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El Sacramento del Bautismo

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Academic year: 2021

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El Sacramento del Bautismo

Los Sacramentos en un sentido general

(Catecismo de la Iglesia Católica, puntos 1113 al 1134; 1210 al 1212)

Los Sacramentos son una fuerza que brota del Cuerpo de Cristo, es un fluir de la Vida de Jesús, siempre vivo; y es acción del Espíritu Santo que actúa en la Iglesia. Son las obras maestras de Dios, en la nueva y eterna alianza.

La Iglesia ha precisado a lo largo de los siglos que en sus celebraciones litúrgicas donde se le rinde culto a Dios, hay siete Sacramentos (en el sentido propio del término), instituidos por el Señor: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio.

Se agrupan en tres:

# Sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

# Sacramentos de la curación o de sanidad: Penitencia y Unción de los enfermos, porque tienen la particular manera de curarnos el alma y el cuerpo como efecto que producen.

# Sacramentos de gracia de estado: Orden sacerdotal (en los tres grados: episcopal, presbiteral y diaconal) y Matrimonio; están orientados al servicio de la vida comunitaria.

Las palabras y las acciones de Jesús durante su vida oculta y su ministerio público, en sí mismas ya obraban la salvación y anticipaban la fuerza pascual definitiva con la que Dios iba a terminar de poner las cosas en su lugar. Las obras previas a su Pascua anuncian y preparan aquello que Él daría a la Iglesia cuando todo hubiera alcanzado su cumplimiento. Los misterios de la vida de Jesús son los fundamentos que en adelante, en su Iglesia, Cristo va a regalar por la gracia sacramental. Porque lo que era visible en nuestro Salvador ha

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pasado a su misterio (dice San León Magno) y éstos son los Sacramentos.

Son de la Iglesia en el doble sentido de que existen por ella (porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo) y existen para ella (porque los Sacramentos edifican la vida eclesial.

Son signos visibles y eficaces de la gracia de Dios, obran lo que realizan.

El Sacramento del Bautismo

Desarrollaremos este tema desde la perspectiva de los conceptos fundamentales que nos acerca el Catecismo de la Iglesia Católica en los puntos 1213 al 1284.

¿Qué hace el Bautismo en nosotros? Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. Nuestro ser y nuestro obrar se modifican. Pasamos a ser y a obrar como cristianos.

Bautizar (baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como "nueva criatura" (2 Co 5,17; Ga 6,15). En el momento mismo en que somos bautizados somos como metidos dentro del misterio Pascual de Jesús. Esto queda más claro cuando el bautizado es sumergido, metido dentro de la pila bautismal, simbolizándose entonces que con Cristo viene a morir, para con Cristo volver a la vida para siempre.

El nombre de este Sacramento

Este sacramento recibe diversos nombres: “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu tal como Jesús se lo ha revelado a Nicodemo ("nadie puede entrar en el Reino de Dios si no vuelve a nacer", Jn 3,5).

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El Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios. Lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque, es dado incluso a culpables, es gratuito, es regalo de Dios; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos, son constituidos como señores); iluminación, porque la gracia de la luz del Resucitado viene a i n s t a l a r s e e n m e d i o d e n o s o t r o s , p a r a h a c e r n o s resplandecientes; vestidura, porque el Señor viene a darnos una vestimenta nueva, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios, a quien comenzamos a pertenecer, marcados por Cristo.

El Bautismo en la economía de la Salvación

La gracia bautismal ya estaba prefigurada en el Antiguo Testamento. En la Vigilia Pascual, cuando se bendice el agua b a u t i s m a l , l a I g l e s i a h a c e m e m o r i a d e l o s g r a n d e s acontecimientos de la historia de la salvación que prefiguraban ya el misterio del Bautismo. Entonces se reza:

¡Oh Dios!, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la gracia del bautismo.

Desde el origen del mundo, el agua, criatura humilde y admirable, es la fuente de la vida, es don de fecundidad. La Sagrada Escritura dice que el Espíritu de Dios "se cernía" sobre ella (cf. Gn 1,2). El Misal Romano reza: ¡Oh Dios!, cuyo

espíritu, en los orígenes del mundo, se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.

La Iglesia ha visto en el Arca de Noé una prefiguración de la salvación por el bautismo. Así como Noé salva a todo ser viviente que se sube a aquella arca, así quien recibe la gracia bautismal es liberado de la muerte. En la Vigilia Pascual se reza así: ¡Oh Dios!, que incluso en las aguas

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nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Si el agua de manantial simboliza la vida, el agua del mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser símbolo del misterio de la Cruz. Por este simbolismo el bautismo significa la comunión con la muerte de Cristo. De su costado brotó agua, dice la Palabra.

También el pueblo de Dios atravesó las aguas de la muerte en el paso del Mar Rojo. La Vigilia Pascual lo recuerda: ¡Oh

Dios!, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, para que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón fuera imagen de la familia de los bautizados.

En estos puntos el Catecismo nos pone en la prefiguración del don que en plenitud recibimos por la presencia del Señor, quien nos deja desde su costado abierto por donde brota agua, la vida que nace como un manantial y que vence toda fuerza de muerte que viene a atentar contra nosotros mismos.

El Bautismo de Cristo

El Catecismo de la Iglesia Católica se pregunta algo que todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿por qué se bautiza Jesús, si Él es quien regala la gracia bautismal? Y responde: este gesto de Jesús es una manifestación de su "anonadamiento" (Flp 2,7,

se anonadó a sí mismo tomando la condición de esclavo). El

Espíritu que se cernía sobre las aguas de la primera creación (aleteaba sobre las aguas) desciende entonces sobre Cristo, como preludio de la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su "Hijo amado" (Mt 3,16-17). Y en Él, todos nosotros igualmente amados.

En su Pascua, Cristo abrió a todos los hombres las fuentes del Bautismo. Y en el Bautismo Jesús preanuncia esta gracia: cuando es sumergido en la aguas, está prefigurando aquel descenso de Jesús hasta los infiernos.

De su costado, dice la Palabra, brotaron sangre y agua (cf. Jn

19,34), figuras del Bautismo y de la Eucaristía, sacramentos de la vida nueva (cf 1 Jn 5,6-8): desde entonces, es posible

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"nacer del agua y del Espíritu" para entrar en el Reino de

Dios (Jn 3,5).

Dice un texto muy bonito de San Ambrosio: Considera dónde eres

bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En Él eres rescatado, en Él eres salvado. (S.

Ambrosio, sacr. 2,6).

En el Bautismo de Jesús está anticipada la Pascua de Jesús.

Fe y Bautismo

En los números 1253 al 1255 el Catecismo plantea la relación que hay entre estas dos realidades.

El Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los fieles. Por eso fe bautismal y vida comunitaria van de la mano. No se puede vivir como creyente lejos de la comunidad. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino una fe que comienza a desarrollarse. Al padrino se le pregunta: "¿Qué

pides a la Iglesia de Dios?" y él responde: "¡La fe!". Pido la

fe en semilla, en germen, pido comenzar a vivir según la fe en Jesucristo. Y es interesante esta perspectiva para que descubramos el potencial bautismal, esto es la fuerza de vida a desarrollarse que en el Bautismo recibimos. Por eso, cada vez que nosotros renovamos la fe bautismal, recuperamos ese impulso vital creyente, sobrenatural, con el que Dios nos invita a seguir dando pasos para madurar en nuestra fe, hasta

llegar a dar razones de por qué creemos, como dice Pedro.

Siendo testigos veraces de lo que afirmamos en nuestra adhesión al misterio de Cristo Jesús.

Hay un acto que no es menor: la presencia de la vida comunitaria es determinante para el crecimiento. Como cuando uno siembra una pequeña semilla en un lugar donde espera que brote: tiene que regarla, cuidarla, velar por ella, que le dé sol, que no haya yuyos que vengan como a querer robar la energía que la tierra tiene preparada para ella. El ambiente comunitario ayuda y colabora para que la fe crezca y madure saludablemente. Por eso el valor de un clima en Cristo

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alrededor de los bautizados.

Esto es lo que permite que el Bautismo se reciba en el bebé y que no sea necesariamente una opción adulta. Tal vez la Iglesia deba revisar cómo y de qué manera administrar el Bautismo. Hay que hacer todo un replanteo de este Sacramento. Mientras tanto, tenemos que seguir buscando las formas de crear espacios donde se favorezca el encuentro, donde se desarrolle la gracia, y poder acompañarla. Ése es el ámbito de la vida comunitaria, una comunidad viva, testigo, que reflexiona en torno a la fe y que asume compromisos. Comunidad familia, primera Iglesia doméstica, comunidad parroquial, movimientos, asociaciones, allí donde el Cristo total viene a seguir desarrollándose con la incorporación de nuevos miembros que se suman por el don del Bautismo. El testimonio de la caridad, de la fe y de la esperanza, las tres grandes virtudes son las que se espera puedan estar implantadas en la cultura de la vida comunitaria para que bajo ese climax pueda crecer el don de la gracia de los bautizados.

Referencias

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