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Estertores de una década : Josefina Ludmer y Osvaldo Lamborghini en Babel a fines de los 80

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Año 14/15 - N 17 - Mar del Plata, ARGENTINA, 2005/2006; pp 97-109

Estertores de una década:

Josefina Ludmer y Osvaldo

Lamborghini en

Babel

a fines

de los 80

Diego Peller

Universidad de Buenos Aires

Resumen

La revista literaria Babel (1988-1991) ha sido habitualmente carac-terizada como heterogénea y a-programática tanto en términos es-téticos como políticos. Así, se la considera representativa de los jóvenes escritores “posmodernos” de los años 80. Contra esa línea de lectura, este trabajo señala Babel como una conflictiva heredera de una revista fundamental en los años 70: Los Libros. Babel con-tinúa Los Libros en su proyecto original de intervenir en política desde la mediación del comentario bibliográfico. La escritura litera-ria, según esta concepción, tendría un carácter inmediatamente político. La elección como “Libro del mes” de El género gauchesco, de Josefina Ludmer (Babel 6, enero de 1989), y de Novelas y cuen-tos, de Osvaldo Lamborghini (Babel 9, junio 1989), dos autores importantes en los ‘70 y que integrarían el canon literario y crítico argentino de los ‘80, puede leerse como parte de esta operación crítica y literaria.

Palabras clave

Revista Babel – Crítica – Política – Canon

Abstract

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as heterogeneous and non-programmatic, both in aesthetic and political terms. Thus, it is considered representative of young “postmodern” writers of the eighties. Against that interpretation, this article points out Babel as a conflictive successor to Los Li-bros, an important magazine of the seventies. Babel continues Los Libros in its original project of participating in politics but through the mediation of bibliographical review. According to this concept, literary writing would have an immediate political nature. The selection of El género gauchesco, by Josefina Ludmer as “Book of the Month” (Babel 6, January 1989), and Novelas y cuentos, by Osvaldo Lamborghini (Babel 9, June 1989), two key authors in the seventies, and also canonical writers in the eighties, could be considered as part of this critics’ and literary politics.

Keywords

Babel magazine – Criticism – Politics – Canon

R

evista de libros. Así se anunciaba Babel, desde el subtítulo de su primer número, al salir a la ven-ta en los puestos de revisven-tas del centro de Buenos Aires en abril de 1988, y así seguiría haciéndolo a lo largo de sus vein-tidós ejemplares, el último correspondiente al mes de marzo de 1991. Durante ese lapso relativamente breve, pero que marcaría no sólo el final de la década del ’80 sino la clausura definitiva de una época de la historia argentina, Babel se mantendría fiel a su proyecto original: una revista mensual, con el formato y las características de un diario, consagrada fundamentalmente a reseñar las novedades del mercado edi-torial porteño, no sólo en materia literaria -aunque la literatu-ra haya ocupado un lugar privilegiado en la revista- sino tam-bién en las ciencias sociales, el psicoanálisis, la política, la divulgación científica, el periodismo. Además de alrededor de 60 reseñas por número, Babel incluía una serie de seccio-nes estables, entre otras: “La esfinge” -una entrevista con

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69 preguntas fijas a un escritor-, un dossier sobre los temas más variados (Joyce, la Revolución Francesa, el tango) y “El libro del mes”, sección en la que se ofrecía un fragmento del libro elegido, acompañado por dos o tres artículos que lo co-mentaban.

Es un lugar común al referirse a Babel destacar su carácter particularmente heterogéneo: ni revista de un grupo intelectual definido (como Literal, Sitio, o Punto de vista, más allá de sus notorias diferencias), ni revista generacional (como Contorno); resultaría arduo, si no imposible, encon-trar parámetros comunes que permitieran definir la línea de la revista. Y aunque es cierto que sus directores (Martín Caparrós y Jorge Dorio) y algunos de sus colaboradores (Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Sergio Bizzio, entre otros) formaban parte del grupo literario denominado Shanghai1; también lo es que la revista acogió en sus páginas a colaboradores por completo alejados de esa estética, como Horacio González, Germán García, Daniel Link, o María Moreno. A pesar de esa aparente carencia programática, reivindicada por los mismos integrantes de la revista, es evidente que Babel alentaba una voluntad, no del todo declarada: generar un producto capaz de ganarse un lugar en el mercado de la cultura. Para ello Babel procurará llevar adelante una doble operación.2 Por un lado, se postu-lará como un espacio independiente tanto de las presiones del mercado, como de las de la política y la institución univer-sitaria. Ni suplemento cultural, ni revista para especialistas, ni órgano político, Babel tendría su lector ideal en cualquiera interesado por estar al día con las novedades en materia de libros. Pero, al mismo tiempo, Babel es una revista hecha por especialistas, poseedores de un saber específico, lo cual supone, por cierto, que el lector común, por alguna razón, podría -o debería- encontrarse interesado en ese saber. Y

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ésa será la segunda operación que Babel procurará llevar adelante: convertir en asuntos de interés público debates o cuestiones en principio pertenecientes al ámbito de ciertas disciplinas universitarias (como la teoría y la crítica literaria), postulando para esos problemas específicos una relevancia mayor, un alcance político.

Babel

y

Los Libros

Babel retoma el proyecto original de una revista clave en los años setenta, Los Libros (1969-1976), aunque sin se-guirla en su posterior radicalización política. Los Libros, efec-tivamente, surgió como una revista mensual de reseñas bi-bliográficas, bajo la consigna “Un mes de publicaciones en América Latina”, pero, tras un proceso accidentado y no carente de tensiones internas, a partir del número 22 (sep-tiembre 1971), cambiará su consigna inicial por “Para una crítica política de la cultura”, y dejará progresivamente de lado el objeto libro en beneficio de asuntos más directamen-te políticos.3 Pero así como es posible sostener que en ver-dad la pulsión de politización se hallaba presente en Los Li-bros desde el vamos, presionando por un abandono de la especificidad de su objeto en busca de una mayor relevan-cia social, también puede pensarse que hasta cierto punto la filiación de Babel como heredera de Los Libros incluye, como parte de esa herencia, un mandato de politización. Y si es cierto que Babel nunca dejará de hablar de los libros, y de sostener una actitud que llegó a ser calificada de hedonista o posmoderna, también lo es que la revista pretenderá, a través del comentario bibliográfico, decir algo inmediatamen-te político, con el carácter de una intervención (modesta, es cierto) sobre el escenario actual. El ejemplo más claro lo constituye el dossier del número 9 (junio 1989),4 cuyo tema

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es “Lecturas del peronismo: la revisión de las masas”. El peronismo había sido abordado en varios números de Los Libros; y Babel vuelve a hacerse cargo del fenómeno, aun-que manteniendo con el mismo una relación mediatizada. En la presentación del dossier se anota brevemente que “[l]a muerte de Perón, la última dictadura militar, la derrota en las elecciones del 83, el surgimiento de la línea renovadora, la aparición de Menem y su triunfo el 14 de mayo último han modificado el mapa del peronismo” para luego agregar: “[s]i la modificación del hecho observado modifica a los observa-dores, es lícito preguntarse en qué medida ha cambiado, en los últimos años, la mirada que cientistas sociales, escritores, críticos, periodistas y cineastas dirigen hacia el peronismo”. El dossier busca dar una respuesta, hacerse cargo de la vic-toria de Menem en las recientes elecciones, y esa respuesta se enunciará desde la mediación del comentario bibliográfi-co, aunque postulando a la vez el valor político de esos co-mentarios.5 Hay un artículo del dossier que reflexiona abier-tamente sobre esta operación: el que Esteban Vernik dedica a las revistas culturales peronistas del período 1982-1989. El texto está dividido en dos partes, de casi igual extensión. La primera es el cuerpo del texto y lleva por subtítulo “Al lector metodológico”. La segunda se denomina “Notas para leer la interna” y consiste en extensas notas al texto principal. Con cierta ironía, Vernik apunta al comienzo: “Las ‘notas para leer la interna’ pueden ser desatendidas por el lector intere-sado sólo en cuestiones del campo cultural y entre cuyas pretensiones no figuren las de ‘acumular poder desde dentro del peronismo’.”

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El afuera / el adentro

Ante la evidencia apabullante del derrumbe, de la de-valuación monetaria ,6 y de la reducción, o devaluación, de lo político en lo meramente económico, se trataría pues de sos-tener un espacio autónomo,7 equidistante de las presiones externas del mercado, la política y la universidad. Nadie po-dría negar, por cierto, que Babel buscó insertarse en el mer-cado, y sostener una cierta política cultural, ni que sus inte-grantes mantenían con la institución universitaria (específicamente con las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales de la UBA) un vínculo evidente, pero no es menos cierto que al mismo tiempo Babel siempre bus-có presentarse por fuera de esos espacios, no perteneciendo a ninguno de ellos, para lo que practicó una compleja econo-mía de la distancia.8

Libros del mes

Teniendo en cuenta la deliberada ausencia de nota editorial (con la excepción de dos notas breves en los núme-ros 1 y 16), la sección “El libro del mes”, situada en las pri-meras páginas de la revista, puede ser leída como uno de los espacios privilegiados desde los cuales Babel toma una posi-ción de conjunto. Un repaso de los libros elegidos permite reconocer diferentes criterios de selección. En varios casos el “libro del mes” pertenece a algún contemporáneo y cola-borador de la revista (en el número 18, el elegido es La perla del emperador de Daniel Guebel; en el 19, El coloquio de Alan Pauls). Allí prima seguramente un criterio de autopromoción, de solidaridad de grupo. En otros casos el elegido será un libro de origen extranjero, con motivo de su traducción y publicación en español (De los espejos y otros ensayos de Umberto Eco será el elegido en el quinto

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núme-ro; el Michelet de Roland Barthes lo será en el 7; Memorias para Paul de Man de Jacques Derrida, en el 16; Crítica de la razón cínica de Peter Sloterdijk, en el 22). No parece casual que se trate de libros de teoría, o de ensayos, ya que en estos casos la elección parece operar como una indica-ción acerca de lo que hay que leer, las novedades en térmi-nos de modas teóricas. Habría, por último, un tercer grupo, el de aquellos autores de generaciones anteriores a los que se reconoce como maestros. Es posible apreciar aquí la cons-trucción de un canon: en el número 2, el elegido será Pere-grinaciones argentinas de Witold Gombrowicz; en el nú-mero 4, La ocasión de Saer; en el 13 Children’s Corner de Arturo Carrera; en el 15 La internacional argentina de Copi; y en el 20 La buena nueva de Fogwill. Dentro de este último conjunto se encuentran la elección de El género gauchesco. Un tratado sobre la patria de Josefina Ludmer (Babel 6, enero 1989) y de Novelas y cuentos de Osvaldo Lamborghini (Babel 9, junio 1989). Pero no faltan razones para pensar que, más allá de la inclusión de ambos libros en esta serie, ciertas características particulares permiten (exi-gen casi) trazar entre ellos un vínculo especial. Y esto no habrá dejado de anunciarse desde las mismas páginas de Babel, en el artículo escrito por Alan Pauls con motivo de la elección de Novelas y cuentos:

Hacer sonar la lengua es, en Lamborghini, decretar que ha llegado su hora, hacerle justicia a la vez que ajusticiarla, darle la máxima vida y ponerla en el peligro máximo. (Y a propósito de justicia: sin duda es un con-fabulado azar que Novelas y cuentos apa-rezca cerca en el tiempo de El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, ese gran libro en el que Josefina Ludmer (Babel nº 6)

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escribe sobre Lamborghini y sobre la lengua y sobre la ley [...]. Aconsejo (no está de más, espero) leer juntos los dos libros: algo sal-drá, tal vez una chispa, de esas dos espadas solitarias).9

Esta convergencia no es la única que vincula ambos volúmenes, que rápidamente se convertirían en clásicos de la literatura y la crítica argentina de los ’80; ya que si en El género gauchesco, como nos recuerda Pauls, El fiord cons-tituye uno de los textos que conforman el corpus sobre el que se ejerce el trabajo crítico; por otra parte es la excusa para una digresión “personal” en la que Josefina Ludmer evoca la escritura conjunta (llevada adelante por Lamborghini y ella en los setenta) de un ensayo sobre Macedonio Fernández que fuera publicado anónimamente en el nº 2/3 (mayo 1975) de la mítica revista Literal.

Cabría entonces preguntarse por esta promoción casi simultánea de Ludmer y Lamborghini desde las páginas de Babel a fines de los ’80 y en los momentos álgidos de la crisis económica y política que marcó la caída del gobierno radical y el ascenso del menemismo; preguntarse por lo que implica esa vuelta a dos autores que habían ocupado una posición clave en los ‘70 y a quienes ahora se nos aconseja “leer juntos”. ¿Es posible leer en la elección de El género gauchesco y de Novelas y cuentos la postulación por Ba-bel de una “poética” literaria y crítica? ¿Qué relación esta-blecería esa “poética” con los “días de fiesta” -son palabras de Josefina Ludmer- de la década del ‘70? ¿Y con los menos festivos días de 1989? Quizás el ensayo anónimo publicado en Literal pueda darnos algunas respuestas.

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Edicto aristocrático

Si Literal fue una revista de vanguardia, ese ensayo puede leerse como uno de sus manifiestos. Allí Ludmer y Lamborghini proclaman la práctica soberana de una escritu-ra que se desentiende de todo “compromiso” en términos de representación (denuncia realista de la explotación, repre-sentación de las luchas sociales), pero que por eso mismo deviene inmediatamente política, en tanto ejerce una polí-tica (transgresora, revolucionaria) de la lengua: “hoy se impone un edicto aristocrático: [...] la reducción de toda ‘li-teratura’ a la poesía, a sus rasgos pertinentes (que consisten en la anulación interminable de sus rasgos pertinentes) [...], la negación de toda tentativa de escribir ‘pensando’ en el semejante, en la semejanza, en la reproducción”. La literatu-ra sólo hablaría de (y ante) sí misma, aniquilándose paliteratu-ra re-crearse una y otra vez. Al negar todo intento de verosimilitud realista, el lenguaje poético desmontaría críticamente la ilu-sión de una correspondencia posible entre las palabras y las cosas. La escritura que no oculta su carácter de artificio ejerce así una firme voluntad de desengaño, al desnatura-lizar las convenciones establecidas.

Ahora bien, ¿es este propósito de desengaño com-patible con la afirmación del carácter soberano de la literatu-ra? ¿No constituye un ideal al que esa escritura estaría so-metida? La noción misma de un edicto aristocrático con-densa esta aporía, ya que el escritor soberano no debería someterse a ningún edicto, ni siquiera al que le ordenara ele-varse aristocráticamente por encima de “la semejanza”. ¿Y si acaso él desea narrar, “contar(se) el cuento”? ¿No debe-ría ser ése su más supremo ejercicio de soberanía? ¿Una escritura realmente soberana no sería aquella que no acep-tara someterse ni tan siquiera al ideal de la destrucción de

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toda ilusión mimética?

Políticas: de la literatura

En Lamborghini, en Ludmer, Babel parecería vislum-brar la posibilidad de una práctica escrituraria que, partiendo de la ecuación anarquista Lengua-Ley-Estado-Poder, afir-ma que transgredir la ley de la lengua es siempre subvertir la lengua de la ley, y por lo tanto poner en cuestión el poder. “Hace sonar la lengua”, dirá Alan Pauls de Lamborghini; le “saca la lengua” al poder, dirá Josefina Ludmer con un bri-llante juego de palabras. Ya en su libro sobre Onetti, Ludmer afirmaba que “toda lectura fijada [...] es inevitablemente re-presiva” y por eso, en la medida en que implica reforzar esa represión u oponerse (dialécticamente) a ella, “la crítica es inmediatamente política después de” (1977). Y en el Trata-do volverá sobre esta idea: “El problema lingüístico es políti-co, las políticas de la lengua son políticas, y las lenguas de la política son la política.” Paralelamente, en la escritura de Osvaldo Lamborghini toda institución (lingüística, política) hace máquina con el sistema de coerción, y se homologa autoridad con dominación violenta. Por eso, en sus textos, la diferencia entre estatal y paraestatal, o entre policías, médi-cos, psiquiatras y psicoanalistas se torna insignificante.10 Fren-te a esta lengua imperativa, fascista, la apuesta de Lamborghini -como ha señalado Nicolás Rosa- es “generar una lengua corrupta por dislocación de las formas y de los paradigmas, una verdadera destrucción ácrata de los signifi-cados y de los significantes”.

Esta concepción anarquista, en la medida en que homologa toda ley, toda institución, en su esencia misma, con el poder y la dominación, o en todo caso con su disimulo bajo

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una apariencia “legítima”, hace de todo ataque a las leyes del “sistema de la lengua” -que, nos recuerda Saussure, he-redamos “como la ley”- un ataque al “Sistema”. Así, la es-critura adquiriría un matiz inmediatamente político que pare-ce haber resultado particularmente atractivo para los jóve-nes de Babel. “Literatura” habrá sido, en los estertores de la década del ’80, el nombre privilegiado por Babel para desig-nar la posibilidad de esa transgresión entrevista o añorada.

Notas

1 . Recuerda Martín Caparrós: “Unos meses antes [de la creación de Babel]

había aparecido Shanghai. [...] Shanghai se había formado casi como un acto de defensa, cuando un grupo de escritores entonces jóvenes y ligera-mente éditos, un poco amigos, descubrimos que solíamos ser blanco de ataques sorprendentes. Nos tildaban de dandies, posmodernos, exquisitos y/o trolebuses [...] Como nos ofendían en conjunto supusimos que debía-mos defendernos en conjunto, y nos reunidebía-mos una noche en la Richmond, una confitería muy tradicional de la calle Florida. Estábamos Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Ricardo Ibarlucía, Daniel Samoilovich, Diego Bigongiari, Sergio Chejfec, Sergio Bizzio, Jorge Dorio y yo.”

2 . Sigo en este punto a Topuzian: 44-55.

3 . Este proceso es sutilmente analizado por Panesi.

4 . Como se verá más adelante, se trata del mismo número en el que Novelas

y cuentos de Osvaldo Lamborghini fue elegido libro del mes.

5 . Horacio González discutirá el libro Perón o muerte. Los fundamentos

discursivos del fenómeno peronista, de Eliseo Verón y Silvia Sigal; Bea-triz Sarlo analizará Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso, y Héctor Schmucler hará lo propio con La novela de Perón de Tomás Eloy Martínez, Christian Ferrer se referirá a la producción de Rodolfo Walsh, mientras Federico Galende y Eduardo Rinesi comentan Perón: entre la sangre y el tiempo. Lo inconsciente y la política, de León Rozitchner.

6 . Apabullantes resultan, por cierto, las cifras que, desde el espacio superior

de la tapa de Babel dejan leer la inscripción más cruda del “afuera” en los márgenes de la revista: A 8 (8 australes) era el precio del número 1 (abril 1988). En marzo del ‘89 la revista cuesta A 45; en junio del mismo año, A 170; en julio A 550; en septiembre A 1.000. En marzo de 1990 la revista alcanza los A 10.000 y en su último número (marzo 1991) llega a los A 35.000.

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7 . La revista en sus comienzos es editada por la Cooperativa de Periodistas

Independientes, proyecto de autogestión que tenía también a su cargo la revista El Porteño. Poco después Babel pasaría a ser editada por la edito-rial Puntosur.

8 . El vínculo con la Universidad de Buenos Aires es ejemplar en este sentido.

Constituye uno de los rasgos compartidos por los integrantes de Babel

(muchos de ellos tuvieron alguna participación, de diversa índole, en la UBA durante el período de la llamada “transición democrática”). Sin embargo, lejos de enfatizar esta pertenencia institucional como un factor de identidad, varios de sus miembros más jóvenes tendieron a minimizarla, presentándose como “no perteneciendo” a una institución a la que desva-lorizaban con su gesto. Curiosamente, por la misma época, y en el con-texto de una fuerte devaluación de la política, la sociedad argentina asis-tiría al vertiginoso ascenso de una figura que construiría su imagen presen-tándose como alguien situado relativamente “por fuera” de las institucio-nes y prácticas políticas tradicionales, y vinculado a otros espacios más dinámicos: el deporte, el jet-set, los famosos y la noche.

9 . Babel, 9, junio 1989, 5.

10 . Todos ellos actuarían por igual en relación a diferentes aparatos

ideoló-gicos de estado. Y la referencia a Althusser quizás no sea casual: requeriría un espacio del que no disponemos, pero podría rastrearse la persistencia de Althusser, cuyas ideas fueron centrales en la concepción de la crítica

como develamiento ideológico en Los Libros, experiencia de la que for-maron parte Josefina Ludmer y Ricardo Piglia, maestro de varios de los integrantes de Babel. Y Althusser retornará en los ’80, colándose entre las grietas de otros vocabularios más acordes con el “aire de los tiempos”. Así ocurre en Un tratado sobre la patria, donde aunque el marco teórico

declarado sea la noción wittgensteiniana de uso (usos del gaucho y de la voz del gaucho en la literatura gauchesca), el análisis se llevará a cabo en términos de interpelación del gaucho en sujeto por el aparato de estado

argentino. (Y la expresión “aparato de estado” aparece al menos dos veces en el libro de Ludmer). Lo mismo podría decirse de las referencias a Wittgenstein en Respiración artificial (1980) de Ricardo Piglia, bajo las cuales insiste una lógica althusseriana que piensa el Poder –con mayúscu-la- íntimamente ligado al Estado y sus aparatos. Por último, en “Lengua ¡sonaste!”, de Alan Pauls, tras una metafórica maquínica más cercana a Deleuze, se deja leer nuevamente un althusserianismo solapado: “Para Puig y para Lamborghini, el estereotipo [...] es esa formación donde la lengua hace oír su poder, su formidable facultad de decir-hacer: un peque-ño aparato de estado”.

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Bibliografía

Caparrós, Martín (1993). “Mientras Babel”, Cuadernos hispanoamericanos, nº 517-519, 525-528.

Lamborghini, Osvaldo (1988). Novelas y cuentos. Barcelona: Ediciones del Serbal.

Ludmer, Josefina (1977). Onetti. Los procesos de construcción del relato, Buenos Aires: Sudamericana.

(1988). El género gauchesco. Un tratado sobre la patria. Buenos Aires: Sudamericana.

Panesi, Jorge (2000). “La crítica argentina y el discurso de la dependencia”,

Críticas, Buenos Aires: Norma.

Pauls, Alan (1989). “Lengua: ¡sonaste!” Babel, 9.

Rosa, Nicolás (2003). “Osvaldo Lamborghini: Política y Literatura. Grande-za y Decadencia del Imperio”. La letra argentina, Buenos Aires: Santiago Arcos. 171-184.

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