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Muchas historias. 1 que contar

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Academic year: 2021

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COMPRENSIÓN LECTORA

En el planeta Galabrazolo vivió una vez un joven llamado Gobo. Nada le gustaba más que las historias de planetas lejanos.

Pero había una historia que le gustaba especialmente. La de un pequeño planeta azul llamado Tierra, en el que vivían monstruos sin pelaje con solo dos ojos y dos brazos. Gobo tenía sobre su cama colgadas de la pared las fotos de sus horribles habitantes.

Como Gobo recibió como regalo una nave espacial al cumplir doscientos años, decidió ir a cazar uno de esos monstruos terrestres.

Por la mañana temprano partió desde las plateadas colinas de su planeta y se sumergió en la eterna noche de estrellas. Pasó volando junto a soles desconocidos, atravesó peligrosos campos de meteoritos, dejó paso a rápidos cometas y finalmente quedó flotando en la luz amarillenta de un extraño sol sobre el pequeño planeta azul.

Hasta que el extraño sol no estuvo casi sumergido, Gobo no descubrió lo que buscaba, una pradera verde con flores blancas. Y en medio, un monstruo terrestre.

Era tan pálido como en las fotos del abuelo y realmente tenía dos ojos y dos brazos extraños y finos. Los ojos, extraordinariamente húmedos, brillaban, y el bulto en medio de la cara parecía realmente atroz. Pero no era tan horrendo como se lo había imaginado Gobo. Estaba algo decepcionado.

Gobo hizo bajar la nave tan despacio que solo temblaron un poco las flores. Cuando estuvo suspendido justo encima de la cabeza del monstruo, conectó el rayo de caza y el monstruo desapareció de la pradera, como si nunca antes hubiera estado allí sentado.

Muchas historias

que contar

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El monstruo del planeta azul

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Cuando Gobo puso al monstruo en una jaula con el rayo de caza, este empezó a hacer sonidos horribles. Saltaba enloquecido de un lado a otro, se agitaba con sus pequeñas garras en los barrotes y soltaba gritos terribles.

Gobo se puso su casco de traducción, entró con precaución en la jaula y salió asustado.

—¡Monstruo repugnante! ¡Sal ahora mismo de aquí!

—¿Cómo que monstruo? —protestó Gobo ofendido—. ¡Tú eres el monstruo! Y de ahora en adelante serás mi mascota.

—¿Qué? —resopló el feo y pálido monstruo terrestre. Ni el mismo casco entendía lo que el pequeño monstruo emitía. Luego, de repente, se acurrucó en una esquina de la jaula y comenzó a sollozar. Brotaban gotas plateadas de sus ojos y bajaban por la cara pálida.

—¡Quiero ir a casa! —lo oyó sollozar—. ¡Quiero volver a casa!

—¿Qué significa «a casa»? —preguntó Gobo—. Los monstruos no tienen casa. —¡Tú eres el monstruo! —suspiró el ser pálido—. ¡Tú, por supuesto, no sabes lo que significa «a casa»!

—¡Por supuesto que lo sé! —gritó Gobo ofendido—. Mi casa es el planeta

Galabrazolo. Tiene maravillosas montañas y mares plateados que brillan como cristales de colores. Tiene siete lunas, cada una con un color diferente. Y cada una de ellas tiene distinta importancia.

—¿Siete lunas? —preguntó el ser con un hilo de voz—. ¿De verdad son siete? Nosotros no tenemos más que una.

—Por supuesto que sí —aseguró Gobo. Y de repente se dio cuenta de que los dos ojos del monstruo parecían pequeñas estrellas.

—Me gustaría ver las lunas —dijo—. Pero no me convertiré en mascota.

Gobo lo miró en silencio.

«Mis amigos se reirán de mí», pensó. Entonces apretó un botón y la jaula desapareció.

—Ven —dijo Gobo, y miró riendo al

desconcertado ser extraño—. Te voy a enseñar las siete lunas y luego te llevo a casa.

Cornelia Funke

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El texto narrativo

El cuento El monstruo del planeta azul es un texto narrativo, es decir, un tipo de tex-to que relata unos hechos, generalmente imaginarios, que les suceden a unos per-sonajes en un lugar y un tiempo determinados.

El texto narrativo se estructura en tres partes:

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EXPRESIÓN ESCRITA Pág. 11 Planteamiento Se plantea la situación inicial y se introducen los personajes, el espacio y el tiempo donde se enmarcan los hechos de la historia.

Espacio: es el lugar donde transcurre la acción; puede ser real o imaginario.

Nudo

Se presenta la situación que da origen a la historia y a la que se deberán enfrentar los protagonistas. Desenlace Se resuelve la situación planteada en el nudo.

Personajes: puede ser uno solo o varios, y pueden ser personajes protagonistas o secundarios.

Tiempo: es el momento en que sucede la historia; esta puede estar ambientada en el pasado, en el presente o en el futuro.

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LITERARIA

Pág. 16

Sofía no podía conciliar el sueño.

La casa estaba en absoluto silencio. Desde abajo no llegaba ni una voz. Y en el piso de encima tampoco se oían pasos.

La ventana que había detrás de las cortinas estaba abierta de par en par, mas nadie caminaba por las aceras de la calle. Ni un coche pasaba. No había manera de percibir el más leve sonido. Sofía no recordaba un silencio semejante.

Quizá, se dijo, fuera esta la llamada hora mágica...

Alguien le había asegurado una vez que la hora mágica era un momento muy especial, en plena noche, cuando todos estaban sumidos en el más profundo de los sueños.

Entonces, todas las cosas misteriosas salían de sus escondrijos y se adueñaban del mundo. El rayo de luna se hizo todavía más brillante. Sofía decidió levantarse y cerrar mejor las cortinas. Alargó la mano para tomar las gafas que había dejado sobre la mesita de noche. Eran de montura metálica y cristales muy gruesos. Se las puso, bajó de la cama y, de puntillas, se acercó a la ventana.

Una vez junto a las cortinas, Sofía vaciló. Ansiaba agacharse y asomar la cabeza por debajo de ellas, para ver cómo era el mundo en la hora mágica.

A la plateada luz de la luna, la calle del pueblo que tan bien conocía resultaba totalmente distinta. Las casas parecían torcidas, inclinadas, como las de los cuentos. Todo se veía pálido, espectral y lechoso.

Sofía se atrevió a mirar calle abajo.

Y, de pronto, sintió un escalofrío. Alguien se acercaba por la otra acera.

Algo negro... Algo negro y alto...

Algo muy negro y muy alto y muy delgado.

La hora mágica

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No era un ser humano. No podía serlo. Era cuatro veces más alto que cualquier hombre. Era tan grandote que su cabeza quedaba a más altura que las ventanas de los últimos pisos de casas. Sofía abrió la boca para gritar, pero no le salió ningún sonido. El susto le atenazaba la garganta y el cuerpo entero.

No cabía duda: era la hora mágica.

La alta figura negra se acercaba. Iba muy arrimada a las casas del otro lado de la calle, procurando que no la iluminara la luz de la luna.

Cada vez estaba más próxima. Pero se movía de forma rara. Se paraba, continuaba poco después, y se detenía de nuevo. Y así a lo largo de toda la calle.

Cuando se encontró lo bastante cerca, Sofía pudo verla mejor.

Observándola detenidamente, pensó que, desde luego, era una especie de persona. No realmente humana, pero, al mismo tiempo, sí una persona.

¿Quizá un gigante?

Sofía escudriñó la calle envuelta en brumas. El gigante (si de veras lo era) llevaba una capa negra.

Y con una mano sostenía algo semejante a una trompeta muy larga y delgada. La otra mano cargaba con una gran maleta.

A la luz de la luna, Sofía distinguió una enorme cara muy larga, pálida y arrugada, con unas orejas increíblemente grandes. La nariz era tan afilada como un cuchillo, y encima, muy juntos, brillaban con gran intensidad dos ojos..., y esos ojos estaban clavados en ella.

La niña ahogó un grito y se apartó de la ventana. Atravesó disparada el dormitorio, se metió en la cama y se escondió debajo de la manta.

Allí permaneció acurrucada, silenciosa como un ratoncito y temblando de pies a cabeza.

Roald Dahl atenazar: paralizar. VOCABULARIO

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COMUNICACIÓN ORAL

Pág. 20

Narrar en voz alta

¿Cómo crees que continuará la historia de Sofía? Amelia y sus amigos están de acampada y cada uno piensa un fragmento de la historia hasta que la completan con un final. Escúchalos.

Cuando realizamos una narración de forma oral, debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

Explicar los hechos en orden cronológico. Utilizar un lenguaje rico y expresivo.

Emplear un tono de voz adecuado, ni demasiado alto ni demasiado bajo.

Dar a la narración la expresividad adecuada según lo que se quiera transmitir: suspense, sorpresa, alegría...

Pronunciar con claridad cada una de las palabras. No hablar ni muy despacio ni muy deprisa.

Acompañar el relato con los gestos adecuados.

Como ves, las narraciones no solo son textos escritos, sino que también pueden ser orales.

Muchos cuentos, leyendas y otras historias nacieron como narraciones que se fueron transmitiendo oralmente, de generación en generación, hasta que alguien los reco-gió por escrito. La transmisión oral es la causa de que puedan existir diferentes ver-siones de una misma historia.

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Ortografía

La sílaba

Gobo se encuentra con el «monstruo» que habita en el planeta azul llamado Tierra. Para que el terrícola lo entienda bien, Gobo se presenta vocalizando muy bien las palabras:

Los sonidos que pronunciamos en un solo golpe de voz forman una sílaba.

Cada una de las pausas que hace Gobo en su diálogo con el terrícola delimita una sílaba.

Las palabras pueden tener una sola sílaba o más de una. En función de su número de sílabas, las palabras se clasifican en:

Monosílabas Una sílaba me, tú, te

Bisílabas Dos sílabas ho-la, lla-mo, ven-go Trisílabas Tres sílabas pla-ne-ta, pe-que-ño Polisílabas Cuatro sílabas o más te-rrí-co-la

Los dígrafos ch, rr y ll no se separan en sílabas diferentes porque representan un solo sonido:

NO-CHE

TE-RRÍ-CO-LA ES-TRE-LLAS

HO-LA. ME LLA-MO GO-BO Y VEN-GO DEL PLA-NE-TA

GA-LA-BRA-ZO-LO. ¿CÓ-MO TE LLA-MAS TÚ, PE-QUE-ÑO TE-RRÍ-CO-LA?

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uncionamiento de la lengua

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Funcionamiento de la lengua

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MI MONS-TRUO TE-RRES-TRE VA AL CO-LE-GIO. HE CRU-ZA-DO UN CAM-PO DE ME-TE-O-RI-TOS.

Los diptongos

En una sílaba siempre debe haber, al menos, una vocal. Fíjate en estas palabras:

Las vocales a, e y o son vocales fuertes. Las vocales i, u son vocales débiles.

A veces puede haber dos o más vocales en contacto en una misma sílaba. Observa las sílabas destacadas:

pla-ne-ta te-rrí-co-la nu-be sol

Dos vocales fuertes, en cambio, no forman diptongo y, por tanto, se separan en síla-bas distintas.

Un diptongo es la combinación de una vocal fuerte y una débil, o de dos vocales débiles, en una misma sílaba: mons-truo, co-le-gio, cui-da-do.

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Léxico

Los campos semánticos

Observa lo que ve Gobo desde su nave:

Desde su nave, Gobo contempla Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Todos estos nombres están relacionados porque designan plane-tas. Pertenecen a un mismo campo semántico: el de los planeplane-tas.

Un campo semántico es un conjunto de palabras relacionadas por su significado. Lee la descripción de lo que ve Gobo cuando llega a la Tierra:

Cuando Gobo se va aproximando a la Tierra, se queda sorprendido por lo que divisa desde su nave. Por una especie de serpientes grises se mueven unos elementos extraños. Algunos lo hacen sobre unas esferas, unas más grandes que otras, y otros parecen gusanitos. Él no sabe qué son ni cómo se llaman... Pero el monstruo terrícola sí: son

coches, bicicletas, motocicletas, autobuses, trenes...

En este caso, las palabras destacadas pertenecen al campo semántico de los medios de transporte.

Mercurio

Tierra

Venus

Saturno

Marte

Urano

Júpiter

Neptuno

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uncionamiento de la lengua

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uncionamiento de la lengua

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Observa ahora cómo es la habitación de Sofía.

El nombre genérico es el nombre que designa un campo semántico.

Si la describimos, diremos que hay una mesita, un escritorio, una silla, un armario, una cama. Todas estas palabras pertenecen al campo semántico de los muebles. Planetas, medios de transporte y muebles designan los grupos de palabras que per-tenecen a un mismo campo semántico. Son los nombres genéricos.

Las palabras rosa, margarita, clavel, orquídea, hortensia y lirio pertenecen al campo semántico de las flores.

rosa armario silla escritorio cama mesita orquídea margarita hortensia clavel lirio

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Gramática

Los tipos de oraciones

Lee lo que dicen Gobo y el terrícola.

¡MONSTRUO REPUGNANTE! ¡SAL AHORA MISMO DE AQUÍ!

¡QUIERO IR A CASA! ¡QUIERO VOLVER A CASA!

¿QUÉ SIGNIFICA «A CASA»? LOS MONSTRUOS NO

TIENEN CASA.

Las oraciones pueden ser de diferentes clases dependiendo de lo que se quiera ex-presar. Por ejemplo, para expresar enfado, el terrícola utiliza una exclamación, y Gobo, como no sabe qué significa «a casa», formula una pregunta.

Así pues, según lo que expresan, las oraciones pueden ser de distintos tipos:

Oraciones enunciativas. Sirven para explicar o exponer algo: Los monstruos no tienen casa.

Oraciones interrogativas. Sirven para hacer preguntas: ¿Qué significa «a casa»? Oraciones exclamativas. Se utilizan para expresar alegría, sorpresa, disgusto,

mie-do...: ¡Eres un monstruo repugnante! ¡Quiero volver a casa!

Oraciones imperativas. Se utilizan para expresar órdenes o dar instrucciones: ¡Sal ahora mismo de aquí!

Los signos de interrogación (¿?) y de exclamación (¡!)

Las oraciones interrogativas se escriben entre signos de interrogación (¿?).

Las oraciones exclamativas se escriben entre signos de exclamación o admiración (¡!).

Ambos son signos de puntuación dobles, es decir, deben escribirse al

inicio y al final de la oración.

!

!

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Los elementos de la oración: el sujeto y el predicado

Lee estas oraciones:

Sofía alarga la mano para coger las gafas.

Sofía observa detenidamente por la ventana.

Sofía y sus compañeras observan detenidamente por la ventana.

Sofía se pone las gafas.

Sofía baja de la cama. Sofía se acerca de puntillas a la ventana.

En todas ellas se pueden distinguir dos partes:

El sujeto es la parte de la oración que indica la persona, el animal o la cosa de la que hablamos. La palabra más importante del sujeto es el nombre (Sofía) o el pro-nombre (yo, tú, él/ella, nosotros/nosotras, vosotros/vosotras,

ellos/ellas).

El predicado es la parte de la oración que dice qué hace, cómo es o cómo está, o qué le pasa a la persona, el animal o la cosa de la que hablamos. La palabra más importante del predicado es el verbo (alar-ga, se pone, baja, se acerca).

Para que una oración sea correcta, el sujeto y el predicado han de concordar:

alarga la mano para coger las gafas. se pone las gafas.

baja de la cama.

se acerca de puntillas a la ventana. Sofía

Referencias

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