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La presente obra se encuentra protegida bajo licencia

Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)

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LA RADIANTE VIDA DE MARIE CURIE

— obra de teatro nacida de la Comisión de Igualdad del ICMM-CSIC —

Sinopsis: "La radiante vida de Marie Curie" es una obra de teatro científico divulgativo apta para todos los públicos, realizada y representada por investigadores/as del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC). Os contaremos la apasionante biografía de Marie Sklodowska Curie: su infancia en Polonia, sus primeros años de investigación en París, el descubrimiento del polonio y el radio, sus dos (sí, ¡dos!) premios Nobel y contribución humanitaria durante la Primera Guerra Mundial, los efectos adversos de la radioactividad… Una obra de teatro que proyecta una visión dinámica y atractiva de la ciencia, buscando impulsar la cultura científica de la sociedad y fomentar las vocaciones científicas de niñas y jóvenes en particular, además de facilitar el trabajo docente de los educadores mediante el acceso a contenido didáctico de fácil comprensión. ¡No te la puedes perder!

Duración: 70 min (6 escenas)

Género: Teatro Científico Divulgativo

Público: Todos los públicos (recomendada para mayores de 8 años)

Enero de 2019, Madrid.

Escrita y dirigida por: Patricia Gant, Jon Canca, Celia Castillo, Íñigo Bretos, Beatriz Pérez-González, Javier Méndez, Jorge Iribas

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ESCENA 1

"La 'universidad volante' de Varsovia"

Varsovia, década de 1870. La escena comienza con la foto familiar de los cinco hijos de la familia Skłodowski. La narradora de la escena presenta a Maria y a sus cuatro hermanos, y explica cómo los primeros años de Maria estuvieron marcados por la muerte de su madre y de su hermana Zofia. A pesar de graduarse con medalla de oro a los 16 años, Maria no puede inscribirse en la universidad al no estar permitida la entrada de chicas en sus aulas. Junto con su hermana y amiga Bronia, ingresa en la clandestina "universidad volante", una institución patriótica de educación superior que sí admite mujeres estudiantes. Cuando es descubierta por la policía rusa, la clase tiene que salir "volando" y la universidad cambiar de ubicación una vez más. Hartas de tanta injusticia, Maria y Bronia deciden hacer un pacto de hermanas: Bronia marcharía a La Sorbona a estudiar medicina con el dinero que conseguiría Maria trabajando como institutriz en Polonia. Años más tarde, sería Maria quien viajaría a Paris a estudiar acogida esta vez por su hermana Bronia.

Narradora de escena: Narradora Actores/Actrices: Maria Niña

Bronia Niña Padre Maria Madre Maria Hermana Maria 1 Hermana Maria 2 Hermano Maria Fotógrafo La Muerte Guardia Ruso 1 Guardia Ruso 2 Guardia Ruso 3 Profesora Volante Alumna 1 Alumna 2

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En escena dos niñas y un niño del público colocados como en la foto original de la familia Skłodowski. El padre y la madre miran nerviosos cómo Maria y Bronia corretean y juegan por el escenario. El fotógrafo espera resignado.

MADRE MARIA: (dando palmadas, gritando) ¡Niñas por favor! ¡Estaos quietas, sino este señor no podrá haceros la foto!

PADRE MARIA: (autoritario) Haced caso de vuestra madre y colocaos ya en vuestro sitio. FOTÓGRAFO:¿Todos listos? Mirad a la cámara. Una, dos y... ¡tres!

El fotógrafo hace la foto y todos los personajes se quedan "congelados".

NARRADORA: Nos encontramos en Varsovia, en un momento de la historia donde la mayor parte de Polonia se encuentra ocupada por el vasto imperio ruso. Marie Curie nació y se crió en esta época, concretamente en 1867 y bajo el nombre de Maria Skłodowska. El padre de Maria, Władysław Skłodowski, era profesor de enseñanza media en Física y Matemáticas, mientras que su madre, Bronislawa Slodowska, llegó a ser directora en un colegio de señoritas. La pequeña Maria tuvo cuatro hermanos mayores: Zofia, Jósef, Helena y Bronia. Maria aprovechó la gran fortuna de nacer en el seno de una familia de profesores, lo que le permitió ampliar los conocimientos sobre sus temas favoritos desde temprana edad. Pero a pesar de todas las posibilidades que tuvo para expandir sus horizontes, Maria sufrió la dureza de la vida desde bien pequeña. Su madre y su hermana Zofia murieron siendo ella aún una niña, un hecho que marcó tristemente sus primeros años.

La Muerte entra en escena y con delicadeza apoya su mano en el hombro de la madre de Maria y de Zofia, saliendo los tres del escenario. El resto de la familia permanece "congelada", salvo Maria que observa todo con suma tristeza.

NARRADORA: Sedienta siempre de un mayor conocimiento, Maria concentró sus esfuerzos en los estudios hasta graduarse con medalla de oro a los 16 años. Y claro está, una chica tan curiosa como ella no iba a parar ahí. Al día siguiente se dirigió a la Universidad dispuesta a matricularse para poder continuar con su aprendizaje, o al menos eso pensaba...

A un lado del escenario está la clase escondida de la "universidad volante". Al otro lado dos guardias rusos permanecen hablando y fumando. Maria se dirige hacia ellos.

MARIA NIÑA: (tímida) Disculpen que les moleste, vengo a matricularme a la universidad por primera vez y no sé dónde está la secretaría. ¿Me podrían indicar el camino?

Los guardias le miran serios y se empiezan a reír a carcajadas.

GUARDIA RUSO 1: (dirigiéndose a Guardia Ruso 2) Madre mía, dónde vamos a ir a parar... Estas polacas no saben cuál es su sitio ¿eh Vladimir? Pero bueno, para eso estamos nosotros. Para enseñarles a comportarse como buenas mujeres rusas. (le echa humo a la cara) GUARDIA RUSO 2: (dirigiéndose a Guardia Ruso 1) Bueno, no seamos crueles Sergey. Sólo es una niña. (dirigiéndose a Maria) A ver niña, creo que estás un poco confundida. En la universidad sólo se pueden matricular hombres. Tú, que pareces una buena chica, lo que tienes que hacer es aprender a cocinar, coser, limpiar… A llevar una casa, en definitiva. Así cuando te cases harás muy feliz a tu marido y tendréis muchos hijos.

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MARIA NIÑA: (dirigiéndose a Guardia Ruso 2, con valentía) Pero señor guardia, yo puedo aprender todo eso y también estudiar en la universidad. Una cosa no quita la otra.

GUARDIA RUSO 1: (dirigiéndose a Guardia Ruso 2) Te lo dije, estás "polaquitas" se lo tienen muy creído. (dirigiéndose a Maria) A VER, NIÑA. Que te hemos dicho que NO puedes entrar. Así que vete ahora y no nos hagas perder más el tiempo.

Maria se aparta. La Profesora Volante se ha percatado de la conversación mientras daba clase a dos alumnas del público. Se acerca a Maria mientras los guardias salen del escenario hablando entre ellos.

PROFESORA VOLANTE: Disculpe señorita, no he podido evitar escuchar su conversación con los guardias rusos. ¿Le gustaría seguir estudiando y aprendiendo?

MARIA NIÑA: (desafiante) ¡Más que nada en el mundo!

PROFESORA VOLANTE: Pues véngase conmigo, hemos organizado un centro de estudio clandestino al que llamamos la "universidad volante". La hemos llamado así porque tenemos que cambiar su ubicación a menudo para evitar que los rusos nos pillen y nos manden a Siberia. Nosotros nos encargamos de enseñar a las mujeres de nuestro pueblo todo lo que los rusos nos han vetado: desde los estudios universitarios hasta la historia y el idioma polacos. MARIA NIÑA: (ilusionada) ¡Esto que me cuenta usted es como un sueño hecho realidad! ¡Voy a por mi hermana Bronia, que tiene la misma sed de saber que yo!

PROFESORA VOLANTE: Perfecto, nos podrán encontrar aquí.

Maria sale del escenario y vuelve con su hermana Bronia agarrada del brazo.

BRONIA NIÑA: (con cara de hastío hablando a Maria) Maria, ya te había dicho que los rusos no te iban a permitir matricularte en la Universidad.

MARIA NIÑA: (muy excitada) Ya lo sé Bronia, pero esto es mucho mejor. Una mujer se me ha acercado y me ha invitado a una universidad donde aceptan mujeres: la "universidad volante". ¡Un lugar clandestino donde estudiar sin que esos estúpidos rusos puedan echarlo a perder!

BRONIA NIÑA: (dudosa) ¿Estás segura de eso? (Maria asiente vehementemente) Ay, está bien. Vayamos a echar un vistazo. Pero con cuidado, que nuestra familia ya ha sufrido bastantes desgracias como para que encima los rusos nos pillen y nos envíen bien lejos.

Ambas hermanas van hasta la clase y se sientan con las demás alumnas mientras la profesora imparte clase en la pizarra. De repente, tres guardias rusos irrumpen en el escenario marcando el paso. Se paran en la puerta de la clase y llaman con fuerza.

GUARDIA RUSO 1: ¡SABEMOS QUE ESTÁIS AHÍ, ABRID LA PUERTA! ¡LO QUE HACÉIS ES ILEGAL! ¡RUSIA OS CASTIGARÁ POR ELLO!

PROFESORA VOLANTE: (susurrando nerviosa y gesticulando) Chicas, deprisa. Salgamos por esta ventana.

Mientras la profesora y el resto de las alumnas salen corriendo por el otro lado de la clase, Maria y Bronia se parapetan tras la pizarra para que los guardias no las vean.

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Los guardias entran y salen corriendo detrás de la profesora y las alumnas. El escenario se queda vacío, salvo por Maria y Bronia que salen de su escondite.

BRONIA NIÑA: (sollozando) Maria, no podemos seguir así. YO no puedo seguir así. Lo único que quiero es poder estudiar Medicina tranquilamente, sin tener que andar escondiéndome y viviendo con miedo.

MARIA NIÑA: Lo siento mucho, Bronia. Todo es por mi culpa. Yo te invité a venir conmigo... Vale, hagamos algo. Sé que en la Universidad de la Sorbona en París admiten mujeres. Será difícil, pero creo que ambas deberíamos ir a estudiar allí.

BRONIA NIÑA: (excitada) Eso, eso... ¡Eso sería genial! Pero Maria, no tenemos dinero.

¿Cómo pretendes que vayamos a estudiar a París?

MARIA NIÑA: Bronia, creo que primero deberías ir tú a estudiar Medicina. Yo trabajaré y te enviaré dinero para que puedas vivir en París mientras estudias. Una vez que hayas terminado de estudiar, seré yo quien viaje a París para estudiar esta vez con tu ayuda.

BRONIA NIÑA: ¿Estás segura, Maria? No quiero que te pase nada.

MARIA NIÑA: No te preocupes por mí. Soy lista y me las apañaré bien. Además, no tengo miedo a los rusos. Seguiré estudiando en la "universidad volante" por las noches mientras trabajo durante el día.

BRONIA NIÑA: (emocionada, abraza a Maria) Muchas gracias, Maria. Eres la mejor

hermana que podría desear.

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ESCENA 2

"París: nace la química entre Marie y Pierre Curie"

París, principios de la década de 1890. Con 24 años Maria marcha a Francia (donde empezaría a ser conocida como Marie) para matricularse en la prestigiosa Universidad de Paris. Allí alquila una pequeña buhardilla sin calefacción donde malvive comiendo pan con mantequilla cada día, lo que hizo que sufriera desmayos por hambre en algunas ocasiones. Durante el día estudia montañas de libros, mientras que por la noche da clases para poder subsistir. Finalmente sus esfuerzos tienen recompensa y recibe su licenciatura en Física y posteriormente en Matemáticas. A pesar de sus excelentes calificaciones, Marie no consigue trabajar como investigadora de laboratorio. Una vez más, su condición de mujer impide que le sea otorgado un espacio en la universidad donde poder dedicarse a sus investigaciones. Gracias a un buen amigo conoce a Pierre Curie, el cual tiene acceso a los laboratorios de la universidad y consigue un espacio para ella. Allí, en el laboratorio, desarrollan una gran amistad hasta que Pierre le propone matrimonio. Marie acepta, y elige para la ocasión un vestido azul oscuro. Nadie sabe que su intención es ponérselo cada día para trabajar en el laboratorio...

Narradora de escena: Narradora Actores/Actrices: Marie

Bronia

Prof. Lippmann Pierre Curie

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En escena está Bronia con la mesa preparada para cenar esperando a Marie. Tras unos segundos entra Marie cargada de libros y con muchas prisas.

BRONIA: ¡Marie! ¡Ya era hora! Como siempre acabaremos cenando frío. Solo nos vemos una vez a la semana y siempre llegas tarde…

MARIE: Lo siento hermana. (aparta los libros y se sienta exhausta en la mesa) Mañana es el

último examen y estoy muy agobiada. ¡Qué nervios!

BRONIA: Madre mía cómo pasa el tiempo… Hace ya tres años que llegaste a París y ahora estas a punto de terminar tus estudios en Física.

MARIE: Eso será si mañana apruebo mi examen final.

BRONIA: Marie, hasta ahora no has suspendido nada. Estudias 14 horas al día, la mayoría de veces se te olvida hasta comer. Estoy segura de que aprobarás y quedarás de las primeras de tu promoción.

Marie y Bronia siguen cenando hasta que la narradora comienza a hablar. Entonces empiezan a recoger la mesa en silencio. Marie sale de escena y se queda Bronia.

NARRADORA: En efecto, al día siguiente Marie aprobó su último examen y obtuvo su tan soñado graduado en Física. Aquella chica polaca que todos miraban con recelo fue la única mujer en graduarse ese año, quedando la número uno de su promoción por delante de todos sus compañeros. Marie, como era de esperar, estaba deseando contárselo a su hermana…

En escena Bronia en casa realizando diferentes tareas. Entra Marie corriendo y exaltada.

MARIE: ¡Bronia, Bronia! ¡Por fin! BRONIA: ¿Qué pasa Marie?

MARIE: Vengo de la universidad. ¡Me acaban de decir que aprobé todo y que soy la número uno de mi promoción!

BRONIA: (se abrazan) ¡Me alegro muchísimo, Marie! Estaba completamente segura de que aprobarías todo y además con excelentes notas. Y ahora, ¿qué piensas hacer?

MARIE: Creo que lo mejor será que vuelva a Polonia. Nuestro padre está mayor ya y seguro que necesita mi ayuda. Además, creo que lo mejor para nuestra patria es que todo lo que he aprendido aquí sirva para transmitirlo a las nuevas generaciones de científicos polacos.

BRONIA: Marie, tengo una noticia que darte.

MARIE: No me asustes Bronia, hoy es un día muy feliz…

BRONIA: Pues creo que con esto el día va a mejorar aún más... (le extiende un telegrama)

Esta mañana llegó un telegrama. El gobierno polaco te ofrece una beca de 600 rublos para que continúes estudiando en París por un año más.

MARIE: ¿En serio? ¡Eso significa que podré estudiar Matemáticas! Tiene que ser una señal... Si el gobierno polaco quiere que siga en París, ¡pues eso es lo que haré! Bronia, te dejo que tengo que ir a la biblioteca a buscar unos libros.

Bronia sale del escenario. Se proyecta una biblioteca. Marie está entre estanterías de libros buscando unos ejemplares. Entra en escena el Prof. Gabriel Lippmann.

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8 PROF. LIPPMANN: Marie, que alegría verla. MARIE: Profesor Lippmann, ¿qué hace por aquí?

PROF. LIPPMANN: Buscarla, ¿qué si no? La biblioteca es su hábitat natural, así que sabía que tarde o temprano aparecería. Vengo a proponerle un trabajo.

MARIE: ¿Un trabajo? ¿A mí?

PROF. LIPPMANN: ¿Acaso no ha sido usted la primera en su promoción? ¡A quién sino podría elegir mejor que a usted!

MARIE: Gracias Profesor Lippmann, me siento muy halagada. ¿De qué trabajo se trata? PROF. LIPPMANN: Han requerido mis servicios en la Sociedad Nacional para el Desarrollo de la Industria. Estoy buscando a alguien que me ayude a estudiar ciertas propiedades magnéticas de algunos aceros. Pero hay un pequeño inconveniente.

MARIE: (asumiéndolo) Es un trabajo sin sueldo, ¿no?

PROF. LIPPMANN: ¡No, no! Nada de eso, le pagaré 500 francos por sus trabajos.

MARIE: (sorprendida) ¡No me lo puedo creer! Eso al cambio deben ser 600 rublos. Justo me acabo de enterar de que me han concedido una beca por la misma cantidad de dinero para continuar mis estudios. Creo que tendré que rechazar su oferta...

PROF. LIPPMANN: ¡En absoluto! Puede compaginar perfectamente las dos tareas. Me consta que es usted una señorita muy organizada y trabajadora. Podrá con las dos cosas.

MARIE: De acuerdo. Pero entonces devolveré mi beca. No es justo que yo teniendo trabajo, disfrute de un dinero polaco. Seguramente hay gente que lo necesite más que yo.

PROF. LIPPMANN: Eso ya es asunto suyo, Marie. Pero lo que le estaba diciendo: el problema es que mi laboratorio de la universidad es muy pequeño y habría que buscar uno más grande donde pudiera trabajar. Un conocido me ha hablado de un tal Pierre Curie, debe tener mucho espacio en su laboratorio y creo que es un hombre muy dispuesto a colaborar. MARIE: ¿Y qué le hace pensar que aceptará a una mujer en su laboratorio? No sería la primera vez que me cierran la puerta por el simple hecho de no ser hombre...

PROF. LIPPMANN: No le conozco. Creo que lo mejor será que vaya usted y se presente.

Salen de escena Lippmann y Marie. En escena Pierre Curie en su laboratorio haciendo algunos experimentos. Entra Marie, tímida.

MARIE: (toc, toc) ¿Doctor Curie?

PIERRE CURIE: Sí, adelante. ¿Nos conocemos? ¿Qué desea?

MARIE: Vengo de parte del Profesor Lippmann. Me dijo que tal vez usted podría prestarnos algo de espacio en su laboratorio.

PIERRE CURIE: ¡Ah! Sí, en efecto. Pero no esperaba una mujer. (la mira de arriba abajo) MARIE: (resoplando) ¿Hay algún problema con que sea mujer? Por si no lo sabía quedé por delante de más de 100 hombres en mi promoción.

PIERRE CURIE: (un poco avergonzado) Tranquila, tranquila. Lo siento si ha malinterpretado mis palabras. Creo firmemente que la universidad es un espacio tanto para

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hombres como para mujeres. No encuentro ninguna explicación científica que demuestre que los hombres tenemos mayores capacidades intelectuales que las mujeres.

MARIE: (un poco más receptiva) No es normal encontrar hombres que piensen así hoy en día. Su mujer debe sentirse muy afortunada de tenerle…

PIERRE CURIE: (riéndose) No creo que ninguna mujer llegue a sentirse nunca atraída por mí... Paso muchas horas en este laboratorio y la mayoría de mujeres no están dispuestas a competir con la pasión que tengo por la ciencia.

MARIE: Creo que le entiendo perfectamente. Imagínese mi situación, la mayoría de hombres huyen de mí. Creo que les incomoda mi inteligencia. Tienen miedo de sentirse inferiores a mí…

PIERRE CURIE: Yo creo que la inteligencia es la mejor cualidad que puede tener una mujer. Por cierto, ni siquiera me ha dicho cómo se llama.

MARIE: Marie Skłodowska.

Se quedan en escena Marie y Pierre. Empiezan a trabajar juntos sobre la mesa del laboratorio. Entra en escena la narradora. Mientras habla, Pierre y Marie tontean.

NARRADORA: La atracción entre ambos fue inmediata. No solo compartían su pasión por la ciencia, sino también la firme convicción de que la ciencia debía estar al servicio de la sociedad para construir un mundo mejor. Ciertamente, parecían el uno para el otro. Pierre la estaba conquistando poco a poco. A lo largo de los meses siguientes continuaron trabajando muchas horas codo con codo en el laboratorio desarrollando una fuerte amistad. Pero al mismo tiempo, la química entre los dos no hizo más que crecer y crecer, hasta que al final, llegó el día en que pasó lo inevitable…

MARIE: (seria) Pierre, el mes que viene acabaré los estudios de Matemáticas. Quién me iba a decir a mí hace unos años que obtendría un segundo graduado en la universidad. Desgraciadamente, mi contrato con el Profesor Lippmann también llegará a su fin. (mirándole a los ojos, tajante) Estoy pensando en volverme a Polonia.

PIERRE CURIE: En Polonia no podrás continuar trabajando como científica, Marie. Sabes mejor que yo cómo es la situación allí. Te van a cerrar la puerta de todos los laboratorios. Además, hay algo que te quería pedir…

Pierre hinca rodilla y le coge la mano. Marie mira al público con cara estupefacta. Fin de la escena.

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ESCENA 3

"¿Y ahora qué investigo?"

París, mediados de la década de 1890. Marie discute con Pierre la elección del tema de su doctorado. Se realizarán dos giros de escena para presentar los hechos que marcaron su decisión final. En primer lugar, el reciente hallazgo de los rayos X por parte del físico alemán Wilhelm Röntgen. Se presentará el fenómeno de una forma sencilla a través de la primera radiografía humana realizada sobre la mano de su mujer. En segundo lugar, el descubrimiento de los llamados "rayos uránicos" por parte del físico francés Henri Becquerel. Se presentará el fenómeno de una forma sencilla a través de los efectos producidos por sales de uranio sobre una placa fotográfica durante el día y la noche. Influenciada por estos dos descubrimientos tan importantes, Marie decide investigar la naturaleza de las radiaciones que producían las sales de uranio.

Narradora de escena: Narradora Actores/Actrices: Marie Curie

Pierre Curie Wilhelm Röntgen Ann Röntgen Henri Becquerel

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NARRADORA: Tras el nacimiento de su hija Irène el 12 de septiembre de 1897, quien también alcanzaría el galardón del Premio Nobel en Química en 1935, Marie se plantea el tema sobre el que va a investigar en su doctorado. Este es un momento especialmente difícil para ella, ya que por primera vez tiene que elegir a diario entre su vida familiar y su vida científica. Para conseguir su próxima meta, el doctorado, Marie busca un tema original nunca antes investigado, por lo que consulta una gran variedad de trabajos recientes publicados sobre física. En esta larga búsqueda, Marie se detiene en dos trabajos que despertaron en ella un enorme interés...

Marie sentada en una pequeña mesa a rebosar de papeles y libros antiguos, con una lámpara de gas. Toma notas muy concentrada en su cuaderno, con una pluma.

PIERRE CURIE: (entra en la habitación) La pequeña duerme desde hace horas. Deberías acostarte ya, es muy tarde. (Marie enfrascada en su lectura no le hace caso) ¡Marie!

MARIE CURIE: (sin levantar la vista del papel) Iré en un rato.

PIERRE CURIE: (se interesa por su lectura) ¿Qué es eso tan interesante que estás leyendo? MARIE CURIE: Perdona, querido. Estaba examinando las investigaciones de Röntgen. PIERRE CURIE: ¡Ah! El profesor alemán Wilhelm Röntgen. Tengo entendido que ha hecho un descubrimiento fantástico… ¿cómo se llamaban? Los rayos…

MARIE CURIE: Los rayos incógnita o rayos X. Aquí pone que estaba realizando un experimento con tubos catódicos y una bobina de cobre para investigar la fluorescencia violeta que producían los rayos catódicos.

Cambia la escena y viaja en el tiempo. Aparece una proyección de Alemania 1895.

WILHELM RÖNTGEN: (agachado mirando su experimento) Mira, Ann. He cubierto este tubo catódico con un cartón negro para eliminar cualquier emisión de luz visible. Si acerco esta pantalla metálica se observa un débil resplandor amarillo-verdoso que sin embargo desaparece al apagar el tubo. Es el fenómeno de fluorescencia. Por lo tanto, el tubo catódico debe emitir una radiación muy penetrante, pero invisible, que atraviesa grandes espesores de papel e incluso metales. Voy a poner placas fotográficas para demostrar que los objetos son más o menos transparentes a estos rayos X dependiendo de su espesor.

ANN RÖNTGEN: (con un paño de cocina secándose las manos) Wilhelm, por favor, deja ya los experimentos y vamos a cenar que es tardísimo.

WILHELM RÖNTGEN: ¡Espera un minuto y ayúdame! A ver, pon la mano ahí. ANN RÖNTGEN: (desconfiada) ¿Aquí? ¿No me quemaré? (pone la mano con miedo) WILHELM RÖNTGEN: Puede ser que sientas un ligero calor...

ANN RÖNTGEN: (asustada) ¿Cómo que ligero? WILHELM RÖNTGEN: (confiado) Vamos allá.

Röntgen enciende la luz y se proyecta la radiografía de la mano de su mujer. Saca de la pantalla una fotografía. Ambos parecen sorprendidos con lo que están viendo.

ANN RÖNTGEN: ¿Qué es eso? No me digas que es…

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ANN RÖNTGEN: (asombrada, confundida) Son mis huesos.

WILHELM RÖNTGEN: Y… ¿qué es esa protuberancia que se ve ahí?

ANN RÖNTGEN: Es… es mi anillo. (mostrándoselo a su marido todavía sin palabras)

La escena vuelve con Marie y Pierre.

MARIE CURIE: También he estado leyendo los últimos trabajos de otro físico, éste francés. Se llama Henri Bequerel y los resultados de sus últimos experimentos me parecen fascinantes. PIERRE CURIE: Se dice que ha estado investigando con un metal raro, creo que se llama uranio. ¿En qué consisten sus experimentos y por qué te intrigan tanto?

Cambia la escena y viaja en el tiempo. Aparece una proyección de Francia 1896. Henri Becquerel aparece de pie con un cuaderno en la mano. Mientras describe una serie de hechos experimentales, éstos se van proyectando en pantalla.

HENRI BECQUEREL: ¡Desde luego que esto no es fluorescencia! Empecemos de nuevo: he metido en un sobre una placa fotográfica junto con las sales de uranio y lo he puesto al sol; al abrir el sobre ésta estaba ennegrecida… mmmhhh; pero luego volví a meter en un nuevo sobre otra placa fotográfica con las sales de uranio y lo he dejado en un cajón a oscuras toda la noche; ¡y ahora resulta que la placa también aparece ennegrecida! Por lo que la energía necesaria para que la placa se ennegrezca no proviene del sol. ¡Claro! La energía proviene de las sales de uranio. Deben emitir una especie de… rayos. ¡Los llamaré rayos uránicos!

La escena vuelve con Marie y Pierre.

MARIE CURIE: ¡Pierre! ¡Necesito saber de dónde proviene esa energía! ¿Será de los compuestos de uranio en forma de radiaciones? ¿Y cuál es realmente la naturaleza de estas radiaciones? Pierre, tengo que averiguarlo.

PIERRE CURIE: (Pierre examina a su mujer. sabe que cuando algo se le mete en la cabeza no va a rendirse) Adelante, Marie. Sabes que contarás con mi apoyo siempre que lo necesites.

La verdad es que es un terreno inexplorado.

MARIE CURIE: (Marie abraza a su marido) ¡Es fantástico! Gracias cariño. El problema… es que necesitaré un nuevo espacio, un laboratorio completo donde poder realizar estos experimentos.

PIERRE CURIE: Mmmhhh… déjame que piense. Lo cierto es que todos los laboratorios están ocupados. (chasqueando los dedos) ¡Tengo una idea! ¡Pediremos prestado el cobertizo!

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ESCENA 4

"El descubrimiento de los nuevos elementos y el premio Nobel"

París, finales de la década de 1890 y comienzos de 1900. Comienzan los experimentos en el cobertizo que Marie y Pierre utilizan como laboratorio. Para ello miden la radiación emitida por distintos minerales de uranio empleando el electrómetro desarrollado por Pierre y su hermano Jacques Curie. Pronto llega el primer gran resultado: la actividad de los compuestos de uranio depende solamente de la cantidad de uranio presente. Los experimentos continúan comparando la radiación emitida por la torbenita natural y sintética. Y así llega el segundo gran resultado: la torbenita natural debe contener pequeñas cantidades de otras sustancias incluso más radioactivas que el uranio. De esta forma, Marie consigue aislar dos nuevos elementos químicos: el polonio y el radio. Para aislar 0.1 g de radio (RaCl2), Marie y Pierre tienen que emplear ¡varias toneladas de pechblenda! En 1903 Marie Curie defiende su tesis doctoral y recibe el merecido doctorado con mención cum laude. El mismo año, la Real Academia de las Ciencias de Suecia anuncia el nombre de los dos científicos premiados con el Nobel de Física: Henri Becquerel y Pierre Curie. Este último monta en cólera al conocer la noticia y se opone a la decisión. Finalmente, el tribunal rectifica y Marie es galardonada con el premio Nobel de Física, junto con Becquerel y Curie, por sus investigaciones sobre los fenómenos de la radiación. Parece que la vida sonríe a Marie, además madre de dos niñas (Irène y Ève) maravillosas. Sin embargo, todo se tuerce en 1906 con la muerte de su marido Pierre arrollado por un carruaje de caballos...

Narradora de escena: Narradora Actores/Actrices: Marie Curie

Pierre Curie Jacques Curie Minero Dominique Prof. Sueco 1 Prof. Sueco 2 Prof. Sueco 3 Henri Becquerel Irène Niña La Muerte

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NARRADORA: A finales del siglo XIX, muy pocas mujeres en el mundo habían obtenido un doctorado, y menos en una carrera de ciencias. Marie soñaba con conseguir el título de doctora que le permitiera dar clase e investigar en las aulas y los laboratorios de la universidad. Sin embargo, en aquellos tiempos Marie tuvo que enfrentarse a muchas barreras por el simple hecho de ser mujer…

El escenario representa un viejo almacén frío y húmedo. Hay una mesa de laboratorio en medio, una mesita, sillas, una pizarra y varias cajas de cartón donde se guarda el material de laboratorio. Marie y Pierre suben juntos al escenario por un extremo.

MARIE CURIE: (con una venda tapando sus ojos) ¿Puedo mirar ya?

PIERRE CURIE: (guiando a Marie) No. Todavía no. Ten paciencia, ya casi estamos…

(llegan al otro extremo. se paran) Hemos llegado. (Pierre retira la venda de los ojos de Marie) Marie, ya puedes mirar. (Pierre avanza al centro del escenario y lo observa girando sobre sí mismo, ilusionado) ¿Qué te parece?

MARIE CURIE: (Marie quieta, mira sorprendida el escenario) Vaya… No sé qué decir, Pierre. Es un poco... cómo te diría... distinto a los laboratorios de la Sorbona. Parece un viejo almacén abandonado. Además hace frío y huele a humedad.

PIERRE CURIE: (entusiasta, sin perder la ilusión) ¡Ay Marie, no seas tan negativa! ¡Es un lugar fantástico! He conseguido convencer al director de la Escuela de Física y Química Industrial para que lo pueda ocupar durante una temporada. Le tuve que engañar diciendo que mi hermano y yo necesitábamos más espacio para trabajar, ya sabes...

MARIE CURIE: (enfadada) Sí. Esa estúpida costumbre de que las mujeres no podamos

ocupar los laboratorios de la universidad. En fin...

PIERRE CURIE: No desesperes. Algún día todo será distinto, ya lo verás. Mientras tanto, aquí tienes un lugar donde poder llevar a cabo tu investigación sobre los rayos uránicos (sopla sobre la mesa de laboratorio quitándole polvo).

MARIE CURIE: (sonríe, se va animando) ¿Sabes qué? ¡Que tienes toda la razón! No necesito nada más. Gracias por tu apoyo, Pierre. A veces no sé de dónde sacas tanto entusiasmo, pero te confieso que es contagioso.

PIERRE CURIE: Pues entonces, ¡a trabajar! Yo hoy estaré dando clase toda la mañana. Volveré después para verte. ¡Au revoir, mon amour! (sale del escenario)

MARIE CURIE: Adiós Pierre, que tengas un buen día. (música de fondo. Marie empieza a colocar todo su material de laboratorio. al terminar se sienta a leer libros y tomar anotaciones)

PIERRE CURIE: (entra en el escenario) Ya estoy de vuelta. (mirando sorprendido el laboratorio) Vaya… esto ya empieza a parecerse a un laboratorio. (sacando de una caja "compuestos" de uranio) ¿Y esto qué es?

MARIE CURIE: Son compuestos de uranio. Los hay grandes y pequeños, con mayor o menor cantidad de uranio. Supuestamente todos emiten rayos uránicos, pero… no sé cómo demostrarlo. ¿Cómo medir algo que no puedo ver? Becquerel ha observado que estos rayos son capaces de ionizar el aire, es decir, de convertir al aire en conductor de la electricidad. Pero son corrientes menores de 10-12 amperios. Prácticamente imposible de detectar…

PIERRE CURIE: (pensativo) ¿Menores de 10-12 amperios has dicho? Mmmhhh… Quizás no sean tan imposibles de detectar… (da con la solución. sonríe. chasquea dedos) ¡Espera un

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momento, tengo una idea! (se va del escenario y vuelve acompañado de su hermano Jacques, transportando el "electrómetro" entre los dos. lo ponen sobre la mesa)

MARIE CURIE: (sorprendida) ¡Pierre! ¡Jacques! ¿Pero qué hacéis?

JACQUES CURIE:¡Salut cuñada! Oh la la. Bonito vestido. ¿No es el que llevabas en tu boda? PIERRE CURIE: Marie, te presento la solución a tus problemas: el electrómetro piezoeléctrico. MARIE CURIE: (sorprendida) ¿El electrómetro piezoqué?

PIERRE CURIE: Explícaselo hermano (orgulloso de lo que Jacques va a contar).

JACQUES CURIE:Es muy fácil. Es un equipo que Pierre y yo inventamos años atrás. Sirve para detectar las corrientes de electricidad producidas por un material piezoeléctrico como el cuarzo cuando se ve sometido a una deformación mecánica. Mira. Mira el futuro (señala al público y varias personas muestran mecheros sacando chispas al girar la rosca)

MARIE CURIE: (empieza a observar y tocar el electrómetro) Entonces, ¿con este aparato podría medir la corriente eléctrica generada en el aire por los rayos uránicos?

JACQUES CURIE:¡Claro que sí! Inténtalo. Inténtalo y ya nos contarás. (se dirige a Pierre)

Oye hermano, ya que tú y yo no hacemos nada aquí, ¿por qué no me invitas a cenar? Conozco un restaurante de haute cuisine cercano a la torre Eiffel que es exquisito.

PIERRE CURIE:Anda, tira para allá que esta noche invito yo. Pero tendrás que conformarte con una baguette de queso Camembert. Dejemos trabajar a Marie. (salen del escenario)

Música de fondo. Marie comienza a medir con el electrómetro distintos "compuestos" de uranio, más grandes y más pequeños. La música baja de volumen cuando la narradora hable. Marie continuará trabajando de fondo de acuerdo a la narración.

NARRADORA: Y así fue como Marie empezó a medir la intensidad de los rayos uránicos para encontrar su origen. No tardaron en llegar dos descubrimientos asombrosos. El primero, relacionado con la naturaleza de los rayos, sería revolucionario para la física. Observó que los rayos que emitía el uranio no dependían de ninguna reacción, sino que era una propiedad del propio elemento químico. Un compuesto con el doble de uranio que otro emitirá una radiación dos veces mayor. Marie bautizó a esta propiedad como radiactividad. Si el uranio era radiactivo, cabía esperar que otros compuestos también tuvieran esta propiedad. Estaba en lo cierto y así llegó su segundo gran descubrimiento. Después de separar el contenido de uranio de decenas de minerales, observó que alguno de ellos emitía una radiación incluso 300 veces mayor que los compuestos de uranio. Mediante complicadas operaciones de extracción, consiguió separar un nuevo elemento muy radiactivo. En honor a su patria lo bautizó con el nombre de polonio. Pero el descubrimiento de otro nuevo elemento aún estaba por llegar, y para conseguirlo tuvo que necesitar toda la ayuda posible…

MARIE CURIE: ¡Pierre! No puedo más, estoy agotada. (tose, se apoya cansada) Creo que voy a necesitar toda tu ayuda para conseguir separar el nuevo elemento. Con el polonio pude hacerlo sola, pero este elemento está presente en los minerales en tan poquísima cantidad… PIERRE CURIE: No te preocupes mon amour. Por supuesto que te ayudaré. Es verdad que últimamente tienes mala cara. Estás demasiado pálida. A ver, ¿cuánta cantidad de ese elemento desconocido crees que podrías extraer de 1 kg de mineral?

MARIE CURIE: (piensa y responde rápidamente) Aproximadamente unos 0.0000000000000000001 gramos.

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MARIE CURIE: Además, apenas tengo ya más mineral de pechblenda de donde poder extraerlo. Va a ser prácticamente imposible juntar unos pocos miligramos...

PIERRE CURIE: (pensativo) Mmmhhh… Quizás no sean tan imposibles de juntar… (da con la solución. sonríe. chasquea dedos) ¡Espera un momento, tengo una idea! (se va del escenario y vuelve acompañado de un minero, cargando cada uno un saco de pechblenda) MARIE CURIE: (sorprendida) ¡Pierre! ¿Pero qué traes?

MINERO DOMINIQUE: ¡Salut señora Curie! Oh la la. Bonito vestido. ¿No es el que

llevaba en la foto de su boda?

PIERRE CURIE: Marie, te presento la solución a tus problemas: el minero Dominique. MARIE CURIE: (sorprendida) ¿El minero Dominiqué?

PIERRE CURIE: Explícaselo Dominique (orgulloso de lo que Dominique va a contar). MINERO DOMINIQUE: El señor Curie me ha dicho que necesita mucho mineral de pechblenda. En nuestra mina tenemos algo de escoria de este material que ya no queremos para nada. Se la podríamos suministrar a un precio muy bajo.

MARIE CURIE: (esperanzada) Eso, eso... ¡eso sería maravilloso! (mira los sacos) Pero... de

este par de sacos apenas podría extraer una millonésima de gramo del nuevo elemento.

MINERO DOMINIQUE: No se preocupe señora Curie. Tengo 50 sacos más ahí afuera.

(silba fuerte) ¡CHICOOOOOS! ¡A DESCARGAR! (se forma una cadena entre el público para ir pasándose "sacos" de mineral que se van acumulando en el escenario)

MARIE CURIE: (muy ilusionada) ¡Con esto creo que tendré más que suficiente! Gracias una vez más por tu ayuda, Pierre.

PIERRE CURIE: ¡Vamos Marie, a trabajar! Tú ponte a realizar las operaciones de separación del elemento desconocido mientras yo elaboro las fórmulas matemáticas. (Pierre intenta besar a Marie sin éxito. Música de fondo. Pierre escribe fórmulas matemáticas en la pizarra. Marie empieza a "descargar" un saco dentro de un enorme bidón y a remover todo con una gran varilla de "hierro")

MARIE CURIE: (atónita) Pierre... mira esto... no me lo puedo creer. Creo... Creo que lo hemos conseguido (bajan las luces. saca del bidón un matraz que brilla en la oscuridad). PIERRE CURIE: (atónito) No Marie. Lo has conseguido. El nuevo elemento desconocido. Es... maravilloso.

Marie coloca sobre la mesa del laboratorio el nuevo elemento "radiactivo" que brilla en la oscuridad. Marie y Pierre lo observan embelesados.

PIERRE CURIE: (hablando muy tranquilo) Esa luz tenue y los destellos en la oscuridad... parece algo mágico ¿verdad? Es una visión realmente bella, capaz de hechizar a cualquiera. Es radiante... como tú. ¿Has pensado cómo lo vas a llamar?

MARIE CURIE: Es un rayo, del latín radius. Lo llamaré por tanto... radio.

Mientras la narradora habla se monta el escenario para la siguiente parte.

NARRADORA: El 25 de junio de 1903, cinco años después del comienzo de sus investigaciones, Marie presenta su tesis doctoral donde explica cada uno de sus notables hallazgos, desde el fenómeno de la radiactividad hasta el descubrimiento de los nuevos

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elementos polonio y radio. Al finalizar la exposición, el tribunal otorga a Marie el merecido título de doctora con la máxima calificación posible: sobresaliente cum laude. Sin embargo, el doctorado no es la única recompensa que Marie recibiría fruto de su esfuerzo...

El escenario está dividido en dos con un panel de por medio. A un lado, Pierre y Jacques sentados enfrente de una mesita con la banderita de Francia. Al otro lado, los tres miembros del tribunal sueco de premios Nobel sentados frente a la mesa de laboratorio con la banderita de Suecia.

PROF. SUECO 1: Parece que el premio Nobel de física se va a ir a Francia este año.

PROF. SUECO 2: Sí. La verdad es que tanto el profesor Henri Becquerel como el profesor Pierre Curie se lo merecen. El descubrimiento de los fenómenos de radiación es fascinante. PROF. SUECO 3: ¿No creen que estamos siendo injustos con la profesora Marie Curie? Todos sabemos que en realidad fue ella quien llevó a cabo toda la investigación.

PROF. SUECO 1: ¡Por favor Prof. Wicklein! ¡No sea ridículo! ¿Una mujer ganadora del premio Nobel? Eso nunca ha pasado, y le aseguro que nunca pasará.

PROF. SUECO 3: No estoy de acuerdo, Prof. Stauber. Me parece que la ciencia no debe ser exclusiva de un único género. Con eso todos salimos perdiendo.

PROF. SUECO 2: Ya estamos. El Prof. Wicklein y sus causas perdidas. ¿No le vale con haber nombrado el año pasado a la primera mujer catedrática de la universidad de Estocolmo? PROF. SUECO 3: Mire Prof. Kohler, Sofia está tan capacitada para ese puesto como usted. Incluso más yo diría. Yo solo me pregunto qué pasaría si el profesor Pierre Curie se enterara de todo esto antes de que se haga público…

PROF. SUECO 1: ¿Ah sí? ¿Y cómo se va a enterar?

PROF. SUECO 3: No se. En la universidad ya se rumorea con los nombres de Henri y Pierre como candidatos. Y el correo últimamente viaja muy rápido entre Suecia y Francia…

PROF. SUECO 2: Tonterías. No va a ocurrir nada. Venga Tobias, ayúdame a construir una estantería de madera. La necesito para mi despacho. Quiero que su diseño sea simple a la par que funcional. (se levantan de sus sillas y empiezan a "construir" detrás una estantería tipo IKEA. Mientras tanto, Prof. Sueco 3 escribe una carta, la transforma en un avión de papel y la lanza al otro extremo del escenario, donde permanecen Pierre y Jacques)

JACQUES CURIE:¡Mira hermano! Parece que ha llegado una carta. (la recoge del suelo y la mira) Está a tu nombre. ¡Y viene de Suecia!

PIERRE CURIE: A ver. Déjame leerla. (la lee y monta en cólera) ¿¿QUÉ?? ¡¡NO ME LO PUEDO CREER!! ¡Pretenden otorgarme el premio Nobel por el descubrimiento de la radiactividad dejando fuera a Marie! ¡Esto es inadmisible! ¡INTOLERABLE! (se sienta y empieza a redactar una nueva carta)

JACQUES CURIE:¡Ou putain! No puede ser verdad. ¿Qué vas a hacer?

PIERRE CURIE: Pues lo que todo hombre de justicia debería hacer: me negaré a aceptar el premio Nobel si no incluyen a Marie entre los elegidos. (dobla la carta enfadado y la lanza en forma de avión de papel al otro extremo del escenario. ahí la recibe Prof. Sueco 3)

PROF. SUECO 3: (recoge la carta y la lee. esboza una sonrisa de satisfacción) Hey, compañeros. Venid. Ha llegado una carta de París.

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PROF. SUECO 3: (en medio de los dos y rodeándolos con los brazos. irónico) ¿Qué era eso que decían que nunca ha pasado y que nunca pasará?

Música de fondo. Los tres profesores suecos se colocan de pie en fila en el centro, cada uno con su respectiva medalla Nobel. Entran en el escenario Henri Becquerel y Marie Curie, y junto con Pierre se colocan enfrente de los tres profesores suecos. Cada profesor sueco cuelga la medalla en el candidato que tiene en frente y le da la mano. Todos salen del escenario salvo Marie y Pierre que se funden en un abrazo. Mientras la narradora comienza a hablar, se acercará a Marie una niña del público (Irène) con un bebé (Ève). Marie tomará en brazos al bebé y acariciará la mejilla de Irène. La Muerte se llevará a Pierre del escenario y Marie romperá a llorar gritando un "NOOOOO" desgarrador.

NARRADORA: De esta forma Marie se convierte en la primera mujer que gana un premio Nobel en su carrera. Aquel año, la prensa en Europa no habló de otra cosa. Parece que la vida sonríe a Marie, además madre de dos niñas maravillosas: Irène y Ève (sale niña del público con bebé). Sin embargo, todo se tuerce en 1906 con la muerte de su marido Pierre arrollado por un carruaje de caballos...

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ESCENA 5

"Las 'Petit Curie' en la I Guerra Mundial"

París, década de 1910. Poco a poco Marie va recuperando la normalidad en su vida, gracias sobre todo a su ilusión por la ciencia. Se convierte en la primera mujer con plaza de profesora en La Sorbona. En 1911 recibe su segundo premio Nobel, esta vez de Química, por el descubrimiento de los elementos radio y polonio. Fue un premio no exento de polémica debido a su relación sentimental con el antiguo estudiante de Pierre: Paul Langevin. Años más tarde consigue un pabellón entero para montar un centro de investigación en Paris: el Instituto Curie. Sin embargo, en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y Marie decide apoyar a Francia. Propone el uso de la radiografía móvil para observar las heridas internas de los soldados facilitando así el trabajo de los cirujanos en el campo de batalla. Para ello adquiere equipos de rayos X que son trasportados en ambulancias radiológicas (conocidas como "las pequeñas Curie") que ella misma conduce acompañada por su hija Irène. Una vez finalizada la Gran Guerra, la flota de "petites Curie" alcanza ya los 20 vehículos. Así, Marie y su hija Irène colaboran en la victoria realizando cientos de radiografías diarias durante los años de guerra.

Narradora de escena: Narradora

Actores/Actrices Marie Curie Mayor Bronia Mayor Irène Prof. Francés Cirujano Francés Soldado Herido La Muerte

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NARRADORA: La trágica e inesperada muerte de Pierre fue un duro golpe para Marie, que se sumió en una profunda tristeza. Sólo había una cosa capaz de ayudarla a recuperar la alegría: su investigación. Así, siete meses después, la Universidad de París ofreció a Marie el puesto de profesor que había ocupado Pierre, para que ella se ocupara de impartir sus clases. Aquello era un acontecimiento sin precedentes: ¡Marie iba a ser la primera mujer profesora en la Universidad de París y en toda Europa! El día de su primera clase, acudieron cientos de personas que querían participar de aquel día histórico.

En el escenario se encuentra un profesor de la universidad. Tiene una actitud nerviosa y expectante. Marie sube al escenario, lentamente, con la mirada gacha y expresión triste. Durante la conversación con el profesor se muestra distante y fría, esquivando su mirada.

PROF. FRANCÉS: (nervioso, contento) ¡Madame Curie! ¡Al fin! Es todo un placer

conocerla. Enchanté. (le besa la mano. Marie asiente pero no habla) Siento profundamente la

muerte de su marido. Un duro golpe, sin duda. Desde la universidad habríamos estado encantados de organizarle un homenaje, una pena que usted no haya dado su consentimiento…

MARIE CURIE MAYOR: Aquellos que nos ignoraron en vida no van a llorar lágrimas falsas ahora que Pierre no está.

PROF. FRANCÉS:(cortado) Entiendo… En fin, es admirable su fortaleza, desde luego. No debe de ser fácil para usted impartir las clases sustituyendo a su marido.

MARIE CURIE MAYOR: Pierre así lo habría querido. Incluso en los peores momentos, él solía decir: "se ha de continuar como si nada".

PROF. FRANCÉS: Qué sabias palabras… A pesar de todo, hoy hay motivos de sobra para estar feliz, hoy es un día especial, madame Curie. ¡La primera profesora en la Universidad de París! Ya verá: ¡está la sala a rebosar! Por aquí, por aquí, madame… (caminan lentamente hacia el centro del escenario) Si me permite, yo estoy encantado con su presencia en la

Universidad. Es un gran adelanto, y creo que esas ideas de que las mujeres no están suficientemente capacitadas, o que son inferiores a los hombres, están ya anticuadas. ¡Es usted la prueba viviente de ello! Bueno, esta es la sala. Aquí le espera su público, madame Curie. Por cierto, un público bastante joven hoy por lo que veo… (señala a los niñ@s del público) Todo suyo.

El profesor abandona el escenario, y deja a Marie Curie en el centro de éste, sola. Por primera vez, Marie levanta la mirada y observa detenidamente a su público.

MARIE CURIE MAYOR: Cuando consideramos los progresos logrados en los dominios de la Física durante los últimos diez años, nos sorprende el gran avance…

La voz de Marie se hace tenue. Se da la vuelta y se pone a escribir en la pizarra.

NARRADORA: Sin duda alguna eran tiempos difíciles para Marie, momento que aprovecharon algunos científicos y periodistas para poner numerosas veces en duda su talento. Todos preguntaban, con malicia: ¿sería Marie Curie capaz de hacer contribuciones relevantes ahora que ya no estaba amparada por su marido? Pero además de su investigación, Marie había encontrado una nueva ilusión: Paul Langevin. Paul había sido estudiante de Pierre y ya era un físico célebre. Sólo había un problema: se trataba de un hombre casado, y por tanto sólo podían verse a escondidas. Todo iba bien hasta que la historia fue descubierta

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por los periodistas. Pocos días después, todos los periódicos hablaban de la relación entre Paul y Marie, siempre con malas palabras dirigidas hacia ella. Y en medio de este turbio asunto, Marie recibió un telegrama: en 1911 le fue concedido el premio Nobel de Química por el descubrimiento del radio y el polonio. Nadie más había conseguido dos premios Nobel antes, así que era una victoria doble: había sido la primera en hacerlo y encima siendo mujer. Pero con todo el revuelo causado por su relación con Langevin, Marie no podía ni alegrarse…

Bronia en escena en casa de la familia Curie. Está visiblemente nerviosa, pasea de un lado a otro del escenario, y hace un gesto de retirar las cortinas y mirar por la ventana. Al fondo hay un escritorio con muchos periódicos, utensilios de escritura, y cartas. En ese momento llega Marie, muy azorada, colocándose el vestido.

BRONIA MAYOR:¡Marie! Estaba muy preocupada, pensaba que esa jauría de periodistas te habría interceptado… ¿Por dónde has entrado?

MARIE CURIE MAYOR: (mirando también por la ventana) Oh, Bronia… He tenido que saltar la verja de la casa por la parte de atrás para evitar que me descubrieran…

BRONIA MAYOR: Dios mío, Marie, este asunto está tomando dimensiones preocupantes. Esta mañana, mientras estabas en el laboratorio, un salvaje ha estado tirando piedras a la casa y ha roto la ventana de la habitación de Irène y Eve.

Bronia está muy indignada. Sin embargo, Marie ya no la presta atención. Mientras ella hablaba, Marie ha visto una carta sobre su mesa, la ha abierto y la empieza a leer. Su ceño se va frunciendo según avanza en la lectura.

MARIE CURIE MAYOR: No me lo puedo creer… BRONIA MAYOR: ¿Y ahora qué pasa?

MARIE CURIE MAYOR: (disgustada) Me ha escrito Svante Arrhenius. Yo le consideraba un buen amigo, pero me pide que renuncie al premio Nobel. Al menos hasta que sea capaz de demostrar que lo que han publicado los periódicos es falso, para no enturbiar la ceremonia de entrega…

BRONIA MAYOR: (Bronia se abalanza sobre su hermana y la agarra, con expresión suplicante y preocupada) ¡Por favor, Marie, renuncia al premio, no vayas a recogerlo! Apártarte de la vida pública, al menos hasta que la prensa se olvide de ti. Quédate en París, te lo suplico. Estás muy débil, tu salud no es buena, y no vas a poder soportar la presión… MARIE CURIE MAYOR: Bronia, no puedo hacer eso. Si renuncio al premio, estaré aceptando que el hecho de ser mujer, o de enamorarme, aunque sea del hombre equivocado, define mi valor como científica.

BRONIA MAYOR: ¿Acaso no lo entiendes? Por mucho que nos empeñemos en lo contrario, este mundo está dominado por los hombres. Y tú has triunfado entre ellos, les has arrebatado el éxito. Y ahora se están vengando, han encontrado la excusa perfecta para lapidar a la intachable Madame Curie. ¿Has leído los periódicos, lo que dicen de ti? (señala el montón de periódicos sobre la mesa)

BRONIA MAYOR: (leyendo) "Marie Curie: ¿debería seguir como profesora en la Universidad?". (otro periódico) "El científico Bertram Boltwood ha declarado: ella es exactamente lo que parecía, una idiota detestable". (otro periódico) "Marie Curie: la

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mencionar a su marido, Marie se da la vuelta y da la espalda a Bronia, dolida. Bronia se da cuenta de que ha tocado un tema sensible y se genera una pausa incómoda.)

BRONIA MAYOR: (mucho más tranquila) Marie… Siempre has luchado valientemente por lo que creías, pero esta vez temo que puedan contigo.

MARIE CURIE MAYOR: (cortante, dura) No hay nada en mis actos que me haga sentir avergonzada, Bronia, y así lo ha de saber el mundo. No puedo tolerar esto. Arrhenius pide en su carta una respuesta. Pues bien, aquí la va a tener.

Marie se sienta en su escritorio y comienza a escribir. Después, alza el papel y lee en alto sus propias palabras.

MARIE CURIE MAYOR: "El premio me ha sido concedido por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay conexión entre mi trabajo científico y mi vida privada. No puedo aceptar, por principio, la idea de que la valoración del trabajo científico pueda estar influida por la calumnia acerca de mi intimidad. Suya, Marie Curie".

Marie y Bronia se miran. Bronia se rinde ante la evidencia: Marie va a aceptar el premio a pesar de todo. En la mirada de Bronia hay resignación, pero también admiración.

BRONIA MAYOR: Qué cabezota eres, Marie.

MARIE CURIE MAYOR: Esta es la mejor lección que puedo enseñarle a Irène y Ève. Si hoy cedo, no estaré contribuyendo a mejorar el mundo en el que ellas tendrán que luchar el día de mañana.

Ambas hermanas se abrazan. Marie y Bronia abandonan el escenario.

NARRADORA: Efectivamente, Marie era pura determinación, y viajó a Suecia a recibir el premio Nobel junto con su hija Irène y su hermana Bronia. Pero a su vuelta, todo el estrés le pasó factura: calló de nuevo en una profunda depresión y su salud física también se deterioró. 1912 no fue un año fácil para ella. Se mantuvo alejada de París, de la vida pública y la actividad científica, tratando de recuperarse, y mandó a sus hijas a la Bretaña francesa. No fue hasta finales de 1913 que Marie se sintió con fuerzas para recuperar su vida. Cuando las aguas parecían volver a su cauce,… ¡estalla la Primera Guerra Mundial en 1914!

Empieza una proyección de imágenes de la guerra con música dramática. Marie Curie e Irène suben cada una por un lateral al escenario y se quedan en dicho extremo. Llevan papel y material de escritura. Marie leyendo con expresión horrorizada la prensa. Las intervenciones de Marie e Irene que se suceden a continuación tienen lugar de cara al público. Ambas están ligeramente por detrás de la narradora.

NARRADORA: Aquella guerra no era como ninguna de las anteriores, no… Nunca las armas habían sido tan sofisticadas y mortíferas. Por primera vez, la guerra se desarrollaba en el campo de batalla y en los centros de investigación, que intentaban desarrollar nuevas armas con las que fulminar al enemigo.

MARIE CURIE MAYOR: (leyendo los periódicos) Bélgica ha sido invadida, el ejército alemán avanza camino a Bruselas y el gobierno se traslada a Burdeos.

IRÈNE: ¡Por favor, mamá! Déjame volver a París y ayudar, ¡quiero servir a mi país! Me haré enfermera en la Cruz Roja, secretaria o maestra, ¡lo que sea!

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MARIE CURIE MAYOR: Mi querida Irène... Tu padre habría estado tan orgulloso de tí... Yo también deseo que vuelvas, pero de momento es imposible. Sed pacientes y coged fuerzas, las vamos a necesitar.

MARIE CURIE MAYOR: (pausa. leyendo los periódicos) Miles de heridos y de muertos…

(deja caer el periódico, las siguientes palabras son pensamientos en alto) Los médicos no podrán atender a todos los heridos sin ayuda. Se necesitan recursos tecnológicos… (de repente, Marie tiene una idea) ¡Los rayos X podrían ayudarnos a localizar balas y fracturas de huesos! (con decisión) Hay que trasladar los aparatos desde los hospitales a la primera línea de fuego. Pero no podré hacerlo sola…

IRÈNE: ¡Por favor, mamá! ¡Déjame ayudarte!

MARIE CURIE MAYOR: ¡Está bien!¡Habrá que darse prisa!

Marie e Irène se miran, y Marie tiende una mano. Irène corre hacia ella y ambas abandonan el escenario por el extremo en el que se encuentra Marie.

NARRADORA: Marie, a sus casi 50 años, aprendió a conducir para poder llevar ella misma una de las ambulancias con las que transportaba los aparatos radiológicos hasta el frente, que más tarde serían bautizadas como "las pequeñas Curies". Su hija Irène se convirtió en su mano derecha en esta arriesgada empresa.

Suenan sirenas, disparos, bombas estallando, gritos, mientras se realiza el cambio de escena. Cuando se encienden de nuevo las luces, se ve una de las estaciones radiológicas de Marie Curie. Voces apresuradas. Entra a escena un soldado francés herido, gimiendo de dolor, ayudado por un médico. Marie e Irène van detrás. Irène lleva en su mano el visor de rayos X.

CIRUJANO FRANCÉS: ¡Vamos, deprisa! Sobre la camilla, tumbado. Así, muy bien… SOLDADO HERIDO: (con voz entrecortada, gimiendo, llorando) Mi pierna, mi pierna… Me han… Disparado… No… Puedo…

El médico rasga la camisa y deja al aire la herida. Pone una mueca de desagrado. Aparece La Muerte en escena, que se queda observando en un segundo plano.

CIRUJANO FRANCÉS: Esta herida tiene mala pinta. Es profunda, quizá haya perforado algún órgano. ¡Rápido! Dadme un bisturí, tengo que hurgar en la herida para sacar toda la metralla.

IRÈNE: ¡Un momento! (pone una mano sobre el médico, intentando pararle) Si hace eso, empeorará la lesión. Con este aparato podemos hacer una radiografía, localizar exactamente la bala y guiarle durante la cirugía.

CIRUJANO FRANCÉS: ¡Tonterías! (se zafa de Irène y acerca el bisturí a la herida) No voy a dejar que una mujer… ¡Qué digo! ¡Una niña!... que una niña me diga cómo hacer mi trabajo a mí, que llevo 10 años ejerciendo. ¡Civiles en el frente! ¡Inaudito!

MARIE CURIE MAYOR: ¡Su soberbia va a matar a este hombre!

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CIRUJANO FRANCÉS: (después de un instante de duda) ¡Está bien! ¡Hagan la maldita radiografía! Si este hombre muere por su culpa al menos tendré una razón para echarles de aquí.

Irène y Marie se mueven rápido. Irène pone a funcionar la "dinamo" y monta la "ampolla de rayos X" debajo de la mesa en la que está tendido el soldado. Luego coge la pantalla y mira por el "visor" en dirección a la herida.

CIRUJANO FRANCÉS: ¿Pero qué clase de montaje es éste?

Irène mira a su madre y ella asiente con la cabeza. Le pone la mano en el hombro, dándole su apoyo, e Irène se vuelve hacia el médico, seria.

IRÈNE: Los rayos X son generados por este tubo que tenemos debajo de la mesa. Este visor tiene una pantalla sensible a los rayos X, y si miras por él verás radiografiado aquello a lo que estés apuntando.

Marie sonríe, orgullosa de su hija. Irène mira por el aparato de rayos X.

IRÈNE: Veo la metralla. Está profunda. Será necesario una incisión de al menos 4 centímetros, en dirección ascendente, justo por debajo de la última costilla.

El médico mira anonadado. Dos segundos de silencio, nadie se mueve. La Muerte desiste y abandona frustrada el escenario.

MARIE CURIE MAYOR: ¿A qué está esperando? ¡Coja el bisturí!

CIRUJANO FRANCÉS: Eh… Sí, sí, voy… (asombrado. se seca el sudor de la frente) Mon Dieu…

La operación comienza. Irène sigue dándole instrucciones al médico, en un segundo plano, bajo la atenta mirada de su madre. Marie se aleja, distraída, preocupada.

MARIE CURIE MAYOR: Necesitaremos más aparatos de rayos X, más ambulancias, más personas con conocimientos para operarlas… Irène y yo no podremos con todo esto solas…

Todos los personajes de la escena quedan "congelados" mientras habla la narradora.

NARRADORA: Y así Marie dedicó todos sus esfuerzos a formar a más de 150 alumnas en radiología, anatomía y matemáticas y física. Llegó a haber una veintena de pequeñas Curies en funcionamiento realizando cientos de radiografías diarias durante los años de guerra hasta la victoria final.

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ESCENA 6

"Las chicas del radio"

Estados Unidos, finales de la década de 1910 hasta 1934. Las propiedades luminiscentes de muchas sales de radio desatan una enorme popularidad en numerosos productos cotidianos. Cremas de belleza, colonia, agua e incluso chocolate y profilácticos: su brillo en la oscuridad hace que se les atribuyan propiedades "sanadoras". En 1917, un grupo de trabajadoras americanas sufre envenenamiento por radiación al recubrir las esferas de los relojes luminiscentes que fabricaban con una pintura basada en el radio. Comienzan las investigaciones acerca de los efectos perjudiciales de la radioactividad. Para Marie ya es demasiado tarde. En 1921, desembarca en Nueva York acompañada de sus dos hijas en búsqueda de fondos para continuar con sus investigaciones. En un encuentro con Albert Einstein, le confiesa que su trabajo con el radio ha dañado gravemente su salud. Desde hace años Marie arrastra una ceguera parcial por cataratas, y en 1934 muere en Francia a causa de una anemia aplásica probablemente contraída por las radiaciones a las que estuvo sometida. Desde 1995 sus restos descansan junto con los de Pierre en el Panteón de París. Su ataúd, así como gran parte de sus pertenencias (cuaderno de laboratorio), se encuentra forrado por láminas de plomo debido a la elevada contaminación radioactiva que aún desprende. A pesar de su mala fortuna, Marie Curie nos deja un gran legado científico y una gran reflexión: "Nada en la vida debe ser temido, solo comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos".

Narradora de escena: Narradora

Actores/Actrices: Vendedor Ambulante 1 Vendedor Ambulante 2 Chica Radio 1 Chica Radio 2 Chica Radio 3 Chica Radio 4 La Muerte

Marie Curie Mayor Irène

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NARRADORA: Las propiedades luminiscentes de muchas sales de radio desataron por aquellos tiempos una enorme popularidad en numerosos productos cotidianos. Su brillo en la oscuridad hizo que incluso se les atribuyeran propiedades "sanadoras"...

Dos vendedores anuncian a viva voz sus productos y las bondades de éstos. Se van proyectando carteles originales de la época publicitando estos productos.

VENDEDOR AMBULANTE 1: (gritando, entonando) ¡CARAMELOS DE RADIO! ¡COMPREN CARAMELOS DE RADIO! ¡BIEN RICOS Y SABROSOS!

VENDEDOR AMBULANTE 2: (gritando, entonando) ¡GOMA DE MASCAR RADIACTIVA! ¡BOMBONES DE POLONIO! ¡AL RICO CARAMELO DE RADIO!

VENDEDOR AMBULANTE 1: (gritando, entonando) ¡PARA TODAS LAS AFECCIONES DE GARGANTA, VOZ RONCA, IRRITACIÓN, YAGAS, DOLOR, FARINGITIS... SE LO ASEGURO... ¡LE QUITAN HASTA LA TOS!

VENDEDOR AMBULANTE 2: (gritando, entonando) ¡PERFECTOS PARA LOS DIENTES! SI QUIERE TENER UNOS DIENTES BRILLANTES... ¡COMA CARAMELOS DE RADIO! SU SONRISA BRILLARÁ EN LA OSCURIDAD

Cuatro pupitres en el escenario donde las chicas pintan relojes con pintura de "radio".

NARRADORA: En 1917, un grupo de trabajadoras americanas sufre envenenamiento por radiación al recubrir las esferas de los relojes luminiscentes que fabricaban con una pintura basada en el radio.

CHICA RADIO 1: (tomando caramelo) "Caramelos de radio"… Mmmhhh ¡qué ricos! ¿Chicas, los habéis probado?

CHICA RADIO 2: Claro, están buenísimos.

CHICA RADIO 3: (negativa) ¡Bah! A mí no me gustan mucho… Luego no puedo casi ni hablar. Me paso dos días afónica.

CHICA RADIO 1: Sí, pero te entra un calorcito en la garganta… No necesitas llevar ni pañuelo ni bufanda.

CHICA RADIO 2: Oye, ¿y qué me dices de la goma de mascar? ¿La has probado? CHICA RADIO 1: Sí, lo que ahora llaman chicles. ¡Claro! Están riquísimos.

CHICA RADIO 2: Mi novio hace unas pompas enormes. Me encanta cuando hace esas pompas graaaaandes…

CHICA RADIO 4: (niña del público) Ay, que me han dicho que tomar mucha goma de mascar no es buena...

CHICA RADIO 3: Sobre todo si llevan radio. Se te pueden caer los dientes. Además me han contado que la señora Curie ha caído enferma y seguramente es por el efecto de la radiación. CHICA RADIO 2: Venga ya, chica. No seas ceniza.

CHICA RADIO 1: (picarona) Oye Lulú, ¿y has probado con tu novio los nuevos "globos" con radio? (confidente) Creo que brillan en la oscuridad.

CHICA RADIO 2: ¡Sí, no veas que risa! Mi novio me dijo que apagara la luz para enseñarme la pompa que había hecho y de repente veo aquello brillando en la oscuridad... ¡Menudo susto! Jajajajaja.

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27 CHICA RADIO 1: Jajajajaja.

CHICA RADIO 3: (niña del público) ¡Pero mira que sois! Hablando de esas cosas con niños delante... (señalando a los niños del público)

CHICA RADIO 1: ¿Y qué me dices de la crema Tho-radia? ¿La habéis probado? Te deja un cutis suave y luminoso. (acariciándose sus suaves mejillas)

CHICA RADIO 2: ¡Y como pintauñas es perfecto!

CHICA RADIO 3: A ver, marujas. ¿Qué os parece si trabajamos un poco en vez de hablar tanto? El jefe nos ha pedido que aceleremos la producción de estos nuevos relojes que brillan en la oscuridad.

CHICA RADIO 1: Sí, tienes razón. ¡Menudo éxito de producto! Y todo gracias a estas pinturas con sales de radio. (la coge y la mira)

CHICA RADIO 2: Pues venga, pongámonos a ello. Y recordad, chicas:

CHICA RADIO 1+2+3: (al unísono y mirando al público) "Si las agujas del reloj quieres pintar, los pelos de tu pincel has de chupar". (sincronizadas, cogen el pincel, lo introducen en el bote de pintura y se lo pasan por la boca chupándolo)

NARRADORA: Para afilar la punta de sus pinceles, estas trabajadoras emplearían un gesto que les acabaría costando la vida a muchas de ellas, desarrollando terribles tumores en la boca y garganta. Comenzarían entonces las investigaciones acerca de los efectos perjudiciales de la radioactividad, ya demasiado tarde para las conocidas como "chicas del radio". En la actualidad, la radiactividad sigue usándose con fines médicos en radiodiagnóstico, proporcionando imágenes del interior del cuerpo, y en el tratamiento del cáncer en estados avanzados.

Se apagan las luces y las Chicas Radio 1+2+3 realizan una coreografía con música mientras se ven sus trajes blancos (manchados de pinturas fluorescentes) brillar en la oscuridad al iluminarlas con linternas UV. Al final de la coreografía entra La Muerte para llevarse a las chicas fuera del escenario, quedando la niña del público con vida.

NARRADORA: El Congreso de Solvay de 1927 reunió a 29 de los mejores cerebros de la historia de la ciencia, de los que más de la mitad eran ya por aquella época (o llegarían a serlo) premios Nobel. Marie Curie fue la única mujer que participó en aquel congreso, donde forjó una gran amistad con Albert Einstein. A él le transmitió su gran preocupación por el uso incorrecto que podía llegar a hacerse de sus descubrimientos, tal y como pasó tiempo atrás con los inventos militares de Leonardo Da Vinci o la dinamita de Alfred Nobel. Todavía no podía imaginarse que sus investigaciones sentarían la base del desarrollo de armas nucleares medio siglo más adelante...

Marie está sentada en un sillón demacrada. Su hija Irène le está contando sus últimos descubrimientos, y ella se alegra de sus éxitos. Entra Einstein y marcha Irène.

ALBERT EINSTEIN: Mi querida Marie. (Marie le tiende la mano que él recoge. ve cómo tiene las uñas destrozadas, aún así la besa) La gran Marie Curie. Radiante, como siempre. MARIE CURIE MAYOR: Déjate de halagos, mi querido amigo, y toma asiento por favor. (le mira) Albert Einstein; el rey del espacio-tiempo.

ALBERT EINSTEIN: Pero si ya sabes que nadie se cree mis teorías de la relatividad. Me iré con uno, con un único y mísero premio Nobel. ¿Pero tú? ¡Dos!

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