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LA ORTOGRAFÍA CASTELLANA EN EL SIGLO XVIII: LA ORTOGRAFÍA MODERNA

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tercera, para esta cuestión, en la que destaca el capítulo denominado «Qué sea la puntuación y quántas sus especies», en su Tratado de ortografía (1641) . En otros casos la atención a la puntuación se expresa ya en la misma definición de ortografía, como ocurre en la Gramática de la lengua vulgar de España (1559): «Ortografía es palabra griega, quiere dezir tanto como en nuestra lengua vul-gar buena escritura, porque por ella se nos dan a entender dos cosas principa-les: (...) la segunda consiste en el modo de puntuar»23.

El problema de la puntuación conllevaba, por otra parte, la distinción de las «señales» -como, según hemos indicado antes, dicen algunos ortografistas de la época- particulares, existiendo variedad de propuestas, como era lógico en una época en que se están dando los primeros pasos en el tratamiento de esta cuestión ortográfica (aunque con toda probabilidad -el hecho habría que estudiarlo, pues existió un sistema ortográfico humanístico de puntuación24

influiría el hecho de que coexistían la presencia de los manuales de gramática latina y griega y el avance de la gramática -y las ortografías- del castellano, con el tiempo -ya en tal época- lengua española, corno proclaman algunas gramáticas y diccionarios en sus mismos títulos). La nómina de signos de puntuación va desde la que presenta una clara influenca griega como la de G. Correas, en su Ortografía kastellana nueva y perfeta (1630): koma, kolon, hupokolon, stigmé, interrogación, paréntesis, diástole y hufen o sonnion,hasta las que, con más o menos el mismo número de signos, añaden nuevos como las dos comas (las comillas modernas) de N. Dávila: enciso o coma, coma y punto, vírgula para el acento, cesura o división y dos comas (Compendio de ortografía castellana, 1631) o la diéresis del P . Juan Villar: inciso o coma, colon imper-fecto, colon perimper-fecto, punto final, notas de la diéresis, interrogación, admiración y paréntesis (Tratado de ortografía, 1651).

Pero esta corriente de ortógrafos a la que nos estamos refiriendo añadió a la ortografía de las letras otros aspectos además de la puntuación. En varios autores la ortografía incluye el uso de las mayúsculas y las abreviaturas, dos cuestiones que acabarían convirtiéndose en constantes de los tratados orto-gráficos modernos . Del uso de las mayúsculas se ocupa, por ejemplo, el P. Juan Villar en su Tratado de ortografía,ya citado, concretamente en el capitulo xii. Y José de Casanova dedica a las abreviaturas el capítulo xv del tratado segundo en su Primera parte del arte de escrivir todas formas de letras (1650) 25.

LA ORTOGRAFÍA CASTELLANA EN EL SIGLO XVIII: LA ORTOGRAFÍA MODERNA

El camino abierto en el siglo xvi por los autores que, como hemos visto, no limitan la ortografía al uso de las letras, va a llevar sin solución de continuidad a los tratados en que, desde una fundamentación teórica justificativa explícita,

23 La Viñaza, ob. cit., pág. 564.

24 VéaseA. ROSENBLAT, Las ideas ortográficas de Bello, cit., pág. XLVII,nota 66.

25 Remitimos, como para la puntuación, a La Viñaza, ob. cit. No es preciso explicar que se

echan en falta las investigaciones particulares necesarias sobre estas cuestiones. Confiemos en que el reciente y más que notable desarrollo de los estudios de historiografía lingüística española dé lugar pronto a su realización. Nosotros, en un trabajo como el presente, no podemos en algunos aspectos más que dar noticias sobre algunos hechos particulares.

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la ortografía queda configurada con la forma moderna, es decir, incluyendo los tres aspectos de «las letras», «el acento» (o «los acentos») y «las signos de puntuación». Esta ortografía está representada ya en el «Discurso proemial de la orthographía» (1726) de la Introducción del Diccionario de Autoridades de la Academia, pero adquirirá su pleno desarrollo con el tratado Ortografía de la

lengua castellana (1741) de la misma Academia26.

Detengámonos en ver tal desarrollo. Conviene decir, en primer lugar, que la idea de completar la ortografía con la puntuación y las otras cuestiones seña-ladas aparece en otros autores del siglo xviii, además de la Academia, como A. de Bordazar o Juan Pérez Castiel27. En la Ortografía española (1728) de A. de

Bordazar -nos fijamos en ella por su especial significación- se señalan los peligros de reducir la ortografía a las letras descuidandolos otros aspectos que llevan a la «buena ortografía»: « ... se echaron a adivinar si avían de poner x por go por 7',z por c (...) : acentuaron i puntuaron sin tiento; no advirtieron en dar a la escritura aquella armoniosa perfección que le da la buena ortografía»28 . Y

así, este ortografista dedica tres capítulos distintos (iv, v y vi) a tratar -en el mismo orden- la puntuación, las mayúsculas y las abreviaturas y el acento. Pero todo conducirá, como hemos señalado, a la culminación que repre-senta la Ortografía de la Academia. ¿Qué novedades, qué línea de avance encontramos en esta obra respecto a las obras ortográficas anteriores -inclu so de la misma Academia, como el «Discurso proemial» mencionado-, de corte moderno por significar la superación de la ortografía «letrista»? La prin-cipal novedad reside en que ahora encontramos un desarrollo pleno de las nuevas cuestiones ortográficas que se habían ido incorporando a los tratados cada vez con más decisión desde la Gramática de C. de Villalón, lo que explica tanto la estructura del tratado académico como la extensión que se dedica en su Segunda Parte a la puntuación, concretándose en tres hechos principales. En primer lugar hay en distintos pasajes unajustificación teórica acertada de la necesidad de tratar la puntuación: «Las cláusulas se dividen con varias notas que indican la pausa y tono [subrayamos] con que se deben leer para su perfecto sentido»29, se afirma, por ejemplo, en el capítulo iv de la parte

dedi-cada a la puntuación, y que se titula «De otras notas para la división de las voces y cláususlas». En segundo lugar el incremento del número de signos de puntuación, número en el que se incluyen tanto los tradicionales que venían considerando los ortógrafos anteriores (coma, punto y coma -no se habla ya de «coma y punto»-, dospuntos, punto final, paréntesis, interrogante, admira-ción y «pequeña línea» -así- de división silábica, que se estudian en el

26 No hemos podido manejar la l.aed. de1741 ;nuestras observaciones tienen en cuenta la

4.aed. de1770,como ya hemos dicho. La Viñaza, sin embargo, nos aporta el dato de que es a

partir de la 2 .aed. (1754)cuando la ortografía académica adquiere su total desarrollo

res-pecto ala ortografía del «Discurso proemial». Como orientación puede servir el siguiente dato cuantitativo: las 4 páginas (Lxii-Lxv) que el «Discurso» dedica a la pronunciación, acentos y otros problemas, como el uso de las mayúsculas, se convierten en 61 (100-160) en la

Ortografía.

z' Breve tratado de la ortografía española, repartido en tres instrucciones (1727). La

segunda «instrucción» está dedicada a la puntuación. La Viñaza, ob. cit., pág. 663 .

as La Viñaza, ob. cit., pág. 668.

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capítulo iv de la Parte ii de la Ortografía, y apóstrofo y crema, que se estudian en el capítulo ui), como los nuevos (comillas"', asterisco, calderones, «puntos seguidos» o «duplicados» -así-, manecilla y párrafo, a los que se dedica el capítulo v). En tercer lugar, en la Ortografía de la Academia se observa una clara evolución respecto al «Discurso proemial» del Diccionario de Autorida-des, como lo demuestra el que ha aumentado el número de temas que abarca la misma parte dedicada a la puntuación; «de las letras mayúsculas», «de los acentos», «de varias notas para la pronunciación», «de otras notas para la división de las voces y cláususlas», «de otras notas que se suelen usar en lo escrito» y «de las abreviaturas» (capítulos i al vi, respectivamente). Del mismo hecho de evolución es bien representativo el que el término «señales» -es decir, signos de puntuación- del «Discurso proemial» haya sido sustituido en la Ortografíapor el de «notas». Se comprenderá, por tanto, lo que hemos dicho anteriormente de que el tratado ortográfico de la Academia Española es un texto muy importante para la historia de la ortografía castellana. Aunque todavía sufrirá algunas adiciones y modificaciones -por ejemplo, la sustitu-ción del mismo término «natas» por el de «signos de puntuasustitu-ción»-, como éstas consistirán en cambios de detalle o circunstanciales, puede afirmarse que tal texto supone haber completado los aspectos centrales e indispensables de la ortografía española, aspectos que, por otra parte, son los indispensables en toda ortografía. Y ello permite que detengamos en tal momento temporal nuestro análisis.

Conclusiones

A modo de resumen señalamos en un apartado de conclusiones los resul-tados más destacables de este estudio. En primer lugar, la idea que ya se expresa en el título de que la ortografía española no se completa hasta que con el correr de los tiempos los ortografistas añaden al estudio del uso de las letras el de los acentos y el de la puntuación. Nosotros nos hemos fijado aquí -pues-to que «el acen-pues-to» ya había sido estudiado-- en el análisis de la forma en que la puntuación y otras cuestiones menores como el uso de las mayúsculas y las abreviaturas son incorporadas a los tratados ortográficos del español, seña-lando la gran diferencia que separa a la Ortografíadieciochesca de la Acade-mia Española y a la Orthographía de Nebrija. Y hemos descrito también la forma en que se llega a tal ortografía completa desde el Renacimiento al siglo xviii, por obra y mérito de toda una serie de autores señeros en la historia de la ortografía española. En segundo lugar, hemos tratado de explicar, aunque el hecho necesitaría mayor desarollo y precisión, que elpaso de la ortografía «de las letras» a la ortografía «de los signos de la escritura», como convencional-mente hemos llamado a la ortografía completa, se produce cuando la lengua es tomada como hecho oralademás de corno hecho escrito. Finalmente hemos presentado el conjunto de novedades y el desarrollo que aporta a la ortografía del español el tratado de la Academia respecto a los tratados anteriores.

3o Se acuñaba así el término moderno que ya había sido adelantado en la forma de dos corras porautores como N. Dávila, en la primera mitad del siglo xvu, según hemosvisto antes.

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Es necesario aclarar, no obstante, que se presentan junto a tales resultados una serie de aspectos que precisan de un estudio más detallado, algunos de los cuales hemos señalado a lo largo de esta investigación. Es preciso estudiar, por ejemplo, la relación entre la ortografía latina y la ortografía castellana en una época tan importante para nuestro tema como el Renacimiento, que serviría para arrojar luz sobre el problema de la puntuación, especialmente en lo relativo a la distinción de los signos de puntuación y sus funciones. Y otros aspectos más que creemos se deducen del texto de este estudio. Hemos de decir a este respecto que nos ha guiado también en esta investigación la idea de espolear a que se realicen los estudios que permitan conocer la historia com-pleta de la ortografía española, lo que no sería mala contribución para el conocimiento de un tema tan importante tanto para la historia de la lengua española como para la historiografía lingüística española.

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