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Literatura 8.-La Generación del 27. Características. Autores y obras principales.

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Academic year: 2020

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INTRODUCCIÓN

De la Monarquía a la República

Los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera estuvieron marcados por la expansión económica y la relajación de la represión política, coincidiendo con el fenómeno de los felices años 20 en Europa y EE. UU. Pero el apoyo de Alfonso XIII a Primo de Rivera provocó un estado de opinión contra el monarca que propició el advenimiento de la Segunda República cuando el dictador dimitió. Así, tras las elecciones de 1931, el rey abdicó y se exilió a Francia. El 14 de abril se proclamaba la Segunda República.

El nuevo gobierno de Manuel Azaña emprendió un ambicioso programa político. Se propuso reformar la agricultura y el ejército, reducir la influencia social de la iglesia y aceptar los proyectos autonómicos catalán, vasco y gallego. Todo ello le granjeó la enemistad de los sectores más poderosos de la sociedad. A ello hubo que sumar los efectos desastrosos de la crisis mundial del 29, que provocó una conflictividad social que reproducía la bipolarización ideológica que se vivía en toda Europa: fascismo frente a comunismo.

En 1933 la CEDA gana las elecciones y paraliza las reformas. La izquierda radical catalana y asturiana protagoniza revueltas en 1934, duramente reprimidas. Ante la situación de inestabilidad, se convocan elecciones en 1936, que gana la izquierda, agrupada en el Frente Popular, prometiendo la reactivación de las reformas y la amnistía para los represaliados en 1934. En julio del 36 un grupo de generales al mando de Franco perpetra un golpe de estado que dará comienzo a la Guerra Civil.

Los intelectuales ante la República

La mayoría de los intelectuales, entre ellos los miembros de la Generación del 27, mostraron una clara inclinación hacia la República. La crispación política determinó una progresiva toma de partido de unos artistas que incluso derivaron hacia la militancia activa y hacia un creciente compromiso.

El esfuerzo republicano por extender la instrucción pública encontró también el apoyo de estos intelectuales. El intento más original lo constituyeron las Misiones Pedagógicas, un proyecto que pretendió trasladar experiencias culturales al ámbito rural a través de exposiciones, representaciones teatrales, audiciones, sesiones de cine, etc. Un ejemplo es la compañía de teatro La Barraca, impulsada por Lorca. Surgen también revistas de compromiso político y social (Octubre, Nueva Cultura), y también revistas de arte y literatura que se convierten en el principal vehículo de difusión literaria: Litoral, Verso y Prosa, Caballo Verde para la Poesía, etc.

LA GENERACIÓN DEL 27

Formación del grupo y nómina de autores

Con este nombre se denomina a una serie de poetas que, asimilando la rica tradición literaria española, e imbuidos por las nuevas corrientes de vanguardia, llegó a ser la más brillante promoción de la literatura española del siglo XX. Fue un grupo compacto y variado al mismo tiempo, al que la situación política del país disgregó y que jamás volvería a encontrarse.

El grupo toma su nombre por un acto conjunto que celebraron en 1927: el aniversario de los 300 años de la muerte de Góngora. Esta celebración tuvo un doble significado: por un lado, los autores ponen de manifiesto su admiración por la poesía del Barroco, sobre todo la de Góngora; por el otro, realizan un manifiesto que rechazaba la tradición decimonónica y modernista. El tricentenario supuso, pues, el definitivo descubrimiento del Barroco y de una literatura que tuvo su base en la libertad de imaginación, del ingenio y en la supremacía

Características. Autores y

obras principales

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Los autores de la Generación del 27 se consideran también deudores de Ortega y Gasset, que influyó en su concepción del arte; de Ramón Gómez de la Serna, el vanguardista que les introdujo en las novedades europeas; y de Juan Ramón Jiménez, el poeta por excelencia que abrió el camino de la poesía pura, desnuda, esencial.

La primera lista de componentes del grupo fue publicada en ese mismo año en el primer número de la revista Verso y Prosa. Allí figuran los siguientes autores: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Luis Cernuda y Rafael Alberti. A esta lista habrá que añadir posteriormente a Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Miguel Hernández, al que muchos consideran un puente con la generación posterior, la del 36.

Características, temas y rasgos estilísticos

Todos compartieron gustos estéticos similares, al menos en un primer momento, en especial el interés en la pureza estética y en la imagen y la metáfora renovadora y creativa.

Unos de los rasgos más señalados de esta generación es la presencia de la tradición. Fue uno de los elementos que configuraron la poesía del 27. El influjo de los cancioneros de los siglos XV y XVI, así como la vuelta a los clásicos medievales y del Siglo de Oro propiciada por el redescubrimiento de Góngora y de otros poetas barrocos, es un fenómeno único en la literatura europea. Hay un especial interés por lo popular, en el romancero, las coplas y los villancicos de la tradición castellana.

También es muy notable la influencia de la vanguardia europea, sobre todo en un primer momento. Estos autores, desde 1918 (ultraísmo, creacionismo) hasta 1930-1933 (culminación de nuestro surrealismo), participan activamente en la adaptación y la creación de los ismos en España. Se acercaron a literatos extranjeros como Paul Valery, César Vallejo o Pablo Neruda y a las tendencias europeas del momento, especialmente a la corriente surrealista.

En la poesía de la Generación del 27 aparecen los grandes temas de la cultura occidental. Destacan tres grandes bloques: en primer lugar, la ciudad. Los poetas del 27 insisten en el tema de la ciudad, la comodidad de los nuevos tiempos, los nuevos inventos y los transportes. Para los escritores del 27, ciudad es sinónimo de progreso. El modelo fue Nueva York, mientras que en temas sociales el modelo será Moscú.

Otros temas muy queridos son la naturaleza y el amor. Predomina una naturaleza cercana a la ciudad. Tan intensa como la naturaleza aparece la visión de la naturaleza humana. Abundan los poemas amorosos, en los que el amor aparece ligado a la idea de naturaleza humana y al individuo.

También aparece el tema del compromiso social y político, sobre todo cuando estalla la guerra. Los poetas del 27 estaban comprometidos con su tiempo. Antes de la guerra muchos de ellos evitaron escribir poesía social y política. Durante la guerra, y después de ella, afrontaron el tema desde diferentes perspectivas. Algunos, como Luis Cernuda o Emilio Prados, abandonan su actitud de poetas directamente combativos; otros, como Alberti desde el exilio, alternaron la poesía comprometida con la personal; y algunos que no habían abordado el compromiso social y político lo hicieron entonces, ya sea desde dentro, como Dámaso Alonso, ya desde el exilio, como Jorge Guillén.

Por último, la preocupación religiosa fue escasa en el grupo, exceptuando a Gerardo Diego y Dámaso Alonso, que se preocupaba por la trascendencia sin apartarse de la visión cristiana. De forma agnóstica y a veces anticristiana se preocuparon por el final del hombre Emilio Prados y Luis Cernuda.

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Pedro Salinas (1891-1951)

Dentro de su trayectoria poética se suelen señalar tres etapas que coinciden a grandes rasgos con la evolución del propio grupo del 27. Las obras más destacadas de su primera etapa son Presagios (1923),

Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931). Se aprecia en ellas la influencia de la poesía pura de Juan Ramón y el gusto por los temas futuristas, pero impregnados por la sensibilidad del poeta, que muchas veces establece un diálogo lírico con las cosas. En la segunda etapa se sitúan sus mejores obras: La voz a ti debida (1933),

Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939). El tema predominante en ellas es el amor, el poeta muestra este sentimiento como algo alegre y vital, inherente al ser humano, pero también como un sentimiento angustioso ante la pérdida o la separación de la amada. En su tercera etapa, tras la guerra, su poesía se tiñe de dramatismo y dolor. Temas como la muerte, la guerra, la angustia y el exilio llenan libros como El contemplado

(1946), Todo más claro (1949) y Confianza (1955).

Su estilo sigue la línea de la poesía esencial de Juan Ramón. Se busca la belleza formal sobre todo a través de la intelectualidad, lo que le lleva a utilizar recursos como la paradoja, juegos de ideas, metáforas insólitas, etc. La aparente sencillez de su lenguaje poético esconde una cuidada y precisa selección léxica.

Jorge Guillén (1893-1984)

Se le considera el poeta más puro e intelectual, el más fiel a la poesía desnuda de Juan Ramón. Su poesía parte de la realidad circundante para depurarla y estilizarla hasta la esencia misma del concepto. Recogió toda su producción poética bajo el título general de Aire nuestro, que se divide en cinco libros: Cántico (su principal obra, que recoge poemas escritos a lo largo de 30 años, 1928 y 1950), muestra de forma clara y desbordante la alegría del hecho de estar vivo. Evita de forma frontal las penas y nostalgia, aunque la muerte se acepta como algo natural. En Clamor (de 1957 a 1963), se reflejan ahora todas las miserias y tristezas que rodean al poeta, que denuncia en sus versos la injusticia, la opresión, la guerra y la situación de España, y el exilio. No obstante, no es una poesía completamente triste y desgarrada, sino llena de protesta y optimismo moderado ante todo lo negativo que le rodea. En Homenaje (1967) se recogen poemas dedicados a importantes personajes históricos y escritores como Homero, Fray Luis, Machado o Lorca, entre otros. En Y otros poemas profundiza en temas cotidianos, como el amor o la vejez, y, por último, en Final, acepta serenamente la vejez.

El autor utiliza una forma de expresión muy elaborada, con supresión de palabras innecesarias, estructuras oracionales sencillas y con abundancia de exclamaciones. Es relevante la profusión de sustantivos porque designan la esencia de las cosas. En cuanto a la métrica, opta por medidas cortas y estrofas clásicas como la décima, el romance o el soneto.

Gerardo Diego (1896-1987)

Aunque es difícil clasificar su obra, por su eclecticismo y su variedad temática, se suelen distinguir dos etapas. La primera, denominada de poesía relativa, que agrupa la poesía tradicional, caracterizada por el empleo de formas clásicas como el soneto o el romance, y que incluye obras como Versos humanos (1925),

Sonetos a Violante (1962) o Nocturnos a Chopin (1963). La segunda etapa, de poesía de vanguardia, incluye poemarios de corte vanguardista caracterizados por el verso libre, la ausencia de puntuación o recursos gráficos. Los poemarios más importantes son Imagen (1922) y Manual de espumas (1924), cercanos al creacionismo con poesías alejadas de la realidad que incorporan recursos imaginativos sorprendentes y disposiciones tipográficas peculiares.

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Vicente Aleixandre (1898-1984)

Su visión del mundo se apoya en tres pilares: el amor, la naturaleza y la muerte. Suelen señalarse tres etapas en su trayectoria, relacionadas con sus influencias y sus inquietudes. La primera incluye Pasión por la tierra (1929), su primera obra surrealista; y, posteriormente, Espadas como labios (1932), en la que aborda el tema del amor omnipresente que destruye las limitaciones del ser humano. Otros títulos importantes son La destrucción o el amor, Mundo a solas, y sobre todo Sombra del paraíso, en la que la muerte y el amor se contraponen como aniquilación del ser humano frente a su íntima unión con la naturaleza elemental del ser humano.En su segunda etapa trata del ser humano y su mundo, especialmente el transcurrir de la existencia, por lo que adquiere importancia el tiempo y su circunstancia. Las principales obras son Historia del corazón

(1954), En un vasto dominio (1962) y Retratos con nombre (1965). En su tercera etapa utiliza la poesía como meditación sobre su trayectoria vital y, en algunos poemas, se retoman procesos surrealistas utilizados en su primera etapa. A esta etapa pertenecen Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1971).

Su poética se basa en el uso de metáforas innovadoras, no basadas en semejanzas, sino en su propia subjetividad. Es importante también para el autor el gran cuidado en el uso y distribución del léxico (verbos al final del verso, uso de conjunciones), paralelismos, anáforas, etc. Además, predomina el verso libre.

Dámaso Alonso (1898-1990)

Su contribución más importante al grupo se produce al comienzo, cuando revaloriza magistralmente la figura de Góngora y descubre a los jóvenes autores y al mundo entero el enorme contenido mitológico y estético de la obra del cordobés.

Su obra se divide en dos etapas. La primera muestra la influencia de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado en obras como Poemillas de la ciudad (1921) o El viento y el verso (1925). Oscura noticia se publicará tardíamente en 1944 y perfila ya la angustia de la poesía posterior. Con Hijos de la ira (1944) comienza la segunda etapa. Esta obra es un grito de rebeldía contra la situación del hombre y del mundo. En dilatados versículos, con un lenguaje abrupto y violento, que incluso da cabida a lo vulgar a veces, protesta por el espectáculo del mundo en el que los hombres no son más que muertos en vida entre los que resulta imposible la comunicación. También pertenecen a esta etapa Hombre y Dios (1955), expresión de hastío y soledad; y

Duda y amor sobre el Ser Supremo (1985), de tema religioso.

Rafael Alberti (1902-1999)

Su poética giro en torno al tema del paraíso soñado representado en el mar y el amor, aunque también tienen cabida el dolor, el conflicto espiritual o el destierro. Su primera obra obtuvo el Premio Nacional de Poesía: Marinero en tierra (1924), en la que recupera formas métricas populares combinadas con sonetos que expresan la profunda nostalgia por el mar de su Cádiz natal cuando era niño. Cal y canto (1929) manifiesta la influencia vanguardista, especialmente futurista en poemas como “Madrigal al billete de tranvía”. Se aprecia además el lenguaje culto y barroco de influencia gongorina. Su obra cumbre, Sobre los ángeles (1929) revela el conflicto espiritual del poeta en torno a temas como el amor, la ira, el fracaso o el desconcierto. Utiliza técnicas surrealistas para expresar la desunión del cuerpo y el espíritu. El poeta en la calle (1936) y De un momento a otro (1938) pertenecen a la poesía social en la que el autor se revela como poeta revolucionario, línea que mantiene en Entre el clavel y la espada (1941), aunque en un tono más nostálgico del pasado vivido.

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Luis Cernuda (1902-1963)

Su obra está marcada por su carácter hipersensible y por su homosexualidad, que explica su aislamiento y rebeldía, debido a la incomprensión de la sociedad de la época. La realidad que le tocaba vivir chocaba con sus deseos y sus sueños, y de ese conflicto nacen los temas de su poesía: soledad, frustración, infancia eterna, ansia de belleza, paso del tiempo y muerte, y sobre todo el amor como experiencia suprema, jubilosa y también dolorosa.

Su obra se divide en tres etapas. La primera es la etapa sevillana, hasta 1928, con Perfil de aire (1927), cercana a la poesía pura, y Égloga, elegía, oda (1928), con raíces en la poesía de Garcilaso de la Vega. La segunda etapa, o etapa madrileña, de 1929 hasta 1938, se inicia con Un río, un amor (1929), en el que con imágenes surrealistas profundiza en la frustración contra las convenciones sociales. En Los placeres prohibidos

(1931), también surrealista, habla de amor, soledad y vacío interior. El autor se enfrenta al mundo con la elección de un amor prohibido y no aceptado. Con un estilo más sereno y personal escribe, entre 1932 y 1935,

Donde habite el olvido, sobre el amor como experiencia dolorosa. En 1936 publica La realidad y el deseo, obra que incluye algunos de los libros anteriores y algunos más. Su última etapa, la del exilio, se caracteriza por la angustia vital del poeta, así como por la desilusión y la nostalgia debido a su situación personal. Como quien espera el alba (1944) o Con las horas contadas (1950-1956) son obras representativas de esta etapa.

En cuanto a su estilo, evita las rimas marcadas, prefiere el verso libre, combinado con estrofas tradicionales. Su poética está plagada de símbolos e imágenes de muy variada índole.

Federico García Lorca

Nació en Fuente Vaqueros (Granada) en 1898. Estudió en Madrid y vivió en la Residencia de Estudiantes, donde conoció y se relacionó con personajes de las artes españolas como Juan Ramón Jiménez, Dalí, Buñuel, Falla, además de otros poetas de su generación. En 1929 viajó a Nueva York como becario, hecho que le marcó profundamente. Se dedicó al teatro y a la literatura hasta su fusilamiento al comienzo de la Guerra Civil. Aquí nos centraremos en su obra poética.

Lorca supo unir a su predisposición natural para la creación poética (sensibilidad, imaginación, inspiración) un riguroso trabajo en busca de la perfección. Su principal característica es la síntesis de lo popular y lo culto. De la poesía tradicional y de la canción popular andaluza (el cante jondo) tomó temas, expresiones y elementos que, reelaborados por su propio estilo y combinados con las nuevas estéticas, adquieren una fuerza expresiva incomparable.

El tema dominante en su obra es el destino trágico, englobando en él el amor como frustración, la soledad y la muerte. Otro motivo importante en su obra es la naturaleza.

Su primera etapa abarca su producción hasta 1928. En ella hay una clara influencia de la lírica popular y tradicional. Su primera obra, Libro de poemas (1921), aúna el tono alegre e infantil con el tono nostálgico. En

Canciones (1921-1924) hay menos subjetivismo y más semejanzas con la poesía pura y el surrealismo. En 1924 publica su Poema del cante jondo, en el que aparecen temas habituales como el amor o la Andalucía trágica, y se aprecia su peculiar fusión entre lo culto y lo popular en unos versos llenos de dolor y angustia. El

Romancero gitano sigue en esta línea andalucista e híbrida, y añade además rasgos vanguardistas. Expresa un profundo respeto por la etnia gitana y aparece el motivo de la lucha contra la muerte inevitable y trágica.

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Su estilo se manifiesta en un dominio de la técnica creativa que mezcla diversas tendencias en una estética muy personal. Hay una simbología presente en toda su obra: la luna, la sangre, los caballos, los colores (sobre todo el verde)… tienen unos significados connotativos asociados a la vida, la muerte, el erotismo, la fertilidad, etc. Las imágenes creativas, inspiradas por el surrealismo y que recrean motivos tradicionales son también un rasgo característico de su estilo.

Miguel Hernández

Nació en Orihuela (Alicante) en 1910, en el seno de una familia humilde. Fue pastor hasta que se marchó a Madrid, donde conoció a Neruda y a los poetas del 27. En la guerra militó en el bando republicano, fue hecho prisionero y murió en prisión de tuberculosis en 1942.

Se le considera el puente de unión entre la Generación del 27, poetas a los que conoció y admiró; y la Generación del 36, a la que él mismo se vinculó. Su poesía se caracteriza por su tono viril y arrebatado, su humana sinceridad y su perfección técnica. Sus versos desprenden auténtica emoción. Emplea con abundancia las metáforas, a veces primitivas y elementales; otras, impregnadas de surrealismo, pero siempre llenas de imaginación y de fuerza. Su tono se mueve entre el apasionamiento y la contención a la que somete esa energía mediante formas poéticas rigurosas. Destacan las continuas referencias y evocaciones de la vida natural y campesina. El principal tema poético es el amor, apasionado e inquieto cuando piensa en Josefina, su mujer; fraternal y generoso cuando recuerda a los amigos, y solidario con las gentes del pueblo.

Su obra se divide en dos etapas, separadas por la guerra. A la primera pertenece Perito en lunas (1933), 42 octavas reales que presentan una evidente influencia de Góngora en su lenguaje y destaca por la creatividad de sus metáforas. El rayo que no cesa (1934) es una colección de sonetos en los que habla sobre amor, pena y muerte. Además, incluye la “Elegía a Ramón Sijé”, en tercetos, un emocionado recuerdo del amigo fallecido. El libro muestra ya la influencia de Neruda y de Aleixandre.

Referencias

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