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Doctrinas microbiana y bioquímica

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(1)

DOCTRINAS

mlC~OBlRJA

y

BIOquímICA

CONFE

RENC

IA

LI:ILJA E LA SOClEDA!> DE OE CIAS FfslCAS

y NATU~¡\LES

E ~1:¡':UTAClON DE LA UL:L D~. l!NA~ES

y ANÁLISIS DE LAS DEL D~. RISQUEZ

SESION PÚBLICA 013 JO OE MARZO D

E

1905

ENR[QUE ROMERO GARctA

-

;

*

./Ilálaga

(2)

So[ledad Malagueña de [ieo[ias

BIBLIOTECA

Sala ...

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E

stante

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Tabla ...

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... .

(3)

DOCTRINAS

)Ylicrobiana

y

jJioquímica

IndudablcnH'nte ha de extrañaros, tanto ó más quizá que

:l

mis respetables consocios, que el ente salido de la n,tda y que con nillgun<)s lauros ni reputación alguna cll('IlLt, tf!nga la osadia, mejor dicho, el cinismo, de alzar su voz el1 ("ste sitio ocupado de un modo constante por hombres elllinentes en lodos los ramos del saber huma -no, para terciar en discusión tan trascendente como la

qll<' iniciada por el sábio Dr. Risquez y gallardamente sostenida por nuestro entendido Presidente el Dr. Li-nares, ha de constituir tambien para mi el tema obliga-do de ésta conferencia.

Una sola disculpa tiene mi atrevimiento; pero es de tanto ])eSO, atai"íe tanto al honor científico, que no puede menos tI<' justificar, que médicos adocenados como yo, i ntcrv('ngamos en éste debate.

Ile dicho, Sres., que el hOllor científico así lo exige y

tlesdc lueg'o, al hacer ¿'sta afirmaci()n, debo demostrarla siqt.icr sea para conseguir la indulgencia de que todo lo malo necesita, para sacar

á

flote mAs ó menos trabajosa-mentf! la balulllba pe ada ele sus concepciones.

I ,él im portancia de las afirmaciones sustentadas por el

(4)

entendido auditorio, que mi poca facundia tiene la

mi-sión de hastiar en (~sta nOl,:he. B:lstallll' solo consignar. que ellas destrozan, cual imponente cxphsivo, el huero y ampuloso edificio en que hoy ele una manera harto>

pesada y sistemática viene girando tanto la etiología como la terapéutica, tanto la doctrina causal, como la curativa, no solo en el hombre sino en los aninnll's

y

en las plantas y hasta, si quereis mils, en los 111in('rales, que caracterizando sus primeras individualizaciones en

las formas cristalográticas, sufren y padecen por las inclemencias exteriores, se fatigan y llegan ;'l romperse' por el trabajo continuado, sufren las intoxicaciones IMr el mismo mecanismo y con la misma sill/olllatologÍa esencial .que el ser más perfectamente organizado y S\' medicill1 y curan con los mismos raciollales tratamien -tos que la moderna terapéutica ha logTado tldinir para el ser humano, Pues bien; sentauo ésto, calclllad la in-mensa importancia de ésta discusi,')I1. que trata de resti

-tu ir á la verdad concepciones cn<lIle<lmente in terprela-das y ue llevar en justicia la paz y cl sosiego:' esa pléyade inmenS,l de seres intlnitanwnle peqnelios. que perseguidos por nosotros cllal implacables verdugos,

han de verse forzosamente empujados ú respondernos con defensas, por nosotros hoy perfeclamente descono-cidas; pero que no por eso han de ser mellOS letales

para la humani(lad. pues el equilibrio dellllundo vivien -tt" por nosotros roto en (~sta lucha, ha de provocar seguramente vibraciones cuyo modo de actuar,

:t

pesar

de ser tan pequeñas,ha de ser sensible; por que, creNl11lc señores, mi ánimo no se espanta de Lt dinamita ni de la trinitrina. ni del piróxilo, ni de ninguno de los moder-nos explosivos; pero se apoca y se encoge ante esas fuerzas misteriosas, al parecer despreciables y que en-cierran ellerg-ías capaces de pulverizar el mundo.

(5)

con que el elelllpnto médico, que forma el más nutrido

núcleo de ésta Sociedad, ha oido (si es que las ha oido)

las dos conferencias <!'ldas por el Dr. R.isquel.. Creo que

solo el dejarlas pasar lksapercibidas es un verdadC'ro delito científico, y por el prestig'io oe la clase 11l('dica

invito y reto

:1

la discusi/m á todos cuantos declic'ldos

:l

la curación y ali"in de la humani<1acl doliente, tienen

d sagrado ddJer de acudir al palenque de la ciencia

par;l buscar i(h'as en que hasar la curación ,') el ali\'io

de centenares de C'nfermos quizú. Y no se me arguya

que las i<ll'as sustentaclas por 1'\ Dr. Risquez <,st:lI1 en

ahierta oposici/m con todo lo fJue hoy constituye; cuerpo d<, doctrina en el arte de curar, por que precisamente esa es la raz/>ll, por la que el honor científico nos ohliga

ú reformar Iluestras ideas ó ú pulverizar por ut/lpicas

las sostenidas por el Dr. Risqucz.

llora es ya <le que empiece it dejar ver ('1 sendero

por el fJue,

:l

vuelta de Illuchos tropezones, ha de

descn-\'01 verse (~stc trahajo.

S('iiores: educad" como médico á la moderna, es decir

('mpapado (ll'sc\<' la cahe;la hasta los pi<'s de las teorias

microhianas; interno ell las clínicas de operaciones y

partos. donde tan huellOS materiales para el desarrollo

de las doctrinas poseía; cO!1\'encido, por que así lo afir

-mabanlas autoridades mé<licas (lPl mundo, de la reali·

dad de ésta doctrina; harto hasta la exageración (le las

ridículas maniobras antisépticas y hasta cI<' las asé'

pti-cas, sal i de la Facult¡ul sien<lo un convencido materi

a-lista y \In v('nladero s('('lario ele la doctrina Illicrohi o-I/lgica. 1'11I'S bien; hoy ;'L cambio de estucli(\s lll;'lS s/'rios

y profulll!os, <,n fuerza de llo aceptar autoridades ah

so-lutas sOllletiélllloln todO:l mi razón, soy espiritualista

y en<:'migo declara(lo y con\'<'lIciclo de la doctl-ina

mi-crobiana. que cual doctrina infernal, tiene sujetos entn'

las redes del crror ;'1 los {mimos apocados, que no han

(6)

de que la razón COllstantemcnt(, dispnnc para llegar al

conocimiento de la verdad.

llecha ya mi profesi/lIl (](' fe', ('ntn'Il1Os rn ma1t-ri;l.

*

:!O:-

*'

Ál'dua tarea es la que sobn, mí lWS;\ al ( '11\:'1' qUl' t,)

-car las conferencias de Ins I )r('s. Risqu(~z y I.inares

sobre la teoría microbiana, ·y 111;'LS ánlna aún por las

condiciones en que se ha ajustado este loo/{:o ;lll

dct-lual, como muy aCf'rtaclamcll(c le lIam,') pI 1)1'. I.ill<lres.

Tan superior

á

mis fuerzas 1(, C(JlH'I'ptU(',. que ;'l no Ilalwr

quedado expuesto á la vcrg-ücnza pÚhli('a, por ('1 alllln

-cio de mi intf'rv nción en el d('ha(e, hubiera r('(irado mi compromiso.

No he de hacer un reSllmen detallaclo d¡o la

conferell-cia del Dr. Risqucz, por que ('s(oy tal! lH'ri'sc1;tmcnt,' dentro de sus opiniones ell est!' punto. que (n<l.) 11) <¡Uf"

sobre él trate, irá carg-aclo de la misma [('lld.'neia,

1'\ o así ocurre con la dd I)r. l.i llares. Su lllnLlo ele

pensar, en abierta contradicci,')n con (,1 qU('

suslclIl<t-1110S, me obliga

á

trazar somcranwnle el cuadro quc en

su trabajo representa.

Empieza el Dr. Linares con una s('rie d(' co

nsidera-ciones sobre el modo de ser y vivir, no solo los micro

-organismos, sino todo lo que sohre la corteza tl'IT('strc

pulula, y de ellas deduce la alirlllaci/l1l, qU(' importa

dejar bien anotada, de que "los \"t'getalC's y allimall's

se deben al terreno sobre que se asientan.'} Pasa dl'S

-pués á estud iar el ciclo de la maleria y afirma q lIC los

vegetales se alimentan de sustancias illorg-;lIlicas, los

animales de sustancias vegetales y únicamentc los ca

r-nívoros 10 hacen del reino animal. Cita corno prueba de ello, la acción absOl-bente de minerales por las raicC's

(7)

-bono que ha de dat' á los primeros composición más

compleja. por el intermedio de su materia colorante, la

clorofila, Afirma que el vegetal no esto:-í. en condiciones de absorber las materias org-ánicas, y dice que los mi-crobios. son 10$ ellcarg-ados de efectuar las preparaci

o-nes neccsarias, para transformarlos en elementos a

simi-bbles, siendo por tanto tan importante su papel, que de

no existir ellos, la vida desaparecía en absoluto de nues -tro plalleta, Cita después, en un brillante escarceo his -t(lrico. las experiencias de Pasteur y con ellas el origen de la doctrina microhiana; hace notar las culturas en el

líquido <1(' I{aulill para probar la enorme influencia que el tCtTt~nO tit'lle sobre el desenvolvimiento microbiano, hacicndo n'saltar ht'chos. como el de la suspensión del desarrollo (kl cultivo, por la presencia infinitesimal de I¡ls sales de plata y aun por depositar el caldo de culti -vo en un vaso oe éste metal. Insiste en la poderosa inHuC'llcia <!C' los agentes cósmicos para el desarrollo

microhiano. y cila j'Ot1l0 hecho curioso el de que el ba -cillll~ <\ntrhacis no se desarrolla por encima de los 45°

de tempC'ratllra, Cita como consecuencia)' comproba

-C'i<'l11 <1<' estos asertos, los experimentos realizados en

¡t\'t.~S y ranas, afirmando que en las primeras no se desa -rrolla b infección, por que su tcmperatU1'a normal es ckvau<l, yen las s(~g-lInda.s. pbr ser excesivamente baja, ai'i¡ldielldo como comprobación que si

á

las primeras se

htS cnfría por el bailO, y ¡'t las segundas se les eleva la

tC'lllpcrarura calentando 1'1 agua, mueren indefectibl

e-mente y los cultivos inoculados alcanzan un espléndido

desat'l"ll1o, ('ita las condiciones que se fijan como indis-pensables. para considerar (t un microbio, como causa

nec('saria de una enfermedad y que son:

l."

Delllostrar en todos los casos de la enfermedad

pI microbio ('n los tegidos l> líquidos del enfermo y no

hallarle ('n los sanos ni ('n los enfermos de otros pade

(8)

2." (lallado el fito-parásito, cultivarle: puro y en

se-rie indefinida.

y 3.a. Repruducir la enfermedad cuantas vC'c('s s('

desee, valiéndose para el objeto de los microhios toma

-dos de los últimos cultivos de la série.

Para combatir la idea de que la C'specili.cid;ld no pue

-de atacarse por que unas especies se trasforman/C'll las

otras, cita la trasformación de: otros sóre:s, como por

ejemplo los insectos, las variedades obtenidas en flori

-cultura, la selección de las raz¡ts, la acometivit1;td <.kl

leon de la selva y la mansellul11hrc de los que roL!e:"hall

it l\1ellclik al recibir á los represenlantes cxtranjl'ros

después de la batalla de J\ddua.

Combate la i(lca oe <ll1C el terreno es el tocio. co

pian-do ele Jacoucl y ~ieme:g'er la epidemia ele sarampión de las islas Faro ... ·s, descrita por Panulll, afíadiendo

con

-tinuación. que el encontrar terrello apto. es una condi-t;Í()n indispensable, y recordando :l ese efecto las expe -riencias con el líquido (k Raulin.

Ataca, por último, la conclusión de que es tarea utó-pica matar microbios, y cita para ello las experiC'ncias snbre la peste trasmitida por las ratas, la epidemia del Instituto Francisco JOS(~, y por último la desinfección de Cuba por los americanos.

Haciendo un resumen de conjunto, expondré mi crí -terio,de que toda, absolutamente toda la conferencia del Dr. Linares, labora ele un modo admirable f'n pró de nuestras opiniones. Prueba irrefutable de ello son los conceptos, que á continuación he de exponer.

El Dr. Linares aflrmél «Todo lo C]He existC' sobre la

corteza terrestre tiene como lmico origen ó 10 C]tH' es lo

mismo, los vegetales y anima.les se deben {l ('1 terrf'IlO sobre que se asientan.» ¿Y quiere llccirme el 1 )r. l,illa

-res, si ésto difiere en algo, lle la anrmación elel Dr. R

is-quez de que «el terreno es el todo»?

(9)

de sustancias inorgánicas y á eso añado yo: todos los

hacteriologos están hoy conformes en quc los

microor-ganismos pertenecen de un modo claro y definido al

reino vegetal. Y COIllO u.cducci('>1l lógica de éstas

afirma-ciones, ocurre preg-untar ¿entonces de que se alimt'ntan

los microbios dentro del organislllo humano? Porqut'

creo que no admitiriL duda quc todo cuanto en ('1 orl.;-

a-nislllo humano exist(~ es perfectamente orgánico_

I.a misma función fijaclora de carbono que asig-na {l

la clorofila, no es inherente á ella, toda vez que para

rea-lizarse, necesita del concurso de los rayos rojos y

actíni-cos de la luz solar ó de la eléctrica,y cuando dE' ellos se

vé privada, no puede dl'dicarse á la tarea de organizar

lo inorgánico, puesto que la ciencia moderna sabe' qUl!

el vegetal respira exactamente lo mismo que los anima

-les, es decir fijando oxíg-eno y desprendiendo anhidri<ln

carbónico y que la función clorofiliana es

ind<'pendien-te de la respiración.

I'>ero aÍln hay 111;'t5: el Dr. Linar('s sienta ft

continua-ción. que los microorganismos Son los encarg-ados dI'

cerrar el ciclo de la materia, de componiendo las m

ate-rias orgánicas, quc son perfectamentc impropias para la

asimilación tlel vegetal, y aunque no hubiera otras

razo-nes,que las hay¿quicrc decir 01 Dr. Linares como harm

o-niza esas ideas tan opuestas? por que los micl'oOl-gan

is-mos son vegetalC's, y por ende no puedcn asenlar sobre

matcria ni viva ni organizada, y si \-iven y se nutren en

ella, es por que el yegetal puedc vi\-ir. y realnwnte

vi-ve, aliment:tndose de sustancias org:'tnicas,

Las saksamoniacales no cn'oquc se considercn como

inorgiulicas, los jaboncs c:Hla\'¡"ricos, que son perfecta,

mente as('pticos, son solubles y se absorven 11lara\-illn

-samcnte por los \'cgetalcs, que se alimentan de toda

clasc de cuerpos tÍ ((llIdicióll de q/le sean solubles. De pasl'

queda delllostraclo,qul' no hacen falta en absoluto p:lra

(10)

completo, y en cambio, ellos ~í que lwcesit:lll de la ma -teria organizada muer/a d IlllfmiwlIIeJ/ft: alterada y por lall

-fo enferma para poder cxistir.Y<'IHlo de aquí ;'\ sentar la afirmación contraria á la que el Dr.l.inares sustentaba, es decir, «que los microbios no existirían sin que' la ma -teria organizada enferma ú muerta les ofreciese terreno abonado para su nlltrici,')Il y su vi(];!.»

El Dr. Linar<,s se atie'ne cn 11ll todo:l las experien -cias de Pasteur, para sustentar la doctrina microbiana, y no tiene en cuenta, q uc ('SOS hechos pri ll10rd iales. únicos que él cita, acepta y admite, son ya antiguos y están perfectamente contradichos por lodos, absoluta-lllente todos, los que (·1 Dr. RisqlH'z cila ('n su trabajo, y todos ,llos son muy postNior('s :l los d(~ Pasteur, lo cual indica, que si en tUl principio l'ste ilustre hombre definió los hechos, lo hizo sin poder entrar en la esencia de ellos, mientras que los dem¡ts. que tielWl\ tanta a uto-ridad como i~I, han desmelluzado sus experiencias, de -pur:u1dolas cada día m;ls dc' sus errores; por quC' no creo que el Dr. Linares, se atreva á sllsll'nlar la hen:~tica hipótesis de que Pasteur ('ra infalible.

Afirma después el Dr. Linares.que los agentes cósmi -cos tienen gt'an influencia en el (ksarrollo microbiano, y dice que el baci/llts aulrltai'Ís no se desarrolla nunca so -bre los 4so,dando por l'Stc hecho la (~xplicacit'lll de que sus inoculaciones no prosperen en las ayes. Y pregunto yo ¿es que acaso las aves tielH'n C0ll10 temperatura nor -mal 4S0? J.a temperatura de las aves es menor, y por tanto las culturas del hacillo deben desarrollarse si á ese solo hecho se atiende. Allad<, la contraprueba de que si se rebaja la temperatura de las aves sometiéndo -las á un baIlO de agua fría, los cultivos prosperan. Su

(11)

que pueda resistir por un tiempo tan largo como va-rios días, una temperatura inferior A la suya normal? ¿No es (~sto acaso. I1ÚS que suficiente para explicar la enfermedad, y tras ella el desarrollo del bacilo experi-mentalmente aportadu? Y si solo fué la impresión de momento, el fl'I1,)mcllo es aun mas letal para la doctrina microbiana. Peru vamos al caso contrario: en la rana, dice el Dr. 1 inares, no prospel"all las inoculaciones por que su temperatura es excesiva.mente baja, y 10 prueba, que si se calienta el agua en que viven, los cultivos se desarrollal1. Es lkcir, que cuando la temperatura am

-biente es elevada. el hombre sucumbe por afixia; y cuando la fiebre ó calur interno. excede de cierto gnt-do, el hombre mucre; por,) la rana, que en éstas condi· ciones está sometida ú una lenta aunque verdadera coc

-ción, 110 mucre ni enferma por esta causa, sino por que

el baúl/liS alllr/¡aris ha prendido,se nutrió y se reprodujo.

¿Es esto un raciocinio lc'¡gico y por tanto admisible? Autores ele hastal1t<' importancia científica y ele gran autoridad. afirman qUf' son rcfraciarios á las inoculacio-n('s, los cerdos, perros y gatos, y creo que á esos no se les puede achacar el que tengan distinta temperatura que el carnero.

¡Peregrina teoría la que tiene que prescindir de todas

las condiciunes de un hecho para poder dar su expli-caci,'lI1!

El Dr. Linares fija despu(~s J¿lS condiciones,

univer-salmente admitidas, para (]\le á un microbio se le pueda dar el 110mbre de específico, y por ende, el de causa exclusiva de una enfcr11lC'Clad. Analicemos la primera. Demostrar en todos los casos de la enfermedad el

mi-crobio en los togidos ó líquidos del enfermo y no

ha-llarle en los sanos ni en los enfermos de otros padeci-mientos.

Pues bien; ésta condición 110 la llena ningún

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encuentra en los tegidos ó líqui<los del enfermo. En la tubcrsulosis, por ejemplo, existen multitud de casos perfectamente definidos y comprohados sin que pllC'da encontrarse el bacilo de Koch, y al hiLcN las prepara-ciones microseúpicas, nos basta encontrar la fibra elás

-t ica de la trama pulmonar, para afirmar que se trata de un tuberculoso. La sífilis pulmonar provoca un proceso p:ltico absolutamente igual al de la tuberculosis. Si. guiendo el mismo ejemplo diré, que también se en cuen-tra el bacilo de Koch ell sugetos sanos, ¡t lo largo de las vías respiratorias y hasta en los alvcolos ]>lIlrnona. res, en el traillO intestinal, en sus jugos y en todas par -tes. con lo cual demuestro, que tampoco llena la segulI -da parte de esta cOlldici(~>J1; y cn cuanto:L I()s enfermos de otn >s padecim ientos, no necesito decir, q nc si normal· m<,nte estú, también uebe encontrarse y se ha en coll-trado. Por tanto é-sta condición queda incumplida.

Dice la 2." 1 rallado el fito-parásit,) cultivarle puro y en série indefinida. Pues hien, hasta hoy no ha habido ningún experimentador ell el mundo, que haya obtenido un cultivo puro de ningún microbio, y se le conceptúa como ideal cuando se ve aparecer lino Ó dos microbios ,listintos en cada quince ó veinte preparaciones: lo cual demuestra, que ésta condición, puramente idealista, no

la ha llenado hasta hoy ningún microbio.

(13)

inócuos. Y si f.sto es cierto ¿como las inoculaciones he-'has COII los últimos cultivos de la série han de repro

-ducir la enfermedad cuantas veces se desee? Dejo aquí

á la teoría microbiana, para que salga si puede de ese

atolladero.

Habla después el Dr. Linares del contagio y de las C'pidemias; pero C01110 más adelante he de ocuparme de

(~stos extremos, suspendo aquí el examen y refutación

de las opiniolles del Dr. Linares, advirtiendo que he

dejado sin tocar muchos puntos vulnerables y no he quC'rido entrar en el análisis detallado de los demás,por que entiend() CJlIe al Dr. Risqllez corresponde entrar de IlU(,\'O en la liza esgrimiendo sus poderosas armas, hasta

dC'struir la comhatida doctrina.

lle de ai'ía<1ir que. {t mi juicio, no ha sido comprendi

-do el DI', Risquez, pues él afirma únicamente, que e/

mi-cro-or¡;flnisIflO no es callsa prima de niJl¡;/tna enfermedad.'

11('1'0 C0l110 s6res vivos que son ¿quien ha de negarles

una importante' influencia en el ulterior desarrollo del cuadro l11orboso, al tomar parte de un modo accidental y secundario, en el festín que á expensas del organismo

en.fermo y acaso en aquella parte muerto ellos celebran? Dejadme terminar éste estudio, con las mismas frases del Dr. Linares. «Y es que los que poseen la grandilo

-cuencia consiguen arrastrar á los incautos é ignorantes, pero de ningún modo á los hombres de ciencia, que habituados .tl estudio, han de' reflexionar con fría cal

-ma. rechazando sus utópicas manifestaciones.»

Pélscmos ahora al análisis de la segunda conferencia,

á

la teoría bioquímica.

*

* *

~o hast,'> al Dr. Risquez almacenar la gravísil1).a série de cargos, que contra la t.eoría microbiana formulara, para lanzar Jos fundamentos, las bases inamovibles de

(14)

enormidad de datos, que fueran destruyendo una por

una las múltiples funciones asignadas al microorgan is-mo por la combatiua teoría. Hace un lluevo ataque

á

la especificidad para sentar la base de que las solas ac-ciones químico-vitales son suficientes para producir la

perlurbación. Acude á las acciones c,)smicas y ,1. las condiciones individuales, para demostrar que ellas por sí solas son fuente 111:IS que suficiente para producir y explicar las enfermedades. Cita y define indivíduos aptos é individuos refractarios. Demuestra elocuen te-mente, con datos arrancadoS:1 la misma doctrina micr o-hiana, que los simples cambios atmosféricos no pueden influir para nada en la vitalidad, acci/>I1, ni modo de ser de los microbios, puesto que son organismos, cuyas condiciones ue resistencia l'xcedell en mucho á los reducidos límites ('11 que las acciones cósmicas se

desenvuelven; y haciet1tlo hincapié en esos datos, ded u-ce, muy lógica y racionalmente por cierto, que esos factores ejercen \lna innegah1e inAucncia sohre el orga -nismo, dando lugar con tillo

á

la aparición ele Iniles de cambios quimicos inesperados cuyo conjunto semeic) -tico constituye la enfermedad. Continua analizando la 11l1trici<'ln; y la sínlesis de la vida la determina con el contínuo cambio atómico y molecular que la mater;a viva ('xperimenta. Basa cn éstas doctrinas las distintas m a-nifestaciones del temperamento, idiosincracia, diatesis y aún de la herencia, suponiendo que el ser lleva en sí, desde su nacimiento actividades especiales que le hacen pro(lucir en determinado sentido su bio-quimia.

(15)

nutrición, y cuya finalidad es la conservación de la exis -tencia fisiológica.»

Ci ta los dos elementos zilllo-/¡idrolisis y ::imtJ-Oxilisis

cuya constante lucha, produciendo el uno putrefaccio-nes y refrenándolas el otro, son la base del proceso vital. Pasa lista á innúmeros estados morbosos y

de-muestra que todos ellos son perfectamente definibles dentro de la doctrina que sustenta, aJ'íade que en multi-tud de estados fisiológicos la bio-química se· altera, ajustándose en un todo á las necesidades del organis -mo; afirma con experiencias que la inyección de los

distintus productos orgánicos de desasimilación provn-ca en el sujeto inycctado fenómenos parecidos á los que

su absorción determina en el organismo, y concluye afirmando que si el cuadro de todas las afecciones infec

-ti vas no logra reproducirsc es por que el organ i S 111 o necesita de UIl ti mpn de incubación indeterminado para producir los compuestos químicos causa y base de la cnfl~rl11edad.

Entra de lIeno en el estudio de la fermentaciones y para arrebatar esta última tri nchera á la teoría micro-biana, apela á los testimouios de Buchner y á las afir_ maciones de Carracido; el primero probando pxperi

-mentalmente la fermentación sin microbios, el segundo lanzando las modernas ideas sobre los fermentos inor-gánicos. Confirma los experimcntns de Buchner citan-do los de Salkowski, Salmon y Hafner, que operaban en medios químicamente esterilizados, las de Charrín alimentando asépticamcnte {~ los animales sin

detri-mento de su salud y las ele Thirfclder y Nuttal comple

(16)

fermen-tativo es una propiedad inherente de la materia y en todo caso, según Buchner, la expresi/lI1 nús elevada de la materia desprovista de vida. Contint'lél en éste estu -dio y dice que los fermentos obran trasmitiendo lIn;l vibración especial á los cuerpos con quienes se p01ll~n

en contacto. Cita la opinión de P()zzi-Escot de que las diastasas sufren y conservan el lllu\·ill1iento que des -pués comunican. Finaliza formulando su opiní/m y dice que las diastasas no se sabe lo qne SOII; pero que ohran

como óxidaceas ó como reductaceas. en pn'sencia ch~ agentes químicos minerales que acaparan para si el pa-pel atribuido á los microbios.

Con arreglo á las ideas antes expuestas, ddine la enfermedad diciendo que «es una modificación sensible en la constitución química del medio org-anizado».

Un solo punto queclábalc por tratar y lo hace expo -niendo sus ideas sobre el contagio, y admitiendo que los microbios pueden producirlo á condici')1l ele Sl"r ve c-tores de los fermentos morbíficos; cerrando su (·xposi -ción con bri Ilantes conceptos sobre lo que ú la ciencia médica del porvenir le {'stA reservado.

En concreto, pues, resulta del éln¿ilisis hecho ante -riormente: en primer término, que el Dr. Risquez nieg·a en absoluto al microbio la facultad c10 ser prillla callsa de ninguna enfermedad; en segundo, que el organismo obra de un modo instintivo acudiendo sistel1lúticanwnte á la reparación del trastorno morbífico, y en tercero y :¡Jtimo término, que los microbios pueden ser wclor~s de los principios químicos fermentativos y por nde trasmisores y causa de contag-io de las enfermedac1c·s.

(17)

ocurre C01110 hecho fijo y constante, de observación di

a-ria, en la naturaleza, y vereis que todo sucede cual debe ocurrir. rvlultitud de anill1ales se alimentan de las car -11\'5 mucrtas de los demás, otros se alimcnlan del resto de la escala animal y aun vegetal, el vegetal se alimcnta de toda clase de detritus orgánicos y aun de detritus mincralcs, que 110 otra cosa son las disoluciones; pero

Illlnea,cn ningún caso se encuentran aptos para la quí-mica nutriliva,mientras la vida se conscrva; y por tanto, si un microbio acude, crece y se desarrolla, no es él

agente produt:tor dc la enfermedad, sino sujeto aco -modaticio y necesitado, que llega á roturar terrellO i n-culto, pucs los mismos par{lsitos, solo prcnden en o rga-nismos dcbilitados y se alimentan de lo ya inservible para ellos. Ved, si no, la constancia con que se repite el hecho de que jamas en ninguna lesión se recoja un

cultivo puro de ning-ún microbio, y comprendereis, que si tina C'spncic prospera y predomina, es siempre aquella que m{ls cerca vive hahitualmcnlc dcl sitio lesionado ó mejor se ilcomoda al terreno enfermo. La misma teoría l11icrohiana labora de un modo tan valeroso como i n-consciente en pró de nuestro modo de pensar. Ella dice que el microbio arrastra una vida lánguida, una vida que se reduce á las más perentorias exigéncias vegeta-tivas, hasta que cncuentra terreno favorable para su desarrollo, Pues bien; los microorganismos todos, abso-lutamente todos los que hasta ahora se han definido

(18)

del microorganismo, que por falta de ingesta languid e-ce hasta el p1.lI1to de verse privado de sus facultades

reprod uctoras?

y vamos al segundo punto, en que voy

á

discrepar

fundamentalmente de mi sabio amig-o el Dr. Risquez,

que sin darse cuenta ha hecho la estAtua de la verdad(' -ra teoría, dejándola como todas las estátuas, desprovista de vida, por brillante que s('a el ropaje de que la viva

imaginación

é

ingenio tiel docto compañero haya p

o-dido revestirla.

Mi querido amig'o mostritndosc sin decirlo. I'ntlls ias-ta partidario del materialismo, supone que la piedra angular sobre que gravita toda la fisiología, es lit q uí-mica biológica y según se desprende de sus atinnacio -nes al rebatir la teoría microhiana, es el centro nervioso cerebro espinal, y avanzélndo un poco 111:IS de lo que él

lo hace, añadiré yo: y los cerebros rudiment;u'ios

espar-cidos por toda la economía bajo la forma de ganglios

nerviosos especialmente en el plex.o gran sitnpát ico. Pero si examinamos detenidanwl1te la l'lll'st i¡'m, yen-do

á

buscarla en su arranque, en el único punto acccsi -hle del alto funcionalismo del sistema nervioso, en los

fenómenos hipnótico-sugestivos. vcremos ele un modo

bien práctico que el papel del sistema nervioso es pura -mente seclllHlario, puesto que \rnicamcnt0 rCpreS01lta un transformador de una energía (X por ahora) capaz de trasmi'tirse de uno á otro sujeto imponiéndose y obligando á funcionar:l un oq.;anismo cxtrali0 al placer

del que con mayor capidad cinética le hace vihrar al

unísono ele su deseo. Y no se achaque al sistema 11 0r-vioso el ser la máquina, el foco de arranque de esas \'ibraciones, por que si lo es ¿e/lino una mácJllin<l e xac-tamente igual en su composición histológica. en su

estructura material y con un funcionamiento propio y

aut6nomo puede llegar ú prescindir de su personalidad,

(19)

supletoria, en sucursal de otro organismo? Y ésto ana

-lizando solo el sistema nervios?,; pero si se examina,

como preciso ~s hact'rlo, el organismo de un modo sin -tético ¿quiere decirme mi estimauo colega si el sistema nervioso es por sí solo capaz ele Illantener la vida? Veá

-moslo. Coloquemos

:l

un animal, única base posible de

experimentación, en condiciones de que el proceso

nu-tritivo no pueda cumplirs(' en su cerebro; practiqué -mosle la ligadura de sus carótidas primitivas y arterias vertebrales y abandonl:mosle á su vida ordinaria. El animal no tardar[t en morir; su cerehro isquemiado

hasta quedar exangüe,serú incapaz de regir en absoluto

la bio-quimia, y no sefÚ por qnc le falten todos sus ele

-mentos celulares, no sC'rú por que los cordones nervio

-sos hayan perdido por completo su facultad receptora y trasmisiva, es única y exclusivamente por que privada

la potenci'l vital, esa energía que llamé antes X, priva -da repito por falta de riego c1l' algo esencial ú ese órga

-no trasformador de modo vi'llento y absoluto, se ell

-CllentTól illlposibilitaua de darse á conocer al exterior ,

regulando como el m;ts habil y delicado químico los cambios atómicos y rnol<'culares (jll(' constituyen la

esencia de las manifestaciol1C's de la materia organizada

viva. Y buena prueba de cno es, que si prescindimos de una parte y no de la totalidad, como en el caso anterior, el animal (paloma que es el más apropósito) sigue vi

-vielldo y nutriéndose cual si ninguna lesión padeci

ese-habiendo perdido únicamente su visualidad y los sen,

tidos del oido, gusto y olfato, es decir hace una vida pC'rfectamente autónoma relacionándose con el exterior

únicamente por el tacto.

En el hombre aun ocurre la cosa mejor. En ml1ltiples ocasiones, como cirujano en campaiía, he visto lesiones

cerebrales de importancia, heridas del cráneo con disla -ceración y hernia cerebral y en todos los ca~os, de un

(20)

suturando t1cspués, hahicndo perdido únicamente 2 de

los ~ heridos que en éstas condiciones fueroll por mí operados. Pero aún hay más; si mi palabra flu'se dudo-sa, conocido de todo médico es el caso del ilustre ana

-tómico Bichat, que no tenía más que Ull solo I¡'¡bulo

cerehral y que por ende con arreglo ú la eSCLlda (p{1ría

oel Dr. Risquez 110 debía tener m;'Ls que U11a l1litad <kl cuerpo en condiciones de verilicar nOJ'JnalnH'llt<' y con

inteligente director su complicada química nutritiva y

la otra debía ser, como an~lisis (]clicada en manos ele

nil'ío, jUg'llete de las mfts estrambóticas reaccinnl's.

y ahora, ai'íauo yo, si el sistema nervioso eS el gelle-rador de vibraciones y adivic1ades y cl rcg"ulac1or de la intrincada química biológica ¿COIllO es que resiste sin lesión vital ta11 tremendas mutilaciones? Se porlrá argüir

que encierra tantas encrgías que solo un;. pequella pa r-te que se conserve intacta es capaz de alcndi'r ú la con

-servación de la vida; m;.{s ¿ú que ese dcrrodw? ¿ú qué ese lujo de fuerzas? ¿No es más l/)gico suponer qU(! ('S:1, fuerza vital que dehe existir y que indudablc1l1cnte

existe, es siempre 1,1 misma Sea cualquii'ra h ksi/J11 <¡tle

el ctlerpo fisico padezca? ¿No es m;Ls lúgico creer qlll'

cuando ese cuerpo físico queda inservible para la mani-festación de esa fuerza, ésta le abandt)na, cayendo él en

-tonces de lleno en la ley de la transformación ;Í que por

virtud ele ella se sustrajo? Y la prueba de que oculTe así es que cuanclo se lesiona el puente (}¡- Varo1io y 11l("<lula

oblongata, punto llamado desde muy antiguo nudo

"i-tal, el animal muere y es por que seccionadas las lín('a~

comun icantes de toelos los d isti ntos aparat liS (]I' ese gran tl';)sformOldor llamado ('('re1>ro, la ruerz;\ vital se encuentra imposihilitada de ejerC(T su <lcci/)II directora, y abandonando al cuerpo físico. como instrumC'nto que para nada le sirvc, le ]¡¡tCi' caer de lkno cn la hasta ese

mOI1H'nlo incumplida ley (le la lransrorm:lci(Jn de su

(21)

Desechada por ilógica la suposicíÓIJ de que sea el

sistema nervioso el inleligente director de la química

vital, veamos si el organismo físico entero es capaz de

realizarla. Solo de un argumento dispondré. ¿Por que

al morir el ser el organismo entra en putrefacción? Si fucs(' él e11 masa el regidor y generador de las funcio-nes vitales ('1 s('r Sl'ría inmortal, pues que en sí mismo llevaba el f()co y la ciencia

o

c

la vida, y muy por el con· trario, sabemos que le es condición necesaria el estar

dotado (le> energías vitales para escapar iL I<l ley de cles-trucci('JIl que desde el vientrc m¡ücrtlo viene persiguién -dok como S.l Jn{¡s implacable verdugo. Ya se yó quC' se me argüirit cnn el progresi vo desg-aste de las fuerzas, con que la energía inicial vá lentamente consullli~11close hasta. agotar"C', sé que se me citará :l los viejos prostá -ticos, iÍ. los ancianos présbitas, é:í. los sexagenarios con

su cristalino C]ueratinizauo, con su tubo digestivo fun -cionando cada vez más anormalmente. cnn u paso lento y v'Lcilanle. con su columna vertebral cncorvada por el

peso (k los ai'íos, con sus blancas molenas símly)lo de

la paz conquistada tras las trelllC'llclas luchas de la vida.

Pero todo esto, que' de ohservación tan \"ulgar es, no resist el mAs lig-ero análisis, pues cae el! el hasta hoy insondahle misterio dC'1 reinado ele la ilusillll, de que el

mismo ego no PllcLle desprentlcrsC', sino en sus m:ls

ele-vados planos.

l.¿l vida no lang"uidece, no puede languidecer, sus manifestaciolles S011 y serán sicmpre las mismas mien

-t ras un Alo!llo ele e'1l('rgía vital anime d monton de ma -teria ele que ;'l la vista C'stamos formados. Contra todo 10 que anles citaba. puedo yo manifestar que todas csas dolencias, todos csos achaques de que

á

la ancianidad

quierc re\·cstirse, son consccuencia obligada de hechos,

de abusos, de trasgresiones anteriores y buena prueba

(22)

conserva todas sus energías, incluso las reproductoras, que en junto, como el Dr. Risquez nos decía. creo que pocas energías han de necesi tarse, para llenar ese acto físico de deshidratación.

Demostrado ya que el sistema nervioso ni) es ni puc-de ser foco productor de vicia, ni director de las funcio-nes químico-vitales, que son su característica, y que el organismo físico en masa tampoco puede serlo, he de

entrar en el análisis del último punto, rlP los microbios vectores siendo posible que en otra conferencia entre ue lleno en el de la fuerza vital y así podré deducir las Illoditlcaciones que creo de absoluta precisión introdu

-cir en la teoría del

Dr.

Risquez, toda v('z que á mi juicio se ha parado en el hecho sin <luerer remontars(' á la causa; ha ido buscando el ekcto vital, sin llegar á la cansa de la misma vida. Por éslo elije 'lue había labra -do el múnnol, pero sin lograr arrancar de él ni el mús leve 1l10vim iento.

El Dr. Risquez al llegar á (~s[(' punto, sin saber ya que hacerse de los l11icrohills y qu('riellr!o explicar su presencia en los organismos <lue han padecido el con -tagio, hace LISO de un eclecticismo propio únicamente

del que no tiene la convicción de sus ideas, /¡ del que trata de haccrse mcnos sospechoso tcndicndo Ull puente capaz de hacer llegar la bcncvolcncia á sus innovacio -nes.

(23)

contagio se r<>alice? ¿Y

á

que seguir patrocinando la

idea del cOlltagio en las enfermedades infecciosas C'n la forma ell que hoy se admile. clIando este ni existe ni puC'cle ('xistir? ¿Tiene alg-o dC' extral10 que los

indi\'í-ciLIOS d(' una ll1isma familia. (') los que C'slitn someti<1tls al mismo r6ginlC'1l, slIfran dC' cnfcrnw<1ades idénticas?

Pndr(l aclucirse como argu1l1enlo aplastan le. quC' las enfermcdades {'pid("micas no se reducen it una sola

fa-milia, sino que de cada una d0 C'lIas hierC'n !L lino Ó varios ilHlivíduos, (lt-janc1o i ndemnl's ;l los dt'11l{ts. Pero <'-sto nada sig-nitlr.a, pucs las (~pidcmias no atacan iL to-dos l<1s puehlos ni dentro <k lino mismo se distribl1y0n al azar. sino qU0 por cl contrario. llevan nn sello (an típicn, tan caraclerístico en sus m;lI1ifestacioncs, que invita {l pensar en que una causa cósmica perfectamente definida es la que regula Sl1 funcionamIento. Prueha

inequívoca de ello es, que ninguna cnfertllC'dad epid<'-

-mica aparece por sí C0l110 entielad nosológica (kfini<la aislacla, sino qUl' pI)r el contrario, todas. ahsoluLtnl('nte todas son endemicas en tal ú cual sitio. Y si en ese pllnto se llenan ele un n10<!o deflniti\'o en periodos J"(.]a

-ti\'anwnlp poco distanciados las condiciones c/)smicas necesarias ¿qUt' raz<'>n puede haber para q\lC' esas condi-cionC's no se c\1mplan en óste ó en <'l otro sitio? ¿Qni('n ha realizado un estudio complf'to de las condiciolws telúricas y atmosféricas en que cada epidemia se desa-rrolla? ¿Quién ha

(l

eter

mi

~ado

los aires reinantes. su \'L·locidad, su temperatura, S11 estado higroJll(:trico, su presiún, ('1 estado del ciclo, la cantidad é intensidad de la luz, la lluvia ó la sequedad, el color y calor del te

-n"eno, su constitución, su pobl~lción, su faulIa y flora, su poder electro magnético, su equilibrio Ó su movili-dad yen una palabra las mil y mil condiciones en que

se desellvuC'lve y desarrolla una epidemia? ¿Quien ha

(24)

para caer en esa lucha que constituye el cuadro epidé

-mico? ¿por que toda cpidemia desaparece por sí sola? Y

es que qucremos sentar principios, queremos formular

ideas, queremos en una palabl-a disimular nuestra

igno-rancia presentándonos como entendidos y juzg-ando de

cuestiones en que si tuviéramos conciencia de 110sotros

mismos, debíamos considerarnos t;1Il \'lllg-o, CO!1lO ('1

salvaje pueda resultar comparado con el más sesudo

hom bre de cualquier centro científico.

Perdonad si en un momento de sinceridad llegó la

pluma á donde sutiliza pI pensamiento; pero creo (jUC'

de hombres pr{Lcticos. es confesar la ignorancia para

remediarla.

Creed me, querido Dr, Risql1ez, los microhios no rc

-presentan absolutamente ningún papel en el contagio

de las enfermedades infecciosas. Ko quiere psto decir

que yo pretenda negar el contagio; lo único que hago,

es colocarlo entre interrogaciones,en cSI)('ra de flue he

-chos bien observados vengan á robustecer la idca ele su

existencia ó

á

destruirla.

DcbeJ"Ía continuar ésta conferencia con el anidisis de

la fuerza vital y la rectificación ele la doctrina

hillquí-mica, mas he abusado ya tanto de vuestra pacienci; , os

he hecho per'der tanto tiempo con ésta deshilvanada

sarta de majaderías, que no me atrevo

á

continua.r y si

mis muchas tareas en el porvenir me lo permiten, en

otras conferencias trataré de tan interesantes temas.

Referencias

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