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Agua: un patrimonio que circula de mano en mano

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Academic year: 2021

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el Banco de la República realiza en sus diferentes sedes en el país entre 2011 y 2012. El interés de trabajar en un proyecto cultural sobre el agua tiene varios orígenes. Las inundaciones en el 2010-2011 nos recordaron que pase lo que pase, el agua vuelve a su cauce y recuerda su camino. Esos cauces se organizan en cuencas hidrográficas que conectan y estructuran la vida de quienes compartimos el territorio.

Las cuencas nos unen y nos afectan sin atender a las fronteras políticas y por eso la sostenibilidad del agua depende de todos, su mal uso nos afecta a todos, su futuro es responsabilidad prioritaria de nuestro presente.

El agua es poderosa, tiene la capacidad de moldear, diluirse, adaptarse y reaccionar —positiva o negativamente— a las actuaciones del ser humano sobre sus cauces. El agua siempre ha estado al servicio de los seres humanos, plantas y animales, de manera absoluta, incondicional y vivificante. Sin embargo, como lo evidenciarán parte de los escritos que componen este libro, existen más de mil millones de seres humanos que no tienen acceso a este recurso vital, sin

¿cuál es la capacidad del ser humano para actuar frente a los desafíos que le plantea el agua en la actualidad?

Ante la convicción de que el agua es un patrimonio colectivo y que para gestionarla como recurso fundamental necesitamos generar una “nueva cultura del agua”, el Banco de la República, a través de la Subgerencia Cultural, le apostó a realizar dentro del proyecto nacional sobre el agua, la exposición Agua: un patrimonio que circula de mano en mano, la cual tiene dos propósitos esenciales: ofrecer información sobre las cuencas hidrográficas y generar un espacio de reflexión con relación al concepto “yo vivo, yo habito, yo afecto un entorno”. Como complemento, también se realiza el Encuentro Internacional Agua y Economía.

En el marco de esos dos eventos se presenta esta publicación, que busca una reflexión desde diferentes ángulos del pensamiento sobre la actualidad del agua. En el primer artículo, Manuel Guerrero, científico mexicano, plantea en un lenguaje cotidiano las características esenciales,

un patrimonio que circula de mano en mano

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Pág. siguiente Parque del Centenario [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

físicas y químicas del agua. En este trabajo se responden preguntas como ¿Por qué el agua moja?

A la vez, Ernesto Guhl, experto

colombiano, dimensiona la importancia de las cuencas andinas, pasando

por la creación morfológica de las mismas, hasta comparar la relación del uso de agua con los bienes y servicios que consume la sociedad.

Una tercera aproximación está a cargo de Gunter Pauli, economista belga, quien presenta un panorama sobre la abundancia del agua en América Latina y plantea diferentes retos para su uso y conservación, haciendo hincapié en iniciativas locales sobre el tema, como el adecuado manejo de las aguas negras y el uso del bambú como fuente del recurso hídrico.

Otra visión económica está a cargo de Carlos Gustavo Cano, codirector del Banco de la República, quien nos señala la importancia de la gestión del agua para la prosperidad económica y presenta los desafíos para la

sostenibilidad del recurso en Colombia.

El libro concluye con el escrito de Roberto Restrepo, consultor de la

Unesco para la realización de un mapa sobre los saberes indígenas acerca del agua en el continente americano, quien interpreta con un estilo propio del tema que le ocupa su experiencia de trabajo con comunidades indígenas y su visión del agua.

Las diferentes aproximaciones de los autores plantean un desafío al lector desde las diversas posiciones que ocupa;

bien sea como individuo, miembro de familia o ciudadano. Todos los textos, y en general el proyecto del Agua, suscitan varios retos para enfrentar la necesidad inminente de formar parte de una nueva cultura del agua. En primera instancia, porque su existencia no está garantizada de manera infinita, pero también, porque es un bien común que le exige a esta generación ser responsable de su gestión eficiente para asegurar la oferta de las futuras generaciones.

Por último, es necesario tomar conciencia frente al papel que todos tenemos de contribuir a la conservación del agua como lo que es: un patrimonio que circula de mano en mano.

Ángela Pérez Mejía Subgerente Cultural

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Agua:

muéstrate, no te escondas

El ser interno del agua

El agua es una molécula sencilla, formada por tres átomos de dos elementos químicos: dos de hidrógeno y uno de oxígeno. Un átomo está formado por un núcleo (positivo) rodeado de una nube de electrones (negativos).

Cuando se asocian los dos hidrógenos con un oxígeno para formar una molécula de agua, los hidrógenos, siendo de la misma carga, se repelen hasta formar un ángulo aproximado de 105º con el oxígeno en el vértice, como lo harían unos pequeños imanes, algo así como se muestra en la figura 1.

Manuel Guerrero Legarreta

Físico por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en Fisicoquímica por el Imperial College de Londres, Inglaterra. Fue investigador y directivo en el Instituto Mexicano del Petróleo y en el Instituto de Investigaciones Eléctricas, y gerente técnico divisional en Aceros Camesa. Ha sido maes- tro en la carrera de Física y en Planeación estraté- gica. Ha escrito dos libros de divulgación científica, El agua y La huella del agua, ambos editados por el Fondo de Cultura Económica. En la actualidad es consultor.

Las nubes de electrones se rearreglan dando lugar a cargas positivas y negativas en la molécula, como se observa en los cuatro “brazos” de la figura anterior, llamados ligaduras de hidrógeno. Otras sustancias tienen también ligaduras de hidrógeno, pero las del agua son muy intensas y se forman con rapidez cuando se llegan a romper. Este principio tan sencillo en apariencia es la razón del ser interno del agua.

Cada ligadura de hidrógeno puede atraer a otra molécula de agua, ello da lugar a un tetraedro, como se aprecia en la figura 2.

Cuando se juntan muchos tetraedros en una masa de agua, este orden se

Figura 1. Nubes electrónicas en una molécula de agua.

Figura 2. Una molécula de agua atrae a otras tres para formar un tetraedro.

Fotografías: Gumercindo Cuéllar Jiménez

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propaga y se forma una especie de red de ellos, lo que le da al agua líquida una estructura muy ordenada, más parecida a un sólido que a un líquido (cuya estructura típica es desordenada).

Las fuertes ligaduras de hidrógeno y su consecuente orden molecular le confieren al agua propiedades singulares. Por ejemplo, se expande cuando se congela, pues es la forma en que las ligaduras de hidrógeno son más estables. Así el hielo (sólido) flota en el líquido, lo cual es muy raro, pues normalmente sucede al revés. También, por las ligaduras de hidrógeno, disuelve

de manera ávida gases, líquidos y sólidos. Su estructura ordenada le permite almacenar grandes cantidades de calor y, por la misma razón, su superficie es difícil de hendir, esto se llama tensión superficial; además, trepa con facilidad por pequeños conductos, es decir, su capilaridad es alta. Su adhesividad a las paredes con las que entra en contacto es también muy fuerte: se “pega” a ellas.

Todas estas características son las que le dan al agua su posición única como cuna y soporte de la vida, así como reguladora de la temperatura en la Tierra: las masas de agua se congelan de la superficie hacia abajo, pues el hielo flota; si no fuese así, los océanos se congelarían en las zonas frías del fondo hacia arriba, lo que haría que durante el verano se deshielaran sólo las capas superficiales del mar; el fondo seguiría congelado y frío. Con el tiempo, cada vez menos agua fluiría hacia los climas templados e iría perdiendo calor. Al final, todos los mares se convertirían en hielo.

La gran capacidad de almacenar y transportar calor se evidencia en la diferencia de climas entre Europa Occidental y el norte del Canadá: ambas regiones están a la misma latitud, pero

Salto del Tequendama [¿1929?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Laguna de Fúquene (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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Europa es mucho más templada. Ello se debe al calor que lleva la Corriente del Golfo (de México) de las zonas calientes del Ecuador hacia el norte.

Un ejemplo más cotidiano es el

enfriamiento de un motor de automóvil:

requiere enfriarse porque no puede aprovechar toda la energía que se libera en la combustión de la gasolina. Si el calor latente del agua no fuese tan grande, se evaporaría y no serviría para controlar la temperatura. Lo notable es que con tan solo diecisiete litros se puede operar perfectamente enfriado un motor durante varias horas.

Al fenómeno combinado de la capilaridad y la adhesión de las moléculas con una superficie se llama

“mojado”. Cuando el agua entra en contacto con un conducto estrecho, como el de los poros de una toalla, es absorbida sin importar que sea hacia arriba o hacia un lado, porque esta atracción capilar combinada con la adhesión con los poros de la toalla es más grande que la gravedad, hasta que se equilibra el peso del agua absorbida. Por eso el agua moja: las interacciones entre las moléculas son muy fuertes y la capilaridad grande.

No en todos los líquidos es así: el

mercurio no moja las superficies y el alcohol las humedece muy poco.

Y hablando de mojar, ¿por qué se pueden hacer los castillos de arena?

Todo niño tiene claro que lo único que debe hacer es añadir agua a la arena, pues seca se desmorona. Hay un límite a la cantidad de agua que puede añadirse, pues demasiada hace que la arena se deslice. Y este es el punto por el cual es importante estudiar los castillos de arena, pues de entenderse podrían evitarse los

Sin título (Colombia) [¿1928?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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Allá, en las alturas, era el agua

“Primero eran la tierra y el agua.

El agua no es buena ni es mala. De ella resultan cosas buenas y cosas malas.

El agua estaba arriba, en el páramo. Abajo se secaban las plantas, se caían las flores, morían los animales. Cuando bajó el agua todo creció y floreció, retoñó toda la hierba y hubo alimentos aquí. Era el agua buena.

Allá, en las alturas, era el agua. Llovía intensamente, con aguaceros, borrascas, tempestades. Los ríos venían grandes, con inmensos derrumbes que arrastraban las montañas y traían piedras como casas; venían grandes crecientes e inundaciones. Era el agua mala”.

Mito guambiano. “Allá, en las alturas, era el agua”, en Abe- lino Dagua Hurtado, Misael Aranda y Luis Guillermo Vasco Uribe, Guambianos: hijos del arcoíris y del agua, Bogotá, Banco Popular, Fundación Alejandro Ángel Escobar, Cerec, Los Cuatro Elementos, 1998.

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Champanes en el río Magdalena (Girardot) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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es inmensamente tranquilizante…

como profundamente aterrador: un tranquilo lago o un mar embravecido.

No es de extrañar, pues, que sea una parte importante de nuestros símbolos y de nuestros sueños.

El agua es frescura, dice Gastón Bachelard en El agua y los sueños, “esa frescura que sentimos al lavarnos las manos en un arroyo, se extiende, se expande, se apropia de la naturaleza entera. Se vuelve rápidamente la frescura de la primavera”.

El agua es una amenaza en los

desastres naturales de nuestro planeta.

Ante ellos sólo se puede intentar predecirlos y protegerse, aunque contemplarlos no deja de tener cierta sobrecogedora fascinación.

Mucho más aterradora es cuando el agua representa un peligro para la salud, evidente si está sucia y maloliente; sutil cuando está oculto, como el agua contaminada por metales o bacterias, que es transparente y no despide mal olor.

El problema con la “salud” del agua es que la misma razón que la hace apropiada para la vida la torna

vulnerable: así como puede disolver oxígeno para bien de los organismos marinos, puede hacerlo para su mal con materiales nocivos. El símbolo de la pureza y de la vida puede transformarse en uno de muerte, debido a la negligencia y al mal uso.

Para que el agua no sea una amenaza hay que apropiarse de ella: conocerla, entenderla, respetarla, cuidarla, incorporarla a los sueños. No como un producto más, sino como una herencia para quienes comparten con nosotros este espacio y para aquéllos que nos seguirán en el tiempo2.

Su presencia en la naturaleza El nuestro es un planeta azul. Tres cuartas partes de su superficie están cubiertas por agua. Conforma el paisaje, separa las masas continentales…

pero en su mayor parte no puede ser aprovechada por los seres vivos: contiene demasiadas sales. El 97% del volumen total del agua existente en la Tierra está en los mares y océanos; casi el 3%

restante en las inaccesibles capas polares.

Entre el subsuelo, los lagos y ríos, y la atmósfera apenas hay poco más de 0,5%.

El agua circula por el planeta en el llamado ciclo hidrológico, el

2 Directiva 2000/EC del Parlamento Europeo y del Consejo para establecer un marco común de acción para la Comunidad sobre el tema de política del agua, Bruselas, 30 de junio de 2000.

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es inmensamente tranquilizante…

como profundamente aterrador: un tranquilo lago o un mar embravecido.

No es de extrañar, pues, que sea una parte importante de nuestros símbolos y de nuestros sueños.

El agua es frescura, dice Gastón Bachelard en El agua y los sueños, “esa frescura que sentimos al lavarnos las manos en un arroyo, se extiende, se expande, se apropia de la naturaleza entera. Se vuelve rápidamente la frescura de la primavera”.

El agua es una amenaza en los

desastres naturales de nuestro planeta.

Ante ellos sólo se puede intentar predecirlos y protegerse, aunque contemplarlos no deja de tener cierta sobrecogedora fascinación.

Mucho más aterradora es cuando el agua representa un peligro para la salud, evidente si está sucia y maloliente; sutil cuando está oculto, como el agua contaminada por metales o bacterias, que es transparente y no despide mal olor.

El problema con la “salud” del agua es que la misma razón que la hace apropiada para la vida la torna

vulnerable: así como puede disolver oxígeno para bien de los organismos marinos, puede hacerlo para su mal con materiales nocivos. El símbolo de la pureza y de la vida puede transformarse en uno de muerte, debido a la negligencia y al mal uso.

Para que el agua no sea una amenaza hay que apropiarse de ella: conocerla, entenderla, respetarla, cuidarla, incorporarla a los sueños. No como un producto más, sino como una herencia para quienes comparten con nosotros este espacio y para aquéllos que nos seguirán en el tiempo2.

Su presencia en la naturaleza El nuestro es un planeta azul. Tres cuartas partes de su superficie están cubiertas por agua. Conforma el paisaje, separa las masas continentales…

pero en su mayor parte no puede ser aprovechada por los seres vivos: contiene demasiadas sales. El 97% del volumen total del agua existente en la Tierra está en los mares y océanos; casi el 3%

restante en las inaccesibles capas polares.

Entre el subsuelo, los lagos y ríos, y la atmósfera apenas hay poco más de 0,5%.

El agua circula por el planeta en el llamado ciclo hidrológico, el

2 Directiva 2000/EC del Parlamento Europeo y del Consejo para establecer un marco común de acción para la Comunidad sobre el tema de política del agua, Bruselas, 30 de junio de 2000.

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cual relaciona a la que se evapora con la que cae como lluvia, nieve o granizo, escurre al mar y desde ahí de nuevo se inicia el ciclo de evaporación. La primera lección del ciclo hidrológico es que cualquier afrenta que hagamos al agua, en algún lugar del planeta, puede llegar lejos.

Nuestro planeta azul nos escamotea el agua: no sólo una fracción del total que nos ofrece puede aprovecharse de manera directa, sino que está muy desigualmente repartida: hay países ricos y países pobres en agua. Los seis países más ricos en agua son, en orden descendente, Brasil, la Federación Rusa, Canadá, Indonesia, China continental y Colombia, mientras que los seis más pobres son Mauritania, Israel, Jordania,

Libia, Cabo Verde y Yibuti3. Colombia dispone de 2.132 km3 por año, 140 veces lo que los seis países más pobres juntos.

No es tanto la riqueza o pobreza de agua sino su administración lo que hace que un país pueda garantizar la satisfacción de sus necesidades. Una vista más cercana al ciclo hidrológico revela que, aunque la cantidad de agua que hay en la Tierra ahora es la misma que siempre ha habido, dentro de una cuenca puede salir y no regresar a ella, por degradación del terreno que impida que la que cae se quede o porque salga en los productos o servicios que se elaboren. Hay lugares en donde una cosecha puede requerir más agua que en otros, porque en unos sitios las técnicas de cultivo son más eficientes

3 Aquastat Programme Food and Agriculture Organization of the United Nations. Review of World Water Resources by Country, Roma, 2003.

Nuevo acueducto (Bogotá) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Sin título (Colombia) [¿1928?]

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o porque el clima no ayude. Si fuera posible racionalizar los intercambios de cosechas con este criterio se ahorraría agua (Falkenmark, 2007).

Su papel en la vida

El agua es constituyente necesario de todas las células, animales y vegetales y la vida no puede existir en su ausencia ni siquiera durante un periodo limitado. Primero muere un ser de sed que de hambre.

El agua es el solvente que promueve la digestión, controla la temperatura del cuerpo mediante el aprovechamiento

del calor latente del agua, forma la saliva, el plasma y los jugos gástricos.

Sirve para irrigar, distribuir nutrientes y remover desechos. La circulación del agua procede por la absorción intestinal, el flujo de la sangre y la diuresis. Las enfermedades relacionadas con el agua están conectadas con las irregularidades en la distribución sanguínea, la

composición del agua intracelular y extracelular y la deshidratación.

¿Es posible sobrevivir con poca agua? Los organismos vivos han desarrollado una increíble variedad de técnicas para hacerlo en diferentes condiciones ambientales, impuestas por los extremos del ambiente que caracteriza a nuestro planeta. Los seres humanos también se han adaptado a todas las regiones, pero modificando sus hábitos de vida, su vestimenta y su entorno, no su fisiología, y por ende sus límites de tolerancia son menores.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud sugieren que una persona debe disponer a diario de un mínimo de veinte litros de agua cuya fuente de aprovisionamiento esté situada a una distancia no mayor de un kilómetro. Si se toman en consideración

Paisaje en el río Magdalena (Colombia) [¿1930?]

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actividades como bañarse o lavar la ropa, el valor se eleva a un mínimo de cincuenta litros diarios por persona, ya que por debajo de esa cantidad se pone en riesgo el bienestar físico y se degrada la dignidad humana (Gleick, 1996). Para darse una idea de cuánto son cincuenta litros, consideremos que una llave doméstica típica tiene un gasto de seis litros por minuto, de manera que equivalen a ocho minutos veinte segundos de dejarla abierta.

El cuerpo humano requiere un mínimo de suministro de agua para evitar problemas de salud debidos a la deshidratación. La propia actividad provoca una pérdida diaria de agua de alrededor de 2,6 litros, entre el sudor, la orina y la defecación. Una pérdida de fluidos mayor trae consigo riesgos severos para la salud.

Su ausencia y la injusticia social Adam Smith (1723-1790) aunque conocido por la obra La riqueza de las naciones y por la cual se le ha llamado el padre de la economía moderna y el capitalismo, se preocupaba en realidad por el pensamiento moral de su época y cómo surgía la conciencia de la interacción en las relaciones sociales.

Según él, la relación entre los individuos

se basa en la simpatía, es decir, en la observación de los otros que hace reflexionar sobre el comportamiento propio y su sentido moral: la sociedad es el espejo en el que uno se refleja, moralmente hablando. Como es natural, su estudio le llevó al valor natural y al adquirido de las cosas4.

¿Cuáles son los valores natural y adquirido del agua, y cuáles son los de un diamante? Con la primera poco se puede adquirir aunque sea un elemento primordial para la vida, en tanto que un diamante, que no tiene utilidad práctica

4 Citado en Guerrero Legarreta, Manuel y Schifter, Isaac, La huella del agua, Fondo de Cultura Económica, México, Colección La ciencia para todos, 2011 (en prensa).

Típico aguador del Magdalena [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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alguna, sirve para intercambiarlo por muchos bienes o servicios.

Se ha criticado a Smith por comparar cosas en apariencia heterogéneas, pero que en realidad son perfectamente equiparables:

¿cuánto vale un trago de agua para un náufrago, y cuánto un diamante?

Si bien hay suficiente agua en nuestro planeta, el acceso a este recurso no es para todos. Existen en la actualidad, según cifras de las Naciones Unidas, más de 1.100 millones de seres humanos que no tienen acceso adecuado a fuentes de agua, y más del doble que no lo tienen a saneamiento5. Los ciudadanos de Grecia o de Roma hace más de 2000 años contaban con mejores condiciones de salud y acceso al agua que muchas personas hoy día (Guerrero, 2011).

Las naciones del mundo enfrentan una variedad de problemas referentes al agua: conflictos internacionales, disputas regionales, escasez y degradación del medioambiente (Gleick, 2002). La raíz de todos ellos es la incapacidad de visualizar el problema en toda su amplitud, la falta de decisión de enfrentarlo —más allá del discurso— y la carencia de

soluciones creativas, que miren en una dirección a la cual todavía no se ha volteado. Por ejemplo, uno de los problemas agobiantes para el entorno es la enorme generación de basura. Se quema, se entierra, en el mejor de los casos se recircula y hasta se aprovecha el gas producido por su descomposición, pero no se ha pensado en soluciones enteramente diferentes por medio de las cuales la basura deje de ser un problema. Hay unas cepas de bacterias que consumen la basura y excretan alcohol, sin que haya fermentación y por lo tanto generación de bióxido de carbono. Aunque en fase experimental, esto cambiaría el problema de

acomodar la basura por la solución de producir un insumo: combustible6.

Los escondrijos del agua

Detrás de todo hay agua presente…

y agua oculta. El ser humano es 70% agua, por lo que si su peso es de 80 kilogramos contiene 56 litros de agua. Pero, ¿cuánta agua hay en una taza de café? ¿125 mililitros?

Pues no. El café requiere agua para crecer, energía para tostarlo (que demanda a su vez agua para generarla);

debe ser transportado en un vehículo cuyo combustible necesitó agua para

5 El “acceso adecuado” se refiere a que se cumplan alguno o algunos de los siguientes criterios: conexión doméstica, tubería pública, pozo protegido (ante la contaminación), fuente natural protegida o recolección pluvial.

El “saneamiento” toma en cuenta: conexión al drenaje público, fosa séptica o letrina.

6 Isaac Schifter, comunicación personal.

Paisaje en el río Dagua (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Río de la Ferrería (Pacho, Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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alguna, sirve para intercambiarlo por muchos bienes o servicios.

Se ha criticado a Smith por comparar cosas en apariencia heterogéneas, pero que en realidad son perfectamente equiparables:

¿cuánto vale un trago de agua para un náufrago, y cuánto un diamante?

Si bien hay suficiente agua en nuestro planeta, el acceso a este recurso no es para todos. Existen en la actualidad, según cifras de las Naciones Unidas, más de 1.100 millones de seres humanos que no tienen acceso adecuado a fuentes de agua, y más del doble que no lo tienen a saneamiento5. Los ciudadanos de Grecia o de Roma hace más de 2000 años contaban con mejores condiciones de salud y acceso al agua que muchas personas hoy día (Guerrero, 2011).

Las naciones del mundo enfrentan una variedad de problemas referentes al agua: conflictos internacionales, disputas regionales, escasez y degradación del medioambiente (Gleick, 2002). La raíz de todos ellos es la incapacidad de visualizar el problema en toda su amplitud, la falta de decisión de enfrentarlo —más allá del discurso— y la carencia de

soluciones creativas, que miren en una dirección a la cual todavía no se ha volteado. Por ejemplo, uno de los problemas agobiantes para el entorno es la enorme generación de basura. Se quema, se entierra, en el mejor de los casos se recircula y hasta se aprovecha el gas producido por su descomposición, pero no se ha pensado en soluciones enteramente diferentes por medio de las cuales la basura deje de ser un problema. Hay unas cepas de bacterias que consumen la basura y excretan alcohol, sin que haya fermentación y por lo tanto generación de bióxido de carbono. Aunque en fase experimental, esto cambiaría el problema de

acomodar la basura por la solución de producir un insumo: combustible6.

Los escondrijos del agua

Detrás de todo hay agua presente…

y agua oculta. El ser humano es 70% agua, por lo que si su peso es de 80 kilogramos contiene 56 litros de agua. Pero, ¿cuánta agua hay en una taza de café? ¿125 mililitros?

Pues no. El café requiere agua para crecer, energía para tostarlo (que demanda a su vez agua para generarla);

debe ser transportado en un vehículo cuyo combustible necesitó agua para

5 El “acceso adecuado” se refiere a que se cumplan alguno o algunos de los siguientes criterios: conexión doméstica, tubería pública, pozo protegido (ante la contaminación), fuente natural protegida o recolección pluvial.

El “saneamiento” toma en cuenta: conexión al drenaje público, fosa séptica o letrina.

6 Isaac Schifter, comunicación personal.

Paisaje en el río Dagua (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Río de la Ferrería (Pacho, Colombia) [¿1930?]

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elaborarlo. Al agua comprendida (Allan, 1993, 1994) en el proceso para tener una taza de café hay que contabilizarla también, que resulta ser ¡140 litros!

(Chapagain, Hoekstra, 2003).

Recientemente se ha tomado en cuenta este factor, llamado agua oculta o agua virtual —que deja una “huella del agua”— y se han desarrollado métodos para calcularla en los productos y servicios que intercambian nuestras sociedades (Hoekstra, Chapagain, 2007).

Algunas cifras sorprendentes de estos cálculos son que hay 15.500 litros de agua virtual por kilogramo de carne de res; 16.600 por kilogramo de piel de calzado; 11.000 por kilogramo de algodón para textil; 5.000 por kilogramo de queso; 3.400 por kilogramo de arroz;

1.000 por litro de leche, por ejemplo.

De manera similar se han desarrollado los conceptos de la huella de la energía y la huella del carbono, por los rastros que dejan el uso de la energía y la quema de combustibles fósiles. El conjunto de las

“huellas” conforma la huella ecológica, que estima el impacto de la actividad humana sobre el medioambiente y cómo se están excediendo las capacidades

de recuperación de las biósferas locales (WWF, 2006; Ewing, 2008).

Aun con la incertidumbre que tienen estos métodos todavía en desarrollo, es necesario tomarlos en cuenta, sobre todo considerando que la población mundial crece y los recursos se estrechan. La población actual del planeta ha rebasado los 6.000 millones de habitantes y para el año 2150 podría llegar a 10.000 millones7.

Ciudades como Londres han tomado muy en serio la estimación del

impacto que están provocando, y se ha descubierto que la huella ecológica de esa capital en 2002 fue equivalente a dos veces toda la superficie del Reino Unido8. A raíz de ello, el gobierno de la ciudad decidió que para 2020 se logrará una reducción del 35%, y para 2050 del 80%. Y es que analizar a las ciudades es muy importante, pues 37,2% de la población mundial vivía ya en las ciudades en 1975 y para 2025 se espera que esta cifra llegue a 56,6%.

El punto importante es que tanto la huella del agua como las otras huellas dependen de los hábitos de consumo de los habitantes.

7 Long-range World Population Projections: Based on the 1998 Revision. Resumen ejecutivo y hallazgos clave disponibles en http://www.un.org/esa/

population/publications/longrange/longrange.htm

8 City Limits. A resource flow and ecological footprint analysis of Greater London, disponible en http://www.citylimitslondon.com/

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Paisaje en el río Magdalena (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Salto del Tequendama [¿1929?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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Paisaje en el río Magdalena (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

Salto del Tequendama [¿1929?]

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Las preguntas que quedan abiertas Hay mucho que queda por decir acerca del agua, numerosas preguntas que están sin respuesta. Por ejemplo: ¿cómo podemos compartir el agua y la energía con el ecosistema al que pertenecemos?

Las obras para satisfacer las necesidades de los humanos con frecuencia alteran el entorno y provocan consecuencias negativas para muchas especies que precisamos para sobrevivir. Pero eso no es lo único ni lo más importante: el planeta nos pertenece a todas las especies

—la humana es sólo una de ellas— y no sabemos qué daños nos generaremos por

olvidar esta premisa básica y disponer de él como si no existieren otros seres.

¿Cuánta agua en realidad tenemos? Más allá de las cifras aproximadas que se usan (y con frecuencia inconsistentemente), no tenemos una idea clara de la cantidad de agua que cae en la lluvia, la que se queda en una cuenca y la que se pierde. Apenas atisbamos el concepto del agua oculta. Falta medir todo lo anterior, tener instrumentos adecuados para hacerlo y modelos que nos expliquen cuál es la dinámica global del agua. Hay espacio para desarrollar buena ciencia y tecnología adecuada. Existe mucha información que debe depurarse, validarse y

compartirse. Se necesita también quitar las barreras para que sea accesible.

¿Cuál es la política adecuada para preservar el recurso? No estamos solos en el espacio ni en el tiempo:

pertenecemos a un ecosistema y formamos parte de la Historia. No es tanto cosa de cerrar la llave cuanto de eliminar el despilfarro, en el agua física y en el agua virtual se deben moderar los hábitos de consumo.

Y quizás la pregunta más importante de todas: ¿cómo es posible que hayamos

Puerto de Magangué, río Magdalena (Colombia) [¿1930?]

Biblioteca Luis Ángel Arango

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olvidado nuestros orígenes? El agua como fuente de vida, de símbolos y de sueños. La frescura de llegar a un riachuelo y beberla —cabeza adentro— sin el temor de sucumbir a una enfermedad. ¿Cómo podemos voltear la mirada ante 1.100 millones de seres humanos que no tienen el mínimo para mantener su dignidad?;

los incontables niños y mujeres cuya única ocupación es ir por el agua a más de un kilómetro de sus hogares y traer los veinte o cincuenta litros, que pesan entre veinte y cincuenta kilogramos, una y otra vez, sin poder soñar en otra cosa.

Yo vivo, yo habito y yo afecto un entorno: ¿qué compromisos me significa esto?

Referencias

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Puerto Colombia (Barranquilla) 1930 Biblioteca Luis Ángel Arango

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Agustín Codazzi 1840 Biblioteca Luis Ángel Arango

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Las cuencas y el agua

de los Andes

El territorio

Como resultado de la muy intensa actividad entre las placas tectónicas de América del Sur y de Nazca, ha surgido en el borde occidental de este continente una de las mayores y más variadas cadenas montañosas del planeta: la cordillera de los Andes. Ella forma parte del Círculo de Fuego del Pacífico, presenta los volcanes más elevados de la Tierra, tiene una longitud de 7.500 km, una altura media de 4.000 m y cuenta con multitud de nevados con alturas de más de 6.000 m, solamente superados por los del Himalaya. Inicia su recorrido en el extremo sur de

Ernesto Guhl Nannetti

Ingeniero civil de la Universidad de los Andes y de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos).

Especialista en Ciencia y Sociedad, Universidad de Oxford. Ha sido profesor, decano de la Facultad de Ingeniería y vicerrector de la Universidad de los An- des y viceministro de Medio Ambiente. Actualmen- te se desempeña como director del Instituto para el Desarrollo Sostenible Quinaxi. Ha sido autor y edi- tor de libros, publicaciones y múltiples artículos sobre temas ambientales. Miembro vitalicio de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y miembro de las juntas directivas del Instituto de Investigacio- nes Marinas (Invemar) y de la Corporación Ambien- tal Empresarial.

América en Chile y la Argentina; separa estos dos países y después atraviesa los territorios de Bolivia y Perú donde adquiere su mayor anchura formando el altiplano y cruza el Ecuador. Luego entra al territorio colombiano donde se trifurca y muere en la llanura del Caribe, antes de lo cual extiende un poderoso ramal que adquiere un gran desarrollo en Venezuela.

Tal vez la característica más notable de los Andes es que debido a su gran longitud en el sentido sur-norte, que la lleva desde los 56° de latitud sur hasta los 11° norte en la zona ecuatorial y por sus enormes dimensiones, presenta una inmensa variedad climática y orográfica que a su vez da origen a una notable diversidad biogeográfica y cultural.

A partir de su nacimiento en el extremo sur del continente, el primer tramo de la cordillera es muy húmedo, en especial hacia la vertiente del Pacífico. Al continuar hacia el norte la influencia de la fría y seca corriente de Humboldt, que viene del polo Sur

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siguiendo la costa de América del Sur, cambia el panorama conformando una de las regiones más secas del mundo conocida como el desierto de Atacama. La zona seca continúa hacia el norte a lo largo de la costa peruana, hasta que la corriente de Humboldt se aleja de ella internándose en el océano Pacífico. En la medida en que va avanzando hacía la línea ecuatorial, la región se va tornando cada vez más húmeda hasta llegar al Chocó, en donde se presentan lluvias que están entre las más altas del planeta y una vigorosa vegetación de selva húmeda.

En la parte alta de la cordillera esta variedad se manifiesta en ecosistemas tan diversos como la puna seca en el altiplano, zona que comparten Perú y Bolivia, Argentina y Chile, y el páramo húmedo en el norte del Ecuador y Colombia. Este cambio es consecuencia de que al avanzar hacia el norte, las cumbres de los Andes van volviéndose más húmedas. La enorme variedad, que está presente en todo el perfil de la cordillera, asombró a Alexander von Humboldt, quien en el siglo xix lo dibujó, cortándola por el volcán del Chimborazo en el Ecuador.

Fuente: Alexander von Humboldt, Geografía de las plantas, 1803, Museo Nacional de Colombia.

Gráfico 1. Perfil de los Andes.

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27

La variación en altitud tiene un marcado efecto en la temperatura. Así, por ejemplo, en el caso de Colombia, como país tropical, la temperatura media decrece 1° C por cada 184 m que se asciende sobre el nivel del mar, dando origen a los llamados pisos térmicos cálido, templado, frío, páramo y nival, con toda su inmensa variedad de fauna y flora. Esta estratificación climática ha tenido un marcado efecto sobre la localización de la población, que ha buscado, por razones de

salubridad, los climas fríos y templados y naturalmente también ha ejercido su influencia sobre sus costumbres, formas de vida y sus actividades económicas, en especial sobre la agricultura.

El ciclo hidrológico

El ciclo hidrológico se define como el proceso continuo de la circulación del agua en sus diversos estados y es el enlace vital entre el océano y el continente, mediante la circulación del agua a través de la atmósfera, los cuerpos de agua, los seres vivos y el suelo, impulsado por la energía solar (Ideam, 1998).

El agua que cae como precipitación se infiltra en el suelo, se escurre por la superficie del terreno, es interceptada

por la vegetación o se incorpora a los glaciares en las cumbres nevadas.

La que se infiltra es absorbida por las plantas o se convierte en agua subterránea, que es almacenada o que fluye lentamente hacía corrientes y cuerpos de agua. La parte del agua subterránea que fluye, en conjunto con el agua que escurre sobre el terreno y la que resulta del derretimiento de los glaciares, conforman la escorrentía que forma las corrientes que constituyen la red hidrográfica y

Carta de la Tierra Firme, de la Guyana y de los países del Amazonas

Rigoberto Bonne 1785 Biblioteca Luis Ángel Arango

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“U N O N O E S

N O D E V

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S R Í O P A R A

E V O L V E R S E ”.

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al final drenan al mar para completar el ciclo (Ideam, 1998). El ciclo también se alimenta con la evaporación del agua presente en la vegetación, en las corrientes y lagos gracias a la energía de la radiación solar.

América del Sur es el continente más rico en agua y en consecuencia por él corren varios de los ríos más caudalosos del mundo como el Amazonas, el Orinoco y el río de la Plata. Dentro de este panorama excepcional en un mundo en el cual el agua será cada vez más escasa, sobresale la región Andina como poseedora de una de las mayores y menos aprovechadas riquezas: la abundancia de agua.

Los gráficos 2 y 3 muestran la importancia relativa de esta riqueza hídrica en comparación con otras regiones del mundo.

El territorio que conforma la Comunidad Andina cuenta con una extensión cercana a los 3,7 millones de km² y cubre el territorio que ocupan Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.

Se extiende desde los 22,5° de latitud en el sur de Bolivia, hasta los 12° de latitud norte en Colombia. Su eje es la cordillera de los Andes, que constituye

Gráfico 2. Precipitación global.

El tamaño del territorio muestra la proporción de la precipitación mundial que cae sobre cada país.

0 200 400 600 800 1.000 1.200 1.400 1.600 1.800 2.000

Europa occidental

Asia occidental Centroamérica y América del

Norte

América del Sur Comunidad Andina de Naciones

Total mundial

mm/año

Fuente: © Copyright 2006 SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan).

Gráfico 3. Precipitación promedio anual en diversas regiones.

Fuente: Elaboración propia con datos de la FAO, 2008.

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una barrera orográfica formidable, la cual separa las aguas que corren por la vertiente del Pacífico de las que drenan hacía la del Atlántico.

La región presenta un ciclo hidrológico muy dinámico y abundante, cuyos elementos esenciales son: la atmósfera, el océano Pacífico, la cordillera de los Andes y la gran llanura amazónica.

Como puede apreciarse en el gráfico, al occidente de los Andes corren los ríos que drenan al Pacífico que son cortos y poco caudalosos en el Perú y se alimentan fundamentalmente de los glaciares que coronan los Andes, debido a la escasez de lluvia de la costa.

En cambio en territorio de Ecuador y Colombia estos ríos son caudalosos, pues recogen las abundantes

lluvias que caen en sus costas.

Al oriente, se encuentra la enorme extensión de la llanura amazónica, en la cual se encuentra la selva húmeda. Su eje es el río Amazonas, el más caudaloso del mundo, que al desembocar entrega al océano Atlántico un caudal equivalente a la quinta parte del total del agua dulce superficial del planeta. La mitad de este enorme caudal proviene de los glaciares

y vertientes orientales de los Andes de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.

La riqueza hídrica de la región es resultado de su ubicación cercana a la línea ecuatorial, de los vientos planetarios y locales, de su vecindad con el océano Pacífico y la cobertura vegetal de la llanura amazónica y de los Andes. Como se ha dicho, la cordillera es el eje del ciclo hidrológico, al actuar como una barrera que permite la formación de nubes que generan las grandes lluvias, cuando los vientos cargados de humedad que provienen del Pacífico y de la Amazonia chocan contra ella.

La cobertura vegetal contribuye de manera significativa al ciclo con la evapotranspiración que producen sus árboles y plantas, lo que genera Gráfico 4. Ciclo hidrológico de la región Andina.

Fuente: El agua de los Andes. Un recurso clave para el desarrollo e integración de la región, Comunidad Andina, Secretaría General, julio de 2010. Disponible en http://www.comunidadandina.org/public/libro_120.htm

El aire que viene desde la costa del Pacífco choca con la barrera montañosa de los Andes.

Las precipitaciones en las cumbres congeladas de los Andes dan origen a la formación de glaciares.

Gracias a la lluvia, la vege- tación de la selva aumenta, acelerando así la captura de CO2 en el mundo.

Al chocar, los vientos se condensan y generan lluvias en la selva.

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un importante flujo de vapor de agua hacía la atmósfera que se transforma en nubes y lluvia. Los indígenas koguis de la Sierra Nevada de Santa Marta resumen esta relación de manera magistral diciendo que “la montaña es la madre del agua”.

Las cuencas

Se entiende por cuenca hidrográfica la unidad territorial en la cual, debido a la forma del terreno que la constituye, el agua de la lluvia que cae sobre ella escurre y converge en un punto común por el que fluye toda al mismo río, lago o mar.

De acuerdo con su tamaño existen diversos tipos de cuencas hidrográficas.

Así, por ejemplo, en la región existen seis cuencas principales: la del Amazonas, la del río de la Plata, la del Orinoco, la del Titicaca, la del Caribe y la del Pacífico. A su vez, estas grandes cuencas están formadas por cuencas de menor tamaño, como por ejemplo la del río Magdalena, que forma parte de la del Caribe. Esta subdivisión prosigue con las de corrientes de menor tamaño, hasta llegar a las denominadas microcuencas que corresponden a corrientes pequeñas, como las quebradas. La suma de todos

Gráfico 5. Cuencas hidrográficas principales de la región Andina. Nivel 1.

Fuente: Delimitación y codificación de unidades hidrográficas de la Comunidad Andina, UICN, 2009-Comunidad Andina-Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

estos caudales va dando origen a ríos, que a su vez al sumarse conforman los grandes ríos, lo que constituye una red de vida, que alimenta y hace posible el desarrollo de los ecosistemas y las actividades humanas; esto se denomina la red hidrográfica.

Ahora bien, la cordillera de los Andes por su gran amplitud y altura forma

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Gráfico 6. Cuencas hidrográficas menores de la región Andina. Nivel 5.

una enorme cantidad de microcuencas y cuencas que descienden desde las partes altas, donde están los glaciares y los ecosistemas altoandinos, que van recogiendo paulatinamente el agua, hasta llegar a las llanuras de la Amazonia y de las costas.

Estas cuencas abarcan zonas con diferentes temperaturas, suelos, formas y ecosistemas, que hacen posible la enorme variedad de vida presente en los Andes. El elemento que articula las cuencas y alimenta la biodiversidad y sus servicios es el agua.

Los usos del agua

El agua es un compuesto que presenta características únicas. Es indispensable para la vida y para las actividades humanas. Permite la existencia de ecosistemas saludables que brindan sus servicios de soporte a la actividad socioeconómica y hace posible que las personas lleven una vida sana y digna.

El agua es mucho más que un recurso o una mercancía, tiene un valor simbólico y es considerada en muchas culturas como el origen de la vida. Además, es irreemplazable e insustituible y su necesidad vital hace que el acceso al agua potable sea considerado como un derecho humano por muchos gobiernos

y organizaciones internacionales y que muchas legislaciones le otorguen el carácter de bien público.

Los usos del agua son múltiples y es empleada prácticamente en todas las actividades y procesos necesarios para la vida, la producción y el desarrollo.

Por lo general se reconoce que entre los usos del agua se encuentra en primer

Fuente: Delimitación y codificación de unidades hidrográficas de la Comunidad Andina, UICN, 2009-Comunidad Andina-Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

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Génesis

“El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Crecieron las aguas y levantaron el arca que se alzó de encima

de la tierra [¿…] pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió”.

“Génesis”, La Biblia.

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lugar de importancia la satisfacción de las necesidades humanas básicas, es decir, las que corresponden al denominado uso doméstico. En él se emplea alrededor del 10% del consumo total de agua. Lo sigue el uso agrícola que es el que consume la mayor parte de la oferta hídrica, habitualmente entre el 70 y el 80% del consumo total, y a continuación está el uso industrial.

Estos usos compiten entre sí por el agua disponible en una cuenca y el Estado debe asignarla entre ellos, teniendo en cuenta el orden de prioridades indicado y las necesidades de cada uno.

Los tres usos anteriores contaminan el agua con los residuos de las diversas actividades y procesos en los que se utiliza. Si las aguas servidas no se tratan en forma adecuada antes de devolverla a los ríos, pueden afectar su calidad, inhabilitándolos para otros usos aguas abajo, lo que perjudica a los pobladores y sus actividades, y da origen a una gran inequidad.

Carta general del Cantón del Nordeste 1824

Biblioteca Luis Ángel Arango

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Además de los anteriores hay otros usos muy importantes del agua, en los cuales esta no se consume, como el transporte fluvial, los usos recreativos, turísticos y culturales y la generación de energía. Si bien los primeros no contaminan el agua la producción de hidroenergía puede tener efectos graves sobre la calidad del agua, la continuidad de los cauces de los ríos y su disponibilidad para otros usos.

Existe otro uso esencial del agua que no es tenido en cuenta: el consumo que hace de ella la naturaleza, para el buen funcionamiento de los ecosistemas y la generación de los servicios que ellos nos brindan, que son la base para la calidad de vida y el progreso. Es el denominado caudal ecológico o ambiental.

Las culturas precolombinas tuvieron una especial relación con el agua y desarrollaron técnicas para su manejo y uso sostenible, que sería muy valioso recuperar. Existen múltiples ejemplos de ellas que integran el manejo del agua con el del terreno, como son los andenes que desarrollaron los incas y otras culturas en las escarpadas vertientes de los Andes en Perú y Bolivia y la técnica de los zanjones del bajo San Jorge en Colombia, mediante

la cual los zenúes aprovecharon las fluctuaciones del nivel de los ríos para vivir y trabajar beneficiándose con ellas, en lugar de luchar contra la poderosa fuerza del agua, que ha sido la aproximación tradicional en nuestros países, que tantos problemas y desastres ha causado.

Para destacar la manera tan profunda y amplia como el agua está presente en todos los aspectos de nuestra vida, además de los usos que percibimos en forma directa en nuestros hogares y sitios de trabajo, se ha diseñado un indicador que se denomina la huella del agua. Por ella se entiende el volumen total de agua dulce necesario para producir los bienes y servicios que consumen una sociedad o un país.

Las diferencias del valor de la huella del agua entre países son muy grandes.

Los mayores valores se encuentran en los Estados Unidos y en Europa. En el primero llega a 2.500 m³ por persona al año, mientras que en Colombia está alrededor de los 750 y en Yemen apenas llega a los 600. Resulta interesante comparar dichas cifras con el índice de insuficiencia de agua definido por las Naciones Unidas, que establece como zonas con insuficiencia hídrica,

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Terra Firme y Nuevo Reino de Granada y Popayán Guiljemus Blaeuw 1635 Biblioteca Luis Ángel Arango

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aquellas que presentan dificultades para satisfacer las necesidades de la población porque disponen de una dotación natural de agua inferior a los 1.700 m³ por persona al año y como zonas con escasez aquellas en donde la falta de agua es un grave obstáculo para luchar contra la pobreza y el subdesarrollo, en las que este valor llega a menos de 1.000 m³ por persona al año.

En el gráfico 7 se dan ejemplos de productos de consumo frecuente, indicando la cantidad de agua que se requiere para producirlos. Además, muchos de ellos, que se comercian internacionalmente, contienen gran cantidad de agua, lo que da origen a flujos de exportación e importación de agua, que reciben el nombre de “agua virtual”. Los principales países exportadores de agua virtual son los que exportan alimentos y productos agrícolas.

La gran riqueza hídrica de la región es muy poco comprendida y aprovechada, pues se entiende más como una

fuente de desastres (inundaciones, pérdidas de cosechas, daños a la infraestructura y fuente de pobreza y enfermedad), que como una fuente de bienestar, de equidad y de desarrollo.

Gráfico 7. Agua necesaria para producir diferentes productos.

Fuente: Water Footprint Network. Disponible en http://www.waterfootprint.org

Maíz 900 litros de agua por 1 kg de maíz.

Arroz 3.400 litros de agua por 1 kg de arroz.

Huevos 200 litros de agua por 1 huevo.

Queso 5.000 litros de agua por 1 kg de queso.

Azúcar de caña 1.500 litros de agua por 1 kg de azúcar de caña.

Carne de res 15.500 litros de agua por 1 kg de carne de res.

Carne de pollo 3.900 litros de agua por 1 kg de carne de pollo.

Hamburguesa 2.400 litros de agua por una hamburguesa con 150 g de carne de res.

Cerveza 75 litros de agua por un vaso de 250 ml de cerveza.

Papel 10 litros de agua por una hoja blanca de papel tamaño A4.

Algodón 2.700 litros de agua por una camiseta de algodón.

Café 140 litros de agua por una taza de café.

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El gráfico 8 muestra el muy escaso uso que hacemos de nuestros recursos hídricos. En la región utilizamos apenas el 0,98% del agua que generan nuestras cuencas.

Sin embargo, esta gran riqueza se encuentra amenazada. Por una parte, el cambio climático ha introducido una gran incertidumbre en los patrones de precipitación y ha acentuado los periodos de escasez y de sequía.

Fenómenos como la excepcional temporada invernal vivida por Colombia recientemente ha puesto de presente la vulnerabilidad del país frente a eventos hidrometeorológicos extremos. Además, están los usos insostenibles del agua, como pueden

ser los que hace la gran minería que utiliza procesos con muy alto consumo de agua y que la contaminan de manera peligrosa como la minería de oro y otros metales, o la que realizan las grandes ciudades si no se tratan en forma apropiada sus aguas residuales.

El futuro

Si concebimos el futuro con la visión de una sociedad más equitativa y armónica, para que Colombia llegue a ser un país de territorios sostenibles y seguros, es indispensable cambiar nuestra relación con el agua para dejar de entenderla como una amenaza y un riesgo y aprovechar su excepcional riqueza hídrica como un factor de bienestar y de progreso colectivo.

Gráfico 8. Porcentaje de uso del agua disponible por países.

El tamaño del territorio muestra la proporción mundial del agua que se utiliza en cada país.

Fuente: © Copyright 2006 SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan).

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Hemos vivido en contra del agua, desecando los lagos y humedales para dedicarlos a la agricultura, la ganadería o la urbanización, aprisionando los ríos y quebradas con diques, canales y túneles, asentándonos en las rondas de los ríos o en sus llanuras de inundación y contaminándola, afectando su calidad para sustentar la vida y la salud. Con la nueva visión debemos volverla nuestra aliada y aprovechar todas las posibilidades que ofrece para el mejoramiento de la calidad de vida y del desarrollo y la conservación de ecosistemas sanos que generen una oferta sostenible de bienes y servicios ambientales.

El cambio fundamental es entender que nuestra gran riqueza hídrica puede ser el factor determinante para construir nuevas formas de desarrollo en una sociedad más justa y solidaria. Podemos enunciarlo diciendo que debemos

“Vivir con el agua y no en contra de ella”.

El acaparamiento del agua por parte de los sectores más dinámicos y poderosos

América del Sur

Grabado de J. Rapkin; ilustraciones de J. Rogers Biblioteca Luis Ángel Arango

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de la economía como la minería, la industria, la agricultura empresarial, la generación hidroeléctrica de gran escala y el sector exportador, va en desmedro de la gran mayoría de los usuarios y de la propia naturaleza. Por lo tanto, ninguna empresa o persona tiene el derecho de apropiarse del dominio del agua o acaparar su uso para su beneficio y lucro particular en perjuicio del resto de la sociedad.

Ahora bien, se ha identificado la deficiente administración del agua como su principal problema.

Incluso en países con escasa disponibilidad del líquido se considera factor más importante aún que la reducida oferta natural.

Como solución a esta situación, la comunidad internacional ha planteado la necesidad de crear una nueva

cultura del agua, que se materializa en el concepto de la Gestión integrada del agua, entendida como un proceso que promueve el desarrollo y la gestión coordinados del agua, del suelo y de los recursos relacionados, a fin de maximizar el bienestar económico y social resultante de manera equitativa y sin comprometer la sostenibilidad de ecosistemas vitales (GWP, 2008).

También se ha reconocido que la cuenca es la unidad natural ideal para el manejo sostenible y eficaz del agua y que la participación pública es indispensable para su buena administración. En especial en las microcuencas el papel de las comunidades en la administración del agua es fundamental y quien mejor que sus mismos habitantes y usuarios del agua para cuidarla, repartirla y conservarla.

Desde esta óptica el agua se convierte en una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. No sólo debemos respetarla y cuidarla, puesto que es un bien común, sino que debemos participar en su administración dentro de una organización proactiva y democrática, generadora de

capital social, ya que contar con ella es una necesidad de todos.

Por ello, desde la perspectiva de la región Andina, tres cuartas partes de cuyo territorio corresponde a las grandes cuencas que comparten los países, es clara la conveniencia de que éstos las manejen de manera coordinada y armónica, para aprovechar a plenitud su potencial de manera compartida y sostenible.

Pág. 42 Salto de Versalles, Guaduas Edward Walhouse Mark 1843-1856 Colección de Arte del Banco de la República

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Referencias

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