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Opinar y decir lo propio. Juventud y márgenes

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Academic year: 2020

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Objetivo principal: El paso de la opinión a la argumentación.

Clases: no más de 3. Viernes 11, viernes 18 y viernes 25 de octubre. Eje: jóvenes y marginalidad/jóvenes y márgenes.

Momentos:

2) Visionado de imágenes (no demasiadas). Alumnos dicen qué les generan. 3) ¿Breve actividad de escritura con las imágenes?

4) Visionado del video del Bichi Luque.

5) ¿Actividad de escritura con el video? (la otra, es una actividad de escritura que incluya video e imágenes. O posponerla hasta después de leer el texto...).

6) Lectura de texto.

7) Actividad interpretativa. 8) Escritura.

9) Comparación textos: opinar no es argumentar.

Opinar y decir lo propio

PRIMERA CLASE

1. A continuación, verán una serie de imágenes. Escriban las palabras o frases que cada una de estas imágenes les motiven. Luego, haremos una puesta en común. (Docente: buscar los conceptos comunes que hay en esas opiniones para ir armando líneas de sentido).

2. Luego de compartir estas frases, enunciados y palabras, ¿Qué tienen en común todas estas imágenes? (momento de discusión de la oralidad. Que el debate vaya hacia una linea de sentido vinculada con esto de los margenes, el otro).

3. Elijan una imagen que les haya gustado o llamado la atención. Expliquen por qué eligieron esa. ¿Qué las atrajo? ¿Qué piensan de ella? ¿Qué imaginan de lo que ven? ¿Qué creen que desean los personajes de la foto? ¿Quiénes son ellos?, ¿Qué piensa la gente de ellos?, ¿Cómo los nombra la gente, con qué adjetivos o palabras?

4. Ahora, van a imaginar para construir algunas hipótesis: ¿cómo transcurre la vida del protagonista?, ¿de qué vive?, ¿por qué lugares circula?, ¿qué espacios habita?, ¿con quién o quiénes se relacionan?, ¿cuáles pensás que son las cosas que le preocupan?, ¿a qué cosas le tiene miedo? ¿A qué cosas no le tiene miedo? Que lo hace sentir mal? ¿Qué cosas le molestan? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Con que sueña? ¿Qué desea? ¿Qué imaginás que dice la gente de él? Pueden escribir estas hipótesis a la manera de una narración: “Él es un chico que....”.

5. Pongamos en común las hipótesis que hayan escrito.

6. A continuación, verán un breve video sobre el Bichi Luque. ¿Saben quién es? ¿Han escuchado hablar de él? Tomen nota de aquellas frases que les llamen la atención o sean significativas para ustedes.

7. Luego de haber visto este video, retomen las preguntas anteriores y las respuestas que ustedes crearon. ¿Qué de lo dicho por el Bichi coincide o se opone con las hipótesis que elaboraron? ¿Cómo impacta en ustedes el testimonio del Bichi? ¿Qué les produce?

SEGUNDA CLASE

Transcripción Entrevista por el código de faltas al Bichi Luque

“La policía me detuvo y me detienen…porque yo estaba zarpado en

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Se trata de sectores con los cuales los cordobeses tenemos una deuda social, que son jóvenes, en general de familias humildes, que viven en las zonas marginales de nuestra ciudad, con lo cual termina siendo un mecanismo de estigmatizaciòn de la pobreza y una formidable herramienta de repesiòn por parte de la policía.

Mi cara los hace que me paren los cobani. Mi cara eran los rasgos de un ladrón. Va más allá de mí. Es porque ellos tienen una estructura de decir “bueno, a este tipo de persona tenemos que detener”.

Básicamente la policía me detiene y nos detiene yo creo que porque nosotros tenemos muy incorporado nuestra identidad adentro y no la careteamos, como decimos nosotros.

A la policía le conviene que nosotros seamos lo que somos, porque de eso se alimenta.

Nosotros tenemos una cultura diferente: que es la de cordobés, pobre, cuartetero y toda la historia. Y se nos incorpora un ítem más a esa cultura, que es la que nosotros discutimos: la de portación de rostro, la del pobre peligroso. Como dijo Bloomberg y el instituto Manhattan: terroristas urbanos. Lo difícil que es algunas veces ingresar a la sociedad, por lo menos a esta en la que vivimos nosotros, desde nuestro lugar y con nuestra identidad, sin tener que convertirte en un burgués, que andás comprando y que comés en Mac Donalds, sino que querés ir al cine, querés comerte un chori, querés verlo a Jiménez o a Damián o a quien sea...què onda, es re difícil así...no se puede. Pareciera que no se puede.

Yo creo que a veces es mucho más fácil pararme a mi, al Bichi, que labura, que se rompe el orto laburando, que tiene sus chanchullos, que ha tenido sus chanchullos, pero que no me cabe quitarle a otro lo que se rompe el orto para tenerlo. Es mucho más fácil detener a alguien que no lo hace, que a alguien que sí lo hace, porque muchas veces el que sí lo hace va a responder a la represión que viene del otro lado.

No soporto que me lleven en cana. Todas las estructuras, los pensamientos, mis valores de pronto se me hacen mierda cuando me meten en cana.

Merodeo, que es la ggran herramienta que tienen las fuerzas policiales, es una figura sumamente vaga, ambigua, en donde se detiene simplemente a ojos de buen cubero, el ojo del policía. Con el merodeo, el 98% de los detenidos son jóvenes. Hay otra figura que tambièn es emblemàtica, que es la de la prostitución escandalosa, que tiene las mismas características en cuanto a vaguedad, ambigüedad, y depende del “ojo avisor” del policía.

No soporto que me metan en cana. Todas mis estructuras, todos mis

pensamientos, todos mis valores, de pronto se me hacen mierda cuando me meten en cana.

Yo creo que las políticas de “seguridad” generan inseguridad porque en realidad no están pensadas para generar una seguridad social, y ante la necesidad de seguridad compramos chatas, armas importadas y nos basamos en lo que la tolerancia cero dice: limpia vidrios, prostitutas, terroristas

urbanos. Lo traducimos en cordobés criollo: chicos de barrio, mujer

trabajadora, peligrosas para la sociedad. Hay que no se si eliminarlos, porque no llega a eso, pero si excluirlos, borrarlos, alejarlos. Como pasó cuando De La Sota dijo “No quiero más villas en mi ciudad”. Como pasó cuando Juez dijo “no quiero más carreros en mi ciudad”

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necesidad del pueblo.

Lamentablemente, muchas veces los DDHH se quedan pegados a lo que fue la dictadura militar y a los que la sufrieron, pero no tenemos la capacidad

todavía -y espero que en alguno momento la tengamos- de decir derechos humanos hoy en honor a los 30 mil desaparecidos, porque los 30 mil

desaparecidos no pensaban en lo que pasó antes, sino en lo que va a pasar mañana: cómo vamos a construir el mañana, desde dónde, con qué código, con qué políticas, qué política le vamos a poner al mañana. Y eso fue lo que dio miedo. Y ahí fue cuando dijeron “Hay que eliminar”.

El código de faltas para nosotros es plena dictadura en democracia. Antes eran los que andaban en pollera y usaban barba. Ahora somos lo que usamos gorra y nos gustas Jiménez.

54 mil detenciones en un año. Son 54 mil cabecitas que por lo menos un día estuvieron encerradas pensando. O no pensando, mamando, chupando, grabando. Construyendo su identidad”.

8. A continuación, leerán un texto que, escrito por adultos, aborda la temática de la juventud.

“La mitad del mundo es joven y está en riesgo”

JUE 27.07.2006 – CLARIN

http://edant.clarin.com/diario/2006/07/27/opinion/o-03301.htm

La juventud es, sobre todo en los países en desarrollo, una etapa con obstáculos que las políticas públicas parecen no entrenadas en remover.

María del Carmen Feijoó OFICIAL DE ENLACE DEL FONDO DE POBLACIÓN DE NACIONES UNIDAS

Por primera vez en la historia de la humanidad, la población de menos de veinticinco años alcanza a tres mil millones de personas, poco menos que la mitad del mundo.

En nuestro país, los menores de ese grupo de edad alcanzan al 47% del total de sus habitantes. Esos menores de 25 años viven, en su mayoría, en los países que hoy, eufemísticamente, se denominan "en desarrollo", lo que los convierte en víctimas de las condiciones sociales, económicas y culturales propias de esa situación.

En Argentina, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares II Semestre 2005, en los 28 aglomerados urbanos que cubre la muestra, hasta los 22 años de edad, el 33,8% son pobres, dato que asciende al 49,5% en el tramo de 0 a 13 años y a 41,9% en el de 14 a 22. Lo más llamativo de los datos es que, aunque su peso demográfico sea alto, constituyen una auténtica mayoría silenciosa.

Pero son los jóvenes los que sufren el impacto de los cambios en el modelo económico, la desocupación, los efectos de la propagación de la epidemia de sida, el embarazo adolescente, la falta de capacidad para tomar decisiones sobre su propio destino. Son los que van a las guerras, se inmolan buscando un futuro celestial, constituyen el grueso de los migrantes del Sur al Norte. Sabemos de ellos sólo si asaltan las alambradas en el límite de España con los países africanos, cruzan Río Bravo desde México a los Estados Unidos, bajan de las favelas a las playas de Río de Janeiro o nos sorprenden con la silenciosa sublevación de los "pingüinos" que acabamos de ver en Chile.

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atención sobre una sociedad chauvinista que no les reconoce la pertenencia ciudadana aunque gocen de la nacionalidad.

Los jóvenes, pues, son una auténtica caja de Pandora. Ante esa caja, se destaca la inoperancia e inhabilidad del mundo adulto para ayudarlos a responder a sus problemas, manteniéndose inerte o desentendido ante los problemas que enfrentan. Son el grupo etario que contrae, por lo menos, la mitad de las ocho mil infecciones diarias que se producen por HIV, las chicas que mueren desproporcionadamente en partos —resultado, en muchos casos, de embarazos no deseados—, los que trabajan en negro en los puestos menos calificados del sector servicios de las grandes ciudades del mundo.

Tres mil millones de niñas y jóvenes alcanzaron o están a punto de alcanzar la edad de procreación, mientras algunos adultos siguen discutiendo qué hay que hacer en materia de educación sexual en los sistemas educativos. Por decirlo sencillamente, en su conjunto, son un grupo de esos que se llaman "de riesgo" sólo por el hecho de su edad.

Pero, además, la condición de ser joven está atravesada por otras

especificidades, entre las más importantes, la de género: ser joven y mujer es una complicación adicional. Y cuando los adultos los miran, los miran como presas de caza del gran mundo de la propaganda, como receptores de los medios de comunicación de masas y en su capacidad de consumidores. Atrapados entre la tentación y la carencia, los adultos los empujamos hacia caminos que después nos escandalizan. Se ha constituido así el tema de la juventud como problema.

Al considerarlos como un problema, además de ver su situación como un síntoma mágico divorciado de las causas, olvidamos su propia capacidad para resolver en el día a día sus problemas, aun en el marco de fuertes

restricciones que abordan con el entusiasmo propio de su edad, no por ello libre de frustraciones y fracasos.

Como estrategia para enfrentar sus problemas —y para superar el ser visto como problemas— los jóvenes se han dedicado a establecer redes. Esas redes se basan en la necesidad de dar respuestas entre pares a las barreras que les coloca el mundo adulto. Ese mundo que sólo los aborda hablando por ellos, tutelándolos, corrigiéndolos y casi nunca escuchándolos o generando

oportunidades. Por eso, cuando se hacen oír, como decíamos al comienzo, es con ruido. Sin ruido no logran ser escuchados.

Pero las redes entre pares no alcanzan. Necesitan que la respuesta a sus demandas se convierta en un tema activo de política pública, desplazándose de "vigilar y castigar" a la generación de condiciones de ciudadanía plena, que aborden su perfil generacional y los problemas que la cruzan: la pobreza, el desempleo, la exclusión, la dificultad de organizar un proyecto de vida viable y pleno.

Aunque diversos compromisos internacionales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la Convención sobre los Derechos del Niño, la

Convención para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la Mujer, las plataformas de las conferencias de Cairo y Beijing, pongan sus necesidades en primer lugar, esos compromisos se ejecutan con demasiada lentitud y se limitan a veces a la necesaria pero insuficiente enunciación de derechos.

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Este año, el Día Mundial de la Población celebrado el 11 de julio ha puesto su foco en destacar la situación de los jóvenes. Como tantas efemérides, no es para recordarlo sólo en el aniversario sino para trabajar por ellos y con ellos el resto del año.

a) ¿Quiénes son los jóvenes que se mencionan en el texto? ¿Qué se dice de ellos? ¿Qué palabras aparecen asociadas a los jóvenes? ¿Cómo aparecen nombrados?

b) Además de los jóvenes que aparecen en el texto, ¿qué “otros” aparecen en el texto? ¿Cuál es la relación entre los jóvenes y esos “otros”?

c) ¿Con qué acciones y situaciones aparecen asociados los jóvenes? ¿Qué hacen, dónde circulan? ¿Son protagonistas o víctimas de qué?

d) A partir de todo lo dicho anteriormente, ¿cuál creen que es la opinión, actitud, postura de la autora que escribió este texto acerca de los jóvenes? ¿Creen que es una opinión: positiva, conciliadora, contempladora, o distante, negativa, confrontativa? ¿Por qué?

e) ¿Con qué imagen de las ya vistas en el video podrían vincular o relacionar estas nuevas imágenes textuales?

f) Expresen por escrito un pensamiento que aúne imagen-testimonio y texto.

Somos jóvenes, queremos trabajar Por Gabiela Borioli y Oscar Arias.

El desempleo juvenil, la crisis del sistema educativo y la ausencia del estado, condenan a diario a los más jóvenes a la pobreza y la marginalización. Aquí van algunos datos estadísticos y

reflexiones sobre un tema medular para la Luciérnaga que, próximamente, se suma a una nueva iniciativa de articulación en búsqueda de soluciones.

El empleo juvenil (y su contracara el desempleo) visto de cerca, no escapa a las constantes que arroja la observación de cualquier problemática social atada al desarrollo económico. La pirámide se repite y nos muestra que los índices de desocupación que afectan a la población en general aumentan en la franja etaria que comprende a quienes trascurren entre los 14 y los 25 años pero aumentan mucho más aún y con mayor crudeza en las franjas poblacionales más carenciadas. La falta de oportunidades dentro de la cadena productiva, la discriminación y la “cuasi” ruptura con el sistema educativo, convierte a los jóvenes pobres en carne de cañón para la marginalización y en mano de obra precarizada, que no hace más que reproducir la miseria que la origina. Esto

desencadena una ausencia de expectativas tal que torna casi nula toda posibilidad para alos más jóvenes de proyectarse a futuro, de pensarse y realizarse a través del trabajo formal.

Sería injusto no reconocer que algunos intentos vienen realizándose con resultados dispares, pero no resulta menos cierto que aunque desde el ámbito nacional, provincial y municipal se implementan planes de promoción del empleo para jóvenes, estas iniciativas no logran mover el amperímetro en lo que refiere a la alta tasa de desocupación que afecta a quienes se encuentra bajo la línea de pobreza. Algunos ejemplos a considerar representan las oficinas de empleo municipales con listas de espera en sus bolsas de trabajo tan enormes que cuando una oportunidad de empleo es detectada, ha transcurrido tanto tiempo que los inscriptos ya han optado por otras alternativas. Otro caso emblemático es el Plan Primer Paso, muy publicitado en su etapa de convocatoria, pero mucho menos difundido en lo que hace al alto nivel de fracaso en lo que a estabilidad laboral refiere (uno de cada dos jóvenes no completa el año laboral). Finalmente, podría decirse que a nivel nacional el programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo son efectivos como instancia de contención socio-labral, pero también son un fiasco a la hora de insertar a los jóvenes más vulnerables en el mercado de trabajo forman en forma efectiva.

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Si bien algunas organizaciones intermedias, universidades y consultoras han realizado estudios y arrojado algunos números, no abundan datos ni cifras oficiales que permitan tomar real dimensión del flagelo, ni mucho menos evaluar en forma transparente y participativa el impacto de las políticas públicas implementadas con más eficacia en el terreno del marketing político que en el de la

inclusión social efectiva.

LOS NI-NI: CALDO DE CULTIVO

En el año 2010, la Comisión de Pastoral Social sugería al pueblo argentino la necesidad de ocuparse, a través del sistema educativo del Estado, de los 900 mil jóvenes de todo el país que no estudian ni trabajan. Tres años más tarde, los indicadores señalan que la crisis no sólo no se revierte, sino que se profundiza cualitativa y cuantitativamente. Solamente en la provincia de Córdoba, hay más de 70 mil jóvenes que no estudian ni trabajan.

Nace así una palabra nueva para dar un nombre tan concreto como estigmatizante y doloroso al fenómeno emergente: los llamados jóvenes “ni-ni” son aquellos que ni trabajan ni estudian,

convirtiéndose en carne de cañón de estrategias de subsistencia de marginalidad extrema en los que alternan el rol de víctima y victimario. Inevitablemente, se ven casi empujados a convertirse en protagonistas excluyentes de violencia urbana en contextos donde resulta más fácil acceder a un arma que a un libro. Delito y narcotráfico encuentran mano de obra fácil en este caldo de cultivo social atravesado por un conjunto de variables y en el que el desempleo y el fracaso escolar aparecen como las más relevantes.

SIN EDUCACIÓN PARA TRABAJO

Un informe realizado por el Instituto de Políticas para el Desarrollo Social (IDESA) y presentado por la Licenciada Alejandra Torres ante la Cámara de Comercio de Córdoba, da cuenta de que la desocupación de los jóvenes está estrechamente asociada al fracaso escolar, la falta de un proyecto de vida, el desarraigo del mercado de trabajo y la carencia de un ámbito familiar adecuado para el desarrollo del joven. Según el trabajo de IDESA el 50% de los jóvenes desocupados en edad teórica de haber finalizado el secundario no lo hicieron. Los datos que sustentan la investigación son aplastantes: la tasa de deserción escolar indica que al cabo de 6 años de iniciar, abandonan la secundaria 122 mil jóvenes, o el equivalente al 40% de la matrícula escolar de un año. A los fines de cumplimentar los 13 años de educación obligatoria establecidos por la Ley 26.206, se requieren políticas que fomenten el ingreso, reingreso y permanencia de los jóvenes en el sistema educativo y permitan su egreso con capacidades y saberes adquiridos orientados al mundo productivo y laboral, especialmente orientadas a la contención de los jóvenes más vulnerables social y económicamente. Por su parte, el Cenrto de Investigaciones Participativas de Políticas Sociales, CIPPES, en un informe realizado en 2011, afirma que “la década del '90 fue particularmente dura para los jóvenes. La persistente desocupación, traducida en la falta de perspectivas laborales, provocó una ruptura en la enseñanza de oficios entre generaciones de trabajadores, generando una crisis en la cultura del trabajo. Esta situación no ha cambiado significativamente, pese al crecimiento económico registrado desde el año 2003”.

Uno de los datos más preocupantes ligado a la realidad provincial que introduce el CIPPES es que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2010 indicaba ya que el 24% de los jóvenes entre 18 y 29 años no estudiaba ni trabajaba. Esta realidad que persiste en esta franja etaria a través de los años, significa que se acumulan generaciones con perspectivas limitadas por un presente sin formación laboral ni educativa.

Aún más preocupante es la situación de los jóvenes que se encuentran en situación de pobreza. Según el informe, en sectores sociales pobres, el 43% de los jóvenes entre 18 y 29 años no estudia ni trabaja.

En el primer trimestre de 2011, para el Gran Córdoba,, se estimaba que la cantidad de pobres alcanzaba al 23.1%, es decir, a 324.093 personas, y se estima que de esa población, el 40% (131.831 personas) eran menores de 18 años.

En la misma dirección, la Universidad Católica Argentina, además de aportar cifras que reafirman la crisis del empleo juvenil, la liga a la crisis generalizada del sistema laboral nacional.

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factores. En primer lugar, el sistema educativo ofrece una pobre formación general y -salvo contadas excepciones- los contenidos vocacionales son escasos o directamente inexistentes. La escuela secundaria está estructurada pensando en la universidad y divorciada del mercado laboral, lo que resulta en una oferta educativa que no se adapta a la realidad de que muchos jóvenes -la mayoría, según las estadísticas- no acceden a la universidad y procuran insertarse en el mercado de trabajo sin haber acumulado una formación específica. Bajo estas condiciones, una gran cantidad de jóvenes acumulan la frustración de tener que asumir de manera simultánea dos procesos

traumáticos: por un lado, no avanzar en el nivel universitario como idealmente plantea la oferta educativa; por el otro, no contar con una formación que le permita acceder a un empleo”.

Sobre la enseñanza media, el informe apunta que en la actualidad, la secundaria está estructurada bajo la líogica de que todos los alumnos aspiran a continuar en el nivel universitario, y que “sin embargo la mayoría de los jóvenes necesitan o buscan una rápida inserción laboral y no tiene para ello un adecuado apoyo desde el sistema educativo”. El concepto es claro, pero el Estado sigue sin poder incorporar a la enseñanza secundaria un piso de capacitación que habilite a los jóvenes para generar trabajo o acceder al empleo formal.

El informe, además de señalar el déficit en términos de educación y capacitación, apunta también a las condiciones de economía estructural necesarias para sostener niveles apropiados de

participación laboral y empleo entre los jóvenes. Para los analistas, es necesario contar con una economía dinámica y con regulaciones laborales, tributarias y de seguridad social, alineadas con el objetivo de facilitar la generación de empleo registrado, especialmente en las pequeñas empresas. Sobre el andamiaje laboral argentino, el equipo de la UCA considera necesario para la

implementación de planes de inserción “garantizar a las empresas una adecuada seguridad jurídica. Esto implica reconocer de manera clara y precisa en la legislación que para las prácticas en las empresas no es aplicable la legislación laboral, sino las normas del sistema educativo. Esto debe incluir un rediseño del régimen de pasantías y de los contratos de aprendizaje. Además de la generación de incentivos para que las empresas se sumen a la tarea de desarrollar una oferta educativa con modalidades vocacionales, también es central establecer mecanismos de monitoreo orientados a garantizar niveles mínimos de calidad en la formación impartida y evitar que se desvirtúe el uso de las prácticas laborales”.

PREVENIR LA VIOLENCIA

Los datos compartidos describen y constatan la desesperante realidad cotidiana de muchos de los jóvenes que viven en barrios y comunidades pobres.

Como conclusión, podemos afirmar que si la educación es una herramienta central para salir de la pobreza y si el trabajo es el vector de desarrollo natural para el crecimiento y la movilidad social, es necesario comenzar a revertir la situación a la que como sociedad -desde el Estado y los sectores comprometidos desde la producción- sometemos a nuestros jóvenes. Ellos realmente desean

trabajar, integrarse socialmente y proyectarse, pero son sistemáticamente expulsados por un sistema que los excluye y los empuja a engrosar en muchos casos las altas tasas de desocupación y, por defecto, a la marginalidad asociada a la pobreza. Los jóvenes pobres corren en un 33% mayor riesgo que jóvenes de clase media alta de verse involucrados en actos violentos, consumo de alcohol y de drogas, y la delincuencia juvenil.

El abordaje de esta problemática desde todos los frentes y cn toda la energía y voluntad política, es una deuda pendiente que compromete el futuro.

De nada servirá aplicar políticas represivas de mano dura o tolerancia cero, ni encerrar a todos los jóvenes fuera del sistema si no tomamos conciencia de que la seguridad es el fruto de una

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TERCERA CLASE

Escritura para destinatario real: Ansenuza, futuros colegas, universidad.

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