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BORRADOR DE PROYECTO DE MEDIDAS DE EMERGENCIA PARA LA PREVENCIÓN DE LA EROSIÓN Y RIESGOS EN LAS ZONAS AFECTADAS POR EL INCENDIO DE LA GOMERA.

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BORRADOR DE PROYECTO DE MEDIDAS DE EMERGENCIA PARA LA PREVENCIÓN DE LA EROSIÓN Y RIESGOS EN LAS ZONAS AFECTADAS POR EL INCENDIO DE LA GOMERA.

Antecedentes

El gran incendio que está afectando a la Isla de La Gomera y al Parque Nacional de Garajonay, que tuvo su inicio el pasado 4 de agosto sin que hasta el momento se haya dado por extinguido totalmente, ha afectado una enorme superficie para el tamaño que la Isla tiene y representa el incendio de mayores dimensiones que nunca haya sufrido La Gomera del que se tenga conocimiento.

Previamente, desde el mes de mayo, la Isla venía padeciendo la actividad de los incendiarios que habían provocado hasta una treintena de conatos que pudieron ser sofocados a tiempo, así como de un incendio que había afectado a unas 100 Has de formaciones jóvenes de Monteverde y matorral procedentes de recolonización de terrenos privados abandonados situados en el entorno del Parque Nacional de Garajonay. Todos los indicios apuntan a que el fuego fue intencionado, con dos focos iniciados casi simultáneamente. Las condiciones climatológicas en las que tuvo lugar el incendio fueron extraordinariamente adversas con fuertes vientos racheados, muy baja humedad relativa y temperaturas muy elevadas que facilitaron su rápida propagación. A esto contribuyó también, de una forma extraordinaria, el notable grado de desecación que la vegetación venía padeciendo como consecuencia de una gran sequia en la que las precipitaciones apenas habían alcanzado el 20% de las de un año normal, con muy escasa incidencia de las nieblas en el área forestal de Monteverde, factor climático que en condiciones normales suele ser muy importante en buena parte de las cumbres insulares por el efecto de hidratación de la vegetación y su contribución a la reducción de pérdida de agua. La conjunción de estos factores desfavorables a los que hay que añadir otros más permanentes como la difícil orografía, con pendientes muy elevadas y cabeceras de barranco en forma de anfiteatro, que favorecen el comportamiento explosivo del fuego por convección así como la existencia de una vegetación muy inflamable y continua en muchos tramos del área afectada, explican la asombrosa virulencia del incendio inicial así como de sus reproducciones sucesivas, que fueron ampliando progresivamente la duración de la emergencia y el perímetro de las áreas afectadas, a pesar de los importantes medios y esfuerzos involucrados en la extinción.

Desde el punto de vista ambiental el área más afectada por el incendio es el Parque Nacional de Garajonay y la Reserva Integral de Benchijigua, aledaña al mismo. Esto es así porque a diferencia del resto del territorio donde la vegetación y sus paisajes previsiblemente se recuperarán en pocos años, la

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vegetación afectada en los dos casos apuntados es una vegetación boscosa de mayor madurez y biodiversidad, cuya recuperación a un estado similar al anterior al incendio es cuestión de décadas. Además, en estos lugares, el riesgo de erosión de suelos de calidad, capaces de soportar una potente vegetación boscosa con esenciales funciones en el ciclo hidrológico insular es muy elevada. Asimismo es en estos lugares donde se concentra el mayor número de poblaciones afectadas de flora y fauna protegida. Aparte de los valores biológicos, los paisajes de las cumbres de la isla se encuentran muy dañados, incluido el entorno del Roque de Agando, uno de los paisajes más extraordinarios del Parque y de todo el Archipiélago

Es de destacar, además, que la mayor parte de la zona forestal afectada está en su mayor parte incluida en el Parque Nacional de Garajonay, que es Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO, uno de los tres Espacios Naturales de España incluidos en esta restringida lista de lugares excepcionales del Mundo desde el punto de vista natural. El Parque Nacional de Garajonay conserva la muestra más extensa y mejor conservada de laurisilva canaria, un ecosistema relictico, vestigio viviente de los bosques húmedos y templado- cálidos que ocuparon buena parte de Europa y norte de Africa durante la Era Terciaria y que desaparecieron de estas masas continentales como consecuencia de profundos cambios climáticos, quedando relegados a los Archipielagos de la Macaronesia. Su abundancia en endemismos es excepcional en el ámbito de la Unión Europea. El Parque Nacional proporciona la mayor parte de los recursos hídricos de La Gomera y es el soporte de una importante actividad de turismo de naturaleza, que es el principal sector económico de la Isla.

Como conclusión los daños producidos por el incendio son muy importantes, tanto los daños materiales y económicos directos sufridos por las poblaciones como los daños en los hábitats naturales, respecto a los cuales se dirige este trabajo.

Daños y amenazas a los recursos naturales

El incendio afectó una parte importante de las medianías y cumbres de la vertiente sur de la isla, alcanzando las proximidades de la costa a través del barranco de Valle Gran Rey y sobrepasando la dorsal insular desbordando hacia el norte en el barranco de los Gallos. Se estima que la superficie total afectada por el incendio ronda las 2.852 Has de las cuales unas 746 corresponden al Parque Nacional de Garajonay. Estamos, por tanto, hablando de un 7,6% de la superficie total de la isla y de un 18,7% de la superficie del Parque Nacional.

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A los daños producidos por el incendio se pueden añadir nuevos daños de gran intensidad y dimensión como consecuencia de fenómenos erosivos de carácter masivo de los suelos expuestos, que pueden producir perdidas irreversibles en la capacidad de recuperación de los ecosistemas, en el caso de que las próximas lluvias tengan un carácter torrencial. El elevado riesgo de que esto pueda tener lugar está muy relacionado con las elevadísimas pendientes que dominan el territorio insular, el más escarpado con diferencia del Archipiélago canario, con una pendiente media del 52%. A estos riesgos sobre el medio natural hay que añadir otros como son los riesgos existentes sobre poblaciones, infraestructuras y sobre la seguridad de las personas, que deben ser tenidos muy en cuenta en los próximos meses para tratar de mitigarlos. Las estimaciones provisionales del incendio indican una superficie total afectada que ronda las 2.852 Ha, de las cuales unas 746 corresponden al Parque Nacional de Garajonay. Estamos, por tanto, hablando de un 7,7% de la superficie total de la isla y de un 18,7 % de la superficie del Parque Nacional. Las superficies afectadas en el interior del Parque Nacional, se localizan fundamentalmente en su vertiente sur más seca, el entorno de su cumbre más elevada, el Alto de Garajonay, extendiéndose hacia la vertiente norte por la ladera de umbría del Barranco de los Gallos. Esta evaluación es provisional, tanto en lo que concierne a la superficie total, como sobre todo a la diferenciación entre grados de severidad de los daños, precisándose para ello una evaluación a partir de datos de satélite, que proporcionen suficiente grado de resolución.

Uno de los mayores problemas e incógnitas que plantea la evolución futura de las zonas quemadas es la exposición de los suelos a la erosión como consecuencia de su desprotección por ausencia de la cubierta protectora vegetal y la propia desagregación del suelo superficial a causa de la combustión de sus fracciones más orgánicas. Los primeros meses, especialmente a partir del comienzo de la estación de lluvias otoñal representan un periodo de alto riesgo. De ocurrir lluvias torrenciales sin la formación previa de una cubierta protectora, la pérdida de suelo puede llegar a ser muy importante, especialmente en las áreas de mayor pendiente, dando lugar a una degradación irreversible de las condiciones edáficas y de su potencialidad de soporte de la vegetación. La exposición a la erosión se irá reduciendo con el paso del tiempo pero sus efectos pueden ser significativos hasta pasados unos tres años, especialmente en las exposiciones sur de mayor aridez donde la recuperación de la cobertura vegetal es más lenta. A modo de síntesis, y refiriéndonos ahora a las áreas afectadas de Monteverde y especialmente al Parque Nacional, que es el área de mayor valor biológico afectada, por la experiencia acumulada en la dinámica de la evolución de la vegetación de zonas quemadas similares en la Gomera, muy probablemente la recuperación de la cobertura vegetal se realizará, previsiblemente, mediante

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mecanismos de rebrote en el caso de las principales especies arbóreas y ya de forma mucho más aleatoria y menos significativa por germinación. En el grado de rebrote, cuestión crucial para la restauración, incidirán factores como la severidad de la quema, el comportamiento de la meteorología en los próximos meses, las especies afectadas, etc. La recuperación de la cubierta vegetal se completará con la germinación de arboles, que suele ser escasa y aleatoria inicialmente, y sobre todo de arbustos, a partir principalmente del banco de semillas del suelo. Entre estos últimos destacan el codeso, Adenocarpus foliolosus, seguido en menor medida del tagasaste (Chamaecytisus proliferus), ambas especies leguminosas fijadoras de nitrógeno y por tanto con funciones importantes en la recuperación de la fertilidad del suelo, y en los ámbitos más térmicos y rocosos de la jara (Cistus monspeliensis). Asimismo las herbáceas, muchas de ellas especies cosmopolitas, y algunos musgos colonizadores, tendrán una función importante en la cobertura vegetal durante los primeros años.

La recuperación de la vegetación estará muy influida por las condiciones climáticas que se produzcan, especialmente en los próximos meses. En estas vertientes meridionales del Parque con clima más árido, la prolongación de la sequia en la que nos encontramos podría comprometer gravemente el rebrote de los arboles, y encontrarnos con la posibilidad de una pérdida definitiva importante de la cubierta forestal. Asimismo, estas condiciones retrasarían la recuperación de la cubierta vegetal, lo que prolongaría en el tiempo la afección de fenómenos erosivos.

La recuperación de la vegetación estará también influida por el estado de la vegetación antes del incendio y por la severidad del mismo. Es de presumir, por ejemplo, que en el caso de las plantaciones más recientes realizadas en los últimos diez años, el fracaso del rebrote pueda ser elevado a causa de la falta de desarrollo de sistemas radicales potentes.

Un efecto previsible a más largo plazo es que las diferentes fases de desarrollo por las que pase la vegetación tras el incendio van a ser altamente inflamables, en una medida mucho mayor de lo que lo era antes del incendio. Con el incendio se ha interrumpido en muchos casos una dinámica de desarrollo forestal hacia estructuras más desarrolladas y complejas tendentes a un modelo de combustible correspondiente a la categoría 8, retornándose a modelos propios de los matorrales que son más inflamables.

Objetivo del anteproyecto

El objetivo de este anteproyecto es la reducción del riesgo de la erosión de los suelos, así como el hidrológico en forma de riadas y avenidas, de las zonas afectadas por los incendios de este verano de 2012 en la Isla de La Gomera.

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Estos riesgos están propiciados por la calcinación parcial o completa de la vegetación y la cubierta orgánica del suelo que reducen de forma significativa las capacidades de intercepción e infiltración así como por la alteración de las características del suelo relacionadas con su resistencia a la erosión. Además, se pretende también reducir el riesgo de daños a la red de vías de comunicación, tanto carreteras como pistas y senderos, que pueden quedar dañados de forma significativa por las riadas así como a la seguridad de las personas, tanto los usuarios de las carreteras como de los senderos, así como de las poblaciones situadas en los tramos inferiores de los barrancos.

Teniendo en cuenta el escaso tiempo disponible se establece una priorización de las zonas a actuar así como una selección de las medidas correctoras. Asimismo se avanzan las principales líneas de actuación enfocadas a facilitar la restauración de los ecosistemas naturales afectados

Metodo empleado en la localización de las zonas prioritarias de actuación Teniendo en cuenta la urgencia de las actuaciones que deberán realizarse preferentemente antes del comienzo de las lluvias otoñales, es necesario realizar un proceso de planificación previa que nos permitan priorizar y seleccionar las zonas donde se vaya a actuar en función de su susceptibilidad a la erosión, viabilidad o grado de eficacia esperada de las mismas y riesgo para la seguridad de las personas o infraestructuras.

Para la localización rápida de estas zonas prioritarias y ante la carencia inmediata de herramientas más sofisticadas se ha establecido un sencillo método de trabajo basado en la superposición de capas temáticas de información territorial que incorporan criterios de selección y que finalmente nos producen una selección de los lugares prioritarios de actuación. Seguidamente se describen las capas de información y criterios empleados:

- Planimetría de las zonas incendiadas, delimitando las cuencas afectadas y determinando su grado de afectación por el incendio. Se determinaron inicialmente las siguientes cuencas:

Imada-Benchijigua La Negra

Erques Iguala

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Su grado de afección viene inicialmente determinado por la superficie total afectada en cada cuenca y por el porcentaje del área quemada respecto al total de la cuenca. Asimismo la pendiente es esencial para poder predecir el riesgo de la erosión. Las zonas llanas con pendientes por debajo de un 20%, el riesgo de erosión no es elevado. En otro extremo pendientes superiores al 60% el riesgo es muy elevado en principio pero los estudios de evaluación de eficacia de las medidas de prevención de la erosión indican que su eficacia es muy limitada, además que en estos ámbitos los suelos suelen ser rocosos y delgados y, por tanto, con menos suelo movilizable. Se ha fijado en principio un intervalo en la banda de pendientes comprendida entre 30 y 60% como zonas prioritarias de actuación que son localizadas. Además, se estableció como criterio adicional las zonas situadas a 25 metros de los cauces principales, estableciendo con ello un criterio de localización de actuaciones de mayor restricción.

- Áreas protegidas afectadas, tanto Espacios Protegidos de la Red Canaria como Zonas de Especial Conservación (Z.E.C) de la Red Natura 2000. Estas áreas son:

Parque Nacional de Garajonay Reserva Integral de Benchijigua Parque Rural de Valle Gran Rey Monumento Natural de los Roques Z.E.C. Barranco Charco Hondo Z.E.C Cuenca Benchijigua-Guarimiar

Z.E.C Monumento Natural de la Fortaleza de Chipude

Cabe destacar entre ellas las áreas incluidas en el Parque Nacional de Garajonay por su extraordinario valor de conservación y el carácter público de la propiedad.

- Climatología. La forma en que se producen las precipitaciones es un factor fundamental para estimar y establecer el riesgo hidrológico-erosivo, particularmente escorrentía, caudales punta y cantidad de suelo perdido. No obstante no se dispone en este momento de la posibilidad y capacidad de emplear métodos de simulación que ayuden a evaluar con un sentido práctico el territorio desde el punto de vista de la cantidad potencial de suelo perdido, por lo que este apartado no es considerado

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en este momento. Lo que si sabemos es que el riesgo de episodios de lluvias torrenciales de alta intensidad y persistencia con capacidad de generar la aparición de fenómenos erosivos severos no es pequeña, especialmente a partir del comienzo del mes de noviembre hasta bien entrado el mes de marzo. Del comportamiento del año meteorológico en este sentido, va a depender si se producen fenómenos erosivos acentuados o no.

- Vegetación existente antes del incendio. Nos indica los diferentes habitats afectados que son los siguientes:

Dentro del Parque Nacional distinguimos los siguientes tipos de vegetación afectados:

Monteverde.-

Se halla emplazado fundamentalmente en el Barranco de Los Gallos, y en menor medida en otras localidades como Tajaqué o el Hayal del Cercado. Se trata de los bosques más ricos, complejos y mejor conservados. El área afectada por el incendio en este complejo de ecosistemas asciende a unas 250 Ha, aproximadamente. Por el grado de conservación y edad de la mayor parte de los pies, pueden distinguirse diferentes tipologías:

a) Monteverde antiguo de bosques centenarios, muy bien conservados y en general de gran porte, especialmente los situados a media ladera y fondo de barranco. La extensión afectada supera las 54 Has.

b) Monteverde maduro, algo más joven, con un área dañada de unas 35 Ha y

c) Monteverde joven, conformado por bosques de laurisilva de menos de un siglo de antigüedad. El área afectada es más amplia y comprende unas 159 Ha.

En conjunto, el grueso de la vegetación de Monteverde afectado se encuentra en el interior del Parque Nacional de Garajonay, a excepción de una superficie próxima a unas 20 Ha que se halla en la zona periférica, dividida en dos tramos; uno en los Altos de Tajaqué, en la cabecera de la Reserva Natural Integral de Benchijigua, y otra colindante a las áreas de Monteverde existentes entre los Llanos de Crispín y Las Hayas.

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Desde una perspectiva ecosistemática, prescindiendo de la edad de las masas forestales, se han detectado daños en diversos tipos de bosque, desde Monteverde Higrófilo de fondo de cuenca con Tiles en el Barranco de los Gallos, Monteverde húmedo localizado en laderas, de laurel, acebiño y palo blanco, o bien de hayas, Monteverde de altitud, así como brezales maduros de crestería. Vienen a suponer un 34% de la superficie quemada en el Parque, mientras que, con respecto al conjunto del área incendiada, alcanza casi el 9% del total. De esta superficie y en una primera evaluación se estima que un 15% estaría calcinado de copas, otro 15% estaría socarrado y el restante 70% correspondería a fuego de superficie sin afección inicial a copas, pero con cierta mortandad y caída de árboles viejos, por incidencia de la combustión en huecos y hendiduras.

Fayal-brezal.-

Las superficies afectadas comprenden masas de diferente antigüedad y estado de conservación. Así, se hallan dañadas, desde plantaciones relativamente recientes de pocos años, realizadas en el marco de los programas de restauración ecológica desarrolladas por el Parque Nacional, hasta formaciones más antiguas cuya edad estaría rondando el siglo. De forma aproximada, las clases de edad predominantes pueden situarse en dos tramos: un primer tramo de entre 10 y 50 años y otro segundo entre 50 y 90 años. En el seno del Parque Nacional, alrededor de unas 384 Ha correspondientes a este tipo de vegetación han sido arrasadas por el incendio, lo que supone un 52% de la superficie afectada. De ellas unas 226 Ha tenían talla arbórea con más de 7 metros de altura, mientras que 157 Ha tenían talla subarbórea, más pequeña, debido a causa de limitaciones ambientales o por su juventud. En cuanto a la severidad de los daños, se estima que más del 70 % de esta superficie estaría completamente calcinada de copas, un 15% correspondería a copas socarradas, normalmente formando una orla de transición, y otro 15% estaría afectado por fuego de superficie sin afecciones graves a las copas. Cabe destacar la existencia de brezales de cumbre carbonizados en zonas de alta incidencia de nieblas, muy ricos en musgos epifitos, que mostraban un excelente desarrollo en el entorno del Alto de Garajonay, y que ya estaban mostrando una gran capacidad de captación de agua de nieblas. Fuera del Parque Nacional se encuentran afectadas del orden de unas 190 Ha, en general de Fayal-brezal más joven, en general subarbóreo y arbustivo, entre Llanos de Crispín y Las Hayas, áreas al sur de Igualero y el Ajugal, entorno de Pajarito y áreas dispersas en la cumbre de Tajaqué, en la Reserva Natural Integral de Benchijigua, y en el sector oriental, hacia Los Roques y Las Nieves.

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En términos generales, este hábitat podría encuadrarse dentro de los brezales macaronésicos endémicos (4050) de los tipos de hábitats de interés comunitario, aunque las partes más desarrolladas se aproximarían más a las laurisilvas macaronesicas (9360)

Plantaciones de pino canario y pino insigne.-

En el interior del Parque Nacional, se corresponden con algunos de los rodales residuales que quedaban en el Parque Nacional de las plantaciones comerciales realizadas en los años sesenta del pasado siglo que fueron objeto de un importante programa de restauración ecológica desde la creación del Parque, con actuaciones encaminadas a su eliminación para la recuperación del bosque original. La mayor parte de ellas estaban en un avanzado estado de conversión a Monteverde mediante plantaciones, que alcanzaban una elevada cobertura. Cubrían unas 46 Has, en torno al 5% del área afectada. Estas plantaciones se localizaban fundamentalmente en las denominadas Áreas Degradadas del sur del Parque, desde aproximadamente la dorsal hasta su límite meridional.

Fuera del Parque, la extensión de estas áreas es superior, habiéndose visto afectadas unas 120 Ha de plantaciones de Pinus canariensis, tan sólo unas 0,5 de Pinus radiata, y alrededor de unas 22 Ha de plantaciones mixtas de Pinus canariensis en las que hubo o hay ejemplares de Eucalyptus spp. y Phoenix canariensis. Estas plantaciones se localizan fundamentalmente en la Reserva Natural Integral de Benchijigua y su cuenca receptora en el centro de la caldera de erosión que la conforma. Esto supone un total de de 144 Ha de plantaciones que, sumadas a las afectadas en el Parque, hacen un total de aproximadamente 190 Ha.

Matorrales.-

El área total de matorral afectada por el incendio comprende unas 963 Ha en el conjunto de la isla, de las cuales en el Parque tan sólo se afectaron unas 65 Ha, lo que representa cerca del 9% de la superficie quemada. Mientras en el interior de Garajonay forman mosaicos de tagasaste, codeso y jara, entremezclados con brezo subarbóreo, en el exterior del Parque incluyen otro tipo de formaciones más termófilas y también otras asociadas a diferentes tipos de sucesiones secundarias. De este modo podemos encontrar un amplio espectro de variación, incluyendo matorrales tan diversos como retamales blancos gomeros, espinales, granadillares, inciensales, vinagrerales, magarzales o incluso un componente mixto con

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algunas suculentas del género Euphorbia. No obstante, estas tipologías en su conjunto sólo recubren una superficie de algo menos de 18 Ha, perteneciendo la mayoría del área de matorral afectada en el exterior del Parque de unas 898 Ha de diversas combinaciones de las especies antes mencionadas para el Parque (Chamaecytisus proliferus, Cistus monspeliensis y Adenocarpus foliolosus), predominando variantes de Jaral y Escobonal, principalmente.

Domos sálicos y afloramientos rocosos con vegetación rupícola.- En su mayor parte se concentran en el espectacular Roque de Agando, uno de los emblemas paisajísticos del Parque y en el Roque Carmona, a los que se añaden pequeños afloramientos desperdigados en el territorio. Se corresponde este hábitat con el de pendientes rocosas silíceas con vegetación casmofítica, dentro del tipo de hábitat de interés comunitario 8220. Cubren menos del 1% del área quemada, apenas cerca de 6 has. Fuera del Parque, la extensión se completa con el resto de las caras del Roque de Agando, incluidas en la Reserva natural Integral de Benchijigua, alcanzando en total las 13 Ha. La incidencia de los daños no ha sido evaluada con precisión, aunque se ha comprobado que la calcinación de la vegetación situada en las grietas llega a ser muy importante.

Castañar.-

Área reducida sometida principalmente a la afección de fuego de superficie, en el área de los Llanos de Crispin, de unas 0,6 Ha aproximadamente.

Popr ultimo indicar que el tipo de vegetación afectada y su estado de conservación nos indica indirectamente el daño producido y el tiempo necesario para la recuperación a un estado similar al que tenía antes de producirse el incendio. Se dispone por un lado de un mapa de antiguedad de los bosques de Monteverde que nos da una primera aproximación de la localización de los bosques antiguos que se concentran en la zona de los Gallos principalmente, estando prácticamente ausentes en la vertiente sur. Los tipos de bosque de Monteverde, en los que se emplean caracteres de talla y de composición también nos ayudan a discernir el tiempo de recuperación. Posteriormente se piensa evaluar esta cuestión con más detalle, combinando datos de parcelas permanentes situadas en la zona afectada, medidas con anterioridad al incendio, con mediciones de anillos de crecimiento a partir de secciones de arboles individuales.

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- Severidad del incendio, que nos proporciona el grado de afectación de diferentes componentes del ecosistema y que tiene relación con su intensidad en forma de temperatura alcanzada y con el tiempo de residencia de la combustión. La severidad afecta a los diferentes componentes del ecosistema e incide en su comportamiento posterior, tanto en el grado de exposición a la erosión y perdida de suelo, que es el factor que tratamos de graduar en estos momentos, como en la posterior restauración y capacidad de regeneración del mismo. Normalmente se emplean indicadores fácilmente detectables mediante imágenes de satélite como es el estado del arbolado al permitir diferenciar arbolado completamente calcinado de copas, arbolado con copas socarradas y arbolado no afectado de copas pero con fuego de superficie. Estos diferentes tipos de afección del estrato arbóreo llevan aparejados diferentes grados de protección del suelo, siendo mínimo en el caso de calcinación completa, intermedia en el caso de copas socarradas en las que el follaje rápidamente se desprende de las copas, formando una capa protectora en el suelo y relativamente favorable en el caso de fuegos de superficie en los que las copas total o parcialmente intactas y la capa de hojas que cubre el suelo procedente de las partes inferiores de las copas socarradas mantienen una protección mayor que en los casos anteriores. El estado del suelo también es empleado distinguiéndose diferentes categorías de severidad por el grado de consunción de la cubierta orgánica del suelo y del suelo mineral superficial pero este solo es observable de forma directa sobre el terreno. Ambos indicadores de la severidad del incendio suelen estar directamente relacionados, por lo que en una primera aproximación se puede emplear el estado del arbolado. Por tanto, en esta primera etapa de planificación empleamos el grado de afección del arbolado empleando imágenes de baja resolución del satélite Deimos, que son las únicas disponibles por el momento por falta de fondos y que nos han permitido delimitar con trazo grueso zonas por el grado de afección a la vegetación. Posteriormente esta zonificación previa habrá de ser refinada con información de mayor resolución y validada en campo por observación directa en el momento de la ejecución de las actuaciones que se establezcan

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Selección de actuaciones de emergencia para reducir la erosión

Existen diferentes alternativas de actuaciones consistentes en trabajos elementales de emergencia para reducir la erosión en las cuencas, y reducir los daños en las infraestructuras así como en el grado de amenaza a la seguridad pública en las zonas prioritarias previamente establecidas. Se indican a continuación estas soluciones que se barajaron inicialmente, analizándose las razones para su elección o descarte:

Creación de coberturas para proteger el suelo (mulching). En las evaluaciones de eficacia de actuaciones contra la erosión post-incendio consultadas la creación de coberturas de paja se ha mostrado como la más eficaz. Sin embargo esta opción se ha desechado, principalmente por la necesidad de importación de la misma desde el continente y el consiguiente riesgo de introducción de especies exóticas agresivas en un área tan especial como el Parque Nacional de Garajonay. Asimismo se ha desechado el empleo de residuos de cañaveral astillado procedente de las limpiezas que se están realizando en la Isla por el riesgo de propagación que podría plantearse. La

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disposición sobre el terreno quemado de material vegetal fino resultado de la corta de arboles es una opción abierta que será probada.

Creación de coberturas mediante siembra de herbáceas. Su objeto es crear rápidamente una cobertura herbácea que proteja el suelo calcinado y desprovisto de toda cobertura. No obstante teniendo en cuenta las limitaciones de existencias de semillas autóctonas en este momento y los problemas que podría conllevar el uso de semillas foráneas que podrían traer consigo otras semillas de especies con comportamiento agresivo, ha hecho que esta técnica haya sido igualmente descartada. No se descarta, sin embargo, la realización de ensayos a pequeña escala con lotes de semillas recogidas al efecto en zonas adyacentes, para poner a punto este tipo de técnicas, y evaluar su viabilidad. Asimismo se van a realizar parcelas de prueba de diásporas de musgos pirófitos (Funaria higrometrica y Ceratodon purpureus) que han tenido una gran importancia en la protección de suelos quemados en otros incendios anteriores (Acebiños 2008)

Creación de barreras en forma de cordones de residuos amontonados de material vegetal quemado menudo y fajinadas de troncos dispuestos según líneas de nivel. Provocan la deposición de sedimentos arrastrados por la erosión laminar. Tienen una eficacia limitada que depende de la buena ejecución de las mismas. Es una solución que a pesar de sus limitaciones ha sido considerada como una de las más factibles por la abundancia de material leñoso quemado. Un caso particular de su empleo está en las laderas con alta pendiente situadas por encima de las vías de comunicación donde se presentan riesgos para la seguridad de las personas como consecuencia de la posibilidad de material rodante, tanto troncos como piedras sueltas. En este caso a su misión original se añade la de servir de freno y retención de dichos materiales.

Construcción de albarradas que son pequeños diques realizados con troncos cortados en el área quemada que se emplazan en los fondos de cañadas por donde se concentra el flujo de escorrentía durante los periodos de lluvia. Frenan la escorrentía y crean trampas de sedimento. Al igual que en el caso anterior se considera como una de las acciones más factibles.

Construcción de diques de gaviones, no se contemplan por la premura de las actuaciones, la lentitud en su construcción y su excesivo coste.

Instalación de mallas flexibles de redes de anillos en cauces. Controlan y retienen flujos masivos de coladas de sedimentos formadas tanto por grandes bloques como sedimentos para la protección de infraestructuras. Cumplen una función parecida a los diques tradicionales en lo que se refiere a la retención de sedimentos. Son diseñados por una empresa especializada en función de daros morfológicos y la pendiente media del canal principal para interceptar el flujo potencial.

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Repaso de cunetas y drenajes transversales en las vías de comunicación. Son necesarias porque los materiales arrastrados por las lluvias son conducidos a estas estructuras de desague que de no mantenerse adecuadamente producen atascos que pueden suponer la destrucción o deterioro de los firmes de las pistas así como procesos erosivos en las áreas de monte circundante donde desaguan.

Además de estas actuaciones encaminadas directamente a la prevención de la erosión se contemplan otras como la corta de arbolado que presente problemas de seguridad para las personas, principalmente el arbolado de mayor talla con heridas que supongan riesgo de caída y que se sitúan en las proximidades de las vías de comunicación. Asimismo, se contempla la corta a hecho en fajas de anchura variable similar a la altura del arbolado a lo largo de las vías de comunicación, miradores y otros lugares de concentración de visitas como medida preventiva de seguridad y para la obtención de material vegetal necesario para la creación de las barreras y fajinas. Estas fajas tendrán también una función añadida consistente en reducir el impacto visual del arbolado quemado en pie situado en estas áreas ampliamente visitadas, procurándose que los ápices de las copas situados ladera abajo estén por debajo de la horizontal. En el resto del territorio se sugiere respetar el arbolado en pie salvo el estrictamente necesario para las estructuras de retención de sedimentos. Esto, además de reducir los costes tiene como objetivo respetar las funciones biológicas y protectoras de estos árboles como son, entre otros, el proporcionar cierta cobertura protectora, servir de perchas o posaderos, lo que puede favorecer la dispersión de propágulos, servir de soportes para la colonización de líquenes y musgos, sustrato de madera para hongos y artrópodos así como contribuir a la captación de agua procedente de las nieblas.

Un argumento empleado a favor de la corta está en la creencia bastante generalizada de que esta favorece el rebrote; en realidad la bibliografía consultada no apoya esta idea y, por el contrario, de acuerdo con nuestra propia experiencia, en un estudio realizado recientemente, la corta realizada con posterioridad a la quema (año y medio de dilación) supone una nueva perturbación adicional que retrasa tanto el crecimiento como los procesos de sucesión. Consideramos que los inconvenientes que se puedan poner a esta fórmula de gestión como el impacto paisajístico de los troncos quemados durante bastantes años o el posible aprovechamiento de la madera no deben primar en el caso del Parque Nacional sobre los argumentos más estrictamente de conservación. Tampoco estos residuos en pie suponen un aumento significativo a considerar de la inflamabilidad y velocidad de propagación en el caso de un nuevo incendio, y tan solo, en todo caso, consideraríamos una cierta justificación de la remoción en el caso de cresterías situadas en la dorsal insular y a lo largo de las vías de comunicación antes mencionadas.

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Otras medidas que se piensan implementar es el uso de cajas nido o bebederos para facilitar la llegada de avifauna y su actividad dispersora

Especificaciones técnicas en el desarrollo de los trabajos de campo

Los trabajos de mitigación post-incendio son relativamente elementales en cuanto a su ejecución pero su efectividad depende de una adecuada comprensión de su funcionamiento y de una cuidadosa ejecución por parte de los operarios. Teniendo en cuenta la escasa experiencia local en la ejecución de este tipo de trabajos se han establecido por escrito unas especificaciones técnicas que habrán de ser empleadas como guía.

Previamente al inicio de los trabajos, se formará al personal sobre la adecuada ejecución de los mismos de modo que estos se realicen de forma eficiente y cumplan adecuadamente con las especificaciones establecidas. Asimismo se distribuirá cartografía a E: 1/50.000 de las zonas prioritarias de actuación establecidas.

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Antes de la ejecución de las medidas de mitigación es necesario validar sobre el terreno la prioridad de localización previamente estimada por los técnicos responsables de la ejecución de los trabajos.

Seguidamente se establecen las especificaciones recomendadas por tipo de actuación.

Creación de barreras en forma de cordones y fajinadas

Localización: Estas medidas de mitigación a realizar en las laderas de las cuencas afectadas seleccionadas por los técnicos,

Espaciamiento: La densidad de fajinadas será de aproximadamente 500 metros lineales de fajinas por ha. Los cordones de residuos menudos deberán ser intercalados de modo que entre fajinadas se sitúen aproximadamente dos cordones, uno por encina y otro por debajo. Como criterio a considerar para facilitar el ordenamiento espacial, podrán disponerse a lo largo de líneas de nivel, preferentemente cuando el terreno sea homogéneo o al tresbolillo cuando el terrenos sea más heterogéneo.

Posicionamiento: Los troncos de las fajinas deben colocarse bien nivelados, perpendiculares a las líneas de máxima pendiente. Cuando el tronco no pueda ser asegurado contra tocones u otros elementos naturales deberá asegurarse mediante una o dos estacas clavadas en el terreno para evitar que ruede ladera abajo. Asimismo deberá comprobarse que estén perfectamente en contacto con el suelo, sin huecos entre medias, para conseguir un control adecuado de la escorrentía. Las fajinas no deberán superar los 15 metros de longitud por la dificultas de mantener el nivel. Se deben de rematar en U para favorecer la retención de los sedimentos. Los cordones de material menudo deberán igualmente posicionarse según curvas de nivel y conseguir una fijación adecuada al terreno; su altura deberá ser de unos 25-30 cms mientras que su anchura dependerá de la cantidad de material disponible en función de la cantidad de árboles cortados que depende a su vez de la densidad establecida de fajinadas.

Tamaño de los troncos: El tamaño preferido de los troncos será entre 16 y 20 cms. de diámetro, aunque pueden ser empleados arboles mayores. En zonas donde los arboles sean menores pueden hacerse grupos de 3 a 6 tallos. La longitud de los troncos debe estar entre 3 y 5 metros pues si fuesen de mayor longitud serían difíciles de manejar y no son fáciles de encamar en el suelo Los troncos ya caídos también pueden emplearse posicionándolos adecuadamente para que puedan actuar como barreras. En el caso de fajinadas y cordones de residuos menudos situados por encima de las carreteras, su función se amplía a la de servir de freno al material rodante, por lo que deberán ser algo más altas en torno a 40 cms en el caso de las fajinadas y 50-60 cms, en el caso de los cordones.

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Grado de calcinación de los arboles a emplear: En principio ningún árbol socarrado o con hojas verdes podrá ser cortado.

Tocones: Los tocones deberán ser al menos 30 cms de alto en lugares llanos, pero en lugares en pendiente pronunciada no deberán ser menores de 40 cms.

Encame o encajado de los troncos: Cada tronco deberá ser encamado en una trinchera de unos 5- 10 cms. de profundidad, con un relleno ladera arriba para pegar y sellar el tronco con el suelo a fin de evitar que el agua no fluya por debajo.

Avance del trabajo: Se aconseja progresar el trabajo en la ladera de arriba hacia abajo. De esta forma los operarios que colocan las fajinas están más seguros. Además, de este modo es más fácil identificar el flujo del agua ladera abajo y con ello determinar mejor la colocación de las barreras.

Equipos de trabajo: el equipo más eficiente estará formado por un motosierrista encargado de la corta, desramado y preparación de los troncos seguido de dos operarios situados a una distancia de SEGURIDAD encargados de la colocación de la fajinada y la disposición acordonada del material menudo.

Herramientas: motosierra con equipo de seguridad, azada y hacha para la corta de estacas.

Áreas a no tratar: Habrá islas salteadas dentro de las áreas seleccionadas a tratar que son de baja prioridad para el establecimiento de fajinadas y cordones. Estas presentan alguna de las siguientes características: presencia de arboles soflamados o vivos, areas poco quemadas, laderas con pendientes superiores al 60%, superficies con piedras de más de 10 cms de diámetro y cobertura mayor del 60% donde no es posible encamar los troncos.

Albarradas

Para la construcción de las albarradas se emplearán las siguientes técnicas Colocación en las vaguadas o canales de desagüe por donde se concentra la escorrentía en los momentos de lluvia posicionados perpendicularmente al flujo del agua.

Anclar postes verticales clavados, aprovechando tocones cuando sea posible.

Empotrar adecuadamente los troncos dispuestos en horizontal en los laterales y fondo de la vaguada mediante una zanja abierta al efecto.

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Atado de troncos a los postes mediante cuerdas

Usar material menudo para rellenar los huecos existentes entre los troncos.

Colocar troncos o rocas a modo de encachado en la base de la estructura ladera abajo para la disipación de la energía y evitar socavamientos en los puntos de derrame. Deberá cubrir la anchura del canal y no menos de un metro de anchura desde el punto de derrame.

Colocar material menudo detrás de la albarrada. La altura no superará los 50-60 cms.

La separación entre albarradas será normalmente de 15 a 20 metros Se establecerán parcelas de seguimiento para evaluar la eficacia de las medidas de prevención de la erosión, que se instalarán tanto en áreas donde se haya actuado como en áreas donde no. Se propone un numero de parcelas no menor de 30. Todas las parcelas se localizarán con GPS y serán mapificadas. El seguimiento incluirá documentación mediante fotos y agujas de erosión. El seguimiento se realizará al menos durante dos años.

Remoción de arboles peligrosos o por razones paisajisticas

Por razones de seguridad o paisajistas todos los árboles situados en zonas completamente calcinadas próximos a carreteras o pistas serán cortados en una franja de anchura similar a la altura del arbolado o hasta que la altura de las copas este por debajo de una visual horizontal ladera abajo.

En el caso de zonas socarradas o afectadas por fuego de superficie, todos los arboles en pie muertos o dañados en el incendio situados a una distancia menor que su altura en áreas abiertas al uso público y que supongan un riesgo para las personas o los bienes serán sistemáticamente inventariados y evaluados. Estas evaluaciones se realizarán a lo largo de los caminos, pistas, carreteras, aparcamientos y áreas recreativas por personal del Parque Nacional.

Estas áreas visitables permanecerán cerradas al público hasta que los arboles peligrosos sean eliminados.

Los arboles peligrosos serán evaluados hasta una distancia mayor de la altura del arbolado de la zona desde caminos, carreteras, aparcamientos, edificios y áreas de uso público asociadas. Tan solo los arboles con potencial de caer sobre una de estas áreas serán evaluados para su corta.

El primer paso para la evaluación será la inspección por parte de un equipo de dos personas que recorrerán en vehiculo, a baja velocidad, o a pie, según los

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casos, las diferentes zonas. El equipo estará formado por un Agente de Medio Ambiente y un encargado de los trabajos.

El segundo paso será la inspección individual detallada de cada árbol sospechoso. La decisión de ser cortado o no tendrá en cuenta una variedad de factores como grado de inclinación, tamaño y profundidad de las heridas, afección a las raíces, estado del suelo

Los arboles seleccionados serán marcados con pintura roja.

Los arboles serán cortados posteriormente, procurando, a ser posible, su posicionamiento siguiendo las líneas de nivel para favorecer la prevención de la erosión.

Se realizará un monitoreo de los arboles a talar antes y después de los trabajos mediante reportaje fotográfico y georeferenciación con GPS.

Referencias

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