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Situación actual en el
Mediterráneo: amenazas y
medidas
Ponente: D. Diego López Garrido, Portavoz de Defensa del Grupo Socialista en la Comisión de Defensa.
NOTA PREVIA:
Por motivos de trabajo, el ponente D. Diego López Garrido no ha podido entregar su ponencia en texto, por lo que se ha elaborado con las notas recogidas por la dirección y secretaría del Foro para la Paz en el Mediterráneo, remitiéndosele al ponente para su revisión. Cualquier fallo en el léxico, falta de claridad e incluso algún error de concepto, debe atribuirse al Foro y no la ponente 1.
La seguridad en el Mediterráneo adquiere en el primer cuarto del siglo XXI la máxima importancia, habiéndose convertido este Mar, en el transcurso de menos de una centuria, de focos de inestabilidad afectando a los países, primero europeos y posteriormente ribereños, a una “amenaza planetaria”, convirtiéndose en estos últimos años en un “cementerio”, un “área de tensión permanente” y un “constante foco de amenazas contra la seguridad. Podemos decir, que en estos albores del siglo XXI la región mediterránea se encuentra “cargada” de amenazas.
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Diego López Garrido, con correo electrónico de 18 de noviembre, a las 13:08 horas ha indicado no tener correcciones que efectuar.
En el año 2003, se aprobó la Estrategia Europea de Seguridad (EES) 2, liderada por Javier Solana, cuyo título era “Una Europa segura en un mundo mejor”. La EES establece unos desafíos mundiales y una relación de las principales amenazas, encontrándose entre los primeros:
El contexto de seguridad a que ha dado lugar el fin de la guerra fría se caracteriza por una apertura cada vez mayor de las fronteras que vincula indisolublemente los aspectos internos y externos de la seguridad. Las corrientes comerciales y de inversión, el desarrollo tecnológico y la expansión de la democracia han supuesto una libertad y una prosperidad crecientes para muchas personas. Otras, en cambio, perciben la mundialización como fuente de frustración y de injusticia. Esta evolución ha aumentado asimismo las posibilidades de intervención de los grupos no estatales en los asuntos internacionales. Pero también ha incrementado el grado de dependencia de Europa respecto de una infraestructura interconectada en ámbitos como el transporte, la energía o la información, aumentando por ende su vulnerabilidad. Desde 1990 han muerto en guerras casi cuatro millones de personas, el 90% de ellas civiles. Más de dieciocho millones de personas en todo el mundo han tenido que abandonar sus hogares como consecuencia de conflictos.
En gran parte del mundo en desarrollo, la pobreza y la enfermedad causan indecibles sufrimientos y provocan
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millones de personas, la mitad de la población mundial, viven con menos de dos euros diarios. Cuarenta y cinco millones mueren cada año de hambre y malnutrición. El sida es hoy una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad y un factor de fractura social. Las nuevas enfermedades pueden propagarse con rapidez y convertirse en amenazas de ámbito mundial. El África subsahariana es hoy más pobre que hace diez años. En muchos casos, el fracaso económico está ligado a problemas políticos y a conflictos violentos. La seguridad es una condición para el desarrollo. El conflicto no sólo destruye las infraestructuras, incluidas las sociales, sino que también fomenta la delincuencia, disuade a los inversores e imposibilita la actividad económica normal. Varios países y regiones han quedado atrapados en un ciclo de conflicto, inseguridad y pobreza.
La competencia por los recursos naturales –el agua, en particular, competencia que en las próximas décadas se verá agravada por el calentamiento del planeta– creará, con toda probabilidad, aún más disturbios y movimientos migratorios en diversas regiones. La dependencia energética es motivo de especial inquietud en Europa, que es el mayor importador de petróleo y de gas del mundo. Las importaciones suministran cerca del 50% de la energía consumida actualmente. En 2030 ascenderán al 70%. La mayor parte de las importaciones de energía proceden del golfo Pérsico, de Rusia y del norte de África.
De estos desafíos surgen unas amenazas, debiéndose descartar agresiones a gran escala contra estados miembros, encontrándose entre ellas:
1. El terrorismo.
2. La proliferación de armas de destrucción masiva. 3. Conflictos regionales.
4. Descomposición del Estado. 5. Delincuencia organizada.
Estas amenazas se mantienen hoy en día, debiéndose poner el énfasis en el terrorismo yihadista, al que se le denomina con el acrónimo de DAESH.
Con objeto de desarrollar adecuadamente la situación en el Mediterráneo, desde mi punto de vista, podemos establecer tres bloques:
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c) Forma de reaccionar ante ellos. ORIGEN
El inicio de la total inestabilidad la podemos centrar en el fracaso de la “primavera árabe”, excepto en Túnez, aunque este país se enfrenta a enormes retos a causa de sus fronteras con Libia y Argelia, demasiados “porosas” para un control eficaz de ellas.
Libia debemos considerarla como el desastre más absoluto tras la caída del dictador Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi.
En Egipto los jóvenes de la plaza Tahrir en El Cairo consiguieron de una forma ajena a la violencia la caída del dictador Hosni Mubarak.
El Sahel ha sido en la primera década del siglo XXI, el gran olvidado de Occidente y de EE.UU., creándose el caldo de cultivo adecuado para que la inestabilidad, la violencia y el descontrol por parte de los gobiernos, fueran los comunes denominadores de todos los países de la zona.
En realidad en todo el Magreb, considerándolo en su verdadera acepción: “la parte más occidental del mundo árabe”, compuesto por Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, ha soportado tensiones internas que han generado un clima de “inestabilidad”.
Otro origen de la actual situación es la “guerra civil” existente en el mundo árabe-musulmán, entre chiitas y sunnitas, acrecentada en los últimos años.
La guerra de Irak y la caída de Sadam Hussein, alegando la posesión de “armas de destrucción masiva”, ha provocado una reacción de violencia inusitada. Los promotores de aquella reacción de Occidente contra el régimen iraquí, han pedido disculpas por su error y así lo ha manifestado Tony Blair y George Bush con palabras de su padre, no así José María Aznar, esperándose que algún día lo haga.
Se cometió error tras error, siendo algunos de ellos la destrucción del ejército de Sadam Hussein y la concesión de todo el poder político a los chiitas en detrimento de los sunnitas, provocando que gran parte del ejército engrosara las filas de DAESH.
Por último, dentro de los orígenes de la conflictividad actual, cabría señalar el enfrentamiento palestino-israelí, iniciándose en los últimos meses la que podría llamarse “tercera intifada”
EFECTOS
Los efectos pueden detectarse casi de forma intuitiva: Siria, es desde 2011 la zona más inestable del planeta. De una población de 22 millones de personas, existen más de doce millones de desplazados.
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Irak se encuentra dividido entre los territorios controlados por el Gobierno y los territorios kurdos, al margen de la parte controlada por DAESH, de la que posteriormente se tratará.
Libia es u estado fallido, al igual que Eritrea, estados solo de nombre, con escasas posibilidades de poner de acuerdo a las distintas facciones enfrentadas.
El movimiento terrorista DAESH se sustenta en el “califato” de Abu-Bakr ibn Ibrahim al-Baghdadi, reivindicando la sucesión del primer califa tras Mahoma, su pertenencia a la familia de Abraham (Ibrahim) y su unión a los califas de Bagdad. La existencia de un califato exige un territorio, hoy en día formado por las terceras partes de Siria e Irak y aceptado como tal por otros territorios situados a miles de kilómetros, como Malí y norte de Nigeria en el Sahel y África Subsahariana.
El califato quiere ejercer una función estatal y de hecho así lo hace en los territorios, asesinando a los musulmanes que no le son afines y provocando el éxodo masivo de millones de personas, con la consecuencia de 3.800 muertos en el mar Mediterráneo cuando pretendían alcanzar las costas europeas.
Los refugiados se cuentan por millones, siendo los países que mayor número soportan: Líbano y Jordania. Alemania espera recibir 800.000 este año y España 19 personas únicamente ¿increíble?
La reacción de la Unión Europea ha sido insuficiente, vacilante, incierta y sin ideas claras.
De hecho, cuando se produjeron los primeros acontecimientos en Siria, Oriente Medio y Sur del Mediterráneo, tanto la Unión Europea, como la OTAN, estaban más preocupadas por lo que ocurría en Ucrania que en su flanco sur. De hecho puede decirse que no hay una estrategia definida para el flanco sur, incluso en estos momentos que se está planteando una coalición internacional contra el “estado islámico” nos preguntamos ¿cuál es la estrategia? a seguir, sin que obtengamos ninguna respuesta.
Sobre Siria hay cuatro actores, la coalición internacional liderada por Obama, la Rusia de Putin, el Gobierno de Hafez al Asab y la oposición, contándose entre ellos a los kurdos del Kurdistán sirio.
Tampoco existe una estrategia, manteniéndose reuniones sin fin, en las cuales se descarta o no a algún actor, a requerimiento de las dos potencia preeminentes mundiales.
Putin defiende a Hafez al Asab; Obana ha enviado 50 soldados para adiestrar a los kurdos, los cuales reclaman autonomía o independencia, lo que provoca las reticencias de Turquía.
Por su parte la Unión Europea carece de política de defensa propia y de hecho en la coalición internacional,
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otros, otras o ningunas, como si la amenaza no fuera con ellos.
En los últimos meses se han incorporado dos actores, el primero Irán, lo cual es una buena noticia, por otro lado Turquía quiere tener protagonismo porque todo afecta a su propia seguridad. A todos ellos se deben unir otros estados árabes y musulmanes, porque todo el mundo islámico debe clarificar su postura con respecto a DAESH.
En el debate posterior, podemos tratar algún punto no suficientemente analizado en estas líneas.
