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Disquisición sobre la calidad en la educación superior pública de México a través de la política gubernamental

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Disquisición sobre la calidad en la educación superior

pública de México a través de la política gubernamental

Analysis about the quality of the Mexican public superior

education in the light of the governmental policy

Miguel Ángel Medina Romero*

Carlos Topete Barrera**

María Trinidad Cerecedo Mercado***

RESUMEN

Este trabajo tiene como propósito realizar un análisis en torno a la calidad educativa en México, en la consideración de la política gubernamental que las administraciones federales, del pasado y actual, han instaurado en el caso concreto de la educación superior pública. Lo anterior bajo la adopción del supuesto de que, hoy por hoy, la educación constituye el factor fundamental de la prosperidad de los países y del bienestar de sus sociedades. Por ello, alcanzar una educación de alta calidad con equidad debe ser una asignatura de primera importancia en la agenda de la política gubernamental. Palabras clave: calidad educativa, educación superior, política gubernamental.

ABSTRACT

The purpose of this paper is to analyze the situation of the educative quality in Mexico taking into account the governmental policy that the past and present federal administrations, have established in the case of the public superior education. It supposing that at the moment the education is the main factor of the prosperity of the countries and the well-being of its societies. For this reason, to reach an education of high quality with fairness must be a very important intention in the subjects of the governmental policy.

Keywords: educative quality, superior education, governmental policy.

* Mexicano, Doctor en Ciencias, Académico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correspondencia con el autor: miguel_medina_romero@hotmail.com.

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Introducción

Sin lugar a dudas, hoy más que nunca la educación constituye el factor fundamental de la prosperidad de los países y del bienestar de sus sociedades. Por ello, alcanzar una educación de alta calidad con equidad debe ser un objetivo de primera importancia en la agenda de la política gubernamental.

Así, el imperativo de la calidad educativa es hoy una realidad. En las últimas décadas, distintos organismos internacionales y multilaterales así como las políticas públicas de los países, han apuntado la importancia estratégica de la promoción de la educación como factor primordial para lograr el desarrollo sustentable y sostenido de las naciones. De ahí que la escolarización y la cobertura de la educación se encuentran en crecimiento constante en prácticamente todo el orbe.

Y es que la preocupación por la calidad es, quizá, lo que mejor caracteriza a los tiempos en que vivimos. Y tal preocupación se origina, precisamente, ante un problema nodal: la deficiente calidad de la educación que se imparte en nuestras diferentes escuelas primarias, secundarias, preparatorias y centros de educación superior. La calidad insuficiente o la ausencia de calidad constituyen un problema social, pues su práctica recurrente genera un consumidor suspicaz o sumiso. Y la falta de calidad propicia falta de calidad y contiene un potencial subversivo, de disolución social auténtica, ya que provoca el cinismo y la frustración colectiva, la simulación de todos contra todos (Granados Chapa, 1991).

Al respecto, en una colaboración efectuada de manera conjunta entre la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la UNESCO (United Nations Education, Science and Culture Organization) en la década de los años noventa, se apuntó lo siguiente: “Se ha llegado al término de un proceso educativo mediante el cual se han obtenido abundantes logros cuantitativos a expensas de menoscabar la eficiencia, la calidad y la equidad. Pasar de este sistema a otro que privilegie la calidad y su efectiva difusión a todos los niveles de la sociedad, así como las sinergias entre los distintos procesos de difusión y de generación del conocimiento, y entre ellos y la economía, constituye la gran tarea de América Latina” (CEPAL-UNESCO, 1994:4).

En el marco de estos planteamientos, el presente trabajo tiene como objetivo efectuar una disquisición en torno a la calidad educativa en México, en la consideración de la política gubernamental que las administraciones federales, del pasado y actual, han instaurado en el caso concreto de la educación superior pública. En un primer apartado se configura un marco conceptual sobre la calidad y la calidad educativa; y luego, se dedica un espacio para esbozar algunos de los motivos que otorgan interés a la calidad de la educación superior pública.

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sus antecedentes y la estrategia actual. En cuarto sitio se establecen algunas apreciacio-nes, reconocimientos y críticas sobre la actual política pública de educación superior de calidad. Y, por último, se redactan algunas ideas derivadas de la revisión crítica efectuada a manera de reflexión final.

I. Marco Conceptual

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, el término calidad se define como la propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor (Real Academia de la Lengua, 2008). Y, no obstante su uso de forma absoluta, la palabra calidad en la lengua española es relativa, debe dársele valor. Así, una cosa, a partir de sus atributos, es susceptible de ser apreciada como igual, mejor o peor que los otros objetos de su especie.

En el momento actual y a nivel mundial, se encuentran ampliamente instaurados los denominados procesos de calidad o de excelencia en los distintos complejos empre-sariales; así se llevan a efecto análisis de las organizaciones y se procura optimizar las tareas dando claridad a los objetivos, empleando diversos criterios en aras de mejorar cualitativamente el estado de funcionamiento de la empresa, y lograr que esta última obtenga un nivel de excelencia que le permita distinguirse entre sus competidores, así como volverse más atractiva para sus clientes. De este modo, la organización transita de su visión y misión hacia el esquema productivo, a la consecución de la satisfacción de los clientes y los proveedores, y, por último, se arriba a los resultados. Estos últimos son susceptibles de cuantificarse a partir de considerar que ésta debe prolongar su existencia, lograr rentabilidad, poder enfrentar embates, acceder a más cuota de mercado y ampliar su cartera de clientes, entre otras cuestiones. Y en función de tales resultados se efectúa el resto de las decisiones, siempre con la intención de dotar de mejoras a la empresa. Si se promueve una analogía de la calidad empresarial con la cuestión de la educación, se arribaría a complicaciones, pues los resultados en la calidad educativa discrepan considerablemente de los de la calidad empresarial. Hablar de calidad en los resultados de la educación siempre resulta incierto y, en adición, relativo. Y es que el fin último de la educación consiste en lograr el adecuado desarrollo mental de las personas, empero, al existir diversos estilos de aprendizaje –dado que ninguna persona es igual a otra–, los resultados que se obtienen en este campo no son uniformes.

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históricas, ideológicas, políticas, económicas y sociales determinadas, por lo que a cada momento histórico le pertenece una específica concepción de calidad en la educación. Una somera revisión de la literatura en relación con la calidad y la excelencia académi-ca permite advertir las múltiples definiciones que se han dado al concepto de académi-calidad educativa. Por ejemplo, Astin señala que la excelencia académica es la que surge en una institución educativa “que facilita los procesos de crecimiento personal y académico de maestros y estudiantes” (Alexander, 1987:6); Schmelkes sentencia que “la calidad educativa es un fenómeno multideterminado; hay un conjunto de causas que son propias del contexto comunitario y familiar; otras son propias de las características del alumno individual” (Schmelkes, 2001:16); y Martínez indica que la calidad educativa constituye una categoría conceptual que comprende la relevancia, la eficacia, la equidad y la eficiencia, como dimensiones fundamentales (Martínez Rizo, 2003).

Igualmente, en un texto denominado Hacia una mejor calidad en nuestras escuelas, perteneciente a los Proyectos Multinacionales de Educación Básica y Educación Media Superior que ejecutan los Estados Miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), Schmelkes define la calidad educativa –para el nivel básico– como la capacidad de la educación de proporcionar a los alumnos el dominio de los códigos culturales, las capacidades para la participación democrática y ciudadana, para resolver problemas y seguir aprendiendo, y el desarrollo de valores y actitudes acordes con una sociedad que desea una vida de calidad para todos sus habitantes (Schmelkes, 1994:4). Para concluir con las referencias teórico-conceptuales, ha de apuntarse que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2005) propuso un modelo con amplio reconocimiento técnico y administrativo para la calidad de la educación, de acuerdo con el cual esta última (ídem): 1) soporta un enfoque basado en derechos; 2) se basa en cuatro pilares de Educación para todos: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser (Delors, et al., 1996); visualiza al estudiante como un individuo, miembro de una familia, miembro de una comunidad y ciudadano global, y por tanto educa para desarrollar individuos competentes en los cuatro roles; promueve y desarrolla los ideales para un mundo sostenible: Un mundo que es justo, con equidad y paz, en el cual los individuos cuidan de su medio ambiente para contribuir a alcanzar una equidad intergeneracional; toma en consideración los contextos sociales, económicos y de entorno de un lugar particular y da forma al cu-rrículo o programa para reflejar estas condiciones únicas; se informa en el pasado (por ejemplo, conocimientos y tradiciones indígenas), es relevante para el presente y prepara al individuo para el futuro; construye conocimiento, destrezas para la vida, perspectivas, actitudes y valores; provee las herramientas para transformar las sociedades actuales en sociedades auto-sostenibles. Este proceso educativo descrito es medible.

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alcanzan el nivel 1 que otorgan los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior y/o que son acreditados por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior. Los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior asignan nivel 1, 2 o 3 a los programas que evalúan, siendo el nivel 1 el único que certifica que el programa es de calidad” (Secretaría de Educación Pública, 2007:8). Como ha podido verificarse, el concepto de calidad educativa resulta de tan amplio espectro en términos de significados, por lo cual es preciso apuntar aquí que cada institución educativa ha de fijar los criterios de calidad que desee impulsar, siempre en relación directa con necesidades específicas y el entorno.2 Finalmente, lejos de

consensuar una definición en torno al tópico que aquí ocupa –reto difícil per se–, se ha tratado de concretar en conceptos que permitan comprender la calidad educativa. Y en consecuencia, en las partes siguientes de este trabajo se abordarán las acciones que ayuden a alcanzar dicha calidad.

II. La Importancia de la Calidad en la Educación Superior Pública

Hoy en día, los tópicos sobre la calidad, el aseguramiento de la calidad y la gestión de la calidad, ocupan un lugar prioritario en las agendas de las organizaciones (González Ramírez, 2000:51). Y es que, fue desde los años ochenta cuando en el mundo occidental se comenzaron a emplear, por parte de los ofertantes, los principios y métodos de la gestión de la calidad total en aras de cumplir con el nivel de calidad en los productos y servicios demandados por los clientes, con un enfoque de mejora continua. Se reconocía, así, que buena parte del crecimiento y la prosperidad económicos de muchas firmas residía, precisamente, en la observancia empresarial de la calidad y el perfeccionamiento continuo de la misma.

En este marco contextual, y dados los progresivos intercambios comercial y cultural así como la integración de las economías en la comunidad internacional, se ha generado un conjunto de impactos al interior de los países, tanto en el renglón de las actividades productivas como en el ámbito educativo. Y así, la educación se ha vinculado, de manera creciente, con la temática de la calidad, ya que una demanda de la sociedad actual y un imperativo de la exigente aldea global en que estamos inmersos lo es, precisamente, una educación de mayor calidad ante la necesidad de ser más competitivos (Sánchez, Pacheco y Gándara, 2006: 114 y 115).

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En este tenor, las instituciones de educación superior (IES), y fundamentalmente las universidades, en especial públicas, poseen una función de alta importancia en torno a la formación profesional y continua de recursos humanos del más alto nivel, así como en la generación, el desarrollo, la transmisión y la adecuación de los conocimientos en aras de satisfacer atinadamente las demandas de la sociedad contemporánea, por lo que el factor de la calidad en ellas debe entenderse como un imperativo estratégico para el desarrollo de los países (ídem). De manera progresiva los centros universitarios son reconocidos como medios de desarrollo de las ciudades, las regiones y las naciones, y existe un amplio consenso en torno a estimárseles como un factor clave para logar registrar aumentos en la competitividad y la calidad de vida.

III. La Política Gubernamental de Educación en México

Antecedentes

Los precedentes inmediatos de la actual política pública de educación se encuadran en el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 (PDE) y en el Programa Nacional de Educación 2001-2006 (PNE).

En primer término, en el PDE la política educativa fue concebida como “factor es-tratégico de desarrollo” (Poder Ejecutivo Federal, 1995), y presentó como “propósitos fundamentales la equidad, la calidad y la pertinencia de la educación” (ídem). Particu-larmente, para la administración pública federal 1994-2000, la calidad educativa fue estimada como el “producto de un conjunto de factores que concurren en diversos momentos y circunstancias, además de suponer una carrera continua en la búsqueda del mejoramiento que requiere de un esfuerzo constante de evaluación, actualización e innovación” (Ibídem: 13). Además, en la propuesta gubernamental de referencia, el profesor es identificado como “el agente social en la dinámica de la calidad”, motivo por el cual se concedió especial atención a las condiciones social, cultural y material del profesorado, “estableciendo como prioridades la formación, actualización y reva-lorización social del magisterio en todo el sistema educativo” (ídem).

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ausencia de centros de investigación de alto nivel y de estudios de posgrado en el entorno regional; y, 7) no obstante los logros en el impulso de la evaluación, que comenzaron en 1990, se admitía “la necesidad de fortalecer y ampliar los esfuerzos de coordinación, evaluación y planeación estratégica” (Ídem).

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los profesores de asignatura, especialmente de aquellos cuya experiencia profesional sea relevante en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En segundo lugar, el PNE definió a la educación superior como el “medio estratégico para acrecentar el capital humano y social de la nación, y la inteligencia individual y colectiva de los mexicanos; para enriquecer la cultura con las aportaciones de las humanidades, las artes, las ciencias y las tecnologías; y para contribuir al aumento de la competitividad y el empleo requeridos en la economía basada en el conocimiento” (Poder Ejecutivo Federal, 2001:183). Además, la política de educación de la adminis-tración federal 2000-2006 incorporó en su planteamiento dos elementos novedosos: El compromiso de metas específicas en los diferentes niveles educativos, así como un enfoque de largo plazo (25 años).

Esta política pública sugirió incrementar la calidad de la educación en todos sus niveles y conceptualizó un sistema de educación superior de buena calidad como “aquél que está orientado a satisfacer las necesidades del desarrollo social, científico y tecnológico, económico, cultural y humano del país, es promotor de innovaciones y se encuentra abierto al cambio en entornos institucionales caracterizados por la argumentación racional rigurosa, la responsabilidad, la tolerancia, la creatividad y la libertad; cuenta con una oferta amplia y diversificada que atiende la demanda educativa con equidad, con solidez académica, y eficiencia en la organización y utilización de sus recursos” (Ídem). Y siguiendo en la revisión de su marco conceptual, el PNE sentencia que “un programa educativo de buena calidad cuenta con una amplia aceptación social por la sólida formación de sus egresados; altas tasas de titulación o graduación; profesores competentes en la generación, aplicación y transmisión del conocimiento, organizados en cuerpos académicos; currículo actualizado y pertinente; procesos e instrumentos apropiados y confiables para la evaluación de los aprendizajes; servicios oportunos para la atención individual y en grupo de los estudiantes; infraestructura moderna y sufi-ciente para apoyar el trabajo académico de profesores y alumnos; sistemas efisufi-cientes de gestión y administración; y un servicio social articulado con los objetivos del programa educativo” (Ibídem:183 y 184).

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La Estrategia Actual

En la misma lógica que sus predecesoras inmediatas, la administración pública federal actual, dentro de su programa de gobierno, ha concebido a la educación como “la base del progreso de las naciones y el bienestar de los pueblos” (Secretaría de Educación Pública, 2007:7).

La misión de la educación superior consiste hoy en “fortalecer la equidad, la calidad y pertinencia de este tipo de enseñanza para formar ciudadanos y profesionales creativos, así como científicos y tecnólogos comprometidos con su país, a fin de convertir a la educación superior en un auténtico motor del desarrollo para incursionar con ventaja en la emergente economía del conocimiento” (Presidencia de la República, 2007:278). La nueva política gubernamental en materia educativa en México encuentra su prin-cipal referente en el Programa Sectorial de Educación 2007-2012 (en adelante PSE),3

mismo que, como el resto de programas sectoriales, fue confeccionado considerando como punto de partida la Visión México 2030 (Presidencia de la República, 2007) y el Plan Nacional de Desarrollo, así como los lineamientos de la Ley de Planeación. Además, en el PSE se apunta que para enfrentar los retos de la calidad y la equidad, respondiendo a las necesidades y demandas de los maestros, padres de familia, em-pleadores y alumnos, así como a los requerimientos de la sociedad del conocimiento y de la globalización, habrá de impulsarse una reforma de nuestro sistema educativo a partir de la promoción de la evaluación de todos los actores y procesos (Secretaría de Educación Pública, 2007:7).

Igualmente, con un enfoque de largo plazo –metas de la Visión 2030–, el PSE expre-sa los objetivos, las estrategias y las líneas de acción que definen la actuación de las dependencias y de los organismos federales que pertenecen al sector educativo, en la estimación de que tales planteamientos se han derivado de una amplia consulta con

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actores relevantes del sector que han aportado elementos de diagnóstico y de acción. En términos generales, la actual propuesta gubernamental plantea incrementar la calidad de la educación en la integridad de sus niveles; y la novedad de dicha propuesta radica en su promoción de la evaluación para mejorar.

Así, el primero de los objetivos sectoriales del Programa contempla “elevar la calidad de la educación para que los estudiantes mejoren su nivel de logro educativo, cuenten con medios para tener acceso a un mayor bienestar y contribuyan al desarrollo nacio-nal” (Ibídem:9), considerando para ello la mejora de “la capacitación de profesores, la actualización de programas de estudio y sus contenidos, los enfoques pedagógicos, métodos de enseñanza y recursos didácticos. (…) La evaluación será un instrumento fundamental en el análisis de la calidad, la relevancia y la pertinencia del diseño y la operación de las políticas públicas en materia de educación. [Y,] la evaluación debe contemplarse desde tres dimensiones: como ejercicio de rendición de cuentas, como instrumento de difusión de resultados a padres de familia y como sustento del diseño de las políticas públicas. Los indicadores utilizados para evaluar deberán ser pertinentes y redundar en propuestas de mejora continua” (Ídem).

Como es evidente, la calidad educativa en lo general, y la calidad de la educación superior en lo particular, a la luz del PSE, se asumen estrechamente vinculadas con los indicadores de calidad y el proceso evaluativo.

Diagnóstico de la Calidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012

De acuerdo con el diagnóstico de la calidad de la educación superior elaborado por el actual Gobierno Federal, se reconocen como problemas principales los que a continua-ción se enlistan: 1) la escasa matrícula y desercontinua-ción de los alumnos de educacontinua-ción superior, las cuales se relacionan con los rezagos e ineficiencias en los niveles previos, la pobreza de las familias y las características propias de las instituciones de educación superior;4 2) la concentración de la demanda educativa y la suboperación de muchas instituciones de educación superior; 3) la inexistencia de evaluaciones sistemáticas de resultados de aprendizaje de los alumnos, de desempeño de los maestros, directivos, supervisores y jefes de sector, y de los procesos de enseñanza y gestión; 4) la falta de vinculación entre la educación superior y el mercado laboral; 5) los atrasos y desigualdades en la infraes-tructura educativa; y 6) insuficiente capacitación de los maestros para la enseñanza, la investigación, la difusión del conocimiento y el uso de tecnologías, vinculándolas con

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los objetivos nacionales de elevación de la calidad educativa.

En el reconocimiento de esta problemática, y en la consideración que en un mundo cada vez más competitivo el conocimiento constituye el factor de mayor importancia para el incremento de la competitividad de México, “uno de los objetivos fundamen-tales de este Plan Nacional de Desarrollo es fortalecer las capacidades de los mexicanos mediante la provisión de una educación suficiente y de calidad” (Presidencia de la República, 2007:179).

Los Objetivos del Programa Sectorial de Educación 2007-2012

En la primera parte del siglo XXI, pese al registro de avances importantes, aún persisten rezagos de consideración en el sistema educativo nacional, siendo los más destacables “(…) la falta de oportunidades de gran parte de la población para acceder a una edu-cación de calidad, y a los avances en materia de tecnología e información (…), y la desvinculación entre la educación media superior y superior y el sistema productivo” (Ibídem:76).

Y, de acuerdo con la concepción del Gobierno Federal, la calidad educativa abarca los criterios de cobertura, equidad, eficacia, eficiencia y pertinencia, conceptos que resultan útiles para la corroboración del progreso del sistema educativo, pero que deben valorarse desde la perspectiva del desarrollo de los alumnos, de las necesidades sociales y de las exigencias del contexto mundial. Así, “una educación de calidad entonces significa atender e impulsar el desarrollo de las capacidades y habilidades individuales, en los ámbitos intelectual, afectivo, artístico y deportivo, al tiempo que se fomentan los va-lores que aseguren una convivencia social solidaria y se prepara para la competitividad y exigencias del mundo del trabajo” (Ibídem:180).

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ofrecer servicios educativos de calidad para formar personas con alto sentido de res-ponsabilidad social, que participen de manera productiva y competitiva en el mercado laboral; y 6) fomentar una gestión escolar e institucional que fortalezca la participación de los centros escolares en la toma de decisiones, corresponsabilice a los diferentes actores sociales y educativos, y promueva la seguridad de alumnos y profesores, la trasparencia y la rendición de cuentas.

De los objetivos referidos, el primero y el quinto aluden de forma directa al concepto de calidad educativa, por lo que en el siguiente apartado habrán de ser destacadas las estrategias y líneas de acción de tal rubro, y específicamente la calidad de la educación superior.

Estrategias y Líneas de Acción para Mejorar la Calidad en las

Instituciones de Educación Superior

A partir del diagnóstico, así como en los objetivos del PSE antes expuestos, la política gubernamental de educación superior del presente ha planteado como meta cardinal la consecución de la elevación de la calidad educativa a todos los niveles. Y para ello contempla un paquete de 88 estrategias y 359 líneas de acción.

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4.8) fortalecer la vinculación de las instituciones de educación superior con su entor-no, tanto en el ámbito local como regional; 4.9) promover que los estudiantes de las instituciones de educación superior desarrollen capacidades y competencias que contri-buyen a facilitar su desempeño en los diferentes ámbitos de sus vidas; 5.11) fortalecer la pertinencia de los programas de educación superior; 5.12) fortalecer la vinculación de las instituciones de educación superior con la sociedad a través del servicio social; 5.13) ampliar las capacidades del personal académico de las instituciones de educación superior para impulsar la generación y aplicación innovadora de conocimientos; 6.12) promover la integración efectiva de las instituciones y de los diversos subsistemas de educación superior en un sistema abierto, flexible y diversificado; 6.13) fortalecer los mecanismos e instancias de planeación y coordinación de la educación superior; 6.14) articular el sistema de educación superior con los de educación básica y media superior y con otros sistemas relevantes; 6.15) brindar información y orientación a los estudiantes del nivel medio superior antes de su ingreso a las instituciones de educación superior; 6.16) conformar un nuevo modelo de financiamiento de la educación superior con esquemas de asignación objetivos y transparentes; 6.17) atender los problemas estruc-turales de las instituciones de educación superior.5

De las estrategias anteriores, especial relación guardan con la búsqueda de la mejoría en la calidad de la educación superior, las precedidas por los siguientes numerales: 1.14, 1.15, 1.16, 1.17, 3.5, 3.6, 4.9, 5.11, 5.13, 6.12, 6.13, 6.16 y 6.17.

En la sección final del PSE se dan a conocer, igualmente, 5 temas transversales (eva-luación, infraestructura, sistema de información, marco jurídico del sector educativo y mejora de la gestión institucional), a partir de los cuales se apuntan 22 estrategias y 93 líneas de acción. Entre las estrategias, las que guardan una relación directa con la calidad de la educación superior, son (Ibídem:57-63): E.9) articular y consolidar el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación y sus organismos especializados; 1.4) mejorar la infraestructura y el equipamiento de las instituciones de Educación Superior; y SI.4) fortalecer el sistema nacional de información de la educación superior.

IV. Consideraciones en torno a la Actual Política Gubernamental

de Educación Superior de Calidad

En un ejercicio de apreciación de la política de educación superior y el tema de la ca-lidad, desde la óptica de la universidad pública, se apuntan en los siguientes espacios algunas consideraciones para el reconocimiento, la reflexión y la discusión. En primer lugar, es de reconocer la institucionalización de la evaluación del aprendizaje, palanca de la calidad y su garantía, en la política educativa gubernamental.

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Y, en el mismo tenor, conviene destacar que en la actual estrategia educativa de la administración federal permea el propósito de elevar la calidad del sistema educativo, en la estimación de que la conjunción equidad-calidad constituye, sin duda alguna, la política prioritaria que atraviesa al resto. Así, es posible percibir la superación de la idea de escalonar cobertura, equidad y calidad como etapas sucesivas y condicionadas, por lo que el reto de la política vigente reside en proporcionar una educación de calidad a todos, partiendo del enfoque de distribución de la calidad con equidad.

En tercer término, el PSE, en contraste con el de las dos últimas administraciones federales, presenta un formato bastante esquemático y general, orientado a los resul-tados, con mínimas visiones diagnóstica y conceptual que posibiliten contextualizar las propuestas hechas, lo que es desacertado para un documento de política pública que debiera comunicar y buscar con precisión el consenso en los objetivos y estrategias propuestos (Observatorio Ciudadano, 2008). Por ello, no obstante la relevancia que debiera tener, el Programa resulta de poca utilidad a la hora de identificar y comprender la lógica de las acciones que emprenderá en el campo educativo el gobierno de la Re-pública, para identificar a las instancias responsables de su ejecución, o para reconocer su viabilidad política y financiera.

Otro elemento que es oportuno referir en torno al PSE es que dicho documento que está organizado en seis objetivos principales y en referencia a cada nivel del sistema educativo, así como en función de algunos temas transversales (evaluación, infraestruc-tura, sistema de información, marco jurídico y mejora de la gestión institucional), en aras de cubrir cada uno de estos objetivos hacia el 2012, posee una amplia cantidad de propuestas pero muy pocas de ellas se concretan en metas puntuales (véase Tabla 1 del Anexo); y la mayoría de estas metas se presentan de forma esquemática, sin ponderación alguna, y generan no menores dudas sobre la posibilidad de su cumplimiento en el tiempo establecido, así como de su relevancia e impacto para el efectivo mejoramiento del sistema educativo (Ídem).

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En cuanto al primer punto de la quinta consideración general en torno a la actual política educativa, el PSE propone para la educación superior la continuidad, amplia-ción y consolidaamplia-ción de muchas de las medidas de evaluaamplia-ción y certificaamplia-ción que se han venido aplicando a nivel de las instituciones, los programas, los académicos y los alumnos, para las instituciones públicas6. En perspectiva, el PSE plantea el incremento de las prácticas de evaluación en todos los niveles y modalidades del sector educativo7 e, incluso, algunas propuestas ya apuntan hacia el establecimiento de mecanismos para evaluar a los evaluadores.

No obstante lo anterior, llama la atención la reducida eficacia que estas políticas han mostrado para promover un mejor desempeño del sector educativo, principalmente porque la evaluación se ha vinculado a la distribución de recursos económicos, en tanto que las políticas de apoyo a grupos focalizados han resultado insuficientes para contrarrestar los factores estructurales que limitan las posibilidades de estos grupos para mantenerse, avanzar y obtener mejores resultados académicos. Las propuestas del PSE encaminadas a efectuar los procesos de evaluación y la creación de un Sistema Nacional de Evaluación Educativa tienen el ánimo de ubicar los avances y problemas presentados en el sistema educativo, orientar la toma de decisiones en aras de la mejora del sistema, y establecer mecanismos para la rendición de cuentas y transparencia en el empleo de los recursos destinados al sector, por lo que es complejo someterlas a debate. Sin embargo, a la fecha, el uso que se le ha dado a la evaluación está lejos de cubrir estos objetivos; y las propuestas del PSE al respecto resultan sumamente generales y difusas, por lo que hubiera sido deseable que entre las mismas se asegurara que los recursos destinados a los procesos de evaluación se reflejaran en la mejoría de los aprendizajes de los alumnos, evitando que se constituyan en elementos de simulación para la obtención de recursos por parte de las instituciones, los programas educativos, los docentes y los alumnos.

6 También, se incluye la revisión de los criterios que regulan el otorgamiento del Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (REVOE) en el caso de las instituciones privadas.

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Y, pese a que se ha fijado la consecución de la calidad como objetivo estratégico, ésta se concibe primordialmente como insumos y resultados, relegando al margen los procesos de innovación pedagógica que favorezcan el logro de los aprendizajes esperados en los alumnos. Así, en la medida que el PSE concentra sus estrategias en la intensificación de los procesos de evaluación, elude la necesidad de fortalecer la profesionalización del personal docente, por lo que sería pertinente reflexionar en torno al sentido que tiene intensificar la evaluación sin satisfacer paralelamente la necesidad de mejorar la calidad de la enseñanza –a través del fortalecimiento de la profesionalización de los docentes, por ejemplo–, que es imprescindible para el mejoramiento de los resultados de los procesos a evaluar.

Sobre el segundo punto de la quinta consideración general, en el PSE se aprecia la carencia de un examen sobre la viabilidad financiera de sus propuestas que sustente la posibilidad de concretarlas. Es de destacar que en el Programa no se apuntan propues-tas concrepropues-tas respecto a los compromisos del Estado en el financiamiento del sistema educativo, aunque se señala que “la estimación de los recursos para la ejecución del Programa estará determinada en los proyectos de presupuestos que anualmente sean presentados por la SEP y quedarán sujetos a la disponibilidad de recursos” (Secretaría de Educación Pública, 2007:12)8. Así, queda ignorada la Ley General de Educación que señala que desde el año 2006, los recursos anuales que debe destinar el Estado (Gobiernos Federal, Estatal y Municipal) al gasto educativo no debe ser menor al 8% del producto interno bruto (PIB), y de los cuales al menos el 1% del PIB ha de corres-ponder con exclusividad al financiamiento de la investigación científica y tecnológica en las instituciones de educación superior. Por ello, siguen ausentes las bases para es-tablecer una política de Estado relacionada con el financiamiento del sector educativo y la posibilidad de brindar presupuestos multianuales.

Además, respecto a la ampliación y distribución equitativa de las oportunidades educativas, hubiese sido necesario asegurar que la incorporación de los sectores más rezagados no se realice en función de una mayor diferenciación y segmentación de las modalidades educativas.9 Y la carencia más notable que se advierte en el capítulo del

8 Este párrafo del PSE permite considerar la continuidad de las prácticas discrecionales en la determinación de la magnitud y distribución de los recursos para el sector, así como las prácticas de negociación entre los diferentes actores que dependen del presupuesto federal, lo cual redunda en que los más beneficiados sean los actores que cuentan con mayor poder y capacidad de presión política.

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PSE referido a las políticas de equidad, se encuentra en el hecho de que la SEP no asumió el compromiso de asegurar la pertinencia de los procesos educativos que sería indispensable para combatir la inequitativa distribución de los aprendizajes10.

A decir del tercer punto de la quinta consideración general en torno a la actual política educativa, es de señalarse que las medidas establecidas por PSE –que se orientan a ade-cuar los sistemas de formación a las necesidades productivas, partiendo del supuesto de que la formación que brinda el sistema educativo es deficiente o poco adecuada a los requerimientos del sector productivo y, por ello, a los egresados no les resulta fácil conseguir un empleo– consideran únicamente los factores de la oferta y no los de la demanda en el mercado de trabajo, lo cual hace poco probable que se logren resulta-dos positivos; o sea, aunque es posible reformar los procesos de formación del sistema educativo, éste no tiene la capacidad para generar empleos, ya que ello le corresponde al sector productivo.

El último punto de la quinta estimación de la política educativa vigente tiene que ver con las propuestas del PSE de ampliar la utilización de las TIC en los diferentes niveles y modalidades del sector educativo carentes de una propuesta pedagógica concreta, y no están acompañadas de algún análisis de viabilidad financiera que asegure estos servicios en los planteles escolares, ni tampoco se detallan los procesos de capacitación que sería necesario impulsar para asegurar que los docentes los usen de forma adecuada11. Y, en

este contexto, un aspecto que cobra relevancia es el de las modalidades de educación abierta y a distancia en todos los niveles –en tanto se prevé que se constituirán en uno

en la educación media superior y superior a través de modalidades de educación abierta y a distancia utilizando nuevas tecnologías de la información y comunicación asegure estándares mínimos de calidad en los procesos de formación de los alumnos.

10 Por lo que hace a la educación básica, es desafortunado que el PSE insista en establecer únicamente medidas compensatorias que, si bien son indispensables para combatir las desigualdades en el acceso al sistema escolar y la permanencia en el mismo, no son suficientes para impedir que los aprendizajes se sigan distribuyendo inequitativamente, lo cual, a la larga, incide en la desigual distribución de las oportunidades de permanencia en el sistema escolar.

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de los mecanismos fundamentales a través de los cuales se ampliará la cobertura de la educación secundaria, media superior y superior–, y el de la supervisión y evaluación de los procesos de implementación de las TIC, por lo que una reflexión válida apun-taría hacia intentar resolver cómo es que las modalidades aludidas podrán responder, efectivamente, al reto de brindar una educación de calidad.

Una sexta consideración de orden general en torno al PSE reside en que la cuantificación de la calidad propuesta por el Programa tiene su fundamento en la medición del logro de metas prefijadas, basadas en indicadores mundiales. Así, la calidad educativa se per-cibe a través de la representación estadística de hechos, pasando por alto la evaluación cualitativa de parámetros de índole social y sugiriéndose así una confusión entre fin y medio, entre la calidad y los indicadores para cuantificarla.

Y una última estimación a apuntar sobre la política de referencia es sobre a la factibilidad de esta última. La viabilidad de la política educativa que se ha estado comentando en este acápite reside en la capacidad de las autoridades gubernamentales para materiali-zarla, capacidad que, a su vez, se encuentra condicionada por tres factores: 1) disponer de los recursos económicos suficientes para atender los rezagos que persisten en el sistema educativo nacional (falta de oportunidades para acceder a una educación de calidad, entre otros); 2) lograr una articulación entre las acciones gubernamentales y de la sociedad para influenciar en los distintos elementos determinantes de la calidad educativa; y, 3) generar certidumbre para resolver el principal problema político, social y económico que aqueja al sistema educativo en lo general –y a la educación superior en lo específico–: la desigualdad.

Apunte Final

A modo de conclusión puede anotarse que, en términos generales, la calidad en la edu-cación es un concepto amplio y dinámico, por lo que cada institución educativa ha de identificar los aspectos que debe mejorar, siempre en relación directa con necesidades específicas y el entorno.

En todo sistema educativo, y en las instituciones de educación superior en particular, la calidad educativa no debe ser concebida sólo a través de indicadores cuantitativos, pues debe implicar, igualmente, la evaluación cualitativa en torno a cómo las universi-dades cumplen –o no– con la misión que la sociedad les ha propuesto y que deriva en la aportación para solucionar los problemas sociales, políticos, económicos, culturales y científicos del país.

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los requerimientos del sector productivo, aún tienen resultados insuficientes debido a que muchas veces no son puestas en práctica y quedan sólo como recursos retóricos de los programas –y otras tantas, carecen de diseños adecuados–. Por ello sería oportuno establecer mecanismos que obligaran al gobierno a cumplir los compromisos establecidos en los programas sectoriales y en las leyes y normas que indican los compromisos que tiene con respecto al desarrollo del sistema educativo, pues en tanto ello no ocurra, continuará el incumplimiento de las responsabilidades del Estado con la educación. Efectivamente, se coincide con la actual política gubernamental de educación en que México debe hacer de la educación, la ciencia y la tecnología los puntales de su desarrollo, pues en ellas está la solución de los más acuciantes problemas nacionales, y de ellas depende el incremento de la calidad de vida de la población. Y se cree pertinente, igualmente, en la necesidad de elevar la calidad de la educación para que los estudiantes mejoren su nivel de logro educativo, cuenten con medios para tener acceso a un mayor bienestar y contribuyan al desarrollo nacional. Empero, si al recorrer las vías para medir y evaluar el concepto de calidad educativa, éste se extravía al reemplazarse por sus indicadores, sus parámetros cuantitativos o el acopio de acciones burocráticas inconexas o inertes, por buenos deseos que las motiven, se continuará con la toma de decisiones incorrectas. Estos únicamente podrán ser superados con plenitud si y sólo si se parte de un atinado planteamiento del problema y las soluciones alcanzables.

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Anexo

Tabla 1. Objetivos, estrategias, líneas de acción y metas del PSE 2007–2012

Objetivos EstrategiasNo. de Líneas de No. de

Acción

No. de Metas

1. Elevar la calidad de la educación para que los estudiantes mejoren su nivel de logro educativo, cuenten con medios para tener

acceso a un mayor bienestar y contribuyan al desarrollo nacional. 20 88 12 2. Ampliar las oportunidades educativas para reducir desigualdades

entre grupos sociales, cerrar brechas e impulsar la equidad. 21 93 11 3. Impulsar el desarrollo y utilización de tecnologías de la

información y la comunicación en el sistema educativo para apoyar el aprendizaje de los estudiantes, ampliar sus competencias para la vida y favorecer su inserción en la sociedad del conocimiento.

7 30 4

4. Ofrecer una educación integral que equilibre la formación en valores ciudadanos, el desarrollo de competencias y la adquisición de conocimientos, a través de actividades regulares del aula, la práctica docente y el ambiente institucional, para fortalecer la convivencia democrática e intercultural.

9 34 4

5. Ofrecer servicios educativos de calidad para formar personas con alto sentido de responsabilidad social, que participen de manera

productiva y competitiva en el mercado laboral. 14 50 5

6. Fomentar una gestión escolar e institucional que fortalezca la participación de los centros escolares en la toma de decisiones, corresponsabilice a los diferentes actores sociales y educativos, y promueva la seguridad de alumnos y profesores, la transparencia y la rendición de cuentas.

17 64 5

88 359 41

Temas transversales 93 22

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Cómo citar este artículo:

Medina, M.; Topete, C. y Cerecedo, M. (2010). “Disquisición sobre la calidad en la educación superior pública de México a través de la política gubernamental”, Oikos Nº 31, 81-103, Escuela de Administración y Economía, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile.

[http://bibliotecadigital.ucsh.cl:90

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