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EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES

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EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES

“… el hombre es el ser que decide lo que quiere ser.”

Jean-Paul Sartre

Por: Jenny Vásquez Carmona Psicóloga

INTRODUCCIÓN Y PROPÓSITO

Si concebimos la orientación vocacional como un proceso que procura acompañar un aspecto de orden evolutivo, es fundamental considerar su aporte en el proceso de toma de decisiones que deben realizar los estudiantes frente a su futuro académico y/o laboral. Tomar decisiones implica reflexionar sobre los diversos factores que intervienen y las distintas posibilidades que se tienen para elegir, es decir, requiere una postura personal, activa y consciente de quien elige. Por ello, el proceso de toma de decisiones requiere momentos guiados de verbalización y análisis que viabilicen la consideración de todos los elementos que una decisión implica. Por consiguiente, este documento pretende señalar algunos aspectos socioculturales que afectan en la actualidad las elecciones vocacionales de los jóvenes y pone en consideración algunos elementos para el proceso de toma de decisiones, el cual busca contribuir a la realización de una elección responsable y en sintonía consigo mismo.

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La Real Academia Española

nos

dice que la palabra

decidir

proviene del latín decidere, que significa cortar, resolver, formar juicio definitivo sobre algo dudoso o contestable. Por lo tanto, tomar una decisión remite a la capacidad de elegir o resolver una dificultad frente a una situación determinada. En este sentido, podemos decir que el ser humano se ve compelido, a lo largo de su existencia, a tomar decisiones de diversa índole: amorosa, familiar, económica, laboral, relacional, entre otras. No obstante, dicha decisión puede verse afectada por múltiples factores que hacen de ella un proceso laborioso que requiere

orientación. Este es el caso de los estudiantes de enseñanza media, adolescentes que se ven forzados por la sociedad a tomar una determinación frente a su futuro académico y/o laboral en un momento de la vida que también requiere la resolución de asuntos de naturaleza física, psíquica, relacional y familiar.

Si bien, hay cuestiones puntuales a resolver en cada etapa de la vida, es importante reconocer cómo estos asuntos se ven también afectados por los cambios socioculturales imperantes de la época. Así, las elecciones vocacionales o proyectos a futuro que construyen los jóvenes de hoy difieren considerablemente de los jóvenes de antaño, pues carecen de referentes históricos sólidos que los anclen a la maquinaria social. En este sentido, Rascovan, (2010) señala que

“La pérdida de las certezas que el mundo moderno ofrecía se ha vuelto contra los sujetos, aquellos indicadores externos, sociales, firmes y seguros, sobre los cuales se consolidaba la subjetividad, hoy emiten una luz tenue” (p.27). En otras palabras, el modelo social que imperaba en la modernidad y que llevaba al sujeto a construir proyectos a largo plazo y a hacer elecciones orientadas a la conformación del ser, se ven hoy trastocados, pues la posmodernidad impone a los sujetos la obligación de ser consumidores, configurando así los proyectos de vida sobre las opciones de consumo y no sobre proyectos de educación y de trabajo. Así, Rascovan, (2010) concluye que “Es un modelo social sostenido en la idea de la construcción de proyectos a corto plazo. Las elecciones que el sujeto realiza están orientadas, no a elegir para ser, sino para tener o poseer (…)” (p.29)

En esta lógica de consumo, los individuos se ven obligados a elegir, convirtiendo su transición a la etapa adulta en un proceso lleno de incertidumbres, pues carecen de la trayectoria lineal

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y definida propuesta por la modernidad (paso de la educación al trabajo como inserción a lo social) a una trayectoria donde la toma de decisiones tiene resultados inciertos que no implica necesariamente la formación superior como paso previo a ello.

Si bien, la transformación sociocultural ha cambiado los modos de elección, dificultando así la proyección a futuro, es importante señalar que hay estudiantes que sí logran hacer una construcción del porvenir. Y es aquí, en dicha construcción donde los jóvenes se pueden apoyar en las instituciones de educación, pues ellas tienen el deber de acompañarlos y hacer su apuesta hacia un futuro posible y diferente. En este sentido, dice Rascovan (2010), los centros educativos deben promover la búsqueda de un proyecto personal viable, pues ello se constituye en gesto que rehabilita la dimensión del porvenir.

Es evidente como las posturas sociales permean los modos particulares de vivir de los seres humanos. De la misma manera, las teorías o enfoques que abordan lo vocacional se ven transformados por los cambios sociales. Así, Roque (2008) expone las implicaciones del postmodernismo en la orientación vocacional, pues pasa del paradigma positivista de la modernidad, el cual privilegiaba la estadística y la exactitud de las pruebas psicométricas como únicas formas de determinar las posibilidades de elección frente a los estudios superiores, a una visión que centra su atención en la exploración de la subjetividad, ya que considera lo humano como una condición multideterminada y en construcción. Es decir, la influencia del posmodernismo en la orientación vocacional lleva más a la búsqueda de significados que de eficacia.

En este mismo sentido se ubica la propuesta de Rascovan (2010), cuando dice que “Lo que define la elección vocacional no es el qué, sino el cómo, es decir, la posición subjetiva; la búsqueda o no de ese plus que haga que un sujeto pueda ubicarse más allá de su condición de pieza integrante de un engranaje” (p. 55). Del mismo modo, las orientaciones de tipo vocacional deberían ubicarse en una posición que promueva elecciones que van más allá de los mandatos de la sociedad, sin negar la necesidad de su inserción en ella, y considerar incluso lo productivo y lo improductivo, lo interesado y desinteresado, finalmente lo que se halla en sintonía con el ser.

EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES

En líneas anteriores se plantea la toma de decisiones como la capacidad de elegir entre alternativas. Ahora, hablar de proceso implica considerar una serie de pasos o momentos que facilitan la reflexión en torno a esa decisión. Por lo tanto, hablar del proceso de toma de decisiones es describir el plan o estrategia a seguir para elegir.

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Existen diferentes métodos o procesos para tomar decisiones respecto a lo vocacional; no obstante, se tendrán en cuenta dos propuestas que se identifican con la postura posmodernista señalada con anterioridad.

Para González (2009), la calidad del proceso mismo de elección profesional constituye una de las bases de la elección responsable y considera como determinante la posición que asume el sujeto en dicho proceso. Dice que cuando la profesión se elige responsablemente, es decir, cuando el sujeto asume una postura personal, consciente y activa en dicha elección, hay mayor posibilidad de éxito en el estudio. Por lo tanto, esta autora plantea dos elementos esenciales en la competencia para la elección profesional responsable: la autodeterminación y la conducta exploratoria.

La autodeterminación

la concibe como “(…) la forma más compleja en que se manifiesta la autoregulación de la personalidad y se expresa en la posibilidad de la persona de dirigir su conducta a partir de criterios propios que construye en el proceso de interacción social.” (p. 205).

En el proceso de elección profesional, la autodeterminación se ve expresada en la capacidad de tomar decisiones a partir del conocimiento de necesidades y posibilidades, así como la implicación personal y el compromiso que requiere la decisión tomada. De esta manera, la autodeterminación se nutre de la integración de distintas dimensiones que posibilitan la elección:

Dimensión cognitiva:

conocimientos acerca de las profesiones, autoconocimiento acerca de la motivación profesional, de las características personales y del dominio de conocimientos y habilidades básicas necesarias para el acceso a una carrera universitaria; habilidades para la búsqueda de información profesional y habilidades para la toma de decisiones.

Dimensión motivacional:

motivación profesional y satisfacción con la elección profesional.

Dimensión funcional:

perspectiva mediata expresada en proyectos profesionales estructurados, reflexión personalizada, flexibilidad, posición activa y perseverancia.

Por otro lado, González (2009) define la

conducta exploratoria

como “una condición necesaria para realizar una elección en tanto explorar implica indagar, buscar la información que permita sustentar la toma de decisiones. En el caso de la elección profesional, la exploración se orienta a la búsqueda de la información suficiente y necesaria que permita a los jóvenes decidir qué profesión elegir.” (p. 210) Esta autora, basada en los planteamientos de Rodríguez Moreno, considera necesario centrar la atención en aspectos como:

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¿Por qué y para qué se explora?

Este aspecto tiene que ver con la motivación de la conducta exploratoria y los objetivos de la exploración.

¿Cómo tiene lugar la exploración?

En este aspecto es necesario observar si la exploración es intencional-sistemática o azarosa.

¿Dónde se explora?

En esta dimensión se tienen en cuenta los dos ámbitos esenciales de exploración: el entorno y el sí mismo.

¿Cuánto se explora?

Se refiere a la intensidad, amplitud y frecuencia de la exploración.

¿Cuándo se explora?

En este caso se observa en qué momento y durante qué período de tiempo tiene lugar la exploración.

En conclusión, González (2009) considera que los estudiantes debe centrar su atención en la potenciación de la autodeterminación en su proceso de exploración profesional y para ello deben dirigirse a:

» Obtener información suficiente y necesaria acerca de las carreras universitarias que se ofertan.

» Entrenarse en técnicas de autoconocimiento, autovaloración, búsqueda de información acerca de sus intereses, aptitudes, conocimientos y habilidades hacia diferentes esferas de la actividad social y su relación con las carreras universitarias.

» Fortalecer su preparación en el proceso de toma de decisiones profesionales.

En consonancia con lo anteriormente expuesto, se encuentra la propuesta de Giraldo y Jaimes (2007), quienes diseñan un programa de orientación profesional y vocacional sustentado en los siguientes principios orientadores:

Perspectiva integral:

involucrar todas las dimensiones propias del ciclo vital (física, psíquica, familiar, cultural) de forma articulada, ya que ello se constituye en una red de apoyo.

Énfasis no psicométrico:

los test no deciden una ocupación, por lo tanto, hay que estimular las acciones exploratorias, maximizar las oportunidades, potenciar las habilidades y aumentar la capacidad decisoria responsable y autónoma.

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Visión trascendente:

reconocerse como un ser en construcción permanente, lo cual permite dimensionarse en un sin número de posibilidades que lleven a una autorrealización digna y traspasando lo puramente material.

Realidad contextual:

reconocer, comprender y analizar de forma crítica la propia realidad.

Inteligencias múltiples:

considerar la competencia cognitiva del hombre como un conjunto de habilidades, talentos o capacidades mentales denominados “inteligencias”. Por lo tanto, no se discrimina niveles de inteligencia.

Aplicable a personas de cualquier edad:

la orientación profesional no sólo es aplicable para jóvenes en vida escolar, sino que también el adulto puede y debe tener acceso a ella.

Así, Giraldo y Jaimes (2007) retomando a otro autor proponen ocho fases a tener en cuenta en el proceso de toma de decisiones:

Fase 1.

Análisis situacional: establecer preguntas encaminadas a identificar los aspectos fundamentales de una situación relacionada con la elección de la carrera, que implicaciones la afectan y que recursos se poseen.

Fase 2.

Establecimiento de objetivos: plantear preguntas o inquietudes frente a su proceso de toma de decisiones para estimular así el planteamiento de objetivos alcanzables a partir de las dificultades y recursos con que cuenta. Esto contribuye a la identificación de alternativas.

Fase 3.

Elección de métodos de decisión: realizar cuestionamientos relacionados con la generación de alternativas y la participación de agentes o personas externas.

Fase 4.

Búsqueda de alternativas: cuestionar la información obtenida, los medios de generación de ideas y la expresión de ideas, de tal forma que contribuya a la selección de alternativas más convenientes.

Fase 5.

Evaluación de alternativas: es importante poner a prueba las alternativas establecidas.

Fase 6.

Toma de decisiones: realizar la selección de la mejor alternativa, tomar planes de acción y llevarlos a cabo. Establecer un compromiso con la decisión tomada.

Fase 7.

Evaluación de las decisiones: asumir responsabilidades, evaluar la acción tomada y clasificarla como buena o no tan buena. Hay que concretar la responsabilidad que tiene el estudiante, los padres y la institución.

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Fase 8.

Análisis de las consecuencias: interrogarse sobre la implantación de la decisión y su efectividad, los aspectos de la decisión que mejor funcionaron y los aspectos a mejorar.

Este programa considera necesario la evaluación de todo el proceso en aras de identificar si cumplió las expectativas y si hubo avance en el proceso de elección de carrera.

Para finalizar, es importante señalar que un proceso que promueva la toma de decisiones desde una perspectiva integral tiene en cuenta a la familia, pues esta influye como agente de socialización en todas las etapas del proceso. Así, si el sujeto que debe tomar decisiones es un adolescente, las dificultades y presiones sociales que afronta la familia se pueden convertir en otra variable a tener en cuenta a la hora de elegir una profesión.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

» Las elecciones vocacionales de los jóvenes de hoy se ven afectadas por las lógicas de consumo.

» Los proyectos de vida actuales son a corto plazo. Sin embargo, las instituciones de educación deben y pueden promover la construcción de proyectos a futuro, claros y sostenibles.

» Los enfoques teóricos actuales, sobre orientación vocacional, se basan más en la exploración de la subjetividad y la construcción de significados.

» El proceso de toma de decisiones fortalece la autoreflexión y promueve la responsabilidad y autonomía en la elección.

BIBLIOGRAFÍA:

Giraldo, L.K, y Jaimes, D.R. (2007). Programa de Orientación Profesional y Vocacional “Para una Buena Decisión un Proceso Adecuado”. Tesis de pregrado no publicada, Universidad de la Sabana, Chía, Colombia.

González, V. (2009). Autodeterminación y Conducta Exploratoria: Elementos Esenciales en la Competencia para la Elección Profesional Responsable. Revista Iberoamericana de Educación, (51), 201-220.

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Rascovan, S. (2010). Las Elecciones Vocacionales de los Jóvenes Escolarizados Proyectos, Expectativas y Obstáculos. Buenos Aires, Argentina: Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico.

Roque, B. (2008). Posmodernismo y la Orientación Vocacional. Revista Universidad del Valle de Atemajac, 22 (60).

Referencias

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