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Los campos semánticos de la oscuridad y de la luz en la poética de Luis de León

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Los campos semánticos de la oscuridad

y de la luz en la poética de Luis de León

Isabel Uría Maqua Universidad de Oviedo

de manera especial las imágenes y metáforas de dos campos semánticos: el de la oscuridad y el de la luz‘. Estos campos opuestos aparecen con mucha frecuencia en las obras de fray Luis, dando lugar a las figuras de oposición y contraste, tan característi­ cas de la estética del poeta agustina’ y, en general, del estilo manierista.

Al campo de la oscuridad pertenece el lexema “noche”, palabra clave en la lírica luisiana, de gran rendimiento poético, llena de suge­ rencias y connotaciones. El término “noche”, así como la realidad física que designa, connota y sugiere diversos fenómenos, naturales y espirituales, normalmente de signo negativo, pertenecientes, como la noche, al campo semántico de la oscuridad: tinieblas, niebla, bruma, borrasca, sombra, ceguera, sueño, soledad, tristeza, melancolía, etc. y sus correspondientes adjetivos. Esas varias connotaciones, asociadas a la palabra "noche” en la poética luisiana, facilitan su conversión en un símbolo, el símbolo de la “noche oscura”, que en los textos de fray Luis, en verso y en prosa, aparece con este sintagma (Oda XIX, v. 87) o con las variantes: profunda noche (Oda H, v. 12), ciega y triste noche (Oda XXI, v. 22), etc.

E n la lírica de Luis de León, rica en tropos y figuras, destacan

‘ En realidad, no sólo en las Odas originales y en las naducciones de poemas latinos, también en los textos en prosa, como la Exposición del libro de Job, Los salmos, Los nombres de Cristo y otros, abundan esas imágenes. 2 Sobre los tropos y figuras de contraste en fray Luis, ver Helen Dill Goode, (1968: 110-124).

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606 lsafief ‘Uría lncipit; XXV-XXVI (2005-2006)

Pero el sentimiento de la noche, como fenómeno natural, con todo lo que este fenómeno conlleva, es tan profundo y vivo en el poeta agustino’ que no se agota en un solo símbolo, sino que se desdobla en dos, de signo contrario; uno negativo: la “noche oscura”; otro positi­ vo: la “noche serena“.

La “noche oscura” representa los aspectos negativos de la vida humana y del mundo material: las pasiones, el pecado, el dolor, el cuerpo, etc.. Por el contrario, la “noche serena” representa la paz, la elevación del espíritu, la Verdad, la Belleza..., es, en suma, el contra­ punto de la “noche oscura”. Esta contraposición no sólo responde a la estética del poeta, sino también a su temperamento contradictorio, a su lucha interior entre la realidad que vive y el ansia de etemidad, de pureza y de belleza absolutas. De hecho, el símbolo de la “noche serena”, como tal símbolo, surge por contraste, en la expresión de sentimientos y vivencias que se oponen entre sí, en versos en los que a la oscuridad natural de la noche se enfrenta la luz de las estrellas. Es lo que sucede en la Oda VHI, dedicada a Diego de Loarte, cuyo primer verso es igual al del salmo VIII:

Cuando contemplo el cielo, de innumerables luces adomado, y miro hacia el suelo de noche rodeado,

en sueño y en olvido sepultado’, (w. 1-5)

’ Según parece, el fuerte sentimiento de la noche que revelan sus poesías lo habría adquirido fray Luis en la contemplación directa de las noches sal­ mantinas, estrelladas y brillantes. Al menos eso es lo que se desprende de las palabras de Marcelo (trasunto del propio fray Luis), quien confiesa que está acostumbrado “a hablar en los oydos de las estrellas, con las cuales [dice] comunico mis cuydados y mis ansias las más de las noches”, Los Nombres de Cristo, [Rey de Dios], ed. de Cristóbal Cuevas (1977: 358). La cursiva es mía.

‘ Para el tema de la noche y su valor simbólico, ver Maria Jesús Femández Leborans (1973: 37-74).

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Oscurüfaríy ha en [a poética ¡{e Luis ¡{e León 607

Aquí, la oposición y el contraste se producen en el mismo fenó­ meno fisico de la noche, pero contemplada desde dos ángulos opues­

tos: el poeta levanta la vista y ve el cielo de innumerables luces

adornado, y mira luego al suelo, que ve de noche rodeado. El contras­ te entre los dos primeros versos de la lira y los tres últimos es triple: el cielo, que connota lo sobrenatural y, por tanto, lo etemo, se opone al suelo, que representa lo material y caduco de este mundo; las luces, con frecuencia imágenes de la verdad, la belleza y la pureza, se opo­ nen a la noche, que aquí vale ‘oscuridad’, ‘tinieblas’, lexema de reso­ nancias bíblicas, fuertemente negativas‘. Las oposiciones no se agotan

con esto, sino que lo alto, superior, del cielo se opone a lo bajo,

inferior, del suelo. Por otra parte, sueño y olvido, epítetos de suelo, en este contexto pertenecen también al campo semántico de la oscuridad, y sepultado, además de sugerir la oscuridad absoluta, tiene connota­ ciones luctuosas, reforzando, así, los aspectos negativos de suelo, no­ che, sueño, olvido. Comentando estos versos de la “Noche Serena”, escribió Balbino Marcos (1991: 177):

¿Qué es lo que ve el religioso agustina cuando abre la ventana de su celda en una noche serena y eleva sus ojos al cielo‘? Un mundo luminoso y perfectamente ordenado, sobre todo es paz, sosiego, dul­ zura y equilibrio. Y ¿qué ve cuando baja los ojos y mira a la tiene? Aquí abajo desconcierto y allá arriba todo concertado; aquí oscuri­ dad e incertidmnbre y allá arriba luminosa certeza; aqui bullicio inquieto y allá arriba paz y dulzura embriagadora. Toda esta tensión de elementos contrarios, tan tipica en la actitud vital y literaria de Fray Luis, trae como consecuencia una desgarradora nostalgia que le fuerza a llorar dolorosamente.

Así es, en efecto, y se ha dicho muchas veces que fray Luis vivió desgarrado, escindido entre dos fuerzas opuestas que tiraban de

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608 lsafieí Zlrúr l ncipit, XXV-XXVI (2005-2006)

él’, y se ha explicado su preferencia por las figuras y construcciones de oposición y contraste como una consecuencia de su íntimo y perso­ nal problema.

Volviendo al simbolo de la “noche serena” es obvio que resulta

del contraste de la luz de las estrellas que iluminan el cielo y la

oscuridad de la noche. Por tanto, en este símbolo, los semas negativos y sus connotaciones quedan suspendidos, o mejor, se neutralizan con la luz y el brillo que despiden las estrellas, por eso, al sustantivo “noche” se le añade el adjetivo “serena”, indicando que se trata de un símbolo positivo. Lo luminoso y brillante viene de lo alto, del firrna­ mento, de lo etéreo, en tanto que la oscuridad y las tinieblas vienen del suelo, de lo bajo y material. Son numerosos los textos luisianos, en los que los campos semánticos de la luz y la oscuridad contrastan entre sí, como sucede en la Oda VHI. Veamos otros ejemplos en la Oda II (vv. 1-5):

Virtud, hija del cielo, la más ilustre empresa de la vida, en el escuro suelo,

luz tarde conocida,

senda que guía al bien, poco seguida.

Aquí,- la Virtud, don celestial (hija del cielo), se identifica con la luz (v. 4) y se opone al escuro suelo, ‘el mundo o vida terrenal’ (v. 3). En la misma Oda Il, en la última lira, encontramos de nuevo ese contraste:

En pueblo inculto y duro induce poderoso igual costumbre, y do se muestra escuro el cielo, enciende lumbre, valiente a ilustrar más alta cumbre‘.

7 Sobre el temperamento de fray Luis y su desgarro interior han escrito varios críticos, pero me limito a citar, simplemente, a Dámaso Alonso (1962: 165­

198).

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Oscuridad}; [uz en 121 poética ¡{e Luis ¡{e León 609

donde los opósitos escuro y lumbre (‘luz’) están en final de verso, la posición más relevante, ya que en ella concurren la rima, la cumbre tonal y la pausa versal, con lo que las palabras se destacan singular­ mente.

Otros muchos ejemplos se podrían añadir a éstos, pues, como quedó señalado, las figuras de oposición y contraste son característi­ cas de la poética luisiana, y la mayoría se producen, precisamente, entre los campos semánticos de la luz y la oscuridad, ya que son los que más claramente representan los dos mundos, el terrenal y el sobre­ natural, entre los que se debate fray Luis, lucha interior que suscita la escisión y espiritual desgarro del poeta. La abundancia de tales oposi­ ciones es posible porque son muchas las expresiones capaces de suge­ rir la oscuridad y, con ella, lo negativo de la vida terrenal. Asimismo, son numerosas las voces que comportan el fenómeno de la luz. A este campo petenecen: claridad, brillo, luminarias, luminosidad, ilumina­ ción, llama, rayo, relámpago, resplandor, aurora, luna, lucero, estre­ llas, cielo, mediodía, etc., y sus correspondientes adjetivos.

La abundante presencia de la luz en los textos luisianos, ya sea de manera expresa o mediante voces que la connotan o la sugieren contextualmente, era de todo punto esperable, ya que la obra del poeta agustino, su pensamiento y su doctrina son profundamente religiosos, con una reli iosidad centrada en Cristo’, pues “Cristo es su verdad y su nonna” ( varez Turienzo 1981: 38-39).

Como es sabido, la luz es un símbolo esencialmente religioso. En la reli ión cristiana, la Luz se identifica con Dios y con todo lo que viene de l: Cristo, la Gracia, el Espíritu Santo. Es uno de los símbo­ los o signos más frecuentes y comunes de la Divinidad y lo divino. Además, la luz, puede simbolizar la Sabiduría, la Belleza, la Felicidad, la Verdad y la Bondad absolutas, la Vida, en el sentido espiritual y trascendente. En las Sagradas Escrituras, especialmente en los Salmos, en el Libro de la Sabiduría, y en el Libro de Job son numerosas las referencias a la luz, como símbolo de Dios y/o del sumo Bien'°. Ya en

9 Para fray Luis ser sabio es saber mucho de Cristo, Los nombres de Cristo, ed. C. Cuevas (1977: 147).

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610 Isafieí um Incipit, Jam-Justin (2005-2005)

el Antiguo Testamento, al tratar de la Creación, se dice que Dios, hizo la luz el primer día (Gén l, 3-4). Pero fue, sobre todo, San Juan quien dio a la Luz una dimensión absolutamente trascendente y sagrada, al identificarla con el mismo Dios, tal como lo expone en el comienzo de su Evangelio, en el que el Verbo, Dios y la Luz, se identifican (Jn l, 4-9 ). De una manera general, las imágenes de la luz, la aurora, etc., en los textos bíblicos, siempre simbolizan o refieren a cosas sagradas o a la Divinidad.

Por otra parte, desde el punto de vista de la ciencia física, la importancia de la luz es absoluta: la luz lo es todo y sin la luz nada existe. Tiene, además, el poder de cambiar la forma de las cosas, su apariencia, ya que los efectos de la luz en los objetos varían mucho a lo largo del dia y de las estaciones. Con esos cambios, las cosas parece que tienen movimiento y se transforman. Fray Luis que, ade­ más de eximio poeta, teólogo, escriturista..., fue un excelente pintor, no podía quedar indiferente ante el fenómeno de la luz y sus efectos sobre el paisaje natural, terrestre y marítimo. Y así lo revelan sus obras poéticas, en verso y en prosa, en las que abundan las referencias al campo, al mar, a los astros celestes.

Fray Luis tenía un sentido religioso de la Naturaleza, la emo­ ción que despierta en él la contemplación del paisaje, sea cósmico o terrenal, es de honda raíz religiosa y, a la vez, profundamente lírica: “Todo lo que es naturaleza, en Fray Luis es naturaleza trascendida, teleológica” dice el P. Félix García, y añade: “es una naturaleza con alma” (1957, I: 95-103). Por su parte, Cristóbal Cuevas (1977: 95­ 103) pone de relieve el importante papel que adquiere la Naturaleza en Los nombres de Cristo, donde con frecuencia tiene una dimensión simbólico-religiosa. Asimismo, son numerosos los versos en los que las descripciones paisajísticas tienen resonancias religiosas. Es el caso de la Oda XIII, dedicada a cantar la belleza de la vida celestial, o la Oda X, donde la Naturaleza que se describe es la del mundo cósmico.

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Oscunïaríy [uz en [a poética Je Luis ¡{e León 61 l

En todo caso, las descripciones del paisaje natural son de una belleza poco común y de un profundo lirismo, como la tan conocida del huerto del poeta (Oda I), cuyo valor metafórico-simbólico me parece indudable". En otros muchos textos luisianos hay referencias a la Naturaleza y breves pinceladas descriptivas. Como simple ejemplo, cito aquí la primera lira de la Oda XI, en la que se describen los efectos del otoño en la Naturaleza:

Recoge ya en el seno

el campo su hermosura; el cielo aoja con luz triste el ameno

verdor, y hoja a hoja las cimas de los árboles despoja.

Aquí, excepcionalmente, la luz es triste, por ser luz otoñal, y contrasta, en quiasmo, con el ameno verdor del campo.

Los lexemas del campo semántico de la oscuridad, más en con­ creto, la voz “noche”, en algunos textos luisianos puede ser metáfora de ‘cárcel’. Pero por otro lado, las palabras “cárcel”, “prisión”, así como ciertas fomias lingüísticas que las connotan, en la poética de fray Luis tienen, a veces, un sentido figurado: su referente no es una cárcel real, material, sino una cárcel inmaterial y, como tal, lo que aprisiona no es el cuerpo del hombre, sino el espiritu; se trata de la ‘cárcel del alma’, que puede ser el pecado, el mundo, el propio cuer­ po. Así, en la misma Oda VIH, en la lira 3, dice el poeta:

Morada de grandeza, templo de claridad y hermosura, el alma, que a tu alteza nació", ¿qué desventura la tiene en esta cárcel, baja, escura?

" Sobre el sentido metafórico del huerto de fray Luis, ver Isabel Uría Maqua, “La escondida senda y el huerto del poeta en la Oda I de Luis de León”, en prensa, en el Boletín dela R A E.

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612 Isafieí flría Incipit, Jota/mw (2005-2005)

En este contexto, es indudable que la palabra cárcel no designa una cárcel real, sino metafórica, pues el poeta dice explícitamente que es el alma la que está prisionera. Por tanto, esos versos (13-15) no se refieren a una cárcel de cal y canto, sino a la prisión del alma en el cuerpo; el cuerpo es la ‘cárcel’ del alma.

Como es evidente, aquí está implícita la teoría platónica" del origen de las almas. Fray Luis, poeta y humanista, poseedor de la más alta cultura de su tiempo, asirniló todas las corrientes artísticas y filosó­ ficas, que se entrecruzan y configuran nuestro peculiar Renacimiento. Como pensador y como poeta, era un seguidor de la filosofia platónica, cristianizada y enriquecida por san Agustín. Las ideas platónico­ agustinianas influyeron de manera decisiva en el pensamiento del maes­ tro León, en su sentir místico y poético, y la teoría platónica, según la cual las almas residían primero en el seno del Señor y por faltas cometi­ das fueron castigadas a permanecer encerradas en los cuerpos materia­ les, está implícita en los versos 13-15 de la Oda VIH. Esa teoria es, pues, el referente último de los versos que comentamos“.

Fray Luis tenía una profunda nostalgia del cielo, y eso le hacía desear verse libre de las ataduras del cuerpo y del mundo, liberar el espíritu, el alma, de la materia de la vida temporal y caduca. Ese constante anhelo del cielo, y esa urgencia por verse libre y romper con todo lo terrenal, para elevarse a las regiones superiores, los expresa fray Luis con imágenes luminosas, de luz, claridad, brillo, etc., que connotan lo celestial y elevado, contrapuestas a las de la oscuridad, la noche, la cárcel, que, en tales contextos, pueden representar ‘el cuer­ po’, ‘el pecado’ o ‘el mundo’, pues cualquiera de ellos aprisíona el espíritu y lo aparta de Dios, especialmente el pecado. Obviamente, el maestro León sabía que el cuerpo humano no es ninguna cárcel del alma, puesto que el hombre es un compuesto de cuerpo y alma, ele­

(2000: 119) la frase de los versos 13-14 significa ‘destinada a tu alteza’, o sea, ‘destinada a Ti’. Cualquiera de las dos acepciones parece válida. " Según parece, Platón, recibió de los pitagóricos la idea del alma como armonía, que fue castigada a vivir bajo las ataduras del cuerpo por algima falta cometida (Balbino Marcos, 1991: 189 ).

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Oscuridad}; [uz en [a poética de Luis de León 613

mentos inseparables. Pero, como poeta, utiliza las ideas platónicas para expresar sus vivencias, su anhelo de pureza y belleza absolutas, su ansia de etemidad.

En la misma Oda VIII, en la lira 13, encontramos de nuevo las ideas platónicas del alma encerrada en el cuerpo mortal. Tras una serie de versos (1-60 ), dedicados a contrastar la grandeza y hennosura del universo celeste con la obscura vida terrenal, el poeta opone, una vez más, esas bellezas celestiales a la bajeza de la tierra (v. 62), y ese contraste suscita en él, como ya había hecho en varios versos anterio­ res, la interrogación retórica, figura muy usada por el poeta agustino para enfatizar la expresión y destacar la vehemencia emotiva que esos contrastes le producen. Dicen así los versos 61-65 de la lira 13:

¿quién es el que esto mira y precia la bajeza de la tierra, y no gime y suspira, y rompe lo que encierra

el alma y destos bienes la destierra?"

Fray luis se siente desterrado de la patria, prisionero en este mundo, que él llama el bajo y torpe suelo (v. 36). Por eso quiere liberar el alma del cuerpo y del mundo: lo que encierra/ el alma, (vv. 64-65), pues ambos, el cuerpo y el mundo, la tienen presa y lejos de los bienes verdaderos y eternos: ¡Ay, levantad los ojos / a aquesta celestial eterna esfera! (vv. 31-32); de ahí que hable de romper lo que

la encierra: y rompe lo que encierra / el alma y destos bienes la

destierra (vv. 64-65). La teoría pitagórico-platónica de las almas pre­ sas en los cuerpos, reaparece en los versos arriba copiados.

Por otra parte, a lo largo de toda la Oda, y no sólo en la primera lira, está implícito el contraste entre los dos campos semánticos: el de la luz viene sugerido por expresiones como templo de claridad y hermosura (v. 12), celestial eterna esfera (v. 32), resplandores eternales (v. 42), la plateada rueda (v.47), la graciosa estrella (v. 49), relucíen­ te y bella (v. 50), el reluciente coro (v. 59), etc.; el de la oscuridad, por expresiones como bajo y torpe suelo (v.36), bajeza de la tierra (v. 62), lo que encierra / el alma (W. 64-65).

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6 l 4 Isafieí ‘Uría I ncipit, XXV-XXVI (2005-2006)

Veamos otro ejemplo de la influencia de esas ideas en la poéti­ ca del maestro León. En la Oda X, dedicada a su amigo Felipe Ruiz, que Macri (1982: 81) incluye en el grupo de las Odas místicas y que, según el P. Felix García (1957: 763), es una de las más perfectas, leemos:

¿Cuándo será que pueda libre desta prisión volar al cielo, Felipe, y en la rueda que huye más del suelo

contemplar la verdad pura sin duelo”?

Aquí, como en los versos anteriores de la Oda VIII, es induda­ ble que, con la voz prisión, el poeta se está refiriendo a una cárcel metafórica. En primer lugar, fray Luis no escribió esta Oda en la cárcel, sino a la salida de la cárcel. Según Macri (1982: 81), la escri­ bió en 1577; según el P. García (1957: 763), aún más tarde, entre 1577 y 1583, o sea, en el período de madurez y máxima perfección de sus Odas. Por lo tanto, si ya había salido de la cárcel, no tiene sentido que aluda a estar en una prisión real.

Pero, además, hay otra razón, quizás aún más definitiva, para pensar que se trata de una cárcel metafórica y no real. Esa razón nos la dan los propios versos del poeta, pues lo que dice es que quiere volar al cielo y, allí, contemplar la verdad pura sin duelo. Fray Luis quiere dcspojarse de la ‘cárcel’ del cuerpo, y una vez liberado del cuerpo material, quiere que su alma, espiritual y etema, suba al cielo para gozar de la verdad esencial, de la belleza y bondad absolutas y etemas del paraíso, en el que no existe el duelo, esto es, la ‘pena’, y el ‘dolor’ que siempre hay en este mundo. Por tanto, esa prisión de la _que el poeta quiere librarse es su propio cuerpo, o el mundo, lo que, en realidad, viene a ser lo mismo, ya que ambos, el cuerpo y el mundo, como también el pecado, son los que impiden a su alma volar hacia Dios.

También en la Oda XIII, encontramos la idea pitagórico-platónica del alma prisionera en el cuerpo. En las dos últimas liras, dice fray

Luis: ­

‘° En las ediciones del P. Vega (1955) y del P. García (1957) la lección es sin

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Oscuriafarfy [uz en [a poética Je Luis ¿{e León 615

¡O son!, ¡o voz!: ¡Siquiera pequeña parte alguna decendiese en mi sentido y finera de si el alma pusiesse,

y toda en ti, o Amor, la convirtiese! Conocería dónde

sesteas, dulce Esposo; y desatada desta prisión adonde padece, a tu manada viviera junta, sin vagar errada."

El poeta pide que descienda a su sentido alguna pequeña parte del divino son del Buen Pastor, con lo cual su alma saldría del cuerpo y, desatada desta prisión, ‘libre del cuerpo material’, viviría con el hato del Buen Pastor. Por lo tanto, aquí la palabra prisión está usada con un sentido figurado.

El valor puramente metafórico de las palabras prisión y cárcel suele aparecer en contextos en los que el poeta opone y contrasta la noche, la oscuridad, las tinieblas, etc., o el mundo terrenal y sus ma­ les, con la luz, el cielo y todo lo que estas voces connotan: el bien, la felicidad, verdad, bondad y belleza absolutas", como hemos visto en los ejemplos de la Oda VIII y en la 0da X (en la rueda/ que huye más del suelo,/ contemplar Ia verdad pura, sin duelo).

Por otra parte, en algtmos casos, el lexema “noche” puede ser metáfora de cárcel, sobre todo cuando la voz “noche” va acompañada de epítetos como ciega, triste, oscura... Es lo que sucede en la “Can­ ción a Nuestra Señora” (Oda XXI), escrita en estancias y de clara tradición petrarquista. Es una sentida y honda plegaria a la Virgen, compuesta, ésta sí, en la cárcel inquisitorial de Valladolid, en 1573". El poeta invoca a la Virgen María, dominado por el dolor, la tristeza y

‘7 La cursiva es mía.

‘l’ En efecto, las antítesis y contrastes, tan del gusto del maestro León, a veces dan lugar a que las palabras adquieran valores metafóricos o simbólicos. En todo caso, su significado se enriquece y se potencia, en virtud de la posición que ocupan como partes de una figura retórica.

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6 l 6 lsañeí ‘Uría I ncípit, XXV-XXVI (2005-2006)

la angustia, pues se siente injustamente condenado, de ahí la emoción y vehemencia de sus palabras:

Tu luz, alta Señora,

venza esta ciega y triste noche mía. (w. 21-22)

Aquí, una vez más, la luz, que viene de lo alto, del mundo celestial, contrasta y se opone a la oscuridad de la ciega y triste noche. En este contexto de poéticos contrastes, las palabras ciega y triste noche son, según el P. Vega, metáfora de ‘cárcel’, si bien los demás editores de las Odas de fray Luis no señalan ese valor metafórico. Por su parte, Oreste Macrí (1982: 80) señala que, en esa Oda (XXI), la voz cadena del verso ll, vale ‘cárcel”°, pero no, en cambio, la ciega y triste noche del verso 22. No obstante, el P. Vega sostiene que los versos 21-22 se refieren a la cárcel de Valladolid, en la que el poeta agustino estuvo preso varios años (1572-1575), y durante los cuales escribió la “Canción a Nuestra Señora”. Por eso cree que con la ciega y triste noche fray Luis alude a la cárcel real, de cal y canto, en la que entonces se encontraba". Ese verso 21 sería, pues, una metáfora de ‘cárcel’, entendida en el sentido real, material, según el P. Vega.

Sin embargo, con esas imágenes, el poeta también puede signi­ ficar una cárcel espiritual, la cárcel del alma, es decir, el cuerpo, el

1° Más adelante volveremos sobre el valor metafórico de la voz cadena, en otro contexto.

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Oscurííaafg ütz en [a poética Je Luis Je León 617

pecado, o el mundo; algo, en suma, que aprisiona y angustia el espíri­ tu del poeta. El hecho de que pida ayuda a la Virgen para que con su luz domine y venza su ciega y triste noche, hace pensar que se trata más bien de la ‘noche del espiritu’ o ‘cárcel del alma’, y no de una cárcel real, aun cuando fray Luis estaba realmente encarcelado. Sabe­ mos que, en su poética, la luz y todo lo que la connota, entre otros muchos valores, todos positivos, tiene el de ser simbolo de la ‘ayuda espiritual’. Por tanto, si en el citado verso el lexema “noche” vale ‘cárcel’, como quiere el P. Vega, lógicamente debe tratarse de una cárcel imnaterial, pues no tiene mucho sentido que una ayuda espiri­ tual, como es la luz de la Virgen Maria, venza una cárcel de cal y canto. En ese contexto, el verbo vencer ha de tener un complemento de naturaleza espiritual: lo que el poeta implora a la Virgen es que libre a su alma del dolor y la angustia que padece; ellos son la ‘cárcel del alma’. En apoyo de esto, hay que tener en cuenta los versos que preceden a los que estamos analizando (vv.l2-20), dicen así:

Virgen, en cuyo seno halló la Deidad digno reposo, do fue el rigor en dulce amor trocado: Si blando al riguroso

bolviste, bien podrás bolver sereno un corazón de nubes rodeado. Descubre el deseado

rostro, que admira el cielo, el suelo adora; las nubes huirán, lucirá el día; tu luz, alta señora,

Venza esta ciega y triste noche mía.

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618 lsafief Uría Incipu, XXV-XXVI (2005-2005)

Virgen, que el sol más pura, gloria de los mortales, luz del cielo, en quien es la piedad como la alteza: Los ojos vuelve al suelo y mira un miserable en cárcel dura, cercado de tinieblas y tristeza; y si mayor bajeza

no conoce, ni igual, juicio humano, que el estado en que estoy por culpa ajena, con poderosa mano

quiebra, reina del cielo, la cadena.

En estos versos, en los que encontramos de nuevo la oposición y contraste entre la luz (luz del cielo v. 2) y demás lexemas de su campo semántico (más pura que el sol, v. l), y la oscuridad (suelo, v.4), tinieblas”, tristeza (v. 6), que también connota oscuridad, el

poeta alude dos veces a la cárcel. La primera vez se refiere a su

prisión con el sintagma cárcel dura (v. 5), en el que la voz cárcel parece tener sentido recto, ya que el calificativo dura sugiere una cárcel material. Con todo, no descarto la posibilidad de que se trate de una cárcel espiritual, metafórica, pues el adjetivo duro-a también se aplica a sufiimientos y dolores espirituales. La segunda vez alude a la cárcel con la palabra cadena (v.1 l):

“quiebra, reina del cielo, la cadena”.

Aquí, cadena sí parece metáfora de ‘cárcel’; pero, a su vez, esa cárcel no es material, sino espiritual: la angustia, el dolor moral, la tristeza..., son sentimientos que encadenan el alma del poeta; su espíri­ tu está agobiado, abatido, pues se siente injustamente condenado y perseguido por sus enemigos, que le culpan del pecado de herejía. Esos sentimientos son la cárcel de su alma, y pide a la Virgen que con su luz (‘ayuda espiritual’, ‘fortaleza’, ‘consuelo’) quiebre la cadena que aprisiona su espíritu. Ambos lexemas: quebrar y cadena están, pues, usados con un sentido figurado.

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Oscuridady [uz en [a poética de Luis de León 619

Refiriéndose a estos versos, y a otros muchos de la Oda XXI”, dice Macri (1982: 75-76):

Tanto le acosaba el complejo del perseguido que el verso [90] del salmo XXIV: “rompe de mis pecados la cadena” se alteró profunda­ mente en: “quiebra, Reina del cielo, esta“ cadena” [v. ll de la Oda “A Nuestra Señora”].

En realidad, el salmo XXIV, cuyo verso cita Macri, es una versión muy libre de fray Luis”, hecha sobre los temas del salmo XXIV bíblico. En ambas versiones, la bíblica y la del poeta agustino, sus autores hacen una súplica de protección, de perdón y liberación a Yahvé y a Dios, respectivamente, con una gran confianza en su mise­ ricordia.

Pues bien, en ese salmo, fray Luis, como el salmista, se siente pecador, culpable, y suplica a Dios que rompa de sus pecados la cadena, es decir, que le perdone los pecados, pues le afligen y encade­ nan su alma. Por tanto, esa cadena sólo puede ser una cadena espiri­ tual, ya que lo que el poeta implora es que Dios le proteja y le libere del peso de sus pecados, que son males espirituales. Además, ya antes, en los versos 81-83, alude fray Luis a

Los lazos de tormento,

que estrechamente ciñen mi afligida alma, ya sin cuento.

Esos lazos que estrechamente ciñen, ‘aprietan’ y ‘aprisionan’, el alma afligida del poeta, son cárceles metafóricas, prisiones espiri­ tuales.

1’ Véanse, especialmente, todos aquellos versos en los que fray Luis alude a sus enemigos y al profundo daño que le hicieron y hacen con sus falsas acusaciones.

2‘ En la edición de Macri se incluye esta cadena, pero en la de C. Cuevas que utilizo, se menciona la cadena.

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620 Isaóeí ‘Uría lncipít, xxv-xxw (2005-2006)

Ahora bien, puesto que la fuente del verso ll de la Oda “A Nuestra Señora” es el verso 90, de la versión que hizo fray Luis del bíblico salmo XXIV, hemos de concluir que, en quiebra, reina del cielo, la cadena (v. ll de la Oda “A Nuestra Señora”), la cadena es, también aquí, una cárcel metafórica, es decir, ‘el pecado’. Por eso dice Macri:

Así, en aquel momento, las culpas ajenas echaron sombra sobre los propios pecados, que asoman sólo en la última estancia, donde se invoca a la Virgen sin mancha del “mal primero”. Aqui el poeta se siente, él también, contaminado en cuanto parte del “humano linaje”; antes individualiza la propia culpa, la de la afanosa juventud, a la que con frecuencia se refiere en otros lugares. (pp. 75-76). Fray Luis, aunque injustamente encarcelado, se siente pecador, como todo ser humano, y eso es lo que le produce la aflicción y la angustia que manifiesta a lo largo de las nueve estancias de la Oda XXI. Dicen así los versos de la última estancia“:

Virgen no enficionada

de la común mancilla y mal primero que al humano linaje contamina”: Bien sabes que en ti espero dende mi tiema edad; y si malvada fuerza que me venció ha hecho indina de tu guarda divina

mi vida pecadora, tu clemencia tanto mostrará más su bien crecido, cuanto es más la dolencia, y yo merezco menos ser valido.

En otras palabras, el poeta agustino siente el dolor y la tristeza que produce el pecado. Ellos son la cadena, que espera rompa la

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Oscuridad}; [uz en [a poética ¡{e Luis Je León 621

piedad sin límites de la Virgen María. Lo que suplica es que la infinita misericordia de la Madre de Dios, libre su alma del peso del pecado, para alcanzar, así, la paz del espíritu que viene con el perdón.

No sólo en la “Canción a Nuestra Señora” utiliza fray Luis la voz “cadena” con el sentido de ‘carcel espiritual’. Ese mismo sentido figurado lo encontramos al final de la Oda XH, “A Felipe Ruiz”, en los versos 61-65:

Rompiste mi cadena,

ardiendo por prenderrne: al gran consuelo subido he por tu pena.

Ya suelto, encumbro el vuelo, traspaso sobre el aire, huello el cielo.

Aquí, cadena, lo mismo que en la Oda XXI, tiene un sentido figurado: la cadena que rompió el enemigo es metafórica, inmaterial. Lo que dice el poeta es que el empeño del tirano por dañarle y hundir­ lo, ha producido el efecto contrario: lo ha liberado, pues ha roto la cadena que tenía prisionero a su espíritu; ahora, libre de aquella pri­ sión (cadena), vuela al cielo. Para dejarlo más claro, fray Luis pone el ejemplo de la ñudosa carrasca, que cuanto más se arranca más se agarra a la roca y se vuelve más fuerte y vigorosa.

En el fondo, lo que expone en esta Oda es parecido a lo que expone en la Oda XV, dedicada a Portocarrero. Incluso, el procedi­ miento que sigue para hacer más clara su exposición es semejante en ambas Odas, pues en las dos se vale de un ejemplo: en la Oda XII el de la carrasca desmochada, y en la XV, el parto de la Tierra.

Aún hay otra Oda, la XVII, escrita en la cárcel, como la Oda XXI, en la que el maestro León usa la voz cadena con un sentido figurado, el de ‘cárcel o prisión espiritual’. Es sabido que la Oda XVII la escribió fray Luis (h. 1573-74) bajo una fuerte tensión de pesimis­ mo y desesperanza, cuando, tras haberle prometido su inminente sali­ da de la cárcel, recibe la noticia negativa de su libertad. De ahí el título de la 0da: “En una esperanza que salió vana”.

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622 Isafielflnh Incipit, XXV-XXVI (2005-2005)

primer terceto, se plasman en imágenes de una gran fuerza expresiva, en los versos 34-36:

Quien mis cadenas más estrecha y cierra es la memoria mía y la pureza; cuando ella sube, entonces vengo a tierra.

Aquí, como en los otros ejemplos que hemos visto, la voz cade­ nas, tiene un sentido figurado: se trata de cadenas inmateriales, que encarcelan el espíritu del poeta, y esas cadenas las producen, paradó­ jicamente, su memoria y su pureza, esto es: la conciencia de saberse

inocente y estar injustamente encarcelado.

Volviendo ahora a la voz “noche” y demás términos del campo semántico de la oscuridad, parece evidente que fray Luis se vale de ellos, con relativa frecuencia, para expresar un sentimiento de angus­ tia, de aflicción y/ o de opresión, usándolos no en su sentido recto, sino en un sentido figurado, con el valor metafórico de ‘carcel’, sobre todo cuando la palabra “noche” va acompañada de epítetos, como ciega, triste, oscura.

Esto nos lleva a pensar que el maestro León tenía un concepto negativo de la noche física. En cierto modo así era. En el Cap. 4 de su Exposición al Libro de Job", por ejemplo, refiriéndose a las duras palabras que Elifaz dijo al paciente y santo Job, hace fray Luis el siguiente comentario:

De arte que el tiempo cuando le fue revelado fue de noche, y en lo más hondo y escuro de ella, cuando las tinieblas espesas y la soledad que nace del silencio de todo, causan horror en el ánimo, y cuando todo lo que se ve o se imagina ver, como no se divisa, hace

asombramiento que espeluza el cabello; y cuando el humor melancó­ lico que, escalentado con el sueño y esforzado con el alejamiento del sol, se mueve en el cuerpo, y con los humos que envía, apretando el corazón y ennegreciendo la imaginación y sentido, cría sueños pe­ sados y horribles. [...], que es tiempo cuando, según la opinión del vulgo, andan las sombras y las estantiguas que espantan”.

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Oscuriíaly [uz en [a poética ¡{e Luis Je León 623

Este comentario de fray Luis sobre la noche y los efectos que la oscuridad produce en el ánimo de los hombres es, evidentemente, negativo. Sin embargo, no siempre ve la noche con ese pesimismo. Ya hemos visto cómo el mismo fenómeno de la noche que dio lugar al símbolo de la ‘noche oscura’, inspiró al poeta la creación del símbolo de la ‘noche serena’, de valor espiritual, absolutamente positivo.

Pero, además, también hay textos en prosa del poeta agustino, en los que deja muy claro que tenia un concepto altamente positivo de la noche fisica, es decir, del fenómeno natural de la noche. Así, en el mismo capítulo 4 del Libro de Job”, tras la reflexión sobre la noche y sus negativos efectos, del texto arriba copiado, hace, a continuación, la siguiente apología de la noche:

Y con ser ansí que la noche es reparo de los miembros cansados y que con el sueño de ella lava el corazón sus tristezas; y con ser ansí que templa el aire encendido, y que con su templada y saludable humedad, los árboles y las plantas se rehacen del día, y que su rocío baña y fertíliza las yerbas, ni las plantas, ni los árboles, ni los anima­ les y cuerpos se reparan ami con la noche tanto cuanto las tinieblas della acarrean mejoramiento y salud al alma que en ellas [en las noches] vela. Porque la tiemplan los afectos que la encendían en fuego y la olvidan de lo que entre día hace afán y trabajo, y la renuevan y la fortalecen, y la bañan con el rocío del bien, que mez­ clado con gozos dulcísimos sobre ella desciende;”

Evidentemente, este comentario de fray Luis sobre la noche, que he copiado de la Exposición del Libro de Job, demuestra por si solo que el poeta agustino no tenía un concepto negativo de la noche, como realidad física, como fenómeno natural, sino todo lo contrario. Más bien podemos decir, que la visión negativa de la noche surge en un determinado contexto poético, cuyas connotaciones de tristeza, me­ lancolía, angustia... llevan al poeta a usar la palabra “noche”, no en su sentido recto, sino en un sentido figurado —a veces como metáfora de cárcel—, en el que los semas de ‘oscuridad’, ‘tinieblas’, ‘ceguera’, ‘error’, etc. adquieren la máxima relevancia, de tal modo que impreg­ nan la voz “noche” de valores negativos, y puede, así, utilizarse en

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624 lsafief ‘Uría lnapic, xxv-xxaü (2005-2005)

imágenes que expresan la angustia, el dolor moral, el hundimiento espiritual que siente el poeta.

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