Recortes de la Convertibilidad
Por Federico Pronesti
INDICE
Abstract……….Pág. 4
Estado de la Cuestión:………...……….……..Pág. 5
Una Cuestión Pública:………..………....….……..Pág. 13
Repaso Histórico:………..………..……Pág. 19
La Globalización, la 5th Avenue y La deuda externa:………...……….…Pág. 24
“Un Valor que Estabilizó al País”:………...……….Pág. 34
“El que apuesta al dólar, pierde”:………..…….…….Pág. 47
Conclusión:………..………..…………..…………Pág. 58
Epílogo: La historia que se contará……….Pág. 60
Imágenes………...……….Pág. 67
Tema: Convertibilidad años ‘90 Título: Recortes de la Convertibilidad Autor: Federico Pronesti
Tutor: Lucas Llach
Abstract
El modelo de la convertibilidad que fue establecido por el gobierno de Carlos Menem luego de los episodios de hiperinflación, dio sin lugar a dudas una estabilidad sin precedentes en la historia económica argentina. Sin embargo fue también el preludio a una de las mayores crisis económicas y sociales que sufrió el país. Visto ex-post parecería que la decisión más racional hubiera sido abandonar el patrón de convertibilidad por una política más flexible que permitiría hacer mejor frente a las oleadas de crisis externas, esto se amplia con la literatura específica, no obstante queda explicar como se vio reflejado en la opinión pública. Este trabajo procura contribuir en ese campo.
Para responder a la pregunta ¿Qué se discutía en los principales diarios acerca de la convertibilidad en los años anteriores a la crisis? Se realizó un análisis de los artículos más destacados en relación con el tema de los diarios Clarín y La Nación entre los años 1997-2001. Luego de la investigación se arribó a las siguientes hipótesis: en primer lugar las condiciones externas tanto positivas –tras la caída del muro, un triunfo aparente del liberalismo- como negativas –el mundo se hallaba en crisis, Argentina no era el peor caso-, hacían ver a la crisis económica como un problema mundial de la “globalización” y no propio. En segundo lugar el recuerdo de la hiperinflación hacía muy deseable la estabilidad que proporcionaba la convertibilidad, de esta manera sus “daños colaterales” –desempleo y mala distribución de la riqueza- eran vistos como un problema más de índole moral que de política económica. Y en tercer y último lugar no existía una discusión seria acerca de algún modelo alternativo a la convertibilidad, fomentado por el hecho que la oposición había logrado llegar al poder dando su apoyo al modelo económico. La combinación de estos tres factores hicieron que la discusión acerca de una posible salida de la convertibilidad se retrasara hasta los últimos meses del año 2001 una vez que la crisis económica se hallaban en los peores momentos.
Estado de la Cuestión
“El peso, que a partir del primero de enero valdrá igual que el dólar es una moneda destinada a perdurar por muchos años, me atrevo a decir por décadas”1 decía Domingo Felipe Cavallo, Ministro de Economía del gobierno de Carlos Menem, el 6 de Abril de 1991; diez días antes, el 27 de Marzo de 1991 se sancionaba la ley 23.928 llamada “Ley de Convertibilidad del Austral”, que fijaba como paridad cambiaria 10.000 australes por cada Dólar.
Se daba así el comienzo de una década en la economía argentina la cual iba a estar signada por las bajas tasas de inflación y una rigidez cambiaría. Se llevarían a cabo grandes ajustes económicos, privatizaciones y liberalizaciones. Sin embargo, tras grandes manifestaciones sociales, descontento, una corrida bancaria y saqueos terminaba en las sombras la una vez aclamada Ley de Convertibilidad, en Enero del año 2002.
Si bien la discusión sobre la convertibilidad, y especialmente, sobre sus efectos cobró mucha relevancia desde sus inicios y aún más tras la crisis del año 2001, no se ha tratado la opinión pública sobre este asunto; siendo esta, en democracia, el principal factor de la toma de decisiones en la política económica.
Como hemos mencionado el tema en cuestión ha sido tratado numerosas veces, sin embargo antes de exponer las principales líneas argumentativas, es necesario resaltar que, salvo contadas excepciones, los autores parecieran trabajar en autarquía y no pareciera haber demasiada discusión bibliográfica. También debemos remarcar que varios de ellos fueron contemporáneos a los hechos y tenían una postura tomada al respecto; cuando no fueron participes en los mismos, sería necesario conforme pase el tiempo alguna lectura más lejana de los hechos.
Coincidencias
Todos los autores concuerdan en ciertos puntos básicos acerca de la convertibilidad. En especial los relativos a sus primeros años, su éxito, y su funcionamiento. LaArgentina tenía una larga tradición inflacionaria, los dos episodios
1
TV Pública Argentina (2010, 10 de Octubre),Domingo Cavallo - Plan de Convertibilidad - 06/04/1991 visto en http://www.youtube.com/watch?v=chtRbXMdCqQ
hiperinflacionarios que sufrió el país se dieron uno seguido del otro. En 1989 sufrió el primero de ellos con una inflación que sobrepasó el 5600% anual. Mientras que al año siguiente, en 1990, la inflación superó el 22000% anual.
Si bien los años ochenta significaron un retorno a la democracia luego de años de dictadura, ese fervor democrático no le alcanzó al presidente Raúl Alfonsín para controlar la situación económica. El recrudecimiento de la situación y el fracaso del plan austral para poder controlar la ya alta inflación produjo una explosión hiperinflacionaria, que obligó al presidente Alfonsín a abandonar prematuramente la presidencia. Cuando Carlos Menem asume el poder el país atraviesa una grave crisis económica y grandes problemas políticos, como la amenaza constante de un nuevo golpe militar.
Los autores resaltan que debe entenderse que el éxito inicial de la ley de convertibilidad y leyes complementarias fueron medidas que estuvieron diseñadas principalmente para reducir la incertidumbre económica; siendo posibles únicamente pensando en realizar una reforma profunda del Estado.
El principal logro que cabe resaltar de la convertibilidad es el control, hasta casi la eliminación, de la inflación en la Argentina; esto significó un gran capital político para Menem en un contexto en el cual la crisis inflacionaria ya había forzado a una salida apresurada de Alfonsín del poder;a su vez, significó un aumento en la credibilidad sobre los futuros de la economía argentina, que llevó a un nivel mayor de inversiones en el país.
Los autores consultados señalan que la convertibilidad era posible sólo si se daban dos supuestos simultaneaos, en primer lugar, que existiera una disciplina fiscal –dado que el déficit no se podría financiar con el impuesto inflacionario-; y luego que la Balanza de Pagos no sea negativa, ya que al atar el peso al dólar una balanza de pagos negativas significaría una deflación.
competitividad y de la eficiencia. La misma lógica se aplicaba a la apertura comercial dado que empujaba a los productores a ampliar la productividad para poder competir contra los productos extranjeros. Sin embargo esto no significaba necesariamente que dejarían sin posibilidad de competir a la industria nacional, dado que se aplicaron una batería de medidas para ayudar a estos sectores para mejorar su productividad, medidas como la baja de los aranceles al mínimo para bienes de capital y bajas tasas de interés para los préstamos.
Diferencias
Sin embargo los autores que se nombraran a continuación tiene diferencias acerca de las causas del colapso de la Convertibilidad, aunque existe algunos concensos. Podemos destacar varias líneas de argumentación en este punto.
En primer lugar tenemos una serie de autores que sostienen que la caída de la convertibilidad se debió principalmente a una serie de desajustes externos. Ávila y Domingo Cavallo (La tragedia Argentina, 2002), quien diseñó el plan de la convertibilidad sostienen que el sistema no estaba preparado para soportar tantos golpes externos como los que sucedieron en los tardíos años ’90 todas crisis en países emergentes, México, Rusia y el Sudeste Asiático, que afectaron la confianza que los inversores internacionales tenían en la Argentina. En estas interpretaciones dos las dos estocadas finales se encuentran en la devaluación en Brasil –y al mismo tiempo la revalorización del dólar (peso)- y el giro en la postura del Fondo Monetario Internacional de una postura laxa otorgando créditos a una postura que exigía cada vez más ajustes en un contexto de por sí recesivo.
En segundo lugar,y en el otro extremo de la argumentación, encontramos los trabajos orígenes más marxistas, los cuales resaltan la cuestión social como el desencadenante de la crisis. Autores como Adrián Piva y Alberto Bonnet (Argentina en pedazos, 2009) desplazan la mira del eje macroeconómico para trasladarla a un eje político-social en el cual priman las reivindicaciones sociales –luchas sociales- como el factor fundamental en la crisis más allá de los desajustes económicos.
El centro de esta argumentación se centra en las leyes y las normas de factoque regularon el mercado laboral argentino del período. Estos autores sostienen que las privatizaciones que produjeron una gran cantidad de despidos, en pos de los incrementos de la productividad, junto con las nuevas leyes de trabajo; que las mencionan como leyes de precarización laboral, fueron las bases para una nueva distribución del ingreso que llevaba los recursos de los trabajadores para darlos a manos de los capitalistas. En esta visión se dio una supresión de las conquistas sociales sólo para lograr una mejora en la rentabilidad de las empresas.
Alberto Bonnet resalta que estas leyes si bien fueron en un principio benéficas a la economía; produjeron un efecto de encantamiento sólo gracias al temor a la hiperinflación que había vivido anteriormente la Argentina, sentando las bases para una nueva hegemonía burguesa conservadora.
En tanto Piva resalta que las luchas sociales en el período Menemista se vieron aplacadas por “mecanismos coercitivos de producción de consenso negativo” que permitían que se aplicaran las reformas sin grandes estallidos sociales.
Estos autores entienden que estos procesos que se tornaron ocultos en este período seguían latentes para estallar en otro contexto. Las reformas neoliberales, en esta visión, sólo se podían llevar a cabo a costa del empobrecimiento de los sectores más vulnerables y estos tarde o temprano saldrían nuevamente a continuar la lucha por sus reivindicaciones, ambos señalan que estas luchas sociales son las que desembocan en la crisis de diciembre del 2001.
asociados con esta pobreza estructural y no con trabajadores antes empleados por el estado y luego de las reformas desempleados.
En un tercer lugar podemos mencionar un grupo de autores, como Sevares (¿Por qué cayó la Argentina?, 2002) yKosacoff (Crisis, recuperación y nuevos dilemas 2007) quienes participaron más o menos activamente de la recuperación tras la crisis; pero principalmente por el grupo de trabajo de la Universidad de Buenos Aires que trabajo activamente en los años 2001-2002 conocido como el Plan Fénix, en el cual podemos contar con autores como Basualdo, Rapoport y Rofman quienes desde la facultad de economía establecieron los lineamientos básicos sobre el futuro de la economía argentina post-crisis; como también hicieron una lectura sobre los sucesos que desencadenaron en la crisis. 2
Las explicaciones básicas que propusieron este grupo de trabajo tuvieron su eje en la industrialización del país; las hipótesis que manejaban estos autores suponen que la gran parte de la culpa del fracaso del modelo neoliberal se debía principalmente al desempleo que provocó la liberalización de los mercados; la apertura de las importaciones provocaba que las industrias manufactureras debieran cerrar sus puertas porque no podían competir con los productos extranjeros. Estos autores resaltan especialmente el hecho de que el sector industrial es el que más mano de obra ocuparía, entonces si este no funcionase provocaría desempleo que al mismo tiempo haría caer la demanda llevando aún más problemas al sector industrial.
Todos los trabajos que forman parte de los lineamientos básicos del plan fénix terminan con una serie de consideraciones sobre posibles medidas a seguir adelante. Azpiazu y Basualdo por una parte tratan el tema de la concentración de las empresas de servicios públicos en manos de privados; teniendo como hipótesis central de su trabajo que la concentración de estas empresas condujo a una gran pérdida de puestos de trabajo. Oszlak por su parte trata la temática del nuevo rol del estado en la Argentina de los ’90, planteando básicamente que cada vez más el estado perdió muchas de sus atribuciones, en especial aquellas que estaban orientadas a mantener el estado de
bienestar; a si mismo la fuerte presión externa llevaba al estado argentino a tener aún menos poder de decisión.
En una misma línea de argumentación los autores Marina Dossi, Virginia Sanguinetti y Juan Santiago (Políticas neoliberales y crisis) agregan que un grave problema tanto para la distribución de la riqueza como para el sostenimiento del modelo se produjo por el tipo de cambio sobrevaluado que tenía la argentina en los ’90 restándole gran competitividad al país. “[…] puede concluirse que una política fiscal descontrolada no fue la causa del desastre económico en la Argentina, más precisamente los problemas se debieron a una economía excesivamente vulnerable a los shocks y al contexto internacional, que junto con una movilidad irrestricta de los capitales y la convertibilidad llevaron a la insustentabilidad de la economía argentina. En este sentido, el régimen de la convertibilidad tuvo un rol central, porque con sistemas de cambio fijo como éste, los shocks externos provocan subas en el riesgo país y también la desconfianza de los inversores sobre la continuidad de una moneda sobrevaluada. Además, la actividad económica se vio afectada negativamente por la fuga de capitales que redujeron los niveles de la base monetaria. El tipo de funcionamiento de la economía argentina la hacía claramente inviable debido a la sobrevaluación del peso, el tamaño y el crecimiento de la deuda argentina (en moneda extranjera en su mayor parte) respecto de las exportaciones, y la libre movilidad de los capitales financieros. Además, la privatización del sistema de seguridad social en 1994 impactó decisivamente sobre el déficit fiscal.” Si bien estas son lecturas de estos autores, también se la puede extrapolar al los autores del Plan Fénix, que como en el trabajo de Notcheff (Política cambiaria. Una aproximación a las condiciones para el cambio de régimen cambiario, 2001) y de Alfredo García (Política Monetaria y Crediticia, 2001) siguen la misma línea de argumentación.
En resumen la interpretación del fracaso de la convertibilidad que proporciona el Plan Fénix se centra en tres ejes fundamentales, el tipo de cambio sobrevaluado, la desindustrialización y la menor injerencia del estado. Todos relacionados entre sí, suponen una caída de la demanda producto del desempleo que generó la apertura de los mercados en una industria nacional que no podía competir con un tipo de cambio sobrevalorado.
resurrección, 2007) sostienen que el gran problema de la convertibilidad se debió a que en realidad nunca se realizó a una disciplina presupuestaria y solo se mejoró el sistema fiscal por el consumo, que cuando cayo perjudico al gobierno; sumado a esto el mercado de financiamiento externo no se mostró tan racional como se imaginaba generando una burbuja que estallo en los mercados emergentes. El pensamiento cortoplacista de que se prefieran ganancias extraordinarias a pesar de los riesgos pensado en salir a ultimo momento. Los Bancos y los prestamos dolarizados son extremadamente susceptibles a los shock de devaluación (en especial a productores de no transables).
Bellini y Korol (Historia económica de la Argentina en el siglo XX, 2012), por su parte, agregan que un gran problema de la convertibilidad fue el hecho de que la inflación residual afectó la competitividad del sistema desde el mismo momento de su ejecución, dejando con un margen mucho menor de error para afrontar las dificultades que iban a llegar desde el exterior.
Galiani, Tomassi y Heymann (Great expectations and hard times)agregan por su parte que el problema se encontraba en que las expectativas de default sobre la deuda argentina eran muy grande porque los inversores extranjeros no distinguían entre las diferentes situaciones de los países emergentes; lo cual llevó a pensar a los inversores que la Argentina se hallaría pronto al borde del default esto provocó que se subieran más las tasas de interés complicando más la situación argentina. Además, dentro del país, la expectativa de una pronta devaluación llevó también a una corrida bancaria y a una fuga de capitales, volviendo a las expectativas una profecías auto cumplida.
Lucas Llach y Pablo Gerchunoff (El ciclo de la ilusión y el desencanto, 2005) detallan varias de las explicaciones antes mencionadas. Pero también agregan que uno de los grandes éxitos que había tenido la convertibilidad para estabilizar la inflación se debió a que el costo de su salida era inconmensurable, dado que todos los contratos se dolarizaron (junto con el peso) esto provocaba que para que el gobierno no causase una conmoción económica y una avalancha de problemas legales (que finalmente terminaron sucediendo) respetase la convertibilidad.
En conclusión se puede encontrar mucha coincidencia entre los autores sobre como triunfó la convertibilidad, el principal logro de esta fue la reducción de la incertidumbre que generaba la inflación. Además para su funcionamiento, coinciden los autores era necesario bruscos aumentos de la productividad para que el país no perdiera competitividad, aumentos que sucedieron, pero que sin embargo no fueron suficientes. Para superar el déficit que el estado sufría y poder mantener así la convertibilidad el gobierno luego de utilizar los fondos provenientes de las privatizaciones tuvo que tomar deuda.
Una Cuestión Pública
El discurso político de los años posteriores a la crisis del 2001 fue sin lugar a duda estructurado en relación a la recuperación de la misma. El abismo social y económico que esta causó fue uno de los más grandes que vivió el país. Por eso es que se ha discutido mucho acerca de las causas posibles y aparentes de esta crisis; y como ya se ha mencionado, existe una gran cantidad de publicaciones acerca de la convertibilidad, en especial relacionadas a la cuestión macro-económica, a la “desindustrialización” y referentes a la política económica. Sin embargo queda por ver como se dio el debate público acerca de la convertibilidad. Si bien es cierto que existen muchos otros métodos de acercamiento a esta cuestión y sería muy difícil abarcarlos a todos, en el presente trabajo se lo hará a través de la pregunta ¿Cómo se vio reflejado en los diarios el cambio de humor social que llevó el apoyo de la Convertibilidad al “que se vayan todos”?
Para realizar un estudio sobre esta cuestión se llevará a cabo el siguiente trabajo, se analizarán aquellos recortes que contengan la palabra Convertibilidad entre los años 1997-2001 de los diarios La Nación y Clarín, los diarios de mayor tirada del momento y de la actualidad.
La elección de este tipo de análisis es intentar ir más allá de los resultados de las encuestas que se encuentran ya bien estudiadas por la literatura especifica, como el trabajo realizado por Mora y Araujo, que será citado más adelante, y poder trabajar con el ideario detrás de estas preferencias mientras se aproximaba la crisis de Diciembre de 2001. La elección de analizar recortes periodísticos no es una elección al azar sino que se fundamenta en varios estudios que demuestran tal como lo expresaba Vincent Price (La opinión pública: esfera pública y comunicación, 1994), el importantísimo rol desempeñado por el periodismo en la opinión pública.
Es decir, los noticiarios reúnen puntos de vista e ideas que contrastan dentro del público atento, comunican a sus miembros lo que piensan de los demás, y en consecuencia ayudan a organizar su reacción colectiva.
Como se ha observado, los medios de comunicación son algo más que los portadores del debate público. Además de proporcionar los canales a través de los que los actores cruzan sus mensajes, los medios de elite promulgan sus propios puntos de vista a trabes de análisis políticos partidistas y a través de apoyos editoriales a políticas y candidatos.
Este papel activista de los medios, especialmente periódicos, asegura el continuo interés sobre posibles partidismos en las prácticas editoriales y en las noticias, debido a los conocimientos políticos de ejecutivos de las cadenas, publicistas, productores y periodistas comunes.” (Price, 1994, Pág. 108, 109)
Otro de los conceptos que Price como otros analistas de la opinión pública resaltan es el hecho de que el conocimiento total de los asuntos públicos por la sociedad es imposible. En parte debido a lo inconmensurable de lo publico, pero también por cierta falta de interés del ciudadano “de a pie” en el seguimiento completo de las cuestiones públicas:
“El conocimiento exacto de los asuntos públicos, en los que deben basarse las opiniones sólidas, es sencillamente inalcanzable para el ciudadano ordinario. El mundo político queda <<fuera de su alcance de su alcance, de su vista y de su mente>> (Lippmann, 1922, pág. 29) Los ciudadanos forman sus ideas a partir de informaciones gravemente incompletas, manteniendo poco o ningún contacto con los hechos reales; filtran los que ven y oyen a trabes de sus propios prejuicios y temores.” (Price, 1994, Pág. 32)
si bien no es posible preguntar directamente a los actores que opinaban si podemos reconstruir este ideario a través de las publicaciones masivas y las encuestas.
Mora y Araujo (La Argentina Bipolar, 2012)sostiene a partir del análisis de encuestas una serie de pautas muy interesantes como marco de estudio. Si bien el objetivo del trabajo de este autor es absolutamente distinto al que se presentaaquí, si da pie para el estudio de la opinión pública de la Convertibilidad, la tesis que postula Mora y Araujo es que en la Argentina se dan ciertos ciclos de auge de popularidad de los gobiernos que asumen debido a que estos interpretan muy bien los reclamos y los intereses sociales. Pero que también exhiben una escasa flexibilidad para adaptar su agenda a estos cambios de humor social.
“Los presidentes asumen el gobierno con una agenda que mantiene sintonía con la sociedad, pero se aferran a esa agenda rígidamente. La sociedad es más dinámica, modifica sus prioridades y parece entender que cuando un problema está relativamente encauzado, llega la hora de ocuparse de otros temas, ya sea porque estaban pendientes o porque surgieron de repente. Los gobernantes transmiten una respuesta que los desgasta rápidamente: no están preparados para introducir nuevos temas en su agenda. Eso los desconecta de los votantes, los enemista con la sociedad; y, en ese contexto, los atributos personales que mucha gente juzga como negativos o como defectos, se elevan y eclipsan los rasgos que sostenían su liderazgo inicial”
El estudio que se propone en este trabajo refiere al momento de cambio del humor social del pedido de estabilidad al de transparencia y empleo. Carlos Menem al comienzo de su mandato, señala Mora y Araujo, había comprendido muy bien cual era el tema central que movilizaba a la sociedad argentina: La economía y la inflación.
Sin embargo es necesario señalar que estos cambios fueron lentos en el transcurso del tiempo y que si bien las protestas fueron aumentando gradualmente existió un hecho disparador para el desenlace del gobierno de Fernando De la Rúa.
Este hecho fue estudiado por Gervasoni (Crisis política y crisis financiera…; 2002) en su trabajo acerca de cómo la crisis financiara llevó a la caída de la Alianza. El autor distingue la crisis económica de las crisis financieras, siendo estas últimas de un devenir rápido y profundo, en su definición:
reducción en el valor de los mismos. Los “activos financieros” son inversiones no “reales”, en depósitos bancarios, acciones, bonos del gobierno, obligaciones negociables de las empresas, etc. Nótese que la exigencia de venta “rápida, masiva y generalizada” implica que la misma afecta fuerte y repentinamente a todos o la mayoría de los activos financieros de un país.” (Gervasoni, 2002, pág. 2)
Y también establece las siguientes expresiones de las crisis financieras:
“1. Caída fuerte, generalizada y abrupta en la demanda (y aumento en la oferta) de acciones, bonos,obligaciones negociables, etc.
2. Caída fuerte, generalizada y abrupta en el precio de acciones, bonos, obligaciones negociables, etc.
3. Caída fuerte, generalizada y abrupta de los depósitos bancarios y/o fuerte aumento de las tasas de interés.
4. Caída significativa de las reservas internacionales y/o del valor de la moneda local”. (Gervasoni, 2002, Pág. 3)
Gervasoni sugiere la idea, que se comparte aquí, que esencialmente no existieron grandes modificaciones en el contexto internacional que empujaran a la Argentina entre el ’99 y el 2001 al colapso económico que sufrió, y que por el contrario debió existir alguna otra causa para que sucediera aquello que sucedió. El autor analiza cual fue el hecho desencadenante que disparo el pánico que finalmente terminó en el corralito. Llegando a cuatro hipótesis complementarias:
“Hipótesis 1: las crisis políticas que, casi por definición, debilitan a un gobierno, tienen efectos negativos sobre las expectativas de los inversores, en particular en contextos en que los desafíos económicos y financieros requieren de medidas que generan resistencia política.
Hipótesis 2: Las medidas de política económica tendientes a reestablecer la confianza no logran su cometido cuando existen dudas básicas sobre la fortaleza y chances de supervivencia del gobierno. Los inversores no sólo desean políticas favorables a sus intereses, sino también gobiernos suficientemente sólidos como para poder implementarlas.
probable, entonces, que el efecto del esperado fracaso electoral del gobierno de De la Rúa-Cavallo se haya dado antes del 14 de octubre (día de las elecciones).
Hipótesis 4: en condiciones de fragilidad política, medidas económicas drásticas que podrían normalmente tener efectos positivos sobre el ánimo de los inversores, pueden ser interpretadas como confirmaciones de la debilidad del gobierno, es decir, como jugadas desesperadas o “manotazos de ahogado” propios de quien ya no tiene mucho por perder.”(Gervasoni, 2002, Pág. 29)
Este modelo que presenta Gervasoni es explicativo de porque el pico de la crisis política-económica se sucedió en determinado momento. Esto llevó a una corrida bancaria que forzó al gobierno a tomar medidas para contenerla, que fue el llamado “corralito” –limitación a la extracción de efectivo- el cual provocó una reacción muy fuerte de protesta especialmente en los sectores de clase media.
No obstante para llegar a la Plaza de Mayo de fines de diciembre de 2001 no sólo fue preciso una restricción de los retiros bancarios sino una serie de construcciones y deconstrucciones en el imaginario social. Y para poder ver como fueron estos cambios se realizarán las siguientes preguntas: ¿Cómo era percibida el modelo de la convertibilidad frente al mundo? ¿Cómo era percibida la situación dentro del país con respecto a los logros y miedos de la convertibilidad? Y ¿Qué otros modelos alternativos se discutían?
La hipótesis que se tratará de demostrar en este trabajo es que se dio la construcción de una serie responsables de frente a la opinión pública de la crisis económica –internos como externos- pero que se mantuvo al margen la acusación al modelo de la Convertibilidad, mejor dicho a la paridad cambiaria, hasta finales del 20013.
El trabajo se organizara entonces con una pequeña introducción acerca de las cuestiones políticas y económicas. Luego contara con tres subtítulos donde se intentara ofrecer una respuesta a las preguntas antes planteadas.
Es necesario aclarar que las hipótesis que se ofrecen como respuesta no son estáticas sino que por el contrario estas ideas fueron variando en el transcurso del período analizado, haciendo que cada vez más el apoyo al modelo económico decayera pero
Repaso Histórico
Para el año 1997 la política argentina encontraba a Carlos Menem llegando al final de su segundo período de gobierno tras 8 años en el poder con una reforma constitucional de por medio que lo habilitó. El intento re-reeleccionista, la denominada “re-re” había fracasado y comenzaba a crecer la competencia entre sus sucesores en el PJ (Duhalde y Ortega) y mientras en la oposición se configuraba un nuevo frente de centro-izquierda, la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación. El proceso de cambio que había llevado a cabo Carlos Menem en el poder estaba finalizando, con cierto hartazgo por parte de la sociedad hacia su gobierno. Sin embargo la cuestión había arrancado de manera mucho más dinámica a principios de la década, cuando Menem asumía el gobierno de un país que se encontraba en una profunda crisis económica y política, con un RaúlAlfonsín, quien había liderado la transición a la democracia, que se debió retirar antes del poder.
Menem había ganado la presidencia, tal como lo explica Marcos Novaro (Presidentes, equilibrios…2001) con una coalición de votantes que se basaba en la parte más tradicional del peronismo. Entendido en los términos de un peronismo más nacionalista y sindical. Representado en el estilo llano de vestimenta de Menem y las famosas patillas que Carlos Menem presentó durante su campaña (Ver imagen 1). Sin embargo tal como lo explica el autor, una vez en el poder, la situación económica apremiante lo llevó a buscar apoyo en los sectores liberales y en los empresariales. Tras un breve intento de controlar la situación económica colocando a dos ejecutivos de Bunge &Born4 en el Ministerio de Economía, y luego del affaire denominado Swiftgate, y tras una espiralinflacionaria, llevaron a la introducción de una política de shock por el flamante ministro Domingo Cavallo.
Pese a los logros obtenidos el presidente Menem debió aún subordinar a su partido, dado que las políticas que fueron llevadas a cabo, de corte liberal y algunas ortodoxas, estaban complemente opuestas a la bases de su apoyo partidario. Este cambio se ve reflejado en el discurso de Menem antes de asumir el poder como por ejemplo lo dice en una entrevista del año 1987:
“Mientras el radicalismo ahora en este momento ha optado por una política económica de corte netamente monetarista donde la economía y el pueblo están al
servicio del capital, nosotros los justicialistas estamos del lado de una economía de corte social”5
Luego del éxito de la Convertibilidad y de la estabilización las bases del apoyo de Menem cambiaron y se ensancharon en cierta medida. De forma que para las elecciones intermedias de 1991, pudo ganar con amplia mayoría y así finalmente disciplinar a las bases de su partido. De la misma manera tras la firma del Segundo Pacto Federal, resalta Novaro, que otorgaba grandes ingresos a los gobernadores de provincias, estos aceptaron y apoyaron el proyecto reeleccionista presidencial.
Electoralmente, señala el autor: “Además, dado que en los primeros años de la gestión menemista los servicios y planes sociales se descentralizaron, las provincias y municipios concentraron el control de las redes clientelares, y con ellas buena parte de las funciones de reproducción de la coalición gobernante. Sobre esta base, Gibson y Calvo (1997) han argumentado que el peronismo en la primera mitad de los noventa actuó simultáneamente como una coalición reformista en las grandes ciudades y como un coalición populista-conservadora en las provincias periféricas, poniendo de relevancia la funcionalidad de las medidas de reforma adoptadas para el sostenimiento del gasto público y la integridad de las bases electorales del partido y viceversa”
“El aparato partidario cumplió así una función decisiva en la articulación de una base electoral heterogénea, que reunía respaldo favorables a las reformas pro-mercado y la modernización, en sectores medios y empresarios, junto a respaldos más tradicionales y propiamente populistas, en particular en las provincias del interior y entre los sectores populares de la periferia de las grandes ciudades.” (Novaro, 2001, pág. 57 y 58)
Novaro indica que a pesar de haber logrado la reforma constitucional para obtener así un segundo mandato, que ganó de manera cómoda; Menem se encontró con ciertos problemas ocasionados principalmente en la Crisis del Tequila, que lo empujó a llevar a cabo la llamada “Segunda Reforma del Estado” que implicó realizar un ajuste, para reducir el déficit fiscal,realizado básicamente reduciendo el personal estatal (de acuerdo a las recomendaciones que provenían del Consenso de Washington –que se verán sus puntos principales más adelante-) Como también impulsó a la privatización de ciertos
bancos provinciales y otras dependencias, asunto que causó muchos inconvenientes en sus apoyos provinciales.
“Estas presiones, claro, tendrían efectos no deseados para la convivencia entre el presidente y los gobernadores, muy poco oportunos en el momento en que, anticipadamente, se iniciaba la competencia por la sucesión del liderazgo en el peronismo y por la candidatura a la presidencias de 1999” (Novaro, 2001, pág. 74)
“En ese momento la imagen de Menem había comenzado a caer en forma marcada y sostenida por efecto de una percepción crítica colectiva sobre su desempeño en dos terrenos decisivos: la atención de los problemas sociales generados por las reformas de mercado (desocupación, aumento de la pobreza y la exclusión, inseguridad, etc.) y los vinculados al abuso de poder (corrupción, la connivencias con las mafias, el avasallamiento de la ley por los gobernantes)”6Como se observará más adelante en el treabjo los lineamientos básicos de la Alianza, eran el mantenimiento de la convertibilidad, a la vez que se prometía una lucha contra los “excesos del menemismo” Si se piensa en el spot publicitario de la campaña presidencial de Fernando De la Rua estaba construido en este sentido. (“Dicen que soy aburrido… será que no manejo Ferrari’s)7
También señala Novaro en cuanto a la postulación de Duhalde para presidente: “Sin embargo, Duhalde no las tuvo todas consigo. En primer lugar, no era mucho lo que podía ofrecer en oposición a las orientaciones menemistas sin poner en riesgo o enajenarse la bandera imprescindible para reivindicar la eficacia gubernativa del peronismo, que era la estabilidad económica. El establishment empresario no tardó en reclamarle al gobernador definiciones más claras respecto de si estaba a favor o encontra de las reformas de mercado”(Novaro, 2001, pág. 74) (Este punto se tendrá en cuenta en la tercer hipótesis que plantea este trabajo, cuando se ve, que Duhalde una vez tras otra usa términos muy ambiguos para referirse al modelo económico asunto que le hace perder ventaja frente a la Alianza que en bloque se había cerrado para defender la convertibilidad. Sin embargo esto le sería conveniente a Eduardo Duhalde luego de la renuncia de Fernando De la Rúa a fines del 2001).
6https://www.youtube.com/watch?v=iOz8yvjdE8k cadena nacional reforma educativa
La cuestión Económica
Tal como señala Cortes Conde (La crisis argentina de 2001-2002; 2003) tras la hiperinflación y luego de la implementación del peso convertible, o de manera más correcta, de la convertibilidad del Austral, la Argentina atravesó un periodo de sostenido crecimiento en gran parte gracias a las muchas inversiones que llegaron al país8. Y a pesar de la crisis de 1994 el gobierno de Menem no tuvo la necesidad de devaluar la moneda para salir del problema. Se introdujeron reformas para volver más solvente al sector financiero y por un período acotado el crecimiento económico volvió.
Sin embargo la cuestión económica se complicó tras las sucesivas crisis que tuvieron los países emergentes a partir del ’96. Primero el sudeste asiático, después Rusia y por último, que más impacto tuvo en el país, Brasil. Estas crisis llevaron, según Cortes Conde a dos problemas que afectaron gravemente a la economía argentina: “Uno fue la baja de los precios de las exportaciones y el otro la reversión de la tendencia internacional de capitales hacia los países emergentes con un alza de la tasa de interés que afectó el servicio de la deuda argentina”.
No obstante los problemas externos la economía argentina atravesaba cuestiones domésticas que complicaron la situación, en especial el problema del déficit fiscal que fue crónico excepto por el año 1993. Que acababa siendo financiado con la emisión de deuda. La expansión del primer gobierno de Menem había sido ayudada por la privatización de una gran cantidad de empresas, sin embargo ya no existían más para poder ser privatizadas y así poder paliar el déficit público9. Esto generaba grandes inconvenientes, como lo explica Conde:
“La expansión del primer quinquenio fue ayudada por la privatización de empresas de servicios públicos donde entraron capitales extranjeros con aportes de nuevas tecnologías que bajaban costos y que pudieron obtener rentas en mercados monopólicos gracias a precios (tarifas) más elevados que los internacionales y con un costo de capital con tasas de interés internacionales. También, una enorme expansión
8Cabe aclarar que no fue sólo un proceso argentino, durante la primera parte de la década de los ’90 muchas inversiones y capitales fueron giradas a las llamadas economías emergentes.
del consumo tras más de una década de represión (ahorra en el exterior, fuga de capitales) que aumentó gracias a las posibilidades que dejaban en un marco de estabilidad monetaria las operaciones de compra a crédito. En el primer caso las oportunidades de beneficios extraordinarios para la inversión terminaron agotándose y en el del consumo la gente aprendió que con estabilidad monetaria los intereses empezaban a ser –ya que en términos nominales seguían relativamente altos mientras la inflación bajaba más que ellos- enormemente costosos. En la Argentina de la inflación todos se endeudaban porque llegaban los jubileos y se pagaba menos. Esa fiesta había terminado y la gente empezó a cuidar sus consumos”. (Cortés Conde, 2003, pág. 2)
Y por último existió algo que podríamos denominar trampa fiscal. La larga recesión que afrontó la Argentina a partir de fines de 1998 tuvo un efecto negativo en la recaudación fiscal, esto producía un empeoramiento del déficit que ya venía sobrellevando, y dado camino de la emisión estaba vedado por la misma lógica del plan de Convertibilidad –y también por ley del Congreso Nacional- quedaban tan sólo dos soluciones a la mano, una la reducción de gastos que tenía efectos aún más recesivos y la otra la emisión de deuda.
Con la elección de la Alianza para el período 1999-2003 existió una pequeña recuperación pero este gobierno había heredado una voluminosa deuda con tasas de interés cada vez más altas, debido en primer lugar a la desconfianza hacia los mercados emergente, luego de las sucesivas crisis; y en segundo por el déficit público y riesgo país creciente que afrontaba la Argentina.
La Globalización, la 5th Avenue y la Deuda Externa
“La Argentina va a estar entre los diez países más poderosos del mundo” Carlos MenemSe podría decir que la imagen que la sociedad argentina percibía de si misma en los ’90 era la de un país que se aproximaba presurosamente al primer mundo, viajes, productos importados modernización de los servicios y una moneda estable creaban esta impresión. Al menos durante gran parte de la década el 1 a 1 había funcionado de manera excelente.
La pregunta que da inicio a este apartado sería ¿Cómo se percibía la sociedad Argentina con respecto al mundo y como esto se relacionaba con la Convertibilidad? Luego de una análisis de los recortes, se podría sugerir las siguientes cuestiones, en primer lugar que la convertibilidad era vista como parte del futuro, es decir que en conjunto con la apertura de mercados, los libres movimientos de capital y la globalización eran entendidos como parte de esta nueva modernidad; en segundo lugar que si bien esta modernidad había llegado para quedarse, no se encontraba exenta de problemas. La modernización de las economías de los países emergentes fue causante de muchas crisis, sin embargo se veía a la Argentina como “la mejor alumna” y se tenía confianza en la economía en un contexto en el que el mundo se derrumbaba.
Coincidiendo con el año en que Carlos Menem llega al poder en la Argentina el mundo vive uno de los hechos fundamentales de la historia contemporánea, que es la caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS. Esto significó un fuerte golpe para las izquierdas, pero por sobre todo, surgió un período en el cual se pensó un supuesto: “fin de la historia” donde la visión alternativa por excelencia de la organización social-económica al capitalismo y la democracia liberal había dejado de existir.
En este nuevo mundo unipolar, resurgen con fuerza las ideas liberales, la apertura de los mercados y la idea de la globalización. El Consenso de Washington tal como lo explica Ramón Casilda Bejar (América Latina y el Consenso de Washington, 2004) fue un intento por parte de los Estados Unidos de dar lineamientos de política económica para que las economías de América Latina, que se encontraba en transición del modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones y en plena la reconstrucción de sus democracias, pudieran reorganizar sus economías yrenegociar sus deudas externas.
el aumentar impuestos), mantener tipos de interés determinados por el mercado, para evitar así una asignación inadecuada de los recursos, pero también debían ser positivos en términos reales. También sugería un tipo de cambio libre –asunto que en la Argentina no se realizó-. Una liberalización comercial, siendo este uno de los puntos fuertes del Consenso, la eliminación de las distorsiones de precios provocadas por las barreras de importación y exportación. También una política de apertura respecto a la inversión extranjera directa y una política de privatizaciones (para ayudar a la reducción del déficit público, siendo las empresas estatales ampliamente deficitarias) esto se vio muy claro en la política económica del gobierno de Menem.
Sobre la debilitación de las izquierdas y el cambio de paradigma decía Oscar Cardoso, periodista de Clarín que existía desde las izquierdas, una aceptación de que ciertos temas se encontraba ya cerrados a discusión. Pero luego del gran golpe que se les asestó tras la caída del muro, a fines de los noventa empezaban a notarse ciertos huecos, donde la preocupación de la ciudadanía no había sido calmada y satisfecha exclusivamente por el neoliberalismo.
Entre los 80 y el presente, nunca como hoy el imperativo de la llamada globalización pareció tan consolidado en el mundo. En ese tiempo, las fuerzas políticas y sociales de centroizquierda actuaron tímidas y culposas, sin vocación de poder. Desde el año pasado parecen estar despertando; gobiernan en Italia, Francia e Inglaterra y ganaron espacios de poder en México. Sus discursos tienen sesgos anti-modelo por primera vez en mucho tiempo. ¿Qué está pasando?-Ocurrieron cambios políticos interesantes, no sólo económicos
Los mercados y la gente Parece hablar de lo que Ignacio Ramonet llama el globalitarismo, la disciplina final de la globalización.-La polarización política que alguna vez existió ya no es tal. Hay aún una serie de temas que, aunque siguen preocupando aun a buena parte de la ciudadanía –que realmente no acepta lo fundamental del modelo económico- los políticos creen que deben aceptar para poder ganar. Creen que deben decir que comparten aspectos medulares del modelo económico. Eso es un cambio político. Otro cambio político es que, una vez que están dispuestos a aceptar esas dimensiones fundamentales, curiosamente quedan más libres para criticar cuestiones específicas del modelo económico.
medulares y tiene solamente críticas puntuales, el voto natural se va aquedar en casa el día de la elección. (Clarín, 31/08/97)
Esta nueva concepción del mundo y en especial de la economía hizo mucho pie en la sociedad argentina. Como lo muestra una nota en el diario La Nación escrita sobre “diálogos” de la City porteña, al menos los trabajadores de la City que hablaban rondaba en su cabeza una Argentina que se aproximaba al mundo desarrollado:
-Vean esta otra lista que corresponde al año 1992. El PBI per cápita de la Argentina saltó de 2790 dólares a 6050 y dejamos atrás a una cantidad de países, colocándonos en el primer puesto entre los latinoamericanos. Y bien, la distancia entre la Argentina y el más pobre de los países del primer mundo, que sigue siendo Irlanda, se acortó a siete. Todavía muchos. Pero en 1993 pasamos por arriba de varios países y la distancia con el más pobre de los ricos, Nueva Zelandia ahora, se acorta a tan sólo cuatro. Y como les decía en un principio, en 1994 la Argentina pasa a Grecia, y Portugal se gradúa como país del primer mundo, ocupando el último lugar de la categoría, con lo que la distancia entre la Argentina y Portugal, ahora país teóricamente rico, se reduce a uno solo: Corea.
A un paso del Primer Mundo
-Uy, pero a Corea no la pasamos en la perra vida, crece mucho más rápido que nosotros -dijo la Turca.
-No digo que no, pero es más que posible que Corea también pase a la categoría superior muy pronto, ya ha sido invitada a ingresar a la OCDE, quedando nosotros al borde de la graduación. ¿Entienden? Y como quedan varios años hasta el 2000, más que probable que entremos al primer mundo para esa fecha -dijo Alberto con una sonrisa de satisfacción de oreja a oreja. Su entusiasmo era el de un hincha de fútbol que ve subir a su cuadro en la tabla de posiciones. Así de elemental. Tras pensar esto, recordé que igual me pongo yo en las raras ocasiones en que Central escala posiciones, como hasta cierto punto ocurre este año. Pero quité ese pensamiento de mi mente (La Nación, 24/09/1997)
en el cambio de los patrones de comercialización de mercaderías de consumo, del paso de los almacenes de barrio a las grandes cadenas de supermercados que se multiplicaron en los ’90.
Un Proyecto controvertido
¿La Argentina ya está en el Primer Mundo? Quizás el interrogante no tenga una única respuesta. Pero lo cierto es que a la hora de verificar cuánto camino falta recorrer para llegar a la anhelada meta lo primero que surgen son las comparaciones. ¿Qué pasa en Europa? ¿Y cómo se resuelve esto en los Estados Unidos?
El proyecto de ley que impulsa el gobierno justicialista de Eduardo Duhalde, y que comenzaría a tratarse en la Legislatura a partir de esta semana, fue señalado como intervencionista y arcaico por los empresarios de las góndolas y por los defensores del libre mercado, los que enarbolan la bandera de la competencia y sostienen que estas cosas no pasan en un país económicamente sano. […]
"Si vamos a hablar de globalización hay que ver lo que pasa en el mundo y no solamente lo que nos dicen que pasa", se defiende Carlos Brown, que desde su papel de ministro de la Producción se transformó en el principal impulsor del plan para regular la instalación de super e hipermercados.
Brown reconoce que el sector supermercadista trajo enormes beneficios para el consumidor -como quedó reflejado en la última encuesta del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría- ofreciendo buena calidad de productos, amplitud de horarios, buena presentación y sobre todo un precio más que atractivo. (La Nación 23/03/1997)
Por otra parte además del ingreso de muchos supermercados también se establecieron marcas de moda que antes sólo era posible verlas en el exterior o a través de la televisión creado una sensación de avance en la consolidación de un nuevo mercado de lujo en la Argentina. En una nota titulada, “La ropa del Primer Mundo está a la vuelta de la esquina”:
Los argentinos que, a la hora de vestirse y arreglarse, prefieren las grandes marcas internacionales ya no tienen necesidad de esperar a viajar al exterior para poder adquirir artículos de importantes firmas.
Una de las ventajas que ofrecen estos locales es que sus productos originales mantienen el mismo precio que en las sucursales europeas y norteamericanas, y además ofrecen diversas facilidades de pago.
Ya no es necesario recorrer la Rúe de la Paix de Paris o la Quinta Avenida de Nueva York, sino que basta con dar una vuelta por la avenida Alvear o por el paseo de compras Patio Bullrich para poder conocer las grandes colecciones de indumentaria, joyería, marroquinería y accesorios.
Si bien este tipo de artículos está dirigido a un núcleo muy específico y de alto poder adquisitivo, formado por empresarios, altos ejecutivos, políticos y celebridades, las grandes marcas internacionales tienen a Buenos Aires en la mira para extender este mercado de alto lujo que en la Argentina recién comienza a desarrollarse. (La Nación 31/03/1997)
No es posible disociar en los ’90 la idea del progreso y de la modernidad con la estabilidad que era producto de la convertibilidad. Sin embargo es necesario hacer hincapié en el hecho de que tanto el ingreso de nuevos productos como la estabilidad eran posibles sólo gracias al ingreso de divisas a la Argentina y que de no darse esta condición la situación económica se complicaría. Luego del ‘97 en adelante comenzaba a haber cierta conciencia en cuanto a la crisis que el país comenzaba a afrontar. Sin embargo es necesario remarcar que se la veía asociada a los problemas externos que provenían básicamente de los países emergentes. Muchas noticias provenientes de los países en crisis que llegaban a la Argentina daban la impresión en la sociedad de que si bien había en la Argentina una crisis esta no era tan grave como los otros países que la estaban afrontando.
Esta nueva oleada de crisis que se debió afrontar, luego de la Crisis del Tequila, fue mucho más duradera. Primero la crisis del sudeste asiático, luego la crisis del Rublo en Rusia y finalmente asentando un golpe muy grande a la economía argentina la crisis en Brasil. Tal como lo afirma Jorge Castro (Política y Economía… 2001):
y de agudas crisis, como la hiperinflación en 1989-90 y el efecto de la devaluación mexicana de diciembre de 1994, mediante una inmensa cuota de liderazgo político. Las decisiones estratégicas asumidas en el marco de crisis tan severas como las mencionadas permitieron establecer un marco de estabilidad y confianza, e incrementaron en forma acumulativa la reputación internacional del país. Hacia mediados de la década, la Argentina se transformó en receptora privilegiada de inversiones extranjeras directas, la principal fuente de transferencia tecnológica en la economía mundial de fin de siglo.”
Esta percepción de relativa estabilidad en un mundo que se estaba desmoronando traía cierta tranquilidad sobre la economía argentina, lo cual no implicaba que no existieran quejas sobre la condición económica pero sí que las quejas eran menos imputables al poder de turno, que se lo entendía como una suerte de capitán hábil en una tormenta. En relación con esto podemos ver el siguiente recorte escrito por Martín Ravazzini para La Nación:
La Argentina está en condiciones de perder más del doble de los depósitos que se fugaron durante el tequila sin afectar el crédito. Ya está cubierta la mayor parte de los compromisos de la deuda externa para el año.
En estos términos, la convertibilidad se presenta sólida ante la crisis internacional..
Existe consenso entre los economistas que el modelo de la convertibilidad tiene suficiente fortaleza como para resistir los embates externos. Pero la tormenta seguramente tenderá a reducir el ritmo al que venía creciendo la economía.(La Nación, 18/06/98)
En una entrevista hecha a Adalberto Giavirini, economista que en ese momento oficiaba como representante de la Ciudad de Buenos Aires, frente a los organismos de crédito, con el título “El país puede sostener su moneda” para La Nación resaltaba:
¿Cuáles son los alcances de la crisis internacional?
-Es la primera crisis de carácter global que está viviendo el mundo luego de la caída del muro de Berlín. Comenzó en el sudeste asiático y de allí se expandió al resto de Asia, a Europa, Rusia, y se está haciendo sentir en los Estados Unidos, también en Australia y, está afectando fuertemente a las economías latinoamericanas.
relacionados. Allí hay una alta, una mayor vulnerabilidad.
-¿Mayor que la de la Argentina?
-Sí. La vulnerabilidad de la Argentina es menor a la que pueden exhibir algunos países latinoamericanos
-Imaginemos que Brasil devalúa.
-Creo que la prudencia es lo correcto. Y si Brasil devaluara, no tendríamos por qué imitarlos. Una devaluación en la Argentina lo único que haría es empeorar todo. Argentina puede sostener su divisa. En ese caso tendríamos que cruzar el rubicón de la recesión. Pero el país ya vivió una recesión muy profunda con el tequila y no vivió una devaluación. (La Nación, 30/08/98)
Si bien esta mirada benévola y expectante sobre la situación económica se mantuvo durante algún tiemporesulta bastante evidente que no lo hizo por siempre. Poco a poco ante la falta de una mejoría en la crisis y frente a la recuperación de los países que ya habían afrontado sus crisis, la comprensión fue dando lugar a una crítica en la cual se percibía como culpable de la recesión a la deuda externa.
En una nota editorial titulada “Deuda Externa: evitar las simplificaciones”, se llamaba a los candidatos presidenciales, De la Rúa y Duhalde a cuidar el lenguaje y el discurso en cuanto a lo referido a la deuda, advirtiendo riesgos:
Seria ingenuo desconocer que el pago de la deuda externa impone condicionamientos importantes al desenvolvimiento de la economía argentina. Pero, por eso mismo, resulta poco alentador que los candidatos presidenciales de las principales fuerzas políticas del país hablen del tema con ligereza, y hasta con cierto espíritu demagógico, sin tomar en cuenta que se trata de un asunto delicado y sensible, profundamente interrelacionado con el conjunto de la problemática económica nacional.
Durante una conferencia de prensa efectuada en La Plata, el candidato del Partido Justicialista, Eduardo Duhalde, abordó el problema del endeudamiento externo con una visión simplificadora, reduccionista, impropia de un hombre de Estado que aspira a conducir los destinos del país en un mundo de economías interdependientes y estructuralmente complejas.
Más cauto, el candidato de la Alianza UCR-Frepaso, Fernando de la Rúa, se manifestó en favor de que la Argentina cumpla con los compromisos contraídos, pero reclamó un tratamiento político de la cuestión y una reingeniería financiera de los pasivos que el país mantiene con los organismos multilaterales de crédito y con los bancos internacionales.
Ninguno de los dos candidatos parece haber considerado el peligro que este tipo de manifestaciones entraña para un país tan dependiente de la inversión extranjera como es la Argentina de este tramo final del milenio. Lo que se necesita -sobre todo en el fuerte contexto de recesión que se está viviendo- es consolidar una atmósfera de confianza que seduzca a los inversores externos y no introducir discursos facilistas que puedan generar una sensación desfavorable respecto de la voluntad del país de hacer honor a sus compromisos. Las declaraciones en favor de condonaciones o rebajas de deuda alejan a los argentinos del crédito y comprometen futuras emisiones de títulos; es decir, afectan a los instrumentos más necesarios para que el país retome la senda del crecimiento.
Es cierto que el peso de la deuda pública es un lastre que obstruye y retarda la recuperación de la economía; pero el remedio no consiste en reclamar un perdón tan oneroso como improbable sino en eliminar las causas que generan el exagerado endeudamiento: en primer término, un nivel de erogaciones estatales que excede sistemáticamente la magnitud de los recursos fiscales genuinos.
No es bueno que quienes se postulan para las más altas funciones de gobierno emitan señales que puedan resultar intranquilizadoras para los centros de decisión de la economía mundial. Más aún cuando otros signos preocupantes la incapacidad para controlar el gasto público, las vacilaciones legislativas ante el proyecto de convertibilidad fiscal, la persistente recesión siguen condicionando negativamente la escena política. (La Nación, 29/06/1999)
Por otra parte es preciso añadir que este nuevo enemigo público como era la deuda estaba siendo cada vez más asociado no sólo a la crisis económica sino a su vez con la dictadura militar del ’76 quienes en esta asociación eran aquellos que habían comenzado el endeudamiento. Por este motivo se veía que la deuda estaba subordinando al país a los intereses extranjeros y no sólo eso sino que tenía el agravante que esta subordinación se llevaba a cabo a través de un origen ilegitimo. En una entrevista a Remes Lenicov aseguraba que si Duhalde ganaba las elecciones la deuda sería pagada, entrevista a la cual se la titulaba: “Hay que pagar la deuda externa”
el equilibrio fiscal, no privatizará el Banco Nación y mantendrá en sus cargos a los titulares del Banco Central, Pedro Pou, y de la AFIP, Carlos Silvani.
No revisará los contratos de las empresas privatizadas de servicios públicos, "salvo que haya vicios legales en sus renegociaciones" y "honrará" el pago de la deuda pública externa, aseguró a La Nación Jorge Remes Lenicov, el potencial ministro de Economía si Duhalde triunfa en las elecciones presidenciales de octubre.
Sabe que al opinar sobre la deuda se mete en un camino resbaladizo. "Sé que a muchos esto no les gusta. La deuda se puede discutir, renegociar, pedir una baja de la tasa de interés, pero hay que pagarla", dijo, consciente de que sus palabras van a contramano de la propuesta de "condonación" lanzada por el candidato oficialista.
Remes Lenicov trabaja a la par de Duhalde desde 1991. Fue su ministro de Economía hasta 1997, cuando Duhalde le pidió que fuera diputado nacional.
-¿Qué negociará el futuro gobierno con el FMI en noviembre?
-Con el FMI hay que negociar a partir de nuestra visión de las cosas. Lo que no se puede hacer es copiar lo que pide el FMI. Uno tiene que tener sus ideas y discutirlas con el Fondo.
-¿Qué pasará con la deuda externa?
-La única alternativa que tenemos es reducir el déficit para endeudarnos menos. Esto implica per seuna quita de la deuda. Pero la deuda hay que honrarla, pagarla. Sé que a muchos esto no les gusta. Uno puede discutirla, renegociarla, pedir baja de la tasa de interés, pero hay que pagarla.(La Nación, 05/06/1999)
Para concluir esta primera cuestión de ¿Cómo se percibía la Argentina en el mundo? Se puede decir que al principio se veía como próxima y esperanzada de ingresar al primer mundo y esto era debido a la estabilidad, al ingreso de productos novedosos y a la modernización de la infraestructura. Sin embargo también se percibía cierta inquietud por la crisis económica que era atemperada porque el mundo se encontraba en crisis y porque además el país era visto como “el mejor alumno” del consenso de Washington, aplicando al pie de la letra los concejos del FMI.
“Un valor que estabilizó al país”
“Cuando se haga el balance póstumo de la actual Generación del Noventa, la memoria de Menem la presidirá.” Mariano Grondona
Si un observador se situase en algún punto de los años ’90, de la década menemista, la primera cuestión que causaba miedo en cuanto a la economía era la vuelta a la hiperinflación. La pregunta, entonces, que da pie a este apartado es ¿Qué logros y que desaciertos veía la sociedad con respecto al pasado y presente de la convertibilidad?
La historia del menemismo estuvo marcada por una palabra: Estabilidad. Tal como se lo representa en los billetes “Menem truchos” (impresos por Ciccone calcográfica) Con el slogan “Un valor que estabilizó al país”. La inestabilidad, en varios sentidos, había marcado la agenda pública de la Argentina de los años ’80. Las reiteradas crisis económicas, la hiperinflación, el fracaso del plan austral, así como los alzamientos carapintadas, los paros generales y los saqueos, creaban la imagen de una Argentina sumamente inestable.
La puesta a punto del plan de Convertibilidad fue la política de shock que logró controlar las expectativas y bajar drásticamente la inflación. Dio al gobierno de Carlos Menem una gran fortaleza en la discusión pública,le aseguró una idea como “el estabilizador”, junto con este gran acierto10 que tuvo en la política económica.
Para dar respuesta a esta pregunta es conveniente separar nuestra hipótesis en una faz positiva, en la cual se incluyen todos aquellos valores positivos de la convertibilidad y en una faz negativa, que incluyen aquellos problemas de abandonarla.
La hiperinflación había quedado muy marcada en el ideario social argentino y luego de varios años de estabilidad de precios –casi sin precedentes en la historia argentina- la inflación pasaba a ser un símbolo del pasado. Existía cierta asociación, inflación-caos social (en esto incluimos paros generales11, alzamientos, saqueos). La convertibilidad implica la estabilidad económica del país, y esta estabilidad económica, la estabilidad social.
10 Cuando se dice gran acierto es por dos cuestiones, en primer lugar nada aseguraba a priori que
el plan de convertibilidad fuera a funcionar, y en segundo lugar, no se discute acá si la convertibilidad era el mejor modelo económico a seguir, pero sí se asegura que para los problemas que afrontaba la argentina del ’90 cumplió con creces su objetivo.