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RECOMENDACIONES PARA EL TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LA HIPERGLUCEMIA EN LA DIABETES TIPO 2.

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RECOMENDACIONES PARA EL TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

DE LA HIPERGLUCEMIA EN LA DIABETES TIPO 2.

Documento de consenso de la Sociedad Española de Diabetes (SED)

La diabetes tipo 2 es una enfermedad caracterizada por hiperglucemia crónica, secundaria a un doble mecanismo patogénico: resistencia a la acción de la insulina asociada a un fallo progresivo en la secreción pancreática de insulina. La resistencia insulínica se suele mantener a lo largo de la evolución de la enfermedad y puede mejorarse con modificaciones en el estilo de vida (dieta y ejercicio), con la consecución de unas características antropométricas más favorables así como con algunas medicaciones. El fallo progresivo de la secreción de insulina pancreática aconseja adoptar una actitud precoz y activa, con incremento progresivo de dosis y número de fármacos para mantener los objetivos de control.

Se han elaborado diversos consensos por distintas Sociedades Científicas (1-6), con recomendaciones sobre niveles de control, escalonamiento de los distintos fármacos y adaptación de ambos a las características del paciente, con concordancias y discrepancias, dada la dificultad que representa la ausencia de ensayos clínicos aleatorios y con potencia suficiente, que comparen directamente las distintas pautas terapéuticas recomendadas. Por ello, la Junta Directiva de la SED decidió encargar a nuestro grupo la elaboración de un documento que adapte lo más posible las evidencias disponibles y las distintas recomendaciones a la situación en nuestro país, teniendo en cuenta que la decisión terapéutica definitiva dependerá en cada momento del clínico, que deberá individualizar el tratamiento según las características del paciente. El grupo se ha planteado que el presente documento debe ser dinámico y que debe actualizarse periódicamente, de acuerdo a las evidencias que vayan surgiendo y a las sugerencias de los miembros de la SED.

Criterios de control

La consecución de un buen control metabólico evita o retrasa la aparición de las complicaciones micro y macrovasculares, tal y como han demostrado los resultados de estudios con seguimiento a largo plazo, tanto en diabéticos tipo 1 (DCCT/EDICT) (7) como tipo 2 (UKPDS) (8). No obstante si el control estricto se realiza en pacientes muy evolucionados, con complicaciones avanzadas o con patologías asociadas graves, no solo no se consigue una mayor prevención cardiovascular (ADVANCE (9) y VADT(10)) sino que la mortalidad puede aumentar (ACCORD) (11). Por ello recomendamos conseguir un control muy estricto en las primeras fases del tratamiento de la diabetes (HbA1c < 6,5%), siempre y cuando el paciente no sea mayor de 70 años, presente complicaciones avanzadas micro o macrovasculares en el momento del diagnóstico o padezca alguna patología asociada que haga recomendable evitar las hipoglucemias, en cuyo caso recomendamos un objetivo de control HbA1c <7,5% o el mejor posible, primando la seguridad del tratamiento, adaptado

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a la situación del paciente y a la compatibilidad con los fármacos asociados. Tras unos 10 años de evolución, el tratamiento se complica y la mayoría de pacientes requerirá tratamiento combinado, en muchos casos con insulina, lo que hace recomendable incrementar, en general, el objetivo de control a HbA1c <7,5%, salvo que el objetivo clásico del 7% sea factible, primando la seguridad.

No podemos olvidar que la glucemia es un factor de riesgo más, en el paciente diabético, y que otros factores de riesgo asociados como: dislipemia, hipertensión, obesidad o tabaquismo, van a condicionar, en gran parte, la posible aparición de complicaciones y su supervivencia, por lo que, aunque está fuera del ámbito de este documento, recomendamos vivamente su control, ya que se ha demostrado de extrema eficacia (STENO2) (12).

Inercia terapéutica

Tras el inicio del tratamiento o si se han llevado a cabo modificaciones terapéuticas es necesario valorar una serie de aspectos: control metabólico (mediante la determinación de HbA1c y perfiles de glucemia capilar, cuando estén indicados), tolerancia a las modificaciones realizadas y evolución de las complicaciones y patologías asociadas, con una periodicidad de unos 3 meses, tras la fase aguda de ajuste del tratamiento, al menos hasta la estabilización del cuadro y después, cuando hayamos conseguido los objetivos, al menos, 2 veces/año. Si las modificaciones realizadas no han sido eficaces en el periodo de 3 meses, en cuanto al objetivo de control, sin patologías intercurrentes o uso de fármacos que lo justifiquen, es necesario intensificar el tratamiento y no retrasar la toma de decisiones, dada la gran importancia de mantener el buen control metabólico, sobre todo en pacientes con un corto periodo de evolución, que se pueden mantener asintomáticos, a pesar de no haber conseguido los objetivos de control. Las principales barreras las podemos encontrar cuando el cambio terapéutico suponga la necesidad de educación diabetológica adicional, por ejemplo con la introducción de secretagogos o insulina, situaciones que debemos tener previstas para evitar demoras innecesarias.

Si es importante tener previstas las pautas de actuación médica, de enfermería y de seguimiento farmacoterapéutico para la intensificación del tratamiento, no lo es menos programar las modificaciones del tratamiento necesarias ante procesos intercurrentes agudos que pueden provocar un cierto grado de deshidratación o dificultades en la ingesta (síndromes febriles, vómitos, diarreas, etc), los cuales pueden hacer inseguro el tratamiento habitual del paciente y obligar a su modificación urgente.

Escalonamiento terapéutico

Disponemos de una serie de fármacos para el tratamiento de la diabetes: Metformina, Sulfonilureas, Glinidas; Inhibidores de disacaridasas, Inhibidores de DPP-4 y agonistas del receptor de GLP-1, que junto con la insulina pueden utilizarse en monoterapia o en asociación, de acuerdo a sus respectivas fichas técnicas, con algunas asociaciones que han demostrado su seguridad, otras no recomendadas y otras de seguridad a largo plazo no conocida. La elección del tratamiento va a depender de: la potencia para reducir la HbA1c, el riesgo de inducir hipoglucemias, el grado de control previo, la influencia en el peso del paciente, el impacto preferente sobre glucemia basal o prandial, las complicaciones o patologías asociadas en el paciente y el riesgo de efectos adversos asociados al fármaco. (Tabla I)

El tratamiento inicial variará de acuerdo al grado de control previo, edad, patologías asociadas y uso concomitante de fármacos habitualmente con un fármaco, planteando un segundo escalón con dos fármacos, para llegar finalmente a insulinización o a la triple terapia, si el grado de control del paciente lo hace recomendable.

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Primer escalón

A - Pacientes con HbA1c de 6,5 a 8,5 %

En algunos casos, el objetivo de control (HbA1c < 6,5) puede conseguirse con modificaciones del estilo de vida, pero no siempre es eficaz, de acuerdo a las características y adherencia del paciente, por lo que la SED recomienda asociar Metformina de forma concomitante, desde el inicio. En todo caso no es recomendable demorar más de 3 meses la introducción de la Metformina si no se ha conseguido el objetivo de control. Para mejorar la tolerancia se recomienda su titulación: ½ comp de 850 - 1000 mg inicialmente, si buena tolerancia a los 4 a 5 días subir a ½ comp cada 12 horas; así progresivamente hasta llegar a una dosis de 850 a 1000 mg/ 12 horas. Si aparece intolerancia reducir de nuevo a la dosis previa tolerada y reintentar el incremento con un lapso de tiempo mayor.

Alternativas al tratamiento con Metformina, en caso de contraindicación o intolerancia: 1ª - Sulfonilureas. Con un objetivo de control de HbA1c < 6,5 %, como secretagogos potentes, se asocian a un riesgo importante de hipoglucemia, diferente según el principio activo, por lo que se recomienda hacer una titulación muy cuidadosa de la dosis y utilizar Glicazida de liberación prolongada o Gllimepiride preferentemente, desaconsejándose la utilización de Glibenclamida o Clorpropamida. Algunos estudios indican que inducen el fallo secundario de la célula beta antes que la Metformina o Glitazonas y se asocian con un importante incremento de peso. Algunas guías no las recomiendan en este escalón terapéutico.

2º- Inhibidores de la DPP-4. Presentan claras ventajas para su utilización en este escalón terapéutico, como alternativa a la Metformina, si ésta no se tolera. Comportan un mínimo riesgo de hipoglucemia en monoterapia y no tienen impacto en el peso del paciente. Las principales limitaciones para su uso se basan en la ausencia de trabajos que demuestren su eficacia y seguridad a largo plazo y el precio. Hasta la fecha sólo se ha aprobado para esta indicación la Sitagliptina, con otros principios activos pendientes de aprobación.

3º - Glinidas. La Nateglinida, por sus características farmacodinámicas y potencia, debe utilizarse en combinación, por lo que la alternativa en este escalón sería la Repaglinida. En principio adolece de las mismas limitaciones que las sulfonilureas, si bien por sus características y forma de administración puede ser superior en pacientes con irregularidades en la dieta y en la actividad física.

4º- Glitazonas. Requieren varias semanas para conseguir su máxima eficacia, con una potencia, en cuanto a la reducción de la HbA1c, similar a Metformina y Sulfonilureas. Su asociación a efectos secundarios como: aumento de peso, aparición de edemas, anemia, fracturas e insuficiencia cardiaca, en algunos grupos de pacientes, ha limitado sus indicaciones. Tampoco está definitivamente aclarada la diferencia entre Rosiglitazona y Pioglitazona, apreciada en estudios observacionales, quedando el tema abierto hasta la conclusión de estudios que comparen ambas moléculas directamente. Pueden tener un papel primordial en pacientes con síndrome metabólico severo y/o enfermedad grasa hepática no-alcohólica.

5 - Inhibidores de disacaridasas. Poseen menos potencia que los previos y no se asocian a hipoglucemias en monoterapia. Su mayor limitación es la intolerancia intestinal, que obliga a suspender el tratamiento en un porcentaje elevado de pacientes. Se han comercializado dos preparados: Acarbosa y Miglitol.

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6 - Insulina basal. Reservada en este escalón para los pacientes que tengan contraindicaciones formales para la utilización de fármacos orales

B - Tratamiento inicial para pacientes con HbA1c > 8,5 %

En pacientes con clínica importante de hiperglucemia (clínica cardinal y/o pérdida de peso), en el momento del debut, suele ser necesario comenzar el tratamiento con insulina en multidosis, sola o asociada Metformina. Tras el control inicial y la mejora de la gluco y lipotoxicidad, es probable que desciendan progresivamente las necesidades de insulina y pueda mantenerse el control con fármacos orales, en monoterapia o combinación.

En pacientes asintomáticos es recomendable comenzar con Metformina, con una titulación más rápida y, según la respuesta, asociar un segundo fármaco, controlando la evolución a corto plazo, para ajustar el tratamiento definitivo.

Segundo escalón

En aquellos pacientes en los que no se han conseguido los objetivos de control o que tras un periodo de buen control, por la evolución de la diabetes, presentan un fallo secundario del tratamiento, que podríamos definir como deterioro del control, por un periodo de 3 meses, sin que se haya asociado otra patología o fármaco que incremente la glucemia, es necesario asociar un segundo fármaco.

La mayoría de las asociaciones de fármacos adolece de falta de trabajos comparativos a largo plazo, lo que dificulta la toma de decisiones. En principio se recomienda que los fármacos asociados tengan un mecanismo de acción diferente y complementario o según la respuesta, incrementar la dosis hasta la máxima efectiva, algo inferior a la dosis máxima permitida y tener presente que las contraindicaciones, limitaciones de uso y posibles efectos secundarios son los mismos que ambas drogas por separado.

A - Combinaciones con Metformina.

1 - Sulfonilureas y Glinidas. La primera es la combinación más estudiada y que ha demostrado su eficacia y seguridad, si bien todavía persiste la duda sobre el incremento de mortalidad, en algún subgrupo, apreciado en el UKPDS, en aquellos pacientes que iniciaban el tratamiento con Sulfonilureas y se asociaba en un segundo escalón Metformina. Existen diversos estudios observacionales a este respecto, con algunas discrepancias en sus resultados, resultados que posiblemente no sean superponibles con los obtenidos con los preparados más recientes. Los riesgos para el objetivo de control (HbA1c < 6,5) son similares a los comentados en monoterapia, por lo que se mantienen las mismas recomendaciones . Las Glinidas constituyen una buena alternativa a las sulfonilureas en pacientes con ingestas más irregulares, por su corto periodo de acción, así como en alérgicos a sulfamidas o en el caso de la Repaglinida, en insuficiencia renal moderada. En cuanto al riesgo de hipoglucemia e incremento de peso se pueden considerar superponibles, con una potencia inferior de la Nateglinida y bastante similar de la Repaglinida.

2 - Inhibidores de DPP-4. Junto con los agonistas del receptor de GLP-1 forman un grupo novedoso de secretagogos que actúan tanto sobre la secreción de insulina como de glucagón. Presenta ventajas evidentes para poder liderar este grupo de fármacos asociados a Metformina: el bajo riesgo de hipoglucemias y su neutralidad en el peso; pero desconocemos su seguridad a largo plazo y su influencia en la evolución de la diabetes y sus complicaciones, por lo que su introducción debe hacerse teniendo en cuenta este hecho y de forma acorde a las evidencias que progresivamente irán apareciendo. Su potencia es algo inferior, en cuanto a la reducción de la HbA1c a la de las sulfonilureas. Pueden ser la primera indicación en aquellos pacientes en que la hipoglucemia sea inasumible. Existe una alerta para hacer el despitaje de pancreatitis.

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3 - Agonistas del receptor de GLP-1. Son preparados de administración parenteral, que consiguen un efecto sobre los receptores de GLP-1 más intenso y prolongado que el conseguido por los inhibidores de DPP-4. En los trabajos publicados, a corto plazo, se ha demostrado que mejoran el control glucémico, sobre todo postprandial y en parte la glucemia basal. Enlentecen el vaciamiento gástrico, creando sensación de saciedad, con una reducción de peso sostenida en un apreciable porcentaje de pacientes, y mejoría de algunos de los factores de riesgo vascular. En nuestro país se ha comercializado la Exenatida, para administración parenteral 2 veces/día, antes de las principales comidas, con un intervalo de tiempo entre ambas, de al menos 6 horas, asociada a Metformina y/o Sulfonilureas en pacientes con Indice de Masa Corporal (IMC) superior a 30 Kg/m2. Al igual que en el caso de

los inhibidores de DPP-4, existe una alerta sobre riesgo de pancreatitis, que debe comunicarse al paciente. En el momento de redactar esta guía está pendiente de comercialización la Liraglutida, por lo que recomendamos estudiar su ficha técnica para valorar indicaciones y limitaciones de uso.

Puede ser un grupo de fármacos muy útiles en pacientes en los que la obesidad suponga un problema esencial, pero queda por definir su papel frente a otros fármacos u otras aproximaciones del tratamiento, como la cirugía.

4 - Glitazonas. Las glitazonas actúan incrementando la sensibilidad a la insulina, por un mecanismo diferente a la Metformina, por lo que se utilizan frecuentemente en asociación. En principio la indicación se centraría en pacientes con un buen control prandial de la glucemia, y elevación de la glucemia basal que no se corrige totalmente con la Metformina. Los efectos secundarios son similares a los de cada fármaco por separado, por lo que se mantienen las mismas limitaciones que en monoterapia.

5 - Insulina basal. La asociación de insulina basal a la Metformina es una buena opción terapéutica, con seguridad y eficacia probadas, para aquellos pacientes con un buen control prandial, pero con HbA1c por encima del objetivo. Se incrementa el número de hipoglucemias, pero todavía es muy inferior al observado en pacientes con multidosis de insulina. Es una buena alternativa para los pacientes con limitaciones para el tratamiento con Glitazonas.

6 - Inhibidores de disacaridasas. Su asociación con Meformina es segura ya que no se van a producir hipoglucemias, pero su eficacia es muy limitada, con descensos de HbA1c que difícilmente superan el 0,5 %. Su limitación principal es la intolerancia digestiva. Por todo ello no lo recomendamos como alternativa a un segundo fármaco en este escalón terapéutico

Tercer escalón

En pacientes tratados con dos fármacos, con mal control metabólico, el siguiente paso terapéutico es la insulinización. Haciendo la salvedad de los casos de resistencia de los pacientes a la insulinización no existen “ventajas” para retrasar la introducción de la insulina en el régimen terapéutico tras fracaso de una terapia combinada doble.

El beneficio a largo plazo y seguridad de una triple terapia oral frente a la insulinización es incierto ya que el seguimiento en los diferentes ensayos clínicos no llega a los 12 meses. A - Combinaciones sin insulina

Dentro de las distintas y válidas asociaciones de ADO, la asociación Metformina + Sulfonilurea + Glitazona es la más estudiada y la más utilizada en la práctica asistencial y por

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tanto la recomendada en la mayoría de los casos de pacientes diabéticos tipo 2 con mal control con terapia dual. En caso de pacientes ancianos la asociación Metformina + Repaglinida + Glitazona es más segura. En aquellos pacientes con limitaciones para el uso de las Glitazonas unas alternativas razonables serían: Metformina + Sulfonilureas + DPP-4 o Metformina + Repaglinida + DPP-4, con el inconveniente de estar menos estudiadas.

B - Combinaciones con insulina

La mayoría de pacientes procederán de combinaciones de Metformina con secretagogos. En este caso se procederá a la asociación de una insulina basal. Si el tiempo de evolución es superior a los 10 años y/o han aparecido complicaciones o patologías intercurrentes, se revisará el objetivo de control a < 7,5% o el mejor posible, con seguridad. Esta pauta puede conseguir un periodo de buen control, pero no excesivamente prolongado, a juzgar por los resultados del estudio 4 - T, por lo que la mayoría de pacientes en un periodo de alrededor de 3 años van a requerir una pauta intensificada de insulina. En este caso se recomienda mantener el tratamiento con Metformina asociado a la insulina y suspender el resto del tratamiento antidiabético oral.

Cuarto escalón

En cuanto a la posibilidad de una cuádruple terapia que debido a los diferentes caminos fisiopatológicos farmacológicamente sí se puede abordar, consideramos que en el momento actual esta posibilidad entra más en el campo de la investigación que en el campo de la práctica clínica.

Bibliografía

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Referencias

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