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Ética de las virtudes y educación ¿Por qué y para qué sería necesaria una ética de las virtudes según las propuestas de Victoria Camps, Adela Cortina y Humberto Maturana?

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Academic year: 2020

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(1)FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE POLÍTICA Y GOBIERNO MAGÍSTER EN ÉTICA SOCIAL Y DESARROLLO HUMANO. Ética de las virtudes y educación ¿Por qué y para qué sería necesaria una ética de las virtudes según las propuestas de Victoria Camps, Adela Cortina y Humberto Maturana? Memoria para optar el Grado Magister en Ética Social y Desarrollo Humano. Estudiante: Claudia M. Albarracín López Director de la tesis: Hernán Dinamarca Profesora Informante: Dr. Pablo Salvat Bologna. Santiago de Chile, octubre 2018.

(2) AGRADECIMIENTOS A mi familia por su apoyo incondicional, a mi profesor guía por su generosidad al compartir sus comentarios y sugerencias, y finalmente a la Fundación Adveniat por haberme ortorgado la beca de estudios que me permitió cursar el magíster.. 2.

(3) Contenido Agradecimiento.. 2. Contenido.. 3. Resumen.. 5. Introducción.. 6. Capitulo 1. Conceptos claves. 1.1 ¿Qué se entiende por ética?. 9. 1.1.1 La ética según Aristóteles.. 11. 1.1.2 La ética según David Hume.. 13. 1.2 ¿Qué se entiende por moral?. 15. 1.3 ¿Qué son las virtudes?. 17. 1.4 Un primer acercamiento a la ‘ética de virtudes’. 22. Capitulo 2. Devenir histórico de la ética de virtudes. 2.1 Edad Antigua.. 24. 2.2 Edad Media.. 29. 2.3 Modernidad / Ilustración.. 32. 2.3.1 Contemporanea.. 39. 2.3.2 Lo público y lo privado.. 42. Capitulo 3. Principales desafíos de la sociedad contemporánea.. 44. Capitulo 4. Ética de las virtudes y la educación sobre la base de la propuesta de los autores elegidos. 4.1 ¿Qué se entiende por educación?. 52. 4.2 ¿Por qué y para qué sería necesaria una ética de las virtudes, en especial. 57. en un contexto educativo, según los autores estudiados? 4.3 ¿Cómo incorporar la ética de las virtudes en los procesos educativos?. 70. 3.

(4) 4.4 La emociones en el proceso educativo.. 74. Capitulo 5 Conclusiones: El desafio de avanzar hacia un modelo integral de educación.. 78. Bibliografía. 87. 4.

(5) RESUMEN Este trabajo, con un formato de ensayo, pretende exponer las razones por las cuales es pertinente profundizar en una ética de virtudes y sobre su vital importancia en el ámbito educativo, a partir del análisis bibliográfico de tres autores contemporáneos: Victoria Camps, Humberto Maturana y Adela Cortina. El ensayo también explora en las razones de por qué la ética de las virtudes fue desechada del ámbito público, para lo que se incluye una descripción del devenir histórico de las virtudes hasta la actualidad. Parte de esta descripción estará destinada a analizar como la modernidad repercutió para que la ética de las virtudes fuera desechada de la vida pública y, de ser así, se tratará de comprender cómo sucedió esto, a través de las afirmaciones que algunos intelectuales realizan sobre el papel central que jugó la postura racional sobre el quehacer humano. Esta postura habría eliminado el tema de la ética de las virtudes de todo ámbito público, fenómeno que se hizo más evidente durante y después del periodo de la ilustración. Palabras claves Ética de las virtudes, educación modernidad, lo público y privado.. 5.

(6) INTRODUCCIÓN. Habiendo reflexionado durante los últimos años sobre la educación en virtudes, a través de un proyecto educativo iniciado poco después de mi llegada a Chile, se me abrieron varias interrogantes en relación a la educación en general, y a un tipo de educación capaz de comprender una dimensión más humana del ser, en particular. Todo esto en un Chile que convirtió a la educación en “el gran tema” y que al parecer aún no ha podido definir un propósito ni enfoque propio; anhelando desde lejos el modelo finlandés, del que tanto se habla y desea. Al iniciar el magíster, mi interés fue indagar lo que desde la academia se estaba proponiendo sobre la ética de las virtudes y de cómo ésta puede ayudar a diseñar las bases de una educación que vaya más allá del conocimiento puro y duro, dejando así de priorizar las mediciones sobre datos e instrumentales. Durante el proceso de elaboración de este trabajo nuevas interrogantes aparecieron: ¿Cómo fue el devenir histórico de la ética de las virtudes?, ¿Por qué y cuándo la ética de las virtudes fue relegada al ámbito de lo privado?, ¿Cuándo las virtudes fueron asociadas al campo de la religión? ¿Cómo la educación actual podría beneficiarse de la incorporación de la ética de las virtudes? En el desafío de responder estas interrogantes, intentaré mostrar -como propuesta central de este trabajo- el por qué y el para qué sería necesario retomar una ética de las virtudes en general en la dinámica social y en particular en el ámbito educativo, a partir de las propuestas de tres pensadores contemporáneos, Victoria Camps, Adela Cortina y Humberto Maturana. Ellos son parte de un grupo de intelectuales que apuestan por el tema, nutriendo una rica y diversa discusión sobre la ética de las virtudes. Cada uno con sus particularidades, con mirada renovada, en algunos casos y, en otros, con una propuesta similar a lo planteado por los filósofos de la antigüedad.. 6.

(7) De Victoria Camps se estudiarán dos trabajos: Virtudes Públicas (1996) y El Gobierno de las emociones (2011); de Adela Cortina tres publicaciones: Ciudadanos del Mundo (1997), Una Ética de la Razón Cordial (2007) y El Mundo de los Valores (1999); y de Humberto Maturana, dos trabajos: Formación Humana y Capacitación (1995) y Transformación en la Convivencia (2007). Elegí este tema en el marco de un contexto crítico en los niveles ambiental, social, político y económico, siendo la corrupción, competencia, irresponsabilidad, inequidad y egoísmo los patrones de conducta que socavan la estabilidad y armonía del género humano. Para muchos intelectuales, entre ellos Bernardo Kliksberg, la solución pasa por poner códigos éticos como eje motor de las acciones humanas y, en esta dinámica, la educación en dicha propuesta es fundamental. Aunque se abordará el periodo de la modernidad como hito importante en lo que se refiere el descarte de la ética de las virtudes del ámbito público, no se profundizará en esto, ya que el foco estará en mostrar por qué sería necesaria una ética de las virtudes, tal cual lo proponen algunos estudiosos, quienes describen ciertas características sociales que estarían justificando la reincorporación de la ética de las virtudes tanto en el discurso como en la acción. Como resultado del papel central que ha jugado la postura racional sobre el quehacer humano, la ética de las virtudes fue marginada de la vida pública, de su discurso y su acción. Desde la década de los noventa, esta exclusión fue cuestionada por varios autores, quienes consideraron la necesidad de incorporarlas y situarlas en un lugar privilegiado de la dinámica social, en los contextos políticos o empresariales y, principalmente, en los educativos, por el rol formativo que cumplen. En el primer capitulo de este ensayo, comparto los conceptos claves de lo que se entiende por ética y moral, la diferencia entre valores y virtudes, y propongo una noción. 7.

(8) de lo que es la ética de las virtudes. Desde el inicio rescataré las concepciones de los autores estudiados, como también de las obras de Artistoteles y David Hume, por ser enfoques que se complementan y dialogan entre sí en los temas claves que sustentan el presente ensayo. En el segundo capitulo, reviso el devenir histórico de la ética de las virtudes desde la Edad Antigua hasta la Contemporánea, dando un mayor énfasis a la modernidad por ser un periodo en el que la ética de las virtudes fue relegada al ámbito de lo privado, lo que significó que a nivel público el concepto se tornara invisible.. Revisaré la. propuesta de Kant, quien marcó una tendencia fuerte en lo que se refiere a la razón en el quehacer humano. En el tercer capítulo hago una pequeña descripción de los principales desafíos de la sociedad contemporánea en distintos ámbitos y de cómo ciertos autores los han relacionado con la carencia de patrones éticos. En el cuarto capítulo relaciono la ética de las virtudes con la educación. Continúo con el desafío de responder lo que implica educar, para luego atender a la pregunta central del presente trabajo que tiene que ver con el por qué y para qué es necesaria una ética de las virtudes, en especial en un contexto educativo, sobre la base de las propuestas de los autores estudiados. Parte de este capítulo está relacionado con las emociones como un elemento imprescindible en los procesos educativos. Finalmente, cerramos con las conclusiones del trabajo.. 8.

(9) CAPITULO 1. CONCEPTOS CLAVES 1.1 ¿Qué se entiende por ética?. La ética es una disciplina filosófica que intenta analizar y reflexionar sobre la concepción que tiene el ser humano de aquello que es bueno y lo que es malo. En términos generales se puede decir que la ética tiene que ver con la formación de la persona de acuerdo con sus ideales, valores y principios. Sin embargo, es necesario puntualizar que la ética es un reflejo del pensamiento de cada momento histórico, es así que su enfoque ha ido cambiando, intentando así responder a las necesidades de cada época. Pero pese a la época la ética siempre estuvo apegada al bien. Por su parte, Alasdair MacIntyre señala que la ética “presupone desde este punto de vista alguna interpretación de posibilidad y acto, de la esencia del hombre como animal racional y, sobre todo, alguna interpretación del télos1 humano. Los preceptos que ordenan las diversas virtudes y prohíben sus vicios contrarios nos instruyen acerca de cómo pasar de la potencia al acto, de cómo realizar nuestra verdadera naturaleza y alcanzar nuestro verdadero fin. (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. p.76). Etimológicamente, ética viene del griego (éthos) que apela al carácter y las costumbres. Al respecto, Adela Corina señala que: el saber ético desde sus orígenes, está ligado al carácter2 de las personas, que son las primeras actrices del mundo moral siendo la felicidad la meta, (el télos) al que todos tienden. El carácter, por su parte –afirma- es un conjunto de predisposiciones, de hábitos, para obrar en un 1. Hace referencia al "fin", "objetivo" o "propósito". El filósofo Estagira, mencionado en el libro El Gobierno de las Emociones de Victoria Camps, señala que el carácter se construye a través de una serie de virtudes, las cuales están ancladas tanto en la razón como en el sentimiento, y el fin de los cuales es que el ser humano desarrolle lo que para Aristóteles llama su “función propia”, es decir, que haga lo que debe hacer un ser humano para ser excelente. (Camps, El Gobierno de las emociones, 2011, pág. 41). 2. 9.

(10) sentido u otro que se van forjando día a día. (Cortina, Ética de la Razón Cordial. Educar en la ciudadanía en el siglo XXI, 2007). Por su parte, Peter Singer resalta un problema en relación a la ética que surge cuando las personas consideran que ésta son sólo un sistema de reglas que prohíben hacer ciertas cosas, sin considerarla como la base para pensar en cómo hemos de vivir. “En nuestra vida diaria la ética está en todas partes. Subyace a muchas de nuestras decisiones, sean personales o políticas, o crean un puente entre el espacio que separa ambas. En ciertas ocasiones la ética nos viene de manera fácil y natural; y en otras puede ser muy exigente. Pero la ética irrumpe en nuestra vida consciente sólo de manera ocasional y a menudo de un modo confuso. Si hemos de realizar elecciones radicales adecuadamente meditadas, primero debemos ser conscientes de las ramificaciones éticas de nuestro modo de vivir. Sólo entonces es posible convertir la ética en una parte más consciente y coherente de la vida cotidiana”. (Singer, 1995, pág. p.203).. Para Elizabeth Anscombe, -mencionada en el trabajo de Diana Hoyos-, la ética actual debe basarse en una condición del ser en contraposición al deber, ya que considera que “una enfermedad general de las teorías morales de la modernidad fueron los términos de obligación y deber moral en los cuales se basan estas teorías que han perdido sentido, por lo cual es necesario replantearlas. Debido a que tales términos sólo funcionan cuando se tiene un modelo legalista de la ética, uno que contenga la idea de un legislador (que en el Medioevo era Dios), modelo que pretendió abandonarse en la modernidad. Los corrientes términos “tiene que”, “necesita”, “debe”, “ha de”, adquirieron este sentido especial”. (Hoyos Valdés, 2011. Pág. 63). Las posturas, tanto de Singer como de Anscombe, vislumbran una lectura distinta de la ética que atestigua un nivel de evolución y/o un grado mayor de. 10.

(11) consciencia del ser humano; lectura que ya es compartida por otros intelectuales, quienes invitan a que el individuo pueda moverse bajo los patrones de una ética por su nivel de entendimiento de aquello que es bueno para sí mismo y para el contexto, dejando de actuar por obligación o porque la ley lo determina. En definitiva, fueron las distintas posturas de los pensadores que, a lo largo de la historia, dieron a la ética un sentido particular, que marcaron distintas tendencias e influenciaron a la dinámica humana en distintos periodos de la historia. De todas estas lecturas rescato la visión sobre ética de Aristóteles, no sólo por su influencia en la filosofía sino porque inspiró los trabajos de dos de las autoras que revisé para el presente trabajo, además porque para algunos estudiosos sus aportaciones son de tal coherencia que apelan a volver a ellas. Por otro lado, revisaré la ética según David Hume, que pese a ser un filósofo de la modernidad, entregó interesantes reflexiones y críticas a la postura racionalista, aspecto que rescato por haber sido un momento histórico determinante para la ética de las virtudes, y del lugar que ocuparía en la sociedad moderna. De Hume también rescato sus aportes y reflexiones sobre las emociones, por ser hoy un elemento central en las propuestas educativas. 1.1.1. La ética según Aristóteles3. Como decía Alasdair MacIntyre la ética es un punto de vista o interpretación de posibilidad y acto de la esencia del hombre, bajo esa lectura propongo revisar lo planteado por Aristóteles en su Ética Nicomaquea en relación a la vida del hombre en su cotidiano vivir, indicando que la función del hombre es llevar un cierto tipo de vida que surge de una actividad del alma y de acciones razonables a través de actos de excelencia que se realizan de manera constante, entendiendo que el fin último de 3 Filósofo de la Antigua Grecia, nació el 384 a.c y fallece el 322 a.c.. 11.

(12) éstos es el alcanzar la felicidad, por considerarla “lo mejor y lo más hermoso, lo más agradable” (Aristóteles, pág. 145). Indica que toda actividad humana apunta hacia algún bien y la felicidad no es la excepción. Es más, ésta (la felicidad) debería ser “el bien” al cual se dirigen todos los demás. Tanto en su libro I como en el II, reflexiona sobre la acción humana en miras de alcanzar la felicidad, siendo para ello necesario intentar desarrollar y practicar de manera cotidiana virtudes capaces de generar una vida positiva. Este modo de accionar vendría a ser la base de su ética. Para Aristóteles, una de las características humanas más importantes y que definen al hombre del resto de los seres vivos (plantas o animales) es su capacidad de analizar, razonar; características que le permiten acercarse a su objetivo mayor, que es la felicidad. Las plantas viven y no piensan, los animales viven y tampoco piensan o razonan, sólo actúan dominados por sus instintos naturales de sobrevivencia4. En cambio, el ser humano, por su carácter racional, puede decidir las acciones a ejecutar. Para Aristóteles un aspecto que no se debe ignorar en el camino por alcanzar la felicidad, es el de ser conscientes de que pueden existir ciertos factores que influyan para que ésta no se concrete. Por ejemplo, están las limitaciones materiales, carencia de salud o educación. Aunque Aristóteles dice que frente a estos factores, la persona deberá entrenar su capacidad de repuesta, y que, pese a los acontecimientos o vicisitudes que se presentan en la vida, - los mismos que pueden 4. Pese a que varias de las aportaciones de Aristóteles hasta la fecha son un referente para diversas disciplinas por sus agudas reflexiones sobre la vida y de cómo ésta debería llevarse adelante, su afirmación de que “las plantas viven y no piensan, los animales viven y tampoco piensan o razonan, sólo actúan dominados por sus instintos naturales de sobrevivencia”, hoy por hoy es altamente cuestionada por científicos cuyas investigaciones hablan de una: “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal” (Stefano Mancuso), que habla de los sentimientos e inteligencia de las plantas hasta de su capacidad de gestar relaciones sociales capaces de cooperarse entre sí. Sobre mundo animal, siendo que Aristóteles escribió un tratado denominado Historia de Animales, sus hallazgos no llegaron a lo que hoy se conoce sobre el hecho que los animales sienten emociones, que tienen una conciencia compleja, que aunque nos es todavía desconocida del todo, no podemos negar la capacidad de sentir y la inteligencia de los animales, hecho que nos dan nuevas luces sobre cómo relacionarnos con ellos en especial para gestar los espacios de armonía, respeto, como signo de un ética de la responsabilidad.. 12.

(13) opacar la felicidad-, el hombre virtuoso será capaz de demostrar su nobleza y entereza. Así, nuevamente se resalta la capacidad del ser humano de responder de una manera prudente, libre y razonada. En este sentido, se puede decir, que aquello que determina a la persona a alcanzar la felicidad, son las buenas acciones que practica, las mismas que lo condicionan y lo definirán como un ser feliz. Por tanto, se considera que si una acción es buena, el practicarla conduciría a la felicidad y como lo que se busca es que el hombre sea feliz, éste deberá procurar mantenerse en el camino de obrar bien. Para Aristóteles, “El hombre feliz obra y vive bien”. (Aristóteles, pág. 144). Otro aspecto fundamental en la ética Aristotélica es su entendimiento sobre las virtudes, que más adelante desarrollaré con mayor profundidad, ya que es parte de lo que deseo rescatar de los autores estudiados, más allá de como ellos lo denominen. Decir que la ética de Aristóteles no sólo entrega pautas para procurar las acciones buenas y alejarse de las malas, tal y como -de manera tan marcada- se hizo en la época moderna, sino que también impulsa a una vida buena como producto del desarrollo del carácter, que se adquiere principalmente de un proceso educativo, fortaleciendo la practica de virtudes. 1.1.2. La ética según David Hume5 Filósofo del siglo XVIII que se relaciona directamente con el empirismo, y en. algunos momentos con el ateísmo, razón por la cual fue excluido de ciertos ambientes académicos. Señalaba que todo conocimiento nace de la experiencia, ya. 5 Filósofo, historiador y economista, nacido en Edimburgo, Reino Unido el 7 de mayo de 1711, falleciendo en la misma ciudad el 25 de agosto 1776.. 13.

(14) sean percepciones o impresiones.. De hecho las ideas surgirían a partir de la. percepción. A las experiencias las denomina impresiones sensibles que se reciben de una manera directa, producto de nuestros sentidos como ser el tacto, gusto, vista. Por otro lado están las impresiones de la reflexión, resultado de los estados emocionales tales como la alegría, tristeza, dolor, rencor, odio, etc. A su vez, inserta el concepto de las percepciones derivadas o ideas que surgen de la fantasía o la memoria. La diferencia de las ideas y percepciones tienen que ver con la intensidad. Sin embargo, las ideas, como las percepciones, pueden ser simples (ideas puntuales, un sólo elemento) o complejas (ideas asociadas). La aportación más significativa de Hume tiene que ver con la crítica a la causalidad necesaria, que afirma que es imposible establecer que las cosas seguirán un mismo patrón o costumbre. Él indica que al no tener experiencias del futuro no se puede afirmar con certeza que las cosas sucederán. Pensar en eso es simplemente una cuestión de fe, más no de certeza. En relación a la ética, Hume considera que ésta debe ser laica, para evitar evaluar las cosas en base en las supersticiones propias de las religiones. Un aspecto esencial de su propuesta es que las emociones son las que ayudan a las personas a valorar lo que es correcto de lo incorrecto, y no así la razón. Para Hume el fin último de la ética es la felicidad, y ésta se la consigue por esfuerzo, como una conquista personal. La razón no puede por sí misma decidir sobre los valores, son los sentimientos morales los que nos pueden llevar a juicios morales.. 14.

(15) Victoria Camps (1996) decía de Hume. que fue el filósofo de los. sentimientos en una época en que la razón era el pilar del quehacer humano, llegando a afirmar que no es la razón sino la pasión la que mueve al mundo. Sus aportaciones han sido pioneras, dado que vivió y desarrolló su pensamiento en el marco de la Ilustración. Hume inserta el tema de la emociones como un motor del accionar del ser humano, siendo un elemento que hoy en día se reconoce como esencial a momento de procurar el bienestar de la persona y la efectividad en los procesos educativos. Por lo tanto, considerar la formación sin tomar en cuenta las emociones ya no es viable. 1.2 ¿Qué se entiende por moral?. Si bien suele utilizarse ética y moral como sinónimos, cada una tiene su particularidad. La moral es un conjunto de reglas aplicadas en la vida cotidiana. Estas normas guían a los individuos, orienta sus acciones y juicios sobre lo que se considera moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno o malo. La moral se refiere a los actos que realizamos día a día durante nuestra vida. Adela Cortina hace una distinción entre moral como estructura y moral como contenido, indicando que las personas somos estructuralmente e inevitablemente morales porque somos capaces de elegir libremente nuestras decisiones, las mismas que a la larga nos permite formar nuestro carácter. Por su parte, la moral como contenido tiene que ver con las orientaciones culturales que se le dé. Por ejemplo, para algunas culturas es moral garantizar los derechos de las mujeres, pero para otras no. Ni se protegen los derechos de la mujer ni se lo considera necesario, este hecho hace pensar lo subjetivo que puede ser la moral. Al respecto Cortina, señala que “la moralidad existe en el mundo humano, porque todas las sociedades de que se tienen noticia han aprobado ciertas acciones, sentimientos y caracteres. 15.

(16) teniéndolos por virtuosos, y han censurado otros, llamándolos viciosos”. (Cortina, Ética de la Razón Cordial. Educar en la ciudadanía en el siglo XXI, 2007, pág. 81). Siguiendo con el ejemplo, de la mujer, esto todavía pudiera parecer algo lejano, lo cierto es que culturalmente y a nivel mundial se está regulando, hasta el punto que, de manera unánime e incuestionablemente se buscan respetar los derechos de las mujeres, como un reflejo de una postura virtuosa, moral y racional, que la comunidad global aprueba. Por su parte, Aristóteles decía que la moral implica obediencia a normas, a las leyes proclamadas por la Ciudad - Estado, siempre y cuando ésta las sancione como se debe. Tales leyes prescriben y prohíben ciertos tipos de acción y tales acciones están entre las que un hombre virtuoso podría realizar o no. En cambio para Hume, decía que las reglas de la moralidad no debieran ser conclusiones de la razón sino más bien de las emociones: “Hemos hecho observar ya que las distinciones morales dependen enteramente de ciertos sentimientos peculiares de dolor o placer y que cualquier cualidad espiritual que en nosotros o los otros nos produce satisfacción por su consideración o contemplación es en consecuencia virtuosa, del mismo modo que todo lo que dentro de este género produce dolor es vicioso” (Hume, 2001, pág. 406). Camps aporta con una distinción, indicando que la moral tiene una íntima relación con la ética, sin embargo, se puede marcar una diferencia, señalando que la moral forma parte de la vida cotidiana de las sociedades y de los individuos, en sus acciones, normas, valoraciones (del acto cultural de contenido al que alude Cortina); en cambio, la ética es un saber filosófico en cuanto estudio de la moral. Sin embargo, y más allá de estas distinciones, para fines de este trabajo se considera que ambas expresiones (ética y moral) se refieren, a fin de cuentas, a un tipo de saber y de ser que nos orienta a forjar un buen carácter, que permite enfrentar la vida con. 16.

(17) ciertos patrones de conducta que nos acerque a la justicia, honestidad, felicidad, integridad, entre otros actos de excelencia o virtudes. 1.3 ¿Qué son las virtudes? Aristóteles realizó importantes aportaciones en relación a las virtudes, a las que considero de manera especial principalmente porque su concepción no está vinculada a una tradición religiosa. La palabra virtud viene del griego areté que significa excelencia y apela a aquella acción que refleja una forma de ser capaz de generar aspectos positivos para quien la práctica como para su entorno. Aristóteles, en su libro II de la Ética Nicomaquea, señala que la virtud es una disposición adquirida, un modo de ser que conduce a una acción recta y a la excelencia. En la época griega los virtuosos eran considerados los excelentes en alguna capacidad por encima de la media. En ese sentido la excelencia, surge de un nivel de consciencia, de la capacidad, de la voluntad de realizar elecciones que buscan lo positivo. Dicho modo de ser determina que el hombre se acerque a lo bueno, o no. Se dice que “ninguna de las virtudes éticas se producen en nosotros por naturaleza, puesto que ninguna cosa que existe por naturaleza se modifica con la costumbre” (pág. 158). Al no ser algo de la naturaleza misma, se requiere cultivar esa tendencia. La noción de virtud -indica Aristóteles- incluye efectividad en la consecución de un fin moral. Su alcance y cómo llegar a ella es un proceso racional (virtud moral), y no así de la virtud intelectual que se basa en el nivel de conocimiento como proceso de una actividad formativa. El conocimiento (teoría) por sí solo no convierte a la persona en un ser virtuoso, sino que es el accionar continuo lo que la define como tal, y, más aún, este accionar debe estar motivado sólo por el simple hecho de vivir bien, y no por intereses secundarios que lo puedan beneficiar y elevar. 17.

(18) su reputación. Este acto no es válido. Para que un acto sea considerado verdaderamente virtuoso deben darse tres elementos claves. El primero, el saber/conocimiento; el segundo, la voluntad; y el tercero, la constancia o acto sistemático. Puntualizando que tener sólo el primero de los elementos no significa nada ni tiene trascendencia alguna. Aunque según la opinión de los estoicos, distinta de la aristotélica, el “areté es esencialmente una expresión singular y su posesión por un individuo, un asunto de todo o nada. Se posee la perfección que la areté /virtus (son las dos traducciones que los latinos usan) exige o no se posee. Con virtud, se tiene valor moral; sin virtud, se es moralmente despreciable. No hay grados intermedios. Puesto que la virtud requiere recto juicio, el hombre bueno es, en opinión estoica, también el hombre sabio. Pero no es necesariamente afortunado o eficaz en sus acciones. Hacer lo correcto no produce necesariamente placer o felicidad, salvación propia o del mundo, o cualquier otro tipo de éxito. Ninguna de estas cosas son bienes auténticos; son sólo bienes condicionalmente, con los que ayudan a la recta acción que realiza un agente con voluntad bien formada. Sólo tal voluntad es incondicionalmente buena. De ahí que el estoicismo abandonara cualquier noción de telos”. (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 223). Siguiendo con las reflexiones de Aristóteles, la persona que busca el bien/la felicidad puede y debe seguir referentes en otras personas, quienes lo pueden guiar e inspirar para desarrollar actos virtuosos, tales como la justicia, valentía, bondad, entre otros. Este aspecto es clave para el proceso formativo, donde se ve al ejemplo como un medio para la adquisición de hábitos, teniendo en cuenta que se aprende más de lo que se ve, que de lo que se dice. Este filósofo indica que si bien todos desean obrar bien, hay una necesidad de que el individuo se esfuerce día a día para alcanzar virtudes. Por un lado, están. 18.

(19) aquellas que se aprenden principalmente por costumbres que se convierten en hábito. Se dice que “alguien se hace constructor sólo al momento de construir casas”. Las virtudes éticas sólo son producto de un esfuerzo consciente de adquirirlas y principalmente de practicarlas. Por otro lado, están las relacionadas con un proceso intelectual, resultado de la enseñanza/aprendizaje. Sin duda, ambas son complementarias y deben ser desarrolladas de manera consciente hasta conseguir que la virtud se convierta en un “modo de ser”. La virtud como “modo de ser” permite que las personas se comporten bien por el simple hecho de acercase a lo correcto, y es allí cuando el actuar con dicho comportamiento se transforma en placer. En el camino por convertir las acciones en hábitos de vida es necesario buscar una justa medida, un punto medio netamente personal, pues lo que es ser valiente para uno, puede que no lo sea para otro, o bien puede que lo que necesite alguien para satisfacer una necesidad de manera moderada, para otro sea un exceso o grosería. Se ahonda en este tema y sobre el punto medio con ejemplos: “la valentía como punto medio entre la temeridad y la cobardía; la grandeza de alma, punto medio entre la insolencia y la bajeza; la veracidad, punto medio entre la fanfarronería y la discreción; la gracia, punto medio entre la bufonería y la rusticidad; la amistad, punto medio entre la adulación y la aspereza”. El desafío, por lo tanto, es que cada uno se acerque a su punto medio, lugar donde está ubicada la virtud. Se dice que sólo a través de la práctica es posible alcanzar esa justa medida. Sin embargo, en caso de acciones por esencia negativas como robar, matar, engañar, etc., no hay punto medio posible o válido. Son acciones que se deben evitar.. 19.

(20) En el Libro III Aristóteles dice que la virtud y el vicio son voluntarios, es decir que hay una deliberación y elección. Él dice:“…tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder”. Por su parte, Bernardo Klisksberg decía que las virtudes “han pasado a ser una obsolescencia que tienen refugio en las organizaciones religiosas” y cuando éstas no están presentes en dichos contextos, se las ubica en ámbitos privados. (Kliksberg, 2005). Esto como resultado del papel central que empezó a jugar la postura racional sobre el quehacer humano, que fue determinante para que sean desechadas de la vida pública, de su discurso y, por lo tanto, de su práctica. Desde la década de los noventa del siglo XX, la exclusión de las virtudes del ámbito público comenzó a ser cuestionada por varios autores que consideran la necesidad de incorporarlas y situarlas en un lugar central. Posibilidad que Alasdair MacIntyre califica de difícil, porque no sería fácil establecer un concepto único de lo que es virtud y, por lo tanto, no se puede definir aquello que sería bueno para todos (2004. pág. 240). Por otro lado, y más allá de la pluralidad como desafío, está la postura individualista, donde el bienestar personal está por encima del colectivo, dejando de lado lo propuesto por Aristóteles, en el sentido que las virtudes no sólo remiten a la excelencia en cuanto a la persona, sino que implican un determinado rol social en pro del bien común. De allí que el autor inglés sugiere conformar comunidades pequeñas y uniformes que entreguen una unidad de propósitos a las personas, hecho que según él facilitaría el resurgimiento de una ética de las virtudes, tal como la entendían los pensadores de la antigüedad. Sin embargo, ésta es una propuesta poco viable para Camps principalmente porque sería imposible volver a diseñar las bases de una sociedad como lo era en la antigüedad. Finalmente, y para fines del ensayo unificar la comprensión, aunque mucha literatura toma a los valores y virtudes como sinónimos, particularmente usaré la. 20.

(21) segunda por ser la que apela a la excelencia y al bien. En el caso de los valores, y como lo dice Marina Ramírez (1996), éstos son elementos de interés humano. “El valor es todo lo que de un modo u otro interesa al hombre”, pudiendo ser que el valor se convierta en un aspecto ligado a un interés particular, donde acciones buena y malas/ excelentes y mediocres tienen la misma cabida. Sobre la subjetividad de los valores Adela Cortina dice. “el mundo de los valores en general es pues un mundo escurridizo y complejo, en el que parece que todo se resuelve en el puro subjetivismo del ‘a mí me gusta’, ‘yo lo valoro positivamente’. Por eso a los pensadores no les gusta mucho meterse en ese terreno” (Cortina, El Mundo de los Valores, 1999, pág. 23). De hecho Cortina (1999) hace la distinción entre los valores positivos y los negativos. Los primeros que agradan y los segundos que repelen. Los primeros que hablan de justicia, belleza, y los segundos de injusticia desigualdad, torpeza. A lo que llama Adela Cortina valores positivos los voy a denominar (como decía) como virtudes, considerando que por esencia éstas conducen al bien, a lo positivo y la excelencia. Dicho por Adela Cortina, los primeros nos orientan a la felicidad, y los vicios hacia la desgracia. (Cortina, Ética de la Razón Cordial. Educar en la ciudadanía en el siglo XXI, 2007, pág. 23). Aunque ella misma en su libro Ética de la Razon Cordial señala que las virtudes son hábitos que nos predisponen a obrar bien, actos de excelencia del carácter, y los que predisponen a actuar mal serían los vicios. MacIntyre por su parte decía que “el ejercicio de la virtud es una elección cuya consecuencia es la acción buena”. (MacIntyre, 2004) y. Camps como una cualidad del espíritu,. agradable. Un hábito que permite cumplir el deber. Postura muy kantiana.. 21.

(22) 1.4 Un primer acercamiento a la ética de virtudes. Ahora bien, y antes de definir los alcances de una ‘ética de virtudes’, decir que mi aproximación será desde las ciencias sociales y filosóficas, evitando la mirada que nace de un contexto religioso, específicamente desde el cristianismo que, en un momento dado de la historia, se apropia del término virtud y delinea una ética de las virtudes desde su óptica particular, siendo que sus alcances van más allá de dicho contexto. De hecho, situar a las virtudes en un contexto religioso, cualquiera que sea, o apostar por una ética de las virtudes de acuerdo a la lectura particular de un movimiento religioso es un error, considerando que el fin último de la ética de las virtudes debería ser impulsar una cultura, resultado de acciones de excelencia de los seres humanos, que conduzcan al bienestar tanto individual como colectivo. Si bien, y como lo mencioné anteriormente, Bernardo Kliksberg decía que las virtudes -hoy por hoy- son una suerte de obsolescencia cuyo refugio son las organizaciones religiosas, hay varios intelectuales que están aportando con reflexiones renovadas acerca de la ética de virtudes, y que incluye el situarla en un espacio determinante en los asuntos públicos, tal como lo sugiere Camps, pues para ella, lo correcto es hablar de virtudes públicas y no de virtudes privadas. Mi acercamiento a la ética de las virtudes lo tomo precisamente de Camps, quien señala que tiene que ver con la excelencia de la persona como tal, y no como representante de un papel social, pues apela a una responsabilidad “capaz de combatir las faltas de este mundo y el desapego que ha producido la cultura de la opulencia. (Camps, Virtudes Públicas, 1996, pág. 11). Esta autora considera que la ética de las virtudes se manifiesta cuando las personas son capaces de desarrollar de manera consciente la excelencia en hacer las. 22.

(23) cosas, por lo que la ética de las virtudes debería partir con educar los sentimientos, y así promover una ética del respeto, tolerancia y solidaridad, que faciliten la convivencia con los demás; convencida que es una respuesta correcta ante la situación de carencia de la actualidad. (Camps, Virtudes Públicas, 1996, pág. 39). Por su parte, Anscombe considera que pese a que se apunta a que el ejercicio de la ética de las virtudes surja de la “naturaleza humana y su adecuado desarrollo humano”, remplazando el sentido de la obligación, por uno de necesidad”, que influya en la acción para procurar el desarrollo personal y social. (Hoyos Valdés, 2011. pág. 65). Consciente de la delgada línea entre los conceptos de ética, virtudes, moral, he estructurado el siguiente concepto de lo que entenderé por ética de virtudes: Tiene que ver con un enfoque de vida sustentado por principios/virtudes que busca el desarrollo del carácter del hombre, el mismo que debe evidenciar un comportamiento y actos de excelencia (areté) en su cotidiano vivir, que le permitan alcanzar su felicidad como de la comunidad, por considerar esto lo mejor y lo más hermoso, lo más agradable, tal como decía Aristóteles. Implica el reconocer las consecuencias de los actos, junto con ser consciente de la influencia de las emociones en el plano individual y social.. 23.

(24) CAPITULO 2. DEVENIR HISTÓRICO DE LA ÉTICA DE LAS VIRTUDES. En lo que respecta al estudio de la ética de las virtudes es necesario analizar cómo su concepción ha ido evolucionando y tomando distintas formas e intenciones a través de los años. De hecho, es necesario decir que no hay forma de comprender sus alcances si no es que realizamos dicho análisis a la luz de los acontecimientos históricos de cada periódo por los que la humanidad ha atravesado. Peter Siger decía que el estudio de la ética puede resultar confuso y abstracto, precisamente porque cada sociedad construye su propia forma de moral. De hecho dentro de los mismos periódos históricos la concepción de la ética de las virtudes tuvo distintos enfoques y concepciones. El recorrido de las virtudes en la historía requeriría un estudio particular y profundo, cometido que no es el que me propongo en este trabajo de investigación. Mi intención en este capitulo es sólo y de manera somera describir los aspectos esenciales de este devenir histórico para lo cual me apoyo en el trabajo de Alasdair MacIntyre y en su libro ‘Tras la Virtud’, investigación que hace una completa descripción en relación al devenir histórico de las virtudes.. 2.1 Edad Antigua (4000 AC) Democracias ateniense. Etapa que comienza con la aparición de la escritura hasta la caída del imperio romano. Entre las caracteristicas más importantes de este periodo, mencionar que contaba con poderes políticos centralizados en manos de monarquias. De hecho en lo que respecta, -salvo un breve período donde se instauró en Atenas (polis griega) un sistema de democracia directa-, el resto del mundo antiguo consideraba a sus gobernantes investidos de un poder divino y total, a través de las monarquías teocráticas. Las sociedades eran estratificadas por origen social. Empiezan a florecer 24.

(25) las religiones organizadas, junto con el aumento de guerras entre pueblos. Se nota un gran desarrollo y fortalecimiento del comercio, además, de un significativo desarrollo en el aspecto cultural y artistico. Aproximadamente 100 años antes de que finalice la Edad Antigua, un aspecto significativo que marca ya una tendencia del medioevo se da con el cambio de religión, pasa del politeísmo al monoteísmo cristiano; inaugurando de esa manera la predominancia de la iglesia cristiana. (Salmeron, 1864). Alasdair MacIntyre en su libro Tras la Virtud decía que en las culturas griegas, medievales o renacentistas, el pensamiento y la acción moral se transmitían a través de historias relatadas y/o presentadas con el objetivo de establecer los canones de la ética que se esperaba de los ciudadanos. Esta práctica (relatar historias) se ha utilizado también en varias tradiciones religiosas como en el cristianismo, el judaismo o el Islam, por ser un medio eficaz para educar, considerando que la población en su mayoría era analfabeta. En esta época los valores básicos tenían que ver con la relación individuo y sociedad, que incluye el papel que éste ocupaba en las estructuras sociales. Era impensable concebir un individuo fuera de una estructura y dinámica social. Indica MacIntyre que “cualquier interpretación adecuada de las virtudes en las sociedades heroicas no es posible si se las separa de su contexto en la estructura social, del mismo modo que una descripción adecuada de la sociedad heroica no es posible si no se incluye una interpretación de las virtudes heroicas” (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 163). El individuo en este periodo debía tener plena consciencia de su rol social, que incluía el actuar de manera responsable en el momento de hacer las cosas que le correspondía hacer. Responsabilidad que sólo terminaba con la muerte. Es así que el ejercicio de las virtudes requería una clase específica de ser humano y una clase. 25.

(26) específica de estructura social. Por lo tanto, la ética de las virtudes estaría ligada siempre a lo social, donde el individuo no tenía ninguna posibilidad de elegir independientemente los valores a desarrollar o practicar, siendo que ya se sabía los que eran esperados. De hecho estaban clarificados los actos de excelencia (árete) de los que no lo eran, sin embargo, tal como indica MacIntyre la unidad de la noción de árete reside en el concepto sobre que es lo que hace capaz a un hombre desempeñar su papel, siendo que el coraje y la fuerza, las cualidades más deseadas, pues quien era considerado valiente, era confiable, virtud clave para fortalecer los lazos de amistad y por ende garantizar la estabilidad de los clanes. (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 170). De este periodo sin duda la contribución de los filosofos atenienses fue la más significativa en relación a la virtud, aunque, y pese a convivir en un mismo periódo hubo una diversidad de puntos de vista en relación a las implicancias de la virtud y de cómo está se plasma en la accion. En base al trabajo de MacIntyre se puede decir que no es posible, - aunque sea del mismo periódo histórico - hablar de una sóla postura de una ética de las virtudes. Hubieron tendencias, pero no unanimidad en su concepción, sin embargo lo más importante fue que el accionar del individuo nunca se separaba de la estructura social, ya que era un concepto politico. Sobre las aportaciones de los filosofos y sus visiones McIntyre señala que no “hay que hablar con demasiada facilidad acerca de ‘la visión griega de las virtudes’, no sólo porque digamos ‘griega’ donde debería decirse ‘ateniense’, sino también porque hay numerosas visiones atenienses”. Del estudio de las virtudes sugiere considerar cuatro visiones: la de los sofistas, la de Platón, la de Aristóteles y la de los trágicos, en especial la de Sófocles. Lo común en ellos, dice MacIntryre es que el medio en donde se ejercer las virtudes y los términos en que han de definirse es la polis, donde la amistad, la confiabilidad, compañía y ciudadanía serían las virtudes que no debían faltar. Hablar de un individualismo como el promovido por la. 26.

(27) modernidad, hubiese sido impensable en esa época. (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, págs. 181-183). De estas cuatro visiones, una de las contribuciones más importates vino de la mano de Aristoteles, cuyo pensamiento y postura sobre su ética de las virtudes las he descrito ampliamente en el primer capítulo. En terminos generales, decir que un pilar de su propuesta ética indica que la función del hombre es llevar un cierto tipo de vida que surgen de una actividad del alma y de acciones razonables, a través de actos de excelencia que se realizan de manera constante, entendiendo que el fin último de éstos, es el alcanzar la felicidad. Según su punto de vista las virtudes son elecciones libres producto de un nivel de consciencia que acerca a lo positivo y determina que el hombre se incline a lo bueno. Decía que la virtud no es un producto dado por la naturaleza misma del ser humano,. por lo tanto, surge de un proceso de aprendizaje que se traduce en. acciones positivas. Por ello sólo en la medida que se practican las virtudes, éstas son válidas y cobran un sentido verdadero. La ética que se promovía estaba vinculada a la autoeducación y al esfuerzo constante para lograr una excelencia en la manera de vivir, es decir con la formación del carácter basado en virtudes, tales como la justicia, la valentía, la veracidad, la amistad, libertad. Sobre las virtudes impulsadas por Aristóteles, MacIntyre indica: “Aristóteles mantiene que la parte de la moral implica la obediencia a las normas, a las leyes proclamadas por la ciudad-estado, siempre y cuando la ciudad-estado las sancione como debe. Tales leyes prescriben y prohiben ciertos tipos de acción y tales acciones están entre las que un hombre virtuoso podría realizar o no. Es parte crucial de la opinión de Aristóteles que ciertos tipos de acción están prohibidos u ordenados absolutamente, sin considerar circunstancias ni consecuencias”. (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 200).. 27.

(28) Este autor considera que las aportaciones de Aristóteles son de gran valor para reconstituir las debilidades de la sociedad, sin embargo, es consciente que la dinámica en las que fueron pensadas es totalmente distinta a la dinámica de nuestros días. Pese a esto MacIntyre propone, -aunque no sé si es viable- reconstituir cierto tipo de comunidades o asociaciones que otorguen unidad de fines a la vida de los seres humanos para que de nuevo emerjan las correspondientes virtudes. Esta unidad a la que hace mención el autor implica un acuerdo sobre los criterios y condiciones necesarios para llevar adelante una ética que promueva la vida buena; siendo que los criterios sobre la buena vida, pueden ser diversos. Sin embargo, y pese a lo dificultoso de unificar el criterio sobre la vida buena, podemos decir que como humanidad estamos unificando nuestros puntos de vista en relación a lo que no queremos y que es lo que deberíamos eliminar de la vida social, tales como la corrupción, violencia de todo tipo, brechas entre ricos y pobres, sobre explotación a un planeta finito, una educación que fomente sólo el aspecto instrumental del conocimiento, entre otros. Otro punto que vale la pena reiterar sobre la realidad en la que Aristóteles realizó sus aportes versus la actual, es la relación entre individuo y sociedad. En la época del filósofo tal relación era prácticamente inseparable. Pensar en sociedad era pensar en individuo y viceversa, pensar en individuo era pensar en sociedad. Era irreal concebir una independencia de acción de la persona, tal como se plantea en nuestros tiempos e incluso se la promueve De hecho, es bien visto una persona independiente, y que vele por sus propios intereses. Según Singer (1995) si bien en esta etapa el individuo no tomó conciencia de las posibilidades de la libertad y la autoconciencia individual, lo cierto es que se mantenía una relación bidireccional entre individuo y comunidad se envidencia una suerte de consciencia social y responsabilidad por el contexto. (Singer, 1995, pág. 45).. 28.

(29) 2.2 Edad Media (476 DC - 1492 DC). Comienza con la caída del imperio romano hasta el descubrimiento de América. En esta etapa las virtudes empiezan a teñirse de religión por lo que su entendimiento y su práctica se enmarcan en lo espiritual, normativo, íntimamente relacionado al contacto con Dios y a lo que se entiende de él. La mirada y postura de las virtudes basadas en la tradición religiosa duró muchos años, incluso hasta hoy se tienen ciertos resabios de ese período, caracterizado por un poder e influencia potente del cristianismo, quien ejercía un control absoluto de los procesos personales y colectivos de la sociedad en los que se expandió. Sin embargo, sobre la religión y la edad media MacIntyre reflexiona en el sentido que la religión católica no fue la única que marcó una supremacía. “De todas las maneras mitológicas de pensar la Edad Media, que nos la han disfrazado, ninguna es más engañosa que la que la retrata como una cultura cristiana monolítica, lo cual no es cierto precisamente porque la obra medieval fue también judía e islámica. La cultura medieval, en lo que a su unidad atañe, fue un frágil y complejo equilibrio de múltiples elementos dispares y conflictivos. Para entender dentro de ella el lugar de la teoría y la práctica de las virtudes, es necesario reconocer numerosos, diferentes y conflictivos hilos en la cultura medieval, cada uno de los cuales impuso su propia tirantez y tensión al conjunto” (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 219). Asimismo, este autor señala que la moralización de la sociedad medieval descansa en la creación de categorías generales de lo bueno y lo malo y en los modos generales de entender bueno y malo (como un código legal), capaz de reemplazar los vínculos y fracturas de un paganismo más antiguo, logrando de esa. 29.

(30) manera introducir el juicio de Dios y colocar en un contexto público los asuntos éticos, además de darle una explicación cósmica. (pág. 221). Es así que en la Edad Media las virtudes empiezan a deslizarse en un plano público. Ser virtuoso no sería reflejo de un entendimiento personal sobre su identidad en función a la estructura social, tal como lo era en la edad antigua, sino que la virtud de una persona se medía por sus actos, los mismos que eran evaluados y castigados a la luz de lo divino. Este hecho es un punto esencial del presente trabajo, ya que al inicio afirmaba que las virtudes a lo largo de la historía cambiaron de un escenario individual/colectivo a uno de carácter público, es así que cuando las instituciones religiosas asumen un rol activo e inquisidor, las virtudes se convierten en un asunto público, hecho que fue deshechado más adelante en la modernidad. Recordar que cuando las distintas religiones van asumiendo este papel fiscalizador sobre el ser y hacer del acto humano que pudiera ser considerado como pagano, se iniciaron asesinatos a una cantidad impresionante de personas en las formas más brutales y todo en nombre de Dios. De hecho Santo Tomás, una de las figuras más importante del catolicismo, consideraba a la teoría aristotélica como pagana por no estar basada en el reconocimiento de lo divino, es así que intentó brindar una fundamentación religiosa a su producción. Si bien Santo Tomás reconoce a las virtudes como hábitos buenos, que se desarrollan por la repetición; clarifica de manera inequívoca que éstas (las virtudes) devienen de lo divino, de la Biblia y de los ‘diez mandamientos’. Esta postura es la que da inicio a la formación de las virtudes cardinales, y a la apropiación de la palabra virtual al mundo católico. Sobre los vicios y pecados, MacItyre señala que para “el cristianismo no son meramente un concepto de defectos de carácter o vicios, sino ofensas a la ley divina. Cualquier carácter individual puede, en cualquier tiempo dado, ser un compuesto de virtudes y vicios, y estas disposiciones se apropiarán de la voluntad. 30.

(31) para llevarla en una u otra dirección. Pero siempre está abierto a la voluntad, el ceder o el resistir a estos impulsos. Ni siquiera la existencia de un vicio entraña necesariamente la comisión de una acción malvada. Todo depende del carácter, del acto interior de voluntad. Por tanto, el carácter es un campo de lucha de las virtudes y los vicios, se convierte simplemente en una circunstancia más, externa a la voluntad. El verdadero campo de lucha de la moral es la voluntad y sólo ella”. (pág. 223). Por su parte, Victoria Camps señala que la edad media rompió con la armonía de la polis, lo que implicó que las virtudes adquirieron otro sentido, además que se priorizaron ciertas virtudes y desecharon otras. Por ejemplo, la prudencia dejó de considerarse necesaria y se incorporó con fuerza la autonegación y la humildad, ante una religión que clarifica el lugar del ser humano en relación a Dios, siendo la obediencia y la sumisión las normas de comportamiento esperadas. (Camps, Virtudes Públicas, 1996, pág. 18). Singer en relación a la influencia religiosa en la conducta ética decía que la tradición judeocristiana ofreció una ética tribal, adecuada a grupos sociales más pequeños, hecho que se nota en pasajes biblicos tales como Deuteronomio que dice que “no tomarás de tu hermano logro de dinero ni logro de comida”. Ya con la llegada del cristianismo se propone una ética más universal, donde la postura sobre el dinero y la acumulación sería considerado un acto de misericordia por el más necesitado. Sobre el rico se decía que era más fácil que entrara un camello por el ojal de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. (Singer, 1995, págs. 7778). El fin de la edad media estuvo marcada por una nueva forma de ver el mundo, y de plantear el conocimiento de la mano del positivismo, empirismo y variadas ciencias que llegaron para remplazar el conocimiento religioso, ético y filosófico de. 31.

(32) dicho periodo. De hecho los filósofos modernos buscaron dejar atrás de manera consciente dicho periodo histórico, considerado por muchos como oscura y pagana y así dar la bienvenida a la de razón como eje central del desarrollo de la época que se inauguraba. 2.3 Ilustración / Modernidad (1492DC – 1789 DC).. La Ilustración, según Lanceros (1994), inaugura una nueva época que se percibe a sí misma como la salida de la oscuridad y el dogma de una obedencia ciega, que anuncia un futuro donde se libera la conciencia. Para Imannuel Kant la Ilustración significó “la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad, que implica una incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro. Salir de esta esta minoria de edad implicaría apegarse a la razón y abandonar lo irracionalidad que estaría ligada a la religión, dogmas y credos, todos obsoletos. Al respecto Kant decía: “… el punto central de la Ilustración, a saber, la salida del hombre de su culpable minoría de edad, preferentemente, en cuestiones religiosas, porque en lo que atañe a las artes y las ciencias nuestros dominadores no tienen ningún interés en ejercer de tutores sobre sus súbditos. Además, la minoría de edad en cuestiones religiosas es, entre todas, la más perjudicial y humillante”. (Kant, ¿Qué es la Ilustración?, 1784). Si bien, la Ilustración significó emerger de la oscuridad de la mano de una nueva forma de conocimiento guiado por la razón, aspectos que determinaron los avances en distintas áreas.. Sin embargo,. también es necesario reconocer los. aspectos negativos de este periodo, por ejemplo, el desechar sin mayor discernimiento toda herencia del pasado por considerarla irracional. De hecho la religión y particularmente la Iglesia Católica empezó a perder primacía al punto que 32.

(33) las virtudes cristianas pasaron a dar forma a una ética virtudes laicas. Fue en este periodo que el término y el trabajo con las “virtudes” fueron consideradas un desafío privado. El otro aspecto negativo de este periodo se da con el fenómeno de universalización de los estándares y las miradas de lo que se consideraba progreso, a tal punto que se buscó ignorar, anular y en algunos casos eliminar toda diversidad cultural. Contrario a esto, hoy en día, se reconoce a la diversidad como un aspecto que enriquece a los integrantes de una sociedad. La modernidad que se inicia con el descubrimiento de América,. surge. alineada a la Ilustración, considerando a la ciencia, a través del pensamiento positivista, el único camino para alcanzar el progreso. En la medida que la modernidad toma forma, y aplica un modelo que no responde a las necesidades de toda la humanidad, generando de esta manera una serie de consecuencias colaterales en el desarrollo de los pueblos en general y en particular en Latinoamérica. Hablar de modernidad requiere hablar del Romanticismo, movimiento cultural que surge a finales del siglo XVIII como una reacción contra el racionalismo de la Ilustración, con una forma distintas de concebir al hombre, a la naturaleza, la vida, que incluye la premisa de considerar los sentimientos sobre la razón, es así que este movimiento logró dar forma a una nueva mirada sobre la condición humana, su individualidad, su subjetividad y libertad, dando rienda suelta a la creatividad sin parámetros anteriores. Este movimiento se desenvolvió en distintas áreas tales como la literatura, pintura, música, siendo sin duda la literatura de la mano de varios exponentes quienes realizaron criticas agudas sobre el racionalismo, resaltando lo que a su. 33.

(34) criterio significaba una conceptualización y formas de organizar el mundo de una manera errónea y limitante. Entre los exponentes más importantes del Romanticismo están Goethe (17491832), considerado como padre del romanticismo alemán quien cuestionó las consecuencias de la Ilustración a través de sus obras literarias6. También están Johann Schiller (1759-1805), Víctor Hugo (1802-1885), Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870), Edgar Allan Poe (1809 -1849). Todos ellos a través de la cultura lo que hicieron fue adelantar expresiones que más adelante serían rasgos. del. posmodernismo. Lo común de estos exponentes del Romanticismo “era huir de la racionalidad, sumergirse en una oscuridad interior y nadar más allá de la consciencia al terrenos de los sueños” 7. En suma, como resultado del papel central que empezó a jugar la postura racional sobre el quehacer humano, la ética de las virtudes fue marginada de la vida pública, de su discurso y su acción. Sin embargo, desde la década de los noventa del siglo XX esta exclusión empezó a ser cuestionada por varios autores quienes consideran la necesidad de incorporarlas y situarlas en un lugar central de la dinámica social,. sean éstos los contextos políticos o empresariales y,. principalmente, en los educativos por el rol formativo que cumplen. Luis Fernando Falcó en su artículo denominado ‘La Construcción de Referencias Éticas en Sociedades de la Modernidad Tardía y Precariedad’, decía que la modernidad tuvo entre sus logros “la pretensión de constituir un sujeto racional y autónomo, guiado ya no por autoridades foráneas, ni por poderes supra humanos, sino sólo por los dictados de la racionalidad” (Falcó, 2005). Para muchos, esta postura es la que ayudó a trastocar el orden y a priorizar nuevos valores que se 6. La Primera Piedra https://www.laprimerapiedra.com.ar/2014/10/goethe-el-romanticismo-y-una-causa-perdida/. 7. El Romanticismo La Creación de la Libertad https://www.youtube.com/watch?v=II16g3vcFsc. 34.

(35) convirtieron en patrones que guían la dinámica social, los mismos que están seriamente cuestionados por ser causantes de una serie de desequilibrios en distintos contextos. En la modernidad, según Camps la igualdad de todos los individuos frente a la ley, fue un imperativo por lo que se adopta una actitud más defensiva y egoísta que solidaria. Decía “que el individualismo es una conquista de la modernidad paralela a la conquista de la libertad y a la proclamación de los derechos humanos que son en definitiva derechos individuales” (Camps, Virtudes Públicas, 1996, pág. 41). Y pese a considerar al individualismo una victoria, lo cierto es que también vino acompañada de aspectos perjudicial. Sobre esto MacIntyre afirma que “los problemas de la teoría moral moderna emergen claramente como producto del fracaso del proyecto ilustrado. Por una parte, el agente moral individual, liberado de la jerarquía y la teleología, se auto concibe y es concebido por los filósofos morales como soberano en su autoridad moral” (MacIntyre, Tras la Virtud, 2004, pág. 88). De hecho muchos de los desafios de hoy en día tienen que ver precisamente con el individualismo, que se traduce en una suerte de desapego a lo que pasa con el otro y con el entorno. Es una actitud donde la prioridad es atender a lo que beneficia a uno mismo, descreyendo y desvalorizando la relación irrenunciable con los demás y con el entorno. Una de las consecuencias más evidente del individualismo es el desequilibrio en el medio ambiente, que surge cuando se intenta estrujar al máximo los recursos naturales sin pensar en el planeta como su hogar, ni en sus pares que muchas veces son victimas de los abusos. Daniel Bell, mencionado en el trabajo “Ciudadanos del Mundo” de Adela Cortina, señala que las sociedades cuya dinámica es el individualismo, les resulta dificil superar las crisis. Se dice:. 35.

(36) “Los individuos, movidos únicamente por el interés de satisfacer toda suerte de deseos sensibles en el momento presente, no sienten el menor efecto por su comunidad, y por ende no están dispuestos a sacrificar sus intereses egoistas en aras de la cosa pública”. (Cortina, Ciudadanos del Mundo, 1997, pág. 20). El individualismo resulta ser una barrera a momento de buscar la estabilidad y subsistencia de cualquier sistema, sea éste social, económico o político, pues todos éstos requiere de la cooperación para subsistir. Por lo tanto, es sensato promover la virtudes que contrarresten la lógica individualista. Otra característica que viene con la modernidad tiene que ver con la conversión de la sociedad comunitaria a una sociedad de productores y consumidores, haciendo que los asuntos públicos quedasen en manos del Estado, con cuya consecuencia hizo que el ciudadano se desentienda de la vida pública para introducirse a la vida del trabajo y de la familia, aspectos privados que carecen de reconocimiento de lo público. (Camps, Virtudes Públicas, 1996, pág. 94). Este sin duda, es un momento clave en que lo privado se vuelve invisible y por lo tanto secundario. Volviendo a la ética de las virtudes, Diana Hoyos decía (2011) que la “enfermedad” de las teorías de modernidad fue que se planteaban su aplicación en términos de una obligación y un deber moral, respaldado y vigilado por un marco legalista de la ética. En esta línea y, sin lugar a dudas, fue Kant quien marcó una notable influencia en lo que respecta el quehacer humano desde la razón y la ley, que comienza con el gobernarse a uno mismo. Su ética está basada en la teoría de las costumbres que dan forma a la moralidad del ser y cómo ésta debe plasmarse en la cotidianidad gracias a la facultad más representativa de toda persona, como lo es su razón. Se dice que los talentos del espíritu, como el juicio, el entendimiento o bien las cualidades del temperamento como la decisión, perseverancia “son buenos. 36.

(37) y deseables, pero también pueden ser malos y dañinos”, y esto dependerá del uso que haga de éstos, la voluntad o también llamado carácter. Sobre la buena voluntad se dice que ésta debe ser moralmente valida, por lo que hay que preguntarse a uno mismo si cierta acción se la querría como ley universal/ley moral. Tal como el ejemplo sobre la felicidad, que no por el afán de alcanzarla se pueden violar algunas normas morales. Esto no es deseable. Kant afirma que hay una tendencia natural a que la razón guíe al hombre. Esta razón es la que busca de manera consciente alcanzar ciertos propósitos como caminos que llevan al goce. Sin embargo, agrega, mientras más preocupados estemos en el goce como fin, más puede que se aleje la verdadera satisfacción. Por su parte, y en relación a las acciones se dice que éstas deben ser guiadas por el deber y no por intereses egoístas. Este análisis parte de la concepción que el ser humano es noble por naturaleza y capaz de alejarse de las inclinaciones egoístas que pueda tener. Lo que se espera es que el hombre actué en coherencia con la ley moral en todo momento y circunstancia, producto de la razón que lo guíe. La imitación no tiene lugar posible, pues uno puede inspirarse del ejemplo de los demás. Lo que finalmente debe guiar el accionar es una propia buena voluntad como medio para hacer cosas por el deber, pues la voluntad no es otra cosa que la razón puesta en práctica. Esta forma de encarar el tema de la ética de las virtudes desde el deber, el tener, sería producto de la influencia de la religión y más adelante se suma la postura racional. En ambos casos la tendencia fue el definir que las acciones de los individuos se marquen desde un sentido de la obligación y legalistas, tal como el propio Kant también lo estipulaba.. 37.

(38) A proposito, Camps decía que el ethos caracteristico de la modernidad es el individualismo liberal. Al convertirse en sujeto en el punto de partida y en el centro del conocimiento, se pierde el fundamento de la obligación, siendo que la categoría central de la ética ya no es la virtud, sino el deber. Curar esta tendencia racionalista que influenció el entendimiento y los alcances de la ética de las virtudes, para autores como Anscombe, Diana Hoyos, MacIntyre, Camps, entre otros, implica el retomar la teoría antigua sobre la ética de las virtudes, e incluye el entender la naturaleza humana, la acción humana, el tipo de característica que es una virtud o, por encima de todo, del ‘adecuado desarrollo’ humano”. Este ejercicio ayudaría a cambiar los conceptos del deber y obligación por los de la necesidad de contar con una ética. Pasar del deber a la necesidad. De los autores mencionados, MacIntyre es quien hizo la crítica más profunda sobre cómo las virtudes fueron perdiendo validez con el posicionamiento de un pensamiento moderno universal, que generó la imposibilidad de actuar bajo lo propuesto por Aristóteles, básicamente por que no se tiene un concepto unitario sobre el ser humano, además, porque no se sitúa en comunidades específicas, sino en espacios universales, lo cual no facilitaría la aplicación de lo propuesto por Aristóteles. De allí que MacIntyre, desde un contexto actual, plantea volver a formas de comunidad más pequeñas/locales, dando la espalda a la propuesta de una ética de las virtudes de alcance universal, pues considera que sólo en ese contexto (lo local) es posible una vida moral sólida, guiada por una definición única de lo que es y debe ser el individuo, por supuesto contrario a lo que la modernidad y los individualismos liberales plantean, en el sentido de que el sujeto es el centro del conocimiento, sin tener un sentido de responsabilidad u obligación inspirada desde. 38.

(39) lo dictado por las virtudes, sino que ahora la motivación se rige en un contrato social, lo que implica actuar por el deber racional. La propuesta de MacIntyre marca una tendencia importante en lo que respecta el reposicionamiento de la ética de la virtud, al igual que otros autores que también están aportando con nuevas reflexiones al respecto. Todos coinciden en que la virtud debe pasar a ser parte de lo aspecto público. En relación a la idea de comunidad, Adela Cortina reconoce la necesidad de reforzar en los individuos su sentido de permanencia a una comunidad, pues no bastan los conceptos racionales, sino que es necesario contar con la emotividad que procede del sentimiento de permanencia a una comunidad. “Sólo la persona que se siente miembro de una comunidad concreta, que propone una forma de vida determinada; sólo quien se sabe reconocido por una comunidad de este tipo como uno de los suyos cobra su propia identidad como miembro de ella puede sentirse motivado para integrarse a ella”. (Cortina, Ciudadanos del Mundo, 1997, pág. 28).. 2.3.1. Contemporánea Desde inicio del siglo XXI la tendencia es desplegar una ética de las virtudes que guie el accionar a partir de un nivel superior de la consciencia. En esta lógica Anscombe plantea una ética de las virtudes desde el entendimiento de la naturaleza humana o bien el adecuado desarrollo humano. Por lo tanto, se cambia la postura que el ser humano debe ser de tal manera que su actuar responde a su esencia. Con este entendimiento, la clave de la conducta humana no respondería a agentes externos, sino más bien a lo interno, la naturaleza del ser.. 39.

Referencias

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