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Desde la Puerta del

Sol Nº 617

27 Abril 2022 Miércoles

Si yo tuviera dinero...

Emilio Álvarez Frías

o cierto es que ésta es una frasecita nada original ya que fácilmente ha sido pronunciada, en voz alta o por lo bajinis, por cualquiera de los mor- tales que andamos vagando por este mundo de alegrías y tristezas, con- fusiones y descubrimientos. Unos con más ímpetu y ambición y otros como si fuera el señuelo que le ayudara a salir de las angustias en las que se mueve.

Sin olvidar a quienes son capaces de pisotear al más pintado con el fin de encaramarse por encima de los listones de los poderosos per se. Tanto es así, que en no pocas ocasiones ha sido incorporada al cante en sus distintas mo- dalidades, como es el caso de Johnny Ventura que la asocia a una «salsa», o Shiloh Dyhasty la cantautora que la incorpora a su música lofi música difícil de entender salvo por sus amantes seguidores ; sin olvidar que Manuel San- tos, «El agujetas» la añadió a su repertorio de bulerías o El Fary que la tuvo en cuenta dentro del conjunto de canciones que conformaba su variado rami- llete.

Pero a un servidor, al que no le priva la ambición, ni hoy día le quita el sueño la canción por más que de joven cantara en la Masa Coral que hubo en Madrid bajo la batuta del maestro Rafael Benedito, le ha venido a la mente que, si tuviera dinero iba a dedicar una parte importante a presentar demandas en los tribunales de toda España, contratando a los mejores y más decididos abo- gados, para poner en jaque todos los hechos delictivos que a diario se produ- cen en el país, ya fuera contra políticos, plebeyos, poderosos, gobernantes, cacos de baja calaña, emigrantes de diferentes colores y

procedencias, etc. O sea, contra todo aquél que no es ca- paz, o no quiere, comportarse con el resto de la ciudadanía como debe ser, de acuerdo con las normas naturales de la convivencia o con las leyes que nos damos a nosotros mis- mos; sin dejar a un lado a quienes legislan contra natura, cosa que en los tiempos actuales está al cabo de la calle.

Lo malo es que probablemente se iban a colapsar no pocos tribunales de justicia lo que resultaría complicado para sa- car adelante tantos expedientes como se iba a acumular.

Si yo tuviera dinero, al son de nuestros flamencos, y

echando también mano de Los Sirex que extendieron la otra cancioncilla que

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aseguraba aquello de que «Si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barre- ría...», iba a intentar limpiar España, cosa que, en estos momentos, necesita sin remedio y con prontitud.

De momento me he de conformar con salir a la calle en compañía de alguno de mis botijos con el fin de ir espabilando al personal. Hoy lo hago acompa- ñado de una pieza original, un botijo de anillos, de cerámica esmaltada de Teruel, alfarería que considero digna de admiración.

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Difícil de entender

Gerardo Hernández

l pasado domingo, el Patriarca Kiril ofició la misa de la Pascua ortodoxa en la catedral de Cristo Salvador en Moscú, a la que asistieron el presi- dente ruso Vladimir Putin, con una actitud de aparente devoción, y el alcalde de la capital, Serguéi Sobianin.

En dicha celebración el Patriarca ortodoxo bendijo a Putin y, según las noti- cias que nos llegan, se refirió a la

invasión de Ucrania como «guerra santa».

En la celebración de esta misma Pascua en el año 2019, Putín mani- festó que «esta ancestral celebra- ción cristiana durante siglos colma los corazones de la gente de ale- gría y esperanza, fe en la victoria de la vida y el amor». Extraña con-

cordancia entre sus palabras de entonces y sus hechos actuales, aunque no sorprendente habida cuenta de su trayectoria y sus comportamientos.

Pero lo que nos resulta difícil de entender son las palabras y la actitud del Patriarca Kiril, cuando esa invasión ordenada por Putin está provocando la muerte de miles de ucranianos, partíci- pes también de la misma fe cristiana or- todoxa, el asesinato alevoso de cientos de personas, el éxodo y la deportación de millones de seres humanos, princi- palmente mujeres y niños, y la destruc- ción sistemática de decenas de ciuda- des.

Esas bendiciones serían comprensi- bles, dentro de sus respectivos contex- tos históricos, en los tiempos en los que los clérigos bendecían a los cruzados que iban a Tierra Santa a luchar contra el Islam o cuando los capellanes bendecían a los soldados que se aprestaban a combatir a los enemigos de la religión, a los que asesinaban a los religiosos o profanaban los templos. O en los imanes que bendecían a los musulmanes

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que guerreaban contra los infieles, es decir, contra los cristianos. Pero no es tan fácil de entender, en las actuales circunstancias, por parte de un patriarca ortodoxo en relación con otros ortodoxos, víctimas del agresor al que ben- dice, promotor de una guerra que no tiene nada de santa.

El domingo de Pascua, día 24 de abril del año 2022, miles de cristianos orto- doxos ucranianos se quedaron sin la posibilidad de oír misa tras la destruc- ción de sus iglesias, víctimas de los bombardeos rusos.

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Sánchez, el sonatillo incansable

Desde su mal fario, Sánchez se ha propuesto dejar tras de sí una España de- sesperada, desguarnecida y mediocre a la que no conozca ni la madre que la parió

Juan Van-Halen (El Debate)

Escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando

n mi juventud más joven, o sea en la prehistoria, había un par de com- pañeros de tronío considerados gafes. Se contaban tremendos ejem- plos de su gafancia y, como débil defensa, los motoristas de sus perió- dicos procuraban escaquearse a la hora de recoger a domicilio sus colabora- ciones; quedaba tiempo para el fax y el e-mail ni se soñaba. Cuando llegaban los mensajeros ante las puertas de los ilustres se decía que apretaban un trozo de madera en la mano izquierda (era fama que servía un lápiz) mientras reco- gían el sobre del artículo con la mano derecha. Tocar madera se consideraba el mejor antídoto contra el mal fario y si al tiempo se susurraba «lagarto, la- garto», mejor. El estigma de la gafancia recayó incluso en un miembro de la RAE al que, para no nombrarlo, llamaban ZZ por la insistencia de esa letra en su apellido. En las reuniones académicas los inmortales procuraban no des- pegar la mano de la mesa o de la pata del sillón. Los gafes haberlos hailos

como las meigas en Galicia.

Siendo escéptico en la mate- ria, la verdad es que no de- jaba de tomar ciertas pre- cauciones, por si acaso.

Un experto en gafes es mi admirado Alfonso Ussía.

Gracias a él sé que hay cua- tro tipos de cenizos: gafe, supergafe, sonatillo y man- zanoide. Los dos últimos son más peligrosos pero la diferencia entre ellos no es pequeña. El sonatillo da mala suerte, pero él queda libre del mal, mientras el manzanoide comparte las calamidades que provoca. Hace tiempo que estoy convencido de que Sán- chez, nuestro impar presidente, es un sonatillo tipo, un sonatillo de muy buena calidad.

Nunca se produjeron en España más tragedias, desgracias y calamidades continuadas que desde que Sánchez llegó a la Moncloa echando a Rajoy con

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un pacto impresentable que, por la manipulación de una sentencia que le pro- porcionó un juez sumiso, se convirtió en un golpe parlamentario de libro. La pandemia la padeció y la padece el mundo, pero España cuenta el mayor nú- mero de muertos per cápita, y recibió el virus sin materiales suficientes ni adecuados. Sánchez se inventó un «Aló presidente» para entrar en nuestras casas desde todas las teles, un castigo más en nuestro aislamiento, pero cargó la responsabilidad de la respuesta en las autonomías. No visitó hospitales, ni residencias de ancianos ni a familias que habían perdido seres queridos en soledad. Él a la propaganda que es lo suyo. Sánchez decidió estados de alarma considerados inconstitucionales por la Justicia. ¿Se puede recibir un varapalo mayor? Ni pío.

Luego llegaron las riadas masivas alternadas con la pertinaz sequía, y nos atacó fuerte la borrasca Filomena. Vistas panorámicas desde el Super Puma y ya está. Más tarde se enfureció el volcán de La Palma, tranquilo desde hacía medio siglo. Y, después, la generalizada invasión de la calima que, como sín- toma de gafancia, adelantaba la decisión de Sánchez sobre el Sáhara. Pade- cemos los peores datos económicos de Europa, la recuperación más lenta, la inflación disparada (ya meses antes de la guerra de Ucrania), la deuda más abultad

sitaba La Palma para pro- meter lo que no ha cum- plido se agotaban las asti- llas y los lápices. Hay que hablar con los palmeros.

En las relaciones interna- cionales Sánchez ha demos- trado también la eficacia de su gafancia. Hizo el paseíllo con Biden, que resultó ri- dículo, y se inició la caída en popularidad del ilustre anciano que no ha dete- nido ni la guerra en Ucrania, que, por cierto, con un Putin que se cree el zar de todas las Rusias y la tragedia humana como fondo, es una sucesión de fake news en la que nadie dice la verdad. Como a Sánchez le gusta el Falcon visitó a varios colegas europeos (ellos utilizan videoconferencias) para proponer un plan que luego la UE no aprobó. Recibió en España al jefe del Polisario y ca- breó a Marruecos, rectificó contando sólo con su mismidad la política sobre el Sáhara y agravió a Argelia, y ello no le sirve para que en Washington le tomen en serio; siguen sin invitarle a las reuniones fetén porque ni el Depar- tamento de Estado ni la CIA se fían de un Gobierno con comunistas. Se postró ante el Rey de Marruecos para formalizar su canguelo y consintió que la ban- dera de España apareciese con el escudo nacional boca abajo que, como sa- ben los vexilólogos, significa rendición. ¿Hizo algo para evitarlo? No, él al cuscús.

Otras noticias sobre la eficacia de Sánchez como sonatillo. Presentó un plan en la UE, junto a su colega portugués, buscando una resolución urgente para contener el precio energético y aún esperamos. Costa se preguntará cómo se le ocurrió tal compañía; alguien le habrá informado ya de la gafancia. Apostó activamente por Anne Hidalgo en las elecciones francesas y no llegó al dos

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por ciento de los votos. En su día mostró su apoyo a Hillary Clinton y pasó lo que pasó. Los supercenizos no se resisten a ayudar a candidatos en elecciones foráneas. Zapatero que, se dijo en su día, también pertenece a la gafancia, aunque le catalogo como manzanoide, es responsable del fin de la reconcilia- ción lograda en la Transición. Respaldó en su día a John Kerry y a Ségolene

Royal y sufrieron graves reveses electorales.

Sánchez atesora una gafancia in- cansable. Además es un menti- roso pertinaz. Miente incluso cuando está convencido de que dice la verdad. Él y su otro yo. En- gañó a su electorado y engaña a los españoles, incluso a sus socios y a su Gobierno. Desde su mal fa- rio se ha propuesto dejar tras de sí una España desesperada, desguarnecida y mediocre a la que no conozca ni la madre que la parió. Con ello amenazó Alfonso Guerra en 1982 cuando el PSOE ganó ampliamente las elecciones. Pero Guerra no era gafe. La soberbia de Sánchez, su mediocridad y su gafancia son un cóctel letal. Pero a él no le afecta y vive feliz de haberse conocido.

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España, veinte años perdidos

Jesús Cacho (Vozpópuli)

En 2021, el español medio produjo un poco más de 23.000 euros, cifra co- rregida con la inflación, lo mismo que en 2005, lo que quiere decir que desde entonces nuestra economía no ha crecido. Ya no estamos hablando de una década perdida. Son 16 años sin crecer y vamos camino de las bodas de plata de carencia de crecimiento económico». La frase pertenece al eco- nomista Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía en la Universi- dad de Pensilvania desde 2007,

en una conferencia impartida hace escasas fechas en la Fun- dación Rafael del Pino de Ma- drid. «España tiene el mismo PIB per cápita que Estados Uni- dos en 1870, lo que equivale a decir que en 152 años no hemos sido capaces de reducir la dis- tancia que nos separa de la pri- mera economía del mundo. He-

mos pasado de ser el 2% a solo el 1,37% de la economía mundial. Cada vez somos menos importantes. Nos vamos a convertir en un país periférico. El problema es que otros países sí han crecido. El PIB per cápita de Irlanda lo ha hecho en un 79% desde 2005. El de Alemania, en un 18,7%; Estados Unidos, un 17%. También Japón, con sus problemas demográficos, ha crecido un

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7,8%. Incluso Portugal ha sido capaz de crecer en un 7%, ¿por qué nosotros no lo somos?».

«¿Es que solo importa el crecimiento económico? ¿Es el PIB la única variable a considerar?», prosigue Fernández-Villaverde. «Veamos. En 2005 trabajaban 19,2 millones de españoles; en 2021 lo hacen 19,6 millones. Hemos creado apenas 400.000 puestos de trabajo. No somos más productivos ahora que en 2005. Nuestra capacidad de producir no ha crecido, aunque la población sí lo ha hecho. El desempleo, por otro lado, ha pasado del 8% al 16%. El déficit estructural de las Administraciones Públicas, que en 2005 era del 3,43%, es ahora del 5,3%, mientras la deuda pública se ha disparado del 42% a cerca del 120% del PIB. Es decir, que producimos lo mismo, pero tenemos más des- empleo, más déficit y mucha más deuda».

Han sido 16 años perdidos y lo que te rondaré morena. ¿Estamos condenados los españoles a perdernos en el furgón de cola del progreso? ¿Somos menos laboriosos que los habitantes de otros países? No lo parece. Españoles de pri- mer nivel hay enseñando en las mejores universidades, compitiendo en los mercados de capitales de Londres o Nueva York, participando en compañías tecnológicas de Silicon Valley o dirigiendo la investigación médica en los me- jores hospitales del mundo, por solo hablar de algunas de las profesiones li- berales más relevantes del momento. Nuestro re- traso es producto de deci- siones de política econó- mica equivocadas toma- das por los sucesivos go- biernos con el consenti- miento de la ciudadanía.

Negación de los ajustes pertinentes en épocas de vacas gordas para afron- tar las crisis que siempre acaban por llegar y eterno olvido de las reformas imprescindibles para volver al crecimiento. «Todas las decisiones de política económica de las últimas semanas son exactamente iguales que las que se tomaron en el otoño de 1973, tras la primera crisis del petróleo. Una, negar la realidad. Dos, tomar medidas en el Consejo de minis- tros que van a dar un titular fantástico al día siguiente para dar la impresión de que se hace algo y tratar de ganar votos. Intentar solucionar la situación actual a base de gasto público con una deuda del 120% del PIB es hacer lo contrario de lo que habría que hacer».

El viernes supimos que la deuda pública alcanzó el pasado febrero su máximo histórico con 1,442 billones de euros, lo que supone casi un 5,5% más que hace un año (74.474 millones más), superando el 119% del PIB, según los da- tos publicados por el Banco de España. Esta es la verdadera tragedia de Es- paña, el cáncer que amenaza la prosperidad colectiva y la realidad que celo- samente oculta el Gobierno y en buena medida la oposición. Llama podero- samente la atención que en situación tan amenazante, que devendrá en una crisis de deuda inevitable en cuanto nuestro Tesoro se vea obligado a salir a

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financiarse en el mercado tras la decisión del BCE de empezar a reducir sus programas de compra de deuda soberana, en el Parlamento y en los medios de comunicación se siga hablando única y exclusivamente de «desigualdad», de «ayudas», de «subvenciones» y, en definitiva, de gasto público. Ni una pa- labra sobre el crecimiento, sobre la necesidad de crecer, de generar riqueza y crear empleo, única forma de abordar el saneamiento integral de las cuen- tas públicas.

En las últimas fechas se viene hablando con largueza de la conveniencia o no de bajar impuestos en la actual situación, un debate introducido por la llegada a la dirección del PP de Alberto Núñez-Feijóo, que este viernes hizo pública una propuesta al Gobierno Sánchez con rebajas fiscales por importe de 10.000 millones y cerca de 5.000 más de movilización de fondos del Plan de Recupe- ración para bonificar fiscalmente la energía a las rentas bajas. Y da la impre- sión de que, a pesar de haber contado en la elaboración de ese plan con la ayuda de «decenas de personas de la sociedad civil», el PP no acaba de dar con la tecla, no es muy cons- ciente de la gravedad de una situación que no se arregla con cataplasmas destinadas a transmitir a la ciudadanía la sensación de que la oposi- ción también se mueve, se preocupa y plantea solucio- nes. Ocurre que en una crisis de oferta como la que nos ocupa consecuencia de la in- vasión de Ucrania, toda esa parafernalia del cheque, la ayuda y la subvención tiene un componente inflacionario evidente, tanto más grave con un guarismo que ahora mismo ronda el 10%.

Naturalmente que el Gobierno y su clerecía mediática se escandalizan ante la sola mención de una bajada de impuestos, porque lo suyo es justo lo contra- rio, exprimir a empresas y clases medias trabajadoras para poder gastar más, olvidando la otra parte de la ecuación, la necesidad imperiosa de reducir el gasto, de racionalizar el gasto público para hacer más con lo mismo o con menos, empezando por recortar drásticamente la escandalosa estructura de un Gobierno con veintitantos ministerios, algunos, caso del de Igualdad, con un presupuesto que supera los 5.000 millones, una situación insultante desde el punto de vista del contribuyente. Todo apunta a un futuro muy preocupante para una España enfrentada a la incertidumbre de la guerra en Ucrania y sus efectos sobre los precios, con alta inflación, fuerte subida de tipos de interés llamando a la puerta, un crecimiento raquítico, un endeudamiento insoporta- ble, y un proceso de desglobalización en marcha cuyas consecuencias para una economía abierta como la nuestra, básicamente dependiente del turismo, se desconocen.

Lo más dañino, con todo, es la presencia en el puente de mando del peor Go- bierno de la democracia, el más endeble desde el punto de vista técnico y el más débil desde el parlamentario. Una coalición de socialistas y comunistas

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incapaz de acometer las reformas que el país necesita y, por supuesto, ne- gado para abordar un proceso de consolidación fiscal que, más pronto que tarde, nos acabará imponiendo Bruselas, porque, por suerte, pertenecemos al club del euro y será la dirigencia de ese club la que nos imponga los ajustes a realizar y la que, en definitiva, nos salve de la clase política que padecemos y a la que resignadamente respaldamos cada cuatro años. Ello, en una situa- ción de extrema debilidad del Estado que episodios como el del espionaje del «Pegasus» no hacen sino poner en evidencia. El ciudadano de una demo- cracia parlamentaria en un país desarrollado espera que sus gobernantes cumplan con las obligaciones inherentes a su cargo, una de las cuales consiste en proteger la seguridad del Estado de sus enemigos internos y externos. El problema no es que el CNI haya expiado a los separatistas, que va de suyo («Sí, yo disparé», Thatcher en el Parlamento británico tras la muerte en Gi- braltar de tres activistas del IRA), iba en el sueldo del mediocre Sanz Roldán, el problema es que lo han hecho tan mal, ha sido tal la chapuza que, en el caso del «procès», el pasmado Rajoy aseguró que no habría referéndum y el CNI

no fue capaz de detectar una sola urna antes del 1-O, ni de impedir la huida en el maletero de un coche del capo de la conspiración, entre otras muchas cosas.

Milagros al margen, parece imposible imaginar a Pedro Sánchez (un enemigo formidable para el centro derecha, un auténtico campeón del marketing po- lítico) revalidando su presidencia en las próximas generales, sean cuando sean. Como ocurriera con Zapatero en 2011, Núñez-Feijóo está llamado a con- vertirse en el próximo presidente del Gobierno de grado o por fuerza, en so- litario o con la ayuda de VOX. Será un desembarco en Moncloa doloroso, por- que su presidencia no consistirá solo en aplicar la necesaria cirugía a nuestras cuentas públicas obligada por la pertenencia de España al euro, sino que, de una vez por todas y resistiendo las presiones de la calle, tendrá que poner en marcha esas grandes reformas eternamente aplazadas que este país necesita para salir del hoyo de crecimiento en que se encuentra desde 2005.

Reformas que no solo tienen que ver con la economía, sino con el alma política de este desventurado país nuestro. Cambiar de raíz una «estructura político- administrativa que ha generado una serie de incentivos para que no se tomen las decisiones concretas que España necesita», en palabras de Fernández-Vi- llaverde. «Esta estructura ha llevado a una calidad democrática en deterioro

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y a una eficiencia económica cada vez más baja». Cambiar radicalmente el sistema de formación y selección de elites (para que, entre otras cosas, tipos como Zapatero, Rajoy y Sánchez no puedan llegar a la presidencia del Go- bierno), reformar la administración para hacerla más barata y eficiente, aca- bar con la colonización de las instituciones por los partidos políticos, cambiar el sistema electoral y, last but not least, poner en marcha una revolución edu- cativa capaz de sacar de las aulas jóvenes cultos y con espíritu crítico, con conocimientos suficientes para discernir por su cuenta dónde le aprieta el za- pato a la España en la que van a vivir su vida.

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No es la corrupción, sino su relato

«Pocos saben que tres altos cargos del Gobierno de Sánchez están imputados por fraude en la adjudicación en la compra de material sanitario por importe de 310 millones de euros»

Guadalupe Sánchez (El Subjetivo)

a corrupción socava la eficiencia del gasto público, condiciona el creci- miento económico y cercena la confianza en las instituciones legítimas y en sus representantes. La corrupción engendra populistas cuyos pro- genitores no son los ciudadanos que deciden votar a opciones antisistema, sino los políticos corruptos. Por eso causan sorpresa, cuando no bochorno, las críticas y menosprecios constantes que las élites de nuestro país dirigen a los compatriotas que deciden delegar su confianza en los partidos denominados extremos, señalándoles como principales responsables de un desaguisado que ellos, con sus corruptelas, han propiciado.

Las medidas adoptadas por las autoridades para enfrentar la crisis sanitaria provocada por la pande-

mia de covid-19 tuvieron un efecto devastador en la economía y en la socie- dad, obligándolas a apro- bar medidas de financia- ción adicional y a aumen- tar sustancial y urgente- mente el gasto, así como a flexibilizar los procedi- mientos de contratación

pública. Se creó así un caldo de cultivo idóneo para quienes conciben la po- lítica como un medio para servirse del ciudadano, en lugar de para servirlo.

Tanto es así que el pasado 15 de diciembre de 2021, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que instaba a la Comisión a evaluar medidas pre- ventivas para evitar la corrupción, las irregularidades en el gasto y el uso in- debido de los fondos de la UE y de los fondos nacionales en el caso de los fondos de emergencia y los ámbitos de gasto relacionados con las crisis. Con- sidera este órgano representativo de la UE que la presión por prestar ayuda y la necesidad de emplear los recursos en el plazo más breve posible podrían

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haber aumentado el riesgo de corrupción, fraude y otras irregularidades, y que esta situación requiere medidas preventivas y procesos de gestión del control eficaces, esto es, que todos los procedimientos de contratación pú- blica se atengan a las normas más estrictas en cuanto a apertura, transparen- cia y rendición de cuentas.

Esta resolución no viene a ser más que un recordatorio de algo que muchas autoridades nacionales, regionales y locales parecen haber olvidado: la res- puesta a las situaciones de crisis debe de darse dentro del marco del estado de Derecho, el cual sigue vigente durante las emergencias. Y es que ni la sa- lud, ni la urgencia ni la eficiencia son incompatibles con la ley.

En España estamos asistiendo a los primeros coletazos judiciales de la corrup- ción económica presuntamente cometida aprovechando las especiales cir- cunstancias pandémicas, mientras hemos dado carpetazo, con más pena que gloria, a otra bastante más grave que se perpetró durante los estados de alarma: la corrupción institucional. Tal y como constató el Tribunal Constitu- cional en nada menos que cuatro sentencias, el Gobierno de nuestro país aprovechó la emergencia sanitaria para sustraer su actuación del control de los contrapesos democráticos, lo que le ha servido para profundizar y acele- rar un proceso de colonización, ideologización y asalto a las instituciones de alta intensidad, posiblemente inédito en democracia. La fiscalía, el CIS, el po- der judicial, el Tribunal de Cuentas, RTVE están entre los organismos afecta- dos, aunque la lista es larga.

Parece, no obstante, que este tipo de corrupción genera me- nos inquietud entre los ciuda- danos que la económica, espe- cialmente cuando el político señalado por la segunda no mi- lita en las filas de un partido progresista: el relato hegemó- nico sobre la corrupción sigue residiendo en la izquierda me- diática. Efectivamente, la preo- cupación de muchos medios

españoles por la malversación o la prevaricación termina donde empieza el carné del partido. Ello explica que tramas relacionadas con la presunta ad- quisición fraudulenta de mascarillas desarrolladas en lugares donde go- bierna el Partido Popular copen titulares, aunque ni un solo miembro de ese partido haya sido imputado a día de hoy. Mientras tanto, otras en las que sí que están siendo investigados altos cargos y miembros del Partido Socialista apenas reciben atención mediática.

En las últimas semanas los informativos han abierto con acusaciones de co- rrupción y peticiones de dimisión tanto contra la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como contra el Alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, a pesar de que sobre los mismos no ha recaído imputación alguna. La primera está en la diana periodística porque se hizo público que se hermano percibió de una empresa que había contratado con la Comunidad el suministro de material sanitario una comisión de 55.000 euros por su labor

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de intermediario comercial. La fiscalía se aprestó a abrir diligencias de inves- tigación por un presunto tráfico de influencias, aunque nadie haya resultado imputado todavía a resulta de las mismas quizá porque jurídicamente tengan escaso recorrido y rechazó investigar a Ayuso. En lo referente a Almeida, la fiscalía ha puesto el foco sobre dos comisionistas que, presuntamente, ha- brían estafado al Ayuntamiento de Madrid, percibiendo cinco millones por su labor de intermediación.

Pocos saben, sin embargo, que tres altos cargos del Gobierno de Sánchez es- tán imputados por fraude en la adjudicación en la compra de material sanita- rio por importe de 310 millones de euros, nada menos. Se trata de Alfonso María Jiménez, director general del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, Patricia Lacruz, directora general de Cartera Común del Servicio Nacional de Salud y Farmacia, y Paloma Rosado, directora general de la Dirección General de Racionalización y Centralización de la Contratación. Están siendo investi- gados por 56 contratos, de los que varios se concedieron a empresas «dudo- sas», alguna de las cuales ni entregaron el material adquirido ni devolvieron el importe que se les anticipó.

Otro caso que está pasando de puntillas es el del diputado del PSOE andaluz José Luis Sánchez Teruel por un supuesto desvío de 40 millones de fondos eu- ropeos. Según la resolución judicial, la investigación se centra en el posible

«incumplimiento de los requisitos de la subvención resuelta por la autoridad administrativa, la posible irregularidad en la adjudicación de obras, las posi- bles irregularidades en sucesivas certificaciones de obras y el fin del dinero público destinado a obras

de modernización en terri- torios del Bajo Guadalquivir interesada por la Comuni- dad de Regantes».

Y no puedo dejarme en el tintero la imputación de Ada Colau en el caso de las sub- venciones a entidades afi- nes, que la querella cifra en 80 millones de euros, aun-

que no guarde relación con el uso de fondos europeos o la adquisición de material sanitario. Anticorrupción se sumó el pasado mes de enero al proce- dimiento, en el que a la alcaldesa se le atribuyen presuntos delitos de malver- sación, prevaricación, tráfico de influencias, fraude en la contratación y nego- ciaciones prohibidas a funcionario público por parte del Ayuntamiento al Ob- servatorio DESC, la PAH, la Alianza contra la Pobreza Energética (APE) o In- genieros sin Fronteras (ESF).

O sea, que tenemos algo más de cinco millones en tramas en las que no está siendo investigado ningún político popular frente a los más de 430 millones de euros presuntamente afectados en casos de corrupción en los que sí que hay imputados miembros del Gobierno, del PSOE o de sus socios. Resulta ob- vio que existe una evidente descompensación cuantitativa y cualitativa en la entidad de los delitos investigados que no guarda proporcionalidad con su

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tratamiento mediático, algo que sin duda recuerda a la gestión informativa de la trama de los ERES andaluces frente a la de la Gürtel. Que muchos de los que fueron linchados periodística, social y políticamente por su supuesta im- plicación en la segunda hayan sido absueltos o sus casos archivados no tiene importancia.

Se ha asentado la idea de que la corrupción es consustancial al PP, por lo que respetar la presunción de inocencia de los miembros de ese partido se con- sidera una formalidad innecesaria, no un derecho humano consustancial a un Estado democrático y de Derecho. En ello está colaborando sin duda la fisca- lía, suministrando a la prensa ese alpiste en forma de escándalo del que tanto gustan: se han filtrado mensajes telefónicos, conversaciones de WhatsApp, los textos de las querellas o las declaraciones ante el juez de instrucción. Y aunque nada de lo publicado resulta incriminatorio para Ayuso y Almeida, muchos medios han aprendido que, para la opinión pública, el peso de lo que se publica es mayor de lo que se juzga o de lo que se sentencia.

De lo que se trata es de que Sánchez pueda utilizar la corrupción del PP en sus comparecencias y entrevistas, señalando a dos de los mayores activos elec- torales de la derecha aun cuando no están siendo investigados, mientras se soslaya la corrupción propia o la de sus socios de gobierno, con imputaciones mediante. Utilizar a la fiscalía para ello es también una forma de corrupción, si cabe más grave que la económica, aunque no exista un tipo penal que cas- tigue el uso partidista de las instituciones. El coste reputacional que el nom- bramiento de Dolores Delgado y sus ulteriores decisiones está suponiendo para la fiscalía es difícil de cuantificar, pero no duden que nos pasará factura.

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Un corazón para resolver

Podríamos entre todos los españoles mandarle a Pedro Sánchez ideas para recortar gasto superfluo, tal y como propone Feijóo entre otras medidas para rescatar la economía.

Fernando de Rosa (ESdiario)

l historiador británico, Edward Gibbon, utilizaba una frase para definir el liderazgo, esta frase decía: «Un corazón para resolver, una cabeza para idear y una mano para ejecutar».

Esta célebre afirmación de Gibbon me ha venido a la cabeza tras escuchar al presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, afirmar que si Sánchez no baja los impuestos «es que no tiene corazón» tras las dificultades que tie- nen muchas familias para llegar a fin de mes debido al alza de los precios de los productos básicos y los energéticos.

Un buen gobernante no solamente ha de tener ideas y manos para ejecutarlas, sino que ha de poner corazón para empatizar con los más desfavorecidos de la sociedad a la que gobiernan, y desde luego, a Pedro Sánchez le falta dicha empatía a pesar de la propaganda monclovita que ha utilizado frases como

«nadie se va a quedar atrás», para intentar tapar la frialdad del presidente del gobierno a la hora de gestionar la actual crisis económica.

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El presidente Sánchez ya ha asumido que España tendrá un menor creci- miento en este año 2022, por lo que los presupuestos del Estado aprobados en diciembre pasado ya son papel mojado y necesitan una nueva adaptación a la actual coyuntura económica, máxime cuando el banco central europeo ya ha lanzado un aviso muy duro al gobierno español: en verano ya no comprará deuda española, dejándonos sin nuestro escudo principal.

Una inflación galopante es lo que está dejando exhausta la economía de las familias españolas, por lo que es necesario una urgente bajada de impuestos para poder llegar a fin de mes. Según el barómetro de la patronal Cepyme, el 95% de las empresas se han visto afectadas por la escalada de precios y existe un riesgo a corto plazo de la supervivencia de un 15% de las mismas.

Ante esta situación, la vicepresidenta Nadia Calviño ha afirmado que es inaceptable y con eso

nos hemos quedado.

Es tener muy poco cora- zón, además de muy poca cabeza, negarse a esta medida económica y sobre todo, negarse a ello alegando que si se bajan los impuestos se tendrán que hacer re- cortes en el estado de bienestar.

Pienso que los españo- les debemos ser trata-

dos como adultos por parte de Pedro Sánchez y no insultar nuestra inteligen- cia, puesto que si nos ponemos a dar ideas de donde se puede recortar en- contraríamos decenas de soluciones antes que recortar en sanidad o educa- ción.

La situación se agrava por momentos y el déficit comercial se ha disparado en el mes de febrero a 10.775 millones de euros, mientras que el gobierno bate su propio récord de asesores y cargos de confianza, sumando 785 asesores lo cual supone un incremento del 30% desde la época de Rajoy. Podría empezar a recortar en esta partida y así poder bajar impuestos a las familias.

El «Gran Hermano» sanchista

Otra idea de recortes podría ser el servicio contratado por la Moncloa para utilizar monitorización con inteligencia artificial para conocer a los dos minu- tos de haberse producido, todo lo que se dice de Pedro Sánchez en las radios, tertulias y televisiones, estableciéndose una alerta con el fragmento de sonido o audiovisual, es decir, un «gran hermano» al servicio del poder sanchista.

Así pues, a la publicación de cualquier mención al presidente en la Moncloa se sabrá quién lo ha dicho y dónde lo ha dicho de forma inmediata y por su- puesto, este servicio nos costará una millonada.

No sé si este artículo y mi firma serán dignos de ser «monotorizados», pero por si acaso llega a la Moncloa, ya les doy dos ideas para recortar y obtener

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fondos para bajarnos los impuestos, sobre todo, a las empresas para que no cierren y a las familias para poder llegar a fin de mes.

Podríamos entre todos los españoles mandarle a Pedro Sánchez ideas para recortar gasto superfluo, porque estoy convencido que, como decía Edward Gibbon, entre todos podremos ablandar el corazón del presidente del go- bierno dándole ideas para ejecutar pero con «corazón y cabeza».

* * *

Rincón del fraude y otros barullos Pedro Sánchez, denunciado en la Policía por traición al revelar datos del buque de la Armada

No sabemos cómo ha podido sentar en La Moncloa la denuncia que ya se ha tramitado contra el presidente del Gobierno

David Lozano (PD)

Lo contábamos en Periodista Digital este viernes 22 de abril, en la Armada espa- ñola al no daban crédito a lo que aparentemente era otro desliz de Pedro Sán- chez. Solo al presidente del Gobierno socialcomunista se le puede ocurrir

«darle» en público a Vladímir Putin una más que valiosa pista.

Y esa no es otra que soltar en la rueda de prensa posterior a su encuentro con el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, el nombre del buque en el que se trasla- dan las armas para ayudar a Ucrania frente a la invasión rusa.

A nadie se le escapaba ya en ese preciso momento que dar esa clase de informacio- nes, tal y como se las gasta el sátrapa de Moscú, es poner en bandeja a este la posi- bilidad de que intente cual-

quier tipo de sabotaje o, di- rectamente, proceda a hun- dir el buque militar

De hecho, fuentes de la Ar- mada española no salían aún de su asombro ante una «lo- cuacidad» de Pedro Sánchez que les ha puesto directa- mente en el disparadero:

«Es del todo inapropiado dar ese tipo de información en público, teniendo en

cuenta las circunstancias de la operación. El hecho de que revelar el nombre de la embarcación supone poner una diana sobre el buque».

Evidentemente, poco después, las redes sociales estallaban ante la tremenda impru- dencia de Pedro Sánchez. Y es que el jefe del Ejecutivo socialcomunista había dejado al descubierto un flanco bastante sensible.

Tan sensible como que un ciudadano, de nombre Galo Dabouza, ha presentado una denuncia en una Comisaría de la Policía Nacional contra Pedro Sánchez por presun- tos delitos de «traición y de tráfico ilegal de armas». Dabouza ha remitido una carta

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a El Diestro en la que informa de la presentación de esta denuncia contra el presi- dente del Ejecutivo y recalca que «Mientras otros piensan en ir a denunciar a Pedro Sánchez, yo ya he vuelto de hacerlo. Y no fui antes, porque no tuve tiempo».

El denunciante se pregunta «si los almirantes de la Armada Española (supongo que eso sigue existiendo), harán a lo ocurrido. Lo dudo. A lo me- jor tienen problemas del tipo zanahoria y palo (sobornos o amenazas) para hacer mutis por el foro. Ellos sabrán cuáles son sus prioridades».

Además, cuenta su vivencia en la Comisaría ante la insólita de- nuncia: «Cuando fui a presen- tar la denuncia tuve que aguan- tar que un agente del CNP cri- ticase la denuncia, alegando que Españistán (él dijo, impropiamente «España») pertenece a la OTAN, y que eso nos obliga a hacer todo lo que ha hecho Perro Sánchez. Incluida la traición. Le res- pondí que, si ese es el caso, hay que preguntarse qué hacemos todavía en esa OTAN.

Sin respuesta».

Por último, reconoce no tener muchas esperanzas sobre su petición de investigación:

«supongo, porque no soy un incauto recién llegado a este circo, lo que harán los jue- ces con esta denuncia. Parafraseando a Nelson, Españistán solo espera que cada uno cumpla con su deber. Y nuestro deber es aplaudir lo que haga Perro Sánchez y su cohorte de payasos».

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