginas del Nuevo Testamento, habría cumplido las promesas del Señor respecto al Consolador, cuya venida haría que su partida fuera conveniente. Él le dijo a los discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” En el día de Pentecostés, el Consolador vino e hizo las cosas que Jesús había dicho que haría. Los discípulos sabían que el Señor había sido glorificado y según Juan 7:37-38, del interior de ellos corrían ríos de agua viva. Ellos eran suficientemente naturales en los aspectos esenciales de la naturaleza humana. Compartían totalmente las debilidades humanas, pero, a pesar de ello, había una combinación constante de lo sobrenatural con lo natural. A pesar de la amarga persecución, obtenían la victoria en todo. Dios estaba con ellos, Dios estaba en ellos. Realmente, el Consolador había llegado.

En contraste con todo esto se puede apreciar la imprecisión que se ha extendido en casi toda la doctrina moderna y en la experiencia del Espíritu Santo entre los cristianos. El bautismo en el Espíritu Santo se niega como una crisis espiritual para el creyente o se guarda como una bendición que se apropia por fe, junto con la alerta contra el emocionalismo. Algunos líderes cristianos de nuestro tiempo están escribiendo cosas espléndidas y ciertas, pero cuando el problema mayor en las iglesias es la falta de poder de sus miembros, se podrá cumplir poco hasta que la membresía sea avivada realmente. Necesitamos la salvación de cada miembro, seguida por el bautismo en el Espíritu Santo de cada miembro, lo cual producirá un evangelismo de cada miembro que de nuevo pondrá el mundo patas arriba.

CAPITULO VI

Cómo Recibí Yo El Bautismo Del Espíritu Santo

Una noche, solamente una semana o dos después de haberse terminado la campaña en la que fui salvo, estaba yo ante el altar, pidiéndole a Dios que me diera el bautismo del Espíritu Santo. Repentinamente, mientras oraba, un gran poder comenzó a bañarme. Conforme yo continuaba, comenzó a penetrar en todos los rincones de mi cuerpo una fuerza vibrante, pujante. A cada momento penetraba más y más, hasta que ese poder portentoso, como electricidad, aunque mucho más agradable, tomó control de todas las partes de mi ser. Cuánto tiempo continuó ésto no lo puedo decir, pero yo sabía que había recibido algo fuera de este mundo, algo intensamente real. Era una experiencia celestial más allá de la capacidad de descripción humana, lo que

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me llevó a una relación tan íntima con Dios que no podía pensar en ninguna otra cosa en ese momento que en el de consagrar mi vida entera a Su servicio. En algunas otras ocasiones venía el Espíritu sobre mí, y cada vez que ésto ocurría yo estaba más convencido que Dios tenía algo especial guardado para mi vida.

Yo había recibido una unción maravillosa del Espíritu y era gloriosa. No obstante, no había hablado en otras lenguas como había visto a otros que habían recibido la plenitud del Espíritu Santo. Eso era una frustración para mí. Y, aunque continué buscando a Dios fervientemente noche tras noche, y recibí muchas unciones maravillosas y repetidas del Espíritu, no hablaba en lenguas.

Entonces, un sábado por la tarde, mientras esperaba en el Señor, una señora vino y se arrodilló cerca de mí. Mientras oraba, mi lengua parecía estar un poco gruesa. Empecé a hablar unas cuantas palabras que no eran un inglés claro. Rápidamente me recuperé, sin embargo, y comencé nuevamente a orar en inglés, pensando que se me había trabado la lengua. ¿No es extraño que muchos de nosotros estamos tan obsesionados con la idea de que Dios va a utilizar la fuerza bruta para hacernos hablar en lenguas, que no vemos que Él está tratando todo el tiempo de utilizar nuestra lengua? Afortunadamente, la señora que estaba arrodillada cerca reconoció lo que no reconocí yo: que el Espíritu estaba tratando de hablar a través de mí. Ella me dijo que dejara que las palabras salieran de cualquier forma en que lo hicieran, porque era el Espíritu de Dios. Tímidamente hice lo que me indicó, no obstante, sonándome muy extrañas las palabras. Pero, ¡he aquí que en unos cuantos minutos yo estaba hablando con claridad y poder en la lengua desconocida! No me detuve, sino que continué durante unas dos horas.

Y qué bendición ha sido el hablar en lenguas en el transcurso de los muchos años que han pasado desde entonces. Mi propia experiencia me aclara que muchos que han recibido la unción necesitan solamente una poca de enseñanza para que rindan su lengua a Dios.

Resumen

1. Dios no está limitado al tiempo y al espacio, ni al método por el cual Él derrama Su Espíritu. La imposición de manos aparentemente era la forma más común en tiempos apostólicos. Asimismo, en los días del Antiguo Testamento, se utilizaba este mismo método. Moisés puso sus manos sobre José para que recibiera el Espíritu Santo (Deuteronomio 34:9).

2. La oración y el escrutinio del corazón están indicados como de importancia antes de recibir la plenitud del Espíritu Santo. Los 120 “perseveraban unánimes en oración y ruego” antes de que el Espíritu Santo descendiera en el día de Pentecostés (Hechos 1:14). Los apóstoles oraron por los samaritanos antes de que les impusieran las manos (Hechos 8:15). Las oraciones y los ayunos de Cornelio subieron para memoria delante de Dios antes de que se enviara al ángel a darle instrucciones, por las cuales el Espíritu Santo cayó sobre toda su familia (Hechos 10:2-4). A Pablo se le permitió estar tres días en oración y ayuno antes de que se le impusieran las manos, para recibir el Espíriu Santo.

3. Parece, por tanto, que se necesita alguna preparación espiritual antes de que los candidatos puedan recibir el Espíritu Santo para su mejor provecho. No debernos pasar por alto el hecho de que algunos lo reciben con muy poca instrucción. No

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