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¿Cómo ve la Alemania de Merkel a China y Rusia?

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TÍTULO:¿Cómo ve la Alemania de Merkel a China y Rusia?

AUTORA: Orisel Sierra Santiesteban

DATOS BIOGRÁFICOS DE LA AUTORA:

Orisel Sierra Santiesteban (Colón, Matanzas, 21 de julio de 1981). Licenciada en Historia del

Arte, cursó sus estudios en la Universidad de La Habana entre 1999-2005. Desde entonces ha

trabajado como traductora, editora y diseñadora de libros para varias editoriales nacionales y

extranjeras. Actualmente cursa la maestría de Relaciones Internacionales en el Instituto

Internacional de Relaciones Internacionales “Raúl Roa”.

RESUMEN:

La política exterior alemana hacia China y Rusia está determinada esencialmente por razones

económicas. Si bien los principios de la política exterior alemana difieren de las estrategias

rusas y chinas, la importancia de las relaciones comerciales ha permitido el diálogo, no exento

de contradicciones, entre estos países. En 2005, cuando Merkel se convierte en la máxima

representante del gobierno alemán, las relaciones alemanas-rusas y alemanas-chinas sufren un

enfriamiento, provocado esencialmente por el discurso proocidentalista de la Canciller. A

finales del primer mandato y con la crisis europea ya en curso, Alemania encuentra en el país

asiático un mercado perfecto para sus exportaciones, marcando el comienzo de una etapa

especial en las relaciones bilaterales. En el caso ruso, la crítica abierta al presidente Vladimir

Putin y el sentimiento antiruso, promovido por los medios de comunicación alemanes,

quebraron el ritmo vertiginoso de los lazos cordiales que llevaban estos países desde la

reunificación. Sin embargo, la dependencia energética a Rusia ha obligado a Merkel, en más

de una ocasión, a bajar el tono de su discurso a favor de la democracia.

PALABRAS CLAVES:China, Rusia, Alemania, Angela Merkel.

SUMMARY:

The German foreign policy towards China and Russia is essentially conducted by economic reasons. Despite the principles of German foreign policy differ from the Russian and Chinese strategies, the importance of trade relations has enabled dialogue, not without contradictions, among these countries. In 2005, when Merkel becomes the highest representative of the German government, the German-Russian and German-Chinese relations cooled off, caused mainly by the pro-Western speech of the Chancellor. At the end of the first term and with the

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European crisis going on, China became the perfect market for German exports, marking the start of a special stage in bilateral relations. In the Russian case, the open criticism again President Vladimir Putin and the anti-Russian sentiment, promoted by the German media, the cordial ties that led these countries since reunification were broken. However, energy dependence on Russia, has forced Merkel, on more than one occasion, to tone down his speech in favor of democracy.

KEY WORDS:China, Russia, Germany, Angela Merkel.

¿Cómo ve la Alemania de Merkel a China y Rusia?

Orisel Sierra Santiesteban

INTRODUCCIÓN

La política exterior alemana hacia China y Rusia está determinada esencialmente por razones

económicas. Si bien los principios de la política exterior alemana difieren de las estrategias

rusas y chinas, la importancia concedida a las relaciones comerciales ha permitido el diálogo,

no exento de contradicciones, entre estos países.

La política de principios de Angela Merkel, arraigada fuertemente a los valores occidentales y

defensora de la alianza trasatlántica, especialmente con Estados Unidos (EE.UU.), actuaron en

contra de un desarrollo positivo de las relaciones, al menos inicialmente. En el caso chino, la

crisis del euro, empujó a Alemania a la búsqueda de nuevos espacios comerciales, en el que

China se erigió como mercado ideal para sus producciones, permitiendo al país “salvarse de la

crisis”.

Con Rusia, sin embargo, Merkel ha ejecutado una política más agresiva. Su llegada al poder,

quebró las relaciones cordiales, encabezadas también por simpatías personales, que primaban

en las relaciones alemanas-rusas. El ataque abierto a Vladimir Putin, se ha traducido en un

sentimiento antiruso en la población alemana, inexistente hasta entonces. No obstante, la

dependencia energética a Rusia ha obligado a Merkel, en más de una ocasión, a bajar el tono

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Y es que aunque China y Rusia, son clasificados por la política exterior alemana como Estados

autocráticos que necesitan ser transformados reciben por parte del gobierno alemán una

atención diferenciada, dado el peso económico y energético respectivamente de estos dos

países.

China

Las relaciones diplomáticas entre China y Alemania se remontan a 1972. Desde 1978, cuando

se produce la apertura económica china, ambos países llevan relaciones estables y comparten

una agenda bilateral de cooperación en temas como la educación, la cultura, el desarrollo

científico-tecnológico y más recientemente en el área del derecho. China es el socio comercial

asiático más importante de Alemania, el segundo proveedor de bienes al país después de

EE.UU. y un gran mercado para las exportaciones alemanas.1

Con la designación de Angela Merkel el 22 de noviembre de 2005 como Canciller Federal y la

nueva configuración de gobierno “Gran Coalición” (CDU/CSU-SPD),2 las relaciones, al menos

inicialmente, sufren un giro. Su gobierno, aunque reconoce el potencial económico del gigante

asiático, no solo hace una crítica abierta a su política sino que otorga primacía a la defensa de

los “valores occidentales”, poniendo en una situación delicada las relaciones bilaterales.

Schroeder había favorecido el acercamiento a China, a pesar de las diferencias de apreciación

hacia los valores democráticos, libertades civiles y políticas, ya que la consideraba como una

tierra de oportunidades económicas. “La política hacia China estaba fundamentalmente

dirigida al ‘diálogo crítico constructivo’ y a las relaciones comerciales con este país mediante la fórmula ‘transformación a través del comercio’” (Añaños Meza, 2008). Esta política de

Alemania hacia China, en alemán Wandel durch Handel, permitió un fortalecimiento de las

relaciones entre los dos países. Los líderes políticos alemanes abandonaron la crítica unilateral

hacia la nación asiática, evitaron la confrontación abierta y enfatizaron la cooperación. La

iniciativa alcanzada entre Schroeder y el Primer Ministro chino Zhu Rongji en noviembre de

1999 acerca del Estado de Derecho sentó las bases para una relación más fluida entre ambos

países y permitió un enfoque gradual hacia las cuestiones sociales y legales sensibles en China.

El tono hacia los derechos humanos se suavizó y la diplomacia alemana promovió, mediante

1 En http://web.archive.org/web/20131019181809/http://english.gov.cn/chinatoday/2008-11/11/content_114 5752.htm

2 Es la segunda vez desde la posguerra que los partidos de oposición tradicionales CDU—Unión Demócrata Cristiana de Alemania/CSU—Unión Social Cristiana de Baviera y el SPD—Partido Socialdemócrata Alemán, dirigen conjuntamente. La primera vez fue del 1966 al 1969. En 2013 volverían a repetir.

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el diálogo, la reforma judicial a través de simposios, proyectos de cooperación en el ámbito

jurídico y el intercambio de expertos.

Asimismo Steinmeier, jefe de la Cancillería federal (1999-2005), propuso una “comunidad de

responsabilidad” (Verantwortungsgemeinschaft) con la intención de incluir a China como un

actor responsable y de gran importancia en el sistema internacional multipolar. Durante el

gobierno de Schroeder (SPD) la política alemana hacia China fue consistente en estrechar las

relaciones bilaterales a través de fórmulas que permitieran situaciones de ganancias para ambas

partes en lo geopolítico, económico y comercial. A pesar de esta política ser criticada,

especialmente por los activistas de derechos humanos en Alemania y parte de los medios

nacionales, desde 1998 y hasta 2005, el volumen comercial entre ambos países se triplicó y las

relaciones florecieron (Schnellbach y Man, 2015).

Tras Merkel asumir el poder se suceden varios eventos que parecen indicar que “en contraste

con un más tácticamente calculador Schroeder, quien era capaz de ajustar las decisiones con el

fin de lograr las mayores ganancias políticas, el enfoque de Merkel hacia las relaciones

exteriores se basaría en principios” (Bierling, 2006). Al mismo tiempo la política exterior

alemana con Merkel hacia China se enmarca dentro de la aplicación de la política de EE.UU.

hacia el país, conocida como “la estrategia asiática”. Según Añaños Meza (2008), con esta

estrategia “EE.UU. pretende perpetuar su predominio en la política internacional y continuar

su papel de “garante de la estabilidad” en Asia”, puesto que el rápido ascenso de China como potencia “está produciendo cambio en las relaciones de poder en el sistema internacional y

modificando un orden dominado durante medio siglo por EE.UU.” (Delage Carretero, 2006:

15). China ha avanzado tanto en el ámbito económico como en el político y militar (con

potencial para competir), convirtiéndose en un fuerte rival contra la hegemonía estadounidense.

Por lo anterior, aunque “la política de Washington aspira a integrar a China en una red de

interdependencia, orientando sus intereses y valores en un marco multilateral, esta,

naturalmente, no prescinde de otros elementos destinados a “disuadirla” de toda acción que

pueda alterar el equilibrio de poder regional” (Delage Carretero, 2006: 15). La estrategia

asiática “persigue, por un lado, contener a China como rival económico y político; y por otro,

lograr indirectamente su transformación interna con el apoyo a grupos de derechos humanos,

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En 2006, durante su primera visita oficial a la nación asiática, Merkel se reúne con miembros

de la sociedad civil y se proclama a favor de la defensa de la libertad religiosa y de los derechos

humanos. Al mismo tiempo señala que usará las presidencias alemanas de la Unión Europea

(UE) y del G8,3 ambas durante el año 2007, para presionar por la observancia de los derechos

de propiedad intelectual en el país. Igualmente hace un llamamiento al gobierno chino para que

enfrente las responsabilidades globales que vienen conjuntamente con su poder económico.

En 2007, las tensiones entre ambos se tornaron más profundas con el recibimiento del Dalai

Lama en la cancillería alemana. Ante la defensa del gobierno alemán del respeto y

reconocimiento de las minorías, el gobierno chino respondió con la suspensión de todas las

reuniones a nivel ministerial y las negociaciones bilaterales. Para China las cuestiones del Tíbet

y Taiwán constituyen prioridad de su política externa y de seguridad porque pudieran redundar

en la inestabilidad del país y desatar serios conflictos internos, dado el carácter multiétnico de

China.

Sin embargo, en enero de 2008, en Berlín, con motivo de las discusiones sobre sanciones a Irán

del Grupo de los Cinco más Uno (g5+1),4 las tensiones entre los dos países se relajaron. Tras

el encuentro de Steinmeir (ministro de Relaciones Exteriores, 2005-2009) y el ministro chino

de Relaciones Exteriores Yang Jiechi, el gobierno alemán reconoció públicamente la política

de una sola China y no hizo referencia a la cuestión de los derechos humanos. Esto demostró

que ante Estados de gran influencia como China la política de presión pierde importancia, sobre

todo si están en juego los grandes intereses económicos de las empresas alemanas en la zona.

Lo que pareció en un inicio una política definida del gobierno de la Gran Coalición de ejercer

presiones hacia China, en cuanto a los derechos humanos, redundó en un diálogo que, aunque

crítico, permitía el desarrollo “normal” de las relaciones bilaterales. Alemania sabe que el

gigante asiático es un competidor de fuerza y un jugador de peso en el sistema internacional.

Si bien es cierto que Angela Merkel es considerada la Jefa de Estado que mayores presiones

ejerce sobre China en materia de derechos humanos (condena en contra de la confirmación de

3 Este grupo está compuesto por EE.UU., Alemania, Italia, Japón, Francia, Gran Bretaña y Canadá. En 2002 en la Cumbre de Kananaskis, con la admisión de Rusia como miembro de pleno derecho —participaba desde 1998 en las reuniones del grupo, el G7 se convirtió en G8. Desde marzo de 2014, Rusia ha sido excluida del grupo a raíz de las tensiones provocadas por la declaración de independencia de Crimea de Ucrania.

4 Compuesto por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Rusia, China, EE.UU., Francia, Gran Bretaña) y Alemania.

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un tribunal de Pekín de once años de prisión al cuñado del Premio Nobel de la Paz por una

disputa comercial, por ejemplo), la mandataria ha conseguido aunar eficazmente la relación

económica y las presiones políticas.

La política de Merkel hacia China, desde finales de su primer mandato, producto especialmente

de la crisis europea, se suavizó, sobre todo en lo concerniente a derechos humanos. Luego de

un corto período en el que Merkel pretendió ejercer presiones en temas de valores

democráticos, su política exterior hacia el gigante asiático regresó a la política de Schroeder,

situando en el centro las relaciones comerciales, las exportaciones y la cooperación económica.

Las estadísticas concernientes a las relaciones económicas y comerciales entre ambos países

demuestran lo anterior. Alemania es el tercer exportador a nivel mundial, existen 5200

compañías alemanas registradas en China, mientras 900 compañías chinas operan en Alemania.

China es el cuarto mercado de exportación más importante de Alemania. Y cerca de la tercera

parte de todas las exportaciones de la UE a China proceden de Alemania (Larres, 2015: 42-43).

La dependencia económica de ambas ha sido una razón de peso para que Merkel cambiara la

estrategia y que consolidó de manera espontánea y más fuertemente la alianza comercial

existente entre ambos países. “En China, Alemania encontró un mercado para sus

exportaciones, mientras Alemania le proveyó al país asiático el know-how técnico, necesario

para transformar la imagen de fábrica del mundo y desarrollar valores industriales más altos”

(Schnellbach y Man, 2015). Desde hace poco más de una década, China está inmersa en un

proceso capaz de garantizar el desarrollo en la calidad de sus productos y menos enfocado en

el crecimiento. Para lograrlo ha necesitado desarrollar nueva tecnología y crecer de forma

sostenible.

Por otra parte, según Kundnani “existía la intención conjunta de reformar los mercados

financieros y la gobernanza económica mundial” (citado en Schnellbach y Man, 2015). No

obstante, la relación más clara se dio en el comercio. Las exportaciones a China crecieron hasta

llegar a 37,3 millones de euros. China absorbió 6% de todas las exportaciones alemanas en

2009, comparada con 1,35% en 1999. En 2000, China ocupaba el puesto dieciséis en la lista de

países en los que Alemania exportaba, en contraste con el 2015 cuando ocupó el cuarto lugar

(7)

La influencia duradera de la Política hacia el Este (Ostpolitik), el acercamiento desarrollado

durante el fin de la Guerra Fría en las relaciones alemanas con Rusia, cambio a través del

acercamiento (Wandel durch Annäherung), jugó un papel en la tendencia hacia el

fortalecimiento de las relaciones con China. La idea, que luego evolucionó en el concepto de

cambio a través del comercio (Wandel durch Handel), continúa hasta hoy influenciando la

política exterior alemana, particularmente en los casos de China y Rusia (Kundnani, 2013). A

pesar de que este concepto, de promover cambios políticos mediante el comercio, se formuló

cuando China no era un actor global tan fuerte, y de que el panorama internacional se ha

transformado, este continúa conduciendo la línea dominante en la política exterior alemana

hacia China.

Sin embargo, tras la crisis europea, con la inflación y las incertidumbres ganando espacio en la

eurozona, desde finales del primer término, para Merkel y el gobierno alemán, “si el comercio

llevaría a un cambio no tenía gran importancia y la parte de la ecuación que ganó importancia

fue la del comercio (Handel), creando una relación especial entre ambos y en la que el cambio

ocuparía un segundo lugar” (Schnellbach y Man, 2015). Con el fomento de las relaciones

comerciales ambos se beneficiaron. Alemania se favoreció del mercado chino en crecimiento

para sus exportaciones, con una población de 1,4 billones y una población media que crecerá

hasta un billón para 2030 (Schnellbach y Man, 2015). Por su parte, China contó con el

conocimiento tecnológico alemán y las simpatías del país más fuerte económicamente en

Europa.

La relación mutua que se ha desarrolló desde 2009 se convirtió en clave para el futuro

económico alemán. En el segundo mandato ((28 de octubre de 2009 - 17 de diciembre de 2013)

Merkel y su nuevo gobierno (CDU/CSU-FDP—Partido Liberal Democrático), implementaron

medidas para fomentar el empleo y los costos de eficiencia, así como asistieron a negocios en

financiar sus inversiones. Pero sobre todo se enfocaron en mantener las exportaciones de bienes

y servicios, específicamente a China que reportaron un crecimiento hasta del 46% hacia 2013

(Schnellbach y Man, 2015). Estas medidas fueron esenciales para mantener a Alemania “fuera”

(8)

En 2012, a pesar de las tensiones iniciales, dadas las acusaciones de dumping5 en contra de los

productores de paneles solares en China por parte de 25 empresas europeas, entre ellas

alemanas, como la Solar World, quedó demostrado que las relaciones bilaterales entre China y

Alemania vivían un momento especial. Al mismo tiempo, “ratificó que el lobby

automovilístico o de cualquier otra gran compañía que produzca bienes ejerce fuerte

influencias en la política exterior” (Kundnani, citado en Schnellbach y Man, 2015).

La sanción adoptada contra el país asiático el 8 de mayo de 2013 por el comisario europeo de

comercio Karel de Gucht, para aprobar un recargo de 47% a las importaciones de paneles

solares procedente de China contó con la oposición de, al menos, diez países europeos

encabezados por Alemania. Lo anterior no solo expresó la división de los miembros de la Unión

en cuanto a China sino también la disposición de Alemania de favorecer sus crecientes

relaciones con el país, incluso por encima de su compromiso con sus socios europeos o

estadounidenses. Especialmente si se toma en cuenta que el crecimiento de la nación asiática

ha tratado de evitarse por EE.UU. y que la relación con Alemania ha minado esta estrategia,

especialmente con la adquisición de tecnología alemana.

A inicios del tercer término de Merkel (22 de septiembre de 2013, repitiendo la coalición de

gobierno de 2005-2009 —CDU/CSU-SPD), las relaciones bilaterales llegaron a ser tan

estrechas que durante la visita del presidente chino Xi Jinping a Alemania en marzo 2014, se

firmó un acuerdo que transformó la relación de “asociación estratégica en responsabilidad

mundial” en una “asociación estratégica comprensiva”.6 “Lo que parece solo pequeños

cambios de semánticas, es sin embargo un claro mensaje de que China y Alemania no son

socios solo en términos económicos, sino además estratégicamente y políticamente”

(Schnellbach y Man, 2015).

Asimismo es parte de una transformación en el escenario geopolítico internacional, donde

Alemania y China intentan trabajar de forma comprometida en los temas esenciales de la

5 “El dumping es una acción voluntaria de las empresas para vender sus productos a precios por debajo de su costo en el mercado. En el comercio, el dumping consiste en vender un producto por debajo de su valor normal en el mercado, no necesariamente por debajo de su costo, durante un período prolongado. Permite que una empresa, eficiente o ineficiente, haga quebrar a sus competidores y se quede con el mercado, si cuenta con suficiente capital para financiar ventas a precios que contienen pérdida o falta de lucro”. En http://www.gestiopolis.com/dumping-competencia-desleal/

6 Para más información y acceso completo a la Declaración Conjunta entre China y Alemania, véase

(9)

política internacional, a través de medios políticos y diplomáticos, empleando la influencia

internacional que tienen las dos naciones. No obstante, la tendencia alemana de trabajar de

forma más estrecha con China, sigue estando esencialmente motivada por razones económicas.

La alianza política que se intenta diseñar está forzosamente limitada por los lazos alemanes

con el Oeste y la práctica de una política exterior que se alinea a los intereses estadounidenses

y comparte su visión de valores occidentales.

La Canciller alemana, ha dado un giro a su política exterior hacia el gigante asiático. Aunque

los principios básicos de la relación continúan los mismos lineamientos que dio origen a la

misma, la importancia del mercado chino en la actualidad no quiere ser ignorado por los líderes

políticos y las élites comerciales alemanas. Las relaciones bilaterales han evolucionado del no

diálogo en 2005 a una relación especial en 2015. La profundización de las relaciones

comerciales, en cualquiera de los innumerables temas de la agenda común: energía, medio

ambiente, empresa automovilística, etc. han llevado a Merkel en ocho ocasiones a China, que

constituye la cifra superior de visitas oficiales de un mandatario alemán al país asiático. No

obstante, característico de esta relación continua siendo que cuando las relaciones comerciales

son fluidas y China presenta un crecimiento sostenido, Alemania aparta las críticas abiertas.

Sin embargo, cuando algo interfiere, el tema de los derechos humanos y la democracia

occidental, vuelven a ganar espacio.

Rusia

La relación histórica entre Alemania y Rusia sufrió una desviación radical tras los

acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial (2GM). La separación de Alemania definió las

relaciones bilaterales en las que solo la República Democrática Alemana (RDA) mantendría

un contacto fluido con Rusia. En medio de la cobertura internacional de la distensión, Willy

Brandt (Canciller de Alemania Occidental, 1969-1974) dirigió gran parte de los esfuerzos de

su gobierno para lograr un acercamiento entre la República Federal Alemana (RFA) y Rusia y

puso en práctica la Ostpolitik, como elemento definitorio de la política exterior hacia el Este.

Con el final de la Guerra Fría, las relaciones alemana-rusas vuelven a alcanzar cierta

normalidad y estabilidad. La Alemania reunificada fue una de las principales proveedoras de

ayuda económica a Rusia, concentrada fundamentalmente en asistencia humanitaria: envío de

alimentos; apoyo técnico: reforma económica o administrativa; ayuda a la modernización y

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alcanzan un acento especial y en 1998 se acuerda la realización de consultas bilaterales anuales,

donde se discuten temas relativos a la cooperación y se analiza el estado de las relaciones

bilaterales. “Un acercamiento cooperativo, entendido como la continuación de la Ostpolitik,

permaneció en el centro de la política alemana hacia Rusia durante el revuelo geopolítico del

fin de la Guerra Fría, la reunificación alemana y la disolución soviética, así como en todos los

cambios de coaliciones de gobiernos alemanes” (Forsberg, 2016: 22).

Con la llegada de Merkel, aunque mantiene la misma línea de los gobiernos anteriores de

declarar la relación con Rusia como estratégica, se produce un distanciamiento. Tras años de

relaciones amistosas, encabezadas también por simpatías personales entre los gobernantes

anteriores,7 Merkel, la primera Canciller alemana que proviene de la antigua RDA, se aleja

conscientemente de Rusia. En contraste con Schroeder, la política de Merkel hacia Rusia estará

determinada por una promoción de los valores democráticos asociados a la libertad y los

derechos humanos. Desde sus inicios, Merkel critica fuertemente al gobierno ruso y lo acusa

de suprimir el desarrollo democrático y los derechos básicos de sus ciudadanos. Al mismo

tiempo que ataca abiertamente sus políticas internas en cualquier escenario, creando un

ambiente de hostilidad hacia el país.

En 2007, Merkel acusó a Vladimir Putin de tomar acciones unilaterales que afectaban la

confianza mutua, cuando sin previo aviso decidió cortar el suministro de gas a cinco países

europeos (Forsberg, 2016: 25). Sin embargo en sus visitas oficiales a Rusia, Merkel, al tiempo

que se reúne con su homólogo, acepta el diálogo con grupos opositores, demostrando la falta

de voluntad para establecer relaciones de confianza entre ambos gobiernos. El ministro de

Relaciones Exteriores Steinmeier (2005-2009), hombre de confianza de Schroeder y un fuerte

defensor de la Ospolitik, se opuso abiertamente a la postura de la Canciller y la acusó de actuar

basada en la opinión pública que intenta aislar a Rusia. Expresó también su preocupación

acerca de las consecuencias negativas para la seguridad rusa y europea de la defensa antimisil.

En este punto, si bien Merkel no se opuso a la construcción del sistema de defensa antimisil

por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), intentó exigir a EE.UU.

trabajar de forma más conjunta con Rusia. En lo concerniente a temas de seguridad, Merkel ha

tenido un tono más prudente; incluso no apoyó las membresías de Ucrania y Georgia para

incorporarse a la OTAN, promovidas por EE.UU. en abril de 2008.

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La posición de Merkel hacia Rusia ha contribuido a la visión negativa que del país tiene la

opinión pública alemana. Imagen que se ve reforzada por los medios de comunicación, que en

Alemania tienden a concentrarse fundamentalmente en temas nacionales, pero en el caso ruso

desarrollan una campaña agresiva contra el país y su gobierno, que según el propio mandatario

ruso es producto de que “los medios en Alemania están sometidos a una fuerte influencia

extranjera, en primer lugar desde el otro lado del Atlántico” (“Entrevista de Vladímir Putin”,

2016). Putin es para los alemanes la expresión moderna de un mandatario autoritario, con

ambiciones hegemónicas y de impredecible actuación.8

No obstante, según Grahan Timmins mientras la “retórica hacia Rusia se ha tornado un poco

más cautelosa con Merkel, una relación estable y constructiva con Rusia tiene la preminencia

para los intereses nacionales alemanes, y los temas recurrente de intereses económicos, la

dependencia energética creciente hacia Rusia y las preocupaciones por el orden político

pan-europeo son las prioridades que conducen la continuidad en la política exterior alemana”

(citado en Forsberg, 2016: 22). A pesar de que el lenguaje crítico empleado por los políticos y

medios de comunicación alemanes, así como la carencia de entendimientos personales,

presentes en los gobiernos anteriores, provocaron que las relaciones se distanciaran, Merkel, al

igual que sus predecesores y que significa un reconocimiento implícito de la fortaleza rusa y la

dependencia alemana, se enfoca en fomentar la cooperación económica y comercial. A pesar

de la crisis financiera, el comercio germano-ruso creció.

En 2008, es electo presidente ruso Dmitri Medvedev, y con el cual Merkel logró desarrollar

una relación más cercana. Ese mismo año se acordó la “modernización” de las relaciones

alemanas-rusas, con el fin de reforzar los lazos comerciales, educacionales, legales y entre

actores civiles en los dos países. Además Merkel y Medvedev trabajaron conjuntamente para

lograr una integración más cercana de Rusia en las estructuras europeas. En 2009, como parte

de la nueva coalición de gobierno alemán, es designado Guido Westerwelle9 (FDP) como

ministro de Relaciones Exteriores. Westerwelle demostró tener un bajo perfil en relación al

tema y no poseer una doctrina clara en política exterior hacia el tema ruso. Así mientras hacia

un llamado a favor de la inclusión de Rusia en temas de la política internacional, ejercía una

8 En 2014, solo el 21% de la población alemana veía a Rusia como una influencia positiva (“Negative views of Russia on the Rise: Global Poll”, 2014: 11).

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crítica abierta contra el gobierno ruso como por ejemplo en relación a Siria, y el apoyo al

régimen de Bashar al-Ásad.

Con la salida en 2012 de Medvedev de la presidencia rusa y el regreso de Putin, las relaciones

bilaterales alcanzaron un punto bien bajo. Las tensiones serían más visibles a partir de esa

fecha, aunque en esencia poco cambió. El presidente alemán desde 2012, Joaquim Gauck, se

ausentó a la aparición conjunta con Putin en la apertura del “Año Alemán” en Rusia. En el

verano de 2012, el caso de la banda femenina rusa de punk “Pussy Riot” ocupó un espacio

especial en los medios alemanes. Tras la acusación contra el gobierno ruso, y específicamente

contra Putin, por parte de tres de sus miembros en una catedral rusa de forma ilegal, la corte

rusa dictaminó dos años de prisión para las implicadas. Esta medida fue vista como arbitraria

y las implicadas recibieron el apoyo de la sociedad civil y el gobierno alemán que se

pronunciaron fuertemente contra Putin, quien fue acusado de convertir a Rusia en una dictadura

y de negar los derechos más básicos. Merkel cuestionó abiertamente al mandatario ruso acerca

del tema, y a pesar de los argumentos de este que ponían en evidencia la relación de la banda

con atributos neonazis y sentimientos antisemitas, la visión negativa de Putin se reforzó en

Merkel y tuvo gran eco en la política y la sociedad alemanas.

En la misma línea, en noviembre del 2012, el Parlamento Federal (Bundestag) pasó una

resolución donde se plasmaba la preocupación por el regreso de Putin al gobierno, ya que desde

entonces primaba la confrontación contra las críticas al gobierno, y se ejercía un mayor control

legislativo y judicial contra los movimientos sociales. Sin embargo, “el Ministerio de

Relaciones Exteriores preocupado por el tono de la moción lo redactó en un tono más

conciliatorio, enfatizó la importancia de Rusia en el sistema internacional y eliminó los

comentarios relacionados a protestas civiles en Rusia. A pesar de este intento, los políticos

rusos quedaron muy preocupados” (Forsberg, 2016: 26).

Producto al ambiente pésimo en el que se encontraba las relaciones bilaterales, la

“modernización” que se había acordado fue desestimada y la idea de “cambio a través de

comercio” considerada una estrategia inefectiva. Algunos medios nacionales incluso se

refirieron a la misma como “comercio sin cambio”. La fuerte ola de críticas a Rusia y el

sentimiento antiruso se generalizaron y algunos de los partidarios de un acercamiento con

Rusia, como Alexander Rahr, autor de una biografía de Putin, fueron acusados de no ser

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Las tensiones se profundizaron aún más en enero de 2013, cuando Westerwelle expresó que la

ley antigay en Rusia tendría un efecto negativo para las relaciones entre los dos países. En

marzo del propio año, los políticos alemanes protestaron contra las autoridades rusas por

asediar organizaciones no gubernamentales en Rusia bajo la nueva ley de ‘agentes extranjeros’

(Bidder, 2013).

Esta política hacia Rusia de Merkel bajos los preceptos merkelianos ha fracasado. Obviar la

importancia de Rusia para la política internacional puede tener altos costos para Alemania.

Rusia, tras su recuperación económica, ha ido ganando, paulatinamente, un espacio en el

escenario internacional y ha fortalecido su capacidad militar y política. Recordemos que Rusia,

vencedora de la 2GM, ocupa desde entonces un puesto en el Consejo Permanente en las

Naciones Unidas con capacidad de veto. Este posicionamiento en la política mundial se está

observando con mayor fuerza en los últimos años y en temas específicos como Siria y Ucrania.

Por otra parte, Alemania se ha vuelto en gran medida dependiente del abastecimiento

energético ruso. Atendiendo a esta configuración, Alemania tendrá en el futuro mediato que

promover un intercambio más prolifero y abierto entre los dos Estados.

Las relaciones con Rusia han sido declaradas siempre por la parte alemana de estratégicas, pero

este concepto deja mucho espacio a la imaginación y no específica las particularidades de la

misma. Las diferencias de enfoque han dejado poco margen para el entendimiento: diferencias

en la política internacional, los problemas rusos de adecuación a la economía de mercado y la

“democratización” interna del país. No obstante, es evidente la necesidad de Alemania de

trabajar con Rusia en áreas comunes.

En el campo energético Alemania y Rusia tienen marcadas diferencias acerca de cómo llevar

a cabo una cooperación. Mientras Alemania exige el libre acceso al mercado energético ruso

para asegurarse el control de los recursos, el gobierno ruso desarrolla un proteccionismo de

Estado para poder ejercer el control de sus reservas y el acceso a las mismas como estrategia

efectiva para obtener ventajas económicas; aun así Alemania obtiene de Rusia el 36% del gas

natural que utiliza (Gullo y Tuñón, 2009: 184).

Aunque el caso más citado de la cooperación bilateral es el de la dependencia energética de

Alemania, el tema de la seguridad ocupa un eje central. El declarado expansionismo de la

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sin razones, sitiada dentro de su territorio. El despliegue excesivo de bases militares en todo el

continente europeo, la presencia de EE.UU. en el Oriente Medio, la secesión de Kosovo, la

crisis ucraniana, tocan todas esferas esenciales de la seguridad rusa. Merkel, sin embargo,

inmersa en su política de alineación incondicional al Occidente (UE y OTAN), su crítica

reiterada a los derechos humanos, Estado de Derecho, valores democráticos y formas de

gobierno, han frenado las posibilidades objetivas que pudieran tener las posiciones políticas

comunes en temas internacionales, que como en Iraq, demostraron ser positiva. Asimismo la

cercanía geográfica entre ambos territorios es, en cuestiones de seguridad, una prioridad

compartida.

La política de Alemania hacia Rusia debería ser de mediación, sobre todo por considerarse un

interlocutor natural entre el Este y el Oeste. Dada su posición geoestratégica, política y

económica en el continente, Alemania debería usar su influencia para construir un puente entre

el Oeste y EE.UU. con Rusia. Esto está lejos de ser hoy una realidad, aunque los

acontecimientos más recientes indican que las posiciones comunes pudieran ser más

frecuentes. Por otra parte, ambas economías podrían complementarse dado el vasto desarrollo

tecnológico que tiene Alemania y el deseo de encontrar nuevos escenarios para la inversión.

Por otra parte una Rusia estable y próspera garantizaría el status quo europeo, sumergido

suficientemente en crisis y particiones.

CONCLUSIONES

Las relaciones bilaterales alemanas-chinas y alemanas rusas están en la actualidad

fundamentalmente orientadas a partir de aspectos económicos. La estrategia de los sucesivos

gobiernos alemanes por lograr una transformación de las estructuras sociales de estos países

mediante el intercambio comercial, ha demostrado ser inefectiva y parte de un discurso que ha

perdido importancia. Igualmente la aceptación del peso de China, como el mercado con mayor

potencial de crecimiento y de Rusia, como poder energético global, ha redundado en una

primacía de los factores económicos sobre los políticos.

La llegada de Angela Merkel en 2005, pretendió variar el curso de las mismas con su crítica

abierta a las formas de gobierno, la atención a los derechos humanos y las libertades sociales

que promueven la democracia occidental. No obstante, después de un primer momento en que

(15)

relaciones exteriores hasta esos dos gigantes en las capacidades económicas de los mismos,

buscando obtener las mayores ganancias, y no en principios como había pretendido hacer.

En el caso de China, luego de diez años consecutivos en el poder, Merkel ha logrado desarrollar

una relación especial con nuevos acentos, incluso en temas de la política internacional. La

confrontación abierta hacia el gobierno chino, no forma parte del nuevo inventario político de

la Canciller.

Con Rusia, sin embargo, los líderes políticos alemanes aceptan con resignación pero disgusto

los rasgos característicos del presidente Putin y la manera de manejar la política interna.

Aunque en los últimos años, Alemania y Rusia han coincidido en temas de política exterior, y

se alineado para resolver algunos conflictos internacionales de significación, las relaciones

distan de ser fluidas y las diferencias de enfoques limitan el alcance de las mismas.

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