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Poblamiento y hábitat rural en la Sierra de Córdoba

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Poblamiento y hábitat rural en la Sierra

de Córdoba

TESIS DOCTORAL

RICARDO MANUEL LUQUE REVUELTO

UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 2012

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TULO:

Poblamiento y hábitat rural en la Sierra de Córdoba

AUTOR:

Ricardo Manuel Luque Revuelto

© Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. 2012 Campus de Rabanales

Ctra. Nacional IV, Km. 396 A 14071 Córdoba

www.uco.es/publicaciones publicaciones@uco.es

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Poblamiento y hábitat rural en la Sierra de

Córdoba

Ricardo Manuel Luque Revuelto

Tesis doctoral realizada bajo la dirección del Dr. D. Bartolomé Valle Buenestado, Catedrático de Análisis Geográfico Regional

Departamento de Geografía y Ciencias del Territorio

Área de Análisis Geográfico Regional

UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

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I. INTRODUCCIÓN.

1. IMPORTANCIA DEL TEMA.

Poblamiento y hábitat rural en la Sierra de Córdoba es el título elegido para la presente tesis doctoral. Dicho título contiene los tres pilares básicos e imprescindibles para entender y caracterizar la ocupación humana del territorio y de forma particular el de Sierra Morena: la población, los asentamientos humanos y la vivienda. También, en el título se hace referencia al ámbito temático que comprende: es, precisamente, el relacionado con los espacios rurales. En efecto, los habitantes de Sierra Morena, sus núcleos de población y, hasta hace poco tiempo, las viviendas, han sido los elementos más característicos de unos paisajes que presentaban un marcado carácter rural -junto a otros como los sistemas de cultivo, la propiedad, la explotación o el parcelario-.

Por tanto, el conocimiento profundo de la dinámica demográfica y su evolución en los espacios mariánicos, la caracterización de los modos de hábitat, y el análisis detallado de la vivienda rural, tanto en los núcleos de población como en diseminado, constituyen el objetivo principal del presente trabajo -conscientes de que lo urbano ha terminado por empapar el espacio y la tipología propios del modo de vida y de las costumbres rurales-. Nos toca por tanto desempañar esas formas de vida y esos modos de ocupación conscientes, también, de la necesaria perspectiva histórica que requieren cada uno de los pilares fundamentales que planteamos.

El modo en que se distribuye la población sobre el territorio, agrupándose en distintos tipos de entidades de población, o de forma dispersa dentro de los diferentes marcos jurídicos o administrativos que constituyen los términos municipales es uno de los capítulos obligados en cualquier estudio de geografía humana, de la misma manera que el conocimiento de los espacios agrarios y de las actividades económicas que se dan sobre ese territorio. Pensamos que este intento o ensayo de Geografía del Poblamiento servirá para conocer y comprender mejor una de las tres grandes unidades subprovinciales: la Sierra de Córdoba; y para compensar la escasez de

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trabajos que existen sobre ella en relación con otros espacios de nuestra región.

Además el momento actual resulta clave para emprender una investigación profunda sobre tan importante zona de nuestra región, que pasó de tener una población y una economía en alza a encontrarse sumida en una crisis profunda, crisis que se manifiesta de forma clara en el poblamiento y la vivienda campesina. Además, en los últimos tiempos, se está dando un cambio tan rápido como radical de los caracteres definidores de la vivienda rural. Dicho cambio viene acompañado de la aparición de nuevos modelos de poblamiento y hábitat que no se corresponden siempre con una finalidad agraria. Así pues, nos encontramos en una coyuntura donde junto a los nuevos modelos perviven aún los antiguos y por ello nos parece que su estudio no se debe dilatar por más tiempo.

Desde un punto de vista metodológico creo que resultará muy atractivo profundizar en un camino de la investigación para los hechos de hábitat rural que no está todavía perfectamente definido y que ofrece amplias perspectivas en su elaboración.

Por otro lado, la íntima conexión de estos estudios con la Historia y la necesidad del trabajo de observación directa en los espacios rurales mariánicos suponen un gran aliciente para un geógrafo, que parte de una formación histórica y que se inclina preferentemente por los espacios de montaña.

2. Justificación espacial.

Ahora bien, antes de continuar con la exposición acerca de los objetivos propuestos o de la metodología empleada en este estudio, convendría delimitar claramente los espacios que comprenden la Sierra Morena cordobesa.

En primer lugar habría que hacer referencia a la amplitud espacial del término, unos 8.326 kilómetros cuadrados de extensión, que abarcan diferentes comarcas y más de unas treintena de municipios, que se encuentran comprendidos entre la margen derecha del Guadalquivir -que a modo eje vertebrador separa la Sierra Morena de la Campiña- y el norte de la provincia de Córdoba. Estamos por consiguiente planteando un ámbito

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espacial que abarca a más de la mitad de la provincia de Córdoba, que cuenta con 13.771 kilómetros cuadrados -conscientes de las dificultades que desde un punto de vista metodológico, o simplemente práctico, se pueden plantear a la hora de movilizar la necesaria e ingente cantidad de datos estadísticos y documentales que se precisan para cubrir el estudio de tan amplia zona-.

En segundo lugar hay que advertir que, aún tratándose de una superficie tan extensa, Sierra Morena se individualiza claramente en el conjunto provincial, por su relieve, evolución geológica, suelos, clima e hidrografía, así como por su vegetación y usos del suelo. Empero, esta unicidad, no es óbice para considerar la falta de unidad o de nexos de unión, de redes que articulen los diferentes espacios que conforman Sierra Morena entre sí. Las unidades mariánicas (comarcas y ámbitos subregionales) aparecen conectadas entre sí de forma deficiente, no existen apenas conexiones transversales en Sierra Morena y cada área funcional se relaciona de forma perpendicular con el Valle del Guadalquivir a través de los corredores naturales existentes. Los espacios mariánicos no son homogéneos, eso sí, pensamos que tienen unos límites bien definidos desde un punto de vista físico y humanos, si bien las diferentes divisiones administrativas no han sabido parcelar adecuadamente dichas realidades físicas y humanas, poco articuladas entre sí.

Surge así la tercera cuestión ineludible de nuestro trabajo: la de definir unos márgenes administrativos en los que inscribir el espacio físico considerado. Ya es conocido el debate abierto sobre el tema comarcal en Andalucía, en la provincia de Córdoba, y desde luego, en las comarcas que comprenden nuestro ámbito subprovincial de estudio. En esta diatriba, que trataremos en capítulos posteriores, se nos hace más patente y certera, a nuestro parecer, la opción de hacer nuestra propia propuesta de comarcalización, respetando las comarcas naturales e históricas del Guadiato y de Los Pedroches, y aceptando la unidad o ámbito subprovincial que algunos autores denominan Municipios Mixtos Sierra-Valle. Municipios estos que, al encontrarse repartido su territorio entre la campiña y la sierra, participan de características específicas de ésta, sin renunciar ni a una ni a otra. Prueba

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de ello es, por ejemplo, Montoro que pertenece a dos agrupaciones de municipios: la Mancomunidad de Municipios del Alto Guadalquivir y la Mancomunidad de Municipios de la Sierra Centro-Oriental de Córdoba. Así pues nuestra zona de estudio estaría comprendida por treinta y cuatro municipios, diecisiete en la comarca de Los Pedroches (Alcaracejos, Añora, Belalcázar, Cardeña, Conquista, Dos Torres, El Guijo, El Viso, Fuente la Lancha, Hinojosa del Duque, Pedroche, Pozoblanco, Santa Eufemia, Torrecampo, Villanueva del Duque, Villaralto y Villanueva de Córdoba); once en la comarca del Guadiato (Belmez, Espiel, Fuente Obejuna, La Granjuela, Los Blázquez, Obejo, Peñarroya-Pueblonuevo, Valsequillo, Villaharta, Villanueva del Rey y Villaviciosa de Córdoba); y seis en los municipios mixtos Sierra-Valle, que a su vez podemos diferenciar en Occidentales (Almodóvar del Río, Hornachuelos y Posadas) y Orientales (Adamuz, Montoro y Villafranca de Córdoba).

De forma intencionada se ha omitido el extenso término municipal de la capital provincial, que en buena parte se extiende por Sierra Morena. La razón fundamental para ello ha sido la consideración de que ni la población ni el poblamiento, ni desde luego la vivienda, de este centro urbano y su municipio podrían calificarse predominantemente como rurales, puesto que responden a una dinámica urbana y económica que las distancia de los modos de vida y las ocupaciones propias de las actividades agrarias.

3. OBJETIVOS PROPUESTOS.

El objetivo fundamental sería llegar a un conocimiento profundo del tema de nuestra tesis. Es decir, el conocimiento a fondo de la dinámica demográfica y su evolución en Sierra Morena, la identificación de los modos de hábitat, y el análisis detallado de la vivienda rural, tanto en los núcleos de población como en diseminado, atendiendo a los factores que concurren en cada uno de estos aspectos y que participan tanto en su origen como en su desarrollo, interpretando sus caracteres más significativos y procurando establecer su estado actual, todas estas cuestiones constituyen pues los objetivos del presente trabajo.

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Conocida la extraordinaria amplitud espacial del tema así como la multitud de frentes abiertos, referidos a estos espacios, cabria pensar que lo extenso del planteamiento pudiera restar profundidad a la investigación; sin embargo, creemos que un conocimiento adecuado e interrelacionado de los pilares mencionados haría posible construir la base que explicase muchos de los rasgos geográficos y paisajísticos de Sierra Morena, además de brindar unas premisas básicas que permitieran entender los hechos de naturaleza histórica ya acaecidos.

Desde un punto de vista más amplio, se podrían instrumentalizar los hechos del poblamiento y del hábitat rural en la Sierra de Córdoba para interpretar o caracterizar al conjunto de los espacios mariánicos andaluces desde el punto de vista de su realidad territorial o agraria. Pero también, a una escala más amplia, podría proporcionar una metodología de análisis adecuada para ámbitos espaciales más reducidos, como la comarca o el municipio de manera que se concretasen de forma más detallada los hechos del poblamiento.

De forma ineludible el estudio de los hechos relacionados con el hábitat rural ponen de manifiesto, no solo la importancia geográfica o histórica de los mismos, sino también la significación cultural de los paisajes que conforman los blancos caseríos y casas rurales tradicionales como parte de un legado que reviste indudables valores patrimoniales y artísticos. Arquitectura vernácula que se encuentra en un avanzado estado de deterioro y que es necesario proteger; pero antes de ello, es necesario conocer y difundir, pues solo se puede valorar y preservar aquello que es conocido, de forma que se genere un estado de opinión a favor de su conservación y transmisión a generaciones futuras como una herencia cultural de gran valor. Esta sería por tanto otra intención de nuestro trabajo, la divulgativa, la de hacer llegar a la comunidad científica, y en la medida de los posible a otros ámbitos de la sociedad, la existencia y los valores que encierra dicho legado.

Los presupuestos o hipótesis de trabajo que planteamos seguidamente, se enraízan en el conocimiento teórico de diferentes aspectos geográficos de la provincia de Córdoba y de las comarcas mariánicas, pero también en buena medida a partir de un conocimiento efectivo del territorio.

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La primera cuestión que se plantea es la de tratar de dilucidar si la población serrana participa o no de las mismas características en lo referente a su dinámica y evolución, tanto pasada como presente, que la del resto de la provincia en la que se inserta; y en su caso, indagar cuales son las circunstancias que explican las posibles diferencias.

Por otro lado, esclarecer el modo en que se distribuye la población sobre el territorio, agrupándose en distintos tipos de entidades de población, o de forma dispersa dentro de los diferentes marcos jurídicos o administrativos que constituyen los términos municipales, es una de las hipótesis obligadas en cualquier estudio de hábitat y desde luego en el que nos ocupa. Pero la observación atenta de la zona no nos deja lugar a dudas: nos encontramos manifiestamente ante un territorio en el que predomina el hábitat concentrado, como lo es toda la provincia y la región andaluza a la que pertenece. Ahora bien, cabría plantearse sí podríamos distinguir diferentes grados de concentración e intentar diferenciar momentos o etapas históricas en las que existiese una acentuación de esta tendencia, o por el contrario, una mitigación de la misma y la consecuente extensión de otros tipos de hábitat como el diseminado o intercalar.

En cuanto a la vivienda rural tradicional se impone una primera diferenciación entre la que se encuentra formando núcleos de población y la que se emplaza en diseminado. Las casas campesinas son uno de los elementos más visibles y definitorios de los paisajes agrarios y por tanto cuentan con una serie de peculiaridades que las diferencian entre sí. Preguntarnos sobre los rasgos más sobresalientes de la vivienda rural mariánica y en qué medida se asemeja o se distancia de sus vecinas del Valle del Guadalquivir o de la Campiña cordobesa constituye otra de la hipótesis de nuestro trabajo.

El paso siguiente sería el de cuestionarse la posibilidad de diferenciar una tipología de viviendas rurales, tanto en los pueblos como en diseminado, atendiendo a factores diversos como pudieran ser la orientación productiva de las unidades, los factores de orden físico, cultural, social o económico que confluyen en ella; o tal vez sean las formas arquitectónicas, su tratamiento formal o los materiales empleados en la construcción, los definidores de estas posibles tipologías. En cualquier caso, la verosimilitud de estos presupuestos

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y la observación directa nos apunta hacia una cierta similitud en las soluciones adoptadas que nos permitiría establecer una primera clasificación coherente en: cortijos ganaderos, casas de labor y casas de olivar, que lógicamente tendremos que contractar.

4. METODOLOGÍA Y FUENTES.

La consecución de los objetivos expuestos y la resolución de las hipótesis planteadas requieren del concurso de una metodología específica que es la que nos brinda la ciencia geográfica. Por una parte, la observación detallada de los hechos y de los casos concretos a diferentes escalas, con el concurso de las oportunas fuentes y bibliografía, seguido del establecimiento de modelos de poblamiento y tipologías de hábitat rural, y rematado por las oportuna interpretación de los hechos observados, que puedan determinar la aparición, evolución, distribución espacial y características tipológicas de las diferentes formas de hábitat, nos ha parecido ser la metodología más acertada a seguir.

Pero, habida cuenta de la gran multitud y heterogeneidad de los factores que intervienen en los hechos del poblamiento y del hábitat, ha parecido adecuado mantener un enfoque un tanto más amplio que el de los postulados de la Geografía y que incorpore las aportaciones de la Antropología, la Economía, o incluso la Arquitectura y de otros puntos de vista culturales. La adopción de este criterio amplio, que podemos apreciar en la amplitud y variedad de obras consultadas, ha dado lugar no solo a la consideración de los aspectos relacionados en los estudios tradicionales sobre hábitat rural, particularmente con los de la escuela francesa, sino también a permitido la atención hacia aspectos de orden técnico, ideológico o arquitectónico, cuestiones estas sobre las que no hemos pretendido alcanzar una gran exhaustividad sino no es por la mejor comprensión que puedan ofrecer de los hechos geográficos.

Para elaborar el trabajo emplearemos todas las fuentes que se encuentren a nuestro alcance. Entre ellas distinguimos las de carácter bibliográfico, estadístico y documental, la cartografía y los planos, la fotografía aérea y el trabajo de campo, tratándose de un conjunto de recursos de naturaleza muy

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diversa, y generalmente dispersa, que requieren desde conocimientos de paleografía hasta el manejo de Sistemas de Información Geográfica.

De vital importancia resultaría el cotejar las definiciones y las diferentes aportaciones hechas hasta el momento en el campo de la Geografía del Hábitat Rural que quedan recogidas en la bibliografía general de este trabajo. Todas ellas contienen interesantes referencias de validez general que pueden ser utilizadas o aplicadas a nuestra tesis.

La revisión bibliográfica ha sido bastante prolija y comprende desde obras de carácter general hasta estudios monográficos sobre aspectos concretos y/o locales relacionados con la población o las edificaciones rurales. Todos ellos constituyen, además de un punto de vista de referencia valido, una fundamentación sólida desde el punto de vista teórico.

El concurso de la cartografía ha sido imprescindible para conocer la distribución y localización de los hechos geográficos que se estudian, así como para representar los resultados obtenidos. Por otro lado la cartografía, los planos y la fotografía aérea, comparados desde un punto de vista cronológico, resultarán de extraordinaria importancia para determinar el tipo de reparto, sobre una superficie concreta, de los distintos tipos de asentamientos y ver su evolución. La implementación de la cartografía con bases de datos georreferenciadas ha resultado también del máximo interés, pues a las variables espaciales se les pueden asociar, mediante el concurso de los SIG, una serie de atributos relacionados con la población, los usos del suelo o las características morfológicas de las identidades tratadas, resultando un análisis espacial mucho más complejo y extenso.

Señalemos alguna de la cartografía tanto convencional como digital empleada: el Mapa Digital de Andalucía 1:400.0000 y 1:100.0000, el Mapa provincial 1:200.000 y el Mapa Topográfico 1:50.000 y 1:25.000, han posibilitado una primera aproximación a los hechos del poblamiento al ofrecer una visión de conjunto de la distribución de los núcleos de población, tanto de las cabeceras municipales como de las entidades menores de población. Los Mapas Geológicos y de Cultivos y Aprovechamientos a escala 1:200.000 y 1:50.000, así como el Mapa de usos y coberturas vegetales del suelo de

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Andalucía 1:25.000, han permitido acotar los distintos usos del suelo en relación con el poblamiento.

El Fotomosaico de Andalucía 1:25.000 y la Ortofotografía digital en color de provincia de Córdoba permiten observar la distribución y las características del espacio sobre el que se sitúan y emplazan dichos núcleos de población percibiendo el relieve, la hidrografía, la vegetación natural o los cultivos existentes, además de las comunicaciones y otras infraestructuras del territorio.

El Mapa topográfico digital de Andalucía y el de la provincia de Córdoba 1:10.000 en mosaico raster en color y vectorial ya posibilitan un mayor acercamiento que permite diferenciar no solo las unidades de hábitat rural disperso sino esbozar incluso el plano de las mismas y sus dependencias. A la información contenida en cada uno de estos mapas tenemos que añadir las posibilidades que permite la superposición de aquellos que se encuentran en formato digital o que ofrecen diferentes capas de información, resultando un análisis que permite establecer relaciones de proximidad, superposición, inclusión o exclusión de los elementos geográficos considerados.

El empleo de diferentes S.I.G. ha supuesto una ayuda inestimable: la posibilidad de contar con el instrumento más importante en cuanto a la utilización de los datos espaciales desde la invención del mapa. Estos dispositivos informáticos han demostrado, en nuestro caso, la capacidad de gestionar/analizar datos espaciales y combinar distintas funciones operativas como: la introducción de datos espaciales y estadísticos, la creación y la importación de bases de datos que conserven sus características de modo económico y coherente; la gestión y manipulación de dichas bases de datos, el análisis y generación de nueva información a partir de la ya incluida al relacionar la espacial con la estadística, la representación cartográfica y por otros medios de los datos, en estratos o capas temáticas; además de la posibilidad de crear un material de estudio y de base para otros trabajos ciertamente excepcional, tanto en el ámbito de la enseñanza como en el de la consulta y la investigación.

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El concurso de las fuentes documentales y archivísticas ha sido igualmente imprescindible para rastrear informaciones relativas al hábitat en determinados momentos históricos.

Entre las fuentes precensales consultadas destacamos los Libros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones conservados en distintas parroquias como las de Belmez (Parroquia de la Anunciación), Fuente Obejuna (Parroquía de Nuestra Señora del Castillo) o Villanueva del Rey (Parroquia de La Purísima) de utilidad para conocer, aunque de forma parcial, la dinámica demográfica.

El Catastro de Ensenada, aunque parco en informaciones sobre hábitat, ha arrojado bastante luz sobre el sistema de asentamientos a mediados del siglo XVIII.

El Vecindario General de España, el Censo De Floridablanca, el Censo Del Obispado de Cordoba, y el de Tomás González, junto a los Diccionarios geográficos-estadísticos de Pascual Madoz y Miñaño, y la Corografías de Ramirez de Arellano y Casas-Deza han sido de inestimable utilidad para recabar informaciones sobre la población y el hábitat en los siglos Modernos y a comienzos de la etapa Contemporánea.

Con el nacimiento de la estadística moderna a mediados del siglo XIX fue la Comisión General de Estadística del Reino la primera en publicar los Censos de Población que se han mantenido hasta el presente por el Instituto Nacional de Estadística y se han completado con los oportunos Nomenclátores y

Movimientos naturales de la Población. Documentos estos ineludibles para el estudio de la evolución y dinámica de la población referida a las entidades de población.

Para el estudio del hábitat diseminado han resultado de particular utilidad el

Nomenclátor Geográfico de Andalucía, que recoge la distribución espacial de las 3.456 edificaciones rurales que se contabilizan en la zona de estudio, y el Inventario de Cortijos, Haciendas y Lagares de la provincia de Córdoba

que contiene un estudio más detallado de las más señeras. En nuestro estudio hemos seleccionado 314 edificaciones de aquellas, siguiendo como criterio general la búsqueda de un número significativo de edificios que sea suficiente para mostrar la diversidad funcional que presenta el numeroso

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repertorio existente en la Sierra de Córdoba y que sea, a su vez, representativo de las variantes edificatorias de cada una de las comarcas. En los mapas confeccionados aparecerán diferenciados por su grado de especialización según se trate de unidades ganaderas, de olivar, de cereal, o bien conjuntos mixtos, que de manera simultánea integren diversos aprovechamientos agrarios.

El trabajo de campo resultará fundamental para conocer la distribución y las peculiaridades de las viviendas rurales, poder diferenciar tipologías en función de las comarcas en las que se ubican, o por la dedicación de las explotaciones en las que actúan como núcleos rectores, etc. El trabajo de campo permitirá la obtención inmediata de datos y la observación directa de los paisajes urbanos o agrarios en los que se insertan las construcciones, extraer ideas generales sobre su fisonomía y el modo en que resuelven las necesidades cotidianas de la existencia y verificar lo observado en la cartografía y en las fuentes documentales y estadísticas.

5. CONTENIDOS.

La exposición de los resultados obtenidos se relaciona de forma ordenada en las páginas que siguen, procurando un orden lógico y la mayor claridad expositiva en los diferentes capítulos que irán dando respuesta a las hipótesis planteadas.

Comenzamos caracterizando en primer lugar el espacio, marco de los fenómenos a investigar: así conoceremos los rasgos básicos de la fisiografía de la Sierra de Córdoba, el relieve, su evolución geológica, el clima, la hidrografía, los suelos y la vegetación que se desarrolla a expensas de ellos, teniendo en cuenta que los hechos físicos no determinan pero si condicionan la ocupación humana del territorio, los aprovechamientos, el emplazamiento de los núcleos de población o los materiales empleados para la construcción de sus viviendas. El capitulo primero presenta el marco espacial de la Sierra de Córdoba.

A continuación intentaríamos rastrear en el pasado el origen y la evolución del poblamiento en lo concerniente a su localización y conformación, en diferentes etapas, que van desde la llegada de los primeros pobladores prehistóricos

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hasta mediados del siglo XIX, donde ya se muestra un modelo plenamente consolidado y que seguirá en plena evolución hasta nuestros días. Pero no siempre ha sido posible conocer con la precisión adecuada cada una de ellas. Trataremos de hacer una amplia retrospectiva de cada uno de los periodos históricos fundamentales y que supusieron un hito substancial en la conformación del poblamiento serrano actual. Así profundizamos en etapas tan señeras como: la romanización, la dominación musulmana, las repoblaciones medievales o los siglos modernos a lo largo de los capítulos segundo, tercero y cuarto.

En apartado III se inicia el estudio de la población, primer pilar fundamental de nuestro trabajo, elemento base y sin el cual no se darían los dos restantes: la ocupación del territorio o poblamiento y las distintas formas o manifestaciones de este o hábitat. Como tal, es tratado con la mayor profundidad pues son los cambios cuantitativos de la población los que, en bastantes circunstancias, explican el poblamiento o el despoblado de determinadas aéreas; además es la dinámica natural causa y efecto a su vez de la modificación de la jerarquía y función de los núcleos de población; dichos cambios pueden influir también en la expansión de determinados tipos de hábitat por ejemplo el disperso a partir del concentrado y la posterior concentración de los dispersos; asimismo cada núcleo de población, como consecuencia de las circunstancias de aislamiento, malas comunicaciones, autarquía agraria o autoabastecimiento tendría, de igual manera, una dinámica demográfica propia.

La cartografía temática ya elaborada nos permitirá distinguir el tamaño de los núcleos, la distancia entre unos y otros, su relación con el medio físico, etc. A partir de los datos que sobre entidades de población nos aporte la información estadística del Nomenclátor, conoceremos el modo en que se distribuye la población sobre el territorio, agrupándose en distintos tipos de entidades de población o de forma dispersa dentro de los diferentes marcos jurídicos o administrativos que constituyen los términos municipales, haciendo una semblanza del tamaño y distribución de las entidades de población desde mediados del siglo XIX. De esta forma verificamos si, efectivamente, el poblamiento mariánico, que actualmente se caracteriza

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por una elevada concentración de la población y del hábitat, ha evolucionado en el mismo sentido o si por el contrario se han producido coyunturas históricas en las que sus moradores se han asentado siguiendo otros patrones de distribución. Así se planteará una triple distribución del poblamiento: la distribución de los efectivos demográficos, en el primer escalón que supone la población residente en las cabeceras municipal; la que vive en entidades de población diferentes a las cabeceras municipales; y los que moran en hábitat diseminado.

Habida cuenta de la importancia del hábitat concentrado tanto desde un punto de vista cuantitativo como cualitativo le dedicamos los primeros capítulos del IV apartado, atentos al tamaño y la evolución de las entidades de población y a la cuantificación de este fenómeno urbano mediante el concurso de índices estadísticos, de lo que resultará una jerarquía urbana de los mismos.

Los capítulos cuarto, quinto y sexto de este IV apartado se ocupan del tercer pilar de nuestro trabajo: de la casa, de la vivienda rural o unidad mínima de hábitat. Las casas campesinas son uno de los elementos más visibles y definitorios de los paisajes agrarios. También son sobre las que más directamente han incidido los cambios estructurales acaecidos en las actividades agrarias, de manera, que han debido someterse a nuevas funciones, cuando no al abandono y la ruina. Es por ello, y porque tipológicamente las casas agrupadas en un núcleo o aisladas responden a parámetros diferentes, por lo que deben estudiarse separadamente. Así, consideramos en primer lugar las casas emplazadas en los pueblos y aldeas y a continuación estudiamos las que se localizan aisladas o diseminadas. Estaremos atentos a su localización, organización funcional, dependencias, técnicas constructivas y decorativas, y a cualquier particularidad que puedan experimentar en relación con la modernización de las explotaciones agrarias.

En el último capítulo o séptimo tratamos sobre el presente y el futuro de esta arquitectura tradicional, como componente cultural, elemento vivo y en permanente evolución que presenta unas patologías muy concretas ante las que resulta preciso actuar prontamente. Es por ello que se analizan las

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posibles figuras de protección y puesta en valor, que partiendo de unos referentes tanto internacionales como nacionales llevan a cabo distintas propuestas y actuaciones en tal sentido.

Para cerrar el trabajo se plantean unas conclusiones finales que tratarán de sintetizar los resultados más significativos alcanzados y comprobar en qué medida las hipótesis planteadas adquieren validez.

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II. LAS CARACTERÍSTICAS DEL MEDIO FÍSICO Y LA

EVOLUCIÓN HISTÓRICA COMO CONDICIONANTES

DEL POBLAMIENTO MARIÁNICO.

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II. LAS CARACTERÍSTICAS DEL MEDIO FÍSICO Y LA

EVOLUCIÓN HISTÓRICA COMO CONDICIONANTES DEL

POBLAMIENTO MARIÁNICO.

1. PRESENTACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO: EL MEDIO FISICO.

Un componente básico del poblamiento lo constituye el marco natural, es la razón fundamental de su origen y un factor importante de su posterior desarrollo. La ciudad es un hecho geográfico, pero también histórico, representa las variadas actividades y valores de los diferentes pueblos y constituye la expresión material de un paisaje creado.

Vamos en primer lugar a caracterizar el medio físico de Sierra Morena. Se trata de analizar la interacción entre el medio físico y el poblamiento con la profundidad y consecuencias que de él se derivan. Pero sin caer en una estricta conexión entrambas, pues ello nos haría sucumbir en un rígido determinismo ciertamente inaceptable. Tampoco podemos caer en un posibilismo cerrado que confiera al individuo un predominio incondicional sobre el medio sobre el que se asienta. Por tanto, la adopción de una postura intermedia que aprecie de forma equilibrada las características y restricciones del medio sin perder de vista las circunstancias de tipo histórico, cultural o de otra índole constituiría el enfoque más adecuado para analizar esta cuestión.

1.1. Los componentes ecológicos.

La provincia de Córdoba se inserta plenamente en el mundo mediterráneo lo que le confiere como a buena parte de España y de toda Andalucía unas características similares en cuanto a relieve, hidrografía, suelos, vegetación, etc. Como ya es sabido, dichos atributos, si tienen alguna característica en común, es precisamente su heterogeneidad a la que no escapa ni la provincia ni tampoco la zona objeto de estudio.

1.2. El relieve.

El relieve es el elemento físico primordial de la variedad paisajística cordobesa. Así podemos distinguir tres grandes unidades que denominamos como Sierra Morena, Campiña y Subbéticas las cuales se

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integran respectivamente en otras mayores que son: el reborde meridional del Macizo Hespérico, el Valle del Guadalquivir y el sector externo de la Cordillera Bética.

Todo el territorio que llamamos, desde un punto de vista fisiográfico, Sierra Morena constituye parte de la denominada por Hernández Pacheco Meseta ibérica1. Lautensach y Mayer2 lo definen como Macizo Ibérico, y recientemente Gutierrez Elorza3 lo señala como Macizo Hespérico. Son

diferentes denominaciones de una misma unidad que, no solo afecta a todo el norte de la provincia de Córdoba, sino que ocupa también amplias extensiones al norte de las provincias de Huelva, Sevilla y Jaén.

Sorre describe Sierra Morena como una línea oscura que cierra por el norte el horizonte de Andalucía. En efecto se trata de un relieve rectilíneo, de aproximadamente 400 km de longitud, que conecta de forma brusca los materiales paleozoicos silicios duros y oscuros con las litologías detríticas arcillosas y margosas que constituyen el suave modelado de la Depresión del Guadalquivir. Este hecho podemos apreciarlo también de forma nítida en el mapa geológico de Andalucía y a simple vista en cualquier imagen aérea o de satélite.

El relieve que dibuja es disimétrico a lo largo de su desarrollo, más por la desigual potencia de sedimentos que rellenan su piedemonte que por las irregularidades de su línea de crestas. Así encontramos alineaciones montañosas de altitud media que alcanzan los 1.323 m de Sierra Madrona o los 912 m de la sierra de Aracena. Estos relieves que se alzan más de 1.000 m desde la llanura del Guadalquivir, apenas si dan sensación de relieve desde Extremadura o el Campo de Montiel. Pero el contacto entre la sierra y el valle resulta especialmente vigoroso en la provincia de Córdoba y particularmente en las proximidades de la capital. En estas observaciones

1

HERNÁNDEZ PACHECO, E., “Elementos geográficos-geológicos de la Península Ibérica”. Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, V, 1911, pp. 225-231.

2

LAUTENSACH, H.y MAYER, E.,”Iberische Meseta uns Iberische Masse”. Zeitschriftfur Geomorph, 5, 1961, pp.161-180.

3 GUTIERREZ ELORZA, M., “El relieve”. En Bielza V. (ed.), Territorio y sociedad en España. T. I, Geografía

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fundamentaron Cabanas4 y otros geólogos la existencia de una grandiosa falla bética. Estudios posteriores han demostrado que no es así, Fontboté5 identifica zonas intensamente fracturadas en la provincia de Córdoba, pero afirma que la mayor parte de esos materiales que componen el zócalo herciniano no se han roto sino que se han flexionado sumergiéndose en la depresión del Guadalquivir. Se apunta también la existencia de una falla de rumbo u horizontal con dirección WSW-ENE, que se situaría más al sur, ya en el valle y sepultada por materiales terciarios y tardihercinianos, lo que impide, junto a la ausencia de un salto apreciable su posible identificación.

Figura 1. Esquema geológico del sector meridional de la península Ibérica6, donde se indican la parte meridional de la Zona Centroibérica (rayado vertical: 8, Unidad de Obejo-Valsequillo-Puebla de la Reina; 9, Batolito de Los Pedroches), la Zona de Ossa Morena (sectores 1 a 7), la Zona Surportuguesa (rayado horizontal), la ofiolita de Beja-Acebuches (en negro), la unidad oceánica “Pulo do Lobo” (rayado horizontal discontinuo) y los materiales post-paleozoicos (punteado).- Las abreviaturas de las principales unidades diferenciadas en la Zona de Ossa Morena, de acuerdo con Apalategui et al. (1990) son las siguientes: 1, Macizo Beja-Aracena; 2, Unidad Montemor-Ficalho; 3, Unidad Alter do Chão-Elvas; 4, Antiforme Olivenza-Monesterio; 5, Unidad Zafra-Córdoba-Alanís (Va: sinclinal del Valle; CdH: sinclinal del Cerrón del Hornillo); 6, Unidad Sierra Albarrana; 7, Zona de Cizalla Badajoz-Córdoba.

4 CABANÁS PAREJA R., “Precisiones sobre la falla bética al N. de Córdoba”. Studia Geológica, XII, 1977,

pp.41-46.

5

FONTBOTE, J.M., Mapa geológico de España. E. 1:200.000. Córdoba. Memoria explicativa. Madrid, IGME, 1971, pp. 1-29.

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En función de los materiales, la estructura y la evolución geológica Sierra Morena, Lotze7 y posteriormente otros autores como Julivert8 han dividido el Macizo Ibérico en tres grandes zonas que se distribuyen en bandas de dirección noroeste-sureste. De oeste a este se denominan: Zona Subportuguesa, zona Ossa Morena y zona Centroibérica. Las dos últimas se separan por una gran estructura constituida por un afloramiento granítico que se denomina Batolito de Los Pedroches.

La Sierra Morena cordobesa constituye la parte central de aquella, ocupando la zona Ossa-Morena que limita al norte con el batolito de Los Pedroches y se extiende hacia el sur hasta el Valle del Guadalquivir. Esta estructura ocupa también buena parte del Norte de la provincia de Huelva (Sierra de Aracena), de Sevilla (Sierra Norte) y de Jaén (Sierra de Andújar). La zona Ossa-Morena es la más compleja del Macizo Hespérico por su tectónica, estratigrafía y litología, razón por la cual se han establecido distintos dominios y unidades estructurales que se disponen en bandas paralelas siguiendo la dirección herciniana noroeste-sureste. En función de los grandes accidentes tectónicos como fracturas importantes o intrusiones ígneas se han establecido diferentes dominios: Falla de Azuaya, falla de Malcocinado, anticlinorio Olivenza-Monesterio, falla de Barrancos-Santa Olalla y fallas de la cuenca carbonífera Guadiato-Matachel. Actualmente la división más aceptada es la que establece Quesada y Cueto9 en ocho dominios que son: Obejo-Valsequillo-Puebla de la Reina, Valencia de la Torres-Cerro Muriano, Sierra Albarrana, Zafra-Alanís, Arroyomolinos, Elvas-Cumbres Mayores, Barrancos- Hinojales y Beja-Aracena.

El dominio de Obejo-Valsequillo está enmarcado por el batolito de Los Pedroches al norte y por la cuenca del Guadiato al sur. El dominio Valencia de las Torres-Cerro Muriano, limita con el anterior y se extiende entre las localidades que le dan el nombre, su frontera sur es la falla de Azuaga. Se individualiza por la presencia de una importante faja de rocas de cizalla que

7 LOTZE, F., “Zur gliederung der verigziden der Iberischen Meseta” Geotak. Forsch., 6. 1945, 78-02. 8

JULIVERT, M., FONTBOTE, J. M., RIBERO, A., y CONDE, L. N., Mapa tectónico de la península ibérica y Baleares (1:100.000). Madrid, IGME, 1974.

9 QUESADA, C., CUETO, L. A., Mapa Geológico de España a escala 1:50.000 (Segunda serie). Memoria

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se extienden a lo largo el dominio. Esta cizalla actuó en varias fases hercínicas y dio lugar a deformaciones diversas en los materiales precámbricos metamórficos10. El dominio Valencia de la Torres-Cerro Muriano se localiza en el borde de la cuenca carbonífera del Guadiato-Peñarroya se divide en tres zonas o bandas separadas por cabalgamientos. La zona sur está formada por materiales volcánicos y turbidíticos de Facies del “Culm”, la central presenta facies marinas y fluviales, y la norte se corresponde con materiales detríticos del Wetfaliense B y facies continental, además incluye importantes depósitos de carbón11. El dominio de Sierra Albarrana limita al norte con el anterior y al sur con la falla de Malcocinado, está compuesta de materiales precámbricos y carboníferos. Nuestra área de estudio comprende por último el dominio Zafra-Alanís que está limitado al suroeste por el afloramiento de materiales precámbricos del anticlinorio de Olivenza-Monesterio. Se trata de un enorme sinclinorio con extensos afloramientos precambricos al noreste y paleozoicos en su parte central. De lo dicho hasta el momento se puede colegir que la arquitectura tectónica de Sierra Morena se organiza con pliegues anticlinales y sinclinales y con grandes fallas en sentido noroeste-sureste.

El sentido de dicha orientación esta en relación con los movimientos orogénicos hercinianos que tuvieron lugar en la fase Astúrica del Carbonífero. Al mismo tiempo o inmediatamente después se originó el plutonismo, de manifiesto, sobre todo en Los Pedroches. Durante el Mesozoico los elevados relieves hercinianos son arrasados y convertidos en penillanura que se denomina en el marco de la Meseta poligénica o petriásica. En el período Terciario los movimientos alpinos levantan en bloque toda la Sierra basculándola hacia el oeste, originando fracturas en los antiguos materiales y exhumando aquellos que habían sido depositados en su borde meridional pertenecientes al Triásico y al Mioceno. El propio levantamiento y el reinicio de la erosión ocasionan una nueva penillanura

10 CHACON, j., “Las series Precámbricas de la zona de Ossa-Morena (macizo ibérico meridional)”. Curso

de Conferencias PICG, 2. Real Academia de Ciencias Físicas, Experimentales y Naturales, 1981, pp. 90-115.

11 Memoria del Mapa geológico-minero de Andalucía. E. 1:400.000. Sevilla, Dirección General de

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llamada finimiocénica o fundamental y un encajamiento de los afluentes del Guadalquivir por erosión diferencial en los materiales blandos, resultando finalmente un relieve de tipo apalachense que deja al descubierto el relieve herciniano y termina por personalizar el relieve mariánico.

La composición litológica se corresponde plenamente con la de la España silícea. Así en el Precámbrico se distinguen gneis, micas y demás rocas cristalinas con alternancias de areniscas y pizarras similares a las formaciones de tipo flysch. Aparece a orillas del Guadalquivir cerca del cauce del Retortillo.

Figura 2. Esquema geológico de la Sierra de Córdoba12.

12

Adaptación del mapa geológico representado en la memoria del Mapa de cultivos y aprovechamientos de la provincia de Córdoba: E. 1:200.000. Dirección General de la Producción Agraria, 1986, p.21. Hemos escogido esta representación porque su simplicidad, claridad y nivel de detalle la hacen adecuada a nuestro fin, que no es otro que el de presentar una imagen de síntesis de la geología del norte de la provincia de Córdoba. Para profundizar en ella y apreciarla con más detalle, a distintas escalas, debemos acudir a las publicaciones del Instituto Geológico y Minero: Mapa Geológico de la Península Ibérica,

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En el Cámbrico destacan fundamentalmente las pizarras, que se muestran frecuentemente plegadas y metamorfoseadas en la base, calizas y dolomías tienen un mediano desarrollo. Estos materiales se localizan en el curso del Guadalquivir, en el límite con la provincia de Sevilla y en el contacto con el metamórfico de la Sierra de los Santos, apareciendo algunas bandas con idéntica orientación al oeste de Peñarroya y al sur de la Granjuela y Fuente Obejuna.

Las pizarras acompañan también a los gruesos estratos de cuarcitas del Ordovícico y Silúrico, y son el componente principal con areniscas y algunas calizas del Devónico. Las bandas Silúrica se encuentran muy espaciadas, siendo la más alargada la que discurre por los Blázquez, Valsequillo y norte de Peñarroya, y la más al norte, la situada entre la estación de Belalcázar y Sta. Eufemia. Los depósitos devónicos se disponen en bandas muy estrechas y alargadas flanqueando los potentes paquetes carboníferos. El Carbonífero destaca por su variedad litológica: conglomerados, pizarras, areniscas, calizas, dolomías y hulla. Presenta tres bandas, de norte a sur, las dos primeras ciñen el batolito de Los Pedroches y la tercera se encuentra alojada entre dos fallas en el sinclinal del Guadiato.

El roquedo de naturaleza intrusiva está constituido fundamentalmente por granodiorita y adamellita granítica y acompañado de diques o crestones de microdiabasas y pórfidos. Además de la gran mancha hipogénica del batolito de Los Pedroches se localizan otras menos extensas entre Obejo y Adamuz, al norte y noreste de Villaviciosa y en las cabeceras de los curso fluviales del Guadalnuño, Névalo y Cabrillas. Ya en el contacto con el Valle descubrimos conglomerados y areniscas rojas junto a manchas de margas y arcillas en el Triásico, en el Mioceno calizas helvecienses, algunos derrubios del tipo raña y fragmentadas terrazas cuaternarias paralelas a la margen derecha del Guadalquivir.

Baleares y Canarias E. 1:1.000.000. Madrid, Servicio de Publicaciones IGME, 1994. Mapas Geológicos de España E. 1:200.000. Madrid, Servicio de Publicaciones IGME, Hojas n.º 69,70,76 y 77. Mapa Geológico de España E. 1:50.000.2ª Serie (MAGNA). Madrid, Servicio de Publicaciones IGME, hojas: 832, 833, 834, 856, 857, 858, 878, 879, 880, 899, 900, 901, 902, 903, 921, 922, 923, 924, 942 y 943. A una escala intermedia disponemos del mapa y la memoria del Mapa geológico-minero de Andalucía. E. 1:400.000. Sevilla, Dirección General de Industria, Energía y Minas, 1985.

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Consecuencia de la dilatada evolución geológica y de la diversa composición litológica de Sierra Morena podemos caracterizar formas de modelado muy diversas. El estudio de Díaz del Olmo13 destaca la existencia mayoritaria en Sierra Morena de superficies de aplanamiento, sobre relieves residuales de contrastada constitución litológica como cuarcitas ligadas a series devónicas y carboníferas incididas de forma más o menos vigorosa por la red fluvial, y desniveladas por la tectónica de fractura. En la parte central aprecia la existencia de relieves graníticos y apalachenses. El batolito de Los Pedroches está recubierto de una capa de alteritas de desigual potencia en la que sobresalen pequeños inselbergs a partir de afloramientos graníticos más resistentes y constituye el modelo de mayor dimensión y personalidad comarcal. El relieve apalachense se fundamenta en el desigual comportamiento de los materiales litológicos de la serie estatigráfica y los arrasamientos de las cumbres, está presente en la alternancia de valles fluviales encajados en los materiales blandos y cuerdas en resalte de materiales duros que se manifiestan en la dirección armoricana como se aprecia a simple vista en cualquier mapa u ortoimagen. Recientemente, otros autores como Moreira y Rodríguez14 han elaborado una nueva aproximación a los sistemas morfogenéticos de Andalucía a partir de un mapa geomorfológico completo de Andalucía. En él se establecen 8 sistemas morfogenéticos en el dominio continental que son:

fluvial, lacustre, fluvio-gravitacional, denudativo, estructural-denudativo, glaciar-periglaciar, kárstico-denudativo y volcánico-denudativo. A excepción del lacustre y el glaciar-periglaciar, puesto que su presencia es prácticamente inexistente en el relieve mariánico, de todos ellos encontramos manifestaciones importantes en la Sierra Morena cordobesa, bien por su extensión o por el alto valor paisajístico de los relieves resultantes.

La mayor extensión en la Sierra Morena cordobesa estaría representada por el estructural-denudativo. En este sistema se incluyen las formas generadas

13

DIAZ DEL OLMO, F. “El relieve de Andalucía”. En Cano, G.(Coord.), Geografía de Andalucía, T. II, Sevilla, Tartesos, pp.11-98

14 MOREIRA, J.M. y RODRÍGUEZ, M. “Geodiversidad y Geomorfología en Andalucía”. Revista de Medio

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originariamente por el depósito de materiales consolidados o por estructuras de plegamiento predominantes. En el primero se diferencian los relieves monoclinales que jalonan el piedemonte de Sierra Morena. Las formas condicionadas por el plegamiento hercínico o por fenómenos intrusivos se agrupan en morfologías colinares, cerros o montañas en función del relieve. De esta forma, los relieves influidos por intrusiones quedan segmentados en plutones no disectados (Pedroches) colinas y cerros sobre plutones, diques intrusivos y sierras desarrolladas sobre materiales intrusivos. Los relieves estructurales destacan por su continuidad y extensión generando superficies peniplanizadas más o menos conservadas o disectadas, amplias zonas de penillanura con montes isla y relieves residuales que ocupan el norte de la provincia de Córdoba.

El llamado sistema gravitacional-denudativo, es el segundo más importante en extensión en la Sierra Morena cordobesa, aunque muy por detrás del anterior. Su génesis se vincula a la acumulación de depósitos de gravedad en laderas o a coberteras detríticas ocasionadas o retocadas por arrastres masivos de materiales en condiciones de gran torrencialidad alternadas durante el Cuaternario con periodos de semiaridez, que dieron lugar a la formación e incisión de las formas denominadas glacis. Al pié de las Sierras de Santa Eufemia y del Cambrón aparecen extensas formaciones de coberteras detríticas inclinadas.

El sistema morfogenético volcánico denudativo está representado en una extensión similar a la anterior sobre litologías volcánicas de plegamiento y denudación, que hacen irreconocibles los relieves volcánicos originales muy antiguos sobre las sierras de Los Santos y el Castillo.

Los procesos de erosión-acumulación causados por la red hidrográfica superficial y por la arroyada en manto originan las formas de origen fluvio-coluvial dando lugar a morfologías muy características en las que predominan las llanuras y planos inclinados. Estas formas han sido agrupadas en fisiografías de vegas y llanuras de inundación, terrazas y formas asociadas a coluvión. Las vegas y llanuras de inundación ocupan estrechas franjas de terreno vinculados a los cursos medios y bajos de los principales ríos y afluentes. Es característica de la distribución de estas

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formas su ausencia casi total de Sierra Morena y su concentración en la Depresión del Guadalquivir y las desembocaduras fluviales.

El sistema morfogenético denudativo es el dominante en Andalucía, puesto que, además de abarcar por sí mismo la mayor parte de la Depresión del Guadalquivir y las Depresiones Interiores Béticas sobre materiales blandos, es el responsable del retoque morfológico sobre el resto de Sistemas. En Sierra Morena sólo pequeñas depresiones rellenas con materiales poco consolidados triásicos o miocenos permiten la existencia de este tipo de fisiografías en el valle del Guadiato.

El sistema kárstico-denudativo que se desarrolla sobre materiales carbonatados, tiene claramente una fuerte incidencia estructural, ya que afecta a materiales sometidos a plegamiento que han dado lugar a anticlinales, sinclinales y otras estructuras. Las formas estructurales sobre rocas carbonatadas en general afectan a crestones y sierras calizas distribuidas escasamente en Sierra Morena y mucho más frecuentes en las montañas Béticas15. Una forma especial de karstificación es la que se ha originado por los depósitos de travertinos. Distinguimos travertinos vinculados a fuentes y surgencias en Sierra Morena como los de Alájar, Zafra y Cazalla. En Córdoba destacamos el Mirador de Cruz Conde. Estas formaciones aparecen también asociadas a cursos fluviales como el del Guadiato y Arroyo del Molino.

La gran complejidad tectónica, morfológica y litológica de la Sierra Morena cordobesa podemos sintetizarla con Hernández Pacheco16 en tres grandes conjuntos que son de oeste a este: La zona metamórfica de la Sierra de los Santos, el sinclinal carbonífero del Guadiato y el batolito granítico de Los Pedroches.

La primera, que ocupa todo el oeste, es un sector muy amplio comprendido entre el sinclinal del Guadiato y la provincia de Sevilla, el límite septentrional es la provincia de Badajoz y el meridional viene definido por el Valle del

15

DIAZ DEL OLMO, F. y DELANNOY, J. J., “El Karst en las Cordilleras Béticas, Subbético y Zonas Internas. Monografías. Sociedad Española de Geología, 4, 1989, pp. 175-185.

16 HERNÁNDEZ PACHECO, E., La Sierra Morena y la Llanura Bética (Síntesis geológica). Madrid, XIV

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Guadalquivir. Topográficamente constituye un territorio intrincado, muy quebrado y con fuertes pendientes. El relieve, no obstante, no presenta formas muy vigorosas. En el mapa provincial a escala 1:200.000 y en las hojas correspondientes del IGN a escala 1:50.000 podemos apreciar como a la mayoría de las cumbres se le aplica la denominación de “cerro”. El punto más elevado es el Cerro de las Erillas (896 m), en el término de Villaviciosa de Córdoba, seguido de otros que rebasan también los 800 m como Cruces (888 m), Señora (887 m), Alcantara (878 m), etc. Esta isoaltitud en el nivel de cumbres coincide con el punto de partida del relieve actual que es la llanura finimiocénica. Hacia el sur el nivel de cumbres desciende progresivamente como consecuencia de la acción erosiva de los ríos Guadiato y Bembézar y de sus afluentes, hasta situarse por debajo de los 200 m en las proximidades del Guadalquivir.

La disposición de los relieves así como de los materiales y de los conjuntos geológicos es en bandas con orientación NW-SE -dirección armoricana-, propia de los movimientos hercinianos. El roquedo -formado por pizarras metamórficas sericíticas, gneises, cuarcitas, conglomerados, pegmatitas, pizarras micáceas etc.- es predominantemente paleozoico y precámbrico con notable desarrollo del plutonismo y del vulcanismo y algunas discontinuidades del Triásico al Cuaternario. La historia geológica se inicia en la fase Astúrica del plegamiento herciniano17 superponiéndose a la tectónica de plieges otra de fallas o fracturas de diversos rumbos entre las que sobresalen las perpendiculares a la estructura. Desde fines del Primario y durante todo el Secundario el releve herciniano es convertido en una llanura llamada poligénica. Durante el Terciario se produce el levantamiento en bloque de Sierra Morena que reactiva la erosión sobre los materiales triásicos y miocenos creándose una nueva llanura que se denomina

finimiocénica. La red hidrográfica que se va a encajar ahora sobre las pizarras más blandas, produciendo un relieve de tipo apalachense que Solé Sabarís18 no va a dudar en calificar como el más hermoso de la península ibérica. Desde el punto de vista del poblamiento constituye un desierto

17 CABANAS PAREJA, R. Geología cordobesa. Guía del sector norte. Córdoba, Ed. Escudero, 1980, p. 17. 18

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humano que ocupa todo el extenso término municipal de Hornachuelos hasta los núcleos de población que se encuentran en las proximidades del Valle del Guadiato, al NE Villaviciosa y Villanueva del Rey y al N las aldeas de Fuente Obejuna.

Situado entre la Sierra de los Santos y el batolito de Los Pedroches se encuentra el sinclinal carbonífero del Guadiato. Se trata de una faja de materiales plegados con arrumbamiento herciniano. Litológicamente está compuesto de pizarras con areniscas, flysch y grauwackas interestratificadas junto a otros materiales más duros como calizas y pórfidos. La erosión diferencial actuó sobre los primeros formándose en el centro del valle relieves residuales de tipo inselberg magníficos como el del castillo de Belmez, Sierra Palacios Sierra Boyera, Nava de Obejo o la Sierra del Castillo. Sobre este sinclinal se ha modelado un valle fluvial por el que discurre el río Guadiato siguiendo la dirección armoricana hasta la Angostura, entre el Vacar y Villaviciosa. Aquí modifica su cauce tomando una dirección SW hasta desembocar en Almodóvar del Rio. Los terrenos carboníferos continúan por la cuenca de la Ballesta, los llanos del Vacar y los valles inferiores del Gualdalmellato y el Guadalbarbo hasta las proximidades del Guadalquivir entre El Carpio y Alcolea. El vacío demográfico del conjunto anterior, se ve sustituido en este por un poblamiento más denso y muy antiguo, consolidado por la facilidad que ofrece el relieve para el trazado en las vías de comunicación con el Valle del Guadalquivir y por el aprovechamiento minero de los yacimientos de carbón que todavía son explotados a cielo abierto y que se ubican, sobre todo en el Westfaliense B.19 Los núcleos de población fundamentales que jalonan este eje de población son Villaharta, Espiel, Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo. El conjunto más oriental de Sierra Morena es el batolito de Los Pedroches. Constituye una de las grandes megaestructuras existentes en la península Ibérica y es límite entre los dominios geotectónicos en que se divide el Macizo Hespérico. La dirección de este enclave granodiorítico, de contorno muy preciso, concuerda con la de los anteriores conjuntos. Es por tanto NW-SW, en consonancia a las relaciones estructurales con que cabe

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relacionarla. Este es el primer rasgo destacable desde un punto de vista topográfico, otros serían: la moderada altitud media, el basculamiento hacia el Oeste y su forma de domo convexo que lo convierte en divisoria de aguas entre la cuenca del Guadiana y la del Guadalquivir. Constituye una penillanura de relieve plano compuesto por suaves lomas de gran radio de curvatura separadas por una red de modestos interfluvios y amplias vaguadas de mínimo calado por la dureza de los materiales y por la condición de divisoria de aguas.

En Los Pedroches se puede distinguir dos unidades topográficas separadas ortogonalmente por la isohipsa de 600 metros, que a su vez se corresponden con dos subcomarcas históricas y dos paisajes agrarios bien diferenciados: los de aprovehamiento cerealista y los ganaderos. La línea que los separa es nítida y enlaza Torrecampo, Dos Torres e Hinojosa del Duque. El peldaño inferior se corresponde con la porción noroccidental de la comarca; el superior sirve de asiento para las cotas de 700 y los 800 metros que cierran la comarca por el sureste. Bordeando a estas unidades por la parte septentrional y meridional se encuentran dos sinclinales, drenados respectivamente por los ríos Cuzna y Guadalmez. Le siguen dos anticlinales en resalte localizados fundamentalmente en la Sierra de Santa Eufemia al norte y Cabeza Mesada al sur que cierran la comarca y son los responsables de la denominación popular de Valle de Los Pedroches, esta se corresponde más bien con una paradoja visual que con el análisis morfológico de los perfiles.

La intrusión del batolito ha sido datada por algunos autores como Penha20 entre el Viseinse Superior (342 millones de años) y el Westfaliense-Estefaniense (291 millones de años) y dio lugar a aureolas de metamorfismo de contacto. El roquedo de naturaleza intrusiva está compuesto por granodiorita y adamellita21. En los anticlinorios y sinclinorios que constituyen la caja sobre la que emerge el batolito, los materiales son de naturaleza sedimentaría: cuarcitas, areniscas y pizarras que han sido

20

PENHA Y ARRIBAS, A., “Datación geocronológica de algunos granitos uraníferos españoles”. Boletín Geológico y Minero, 85, pp. 271-273.

21 CABANÁS PAREJA, R., “Geología de Los Pedroches. Comentarios sobre la Hoja Geológica nº 858”.

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afectadas por un intenso metamorfismo que ha favorecido la existencia de abundantes mineralizaciones. El relieve y la litología han conformado una comarca natural antológica de marcado carácter agrario que constituye un paradigma también desde el punto de vista del poblamiento y la articulación del territorio. Su estudio ha sido realizado por Valle Buenestado22 cuya síntesis hemos esbozado en lo que atañe al relieve.

1.3. Los suelos.

La correspondencia entre el mapa geológico y el edafológico en la sierra cordobesa es evidente, tanto por su composición como en su disposición, siguiendo bandas alargadas de orientación NW-SE. Predominan los suelos silíceos incluidos en la denominación general de tierras pardas meridionales. Por lo general son endebles y poco fértiles y están ocupados, sobre todo, por paisajes forestales, de monte o de dehesa, lo que ha contribuido a que la Sierra Morena aparezca como una unidad de baja densidad de población y poblamiento débil.

No resulta sencilla la descripción de los suelos de la Sierra de Córdoba. El problema se debe a la falta de estudios de síntesis, por un lado, y a la existencia de diferentes clasificaciones, por otro.

Contamos con un estudio geográfico a nivel provincial titulado: Estudio agrobiológico de la provincia de Córdoba23 el cual emplea la nomenclatura del sistema genético tradicional y pone en evidencia la correlación entre los suelos propiamente dichos y la litología que de forma evidente contribuye a su génesis. Con posterioridad al mismo se ha difundido el uso de otros dos: El llamado Sistema Americano (Soils Survey Division Staff, 1975) que ha conseguido una notable aceptación y el llamado de la F.A.O., el cual ha sufrido numerosas modificaciones desde 1977, fecha en la que se extendió, siendo la última revisión la de 1998. Utilizando la leyenda de la F.A.O. se ha realizado el mapa de suelos de Europa que incluye a escala 1:1.00.000 la

22

VALLE BUENESTADO, B., Geografía Agraria de Los Pedroches. Córdoba, Diputación Provincial, 1985, pp. 17-43.

23

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región andaluza24. Con la misma taxonomia y a una escala mayor encontramos el Mapa de Suelos de Andalucía25 1:400.000 publicado en 1989.

En esta última clasificación comprobamos que lo suelos predominantes en los espacios mariánicos son los cambisoles, regosoles, y litosoles de escaso desarrollo y evolución, condicionados por una litología desfavorable. Veamos su distribución y características más notorias:

a) Los cambisoles son los que ocupan la mayor extensión en los relieves andaluces, también en la Sierra Morena cordobesa. La denominación procede de los frecuentes cambios de color, estructura y capacidad de intercambios por las reacciones químicas resultantes de su intemperización in situ. A partir de las rocas metamórficas como las pizarras, granitos y esquistos en las zonas menos erosionadas se han formado los cambisoles eútricos. Su perfil es ABC y son suelos pobres en materia orgánica, descarbonatados y con fuerte liberación de hierro. Podemos establecer la equivalencia de los cambisoles eútricos con las tierras pardas meridionales y rankers que figuran en el Estudio Agrobiológico... El mismo permite establecer una diferencia bastante significativa, basándose en la litología: Por un lado las tierras pardas meridionales y rankers sobre pizarras que son las más abundantes en la Sierra. Se localizan en la zona suroccidental, allí donde prodomina el Precámbrico y el Paleozoico, y también en los materiales carboníferos que enmarcan el plutón granodiorítico de Los Pedroches. En ellas se distingue distintos perfiles y grados de desarrollo. Desde los perfiles AC en las zonas más accidentadas a los ABC en la partes más bajas pero, en general, caracterizados por tener un color pardo o pardo oscuro, un grado de acidez alto y un pH entre 5.5 y 6.1; aunque algo más arcillosas que en Los Pedroches adolecen de una aptitud agronómica adecuada.

24

Directorate General for Agriculture. Commission of the Europen Communities. Soil map of the Europen Communities. Escala 1: 1.000.000... Luxemburgo, 1985.

25 IARA y CSIC., Mapa de suelos de Andalucía, E. 1:400.000. Sevilla, Consejería de Agricultura y Pesca y

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Por otro se diferencian las tierras pardas meridionales y rankers sobre granitos que coinciden con el sector central del batolito de Los Pedroches, lo que demuestra que se han formado a expensas de los mismos. De forma discontinua se localizan también tierras pardas meridionales entre los cursos del Guadiato y el Guadalquivir sobre los afloramientos de rocas intrusivas, en las cercanías de Fuente Obejuna, Villanueva del Rey y Villaviciosa. Se le denomina saliega a estos suelos de textura arenosa, pH inferior a 6, de composición fundamentalmente silícea y de contenido bajo en materia orgánica. En la parte occidental tienen una profundidad apta para el laboreo. Su perfil es A(B)C. El horizonte A es suelto, de color pardo o gris oscuro y con escasa materia orgánica. En los fondos de los valles y vaguadas aparece un horizionte B de desarrollo variable y con una reducida proporción de arcilla.

El Mapa de Suelos de Andalucía diferencia en algunas terrazas bajas y medias entre Posadas y Hornachuelos y al noreste de Córdoba una variedad de cambisoles cálcicos sobre los materiales miocenos y cámbricos de la margen derecha del Guadalquivir. El horizonte A es ócrico con escasa materia orgánica y el B es cámbico y tiene escaso desarrollo. La degradación de estos suelos ha favorecido su ocupación por el olivar o el monte. Se integran en la unidad suelos rojos, tierras pardas meridionales y rankers sobre areniscas calizas y sedimentos diluviales del Estudio agrobiológico

b) Los regosoles eútricos sobre materiales pedregosos y arenosos ocupan también una amplia superficie en Sierra Morena sobre las pizarras metamórficas, recorriendo la mayor parte de los barrancos que ha individualizado la red hidrográfica en su proceso de encajamiento o sobre las faldas de los principales relieves no calizos a expensas de arenas o granitos. Los regosoles eútricos tienen un elevado grado de pedregosidad, son suelos de perfil AC, siendo el horizonte A ócrico y presentan una saturación de bases del 50% o más, destacan además por la ausencia casi total de carbonatos en el perfil. Se integran en la unidad, tierras pardas meridionales y rankers del Estudio agrobiológico…

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