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LA POESÍA ESPAÑOLA DE LA POSGUERRA A LA ACTUALIDAD

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LA POESÍA ESPAÑOLA DE LA POSGUERRA A LA ACTUALIDAD

(Introducción) La Guerra Civil Española supuso una ruptura dramática y brusca en el desarrollo de la literatura. Como ocurrió con el resto de los géneros literarios, tras la contienda, en la lírica, los escritores más significativos o bien habían muerto (Unamuno, Lorca, Miguel Hernández, A. Machado), o bien tuvieron que enfrentarse al exilio (Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Rafael Alberti) o bien, permaneciendo en España, se condenaron a sí mismos al silencio, sometidos por la censura o intentaron burlarla y continuaron su producción poética (Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego).

La guerra, en el terreno de la poesía, truncó la renovación del género iniciada por la Generación del 27 que, tras un período inicial de máxima influencia de las Vanguardias y la interpretación del arte como actividad que se justificaba en sí misma, evolucionó, en una etapa posterior, en los años inmediatamente anteriores a la guerra, hacia una progresiva "rehumanización", gracias al influjo del Surrealismo y al interés por una finalidad "social" de la literatura. Este proceso de "rehumanización" fue un proceso de "renovación de la poesía a favor del hombre", en la que también tuvo mucho que ver el escritor Pablo Neruda y su revista "Caballo verde para la poesía". Estos planteamientos fueron claros precedentes de la poesía social de la Generación de los 50.

Antes de la Guerra Civil, como se recordará, el panorama poético había sido renovado a través de las aportaciones del Modernismo, el concepto de "poesía pura" de Juan Ramón Jiménez, el magisterio poético y personal de Antonio Machado y la valoración de la metáfora, la peculiar asimilación de tradición y Vanguardias que había realizado la Generación del 27. Durante la guerra, poetas de ambos bandos cultivan una poesía al servicio de las circunstancias, una poesía politizada, una poesía de combate, de guerra, de trinchera, que busca sobre todo difundir y apoyar una determinada postura ideológica:

a) zona franquista, cuyos autores se aglutinaron en torno a la revista "Vértice" de Falange: Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco, Agustín de Foxá y la revista "Jerarquía", a la que estuvieron ligados Luis Rosales y Gonzalo Torrente Ballester.

b) zona republicana, la revista "El mono azul" (1936-1939) de la Alianza de Intelectuales Antifascistas era la difusora de los autores comprometidos. También ejerció una función similar la revista "Hora de España". Los autores más representativos de esta tendencia fueron A. Machado, León Felipe, Dámaso Alonso y, especialmente, la poesía de guerra de Rafael Alberti y Miguel Hernández.

La poesía de posguerra está formada por dos grupos generacionales: la Generación del 36 y la Generación de los 50. Después de ambas, ya podemos hablar de poesía actual (desde la democracia hasta nuestros días). En este amplio período, pueden señalarse dos apartados esenciales, la poesía de los 70 y la poesía de los 80 y posterior.

Recuérdese que el concepto de generación literaria, a pesar de ser una "etiqueta" insuficiente y simplificadora, que generaliza posturas que a veces, en cada autor, tienen importantes disidencias y matices... sigue siendo un método últil para agrupar autores y tendencias globales, que permiten entender las tendencias desde sus rasgos comunes y sus coincidencias, lo que se ha llamado el "espíritu de época" que identifica básicamente a cada grupo generacional.

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Debe tenerse en cuenta, además, que los escritores jóvenes suelen dar el relevo a sus mayores, a los que han considerado sus maestros en el inicio de su producción, cuando ellos mismos son capaces de proponer su propia estética, más allá de la simple imitación de modelos. Varias generaciones literarias suelen convivir en un mismo tiempo y alimentarse mutuamente de hallazgos y propuestas.

Los críticos más reacios al nombre de generación literaria suelen preferir términos menos categóricos que el de "generación", como los de "grupo poético", "escuela" o "promoción".

Rasgos generales de la poesía de posguerra:

- Es frecuente el tema de la patria perdida, dividida por la Guerra Civil, "las dos "Españas" que ya mencionaba Machado y que se revelaron como irreconciliables en la contienda. En la poesía de esta época suelen mencionarse la ausencia y el desarraigo, primero con profunda rebeldía y más tarde sólo como nostalgia.

-Como se mencionó en la novela y el teatro de posguerra, también en la lírica conviven y se complementan, con distinto predominio, las preocupaciones existenciales y las sociales. - El estilo es diverso y propio de cada poeta, que concibe de forma personal su propia estética en su obra.

- Dos obras líricas fueron esenciales en el futuro de la poesía y de los poetas posteriores:

a) Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, obra que fue claro antecedente de todas las obras que participaban del concepto de poesía como compromiso y que tenía un claro fondo existencial y social. Recuérdese el poema "Insomnio". Dámaso Alonso influyó en la actitud de algunos jóvenes con afirmaciones como ésta: “Nada aborrezco másd que el estéril esteticismo en que se ha debatido desde 1945 el arte contemporáneo; hoy es solamente el corazón humano lo que me interesa”. Miguel Hernández ya se había manifestado en el mismo sentido: “Odio los juegos poéticos de solo el cerebro, quiero las manifestaciones de la sangre”.

b) Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, orientado hacia el neorromanticismo y el Surrealismo.

- Lo mismo que en la novela tuvo una importante labor de difusión de autores jóvenes el Premio Nadal, en la lírica esta función la asumió el premio "Adonais", que, además, era una colección de poesía, y que dirigió José Luis Cano.

(Desarrollo)

Tendencias de la poesía de posguerra a la actualidad

Años 40. Generación del 36 (también llamada "primera promoción de posguerra", o "generación escindida", dividida por la Guerra Civil.

La antología de autores elaborada por Gerardo Diego y que se titulaba Poesía española contemporánea recogía básicamente a todos los poetas que aglutina esta generación.

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Se dividieron en dos tendencias fundamentales , a) la poesía "arraigada" o "garcilasista" y b) la poesía "desarraigada" o "existencial". Además pueden mencionarse, al margen de las dos tendencias anteriores c) el "Postismo" (abreviatura de Postsuperrealismo) y d) "Neomodernismo" o Grupo "Cántico".

a) Poesía "arraigada" o neoclasicismo garcilasista. Por decirlo de una forma simple, agrupa a los poetas del bando vencedor. Son poetas que simpatizan con el bando franquista o con filiación falangista. Sus revistas literarias son "Escorial" (1940-1950) y "Garcilaso" (1943-1946), nombre en honor del poeta renacentista cuya muerte se conmemoró en un homenaje a él dedicado en 1936.

Sus planteamientos estéticos se resumen en: serenidad clásica renacentista; frialdad y academicismo en la expresión poética; su fin es elaborar una poesía que exprese sin angustia un mundo armónico y ordenado. En la métrica se valoran las estrofas clásicas, como el soneto. Sus temas son los tópicos de la tradición literaria: el amor, la religión (desde la confianza y la fe), la patria, el paisaje. Puede decirse que, en cierto modo, representan la "poesía oficial".

Autores: Luis Rosales, Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Rafael Morales. (“Por donde van las águilas”, SGEL, pág. 234; Versos del Guadarrama)

b) Poesía "desarraigada" o "existencial" combina un tono trágico con la sencillez en la expresión. Las revistas donde se expresan los poetas que manifiestan su disgusto con el mundo y, aunque cargados de reflexiones existenciales, tienen el germen de la poesía social de los 50 (Victoriano Crémer, Gabriel Celaya y Blas de Otero, que veremos más adelante) son "Espadaña" (León, 1944-1950), "Corcel" (Valencia, 1943), "Proel" (Santander, 1944).

Las obras esenciales de esta tendencia son Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, 1944 y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, 1944. Ambas obras tenían, como ya se ha dicho, profundas inquietudes existenciales, cuyos temas comunes eran la angustia y la desesperación. Dámaso Alonso describe así su creación poética: “Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla .Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad”. (Ver ”Oración por la belleza de una muchacha”, Oscura noticia, SGEL, pág. 235).

Su tono trágico, desarraigado hizo que muchos críticos comparasen esta tendencia en la lírica a la corriente que en novela se llamó "tremendismo". Sus poemas estaban marcados por la desesperanza, la duda religiosa, incluso la invocación acusadora a Dios como responsable del dolor humano y el absurdo de la existencia del hombre. Estas inquietudes existenciales a veces llevaban aparejadas reflexiones críticas de tono social, que fueron el camino para la poesía decididamente social de los 50.

La poesía "desarraigada" cultivaba el estilo directo, sencillo, coloquial, de tono desgarrado y que , evidentemente, renunciaba -a diferencia de los "garcilasistas- a la preocupación por lo puramente estético.

Autores: Dámaso Alonso, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, José Hierro y las primeras obras de Blas de Otero y Gabriel Celaya, poetas señeros de la poesía social de los 50.

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Como se ha anunciado, al menos otras dos tendencias convivieron en estos años con la poesía "arraigada" y "desarraigada", pero que deliberadamente se alejaron de la polémica y el propósito de tomar una postura política y ética tras el desenlace de la guerra. Fueron el "Postismo" y el "Neomodernismo". Según se pone en evidencia en sus propias denominaciones eran revitalización de tendencias ya desarrolladas bastantes años antes, el Surrealismo y el Modernismo.

c) Postismo (en torno a 1945 y vinculado al poeta Carlos Edmundo de Ory y sus seguidores). Se consideraban herederos del Surrealismo y del Dadaísmo. Renunciaron al realismo y al tono trascendente de sus compañeros de generación (a) y b)) y se mostraron más interesados por una concepción experimental de la poesía.

Esta pretensión esteticista, de experimentación de la lengua poética los vincula con poetas posteriores, los del 70, “Novísimos” o “Venecianos”, que realizan la superación del realismo de la poesía social a través de la indagación formal de la lengua poética.

El Postismo fue tildada de poesía "extravagante", de "Surrealismo ibérico". Tales acusaciones ponían en evidencia la conexión del Postismo con las Vanguardias de preguerra, la libertad expresiva, la imaginación, el juego y el rechazo a la angustia existencial. El Postismo desarrolló una "rebeldía subjetiva", al margen de la poesía "social" . Estas características hicieron que los "Novísimos" (la poesía de los 70) considerase a los postistas sus maestros.

d) Grupo "Cántico", recibe ese nombre como homenaje a Jorge Guillén, a la Generación del 27 y a Cernuda, Lorca; admiran también en Juan Ramón Jiménez, el Barroco y el Modernismo la renovación del lenguaje poético. Es una poesía "neomodernista", esteticista, que busca la perfección formal, el lenguaje refinado.

Rechazan tajantemente el "tremendismo" en los contenidos sociales de la poesía de la revista "Espadaña" y todos los planteamientos estéticos de la poesía arraigada.

Autores: Pablo García Baena, Ricardo Molina.

Esta tendencia fue valorada de nuevo por poetas de los años 60.

Años 50. Poesía social: Era la segunda promoción de la posguerra, se llamaron también "los niños de la guerra". Se produce en la lírica un progresivo desplazamiento del interés por lo individual (existencial) de los primeros años de posguerra hacia lo colectivo (social). Esta evolución obedece al propósito de situar los problemas humanos en un marco social.

Las obras inaugurales, de 1955 son: Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero y Cantos iberos, de Gabriel Celaya. Blas de Otero resume así la función de la poesía y sus destinatarios: “Evidentemente, la poesía es un medio para transformar el mundo y su contribución a esa lucha se verificará de dos formas: directamente, tratando temas relacionados con la situación histórica o por incidencia en la conciencia individual, para, a través de ella, agigantar su propia función, colaborando en el desarrollo de la conciencia colectiva... El poeta no puede creer que él solo transformará el mundo. Pero debe saber que para ello su colaboración es

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decisiva... El escritor debe escribir para la mayoría”. Ver poemas “Hombre” y “A la inmensa mayoría”, SGEL, pág. 236.

La poesía se entiende como un testimonio de la realidad, de los problemas del hombre en su dimensión histórica, es una poesía "comprometida" cuyos antecedentes son la poesía "rehumanizada" de la Generación del 27 hacia los años 30, la poesía de combate de Rafael Alberti y Miguel Hernández y la defensa de Pablo Neruda de una poesía "impura", implicada y comprometida con lo humano, postura que defendió en su revista "Caballo verde para la poesía".

Su objetivo era la denuncia contra la opresión y la injusticia, era una manifestación de solidaridad con los oprimidos. Su objetivo era la transformación de la sociedad. Recuérdese la afirmación de Gabriel Celaya: "La poesía es un arma cargada de futuro". Se habla de esta tendencia como de una "poesía urgente", es decir, con una tarea que cumplir, con una función social. Ver poema ”Aviso” de Gabriel Celaya, de Tranquilamente hablando, SGEL, pág. 231. Temas: alienación, injusticia, solidaridad, todos ellos en su dimensión colectiva. También abordan el tema de España y renuncian y abandonan el intimismo amoroso, religioso y existencial de la generación poética anterior. No les interesan los planteamientos esteticistas ni la búsqueda de la belleza y la máxima del arte por el arte.

Su estilo en el lenguaje es sencillo, coloquial, a veces incluso prosaico, porque pretenden llegar a través de la poesía "a la inmensa mayoría", a diferencia de las actitudes elitistas del Modernismo y del Novecentismo y Juan Ramón Jiménez, por ejemplo.

Autores: Aunque pueden incluirse en esta generación etapas de la obra de José Hierro como Alegría, Quinta del 42, Ángel González, José Agustín Goytisolo... los poetas fundamentales son Blas de Otero y Gabriel Celaya (seudónimo literario de Rafael Múgica). Otros: Leopoldo de Luis, Ramón de Garciasol.

La trayectoria de Blas de Otero está marcada por un existencialismo desarraigado, la poesía social comprometida y una sencillez y rotundidad de estilo que le hace decir "Escribo como escupo". Sin anular el valor estético de la poesía: “El poema (dice Blas de Otero) es un ente estético con todas las de la ley, en una palabra, la calidad estética es insoslayable”. Obras: Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia, Ancia, Pido la paz y la palabra.

Gabriel Celaya demuestra una semejante sencillez formal: "Hablo como respiro". Obra: Cantos iberos.

El fin de la poesía social se produjo en torno a los años 60, en los que una nueva generación poética pretendió llevar a cabo una renovación del género a través de la experimentación. Los reproches que se le dedicaron a la poesía social fueron el prosaísmo del lenguaje que derivó de la sencillez de su estilo y la instrumentalización de la poesía, que se concibió como un instrumento de lucha política y social.

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LA POESÍA DE LOS 60 A LA ACTUALIDAD

(Introducción) Es necesario recordar cuál fue la promoción poética inmediatamente anterior, la “poesía social”, sus planteamientos, sus objetivos y su forma de concebir la poesía y la función del poeta y luego mencionar que tales posturras se ven superadas por las generaciones posteriores, que consideran agotado el “realismo” y la función social de la lírica. Luego se deben mencionar brevemente las tendencias en poesía que luego se van a desarrollar y a explicar detenidamente: la promoción poética de 1955 (años 60), el “experimentalismo” de los años 70 y las últimas tendencias, de los 80 a la actualidad. (Desarrollo)

Años 60. Promoción de 1955: Esta nueva generación marcó el agotamiento de la poesía social, su esquematismo y su simplicidad de estilo.

La "Promoción de 1955" agrupó poetas nacidos entre 1925 y 1934.

Sus planteamientos son los siguientes: En líneas generales son defensores de la "poesía de la experiencia", según la cual la poesía sirve para dar forma a la experiencia, a la realidad vivida. El acto poético, la construcción del poema, hace conocer al poeta una experiencia que desconocía. (J. A. Valente, Las palabras de la tribu: “La poesía aparece así, de modo primario, como revelación de un aspecto de la realidad para el cual no hay más vía de acceso que el conocimiento poético. Ese conocimiento se produce a través del lenguaje poético y tiene su realización en el poema... El poeta no escribe en principio para nadie y escribe de hecho para una inmensa mayoría, de la cual es el primero en formar parte. Porque a quien en primer lugar tal conocimiento se comunica es al poeta en el acto mismo de la creación”. La poesía es, por lo tanto, un instrumento de conocimiento del mundo, un equilibrio entre solidaridad e individualidad). El lenguaje poético debe sondear una realidad vivida y darle forma. Esta tendencia se interesa por la indagación del yo del poeta, sin abandonar lo social pero huyendo del tratamiento patético y de la angustia existencial. Un poema puede surgir de una anécdota de la vida cotidiana y de la reflexión que se realice sobre ella. Son temas frecuentes el intimismo, el amor, la soledad, la amistad, los recuerdos de la niñez y la adolescencia y el paso del tiempo.

Los "poetas de la experiencia" (también llamados “poetas del conocimiento” porque se enfrentaban a la postura de Aleixandre, que establecía la poesía como “comunicación”) encarnan una actitud crítica, realizan una reflexión crítica, pero ligada al escepticismo, al tono irónico, a la complicidad con el lector. Por decirlo de otra manera, son inconformistas y escépticos al mismo tiempo.

Uno de sus rasgos fundamentales es su decidida "voluntad de estilo", un profundo interés por valorar la expresión poética, por el lenguaje poético, frente al prosaísmo de la poesía social. El lenguaje de la "poesía de la experiencia" pretende ser natural, antirretórico, coloquial (cualidad que admiran en Cernuda), de cierto tono irónico. Alejamiento de la indagación vanguardista, ausencia de estrofismo, predominio del ritmo endecasílabo,

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ausencia de rima, estructura narrativa del poema, reiteraciones y paralelismos, léxico urbano, coloquial, prosaísmo.

En la evolución de estos poetas hay dos vertientes:

a) Una tendencia de índole narrativa , una poesía donde se cuentan historias más o menos personales. Ej: Gil de Biedma, Ángel González y J. A. Goytisolo.

b) Una poesía más hermética, indirecta, dentro de un influjo de los poetas anglosajones como Eliot y de la poesía francesa simbolista, como Rimbaud y Mallarmé. E: Carlos Barral y J. A. Valente.

Ambas tendencias tienen en común la preocupación por la palabra.

Autores: Ángel González (“Inventario de lugares propicios al amor”, Tratado de urbanidad, 1967, SGEL, pág. 238), J. M. Caballero Bonald, J. A. Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún y la "Escuela de Barcelona", con la figura esencial de Carlos Barral (y la importante labor que la editorial de su nombre llevó a cabo), Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo, poetas que se aglutinaron en torno a un homenaje a Antonio Machado, celebrado en 1959, en Colliure.

Años 70. El experimentalismo: (Esta generación marca el fin definitivo de la poesía de posguerra). Son autores que no han vivido la Guerra Civil; la guera y la posguerra, por lo tanto, no son para ellos referencias vitales.

Constituyen esta tendencia poetas nacidos entre 1939 y 1948. Reciben también el nombre de "Venecianos" (también llamados despectivamente “los nueve snobismos” “los sietemesinos”). En 1966, Pere Gimferrer publicó un poema titulado "Arde el mar", que mencionaba por primera vez como marco de evocación poética la ciudad de Venecia, este poema inaugural fue imitado por otros poetas; de ahí que se diera este nombre a la generación). Otra de las denominaciones que se les aplicó fue de la "Generación de los 70", "Generación del 68 o del mayo francés". También se llamaron "Novísimos", que fue el término que le dio José Mª Castellet en 1970 a una antología de los principales poetas de este grupo, Nueve novísimos poetas españoles.

Reaccionan contra el realismo social y la estética realista. La lírica de esta nueva generación pretende ser experimental (ruptura del verso, disposición gráfica original, supresión de signos de puntuación, “collage”, la escritura automática, irracionalidad), esteticista (preocupación máxima por el lenguaje y el poema como creación que se justifica en sí misma), minoritaria, culturalista (ambientaciones lujosas, decadentes, exóticas, imitación del Modernismo), de evasión de la realidad. Sus poetas suelen tener una sólida formación literaria y están influidos por la cultura de masas en la que viven. Intentan recuperar autores anteriores, sobre todo a los vanguardistas y a los postistas, a los que consideran sus maestros (Cirlot, De Ory, Á. Crespo)

Como se ha dicho, la cultura de masas, con sus referencias al cine, al cómic, a la música moderna son referencias literarias (intertextualidad: el poema es objeto metaliterario, precedido de citas, cargado de referencias literarias) y artísticas presentes en sus poemas. Estas referencias suelen vincularse al exhibicionismo cultural (Ver poema de José Mª Álvarez, “The last cavalier”, dedicado a Velázquez, SGEL, pág. 233) que es un rasgo general de su

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poesía.

La renovación del estilo se orienta por el camino de los hallazgos modernistas y vanguardistas, sobre todo del Surrealismo (Ory: “No concibo la poesía sin locura. Soy visionario. Soy irreal [...] Se hace un poema con un delirio controlado”). Les gusta seleccionar lo elegante, lo bello, lo exquisito dentro de la tradición cultural española, grecolatina e internacional.

Temas: intimistas, como el amor, el erotismo, la infancia. Tampoco eluden temas sociales o políticos, pero les dan un tratamiento irónico, humorístico, se distancian de ellos y los abordan con escepticismo y pesimismo.

Rechazan el Romanticismo y el Realismo; según los "Novísimos", la indagación del yo del poeta está agotada, todo está dicho en la tradición poética. Por eso inventan un "yo poemático", se inventan a sí mismos como poetas (lejos del yo testimonial de la poesía de la experiencia), crean un ser ficticio que dicen ser ellos mismos como poetas y logran así evadirse en otras épocas o se refugian en la cultura como referencias estéticas y mundos imaginarios y bellos.

Autores: Leopoldo Mª Panero, Ana Mª Moix, M. Vázquez Montalbán, Pere Gimferrer (Premio Nacional de Literatura, 1966), Guillermo Carnero, Vicente Molina Foix.

La aportación de los "Novísimos" al género lírico fue la renovación de la lengua poética.

La muerte de Franco y el advenimiento de la democracia supuso el fin de los "Novísimos" que fueron relevados por otra generación de jóvenes poetas que hacían un uso personal de la tradición clásica, como Felipe Benítez Reyes o defendían "la poética del silencio" (cuyo antecedente era la "poesía pura"), representada por Jaime Siles.

De los 80 a la actualidad: Como es habitual en los fenómenos artísticos y literarios, conforme nos acercamos a nuestros días, es más difícil trazar un esquema claro de tendencias y características. Eso sólo es posible cuando la distancia de los años nos permite observar el panorama en su conjunto y seleccionar del conjunto confuso y simultáneo de planteamientos estéticos, obras y autores, lo significativo.

En general, puede decirse que domina la variedad y la convivencia de generaciones literarias y tendencias. Por ejemplo: siguen creando autores clásicos o consagrados como Carlos Bousoño, José Hierro (“El muerto”, Alegría, SGEL, pág. 237), Francisco Brines; surgen constantemente nuevos poetas, que se recopilan en antologías que pretenden darlos a conocer.

No debe olvidarse tampoco que cada poeta tiene su propia trayectoria y que su obra puede evolucionar al paso de los años según varias tendencias, a veces simultáneas y a veces sucesivas.

La tendencia general en estos años es el intimismo y el abandono de posturas extremas, como el Vanguardismo de los Novísimos; se ha revalorizado la "poesía de la experiencia" de la Generación del 55 y los jóvenes suelen considerar como poetas-maestros a Jaime Gil de Biedma (CdeT, “Intento formular mi experiencia de la guerra”, SGEL, pág. 240-241) y Francisco Brines.

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Colinas, Clara Janés, Juan Luis Panero, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Andrés Trapiello, Luisa Castro, Julio Llamazares, Blanca Andreu....

De forma muy sencilla se pueden citar diversas corrientes:

a) Neosimbolismo o Neorromanticismo intimistas. Ej. José Mª Parreño, Antonio Colinas (marcado por la corriente culturalista, “Fantasía y fuga en Santillana del Mar”, Truenos y flautas en un templo, 1972, SGEL, pág. 239) ...

b) Vanguardismo experimental, ligado al Surrealismo, que emplean el collage, la poesía visual. Ej: Blanca Andreu, Jenaro Talens...

c) Culturalismo, clasicista o barroco, de tono irónico, imitadores de los "Venecianos" o "Novísimos". Ej: Luis García Montero, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena...

d) Minimalismo, heredero de la poesía pura, la poesía conceptual de José A. Valente. Ej. Andrés Sánchez Robayna...

e) Poesía de la experiencia: ambiente urbano, realismo de la vida cotidiana, perspectiva escéptica y desencantada, cuyo antecedente es la "Promoción de 1955"Ej: Andrés Trapiello, Luis García Montero, Jon Juaristi. ..

En el panorama general de la lírica de nuestros días hay que destacar la importancia de editoriales consagradas a la poesía como Visor e Hiperión, la dimensión pública de ciertos escritores, integrados constantemente en los medios de comunicación y el circuito comercial de la cultura; la concepción de la literatura como fenómeno de consumo, según el cual no se lee poesía pero se habla de ella; el apoyo a los "primerizos", a los "autores-niños", que se lanzan al mercado editorial a veces con el exclusivo atractivo de su propia juventud.

Referencias

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d) que haya «identidad de órgano» (con identidad de Sala y Sección); e) que haya alteridad, es decir, que las sentencias aportadas sean de persona distinta a la recurrente, e) que