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Las campañas en la elección intermedia de 2009 en México. Contexto político-institucional y tendencias en las prácticas de campaña electoral

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mí me interesó la apreciación de las ruinas hechas por los británicos cuando sus ciu-dades fueron bombardeadas.

ID:En La fiesta vigiladaemprendes un excurso filosófico sobre Walter Benja-min, quien cuenta que los relojes de las fachadas eran los blancos preferidos de los disparos revolucionarios de la Comuna de París. Aquí se abre una perspectiva mítico-teológica, en la que la lucha profa-na de la revolución que aspira a instalar permanentemente su victoria, se opone a Cronos, al divino y natural curso del tiem-po. La revolución está estilizada como lucha profana de la nada contra Dios, de lo vacío contra lo perfecto. A través de esa referencia filosófica, le indicas a la revo-lución un lugar opuesto a lo sacral.

AJP:Cuando hablo de la lucha de la administración revolucionaria contra un dios, tal lucha debería entenderse como una teomaquia, como una batalla entre dioses. La administración revolucionaria no opera para desacralizar, para abrir una brecha profana en el tiempo sagrado. Por el contrario, la nueva casta sacerdotal pro-cura sustituir a un dios por otro, expulsar a Cronos para entronizar en su lugar a la Diosa Revolución. Y hablo por tanto del proceso de domesticación de un dios, de cómo se doblega la fuerza salvaje del dios Tiempo hasta convertirlo en un animalito doméstico, en una mascota, en un bicho de compañía. La revolución es sagrada para sus seguidores. Y viene en mi auxilio este lema político que escuché tantas veces, que tantas veces vi en grandes caracteres, y que debo haber coreado alguna vez durante mi infancia: “Los hombres mueren, el Partido es inmortal”.

Ida Danciuha trabajado sobre la narrativa de Antonio José Ponte y prepara actualmente su tesis de doctorado sobre la actual literatura cubana. Correo electrónico: valedda@google-mail.com.

Oniel Francisco Díaz Jiménez

Las campañas en la elección

intermedia de 2009 en México.

Contexto político-institucional

y tendencias en las prácticas

de campaña electoral

Introducción

Desde finales de la década de los ochenta México ha experimentado un pro-fundo proceso de cambio electoral e insti-tucional, el cual ha tenido importantes consecuencias para su sistema de partidos. El proceso de cambio político ha obligado a los partidos mexicanos a adaptarse al nuevo contexto electoral resultante de la transición desde un sistema de partido dominante hacia un sistema de partidos más competitivo y democrático. De mane-ra similar a sus contmane-rapartes en democmane-ra- democra-cias avanzadas, los partidos mexicanos han respondido a los retos planteados por el cambio en el mercado electoral median-te estramedian-tegias y acciones de diversos tipos. Entre tales estrategias se encuentran los cambios en la estructura organizativa de los partidos y en las formas en cómo parti-dos y candidatos comunican sus mensajes al electorado con el fin de maximizar votos. Otras estrategias han estado orien-tadas a realizar cambios a nivel ideológi-co-programático así como a adoptar y pro-mover diversos temas de políticas públi-cas. Otras respuestas estratégicas han implicado transformaciones en los meca-nismos de selección de candidatos, y algu-nas más han consistido en promover refor-mas a la legislación y las instituciones electorales.

El presente artículo se enfoca en una de las estrategias mediante las cuales los tres partidos mexicanos más grandes –el

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Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD)– se han adaptado al nuevo contex-to caracterizado por una mayor competiti-vidad electoral, relacionada con el cambio en sus prácticas y comunicaciones de campaña. Las campañas electorales se podrían definir como esfuerzos organiza-dos realizaorganiza-dos por organizaciones de campaña(partidos y candidatos) con el fin de ganar votos. Dichos esfuerzos o prácticas de campaña incluyen un comple-jo conjunto de estrategias, tácticas, técni-cas y actividades tanto financieras como comunicativas, diseñadas, planificadas y ejecutadas con el fin de persuadir y movi-lizar al electorado.

Lejos de asumir una posición determi-nista que considera que los partidos y su rendimiento electoral son víctimas de con-diciones estructurales totalmente externas a ellos, creemos que el comportamiento y las estrategias de campaña de los partidos y sus candidatos tienen importantes con-secuencias respecto a su rendimiento elec-toral. En este sentido, cabe señalar que una buena parte de los trabajos recientes sobre democratización en México ha reconsiderado el papel de las organizacio-nes partidistas y de sus accioorganizacio-nes estratégi-cas en el proceso de cambio político y electoral. De acuerdo con esta postura, los partidos responden al cambio electoral pero el electorado es también influido por las estrategias de los partidos. Por otro lado, aunque las campañas se han consti-tuido, debido a procesos de moderniza-ción, movilización cognitiva y desalinea-miento electoral, en un importante factor explicativo del comportamiento electoral en las democracias modernas, es impor-tante reconocer que éstas son solo uno más de los factores que influyen en el resultado de una elección, y que tanto las estrategias de campaña como su impacto

en el electorado están, a su vez, fuerte-mente influenciados por el contexto políti-co e institucional en el cual se desarrollan. En este sentido, examinaremos algunas de las consecuencias de la reciente reforma a la legislación electoral en materia de financiamiento y regulación a partidos y de las campañas realizadas en 2007-2008 en las estrategias y tácticas de campaña en la elección intermedia de 2009 en México.

Tendencias en las prácticas y estrategias de campaña

Dos temas son de gran importancia en análisis comparado de las campañas elec-torales, por un lado, los efectos de las campañas en el voto y por el otro, las prácticas y estrategias de campaña en sí mismas. Este trabajo sólo se centrará en las tendencias recientes en las prácticas de campaña en el contexto de la mencionada elección intermedia. Tales tendencias serán analizadas en relación con dos dimensiones relevantes identificadas en la literatura comparada sobre campañas. En primer lugar, el grado en el que las campa-ñas están basadas en el capital (capital-intensive campaigning) o en el trabajo intensivo (labour-intensive campaigning). Las campañas basadas en el trabajo inten-sivo están caracterizadas por el contacto cara a cara entre candidatos y votantes y por prácticas de campaña tradicionales, tales como eventos públicos masivos (giras, mítines, caravanas), door-knocking canvassing, etc., así como por el amateu-rismo del personal debido al uso de volun-tarios y trabajadores del partido para el trabajo electoral. Por el contrario, las cam-pañas centradas el capital se caracterizan por su elevado costo debido al uso intensi-vo de medios masiintensi-vos (principalmente televisión), de nuevas tecnologías de la información para la publicidad política y Iber

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de profesionales contratados (consultores políticos, casas encuestadoras y agencias publicitarias) quienes realizan importantes funciones y actividades de campaña antes realizadas por los trabajadores del partido y los voluntarios.

En segundo término, este trabajo se referirá al grado en que las campañas están centradas en los candidatos (candi-date-centred campaigning) o en sus parti-dos (party-centred campaigning). Este aspecto está íntimamente relacionado con el nivel de centralización de las campañas, el cual se refiere al grado de control en la asignación de recursos a los candidatos por parte de la organización central del partido y hasta qué punto las autoridades partidistas controlan aspectos clave relati-vos al diseño, la planeación, el desarrollo y la evaluación de las actividades y comu-nicaciones de campaña en los distritos electorales. Las campañas centradas en los candidatos se caracterizan por el des-plazamiento de la toma de decisiones res-pecto a los asres-pectos clave de las campañas arriba mencionados, hacia los candidatos y sus equipos de campaña así como a con-sultores y agencias externos a las organi-zaciones partidistas. Las campañas indivi-dualizadas no solo implican el que la organización, los medios y la agenda de la campaña estén centrados en los candida-tos y no en sus partidos, sino también el que los candidatos tengan como principal objetivo la búsqueda de votos personales. Por el contrario, las campañas centradas en los partidos se caracterizan por el alto grado de control que estos ejercen respec-to a los recursos tanrespec-to financieros como organizacionales necesarios para hacer campaña y en buena medida sobre las comunicaciones y actividades de la cam-paña misma. La dependencia de los candi-datos respecto del partido es también evi-dente en aspectos tales como la definición en términos programáticos e ideológicos

de los temas de la agenda de sus campa-ñas. La homogeneidad en cuanto a prácti-cas, actividades y mensajes de campaña es un indicador importante del grado de cen-tralización de las campañas. En este senti-do, la centralización implica un alto grado de estandarización de las actividades y comunicaciones de campaña en todos los distritos electorales, lo cual es posible gra-cias al uso de medios masivos y de nuevas tecnologías de la información y a que el diseño y la planeación de las campañas dependen, en su mayor parte, de la organi-zación central del partido. Por el contra-rio, la descentralización y la heterogenei-dad en cuanto a activiheterogenei-dades, temas y men-sajes de campaña entre candidatos de un mismo partido ocurren cuando las autori-dades partidistas permiten que cada candi-dato y su equipo de campaña lleven a cabo sus campañas de acuerdo con sus necesi-dades y posibilinecesi-dades en cada distrito.

Centralización de las campañas

Usualmente, los sistemas electorales de mayoría relativa tienden a incentivar prác-ticas de campaña centradas en los candida-tos y, por el contrario, los sistemas de representación proporcional favorecen campañas más centradas en los partidos. Los sistemas electorales mixtos, por su par-te, tienden a tener un efecto dual al promo-ver mayor individualización en las campa-ñas de los candidatos que compiten en los distritos uninominales (single-member dis-tricts) y campañas más centradas en los partidos para el caso de los candidatos que compiten en los distritos plurinominales (multi-member districts). Pese a que Méxi-co posee un sistema electoral mixto, y aun-que los estudios sobre campañas legislati-vas muestran que desde la época autoritaria hasta ahora, la mayor parte del manage-mentde los esfuerzos de campaña ha

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do en los candidatos, los partidos siempre han jugado un rol predominante en las campañas para elecciones intermedias para el Congreso, y se podría decir que éstas tienden a estar más centradas en los parti-dos que en los candidatos. Lo anterior apli-ca no solo en el apli-caso de las apli-campañas de los candidatos que compiten en los cinco distritos o circunscripciones plurinomina-les sino incluso también en las campañas de aquellos que compiten bajo el principio de mayoría relativa, en las cuales cabría esperar un mayor grado de personalización. Lo anterior se debe, en buena medida, a la fortaleza de las organizaciones parti-distas y a que en México se prohíbe la ree-lección inmediata, lo cual tiene como con-secuencia el que los candidatos tengan pocos incentivos para cultivar votos per-sonales. La no reelección impide que los candidatos establezcan un vínculo más fuerte y directo con su electorado ya que ellos no dependen tanto de los votantes como de sus partidos para poder continuar con sus carreras políticas. El predominio de los partidos en las campañas legislati-vas se ha visto reforzado aun más debido a la reciente reforma electoral, la cual, a diferencia de anteriores reformas que priorizaron cambios en el sistema y la administración electorales, se centró en modificar aspectos clave de la regulación y el financiamiento a partidos y campa-ñas, tales como el modelo de acceso a medios, el cual estaba basado principal-mente en la compra de publicidad política. En el pasado, aquellos candidatos que disponían de recursos adicionales a los proporcionados por sus partidos, podían comprar tiempos en medios masivos para transmitir sus mensajes (spots) al electora-do. Hoy en día, la nueva legislación prohí-be a partidos y a candidatos la compra de publicidad política. En su lugar, la ley provee substanciosos tiempos oficiales a los partidos, los cuales se distribuyen de

acuerdo al porcentaje de votación que éstos obtienen en la elección previa. El Instituto Federal Electoral, organismo encargado de la administración electoral, se encarga de distribuir los tiempos oficia-les, y son las dirigencias de los partidos las que deciden como hacer uso de ellos.

En suma, la reforma electoral ha contri-buido a un mayor control por parte de los partidos sobre los recursos tanto financie-ros como mediáticos necesarios para hacer campaña y, por lo tanto, a una mayor cen-tralización de las mismas. En elecciones anteriores, los candidatos congresionales y sus equipos de campaña en los 300 distritos uninominales gozaban de mayor indepen-dencia respecto de sus partidos, para orga-nizar, planificar y llevar a cabo sus campa-ñas así como para atraer la atención de los votantes hacia su imagen personal, definir los temas de su campaña, realizar su propio plan y estrategia de medios etc. Ahora, tales prácticas se han visto, aunque no eli-minadas en su totalidad, sí fuertemente limitadas por el nuevo marco regulatorio.

La centralización se hizo evidente en las campañas de todos los partidos rele-vantes en la reciente elección, pero princi-palmente en la campaña del partido gober-nante Acción Nacional (PAN). Pese a que la campaña del PAN en la elección inter-media de 2003 también mostró un nivel importante de centralización, en esta elec-ción el grado de influencia de la organiza-ción central del partido fue aún mayor ya que desde la dirigencia del partido se esta-blecieron tanto la estrategia general, como los temas, y los principales lineamientos de la campaña.

Estrategias y tácticas de campaña

La estrategia del PAN consistió en con-vertir en votos los asuntos donde la admi-nistración del presidente Felipe Calderón Iber

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contaba con altos niveles de aprobación entre el electorado. El tema central de la campaña fue el que ha sido el tema princi-pal de la administración de Calderón: el combate al crimen organizado y al narcotrá-fico. Conscientes de que el desempeño eco-nómico de las administraciones panistas no les era favorable como tema de campaña (y menos aun en un contexto de crisis econó-mica global) los diseñadores de la campaña del PAN enfatizaron en sus spots y demás mensajes la política de seguridad pública y la política social del gobierno federal.

Pese a ser ampliamente criticadas como táctica electoral, las campañas negativas han tenido un impacto significa-tivo en la definición de los resultados electorales en México desde la elección presidencial de 2000. El partido más beneficiado del uso de la publicidad de ataque ha sido el PAN. En pasadas elec-ciones, las campañas negativas de Acción Nacional demostraron ser un medio efec-tivo para restarle votos tanto al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en las elecciones presidenciales de 2000 y 2006, en las cuales el PAN resulto vencedor. Debido, en gran parte, al con-flicto pos-electoral que sobrevino a la elección presidencial de 2006, la nueva legislación prohíbe las campañas negati-vas en medios masivos, lo cual reduce sig-nificativamente su eficacia. Sin embargo, de manera paralela a los spots en medios electrónicos que enfatizaron la política de seguridad pública del gobierno federal y la necesidad de seguir apoyando al presi-dente en su cruzada contra el crimen, el PAN hizo un amplio uso de Internet para atacar al adversario que las encuestas mostraban como el favorito para ganar la elección, el PRI. El PAN busco restarle votos a su principal competidor con spots transmitidos a través de su websitey de YouTube que enfatizaban el pasado

auto-ritario y corrupto del que fuera el partido dominante durante la mayor parte del siglo XX. Por su parte, la respuesta del PRI

consistió en promover el voto económico retrospectivo entre el electorado mediante spots que enfatizaban temas tales como la crisis económica, el desempleo y, en gene-ral, el deficiente desempeño económico de la administración del Presidente, recor-dándole además a los votantes que el tema central de la campaña de Calderón en 2006 fue el de la generación de empleos. Cabe señalar que en la elección presiden-cial de 2000 la publicidad negativa del PAN lastimó efectivamente la imagen del candidato presidencial del PRI. Sin embar-go, esta vez la estrategia no parece haber funcionado como en el pasado ya que el PRI gano la elección con un amplio mar-gen. El PAN se vio relegado a ser la segun-da fuerza política en el congreso y el PRD cayó a la tercera posición.

En general, se podría decir que las estrategias mediáticas del PRI y del PAN fueron bastante adecuadas. Sin embargo, al parecer, el partido más afectado por las nuevas restricciones a las campañas negati-vas ha sido el PAN. Además, como lo sos-tienen estudios recientes sobre la relación entre el estado de la economía y las campa-ñas, suele ser bastante más fácil hacer cam-paña para aquellos a los cuales el tema de la economía les es favorable y más difícil para los que basan sus campañas en temas alternativos. En esta ocasión, el tema eco-nómico fue muy desfavorable para el PAN pero bastante propicio para el PRI. Por otro lado, en el caso del PRD, no pareció haber una estrategia electoral bien definida de acuerdo con el contexto económico.

Dinero y campañas electorales

Desde 1997, las contiendas electorales se han caracterizado por el creciente costo

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de las campañas debido principalmente al uso intensivo de publicidad política en medios electrónicos. Pese a que uno de los objetivos de la reforma electoral fue el de disminuir el costo de las campañas debido al excesivo gasto en medios electrónicos, es discutible afirmar que el costo de hacer campaña ha disminuido substancialmente. Más bien, el gasto se ha canalizado, en el caso de algunos partidos (principalmente el PRI), hacia renovadas redes de patro-nazgo que involucran prácticas tradiciona-les basadas en el trabajo intensivo y de movilización clientelar. Aunque la efica-cia de tales redes es substanefica-cialmente menor a la de aquéllas que, en el pasado, sostenían la dominancia electoral del PRI, éstas siguen siendo suficientemente efica-ces para movilizar aquellos sectores tradi-cionalmente alineados al PRI en contextos de baja participación electoral como es el caso de las elecciones intermedias.

Aunque las limitaciones en el uso de la publicidad política en medios masivos y la reducción del financiamiento para cam-pañas establecidas por la nueva legisla-ción hicieron pensar a algunos analistas que los candidatos recurrirían con mayor intensidad que en el pasado al uso de Internet, esto solo ha sucedido de manera limitada y ha sido más en el sentido de la centralización de las campañas que en el de la individualización de las mismas. Aunque en comparación con anteriores elecciones, los partidos hicieron un mayor y más sofisticado uso de Internet, median-te websimedian-tes, blogs, redes sociales, sitios web de alojamiento de videos, etc., el aun limitado acceso de la población a este medio ha impedido que partidos y candi-datos lo utilicen de una manera más efec-tiva como en el caso norteamericano don-de el amplio acceso a Internet y el régi-men de financiamiento privado permiten que la web tenga un papel cada vez mas importante no sólo como medio de

trans-misión de mensajes políticos, sino tam-bién en actividades relativas al financia-miento de las campañas.

Un tema de particular interés en la literatura sobre campañas es el grado en que los candidatos han adoptado prácticas de campaña basadas en el capital, así como su combinación o contraposición con prácticas tradicionales basadas en el trabajo intensivo. En este sentido, quizás el éxito del PRI en la pasada elección se debió, en gran parte, a un mejor análisis del mercado electoral y a su modelo mixto de hacer campaña, el cual combina moder-nas técnicas basadas en el uso de medios masivos de amplia penetración con tradi-cionales estrategias de movilización de su base electoral basadas en el uso de sendas y renovadas redes clientelares y de patro-nazgo.

Conclusión

Recientes cambios en el contexto ins-titucional han tenido efectos importantes sobre las prácticas de campaña de los par-tidos mexicanos. La reforma electoral de 2007-2008 ha favorecido una mayor cen-tralización y un fortalecimiento del papel de los partidos en las campañas así como una menor personalización de las mismas. Por otro lado, quizás el nuevo marco regu-latorio también ha incentivado el que los partidos reconsideren el uso de estrategias de campaña basadas en el trabajo intensi-vo incluyendo, desafortunadamente, prác-ticas clientelares de movilización del voto.

Oniel Francisco Díaz Jiménezes candidato a doctor en Ciencia Política y Relaciones Inter-nacionales, en el Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Uni-versidad de Birmingham, en el Reino Unido. Correo electrónico: ofd771@bham.ac.uk. Iber

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