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Que tu nombre esté sellado

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Academic year: 2021

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Que tu nombre

esté sellado

esde 1844 hemos estado viviendo en el Día de la Ex-piación antitípico. Cristo, nuestro Sumo Sacerdote en el tabernáculo celestial, ha estado representando a su pue-blo delante de la corte de Dios. En presencia del universo obser-vador, los pecados de los verdaderos seguidores de Dios serán borrados de los libros del cielo, un anticipo de su entrada en el reino eterno, a la vez que se quitarán los nombres de los falsos seguidores de Cristo, un anticipo de su destrucción final.

El juicio se describe en Daniel 7, con la venida del Hijo del Hombre ante el Anciano de días. “El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Daniel 7:10). Aparece también en Malaquías, cuando el Señor, viniendo a su templo, proclama: “Y vendré a vosotros para juicio” (Malaquías 3:5). El mensaje del juicio es proclamado en Apocalipsis 14:7: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”. En Daniel 8:14 se revela la fecha de este juicio: “Hasta dos mil trescientas tardes y maña-nas; luego el santuario será purificado”.

Elena de White escribe: “En el tiempo señalado para el

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cio, al fin de los 2.300 días, en 1844, empezó la obra de investi-gación y el acto de borrar los pecados. Todos los que hayan pro-fesado el nombre de Cristo deben pasar por ese riguroso exa-men. Tanto los vivos como los muertos deben ser juzgados ‘de acuerdo con las cosas escritas en los libros, según sus obras”. 1

Aunque la doctrina del juicio preadvenimiento (o juicio in-vestigador) es singularmente adventista, la esencia de ese juicio ha sido entendida por los judíos desde hace siglos. Por cierto, al observar lo que los judíos creen acerca del Día de la Expiación, podemos encontrar vislumbres para nuestra propia comprensión del juicio.

Ejemplos judíos

Para los judíos, la purificación del santuario en el Día de la Expiación, Yom Kippur, es el gran día de juicio. Es el momento en el que se sella cada caso para vida o para muerte. Este tema permea la comprensión judía del día santo, razón por la cual constituye un festival tan solemne. El rabino Yechiel Eckstein describe el Día de la Expiación como “nuestra oportunidad final para implorar por un juicio misericordioso”. No sorprende en-tonces que muchos judíos que pueden no entrar en todo el año a una sinagoga, estén recitando oraciones y ayunando en la sina-goga en este día santo.

La liturgia judía del siglo XI, del Unetanneh Tokef describe la comprensión judía temprana del Día de la Expiación: “Dios, sentado en su trono para juzgar al mundo... abre los libros de registros; se lee, allí se encuentra la firma (o nombre) de todo hombre. Se hace sonar la gran trompeta... Los ángeles se estre-mecen, diciendo: Este es el día del juicio... Así como un pastor congrega a su rebaño, haciéndolos pasar debajo de su cayado, así Dios hace pasar delante de él a toda criatura viviente para ajustar los límites de la vida de cada criatura y para predetermi-nar su destino... En el Día de la Expiación se sella quién vivirá y

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quién morirá”.

Actualmente, durante el Día de la Expiación, los judíos se sa-ludan unos a otros con una expresión hebrea que significa: “Que estés sellado para bien en el libro de la vida”.

En el Prayer Book for the Day of Atonement [Libro de ora-ciones para el Día de la Expiación] se pronuncian las siguientes palabras: “Recuérdanos para vida, oh rey... e inscríbenos en el libro de la vida”. Incluso le piden al Señor que “silencie al acu-sador [Satanás]”. Hacen referencia al “abogado”, y piden que “como consecuencia de su súplica declare: Estoy perdonado”. Le piden al Señor: “Justifícanos en el juicio”, así como también: “Borra las transgresiones de tu pueblo [Israel] que ha sido salva-do”. Oran: “Él, el Anciano de días, está sentado como Juez... Que se nos recuerde y que seamos sellados por ti en el libro de la vida, de la bendición, de la paz y del buen sostén”.

Estas oraciones, sin embargo, no son sólo por los vivos. De acuerdo con la Jewish Encyclopedia [Enciclopedia judía], “aun las almas de los muertos están incluidas en la comunidad de los que son perdonados en el Día de la Expiación”.

Extraigamos los paralelismos

Aunque la comprensión adventista del juicio preadvenimiento no duplica exactamente la comprensión judía del Yom Kippur, existen algunos paralelismos. En Tokef encontramos los mismos elementos presentes en Daniel 7, los que describen el juicio preadvenimiento. Ambos hablan de Dios o, como Daniel lo llama, “el Anciano de días” (véase Daniel 7:22). Ambos mencionan un trono: “Su trono llama de fuego” (véase el versículo 9). Ambos hablan de libros que son abiertos (véase el vers. 10) y ambos tie-nen que ver con un juicio (“al iniciarse el juicio” [véase el ver-sículo 10, NVI]).

Además, así como los judíos entendían el Día de la Expia-ción como un momento en el que se decidía cada caso para vida

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o para muerte, así también entienden los adventistas el juicio preadvenimiento. Elena de White escribió, describiendo los re-sultados de ese juicio: “Todos los casos habían sido fallados para vida o para muerte”. 2

Al igual que oraban los judíos, los adventistas ven el juicio como un momento en el cual las personas son selladas: “Enton-ces los santos y justos seguirán siendo santos y justos, porque todos sus pecados habrán quedado borrados, y ellos recibirán el sello del Dios vivo”. 3

Los judíos oraban pidiendo a Dios que “borrara las trans-gresiones del pueblo [Israel] que ha sido salvado” durante el Día de la Expiación. Asimismo nosotros entendemos que el juicio preadvenimiento es un momento en el cual Dios borra los peca-dos de su pueblo, el Israel espiritual, que ha sido salvado: “En-tonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales”. 4

Los judíos veían que el día del juicio involucraba también a los muertos. Los adventistas también ven a los muertos involu-crados en el juicio preadvenimiento: “Mientras Jesús oficiaba en el santuario, había proseguido el juicio de los justos muertos”. 5

Los judíos consideraban al acusador, Satanás, como parte del escenario del juicio. Nosotros sabemos que Satanás está in-volucrado y que es el acusador. En palabras de Elena de White: “Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás los acusa ante Dios como transgresores”. 6

Los judíos creían en un Abogado que intercedía en su favor. Los adventistas, afortunadamente, también saben que Jesús es su Abogado en el santuario celestial. “Jesús aparecerá como el abogado de ellos, para interceder en su favor ante Dios”. 7

“Je-sús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimiento y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: Los conozco

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por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos”. 8

Un santuario celestial

En realidad, siglos antes de los milleritas, los judíos creían también en un santuario en el cielo. El Talmud y otros escritos judíos antiguos que datan, en algunos casos, de los primeros si-glos a.C., hablan de un templo celestial y uno terrenal. El Tal-mud de Jerusalén afirma, por ejemplo, que “el santísimo terrenal está justamente debajo del santísimo celestial”. 9 Los judíos, por

cierto, creían no sólo en un santuario en el cielo sino también en un ministerio allí en favor del pueblo de Dios. Creían que un Sumo Sacerdote ministraba en este templo celestial, y creían que su nombre era: ¡Miguel! La Jewish Encyclopedia dice: “Los rabinos hablan de Miguel (Metatron) como el capitán de la hues-te celestial, como el sumo sacerdohues-te que ofrece sacrificio en el templo superior”.

También veían a Miguel defendiéndolos contra las acusacio-nes del diablo. Una antigua obra rabínica dice: “Miguel y Sa-mael [Satanás] están delante de la Presencia divina: Satanás acusa, mientras Miguel señala las virtudes de Israel”. 10

Contrastes importantes

Obviamente, los adventistas no ven el ministerio de Miguel en el cielo exactamente de la misma manera en la que lo hacen los judíos, así como los adventistas no entienden el Día de la Ex-piación igual que los judíos. Los adventistas saben que el sacri-ficio fue ofrecido una vez y para siempre en el Calvario. Saben también que cuando “Samael” acusa al pueblo de Dios delante de la “Presencia divina”, Miguel los defiende, no señalando las virtudes de Israel, sino señalando sus propias virtudes en favor de Israel.

Sin embargo, es emocionante observar estos paralelismos en-tre la comprensión adventista y la judía en relación con este

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asunto, especialmente cuando nos damos cuenta de que los ju-díos sostenían estas creencias siglos antes de que aparecieran los adventistas.

El paralelismo más importante

Quizá el paralelismo más importante entre la comprensión del Día de la Expiación judía y adventista acerca del juicio, y del Santuario Celestial tenga que ver con la actitud de los judíos en relación con el Yom Kippur, el día en que Miguel aboga en el santuario celestial. Para los judíos, el Día de la Expiación es “la oportunidad final para arrepentirse del pecado”. Para ellos, el arrepentimiento es fundamental en el drama del Día de la Expia-ción. La palabra hebrea para arrepentimiento viene de tedhuvah, que significa “volver a uno”. De acuerdo con la tradición judía, hay cuatro condiciones necesarias para un verdadero tedhuvah: la pena por los pecados pasados, el abandono instantáneo del pe-cado, la confesión a Dios y la decisión de no pecar nuevamente. Estos temas llegan a su culminación cada año en el día de Yom

Kippur.

¿Qué en cuanto a la iglesia hoy? ¿Qué lecciones podemos aprender? “Estamos viviendo ahora en el gran Día de la Expia-ción. Cuando en el servicio simbólico el sumo sacerdote hacía la propiciación por Israel, todos debían afligir sus almas arrepin-tiéndose de sus pecados y humillándose ante el Señor, si no que-rían verse separados del pueblo. De la misma manera, todos los que desean que sus nombres sean conservados en el libro de la vida, deben ahora, en los pocos días que les quedan de este tiem-po de gracia, afligir sus almas ante Dios con verdadero arrepen-timiento y dolor por sus pecados”. 11

Al entrar en las horas finales del verdadero Yom Kippur, de-beríamos estar buscando la tedhuvah. Y entonces, gracias a la justificación de Miguel en favor de nosotros, podemos estar

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seguros de que nuestros nombres también “estarán sellados para bien en el libro de la vida”.

Referencias

1 Elena de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: ACES, 1997), p.

540.

2Primeros escritos (Mountain View, Calif.: Publicaciones Interamericanas,

1962), p. 280.

3Ibíd., p. 48.

4Patriarcas y profetas (Mountain View, Calif.: Publicaciones Interamericanas,

1955), p. 372.

5Primeros escritos, p. 280. 6El conflicto de los siglos, p. 538. 7Ibíd., p. 536.

8Ibíd., p. 538. 9Mishná, pp. 5, 93.

10Midrash Rabbah acerca de Éxodo, cap. 18, sec. 5. 11El conflicto de los siglos, p. 544.

Este artículo apareció originalmente en la Adventist Review del 18 de mayo de 1989.

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