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¿Qué puede aportar la mediación intercultural al ámbito sanitario?

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issn 1988 – 348X vol 5, n3 – dic 2011 http://enfermeros.org/revista

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Qué puede aportar la mediación

intercultural al ámbito

sanitario?

Janet Delgado Rodríguez (1) Alberto Expósito Barbuzano(2)

DUE. Licenciada en Filosofía. Máster en Bioética. Enfermera asistencial en UVI del HUC

DUE. Experto en Cuidados Críticos. Enfermero asistencial en UVI del HUC

Delgado Rodríguez, J; Expósito Barbuzano, A. ¿Qué puede aportar la mediación intercultural al ámbito sanitario? ENE. Revista de

Enfermería. 5(3):59-65 http://enfermeros.org

Recibido: 06/12/2011 Aceptado: 20/12/2011

Resumen

En el ámbito sanitario atender a las personas, familias o comunidades supone atender a personas con una amplia diversidad cultural, lo que implica diferentes cosmovisiones, puesto que cada cultura posee una o varias formas de ver el mundo. Debido a esto, se hace necesario respetar las diferencias culturales: entender cómo éstas influyen en las relaciones con las personas, y desarrollar la habilidad necesaria para ofrecer estrategias que

faciliten los encuentros culturales

mejorarán la calidad asistencial. En este artículo se aborda la importancia de la introducción de la figura de los mediadores culturales dentro del ámbito sanitario. Se aborda también con detenimiento cuáles son los nuevos problemas a los que nos enfrenta la introducción de esta figura.

Palabras clave: mediación cultural,

interculturalidad, ética, diversidad cultural.

Abstract

In the sanitary environment to take care of the people, families or communities supposes to take care of people with an ample cultural diversity, which implies different ways to understand the world,

since each culture owns one or severalways

to understand the world. Due to this, it becomes necessary to respect the cultural differences: to understand how these influences in the relations with the people, and to develop the ability to offer strategies that improve the cultural encounter, all this will improve the welfare quality. This article approaches the importance of introducing the figure of the cultural mediators within the sanitary area. It is also approached carefully which are the new problems which it faces to introduce this figure.

Key words: cultural mediation,

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intercultural, ethics, cultural diversity.

Introducción

Son muchas las cuestiones relacionadas con el significado de la vida, con la manera de relacionarse con los demás, con la forma de comportarse, con las expectativas vitales, con la manera de entender la enfermedad y la muerte etc, que están sumamente influenciadas por los valores culturales. Es por ello que los profesionales sanitarios, y

particularmente los enfermeros y

enfermeras, deben prestar atención a la importancia de los modelos explicativos de la salud, de la enfermedad, de la autonomía personal, etc, que son propios no sólo de cada cultura, sino de cada persona. La reflexión sobre la importancia de los valores culturales puede llevarnos a una mejor relación e integración de las variaciones en la comprensión de la salud, de la enfermedad, del sufrimiento, y de la muerte por parte de los diferentes grupos

culturales(1). Si conseguimos esta

integración de las perspectivas culturales en el ámbito de nuestra práctica diaria, podremos mejorar la comunicación con nuestros pacientes. Sin duda, hay muchísimos elementos culturales insertos en diversos ámbitos de la práctica cotidiana de la profesión, como puede ser la

comprensión del consentimiento

informado, el planteamiento anticipado del cuidado, la adecuación de los cuidados al final de la vida, la percepción y en consecuencia la contribución a los trasplantes de órganos, etc.

Al no compartirse la misma manera de interpretar el mundo puede ocurrir que cada participante espere algo diferente de la relación asistencial. Así, el usuario tendrá unas expectativas a las que no podremos dar respuesta, fundamentalmente por desconocimiento de cuáles son éstas. Si el profesional sanitario no es consciente de estas diferencias de perspectiva y valores es posible que, aunque haya un intercambio comprensible de palabras, no exista comunicación efectiva porque el contexto y los significados son diferentes para cada uno (2). Y es en este sentido, no podemos

perder de vista

La barrera lingüística es sólo la primera de las muchas barreras que se imponen cuando la diferencia cultural se experimenta desde la desconfianza. Pero además de esta primera barrera, el choque muchas veces se da entre las distintas cosmovisiones, entre las formas culturales de entender el proceso salud/enfermedad y los condicionantes sociales del fenómeno migratorio, puede

crear problemas en el diálogo

enfermera/paciente, como muestra Moreno

en su estudio El Cuidado del Otro. Un

Estudio sobre la Relación

Enfermera/Paciente (3). Sólo si se aborda la

asistencia sanitaria desde una perspectiva intercultural podrá ser satisfactoria. Pero para ello es necesario primero desarrollar el reconocimiento, el respeto y la comprensión de las diferencias culturales de los pueblos y de los grupos humanos. Una manera de superar estas barreras es la mediación intercultural.

El enfoque intercultural en el ámbito sanitario:

Para que un profesional sanitario y particularmente de enfermería pueda proporcionar asistencia a un paciente con un fondo cultural o étnico distinto del propio, es preciso que se produzca una comunicación intercultural eficaz (4). Puesto que los profesionales sanitarios tratan con los pacientes de manera personal, deben interaccionar y relacionarse con personas con una amplia diversidad

cultural. Podemos entender la

interculturalidad como una apuesta a favor del diálogo entre varias opciones culturales con el fin de propiciar el enriquecimiento mutuo de cada una y la elaboración de un

común espacio (5). La interculturalidad

hace referencia a dos aspectos que están siempre presentes en toda posible relación entre personas de diferentes culturas: explicita mejor la realidad del intercambio cultural y manifiesta el reconocimiento de la diversidad cultural (6). Con ello, se hace indispensable la aproximación relacional al

otro en un espacio de mutuo

enriquecimiento, en donde se deben potenciar y generar procesos no sólo de

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intercambio y aprovechamiento de unos y otros saberes, sino procesos de elaboración

de conocimientos y de prácticas

relacionados a la construcción de saber. En el contexto del ámbito sanitario, la comunicación intercultural sólo será eficaz cuando el grado de comprensión sea aceptable ente interlocutores que han de implicarse mutuamente. Por eso, cabe recordar que los objetivos de la comunicación intercultural son: establecer

los fundamentos del intercambio

intercultural, empezando por el diálogo intercultural, eliminar los estereotipos negativos que cada cultura produce de las otras culturas, iniciar la negociación intercultural y finalmente, relativizar la cultura propia, que llevará a la comprensión de valores alternativos y eventualmente, a su aceptación (7). Así, en el ámbito concreto de

la enfermería,

la

comunicación

intercultural tiene un enorme valor,

puesto que facilita la comunicación y la

comprensión de la diversidad cultural,

la cual no sólo tiene un valor

inconmensurable por sí misma, como

reflejo de creatividad y del potencial

humano

(8),

sino que también constituye

una herramienta fundamental para la

práctica diaria de la profesión

enfermera.

Teniendo en cuenta todo ello, podemos reconocer la necesidad de adquirir competencia cultural, es decir, la integración compleja de conocimiento, actitudes y habilidades que aumenta la comunicación entre personas de culturas diferentes y fomenta las interacciones apropiadas y efectivas con los otros. Esto implica necesariamente aceptación y respeto por las diferencias culturales; sensibilidad para entender cómo esas diferencias influyen en las relaciones enfermero-paciente y viceversa, y habilidad para buscar estrategias que mejoren los encuentros culturales de acuerdo a las necesidades manifestadas por el paciente. La competencia cultural es una tarea en la

que se deben comprometer los

profesionales de enfermería (9), ya que los cuidados prestados sólo serán de calidad si

tienen en cuenta las experiencias vitales de las personas. Desde el ámbito de la gestión, el concepto de competencia cultural se considera cada uno de los estándares en la

calidad asistencial. La responsabilidad

profesional de los enfermeros, médicos y demás sanitarios debe llevarnos a incorporar el elemento de la diversidad cultural en los centros sanitarios de forma que haya una mayor comunicación entre los profesionales de la salud y los pacientes de población extranjera con el fin de garantizar una atención sanitaria de calidad. Y es desde esa responsabilidad desde la que debemos prestar especial atención a la figura del mediador intercultural.

La mediación intercultural:

En nuestro país, la mediación intercultural es un fenómeno bastante reciente, y aún en nuestros días se trata de una figura que aún no está del todo definida, ni regularizada profesionalmente. ¿Qué es lo que entendemos por mediación intercultural? Giménez Romero define la mediación intercultural “como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución del reconocimiento del otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de conflictos y la adecuación institucional, entre actores sociales o institucionales

etnoculturalmente diferenciados” (10)Así, la

mediación intercultural viene a ser el puente que vehiculiza la comunicación entre dos partes no puede llevarse a cabo sin la intervención de una tercera persona. Ante todo, el mediador interviene, construye un lenguaje común entre las partes, despliega un papel activo y delicado para el cual la formación adquiere un valor fundamental. El mediador intercultural facilita la comunicación y la relación terapéutica, con el fin de neutralizar las diferencias en la

calidad asistencial a los grupos

culturalmente diferentes de nuestro medio. El trabajo del mediador intercultural es complejo y requiere conocimientos y habilidades específicos. Que la mediación

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intercultural todavía no sea reconocida como una profesión significa que la figura del mediador está sometida a una serie de desafíos respecto a su propia actuación y su adaptación al sistema sanitario.

La función principal de la mediación intercultural en el área sociosanitaria es ayudar en la comunicación entre el paciente y el profesional sanitario y, de este modo, facilitar la relación asistencial con el objetivo de conectar y vincular a ambos participantes (profesional sanitario y usuario), sin necesidad de que llegue a existir un conflicto, sino simplemente para favorecer la comunicación entre dos partes

(11). El perfil del mediador intercultural es

el de una persona que por su conocimiento de uno o más grupos culturales y de su entorno ejerce una función de puente entre la institución sanitaria y los usuarios. Con ello, se busca facilitar el acceso en igualdad de condiciones de los miembros de estos grupos a los servicios sociosanitarios. Además, su papel consiste en ayudar a los diferentes participantes implicados en la relación sanitaria para que adquieran y apliquen los conocimientos adecuados sobre sus respectivas visiones culturales y sociales de la salud y la enfermedad. En su labor de mediación tiene que procurar que tanto el profesional sanitario como el paciente estén en condiciones de poder

comunicarse y de dialogar.La mejora de la

comunicación entre el paciente y el profesional, gracias a la incorporación de esta figura, ha demostrado ser eficaz tanto en programas de medicina preventiva como en el grado de satisfacción del usuario, e incluso en el coste total de la asistencia sanitaria (12).

La mediación intercultural en el ámbito sociosanitario es una necesidad creciente para mejorar la atención (diagnóstico, tratamiento y seguimiento) de los pacientes pertenecientes a los grupos étnicos minoritarios, puesto que facilita la comunicación entre el personal y los usuarios de los servicios sociosanitarios, que no sólo pueden hablar idiomas diferentes sino que pueden tener diferentes modos de entender el mundo, incluidos

conceptos fundamentales en este contexto como la salud, la enfermedad, la curación o el cuerpo; así como diferentes maneras de percibir la realidad que les rodea y las situaciones que están viviendo. La competencia de la figura del mediador intercultural está basada en la relación médico–paciente, y esto necesariamente implica que el mediador intercultural requiere una serie de habilidades y conocimientos. La asistencia sanitaria depende en muchos sentidos de la adecuada comunicación con los usuarios. Es por ello que se ha de garantizar que la mediación sea fiable con una total garantía. Y es por eso por lo que se hace necesaria la regulación de la formación en mediación intercultural sociosanitaria.

Conflictos éticos derivados de la mediación intercultural:

Como hemos visto hasta ahora, la introducción de la figura del mediador intercultural se hace necesaria en aras a mejorar la calidad asistencial de los cuidados que prestamos en el ámbito sanitario. Pero la introducción de una figura nueva tampoco está exenta de nuevas dificultades que se añaden a las ya existentes en el ámbito sanitario. Una de las dificultades más importantes consiste en

garantizar la confidencialidad. La

confidencialidad podemos entenderla como un derecho-deber que atañe a la información relacionada con la salud y con el cuerpo de una persona, y que, por tanto, se considera información sensible (13). El respeto a la confidencialidad de la información en no sólo un deber deontológico, sino una norma legal. La ley 41/2002 de autonomía del paciente recoge

en el artículo 7 que “toda persona tiene

derecho a que se respete el carácter confidencial de los datos referentes a su salud, y a que nadie pueda acceder a ellos sin previa autorización amparada por la Ley” (14). Si bien la responsabilidad profesional obliga a los profesionales sanitarios al respeto hacia la confidencialidad, con esta nueva figura del mediador intercultural, ¿queda garantizada la confidencialidad? Parece claro que así

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debe ser, pero sin embargo se hace necesario insistir en esta cuestión en el proceso formativo de los mediadores interculturales. Lo que se trate en cualquiera de las sesiones médicas o de enfermería no podrá compartirse bajo ningún concepto con otras personas, así como los datos de la historia clínica del paciente. Por eso se hace sumamente importante la formación de los mediadores interculturales, y la asunción por parte de estos de su responsabilidad profesional.

Otra cuestión importante consiste en garantizar la imparcialidad del mediador. Si el mediador tiene una opinión personal respecto a algunas prácticas, esto no puede interferir nunca en la información que se dé

tanto al usuario como al profesional

sanitario. Supongamos que el mediador no aprueba alguna práctica sanitaria legal en nuestro país, como puede ser el uso de anticonceptivos orales. En el caso de que participara en una consulta de planificación familiar, por ejemplo, sus valoraciones personales no pueden bajo ningún concepto interferir en la comunicación entre el profesional sanitario y la paciente. Por ello, es necesario que se desarrolle una regulación de las competencias y deberes profesionales del mediador intercultural.

Así, el mediador intercultural debe tener clara la diferencia entre la ética personal y la ética profesional. Para ello, debe tomar conciencia acerca de cómo los valores personales propios pueden afectar a la capacidad de trabajar con diferentes personas. Por eso es importante que identifique cuáles son los sesgos personales que pueden influir en sus reacciones hacia los demás. El respeto a la autonomía personal ha de ser el principio regulador de la actividad del mediador, puesto que éste no debe opinar ni interferir en el proceso de toma de decisiones del paciente o su familia, aun cuando estos le pidan su opinión (15). Además, se ha de garantizar que el mediador intercultural trate con igual respeto a las partes implicadas, tanto a los profesionales sanitarios, como al paciente y a su familia.

Como vemos, es necesario establecer un

marco formativo que incluya una importante formación ética para el desempeño de la actividad profesional del mediador intercultural.

Conclusiones

Si partimos de la premisa de que una

sociedad plural descansa en el

reconocimiento de las diferencias generadas por la diversidad de costumbres, creencias y prácticas, para poder dar una asistencia sanitaria de calidad debemos reconocer en primer lugar la importancia de un enfoque intercultural. Aunque actualmente la mediación intercultural en el área sanitaria no cuenta con un reconocimiento profesional formal, no podemos dejar de lado el importante papel que desempeña. Pero para que su trabajo sea adecuado, los

profesionales sanitarios debemos

implicarnos en varios niveles. En primer lugar, es necesario que nos acerquemos a la práctica de la mediación intercultural. Sin duda son pocos los espacios sociosanitarios en nuestro país que cuentan con un servicio de mediación intercultural. Pero el primer paso para que se haga una figura “cotidiana” en la mayor parte de los hospitales y servicios de atención primaria es el conocimiento de sus funciones y el reconocimiento de su gran aportación. En segundo lugar, consideramos que ha de partir de los propios profesionales la demanda de una búsqueda de soluciones para todos aquellos casos en los que existen distancias lingüísticas y culturales con nuestros pacientes, pues esta es una situación bastante frecuente. Si queremos dar una atención de calidad, tenemos que buscar los mecanismos que nos ayuden a facilitar un acceso igualitario a los servicios de salud para toda la población. Finalmente, la mediación intercultural requiere una formación específica, la

regulación de las competencias

profesionales, y una amplia formación bioética. No debemos perder de vista que la mediación intercultural es una herramienta que nos puede facilitar la comunicación con nuestros pacientes, y en la medida de lo posible, debemos fomentar su introducción en las instituciones sanitarias. Pero eso

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tampoco nos exime de nuestra

responsabilidad profesional con respecto a los pacientes de otras culturas. Es necesario que tomemos conciencia de la necesidad que tenemos los enfermeros y profesionales sanitarios de adquirir competencia cultural. La introducción de una perspectiva intercultural es sin duda una labor tanto de

las instituciones de salud como de los profesionales sanitarios, y especialmente de los enfermeros y enfermeras, que deben priorizar el papel central del cuidado, respetando las diferencias e identificando las necesidades de los sujetos desde su perspectiva cultural.

Bibliografía

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Referencias

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